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Jos Ramn Lpez Garca
Vanguardia, revolucin y exilio: la poesa deArturo Serrano Plaja (1929-1945). Volumen I
Director: Manuel Aznar Soler
Departament de Filologia Espanyola.Facultat de Filosofa i Lletres.
Universitat Autnoma de Barcelona2005
Tesis doctoral
A Mara y Nazario,por su ley de besos
que me trajoa los trabajos y los das
INDICEVOLUMEN I
- INTRODUCCIN I-X
CAPTULO I. SITUACIN DE ARTURO SERRANO PLAJA EN LA VANGUARDIA ESPAOLA1.1. Vanguardia, clasicismo, surrealismo y romanticismo 11.2. Apuntes a la vanguardia en Espaa 151.3. La poesa pura como instancia ideolgica y su relectura romntica a partir
de Juan Ramn Jimnez 241.4. Rehumanizacin, nuevo romanticismo y compromiso 301.5. La llegada a Madrid de Serrano Plaja: la distancia entre los inicios literarios
y el aprendizaje poltico 351.6. Lneas generales de la promocin de los aos treinta: precisiones al
conservadurismo esttico y poltico 491.7. Las propuestas poticas a partir de 1933: el problema de la llamada
"Generacin del 36" 551.8. Dos frentes para la rehumanizacin 71
CAPTULO II. UN ARTE DE SOLEDAD Y SILENCIO: LA INDECISIN DE UNA POTICAPRIMERIZA (1929-1934)2.1. Esbozos de una potica: un primer tanteo a la tradicin en los artculos
para El Sol de Arturo Serrano Plaja 842.2. La conciencia grupal de Hoja literaria 942.3. Razn de un ttulo: Sombra indecisa 972.4. Mara Zambrano y Rafael Alberti, dos modelos fundamentales 1022.5. Un vacilante discpulo de Zarathustra. El enlace con la mstica 1082.6. La necesidad del compromiso en la esfera pblica 1242.7. La mstica como ideal del proceso interior y su relectura
romntico-simbolista 1292.8 Cruz y Raya frente a Hoja literaria: coincidencias y oposiciones 1392.9. Primera potica: "Poesa. Arte de soledad y silencio" 1442.10. La desposesin lrica: "Poeta sin versos" 1502.11. Tristeza, nostalgia y dolor, los otros ejes de su potica 1552.12. Una brecha al romanticismo: la sombra de Bcquer 1582.13. El cierre de un ciclo potico 164
CAPTULO III. HACIA EL HUMANISMO POTICO (1934-1936)3.1. Introduccin 1743.2 Poesa revolucionaria 180
3.2.1Vanguardias estticas y vanguardias polticas 1873.3. Serrano Plaja en los crculos revolucionarios: teora y prctica
de un aprendizaje 2163.3.1. Una brecha abierta al compromiso: la revista Octubre 218
n
3.3.2. La corona hecha trizas de Juan Ramn 2283.3.3. La integracin del pensamiento de Miguel de Unamuno 2333.3.4 Un humanismo marxista. La presencia de Antonio Machado 2453.3.5. La revolucin de Asturias de octubre de 1934 2593.3.6. La respuesta a un tiempo presente 2643.3.7. El Primer Congreso Internacional de Escritores para la
Defensa de la Cultura (Pars, 1935) 2713.3.8. La bsqueda de un modelo potico: La llegada de Pablo Neruda 289
3.4. Destierro infinito 3093..4.1. La recepcin de Destierro infinito por parte de Rafael Alberti:
un reproche encubierto a Neruda? 3263.4.2. "Estos son los oficios": continuidad y variantes de la voz potica....3483.4.3. El cierre del crculo: significacin del romanticismo en 1936 358
CAPITULO IV EL OFICIO DE POETA: TRABAJO, NATURALEZA Y VANGUARDIA
4.1. Introduccin 3694.2. Poesa y revolucin: algunos debates previos a la guerra civil 3724.3. Aproximacin a la historia del trabajo 3794.4. Sociedad y trabajo en la Espaa de los aos veinte y treinta 3904.5. Lo viejo y lo nuevo: el mundo del trabajo en la poesa espaola
de los aos treinta 3974.6. El espacio agrario y la modernidad 4144.7. La Escuela de Vallecas 417
VOLUMEN II
CAPTULO V LA NUEVA PRAXIS POTICA (1936-1939) EL HOMBRE Y EL TRABAJO (1938)5.1Introduccin 4445.2. La actividad de Serrano Plaja durante la guerra civil 4535.3. Serrano Plaja y los poemas de "circunstancias" 4585.4. El prlogo a El hombre y el trabajo 4635.5. Trabajos y das: Hesodo y la tradicin clsica en El hombre y el trabajo 4685.6 La influencia de Walt Whitman 4945.7 La influencia de Antonio Machado 5015.8. El hombre y el trabajo y el humanismo marxista 517
5.8.1. - Trabajo intelectual y trabajo manual 5195.8.2. -El hombre y el trabajo y el pensamiento del primer Marx 525
5.9. La pica del hombre, el trabajo y la guerra 5495.9.1. La vivencia pica 5535.9.2 La comunin y la muerte 5675.9.3. El estatuto de la sangre: trabajo, materias y revolucin 575
5.10. La "Ponencia Colectiva" 5945.11. Virginia, el amor en la guerra 631
CAPTULO VI PAZ EN LA GUERRA (1939-1945)6.1. Introduccin. La poesa del exilio republicano: entre la Historia y el Mito. ...647
6.1.1. Ruptura y continuidad 6506.1.2. El fin de la epopeya 6546.1.3. La reconstruccin del humanismo 6566.1.4. La interiorizacin trascendente y el nuevo estatus del intelectual 659
6.2. Saint Cyprien: la experiencia concentracionaria 6686.3. La Mrigote: la identidad recobrada 6756.4. Los poemas de La Mrigote 6836.5. De Marsella a Buenos Aires: el Diario de un viaje de emigrantes 7076.6. El exilio en Chile (1940-1941) 723
6.6.1Rafael Dieste, tica y esttica de la solidaridad 726
6.7. Buenos Aires (1941-1945) 7376.8. El ansia de armona y el Libro de El Escorial 7436.9. Versos de guerra y paz 750
CODA. DE LA ESPERANZA PICA EN UN ARTCULO DE 1945 777- CONCLUSIN 780
BIBLIOGRAFABibliografa de Arturo Serrano Plaja 787Bibliografa sobre Arturo Serrano Plaja 798Bibliografa general 804
APNDICESAPNDICE 1. POESA 830
Presentacin 830Poesas (1929-1936) 833Poemas de La Mrigote 841Poemas incluidos en Diario de un viaje de emigrantes (1939-1940) 867Poemas y borradores de los ciclos de Versos de guerra y paz y de Galope
de la suerte (1943-1956) 873Ciclo de La mano de Dios pasa por este perro y de Los lamos oscuros
(1965-1969) 886
APNDICE 2. ENSAYOSPresentacin 8961932-1936 8991936-1939 9341939-1945 939
APNDICE 3. CORRESPONDENCIA DE ARTURO SERRANO PLAJA Y CLAUDE BLOCK CONRAFAEL DIESTE Y CARMEN MUOZ
Presentacin 947Correspondencia desde Valencia ( 1937) 955Correspondencia desde Santiago de Chile (1940-1941) 956Correspondencia desde Pars (1946-1947) 991
APNDICE 4. DIARIO DE UN VIAJE DE EMIGRANTESPresentacin 1023Diario de un viaje de emigrantes (19139-1940) 1023
APNDICE 5. BIOGRAFA DE ARTURO SERRANO PLAJABiografa de Arturo Serrano Plaja (1909-1933) 1045
Grete Stern
Arturo Serrano Plaja, escritor, Ramos Meja, 1949 (Buenos Aires)Gelatina de plata sobre cartulina, copia de poca 33 x 25 cm. Coleccin de la artista
INTRODUCCIN
Enfrentarse al estudio del exilio republicano espaol de 1939 no es simplementeun acercamiento histrico al pasado que pueda hacernos entender mejor nuestropresente, es estudiar una parte esencial del periodo histrico que hoy mismo seest edificando. Sin duda es esto algo de lo mucho que debo agradecer a la figura de
Arturo Serrano Plaja, pues gracias a ella he podido realizar un apasionante recorrido en elque, una y otra vez, las cuestiones abordadas aportaban unidades de sentido al presente. El
significado que el exilio republicano de 1939, heredero del proyecto global de la
modernidad espaola, pueda tener hoy en da para personas de mi edad es una cuestin
que tambin se est configurando. En parte, estas mismas pginas que a continuacin se
ofrecen son una tentativa, abierta, de esta cuestin. El acceso a este inmenso legado
cultural se presenta como una condicin de posibilidad para esa necesitada reconstruccin
de una memoria histrica que, hasta hace muy poco, ha pasado por un periodo de
preocupante abandono. El ejercicio de una amnesia oficial usada para edificar, desde estepacto de olvido consensuado, una memoria anmica.,directamente falseada o elidida, es un
escollo permanente al que el exilio republicano de 1939 ha de enfrentarse. Son numerosos
los juicios crticos que han incidido en este asunto y parte de ellos irn apareciendo en lossiguientes captulos que constituyen esta tesis. Pero no me resisto ahora a la reproduccin
de una opinin que, desde una perspectiva no ligada a los crculos acadmicos y que no
excluye la irona y el humor entre sus ingredientes, puede servir como primera entrada en
una materia estudiada luego desde otras perspectivas:
En todo caso, es posible percibir la desaparicin de todo un sustratocultural en Espaa. El aludido sustrato de doscientos aos de tradicinmoderna y liberal, desaparecido de los libros de texto y de las arrugas delcerebro en 1939, y de costosa transmisin en la literatura desde esa mismafecha. Ese sustrato pas al exilio, directamente y sin pasar por la casilla desalida. Parcialmente fue recuperado a travs de cierto dilogo con el exilioen la literatura espaola a partir de los aos sesenta, del contacto deautores jvenes con la obra y la persona de algunos autores en el exiliointerior. No obstante, la vuelta de los exiliados una tradicin sin pas,es decir, sin usuarios no supone la fusin con la tradicin interna unos usuarios de un pas sin algunos trozos. Por una parte, los exiliadosvienen tarde y, la vida es siempre ms dura de lo que uno calcula, un pocochochos y derrotados por una derrota non-stop. Recuerdo, por ejemplo,que en su da, en tiempos de Epi y Blas, vi por la tele la llegada deSnchez Albornoz que, con Castro, protagoniz la gran polmicacultural del exilio al aeropuerto de Barajas. Sus primeras declaraciones
tras chorrocientos aos de exilio fueron: "Por fin me comer los turronesen invierno, cuando toca". Yo me esperaba un taco. Es decir, algoepistemolgicamente parecido a un taco. Esas declaraciones quiz son lametfora del nico proyecto que le tocaba al exilio: no era liarla, sinodesparecer en el pas de mam, en invierno y con turrones. Por otra parte,no ha habido intencin alguna de insertar esa tradicin expulsada y eseexilio en la cultura espaola. Se le ha otorgado cierto glamour, ciertorespeto vamos, cierto turrn, pero se le ha denegado su funcionalidady su pertinencia. Es posible que las reglas del juego cultural, tal y comoquedaron planteadas en el juego poltico, implicaran la necesidad deamnesia. La historia en este pas es una disciplina complicada y peligrosa.La cultura, en ese sentido, ha colaborado a que los nios y las niasespaoles sean ms felices renunciando a la historia. Incluso en su gradoms cercano: la memoria. La cultura de la Transicin ha creado una solacultura. Una cultura oficial. No hay otro acceso a la cultura o percepcinde la cultura1.
Claro que antes de esto se haba pasado por otras etapas, por as decirlo, de asimilacin del
legado republicano. Y a veces no se sabe si fue peor la negacin oficial y pblica que el
franquismo pregon sin vergenza alguna durante largos aos o los trminos de una
integracin que se revelaba como un gesto de impostura intelectual con pretensiones de
organicidad para otra cultura oficial, desplegada asimismo muy a menudo desde la
conformacin de los discursos culturales franquistas.
Arturo Serrano Plaja es uno de los protagonistas de la fase final de lo que se hadado en denominar Edad de Plata de la literatura espaola. Nacido en 1909, forma parte de
la hornada de autores en quienes la rotura que supuso nuestra guerra civil deviene ms
especialmente grave si cabe por lo que toca a la quiebra de su proceso formativo y, con
ello, al puesto que ocupan en la historiografa y canon de la literatura espaola. En el caso
de autores como Rafael Dieste, Juan Gil-Albert, Snchez Barbudo o Lorenzo Vrela (porcitar algunos de sus ms allegados compaeros), el 18 de julio de 1936 los sorprende enplena consolidacin de su madurez como creadores y crticos. La sucesin de los hechos
histricos marcar un punto de no retorno en sus trayectorias y, dentro de su adecuacin a
la siempre problemtica y plural condicin del exilio, ser muy difcil el encuentro de
nuevas certidumbres a su condicin como sujetos histricos, individuales y artsticos.Algunas de estas cuestiones son las que trato parcialmente en varios apartados del presente
trabajo; por ejemplo, cmo la posterior periodizacin de la historiografa literaria ha
1 Guillem Martnez, "Prlogo, presentacin y, ya puestos, algo parecido a una valoracin a veinticinco
aos de cultura por aqu abajo", en AA.VV., Franquismo pop (Almanaque primavera 2001), edicin deGuillem Martnez, Barcelona, Mondadori (Reservoir Books), 2001, pp. 13-14.
II
tendido a soslayar las tendencias personificadas en casos como los de Serrano Plajamediante una lectura reductivista de diferentes conceptos tales como rehumanizacin,
nuevo romanticismo, o, ya en el tratamiento minusvalorativo de las literaturas exiliadas,
con el uso de etiquetas como las de "generacin del 36". Precisamente para la
comprensin de la trayectoria de Serrano Plaja en su largusimo periplo como desterrado apartir de 1939, para la comprensin de los porqus de sus vacilaciones estticas, de sus
variaciones ideolgicas y de su asuncin ltima por los caminos de una heterodoxa
conversin religiosa y potica, consider imprescindible el estudio de su obra inicial desde
que en 1929 iniciase su participacin en el mundo intelectual madrileo.
No voy a abundar en el argumento de la ignorancia acerca de la obra y la figura de
Arturo Serrano Plaja, una idea que se ha hecho lugar comn en las reflexiones globalessobre los exiliados republicanos. Entre otras cosas porque no sera del todo cierto. Su
actividad pblica y literaria ha tenido la fortuna de contar con varios estudios e
intelectuales y crticos tan dispares como Antonio Machado, Octavio Paz, Mara
Zambrano, David Bary, Francisco Caudet, Alicia Raficci de Lockwood, Emilia de Zuleta,
etctera, han dedicado pginas fundamentales a esta cuestin. Sin embargo, es cierto que
un estudio pormenorizado de su trayectoria es an una cuestin pendiente y se ha buscado
cubrir esta carencia por lo que respecta a su actividad desde 1929 a 19452. Es igualmente
cierto que se conoce a Serrano Plaja sobre todo por su poemario de 1938 El hombre y eltrabajo, publicado en Barcelona en plena guerra civil y que en ms de una ocasin se haledo como libro fundacional de la poesa social espaola. Mi propsito en el presente
trabajo ha sido analizar los orgenes y finales, y la red de asociaciones que desde ah setraza, de cuanto este libro plantea. Es decir, el proceso que explica su publicacin en 1938
en una Espaa en guerra, previa explicacin de la procedencia de las bases tericas y
prcticas de este discurso, y su posterior intento de integracin y disolucin en el contexto
del exilio republicano espaol de 1939 cuando, en 1945, su cuarto poemario, Versos de
guerra y paz, agrupe en su primera seccin una amplia seleccin de poemas de El hombre
y el trabajo. A partir de estas poesas se genera una dialctica en su produccin exiliadaque, ante el progresivo descrdito que sufre a sus ojos el ideal revolucionario marxistaencarnado por el Partido Comunista durante la guerra fra, comportar la sustitucin
2 Aunque existen varios lugares que dan cuenta de los principales datos de su biografa, muchos de estos
acercamientos biogrficos son incompletos o contienen datos errneos. Por ello he considerado oportunoreproducir en uno de los apndices de esta tesis una breve biografia del el autor que pueda servir de guageneral.
III
progresiva de su fe revolucionaria en favor de una fe religiosa. Se trata de otros momentos
de su produccin, pero para entender con exactitud el alcance de su obra en el exilio desde
la alta cota esttica de El hombre y el trabajo considero necesario dar cuenta de las basesoriginarias que se cimientan a lo largo de los primeros aos treinta que sustentan a
toda su produccin.
Los siguientes captulos han pretendido por ello integrar al menos tres niveles de
anlisis. El primero ha querido dar cuenta de la biografa del autor, recurriendo para ello a
testimonios ya conocidos y a otras fuentes de informacin (epistolarios, diarios, fondoshemerogrficos) hasta ahora no sumadas en una argumentacin global. El segundo nivel seha centrado en la propia obra del autor, buscando siempre la unificacin de los discursos
tericos y su traslacin a la prctica literaria e intentando, en este segundo caso, el anlisis
y comentario de las prcticas textuales del poeta. El tercer nivel ha buscado la integracin
de los otros dos en los procesos culturales en los que se desarrolla la actividad de Serrano
Plaja y su significacin global en el paradigma de la modernidad. As, se ha hecho frente aesta cuestin en el caso de las vanguardias estticas y polticas, la guerra civil como
espacio tambin de praxis cultural y los primeros aos del exilio republicano espaol
como lugar en que se persevera en la continuidad de esta tradicin. Los tres niveles se han
querido unificar en una descripcin y anlisis que evitara en todo momento una separacin
de la historia y de la potica, tanto porque en general pienso que es la perspectiva ms
apropiada, como porque la propia propuesta del autor as lo demanda. Se ha valorado,
pues, la significacin que la vida y las obras de Serrano Plaja puedan tener en sudimensin, ideolgica, social e histrica y en su dimensin artstica, esttica y cultural.
Esta pretensin es la que recoge el ttulo de la tesis, vanguardia, revolucin y exilio, los
tres conceptos remiten a un orden de comprensin totalizadora en el caso del autor cuyo
alcance y articulacin se irn especificando en los sucesivos captulos.
Los tres primeros se centran en el periodo comprendido entre 1929 y 1936. La
manifestacin de la obra de Serrano Plaja en la dinmica literaria espaola de esemomento demandaba el anlisis de unas cuantas cuestiones previas. La primera de ellas es
la relacin de su final de trayecto comprometido con el proceso general de rehumanizacin
de la literatura desde finales de los aos veinte. En el caso concreto de Serrano Plaja ellonos lleva a un paradigma presente por omisin o actuacin en su actividad artstica: la
IV
vanguardia3. El primer captulo se centra en ella porque ah se produce la actualizacin de
las contradicciones romnticas entre poeta y sociedad que van a dar en la preocupacin
social de una buena parte de la intelectualidad europea. Aunque Serrano Plaja rechace, ensintona con su presente literario, los logros de la vanguardia, recibe la necesidad del
compromiso ideolgico que han generado las contradicciones de sta. Su primera obra,
Sombra indecisa, no ser otra cosa que una elipsis purista de quien, por edad y por
formacin, estaba condenado a despreciar una vanguardia ya de por s desprestigiada en
Espaa. En estos primeros, poemas las tensiones entre este contenido subjetivo, intimista ytendente a una realidad inmediata y material y las aspiraciones a la inefabilidad de la
experiencia como categora esttica anuncian y explican el porqu de su posterior
evolucin. La reformulacin que operar sobre los componentes romnticos de su potica
se constituye en el hilo de continuidad entre sus diferentes manifestaciones artsticas desde
1931 hasta 1936, y lo es en una de las lneas del neorromanticismo de este periodo, que
normalmente es la menos estudiada, definida en el compromiso poltico revolucionario. El
neorromanticismo sirve muy a menudo como etiqueta que legitima la asimilacin
surrealista. Un final de trayecto al que llega mediante una asimilacin indirecta de lo
vanguardista y sus traducciones de la modernidad romntica, primero gracias a Sobre los
ngeles de Rafael Alberti y segundo, y ms importante, a travs del impacto de Residencia
en la tierra de Pablo Neruda.
En los captulos segundo y tercero se explica el trazado de esta evolucin de
Serrano Plaja desde la indecisin inicial hasta el encauzamiento definitivo por la corrientecomprometida que se vertebra en una concepcin humanista y marxista del arte y la vida.
Pero antes de ello, la pretensin de un anlisis ajustado de estas primeras obras llevainevitablemente tambin a la problemtica periodizacin de la historia de la literatura
espaola mediante el concepto de la "generacin del 36". El descrdito que esta
compartimentacin padece, y que alcanza de forma directa tambin a Serrano Plaja alinclursele normalmente en este grupo, no responde tan slo a las limitaciones que siempre
3 Sigo en este punto a lo largo de todo el trabajo las opiniones de Matei Calinescu en Cinco caras de la
modernidad Modernismo, vanguardia, decadencia, kistch, posmodernismo (1977; 1987), tr. de MaraTeresa Beriguistain, Madrid, Tecnos, 1991 y, sobre todo, las matizaciones que se pueden introducir a sulectura a partir de los estudios de Peter Brger, Teora de la vanguardia (1974), tr. de Jorge Garca,Barcelona, Pennsula, 1987, y Marshall Berman, Todo lo slido se desvanece en el aire. La experienciade la modernidad (1982), tr. de Andrea Morales Vidal, Madrid, Siglo veintiuno, 1988.
V
implica el mtodo generacional4. Esta crtica proviene sobre todo de un carcter poltico
asociado a las ideologas, falangistas primero y pseudo-librales despus, que se suceden
en la posguerra y de las que pocas veces se sealan en su justo alcance. Ya en este puntotopamos con la necesidad de hacer frente a lo que el exilio supone en la configuracin de
estos debates culturales y en el repaso al tema se puede comprobar el alcance que esta
dimensin cobra en la configuracin cannica de la literatura espaola.
El captulo cuarto se detiene en varias cuestiones importantes para entender la
prctica potica que se abra con "Estos son los oficios", composicin de finales de 1935 y
posterior obertura de El hombre y el trabajo. Se plantean en concreto algunas reflexionesacerca de la posibilidad de una poesa "revolucionaria" a partir del debate terico de la
poca; tambin se hace un repaso acerca de lo que la seleccin temtica del mundo del
trabajo implica en un poeta de los aos treinta; y, por ltimo, se inserta el especialtratamiento de este tema en el caso de Serrano Plaja dentro de la continuidad vanguardistaque numerosas prcticas artsticas llevaron a cabo en su acercamiento al mundo rural.
La llegada de la guerra provoca que, si bien estos intereses no varen, s lo hagan
las parcelas que han de centrar su atencin; la humanidad y el trabajo se modifican comotemas poticos puesto que los mbitos de su actuacin han variado. De este modo, la
organicidad de sus siguientes poemas se orienta hacia unos fines distintos de los previstos
inicialmente. De cualquier manera, sus dos primeros poemarios, Sombra indecisa y
Destierro infinito, marcan un desarrollo encaminado a la unin de poesa y revolucin.Con la coordinacin de estas dos palabras, por cierto, dio ttulo nuestra ms lcida
pensadora en el exilio y el interior, Mara Zambrano, a su certera resea a El hombre y el
trabajo5. En ella detecta igualmente Zambrano este punto de inflexin que mencionaba:el libro nos dice nos muestra con toda evidencia un proceso coherente, una lnea
continua, inteligible de un desarrollo que tiene el doble inters de mostrarnos un cambio
potico y un proceso revolucionario, expresado poticamente con plena conciencia.
Porque, como prosigue Zambrano, antes exista una cierta separacin entre su afn
revolucionario y su afn potico , aunque ambos nacen unidos, en la misma raz [...]
4 La cuestin de las generaciones no ha dejado, ni mucho menos, de seguir creciendo en su estudio y
polmica bibliogrfica. A lo largo de estas pginas se pretende analizar la trayectoria de Serrano Plajacomo un ejemplo, entre los muchos existentes, de la inoperatividad de esta propuesta crtica que impidetener una perspectiva de la complejidad de los procesos culturales e histricos. Vase, entre la ingentebibliografa al respecto, Serge Salan y Carlos Serrano (eds.), Histoire de la littrature espagnolecontemporaine. Questions de mthode, Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1992.
VI
, porque la experiencia no ha llegado al punto de madurez y claridad necesario para poder
traducirse poticamente, para que la palabra brote como un testimonio. Con mi anlisis
no he pretendido ms que el esclarecimiento de cmo estos dos afanes, el potico y el
revolucionario, transcurren en este complejo proceso de aproximacin que se alcanza porprimera vez al final de Destierro infinito, publicado en mayo de 1936. Desde ah se abreya la efectividad cierta y material de una poesa, en su ms estricto sentido, revolucionaria;
es decir, aqulla en que la funcionalidad del arte no supone renuncia de la personalidad
creadora ni anulacin de la intimidad. Gracias al trayecto recorrido por Serrano Plaja entre1931 y 1936 se logra, de nuevo en palabras de Zambrano, el descubrimiento de una
revelacin del ser humano que le permite reconciliarse con la realidad en su posterior y
primer gran libro de 1938. As, el presente trabajo, en suma, no es sino la exposicin de lacrisis particular de un sujeto en todos los rdenes de su esfera privada y pblicaque esejemplificacin de las crisis en que se debate la sociedad y la cultura en el periodo deentreguerras europeo y de cmo esta crisis se concilia, en el caso de Serrano Plaja yotros muchos, en la unin del arte y la vida en el paradigma revolucionario.
Ahora bien, esta realidad cambia con la llegada de la guerra, y la conquista de lo
real antes de julio del 36 ya no puede ser la misma en actitudes y objetivos, aunque partade un idntico impulso, que la posterior a esta tajante fecha. Hasta entonces, desde 1931 a1936, Serrano Plaja traza la lnea que le lleva a la reconsideracin del individualismoromntico en clave universalista. Universalismo cifrado, al final de esta primera fase de su
proceso, en la colectividad, en la funcionalidad social del trabajo del artista, en lanecesidad de que el impulso rebelde del sujeto no se anegue en sus propias limitaciones yhalle en la expansin colectiva de esta rebelda la posible solucin. Pero si en algo destaca
un poemario como El hombre y el trabajo es en la defensa de la individualidad creadoradel poeta, no por encima ni por debajo de, sino al mismo nivel del compromiso social yhumano; y esta condicin de su potica en 1938 se interpreta con parcialidad si no se
atiende a las bases originarias de esta conviccin fraguada a lo largo del lustro inicial de
los aos treinta. Lo apuntado en el anterior apartado se expande por todo el siguiente
periodo en el que se centra el captulo quinto, la guerra civil. Adems de referirnos en l a
las diferentes actividades del autor durante esos aos, se realiza un anlisis de las distintas
prcticas textuales de Serrano Plaja. Para ello se hace una revisin de los principales
5 "Poesa y revolucin (El hombre y el trabajo, de Arturo Serrano Plaja)", Hora de Espaa, Barcelona,
XVIlI(juniodel938).
VII
testimonios y textos tericos del poeta (algunos inditos), muy especialmente de la"Ponencia colectiva", texto escrito por Serrano Plaja y ledo en las sesiones valencianasdel Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, cuya
importancia y mrito justificaban un anlisis aparte. Junto a ello, se examinan lasprincipales influencias de El hombre y el trabajo, que en lo literario pasan por los nombresde Whitman, Machado y, muy especialmente, la tradicin clsica representada en Hesodo
y Virgilio. La otra gran influencia es la del pensamiento marxista, terreno en el que
Serrano Plaja muestra una notable coincidencia con buena parte de las propuestas delMarx de los Manuscritos econmico-filosficos de 1844. Todo ello se pone al servicio dencleos bsicos que se desglosan en dos apartados, uno dedicado a la pica del hombre, el
trabajo y la guerra y otro centrado en el poema amoroso "Virginia", una de las mejorescomposiciones del autor y cierre de El hombre y el trabajo.
El captulo sexto se adentra en las primeras fases del exilio de Serrano Plaja. Trasunas pginas iniciales donde se da cuenta de algunos de los aspectos bsicos que afectan a
la poesa del exilio republicano, tales como la continuidad o la reconstruccin del
humanismo, el ncleo de los siguientes apartados se centra en los tres primeros pases de
exilio: Francia, Chile y Argentina. De Francia se recuerda su paso por el campo de
concentracin de Saint Cyprien y su estancia en la casa del intelectual francs Jean-
Richard Bloch, La Mrigote, unos meses durante los cuales Serrano Plaja intenta lareconstruccin de su identidad mediante una intensa actividad literaria y con el inicio de
una nueva relacin sentimental con la que ser su primera esposa, Claude Bloch. En
ambos casos se aportan numerosos datos nuevos y, lo que es ms importante, una amplia
cantidad de poemas inditos. Indito tambin es el Diario de un viaje de emigrantes queSerrano Plaja escribi durante la travesa que realizaron l y su esposa desde Marsella aBuenos Aires con destino a Santiago de Chile, un documento que aporta interesantes datos
sobre las expectativas y lmites de la condicin exiliada. Desconocidas hasta ahora
tambin eran las cartas intercambiadas entre Serrano Plaja y Rafael Dieste, su lectura hapermitido la reconstruccin detallada de los avatares vividos en Santiago de Chile y el
negativo balance que qued de ella6. Gracias a Dieste, fraternal amistad de todos estos
6 Se reproducen en cuatro apndices distintos materiales inditos o de difcil localizacin y que se han
agrupado del siguiente modo: poesa, ensayos, correspondencia con Rafael Dieste y Carmen Muoz y Diariode un viaje de emigrantes. Cada uno de estos apartados va precedido de su correspondiente presentacin yanotacin.
VIII
aos, Serrano Plaja consigue instalarse en Buenos Aires, un periodo de fructfera actividadque en lo potico se manifiesta con la publicacin de Versos de guerra y paz en 1945,
poco antes de su retomo a Europa tras la victoria aliada en la segunda guerra mundial. En
la situacin especfica de la primera mitad de la dcada de los cuarenta, an era posible
integrar el proyecto representado en los poemas de la guerra civil en un nuevo libro. Sin
embargo, Versos de guerra y paz anunciaba ya el agotamiento de este proyecto y apuntaba
hacia una crisis de continuidad, personal, esttica e ideolgica, que en los prximos aos
se iran manifestando progresivamente hasta concluir en una sonada ruptura con el PC
acompaada de una heterodoxa conversin al cristianismo.
Max Aub opinaba acerca de los exiliados espaoles republicanos en la
estremecedora La gallina ciega: "la verdad es que somos un puado de gente sin sitio en
el mundo". La trayectoria de Arturo Serrano Plaja es, en muchos sentidos, reflejo de estaaspiracin humana universal, la de encontrar cada uno un lugar en el mundo y el sistema
de correspondencias que desde ah necesariamente se establece. La desubicacin del sujetoen la realidad es quizs la causa ms probable de que al final su bsqueda fuese la de un
lugar fuera del mundo. La conversin religiosa aparece como medio para posponer la
resolucin del conflicto exlico al espacio de la prometida e hipottica vida eterna. Espacio
de redencin de las culpas personales y de la historia, espacio que deja fuera a esa historiay a ese tiempo de lo real porque dicho tiempo y dicha historia no han podido resolver las
contradicciones y derrotas en su circunstancia terrenal. Y es que como apuntaba Carlos
Blanco Aguinaga, como Aub, como Serrano Plaja otro buen conocedor de todo aquelloque el exilio implica, "la poesa que escribieron algunos de aquellos espaoles nos
descubre que, en el fondo, en el centro de tanta actividad, siempre hubo un vaco, una
presencia de la Muerte que, en ltima instancia, impidi (cmo no iba a impedir?) que losrefugiados espaoles llegaran a ser autnticamente transterrados" . Para comprender el
enorme alcance del desengao es necesario comprender antes el enorme alcance del
entusiasmo, de la implicacin vivida, en los aos previos al desencanto, con una visin del
mundo en la que se hall en el canto a la relacin esencial entre el hombre y el trabajo unsentido revolucionario, una posibilidad de transformacin.
7 "Otros tiempos, otros espacios en la narrativa espaola del exilio en Amrica", en AA.VV., El destierro
espaol en Amrica. Un trasvase cultural, compilacin de Nicols Snchez Albornoz con la colaboracinde Mara Teresa Pocht, Madrid, ICI- Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1991, p. 27.
IX
***
Por ltimo, quisiera agradecer la ayuda prestada durante el largo proceso de trabajode estas tesis a los numerosos compaeros y amigos que de diversas formas han hechoposible su conclusin. En primer lugar, a mis colegas del GEXEL, grupo de investigacinde la Universitat Autnoma de Barcelona en el que me inici en el estudio de nuestroexilio republicano, y muy especialmente a Carlos Alvarez, Esther Barrachina, SlviaJofresa, Claudia Ortego y Rosa Peralta, cada cual a su modo sabe la importancia que param han tenido su amistad, ayuda y apoyo en parte o en la totalidad de estos aos dedicadosal tema; tambin a Juan Rodrguez y a Paco Tovar, miembros del tribunal que evalu eltrabajo de investigacin que sent las bases de esta tesis, cuyas sugerencias y crticas heintentado aplicar en la presente ocasin; y a Manuel Aznar Soler, director del GEXEL y deesta tesis, por la gua intelectual y, sobre todo, por las pruebas reiteradas de amistad yafecto que me ha brindado desde el primer momento. La confeccin de estas pginas debemucho a la ayuda que en, diferentes lugares y circunstancias, me han ofrecido variaspersonas: Xos Lus Axeitos, Claude Le Bigot, Francisco Caudet, Jos Antonio de Diego,Genevive Dreyfus-Armand, Rosa Maria Grillo, Miguel Hernndez, Grard Malgat,Enrique Martnez Lpez, Ma del Carmen Porra, Jesucristo Riquelme, Serge Salan,Carlos Serrano, Ingrid Serrano, Luis Alberto Quesada, Fabiola Rodrguez y otros muchosa los que sin duda ahora olvido. A todos ellos gracias.
X
CAPITULO I
SITUACIN DE ARTURO SERRANO PLAJA EN LA VANGUARDIAESPAOLA
A/e siento ms ligado a los del "grupo de Hora de Espaa"(Dieste, Snchez Barbudo, Gil-Albert, etc.). Sin menospreciaralos de la "generacin del 36", me identifico ms con la actitudde decencia de los del "grupo". Hay en ellos un contenidolegtimo y verdadero, con el que me siento ms unido.
Arturo Serrano Plaja
1.1. VANGUARDIA, CLASICISMO, SURREALISMO Y ROMANTICISMO.
A lo largo as, 1932 Serrano Plaja publicar, como otros compaeros desu promocin (Snchez Barbudo, Azcoaga, Vrela, LeopoldoPanero...) diversos artculos en el diario madrileo El Sol. Algunos enespecial se centran en una evaluacin del estado presente de la poesa
espaola a partir de las herencias transmitidas por la tradicin literaria ms inmediata. En
uno de ellos, Serrano Plaja califica su momento presente, poticamente hablando, como un'"romntico clasicismo'" en donde "se disuelven ya los anteriores postulados de arte",
postulados cifrados en lo que es ya "el trasnochado deseo de inventar originalidad"1. Una
nueva realidad que se manifiesta, segn afirma, en un cambio que se da sin rupturas
estridentes. El concepto empleado por Serrano Plaja para definir el estado actual de laliteratura espaola, romntico clasicismo, informa de algunos de los debates fundamentales
desarrollados en estos aos y de los que con posterioridad a la guerra civil van a rebrotar
en la poesa espaola2. As, Ortega y Gasset en La deshumanizacin del arte (1925) fue delos primeros en institucionalizar como tendencias opuestas la del "arte nuevo" que intenta
definir y la del romanticismo, al que se refiere desde una postura de franca hostilidad como
'Arturo Serrano Plaja, "Matices de una generacin. Arte nuevo y joven poesa", El Sol, Madrid, XVI, 4567(31 de marzo 1932), p. 2). Este mismo punto de invalidacin de la novedad, como se ver, es el atacado porEnrique Azcoaga, miembro del grupo literario que integra Serrano Plaja junto con Snchez Barbudo, en unprogramtico artculo que explica la gnesis del primer poemario de Serrano Plaja, Sombra indecisa, y que sepresenta con la voluntad de un manifiesto; Enrique Azcoaga, "La sombra incendiada. Viraje, nuevo suceso",Hoja literaria, Madrid, 1,1 (noviembre 1932?), pp. 2-3.2 Al respecto ha escrito Mara Isabel Navas Ocafla en dos estudios, Vanguardismo y crtica literaria en los
aos cuarenta, el grupo de "Escorial" y la "Juventud Creadora ", Almera, Universidad de Almera, Serviciode Publicaciones (Monografas, Humanidades, 8), 1995; y Espadaa y las vanguardias, Almera, Universidadde Almera. Servicio de Publicaciones, 1997, de este ltimo especialmente las pp. 19-50.
1
una de las manifestaciones del arte del siglo XIX, en lo que era un medio ms que para
sancionar para definir a este "arte nuevo". Ortega da su visin del arte moderno en 1925 y
para ello usa un concepto equvoco, si ste se extrapola de las coordenadas de su ensayo,
como el de deshumanizacin. En realidad, su descripcin no se est oponiendo a ningn
ismo en concreto sino que ofrece un punto de vista general sobre las vanguardias que se
han manifestado hasta el momento, destacando el hecho del contenido antipopular del arte
moderno a partir de una separacin del arte con respecto a la praxis vital y el consecuente
cambio en los receptores de estas manifestaciones artsticas. De este modo, el arte
humanizado es el propio del siglo XIX (romntico y realista), el identificado, en gran parte,con la mimesis; el deshumanizado, por contra, arranca de una figuracin distorsionada de
la realidad, de los objetos que la componen. Objetos a los que por ello se aisla en unosnuevos parmetros, lo que obliga al manejo de esas nuevas coordenadas por parte delreceptor para lograr el goce esttico. Coordenadas que, en sntesis, se colocan en el mbito
de la intelectualizacin y no del sentimiento o la emocin. A partir de ah, Ortega establece
sus conocidos siete principios caractersticos del arte de la vanguardia3.
Desde la tibieza de la vanguardia hispnica, como resalta Mainer, se intenta en ms
de una ocasin unir, slo en aparente paradoja, lo tradicional con lo vanguardista4. En estamisma equidistancia se sita la definicin de Serrano Plaja y existen precedentes de ella enotros autores y crticos de la vanguardia5. Pero dentro de estas pretensiones, no todas las
3 Jos Ortega y Gasset, La deshumanizacin del arte, en Obras Completas, Madrid, Revista de Occidente,
tomo II, 1962 5a, pp. 359 y ss. Vase la edicin de Valeriano Bozal a Jos Ortega y Gasset, Ladeshumanizacin del arte y otros ensayos de esttica, Madrid, Espasa-Calpe, 1987. Para esta identificacinformal de Ortega con los movimientos artsticos de vanguardia vase Luis de Llera, Ortega y la Edad dePlata de la literatura espaola (1914-1936), Roma, Bulzoni, 1991.4 Vase su "Prlogo" a Guillermo Daz Plaja, Vanguardismo y protesta en la Espaa de hace medio siglo,
Barcelona, Los Libros de la Frontera, 1975, p. 13.5 Tal y como seala Andrs Soria Olmedo, esto se puede ejemplificar con artculos como los publicados en
los aos veinte por Antonio Marichalar o Jos Bergamn en la ultrasta Horizonte, "Oscilaciones. Virar" y"Clasicismo", respectivamente, Vanguardia y crtica literaria en Espaa (1910-1930), Madrid, Istmo, 1988,pp. 119 y ss. El artculo de Bergamn es especialmente interesante pues propugna un clasicismo espaol quesea un "clasicismo vivo" con tres referentes: Gngora, Bcquer y el Juan Ramn Jimnez de la SegundaAntoloja Potica. Ahora bien, si Bergamn los declara como ejemplos de la mayor depuracin, Serrano Plaja,entre otros, como se ver, selecciona a los mismos autores pero a partir de una valoracin bien distinta. DeAntonio Marichalar contamos con una edicin de su importante obra crtica en la edicin de DomingoRodenas de Moya, Ensayos literarios, Madrid, Fundacin Santander Central Hispano, 2002. Tambin seintenta, en otros casos, unificar romanticismo y vanguardia, y todo ello culmina en las opiniones queGuillermo de Torre vierte en su fundacional Literaturas europeas de vanguardia de 1925. En l intentasistematizar, sin demasiado xito, la independencia de los elementos de la vanguardia de cualquiera de estaslecturas reduccionistas, aunque admite esta misma vocacin tradicionalista de la primera adaptacin de lovanguardista en Espaa. Sobre la misma pueden consultarse la monografa clsica de Gloria Videla, Elultrasmo. Estudios sobre los movimientos poticos de vanguardia en Espaa, Madrid, Gredos, 1971; elestudio ms breve de Jos Luis Bernal, El ultrasmo. Historia de un fracaso?, Cceres, Universidad deExtremadura, 1988; y la completa sntesis de Javier Prez Bazo, "El ultrasmo" en AA.VV., La vanguardia
vanguardias van a ser estimadas por igual ni se va a definir como vanguardia lo mismo que
se considerar en el futuro. Se prestigian como tal los logros del cubismo y de la poesa
pura que se ven refrendados por el anlisis de Ortega no corren igual suerte otro tipo de
propuestas vanguardistas como el ultrasmo, a pesar de que tambin son origen del trabajode Ortega y de su influencia en los poetas del 27, pero no las sucesivas manifestaciones
de las vanguardias histricas como el dada o el surrealismo, que introducen unas
coordenadas estticas netamente diferenciadas a lo conocido como deshumanizacin, a
saber: una pretensin de fusionar arte y vida que anulaba al intelectualismo anterior y la
idea autnoma del arte, segn demuestra la tesis clsica de Peter Brger sobre la
vanguardia6. De ah la especial interpretacin que ofrece Brger del cubismo, al que no
considera en igualdad de trminos con el resto de las vanguardias pues se "diferencia del
impresionismo por la carga intelectual de su mirada sobre la realidad, con ello libera la
representacin de los valores de la mimesis, pero contina siendo representacin" [1987,43]7. Es decir, que por un lado Ortega y Gasset habla de un "arte nuevo", que no es lomismo que lo limitado por el trmino vanguardia histrica, que se define en la creencia
"vida es una cosa, poesa es otrapiensan o, al menos, sienten. No las mezclemos"
[Ortega y Gasset, 1968, 371]. Mientras que Peter Brger, por contra, fija con rotundidadlas pretensiones de la vanguardia histrica: si la autonoma del arte es una categora de la
sociedad burguesa, con lo que su "modo de funcin del arte" ha sido "la separacin de la
praxis vital", los movimientos de vanguardia se pueden definir como un ataque al status
del arte en dicha sociedad, con lo cual el objetivo de la vanguardia es "organizar, a partirdel arte, una nueva praxis vital", y sus obras niegan as las caractersticas esenciales del
arte autnomo e intentan superarlo mediante esta reconduccin de lo artstico como
equivalencia de lo vivido8. En realidad slo en apariencia nos encontramos ante una
en Espaa. Arte y literatura, edicin de Javier Prez Bazo, Pars, CRIC-ditions Ophrys, 1998, pp. 101-159.Una seleccin de prcticas ultrastas en Francisco Fuentes Florido, Poesa y potica del ultrasmo (antologa),Barcelona, Ediciones Mitre, 1989.6 Peter Brger, Teora de la vanguardia (1974), tr. de Jorge Garca, Barcelona, Pennsula, 1987, pp. 99-109.
7 Cabe recordar, en todo caso, que lo expuesto por Ortegaescrito a lo largo de 1924 se refiere al periodo
previo al surgimiento del surrealismo. Al margen de esta consideracin, puede consultarse el ensayo deFernando Vela "El arte al cubo", Revista de Occidente, Madrid, 46 (abril 1927), pp. 79-86 y tambin elartculo de Juan Cano Ballesta "Sobre cubismo y creacionismo potico (Ecos de una controversia)",Ojncano: Revista de literatura espaola, 1 (octubre 1988), pp. 5-13.8 Con ocasin de su respuesta a la crtica de Jrgen Habermas sobre el papel desempeado por la vanguardia
en el proceso de la modernidad, Peter Brger escribi un sinttico artculo sobre "El significado de lavanguardia" en el que afirma: "La rebelin de la vanguardia responde a la radical reivindicacin autonmicadel esteticismo con un esfuerzo no menos radical: el intento de soslayar la reivindicacin de autonoma yreintegrar el arte en la prctica vital cotidiana. [...] El infructuoso ataque contra la autonoma de! arte [el de lavanguardia] es el primer fenmeno de la historia que rompi con la esttica de la autonoma, legndonos la
contradiccin, pues ambas definiciones refieren las dos secuencias bsicas del proceso
vanguardista y ms adelante se ver la interpretacin que consideramos ms vlida para el
cubismo, la poesa pura o el surrealismo.
De hecho, Juan Carlos Rodrguez ha recordado que "el vitalismo (en tanto queactitud ideolgico/esttica) no tiene una significacin nica, sino que oscila entre tresalternativas posibles: a) o bien la separacin arte/vida [...] b) o bien la necesidad derellenar a la vida de arte [...]; o bien la necesidad sin ms de convertir a la propia vida en"arte [...]. De cualquier modo el vitalismo de los aos 20 y 30 en Europa dejando delado el caso anglosajn es algo ms que una mera actitud ideolgico/esttica. Es msbien la realizacin prctica y global de toda una ideologa pequeo/burguesa (y burguesa)teorizada en especial por el espiritualismo y la fenomenologa alemana de esos mismos
aos (y en Espaa, en concreto, por todas las ideas de Ortega en torno a la 'razn vital',etc.)"9. Pero a partir de este ambiente de discusin, donde los lmites del trmino son analgo imprecisos y muy connotados segn las circunstancias, es que se entiende que en
1930 Jos Daz Fernndez pueda realizar una compenetracin entre neoclasicismo y
vanguardia y contraponer, por otro lado, lo que va a denominar nuevo romanticismo y
literatura de avanzada en su ensayo El nuevo romanticismo, texto clave en el proceso de
rehumanizacin que sufre la literatura espaola y escrito con clara voluntad de rplica a las
tesis orteguianas. Navas Ocaa sintetiza con claridad este ltimo hecho:
Para que esta identificacin se produzca ha tenido lugar el siguienteproceso. En primer lugar, la filiacin clsica que Cansinos atribuye alcreacionismo. Despus, la definicin que Ortega da del artedeshumanizado cuyo opositor por excelencia es el romanticismo. [...][con lo que se] deja la puerta abierta a una fcil y previsible asociacin declasicismo y vanguardia. A ella contribuyen esas llamadas al orden deMarichalar, ese "clasicismo vivo" de Bergamn y ese "clasicismo de lomoderno" que Guillermo de Torre menciona [...]. Jos Daz Fernndezrecoge estos planteamientos: partiendo de Ortega, aunque ampliando elradio de accin, asocia deshumanizacin y vanguardia. La denominacintan general utilizada por Ortega "arte nuevo" facilita que no seestablezcan diferencias y que se incluya en un mismo sacodeshumanizado toda la vanguardia sin apenas excepciones relevantes[1997,31-32].
posibilidad de acabar con las limitaciones que sta impone", "El significado de la vanguardia", El Viejo Topo,Barcelona, 63 (diciembre de 1981), p. 48. El artculo de Habermas, con el que sustancialmente est deacuerdo Brger, "La modernidad inconclusa", El Viejo Topo, Barcelona, 62 (noviembre de 1981), pp. 45-50.9 Juan Carlos Rodrguez, La norma literaria, Granada, Diputacin Provincial, 1994, 2a edicin revisada y
aumentada, p. 303, nota 1.
Este estado de cosas va a explicar buena parte de las opiniones de Serrano Plajadurante estos primeros aos: su vindicacin del romanticismo, su aparente rechazo a la
vanguardia (sobre todo a la surrealista), su peculiar apuesta de lectura sobre la tradicin...Serrano Plaja, quien no se va a caracterizar hasta 1934 precisamente por la claridad en laexpresin de sus opciones, recurre a una confusa asimilacin entre lo romntico y lo
clsico, explicable tambin por el uso algo embrollado que se ofrece en la poca a esta
serie de binomios mencionados10. Prueba de ello es que si bien la conclusin que menciona
Daz Fernndez en 1930 se justifica desde una voluntad de vanguardia, igualmente amediados de los veinte el rechazo inicial de la vanguardia surrealista, en tanto que se la
considera impura o neorromntica, es un fenmeno recurrente11. De hecho, lo que realiza
Serrano Plaja en 1932 con su descripcin del romntico clasicismo es evidenciar suindefinicin propia y la general de ese momento, as como la bsqueda de una sntesis que
solucione su particular indagacin esttica. Y es que tras las primeras manifestaciones de
la vanguardia, que en la literatura espaola se concretan en las prcticas textuales y las
teoras ultrastas y creacionistas, se hablar de la necesidad en toda Europa de una vuelta al
orden que, en muchas ocasiones, se definir como "nuevo clasicismo", legitimando con el
axioma vanguardista de la novedad la pretensin de reestructuracin artstica buscada. De
hecho la expresin surge ya a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial cuando se
10 Navas Ocafia recuerda otra serie de opiniones al respecto en libros, de Ricardo Baeza publicado en 1930 en
Madrid por la CIAP, artculos de Juan Ramn, Sebasti Gasch o la significativa encuesta de La Gacetaliteraria en 1931 sobre el significado de la vanguardia; en Espadaa y las vanguardias, op. cit. pp. 31-35. Por10 que hace referencia al conocido sondeo de La Gaceta Literaria en su nmero 86 (15 de julio 1930), es tilel repaso que efecta Juan Cano Ballesta para entender la posicin de las tendencias comprometidas conrespecto a lo que se considera por entonces vanguardia en La poesa espaola entre pureza y revolucin(1920-1936) (1972), Madrid, Siglo XXI, 19962", edicin completa, revisada y ampliada, pp. 28-32 y 75-77. Laconfrontacin con otra encuesta anterior de la revista de Gimnez Caballero ilumina buena parte de loscambios en el estado de opinin sobre las relaciones entre literatura y poltica a principios de los treinta, ascomo aporta las muestras de algunas posturas contrarias a la oficialidad literaria de finales de los veinte encasos como Daz Fernndez; "Poltica y literatura: una encuesta a la juventud espaola", La Gaceta Literaria,Madrid, 22 (15 noviembre 1927); 23 (1 de diciembre 1927); 24 (15 de diciembre 1927); 25 (1 de enero 1928);26 (15 de enero 1928); 28 (15 de febrero de 1928) y 30 (15 de marzo 1928).11
Por ejemplo, as se insina ya con Fernando Vela y su temprana descripcin en "El suprarrealismo",Revista de Occidente, Madrid, VI, XVIII (1924) pp. 428-434. Para este punto pueden consultarse los datosaportados por Jess Garca Gallego en La recepcin del surrealismo en Espaa (1924-1931), Granada,Ubago, 1984, pp. 30-65; tambin del mismo "La crtica del surrealismo en Revista de occidente", Analectamalacitana, Mlaga, 8 (1985), pp. 191-207. Son otras muchas las causas por las que el surrealismo tuvo tantasdificultades para arraigar en profundidad en Espaa. A los estudios ya citados, adanse las oportunasprecisiones de Vctor Garca de la Concha en "Introduccin al estudio del surrealismo espaol", en su edicina El surrealismo, Madrid, Taurus, 1982, pp. 9-27 y sus "Anotaciones propeduticas sobre la vanguardialiteraria hispnica", en Homenaje a Samuel Gili Gaya, Barcelona, Bibliograf, 1979, pp. 99-111, aunque es undebate que ha generado una considerable bibliografia a la que en parte se ir aludiendo. Para un diagnsticoque cubre hasta la dcada de los noventa vase los estudios y bibliografia incluidos en AA.VV., Lavanguardia en Espaa. Arte y literatura [1998].
habla de "retorno al orden" por parte de algunos de los ms conspicuos representantes de
las primeras vanguardias, quienes reivindicarn algunos de los valores plsticostradicionales del clasicismo. La experimentacin potica que marca el ultrasmo tambinse ha producido en el cubismo y en las otras vanguardias y precisamente los cubistas, conPicasso a la cabeza, van a proponer lo que se denominar como este retomo al orden onuevo clasicismo12. En 1922 culmina este viraje del cubismo que est proponiendo unretorno al orden poniendo nfasis en la forma y abandonando la experimentacin. Un
clasicismo, eso s, no mimtico13. Y no ser esta la nica lnea desde la que se reivindiqueel componente clasicista, el clasicismo seguir presente, y cada vez con ms fuerza, en los
prximos aos. Analizando la obra de Gimnez Caballero Arte y Estado del ao 1935,Sultana Wahnn resalta el uso en este texto axial de la esttica fascista espaola delconcepto "clasicismo cristiano". GC identifica el arte cubista con la poesa pura y losconsidera exponentes de la crisis del arte occidental que en el plano social se plasm con el
crack del 29. Pero asimismo rechaza el individualismo romntico porque considera queeso ha llevado a la creacin del arte puro como un arte de minoras, ese arte que en su
proceso de secularizacin se ha considerado una creacin autnoma y ha rechazado elpapel central de Dios y lo religioso. GC postula as la rehumanizacin como una propuestacontraria no slo al arte puro exponente de la vanguardia sino tambin al realismosocialista, pues piensa que la deshumanizacin no slo era responsabilidad de las
corrientes puristas, sino, sobre todo, de las del arte socialista. Para llegar a esa conclusin,
como explica Wahnn, ha tenido antes que producirse en los aos treinta la elaboracin deun concepto de deshumanizacin distinto al usado por Ortega que "provocaba un desajuste
12 Algo similar ocurre en los poetas, incluso Gerardo Diego hablar en un artculo de 1924 de la necesidad de
abandonar las premisas ultrastas y tomar lo fundamental del creacionismo, porque "necesitamos una Poticaen que la palabra vuelva a ser ntegramente palabra, no un ornamento abstracto [...], el lenguaje debe volver ala sencillez directa, nica forma de crear. Crear, creacin; eso es la Poesa", Revista de Occidente, XVn,(noviembre 1924), p.13
En la zaragozana revista Noreste, donde colaboran significativos miembros del crculo ms cercano aSerrano Plaja como Azcoaga o Snchez Barbudo, se public en dos partes una interesante y bastanteponderada descripcin del proceso de la poesa espaola desde el simbolismo hasta la penetracin de lavanguardia creacionista y ultrasta firmada por Jos R. Gonzlez, "El nuevo clasicismo en la poesa", 2 y 3(invierno y primavera de 1933), pp. 1 y 4 en ambos casos. Sin embargo, el estudio se detiene en el anlisis deOrtega y Gasset y slo menciona de la propuesta surrealista, con mucho acierto eso s, la coincidencia deprincipios entre Reverdy y el manifiesto de Bretn. John Crispin dedica uno de los captulos de su estudio a"El nuevo clasicismo", etiqueta que usa confusamente para establecer una parcela contrapuesta a la deVanguardia, que considera "la otra fase del Movimiento Moderno" y que a su vez subdivide en dos fases:"arte depurado y objetivo, neocubista y formalista, evolucin hacia un concepto ms subjetivo y espiritual delproceso artstico", en Las estticas de las generaciones de 1925, Valencia, Pre-Textos/Vanderbilt University,2002, pp. 55-126 [56 y 81,
terminolgico"14. Ms adelante se analizarn las repercusiones de este aspecto en
prximos comentarios a otros conceptos como los de rehumanizacin y su uso a la hora de
periodizar la poesa espaola del siglo XX.
En cualquier caso, Serrano Plaja lo que hace es limitar la novedad a la recuperacindel romanticismo, ya en pleno auge, y asociarla al clasicismo, pero sin establecer ninguna
precisin en la lnea de Daz Fernndez ni tampoco en esta otra de Gimnez Caballero, y s
ms bien, como demuestran otros de sus artculos de esos meses, con la tradicin
simbolista y de la poesa pura, entendida sobre todo desde la interpretacin de Juan Ramn
Jimnez ms que desde una prctica vanguardista deudora del cubismo y el creacionismo.
El momento, pues, es el del dominio esttico de la poesa pura en los poetas de la
llamada "generacin del 27". Por ello, todo aquello que el surrealismo aporta de
irracionalismo, de falta de control en el proceso artstico o de cuestionamiento de la
realidad interior y exterior de lo humano choca frontalmente con la reaccin purista a los
excesos retricos y sentimentales de la poesa finisecular. Como se comprueba, el
vanguardismo va a perder en los aos siguientes esta filiacin con los contenidos futuros
de la poesa rehumanizada y que sta posee gracias a la vinculacin de romanticismo y
surrealismo cuando se hacinen todas las vanguardias histricas en un mismo concepto,
cuando las opiniones de Ortega se trasladen por igual al cubismo que al surrealismo, algo
que, como se ha indicado, no cubra el campo escogido por el filsofo en su descripcin
del momento artstico de los veinte.
En verdad, en la tan trada y llevada rehumanizacin del arte en todo caso
participan las aplicaciones ms o menos ortodoxamente surrealistas de Garca Lorca,
Cernuda, Aleixandre o Prados15. Recurdense hechos tan significativos como el intento en
14 Sultana Wahnn, La esttica literaria de la posguerra. Del fascismo a la vanguardia, Amsterdam-Atlanta,
Rodopi (Teora literaria: Texto y Teora, 25), 1998, pp. 42-50. Un ensayo de 1934 de Jos Antonio Maravall,perteneciente al grupo inicial en el que se mueve Serrano Plaja, explica bien este proceso: "De una cultura deprogreso a una cultura de la vida", Revista de Occidente, XLIII (1934) 288-313. En ese ensayo hallamos labase terica utilizada despus por GC en su argumentacin de la esttica fascista espaola.15
Ya es de por s bastante significativo que el principal caballo de batalla de la crtica contraria a la existenciade un surrealismo espaol haya sido durante lustros la no prctica de la escritura automtica en nuestrospoetas, cuando si esta afirmacin fuese vlida poco ms que un par de textos de toda la literatura occidentalpodran considerarse como surrealistas. As lo haban sealado un buen nmero de crticos desde casi elprincipio, por citar algunos de estos primeros ejemplos: ngel Pariente en su "Introduccin" a la Antologa dela poesa surrealista en lengua espaola, Gijn, Jcar, 1985, pp. 11-14; Carlos Fal, "Un caballo de batalla:el surrealismo espaol", Bulletin Hispanique, LXXXI, 3-4 (julio-diciembre 1979), pp. 265-279; o PabloCorbaln en Poesa surrealista en Espaa, Madrid, Ediciones del Centro, 1974. El debate crtico parece habersuperado definitivamente esta cuestin y, de hecho, el surrealismo, como la discusin en general acerca de lasvanguardias en Espaa, ha ocupado un espacio considerable en la bibliografia de la historia de la literaturaespaola y cada vez centrndose ms en las prcticas textuales concretas de los poetas espaoles. Destacoslo algunos estudios, aparte de los ya mencionados: AA.VV., El surrealismo, edicin de Vctor Garca de la
1930 de Prados de publicar un manifiesto surrealista en Espaa junto con Cernuda yAleixandre y cmo el fracaso de todo ello le condujo a un apartamiento de la vida literariay a un vuelco hacia una temprana actividad poltica en Mlaga que le llevarn a la prctica
de un compromiso explcito en su obra y en su vida16; tambin Alberti sigue un proceso
similar cuando en 1930 publica su Elega cvica, arranque de su posterior poesa
revolucionaria. Es indudable, pues, y aceptando lo que destaca A. Leo Geist, "la
importancia que tuvieron como sistema esttico la doctrina y las tcnicas surrealistas en la
transicin hacia el arte de compromiso", lo que ocurre es que esto sucede casi siempre con
un retraso de unos cinco aos (el primer manifiesto de Bretn es de 1924), pues en esosmomentos la tendencia oficial de la poesa espaola, ya se ha precisado, era incomp,atible
con la propuesta surrealista17. Por eso cuando en 1930 varios poetas se encuentren ante la
necesidad de dar expresin a una serie de crisis personales, estticas e histricas hallarn
en el surrealismo una va de resolucin idnea. Pero esto no podr ser ms que una fase de
transicin hacia una nueva expresin potica y vital; primero por el lastre de la mala prensa
que arrastra ya el surrealismo cuando irrumpe a mediados de los aos veinte y segundo, y
ms importante, porque los surrealistas,
al negar con violencia las bases racionales de la esttica establecida,tambin repudiaban toda una sociedad sustentada sobre las mismas bases.Este aspecto extraesttico despierta en los poetas de quienes nosocupamos un mayor inters por lo social y les conduce a buscar otrosconceptos artsticos ms adecuados a su expresin y comunicacin18.
Concha, Madrid, Taurus (Persiles, 138. El escritor y la crtica), 1982; los monogrficos de nsula"Surrealismo Espaol-Homenaje a Prez Minik (1905-1989)", Madrid, 515 (noviembre 1989) e "Imagen enlibertad. Surrealismo y vanguardia en Espaa", 592 (abril 1996); o la traduccin del clsico de C. BrianMorris, Surrealism and Spain (Cambridge, U.P., 1972) en el ao 2000 (Madrid, Espasa-Calpe). Es decir, sersurrealista se interpret desde el mismo ao 1924 (la Revista de Occidente inform muy rpido de suaparicin pero de una manera bastante reduccionista) como prctica necesariamente de una escrituraautomtica. Entendido as, el surrealismo atacaba todas las teoras idealistas anteriores porque anulaba laaccin de la conciencia artstica, precisamente lo que la poesa pura y lo que Ortega han defendido en sudescripcin de la vanguardia. Por eso, "el punto de disonancia entre las dos corrientes, francesa y espaola,consiste en la conviccin de la necesidad de control del yo sobre la creacin potica", Gabrielle Morelli, "Lapoesa surrealista", en AA.VV., La vanguardia en Espaa. Arte y literatura [1998,190].16
Vase Julio Neira, "Litoral", la revista de una generacin, Santander, La Isla de los Ratones, 1978, pp. 106-108. Para ms detalles sobre este abortado manifiesto, A. Snchez Rodrguez, "1930: Salvador Dal enTorremolinos", en AA.VV., Treinta aos de vanguardia espaola, edicin de Gabriele Morelli, Sevilla, ElCarro de Nieve, 1991, pp. 193-204.17
Anthony Leo Geist, La potica de la generacin del 27 y las revistas literarias: de la vanguardia alcompromiso (1918-1936), Barcelona, Labor, 1980, p. 173. La interpretacin que Juan Cano Ballesta da de lospoemarios de Garca Lorca y Alberti en la lnea de "orientacin hacia el objeto exterior" guilleniana parece atodas luces insuficiente, no as por lo que respecta a la obra de Guilln y otras realizaciones de los poetas del27 [1996,12].18
Anthony Leo Geist [1980,182-183]. La politizacin del movimiento surrealista que s se da en otros pases,en Espaa, por las circunstancias ya explicadas, apenas si es potenciada como tendencia oficial, salvoexcepciones como la brillante actividad desempeada por el grupo tinerfeo aglutinado alrededor de la
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Todo ello, en fin, desemboca en curiosas reinterpretaciones como las efectuadas
sobre la obra de Vicente Aleixandre por parte de Dmaso Alonso o Pedro Salinas, quienes
para evitar una afiliacin directa de Aleixandre con el surrealismo proponen su definicin
como neorromntico, con lo que se llega a una inversin de los trminos: del rechazo
inicial de lo surrealista por romntico a la validacin de lo romntico como concepto
opuesto a la influencia surrealista. Dmaso Alonso habla de "un movimiento
neorromntico" de los del 27 y pone como ejemplo Espadas como labios y tres aos mstarde, cuando la tendencia neorromntica ya se ha consolidado, se reafirma en la definicin
de su compaero como "poeta romntico" en su resea a La destruccin o el amor, en
ambos casos admite, de pasada, la relacin de surrealismo con romanticismo19. En el
fondo, lo que se est efectuando es una reinterpretacin interesada sobre los
planteamientos que en un primer momento definieron, supuestamente, a este grupo de
poetas para redimirlos, ante el cambio de paradigma esttico, de un presumible pecado de
falta de contenido humano y, en menor medida, de apoliticismo. Dmaso Alonso acierta en
el contenido romntico que aparece en Aleixandre pero no precisa las relaciones del
mismo con otras manifestaciones del momento, sobre todo la surrealista. A la luz de todo
ello han de leerse las conclusiones en la idlica visin posterior de su "generacin potica"
del ao 1948, donde se sientan las bases de toda la crtica posterior sobre el 27 y, por tanto,
en gran medida de las vanguardias hispnicas. En dicho texto, Alonso rechaza de plano
cualquier influencia directa del surrealismo sobre Garca Lorca o Aleixandre, un juicio quetendr amplsimas consecuencias en la posterior consideracin crtica acerca del
surrealismo espaol y sus relaciones con el francs. Pero como han sabido ver crticos
como Antonio Monegal o Miguel ngel Garca, lo que se da ya en la crtica de los aostreinta impulsada por Dmaso Alonso en su resea a la obra alexandriana, no es sino una
Gaceta del arte. Ello no supone que no se reconozca que el espritu de rebelda y oposicin del surrealismosea un componente fondamental para el salto hacia un tipo de literatura ms comprometida con la realidadinmediata. A parecidas conclusiones ya lleg Cano Ballesta en su imprescindible La poesa espaola entrepureza y revolucin (1920-1936) [1996,107-116].19
Dmaso Alonso, "Espadas como labios", Revista de Occidente, Madrid, Tomo XXXVIII, CXIV (octubre1932), pp. 321-333; y "La destruccin o el amor", Revista de Occidente, Madrid, Tomo XLVIII, CXLIV(abril 1935), pp. 331-340. Ms contundente es Pedro Salinas, quien opone frontalmente ambas tendencias, en"Nueva poesa", ndice literario, Madrid, IV, V (mayo 1935), pp. 93-100, reproducido como "VicenteAleixandre: entre la destruccin o el amor" en Literatura espaola. Siglo XX, Madrid, Alianza Editorial,19804', pp. 204-212. Lo cierto es, tal y como afirma Antonio Blanch, que el surrealismo asesta "el golpe degracia a la poesa pura", en La poesa pura espaola. Conexiones con la cultura francesa, Madrid, Gredos,1976, p. 81. As, es la aclimatacin de lo surreal, el punto de partida de la potenciacin de los componentesromnticos y con ello de la progresiva tendencia hacia el compromiso.
"reduccin del surrealismo a esa idea de 'revuelta neorromntica'"20, un uso de la
categora "neorromanticismo" como "pantalla para desviar la atencin de la influencia del
surrealismo francs sobre la poesa espaola del momento. Y esto a pesar de que, en
realidad, el surrealismo implique una vuelta tambin una exacerbacin de la potica
romntica"21. Derek Harris ya ha indicado en la misma lnea este proceso, fruto de las
especiales hibridaciones favorecidas por la vanguardia hispnica, que hicieron coincidir el
conocimiento del surrealismo con la emergencia de una reaccin neorromntica al
antiemocionalismo asociado con la vanguardia cubista, con lo que "the 'new
Romanticism' and Surrealism became interwowen with each other"22.
Otra de las conclusiones del artculo de Dmaso Alonso es esta propensin de
aclimatar a los poetas del 27 en el triunfo de lo humano que en aquellos momentos
Dmaso escribe todo esto en 1948 cuando l mismo ha contribuido a ese estado de cosas
con su Hijos de la ira se oficializa en la historiografa de la poesa espaola, con lo quela etapa purista o vanguardista, para entendernos, termina siendo casi poco menos que un
"pecado de juventud" y emite con ello un juicio muy negativo sobre la misma cuyasconsecuencias han pervivido casi hasta el da de hoy:
Curioso destino el de mi generacin! Sali a la vida (1920-1927) comollena de pudores, con limitacin de temas, como con miedo a expresar lapasin, con un sacro horror a lo demasiado humano, con muchasprecauciones tcnicas, con mucho miedo a las impurezas, desdn de losentimental. Pero aun en aquellos versos, escarbando un poco, seencontraba la pasin que se quera ocultar. Por muchas causas, por unentrecruzamiento de canalillos, como bella inundacin irrumpe la vida(1927-1936). Y la poesa, que no con entera razn se haba tildado depoco humana, termina siendo apasionada, llena de ternura y no pocasveces frentica [...]23.
20 Antonio Monegal, "La 'poesa nueva' de 1929: entre el lgebra de las metforas y la revolucin
surrealista", Anales de la Literatura Espaola Contempornea, 16,1-2 (1991), pp. 55-72 [67].21
Miguel ngel Garca, El veintisiete en vanguardia. Hacia una lectura histrica de las poticas moderna ycontempornea, Valencia, Pre-textos, 2001., p. 125, n. 22.22
Derek Harris, Metal Butterflies and Poisonous Lights: The Language of Surrealism in Lorca, Alberti,Cernuda and Aleixandre, Anstruther (Escocia), La Sirena, 1998, p. 14. Una sntesis de algunos apartados deeste importante ensayo en su "Introduccin" a Luis Cernuda, Un ro, un amor. Los placeres prohibidos,Madrid, Ctedra, 1999, pp. 11-41. Como recuerda Harris, entre otros datos acerca de la reaccin espaolafrente al surrealismo, en la seccin annima (que Harris presupone atribuible a Guillermo de Torre) "Revistade revistas" del nmero 2 de febrero de 1925 de Plural, p. 31, la aparicin del primer nmero de LaRvolution Surraliste en Pars era valorada del siguiente modo: "Del frrago de 'sueos' y 'textossuperrealista' suscitos por una veintena de jvenes, se desprende un estado de espritu pesimista, negador,voluntariamente incoherente: en suma, neorromanticismo" [apud Harris, 1998,26].23
Dmaso Alonso, "Una generacin potica" (1948), en Poetas espaoles contemporneos, Madrid, Gredos,19693',p. 175.
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Ms all de intentos particulares, con repercusiones en la lectura cannica por la persona
que lo emite y el lugar desde donde lo hace, parece absurdo intentar legitimar una
determinada tendencia potica (deshumanizada) a partir de su consideracin como primerafase necesaria para llegar a una verdadera poesa (humanizada) en la que se reconocen loserrores de esta primera opcin. Se puede preferir una tendencia a otra, pero no explicar un
proceso de evolucin esttica en trminos de historia literaria en tanto que una tendencia es
superior a otra por su mayor o menor contenido humanista, social, poltico o
comprometido, conceptos que, dicho sea de paso, frecuentemente se manejan comosinnimos . El error no est en la divisin planteada, los poetas del 27 pueden y deben
estudiarse en una trayectoria que va desde el "juego potico"25(la experimentacincreacionista, ultrasta, neopopularista...) y la poesa pura a la vanguardia surrealista,neorromntica o poltica, pero sin menoscabar lo ldico, el purismo y lo vanguardista
asociado a ellos en tanto que etapas intrascendentes. Todo forma un proceso en el que los
procedimientos estticos estn interrelacionados, la revolucin del signo no es
independiente de la revolucin ideolgica o, al menos, la pretensin mxima de la
vanguardia es la articulacin de ambas de manera conjunta. Es ms, tras ello tambin sehalla la pretensin de diluir las explcitas declaraciones comprometidas efectuadas antes y
durante la guerra civil en una generalizable vuelta a la realidad y a lo humano que soslaya,
muchas veces, la importancia del componente poltico26. Esto permitir que, en el
ambiente literario de la posguerra, determinadas actitudes y obras fueran as digeribles para
el oficialismo franquista o que el reconocimiento esttico de las vanguardias polticas sea
an en gran medida una cuestin pendiente27.
24 Para este punto, las puntualizaciones de Guillermo Carnero no por obvias merecen dejarse de tener en
cuenta. "El adjetivo "social" forma parte de una constelacin cuyos otros elementos son "humano" y"poltico". Son tres conceptos que iran marcando un avance progresivo (humano, social, poltico) a lo largodel eje de lo que puede llamarse "compromiso", en cuyas antpodas figuraran los conceptos de literatura"individualista", "deshumanizada", "pura" y otros semejantes", el resto de sus matizaciones tambin han detenerse en cuenta. La evolucin de Serrano Plaja ha de situarse en este recorrido por el eje del compromisoque menciona Carnero. "Precedentes de la poesa social de la posguerra espaola en la anteguerra y guerracivil" en Las armas abisinias. Ensayos sobre literatura espaola del siglo XX, Barcelona, Anthropos, 1989,pp. 274-278.
As define C.B. Morris parte de su produccin primera en Una generacin de poetas espaoles (1920-1936) [1969], tr. de A. R. Bocanegra, Madrid, Gredos, 1988.26
En otro momento Dmaso Alonso escribe un juicio ms que cuestionable y que no deja de provocar nuestroasombro "no hubo un sentido conjunto de protesta poltica, ni an de preocupacin poltica en esageneracin. Ni es muy raro que as fuera, tratndose de un grupo de poetas. Pero es el caso que tampocoliterariamente se rompa nada, se protestaba de nada", "Una generacin potica" (1948) [Alonso, 1969,161].27
Mara Isabel Navas Ocafla ha efectuado el seguimiento de los trminos de esta segunda anulacin de lavanguardia y el purismo en las promociones oficiales de la posguerra (el grupo Escorial y el garcilacista), loque define como "lmites del integrismo" [1995]. Vase igualmente lo expuesto por Sultana Wahnn en "El
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La literatura deshumanizada fue, por otra parte, tras el auge de las propuestas modernistas,un necesario intento, logrado en muchas ocasiones, de modernizacin de nuestra literatura.Jorge Guilln, quien tambin parece buscar igualmente la exculpacin, realiza sin embargo
un reproche bastante justo que, a pesar de su obviedad, a menudo se deja de lado:Si hay poesa tendr que ser humana. Y cmo podra no serlo? Poesainhumana o sobrehumana quizs ha existido. Pero un poema"deshumano" constituye una imposibilidad fsica y metafsica, y lafrmula "deshumanizacin del arte", acuada por nuestro gran pensadorOrtega y Gasset, son equvoca. [...] la palabra es signo y comunicacin:signo de una idea, comunicacin de un estado como repite VicenteAleixandre. Otra cosa habra sido hablar de antisentimentalismo, de
fjn
antirrealismo .
Y es que conviene no olvidarlo, estamos hablando de modalidades estticas, deprcticas textuales concretas, el trmino deshumanizacin es til si se refiere alorganigrama que define a la bsqueda de una emancipacin por parte del signo de loreferencial, de la connotacin subjetiva, de la dependencia con el pacto mimtico. Desdeun punto de vista historiogrfico es inexcusable rehuir reducciones como las hasta aquexpuestas. Adems, el alcance del trmino deshumanizacin ha sido bien planteado por lacrtica desde hace muchos aos, Cano Ballesta lo sintetiza en la coincidencia de una seriede factores:
la tendencia a eliminar lo personal, sentimental, pattico, anecdtico,histrico, y a rehuir su efusin directa [...]. La [poesa] del 27 no es"deshumanizada" no puede serlo mientras sea obra del hombre peros est sujeta a una tendencia esttica "deshumanizadora" [1996,21-22].
concepto de rehumanizacin en el pensamiento literario del fascismo espaol", en Homenaje al profesorAntonio Gallego Morell, III, Granada, Universidad de Granada, 1989, pp. 477-487. En idntica direccin sehabran de situar otras operaciones encaminadas a la anulacin del contenido poltico de las anterioresgeneraciones fuera de los cauces de la ideologa franquista, aunque frente a ello, claro est, se colocaron lasreacciones del grupo Cntico, el postismo, la poesa social o incluso el culturalismo novsimo. Las mismasoperaciones que explican relecturas depuradas de poetas como Garcilaso, Antonio Machado, la "invencindel 98", la problemtica intentona de fijar el concepto de la "generacin del 36"... Igualmente injusta es laminusvaloracin de la poesa pura en tanto que tendencia del arte por el arte simbolista para enaltecer elejemplo de las distintas modalidades de la poesa social o comprometida de posguerra, y paradigmtico es elcaso del parcialsimo prlogo de Josep Maria Castellet a su antologa Veinte aos de poesa espaola (1939-1959), Barcelona, Seix Barrai, 1960, por muy comprensible que fuera dentro de las coordenadas que definenla situacin poltica de posguerra. No tan comprensible, sin embargo, es que Cano Ballesta mantenga unapostura similar en su fundamental estudio cuando ste es revisado en 1996.
Jorge Guilln, "Lenguaje de poema, una generacin", en Lenguaje y poesa. Algunos casos espaoles,(1961), Madrid, Alianza, 1992, pp. 190-191. Vase lo apuntado al respecto por Miguel ngel Garca [2001,129-137].
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No es un arte deshumanizado tan slo porque no hable de cosas humanas, tambin
porque deshumaniza los objetos. Es decir que hallamos una oposicin entre el placeresttico y los sentimientos humanos; la esttica es igual a deshumanizacin, la mimesis es
igual a sentimiento, a humanizacin. Estetizar, por tanto, es deshumanizar, ponerse en
contra del XIX y su visin humana, porque el placer del arte nuevo es esttico, intelectual,
su compromiso slo es intelectual y no mediante una emocin compartida, porque el
placer esttico es una funcin de la inteligencia.
Tenemos, pues, una dinmica en la que se da el vnculo del surrealismo con la
posterior transicin hacia el compromiso. Otra cuestin es que los componentes
fundamentales del surrealismo se transmiten en muchas ocasiones gracias a una lectura que
los integra en tanto que componentes de la potica romntica y no como fruto de una
errnea comprensin de la vanguardia. La nueva actitud de los escritores ms jvenes antenociones centrales de este desarrollo reseado se esclarece si confrontamos las opiniones
ya citadas de Dmaso Alonso y Pedro Salinas sobre Aleixandre con la expuesta por
Antonio Snchez Barbudo en la revista Hoja literaria, que dirige junto con Serrano Plaja yAzcoaga:
Tu poesa es puro fluir, pura sinceridad [...].Pero esto a m no me sacia. No me basta. Ha pasado ya con la
vanguardia la destruccin, la poca de las negaciones cortantes [...], peroes tambin ya hora de que pase este blando y estril revolverse de los quentimamente, aisladamente, aunque sea con toda pureza, sienten en s eldesmoronamiento.
An ms, hemos de superar tambin la mxima anarqua de hoyque consiste en que cada uno es, es plenamente en s, pero slo en s. Espreciso integrarse y ser en todo: en m, en el mundo y en Dios.
Yo aspiro al dogma y en poesa al verdadero clasicismo. [...]As, la poesa como la posicin de Aleixandre es precisa a toda
costa que sea superada con furia, hasta con sangre29.
En este rechazo a la vanguardia puede hallarse la explicacin de que Serrano Plaja parezcano valorar a Aleixandre como modelo, pues sus poemas, aunque fuese con los matices
interesados a los que recurre Dmaso Alonso, eran considerados ms claramente
surrealistas y en su caso no se da un acercamiento social o poltico hasta bastante ms tarde
que en sus compaeros Alberti, Cernuda o Garca Lorca, a quienes s tendr en estimacin
29 A[antonio]. S[nchez]. B[arbudo]., "Vicente Aleixandre", Hoja literaria, Madrid (abril 1933), p. 7. Sin
embargo, los puntos de conexin entre romanticismo y vanguardia, y lo que es ms importante, sus logros anivel potico, si que son traspasados a Serrano Plaja de manera indirecta, primero con Alberti y Cernuda yms tarde con la influencia del torrencial verso nerudiano.
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Serrano Plaja, incluida su produccin ms cercana al surrealismo30. Pero como se detectaen la crtica de Snchez Barbudo, tampoco se est reivindicando todava una actitud
poltica o social concreta frente al aislamiento que se interpreta en la poesa de Aleixandre,
simplemente declara la necesidad de una proyeccin hacia el exterior por muy dolorosa
que sta pueda ser. Con lo cual, y como se comprobar en el caso de Serrano Plaja, elrechazo tanto a la vanguardia como a la tendencia purista a lo Valry proviene de la
identificacin de stas con una exaltacin individualista cerrada. La apertura a lo exterior,
a la realidad, a las preocupaciones humanas, ser el primer paso hacia futuras actitudes
comprometidas, pero antes de eso caben en el camino toda una serie de gradaciones en el
terreno de la produccin artstica en esta implicacin con la realidad.
No se trata ahora de entrar ms a fondo en el antao embrollado estado de la
cuestin del surrealismo espaol, simplemente recordar lo que muchas veces se olvida a
causa de la lectura unilateral que se efecta a partir de la llamada "generacin del 27": que
estos primeros aos treinta y los inmediatamente anteriores se caracterizan por un cruce de
dinmicas literarias diferenciadas. De todo este desarrollo se pueden extraer las claves que
hace comprensible que, en suma, la lnea romntica potenciada por Alberti o Cernuda, sea
la recogida por algunos de los poetas ms jvenes de los aos treinta. Lo que igualmenteexplica que en Serrano Plaja, como se ver, a la vez que desdea el surrealismo francs (apartir de la idea tan limitada que le ha llegado por las causas mencionadas), seafundamental la lectura de Sobre los ngeles de Alberti. Su rechazo del surrealismo es algo
explicable si se tiene en cuenta lo reacios que han sido los propios poetas del 27
exceptuando a Luis Cernuda a reconocer la influencia explcita de ste en sus
poticas.31.
En muchas ocasiones, se habla de la rehumanizacin de la poesa nicamente
pensando en las propuestas que se encaminan por las vas de una reactualizacin romntica
(sentimentalismo, interioridad, biografismo trascendido) o de la posterior impurezanerudiana. Sin embargo, hablar de rehumanizacin incluye tambin a un romanticismo
30 Lase al respecto lo escrito por Anthony Leo Geist [1980,186-187]. Se ha de destacar que tambin Serrano
Plaja en sus primeros juicios crticos sobre Alberti o Garca Lorca hace de lo ms vanguardista de su poesa(en este caso de los componentes surrealistas) una ancdota intrascendente.31
Tambin la recuperacin de los componentes romnticos que cimientan la aproximacin surrealista deAlberti o Garca Lorca y la posterior valoracin de Serrano Plaja a partir de esta relacin con el romanticismoson inteligibles desde la conocida falta de una autntica revolucin romntica en la literatura espaola delXIX. Sobre esto ltimo, vase Octavio Paz, Los hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia (1974),Barcelona, Seix Barrai, 1989; Luis Garca Montero, Poesa, cuartel de invierno, Madrid, Hiperin, 19882' yPhilip W., Silver, Ruina y restitucin: Reinterpretacin del romanticismo en Espaa, Madrid, Ctedra, 1996.
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sinnimo de compromiso social; el compromiso o la poesa revolucionaria son una
manifestacin ms de esta rehumanizacin. Y el romanticismo, dentro de este paradigma
comn de lo rehumanizado, se reinterpreta con ello de distintas maneras, bien sea a travs
de la filiacin que el surrealismo mantiene con lo romntico, bien sea con la vinculacin
que se da entre la poesa pura juanramoniana y el romanticismo, bien sea tambinmediante la propuesta de un arte comprometido y populista. Podemos fijar, por decirlo as,dos fases en la articulacin pblica de la rehumanizacin, una la vehiculada a travs de dos
de las vertientes de "joven literatura" (la surrealista y la comprometida del ncleo Post-guerra) y otra la iniciada a partir de 1933. En esta ltima, la rehumanizacin se bifurca asu vez en dos tendencias: la ideolgicamente comprometida y la intimista, una
representada por Octubre y la otra por Cruz y Raya. Por supuesto estoy ejerciendo unasimplificacin, el contenido humanista, como a continuacin se ver, late ya en los actos
de la nueva hornada potica antes de 1933. Tambin en la vehiculacin comprometida
caben otras tendencias (incluso ideolgicamente opuestas) y el intimismo se va amanifestar en vertientes catolicistas, metafsicas, clasicistas... Incluso aportaciones tan
cruciales como la poesa impura de Neruda, con su indudable oscilacin hacia el
compromiso de izquierdas, va a influir igualmente en poetas de signo ideolgico contrario.
De esta segunda fase de la rehumanizacin se tratar ms adelante, antes conviene trazar
algunas precisiones sobre la vanguardia y desde ah las iniciales vas por las que irrumpir,
incontenible, el humanismo.
1.2. APUNTES A LA VANGUARDIA EN ESPAA
G
vanguardias ha sido uno de los que ms atencin crtica ha recibido en los ltimos aos noya en los estudios generales sobre el tema de otras tradiciones culturales, donde secontaban con aproximaciones menos conflictivas que en el caso de la espaola, sinotambin en el caso de esta vanguardia peninsular. Vanguardia hispnica que en el mbitode la literatura vio como cuestiones supuestamente problemticas pongamos por caso laexistencia o no de un surrealismo espaol o la enquistada tradicin crtica del sistemageneracional, hicieron perder muchas energas en anlisis que desdibujaron as el hechoincontestable de la existencia de una vigorosa e interesantsima vivencia de las vanguardiasen Espaa. Ser inevitable en algn momento tener que hacer referencia a este tipo dedebates que han marcado el discurso crtico durante decenios y, por tanto, la valoracin deuna trayectoria como la del propio Serrano Plaja se ha venido ofreciendo.
La intencin primordial es mostrar, desde el anlisis tanto de su biografa yvivencias como de sus discursos poticos y sus prcticas textuales y tericas, el lugar queesta biografa y esta obra ocupan en tanto que parte de un proceso global que permiteenfrentarse a variados sistemas, tendencias, modelos y debates histricos, estticos,poticos e ideolgicos: simbolismo, vanguardias estticas y polticas, postsimbolismo,realismo, existencialisme, marxismo, cristianismo, guerra fra, exilio... Un listado que sibien a primera vista puede resultar algo confuso y heterogneo, por otro lado traza el mapade un recorrido fascinante por la historia intelectual, poltica y esttica del siglo XX. Unmapa que se despliega sobre la topografa del paradigma de la Modernidad. DichaModernidad, si la entendemos en los trminos planteados por Javier Prez Bazo como"categora periodolgica de rango superior", nos permite comprobar una articulacininterna "en su ltimo tramo [de] una tercera posibilidad de progresin despus de laromntica y simbolista representada por la Vanguardia, que a su vez aloja una pluralidadde vertientes de distinta naturaleza movimientos, corrientes, escuelas interpretablescomo subcategoras de periodizacin histrico-artstica (que por otra parte no suprimen elantagonismo entre lo ideolgico-poltico y lo artstico)"33. Un trazado en el que a su vezdebemos situar como fase ltima de la vanguardia de la dcada de los treinta aquella en
14), Niemeyer, 1998, pp. 37-46. Para el otro momento vanguardista, sigo igualmente su propuesta resumidaen "Las vanguardias polticas: La cuestin esttica", en AA.VV., La vanguardia en Espaa. Arte y literatura[1998,209-225].33
Javier Prez Bazo, "La vanguardia como categora periodolgica" en AA. W., La vanguardia en Espaa.Arte y literatura [1998, 13-14]. Hasta hace relativamente poco tiempo, la vanguardia ha sido analizada en elcaso espaol de manera algo deficitaria, pero la existencia de algunos estudios recientes, como estacompilacin coordinada por Javier Prez Bazo, exime del trazado del estado de la cuestin sobre el tema y alo largo de estas pginas se aludir a aquellos trabajos que considero ms interesantes al respecto.16
que se articula el compromiso poltico como derivacin de la unin entre arte y vida donde
tendramos situado as al Serrano Plaja de los aos treinta y al que ser arrojado al exilio,una muestra ms del epicentro desestabilizador en que esta Modernidad buscar su
redefinicin en las dcadas siguientes.
En el mbito de los estudios sobre poesa, la monografa que ha sabido recoger con
mayor acierto la lnea marcada por el proceso que seala Prez Bazo cuando habla de la
vanguardia como categora periodolgica es el ensayo de Miguel ngel Garca [2001].Con su propuesta Garca busca un mtodo que d cuenta de las diversidades estticas e
ideolgicas del 27 abriendo un proceder unitario: "bsicamente, la revolucin en el arte y
el arte en la revolucin. En efecto, una de las razones que invitan a descartar la utilizacin
cerrada de nociones como "generacin" o "grupo" radica sin ir ms lejos en laconveniencia de no seccionar la comunidad de planteamientos que se observa en las
poticas moderna y contempornea, desde el Romanticismo (y ms an: desde el sigloXVIII) hasta nuestro ayer inmediato o nuestro hoy jaleadamentepost-moderno" [2001,14-15]34.
As pues, dicho mapa tiene su punto de salida para la trayectoria que aqu nos
interesa en el fenmeno de la vanguardia, pues como se comprobar las primeras
producciones literarias y los primeros esbozos tericos de Serrano Plaja parten de estelugar. George Steiner, en su libro Presencias reales, y Hugo Friedrich, en Estructura de la
lrica moderna, explicaron la compre