Semana santa tema 4 - nicodemo y jesús

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Quien hace de

Jesús su amigo, se

convierte en un

amigo de esperanza

y en una bendición

para las personas

con las cuales

convive.

Un hombre de gran

influencia en la

nación judía, era

miembro honrado

del consejo

nacional. Recibió

una educación de

alto rango, era muy

inteligente y con

talentos.

El se impresionaba

con las enseñanzas

de Jesús y quería

entrevistarlo.

Y ¿cómo él, un

destacado miembro

de alta sociedad,

podría sentirse

atraído por alguien

tan simple?

Aquellas escenas

de la purificación

del templo no

salían de su

cabeza.

La autoridad de

Jesús lo

impresionaba

mucho.

Los líderes judíos

sentían que habían

sido humillados por

un galileo oscuro,

extraño y muy

osado.

¡Nicodemo buscó a

Jesús en el silencio

de la noche, para

no ser visto por los

Galileos!

“Rabí, sabemos que has venido de

Dios como maestro; porque nadie

puede hacer estas señales que tú

haces, si no está Dios con él”(Juan 3:2).

“No necesitas

conocimiento teórico

tanto como

regeneración espiritual.

No necesitas que se

satisfaga tu curiosidad,

sino tener un corazón

nuevo”.

(El deseado de todas las gentes,

p. 171).

Como fariseo estricto,

se orgullecía de sus

buenas obras al ser

tan generoso con las

personas y con el

mantenimiento del

templo.

“¿Cómo puede un

hombre nacer

siendo viejo?”(Juan 3:4).

“De cierto, de cierto te

digo, que el que no

naciere de agua y del

Espíritu, no puede

entrar en el reino de

Dios” (Juan 3:5).

La vida del cristiano no

es una modificación o

mejora de la antigua,

sino una

transformación de la

naturaleza.

(El deseado de todas las gentes, 172).

Todos los días al

despertar

necesitamos de

nuevo el bautismo del

Espíritu Santo para la

renovación de

nuestra entrega a

Jesucristo.

Es esencial la

meditación diaria de

la Biblia y la oración.

“Porque la paga del pecado

es muerte, mas la dádiva de

Dios es vida eterna en

Cristo Jesús Señor

nuestro” (Romanos 6:23).

“El que creyere y fuere

bautizado, será salvo;

mas el que no creyere,

será condenado” (Marcos 16:16).

Así como Jesús

cambió la vida de

Francisco y

Nicodemo, también

desea cambiar su

vida y la mía.