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SOBRE LA HISTORIA, LA NEUTRALIDAD HISTÓRICA Y SU PRAXIS
Por Christian García
“No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”.
- Karl Marx
La humanidad moldea al mundo mediante su actividad, la historia no es ajena a ello y no
es indiferente a la acción humana. A lo largo del tiempo la humanidad ha experimentado, luchas,
guerras, crisis, revoluciones, victorias, derrotas, avances, cambios sociales, la mayoría de estos
sucesos han quedado de alguna manera escritos en diferentes textos históricos. Pero la manera
en que se han descrito y relatado la mayoría de los acontecimientos no es neutral responde a
contextos, interpretaciones, intereses y al modo en que se relacionan los seres humanos.
La historia no es neutral porque el modo en el que nos relacionamos como humanos no es
aséptico, corresponde a las relaciones capitalistas de producción; el actual Estado capitalista, en
donde las personas llevan a cabo sus dinámicas sociales, dista mucho de ser neutral, ya que está
tomado por una clase para satisfacer y llevar a cabo sus intereses. Es por eso que la historia se
usa desde el poder para legitimar a la clase poseedora de los medios de producción, se transmite
a través de ella la ideología y las necesidades e intereses de esta misma clase. La historia se
desenvuelve en un contexto en el que hay grandes contradicciones de clase, en el que millones de
personas se mueren de hambre o de enfermedades curables; en el que hay guerras por recursos
económicos o naturales; en donde la disidencia política es criminalizada desde el poder, es
asesinada o desaparecida; la historia está dentro de un sistema donde la gran mayoría somos
pobres y no tenemos más que nuestras fuerzas para seguir subsistiendo y del otro lado hay una
clase que posee una enorme cantidad de riqueza mundial, en síntesis la historia de las sociedades
humanas se desarrolla de manera desigual y combinada, dependiendo de circunstancias, técnicas,
fuerzas productivas. La historia no es neutral porque quien la escribe está inmerso en un sistema
capitalista totalizante y alienante, y redacta la historia desde una posición de clase o desde una
posición alienante. Adolfo Sánchez Vázquez sostiene en “La ideología de la neutralidad en las
ciencias sociales”1, que el uso o la ausencia de ciertos conceptos en las teorías o narrativas de las
ciencias sociales marcan una postura ideológica de sus interlocutores: “El significado de los
contenidos en los conceptos en las teorías sociales no es unívoco. Varía en función a las ideologías
1 SÁNCHEZ Vázquez, Adolfo, La ideología de la “Neutralidad ideológica” en las ciencias sociales, artículo en su versión
electrónica: http://materialesdecatedra.googlepages.com/sanchezvazquez_ideologia.pdf (Consultado: 23 de enero del
2016).
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a las que están vinculadas”2. De esta manera la “...ausencia de ciertos conceptos en el contenido
mismo de una teoría son igualmente reveladoras de posiciones ideológicas”3.
¿Quiénes escriben la historia?
La historia la hace la humanidad con sus dinámicas sociales, con sus transformaciones y
sus acciones, pero la escriben los investigadores, historiadores, periodistas o algún otro
profesional del oficio de historiar. Los redactores de los procesos históricos pueden partir desde
diferentes puntos de vista o interpretaciones, que se pueden resumir en dos posiciones políticas
antagónicas: Los historiadores que parten desde una posición de clase relacionada con las ideas
de la burguesía y los historiadores que parten de una posición de clase proletaria y contigua a las
luchas y necesidades de los sectores explotados. Los primeros se caracterizan por ser ideólogos
de las ideas burguesas, algunas veces actúan de manera declarada y en otras ocasiones
simplemente tiene una posición alienada a las ideas dominantes. Los historiadores que parten de
una posición afín a las ideas de la burguesía nos presentan una historia cosificada,
mercantilizada, desclasada, enajenante y sin contenido político, el objetivo de esta historia es que
los proletarios y clases explotadas continúen con su dominio, es una historia que domina a las
clases explotadas a través de la transmisión de valores, ideas, ideología y oculta las luchas en las
que el proletariado ha tenido triunfos, es decir es una historia fetichizada, que muestra sólo la
parte que a la burguesía le conviene y guarda tras una cortina de acero las gestas rebeldes que se
han alzado contra el actual sistema de explotación. Por eso cuando leemos este tipo de historia
hay que leerla con cuidado y a contrapelo.
La historia como praxis
La contra parte de la historia oficial es la visión materialista de la historia, la concepción
que nos dejaron Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista: “Toda la historia de la
sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”4, es la visión dialéctica
de la historia en la que la lucha entre clases oprimidas y opresoras da como resultado cambios
sociales o estructurales.
La visión marxista de la historia es también la perspectiva de la historia como praxis,
entendida como la historia que es acción transformadora, que provoca, que incita a cambiar la
relación actual de las cosas y que lleva consigo la conciencia de clase, porque en ella se demuestra
que el proletariado y las clases explotadas son capaces de vencer a la burguesía, que la revolución
no sólo es necesario sino que también es posible. Para que triunfemos como clase es necesario
2 Ídem 3 Ídem 4 ENGELS, Frederick y MARX, Karl, Manifiesto del Partido Comunista, 1848. Versión en línea por Marxist Internet Archive:
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
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conocer nuestra historia, nuestras derrotas y victorias, para ello que hay que reapropiarse de
nuestro pasado y darle un sentido de praxis, es decir que las ideas y las prácticas del pasado nos
sirvan para transformar el presente. La historia la hace la humanidad pero la hace con
circunstancias y contextos ya dados por generaciones pasadas, tenemos detrás de nosotros miles
de batallas, revoluciones, rebeliones que nos han otorgado lo poco que poseemos, nada nos fue
regalado por la burguesía ni las clases poseedoras que la antecedieron. Marx señala en el
dieciocho brumario de Luis Bonaparte que “Los hombres hacen su propia historia, pero no la
hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el
pasado. (...) Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar
las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente
cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres,
sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje
prestado, representar la nueva escena de la historia universal”5.
La historia nos ayuda a entender el mundo y la historia como praxis, es decir como
práctica revolucionaria, nos ayuda a cambiar la realidad. Como praxis transformadora, la historia
pasa de una práctica cosificada y fetichizada a una práctica revolucionaria, que puede ayudar al
proletariado a tomar conciencia de clase y a reconocerse a sí mismo como un sujeto activo en el
pasado y un agente transformador de la realidad. Darle el sentido de praxis a la historia nos
ayuda a organizar el cambio mediante una teoría, una experiencia y una práctica concreta, a
través de la desalienación que produce la acción revolucionaria en la clase, entendido esto como
el trabajo teórico-práctico y creador que construye conciencia, desenajena a la clase y la define. El
proletariado se transforma en clase para sí cuando se reconoce como clase explotada y como
fuerza revolucionaria. Quienes nos reclamamos marxistas no creemos en la intervención divina
de la historia, ni en el desarrollo de esta por peldaños o la visión cíclica de la misma.
Comprendemos que la historia es un campo abierto, que pude ser intervenido por la labor
transformadora de clase, en ese sentido, la historia como praxis es la acción revolucionaria y
consciente del pasado para cambiar el presente, es enseñanza y acción sintetizada.
Tenemos que luchar por la revolución dentro y fuera de la historia, nuestro principal
enemigo en el campo de la historia son las ideas de la burguesía, que buscan tergiversar, diluir,
esconder las luchas en las que las clases subyugadas hemos vencido. Al darle el sentido de praxis
a la historia, nos reapropiamos de la memoria rebelde de nuestros pueblos e incorporamos su
cúmulo de experiencias, luchas, victorias y derrotas a nuestro presente para librar nuestras
batallas. La historia como praxis es consciencia porque está cargada de experiencia, teoría,
5 MARX, Karl, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, 1852. Versión en línea por Marxist Internet Archive:
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
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método y acciones revolucionarias, así pues, que la historia como praxis nos sirva para luchar por
la revolución socialista.
Marx dijo en “Las tesis sobre Feuerbach” que “Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”6.
Parafraseando lo anterior, podemos decir que los historiadores se han dedicado a interpretar de
diversos modos el pasado de la humanidad, cuando lo que se trata es de ayudar a la humanidad a
transformar el presente.
6 MARX, Karl, Tesis sobre Feuerbach, 1845. Versión en línea por Marxist Internet Archive:
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm