Reportaje Can Fusté

Post on 29-Mar-2016

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Reportaje can Fusté

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Por: Lina Escobar

Me quedé mirando por varios minutos los vidrios de un lugar muy cercano a la escalera donde vivo. Azules y blancos me fueron llevando a rodear el lugar. En el medio un nombre, Can Fusté, y los azules se iban intensificando. Finalizando predominan los marrones, pero el azul aún permanece. El olor que proviene de este lugar me da una pista bastante acertada, un restaurante.

Estaba lejos de imaginar que azules y marrones me llevarían al menú mas exquisito de Barcelona. Mar y tierra, presentes en el Can Fusté, restaurante de María Plaza, orgullosa de su historia y sobre todo de su padre quien empezó con este negocio el 13 de junio de 1973 cuando aún había campo y por allí pasaban las cabras.

Emocionada me muestra muchas fotos y me cuenta que la relación de su padre y de ella con el Fútbol Club Barcelona, fue y és no solo profesional, pues algunos jugadores van a comer frecuentemente después de los partidos, sino personal; a su esposo lo conoció por medio de un jugador del Barça, y en su fiesta de 16 años sus amigas del colegio alucinaban viendo a los jugadores en el restaurante.

Se detiene un momento en la foto de Enrique Castro González, conocido como Quini, ex jugador del equipo y me cuenta que el restaurante fue posada de muchos periodistas el 1 de marzo de 1981 cuando lo secuestraron al salir de un partido con el Hércules de Alicante.-“Los periodistas dormían y comían aquí”-afirma

Por último saca un libro de memorias donde tiene la firma de todos los que han pasado por ahí.

Cantantes como Rocío Durcal o Rafael, actores como Javier Bardem, futbolistas como Maradona o Ronaldo y pintores como Cuixart entre muchos otros políticos, músicos y cineastas.

María es una mujer bastante ocupada se dedica a su familia y al restaurante, y mientras que atiende unas llamadas me presenta a Jose, el cocinero.

El ambiente cambia un poco, la cocina es una fiesta, allí bailan colores, olores y sabores y Jose empieza a preparar el plato más típico y pedido del Can Fusté; Tronco de Rapé del Mediterráneo con salsa de asado y dos tipos de cebollita

Doce y media en punto y empieza la labor maratónica; el cocinero no deja de moverse y sus compañeros me distaren con chistes.

Es su segundo hogar, allí hablan de política, religión, comida y por supuesto de fútbol; exigen que haga dibujos mejorando su aspecto físico, , piden copias y todo esto sin soltar sus cuchillos.

De repente se callan y por un periodo largo de tiempo no hacen mas que correr con platos, mariscos, carnes, verduras y vasos. Es la hora crucial en la que llega la gente a comer, especialmente empresarios muy bien atendidos por sus propietarios.

María vuelve conmigo y me asegura, muy orgullosa, que su restaurante tiene precios un poco altos pero que los amerita, pues los productos con los que elaboran las recetas en el Can Fusté son escogidos y traídos uno a uno de los lugares que tengan la mejor producción de cada uno de estos, al igual que el vino; hace énfasis en el jamón que por cierto se ve delicioso.

Me lleva a su oficina y puedo percibir al final del día que ella ama este lugar; su familia está presente por medio de dibujos y fotografías en todas las paredes. Me cuenta que en le restaurante son un poco de todo, hasta psicólogos y que les ha tocado lidiar hasta con problemas de pareja. Me explica que el restaurante tiene tradición y por último añade que el exterior lo cambiaron por un tema estético que exigía el ayuntamiento y que desde entonces cambiaron la fachada del restaurante poniendo estos mosaicos de vidrios armados a mano uno a uno representando el mar y la tierra los dos productos básicos que maneja el restaurante, mariscos y carne.Me despido y salgo por la misma puerta por donde entré, y el olor se hace aún mas delicioso, María se despide y su última frase afirma lo que estuve sintiendo durante mi visita al can Fusté. -“La idea es que la gente se sienta como en casa”- y así fue.