Post on 07-Jun-2018
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Gollingwood, R. G.
Qué"es la hilsturia / R. G. Collingwood ; prólogo de Rosa
bllvedresi. - 1 ed. - Ciudad AutÓnoma de Buenos Aires :
EI cuenco de P1ata,2016'128 p.;18 x Li cm. . (Cuadernos de plata; 10)
Traducción de: José Luis CanoISBN: 978-987-37 43-57 -3
L. Teorla de la Historia. I. Belvedresi, Rosa, prolog' II' Cano'
]osé Luis, trad. III. Tltulo'CDD 901
elcuenco deplata / cuadernos de plata
Director editorial: Edgardo Ituaso .
Diseño y producción: Pahlo Hemández
@ El cuenco de Plata SRI" 2016
Av. Rivadavia 1559,go " N' (1033) Buenoa.dbee, Argentinawww.elcuencodePlata.com.el
Hecho el depósito que indica la loy 11.723,
Impreso en flrayo de 2016.
Prohíbida la reproducción parcial o total de c¡tc llhro rln lr ru¡odudán pruvta tlol oditor
R. G.
Colt-ING\rooD
Qoé es la historia
APostilta:
La filosofía di la hisroria de R' G'
cíi¡íi*á[a, b uigencia de wn clásico-
Por Rosr E' BE'lvn'onn'st
cuadernos de Plata
Los límites del conocimiento históricoi
"El dudoso relato de acontecimientos sucesi-
vos". Con esta frase páyáiutl+u'eernard Bo^sanquet
eliminó la pretensiÓ;'d;i' historia a ser'conside-
rada un estudio q'u *"'"ti"ra la atención de un
ffi #'"r';tt" :*lÍf*:'1""1"'ii:ffi?, ii:&::i""HTJi:l':,fi:,il;;;P;; está rigada a ro
transitorio, to """'*to' lo mera^mente-particular
en
Hffiñ"'' u to t'liv"r'ul; una crónica de poco
valor, Y además tu'á*u de crédito' Sin embargo'
ffi#d;*"ubu bi*'"'sad'o en historia' La ense-
ñó de ioven "^o*to'i' y"'uf i**u obrapublicada
había sido Ia traduccüí A" o" Iibro-alemán reciente
sobre 1a constituciÓnáu ett'lut' sab]a que un buen
número de los *ty";;;úos del m-undo de los
últimos cien años tJf-t"li"á"aicado a los estudios
históricos; y con el faso delos años se preguntó a sí
mismo a qué habíaii"g"at i' f"storia' eso fue todo
1o que pudo'lt-T? he señalado, dos capítulos
Existen, como
"" ;';;;;tió" ul"onocimiento histórico: que es
' T"*"doá" /* rnal of Philasophic.al Studies^(1928)' con au-
torización a"r "aiitla" pl 'iit"4¡u.',t""1rcvo
título'
' ii''il'"'ele ol lndiuidunlitrr and Vatuc' p' ro'
dudoso,,y que sus objetos son transitorios; propon-go aquí tonsiderar únicamente el primero de ellos.
No constituye en absoluto una expresión carente
de dudas. Por el contrario, hace mucho que nos
hemos acostumbrado a la idea de que la historia es
incap^aa 4e arribaf a la cqrfidu¡1bre. Los epigramasque la describen corrro ttne fable conaenue, o a1 arte
del historiador como celle de cl'toisir, entre plusieurs
tnensonges, celui qui ressemble le plus ii la aerité, vuel-ven a nuestros espíritus y los transportan, pasando
por el iluminismo del siglo XVIU, hasta Descartes
y su polémica contra la historia como un tipo de
pensamiento no susceptible de claridad y distinti-,i¿ua matemáticas que son las únicas que revelanla presencia de la verdad inducl¿rble. De hecho esta
acusación ha sido un tÓpico tlel pensamiento euro-
peo durante doscientos o trescientos años; y lo más
curioso es que ésos han sitlo exactanrente los años
durante los que los estilos histórictls han florecidomás extraordinariamente y prtltlucitlo los resulta-dos más originales e imprervistos. Ulro 1-roclría casi
imaginar que el pensamienttl lristírrico ell su erlcar-
nación más activa y afortutracla, y cl t'sct'pticismohistórico, la duda en cuanto al v¿rlor t1e clsc Pellsa-miento, eran gemelos, como cl I lt'rlllillltl I)¡tc y el
Hermano Dabitur. Lo cual cs cit'rlo t'tt toclo caso;
el escepticismo histórico no lril sitlo t'll realidad
ni causa ni síntoma de ningulra tlt'c¡tlt'lrt'iit t-le los
estudios históricos. De aquí st' tlt'tlrlt't' t¡ut' el es-
píritu humano es lógico hasta lo grtttt'stro (la con-
clusión favorita de los observatlort's tlt'satt'ntos y
de los pensadores indolentes), «r tJttt'la l.rllrt'irir'¡ c'lel
cscepticismo histórico no consiste ennegar la vali-
c{ez del pensamiento t''i"O'i"o' sino de alguna for-
rna todavía no explrcrtaáu pt""u*"nte' en atraer la
atención hacia sus límites'
Al obieto d" exptota' lu '"g''ldu posibilidad^(la
"r;;;;';;*"'"'" la Pena *"Ti"11iiorque sl
ili";#-; iul'tu""igáción serÍa en vano)' consi-
;á;;;á t"si' nu á" d"*ostrar el escepticismo
ntttil'il'notoria es el fruto d'e una-interpretación
más o menos crítical cientiflca d'e las evidencias'
Hav dos salidas putá "t Tce.Plicism:.i1 ftim"'
il!Lt",""" p""á"-af"it que la-interpret4ciól ngnca
es lo crítica y cientitica'que debería ser;'que el más
;i;";;;;'cuidadoso áe los historiadores es ca-
pazde":,*ni:i";:I;#;"ilTJ'l:Í,;il1't","T'evidencias, Y que I;;;; q'á n"*tt interpretado cotrectamente
la evidencia. Pero éste u' o'-' tópito muy recurren-
te del esceptito"'o üi" -t-'o-'"
áing" fundamental-
mente contra la t-tl'to'ilu'-si"o.t91t¡u- tod? fptma de
ñ;**:i'1"1:#i¡iilr,:#$:,j:li:5"TJiclase de error e4S-1!
Hi5"Taeü#;G;il" de iaiculo' razonamiento
u observaciOt; y "'-' "o'-tsecuencia-
esto no es en for-
ma alguna rr'-tu "t"^Jü" "'f"tiul tuttzada contra el
conoc-imiento hi stó rico'
En segundo r"["i f'"ae señalarse que el histo-
riador, a diferenciba ji mut"matico' el fi[óso[o o--el
;;j;;t;r,g"" utgo qt'" interpretarque se denomr-
na evidenciut "'-JLt'*""ü" sus datos' sus tes-
tiñonios, "' d"tir'lu' fuentes' ¿Qué bases existen
para el teorema binómicc¡? Ninguna; la -cuestión
.ur"." cle senticlo. ¿Qué evidencias hay de la teo-
rÍa cle las ideas c1e Platón? 'Ioclo puede couvertirse
en eviclencia de ella si se la cree; todo eviclencias
en contta si no crees en ella' En otras palabras' la
concepción cle la evidencia no entra en el proce-
so de pensamiento por el que se defiende o con
el queie ataca. ¿Qué evidencia existe en pro o en
.nr-rtru c1e la herencia de las características adqui-
riclas? Ninguna; lo que en un sentido amplio pue-
cle clencrmin arse euidencin de podtia interpretarse
aclecuaclamente como tesis bien detttostradns de e-llo
Los experimer-rtos que corroboran o desbaratan
una teóría biológica no son fuentes y documen-
tos precisamente porque si se irnpugnan pueden
."pÉtitr", ,ehacerie nuev¿ruretltc' No se puede
"repetir" a Heródoto, cl escribir tluevamente sus
nbru., si tludas sohre-alg1l c1c lo t¡ttt' tlijtr; ersto es lo
que lo ntuestra, en el set-rticlo t'strit'to clcl término'
cemo evidencia.Áhoru bien -y ésta es la b¡st' tlt'l t'scepticismo
histórico- sólo contamos c()ll r'lll llr'llrlt'l() t'stricta-
mente limitado de evidenci¿ls rt'littiv'ts a cuirlquier
cuestiÓn histÓrica; y raramt: llt(' t'st i lilrl't' tlt' graves
clefectos, es p;eneralmt-nte tt'lrtlt'tt' io:;'t' I ragtrlenta-
ria, silenciosa en donde debicr¡ st'r' t'r plít'ita' y pro-
lija cloncle haría mejor gu;lrtlatltlo silt'trt'io lr-rcluso
en el meior de los casos llull('¿l st' ll'rll'r lilrrt' tlc esos
o similares clefectos; lo ultlito t¡ttt' lt'tt t' t's t'r'itat
arrojarsesinmiramientt)S.lllrtt,slt'.l..ltrsi.lt.t.i.tción.De aquí que la mejor puecltr st't" l't pt'ttl' [)()l'tltle nos
adormece con una falsa segtllitl'rtl v ltos ilttlttce a
I0
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11
r o m ar su imp er f ec :
i u" .l:lrp ".1'""tt
t:l; :ff 1fl";
::*n:'"':?1ffi'§:::?i¡ ;: r'::dad
La poé.
, ;.: i;';;;io" ¿" *,x:".:XHi:','' ;:,[1' ü
cesaria y jarnás t" "tliY^;; "i'"'ot
las facultadestrara Ia tarea de,sun rtras ella:;,i.; i"i"'t'¡ioto de la historia' mrer
:ilil J,',-" t*uginacion "li.:^*"-l de srrena'
[)ero si se ata é1 mi,mo al mástil y se niega a Cam-
biar su tumbo' a"iu á" ser un.incaut:,y- t:. torna un
escéptico' Oi'a "'-'tJ'-t"t"st
"Se que mis evidencias
son incompletas' 5e qu* 'Oto
po'*o "u fracción
,.iespreciable a" ro, qll'pil;' ¡-111 ,tilIffi.1,":j¿*rlino hubiese sido más genero'so'11,t^]
,-1e Atejanclría hubie-se sobíevivido' si los humanls-
tas hubieran 'i¿o *i' tfortunados' o se hubiesen
tenido más apoyo ;; bútq""du' 1" rnanuscritos;
si mil cosas o'" r""'''i;i;tá" hubieran sucedido'
vo habría tontuao tJ'-' u'-'' *u" de evidencias en
.londe ahora sólo;;g" unas cuantas muestras'
La destrucclot-t totui ¿? documentos debida a 1a
Revolución r'u'-tt"lu f"i t-'ototuYtt: ?" archivos
c1e casas nobles y''"tiio' a" propiedad que ahora
il*' il! il I g,::"i:,i::"'j.:l mi:ffi'"'; i:,li:il *.jil;:J:::il: ;;; ;., 11s lstuerzos
de ras
sociedades históric;; 1a autoridad'-1el Archivero
Mayor- t''u ¿"t"'iJiuio "'-' forma irremediable un
vasto porcentale Je üs fuentes que existían sobre
1a historia *"41"')Jt '-i" rtu'-ttiu e Inglaterra;1o que
ha quedado iu*u'-'*ta otra cosa qY*'un fragmento
nunca in'ign't'tu-n;;;;;t.,"ttituir Ia hase de una
historia completa de la Edad Meclia. Pero inclusode no haber aconteciclo esas catástrofes, nuestrasfuentes aunque más numerosas, siempre seríar-r
incompletas. Tenclríamos más que analizar, peronuestros resultados no por ello serían en realidadrnás exactos, excepto en el dudoso sentido en queuna cantidad mayor, pero finita, llega más cercadel infinito".
Afirmar esto podría parecer tanto como renun-ciar por completo a la certidumbre histórica. Y sinembargo hay que afirmarlo. Só1o cerrando nues-tros ojos a los hechos más conociclos y palpables es
que no podemos clejar de ver que lo manifiesto delconjunto al que siempre apelarnos cuanclo decidi-mos que un punto histórico debaticlo representaun mero fragmento de lo que poclríanlos tener sinuestra suerte hubiera sido rnayor. ¡Cuán vitalesson para nuestro conocimientc¡ clcl siglo XV lascartas de Paston!; sin embargo, srilo .r l.r fortuna cle-
bel¡os el cc¡ntar con ellas, y si ntrt'strrr sucrte hubie-r¿r sido clistinta, no sólo hubiór¡r.nos porlirlo tenerese conjunto cle corresponcle.ncia sino r¡r-r.r clc¡cenamás, resultando en total un cu¿rdro nruy cliferentedel período. Trabajamos y slrdiurl()s lr¿rr¿r llcgarr ala última brizna cle conocinrir,r'rto rlt'tl uctivo cle lasfuentes que porseemos, mientras si Prrlli¡.*r.',-,.,os ¿rd-
quirir sólo un poco más, nut'strils tlt'tlut't'ioncs re-sultarían confirmadas, o echatlas [.ror' Iit'r'r'¡, cou lamás simple ojeacla a los nuevos rlot'trrnt'ntr¡s. Sírlola experiencia efectiva, o en srr rlt'lt'r'to, rur cuicl¿r-doso estudio de la historia c'le Ia invt'slirl:rr'it ,n, ¡'rs16'-
de rnostrarnos hasta qué plurt() t'l lristori¿rtlor se
t2 13
h.rlla a merced de sus fuentes y cuán completamen-
le ouede alterar sus conclusiones un incremento de
:',iil;;. sir-, a,¿', el científico no sería afectado
cn menor medida por un experimento nuevo; pero
esto no le da ninguna sensación de honda impo-
,"".t" t inutilidaá, porque su misión consiste en
ri".ru. u cabo el experimento decisivo' y su error
;;; ;" no hacerio; mientras que el historiador'
in.lependientemente de la dureza que emplee en
"iáá""uri*iento cle fuentes' a largo plazo depen-
c1e de la suerte de que alguien no e-chara abajo el
*or'r.r*"r-tto de Ancira puiu q'"*urlo en un horno
;;;ri, o de que alguien enc"'-tdi"tu la cocina con la
corresPondencia de Paston'
Y ¿ste es, qúizás, el verdadero aguijón del es-
cepticismo histórico' La duda constituye una en-
i"i*"au¿ endémica del pensamiento humano'
iiiu ttirto.ia es cluclosa' Ió mismo ocure con la
;t";;; ".n la {ilosofía; en cada sector de cono-
.^iii",.',á todo resulta dudoso hasta que se ha es-
i"lrf".l¿. su realidad satisfactoriamente' e incluso
entonces se hace dudoso de nuevo a menos que el
;;;;;"pueda dilucidarla por sí mismo de nue-
vo. En las matemáticas no nás sentimos angustia-
dos por Io dudoso de nuestros teoremas' porque
,ir"to's ,"r"ttimos descontentos con el axioma de las
iir-t"u, paralelas, podemos elaborarlo por nosotros
;il"r, de acueido a nuestra propia estimaciÓn y
lleear a una opiniÓn independiente; en física' si du-
a"il;;;;;i; ia"u u'*p'uda sobre la. gravedad'
noclemos subir a una torre y comprobarlo' Pero
:;;';;;";;' de la historia debemos tomarlas o
deiarlas. No son, como los teoremas científicos o
filásóficos, el resultado de procesos que nosotros
mismos pod,amos rehacer; son re-sultados' pero re-
sultados de procesos que no podemob iepetir' Por
consiguientá, constituyen una barrera infranquea-
Uf" pítu eI pensamie,lio, ''-' muro de "datos" ante
"1 qle todo 1o que podemos hacer es construir un
aleio deductivo al desconocer qué tensión es caPaz
de soportar. La peculiar, la desastrosa duda de la
historia, no resiáe en el hecho de que todo en ella
sea dudoso, sino en la circunstancia de que esas
áudu, no pueden resolverse' Por todas partes el
conocimiento se amplía, al parecer' mediante una
saludable oscilación entre la duda y la certeza: se te
p".mit" dudar todo 1o que áeseespara.decit' como
i{obbes, la primeta vezque se enfrentÓ a Euclides'
"Poi Díoá, si es imposible", porque e[ conocrmren-
tá se adquiere haciendo frente y respondiendo a
esas dudas; pero en historia no debemos dudar;
no osamos dudar; debemos suponer que nuestras
evidencias son adecuadas, aunquc sepamos que
son insuficientes, y dignas de creclito aunque se-
pamos que están viciadas, porquc si no lo hacemos'urí .to"rt.u profesión de histc¡ri¿rclorcs clesapare-
cería. Tod,o io qr" como máxitno poc'lctrros hacer
es descubrir y ieunir, con infirritas pcnurias' las
fuentes existentes relacionadas ctlu ciertos tipos de
problemas; publicar extensas colelcciotrcs cle cartas
constitucionales, crÓnicas, inscripcit)llt's y t{emás'
cuya masa misma abruma la imagitlirci(rrr y hace
que nos avergoncemos de sugerir tluc ¡-rttt't{en ser
áá*utlu¿o in"significantes para clontt'tlcr la vcrdad
olena incluso en relación a un asPecto secrrndario'
H ffi li*ti: riñ *: ff :rifill l, i'*oue sufrimos tla no
;;?;,[;.;"i,u' ,n solo hecho
,l'"rot, que sea t:TJ#;; ioro*o, mismos, no
que podam':::T:-t;;iJnte que nunca podamos,in número siempre
I'"" "" nrri.ria denominamos
verificar' Porque lo que.ett::^" ;; realidad com-
Il..i.io,. "1, *:*::,: :ffi'r:i;"ila arirma-nrobarla, sino unrci
:;u:l;n: lffif i. en ro s':r i:'^:T'J:'[::1" ;"*;;n'uu "'iu
de Pies Y manos
i""u q ui"'"":11 ^' :I*ffiLU"::' n'il'l;::';Ii
nos de la ciencra y 'Í ":::';;;naz?tr todo [o que
[""",1., itao en duda' para rechazar-tc
Il' p ""., * ::l':.* ?" i1i:T: f : "T
li'lJ i+,pueda *"PgLo:i:
";;;presó. ep'ulqrlt T
;:?#:;-fffi";iil";'Pio i'o"' ?':'"'' esto es
f ácil re pl ic a' o u" I'otrr-tu fip"rttl tic'; :1il:::*:1'orr'"clt'f"ttan a los historiadore: ':t:curso real o" " tl'i'ü' ;;"" :':':::XT;i$.J;:desdenosos que probablemente slentr
Dor ese trabaio; ,|lffi i;ff5"[l]',jL'i:i';ff "lr:J:fi
:','J?': : J ;:;; ¡g*lii ::,::i,H :;"" ;;,.",, T:::::l ñ iT+:*TXli:*t,lllegan u t:l:',T
oue Cartos t[ era ufue decapitado' que,-"^^,]"
'^¡oado de muieres'oue siempre Ie gristaba 9sta1
rod^lfucesivamente
;:: i"iláiiubu"ndono el País' Y asr s
14
15
hasta formar una lista que puede constituir o noilgr d," poca importancia, pero que al menos no esconsiderado comsetome,r,..,";;i'r1?",Í:,H:i::"rutq,i".u'q;;
semejante respuesta, Éngo que confesar_Io, aporra un sopro. a" ui.*"i.*lil ,obr" ,,;1;:HiH:l?"n1l^Tl1l "o-"''áá"o
"u orer d"sa-
tras demos,.u. olr"*pre supone un alivio que,
'rl;";;";i L;"" un asno tiene cuatro putu",
por nuestra "r"raPo
y contemplemos al "'i-uii¿.*i,,o h,;"d;3:d;:?'q1"il:,:l
; T, ::il]mento que demue.stra que f, },i.tiril la religiór¡o Ia potítica, consrlll{e; il;;"#Jrposibre, oill".,,;Xl* :'.;:ltY" q""''-'"'."1 o",, o,,u,P; ;: ; ;;:r'J {",--.,:: ;:I : ffi:il:: i:i- i,,:marlo hipercrítico. Si tu asno ,i"""?",., patas a laIlill y P"des probar que podría tener tLes, Ia dis-crepancia no es razi
anatomía der asno, ,'l ru'u clejar de pensar sobre la
:I]:i"q'.rilfflHJJ,i#i:,"J¿i""1'ff;::mrento del principio.Es importante rer
res. d 9 .i, i
" "ir,i;*,?:"ff T, :j',}l: : ";,ril :;
::j1kj::lit,Í,{*udo de dt';;;;il, í:,,ral yni us, u"u br,.,- ;; ; "":#r,:,:fl :X'i;i: ;[l:i H_1,11.1*d es una posición q"" ."
"c,,rí"oice a símlsma/ porque materialme"i. pr"r",r.i.l 1.,o."", "r:,t:::lT*"to .que formarmente cle rri egar; por con_srgurente, cualquier cosa que tt"r., to§.uire,nte al
cscepticismo conduce a la propia contradicción yresulta falsa. Esto representa una refutación sufi-ciente de tal y cual idea, a las que en consecuen-cia dejamos desde este momento fuera de todaconsideración posterior". Este tipo de refutación,aunque lógicamente válida, nunca es satisfactoriaporque pertenece a 1a.'1efi91jp¿", por utllizar la dis-tinción de PlatórU y 4 " a la "dialéctica". El críticoha roto una lanza contra la idea en cuestión, y hadejado a su defensor callado pero por convencerisabedor de que su razonamiento no ha sido ana-lizado con justicia, sino que sólo ha sido hundidomomentáneamente en la sumisión. El garrote querepresenta un sentido común burdo forma unaparte muy necesaria del arsenal del filósofo; asícomo el hombre veraz debe saber cómo yet:6r¡ Ltyrucbg6ei, también el filósofo debe saber cómo ser estú-pido ó5 6d,y replicar a un argumento -con todo 1o
perfecto y correcto que pueda ser- "esto no es másque una muestra de ingenuidad lógica; los hechosson tal y cual". Pero si uno convierte a un cerebroen permanentemente inútil, como nos obligarían ahacer aquellos que enseñan a sus discípulos el usoúnico del garrote del sentido común (mientras sereservan otras armas para su servicio exclusivo),no hacemos más que condenarnos a no saber nada.Cuando se ha sumido al escéptico en el silencio, sesaca el escalpelo haciéndole la disección; así podráaprovecharse su cerebro para algo.
Las afirmaciones del escepticismo histórico-utilizando nosotros el escalpelo- no son el meroresultado de una investigación torpe del trabajo
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histórico desc{e e I exterior tr^ l^- .^:.-___ .
res el autor ru, hr"r,"rror. En los párrafos anterio_
l."e 9" ;; ñ; :l?::::ff H:l,HHI',#histórica, y puede extenclerse .o.,riá"ruUlementesobre el tema sin
¡r;cisa. de esa ",o';,":ll:':,,il;iil descripción
más sobresaliente's. Leyenclo to, tlU.o, lt"fffl:ria, recordando su conteniclo, "
ir-r"luro l.rseñandohistoria a los alurp ue d e p
". a ",, "
1ái:,?":::" J:'ff -:5h,."#ii Iemprende uno el estudio de alguna cu'estiOn his_tórica clifícil, todavía no determiia:;, ;'r" enfren_ta a oponentes bien adiestrados fI_rll"rro, "r_,
tocottcordia discors de la-controrr".ri,u .,liiu, r-,uy ,r_,u:::^1qr: ,lo.rlo puede clejar cle oUr"ruur, y es taexrstencia de lo oue se poclría d""";;r;;,/ar*r*del juegorr'Una rásla _fá prm"ra_ .""rr'rrr, ,,Nadadebes afirmr., uuíqr" ,"" .i".i", ;lo*i" que nopqe{as aportar
"rr.lienqiar;,. ;i ;;;.,- io guru.a"l irq?9ol que pueda ret.onstruir kr que realnrenre,ry."d]Ul
sino el jugador qut, put,tla ,rr,.,r,.r. que surdea de lo que sucedió *r'1, ú,,i,..,,¡r*1"rn.to,r_,'*,_rtula evidencia accesible, r,.,,r,," ;;,:' .:_' i::'cuando'
" ;;;;;;:,",i',H,,;'" I ::,1ffi ilTl:::
i:l::i1ll.r que determinarla icfea "^, "rl."uriAua;"',,,-l-l;li1f :i,#:?"f ffi lr;,;:il:1,'.:,,:imáximo grado de habitidad, .",r:JJ:;;:; u,ra tdeadife¡enr'e, sin que ninguna cvirrr,rrt.i.r s,srt,.te ala opinión correcta: r
ra opi nion ;;;;;; ;lrT".lll J:1,.'1"" i:l,;::::ría eJ que rnanruvierl I¿ orra. i..,i,;'r':;i,,r,,., ,.,,,,,u
ircepta cada uno de los que intervienen en el juegosin protesta ni poniéndola en duda, sino que cadacual puede ver su carácter razonable. Porque nocxiste modo de conocer qué idea es " cortecta" , ex-cepto dpscubriendo lo que la evidencia críticamen-te interpretada {emuestra. Una opinión definidacomo "correc,ta, pero qug no se apoya en eviden-cias", es una idea incognoscible por definición, e
incapaZ'de ser el objetivo de la investigación delhistoriador. Y al mismo tiempo, todo historiadorernpeñado efectiyamente en esa labor reconoce debuen grado el carácter limitado de sus fuentes, ysabe muy bien que ya no cuenta entre sus facul-tades poder incrementarlas, de la misma formaque un ajedrecista no puede inventarse un ter-cer alfil. Tiene que jugar la partida con las piezasque posee; y si puede encontrar una nueva pieza-digamos una fuente de información todavía in-explotada- debe iniciar una nueva partida, des-pués de situarla sobre el tablero para que sucontrario pueda utilizarla al igual que é1. Todoaquel que tiene alguna experiencia en la investi-gación histórica directa, en especial en la formaagudizada de la controversia histórica, conoce a laperfección todos los temas del escepticismo histó-rico, y no se siente perturbado en lo más mínimopor ellos. En realidad, la experiencia muestra quelas personas que se sienten amedrentadas por ellosnunca son los historiadores, quienes las aceptancomo algo plenamente natural, sino los filósofosde escuela ligados a teorías a las que, equivocada oacertadamente, parecen contradecir.
-,.'....E¡*r-'G'*
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Pero se me clirá que he reducido decididamentela historia a un juego. He privado a sus relatos.,deterlo valor ob,jetivo, y Ios he degradado a un meroejercicio de interpretación de conjuntos de evi-dencias arbitrariamente seleccionados, cada unode cuyos cuerpos han sido seleccionados por obrade la casualidacl, y que sr)n abiertarnente incapacesde probar la verdad.
Pero ya es hora de abandonar la metáfora cleljuego. Las supuestas reglas del juego son en rea-lidad la clefinición de lo que es el pensamientohistórico; el ganador del juego es el vercladero his-toriador, la persona que piensa históricamerrte,cuyo pensamiento cumple el icleal de la verdaclhistórica. En efecto, el pensar: histórico no significamás que interpretar toclas las eviclencias al alcan-ce con el máximo grado cle captrcicltrcl crítica. Nosignifica descubrir lo que succ-cliír en realiclad, si"1o que en realidad suceclió" no es otra cosa que"lo que indican las evidencias". Si cn cierta oca-sión sucedió un acontecimiento rcspccto al cual nosobrevive ningún trozo de eviclt'r.rt:ia c'lt l¿r actua-lidad, ese acontecimiento no fornta p.rrte cle nin-gún universo del hístoriarlor; n() cr)rr('sponde alhistoriador descubrirlo; no sup()n(. nirrguna lagu-na en el conocimiento cle ctra,rii¡tricl. histori¿t.loi lacircunstancia de que no lo couozca. Si tie nt'cualc.s-quiera ideas sobre ello result¿1"í¡ st'r rt'vclacionessobrenaturales, fantasías poéticas o r..onjt'tur.rs sinfundamento; no formarÍtrn partc ¡lsrnr¡ t.lc pen-samiento histórico. En este selrtitlo tlt. Ia l.r¡st', "loque sucedió realmente" no es l-n¿is tlut' la c()s¿¡ en
sí, la cosa definida como exterior a la relación con
su conocedor, no sólo desconocida sino incognos-
cible, no sólo incognoscible sino inexistente'
El escepticitr- hittOtico puede verse ahora
.,n su función propia como el aspecto negativo de
la definición del conocimiento histórico' En todo
pensamiento existe una tendencia constante' que
!n o.arior-tes se llama el pleno realismo del hom-
br", u .or-rriderar el objetó como una "cosa en sí'i'
una cosa fuera de toda relación con el conocimien-
to de ella, una cosa que existe en sí y por sí misma'
O"t¿" esie prisma áe consideración' el obieto de
lu hirtorlu uiur"." simplemente como "el pasado'';
la suma total de aconiecimientos que han sucedi-
;t, V a obietivo clel historiador aparece como el
descubrimiento del pasado, el hallazgo de lo que
ha suceclido. Pero en la realidad efectiva del pen-
sar histórico, el historiador descubre que no pue-
c1e dar un paso hacia la concreción de sus miras
sin recurrir a las evidencias; y la evidencia es algo
presente, algo que existe ahora considerado como'una reliquiio huella que legó el pasado' Si el pa-
saclo no'ha clejado ninguna huella aquél nunca
podrá llegar a conocerlo. Y si, por así decirlo' el pa-
sado ha rluelto muy confusas sus propias huellas'
todo 1o que el historiador puede ha9e1 es desen-
marañarias en cuanto su capacidad lo permita'
El pasado en cuanto simple pasado es plenamen-
* ir-t.ogr-torcible; 1o cognoscible es. sólo el pasado
"^.ruñto se halla preservado por los residuos del
presente. El descubrimiento de que el pasado es en
iuanto tal incognoscible constituye el escepticismo
20
-at{;tÉ
27
que es la contrapartida permanente y necesaria delpleno reatismo det hoÁbre. E, ," ,á;;;so porqueafirma exactamente lo contrarir;"1 "". ,firma que
,"1 fa""a9 puede conocerse en cuanto tal y que lahistoria lo conoce, el otro q"" "; l; ";noce la his-,?rj1 y no puede ,e. co.ro.ido. Es una contrapo_sición permanente porque-en donde quiera quese lleve efectivame-nte i cabo
"l p"r_rrur] histórico,se rcalizatá invariablemente el descubrimientoque es la base del escepticismo históri co. El Date yel Dlbitur son realmente gemelos. Constituye unacontrapartida necesaria ptrqr" sin la atenuacióndel escepticismo histórict, el realismo histOrico estotalmenle falso y tiene que lt"ur., .-.*p.ior",erróneas y absurdas sobie los límites del conoci_miento histórico.
El realismo histórico significa por sí mismo quetodo lo que se incluya "r lu "r*á total Je aconte_cimientos que han sucedido
", "" oU¡"io posible ylegítimo de conocimiento históri"o, ,igr"4r" ,"a."j.::_l::::::1.r;s,pueden, y por .onffi ente quanlstorradores, debieran conocer. Todo
-historiadoren cuanto tal debería conocer enteramente el pa_
i*^l1"To eso imposible debicto a ia fragitidadlTlll er m5lolhyroriador es aquel que conocera mayor cantidad de aspectos del pasaáo; y cuan_
:1TT :tr"."y:,ul pr"áu adquirir mejo. htrtoriu_cror se torna. .bsto lleva a absurclos enormes. Todohistoriador sabe que para ser historiaclor hay queser especialista, v oue e[ historiador que trata desaberlo todo no áo.,t." nada. pero el realismo his_tórico supondría lo contrario. Supondría que el
conocimiento histórico hay que computarlo por
la cantidad de hechos con los que se ha entablado
contacto, y que el más importante autor histórico
ár "f ,"iát áe la historia universal más amplia'
Por otra parte, todo historiador sabe que existen
algunos problemas, seudoproblemas-en realidad'
"r-r"lot que a é1 no lo compete inquirir porque no
á*ir," ttirg"na evidencia accesible encaminada a
responderle; y que no le cabe ninguna vergüenza
poi igr-totu, por'quo nombre se conocía a Aquiles
.runáo se disfrazó de doncella' Pero el realismo
histórico supondría que esto es incorrecto; que no
existe ningá Ímite pira el conocimiento histórico'
"^."pto lJ, Hmit"t del pasado en cuanto pasado' y
qr" po, consiguiente e1 problema de lo que desa-
y.rr'ráuu Juho óésar el dia que venció a 7os neraii
á, r'rn.r"rdudero problema histórico como el pro-
blema de si propuso convertirse en emperador de
norru. eaeÁas et realismo histórico lleva apareja-
do el absurdo de considerar el pasado como algo' todavía existente por sí en tnvoqúEúno;; propio;
un mundo en donde el peso de Galileo todavía
desciend,e, en donde el humo de la Roma de Nerón
iráur,iu inunda el aire puro, y en donde el hom-
Ur" ¿" los períodos inteiglaciales todavía aprende
laboriosamente a tallar la piedra' Este limbo' en
donde los acontecimientos que acabaron todavía
siguen produciéndose, es conocido por todos no-
,o"tror; ás el terreno del cuento de hadas en donde
las lunas menguantes Permanecen tras Ia puerta;
", tu t.tp""sta"al dichó del poeta: Mais oi sont les
"rigrt d)antqn? [Frangois Viflon] Es el levante del
22
.-I--
23
sol y el poniente de la luna. Su nombre en prosa es"en ningún sitio".
Un hecho que ha dejado de suceder no es nadaen absoluto. No tiene en absoluto existencia deninguna clase. Simplemente, el pasado no existe; yen su relación con é1 cada historiador percibe está.Hasta que siente esto firme y habitualmente sutécnica histórica es precaria. Los filósofos realistasque tratan de hacerle encajar con un pasado real afin de utilizarlo como objeto de su pensamiento,yerran decididamente en sus exigencias. El histo_riador no desea un pasado real; o dicho de otromodo, él sólo 1o quiere en sus momentos de crudorealismo. En sus momentos de escepticismo descu_bre que no lo posee, y la reflexión muestra que selas arregla muy bien sin é1.
Lo que quiere el historiador es un presente real.Quiere un mundo real a su alrededbr, no desdeluego un mundo de cosas en sí, desconocidas e in_cognoscibles, sino un mundo de cosas vistas y oí_das, sentidas y descriptas; y quiere ser capaz dó vereste mundo como el sucesor viviente cle un pasadoirreal, muerto, fenecido. Quiere reconstruir en sumente el procesó por el que s¿l munclo, el mundoen aquellos de sus aspectos que en este momentoconcreto le impresionary ha llegado a ser 1o que es.Este proceso no continúa ya. La explicación realis_ta del conocimiento en cuanto aprehensión cle unobjeto existente independientemente, no se aplicaa su conocimiento de éste. No existe en absoluto,
Ilo lo^..3pta en ningún sentido natural cle la pa-labra. Si "irnaginar" es nuestro único termino que
indique la "aprehensión" de un objeto inexisten-
te, lJestá imaginando; pero eso tampcco encajatá'
porque eI ima[inar nada dice de la diferencia entre
ir"rdua y "rroi
y él hace lo que puede para evitar
;i;;r;;'y uLairur la verdaá' Procura conocer el
pasado; no el pasado como fue en sí mismo' por-'q""
"t," ,ro ,Ó1o es inexistente sino incognoscible
oor anadidura, sino el pasado tal como se muestra
:;"f;;" a las huellas d" "" puto en el presente: el
r¡asado de su mund o/ o stt pasado, el pasado que
It "t
oU;",o propio de sus investigaciones históri-
cas, espácialiruáuscomo deben ser todas las inves-
tigaciones históricas, y que -t"'.g"1 directamente
á3t *,rrl¿o que percibá a iu alrededor como deben
surgir todaslas investigaciones históricas'
óesde este punto de vista, muchos problemas
respecto a los otjetivos, métodos y objetos de pen-
saáiento histórico adecuados hallan su solución'
Ño "orr"rponde
demostrar aqui la verdad de esa
pretensión. pspero hacerlo detalladamente en otra
iurt". po, uh*u basta con haber afirmado la tesis'g"^"rut de que tqég pels-amiento histórico es la ln-Ierp:etacion hist&ica del presente; que su proble-
.ttu i"tl¿u*enfai es: " ¿c1r:rro este mundo tal como
existe ahora ha llegado a ser 1o que es?"' y que por
álÁu turttnel pasado sólo concierne al historiador
en cuanto le conduzca al presente' Al conducirlo
al presente ha dejado su rastro sobre eI presente;
f ui i.u""t esto ha proporcionado al historiador la
Lvidencia respecto u ií *it*o, una base de par-
tida para sus investigaciones' El historiador no
"orl.rü"ru primero uriproblema y busca luego la
24 25
eviclencia clue Ie sirva de fundamento; 1o que sóloconvierte a un problema en ur-r problema real es laposesión de la evidencia que 1o sustenta.
De aquí se pone cle manifiesto que la historia noes en absoluto cluclosa. Parecía incierta, por no decirrnás, mientras irnaginábamos que su objeto era elpasado como tal pasaclo; pero aunque la cuestión"qué sucedió realmente", en clonde "qué sucedió"y "qué den-ruestra la evitlencia" se supongan dis-tintas, es por fluerza dudosa, la cuestión "que cle-
muestla la prueba" no es cluclosa. Supuesta unaformación en métodos históricos, urr bagaje de cien-cia histórica, sin los que nadie puccle juzgar acer-tadamente,r es posible enfrent¿rrse a un problemaconcreto, estucliar la solución de est¡ problema plan-teaclo por un historiadc¡r concreto sotrre una críticaconcreta cle las evidencias, y clentrur de los límites deeste problem¿r tal como h.r sirkr plirrrteaclo, suscitar
I Scr'ía micutras tanto tlest:ablc ,rtlvr.rtir tlLrc' inciuso un rer-
zonar¡ielrto histórico cst¡ict¡rrt'nIr, t orrvincente parececotrtener siempre asonlos r1e tlutl¡ p¿rr¡ rnr t r'Ítit:o que nocsté f ¿u¡riliarizarlo clirect¿rnrtlr tt' t'o r r l.r nr.r l c ri ir; un lectorque no coltozc¿t, por l:jcm¡rlo, l¡ st¡lit it'rrtt' rrur¡isnr.rtit-a
¡rara silLrcr cuáles sotr las ¡ro5ifl.'5 ,rltt'r'rrirliv¡s L,n Lll-t crlsod¡rc'lo, tro ptteclc juzgar J.¡ corrsislt'rrr'i.l rlc lir tliscusií¡lr c1e
un experto nunismático sobrc t,st. ('Js(), [)()r(lu(r vr.r.i quecieltas alterna tiv¿is se clesc¿r rt¿r lr Iiic i l.r nrt'r r Ir. s i I I s¿ lrtt porqué. De haL¡el escrito e1 nutnisnr¿itit'r, 1,,rlir lrlintipianteshu[¡ier¿r tenido clue ex¡tlicar cl fr()r(1il(" l]{'r'() n() t'rr otrcrc¿tst¡. LIno poct'Ía haber sLlpucst() tlut'l.r lr,1ii,,r (l('un itr-gu r.l)c-'n to lristórico porlría juzr:arlir u r r ir',r r, rlirnl(' (l(' sLl
objeto; pero ncl es éste el c¡rso. Sin t'nrl,irrrlo, n() [)rr('(loextendclme acluí sobre esto.
2627
l¿r cuestión de si ha clemostrado o no su tesis' La pre-
;'""" ;;;J" responderla un científico competente/
l;rná.s cludas que las que cabe esperar.de cualquier
, esnr rosta humana a cualquier pregunta que pueda
''"tl*,..r*" -n cualquier imbitt't tlel conocimiento'
Y en la certeza c1e esa resPue'sta reside la digni-
¿^Jittr.¡, la verclacl lógica' el valor científico' en
;i';;;i:1. ;;ás elevaclo .-1é e'e término' de los estu-
r-lios históricos'
¿Constituyen la histo ria y lacienciadiferentes tipos de conocimiento?a
Descle el punto de vista cle la teoría del cono-cimiento o la lógica, ¿tiene clue establecerse unaclistinción entre dos tipos cle conocimiento cleno-minados respectivamente historia y ciencia?
Suele realizarse tal clistinción: sin embargo, po-dríamos argumentar que es ilusori¿r. Está implíci-ta5 en todo el curso cle l.t ctrrricnte rle Ia filosofíaplatónica aunque Platón en r-ringírn sitio [a fc¡rmulaclaramente, a mi entencler. Pcro Aristí¡teles no sólola formula sino que lo hace c1e una forma que, aun-que c{e manera ocasional, supone conocerle. En unpasaje muy citaclo de Ia Porificr¡ st,iiali,r tlue la po-esía es más científica'' quc l¿r historia, porque lapoesía trata cle 1o universal, potlg(lnt()s ¡ror caso 1o
De Mittd (1922), con l¿r autorizat:i(rn tlt.l t'rl ikrr.Me permito sugerir, por ejentplo, tltrt' srilo tlrr cu¿llttoI{. J. Paton (Proc. Arist. Soc. [19221, pl,. (r9 y ss.) sc rnucstra,racertado ¿ll identificar en Platrin t;i^.tnítt cotl cl ¿rr-te,
así hav clue identificar ¡rimta colt l¡ historiil, cu cuantoconocimiento c1e 1cl que es actual, ¡rt'ro srilo rtrtti¡u:vot,,indiviclual.EvTooo<ptítrtpov. Huelga record¿tr ¡l lt't tor t¡trt' tr loque nosotros llamarnos ciencia Arisltltt.lt's Ilám¿rregularmente rpil.ooqirx, una c()stunt[)r(, s(.gui(1it dcsL-lesiernpre en cste país y criticarl¿t c()lt r¡n t.it'r.lo t¡¡rconopor Hegel. Lo clue en tluestros rlÍas (rlt. t.onf onrrirl.trl coll
28 29
que un tipo de hombre general haría en un tipo
áe o.arlOn generalizado (y esto, da él a. entender'
en cuanto cirtocitrtiento de lo uniaersal, esla ciencia)'
mientras que la historia se interesa por hechos par-
ticulares, tales como los que dijo una persona con-
creta en una ocasiÓn concreta' La historia' pues/ es
el cottocimietúo de lo porticular'
I. La distinción entre historia como conocimiento
de lo particular, y ciencia como conocimiento de lo
univeisal se ha convertido en patrimonio común y
se acepta en general sin más discusiones' Nosotros
propo;emos"su crítica: y como preliminar señalare-
*oi.lot dificultades que no desarrollaremos'
a) Supolre una dislinción metafísica entre dos
tipos de ente, uno pnrticulnr y otro Laliaersal'' de
for*u que cualquier cognición pueda -ser
conoci-
miento del unolndependientemente del otro' En
este dualismo consiste precisamente la doctrina a
la que Platón atacó en suPartnénides cuando obser-
,ruÉ, qr" 1o universal distinguido asíde.lo particu-
lar en cuanto objeto separado, pierde justamente
su universalidad y deviene meramente otro parti-
cular. Los nominalistas medievales 1o volvieron a
atacar en la forma en que 1o mantuvieron los realis-
tas; y Berkeley lo atacó una vez más con la doctrina
de lás ideas abstractas. De cualquiera de esos tres
argumentos podrÍan deducirse efectos desastro-
,o, puru el fundamento metafísico de la distinción
Hegel), denominamos fil osof ía
Hrt ¡tt t)'in. O tpri trt¡ t0 I t t'o't¡ it t..
lo Ilama Aristóteles ooqaia,
entre historia y ciencia: pero no emprenderemosesta tarea porque los argumentos en cuestión sonpuramente destructivos, y como todos los argu-mentos destructivos podrían desecharse como me-ros ejemplos de las "clificultades" que sólo parecenservir para estimular la fe del creyente.
ü) Podemos abanclonar la metafísica v recurrira la experiencia, que muestra con la sufiÉiente cla-riclad la inestabilidad de ese dualismo. Siempreque la gente ha clistinguiclo entre ciencia e historiacomo tipos cliferentes de conocimiento, ha tendicloa clegradar una calificánclola de seudoconocimien-to y elevar la otra a la categorÍa cle único conoci-tniento real.
1. En el pensamiento griego l¿.r cienci¿r o cono-cimiento de 1o universal es cr¡nocirniento real, y lahistoria, o conocimiento de lo prarticular, sólo es unconocimiento a medias. Según Platón lo particularse halla situado a mitad c1e camino entre el ser y elno ser/ y por consiguiente nuestras rntjores cogni_ciones posibles sobre él están a mit¿rcl cle caminoentre el conocimientcl y la ignoranci.r. No son co-nocimiento; son lnera opinión. Par¿-r Aristóteles lacalificación de Ia poesía colno más cientÍfic¿r que lahistoria supone que la poesía (y por tanto n _fortiorila ciencia), se halla rnás cerca dc. satisi¿rccr el iclealclel conocimiento que la historia. Esttr postura sehizo traclicional y af1ora de manera especial en elsiglo XtX. En ese período era corrielttc Lrr()p()nerque la historia habÍa clue elevarl¿r a lit c.ttegoríade una ciencia: lo que significa que hastir cl lno-mento no había sido una ciencia p()rcluc stikl l-r¿-rbía
30 31
aclmitido 1o particular, pero que ahora había que
eliminar esta mancho y q," tras un largo aprendi-
zaje transcurido en la adecuada forma baconiana
.1e reunir hechos, había que llevar la historia a la
tarea de trazat leyes generales y por lo tanto a con-
vertirla en una ciencia destinada a ocuPar su lugar
entre las d,emás ciencias, a1 igual que la química y
la mecánica. Esta propuesta, redimir a la historia
de su posición degraclada infracientífica' se con-
virtió Én elemento integrante del programa usual
clel empirismo y positi.,it*o del siglo XIX' y a la
ciencia en la qul ñabía que convertirla se la tituló
diversamente antropología, economía' ciencia po-
litica o social, filosofía de la historia y sociología'
2. La tendencia opuesta ha sido de aparición tar-
c1ía, pero ha c1aclo cumplida satisfacción de su tar-
duná. El rasgo principal de la filosofía europea de la
última geneñcron ha consistido en ese movimiento
,le reacción co4tra el positivismo del siglo XIX que
ha tencliclo a tachár á la ciencia como forma falsa
de conocirniento v a clescubrir la forma verdadera
en la historia. La noción metafísica c1e realidad en
cuanto proceso, movimiento, cambio, o devenir' ha
tenido or r".r".ro (acaso en realidad su anverso)' en
una epistemología que sitúa a la historia en el centro
del conocimiento. Sobre este particular se muestran
implícita, cuanclo no explícitamente, de acuerdo las
esárelas cle Mach, Bergson, James y Croce: mostrán-
dose toclavÍa incluso más plenamente conformes en
sostener que la ciencia no es en modo alguno conoci-
miento sino acciÓn, no verdadera sino útil' un obie-
tó de discusión que no es propio de la epistemología
sino de la ética. Cualquier conocimiento (tal pareceser el común principiá berkeliano a.
"ru, escuelas),
debe ser un .orlocimiento de to puJ"rU r, y páíconsiguiente debe ser historia; f" ,i"","1Uma cog_nición de 1o universal no puede ser^en modo ulgrriouna cognición sino que debe consistir en una acción.No todos intentan con este análisis ,,d,egad.ar,,
laciencia en el sentido de negarle suualor,fues aque_lla es,,ssgli¡ argumentarylritit, l, qr" í"'ri"gu,
",tan sólo su verdad.La experiencia demuestra 1o dificil que es man_
tener el equilibrio y la tentación por iáentificar elconocimiento genérico con una de sus especies, re_duciendo por consiguiente una a la otra-,L la posi_ción de mero instrumento para el conocimiento oa un tipo inferior de conocimiento. Considerandoque todos, desde platón a Croce, l-ran fallado enmantener ese equilibrio, quien desee
-mantener
er qualrsmo no fracasará y se aferrará a él por lasimple doctrina de que el conocimiento es un gé_
1e1o de dos especiei: la historiu, ..,
"orlo.i_i".rtode.lo particular, y la ciencia, o conocimiento de louniversal. Esta simple fe en la posibiliclad cle man_tener un dualismo por simplé volur¡ta¡ieciad, sinvaülar ante el espectáculo de los páliclos huesosde lances anteriores, queda incólume u,li" lu,
"r_presiones de un escepticismo desilusir¡nac1o. Nonos extenderemos en este tipo de crítica, sino quenos limitaremos simplemente a clescril.rir cómo
:f:,11 "t,.ientifico y el historiaclor c<.»rr objetivocte vlslumbrar si podemos detectar una clifeienciarundamen tal entre ellos.
II. Se acostumbra a suponer que 1o que hace el
científico, y en virtud de 1o cual se constituye en
científico, es generalizar. Cualquier otra cosa que
haga, se supone, es (en cuanto que científico) un*"dio para este fin. Cuando esto se logra su traba-
jo está hecho, y nada le resta por hacer sino prose-
guir y ttazar una nueva generalización. Esto es 1o
[ue significa e] dicho común de que la ciencia es el
conocimiento de lo universal. ¿Es ello cierto?
En cuanto opinión vulgar puede enfrentarse a
otra. Las generalizaciones pueden adquirirse de
oídas o midiante la lectura: por ejemplo, puedes
upi""a"t áe memoria la lista de fÓsiles característi-
cós de cierto estrato sacándola simplemente de unlibro. Ahora bien, la opiniÓn común mantiene que
un hombre puede ser muy leído en una ciencia ysin embargo ser incompetente en ella. Un geólogo
puede conocer los nombres de los fósiles, pero si
irallamos que los sitúa junto a un terreno actual o
en una cantera actual que no nos dé ninguna tazÓn
geológica de este objeto particular decimos que
és un impostor. Puede que repita todas las gene-
ralizaciones que (consideradas en general) consti-
tuyen el corpus de la ciencia geológica, pero si no
puede aplicarlas no es un geólogo'- Amigos y enemigos de las ciencias naturales se
muestran conformes en considerar la aplicación de
generalizaciones que les son características/ ocu-
iriendo así, pero no en la misma forma que por lo
general "".i"". Se alaba o desprecia ala"ciencia"
por su valor práctico o económico y se respeta o
denigra al geólogo por ser o no capaz de decirnos
32
'-qF
JJ
dónde hay que buscar el carbón. Se supone que lageología no significa qqbqr sólo ge4eralidades sinointerpretar los- !1ggfog particulares a la luz de esasgeneralidades: siendo capaz de decir "mi erudi-ción geológica me lleva a creer que existe carbónjustamente debajo de esta arenisca". Y se suponeque la persona que afirma esto tiene más derechoal nombre de geólogo que la que recita de memoriaafirmaciones generales.
Lu |dge vulgal de la ciencia en cuanto esencial-mente útil o utilitaria no es completamente erró-nea; encierra una importante verdad, a saber: queun científico sólo es un científico évcpyeía cuandointérpiétá lós hechos concretos basanáose en susconceptos generales, y que la elaboración de esosconceptos, sí se los considera como algo distinto asu aplicacióru no-éé é1 obleto de la ciencia sino elmedio. El geólogo évepyeia es el hombre que no seocupa de repetir, ni siquiera de deducir, verdadesgenerales, sino de mirar al campo con vista de geó-logo, comprendiéndolo geológicamente cuando lomira, o "aplicando" sus conceptos geológicos a lainterpretación de lo que ve; poseer esos conceptossin aplicarlos no es (como supondría la opiniónque identifica la ciencia con la generalización),ser un geólogo verdadero, sino como máximoser sólo un geólogo potencial, poseer l¿rs herra-mientas de un geólogo sin utilizarlas. Pero noshallamos aquí ante el riesgo de un serio error. Elgeólogo potencial sólo es una abstracción mítica:no puede existir en realidad, porque aun cuandola "herramienta" es un concepto y la "utllización"
de la misma representa la interpretación del hecho
;d*á; a través de ella,la herramienta no puede
p*"or" aisladamente' Eso sería forzar la metáfora'
lu1a1"rp'"1.:1ii,Hl['IjL1?;1'.i?J;:"ii.i:lherramienta Prevlam
ri eI con_,r" *ri"r*l irdo s"putadamente (hecho): r
;;;;; ü";-,á "po'""'" @ens1!,o a^,obseraado
,"lfá*"r*"rt"¡ ex'"pto u"' niq¡111,"],"r't 9:lotro.(Poseer o pensar un concepto es inte-rpretar
I""nlen;r;0"r.'¡ánt a mismo: fróseér u observar'Ioi*Ág-g"t-i¡rlerp.retarlo en cuanto concepto' '.
^r
La ciencia "o.,,i'iJ "" áiiu i"tátptetáéíén' vivir
f" rria, i" un científico consiste en la comprensiórt
dei mundo que nos rodea conforme a la propia
Jiá"J.-s"t un geologo significa-contemplar geo-
iili.u*"nt" un"paisí¡e' 'é' 'n fisiólogo consiste
;t$;Áplar {isiologicamente los organismos' y
;;; ;;;"'úmente. uiouleto qug- colgge el gientí-
fico no es "un universali' sino sié4pie un hecho
""r,nrfrt, un hecho que a no ser Por la existencia
á"'t, ;"tdad geneializadora no seria más que
:,-,.".',] áli"r rin íentidq. Su actividád como cien-
i¡il"I*.iá" describirse en sentido contrario como
t"- roiprr"tióru d'e los datos mediante conceptos' o
lu rr,olir*¡¿n de los conceptos a.través de la sen-
;;.ió", "intuyendo" sus pensamientos o "pensan-
áo" ,r, intuiciones' Mientras tanto' reconoce que
los objetos qu" "'tán
ante él son de esta o aquella
clase: y a veces este reconocimiento lleva al des-
cubrimiento de que son económicamente válidos'
es decir, que sirven como base para laacción' Esto
", i, qú"'f.ay de verdad en lá idea de la ciencia
3435
como esencialm,usar tecnici,_,,::f#,:l-iH,Iillu ;:l:T::*:tituye su esertciasino su;"i;;;,
".::_" máxirnosu propiedad, puesto_que r, ."pr.rar.i"de utilizar el::,19. propio quiza ieriv" ;:; j'" ;lsicra.t de sucomprensión. y tocla ciencia ii""" Lr" ilsmo carác_l:1,
no sóro ra geologi.r y l; i;;,;j;,.r,r,no incrusoIas que esramos acostumbra.lor r.B,iriaerar cornolas ciencias más abstrac,rrrlJ*, "Irq,_ri_i.o r-,oconsiste en conocer ror""iu, g";JI", ,ino int"r_pretar los cambic
J Ii,,","1' :,;;; ñ.TI.;"l1:I::ffi #r:l:[?;de Ia ¡necánica cor,i
" -";,,;;; ;,;: J" * ; il.li:t :,,ffi: m,,ilcas no consisten ta
f xi:f11':.",ruii':.;l"",TH"ffi í":,H:matemáücas. e nuestras propias operaciones
Se suele procecler a una clistinción entre Io par_ticular y lo inclividual, lo pr_"r. ""'.=r,ur_rro _".uabstracción,lo Uitin
síntesis d; ;;';;;,']: -:l :."anto el hecho concreto,
ru. y io ;;;#;"dil"ffi ::ffi"Il: j: :# §i;uso, plantearelnos nno existen .oru, ,ulr,r"stra
postura afirrnanc-lo queparticular o c1e lo ,:,:o^o,"'
conocitnic-r]to de Io ,
i: jr4i;,r;;; ü I ::l i{!Íd;ti ;1fi .li;:il",
.:;concepto (puro universat¡ son
"L,,Ja,r,.,r"r* f¿_:tr'::1is'"i#;:tl1á* :;P'*';"',, ""'"' q'"conocimien..,;;,J:""1'i1n.",l,ii;":,.?1""? j:terpretado- son sin
"_uorgo .r;:#;il: r1e ser
36,1/
tlistinguidos analíticamente. Esto cabe ilustrarlomecliante la falacia de Ia lógica inductiva. El lógicoincluctivo rrpor-ré qrr" la laÉor de Ia ciencia estribaen generalizar, en cornponer leyes universales, yque su punto de partida 1o constituyen los hechosde observación ordinaria. El problema de la lógi-ca inductiva, pues, consiste en cómo llegaremos aIa ley universal partiendo de los hechos particu-lares. Trata de clescribir este proceso en detalle:pero cuanclo ha hecho esto no puede evitarse queel particular afirmado del que parte nunca fue unpuro particular sino que estaba ya imbuido de logeneral. EI proceso debería haberse iniciaclo conel puro dato sin interpretar, pero en las clescrip-ciones cle los lógicos inductivos nunca se inicia asípor dos excelentes razones: un puro dato semejan-te no existe excepto como abstracción y por tantono puede constituir el punto de partida concretocie un proceso, y si existiera nunca podría ir másallá de sí hasta alcanzar 1o universal. De esta ma-nera el lógico inductivo inicia el proceso con elexperimento cuidadosamente seriado o la obser-vación inteligentemente registrada, lo que no es unparticulnr sino un indioiduol, un hecho concretoerizado de interpretaciones conceptuales; y desdeeste punto, que contiene ya y presupone el concep_to, procede a "inducir" el concepto que presupusosubrepticiamente. Córno tiene el valor de acusardespués de esto a la lógica silogística de petitioprincipii sigue todavía en el misterio.
El fin del científico no es, pues, "conocer louniversal", sino conocer lo indiviclual, interpretar
las intuiciones recurriendo a los conceptos o com-
prender los conceptos presentes en las intuiciones'
Larazónpor la qo" t" ha fantaseaclo tan a menudo
que su fin es el de formar generalizaciones se halla
probablemente en que esperamos que la ciencia la
contengan los manuales, de la misma forma en que
"rp".u-ot que el arte esté contenido en las pintu-
.ui. pl arte no se encuentra en los cuadros sino en
nuestra actividad que tiene como obieto la pintura:
y;Iá'éiéntiu se halla en nuestra actividad,. que em-
plea-rnánrrles científict)s, no en los propios libros
áe texto. Debe entenderse al profesor que pone
un libro de texto en manos de un estudiante como
si dijese: "No te doy la ciencia, sino la clave de la
ciencia: la información que aquí está impresa no
es ciencia, es algo que cuando sepas cómo ttltllzar
te ayudará a poner en marcha dentro de tu pro-
pia mente uni actividad que es la única ciencia"'
Frecisamente y sólo por el hecho de ser tan eviden-
te, lo olvidamos sin reparar en ello'
III. El científico generaliza, ciertamente: pero la
generalización está subordinada a su verdaclera la-
to, ". cuanto científico, la interpretacitin clel hecho
individual. Pero el historiador no perm¿rnece a un
nivel de pensamiento por debaio de la generaliza-
ción: genáraliza también y justamente con el mismo
género de intención. Generalizacic¡nes tales como
áó.li."t, textos medievales, tipos cle lctra caracterís-
ticos de principios del siglo XIV, instituciones cor-
porativas, y clemás, sirven para la intcrpretacicin de
Ln fragmento de pergamino que encaia ertl su lugar
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como un eslabón de Ia historia de una ciudad; y de
la misma manera' lt*üt' i' fauna iurásitl'I1ll'T
il;;;'J" ios lechos de Portland' y asi suceslva-
mente, son los to""pit' con los qu""u' geólogo
;.;;;; Ia historia "li:Uli;,:: J:it',K,::::
tiempo 1.:ttu p?:r:..r'más
a agruparse en 1o que
::I:H1'1,-'.''"Li?,]i;oüenaiótei::::''pario-'sraÍia,la numismáti:;' i" arqueologia y otras' Si'
fomo ,ut"tle en la *lyt"" á* lot iut-T: trabaian
ili ;, ó'l 1 .'
1: : ": n: í,T,.,:'i: J: :'J ff;:: :ill;',':"f iffi ,:;XH:i#'i?i
j'"..n.,'"dividual'enIa
reeonstlucción de ;"";;;;; histórica: existiendo
un cierto riesgo d" il;;i;;q;eóiogo' baio el influio
de la falsa t"oriu a'Jiu .iáti.r^ Oy" n:T.t critica-
do, pueda olvidar "'to' P'"d" incluso llep'ar a pen-
§;[;";"0"0'* uül t'i"o'ii h' :'i:totalmente
superad,a por su p'Ji'" t*"ti' y ^:::t-ttmo
ella'
.uvo fin no es el a"'iJai'ia'alizar sino generalizar:
;?;";;;; io"ru'iá""s del tipo "podemos aseve-
rar ahora q'" tG;;; l"ril egtitola ;1lstruvo un
fuerte" sino en h;;;;";:di*:'-lryerar ahora
oue los cuencos "tiuno''d" ta'mano 29 quedaron
Írera d" "o tlut#'"ilá" ao de la era cristiana"'
Ciertamente "'tu r'itlrnu es la forma en que se pre-
sentan ru' to'-ttrtiio'-'J'"áá *'"i-tus monografías
valiosas: p"'o "'io'J"
*Jebe precisamente a que 1a
monopsafía "r"'l'i.i'"" "J':':-ilq:"casional en
las carreras ti"'-tti{ical áe sus autores y lectores' algo
ocasional t'y^ t;;;;;;ti" reside en su influencia
sobre la int"'p'"iuvtláil;i; hechos individuales'
Las monogr¡rfí¿rs no sc¡n arilueología: c.r r-.le serlo, laarqueología es entonces ulra abstraccitrlr falstr cle-bienclo c{ecir que las rnouograhas nt¡ sotr historitr,puesto clue la i-ristoria es I¿r ¿rctiviclacl concreta quelas produce y las trtiliza.
Los positir.istas clel si¡1lo XIX tenían r.tzón alpensar cluc. la historia poclrí;r 1r sería c¿lp¿tz c1e con_vertirse er¡ científica. En parte conlo résultac-lo clesu labor se cc¡nvirtici simultáne¿.rmentc en r-nás crí_tica y digna de créc{ito, así como m¿is intc.resaclapcrr los conceptos generales. pero su interés por losconceptos generales, reflejaclo en la aparición clela arqueología y ciencias sernejantes, erla e.l interésdel trabajador por la mejora cie sus irerramientas.La historia no suborciinó la cletern-rinación cie loshechos a la cor-nposici(¡n cle leves gc.ner¿rles basa_clas en ellos; esa ic-ie.r fornlti }rarte ilrc{isolul¡le clela falacia incluctiv¿r. Creó clentro cie sí ntrevos con_juntos de pre¡5¿11-,ieltto fIellcral suborrlin¿rc]os a sumismo fin suprer.no, Ia cleterminac-iírlr o interpreta_ción clel hecho inc-livicluai.
IV. El análisis c1e la ciencia cn tcnninos episte_mológicos es, pues, icléntico ¿rl ¿rlr¿ilisis cle la his_toria, y la distinción cntrc. ellos cn cu.rnto tipos clecor-rocimientos incle¡re.nrlierrtes es Lut¡ ilusión. l_abase cle est¿r ilusiór'r clebe buscarsc en l¡ Itistori¿r cielpensanriento. Los antigur-rs elabor¿troll r_rrr tipo clepensamiento ciet.rtífico rnurchc.r m¿is t,lr,vartr que e,lclel pensan-riento histórico: cienci¿,rs talr¡s r:orlo lasmatemátic¿rs, ia física, la lógictr, l¡t ¡strollt.rnría, etc.,¿rlcanzaron entrc. los griegos un gritcJo r.lc tlcsarr.olkr
! ()ir el qr-le la historia no rivalizó hasta el siglo XVII'
,us reflexiones filosófic¡rs se concentraron/ Pues/ en
,.1 r¡ettsamielltt¡ científico, l1o el1 los logros filenos
,1.1t.,,--.,.1.r. de Ia hrstoritr; y clescle ese t¡olnento
lr¿rst¿r ei siglo XIX continu(i existienclo una falt¿r de
ulutullit,rio ;ntrt- l.r epistemología de [a ciencia y la
;;1,;i;;;;ra tle la'historia' Lo ""'-""tu"ncia
fue
( ¡Lre r-n 1.r telrla tle l'r cic-lrci¿r la atención siempre es-
ii,"" .f;trgi¡a hacia lt)s conceptos de los principios
cle interpretaciÓn colrforme a'los cuales procecle la
lot-roll u.iiru clel pensarmiento' mientlas que 1¿r teo-
,io .f" la l-ristoria st-' lilnitri con atenclel al procluc-
to c{el peusamiento 'rcabaclo' la lrarrativa histórica
plentrmente estructura cla' Este es el fundalrento
.t" to.lu. las sttpuestrrs diferenci'as entre historia y
cierrci¿r. De aquÍ que ser haya clicho 1": lu ciencia
preclice, mierliras que la histori¿r se limita a regis-
iru, "l pas¿ldo. Esto es falso (la geología registra el
Dasado, la histol'ia anuncia que Ia cer¿imica eslrralta-
Il, .'" "...f.'*e h.lll¡r.r .'n u"'tt' ruitl¡s rnt'tlicvales)'
;;pa en el senticlo cle que 1o clue clenominarnos
or¡iiro.io-"nte lristoria -la narrativa colsumada
i;;;á; por el historiaclor cuanclo ha ctejatlo cle tra-
f-,iju, "n
ella- es completa e.inamovi'ble' nrietrtras Io
oue clenomillalrros 'ribitlrari'rmente ciencia (la mera
.]""*"iirr.tt¡n absttact¿r) constituye un es t¿r tlio pri-
^itir,, clel proceso cie pensamiento-c111 asPira a su
froprn periección nrecl'iante lo que la lógica induc-
tiv.l den()mill.l vt'ri f i('JCl( )ll'-fambién se' clice qtrt' el l¡rhrcipal impr-rlso cle la
ciencia es erl petrsanrielrttt ir-itico' y cl c1e la histo-
,in, "t
princiiio de autoriclacl' l-o cual es una vez
4t) 47
más totalmente falso, a menos que nos refiramosa la ciencia incipiente y.a la histár;u y) trnnirrdo;pues sólo es crítico un tipo .ie labor-.ñ aún no seha llevado a término, y dogmáticn Éru.,a., ," t_ruculminado. Un historiaáor, áurlJo uJtL .o_o tot,es crítico, de la misma forma q"" l;;;;n científi_co en ejercicio, y el científico que ha Il"grdo n ,n,conclusión la formul¿, ."gm i.j.'"1'_i,rclo s;be,tan dogmáticamenre comá et pr;,;;';. hacerloasÍ supondría una afectación p"aont" * in.in.*.o..a'3' y otras distinciones i;;;;j;;"son er re_
llltaclo de comparar una iclea interna de cienciacon una visión exterior cle la historia; y'laciencia,como proceso actual de pensami"ntá,,"orl la his_toria como artículo muerto y acabado. Cuando seconsidera a ambasd "."f i; " ; ;;; J:il:, "JIff :f# HL[:L";y cle lógica. La clistinció" t.uai.Orrui;;, hernosapuntado, tiene su
limpre, "í r,".r,o*;:3:: :,?;IL::T: "l':ff:
que la historia: y no e, nin,,r.¡n , i,, ,,;:...^":r á gi- é,",. ;i ilái,: ;I::#:,]f :: :;r:,TJ""# i;ciencia y la historia, mutilanclo J"il;; los ele_mentos esenciales del conocimiento: el elÁento degeneralización v el elgyento cie inclivicju al¡zaciOn,j"..1.:1, que.Ái mutilados,
"; il;i",ürendersr unas veces Ia historia y otras lá ciencia opur""",como forma ilegítima de"conocimiilr-'" "
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La teoría de los ciclos históricosT
Cuando la viuda y la señorita Watson asumieronla formación religiosa de Huckleberry Finn, su espí-ritu impresionable resultó al principio fuertementeafectado -según sus propias palabras, estaba empa-pado de sudor- al oír la historia de Moisés. Luegose enfrió su interés por Moisés porque la señoritaWatson hizo saber que Moisés estaba muerto desdehacía mucho tiempo, y Huckleberry Finn, como élexplica, no tenía en cuenta a los muertos.
Fue una reacción muy elemental ante la historia;pero las reacciones elementales ponen a menudode manifiesto verdades que resultan ensombre-cidas por una actitud filenos natural, y tiene quevolverse ligeramente de nuevo a ellas antes de quepodamos ver las cosas tal como son. HuckleberryFinn puede presentarse en este caso como el bebéo el lactante de cuya boca el historiador tiene queaprender la sabitlu ría.
Moisés está muerto y no hay necesidad de ba-ñarse en sudor por é1. No incumbe a nadie darleconsejo, ni proseguir o desbaratar sus planes; a
nadie se requiere para trabajar por é1 o contra é1,
para incitarle a que se decida a ser pro Moisés o
I Tomado de Antiquity (1927), con e1 permiso del editor