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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA CONCEPCIÓN Y DE LA CAÑA
DULCE DE JINÁMAR 2017
Aquella mañana de primero de septiembre, del año 1979, me
levanté temprano. Me acerqué impaciente al instituto de Isabel de España,
junto al Obelisco, y allí, el gran salón se encontraba repleto de compañeros
de carrera, que habían aprobado en la Escuela de Magisterio de Las Palmas.
Todos nerviosos. Se había publicado la lista de concursantes para la elección
del destino de trabajo. Era el sueño de nuestra vida, dejado atrás años, horas
de estudio, de esfuerzos y responsabilidades contraídos.
Había esperado ese momento por mis padres, por mi familia, por
aquellos que habían confiado en mí, por mí mismo. Tiempos de infancia en
mi pueblo, de formación cristiana en el seminario diocesano de Tafira,
tiempos de preparación para la vida y por la vida. Era el momento de hacer
realidad una esperanza, una vocación: Ser maestro de escuela.
Por obtener el acceso directo, gracias a la alta calificación en la
carrera, pasaba a tener plaza de funcionario directamente, sin enfrentarme a
las oposiciones siendo uno de los primeros en elegir el destino. Leí, repasé
una y otra vez el listado de centros con plazas libres; podía haber elegido el
lugar que quisiera: Las Palmas capital, Telde, Carrizal, algún pueblo del
norte…y apareció el nombre: C.P. Fernando del Castillo y del Castillo. La
verdad que no conocía muy bien el lugar, y me imaginé que era verde, fresco,
con mucha luz, rodeado de montañas,….algo bucólico, y elegí Jinámar. Lo
había confundido con Marzagán, los Hoyos. Repito, elegí Jinámar, y hoy 38
años después nunca me he arrepentido de tal decisión: Jinámar siempre ha
sido mi segundo pueblo, amén de Carrizal: soy hijo de los vientos del Sur
de mi isla.
Gracias Jinámar por haberme acogido en tu seno.
Aquel mismo día, me acerqué a buscar mi primera escuela. Pregunté
y recorrí todo el pueblo: una iglesia, una plaza, calles empinadas y en mal
estado. No era el lugar que me había imaginado. Me dijeron que el colegio
se encontraba subiendo una calle junto a la plaza. Llegué a la parte más alta
del pueblo (Lomito de San Antonio, calle Ardilla); allí no había nada que se
pareciese a un centro educativo. Bajé a la plaza y nos indicaron que la escuela
se hallaba en la carretera general, en la caja insular de ahorros. Era una
habitación bastante amplia, llena de pupitres y de chiquillos, solo de niños.
Me encontré con un hombre fuerte, campechano, que hablaba en un tono de
voz más bien bajo. Se llamaba don Aniceto Rivero, director del centro y
operario de la caja de ahorros. Me extraño. Me indicó donde estaba ubicado
el centro, en El Cascajo. Y en medio de entresijos de calles, me lo encontré.
Aulas y casas de techo de tejas, un amplio patio, y en el exterior un enorme
solar convertido, con sus puerta de trozos de palo, en un campo de fútbol, y
maestros y maestras de escuelas…hombres y mujeres de la escuela de los
pueblos de mi tierra canaria, separados los niños con ellos y las niñas con
ellas. Me sorprendió
Era septiembre, principio de curso, mi primer año de maestro. Mi
“mochila” cargada de proyectos nuevos, de ideas vírgenes, de ilusiones
utópicas. Mi mochila cargada de La Escuela Canaria, repleta de idearios
educativos, de planes de centros, de participación democrática de todos los
miembros de la comunidad educativa; en el horizonte por construir una
escuela nueva que sustituyera los últimos coletazos de la aún vigente, la
franquista, la colonizada, una escuela que el pueblo fuese la propia
escuela….pero especialmente la escuela de los alumnos y alumnas, e
involucración plena en la vida que les había tocado vivir: crear una
sociedad de hombres y mujeres nuevos para la historia de un pueblo, el
pueblo canario, para la sociedad más comprometida, más humana.
Nuevos portadores de sueños, llenos de vida, llenos de esperanzas…
Vaya desde aquí mi reconocimiento público a esos maestros y
maestras que transitaron caminos, pueblos, con aulas masificadas y sin
recursos, sólo unos libros, unas libretas de rayas, unos lápices, una tiza; a
veces abandonados por la administración, entregaron toda su vida entera a
sus alumnos. Quiero homenajear esta noche a todos los compañeros del C.P.
Fernando del Castillo, en especial a don Aniceto y la señorita María que tanto
aprendí de ella. También al Pote, señorita Paz y don Agustín, y a don Juan
Valenciano que tanto aportaron en los cimientos del nuevo proyecto que se
avecinaba.
Y nos pusimos en marcha: era la primavera educativa
De golpe me encontré con “Rusia la Chica”. Jóvenes del barrio que
poseían una conciencia de cambio y de lucha por mejorar Jinámar desde
todas las perspectivas. Allí se hallaban Tavito, Lolo, Miguel Guerrero,
Ignacio y Chano Quintero, Marta Hernández (hermana de Manolo el del bar)
Manuel, Loli Hernández, Miguel Cedrés, Andrés Cruz, Bernardo, Fefa y
Gilberto Castro, Delia (Que el Dios de los dioses la tenga con Él). Les
llamaban los Pepsi Cola. Y el patriarca de todos ellos: Juan Tejera Santana
(Este pueblo no pueden olvidar jamás a Juanito, referente de la lucha contra
el franquismo y valedor de su pueblo)
Y por primera vez a mis alumnos: Pablo, Marta y Soly Hernández
Oscar, Cristo, Soli, Paco y Rogelio Quintero, Joselito, Soly Medina, Marian,
etc.
La lucha por la construcción de un “Colegio digno” marca la
salida…Son años de fiebre por construir centros de enseñanzas en toda
Canarias; la historia tenía una enorme deuda con nuestro pueblo. Se
involucra toda la comunidad educativa (padres, profesores, alumnos),
entidades y vecinos: huelga, manifestaciones, encierros en el salón de pleno
del Ayto. de Telde. En aquel entonces, Francisco Santiago era el alcalde.
Soñamos con un centro con biblioteca, canchas, talleres,
jardines…que nunca habíamos visto en nuestras vidas. Al final se culminó
la obra y le pusimos el nombre de C.P. José Tejera Santana. La tarde de la
inauguración cogí una botella de champán, subí a la azotea del nuevo centro
y la rompí contra el muro como si fuera un barco recién estrenado. La
mancha de tan preciado “manjar” quedó impregnada en la pared por años.
Era un día de enorme alegría. Reconocer el trabajo de los padres, en especial
las madres de Jinámar y de Lomo Blanco que siempre abanderaban la lucha
motivadas por Carmela, nuestra Carmela la roja como se le llamaba.
Tampoco olvidarnos de Vicente y Pepito Fleítas. Momo Trujillo
El José Tejera se convierte en la casa del pueblo de Jinámar. Todas
las iniciativas que contribuyen en la mejora de la calidad de los vecinos del
lugar se debaten y se buscan soluciones. Se incorporan nuevos alumnos del
valle de Jinámar (fase II, III y eucaliptus I).
El centro es fuente de proyectos educativos innovadores, de
participación real y de libertad; el profesorado se involucra en la defensa de
la “escuela pública, gratuita y de calidad”. Por la noche se implantó una
extensión de clases de adultos. Las canchas se llenan de todos los deportes,
especialmente el balonmano con Juan Rodríguez, fútbol sala, baloncesto,
atletismo, balón volea. Fines de semana de cine para los pequeños y
discotecas para los adolescentes, fiestas de padres para recaudar fondos para
el viaje de fin de curso de los alumnos de octavo de EGB. Incluso se crea
una comparsa para los carnavales de Las Palmas. El Consejo Escolar, el
papel de la Asociación de padres Kunkeli, marcaron el nuevo ideario
educativo.
Y aparecieron ellos y ellas, maestros y maestras que muy pronto se
involucran en el proyecto. Victoria Ares, Joaquín Nieto, Alicia, Paco Viera
y su esposa Loli, Manolo Chavanel, Dalila, Isabel, Don José y don Carlos,
Mariola, Isabel, Maya, Paqui, etc. y desarrollan un compromiso directo con
la comunidad. Y, al final, con ella, llegó Jinámar: La señorita Inmaculada.
Y se pone en marcha el comedor escolar que tantas necesidades palió.
Fuimos el primer centro de canarias que elabora el proyecto
educativo de donde emana el ideario, los objetivos que marcarán los
nuevos caminos de la escuela canaria.
Educar en valores por la solidaridad, la igualdad, la convivencia. La
lucha por la paz se convierte en nuestra principal “bandera”:
actividades, concentraciones, canciones referentes por crear un mundo
más justo, más solidario, más humano.
Educar en la libertad, en la participación, en la responsabilidad y
compromiso, pero también en la alegría, en la belleza de las cosas, en la
utopía por mejorarlo todo.
Mochilas en las espaldas, saco de dormir, caseta de camping, y caminar.
Caminar atravesando campos, montañas y barrancos; enjuagar la cara en las
aguas cristalinas de la Caldera de Taburiente, “la catedral del sol, canto del
amor a la naturaleza”, como dice Luis Morera; noches con el universo,
estrellas y constelaciones al alcance de nuestras manos, y la luna blanca que
ilumina la vida. Sentir el frescor de la arboleda y el olor a humedad, los
cantos de los pájaros en el Garajonay. El calor a fuego y la sequedad de
Timanfaya. Elevarnos a lo más alto y sentirte libre en Ucanca, El Teide;
identificarte con tus ancestros en Tindaya….Aterrizar en La Graciosa,
Lobo…y nuestra isla, Gran Canaria, ascender al Roque Nublo, sentir Inagua,
Chira, La Presa de Las Niñas, Osorio, El Garañón..
“Dueños de la noche, reunidos alrededor del fuego, mis canciones y
mi guitarra viajera y fiel con sus cuerdas siempre afinadas.”
Siempre caminando; saboreando la tierra canaria, y ellos y ellas, los
alumnos siguiendo el sendero, conociendo la tierra que pisa, queriéndola,
amándola y defenderla siempre de cualquier atraco. “La mochila es tuya,-les
decía-, es solo tuya, como la propia vida; sudor, trabajo, penas pero también
la alegría por construirte como ser humano, libre bajo la sombra, protección
y fortaleza del pino canario y el canto de los pájaros”.
Y plantamos árboles y palmeras, y huertos escolares
“Un pueblo sin raíces, muere despacio…y queda sin Historia”.
Educar en los valores de nuestro pueblo canario, en la identidad, en
el sentido de pertenencia, en lo que nos hace distinto, en nuestras
costumbres y tradiciones, en la Escuela Canaria.
“ Mis padres me enseñaron que los canarios somos diferentes, abiertos
al mundo, “nuestras puertas, nuestras casas siempre acogedoras a los que
vienen de fuera y los integramos como parte de nuestra familia canaria”.
El Colegio Público José Tejera Santana fue uno de los pioneros en
celebrar El Día de La Paz, de La Cometa, de Canarias, del Medio Ambiente,
del Árbol….los Carnavales.
Estando una mañana por San Gregorio, hablando con un amigo, me
dijo: “Pedro, quiero aportar, colaborar por los niños y jóvenes de
Jinámar”. Se llamaba Venancio Benítez Falcón. Se lo comenté a Pablo
Rodríguez, que siempre hemos compartido la amistad y las batallas, y se
fundó el Club Fútbol Sala Centro Comercial Venancio. Durante años se
orientó el deporte hacia una buena convivencia y hacia una vida sana. Llegó
a tener siete equipos federados (3 de fútbol y 4 de fútbol sala). Pablo lo
coordina todo. Gracias Venancio por tu gesto, Que el Dios de los dioses te
tenga en la gloria.
1995 dejo la enseñanza, por asumir el cargo público de concejal del
M.I. Ayuntamiento de Telde, y en el 2003 me incorporo otra vez a la
docencia en el IES Jinámar II.
Desaparece la EGB y me enfrento con la Educación Secundaria
Obligatoria. Todo había cambiado. Un centro sin proyecto educativo, a la
deriva, con muchos problemas de convivencia, fracaso y abandono escolar y
una fuerte inestabilidad del profesorado.
Un grupo de compañeros (Paco Reyes, Zumaquero, Juan Bolaños,
José Miguel Barreto, Carlos Hermosillas…Gracia, Mari Pino) después de
reflexiones y debates, nos pusimos de acuerdo en afrontar una nueva etapa
de compromiso con los niños y jóvenes del centro, con Jinámar. Se trabaja
en la convivencia, en desarrollar los pilares de la comunidad educativa, en
crear un claustro estable y Paco Reyes asume la dirección del Centro.
Destacar el proyecto “Descubriendo tu Identidad” como objetivo trasversal
del ideario educativo que marcará los pasos para una mejor convivencia
creando dinámicas de grupos que asumieran mayor participación y por otra
parte, conocimiento de Canarias, sus islas, sus pueblos, su cultura y su
historia la etnografía y parajes naturales. Así descubrieron nuestras islas,
El 8 de diciembre del 79 me encontré de cara con La Inmaculada
Concepción. Me había levantado temprano, preparé “carne en salsa”, en la
cocina de mi casa de maestro, ¡bonita casa de tejas!; salí rumbo a la plaza.
Días antes habíamos instalado el bochinche del colegio para recaudar fondos
para el primer viaje de fin de curso. Al llegar a la entrada al Cascajo me di
de bruces con la muchedumbre; cientos y cientos de personas venidas de
fuera, gente que caminaba en ambas direcciones, gente que tenía en su alma,
en su ruta, la visita a la Virgen, a la Inmaculada. La devoción impregnada de
siglos, la fe candente del peregrino que ama a su Virgen, el pueblo sencillo
y humilde que sabe ciegamente lo que quiere: Estar presente ese día en
Jinámar porque toca. Es la tradición renovada. Gente de todos los rincones
para celebras personal y colectivamente las fiestas que sus antepasados
habían marcado con una “X” como día preferente en sus vidas.
A la derecha de la carretera, en el antiguo campo de fútbol, en el que
muchos partidos jugué con mis alumnos y amigos del lugar, estaba instalado
los “cochitos”, alegría esperada por la chiquillada. No cabía ni un alfiler y el
polvo de la tierra humeaba con la música y las bocinas de los feriantes. Tardé
más de media hora en llegar a la caseta donde me esperaban mis alumnos y
padres, ansiosos por abrir el chiringuito…..un chiringuito que año tras años
ocupaba un lugar preferente en las mediaciones de la plaza, que año tras años
padres, profesores y alumnos defendían, sólo para que sus hijos disfrutasen
por primera vez un viaje de fin de curso a las islas o a Galicia. Eran unos días
frenéticos de trabajo, y de alegría, de música y de encuentros compartidos
por toda la comunidad, de socializar y empatizar nuestras ideas,
sentimientos, experiencias..etc. y crear “la escuela de los Pueblos”.
Durante todo este tiempo se padeció lluvia, viento, frío, algunas
desavenencias, lágrimas y tristezas; también algún accidente de algún
camión que se lo llevó por delante. Pero allí aguantó durante 15 años. Se
había convertido en el nuevo inquilino de la plaza, la nueva caja de “turrones
de Moya”. El chiringuito fue la casa donde el esfuerzo, la responsabilidad y
los corazones dieron lugar a un fruto precioso “Vivir la experiencia
compartida de la comunidad escolar del José Tejera”.
La plaza y su entorno derrama olores al fruto de mi tierra canaria,
del país. Nunca había sentido tan de cerca los colores, los aromas; la
aceituna, las naranjas, las támbaras, los dulces de Moya, los chorizos de
Teror, los quesos, y en una esquina, calle dentro de Granada, se encontraba
la caña dulce, como si no existiera, pero estaba allí, centenaria, para el
deguste de todos. El mercadillo tradicional de siglos aún se mantenía
intacto, el mercadillo cargado de sudores, trabajo y a veces lágrimas, se
mantenía vivo.
El colegio se había convertido lugar de debate. Así se fundo entidades
como la Asociación de Padres de Alumnos Lothus Kenkeli, la Asociación
juvenil Sima Jinámar, el Club Futbol Sala C.C. Venancio….y en el año 1990
El Patronato de Fiestas, Cultura y Deporte La Concepción y La Caña Dulce.
Las fiestas, hasta entonces, la organizaba La Asociación de Vecinos La
Concepción y el Club de Fútbol Jinámar. Un año antes, un grupo de vecinos,
jóvenes en su mayoría encabezado por los Pepsi Cola, habíamos lanzado un
panfleto, un tanto clandestino, donde nos pronunciábamos por elevar
nuestras fiestas a la altura que se merecía por la devoción a la Inmaculada y
por exaltar la caña dulce, como símbolo de la historia de nuestro pueblo,
Jinámar. El panfleto se imprimió en la parroquia, siendo don José Reyes el
sacerdote de la misma (A mí ya me “habían cogido el número” en el colegio
por el uso, un tanto subversivo, de la multicopista)
Y después de días y días de debate se fundó El Patronato de Fiestas
de Jinámar. Hombres y mujeres, jóvenes ansiosos por elevar las fiestas lo
más alto, una de las primeras de Canarias, con más de 500 años de historia:
Siglos de fervor a la Inmaculada, siglos de historias enriquecedoras de
feligreses que transmitían a sus generaciones la visita a Jinámar en
diciembre a la virgen y saborear los productos de la tierra, y vuelta a
casa con la caña dulce al hombro.
Sus objetivos: potenciar la participación, espacios de encuentros,
investigar, promover y defender nuestro patrimonio histórico y cultural,
nuestras tradiciones, nuestra identidad. Programar un plan de actividades
orientadas a enriquecer la idiosincrasia de las fiestas. Y así fue y así ha sido.
Durante estos 27 años El Patronato de Fiestas, Cultura y Deporte
de la Concepción y de La Caña Dulce ha respondido a Jinámar, a la
Inmaculada y a sus fiestas con compromiso, honestidad y trabajo. Desde su
primer presidente, Carmelo Hernández hasta el actual, Anatael Santana, ha
mantenido como única finalidad: conservar las tradiciones de las fiestas,
la devoción a la virgen y regalarles a los jinameros y foráneos unos días
felices, de alegría.
El C.P. José Tejera es el centro de todas las actividades y
reivindicaciones del pueblo. Jinámar es el José Tejera, el José Tejera es
Jinámar. Hoy se habla del Valle de Jinámar. de Jinámar pueblo…”Jinámar
es toda”.
Destacar la lucha del agua. Aulas donde se confeccionan las
pancartas, los panfletos impresos en la multicopista, manifestaciones y
encierros, arrebato de campanas por la noche llamando a los vecinos a
concentrarse en la plaza. Y la policía esperando que se disolviese a las buenas
o a las malas...; terminó en paz: la paz es un enorme tesoro de la raza
humana.
“Lo público, desde lo público, para lo público”.
La escuela y la sanidad, la cultura y el deporte…Primero se construye
el colegio, y en su entorno libre de ruidos y actividades que invaden y
perjudican la calidad de sus alumnos, las canchas y la plaza del Cascajo, la
biblioteca María Morales; el polideportivo Juan Carlos Hernánez y el
consultorio de Jinámar. Al final quedada restaurar un pequeño cuarto
abandonado en la plaza; y así emergió sencilla y humilde La Casa del
Ermitaño, y como compañero de viaje, se instala la escultura de hierro
al labrador, firmeza en el tajo.
Y ahí encontraban presentes las entidades vecinales, culturales,
deportivas, juveniles del lugar etc. en primera fila. Mujeres como Luisa,
Mercedita, Olga, Victoria, También Juanito, juan Rodríguez, Victoriano,
Maximino, Lolo, José Vega, el club de fútbol de Jinámar, la asociación de
vecinos La Concepción… y sobre todo Pablo que no se despegaba de mí, ni
yo de él. Y el ayuntamiento de Telde.
Fueron años en defensa de los espacios públicos vitales para la salud,
para la socialización de los vecinos: en definitiva para elevar la calidad de
vida del lugar.
Al otro lado de la carretera se erguía poco a poco la nueva Jinámar.
Así como iban construyendo las distintas fases, desaparecía la finca,
el vergel, lugar de trabajo de los hombres y mujeres, orgullo de Jinámar, de
Telde. Bloques y bloques, auténticas colmenas humanas. Familias enteras
venidas de otros lugares con los corazones llenos de felicidad en la conquista
de una vivienda digna, para sus hijos, para su gente.
Una frenética carrera por desarrollar un proyecto urbanístico
heredado del franquismo y que supuso un disparate en toda regla: levantar
torres sin ton ni son y sin unas condiciones mínimas para crear arraigo social
entre una población compuesta por gentes humildes y cosmopolitas, muchas
de ellas arribadas desde chabolas. La pobreza, el paro y la proliferación del
trapicheo imperan el lugar. A final se priorizan colegios, equipamientos
deportivos, centro de salud y se plantan sus zonas verdes: se definen
espacios para la cohesión e integración social.
Es importante reconocer el trabajo, el compromiso de los vecinos y
entidades del lugar que durante años estuvieron liderando las luchas por
mejorar la calidad de vida: Antonio Santana, Roberto Suárez, Tarajano,
Manolo Cano, Reyita, Arjona, Emilia, Juan Rodríguez Betancor, Casañas,
Idelfonso Jiménez, Blas Sánchez, Suso Santana, en especial la comunidad
educativa (C.P. Rafael Alberti, el Montíano, el Instituto de Bachillerato de
Jinámar y su lucha por construir un centro nuevo con Paco Reyes al frente,
el centro de adultos…las APAS) y por supuesto el trabajo realizado por
Marcelino Galindo y Paco Santiago.
Este memorándum quiere reflejar no sólo un tiempo, una historia que fue, sino un pasado que es presente en las vidas de los jinameros y jinameras, páginas escritas con sudor y lágrimas pero con alegría, compromiso y responsabilidad, pensando solo en el beneplácito de las generaciones venideras, en los hijos, nietos del lugar.
Esta noche reivindico sus nombres:
Y como dice el verso:
“Hoy escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad”
¡GLORIA Y HONOR
1 de diciembre de 2017, Iglesia de La Inmaculada Concepción:
Jinámar existe.
El paisaje de sus montañas y barrancos, sus volcanes, lava negra y roja
que inunda el lugar. Su flora y fauna. El patrimonio prehispánico e histórico,
conforman la identidad de un pueblo, el carácter de un pueblo, sus raíces
como señas que manifiestan su idiosincrasia, y aún perviven, aunque por
desgracia algunos se conservan en mal estado.
(Extracto de la carta del jefe indio Seattle al presidente de los Estados
Unidos Franklin Pierce que pretendía comprar sus tierras)
¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea
nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del
centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos
oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es
sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa,
cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su
zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La
savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.
... Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros…” y que cada reflejo
fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y
recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre
de mi padre”.
“… deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros
hermanos…”
Sería magnífico que respetamos y cuidásemos esta tierra, su
historia, sus raíces para que las generaciones venideras pudiesen
disfrutarla
Jinámar, pueblo arraigado con sus calles empinadas, con “cuatro
apellidos” entrelazados, población de siglos, y Jinámar, de muchos que
llegaron desde otros lugares buscando una vivienda digna y una nueva
historia para los suyos: todo es Jinámar, una sola Jinámar. A veces
fiscalizada, estigmatizada….y no es justo.
“No se nace en la pobreza, la pobreza se crea”. Las situaciones de
paro, absentismo escolar, formación, de emergencia social, desempleo,
mandan crudamente en el nuestro pueblo; la palabra “crisis” suena como
expresión amenazadora para todos. Su línea descendente aterriza en
Canarias, Telde, Jinámar. Y toca decir que somos el pueblo del Estado
donde más daño ha sangrado la crisis, llegó a Jinámar y se quedó
Intentamos paliar las situaciones de pobrezas con ONG, Cáritas,
planes de emergencia municipal, del Cabildo, etc…pero ahí sólo no está la
solución. Sin darnos cuenta creamos una sociedad subsidiaria y de
victimismo.
Sería magnífico que no hubiesen pobres, y en su lugar apareciesen
palabras como consciencia por superarse, formación, trabajo, cohesión
e integración social, convivencia sana. Que los jóvenes tuviesen un
empleo digno: El ser humano merece la pena, como milagro de la
naturaleza e hijo de Dios, luchar por sí mismo y por los demás.
La cohesión e integración social significan buscar lugares y
momentos de encuentros, significan convivir juntos compartiendo un
proyecto individual y colectivo. Por eso, entre todos y todas tenemos que
contribuir a crear espacios de protagonismo colectivo, de participación
directa en la vida en comunidad. Es importante el papel de las instalaciones
y los espacios públicos (centros educativos y deportivos, locales sociales,
parques, bibliotecas, etc.) y aprovechar los encuentros y recursos que
fortalezcan el desarrollo comunitario.
Sería magnífico conversar, saber que el “otro”, que está a mi lado,
tiene su historia y emprender juntos caminos hacia una nueva sociedad,
y mirándonos a los ojos con transparencia, honestidad y cariño. Y uir
de los artilugios, redes sociales, que nos distancia como seres humanos.
Es primordial indagar en la convivencia entre nosotros
Esta Jinámar nuestra, en las últimas décadas ha experimentado
grandes transformaciones y creemos que lo público, desde lo público y
por lo público, corresponde la responsabilidad a la política. Y no es
cierto. Existe la corresponsabilidad compartido. Los seres humanos han
sido capaces de encontrar respuestas a todas las incógnitas y problemas en
su larga historia de existencia. Mas los responsables públicos nunca deben
de olvidarse de la cercanía directa con la gente, y hoy con Jinámar más que
nunca, buscando respuestas a sus problemas.
Sería magnífico que el ayuntamiento de Telde, a sabiendas del
esfuerzo que está realizando en los últimos años la corporación con su
alcaldesa al frente, no olvidase su compromiso y responsabilidad por el
lugar. Sería magnífico que se asfaltaran las calles empinadas, cuesta
arriba para que la gente mayor, casi incapacitada, pudiesen salir con
seguridad y sin miedo de sus casa,; qué cosa más sencilla pero muy
importante para sus vidas y la de los familiares.
Felipe Bermúdez en su obra, escribe así sobre las fiestas:
“La fiesta es una necesidad vital para que el pueblo sobreviva como
tal pueblo. Un pueblo sin fiestas, dice la gente, es como un día sin pan,
como un jardín sin flores. Un crepúsculo sin aurora, diría el poeta. Por
eso, la fiesta es un fenómeno tan universal como el mismo hombre”
Alberto Galván Tudela afirma:
“Uno de los mecanismos que ponen en movimiento las fiestas
canarias es el de la unidad, el sentido de pueblo, comarca, isla, región o
grupo étnico. Eso se expresa no sólo a través de las actividades colectivas,
donde lo individual pasa a segundo plano en beneficio del grupo social”
El cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, en
un libro titulado “La Inmaculada Concepción en la pintura de las Islas
Canarias”, revela unos documentos que demuestran la devoción por el
dogma a la Inmaculada Concepción y sus fiestas:
“…15 de enero de 1539 y el lugar de su firma es la ciudad de Telde
. Dice así. ‘E otrosí por que el dicho Hernán Garzía mi padre, e Teresa
Martíon mi madre, e Mariana Rodríguez mi prima mujer, e yo siempre
tovimos devoción de decir en cada semana el Miércoles, una misa cantada
a las fiestas de la Purísima Concepción de Nuestra Señora la Virgen Santa
María de la dicha iglesia’ (…) á la Iglesia de Nuestra Señora de
consebisión de Hinamar, iglesia desta ciudad de Telde y su término”
Las fiestas de la Inmaculada Concepción y de la Caña Dulce, por su
devoción y tradición, por su historia social y agrícola, merecen un máximo
respeto y compromiso a estos más de cinco siglos de existencia.
Por tales motivos, y ya toca, institucionalizarla y elevarla a su
más alto nivel de expresión histórica haciendo la propuesta de iniciar el
debate, el procedimiento de declararla como Interés Turístico y Bien de
Interés Cultural.
Sería magnifico que aceptásemos este reto en pro de Jinámar, sus
fiestas y las generaciones venideras seguramente se sentirían orgullos de
todos nosotros.
Amigos, vecinos de >Jinámar. Gracias.
Gracias Telde, compañeros y amigos de corporación, entidades,
teldenses, medios de comunicación (Carmelo Ojeda, Gaumet Florido,
Antonio Fernández, Agustín Cabrera, etc ) por el respeto y cariño que me
dieron. A Marcelino Galindo y Paco Santiago que tanto me enseñaron y
ayudaron.
Gracias Jinámar, por aceptarme como hijo adoptivo, gracias a los
amigos, a las familias que siempre me abrieron las puertas de sus casas con
cariño.
Gracias compañeros y amigos del Patronato de Fiestas y de La A.V.
La Concepción por compartir mis años y proyectos con todos ustedes.
Doy Gracias a mis amigos maestros y profesores, a mis alumnos por
haber sido importante para ellos y ellos para mí, por haber querido que fuese
su compañero de trabajo, su maestro, su profesor de Lengua con mis ideas
un tanto bohemias, y mis canciones de Serrat, Aute, Silvio, Pind Floid, Jarre.
Todo para crear “portadores de nuevos sueños”.
Le quiero dar gracias a mis padres que enseñaron a sus doce hijos “a
caminar hacia el horizonte, y tocarlo y saborear el triunfo de nuestros
sueños e ilusiones, y disfrutar de los colores del arco iris; nos guiaron
hacia los verbos, estimar, querer, amar, respetar, tolerar, trabajar,
sudar, pacificar, adorar; nos educaron a que la libertad individual y
colectivo fuera un máximo tesoro y a conocer, sentir y defender la tierra
que pisamos, nuestra tierra canaria.
Quiero dar gracias a mi familia, a mis hijos Acorán, y su esposa
Ruth, y a mi hija Aldara y a mi nieto Jarel, tesoros de mi corazón, por
haber estado siempre a mi lado en todos los mementos de mi vida
Y por último, doy gracias al Dios de los dioses, el de Las
Bienaventuranzas, el del camino, la luz y la verdad, al del Amor, el de la
Misericordia que siempre me ha acompañado durante toda mi vida.
También a don Santiago Rodríguez Domínguez, sacerdote, que cuidó
de mi formación y a quien le debo mucho de lo que soy.
Jinameros, vecinos que nos visitan en estos días, estamos en fiestas.
¡Viva la Inmaculada Concepción!
¡Viva las fiestas de la caña dulce¡