Post on 22-Jul-2015
LA UNCIÓN
DE LOS
ENFERMOS
39
Catequesis sobre la fe
Mons. Esteban Escudero
Obispo de Palencia
Abordaremos estos temas:
La enfermedad y el enfermo
La actitud de Jesús con los enfermos
La actitud de la Iglesia con los enfermos.
El sacramento de la Unción
El ritual de la Unción
La enfermedad y el enfermo
• No sólo sufre un miembro o una parte del cuerpo, sino todo mi yo personal.
La enfermedad es algo extraño a
nosotros mismos, que altera nuestra vida.
• Resignación
• Rebelión
• Aceptación confiada
• O desorientación vital.
Son varias la actitudes que
podemos tener ante la enfermedad:
Respuestas ante el dolor
Distintas respuestas ante el dolor: En el paganismo la enfermedad es el
efecto de la acción de dioses malignos.
En el Antiguo Testamento es un castigo de la culpa. Se sigue de ello la impureza
legal, que aparta al enfermo del culto a Dios.
En el libro de Job se acata el poder y la sabiduría de Dios que ha enviado la
enfermedad, sin buscar una explicación.
Para algunos la existencia del dolor en el mundo les impide creer en Dios.
Pero siempre está la pregunta por el dolor:
¿Por qué me ha tocado a mí ?
La actitud de Jesús con los
enfermos
“Jesús recorría todas las ciudades y aldeas,
enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda
enfermedad y toda dolencia” (Mt 9, 35).
Los enfermos, junto con los pobres, eran los primeros destinatarios de sus palabras y de sus atenciones.
• Donde quiera que iba, siempre acudían a él enfermos y personas que sufren, puesto que veían en sus palabras y en sus obras una esperanza de curación o de consuelo.
Jesús con los enfermos
El comportamiento de Jesús con los enfermos
se caracterizó por muchas curaciones
milagrosas narradas en los evangelios.
Estas curaciones eran signos de la salvación
definitiva de la persona, que él venía a traer al
mundo y en la que también la enfermedad y la muerte, lo mismo
que el pecado, serían un día abolidos.
La actitud de la Iglesia con los
enfermos
El Señor quiso asociar a los apóstoles en su misma obra.
El anuncio del evangelio en el mundo debía de estar
acompañado del cuidado y de la curación de los enfermos.
Ya en sus primeras apariciones, Pedro cura a un lisiado que
pedía limosna en la puerta del templo:
“No tengo plata ni oro -le dijo-, pero te doy lo que tengo: en
nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda”
(Hch 3, 1-10).
“La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y
camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno” (Hch 5,15)
Deber de un cristiano
Desde los primeros siglos, los cristianos se han distinguido por su atención a los enfermos.
• De su solicitud amorosa surgieron los primeros hospitales.
Muchos santos y santas, órdenes religiosas y congregaciones han nacido para atender estas necesidades en todos los tiempos.
La atención a los enfermos es un deber ineludible de todas las comunidades cristianas.
El sacramento de la Unción
El sacramento de la unción de los enfermos (llamado anteriormente “extrema unción”)
• Es el signo sacramental de la gracia del Señor para los enfermos y los ancianos.
• Une más íntimamente a la persona con la Pasión de Cristo.
Este sacramento ya está prefigurado en la práctica de los apóstoles enviados por Jesús de dos en dos para predicar la conversión.
• “Echaban muchos demonios,
• Ungían con aceite a muchos enfermos
• Y los curaban” (Mc 6, 13).
El uso de la unción con aceite estaba muy difundido en Israel.
• Servía para perfumar el cuerpo y para robustecer los músculos, dando vigor, frescor y salud;
• Se utilizaba también para aliviar los dolores y para curar las heridas.
El aceite, pues, era el símbolo más adecuado para expresar la salvación y la curación de los
enfermos.
Unción con óleo
La carta de Santiago habla de una unción con óleo que ya hacían los presbíteros de la
primitiva Iglesia:
“¿Está enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor.
•La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado” (St 5, 14-15).
Esta práctica de las primitivas comunidades se difundió muy
pronto en toda la Iglesia y ha venido realizándose hasta nuestros días.
El ritual de la Unción
El concilio de Trento declaró que el texto del apóstol Santiago promulgaba el sacramento de la “extrema unción”, como entonces se llamaba.
• En él no hay nada mágico.
• La unción tiene un significado sacramental y su efecto va unido a la oración en nombre del Señor.
• Es un remedio para el espíritu y para el cuerpo, para que la debilidad física no lleve al enfermo a la desesperación o a la rebelión.
Unión íntima
El sacramento de la Unción confiere una gracia particular,
• Que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo
• Por su bien y por el de toda la Iglesia
• Otorgándole fortaleza, paz, ánimo y también el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse.
Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere,
la recuperación de la salud física.
En todo caso, esta Unción prepara al
enfermo para pasar a la Casa del
Padre.
Unción de los enfermos
El concilio Vaticano II ha llamado a este
sacramento “unción de los
enfermos”
Para indicar que no está destinado
sólo a los enfermos que
están a punto de morir.
Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza
• “Cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o por vejez” (SC 73).
Por esta santa Unción
• “Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén.
• Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad”. Amén.
Mientras el sacerdote unge la frente y las
manos del enfermo, recita
la siguiente oración:
ORACIÓN
Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures los dolores de los enfermos, sanes
sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecidos por tu misericordia, se incorporen de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
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