Post on 18-Apr-2020
Una religión llamada
economía
Raúl Prada Alcoreza
La religión inventa un mundo suprasensible; la economía no está lejos
de hacer lo mismo, aunque en comparación con los ángeles,
arcángeles, en contraposición, demonios, el mundo de los indicadores
macroeconómicos sea, más bien, aburrido. El mundo de los indicadores
no es mundo real, en el sentido efectivo, por así decirlo; es el mundo
abstracto de las relaciones numéricas. Relaciones numéricas que dan
promedios, ponderaciones, proporciones, series, convergencias,
límites; cuando conforman estructuras cuantitativas, nos encontramos
ante distribuciones y composiciones; cuando transcurren, estamos
ante variaciones. En este mundo no se enfrentan ángeles y demonios,
sino una situación de orden, el equilibrio, en contraste con una
situación de desorden, el desequilibrio. En este caso, el bien es el
equilibrio, el mal es el desequilibrio. Lo que conducen al equilibrio es
bueno, lo que conduce al desequilibrio es malo. El pecado es provocar
el desequilibrio, redimirse es conducir al equilibrio.
El mundo macroeconómico es plano; orientado por coordenadas
cartesianas. En unos casos, se comparan variaciones de cantidades con
el tiempo; en otros casos, se comparan variaciones de cantidades en
contextos; en otros casos, se correlacionan series. El problema es que
todas estas medidas, porque eso son, son tomadas no como
orientaciones, no como medidas, sino como si fuesen esencias de la
realidad. Algo así como lo que ocurre con los conceptos en filosofía,
que son considerados esencias o sustancias; solo que, en el caso de la
macroeconomía, se trata de datos, estructuras de datos, relaciones de
datos, que, por cierto, vienen interpretados por conceptos, de carácter
técnico. Sin embargo, los datos hacen el papel de códigos claves,
descifradores de las leyes de la realidad. Cuando la realidad ha sido
reducida al plano, aplastada a dos dimensiones, cuando su explicación
se reduce a la búsqueda perpetua del equilibrio, entonces, es de
esperar que se pretenda explicarla desde los cuadros de datos o, si se
quiere, desde curvas cartesianas. Sin embargo, esta realidad reducida
no es más que la imagen de un mundo vaciado de contenidos,
espesores, dinámicas de fuerza, para convertirse en un mundo gris,
poblado por cantidades acotadas. Está lejos de ser el mundo en
constante devenir, desenvuelto en la dinámica compleja de fuerzas,
asociaciones y composiciones vitales.
La economía está lejos de explicar la complejidad, sinónimo de
realidad, incluso lejos de explicar el plano de intensidad económico,
entrelazado y articulado a múltiples planos y espesores de intensidad.
La teoría y metodología instrumental, que son operadores, cuando se
convierten en explicaciones ontológicas, por así decirlo, dejan de ser
operadores, para convertirse en “ideología”; es decir, en la sustitución
de las relaciones efectivas sociales por relaciones ficticias entre
indicadores. Cuando ocurre esto, la economía es una religión. El mundo
que valoriza, que reclama como verdadero es este mundo insensible
de los pálidos indicadores. A partir de este paradigma, exige, en el
mundo real efectivo, comportamientos que imiten a las curvas que
marchan al equilibrio macroeconómico. Convierte a los seres del
mundo real en números, des-corporeizándolos, suspendiéndolos, fuera
de las demandas de las necesidades. Aplica programas de austeridad,
para lograr el equilibrio añorado, como si fuese la tierra prometida.
Esta “ideología” macroeconómica cree que opera sobre números no
sobre seres humanos, entonces sus programaciones son implacables;
apuntan a reestructurar las composiciones numéricas. En este trámite,
los costos que cuentan son los medidos por las balanzas, que ponderan
los saldos positivos en contraste con los saldos negativos; los déficit
frente a los superávit. Los otros costos, los cualitativos, descargados
sobre los cuerpos, los territorios, las condiciones de vida, no cuentan.
La enajenación de los economistas llega muy lejos, cuando muestran
gran satisfacción, de lograr el equilibrio macroeconómico anhelado, a
un costo desolador en las sociedades; pero, estos “efectos colaterales”
no cuentan, no son conmensurables para este instrumental de medida
macroeconómica.
La contrastación es la mejor evaluación de las teorías, de los modelos,
de los paradigmas, por lo tanto, de la economía, sobre todo de la
macroeconomía. Si el mundo efectivo no logra armonizarse, cuando se
aplican estas políticas económicas, cuando, mas bien, persisten las
intermitentes crisis económicas, cuando asistimos a despliegues
intensos y extensos de los dramas sociales en el mundo, quiere decir
que esas teorías, esos modelos, esos paradigmas, no funcionan. Sin
embargo, se persiste en usarlos, sobre todo, ya no como instrumentos
orientadores, sino como explicaciones verdaderas, quiere decir que se
ha escogido la ruta de la extravagante enajenación, que sustituye la
complejidad, sinónimo de realidad, por la caricatura simple de su
reducción bidimensional numérica, cuyo único drama reconocido es el
desequilibrio.
Esta religión de la economía tiene también sus aparatos de inquisición,
sus cuartos de tortura, sus castigos; una clasificación de pecados,
generalmente atribuidos a déficit en las balanzas, a gastos excesivos,
a deudas no pagadas, a desatender la composición requerida para el
equilibrio, que casi tiene que ver con la disminución en el presupuesto
para la salud, para la educación, para la logística social. También tiene
que ver con disminución de empleos en el aparato administrativo y en
otros rubros. Lo importante es el equilibrio, como si el secreto de la
vida se encontrara en el equilibrio, olvidando que la vida es
conservación y transformación, necesidad y azar.
Cuando a los señores y las damas del régimen mundial de la economía
se les pregunta por qué la crisis de sobreproducción se convierte en
crisis financiera intermitente, las respuestas son sandeces, como, por
ejemplo, se debe a la mala administración, a gastar más de lo que se
tiene. Como estas sandeces la dicen estos personajes, ungidos de
aureolas pomposas, como se dicen en salones elegantes o, incluso,
parcos, oficinas, sin embargo, de altos funcionarios, entonces lo que
dicen se inviste de ceremonia, la misma que esconde los grandes
vacíos de estas explicaciones anodinas. Para abultar la ceremonialidad
y los abalorios, los economistas hacen eco de estas sandeces como si
fueran enunciados con sentido propio. Lo único que hacen es compartir
el sentido común “técnico” de las sandeces. Los medios de
comunicación prestan atención a estas sandeces y las difunden como
verdades mediáticas. Lo grave que hasta los gobernantes que llegaron
al poder por votación popular, para corregir estos entuertos y
contrasentidos, terminan creyendo en el discurso en boga. Entonces
culminan firmando acuerdos, convenios, compromisos, de pago de la
deuda, acompañando el pago de la deuda con exigentes restricciones
y dietas de austeridad.
La macroeconomía es un instrumental técnico, más que teórico, para
medir, principalmente el producto interno bruto. A partir de esta
composición establecer la relación entre gastos e ingresos, gastos,
inversiones, e ingresos, que tienen que ver con valorizaciones, con las
realizaciones en el mercado. La ecuación es la medida de la
equivalencia entre gastos e ingresos. Estamos entonces ante medidas
de la economía, vista o visualizada a partir de la relación entre
inversiones e ingresos. El producto interno bruto es la valorización de
la producción anual realizada en el mercado. El PIB tiene que
corresponder tanto a la suma de las inversiones, así como, del otro
lado, a la suma de los ingresos. Sin embargo, la economía efectiva, no
se reduce a estos movimientos cuantificados de la economía, concebida
como un cuadro de oferta y demanda; estas cuantificaciones son
instrumentos de orientación para obtener una información integral de
las inversiones y de los ingresos; nada más. Pretender que esto
expresa o manifiesta las dinámicas económicas es una desmesura
exagerada de los sacerdotes de la economía, que han convertido su
circunscrito saber técnico en una religión.
Breves anotaciones sobre la macroeconomía
Para que quede claro lo que decimos. No es un problema de la
macroeconomía como instrumento técnico para el análisis, como
instrumento descriptivo de movimientos económicos, no es problema
de las herramientas estadísticas, que se utilizan para el cálculo,
tampoco de la teoría analítica técnica que acompaña a esta heurística,
sino el problema radica en los sacerdotes monetaristas, quienes
convierten estos útiles instrumentos analíticos en el paradigma de la
verdad económica. Es decir, convierten la economía en una religión.
En adelante haremos un repaso a la concepción analítica e instrumental
macroeconómico; lo haremos un tanto esquemáticamente para
ilustrar.
Se dice que la macroeconomía asume el estudio general de la
economía; para tal efecto recurre al análisis de las variables agregadas,
el monto total de bienes y servicios producidos, el total de los ingresos,
el nivel de empleo, de recursos productivos, la balanza de pagos, el
tipo de cambio y el comportamiento general de los precios. La
macroeconomía busca examinar cuál puede ser perfil adecuado de las
políticas económicas, persiguiendo el objetivo del crecimiento
económico, conseguir la estabilidad de precios, fomentar el empleo y
la obtención de una balanza de pagos, sostenible y equilibrada.
A inicios de la década de 1950 se maduraron modelos micro-
económicos basados en el comportamiento macro-económico, tal como
la función del consumo. El economista holandés Jan Tinbergen
conformó el primer modelo macroeconómico. El primer proyecto
mundial de modelo económico, el Warton Econometric Forecasting
Asociates LINK, fue emprendido por Lawrence Klein.
El nacimiento de la macroeconomía moderna se da lugar en 1936,
nacimiento en el cual el economista británico Jhon Mayard Keynes tiene
que ver por el despliegue epistemológico que ocasiona en las
formaciones discursivas económicas de entonces. En su obra Teoría
general del empleo, el interés y el dinero, interpreta y explica la
fenomenología de la Gran depresión. La interpretación económica
precedente consideraba que las crisis de los ciclos económicos no
podían ser soslayadas, en cambio, Keynes expuso la posibilidad de
sortear las crisis cíclicas. En resumen expuso como la política fiscal y
monetaria podían utilizarse como herramientas para incrementar el
nivel de la producción y el empleo en una sociedad.
Los preferentes datos que se utilizan en la macroeconomía son
las llamadas macro-magnitudes, obtenidas de la Contabilidad nacional.
El indicador más conocido es el producto interno bruto (PIB), indicador
de la medida integral del valor anual de la producción y los servicios
dados en un país determinado. Las variaciones del PIB muestra la
evolución del crecimiento de la producción. Por otra parte, también se
utilizan, de manera específica, otros indicadores, que acompañan al
análisis; por ejemplo, los indicadores de Valor Agregado Bruto, Renta
Nacional, además de medidas o coeficientes como el Deflactor. Así
como el Índice de Precios al Consumidor, que mide la variación de
precios de la canasta familiar promedio; se trata de una estructura de
bienes ponderada por los precios. También se usan indicadores como
la Tasa de Desempleo y la Tasa de Interés.
El modelo de oferta y demanda agregada analiza la producción de un
periodo y el nivel de precios existente a través de la funciones de oferta
y demanda agregada; proporciona la sinopsis necesaria para
comprender la evolución de las magnitudes agregadas básicas. El
modelo de oferta y demanda agregadas es la herramienta analítica
para el estudio de las fluctuaciones de la producción, así como de la
variación de precios. Las unidades de análisis son la demanda agregada
y la oferta agregada; la demanda agregada es una figuración aritmética
del mercado de bienes y servicios. Los componentes de la demanda
agregada son el consumo privado (C), la inversión privada (I) y el gasto
público (G); en una economía abierta hay que añadir las exportaciones
netas (XN), que consiste en la diferencia entre exportaciones (X) e
importaciones (M) de bienes y servicios.
Los tópicos macroeconómicos se remiten a fenómenos generales del
funcionamiento de la economía, sin tomar en cuenta problemas
sectoriales singulares. Los modelos macroeconómicos toman en cuenta
características propias de los movimientos económicos, como el
crecimiento económico, el desempleo y la evolución de los salarios, la
inflación, la balanza comercial, la demanda agregada, los impuestos y
los tipos de interés.
Dentro del contexto del análisis macroeconómico, se puede considerar
el análisis monetarista. Se analiza el dinero en sus diversas funciones,
se explora los efectos de los sistemas monetarios, incluida la regulación
del dinero, las regulaciones vinculadas a las instituciones financieras.
El análisis monetarista moderno suministra una formulación
microeconómica de la demanda de dinero, observando su influencia
sobre la demanda agregada y la producción. Acopladas a este análisis
se recurre a otras categorías, como la oferta de dinero, la demanda
de dinero, la base monetaria. Por otra parte, también se recurre a la
teoría cuantitativa del dinero, así como al enfoque de la ilusión
monetaria, así como al enfoque de la trampa de liquidez.
En lo que respecta al análisis del crecimiento económico, se examinan
las variables que determinan el incremento de la producción, también
el acrecentamiento de la renta; se trata del análisis cuantitativo de los
indicadores económicos a largo plazo. La teoría del crecimiento
económico analiza comparativa las economías nacionales.
El análisis macroeconómico del desempleo discierne las implicaciones
del desempleo en la economía; se ocupa de su medición, de las causas
desencadenantes, así como de las fluctuaciones del desempleo. Para
tal efecto se recurre también a la categoría de salario de eficiencia; se
apoya el análisis en la curva de Phillips, así como en la ley de Okun.
Para tener una descripción matemática del modelo, expondremos su
formulación algebraica. Consideremos la renta o ingreso nacional (Y)
como la suma de todos los bienes y servicios producidos en un período.
Algunos de esos bienes y servicios han servido para el consumo de los
habitantes del país, es decir, (C) será el consumo. Otros habrán servido
para que las empresas puedan reponer sus necesidades de capital para
producir, también para adquirir maquinarias, herramientas, materias
primas; esto lo llamaremos inversión (I). Por su parte, el Estado ha
intervenido en la economía consumiendo bienes y servicios para
hacerlos públicos, ha intervenido mediante empresas públicas en
el mercado; a lo que llamaremos gasto público (G). También se han
importado bienes del exterior, mediante las importaciones (M) y se han
exportado al exterior, mediante las exportaciones (X). Entonces,
podemos representar la renta como esta suma:
La razón por la que las importaciones pasan "restando", es la siguiente:
el lado de la ecuación Y + M representa en qué hemos usado todo el
dinero empleado en el periodo, el total de producción nacional de
bienes y servicios, y de importaciones, y en eso ha tenido que
emplearse todo lo que se ha demandado durante el periodo: C + I +
G + X, ya que algunas de estas variables en parte han tomado de la
producción nacional y en parte de las importaciones. Por tanto Y + M
= C + I + G + X, y pasando M al otro lado, tenemos la relación.
Podemos simplificar y llamar a las dos últimas variables "Exportaciones
netas", y presentarlo así:
Hay que introducir ahora factores que influyen el consumo. El consumo
se supone que será una parte de la renta disponible de los
consumidores. La renta disponible no es exactamente Y; como el
gobierno necesita parte de esa renta para financiar el gasto público
(G), podemos suponer que la renta disponible es la renta Y después de
que el gobierno ha retenido una parte en forma de impuestos,
considerando, además, los presentamos de forma simplificada por una
tasa impositiva (t). La renta disponible será (1-t)Y. Ahora bien, el
consumidor, normalmente, no se la gastará toda en consumo, sino solo
una parte, podemos suponer que por término medio todos tienen la
misma propensión al consumo, y la llamamos (c) a esa propensión. Por
tanto, el consumo privado será:
Introducimos esto en nuestra ecuación y quedaría así:
Otro supuesto que se suele hacer es que la inversión privada se
encuentra negativamente afectada por los tipos de interés del dinero.
Cuando éstos son altos, como las empresas tienden a pedir créditos
bancarios para equipar sus medios de producción, tienden a invertir
menos porque invertir más significa tener que pagar más de intereses.
Esto lo podemos representar así: La Inversión tiene un nivel máximo
posible (Im) y disminuye linealmente con los tipos de interés, o sea:
Donde b representa la sensibilidad de las empresas privadas al tipo de
interés bancario e i ese tipo de interés. Nuestro modelo ahora es así:
La cuestión es que en este modelo vemos que la misma variable, la
renta, aparece en los dos lados de la ecuación. Esto puede
interpretarse como una relación dinámica, o sea, el valor de Y en la
izquierda va a depender del valor que tuvo en el pasado, en la derecha
de la ecuación, y del resto de los valores de las variables. E irá
cambiando periodo tras periodo.
Sin embargo, si suponemos que las otras variables no cambiaran, si
los parámetros fueran constantes durante suficiente tiempo, y además
el gasto público G estuviera generado de manera externa, entonces
posiblemente la renta llegaría a no cambiar tampoco con el tiempo,
alcanzando lo que se llama el valor de equilibrio. Podemos hallar este
valor de equilibrio:
Con esta ecuación, también llamada curva IS, se pueden hacer
diversos análisis viendo como cambiaría la renta de equilibrio si
variaran los parámetros o las variables implicadas. Esta curva refleja
los valores de renta (Y) y tipo de interés (i) para los cuales el mercado
de bienes y servicios está en equilibrio. Existe, sin embargo, una
diferencia importante si se considera que el gasto no es externo sino
interno, dado por el nivel de impuestos: G = tY. En este caso la renta
de equilibrio sería:
Obsérvese que la hipótesis de exterioridad del gasto público no es
cándido, ya que la conclusión sobre el efecto del aumento de los
impuestos es contraria en las anteriores ecuaciones ya que calculando
las derivadas siguientes se tiene:
Es decir, en el modelo de gasto público endógeno un aumento de los
impuestos conduce a una disminución de la renta, mientras que en el
modelo gasto público exógeno, igual a los impuestos, es decir, cuando
no hay déficit, el aumento del tipo impositivo conduce a aumentos de
renta.
Existe una curva que es complementaria de esta, llamada LM. Los
supuestos son los siguientes: Los agentes demandan dinero para poder
actuar en el mercado. El dinero interesa en términos reales, no
nominales. La oferta de dinero depende del Banco Central del país, que
es el único organismo que puede emitir dinero, pero éste luego deja
que el resto de los bancos lo distribuyan y cobren intereses por
prestarlo. En cualquier caso, la demanda monetaria se puede
representar como el cociente de dos variables, M, la cantidad total de
dinero en la economía, y P, los niveles de precios. Es decir (M/P). Esa
demanda se puede suponer que depende así del resto de la economía:
a mayor nivel de renta, se demandará más dinero para comprar en los
mercados, pero un mayor tipo de interés disuadirá generalmente de
demandar dinero, ya que éste debe ser reintegrado cuando se pide
como préstamo. De ahí que se represente la demanda así:
Si suponemos que la oferta y demanda monetarias están igualadas en
el mercado monetario, podemos coger la ecuación anterior y despejar
la renta:
Que es una curva que relaciona los niveles de renta y de tipos de
interés para los que el mercado monetario está en equilibrio. Ésta es
la curva LM.
Si tomamos las curvas IS y LM, las anteriores ecuaciones, y las
juntamos, obtenemos un sistema de dos ecuaciones con dos variables,
que serán la renta y el tipo de interés:
Podemos despejar, usando los métodos para sistemas de ecuaciones
lineales, obtener los valores de Y e i en función de todos los demás
parámetros y variables, usar las funciones resultantes para estudiar
como variarán los niveles de renta y tipo de interés en el equilibrio,
cuando varíen los parámetros o las variables exógenas. Es más,
podemos obtener la curva de demanda agregada, ya que podremos
expresar la renta (Y), dependiendo de los niveles de precios (P). Esta
curva tendría la siguiente expresión:
Se puede reducir esta expresión a una del tipo Y=A+B/P, que muestra
claramente que se trata de una curva decreciente en P. Si hubiéramos
partido de las anteriores ecuaciones el resultado final habría sido:
Si además desarrolláramos una curva de oferta agregada, que
relacionara niveles de salarios, de trabajo, de precios y de renta
producida, podríamos cruzarla con la de demanda agregada,
determinar por completo la renta, los niveles de precios, de empleo y
otros indicadores, en cada momento dado; estudiar como las políticas
monetarias y fiscales influyen.
Los gobiernos disponen de herramientas para aplicar políticas
económicas, una de ellas es la política monetaria, la misma que se
reduce a la manipulación de la oferta monetaria, expidiendo o
restringiendo el dinero, el crédito y el sistema bancario, incidiendo en
la producción, los precios y el empleo. Otra herramienta de las políticas
económicas es la política fiscal, la misma que se reduce al manejo de
los ingresos públicos, prioritariamente los impuestos, así como los
gastos públicos. Se puede adjuntar a estas herramientas las políticas
de rentas, las que se proponen la limitación de precios y salarios.
Los modelos que pretenden simular sistemas reales frecuentemente
recurren a estudios de regresión lineal múltiple. Se pretende averiguar
el efecto de pequeños cambios porcentuales en las variables de
entrada. Para grandes cambios el modelo podría resultar no lineal, por
lo tanto, las predicciones del modelo lineal resultan inapropiadas.
El modelo macroeconómico no sería útil para describir la economía
efectiva, simplificada a la sensibilidad de los parámetros seleccionados,
si no se contrasta la validez; la manera de hacerlo es usando los
valores reales de la variables. Tampoco serviría de nada suponer cuales
son las relaciones entre las variables y cuáles son los valores de los
parámetros que influyen en esas relaciones, si no podemos comprobar
en qué grado esas relaciones son así y cuales serían realmente los
valores de esos parámetros. Para tal efecto, se usa una técnica
estadística denominada econometría para comprobar la validez del
modelo, usando valores reales.
Por ejemplo, si, en el marco de un modelo hipotético, hemos supuesto
que el consumo (C) depende de la renta (Y), los tipos de interés (I), la
riqueza acumulada (W) y el nivel de precios (P), podríamos expresar
esto como:
Los valores de C, Y, I, W y P tendrían que averiguarse buscando
informes económicos oficiales que pudieran mostrarnos estas
estadísticas, los valores toman a lo largo del tiempo; los valores de los
parámetros tendrían que ser deducidos por el investigador, usando la
econometría. Esta técnica también puede informar hasta qué punto
este modelo lineal es válido, si alguna de estas variables es irrelevante,
si resultan en conjunto insuficientes para explicar el valor de C a lo
largo del periodo considerado.
En algunos casos, se intenta que los modelos macroeconómicos tengan
un soporte microeconómico, que se pueda representar las variables
macroeconómicas implicadas como la suma de variables
microeconómicas, que fluctúan en las relaciones de equilibrio de varios
modelos microeconómicos, que representen a los agentes económicos,
quienes operan1.
Conclusiones
1. En la modernidad las ciencias sociales, entre ellas la economía, se
han convertido, cada una de ellas, a su turno, en el pretendido
centro epistemológico privilegiado, desde donde se explica la
realidad, reducida a la rejilla de sus esquemas teóricos.
1 Bibliografía: Rudiger Dorbusch y Stanley Fischer: Macroeconoía. Oliver Blanchard: Macroeconomía. Felipe Larrain y Jeffrey Sach:
Macroeconomía en la economía global. José de Gregorio: Macroeconomía intermedia. Gregory Mankiw: Macroeconomía. Karl Marx: Plusvalía, Capital y Trabajo. Cuellar Darwin: Trabajo y esfuerzo. Carl Menger: Origen del dinero. Roberto Chachanosky: Economía para todos. Julio Cole: Dinero y Banca, consideraciones sobre la tasa de interés. Richard Froyen: Macroeconomía. Carlos Massad: Mis clases de Economía...y algo más. https://es.wikipedia.org/wiki/Macroeconom%C3%ADa.
2. Cuando esta pretensión epistemológica, de centro de saber, por lo
tanto, de lugar privilegiado de la verdad, se convierte en “ideología”,
para después convertirse en política, la ciencia descriptiva se ha
transformado en una religión.
3. Se trata de un saber pretensioso de los nuevos sacerdotes de las
nuevas religiones. Que, además, al ungirse de autoridades, usan el
poder para obligar a las poblaciones comportamientos y conductas,
que conducen a la austeridad, a la dieta, y al ahorro, generalmente
para pagar deudas que las poblaciones no han ocasionado, sino que
han sido generadas por las políticas económicas de los gobiernos,
de los organismos internacionales y del sistema financiero
internacional.
4. Las herramientas estadísticas, los instrumentos descriptivos y de
medida, son, indudablemente útiles; lo son cuando son usados
como tales, como instrumentos, herramientas, descriptivas; sin
embargo, pierden esa utilidad cuando se convierten sus medidas,
incluso sus modelos de orientación, en esencias o sustancias
inmanentes y trascendentes a la realidad, que ha dejado de ser la
realidad efectiva, reduciéndose a ser la representación aritmética
de la realidad efectiva.