Post on 06-Mar-2016
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Todo comienza con la elección de propuesta a elegir entre cinco candidatas. Tras
elegir el grupo al que queríamos pertenecer, en este caso el del bosque fantasma
como nombre inicial, nos dispusimos a organizar el grupo repartiéndonos las
tareas.
El primer objetivo era conseguir un material plano, en láminas, rígido, y el que
cumplía con estas características era el policarbonato, pero el problema era que
los materiales deberían ser reciclados y el policarbonato es demasiado caro como
para desperdiciar los restos usados, por lo que este quedaba descartado.
En su lugar, se nos ocurrió utilizar botellas para darle volumen a los árboles ya
que era más fácil de conseguir dado que uno de los componentes del grupo
contactó con la empresa de Coca-Cola para darnos las botellas.
Cada semana llegaba una bolsa de botellas, así que eso nos limitaba un poco el
avance de los árboles ya que dependíamos de cuando llegasen más botellas para
poder seguir fabricando más piezas.
Para empezar con la fabricación de un modelo probamos muchas y variadas
formas de hacer los árboles. Teníamos claro que, si iban a ser de tres metros
mínimo, no podríamos hacerlos de una pieza, así que los dividimos en tres partes:
la base, el tronco y la copa.
El elemento que utilizamos para unir las botellas fue silicona caliente. La base la
hicimos con las botellas más grandes para que al llenarlas de agua aguantasen el
peso del resto del árbol. Algunos árboles tenían tres en su base y otros de mayor
longitud cuatro.
El tronco estaba formado por tres o cuatro torres de botellas encajadas entre sí
por las boquillas, y entre los troncos con silicona y con nailon para su mayor
seguridad.
Las copas se hicieron pegando muchas botellas espontáneamente de forma que
se creara un cúmulo de botellas de las que salían tres botellas, las cuales
encajarían en las torres.
Conseguimos crear una fábrica en cadena de aquello, nos reuníamos día y noche
y sacábamos tiempo de donde pudiésemos. Había días que nos veíamos desde
por la mañana temprano, parábamos para comer, y seguíamos después de comer
hasta por la noche.
Una vez que tuvimos un primer modelo, un árbol completo, hicimos una prueba,
montamos el árbol para ver qué le ocurría y mejorarlo después.
Comenzaban los problemas, lo que nos ocurriría más adelante en la demostración
en el escuela debido al viento, nos pasó ya antes en las primeras pruebas de
montaje. El tronco cedía por el peso de la copa, ya que, algunos enlaces entre las
botellas no eran muy sólidos y las copas se partían en dos mitades.
Frente a esta situación, recurrimos a usar el nailon como cables tensores para
anclar los árboles a otros árboles y a rejas o cualquier otro elemento que nos
ayudara a sostener nuestros árboles.
Una vez resuelto este problema, llegó el día de la intervención en la Casa de la
Moneda. Cargamos los árboles en una furgoneta y en un coche. Llegamos a
nuestro destino a las 9 de la mañana y descargamos las piezas. En el traslado,
las piezas habían sufrido algunos percances que solucionamos al instante con
silicona y nailon.
Colocamos las ocho bases, encajamos los troncos y las copas. Cada uno debía
sujetar uno mientras otros pasaban en nailon entre estos para estabilizarlos.
Tardamos en montarlo todo unas dos horas, tiempo record gracias a que no surgió
ningún imprevisto y todo salió mejor de lo que esperábamos.
Nos sorprendió la cantidad de gente de la calle a la que le interesó nuestro
proyecto, que se acercaba y tenían curiosidad por saber qué estudiábamos, se
paraban a preguntarnos en qué consistía el trabajo. Le hicieron fotos, posaron
junto a él o nos hacían posar a nosotros. No nos criticaron y lo acogieron can
bastante agrado.
De todo esto hemos aprendido lo que es trabajar en equipo, lo que es la
responsabilidad, el esfuerzo, el compañerismo, el sacrificar algunas cosas por
quedar en cualquier momento. Hemos tenido que enfrentarnos a nuestro primer
proyecto desde cero y a saber afrontar los problemas e inconvenientes que
conlleva. Hemos cargado con una serie de límites que hemos sabido mantenerlos
y llevado.
Nos hemos complementado, ayudado uno a los otros… Hemos superado muchos
momentos de desesperación y situaciones sin saber qué hacer y aún así todo ha
salido adelante. Además, se ha formado un grupo magnífico de compañeros que,
probablemente, sin este proyecto no se habría creado.
Hay muchos arquitectos que trabajan solos y, seguro que tiene sus ventajas y el
mérito se lo lleva una sola persona, pero el trabajo en comunidad no es menos y
el poder compartir los logros con otros es satisfactorio y reconfortante porque
siempre tienes a alguien que te apoya.
Como ya se ha visto anteriormente, la Casa Meuli es prácticamente un cascarón
de hormigón armado con apenas ciertas entradas de luz en sus cerramientos, lo
que la hace fría, encerrada en sí misma y con aspecto inacabado, lo cual encaja
con el paisaje descuidado y salvaje que le rodea. Con este kit pretendo
complementar la casa con un espacio más abierto y público, utilizando para ello
grandes ventanales y el vidrio como elemento protagonista.
La casa consiste en un prisma cuadrangular e irregular, aproximadamente la
tercera parte de la casa, rodeado por una valla, que se sitúa en la parte trasera de
la parcela de la Casa Meuli, en el jardín.
No tiene un uso definido, pero por su distribución puede servir como lugar de
descanso, sala de reuniones…
Uno de los alzados de la casa es de vidrio entero y está compuesto por un cristal
de seguridad, por el cual se puede acceder al interior mediante una puerta
corredera de dos hojas. El otro alzado, que da al interior de la parcela, contiene la
puerta de acceso principal y consta de un zócalo de piedra y cristal de seguridad
hasta el techo. Los otros dos, al igual que este último, constan de zócalo y vidrio.
El techo es del mismo material que el de la casa y tiene un lucernario en el centro
del mismo.
En cada tramo tratamos de analizar los distintos sentimientos,
sensaciones, emociones, pensamientos que transmiten los diferentes
puntos de los alrededores de la Casa de la Moneda a los viandantes al
pasar por ellos. Así, según te dirigías por una calle llena de bares, te
producía alegría, sensación de bullicio, ruido… en un callejón las
sensaciones eran muy dispares, tales como agobio, soledad, inquietud,
tranquilidad, silencio…
En el vídeo lo hemos reflejado colocando estas palabras en las fachadas
de los edificio que nosotros pensamos que pueden dar más pie a generar
un cúmulo de sensaciones, ya sea por sus magnitudes, su grado de
belleza, etc.