Transcript of Pino, Mirian Policial Del Nuevo Milenio Mirian Pino
MILENIO
Mirian Pino*
Uno de las dimensiones más significativas de la relación entre
Memoria y el
discurso literario latinoamericano y más precisamente en la novela
negra del Cono Sur
es la posibilidad que nos brinda este género para construir desde
su arquitectónica
problemas de orden teórico relacionados a las
representaciones de la memoria
sociocultural. Al trazar un mapa de las condiciones de producción a
partir de fines del
S. XX y principios del nuevo milenio (dictaduras y transición
democrática) es posible
advertir un intento de revisión a través del género y diálogo
polémico con la Historia
que redunda en el desmontaje de la fórmula tutelar y la dispersión
rizomática de la
misma. Esto implica no solo la automatización-dado una fórmula
negra se elabora
series a partir de la similitud- sino sobre todo la posibilidad de
observar sabotajes,
recodificaciones que, infiero, guardan una relación consustancial
con lo que denomino
“poéticas de las memorias”. Nuevas voces, ciudades planetarias,
historias de
“cadáveres invisibles”, enigmas no resueltos, falsas pistas,
detectives amateurs
(cuando los hay), montajes intermediales, etc., conforman en la
cultura del Cono Sur
nuevas formas de trazar relaciones entre memoria y Literatura,
referencialidad y
género, literatura “nacional” y posibles descentramientos de la
misma.
One of the most significant dimensions of the relationship between
memory and
the Latin American literary discourse and more specifically in the
crime novel of the
Southern Cone is the possibility offered by this genre from its
architecture to construct
theoretical problems relating to memory representations
sociocultural. By mapping the
conditions of production starting in late S. Twentieth and early
new millennium
(dictatorship and democratic transition) is possible to discern an
attempt to review
across gender and controversial dialogue with history that is in
the disassembly of the
tutor and the dispersion formula rhizomatic thereof. This involves
not only the
automation-black formula is given a series developed from the
similar-but especially
the possibility of observing sabotage, recodes that, I infer,
having a part and parcel of
what I call “poetic memories”. New voices, cities planetary stories
of "invisible
bodies”, unsolved mysteries, false trails, detectives amateur (if
any), intermedia
productions, etc.., Up in the culture of the Southern Cone
new ways to draw links
between memory and Literature , referentiality and gender,
"national" literature and
possible offsets of the same.
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Introducción
Como expresé en el resumen, una de las dimensiones más
significativas de la relación entre Memoria y el discurso literario
latinoamericano, y más precisamente, la novela negra del Cono Sur
postgolpe es la posibilidad que nos brinda este género para
construir desde su arquitectónica problemas teóricos relacionados a
las representaciones de la memoria sociocultural. Dada la amplitud
del problema, me centraré en algunos ejemplos relevantes que
plantean para las investigaciones un principio de necesariedad como
es el de no constreñir el objeto de estudio al unicato de una
disciplina o saber sobre el género sino sobre todo, dado el peso de
la Historia poder articular con otras para, al menos, desbrozar
algunas categorías como la de Memoria. Tanto Mijaíl Bajtín y Iuri
Lotman, el primero a través de su estudio sobre los géneros, y el
segundo en referencia al poliglotismo cultural, enfatizan la
importancia de la relación de la literatura con la memoria (que es
para ellos, sin más, sociocultural) no menos importante son los
aportes de dos escuelas “de la memoria” que brindan una buena
oportunidad para enriquecer el tema: por un lado, los estudios
desde Alemania y Francia (con énfasis en la filosofía y la
corriente denominada “nueva historia”) y por otro, la recuperación
a partir de la primera que realizan los filósofos italianos como
Giorgio Agamben y Paolo Rossi y más recientemente desde la ciencia
política Adriana Cavarero, para citar algunos ejemplos
orientadores. Si tenemos en cuenta la importancia de éstos y la
metabolización teórica de estudiosos argentinos sobre el tema como
son los casos de Beatriz Sarlo, Hugo Vezetti, Elizabeth Jelín y
Fernando Reati, entre otros, podemos arrojar por lo menos algunas
luces dentro de la abundante bibliografía referida al tema y sobre
todo partir de una primera sospecha: es importante advertir que la
memoria en sus distintas tipologías y órdenes ha sido vista desde
una perspectiva insoslayable como es la de los supliciados y
sobrevivientes. El discurso literario nos advierte que en lo
referente al tema en cuestión coloca su potencia en que primero
“ficciona” y que ésta puede que se constituya en un problema cuando
cuestiona la verdad histórica. Si ingresamos por el camino inverso
corremos el riesgo de conferirle a la creación literaria “un
mandato” como las corrientes decimonónicas europeas y
latinoamericanas o como concebía el realismo la literatura al
adjudicarle una función. En este dirección, me parece importante
como línea teórica superadora las reflexiones bajtinianas que
concibe al arte como actividad socialmente responsable.
Por otro parte, y de acuerdo a la construcción de corpus postgolpe
y pertenecientes a la denominadas “transiciones democraticas”
podemos advertir en Chile, Uruguay y Argentina un estallido del
género novela negra y también un estallido de la memoria. Y este
matiz no solo se refiere a la abundancia de publicaciones sobre
éstas sino sobre todo al advenimiento de nuevas memorias, de voces
que rompen la visión “aurática”, común en la década de los ochenta
y buena parte de los noventa del siglo XX. Similar acontecimiento
se registra también en la denominada “novela histórica” aunque
allí, a diferencia de la novela negra, es más sencillo advertir
este matiz dado el volumen del lectorado que se inclinó por su
lectura y que incluso llegó a hegemonizar el campo literario.
Poéticas de la memoria Al trazar un mapa de las condiciones de
producción a partir de fines del S. XX y
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la memoria reescriben desde el género la historia del Cono Sur y se
transforman en canales de transmisión de la información de otra
historia, alejada no sólo de la oficial sino también de aquella
contra historia que se cristaliza en la literatura. Se trata
entonces de advertir el estallido de una doble hegemonía. Por otra
parte, esta perspectiva nos invita a cuestionar ciertas premisas
del discurso crítico en lo referente al carácter de “literatura
menor” de la novela negra que pudo ser sostenido hasta la década
del ochenta del siglo pasado pero que en la actualidad es difícil
de argumentar por varias razones: la importancia que le confiere la
crítica, las investigaciones académicas, el nivel de ventas, los
premios internacionales, el rol de las editoriales pero también el
diálogo que propician ciertos autores desde el género entre lo
culto y lo popular (caso Feinmann).
Creo que el primero en colocar cierta sospecha en el discurso
crítico académico en torno a la relación arte, política de
representación y memoria fue Ángel Rama en un pequeño trabajo de la
década del ochenta incorporado en La riesgosa navegación del
escritor exiliado (1995) cuando le increpa a José Donoso la
falta de rigor para observar el tema del exilio que trasunta para
el estudioso uruguayo en El jardín de al lado (1981). El
texto de Rama es importante ya que desde allí podemos partir para
debatir acerca de la “falta de rigor histórico”. La operación de
Donoso radicaba en construir una historia que contada por una mujer
terminaba con la visión aurática del exiliado latinoamericano. El
debate que establece Rama se encamina justamente a la defensa de la
imagen del desterrado en el Cono Sur y sobre todo al rigor que la
literatura debiera tener en dar cuenta de los padecimientos
históricos. Creo que Rama no observó el andamiaje narrativo al que
recurrió Donoso encaminado a representar la condición humana de los
exiliados que desintegra la heroificación épica, codificada en las
ficciones de los setenta y ochenta y de la cual existe una
abundante bibliografía. En este sentido, la escritura de Donoso sin
ser policial establece un primer punto de fuga con respecto al
carácter absolutista de “una” memoria. Esta perspectiva, llevada al
campo de la escritura es al mismo tiempo una opción de poéticas en
el sentido barthesiano del término, es decir, que “las desviaciones
son manifestaciones de la escritura: allí donde hay transgresión de
la regla aparece la escritura como exceso, ya que toma a su cargo
un lenguaje que no estaba previsto” (Barthes, 1987: 218). Pero
además del lenguaje imprevisible y ya ingresando al relato negro es
posible deducir la presencia de memorias que no estaban previstas
desde la perspectiva de “la normativa negra”.
Los caminos de elección de los autores han sido sumamente variados.
El alejamiento del código “negro” que a modo de modelo tutor marcó
los caminos a seguir, desde el catecismo de Chandler hasta la
actualidad, propician múltiples descentramientos y desde el punto
de vista de la semiótica de la cultura son igualmente relatos
negros. Lo cierto es que las poéticas tienen una explicación de
orden socio histórico relacionadas con los modos en cómo los
cultores de la novela negra, y “los allegados”, artistizan la
Historia. En consecuencia, desde la investigación literaria es
posible dinamizar la metáfora de la refracción bajtiniana, nodo
teórico clave para entender los mecanismos de representación
literaria y despejar los numerosos aportes que en torno a ella se
realizan desde otras disciplinas. En esta dirección podemos inferir
que las recreaciones, en tanto exceso de escritura, conllevan el
peso de la historia vinculadas con lo que Adriana Cavarero plantea
como “Horrorismo” en Horrorismo. Nombrando la
violencia
contemporánea (2009), texto en el cual enfatiza la diferencia
entre horror y terror, siendo el segundo los dispositivos del
horror administrado desde el poder estatal como es el caso de la
existencia de los lager o campos
concentracionarios.
Cabe interrogarse qué tipo de memorias se codifican como exceso o
punto de fuga en algunas narrativas del nuevo milenio cuyos
antecedentes se encuentran en los ochenta y noventa del Siglo XX e
incluso ya en textos de fines del Siglo XIX. En primer lugar creo
que se trata de memorias destotalizadas, fuera de archivo y
excesivas porque dejan paso a relatos con voces narrativas que no
tenían visibilidad hasta entonces: las mujeres en la novela negra
son mucho más activas y como en un desván desean sacar “los
trapitos al sol”. Así en La oscura memoria
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memorias. Memorias que no emergían en las anteriores donde el
yo/detective dirigía con rigor los relatos, al no dejar paso a
otros discursos. O bien en Estrella distante (1996) de Roberto
Bolaño donde es posible observar que por acción de una poética
lúdica, y a través de Arturo B, el autor recurre a una doble acción
intermedial que rompe con los sentidos asignados a la función de la
fotografía por los organismos de derechos humanos en tanto
tecnología de la memoria; o bien la subversión de pasajes del
Génesis bíblico en poemas aéreos dibujados sobre los campos de
concentración en Chile. No menos importante, son los textos que
reescriben a Auschwitz desde Argentina y Alemania con La
sombra del Heidegger (2005) de José Pablo Feinmann o
desde Alemania con el detective Selb, criatura del escritor
Bernhard Schlink, a través del cual podemos trazar un puente
intercultural que implica una máquina memoriosa en El engaño
de Selb. En la trilogía de Selb habla un abogado, otrora fiscal del
Tercer Reich devenido en detective en busca de justicia en plena
aldea global, o a un hijo de un profesor de filosofía cuyo padre
fue catedrático en Friburgo durante el Rectorado de Heidegger como
en la novela antes citada de Feinmann. En ella, lo culto y lo
popular conviven en el mundo representado ya que a partir de la
novela y a través de ella los interdiscursos abarcan desde el tango
de Discépolo a las reflexiones de Nietzche.
En las ficciones negras de Ramón Díaz Eterovic, José Pablo
Feinmann, Roberto Bolaño y Bernhard Schlink los cadáveres son
políticos por excelencia; son restos y efecto del terror de estado;
y esta característica no evita que en el caso de Bolaño, como
poética diferencial a la de Díaz Eterovic, recurra al humor en
zonas del relato donde no es previsible o bien que el enigma,
lúdicamente devenga en adivinanza: ¿dónde están los restos que
emergen de las fotografías de los cuerpos desmembrados?.
No menos importante es la representación de la mujer en el policial
negro. Tuya (2005) de Claudia Piñeiro es un ejemplo
revelador porque el género es reescrito desde la mujer. Ya no
asistimos al horror administrado por el estado sino que estamos en
presencia de la Argentina del menemato. No menos importante es su
presencia para desmontar el mito del “milagro chileno” donde la
mujer, desde el policial de Díaz Eterovic, le responde al detective
Heredia: “- ¿Doncellas? Vivimos en el siglo XXI y no soy la
muchacha que conociste años atrás. Además, hace tiempo que las
mujeres dejamos de ser el premio de nadie” (Díaz Eterovic, 2008:
23).
Desde la voz de la mujer que enuncia en la novela negra de Piñero,
el asesinato perpetrado por el esposo, muestra la imposibilidad de
la justicia al poner en práctica el ocultamiento de la verdad en
una democracia maltrecha que se visibiliza en los usos y costumbres
de la clase media. La doble moral, el doble crimen -el de la amante
y del ocultamiento- propician en Tuya el cuestionamiento desde la
voz femenina no solo del conservadurismo sino el de una cultura que
reproduce el patriarcado. La “detective doméstica”, Inés Pereyra,
es también testigo y presunta juez de “la causa” de Ernesto, su
marido. En consecuencia, la mujer devela a través de la sátira
paródicai no solo los modos consagrados de escribir novela
negra.
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Lejos estamos del detective que para interrogar a la sospechosa le
bastaba solo abrir la puerta de una casona como en Holmberg. ¨La
bolsa de huesos¨, que canaliza la relación consustancial del
policial con el discurso médico de fines del Siglo XIX, implica un
primer gesto de escribir el género policial desde la mujer. El
ocultamiento del asesinato en Tuya parte de la lectura de la
mujer de documentos científicos como el de la medicina legal y los
tratados de frenología de Lombroso y Gall; estos interdiscursos son
leídos y marcados por Inés tanto como el detective los ponía en
práctica en el texto de Holmberg. Podríamos pensar que la mujer en
Tuya lee para el género. Por otra parte, también hay
mujeres que emprenden la búsqueda de familiares desaparecidos como
en Díaz Eterovic y mujeres desmembradas, como en Bolaño. Todas
ellas son las nuevas Antígonas, aquellas que al borde de todo
ley-jurídica, ley del género novela negra ocuparán un nuevo lugar y
propician la capacidad de memorizar restituyendo el poder de
decir como mujer.
Así como los personajes de la novela de Schlink escriben
sus petit memorias donde en la intimidad se revela
el III Reich, en el caso de Díaz Eterovic la política de
representación de aquella se ubica en un contrapunto entre la
investigación de Heredia y la develación del enigma y el cuaderno y
recortes de diarios y revistas de la víctima, Germán Reyes. En las
hojas se aloja la “memoria de la dictadura”. El escrito de Reyes
que luego es adulterado por los represores con el fin de ocultar
los nombres de los partícipes de las torturas en “Villa Grimaldi”,
son signos que muestran la disputa entre las memorias. Me interesa
en este sentido cómo leen los personajes los documentos de la
memoria de Reyes, el discurso forense en Inés Pereyra o cómo
escribe el amigo de Selb en la novela de Schlink; escriben y leen
para dejar constancia de otra historia, que los involucra; escriben
para otros lectores de la ficción. Este matiz no es un gesto
casual; estos relatos en caja china y de los cuales conocemos
algunos datos en el texto de Heredia y Piñero y casi ninguno en los
escritos del amigo de Selb, nos invitan a leer otros secretos,
otras memorias que trabajan en las zonas más invisibles de
historias y testimonios individuales.
El doble como elemento importante en el género es también otra
dimensión que por acción de la memoria sociocultural adquiere nueva
significación. En los textos seleccionados a medida que avanza o
retrocede la investigación, la memoria se expande hacia un problema
de identidad de los personajes que se solapan tras otros nombres y
este perfil no es casual porque estos cambios están relacionados
con modos de habitar la ciudad y de colocar en escena “otro
ciudadano” sin pasado aparente (en Estrella distante este
proceso de solapamiento lo denominé semiosis conjetural). En este
sentido, me parece que el enigma de quién es el vecino de Heredia,
del cual se burla ante su antipatía pone de relieve la convivencia
en la democracia chilena de sujetos que incorporados a la vida
cotidiana hacen estallar los alcances de la relación de la ley y la
justicia y el mito exitista de la sociedad chilena, modelo
económico y civilista. No menos importante es la presencia en las
novelas de Díaz Eterovic y Schlink de los medios masivos de
comunicación, la afinidad de éstos con el poder político que crean
el acontecimiento y una realidad, en consecuencia, virtual,
construida desde las nuevas formas que adquiere en la aldea global
el poder.
Conclusión Novelas en estado de exceso, novelas que revelan el
humor del género, novelas
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Notas
i Linda Hutcheon señala la diferencia entre el género sátira y
parodia. Mientras el primero hace blanco en la sociedad, el segundo
es reescritura de un texto literario primero. Sin embargo, no deja
de aludir a la “sátira paródica” como género mixturado y siguiendo
a Genette expresa que aquella “ apunta a un objeto fuera del texto
pero que utiliza la parodia como dispositivo estructural para
llevar a cabo su finalidad correctiva”. (Hutcheon, 1992:
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