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4ta Reunin del Grupo de Estudios Rurales y Desarrollo (GERD)
Propuesta de ponencia para el eje temtico: Conflictos y disputas por la apropiacin y el
uso de recursos naturales
Ocupacin y uso del territorio para la produccin familiar-domstica en San Ignacio: las
restricciones en el acceso a los recursos naturales y los lmites en la transmisin
intergeneracional de conocimiento local
Dra. Ana Padawer
CONICET-ICA (FFyL-UBA)
apadawer@filo.uba.ar
1. Presentacin
En esta ponencia se presentan algunos resultados de un trabajo de investigacin -iniciado a
mediados de 2008- sobre el carcter formativo de las experiencias involucradas en la
participacin de nios y jvenes en actividades productivas, las que se analizan en relacin
a los procesos de transmisin intergeneracional de conocimiento local. En particular, se
har referencia a la ocupacin y uso del territorio para la produccin familiar-domstica en
las proximidades de San Ignacio (Misiones, Argentina); se trata de una zona donde se
localizan varios ncleos mby-guaran y pobladores que se autoidentifican como colonos,
quienes comparten un limitado acceso a recursos naturales que opera como condicionante
para la garantizar la reproduccin de ambos grupos sociales. Como parte de este proceso las
experiencias formativas se restringen significativamente, no obstante lo cual es posible
observar demandas, reflexiones crticas e intentos para ampliar las actividades productivas
y acceder a los recursos naturales por parte de la poblacin.
2. La ocupacin del territorio y la produccin familiar-domstica en San Ignacio
San Ignacio es uno de los 17 departamentos en que se divide la provincia de Misiones y se
trata de la jurisdiccin del pas donde, en la actualidad, se concentran mayoritariamente los
ncleos poblacionales que se reconocen como mby-guaran. La Encuesta Complementaria
de Pueblos Indgenas, efectuada en 2004-2005 por el Instituto Nacional de Estadsticas y
Censos, muestra que en esta provincia las personas que se reconocen y/o descienden en
primera generacin del pueblo mby-guaran son 4.083 (INDEC 2010); este valor puede
operar como referencia advirtiendo que distintos investigadores sealan las limitaciones de
los relevamientos estadsticos sobre poblaciones indgenas en latinoamrica, donde en
particular el registro poblacional de los mby guaran enfrenta dificultades que se derivan
de las migraciones que caracterizan a esta poblacin transfronteriza (Melia, 2004; Ladeira,
1997).
Con ocupaciones previas datadas en 2000 aos A.P. (Noeli 2004: 31-32), se considera que
los mby actuales son los descendientes de aquellos indgenas que lograron permanecer al
margen del experimento colonial desarrollado por los jesuitas entre los siglos XVI y XVIII,
a travs de la constitucin de pequeas comunidades refugiadas en la selva que supusieron
la construccin de una identificacin social definida por la confrontacin y el contraste con
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el mundo de los extranjeros, primero blancos y luego de sus descendientes mestizos
(Bartolom 2004).
Posteriormente, el establecimiento de los mby en el actual territorio argentino se defini en
interrelacin al avance de las fronteras de poblamiento de la sociedad nacional durante el
siglo XIX y primeras dcadas del siglo XX, provocando con el tiempo una progresiva
dispersin y desgranamiento de las aldeas, aunque an es posible en algunas jefaturas
reconocer un acatamiento poltico a una autoridad distante (Gorosito 2006). Esta dimensin
poltica se vincula estrechamente con los condicionamientos econmicos para la
reproduccin de las familias y, por ende, en la transmisin intergeneracional de esos
recursos: como se ver ms adelante, en la zona de San Ignacio se observa actualmente un
proceso dinmico de creacin de pequeos ncleos poblacionales mby que surgen como
desmembramiento de otros de mayores dimensiones, los que se asientan en terrenos cada
vez ms pequeos y generan nuevos liderazgos polticos.
De acuerdo al mapa elaborado por organismos de Argentina, Brasil y Paraguay y
coordinado por el Centro de Trabalho Indigenista en 2008, la mayor cantidad de ncleos
poblacionales mby en la provincia de Misiones se encuentra localizada en los
departamentos de San Ignacio y Libertador General San Martn, ubicndose en el primero
unos 16 ncleos o comunidades, los que estn asentados mayoritariamente en el lmite sur
del departamento, en proximidades de su cabecera (CTI 2008).
La zona a la que se refiere este trabajo fue delimitada, en principio, por ser aquella donde se
encuentra la mayor concentracin de ncleos mby en el departamento de San Ignacio, que
incluye a 9 de los 16 identificados por el CTI en el 2008. La razn por la cual se ha
definido esta zona radica en que se trata de aquellos ncleos que se encuentran ms
prximos a la ciudad cabecera y los que, en principio, viven en un espacio rural con
mayores transformaciones producto de la explotacin econmica del entorno, con mayores
dificultades de acceso a recursos naturales de subsistencia.
Hasta el momento se dispone de informacin heterognea de 8 de los 9 ncleos: Andresito,
San Ignacio Min, Katupyry, Kokuerei, Pindoju (Pindoity), u Por, El Tacuaral y Ivy Poty. Como ya se anticip, uno de ellos Katupyry- se destaca por contar con ms de 100 pobladores mientras que en el resto de los ncleos viven entre 20 y 50 personas. El espacio
disponible por las comunidades oscila entre las 10 y las 450 hectreas, siendo el ncleo ms
grande el que tiene acceso a una mayor extensin territorial y, a la vez, de la situacin legal
ms estable respecto de la propiedad de la tierra -de acuerdo a los referentes mby
consultados.
Los nios de Andresito y San Ignacio Min asisten una escuela rural ubicada a 4 Km de la
ciudad cabecera, mientras que los de Katupyry, Kokuerei y Pindoju (Pindoity) disponen de escuelas en sus comunidades, asistiendo a ellas los nios de u Por, El Tacuaral y Ivy
Poty. Dado que la mayora de las escuelas estn ubicadas en comunidades y asisten con
exclusividad nios mby, el establecimiento rural al que concurren los nios de Andresito y
San Ignacio Min se destaca por su matrcula heterognea, compuesta casi en proporciones
similares por nios mby y nios cuyas familias se identifican como colonos.
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Como se anticip al hacer referencia a la expansin de las fronteras de poblamiento de la
sociedad nacional, en las ltimas dcadas del siglo XIX comenz en el territorio de
Misiones un proceso de colonizacin organizada principalmente por el Estado, la que se
realiz sobre las tierras remanentes de una venta a 40 grandes compradores. El proceso de
colonizacin se extendi hasta casi la mitad del siglo XX, y como resultado de ambos
procesos venta a grandes compradores y colonizacin-, se gener una estructura de la propiedad de la tierra en la que coexisten grandes latifundios y un nmero importante de
propiedades familiares surgidas del padrn de colonizacin, fijado este ltimo en 25 has por
familia. Los colonos deban plantar el 20% de su parcela de tierra con yerba mate
(anteriormente se produca con plantas del monte nativo) y el resto lo dedicaron a la
produccin de maz, porotos, mandioca y animales de granja, los que se destinaban al
consumo familiar y la venta de excedentes (Ricotto y Almeida 2002).
Sin embargo, el proceso de ocupacin y explotacin iniciado como frontera agraria no se
llev a cabo solamente mediante la colonizacin organizada desde el Estado sino que
asumi a la vez un carcter espontneo, y en este caso la ocupacin del territorio se efectu
asociada a las explotaciones forestales. Hasta 1930, los colonos se dedicaron
exclusivamente a la produccin de yerba mate, incorporando sucesivamente el tung, el
tabaco y el t, producciones que se dieron simultneamente a la explotacin forestal,
primero de especies nativas y luego de exticas. De esta forma se conform durante el siglo
XX una sociedad agraria misionera compuesta por el ocupante o campesino -agricultor
familiar con 1 a 10 has, de origen criollo o inmigrante brasilero y paraguayo1-; el colono -
agricultor familiar con 25 a 50 has, en su mayora de origen inmigrante del norte y este
europeos-2; el estanciero -productor ganadero con terrenos entre 100 y 1.000 has- y el
latifundista extractivista (Reboratti 1979; Jaume et al 1989; Bartolom 2000; Krautstofl
2005; Baranger 2008; Otero 2008).
Del mismo modo que con los ncleos mby, para la poblacin que se autoidentifica como
colonos se ha delimitado un espacio de estudio en las proximidades de la cabecera
departamental. Como se observa en el cuadro que se incluye a continuacin, pese a que es
sede departamental y municipal, la localidad de San Ignacio ocupa hoy el segundo lugar en
trminos poblacionales y econmicos. En total hay 8 ciudades cabecera de municipios en el
departamento de San Ignacio, la mayora de los cuales fueron fundados en la dcada del 50:
San Ignacio fue fundado en 1693, Corpus en 1882, Hiplito Yrigoyen en 1953, Gral
Urquiza en 1954, Colonia Polana, Jardn Amrica, Santo Pip y Gobernador Roca en 1957
(Gobierno de Misiones, 2008).
1 La categora de los ocupantes incluye una significativa heterogeneidad interna, ya que si bien un sector
minoritario se asemeja a los colonos, la mayora pueden definirse como campesinos escasamente integrados al
sistema econmico, y un nmero de ellos son semiproletarios que combinan un trabajo asalariado con una
mnima agricultura de subsistencia (Baranger 2008). 2 La categora de colono ha sido objeto de discusin de la antropologa sobre la regin desde ya hace varias
dcadas. Los estudios de E. Archetti y K. A. Stolen en el norte de Santa F (1974) y de L. Bartolom en
Misiones (1975) problematizaron el carcter no campesino de los productores agrcolas de la zona recurriendo
al trmino farmer en ocasiones traducido como granjero-. Esta forma de produccin, caracterizada por el empleo de la fuerza de trabajo domstica pero donde es posible cierta acumulacin del capital, condujo a que
los reclamos polticos de los colonos se centraran en el acceso al crdito, la comercializacin y distribucin de
mercancas (Baranger 2008).
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Poblacin urbana y rural por municipio
Departamento de San Ignacio- Misiones
Total Urbana Rural
Colonia Polana 924 0 924
Gral. Urquiza 1.335 0 1.335
Hipolito Yrigoyen 2.187 0 2.187
Corpus 3.384 2.031 1.353
Santo Pip 5.447 3.152 2.295
Gral. Roca 6.315 2.450 3.865
San Ignacio 10.541 6.312 4.229
Jardn Amrica 24.905 21.189 3.716
Departamento 55.038 35.134 19.904
Fuente: Anuario Estadstico. Instituto Provincial de Estadsticas y Censos. Gobierno de Misiones. 2008.
Como surge del cuadro anterior, casi el 60% de la poblacin del municipio de San Ignacio
es urbana. Este trabajo se centra en las zonas identificadas como colonias: Aparicio Cue,
Invernada, Pastoreo Chico y Grande, Villa Ema, Teyu Cuar, Santo Domingo, Alberdi,
Mara Antonia, Puerto Viejo, Puerto Nuevo e Isolina (la ms distante, a 40 km de la
ciudad).
Del trabajo de campo realizado hasta el momento surge que tanto las familias de los
colonos como los ncleos mby prximos a la cabecera del departamento de San Ignacio
disponen de pequeas huertas, animales de granja y reciben alguna asistencia del Estado.
En la zona se destaca una planta de procesamiento de yerba mate (cuya sede comercial est
localizada en otra provincia y que actualmente se encuentra funcionando espordicamente)
y dos secaderos (uno de los cuales est en funcionamiento parcial, orientndose al turismo).
Asimismo se observan importantes plantaciones de pinos, atribuidas por los pobladores a
propietarios que viven en San Ignacio, en Posadas, y tambin se menciona la presencia en
la zona de dos grandes empresas.
Si bien an no se ha podido realizar una reconstruccin precisa de la propiedad de la tierra
en base al registro catastral, puede hipotetizarse de manera provisoria que el contexto
inmediato a la cabecera departamental de San Ignacio se destaca por mostrar rasgos de
transformacin del espacio social rural que afectan las condiciones de reproduccin de
colonos y ncleos mby, ya de por si precarias. Es as como en las entrevistas realizadas se
menciona como el transcurso de una o dos generaciones se ha restringido la produccin
yerbatera (fuente de trabajo para mano de obra local as como parte de la diversificacin
productiva de los colonos), se ha incrementado la forestacin de especies no autctonas, se
han verificado ventas de propiedades de colonos, traslados de comunidades indgenas en la
bsqueda de tierras disponibles, intentos poco fructferos de diversificacin productiva de
los pequeos propietarios.
Para analizar estos procesos desde una perspectiva ms estructural, los datos estadsticos
del Censo Nacional Agropecuario (CNA) brindan informacin relevante. Dado que la
misma se proporciona a nivel departamental -y por ende con un mayor nivel de agregacin,
es necesario relacionar estos datos con aquellos obtenidos en el trabajo de campo y en los
estudios que desde distintas disciplinas han abordado la estructura productiva de la zona.
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Este anlisis permite considerar cmo los cambios registrados por las poblaciones locales
en los procesos de reproduccin social, se vinculan con una configuracin socio-histrica
de importantes transformaciones en el modelo econmico predominante en la regin.
Si se utiliza esta reconstruccin para analizar la informacin proporcionada por el CNA
efectuado en el 2002, se observa que en la provincia de Misiones casi el 25% de la
superficie productiva corresponda a explotaciones tpicas de colonos y ocupantes -502.818
has en explotaciones de 50 has o menos-, ms del 30% se corresponda con parcelas
definidas como estancias3 -648.058 has en explotaciones entre 50 y 1000 has- y casi el 45%
con latifundios -916.926 has en explotaciones de ms de 1.000 hs-. Esta concentracin en la
explotacin de la tierra que se observaba en la provincia se verificaba en el departamento
de San Ignacio, pero con una magnitud menor: casi el 30% de la superficie productiva
corresponda en 2002 a explotaciones tpicas de colonos y ocupantes -30.131,8 has en
explotaciones de 50 has o menos-, ms del 45% con explotaciones definidas como estancias
-49.781,9 has en explotaciones entre 50 y 1.000 has- y poco ms del 25% corresponda con
latifundios -28.396 has en explotaciones de ms de 1.000 has- (Gobierno de Misiones 2008:
340 y 341).
Si bien est cimentada en la estructura de la sociedad agraria misionera consolidada durante
todo el siglo XX, la situacin actual refleja los cambios que se verificaron en las ltimas
dcadas. Distintos estudios expresan que los mismos se debieron al quiebre en la estructura
poltica institucional y en las modalidades del proceso de acumulacin de la sociedad
argentina inaugurado en 1976, el que produjo una crisis agrcola y un deterioro de la
economa campesina junto con cambios en la concentracin de la propiedad de la tierra,
acelerndose el proceso de descampesinizacin (Manzanal y Rofman 1989; Cragnolino
2006). En los ltimos aos, con el reposicionamiento de los productos agrcolas en el
mercado mundial, en las distintas regiones del pas se producen nuevas transformaciones
en el modelo econmico predominante que se orienta a la produccin agroindustrial y
afecta diferencialmente a pequeos productores y poblaciones indgenas en sus formas de
acceso a los recursos, empleo y sobrevivencia (Ramos 2006; Sili 2005; Neiman et al. 2002;
Bidaseca y Mariotti 2001; Gordillo 1995).
En Misiones, especialmente el complejo agroindustrial tabacalero es aquel que se vena
expandiendo significativamente desde la dcada de los 80, integrando en su cadena a los
colonos y ocupantes que, actualmente, se dedican a la produccin de tabaco manteniendo
cierta diversificacin productiva -ganadera, forestacin, produccin de yerba mate y
horticultura. Pese al crecimiento del sector, estos productores se han empobrecido debido al
proceso de concentracin de la manufactura y comercializacin de los cultivos en manos de
acopiadores y molineros. En los ltimos veinte aos, asimismo, se multiplicaron los
conflictos con los propietarios de bosques nativos, quienes en su momento haban facilitado
el usufructo de los colonos y ocupantes pero con el desarrollo de explotaciones forestales
3 De la tipologa, solamente la categora de hacendado presenta problemas para ajustarse a los rangos del
CNA ya que tericamente se debera incluir unidades productivas entre 100 y 1.000 hectreas, mientras que el
censo establece dos categoras parcialmente superpuestas con esta: EAP entre 50 y 200 hectreas, y entre 200
y 1000 hectreas. Dada esta dificultad y con la informacin disponible, a los fines de este trabajo se ha optado
por sumarlas.
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de especies exticas por parte de capitales concentrados, reclaman las tierras ahora
altamente valorizadas (Schiavoni 1995 y 2008; Ferrero 2006; Schvorer 2003; Otero 2008).
Estos procesos verificados en los ltimos 30 aos afectaron tambin a las comunidades
mby: mientras los asentamientos pudieron mantenerse en sectores relativamente poco
explotados de la masa selvtica, pudieron articular sus relaciones de intercambio con la
sociedad regional y conservar relativamente el control de sus propios procesos
organizativos y movilidad. Los cambios acontecidos en la estructura social y econmica de
la provincia en este perodo, as como las relaciones establecidas con el Estado en las
ltimas dos dcadas, condujeron a una significativa multiplicacin de unidades
residenciales autnomas relativamente establecidas, con alianzas dbiles de organizacin
poltica (Gorosito 2006).
Dependiendo de la proximidad con las poblaciones no indgenas, actualmente las
comunidades mby localizadas en territorio misionero pueden realizar diversas actividades
de subsistencia mediante caza de pequeos animales, pesca, recoleccin estacional,
produccin de huertas y cra de aves de corral y cerdos. En algunas comunidades tambin
se verifica trabajo asalariado en la agricultura y actividades ligadas al turismo -venta de
artesanas, guas por el monte y visitas a los ncleos- (Sero Kowalski 1993; Cebolla Badie
2005). En el caso de la zona de San Ignacio que se encuentra bajo estudio, como se anticip
y se desarrollar ms adelante, el acceso al monte nativo es muy escaso y se destina
especialmente a la provisin de materia prima para artesanas.
Pese a que la dispersin debilita la organizacin poltica, en los ltimos aos se evidencia
un progresivo reconocimiento de las comunidades indgenas, que reclaman y ejercitan
derechos ciudadanos desde sus particularidades como comunidad poltica, lo que produce
transformaciones en las actividades econmicas, polticas y formativas de las jvenes
generaciones en los grupos de referencia. Entre estas transformaciones, Wilde (2007)
advierte cmo el ambientalismo y el indigenismo como articulaciones polticas plantean
tensiones que son observables en el contexto misionero.
Quizs la ms relevante a los fines de este artculo sea la incongruencia entre el estereotipo
del buen salvaje ecolgico defendido por el discurso ambientalista y el proceso inevitable de insercin de muchos grupos indgenas en el mercado, lo que se articula con la suposicin
de que las comunidades son un todo homogneo representado por lderes cuya legitimidad
no es cuestionada. En Misiones, la adopcin mby de ciertos lugares comunes del discurso
ecologista bsicamente la idea de la vida en armona con la naturaleza-, es un eficaz recurso meditico que se da an en el caso de dirigentes de comunidades que desarrollan
una explotacin de recursos naturales que van en sentido contrario. En este sentido, la
autorizacin de algunos lderes para que en sus predios se realice la explotacin forestal -
sea originada en las presiones que genera la escasez o la atraccin del dinero y los bienes
simblicos blancos-, genera disputas internas que en ocasiones horadan la legitimidad de
estos lderes dentro de su comunidad, aunque conserven eventualmente apoyo fuera de ella
(Wilde 2007).
Es por lo anterior que, adems de los reclamos de tierras sobre los que no es posible extenderse aqu, y que son en s mismos procesos complejos que incluyen dimensiones
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formativas-, una de las principales demandas de estas poblaciones indgenas es la
limitacin de la explotacin forestal, ya que su caracterstica ms distintiva en los ltimos
aos radica en la concentracin de grandes extensiones de tierra, que fue acompaada de un
proceso de desforestacin de especies nativas (lapachos, cedros, canela, timb, frutales).
Luego de este proceso extractivo, los terrenos generalmente son tratados con herbicidas y
se procede a la plantacin de pinos.
Estos procesos afectan a los pobladores indgenas, colonos y ocupantes por la
contaminacin de los cursos de agua y porque el progresivo desmonte limita las actividades
de caza y recoleccin que realizan los primeros. Asimismo, las actividades productivas a
gran escala emplean escasa mano de obra, por lo que el empleo asalariado como recurso de
supervivencia es limitado. Al analizar la relacin de las poblaciones con el mercado debe
asimismo advertirse que, en esta zona, el turismo se ha convertido en importante generador
de empleo: si bien no son actividades tradicionales, sus posibilidades formativas son
asimismo amplias por lo que aqu se abren nuevos interrogantes a ser explorados en la
relacin entre actividades econmicas y educativas.
3. Las experiencias formativas de las jvenes generaciones en el campo
Las experiencias formativas involucradas en la participacin de los nios en la produccin
familiar domstica refieren al aprendizaje que se produce mediante comunidades de
prctica y participacin perifrica legtima (Lave y Wanger 2007). Este ltimo concepto
est estrechamente vinculado al de participacin guiada (Rogoff y otros 1993), que
apoyado en los desarrollos de Vygotsky, ha permitido reformular el estudio del
conocimiento infantil en distintos contextos socioculturales. Desde su perspectiva, los nios
avanzan en el entendimiento en un proceso creativo mediante el cual transforman aquello
que conocen y el propio mundo, al tiempo en que se vuelven progresivamente participantes
de las actividades de su comunidad.
El concepto de participacin perifrica legtima se refiere ms directamente al
conocimiento desde el hacer, a partir de una reformulacin del trmino apprenticeship, que
puede traducirse como adiestramiento. Esta formulacin proviene del debate sobre la
naturaleza del aprendizaje de fines de los 80, y supone que el mismo es siempre situado:
esto no implica solamente entender que se realiza en el tiempo y el espacio, con otras
personas, o dependiente del contexto en que se produce, sino enfatizar su carcter de
actividad situada. En este sentido la participacin perifrica legtima es un concepto que
describe el involucramiento en prcticas sociales que estn constituidas por procesos de
aprendizaje y no viceversa (Lave y Wanger 2007: 33).
La nocin de adiestramiento utilizada por Lave y Wagner se distancia de las
aproximaciones clsicas al concepto, mucho ms restringido en sus alcances, y que fue
entendido como una actividad ligada a la produccin artesanal, individual y en pequeos
grupos, la utilizacin de herramientas simples y conocimiento tcito, la divisin del trabajo
basada en la adaptacin individual y la prevalencia de cdigos de proteccin tradicionales:
para estos autores el adiestramiento asume diversas formas histricas, tradiciones culturales
y puede encontrarse en diversos modos de produccin; no es inherentemente igualitario ni
explotador, sino que debe analizarse bajo que forma de organizacin poltica y social se
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desarrolla en cada contexto, bajo que principios formativos se articula y se realiza (2007:
62-63).
Las tareas que los nios y jvenes realizan mediante su participacin perifrica en
actividades para la reproduccin familiar domstica pueden constituir experiencias
formativas pero, tambin, constituir modalidades de trabajo infantil. Es as como el cuidado
de la huerta familiar, la alimentacin de animales o la bsqueda de fibras vegetales para
artesanas pueden distinguirse del empleo rural para el desmonte, por ejemplo. De acuerdo
a la normativa que regula el trabajo infantil (Padawer, e/p), las tres primeras tareas son
condicin para la transmisin de un patrimonio de saberes y la construccin de sucesores en
la actividad desarrollada por los adultos del grupo domstico, y se vinculan con las
expectativas de formacin de las unidades familiares; la ltima implica la venta de la fuerza
de trabajo y la consecuente extraccin de un plusvalor por parte del adulto, situaciones de
riesgo y escasas o nulas situaciones de aprendizaje de un oficio o habilidades (Leite de
Sousa 2004; Neves 1999; Jacquemin 2004).
En particular, la transmisin de un patrimonio de saberes que forma parte de la definicin
de las experiencias formativas en contextos indgenas involucra un debate sobre la nocin
de tradicin, la que implica contemplar las estructuras productivas en cada zona de manera
de precisar las actividades que se identifican como tales para los mby: como se ver mas
adelante, dependiendo de la movilidad de las comunidades y la ocupacin del territorio en
cada regin es posible identificar ciertas actividades que se llevaban adelante en una
generacin y que no se puedan continuar en las siguientes, por lo que la nocin de tradicin
resulta problemtica en trminos de continuidad temporal. En este sentido, la revisin de
este concepto permite superar este requisito de antigedad y permanencia en el tiempo
(Hobsbawm y Ranger 1983), lo que posibilita analizar el carcter formativo de la
participacin en actividades productivas de manera que nuevas o renovadas actividades podran tambin ser validadas y reconocidas por su contenido educativo.
Distintos estudios han abordado el aprendizaje en comunidades guaranes recientemente, y
han advertido sobre la centralidad que adquieren los procesos de observacin, imitacin y
experimentacin como parte de la constitucin de una autonoma e individualidades de los
nios en tanto personas que se reconocen como parte de un colectivo. Como seala
Bergamaschi (2007), ms que la enseanza lo que pudo observar en la localidad de Lomba
do Pinheiro (Rio Grande do Sul, Brasil) fue una bsqueda de aprender por parte de nios y
jvenes, quienes acompaaban a los mayores y en ese dejar hacer por parte de los adultos -donde el consejo es diferido en el tiempo-, se proporciona un espacio para que los sujetos
experimenten y establezcan por si mismos los lmites de sus acciones, aunque por ello -
advierte la autora- se vean expuestos en ocasiones a ciertos trastornos menores, que
errneamente han sido interpretados por algunos funcionarios e investigadores como una
falta de cuidado.
Coincidentemente, en las aldeas Palmito y Marangat (Departamento Guaran, Misiones,
Argentina) Larricq (1993) explor aquellas situaciones de juego que, a edades muy
tempranas como los 4 o 5 aos, configuraban escenificaciones de trabajo adulto macheteo, cocina, carpida, recoleccin-. Si bien se trataba de tareas habituales de los mayores que los
nios realizaban conscientes de que se trataba de imitaciones, implican una observacin
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detallada y una repeticin seriada de operaciones a la vez que se adquieren competencias
motoras, intelectivas y lingsticas.
Larricq (1993) indica que la realizacin obligada de tareas hogareas fundadas en estas
escenificaciones -tales como el acarreo de agua, el cuidado de animales, la preparacin de
alimentos- comenzaban a los 6 o 7 aos (dependiendo de la composicin de los grupos
domsticos y la divisin sexual de trabajo); en otras actividades del monte o la huerta, en
cambio, colaboraban en forma intermitente y sin obligacin hasta los 11, 12 o 13 aos, si
bien desde unos aos antes los nios acompaaban a sus padres en la jornada laboral y
realizaban entonces este mismo proceso de aproximacin progresiva a la prctica por
imitacin.
En virtud de lo anterior, an las obligaciones domsticas que los nios realizan desde
temprana edad acarreo de agua, limpieza de enseres- pueden ser entendidas como experiencias formativas en trminos de conocimiento socio-cultural, donde su
cumplimiento es parte de la comprensin y ejercicio de procesos de colaboracin para el
sostenimiento de los grupos domsticos. Esto no implica ignorar las relaciones de poder
que se producen en su seno, sino enfatizar que el trabajo domstico es necesario para la
reproduccin de los grupos sociales (Schiavoni 2003).
Finalmente, es importante advertir que los conocimientos que se producen fuera de la
escuela no se definen en s mismos sino en relacin a la institucin legitimada por los
estados nacionales para la transmisin intergeneracional de saberes: la escuela. En el caso
de las poblaciones mby, as como se ha verificado para otras poblaciones indgenas, es
posible observar como, por ejemplo, la predominancia de la forma escolar, y en particular
la separacin de adultos y nios, confronta con la educacin en contextos comunitarios en
los que ambos grupos de edad comparten las actividades: el hecho de la escuela sea un
espacio social que se especializ en la enseanza y el aprendizaje y que no prev la libre
circulacin entre los diferentes grupos de edad (as como los lugares de trabajo no estn
preparados para recibir nios o personas que no estn directamente implicadas en el
mismo) proviene de la gnesis urbana de la escuela, y por lo tanto atiende a las exigencias
de organizacin de las familias en dicho mbito, producidas histricamente (Gomes y
Pereyra, 2005). Si bien no es posible detenernos en estos procesos aqu, es importante
advertir que estos contrastes contribuyen a que la relacin de las poblaciones indgenas con
la escuela sea compleja: por un lado se reconoce la importancia de acceder a la lectura,
escritura y el dominio del castellano; al mismo tiempo, se confronta con la forma que esta
adquiere.
En el caso de las poblaciones campesinas, el trabajo de Cragnolino (2001 y 2006) permite
reconstruir los cambios en las estrategias formativas de las familias de pequeos
productores del norte cordobs durante el siglo XX; si bien se trata de otro contexto
regional, las poblaciones rurales actuales de ambas regiones presentan interesantes
semejanzas a nivel estructural, por lo que su anlisis resulta de utilidad para este trabajo.
Cragnolino (2006) advierte que histricamente los nios campesinos se han incorporado a
tareas en la unidad domstica; esta vinculacin se produce de manera progresiva,
participando en tareas de complejidad y exigencia fsica crecientes. Los aprendizajes
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tempranos acerca del trabajo domstico y predial se realizan a travs la observacin y luego
la imitacin, lo que permite la apropiacin paulatina del repertorio de conocimientos
especializados tiles para resolver problemas prcticos -conocimiento de los ciclos
climticos, operaciones necesarias para el cultivo, manejo de instrumentos, ciclo de vida de
animales y vegetales-.
Como se ha dicho, el conocimiento que se adquiere fuera de la escuela es definido en
articulacin con ella; para las poblaciones rurales as como para las indigenas- han ocurrido cambios significativos en este siglo: es as como, a diferencia de otras
generaciones, la asistencia a la escuela primaria es una actividad prioritaria de los nios de
las familias campesinas en la actualidad. Es reconocida su importancia en tanto habilita a
sus miembros para la bsqueda del trabajo y la vida social fuera del predio familiar, por lo
tanto la escuela primaria no se presenta actualmente como una opcin o una posibilidad
sino como un problema a resolver: implica la aceptacin de que estos aprendizajes tendrn
una utilidad diferida, as como la preservacin del trabajo domstico y predial -o su
redefinicin de manera que no interfiera con las tareas escolares (Cragnolino, 2001).
En el caso de los jvenes adolescentes y la escuela secundaria, la relacin entre los
conocimientos escolares y las experiencias formativas fuera de la institucin es diferente:
en un contexto de pauperizacin y descampesinizacin, las labores del campo que se
proponen como contenido curricular de las escuelas secundarias agrotcnicas puede resultar
desvalorizado en tanto las proyecciones de futuro de varios de los miembros de la unidad
domstica sean urbanas. Al mismo tiempo, el aprendizaje de oficios por parte de los
varones jvenes (albailera, electricidad, mecnica) puede ser valorado en su carcter
formativo: permite resolver problemas prcticos y facilita la reproduccin del trabajo a
travs de un empleo asalariado o un desempeo cuentapropista. No obstante, es importante
advertir que estos aprendizajes vinculados a la accin se adquieren tambin en la unidad
domstica y predial; en los grupos de parientes y redes familiares en situacin de trabajo
productivo; en equipos de trabajo especializados y, durante la migracin, en cadenas que
operan en la capacitacin e incorporacin al trabajo en oficios (Cragnolino, 2001).
De estas definiciones surge que la referencia a la participacin de los nios en la
produccin familiar domstica incluye a todos los miembros que desempean ms o menos
sistemticamente una labor para la produccin y/o reproduccin del grupo familiar. Esto
permite analizar reemplazos, diferenciaciones genricas, de edad y de posicin en la escala
de hermanos ya no como mandatos culturales fijos sino en su proceso de construccin
sociohistrica. El tipo de tareas realizadas, su frecuencia y distribucin merecen ser
descriptas empricamente y analizadas conceptualmente para poder precisar los alcances de
la participacin perifrica legtima de los nios en la produccin domstica, en cada
contexto social e histrico particular en el que se lo aplique.
4. Los cultivos y la cra de animales en San Ignacio
El departamento de San Ignacio ocupa un lugar de relevancia a nivel provincial en la
produccin de cultivos industriales, especialmente de yerba mate y en menor medida de t.
Por la superficie dedicada a estos productos posee respectivamente el 3ero y 4to lugar en la
11
provincia, siendo la proporcin de la superficie del departamento destinada a cada producto
el 18% y el 2% respectivamente (INDEC 2010. Cuadro 4.10 CNA 2002)4.
En ambos cultivos, la superficie promedio por productor en San Ignacio es un poco mayor a
los valores provinciales en el caso de la yerba mate, 14 y 10 has; en el caso del t, 25 y 4 has respectivamente- (Gobierno de Misiones 2008: 351, 352 y 358)
5. Esta informacin
permite concluir que la plantacin de yerba mate y t contina siendo producto de colonos
y ocupantes en toda la provincia, si bien en el departamento considerado tiende a haber
comparativamente mayores extensiones; por otra parte, esta produccin se integra en una
cadena agroindustrial significativamente concentrada, ya que la primera venta se realiza sin
procesamientos y directamente a la industria en un 60% en el caso de la yerba mate y en un
70% en el caso del t (INDEC 2010. Cuadro 12.1. CNA 2002)
Asimismo, el departamento de San Ignacio ocupa el primer lugar provincial en la
produccin hortcola bajo cubierta -41.250 m2, representando ms del 23% de la superficie
provincial destinada a este tipo de productos-, siendo tambin relevante el cultivo de
mandioca -747,5 has sobre 9.097,7 has en la provincia- (INDEC 2010. Cuadro 4.18. CNA
2002). En el caso de los cereales, la produccin provincial se concentra fundamentalmente
en el maz, pero el departamento de San Ignacio no se destaca por su produccin es de solamente 653,5 has por sobre las 33.523 a nivel provincial (INDEC 2010. Cuadro 4.6.
CNA 2002).-; este ltimo producto reviste especial relevancia, ya que se trata de una
especie que se reconoce como tradicionalmente cultivada por los mby, como se ver ms
adelante. Finalmente, de los datos estadsticos surge que la cra de animales no es
significativa en San Ignacio si se la compara con otros departamentos de la provincia,
destacndose el ganado bovino en rodeos predominantemente pequeos -6.658 cabezas
sobre 345.648 en 2002-. Un proceso similar se verifica con los porcinos -959 cabezas sobre
125.128- en piaras tambin de nmero reducido (Gobierno de Misiones 2008: 366, 380 y
382).
Las actividades de horticultura y cra de animales relevadas en los ncleos mby y en las
explotaciones de las familias de colonos localizadas en las proximidades de San Ignacio
son coincidentes con el panorama descripto para el departamento, si bien pueden sealarse
asimismo algunas particularidades. En principio, la produccin vegetal y animal que se
observa en las comunidades mby no es muy amplia, proceso en el que probablemente
incida en hecho de que el turismo y las relaciones con el Estado son fuente complementaria
de ingresos para las familias. No obstante, es posible advertir que la produccin vegetal -al
menos en Katupiry, Andresito y Pindoity, donde se pudo abordar con mayor detalle-
responde a los cultivos tradicionales en las comunidades mby tales como mandioca, maz,
batata, porotos, zapallo (sobre todo de los dos primeros productos) y se puede observar
4 Estos productos experimentaron variaciones en el periodo 2002-2007: en el caso de la yerba mate, la
superficie destinada a la produccin provincial disminuy -de 167.300,3 has a 161.180 has- mientras que en el
departamento San Ignacio ascendi levemente -19.160 has a 19.394 has-. En el caso del t, en cambio, se
verific un incremento de la superficie destinada a la produccin a nivel provincial -de 34.843 has a 44.801
has- as como en el departamento San Ignacio -de 2.140 has a 7.738 has- (Gobierno de Misiones 2008: 350 y
352). 5 Se trata de un promedio terico obtenido en base a datos de cantidad de productores y superficie cultivada
por departamento, que son los datos proporcionados en las fuentes mencionadas.
12
asimismo la presencia de huertas, una mnima cra de animales de granja cerdos y gallinas-, y proyectos espordicos de apicultura. En las familias de colonos se observa una
importante heterogeneidad: aquellos que disponen de terrenos ms amplios (100-200 has)
despliegan una diversidad de actividades que van de la forestacin, la cra de porcinos,
bovinos y aves de corral, la apicultura, la huerta y las plantaciones de mandioca y caa de
azcar (esta ltima para forraje); algunos de los que cuentan con menores extensiones han
desarrollado viveros y cra mnima de animales de granja, mientras que quienes solamente
disponen de unas pocas hectreas se dedican a la huerta y sobreviven principalmente de la
asistencia estatal.
Del trabajo de campo realizado hasta el momento se deriva que los nios mby de las
comunidades anteriormente mencionadas pueden interaccionar con animales domsticos y
de granja, pero su intensidad es menor si se lo compara con las oportunidades que derivan
de las responsabilidades cotidianas de algunos nios de la colonia cuyas familias registran una mayor actividad productiva de crianza de porcinos y aves de corral-, quienes se ocupan
de mover animales para alimentarlos, en tanto los nios mayores participan incluso del faenamiento. Es importante detenerse en este punto porque de la cra de animales se
desprende un complejo conocimiento sobre el mundo natural y su interaccin con las
poblaciones humanas: analizando las prcticas cotidianas de cuidado de los cerdos en una
familia de colonos se ha podido concluir cmo disponer de conocimiento sobre los
vegetales que sirven de alimento a cierto animal permite la articulacin con saberes
respecto de la reproduccin de dichas plantas, la vinculacin entre la alimentacin animal y
la humana, o las capacidades de alimentacin de los animales en las distintas etapas de su
vida. Es decir: no se trata de un conocimiento sobre una especie en particular, plausible de
ser expresado con exhaustividad, sino ms bien del conocimiento de relaciones entre
especies que son relevantes para necesidades inmediatas.
En relacin a la produccin vegetal, los nios mby tienen oportunidad de acompaar a los
mayores a la chacra, observando y ayudando. En las comunidades analizadas se
reconstruy que las plantaciones ocupan de 1 a 5 hectreas, donde se plantan mandioca y
porotos en septiembre u octubre, que entre marzo y abril los pueden empezar a consumir.
Respecto del maz, algunas comunidades plantan variedades de tres y seis meses
comenzando en el mismo perodo. Las actividades hortcolas de subsistencia estn
presentes en la mayora de las comunidades y hogares de colonos; pero del trabajo de
campo surge que las agencias gubernamentales ligadas a la agricultura no logran, pese a
disponer de un cuerpo profesional especfico y varios documentos sobre las actividades
productivas de la regin de San Ignacio, interaccionar con los colonos y ocupantes que se
encuentran en posiciones ms marginalizadas. Por su parte, da la impresin de que los
mby de la zona no son considerados una poblacin objeto de estas polticas, cuestin que
en si misma requiere de reflexin: quizs debido a que los mby reclaman
fundamentalmente por sus actividades extractivas en el monte, las tareas agrcolas no son
habitualmente consideradas como tradicionales de sus comunidades, e incluso pueden ser asociadas a una sedentarizacin forzada
6. Ante esta situacin, y teniendo en cuenta las
6 Para analizar las actividades de la poblacin mby en Misiones en relacin a huertas y cra de animales
desde una perspectiva ms diacrnica es interesante recurrir al anlisis de Enriz (2008), quien reconstruy
13
discontinuidades en las actividades productivas en el transcurso de las generaciones
sealado precedentemente, el interrogante consiste en establecer cmo ciertas actividades
nuevas son apropiadas o incluso potencialmente reivindicadas por algunas comunidades.
Este argumento se refuerza si se compara la situacin de los mby de San Ignacio con otros
contextos donde la produccin hortcola de las comunidades es ms abundante. Es el caso
de la aldea Tekoa Maragatu (municipio de Umarui, Estado de Santa Catarina, Brasil),
donde Utermoehl y Nunes (2006) pudieron registrar un uso amplio de prcticas
tradicionales de cultivo que les permitan a los mby sortear algunos problemas de la
agricultura occidental tales como la dependencia de insumos (semillas y fertilizantes), el
monocultivo y la homogeneizacin de las especies que provocan la degradacin ambiental.
La utilizacin de variedades de maz, plantadas en asociacin con porotos, mandioca,
batata, man y zapallo, contribua as a la preservacin del suelo y la mejora gentica.
Por otra parte, el estudio de Perez Felipim y Queda (2005) es particularmente importante
porque analiza actividades agrcolas en relacin a la movilidad espacial mbya. Se releva en
la comunidad indgena Guarani Yvyty (Ilha do Cardoso, municipio de Canania, Estado de
San Pablo, Brasil) la conservacin de los cultivos del maz, considerando cmo diversos
mecanismos que componen el sistema agrcola favorecen la manutencin y el aumento de
la variabilidad gentica de sus cultivos. Los autores subrayan que el maz acompaa los
sucesivos traslados de las comunidades y su produccin que no es solo destinada a la alimentacin sino que tiene importancia ritual- se mantiene a partir de la reserva de semillas
que garantiza su plantacin donde quiera que la comunidad se desplace. Esto es
particularmente importante dado que el maz cultivado y domesticado no dispone de un
mecanismo de propagacin y dispersin natural, dependiendo totalmente de la accin
humana para su sobrevivencia, siendo las tcnicas de conservacin fundamentales para tal
propsito.
Las diez variedades de maz que Perez Felipim y Queda (2005) identificaron como
presentes en el sur de Brasil constituyen insumos para un amplio repertorio de formas de
preparacin como alimento y bebida. Las familias nucleares y/o extensas realizan el corte y
quema de no ms de 1 hectrea para plantar cultivos "tradicionales" y "no tradicionales" en
un mismo espacio, siendo los segundos aquellos que son considerados por los propios mbya
como "cultivos del blanco" y adquiridos por compra, trueque o donacin. La permanente
distincin de productos tradicionales es en s mismo relevante a los fines de este estudio,
como ya se dijo; sin embargo, analizadas desde las tareas involucradas esta diferencia entre
productos que se sostiene desde las creencias religiosas se vuelve relativa.
Como se anticip, en la produccin vegetal de los colonos se ha observado hasta el
momento una heterogeneidad similar a la que se verifica respecto de la cra de animales. Es
as como en la chacra de algunas familias se han logrado instalar viveros bajo cubierta que
complementan la cra de animales para la subsistencia, mientras otros tienen una
produccin vegetal intermitente, generalmente asociada a la entrega peridica de semillas
por parte del INTA y/o el municipio. Los viveros distinguen a unas pocas familias que han
acciones externas en pos de la sedentarizacin, en el perodo 1978-1988, a cargo del Instituto Superior
Antonio Ruiz de Montoya con apoyo gubernamental.
14
logrado enviar a sus hijos a escuelas agrarias o interaccionar intensivamente con el Estado;
en trminos formativos de las jvenes generaciones resulta una actividad de singular inters
ya que se ha observado como los estudiantes permiten ampliar los horizontes de la
produccin familiar, generando demandas a sus padres y poniendo en relacin
conocimientos escolares y comunitarios. En estas situaciones, por otra parte, es donde las
limitaciones estructurales se expresan con claridad: se han relevado as distintas
trayectorias de jvenes de familias de la colonia que no han podido terminar sus estudios
secundarios por problemas econmicos, y cuyos proyectos productivos presentan
innumerables obstculos por falta de crdito o incentivos para la produccin; de manera
similar, iniciativas de produccin agrcola de auxiliares o referentes indgenas se truncan
por la provisionalidad de los terrenos que ocupan o la falta de insumos para iniciar una
actividad econmicamente sostenible.
5. El monte y la explotacin forestal en San Ignacio
Como se seal, en San Ignacio se verifica una menor proporcin de latifundios en relacin
al promedio provincial -25% y 45% respectivamente-, y existe un nmero significativo de
pequeos productores que se dedican al cultivo de yerba mate, te y viveros hortcolas. Esta
descripcin podra dar la impresin de que la produccin agrcola a pequea escala podra
caracterizar a San Ignacio.
Sin embargo, al analizar los datos de la produccin forestal, se observa que este
departamento ocupaba en 2002 el tercer lugar en la produccin provincial en relacin a la
superficie de bosques de pinos implantados: coincidentemente, las 21.144 has identificadas
en el CNA como destinadas a la produccin de esta especie no autctona en el
departamento correspondan a casi el 20% de su superficie bajo explotacin agrcola,
mientras que en la provincia la extensin de este producto era del 14% (Gobierno de
Misiones 2008: 392). Asimismo, analizando la produccin de los ltimos aos, puede
observarse que a nivel provincial se triplic la produccin de rollos de madera proveniente
de montes implantados desde el 2002 al 2007, lo que permite suponer que este
departamento ha participado de ese crecimiento, dada la importancia que ocupa en la
produccin a nivel jurisdiccional (Gobierno de Misiones 2008: 389).
Dado que las comunidades mby prximas a San Ignacio son de tamaos diversos y se
encuentran a diferentes distancias respecto de la ciudad cabecera del departamento, las
posibilidades de acceder al monte para realizar actividades extractivas son en general
limitadas pero asimismo heterogneas. La vida en proximidades del monte hace que los
nios pequeos, desde los 3 o 4 aos, aprendan como manipular o evitar pequeos animales
que encuentran en las inmediaciones de sus viviendas; al mismo tiempo, las crecientes
restricciones de accesibilidad hacen que los nios mayores no dispongan de un contexto
para la apropiacin de los conocimientos sobre las actividades extractivas asociadas al
monte que los adultos jvenes podran proporcionarles.
Aun con estas condiciones contextuales desfavorables, los varones jvenes de estas
comunidades pueden dar cuenta de la transmisin intergeneracional de conocimientos sobre
trampas para pequeos animales y pjaros, aunque la actividad diste de ser cotidiana. Se
mencionan especialmente la posibilidad de apresar a especies como ararakay (loritos),
15
zorzales, yeruti (trtolas), urracas (akae), uru i, ynambu (perdices), yaku (pavos monteses); tambin a veces salen a melar, buscando jatei (abejas largas). El relato de un auxiliar da cuenta de experiencias de restriccin en el acceso al monte en el transcurso de su propia
generacin: hijo del cacique de Tekoa Arand, una comunidad ubicada a 150 km. hacia el
Noreste, se acompaa con la hija del cacique de Katu Piry y tras instalarse all -tras realizar
un curso de ADI en 2008-, comienza a desempearse en la escuela prxima a Andresito.
Este auxiliar mby recuerda que en su infancia en Tekoa Arand disponan de un vasto
territorio, ya que como resultado de una donacin ocurrida a principios de los 90 la comunidad cuenta legalmente con ms de 4000 hectreas. Sin embargo, en los ltimos aos
la zona se pobl de pequeos productores de tabaco, y han sufrido asimismo intrusiones
para la extraccin de madera que provocaron litigios judiciales. Siendo nio, acompaaba a
su padre y as aprendi a cazar venados, tat, a recolectar pakuri (rbol frutal similar a la
naranja) y miel; la aldea de Katu Piry, donde vive actualmente, est rodeada de
plantaciones de pino destinado a la elaboracin de papel y las familias se dedican al cultivo
en la chacra, y la realizacin de artesanas, por lo que el contraste con sus experiencias
infantiles es significativo.
Es interesante comparar la perspectiva de este auxiliar con la de un colega, ya que ambos
viven en Katu Piry pero analizan el escenario con distintos parmetros: mientras para el
primero las limitaciones en el acceso al monte son evidentes en relacin a su infancia en
Tekoa Arand, para el segundo son relativas, ya que las compara con su infancia en
Andresito. Es as como en su relato este segundo auxiliar valora las 300 hectreas de monte
en Katu Piry, donde pueden encontrar numerosos rboles frutales como aratiku
(chirimoya), guaporaity (guapoy: higuera), guavira y gemb mientras que en Andresito,
en cambio, fue posible observar durante el trabajo de campo como la tala de rboles se
realizaba cotidianamente a menos de 100 metros de las viviendas.
Las actividades del monte que estos adultos jvenes relatan como propias de su infancia
son similares a las reconstruidas en Palmito y Marangat (Misiones, Argentina) a fines de
los 80 por Larricq (1993). Este autor describi como los varones, a partir de los 6 o 7 aos,
acompaaban a los mayores en actividades del monte cercano, participando
progresivamente de un conocimiento amplio del ambiente natural asociado con relatos
mticos a los que los nios tambin accedan paulatinamente. En estudios ms recientes,
estas actividades tambin fueron registradas por Enriz, quien en una aldea localizada en la
reserva de biosfera Yabot (Misiones, Argentina), pudo observar cmo los varones desde
los 10 aos podan ocuparse en situaciones especiales, de la revisin de trampas para
animales (Enriz y Palacios 2008; Enriz y Padawer, 2008).
Aprovechamientos del monte similares pudo reconstruir Cebolla Badie (2005) con el
trabajo de campo en Takuap, Jejy y Fortn Mboror (Misiones, Argentina), donde pudo
analizar el conocimiento mby sobre las especies de abejas y avispas que permite el uso de
la miel en la dieta, la medicina y prcticas religiosas. Estas prcticas de recoleccin se
realizaban de acuerdo a un patrn reconocido como tradicional, por el cual esta tarea era realizada por varones que podan eventualmente ser acompaados por mujeres. Esta
actividad implicaba disponer de la habilidad para la deteccin de los nidos, distinguir
distintas especies de abejas y avispas, as como de las especies arbreas de las que los
insectos retiraban resina y libaban las flores. Asimismo, este conocimiento implicaba
16
reconocer las formas y estructuras internas de los panales de cada especie, y los perodos en
los cuales convena recolectar la miel. En su trabajo, Cebolla Badie (2005) advirti que,
pese a la amplitud de conocimientos implicados, en los ltimos tiempos estas prcticas
comenzaron a reducirse por la desforestacin, extincin de la fauna y la prdida del acceso
a territorios donde se realizaban estas actividades7.
Es importante advertir, finalmente, que la relacin con el monte nativo es problemtica
asimismo para las familias de colonos y campesinos. Como ya se seal, la explotacin
forestal tiene consecuencias importantes en las oportunidades de empleo y en el acceso a
recursos, ya que los terrenos ocupados pueden ser reclamados para la plantacin de pinos,
por ejemplo. Asimismo, del trabajo de campo surge que los vnculos de los grupos
familiares con el monte nativo son procesos dinmicos atravesados por definiciones tnicas,
polticas y de clase: es as como los nios de la colonia conocen usos teraputicos de
plantas, pero establecen lmites a la captura y consumo de animales del monte, que
consideran una actividad propia de los mby e indirectamente cuestionable. Dado que
algunos nios comparten espacios escolares, es interesante observar cmo, si bien los nios
potencialmente podran concluir sobre el carcter socialmente construido de las prcticas
alimentarias por el contraste entre las prcticas de las distintas familias, la definicin de
animales que son de consumo humano es en este contexto social e histrico de diversidad
sociocultural y desigualdad social precisa y diferencial, lo que impide que se suscitan
interrogantes sobre su transformacin
6. La produccin de artesanas y el turismo en San Ignacio
Como es sabido, el Parque Nacional Iguaz es el primer destino turstico de la provincia de
Misiones. Dispone de aeropuerto propio, 75 establecimientos para alojamiento y de acuerdo
a los datos oficiales recibi en 2007 a 1.020.529 visitantes, siendo el crecimiento constante
en los ltimos aos hasta llegar a duplicar los valores del ao 2000, con la sola excepcin
del perodo 2001-2002, cuando la crisis econmica y poltica que atraves el pas tuvo su
impacto tambin aqu (Gobierno de Misiones 2008: 430).
El departamento de San Ignacio, y especficamente las Ruinas de San Ignacio Mini,
constituyen el segundo destino turstico de la provincia. Los 60 km de distancia respecto de
la ciudad capital provincial permiten los traslados diarios, por lo que cuenta con un nmero
significativamente menor de posibilidades de alojamiento -13 ofertas-. Asimismo recibe
una menor afluencia turstica, con 233.785 accesos a las Ruinas en 2007, siendo su
crecimiento respecto del ao 2000 de un 65%. El crecimiento del turismo en San Ignacio
implica que en los meses de mayor y menor afluencia ingresen a las Ruinas diariamente y
en promedio entre 1.000 y 250 personas respectivamente (Gobierno de Misiones 2008: 430
y 434).
7 Un cambio significativo en los saberes vinculados con esta prctica lo constituy la introduccin de una
especie europea hace aproximadamente un siglo -ei kuaapyreey: abeja desconocida o ei rem; abeja alemana-, que se expandi invadiendo nichos de otras especies. Asimismo, los mby expusieron sus reclamos
acerca del uso indiscriminado de insecticidas y pesticidas en las plantaciones comerciales cercanas a sus
asentamientos, que contaminan las aguas de los arroyos y exterminan a los insectos melferos o vuelven
txica la miel que producen (Cebolla Badie, 2005).
17
Si consideramos que el municipio de San Ignacio contaba en 2001 con 10.541 habitantes
(INDEC, 2010. Cuadro 11.1. Censo 2001), el nmero de visitantes a las Ruinas
seguramente impactar en las actividades econmicas y, en general, en distintas
dimensiones de la vida local. En el caso de las aldeas mby de la zona, como se anticip,
una consecuencia identificable consiste en la creciente ocupacin de los nios, jvenes y
adultos en la bsqueda de materiales para artesanas, su confeccin y venta. Los productos
se comercializan a partir de las visitas de turistas a las comunidades y especialmente en los
puestos localizados alrededor de las Ruinas de San Ignacio Min, o incluso por viajes
espordicos a otras localidades tursticas de la provincia (Cataratas del Iguaz) o del pas
(Sierras de Crdoba).
De los testimonios obtenidos y de la observacin del mercado prximo a las Ruinas de San
Ignacio, es posible establecer que los nios de las comunidades ms prximas aprenden a
hacer tallas en madera a partir de los 8 o 10 aos aproximadamente, habindose
estandarizado 5 tamaos bsicos de figuras, que oscilan entre 3$ y hasta 50$ en la venta al
pblico. Las nias y las mujeres confeccionan collares (con kapiia), anillos y pulseras que se venden a 2$ y 3$, y tambin elaboran cestera utilizando takuara, takuaremb y
gembepy; con los mismos materiales se confeccionan coberturas para botellas, mates o
termos, las que se venden entre 5$ y 20$.
Esta actividad intensiva preocupa a los miembros de las comunidades ya que cada vez
resulta ms difcil obtener la materia prima: segn relata el segundo cacique de Andresito,
para conseguir madera de kurupi para elaborar las tallas debe recorrer casi 10 km; uno de
los ADI, que ha perfeccionado la elaboracin de coberturas para botellas, termos y mates,
adviertendo que si la raz del gembepi se puede recolectar cada dos meses, el takuarembo
est disponible solamente dos veces al ao, mientras que la takuara (utilizada como base de
cestera y adornos) es de ms fcil acceso.
En esta relacin entre la produccin artesanal y el turismo, una cuestin pendiente de
indagacin es el vnculo que se establece entre las comunidades localizadas en
proximidades a San Ignacio y el emprendimiento cultural y turstico de las Ruinas de San
Ignacio Mini, que viene siendo en las ltimas dcadas objeto de distintas polticas
culturales (establecimiento y renovacin del Museo, recientemente la organizacin de un
espectculo de Imagen y Sonido). Si bien del trabajo de campo surge que algunos indgenas
se desempean como personal del establecimiento en la actualidad, la insercin es
cuestionada tanto por indgenas como por habitantes del pueblo: dado que la parcialidad
mby se distingue por ser aquella que no particip de las misiones jesuticas, su
involucramiento actual se plantea como problemtico en trminos de continuidades
histricas.
En el caso de las familias de los colonos, por otra parte, las actividades vinculadas al
turismo y la artesana no parecen tener impacto: como ya se seal, actualmente San
Ignacio es un destino turstico urbano y de paso, por ende el empleo asociado a sus
servicios es escaso. Existen otros atractivos de menor importancia: un parque provincial,
una zona de balneario y recreo en la ribera del ro, un secadero y la casa de Horacio
Quiroga, pero asimismo se trata de recursos que son propiedad de unas pocas familias.
18
7. La reproduccin del conocimiento y el conflicto por los recursos
en un espacio social rural
En este trabajo se ha procurado mostrar de qu manera la ocupacin y uso del territorio por
parte de las familias autoidentificadas como colonos y ncleos mby localizados en las
inmediaciones de San Ignacio est vinculada con su proximidad con la ciudad cabecera del
departamento, donde el acceso a los recursos del monte es limitado y controvertido, y
donde las posibilidades para realizar actividades de cra de animales y huerta tambin son
restringidas.
La cercana de ambas poblaciones, con condiciones similares de acceso a la tierra, genera
interacciones que asumen sus particularidades en y entre las distintas generaciones. Si los
nios de la mayora de las comunidades asisten a escuelas propias, un establecimiento se
distingue por su matrcula heterognea, producindose relaciones novedosas para los nios
mby y colonos entre s y en relacin a los procesos de conocimiento. Del mismo modo,
jvenes y adultos de algunos de los ncleos entablan crecientes vnculos con funcionarios y
polticas del Estado, especialmente a travs de la escuela.
En este espacio social rural, caracterizado por la coexistencia de propiedades de grandes
extensiones, estancias, y pequeas propiedades de colonos y ocupantes, se han producido
importantes transformaciones en los ltimos aos, ya que se ha incrementado la produccin
forestal, se ha reducido la produccin de yerba mate que caracterizaba a los colonos, ha
crecido la produccin de t histricamente una industria ms concentrada-, y se han generado algunas alternativas de produccin hortcola en viveros, cra de cerdos y
actividades ligadas al turismo. Los reclamos de los sectores ms perjudicados se han
orientado, con contradicciones, en dos direcciones bsicas: en el caso de los mby en el
acceso al monte, y en el de colonos y ocupantes al control y ayuda estatal en la
comercializacin de sus productos.
Para las poblaciones rurales, las economas domsticas de subsistencia vinculadas a
procesos de produccin y reproduccin capitalista han implicado histricamente una
incorporacin relativamente temprana de nios y jvenes a las tareas productivas -si se la
compara con un patrn urbano de clase media-. De esta manera, la escolaridad obligatoria
de los nios coexiste con tareas cotidianas en la unidad domstica, de la cual se han
relevado cambios a lo largo del tiempo. Los aprendizajes tempranos acerca del trabajo
domstico y predial, como ya se ha sistematizado para otros contextos, se realizan a travs
la observacin e imitacin, lo que permite la apropiacin paulatina del repertorio de
conocimientos especializados tiles para resolver problemas prcticos.
Del trabajo realizado surge que el carcter formativo de las experiencias involucradas en la
participacin de los nios en actividades productivas no puede darse por descontado, pero
tampoco eludirse en sus consideraciones conceptuales y empricas. Si la participacin de
las jvenes generaciones en la cra de animales y la huerta no es especialmente significativa
en San Ignacio, el contraste con otros contextos permite ms bien problematizar las escasas
oportunidades de los adultos de realizar estas actividades, las que seguramente podran
mejorar considerablemente las condiciones de vida de las familias adems de proporcionar
vas para el conocimiento del mundo vegetal y animal a travs de la experiencia a los nios
19
y jvenes. Debe reiterarse, no obstante, que estas potencialidades se distinguen de la
incorporacin de los nios indgenas en la produccin de cultivos industriales: estas
relaciones, mediadas directa o indirectamente por un salario, no permiten desarrollar
comunidades de prctica porque conllevan la realizacin de tareas mecnicas aisladas, y el
agotamiento de los trabajadores conspira con la escolarizacin.
Al igual que la huerta y la cra de animales para ambos conjuntos, las actividades
extractivas en el monte son poco frecuentes en las comunidades mby de San Ignacio pese
a lo cual se observa una cierta continuidad de las tareas en las sucesivas generaciones: esta
se expresa en la limitada pero aun vigente participacin de nios y jvenes-adolescentes en
la caza de aves, la recoleccin de frutos y materiales para artesana fundamentalmente.
Estas tareas conllevan un importante conocimiento del mundo natural, social y
competencias lingsticas sobre las que los jvenes y adultos mby reconocen un retroceso:
la tarea de los auxiliares docentes indgenas parece incipiente pero clave para desarrollar
estrategias de registro y produccin cultural en esta rea, las que solo podrn fructificar si
los reclamos por el acceso a la tierra son atendidos desde la incipiente tarea de demarcacin
emprendida por el Estado.
Finalmente, la produccin de artesanas requiere una mencin especial dado que las tareas
que los nios pueden aprender implican destreza manual y desarrollo artstico, los que
involucran asimismo competencias cognitivas. Del trabajo realizado surge que en la zona
de San Ignacio las artesanas estn en gran medida estandarizadas y simplificadas en pos de
su comercializacin a bajo precio, lo que no impide que en el futuro puedan elaborarse y
desarrollarse piezas nicas que involucren una mayor complejidad tcnica y elaboracin,
as como un mayor precio de venta en el mercado. Si la produccin de objetos artesanales
es por definicin una actividad tradicional indgena y su potencialidad como experiencia
formativa es significativa, cabe preguntarse si la participacin de los nios en la
comercializacin de los productos no constituira una actividad en la que deberan poder
estar protegidos, ya que eventualmente implican traslados agotadores e interaccin en
contextos de riesgopresencia de grandes vehculos y circulacin masiva de personas.
Las polticas estatales de erradicacin del trabajo infantil en la Argentina, acordes con las
recomendaciones de los organismos internacionales, tienden a reconocer de manera
declarativa la importancia que asume la participacin de los nios en el trabajo familiar
como parte de la produccin y reproduccin del conocimiento tradicional indgena. Si su
prioridad es garantizar la escolaridad de los nios como un derecho universal, debe
advertirse sobre la necesidad de orientar acciones estatales para garantizar, asimismo,
aquellos derechos particulares que estn implicados en el acceso a formas de conocimiento
que no son mediadas habitualmente a travs de la escuela. El reconocimiento de las
experiencias formativas de los nios indgenas y campesinos plantea, en definitiva, desafos
conceptuales y polticos a los derechos universales de la infancia: si el derecho a la
educacin se traduce habitualmente en reclamos por la garanta de acceso a la forma escolar
hegemnica; sin renunciar a ellos debera poder exigirse de manera similar el cumplimiento
de otras formas, particulares y propias de distintas comunidades indgenas y rurales, de
formacin en el conocimiento del mundo.
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Si la produccin de conocimiento es continua y contingente a oportunidades locales de
experiencia, observacin y reflexin, es posible postular que para la profundizacin de las
declaraciones y acciones de proteccin de derechos de la infancia, el Estado debera
garantizar de maneras precisas que ese conocimiento local sea asimismo recreado a travs
de las generaciones. Para que esto suceda, la discusin que se plantea a continuacin refiere
al acceso a los recursos naturales y la oportunidad de llevar adelante actividades
productivas.
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