Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #71

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Periódico Parroquial de Santa Beatriz de Silva de la Arquidiócesis de Monterrey, México.

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Monterrey, N. L ., México. Agosto de 2011 No. 71

M UY queridos amigos y amigas, hermanados todos por el Señor Jesús:

Reciban los mejores deseos en el Señor, de un servidor, para todos y cada

uno de ustedes y de sus seres queridos.

Hemos vivido, gracias a Dios, el novenario y la festividad de Santa Beatriz de Silva, nuestra Santa Patrona Parroquial. Del

ocho al 16 de este mes de agosto fue el novenario y el 17, como ustedes saben muy bien, el día de la festividad.

Nuestra reflexión se centró en recordar cómo Santa

Beatriz es Patrona porque es un “patrón”, un molde o ejemplo, de amor y discipulado con Cristo. Por eso al aprender de Santa Beatriz, que tanto amó a Cristo y a la Virgen María, estamos

aprendiendo a amarlos a ellos con toda humildad y sencillez al estilo de Beatriz, nuestra Santa.

Es también Patrona, porque estamos bajo su “patrocinio”,

es decir, su cuidado. Ella nos cuida, nos protege, intercede por nosotros. No en balde, desde hace más de 30 años, el entonces

Arzobispo D. José de Jesús Tirado Pedraza (+), le encomendó esta Comunidad Parroquial. Roguémosle a Santa Beatriz que nos ayude en estos tiempos de dificultad y de violencia y que nos

enseñe a centrar en Cristo, como ella lo hace, toda nuestra vida y de esto obtener el mejor camino para nuestra realización en la

tierra y alcanzar la vida eterna.

Fue y es esperanzador ver a los niños y niñas recibir en estas fechas el sacramento de la Confirmación y el de la Primera

Comunión, porque al recibir al Espíritu Santo y el Cuerpo y la Sangre de Jesús, en cada uno de estos sacramentos, se alienta

en ellos el encuentro con Dios, con Cristo, para que se unan fuertemente a El y den abundantes frutos. Se siembran en ellos la paz, el amor, la verdad y la justicia, valores del Evangelio, y

mañana darán abundantes frutos.

Igualmente el ver participar a jóvenes y adultos en la serenata, en la mini kermesse, en las eucaristías del día de la

festividad, alienta la esperanza de forjar nuevos momentos de vida, de ayudar a reconstruir nuestra sociedad, como nos lo señala nuestro Arzobispo de Monterrey, D. Francisco Cardenal

Robles Ortega, en la Carta Pastoral que nos ha enviado.

Así es que esta festividad ha de dar, por la gracia de Dios, muchos frutos hoy y mañana para gloria de Dios y bien de la

comunidad.

Además nos lleva a la proximidad de la conmemoración del 30° aniversario de nuestra Parroquia de Santa Beatriz de Silva, que fue erigida canónicamente el 18 de octubre de 1981.

Muchos motivos, este año 2011, para dar gracias a Dios por tanto bien que nos ha dado

Cuenten con la oración humilde de un servidor por todos

Ustedes y sus necesidades, anhelos y proyectos.

P. Juan Carlos Castillo Ramírez Párroco

Por su reportero Capsulito

1) Agosto se nos va, y ya no volverá, al menos éste de 2011.

Pongamos ante Dios nuestra gratitud por todo lo que vivimos en este mes.

2) El martes dos empezamos con la celebración mensual del

Santo Padre Pío: Rosario, Misa y la reflexión del padre capuchino que cada mes los acompaña. Un poco con dificultad por aquello de la falta de salones, pero les salió muy bien.

3) El viernes cinco, la Hora Santa del primer viernes con la

reunión de las Celadoras.

4) Y empezaron las confesiones de los niños y niñas que el día

siete hicieron la primera comunión. ¡Felicidades!

5) Del día ocho al doce se efectuó una Semana de Renovación

Carismática. Vino un grupo de Renovación diocesana

encabezados por César Gálvez y su esposa. Buen grupo, buen momento, con el ánimo de avivar este buen grupo parroquial.

6) Desde mi oficina de reportajes pude ver a los papás y

mamás, padrinos y madrinas, de confirmación y de primera comunión que llegaban a confesarse, eso por la tarde y por la noche a las pláticas con las Hermanas Chayo Villa y Chelo Ursúa.

7) El sábado 13 de agosto los chavos y chavas del grupo

misionero juvenil IMPULSO, celebraron junto con sus similares de otras parroquias su 20° aniversario. El padre Eliezer, asesor de

la pastoral juvenil parroquial los acompañó en la misa de acción de gracias y en la cena de gala que organizaron para echarles

porras. ¡Felicidades!

8) En fin, que los sábados 6, 13 y 20 de agosto fueron las

primeras comuniones; y el miércoles 17 las confirmaciones.

¡Congratulaciones!

9) El domingo 14 fue la Mini Kermesse, con la participación de

todos los socios de los grupos parroquiales y con muy buena asistencia. Muy ricos todos los platillos y muchos juegue y juegue

a la lotería. Vaya, vaya!

10) El lunes 15 saludamos al Padre Eliezer Sandoval, el Vicario

Parroquial, pues cumplió UN AÑO de ser Sacerdote. Por ser muy cerca la fiesta de Santa Beatriz, su Misa de acción de gracias y

convivencia fue el 18. Padre Eliezer: Dios lo bendiga siempre.

11) El martes 16 después de la ceremonia de la luz, que tres

martes se tuvo para los niños y niñas de primera comunión, se

llevó a cabo la “Serenata” a Santa Beatriz, con variados cantos y canciones de los grupos parroquiales, con los que Santa Beatriz debió quedar muy contenta.

12) El 17, día de la festividad, empezamos con la Misa de 8:00

a.m. con mañanitas. Igualmente a las 11:00 a.m. Después por la tarde, a las 6:00 y 7:30 p.m. fueron Misas de Confirmaciones. En

todas las Misas mucha alegría por ser la festividad patronal y rogamos a Santa Beatriz su especial intercesión por esta su

Comunidad Parroquial.

13) El 18, como ya dijimos, celebramos con mucho gusto al

P. Eliezer. Nuevamente: ¡Felicidades!

14) Después, regresamos a la calma de las actividades diarias,

las nuevas inscripciones, las reuniones de grupos y la búsqueda de donativos para seguir adelante con la construcción de los

salones parroquiales para catecismo y reuniones formativas. Ojalá, que Usted que lee estos renglones, se anime y de un buen

donativo. Lo esperamos.

15) Los Talleres de Oración se reintegraron este año y lograron

abrir cinco centros en los sectores: ¡Bravo!

16) El día 31 por la tarde, tuvimos la misa mensual en honor al

Beato Juan Pablo II, que el grupo apostólico juvenil “LOLEK”

organizó. Después de la misa se compartió una reflexión sobre la vida y obra de este gran Papa que está en camino a la canonización.

17) El Consejo de Economía empezó la colocación de

certificados del Sorteo de Rescate, a beneficio de la construcción, que se efectuará el dos de octubre. Se rifarán $1,500 dólares en

primer premio. Boletos en la oficina parroquial y con los socios de los grupos.

¡Hasta la próxima! les dice “Capsulito”, su reportero favorito

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CONOCIENDO EL NUEVO PLAN

DIOCESANO DE PASTORAL

E L Plan Diocesano de Pastoral nos propone como

OBJETIVO GENERAL de toda la acción pastoral de la Arquidiócesis:

“Impulsar a todos los sectores del Pueblo de Dios a vivir en auténtico discipulado

para que en la profundización de la Palabra de Dios se tenga la experiencia personal y comunitaria de encuentro con Cristo, se renueve la Parroquia como espacio de comunión y fraternidad, se contribuya a la transformación social y convertidos en misioneros vayamos a todos, preferentemente a los marginados y alejados”.

Además nos brinda cuatro “Líneas de Acción”, sobre las que se habrán de llevar adelante las actividades pastorales.

Estas cuatro Líneas de acción son: a) La experiencia kerygmática.

b) La vivencia comunitaria. c) Formación Bíblico-Doctrinal.

d) El Compromiso Misionero.

La primera línea nos mueve a trabajar para “que todas las personas tengan un encuentro vivo y kerygmático con

Jesucristo, para que logren una conversión personal y puedan iniciarse como discípulos misioneros de El”.

La segunda nos pide: “que todos los convertidos experimenten una espiritualidad de comunión basada en una

fuerte experiencia del amor de Dios y de la fraternidad, y contribuyan en el desarrollo social y cristiano de su Parroquia”.

La tercera: “Que todas las personas reciban una

formación bíblico-doctrinal, acentuadamente vivencial y caritativa, para que logren una madurez como discípulos misioneros de

Jesús”.

La cuarta línea nos llama a “Crear herramientas pastorales, para lograr la transformación social a través del

compromiso misionero en las Parroquias, y llegar a todas las personas y sectores del Pueblo de Dios más alejados, a fin de

reintegrarlos con la Iglesia”.

Los trabajos tienen en cada Parroquia la base de desarrollo, igualmente en las comunidades religiosas, en los

movimientos y organismos apostólicos.

Desde la Parroquia hasta cada una de las familias, para que en cada familia se busque y promueva el encuentro de cada uno de sus integrantes con el Señor, para que desde la familia se

promueva la comunión y la fraternidad, se impulse a la formación bíblica y doctrinal, y se vaya avanzando en el compromiso

misionero.

Se pide a las Parroquias sigan en la organización y promoción de la evangelización viva y eficaz en los SECTORES de

la Parroquia, que no se han de quedar sólo en un mapa sino han de ser la base de la vivencia evangelizadora.

Como vemos, se nos invita al trabajo pastoral, que es mucho, y nos hace evocar la frase del Señor en el evangelio: “...la

mies es mucha y los obreros pocos... rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a sus campos...”

Nuestra Parroquia es extensa y tiene muchos pobladores

que necesitan de Dios, de su Palabra, y de nuestro testimonio y anuncio. Hay jóvenes, niños, adultos, personas de la edad plena

que por nuestra labor pueden conocer a Cristo. Te invitamos a ser “Obrero del Señor” , “Obrero del

Evangelio” en esta Comunidad Parroquial, inscríbete en alguno de los grupos parroquiales.

¡Cristo te llama!

LA RECONSTRUCCIÓN DE NUESTRA CIUDAD, UNA TAREA DE TODOS CARTA PASTORAL CON OCASIÓN

DE LA PASCUA DE RESURRECCIÓN.

E N la Carta Pastoral que nos ha hecho favor de enviarnos nuestro Arzobispo de Monterrey, D. Francisco Cardenal Robles Ortega, a la que intitula: “La Recons-

trucción de nuestra Ciudad una tarea de todos”, señala

en primer lugar, como protagonistas de la reconstrucción, a la Iglesia Cató-lica con su presencia como religión

mayoritaria en la ciudad. “La primera constatación que tenemos que hacer, dice el señor

Cardenal, es que nosotros, Iglesia t a m b i é n n e c e s i t a m o s reconstruirnos. Hemos sido sacudidos por escándalos muy graves que nos han afectado últimamente, y esto nos tiene que llevar a examinar cómo hemos reaccionado y a replantearnos si estamos cumpliendo de verdad la misión que Cristo nos ha asignado. Somos los primeros que necesitamos evangelizarnos y construir nuestra vida desde el Evangelio, sin tapujos ni componendas”. (LA RECONSTRUCCIÓN DE NUESTRA CIUDAD, UNA TAREA DE TODOS, Emmo. Sr. Cardenal Dn. Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Monterrey, pág. 8)

Agrega que en nuestra acción pastoral, tenemos que ser un apoyo real para nuestros hermanos y ayudarles a recuperar la esperanza; no una esperanza utópica e

irracional a pesar de todo, sino la esperanza de quien sabe que Dios no nos abandona nunca y con la

certeza de que sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Recuperar la fe y la esperanza y fortalecerlas es seguramente el mejor recurso para

seguir trabajando con motivación, convicción y compromiso en esta reconstrucción de la sociedad que tenemos adelante, indica. “Hoy, más que nunca, los pastores tenemos que acercarnos a nuestros feligreses. Ellos necesitan de nuestra presencia, testimonio y orientación. Nos miran a nosotros esperando una guía, una motivación y también, sobre todo, un testimonio personal. Tienen derecho a pedirlo y tenemos el deber de dárselo. Tenemos que reconocer que muchas veces hemos

descuidado la formación y el crecimiento en la fe. Y, por ello, hoy más que nunca hay que insistir en la formación cristiana, en la espiritualidad. Necesitamos presentar de nuevo a Cristo como Salvador y como modelo de vida. Como dice nuestro Plan de pastoral orgánica 2011-2015, nuestra primera línea de acción debe ser “que todas las personas tengan un encuentro personal vivo y kerygmático con Jesucristo, para que logren una conversión personal y puedan iniciarse como discípulos misioneros de él”. Y los primeros que debemos vivir esa conversión somos nosotros. También tenemos que poner en el

centro de nuestras vida de nuestras enseñanzas el amor a Dios y al prójimo sobre todas las cosas, tal y como nos enseñó Jesucristo. En nuestra predicación, en nuestra catequesis, es el momento de insistir en el amor a Dios. Más que nunca, los católicos tenemos que actuar movidos por el amor a Dios y volver a creer en ese amor que nunca falla. El amor de Dios es el punto seguro para edificar una renovación espiritual en la Iglesia. Dios que se nos ha manifestado como amor nos pide una respuesta de amor.” (Ibíd. pág. 9) -continuará-

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MEFISTÓFELES

C UANDO Fausto, le preguntó al demonio quién era él, el malvado ser respondió: soy aquel que pretende hacer el mal y termina haciendo el bien.

¡Vaya respuesta! El demonio reconociendo el riesgo de su victoria... si gana, si logra que

abunde el mal, el pecado, el egoísmo... Dios y el hombre juntos podrían lograr que

sobreabunde la gracia... te lo platico con la intención de sembrar esperanza si acaso el

mal ronda cerca...

Los mayores decían que "no hay mal que por bien no venga", significando lo que la literatura alemana consagró en la

respuesta de Mefistófeles... Que aunque el mal a veces obtenga la victoria en nuestra

vida... siempre se puede aprender algo, siempre se puede crecer... siempre se

pueda sacar un bien... y por eso el demonio termina por hacer crecer el bien,

antes que ganar... termina dando una enseñanza.

Por supuesto que estando inmerso en el mal, sea enfermedad o vicio de la

voluntad, el bien se encuentra en un punto ciego... no siempre nos damos cuenta,

mientras experimentamos el mal, que se puede obtener un bien. No vemos que a veces el mal podría tener frutos buenos…

¡Claro! uno sólo ve que está enfermo, sin ver la humildad

que se gana... uno sólo ve el desempleo sin aprovechar el tiempo para la familia, uno sólo ve la muerte sin esperar resurrección, uno sólo ve la derrota sin ver la fuerza que se obtiene al

levantarse y la experiencia que lo vuelve a uno más difícil de derrumbar... uno sólo ve el dolor del músculo sin percibir la

fuerza que obtiene...

Evidentemente no se puede buscar un mal para que resulten cosas buenas puesto que el fin no justifica los medios, ni

siquiera Dios lo hace: Él no nos prueba para que aprendamos una lección ¡ni siquiera nos pone a prueba! ¡sólo nos ama! ... es como

si nos enseñara a caminar y luego nos metiera el pie... eso no se espera del Dios Abbá... pero cuando no tiene remedio el mal que

vivimos, entonces hay que mirarlo por el lado amable, buscarle lo positivo, aprender la lección en lo que se vive... y como dicen:

Dios escribirá derecho en renglones torcidos...

Eso sí, el mal no siempre tiene frutos buenos.. Normalmente siguiendo ley de causa y efecto, el mal provoca mal,

la violencia provoca violencia... que del mal broten frutos buenos... depende de ti...

A eso se refiere San Ignacio de Loyola cuando recomienda

que se puede vencer al demonio a fuerza de bien.. cuando te invite a distraerte de tu oración diaria, ora el doble, cuando te invite a comer de más,

ayuna, cuando te invite a pensar sólo en tí, piensa en los demás... de esta manera el

demonio, dice San Ignacio, no querrá más tentarte puesto que al hacerlo tú haces el

doble del bien que harías... cuando la voluntad no puede, la voluntad debe

esforzarse el doble y lograr el doble de bien. Así, que el mal tenga un fruto positivo es

decisión de la víctima... es cuestión de actitud... a eso podría referirse Pablo cuando dice que: donde abundó el pecado,

sobreabundó la gracia…

Como sea, frente al mal, frente a la enfermedad, frente a la debilidad de nuestra

voluntad o la oscuridad de nuestra inteligencia.. nunca estamos solos...

contamos con la gracia de Aquél que nos dijo: no tengan miedo, Yo estoy con ustedes

siempre…

Por eso el cristiano ve en el mal no sólo dolor o

enfermedad o pecado... el cristiano ve una oportunidad de ser mejor, de aprender, de crecer, de fortalecerse…

Por eso Mefistófeles (No luz y no amor) lleva ese

nombre .... porque queriendo hacer el mal, termina por hacer el bien... aunque depende de ti, de tu actitud... de tu fuerza ... quizá

en ti, el mal.... siempre termina haciendo más mal.. ¿no podrías detener las quejas, desesperaciones, angustias y desánimos para aprender simplemente y vivir mejor? ... así el mal terminaría

haciéndonos el bien...

Aportación del Pbro. Rodolfo Antonio García Martínez, Neo-sacerdote, ordenado el pasado 15 de agosto de 2011 5

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SOY SACERDOTE, POR LA GRACIA DE DIOS.

Por José Luis Martín Descalzo

M E han preguntado en una encuesta por qué

sigo siendo sacerdote. Y yo he respondido que por la gracia de Dios y porque me

siento muy a gusto siéndolo.

Por la gracia de Dios, en primer lugar. Uno nunca es digno de ser sacerdote y permanentemente está amenazado por la

mediocridad. Durar, permanecer, siempre es una gracia. Sobre todo en estos años en los que tanto vaivenes ha sufrido la Iglesia y en los que tantos, mejores que yo, han visto vacilar su vocación.

Pero yo soy un hombre de suerte y en estos años he sentido sobre mí una ayuda descarada de Dios que nunca agradeceré

suficientemente.

Pero sigo, también, porque me siento muy feliz siéndolo. Ya sé que uno debe se lo que debe ser, incluso si eso le hace un

poco menos feliz. Pero cuando uno puede ser lo que ama y eso, además, le llena de felicidad, pues... miel sobre hojuelas.

Y ¿por qué me he sentido feliz? Porque me parece que mi vida ha estado llena para mí y, al mismo tiempo, ha ayudado a

algunos otros. Y es estupendo sentirse útil, saberse útil. Reconocer que por la pura gracia de Dios , uno ha perdonado

muchos pecados y dado luz a bastantes personas, es algo suficiente para llenar toda una existencia.

Pero es que, además, tengo el oficio de hablar de Dios, de

Cristo, de ser transmisor de la Palabra de Dios. ¿Dónde hay una tarea, un oficio, más apasionante? Si uno ama un poquito, aunque sea sólo un poquito, a Cristo, ¿qué hay más hermoso que poder

hablar de El, que intentar conseguir que otros también le conozcan y le amen?

Todo esto empezó para mí un 19 de marzo ya hace 34

años. Pues bien, me siento tan feliz y tan lleno como aquel día. El sacerdocio no sólo no me ha decepcionado, sino que crece en mí

día a día. Con la vergüenza de serlo a medias, con el entusiasmo de serlo.

Por eso quisiera evocar lo que es una ordenación

sacerdotal. Me gustaría que los sacerdotes gocen recordando su ordenación. Y los seglares, que penetren un poco en lo que un

sacerdote siente el día de su encuentro con Cristo. Porque os aseguro que una ordenación es tan feliz como una boda.

Siempre, claro, que el que se ordena esté realmente enamorado de Cristo. Yo creo que lo estaba. ¿Me permiten ustedes que

recuerde mi ordenación sacerdotal?

¿CÓMO SE HACE UN CURA? El Día 19 de marzo ha sido siempre el eje y el centro de

mi vida. Porque un 19 de marzo me ordené de sacerdote y al hacerlo cambió mi vida, se transformó mi alma, nací como un

hombre nuevo.

Desde entonces, todos los 19 de marzo mi corazón me corre dentro del pecho como un caballo enloquecido y siento un

estallido de alegría que me parece que se me va a desbordar el alma. Y me basta con cerrar los ojos para volver a vivir aquella

hora milagrosa en la que Dios me llenó de milagros las manos y yo dejé de ser el muchacho que era para convertirme en un profeta del Altísimo.

Me vuelvo a ver caminando hacia el altar, mezclado entre

la gente, sacado de entre la gente, elegido de entre ellas, siendo igual y distinto, un hombre como los demás pero también un

hombre invadido por Dios. Y todo empezó cuando el obispo nos pidió que diéramos un paso al frente y que nos acercásemos.

Entonces nos fueron llamando por nuestros nombres, nuestros viejos y pobres nombres, que ahora parecían sonar de manera distinta. Y nosotros respondimos “Presente” como quien hace un

juramento , como quien da un salto hacia la luz y hacia el misterio.

„Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador,

elegimos a estos hermanos nuestros para el Orden de los presbíteros‟.

Elegidos, elegidos, elegidos. Esta palabra rebotaba dentro

de mi cráneo mientras el asombro se adueñaba de mi. ¿Elegidos por quién? Nada menos que por Dios. Elegidos ¿Para qué? Para que a través de vuestros labios se difunda su palabra. Para que

en nuestras manos se multiplique a diario el milagro de su Cuerpo entregado a los hombres.

Elegidos ¿por qué? No por mérito nuestros ciertamente. Elegidos, porque Dios está loco. Porque El ha cometido la locura

de amarnos y de llamarnos hoy por nuestro nombre y apellido. ¿Cómo, entonces, no volverse hacia El, dándole gracias?

De la homilía del obispo hoy no recuerdo nada. La

tormenta de gozo que había estallado dentro de mí era demasiado intensa para que, en ese momento pudiera

interesarme cualquier palabra humana por hermosa que fuera.

Por eso, mientras él hablaba yo seguía repitiéndome: elegido, elegido, tan asustado de la misericordia de Dios como de mi miseria personal. Luego, el obispo volvió a llamarnos. Y

empezaron a sonar las letanías.

Y nosotros allí, cuerpo en tierra, como si al hacerlo muriera el hombre viejo que nosotros éramos y naciera dentro de

nosotros un hombre nuevo y distinto, un hombre todo él recién nacido e inundado de Dios, sentíamos desfilar sobre nuestras

cabezas el ejército glorioso de los santos. Iban y venían . La Iglesia entera rezaba por nosotros, por aquel pobre grupo de

muchachos que se atrevían a zambullirse en el gozo de Dios, en la hoguera de Dios.

Y, tras las letanías, llegó la hora de la verdad. Uno tras otro fuimos avanzando hacia el obispo que impuso solemnemente

las manos sobre nuestras cabezas. Al sentirlas sobre la mía tuve la certeza de que algo se me desgarraba dentro, de que toda mi

vida estaba cambiando, de que yo estaba dejando de ser yo para ser verdaderamente Cristo.

Un Cristo muy pequeño, un Cristo a escala de mi pequeña alma, pero un Cristo real, con sus poderes, con su misma misión.

Fue como si en aquel momento alguien abriera las compuertas de mi alma y todo el mar de Dios entrara dentro, derribando los

viejos tabiques de mi yo.

Y tras las manos del obispo las de todos los sacerdotes que había en el altar. Fue una lluvia de manos que expresaban

cómo todos compartíamos el mismo sacerdocio. Ahora, pensé, eres ya sacerdote. Lo que tanto has soñado durante tantos años

se hace al fin realidad. Y serás sacerdote eternamente. Eternamente. Eternamente. Seguirás siendo una pobre criatura, pero serás ya sacerdote eternamente.

Fue, lo confieso ahora, treinta años más tarde, el

momento más alto de mi vida. El que le dio sentido a todo lo pasado y a cuanto ha venido después. Miré mis manos y me

asombré sabiendo que eran manos de Cristo. Luego el obispo lo confirmaría en su oración. Todo cuanto vino después, fueron ya

explicaciones, aclaraciones, símbolos que reflejaban lo que yo era ya. El obispo ungió nuestras manos mientras sonaba el <Veni

creator> para expresar la obra del Espíritu realizada en nosotros. Nos revistieron la estola y la casulla. Nos entregaron la patena y

el cáliz. Y nos dieron el abrazo de paz. Luego empezó la misa, la primera que decíamos, concelebrando todos a la vez con el

obispo. Y conocí el milagro de que nuestras palabras fueran milagrosas, de que aquel pan fuera ya más que pan y aquel vino

mucho más que vino, gracias a nuestras palabras asombradas.

Ese pan que luego repartimos entre nuestros hermanos, ese pan que llevo treinta años repartiendo desde aquel día gozoso. Sí, podrán pasar los años y los años y yo no olvidaré

jamás aquel día de marzo en el que Dios hizo en mi maravillas, porque El es grande y se ha acordado de nosotros, los pobres,

porque El ha querido necesitar la ayuda de los hombres, porque quien creó con sus manos el universo necesita ahora otras manos

para que sigan su oficio, para que repartan su carne a los hombres para que con sus labios esparzan por el mundo la

Palabra de Dios. Para mí y para muchos todo empezó un gozoso 19 de marzo.

18 de marzo de 1990.

José Luis Martín Descalzo Sacerdote español

1930-1991.

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LAS PRIMICIAS

«Lleva a la casa de Yahvé, tu Dios, los primeros frutos de tu suelo»

Éxodo 34, 26

T ODO don de Dios se nos otorga para lo recibamos

con alegría, lo disfrutemos y para que con nuestro esfuerzo lo hagamos fructificar. En la vida del

pueblo de Israel, el ofrecer las primicias de los frutos obtenidos con el esfuerzo propio y la venia

de Dios, era un elocuente signo de gratitud al Creador que concedía al pueblo ambos dones. Todo en la vida del que tiene

fe, es don de Dios. Y cuando un don es novedad, se convierte en oportunidad para crecer y comprometerse con el Creador para vivir continuamente en comunión con Él.

Ofrecerle a Dios las primicias del fruto de nuestros

esfuerzos además de ser un mandato divino, es saludable para nosotros. Nos ayuda a mantenernos en sintonía con la dinámica

del don de Dios, que apunta a otorgarnos un continuo flujo de bendiciones, fuerza y alegría en todas nuestras ocupaciones. El

pasado 14 de agosto, Dios me otorgó la oportunidad de celebrar aquí en la comunidad parroquial de Santa Beatriz mi primer

aniversario como sacerdote. Ya con la comunidad pude elevar una acción de gracias en una Eucaristía que celebramos juntos el jueves 18 de agosto.

Es indescriptible el gozo que he sentido al poder ofrecerle

a Dios las primicias de mi ministerio sacerdotal estando al servicio de esta bonita comunidad parroquial. Las primicias de mi

ministerio sacerdotal se quedan en Santa Beatriz, como un don que he recibido de parte de Dios a pesar de mi indignidad, y han

sido ofrecidas a Él con la única petición de que me siga otorgando lo que le pedí en la primera misa solemne que presidí:

un corazón sabio y prudente que me ayude a guiar a su pueblo en su nombre y guiado siempre por el Espíritu Santo.

Cuando disfrutamos lo que estamos haciendo el tiempo parece acortarse y la sensación es de que pasa rápido. Y así me

ha sucedido a mí en este primer año de ministerio aquí en Santa Beatriz, se pasó rápido para mí porque lo he disfrutado mucho.

Es tiempo de agradecer el don de Dios, y presentar junto con las primicias de sus frutos, una acción de gracias también a esta

comunidad parroquial que me ha recibido desde el primer momento con los brazos abiertos. Gracias por sus oraciones,

por su ejemplo de devoción, y por su compañía y amistad.

Pido a Dios todos los días por cada uno de los miembros de esta comunidad y les ofrezco mi esfuerzo continuo por

transparentar cada día con mejor calidad la imagen de Jesús Buen Pastor. Y para mí pido la gracia expresada en esta oración que

hice el día de mi ordenación:

“Padre, haz que me revista con las virtudes del corazón de tu divino Hijo, y me encienda con el Espíritu de Amor que lo inflama, para que asemejándome a Él, pueda ser instrumento eficaz de tu gracia y merezca

participar de la eterna redención.”

Que Dios nuestro Padre nos otorgue las gracias necesarias para continuar en su servicio santo y podamos juntos, como hermanos gozar de su presencia en cada uno de los pasos

que en comunión demos. ¡Que Dios los bendiga!

P. Eliezer Israel Sandoval Espinosa

Vicario parroquial

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