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Recibido: 05/08/2019 Aceptado: 06/11/2019 Publicado: 13/12/2019
Chara, L.; Santoyanni, A. (diciembre, 2019). “Entre la tragedia y el carnaval: la voz y el cuerpo en dos novelas de Liliana Bodoc, Elisa, la rosa inesperada y Presagio de Carnaval”. En Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños, 9 (5), pp. 193- 207.
Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños. Vol.5; Nº. 9, diciembre de 2019 a junio de 2020. ISSN (en línea): 2525-0493. (pp. 193 - 207)
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Título: Entre la tragedia y el carnaval: la voz y el cuerpo en dos novelas de Liliana Bodoc,
Elisa, la rosa inesperada y Presagio de Carnaval.
Resumen: Las novelas Elisa, la rosa inesperada (2017) y Presagio de carnaval (2009),
ambas de la escritora Liliana Bodoc, construyen sus tramas a partir del carnaval andino.
Esta festividad de origen europeo se articula con rituales de agradecimiento, homenaje
o pedido a la Pachamama (Avenburg, 2010). En el carnaval se abre la puerta a otro
tiempo que se constituye como extraordinario, diferente del de la cotidianidad, donde
se contraponen características de la vida social y se ingresa a “otro mundo”, propiciado
por inversiones rituales y carnavalizaciones (Costa, Karasik, 2010). A partir de este
encuadre teórico, consideramos que en ambas obras el carnaval permite una subversión
del orden social en el que se inserta a los personajes; el cambio de roles, mediado por
el instinto, el desenfreno, la preponderancia de los cuerpos y su manipulación; la figura
del diablo y el disfraz. Asimismo, los finales de ambas novelas parecerían mostrarnos las
dos caras del carnaval, los dos mundos: el de “arriba” y el de “abajo” (Costa, Karasik,
2010).
Analizamos la relación del carnaval con: el género tragedia, la influencia de la música y
el cuerpo, la construcción de los personajes femeninos, el desarrollo de los finales y su
relación con la propuesta paratextual de la editorial.
Palabras clave: voces femeninas, cuerpos, carnaval andino, Liliana Bodoc, tragedia.
Title: Between the tragedy and the carnival: the voice and the body in two novels of
Liliana Bodoc, Elisa, the unexpected rose and Carnival omen.
Abstract: The novels Elisa, the unexpected rose (2017) and Carnival omen (2009), both
by writer Liliana Bodoc, build their plots from the Andean carnival. This festivity of
European origin is articulated with rituals of thanks, homage or request to the
Pachamama (Avenburg, 2010). The carnival opens the door to another time that is
constituted as extraordinary, different from that of everyday, where the characteristics
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of social life are contrasted and "another world" is entered, encouraged by ritual
reversals and carnivalizations (Costa, Karasik, 2010). From this theoretical framing, we
consider that in both works the carnival allows a subversion of the social order in which
the characters are inserted; the change of roles, mediated by instinct, debauchery,
preponderance of bodies and their manipulation; the figure of the devil and the disguise.
Likewise, the endings of both novels would seem to show us the two sides of the carnival,
the two worlds: the one "up" and the "below" (Costa, Karasik, 2010).
We analyze the relationship of the carnival with: the tragedy genre, the influence of
music and body, the construction of female characters, the development of the endings
and their relationship to the publisher's paratextual proposal.
Keywords: female voices, bodies, andean carnaval, Liliana Bodoc, tragedy.
Lía Chara y Agustina Santoyanni
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Entre la tragedia y el carnaval: la voz y el cuerpo en dos novelas de Liliana
Bodoc, Elisa, la rosa inesperada y Presagio de carnaval1
Lía Chara2 Agustina Santoyanni3
Introducción
En este trabajo nos proponemos analizar las novelas Elisa, la rosa inesperada (2017) y
Presagio de carnaval (2009), ambas de la consagrada escritora Liliana Bodoc. Su
narrativa nos permite acceder al universo del carnaval andino como eje de la
constitución de la trama, poniendo de relieve la festividad con sus coplas, sus dichos, su
música, el territorio norteño-andino, la celebración de la tierra y los cultivos. Lo popular,
lo oral y el discurso literario dialogan entre sí y es en ese cruce donde decidimos hacer
foco en estas novelas, que además son de gran circulación escolar.
Entendemos el carnaval como lo propone María Eduarda Mirande, como una
práctica socio-discursiva compleja y heterogénea, nacida de la fusión de tradiciones
culturales andino-prehispánicas y europeas que da origen a un denso entramado de
lenguajes y significaciones rituales (Mirande, 2014, p. 135). Esta festividad se articula
con rituales de agradecimiento, homenaje o pedido a la Pachamama (Avenburg, 2014,
p. 16) y se constituye como un tiempo y un espacio extraordinarios, diferentes de la
cotidianidad, reñidos con las normas y las jerarquías sociales. Se produce así una
construcción ritualizada de un tiempo y un espacio diferentes. El carnaval “pone de
cabezas” (Costa y Karasik, 2014, p.43) los rasgos más significativos de la vida social y se
1 Este artículo se basa en una ponencia presentada en el 6to Simposio de Literatura Infantil y Juvenil del Mercosur. Córdoba. Año 2018. 2 Profesora de Castellano, literatura y latín egresada del ISP Dr. Joaquín V. González, Especialista en Literatura Infantil y Juvenil (tesina en proceso), UNSAM. Programa Docente de Escuela Media de CABA. Actualmente forma parte del Programa “Mundo Editorial, lectura y traducción desde los estudios de género(s) y feminismos” en la UNSAM. liachara@gmail.com 3 Profesora de Nivel Superior en Lengua y Literatura, egresada del ISP Dr. Joaquín V. González. Especialista en Literatura Infantil y Juvenil (tesina en proceso), UNSAM y Especialista en Enseñanza de Escritura y Literatura en la Escuela Secundaria, INFoD. Docente de Escuela Secundaria de la Provincia de Bs As. Actualmente forma parte del Programa “Mundo Editorial, lectura y traducción desde los estudios de género(s) y feminismos” en la UNSAM. amsantoyanni@gmail.com
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ingresa a “otro mundo” (Costa y Karasik, 2014, p.43), propiciado por inversiones rituales
y carnavalizaciones. En el tiempo-espacio del carnaval “las transgresiones no se viven
como pecaminosas” (Costa y Karasik, 2014, p.51) y todxs asumen que están socialmente
permitidas. Dentro de las interacciones extraordinarias, se potencia la transgresión de
las normas usuales que regulan el comportamiento sexual de hombres y mujeres. Se
dice que lo que pasa en el carnaval, queda en el carnaval. Aparece así el carnaval como
relato, que narra el paso de un estado de desorden a un estado de orden que involucra
un recorrido transformativo, cuyas fases son vividas (mediante acciones) y textualizadas
(a través del canto de coplas) por un sujeto actante: el pueblo (Mirande, 2014, p. 141).
El carnaval es pensado, también, como una performance que pone en juego las
relaciones de poder (Vich y Zavala, 2004) entre un mundo y el otro.
Desde este marco teórico, consideramos que la presencia del carnaval en estas
obras permite una subversión del orden social en el que se inserta a los personajes. En
este contexto se produce un cambio de roles, mediado por el instinto, el desenfreno, la
preponderancia de los cuerpos y su manipulación. La figura del diablo y su disfraz forman
parte de esta transformación.
En Presagio de carnaval, el protagonista es Sabino Colque, quien salió de
Tarabuco, una pequeña ciudad de Bolivia, y que emigra a Argentina, cerca de la ciudad
jujeña de San Pedro. Allí vive en una pensión y se dedica a vender yuyos medicinales en
una plaza. Enfrente trabaja Ángela, una mujer de la que se enamora y a la que lleva a
conocer el carnaval de San Pedro.
En la novela Elisa, la rosa inesperada, la protagonista es una adolescente que vive
en una villa de Santa Fe, con su abuela Rufina y decide probar suerte yendo a Jujuy a la
casa de su tía Ana María. Allí le ocurren una serie de sucesos que hacen que se replantee
su estadía en ese lugar. A partir de ahí, por intermedio de una chica que conoce en San
Salvador de Jujuy, toma la determinación de irse a Tilcara a buscar trabajo. En el viaje
conoce a Martín, y juntos terminan alojados en un dudoso hostel.
En paralelo, pero de manera alternada, aparece el personaje de Abel Moreno
que es un habitante de Tilcara. Él cuenta cómo llega Elisa a ese lugar y va relatando de
manera anticipada los sucesos que tendrán lugar en la novela, en el pueblo, durante ese
verano de carnaval.
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En este trabajo analizamos, en el primer apartado, la relación del carnaval con el
género tragedia; en el siguiente, la influencia de la música y las corporalidades en los
personajes femeninos y luego, la construcción de sus voces. De esta forma, damos
cuenta de la figura del héroe, los coros, la música, el viaje y la inminencia del destino.
Exploramos también las dimensiones de la voz femenina, la mirada de los otros, el
ultraje del cuerpo y el lugar que ocupa el deseo. Finalmente, analizamos el desarrollo de
los finales de ambas novelas y su relación con las propuestas editoriales.
El carnaval y la tragedia
Nos proponemos analizar en este apartado de qué modo la tragedia da lugar a nuevas
interpretaciones de las novelas y sus posibles relaciones con el carnaval.
En Presagio de carnaval, en la introducción se van presentando uno a uno los
personajes y se define a la narración como tragedia, incluso desde el origen de la palabra
tragoidía, que se traduce como “El canto de los machos cabríos”, y del género dionisíaco
(Iriarte, 1996, p. 9). “Esta tragedia, como cualquier otra, no fue resultado de una
contingencia. Comenzó cuando, anunciando la llegada del hombre, un macho cabrío
coceó la tierra y cantó” (Bodoc, 2009, p.7). Las unidades de tiempo y espacio son
elementos constitutivos de la tragedia y por supuesto de las novelas.
Esta introducción, además, es equiparable estructuralmente a lo que en el
género tragedia se denomina prólogo e inserta a los espectadores en el relato,
proporcionando los precedentes del argumento de la obra.
Como primera similitud con el género, vemos que los personajes principales de
ambas novelas deciden realizar un viaje que es definitorio para la concreción del hecho
trágico. Elisa se va porque reniega de su origen cumbiero, de la villa de sus padres. Ella
es distinta, tiene la piel blanca como su madre Irene. Elisa no quiere reconocerse, intenta
ser otra, escapar de su origen y dejar atrás lo vivido hasta ese momento. En cambio,
Sabino parte escapando de la miseria de Tarabuco, de la violencia y de la imposibilidad
de progreso que significaba su tierra natal que ya no es aquella en la que se crió con sus
tíos sanadores; pero él sigue siendo fiel a lo que aprendió de sus ancestros. Tanto Sabino
como Elisa se transforman en migrantes. Estas decisiones los llevan a lo que se denomina
peripecia, ya que no sólo viajan, sino que el rumbo de sus vidas cambia hasta un punto
que no tiene vuelta atrás. Lo interesante aquí, es que para ambos personajes este
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momento está atravesado por el carnaval, es allí donde su desgracia llega al punto
cúlmine y no pueden escapar al destino; los desenlaces posibles son dos, como los
mundos de este tiempo del carnaval, la vida o la muerte.
En Presagio de carnaval, Sabino Colque es un héroe trágico ya que concentra una
pasión y un deseo de acción que le resultarán fatales. Aunque posea como herencia de
su familia venida a menos una sabiduría ancestral que le permite escuchar más que los
otros e interpretar, está supeditado al cumplimiento de su destino: “La muerte usa
cencerro, eso lo sabía Sabino. Cosa de cada quien hacerse el sordo” (Bodoc, 2009, p.11).
Sabino no deja de ser solo un hombre y comete el error de no oír el advenimiento de su
desgracia. Sucumbe ante el deseo y encuentra en el espacio del carnaval la liberación de
su cuerpo y el de Ángela, pero también su sentencia de muerte. A medida que la novela
avanza con un magnífico manejo temporal de lo iterativo, él decide más de una vez
evitar el evidente designio: “No hay que correr tras los presentimientos; más bien al
revés, que los presentimientos nos corran y nos tiren de la ropa hasta que nos
demuestren que son atendibles.” (p.18) Él ve los indicios que le anuncian la tragedia,
advierte que los sucesos que lo llevan al carnaval son el inicio de la desgracia y sin
embargo se arriesga: “...pensó que aquella mujer de otro mundo bien valía su tragedia”
(p. 83).
De manera similar, podemos afirmar que el destino de Elisa se relaciona con lo
trágico. Ella elige salir de la villa porque no se siente parte, porque ya no hay allí nada
para ella. Sin embargo, a medida que se aleja de su origen en búsqueda de una nueva
verdad, se acerca al cumplimiento de su desgracia. Ambos héroes reciben avisos que les
permitirían evitar llegar a transitar el hecho trágico. Como Edipo, conocen los dichos del
oráculo, pero al igual que él tampoco saben interpretarlos, desde su humanidad se
equivocan y por escapar de la profecía la terminan cumpliendo. En el caso de Elisa, estos
avisos aparecen apenas llega a San Salvador:
Elisa sintió un dolor agudo en el estómago. Podía ser el hambre o el miedo. (...) Quique golpeaba el manubrio para llevar el ritmo de una canción que no estaba sonando, que no era “Camino al calvario” sino su inversa “Oiravlac la onimac”. (Bodoc, 2017, p. 71).
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Sin saberlo aún, Elisa escucha la lengua de los diablos, aquella que podría ser una
advertencia y que luego se convertirá en su maldición, en los trabajos4 que le hacen (tal
vez su tía Ana María y Quique, su marido), y en la soledad que la dejaría a merced de la
diablada. Sin embargo, no es este el único aviso que recibe, la “voz de su instinto” ( p.73),
le pide que vuelva a la villa. Pero ella persiste, orgullosa, y así forja su tragedia. En ambos
casos, entonces, el fatum es confirmado por sus decisiones más que por la intervención
de entes externos.
Si consideramos el origen del término fatum, nos referimos a las deidades que
definen el destino de los hombres mediante la palabra como una voluntad irrevocable.
Los diablos acechan a Elisa como los ángeles arcabuceros a Sabino; y así como ellos usan
su lenguaje para hacer los trabajos que terminarán sumiendo a Elisa en la soledad y, en
consecuencia, la tragedia. El espacio del carnaval tiene dos mundos, que se encuentran
y que luchan, mundos que Elisa deberá atravesar para llegar a su verdad. Abel Moreno
es quien relata su propia historia a medida que le adelanta al lector los sucesos de la
tragedia, se vale de su sabiduría y silba para que Elisa pueda ser salvada a través de esa
música, el único pasaje entre los dos mundos del carnaval.
En este punto, analizamos la posible relación de la voz de Abel Moreno con el
coro, ya que con sus apariciones dirigidas al lector interviene en la historia y proporciona
información fundamental para comprender quiénes están detrás de la tragedia de Elisa.
Sabemos por él de la inminente intervención del diablo, del manejo de la voluntad que
somete a la joven, de los peligros que se corren en el carnaval; pero también de la
importancia de estar atentos a todas las voces y señales, porque lo que se manifiesta en
el «Mundo de acá», puede estar definido por el «Mundo de allá». Del mismo modo,
aparece en Presagio de carnaval un narrador omnisciente en tercera persona que es
equiparable a la figura del coro ya que no solo se dirige al lector y en ocasiones a los
personajes, sino que presenta valoraciones y relata, haciendo uso de la prolepsis,
acontecimientos futuros de la narración.
En ambas novelas la tragedia aparece como un eje que, o bien es constitutivo de
la narración, o bien es atravesado por hechos que remiten a lo trágico. Si bien en
4 Según la RAE, 11. m. coloq. Cuba, Ur. y Ven. Preparación por medio de poderes sobrenaturales de una persona para protegerla o para perjudicarla, y de una cosa para usarla como amuleto. Recuperado de https://dle.rae.es/?id=aBuhX28
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Presagio de carnaval el género tragedia es evidente desde la estructura de la novela, en
Elisa, la rosa inesperada es posible dilucidar los elementos trágicos ya mencionados.
La música en el cuerpo
Como ya mencionamos antes, la música es uno de los elementos esenciales de las obras
aquí analizadas. Elisa, la rosa inesperada, al finalizar la novela, nos ofrece la posibilidad
de conocer un poco más a la protagonista a través de sus propias palabras como
compositora/poeta. En un apartado que forma parte de su diario íntimo y que se
presenta como un anexo de la obra, Elisa escribe una letra de cumbia dedicada a su
madre Irene. Allí la poesía, el baile y la plegaria se constituyen como un todo. A través
de la escritura Elisa constata que puede ser más que un cuerpo; que el arte le provee
nuevas estrategias de supervivencia y la posibilidad de ser otra: “Te canto en tu día,
mamá cumbia/ La rosa inesperada de mi barrio,/pollerita tableada,/que bailás como si
no importara” (p. 218); “Cumbia sacame de acá,/llevame lejos/ que está el diablo
ofreciendo caramelos” (p. 218). No es casual que la poesía aparezca al final de la novela.
Elisa parece resignificar su historia a partir de que la puede enunciar. La palabra se
constituye aquí como puente que comunica el mundo de arriba con el mundo de abajo;
es una nueva posibilidad de seguir viviendo y el ritmo elegido para ello es el de esa
música popular y marginal de la que tanto habla con fastidio al principio de la novela y
que en el Pucará aparecerá casi de manera involuntaria:
Decidida a hacerse ver, Elisa no tuvo más opción que apelar a su origen; la teta villera que había mamado (...) se puso en pie, con el cuerpo tomado por la rabia (...) empezó a moverse, los hombros, las caderas, la pelvis, títere de la cumbia que anidaba en su infancia. (p. 136)
Así como el carnaval representa, una manera de relatar, un relato en sí mismo,
que narra el paso de un estado de desorden a un estado de orden que conlleva una
transformación (Mirande, 2014, p. 141); la cumbia de Elisa se constituye también como
aquella que comunica ambos mundos. Propone así, un tiempo fuera del tiempo, aquel
que construye en este caso una nueva identidad.
Esta música de su niñez representa un movimiento transformador,
resignificador; aquel que le permite a Elisa ser, sin juzgarse ni juzgar. Ahora ella es
también aquello otro de lo que tanto intentó alejarse. Si consideramos lo que proponen
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Víctor Vich y Virginia Zavala (2004), podríamos incluso pensar ese momento del carnaval
como una memoria performativa que escenifica el pasado y abre las puertas al pasaje
de una Elisa diferente, un nuevo ser: “En efecto, la oralidad es una de las instancias
mediante las cuales las sociedades construyen un archivo de conocimiento destinado a
interpretar y negociar el pasado.” (p. 18)
En Presagio de Carnaval, la presencia de la música es diferente. Ángela pone el
cuerpo para aprender, para soltarse, para sanar y escapar (aunque sea únicamente en
compañía de Sabino). El ritmo de la celebración en el carnaval la lleva, a través del
cuerpo, por el camino de la música y le recuerda su niñez junto a su madre: “El carnaval
se derramaba fuera del corso. El gentío apretaba, empujaba hacia el centro del baile. De
Ángela se veía solamente el sudor que la cubría. El resto de la mujer era invisible” (2009,
p. 82). Además, el saludo al sol que le enseña el yuyero, llega a Ángela a través del ritual
de adoración a la naturaleza: “El motor está en el vientre (...) se arrastra algo que está
en la planta del pie y se aplica en el pecho. Retorces el aire a los costados, buscás con la
mirada algo que vuela y saltas para atraparlo” (2009, p. 44). Estas palabras son para ella
casi como un mantra, serán las mismas que repetirá cuando su cuerpo sea forzado por
Renzo. Allí donde el cuerpo no pueda liberarse, su mente y su pensamiento intentarán
salir a través de ese recuerdo:
Renzo trepó sobre Ángela (...) Ángela, clavada contra su propia belleza, sacudida por fuera y, sin embargo, inmóvil por dentro, recordaba las palabras del yuyero boliviano (...) Buscas con la mirada algo que vuela y saltás. Ángela, y saltás para atraparlo. (2009, p. 47)
La presencia de la música es uno de los elementos que propicia la construcción
de otra identidad. A través del baile o de la palabra, los personajes se van develando.
Como parte de la peripecia que nombramos en el apartado anterior, las vidas de Elisa y
Ángela ya no serán las mismas que en un principio. El contexto del carnaval se presenta
así como la posibilidad de ser aquello otro tan lejano; de habitarse dentro de sus mismos
cuerpos con un lenguaje nuevo.
La construcción de la voz de los personajes femeninos
En este apartado nos interesa pensar cómo aparecen y cobran corporeidad las voces
femeninas.
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El fatum, destino, con su origen en el verbo for, que significa que los dioses
toman la palabra y de ahí la importancia del destino, también significa hablar, decir. En
ese sentido es interesante la relación que se da entre el decir y el predecir, que es otro
de los significados del verbo. Con ello se va dando lugar a las distintas voces que
constituyen las novelas.
En Elisa personaje, las voces se van entrelazando: un narrador omnisciente, otra voz que
le habla a Elisa: ¿su conciencia? ¿Su deber ser? ¿La voz precavida? ¿La voz del destino?
¿La voz de la rosa inesperada de la que habla Nalé Roxlo? Sin duda una voz que anticipa
la desgracia. “Elisa escuchó, nítida, la voz de su instinto. Dale, Eli, volvamos al barrio.
Tenemos plata para el pasaje” (2009, p.73).
Y entre esas voces, la voz de la diablada, la que parece hacer andar Ana María y
Quique con sus trabajos “OJABART ED AL ALAM AVEUN (El Trabajo de la Mala Nueva)”
(2009, p.85). En Elisa personaje, las voces se construyen como una polifonía. Se
presentan como conciencias independientes, bien diferenciadas entre sí: van y vienen
hasta conducir al hecho trágico. Así como las voces son protagonistas de estas historias
también lo son los cuerpos en el carnaval, cobran vida de maneras diferentes en un
mundo y en el otro.
La festividad constituye, entonces, una forma de habitar el mundo que es
diferente a la de la cotidianeidad. Una nueva identidad emerge de la transformación y
exhibición de los cuerpos que, año a año, recuperan una memoria colectiva en el acto
de ser otros escenificando su pasado, sus orígenes. Se revela así, un sistema de prácticas
y creencias que regulan distintos ámbitos de la vida cotidiana dentro de las relaciones
de poder a la que podemos denominar performance desde las propuestas de Vich y
Zavala (2004):
La teoría crítica contemporánea afirma que tanto las relaciones sociales como
las identidades de los sujetos son socialmente construidas, tienen un carácter
inestable y cambian (o pueden cambiar) constantemente. En ese sentido la
performance se entiende como el espacio encargado de dramatizar tales
características y de revelar las posibilidades de agencia de los sujetos en la
constitución del mundo social: ella nos permite visibilizar los procesos de
constitución de las identidades en sus múltiples negociaciones de poder. (p.12-
13)
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El carnaval, considerado como performance, hace que Elisa y Ángela vivan otras
posibles realidades; porque en la lucha del mundo de arriba y el de abajo ellas, que son
externas a ese entramado social, encuentran una nueva identidad.
En la fiesta del Pucará - un poco el sitio inaugural del carnaval porque representa
el mojón - Elisa baila con desenfreno. Está drogada y mareada y, antes de que ocurra su
secuestro, ella ve en la piedra a la “niña del Pucará” (Bodoc, 2017, p.162). Una niña que
en un principio es un rostro sin voz. Luego, al final de la novela, ella le hablará y le dirá:
“Tené cuidado (…) porque te llevás una marca para que los diablos te encuentren en
cualquier lugar (…). La marca de la soledad” (p.174). Es interesante este personaje
porque esta niña de piedra es por momentos cuerpo, por momentos voz, y es la que
lleva la lanza que desde la leyenda colabora para salvar a Elisa. Viene desde el otro
mundo y desde allí levanta la lanza que se fue tejiendo a lo largo de la novela, fue la
aguja que perdió Beatriz, la voluntaria del hogar, es la voz de todas las mujeres que
entran en el relato aquella mañana en que Elisa es arrastrada en aquel depósito con los
hombres que la capturan. Las voces de todas las mujeres entran en el relato cuando Elisa
corre peligro. Es en ese tejido de voces donde el mundo de arriba y el mundo de abajo
se dan paso.
En Presagio de carnaval, la voz de Ángela aparece débil y pidiendo disculpas,
ofreciéndose según el caso, como maniquí, mostrándose en la tienda donde vende ropa
o como objeto de satisfacción de Renzo (el novio). “Obedecer la tranquilizaba” (2009, p.
56). Con Sabino, y en el contexto del Carnaval de San Pedro, Ángela es otra. No es la de
todos los días. “Ángela preguntaba y preguntaba, por esto, por aquello, los nombres de
las cosas”, “Ángela de Lyon quiso aprender el paso de la danza. Y se puso a bailar frente
al yuyero, con las caderas, con las manos, con los ojos” (2009, p. 82). Ángela representa
a las copleras que aparecen en el carnaval con su voz y su danza, insertas en el gran
relato cultural. Son las mujeres que se liberan de los estereotipos sociales y gozan de los
poderes y las licencias del carnaval. “El cantar y danzar ininterrumpidos son acciones
que resitúan a las mujeres fuera de los contextos domésticos privados, exhibiéndolas en
los espacios públicos” (Mirande, 2014, p. 146).
En Presagio de carnaval, el personaje de Ángela también es usurpado por Renzo.
En el único momento donde se la describe gozando es en el carnaval. Luego, será niña
tal vez para siempre cuando logre volver a ponerse su pollerita tableada, esa que usaba
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cuando tenía trece años y que ahora su cuerpo anoréxico y bulímico le permite
recuperar.
En Elisa, la rosa inesperada, su cuerpo se transforma en mercancía, y empieza a
cosificarse:
En ese momento, Elisa Viltes hubiese creído todo acerca de si misma y de su
condición: que era un pedazo de nylon, que estaba cubierta de espuma sucia,
que era la amante de un poeta, que sabía inglés, que estaba encerrada dentro
de una mochila, que Beatriz era su mamá, que se estaba muriendo. (Bodoc, 2017,
p.142)
En ambas novelas, los cuerpos que son negados en el tiempo ordinario,
encuentran su fuerza, su razón de ser cuando el carnaval abre las puertas a una
subversión temporal y espacial.
La construcción de los finales
En este último apartado reflexionamos sobre las construcciones de los finales. Si bien en
ambos casos el suceso trágico determina el destino de los personajes, no
necesariamente el desenlace es fatal en ambas novelas.
Mientras en Presagio de carnaval el final es trágico porque el único desenlace
posible es la muerte, en Elisa, la rosa inesperada el final es conciliador, hay una
posibilidad de seguir en “este mundo”, un salvataje que le permite visualizar nuevas
oportunidades. Así, ambos finales parecerían mostrarnos las dos caras del carnaval, los
dos mundos: el de “arriba” y el de “abajo” (Costa y Karasik, 2014, p.49).
En Presagio de carnaval, Sabino no sobrevive a la violencia policial, a la injusticia,
al desafío del orden social que significa haber conquistado a Ángela gracias al carnaval;
muere en manos de los ángeles arcabuceros. En cambio, en Elisa, la rosa inesperada, la
protagonista se salva. Recibe ayuda indirectamente por parte de Abel Moreno, que
advierte a Martín sobre la tragedia que se avecinará, y sobre todo recibe ayuda de “la
niña del Pucará” (Bodoc, 2017, p.162), quien permite que ella cambie su destino y logre
finalmente escapar. Esta aparición, que nos acerca más a lo maravilloso, también está
propiciada por el espacio del carnaval, ya que aquí, en el pasaje del mundo de arriba y
el mundo de abajo no sólo los diablos se permiten actuar. El carnaval como pasaje
devuelve a Elisa a este mundo y ella puede volver al origen.
Lía Chara y Agustina Santoyanni
Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños.
Vol.5; Nº. 9, diciembre de 2019 a junio de 2020. ISSN (en línea): 2525-0493. (pp. 193 - 207) 205
En Presagio de carnaval, Ángela sigue sometida y culposa con Renzo. Elisa, luego
de escapar de sus captores vuelve a la villa, pero siendo otra, descubre la librería y vuelca
su experiencia en la escritura. Se reconcilia con la familia y con la música de la que
renegó y le escribe una cumbia a la madre: “LA CUMBIA INESPERADA” (p.205). Nos
preguntamos en este caso, ¿Qué posibilidades de lectura habilita este final? ¿Responde
a una lógica del propio texto? Nos llama la atención que en la pestaña “SOBRE LA TRATA
DE PERSONAS” que aparece en el blog editorial (www.elviajedelilianabodoc.com.ar) se
menciona a la Fundación María de los Ángeles, y el Twitter de Susana Trimarco entre los
contactos que provee esta sección. ¿Cómo dialoga Elisa con este soporte? ¿Qué lleva a
la editorial a proponer esta lectura? Podría pensarse que sugiere una posible lectura
direccionada. Elisa aprende a través de la escritura a revisar su propia historia, y el
lector/a, interpelado/a a partir del paratexto y sus explicaciones sobre la trata de
personas, podría recurrir a esta lectura como una instancia de aprendizaje.
Podemos afirmar que, dado que el carnaval pone de manifiesto las relaciones de
poder, estas se potencian en Elisa, la rosa inesperada y se subvierten en Presagio de
carnaval; lo que posibilitaría el contradiscurso. El discurso hegemónico se corre de lugar
y es la voz de las mujeres la que cobra vida. “La copla está centrada en la palabra,
proferida básicamente como contradiscurso que desafía lo hegemónico e instituido”
(Mirande, 2014, p. 136). ¿Tiene que ver el final de Elisa, la rosa inesperada, con el
contexto de los movimientos feministas? ¿Hay una decisión de escribir desde la
perspectiva de género? Elisa encuentra en la literatura un espacio de liberación. En este
punto creemos que la novela propone una lectura en esta clave debido a que la
protagonista al tomar la palabra se hace cargo de su propia historia.
Conclusión En este artículo expusimos las características del carnaval andino y dimos cuenta de
cómo esta festividad “pone de cabeza” los rasgos más significativos de la vida social; lo
que le permite a las mujeres de estas novelas, Elisa y Ángela, ingresar a “otro mundo”
(Costa y Karasik, 2014, p.43) que, propiciado por inversiones rituales y carnavalizaciones,
va construyendo dos universos: el de “arriba y el de “abajo” (p. 49). El carnaval se
presenta aquí como trama, como relato que involucra un recorrido transformativo
donde la palabra, la música, el baile y la interacción de los cuerpos, como una
TRAVESÍAS: Artículos
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construcción performativa (Vich y Zavala, 2004), salen a la calle para constituirse como
parte de la memoria colectiva y, con ella, una nueva identidad.
En conclusión, la presencia del carnaval en estas novelas abre las puertas, tanto
para los personajes como para los lectores, a un tiempo fuera del tiempo; un relato
donde la realidad se trastoca y subvierte. Donde se habilita la aparición de las tragedias
con sus héroes cotidianos, los que viven en nuestro tiempo y recorren nuestra historia.
Lía Chara y Agustina Santoyanni
Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños.
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Bodoc, L. (2009). Presagio de carnaval. Ciudad de Buenos Aires: Norma.
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femenino en el Carnaval quebradeño. En Normando Cruz, E. (Ed.), Carnavales
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de Jujuy: Purmamarka Ediciones.
Vich, V. y Zavala, V. (2004). Oralidad y Poder. Herramientas metodológicas. Bogotá: Ed.
Norma.