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PANORAMA DE LA VIOLENCIA FEMINICIDA EN MÉXICO:
ESCENARIOS Y TRANSFORMACIONES CONTEMPORÁNEAS
Autora: Irma Gpe. Aguirre Pérez (Gener@ndo Equidad y Libertad en Colectivo, A.C.)
irma.aguirre.perez@gmail.com
La presente propuesta tiene como objetivo exponer el panorama actual de la violencia
feminicida en México y en específico el caso del estado de Guerrero, desde una
perspectiva antropológica y feminista. Se realizan aproximaciones a los conceptos
de violencia, respecto de elementos, referencias, vínculos, materialización,
producción y reproducción, así como del término feminicidio, desde un enfoque de
género. Se presenta un panorama de la violencia feminicida a nivel nacional que
recupera las estadísticas generadas por la Comisión Especial para el Seguimiento de
los feminicidios en la República Mexicana y dedica atención de caso al estado de
Guerrero. Debido a que es uno de los estados con mayor índice de feminicidios a
nivel nacional, en escenarios de violencia social, criminalización de la participación
política de las mujeres y narcoviolencia, suficientes condiciones, para considerarlo un
laboratorio para el estudio de estos nuevos y complejos escenarios.
Palabras clave: violencia feminicida, feminicidio, violencia de género, violencia
social
Introducción
A mitad de la década de los noventas, se hizo visible públicamente el fenómeno de las
mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua en la zona fronteriza
de México con Estados Unidos. A este fenómeno se le denominó coloquialmente
como las “muertas de Juárez”, como una primera manera de nombrarle popularmente.
¿Quiénes eran esas “muertas”? Eran mujeres asesinadas que aparecían en el desierto o
eran dejadas sin vida en alguna calle de la misma ciudad o sus alrededores. Este
fenómeno salió a la luz pública por dos principales motivos: la incontinencia del
fenómeno y el reclamo que hicieran las madres organizadas de las mujeres asesinadas,
de mayor relevancia.
Ante la evasión, desinterés y omisión de la solicitud de su investigación de parte de
los Ministerios Públicos y la Procuraduría General de Justicia del estado de
Chihuahua, la organización urgente para exigir justicia, la investigación de los
asesinatos, así como la identificación y por ende, la impartición de justicia para con
los responsables, por parte de las madres, marcaría el inicio de las movilizaciones de
mujeres, movimientos por la condena a la violencia feminicida, que generarían
instrumentos jurídicos y políticas públicas para prevenir, atender, sancionar y
erradicar la violencia de género en México.
Este es el episodio más reciente en la historia de la organización y participación en el
Movimiento Amplio de Mujeres (MAM)1 por parte de las mexicanas, pero no ha sido
el único en este mismo tamiz, lo antecede el movimiento de las madres, las hermanas,
las esposas y las hijas, de los y las desaparecidas en el periodo de la guerra sucia en
México, a fines de los años sesenta y durante la década de los setenta. (Aguilar Tarrés,
2014). Lo que sí es innovador, es que ha logrado conjuntar los diversos feminismos y
1 Es un consenso la denominación de Movimiento Amplio de Mujeres (MAM), para referirse al
movimiento que incluye la participación de las mujeres con diversos intereses de género y agendas, que
no siempre se consideran ni adscriben como feministas, ya que la motivación para la movilización, parte
justamente del cumplimiento cabal de su papel tradicional como mujeres.
movimientos de mujeres, en el cumplimiento de una demanda impostergable: la
eliminación de la violencia de género y la violencia feminicida.
1.-Encuadre conceptual y metodológico de la violencia feminicida
Para la comprensión e interpretaciones hipotéticas de la violencia feminicida en
México, parto de los siguientes enfoques para su análisis: la sociología de la
violencia, teoría del conflicto y la perspectiva de género.
Desde el enfoque de la sociología de la violencia, este tipo de prácticas, son
considerados “hechos sociales”, determinados por una historicidad, que pueden
generar comunicación e incluso cohesión. Propone el interesante enfoque, de que el
uso de la fuerza, no es un acto de descontrol y ejercicio desmedido, sino al contrario
un empleo racional y administrado de la fuerza: “no es el uso ciego de la fuerza, está
calculada dicha fuerza y requiere que la víctima tenga una percepción de que está
siendo agredida en su integridad física y moral o en sus valores. No es una cualidad
de la estructura, puede actuar como estructurante”. (González Calleja, 2000: 165).
De otra parte, hace énfasis en su carácter relacional, entendido como hechos y
prácticas inmersas en relaciones sociales, asimétricas de poder: “el carácter relacional
y deliberado del fenómeno, donde la fuerza como factor objetivo de la violencia pasa
a segundo plano. Puede ser ingrediente de una estrategia de negociación que dé lugar
a nuevas normas sociales, pero en la mayoría de los casos actúa como elemento
precipitante o consecuente de la ruptura de un compromiso… Es un modo muy
peculiar de comunicación extralingüística” (González Calleja, 2000: 166,167).
De acuerdo con Michaud, citado por González Calleja, la percepción de estar siendo
objetivo de violencia, es crucial en la interpretación y las narrativas sobre violencia,
tanto en los imaginarios como en los discursos que (des) naturalizan: “hay violencia
cuando, en una situación de interacción, uno o varios actores actúan de forma directa
o indirecta, masiva o dispersa, dirigiendo su ataque contra uno o varios interlocutores
en grado variable, sea en su integridad física, sea en su integridad moral, en sus
posesiones o en sus participaciones simbólicas y culturales” (González Calleja, 2000:
165). Para este autor, las condiciones bajo las cuales se percibe como una transgresión
y como un abuso particular insoportable, es relevante.
De tal manera que si admitimos la relevancia del carácter relacional de la violencia,
reconocemos, que ésta sólo es la manifestación de un conflicto ampliado, por ello
desde la teoría del conflicto, la violencia es entendida como síntoma, elemento
parcial, ingrediente, etapa, proceso dentro del más amplio contexto del conflicto
social. No es el origen, ni el desenlace de un conflicto, sino un medio o probabilidad
de resolución. (González Calleja, 2000).
Coser, citado por Eduardo González Calleja, define la manifestación de la violencia
en relación al conflicto como: “la lucha de valores o pretensiones a estatus, poder y
recursos escasos, en la cual los objetivos de los grupos concurrentes no son sólo
obtener los valores deseados, sino también neutralizar, lesionar o eliminar los rivales”.
(González Calleja, 2000:172)
Estas diversas acotaciones conceptuales respecto del fenómeno de la violencia, aun
cuando no refieren a la violencia de género y están orientadas al estudio de la
violencia social y su relación con el Estado, el cual Weber2 definió como aquel que
tiene el monopolio de la violencia, nos son útiles para identificar y mostrar que la
violencia de género y su expresión extrema: la violencia feminicida, son los
desafortunados síntomas de un conflicto mayor, el de las relaciones asimétricas y
desiguales de poder, que sumando la perspectiva de género, nos señala que son las
mujeres, principalmente quienes han sido objeto de la violencia feminicida por parte
hombres, en territorio mexicano.
La perspectiva de género, de tal manera, no es útil para identificar y reconocer un
conflicto de intereses, que generan manifestaciones extremas de violencia, en el
entramado de las diversas expresiones de la violencia social. ¿Qué aporta la
2 En su obra La política como vocación, Weber atribuye el ejercicio de la fuerza como una de las
atribuciones que definen al Estado.
perspectiva de género al análisis de la violencia? Señalar el tipo de violencia que
responde a aquellas que se han denominado por “razones de género”.
Estas razones de género, refieren al hecho de que por haber nacido mujeres u
hombres, tenemos la obligatoriedad moral de dar cumplimiento al mandato social, es
decir cumplir con nuestros roles tradicionales de género. La violencia de género se
legitima cuando una de las partes, la que concentra el mayor poder, que generalmente
son hombres (pero también pueden ser otras mujeres, en menor proporción),
considera que se requiere una sanción por no haber cumplido ese mandato y/o por
ende, se ha transgredido la norma social y con ello, deslegitimado el sistema
patriarcal.
La violencia feminicida entonces, es la manifestación extrema de la violencia de
género y se refiere al asesinato de las mujeres por el incumplimiento o la transgresión
a su mandato genérico. Por lo que el asesinato se convierte en el castigo permisible, si
así el sistema patriarcal, representado de facto en lo masculino que tiene el
“monopolio” y el permiso social, para administrar el orden y “corregir” las amenazas,
si así lo considera.
Por tanto, los homicidios por razones de género, es decir los feminicidios, se
distinguen de los homicidios de mujeres, porque los primeros ocurren como una
consecuencia, un hecho, una medida correctiva y un castigo ejemplar a las mujeres
que no cumplieron los mandatos de género (aun cuando éstos puedan adquirir
demandas absurdas). Los segundos no ocurren por las mencionadas anteriormente:
razones de género, responden a diversas razones asociadas a la desigualdad, pero no
de género. Esa es una de las principales distinciones que Marcela Lagarde y de los
Ríos, señala cuando acuña el término feminicidio:
“La categoría feminicidio y la teoría sobre el feminicidio, de la que forma parte,
emerge del bagaje teórico feminista. Sus sintetizadoras son Diana Russell y Jill
Radford. Me basé en su trabajo teórico y empírico, además del de investigadoras
como Janet Caputi, Deborah, Cameron…ubica los crímenes contra niñas y mujeres en
el patriarcado y los considera el extremo de la dominación de género contra las
mujeres. Algunas lo llaman genocidio otras más lo consideran terrorismo de
género…La traducción de femicide es femicidio. Sin embargo, traduje femicide
como feminicidio y así la he difundido. En castellano femicidio es una voz homóloga
a homicidio y sólo significa homicidio de mujeres. Por eso, para diferenciarlo, preferí
la voz feminicidio y denominar así al conjunto de violaciones a los derechos humanos
de las mujeres que contienen los crímenes y las desapariciones de mujeres y que,
estos fuesen identificados como crímenes de lesa humanidad. El feminicidio es el
genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan
prácticas sociales que permiten atentados violentos contra la integridad, la salud, las
libertades y la vida de niñas y mujeres… y son, de hecho, crímenes de odio contra las
mujeres. (Lagarde, 2008:216).
Desde este aporte teórico es que se define y tipifica la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en el año del 2007. “La Ley se estructura de
acuerdo con los principios jurídicos sustentados en los derechos humanos: igualdad,
libertad, integridad, dignidad y seguridad”. (Incháustegui, T & López, Paz, 2011:14).
Define la violencia contra las mujeres como cualquier acción u omisión, basada en su
género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico,
sexual o la muerte, tanto en el ámbito privado como en el público. Contempla cinco
tipos de violencia: física, sexual, psicológica, económica y patrimonial. Define,
además, cinco modalidades de violencia: familiar, comunitaria, laboral y educativa,
institucional y feminicida.
Asimismo define a la violencia feminicida, como “ la forma extrema de violencia de
género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los
ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que
pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y
otras formas de muerte violenta de mujeres (Presidencia de la República, 2007: 6).
2.-Panorama nacional de la violencia feminicida
Tuvieron que pasar más de diez años para que este fenómeno se colocara en una
agenda política y se atendiera el fenómeno. La movilización exhaustiva de las
madres de las asesinadas de Juárez, logró llegar a la agenda del movimiento feminista,
que ya había mostrado interés, profunda preocupación y mayor indignación ante la
evasiva de las gestiones gubernamentales, autoridades políticas y así como
procuración de justicia del estado de Chihuahua, con dichas responsabilidades.
No es si no hasta 2005 que desde la Comisión de Equidad de Género de la Cámara de
Diputados, presidida por Marcela Lagarde y de los Ríos, que se logra atender esta
problemática con la investigación diagnóstica sobre los homicidios dolosos de
mujeres en las 32 entidades federativas que integran la República Mexicana, con la
obligada participación de las Procuradurías de Justicia Estatales, en respuesta al
mandato de proporcionar el número de homicidios dolosos y culposos desagregados
por sexo.
La sistematización de estos datos y la investigación sobre políticas públicas y
presupuestos destinados a la atención a la violencia, se integraron en el Diagnóstico
de la violencia feminicida en la República Mexicana y en el 2005 pudimos conocer
por primera vez la dimensión de la violencia feminicida en México. Esta
investigación mostró una terrible realidad para las mujeres mexicanas: demostró que
Chihuahua no era el estado con el más alto índice de homicidios de mujeres, no solo
ello, se constató que el fenómeno de las mujeres asesinadas ocurría en todo lo ancho y
alto de la República Mexicana.
El impacto que generó dicho conocimiento, además de hacer visible y demostrable la
violencia feminicida en México, derivó en la creación y promulgación en el 2007 de
la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, en donde se
tipificaron las distintos tipos de violencia género, se acuñó además el concepto de
violencia feminicida y se creó la Comisión Especial para el Seguimiento de los
Feminicidios.
Un segundo momento en la investigación de este fenómeno, es posible en LVI
legislatura, donde se logra la continuidad al diagnóstico de la problemática que bajo la
coordinación de la presidenta de esta misma Comisión y con la colaboración de ONU
Mujeres México, se publicó el libro Feminicidio en México: Aproximaciones,
tendencias y cambios 1985-2009 en el año 2011, que en un primer momento, fuera el
Informe de dicha Comisión. Esta investigación, agregó un mayor número de variables
a la investigación, las cuales hicieron de nuestro conocimiento, entre la vasta y
relevante información ahí expuesta que:
Entre 1985 y 2009 en México ocurrieron 34 176 defunciones de mujeres con
presunción de homicidio
Los años de mayor repunte entre 1985 y 2009 fueron: 1995, 1998 y 2009.
En 1995 se cometieron 1504 defunciones de mujeres con presunción de
homicidio
En 1998 se cometieron 1525 defunciones de mujeres con presunción de
homicidio
En 2009 se cometieron 1858 defunciones de mujeres con presunción de
homicidio.
En 2009, fue el estado de Chihuahua, el estado con mayor incidencia de
defunciones femeninas con presunción de homicidio.
Entre 1985 y 2008 la entidad federativa con la tasa más alta de defunciones
femeninas con presunción de homicidio ha sido el Estado de México.
El Estado de México, ha ocupado en 24 años, por 14 ocasiones el primer lugar
como la entidad federativa con la mayor tasa de defunciones femeninas con
presunción de homicidio.
El estado de Chihuahua ha ocupado en 24 años, por 3 ocasiones el primer
lugar como la entidad federativa con la mayor tasa de defunciones femeninas
con presunción de homicidio.
El estado de Guerrero ha ocupado en 24 años, por 5 ocasiones el primer lugar
como la entidad federativa con la mayor tasa de defunciones femeninas con
presunción de homicidio.3
3 Información obtenida de Incháustegui, T & López, Paz (2011), Feminicidio en México:
Aproximaciones, tendencias y cambios 1985-2009, Comisión Especial para el Seguimiento de los
Feminicidios, INMUJERES, ONU Mujeres, México. pp.33.
En este orden, Guerrero ha sido el la entidad federativa después de Estado de
México y antes que el estado de Chihuahua con mayor ocurrencia de
defunciones femeninas con presunción de homicidio en 24 años.
Estos feminicidios no pueden desvincularse de los escenarios regionales, que
conjuntan un escenario nacional con la presencia de otro tipos de violencias: la de
Estado, social, la guerra contra el narcotráfico, la guerra entre cárteles, etc. Entre
enero y octubre de 2015, siguiendo las cifras de Semáforo delictivo nacional, se
contabilizan 14 069 incidencias de homicidios a nivel nacional entre enero y octubre
2015.
Tabla I
Número de homicidios entre enero y octubre de 2015
México
Mes
Número de
incidencia
de
homicidios
Enero Febrero Marz
o
Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubr
e
Total
1289 1256 1315 1379 1465 1448 1454 1563 1477 1423 14069
Fuente: Elaboración propia, con base a datos de Semáforo delictivo nacional
http://www.semaforo.com.mx/Semaforo/Incidencia
A estas cifras, habría que agregar el reconocimiento de la existencia de subregistros:
homicidios que desconocemos y son parte de las cifras de personas desaparecidas,
homicidios que ni siquiera se han denunciado y están en la invisibilidad absoluta,
además de los criterios administrativos para la conformación de una base de datos
oficial, que también contribuye al conteo (in) exacto y/e (in)concreto. A continuación
podemos observar una gráfica de las cifras mencionadas:
Gráfica 1
Número de homicidios entre enero y octubre de 2015
México
Fuente: Elaboración propia, con base a datos de Semáforo delictivo nacional
http://www.semaforo.com.mx/Semaforo/Incidencia
Ahora bien, ¿en dónde ocurren las incidencias de homicidio?, ¿podríamos hablar de
una regionalización de la violencia? A continuación se presenta una tabla donde
podemos observar por entidad federativa y el Distrito Federal, el número de
incidencias de homicidios, así como el porcentaje que cada estado presenta respecto
del total nacional. De igual manera se incluyeron categorías para identificar
visualmente, un mapeo de concentración de la violencia homicida.
Tabla II
Número de incidencias de homicidio y porcentaje proporcional del total nacional, por
entidad federativa
Enero-octubre 2015
Entidad federativa Número de
incidencias de
homicidios entre
enero y octubre
Porcentaje respecto
del total nacional
%
1. Aguascalientes 35 .3
2. Baja California 683 5
3. Baja California
Sur 139 1
4. Campeche 43 .3
5. Coahuila 248 2
6. Chihuahua 823 6
7. Chiapas 424 3
8. Colima 113 .8
9. Distrito Federal 709 5
10. Durango 202 1.5
11. Guanajuato 741 5.2
12. Guerrero 1651 12
13. Hidalgo 114 .8
14. Jalisco 802 5.7
15. Estado de México 1723 12.2
16. Michoacán 615 4.3
17. Morelos 402 2.8
18. Nayarit 60 .5
19. Nuevo León 395 2.8
20. Oaxaca 611 4.3
21. Puebla 411 3
22. Querétaro 118 .8
23. Quintana Roo 189 1.3
24. San Luis Potosí 186 1.3
25. Sinaloa 807 5.7
26. Sonora 450 3
27. Tabasco 198 1.4
28. Tamaulipas 457 3.2
29. Tlaxcala 46 .3
30. Veracruz 444 3
31. Yucatán 39 .3
32. Zacatecas 191 1.4
Total 14069 100
Entre 1 y 50 incidencias de homicidios
Fuente: Elaboración propia, con base a datos de Semáforo delictivo nacional
Este cuadro, contribuye a identificar las regiones y entidades federativas en donde se
concentran los índices más altos de comisión de homicidios. El estado de México y
Guerrero se colocan por encima de Sinaloa, en un más del cien por ciento. Es decir la
brecha entre los dos primeros lugares que encabezan este rojo registro, es de más del
cien por ciento en lo que refiere al tercer lugar, es decir por más de 800 homicidios.
Ante el ocultamiento oficial de los datos, es un deber ético la reconstrucción de los
hechos desde un enfoque científico.
3.- Estudio de caso del estado de Guerrero
El 2015 ha colocado de nueva cuenta al estado de Guerrero como uno de los más
violentos a nivel nacional. Entre enero y octubre de 2015, la asociación civil
Semáforo delictivo nacional, que sistematiza los homicidios publicados en la prensa
nacional y de los estados, toma en cuenta datos oficiales y denuncias anónimas, ha
contabilizado 1651 homicidios en el estado de Guerrero, colocándolo por encima de
la media nacional y por encima de Chihuahua y Sinaloa.
Tabla III
Número de homicidios entre enero y octubre de 2015
Guerrero
Mes
Número de
incidencia
de
homicidios
Enero Febrero Marzo Abril May
o
Ju
nio
Julio Agosto Septiembre Octubre Total
138 140 155 194 175 141 179 199 163 167 1651
Entre 51 y 100
Entre 101 y 200
Entre 201 y 300
Entre 301 y 400
401-500
Entre 501 y 750
Entre 751 y 1000
1001-1500
Entre 1501 y 1750
Fuente: Elaboración propia, con base a datos de Semáforo delictivo nacional
http://www.semaforo.com.mx/Semaforo/Incidencia
Estas estadísticas son tan solo un indicador de la violencia, situación e inseguridad
pública en la que conviven 3, 389 000 habitantes4. Escenario que no se puede ni
negar, ni ocultar, ni invisibilizar. Resulta innegable e imposible su ocultamiento. Tan
solo entre enero y octubre, había fallecido por homicidio el 0.5 % de su población.
Estas cifras las podemos observar de manera visual en el siguiente gráfico:
Gráfica 2
Número de homicidios entre enero y octubre de 2015
Guerrero
Fuente: Elaboración propia, con base a datos de Semáforo delictivo nacional
http://www.semaforo.com.mx/Semaforo/Incidencia
Si bien el estado de Guerrero, presenta una de las más altas tasas y mayor número de
incidencias respecto del país, tampoco es privativo de la entidad y más bien refleja el
escenario nacional, en donde tampoco es posible la negación de esta compleja
realidad.
En este violento escenario, donde el estado de Guerrero ocupaba hasta octubre de
2015 el segundo lugar de incidencias de homicidios, sin ser una entidad fronteriza e
identificada como uno de los estados con mayor presencia de pobreza alimentaria,
4 Datos obtenidos del Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de
Geografía y Estadística e Informática.
estructural, patrimonial y salarial. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social (CONEVAL), para el 2014 midió que un 65.2% de su población
vive en condición de pobreza y de este porcentaje, el 24. 5% se encuentra en
condiciones de extrema pobreza5.
Todo ello obliga a preguntarnos: ¿qué factores y coyunturas se amalgaman en ese
territorio para que se encuentre en el actual estado de cosas? Hasta ahora los
argumentos que se consideran explicativos desde el centro del país y el gobierno
federal se limitan a señalar al atraso (planteado como una naturaleza adyacente a la
identidad local), la “incivilidad” y la actuación de la identidad conflictiva que
caracteriza a la población guerrerense (lo que deriva en un territorio sin ley), como las
razones estructurales de la violencia homicida en el estado de Guerrero; como si éste
fuera una isla desvinculada de la nación en términos, políticos, económicos,
administrativos y electorales, entre otros. De ahí que, de igual manera nos convoca la
obligación a dar respuestas desde la antropología y la sociología que contribuyan a
una explicación científica y pueda generar un análisis científico (con sus limitaciones,
delimitaciones, parcializaciones, sesgos, etc) que sea de utilidad y contribuya (de
alguna manera y medida) a promover iniciativas de medidas para, en principio la
contención, luego la atención, prevención y la ideal posible eliminación de la
violencia homicida y feminicida en el estado de Guerrero.
Un mecanismo discursivo similar se presenta cuando al interior del estado de
Guerrero se cuestiona a los gobiernos estatales y a las instituciones responsables de
impartir y administrar justicia, al demandárseles el esclarecimiento de homicidios de
mujeres con presunción de violencia feminicida. A octubre de 2015, el periódico El
Sur, de circulación local, contabilizaba 44 mujeres asesinadas a octubre de 2015,
mientras que para el Colectivo Nosotras, organización feminista pendiente de
seguimiento al tema y conteo de las mujeres asesinadas, para principios de diciembre
de 2015, iban cerca 100 mujeres asesinadas.
5 Datos obtenidos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social, http://www.coneval.gob.mx/Medicion/MP/Paginas/AE_pobreza_2014.aspx
“En cuanto a las cifras… desgraciadamente no hay un número oficial, por lo que
mientras que la Fiscalía General del Estado tiene sus propias estadísticas, cada
organización maneja números diferentes y en este sentido, de acuerdo al conteo
del propio Colectivo Nosotras, en el 2014 se registraron poco más de 118
feminicidios, en tanto que en este 2015 ya van alrededor de 100 y falta un mes
para que cierre el año”.6
Una gran dificultad se plantea en el registro de los feminicidios en este estado, (y
otras entidades presentan similares obstáculos), las cifras oficiales no corresponden
con el fenómeno que a la vista pública y de criterio común preocupa. La Fiscalía
General del estado de Guerrero tiene contabilizada una cifra muy inferior a la que
registran las organizaciones de mujeres y los medios de comunicación. La razón es
que no los consideran homicidios por razones de género y los atribuyen a la
narcoviolencia, como la principal razón de los homicidios de mujeres. Como
anteriormente se mencionó, para el caso de los homicidios, existe una importante
situación de subregistro a nivel nacional y ocurre de igual manera en esta entidad.
Aunado a ello, la invisibilidad y el desconocimiento de la perspectiva de género, así
como la propia condición de desigualdad, asimetría genérica, de clase y de
subordinación en la que viven las mujeres, el subregistro es mayor. Aun cuando en el
estado existe una Fiscalía Especializada en Feminicidios, no existen registros
fidedignos, ni cifras oficiales coherentes con la realidad que se observa. Tan solo en
julio de 2015, se presentó la comisión de 11 homicidios en 11 días, solo en el puerto
de Acapulco7.
6 Jiménez Rosales, B (3 de diciembre de 2015), Desde hace muchos años es
Guerrero el primer lugar en feminicidios: Garfías, Diario de Guerrero.
http://www.diariodeguerrero.com.mx/secciones/noticias-del-dia/7744-desde-hace-mu
chos-anos-es-guerrero-el-primer-lugar-en-feminicidios-garfias
7 Carbajal Arcos, C. (24 de julio de 2015) En 11 días, 11 mujeres han sido
asesinadas en Acapulco; ONGs exigen alerta de género, Sin embargo,
http://www.sinembargo.mx/24-07-2015/1426937
Bibliografía
Aguilar Tarrés, Luz (2014), Guerrilleras, México.
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Medición de la
pobreza, México, 2014.
Incháustegui, T. y López, P. (2011), Feminicidio en México: Aproximaciones,
tendencias y cambios 1985-2009, Comisión Especial para el Seguimiento de los
Feminicidios, INMUJERES, ONU Mujeres, México.
Instituto Nacional de Geografía y Estadística e Informática, Censo de Población y
Vivienda 2010, Guerrero, México, 2012.
Jiménez Rosales, B. (3 de diciembre de 2015). “Desde hace muchos años es Guerrero
el primer lugar en feminicidios: Garfías” en Diario de Guerrero.
Lagarde y de los Ríos, M. (2008), Antropología, feminismo y política: violencia
feminicida y derechos humanos de las mujeres en Bullen, M y Diez Mintegui, C.
(Coord.), Retos teóricos y otras prácticas, Ankulegi, 2008, pp. 209-239.