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“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
1 Pastora Cleria Vallejos G.
“MUJERES EXTRAORDINARIAS QUE DEJARON
HUELLAS”.
I. INTRODUCCION.
Cuando leemos la Biblia nos maravillamos de las múltiples historias que son
tan diversas, hermosas y que cautivan el pensamiento. Son historias
edificantes que nos llevan a reflexionar sobre la habilidad de los autores
bíblicos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, para relatarnos tantos eventos
y tan claramente.
Es maravillosa la galería de mujeres con tantos perfiles diferentes, tantos
sentimientos encontrados, tantas cosas que nos permiten apreciar la grandeza
de este maravilloso libro.
Es en la Palabra del Señor donde encontramos historias de mujeres que
cambiaron al mundo, mujeres de Dios, mujeres fieles, llenas de fe, mujeres
que se atrevieron a cambiar la historia. Mujeres que influyeron en la vida, en
la formación y educación de algunos personajes de la Biblia y que en el
tiempo del Señor cumplieron un rol importante en los planes de Dios y que
llegaron a ser extraordinarias porque fueron perfeccionadas por la acción y
voluntad de Dios.
¿No hemos visto la providencia del Señor en muchos detalles de
nuestra vida?
Él nos conduce a veces por caminos que nosotros jamás hubiéramos
imaginado, pero cuando miramos nuestra propia historia con una mirada
retrospectiva, nos damos cuenta de que Dios ha obrado maravillosamente,
cumpliéndose en nosotros lo que la Palabra del Señor dice: “Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos
mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
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tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y
mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
En sus planes Dios usa a instrumentos humanos, a fin de que se cumpla su
voluntad en nosotros. Así usó Dios algunas mujeres para los planes que Él
tenía con algunos personajes de la Biblia.
Estas mujeres nos enseñan que tener hijos es una bendición del Señor, no sólo
para sentirnos multiplicados generacionalmente, sino porque Dios nos da los
hijos con un propósito especial.
Nuestros hijos serán personas de influencia en el futuro, si nosotros en el
presente hacemos lo que nos corresponde hacer.
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre”.
Salmos 127:3.
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II. OBJETIVOS DEL TEMA:
-Aprender de algunas mujeres extraordinarias, que dejaron huellas y un gran
legado sobre algunos personajes de las Sagradas Escrituras.
-Identificar cómo estas mujeres nos invitan a influir de manera positiva sobre
nuestros hijos y personas cercanas.
-Tener una mirada desde el ámbito profesional de temas de contingencia,
relacionados con las acciones y enseñanzas de estas mujeres.
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
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III. DESARROLLO.
1. MUJERES EXTRAORDINARIAS, QUE SON CONOCIDAS POR
SUS ACCIONES, EN LA VIDA DE MOISÉS.
Moisés no debía haber nacido ni crecido, pero la providencia de Dios le
acompañó a través de mujeres excepcionales, que le acogieron y acompañaron
en su infancia. Ellas son la mejor expresión del Dios bueno, que protege a su
pueblo. Sifra y Fúa las parteras egipcias, Jocabed su madre, Miriam su
hermana y la hija del Faraón.
Moisés tuvo el privilegio de ser protegido por cinco mujeres extraordinarias,
quizás no supo del valor de las parteras pero conoció la bondad, el amor, el
cariño que le brindó la hija del Faraón, ella le dio su nombre porque fue
sacado del río en el cual lo había puesto su madre para salvarle la vida, bajo la
vigilancia de su hermana.
a) LAS PARTERAS SIFRA Y FÚA. (Éxodo 1:15-21).
-Una valentía excepcional.
Una de las historias que llena de emoción y que conmueve es la historia de las
parteras de Egipto. Estas dos mujeres no eran del pueblo de Dios pero, a pesar
de esto, fueron muy valientes para hacer la voluntad del Señor, haciendo una
notable diferencia en su tiempo. Y, aunque esto sucedió hace siglos, lo que
hicieron fue esencial para todos los cristianos. Sus nombres fueron Sifra, que
significa: “hermosura” y Fúa, que significa: “esplendor”.
¿Qué es una partera?
Partera: Mujer que ayuda en el nacimiento de un niño. Se mencionan en la
Biblia cuando asisten a Raquel en el nacimiento de Benjamín (Génesis 35:17)
y cuando ayudan a Tamar en el nacimiento de sus gemelos (Génesis38:27- 28)
y en (Éxodo 1:15-21).
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-De la prosperidad a la esclavitud.
Éxodo capítulo1 nos dice que las parteras vivían bajo la autoridad de Faraón,
durante tiempos que no podían haber sido más difíciles para los hebreos.
En los años que siguieron a la sabia administración que hizo José bajo el rey
de Egipto, el pueblo hebreo había prosperado y crecido. Se multiplicaron tanto
que la Biblia dice que: “se llenó de ellos la tierra” (Éxodo 1:7).
Esto constituía un problema para el nuevo Faraón, quien no sabía de José o no
le importaba, ni todo el bien que este le había hecho al país. Veía a los hebreos
como una amenaza, por lo que dijo a los egipcios: “He aquí, el pueblo de
los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora,
pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y
acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros
enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra” (Éxodo
1:9- 10).
La solución que encontró fue simple: convirtió a los israelitas en sus esclavos.
Gracias al trabajo de éstos, se construyeron ciudades enteras. Pero sucedió una
cosa extraña: “Pero cuanto más los oprimían, tanto más se
multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a
los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de
Israel con dureza” (Éxodo 1:12-13). Pero, a pesar de lo severo que era
eso, Faraón tenía en mente algo aun más siniestro.
-Puestas para hacer la diferencia.
Alarmado por el rápido crecimiento de la población hebrea en Egipto, el
Faraón ordenó a dos parteras egipcias, que mataran a los niños varones tan
pronto como nacieran (Éxodo 1:16), controlando de esta manera la natalidad
israelita en extremo.
Puesto que los israelitas eran tan numerosos, los eruditos creen que había
probablemente otras parteras bajo la supervisión de Sifra y Fúa y todas ellas
habían sido autorizadas por Faraón para asesinar impunemente.
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Al recibir la orden real de cometer asesinato, estas dos leales y vigorosas
mujeres se encontraron entre la espada y la pared.
¿A quién debían obedecer?,
¿Al Dios de los hebreos o al tirano rey de Egipto?
¿Usted sería capaz, de desobedecer una orden de un superior
para no desobedecer a Dios?
Fieles a su conciencia y a su honrosa vocación, las parteras temieron a Dios, y
no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida de
los niños. Sifra y Fúa tuvieron la valentía de arriesgar sus vidas con la
esperanza de salvar a muchos, engañan al Faraón frustrando su plan y
poniéndose al servicio de la vida.
Hoy día, muchas veces nos encontramos con leyes de gobiernos que van en
contra de la voluntad de Dios: divorcio, drogas, abortos, etc. La palabra del
Señor nos dice: “…Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres” (Hechos 5:29).
Por supuesto que el acto de desobediencia de las parteras no pasó
desapercibido: “Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y le
dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a
los niños?” (Éxodo 1:18).
Sifra y Fúa respondieron con lo que pudiera decirse que fue la mentira,
adornada con humor, fingiendo de esta manera, que el asunto estaba fuera de
su control: “Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias;
pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a
ellas” (Éxodo 1:19).
-Una recompensa por su valiente acción y gran decisión.
Aunque Dios sabía que lo que las parteras decían era una verdad parcial, alabó
a Sifra y Fúa por su valor y su fe. Ellas habían arriesgado su vida por la de
muchos niños hebreos. Un acto así era meritorio ante los ojos del Señor y las
recompensó honrosamente prosperando sus familias.
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El relato no nos dice que Sifra y Fúa no habían tenido hijos, ni mucho menos
que los deseaban. Pero podemos entender con toda seguridad que era así.
Habían traído un niño tras otro al mundo, arriesgando su propio bienestar, para
que esos niños pudieran vivir. Y Dios les dijo “bien hecho” a estas mujeres, al
darles la bendición de tener hijos propios a los cuales criar. La decisión de las
parteras trasciende, pues optaron por una acción concreta que queda en la
historia del pueblo de Israel.
-Mujeres que dejan huellas.
A través del tiempo hemos visto cómo las mujeres están presentes en la
historia y han marcado poderosamente el rumbo de vidas, familias y aun de
naciones.
Estas valientes mujeres afectaron el futuro de miles de niños que estaban en
peligro, y que se salvaron por su valor y fe en Dios. Un líder en particular se
salvó y que luego cambió la historia, Moisés, quien liberó al pueblo de Israel
de la esclavitud de los egipcios.
No te imaginas de qué manera tu diario vivir está trascendiendo para la
eternidad y está dejando huellas en el corazón de quienes te rodean, es
maravilloso meditar en lo importante que es tu vida a los ojos de Dios y la
manera en que le da sentido a tu existir.
Es importante que tomemos el ejemplo dado por estas dos mujeres, que
preservaron y respetaron la vida ante todo. Hoy en día, muchos médicos,
matronas y otros profesionales de la salud tienen en sus manos el poder
decidir y actuar de manera correcta, respetando el derecho a la vida.
“Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene
asegurado el propio”.
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b) JOCABED, LA MADRE DE MOISÉS. (Éxodo 2:1-10; 6:20; Números
26:59; Hebreos 11:23).
-Una mujer valiente y llena de fe.
Sin lugar a dudas, las madres tienen un papel importante para que se cumplan
los propósitos de Dios en la vida de los hijos. Éste es el caso de Jocabed,
quien cumplió un papel fundamental en la vida de su hijo Moisés, uno de los
líderes y legisladores más sobresalientes. Ella tuvo la fortaleza para hacer a un
lado el temor, sabiendo que ponía en las manos de Dios a su hijo.
El nombre Jocabed significa: “Gloria de Jehová” o “Jehová es nuestra gloria
o su gloria”. Fue hija de Leví y se casó con un hombre de la tribu de Leví,
cuyo nombre era Amram, de quienes nacieron tres hijos: Aarón, María y
Moisés (Números 26:59).
-La dramática situación de los hebreos en Egipto.
Jocabed pertenecía a una raza que con anterioridad se había visto favorecida,
pero ahora vivía en aflicción. Unos cuantos años antes, José se había
convertido en el gran benefactor de su pueblo. Los israelitas se habían hecho
grandes y numerosos, multiplicándose de un modo tremendo, tenían enormes
riquezas en ganados y posesiones.
El nuevo Faraón nada sabía de éste famoso benefactor de Egipto, temía a estos
hebreos tan fuertes que se habían convertido casi en una nación dentro de otra
nación. Este rey se propuso restringir el poder de Israel, convirtiéndoles en
esclavos, pero cuanto más les oprimía más fuertes se hacían, hasta que en el
colmo de la desesperación, promulgó un edicto a las parteras para que éstas
matasen a los niños recién nacidos como vimos anteriormente (Éxodo 1:1-14).
-La fortaleza de una madre como defensora de la vida.
Este relato comienza de una manera sencilla y nos dice que lo importante no
es quién eres, sino lo que haces con tu vida, la manera de enfrentarte a los
desafíos y a las responsabilidades de la vida. Ni siquiera encontramos el
nombre de Jocabed en éste conmovedor relato del nacimiento de su tercer hijo
Moisés: “Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a
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una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo…” (Éxodo
2:1-2a).
El Faraón estaba empeñado en acabar con la nación hebrea, por lo que mandó
a dar muerte a los hijos nacidos de las hebreas, diciendo: “Echad al río a
todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida” (Éxodo
1:22b).
En aquellos tiempos, cuando las gentes se quejaban por los latigazos que
recibían y por las tremendas cargas que tenían que llevar, cuando el temor
acompañaba los dolores de parto de las mujeres, Jocabed dio a luz a su tercer
hijo “la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era
hermoso, le tuvo escondido tres meses” (Éxodo 2:2).
Desde el mismo instante en que vio a su bebé, ella decidió luchar por su vida.
En dos oportunidades leemos que: “…ella vio que era hermoso…”
(Éxodo 2:2b, Hebreos 11:23). Eso no sólo significa que Moisés era un niño
hermoso a la vista, sino que era “…agradable a Dios…” (Hechos 7:20b).
Es un misterio como Jocabed se las arregló para esconder a su bebé, que sin
lugar a dudas lloraba como los demás niños, pero seguramente lo hizo en
algún lugar secreto donde no fue visto ni oído. Resulta fácil imaginar con
cuánta frecuencia debió clamar al Señor, aferrándose a sus promesas, siendo
su fe fuerte lo que le daba la fortaleza necesaria para seguir adelante. Ella
pudo estar cerca de su hijo aunque no pudiera revelarlo.
-Hizo lo mejor que podía usando su creatividad y dejó el resto a Dios.
Cuando ella no pudo seguir escondiéndole, hizo una canastilla de juncos y
puso en ella su tesoro escondido entre los juncos de la ribera del Río Nilo y
pidió a María su hija que se quedara cerca para que vigilara la pequeña
embarcación. ¡Qué fe más positiva la de Jocabed!, al pensar que sin duda
alguna, Dios cuidaría de su pequeño hijito.
Allí era donde iba a bañarse la hija del Faraón, tal vez era la única que tenía el
poder necesario para salvar al niño, si Dios ponía eso en el deseo de su
corazón.
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La fe de Jocabed se vio recompensada de una manera extraordinaria. Dios
inclinó el corazón de aquella princesa pagana, de manera que al ver al niño se
compadeció y lo salvó.
Jocabed debió sentirse aliviada, después de vivir algunos meses con tanta
tensión y que gozo debió brotar del fondo del corazón de aquella valiente
mujer cuando le llamaron para amamantar a su pequeño hijo: “…Lleva a este
niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo
crió” (Éxodo 2.9).
A Jocabed le fue encomendada una labor sagrada, ella sabía que quien le daba
esta tarea no era la princesa de Egipto, sino Dios mismo a fin de que ella
transmitiese el amor y la fe en Dios en el corazón de su hijo.
Vale la pena que nos demos cuenta que este niño en el que serían derramados
un sinnúmero de bendiciones, volvió a ser puesto en manos de su madre para
recibir sus primeras enseñanzas.
Tras esta acción concreta Jocabed pudo retener a su hijo, educarle ella misma,
formando su carácter, el que más tarde se ve reflejado al liderar el pueblo de
Israel, quedando esta semilla en él: “Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Recibió salario de la princesa para criarlo, su hijo ya no le pertenecía, pero eso
no le importó ya que lo más importante para ella era la vida de su hijo.
Es necesario que nosotras entendamos, que los hijos no son
nuestros, sino del Señor.
c) MIRIAM O MARÍA, LA HERMANA DE MOISÉS. (Éxodo 2:4-8).
-Sus ancestros.
Al comenzar a hablar de Miriam, tenemos que decir que venía de un hogar
donde se respetaba a Dios, era hija de padres piadosos: Amram y Jocabeb, y
hermana de dos de la figuras más importantes de Israel: Aarón y Moisés.
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Su nombre pertenece a una familia de palabras: María, Mariana o Mara que
por consiguiente es lo mismo que Miriam y que significa: “rebelión,
amargura, muy rebelde, etc.”. Vivió en Egipto, residencia de los antiguos
reyes, cuando el pueblo de Israel estaba esclavo. Miriam tuvo que asumir una
gran responsabilidad a muy temprana edad, influyendo con su acción a salvar
la vida de su pequeño hermano.
-Una jovencita en la orilla del río Nilo.
La palabra del Señor nos permite tener una visión de lo que fue su infancia.
Moisés nace en el tiempo en que los hijos varones nacidos de los hebreos eran
echados al río, orden que fue entregada por el Faraón, entonces Jocabed,
madre de Moisés, lo escondió durante tres meses y luego le hizo una arquilla
de juncos y lo puso en el río, y su hermana lo vigilaba desde lejos: “Y una
hermana suya se puso a lo lejos para ver lo que acontecería”
(Éxodo 2:4). Confiando que Dios haría algo, la pequeña arca resultó ser un
arca de salvación (como la de Noé, salvado del diluvio).
El plan secreto para intentar salvar la vida del recién nacido, causó una
profunda impresión en el corazón de Miriam.
-Actuó con audacia e inteligencia.
Es evidente que Jocabed su madre, sabía que su hija era valiente y que podía
confiar en ella al encargarle la vigilancia del niño, para que viese lo que
pasaba con él.
Miriam muestra audacia, seguridad y sutileza al escoger el momento oportuno
para acercarse a la honorable princesa, ya que era preciso evitar correr el
riesgo de que se descubriera su verdadera identidad y discretamente no dice ni
demasiado ni muy poco: “¿Iré a llamarte una nodriza de las
hebreas, para que te críe este niño?” (Éxodo 2:7b).
Miriam guardó silencio y no reveló su relación con el niño, ni la de la nodriza
que llevó. De esta forma el ingenio de ésta niña salvó a su hermano.
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Cuando Moisés se convirtió en el gran líder de Israel, Miriam debió sentirse
muy contenta de colaborar en la preservación de la vida de su hermano, y útil
al librarlo del cruel destino que tuvieron los demás infantes hebreos.
d) LA HIJA DEL FARAÓN. (Éxodo 2:5-10; Hechos 7:21; Hebreos 11:24).
En esta ocasión será muy provechoso echar un vistazo a éste personaje
incógnito, que pasó a formar parte del listado de mujeres anónimas de la
Biblia.
Las Palabra del Señor, nos enseña claramente que Dios elige a cualquier
persona para usarla en el cumplimiento de sus perfectos planes y la hija del
Faraón es un buen ejemplo de ésta verdad.
-Una mujer pagana.
Ella era una mujer egipcia que no adoraba a Dios. Como el resto de su gente,
ella probablemente adoraba al dios sol, y muchos otros ídolos más. Su padre,
quien gobernaba Egipto, no tenía ningún respeto ni amor por el Dios de los
hebreos.
La Biblia no nos da el nombre de ésta mujer, simplemente se refiere a ella
como “la hija del Faraón”, tal vez porque ella era su única hija.
No obstante, en la crianza del hijo a quien rescató del Nilo y llamó Moisés,
reveló estar por encima del plano pagano, incluso por encima de la crueldad
de su padre. Corrió el riesgo de poner en peligro el favor de su padre hacia
ella, porque él había decretado que ahogaran a todos los niños varones
hebreos. Pero ella sintió que era demasiado cruel asesinar al precioso niño que
había encontrado en medio de los juncos.
-Usada por Dios.
Éxodo 2:3-6, nos dice cómo el Dios Todopoderoso usó a la hija del Faraón
para cumplir sus propósitos eternos y una lección que los creyentes en Cristo
tendemos a olvidar y debemos necesariamente recordar es que Dios es
soberano, que tiene el control en todo y que tiene un plan y un propósito para
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
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cada una de nosotras, “Porque yo sé que Jehová es grande, Y el Señor
nuestro, mayor que todos los dioses. Todo lo que Jehová quiere,
lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los
abismos” (Salmos 135:5-6).
Cuando la hija del Faraón vio las lágrimas del niño, tuvo compasión. Al
hacerlo, sin saberlo estaba siendo usada por Dios. Su cariño, su amabilidad y
su preocupación por el niño contrastan totalmente con la crueldad de su padre.
La princesa egipcia arriesgó su vida por este niño y demostró tener un carácter
fuerte al desafiar la orden de su padre.
-Dios controlando la situación.
Cuando la princesa decidió salvar la vida del niño, aceptó la oferta de su
hermana, de buscar a alguien que cuidase al niño. A ella le gustó la idea y la
propia madre del niño fue elegida y pagada para que criara al niño para la hija
del Faraón y aquí, nuevamente, vemos que Dios estaba controlando la
situación.
La Biblia luego dice: “Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija
de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre
Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué” (Éxodo 2:10).
El Nuevo Testamento confirma que Dios usó a la hija del Faraón para
proveerle educación y entrenamiento a Moisés. Esta preparación demostró ser
muy útil cuando Moisés dirigió la salida de los israelitas desde Egipto.
-Moisés adoptado por la hija del Faraón.
En el libro de Los Hechos 7:2, dice: “Pero siendo expuesto a la muerte,
la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo”. Estos
versículos indican que la hija del Faraón adoptó a Moisés. Lo tomó y cuidó
como a su propio hijo. Le puso nombre, le dio conocimiento, educación y
riquezas. Sin duda también le dio mucho cariño durante los años que él creció
a su cuidado.
Más adelante, Moisés regresó con su gente y a su pueblo y fue el instrumento,
el líder que Dios usó para liberarlos de la esclavitud.
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
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Los relatos de las Sagradas Escrituras no nos dicen si la princesa volvió a ver
a su hijo adoptivo, pero pensemos en ella, tal como la Palabra nos la muestra:
una bondadosa y tierna princesa egipcia que vivió en una época cruel y que,
por la providencia divina, ella fue el instrumento que Dios usó para salvar la
vida del niño Moisés, ya que su amor maternal, inherente en toda mujer, pudo
más que su preocupación por ella misma.
Hoy podemos dar gracias a Dios por la grandeza de esta princesa egipcia y la
contribución de ella en la preparación de Moisés para el servicio de Dios.
La adopción es un tema presente en la actualidad, es una opción con la que
cuentan muchos niños y familias, siendo esto una acción concreta de amor. Es
una manera de influir en muchos niños y niñas, protegiéndoles, cuidándoles y
haciendo de ellos hombres y mujeres de bien, útiles a la sociedad.
“Las Mujeres de Dios, son conocidas por sus acciones”
*Reflexionemos.
*Estas mujeres al oponerse a faraón entendieron que la vida es un don de Dios
y nos queda claro, que si las parteras hubieran actuado según la orden de
estado dada por el Faraón, Moisés no habría vivido.
*Tampoco habría vivido si su madre y familiares hubieran obedecido al
Faraón.
*De esta forma se unieron un grupo de mujeres: parteras, madre, hermana e
hija del Faraón al servicio de la vida de Moisés, a quien el gran río Nilo
recibe, no para darle muerte, sino para abrirle camino a la vida.
*Con toda seguridad podemos decir que: “grandes decisiones traen grandes
bendiciones”.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy
tu Dios, que te esfuerzo, yo te ayudaré, siempre te sustentaré con
la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.
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2. MUJERES EXTRAORDINARIAS, QUE SON CONOCIDAS POR
SUS ACCIONES EN LA VIDA DE TIMOTEO.
La Biblia enseña claramente que los padres tienen la responsabilidad de
instruir a sus hijos. En esta ocasión vamos a ver un hogar que llevó a cabo esa
tarea de una manera destacable.
Loida y Eunice eran la abuela y la madre de Timoteo, uno de los discípulos
más cercanos a Pablo, ambas ejercieron su influencia en Timoteo desde su
más tierna infancia.
Ellas no vivieron en un tiempo de paz, donde las mujeres podían ser
independientes o tener una carrera. Eran judías del primer siglo. Vivían bajo el
dominio romano, en un tiempo donde judíos y cristianos eran perseguidos,
esclavizados y relegados.
Lo cierto es que ellas guiaron a Timoteo a Jesús, le inculcaron el temor y el
amor a Dios, sentando las bases de su fe. Timoteo creció hasta convertirse en
un gran hombre de Dios, en un siervo, llegando a ser pastor en la iglesia de
Éfeso y uno de los discípulos más aventajados del apóstol Pablo.
¿En quién están basados los valores de tu hogar?
¿En principios de este mundo, o en los de Dios?
a) LOIDA, LA ABUELA DE TIMOTEO. (2ª Timoteo 1:5).
Su nombre significa: “agradable o deseable”. Aunque en la Biblia se
mencionan muchas abuelas, el término “abuela” como tal, se emplea una sola
vez y esto ocurre con Loida, abuela de Timoteo.
-Su procedencia.
Ella era una judía devota que había instruido a su querida hija Eunice, en las
Escrituras del Antiguo Testamento. La familia vivía en Listra y es posible que
Pablo haya tenido el gozo de llevar a Loida, Eunice y Timoteo a los pies de
Cristo, durante su visita a ese lugar (Hechos 14:6-7; 16:1).
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-Dejando un legado espiritual.
Los padres y los abuelos tenemos el gran privilegio de poder traspasar a
nuestros hijos un legado espiritual que es un legado eterno, mejor que
cualquier herencia terrenal que podamos reunir: nuestra fe en Dios.
La abuela Loida transmitió su fe a Timoteo; no era una fe cualquiera, o algo
anticuada, todo lo contrario, esto lo demuestra la Biblia donde se menciona un
dato que honra a esta mujer en relación a su fe, en ella habitó primero la fe no
fingida que había en Timoteo: “trayendo a la memoria la fe no
fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”
(2ª Timoteo 1:5). Lo que significa que no sólo fue una pionera en su familia,
sino una creyente que mostró, que toda su vida, la determinaba, de manera
profunda, nuestro Señor Jesucristo: “para que habite Cristo por la fe en
vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en
amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los
santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
(Efesios 3:17-19).
Ella tuvo mucho que ver en la fe de Timoteo, su amado nieto, enseñándole las
Escrituras desde pequeño, desde que era un niño. Y lo mismo debemos hacer
nosotras: ayudar a nuestros nietos en sus primeros pasos en la fe.
Esa es también nuestra responsabilidad y así lo entendió Loida e hizo
conforme a la ordenanza del Señor en el Antiguo Testamento: “Por tanto,
guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te
olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu
corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a
tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (Deuteronomio 4:9).
Al hablar de Loida, no hay ninguna duda en decir que la figura de la abuela en
la familia puede llegar a ser determinante en la formación de un niño, forjando
su carácter o personalidad. Esto se comprueba al paso de los años y al ver lo
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que se logra en la vida, cuando en buena medida, se atribuye a la influencia
benéfica sobre un niño, sobre todo, cuando este niño o niña pasan a ser, no
solo hombres o mujeres de bien, sino siervos y siervas del Señor.
“Dios bendice lo que hacemos y no lo que dejamos de hacer”.
Reverendo Pastor Víctor Manuel Mora.
b) EUNICE, LA MADRE DE TIMOTEO. (Hechos 16:1-3; 2ª Timoteo 1:5;
3:14-15).
El nombre Eunice es de origen griego y significa: “feliz, victoria”, y la madre
de Timoteo, quien tenía este nombre, vivió a la altura de este nombre, porque
venció con esfuerzo en la crianza, en el cuidado y en la educación de su hijo.
-Antecedentes.
Era una mujer judía creyente, que amaba mucho al Señor. Su esposo era
griego: “…porque todos sabían que su padre era griego…” (Hechos
16:3c), con el que tuvo un hijo llamado Timoteo. La Biblia en ninguna parte
nos dice que hubiera muerto, pero si nos aporta que Eunice y su madre
compartían la importante tarea de educar con sabiduría y cuidadosamente a
Timoteo. Vivía en Listra, que quedaba en la provincia romana de Galacia.
-La madre que instruyó a su hijo Timoteo.
Podemos ver en el registro de las Sagradas Escrituras, como una gran
característica de ella junto a su madre, la influencia religiosa que tuvieron
sobre Timoteo, quien desde la niñez conoció las Escrituras: “Pero persiste
tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación
por la fe que es en Cristo Jesús” (2ª Timoteo 3:14-15).
Eunice, junto a su madre, poseían una misma fe, las dos amaban a Dios. La
abuela Loida, debido a que era mayor, entendía aún mejor que Eunice la
necesidad de dar al niño una solida formación religiosa, basada en el cariño y
los afectos. Sabía, después de muchos años de experiencia, que las palabras de
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
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Proverbios 22:6 no eran sencillamente algo común o sabido por todos, sino
que eran de mucha importancia, para aplicarlo en Timoteo.
Algo muy similar ocurrió con Jesús. En Lucas 2:52 encontramos el desarrollo
de la niñez de Jesús: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en
gracia para con Dios y los hombres”; esto nos indica que Jesús crecía
“en sabiduría”: esto es en desarrollo intelectual, “en estatura”: en desarrollo
físico y “en gracia para con Dios”: desarrollo espiritual.
Tanto Eunice como Loida, procuraron que esto mismo pasara con Timoteo, le
habían instruido en el camino correcto y aunque ellas eran judías, conocedoras
del A. T. y le enseñaron al niño, fue Pablo quien les hizo ver que Jesús murió
en la cruz para salvar a los pecadores y que era el Mesías prometido desde
hacía mucho tiempo. Estas lecciones no sólo eran algo que ellas enseñaban,
sino que también las vivían.
-Su hijo al servicio de Dios.
El apóstol Pablo se dirige al hijo de Eunice, llamándolo: “…amado hijo…”
(2ª Timoteo 1:2a). Esto es porque Pablo guió a Timoteo al Señor, después lo
llevó como su compañero, evangelista y, posteriormente, como Pastor en
Éfeso. Y debido a que Pablo lo llevó consigo desde que era muy jovencito, a
Timoteo se la asociaba con Pablo más que a cualquiera de los otros
acompañantes que tuvo.
Eunice había entrenado a su hijo para tales responsabilidades. Este hecho nos
recuerda a otra mujer del A. T., Ana, quién dedicó a su hijo al servicio de Dios
en el templo (1ª Samuel 2:24:28). Eunice hizo lo mismo.
Eunice debió haber conocido la historia de Ana y también las palabras del rey
Salomón: “Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a
luz. Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis
caminos” (Proverbios23:24-25).
¿Cómo enseñamos a nuestros hijos la fe en Dios?
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
19 Pastora Cleria Vallejos G.
Timoteo se convirtió en un gran hombre, debido a que Eunice consideró el
sagrado deber de enseñar a su hijo en el temor, amonestación y corrección del
Señor, lo que hizo que estuviera dotado del Espíritu de Dios para el
cumplimiento de sus propósitos.
-La honra de Pablo hacia Eunice y su madre.
Pablo, en una carta escrita casi al final de su vida, emite un destacado tributo,
tanto a Eunice como a su madre Loida, dejando plasmado en sus escritos un
gran testimonio de su fe y del legado que estas mujeres dejaran en su hijo y
nieto Timoteo (2ª Timoteo 1:5; 3:10 y 13-15).
¿Qué legado estamos dejando a nuestros hijos?
Este honor que Pablo realiza en sus escritos, es un gran estímulo a todas las
mujeres que hoy dedican su tiempo a la enseñanza de sus hijos en la fe
cristiana, dejando de esta manera un legado en ellos.
Nadie puede poner en duda que los padres somos los responsables de la
educación de nuestros hijos y que la familia es el lugar idóneo y natural para
guiar, acompañar, preparar y facilitar una equilibrada formación humana y
espiritual, con la que nuestros hijos crezcan en "los valores humanos y
cristianos que dan pleno sentido a la vida", con los que pueden llegar a ser
buenos hijos de Dios.
“Mujeres de Dios, que sembraron semillas en el corazón de
Timoteo, para cambiar vidas”.
*Reflexionemos.
* De Loida, Eunice y Timoteo, debemos aprender el valor de enseñar la
Palabra de Dios y de entregar una enseñanza positiva en el hogar.
*Hoy existen muchos hogares con las mismas características, donde sólo las
esposas asisten a alguna Iglesia cristiana y los padres se desvinculan de toda
enseñanza religiosa. En estos hogares, la crianza de los hijos se hace más
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
20 Pastora Cleria Vallejos G.
difícil, pues los niños, especialmente cuando son varones, desean aprender del
padre.
*No todos los niños tienen padres cristianos, ni la seguridad de un hogar
cristiano, pero aquellos que nacen en un hogar donde Cristo es la cabeza, son
privilegiados y crecen para bendecir a Dios por el legado espiritual que
reciben.
*La mejor herencia que podemos dejarles a nuestros hijos es guiarlos a una
relación personal con Cristo y ayudarlos a vivir su fe.
*Tomemos ejemplo de Loida y de Eunice y seamos abuelas y madres que
instruyen a sus hijos y nietos en los caminos del Señor. No importa la edad
que tengan tus hijos, nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para
comenzar a sembrar en ellos la semilla de la Palabra de Dios.
“Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes
reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o
aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”
Eclesiastés 11:6.
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
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3. UNA MUJER EXTRAORDINARIA, QUE ES CONOCIDA POR
SUS ACCIONES EN LA VIDA DE JUAN Y CARLOS WESLEY.
-SUSANA WESLEY (1669-1742).
Susana Wesley fue la madre de Juan Wesley y Carlos Wesley. El primero se
constituye en el hombre que pudo delinear el carácter de toda una nación más
que cualquier otra persona en su generación, siendo el fundador del
Metodismo. Carlos llegó a ser uno de los más grandes escritores de himnos de
todos los tiempos. Sin embargo, quien tuvo mucho que ver e influyó en la
formación de estos hombres definitivamente fue su madre Susana.
-Una madre asombrosa, crió hijos para Dios.
Ella nació en Inglaterra, año 1669, en un hogar constituido por 25 hijos,
siendo ella la mayor. Fue criada en un ambiente piadoso. Su padre fue el
clérigo Samuel Annesley, quien le dio una instrucción excelente,
permitiéndole permanecer en su estudio cuando muchos de los hombres
famosos de la época se reunían allí para discutir temas teológicos y de
filosofía.
Fue una mujer inteligente, apasionada por los estudios y de muy joven pudo
aprender griego, latín y francés. Algunos la consideran como la “madre del
metodismo”, en virtud a sus métodos aplicados para la crianza de sus hijos.
A los 19 años se casó con Samuel Wesley, con el cual tuvo 19 hijos, de los
cuales 10 lograron sobrevivir, los otros 9 murieron en la infancia. Ella dedicó
su vida a la crianza y cuidado de su familia.
Los que han escrito de su vida cuentan que era una mujer de naturaleza frágil.
¿Cómo encontraba, entonces, las fuerzas para criar a diez hijos
y administrar el hogar?
Y es que Susana dedicaba cada mañana y cada tarde para estar a solas con
Dios, orando y meditando en las Escrituras. Esta decisión la tomó cuando ya
era madre, no importando lo que sucediese, apenas el reloj sonaba ella se
“Mujeres extraordinarias que dejaron huellas”.
22 Pastora Cleria Vallejos G.
disponía a buscar comunión con Dios. Creemos que sólo así ella podía
afrontar la fuerte carga y los problemas del hogar.
-Sobreponiéndose a las pruebas.
Susana tuvo que pasar por muchas pruebas, pasando por la muerte de sus hijos
aún en la niñez, con deudas que crecían y con pocos recursos económicos; sin
embargo, en el aspecto espiritual, tuvo una vida de riquezas y de victorias.
Se cuenta que frente a una dura prueba en un momento de su vida, ella
escribió: “Aunque el hombre nazca para el infortunio, yo todavía
creo que han de ser raros los hombres sobre la tierra,
considerando todo el transcurso de su vida, que no hayan
recibido más misericordia que aflicciones y muchos más placeres
que dolor. Todos mis sufrimientos, por el cuidado del Dios
Omnipotente, cooperaron para promover mi bien espiritual y
eterno… ¡Gloria sea a Ti, oh Señor!”
Ella entregó los mejores veinte años de su vida a la enseñanza y al cuidado
doméstico de sus hijos, sin dejar de depositar en todos ellos su pasión por el
aprendizaje y por la rectitud. A los sesenta años de edad, su hijo Juan Wesley
le pidió que le diera a conocer sus métodos para la crianza de los hijos y con
renuencia ella le contestó: “No me gusta escribir sobre mi forma de
enseñar. Creo que no serviría de mucho que alguien supiera
cómo yo, que he vivido una vida de retiro por muchos años,
empleé mi tiempo y cuidados en criar a mis hijos. Nadie puede,
sin renunciar al mundo, en el sentido más literal, llevar a cabo
mi método; y hay muy pocos, si es que hay alguien que pudiera
dedicarse por entero durante los mejores veinte años de su vida
a salvar el alma de sus hijos”.
-Formando siervos de Dios.
Desde que sus hijos venían al mundo ella empezaba a entrenar sus voluntades,
enseñándoles que debían obedecer a sus padres.
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Ella forjó en los tres varones y siete mujeres, un gran amor por el Señor y por
las cosas espirituales aún hasta sus años de madurez. Era tal su sabiduría que
su hijo, el pastor Juan, la buscaba para recibir su consejo.
También se dice que cuando sus dos hijos: Juan y Carlos, fueron enviados
como misioneros a los indios en los EE.UU., Juan le manifestó su
preocupación por dejarla ya que ella era de edad avanzada; a lo que ella
respondió: “Si tuviese veinte hijos, me alegraría que todos ellos
fuesen ocupados así, aunque nunca más los volviese a ver”.
Juan Wesley fue el fundador del metodismo y Carlos Wesley escribió muchos
himnos entre ellos: “Oíd un son en alta esfera” y “El Señor resucitó”.
De entre las muchas cosas que impresionaron a Juan Wesley de su madre, son
los recuerdos que tenía cuando niño, le oía predicar a ella en las noches de
domingo para doscientos vecinos que se reunían en la casa pastoral.
Antes de partir, ya en su lecho de muerte, se recuerda que Susana exclamó:
“Mi querido Salvador, ¡estás viniendo a socorrerme en los
últimos momentos de mi vida!”. Más tarde, estando sus hijos alrededor
de su lecho, les dijo: “Hijos, tan luego yo haya sido trasladada,
canten un Salmo de alabanza a Dios”. Así, el 23 de julio de 1742,
Susana Wesley dejó este mundo, para encontrarse con su Señor.
-Susana Wesley y sus diez reglas para educar a sus hijos.
1. Destruye el egoísmo de tus hijos y colabora en la salvación de sus almas.
2. Enséñales a orar tan pronto empiezan a hablar.
3. No les des nada que pidan con lloros, sino lo que pidan con educación.
4. No castigues las faltas que confiesan en seguida y de las que veces que se
arrepienten.
5. No permitas que ningún acto pecaminoso pase sin castigo.
6. No castigues nunca al niño dos veces por la misma falta.
7. Alienta y premia la buena conducta.
8. Fomenta el respeto por la propiedad ajena, incluso en las cosas
insignificantes.
9. Cumple todas las promesas que hagas a tus hijos.
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10. No obligues a trabajar a tus hijos antes de que sepan leer bien.
Si bien es cierto, esto podría sonarnos un poco exagerado, pero piense en la
influencia que tuvieron sus hijos en el mundo por la influencia de ella.
“En la mano que mece la cuna, está el destino del mundo”
*Reflexionemos:
*El gran deseo de Susana, fue que el rebaño que ella dio a luz, llegara a
conocer y amar a Jesús y que hiciera algo para Dios.
*Nada hizo que Susana desistiera de su propósito, de poner en primer lugar el
bienestar espiritual de sus hijos.
*Muchas veces, todo lo que podía hacer era aferrarse a las promesas de Dios y
negarse a dejar que las circunstancias le impidieran llevar a cabo la tarea que
el Señor le había dado. Pese a los reveses, derrotas, congojas, pérdidas y
batallas tanto físicas como espirituales.
*Luego de algunos años, vio algunos frutos de su fidelidad. Estoy segura de
que vio mucho más al llegar a su hogar celestial.
Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Proverbios 31:29.
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IV.- CONCLUSIONES.
*Luego de haber visto este estudio, es de mucho valor, rescatar la enseñanza
que para todas nosotras Dios nos da, entregándonos la oportunidad de influir
positivamente en nuestros seres cercanos, dejando un legado en ellos,
entendiendo que la tarea no es fácil, pero tampoco imposible de realizar. Se
presentaran dificultades, oposiciones, necesidades y otros obstáculos, pero con
la ayuda del Señor y con la sabiduría que El nos da lo podremos lograr,
alcanzando así metas y propósitos que pueden ayudar a cambiar no solo a
nuestras familias sino a toda una sociedad.
*Debemos considerar que la base de la sociedad es la familia y sobre ella
también recae la responsabilidad de educar a los hijos, rescatando y
desarrollando el sentido de familia en el hogar. “En tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra…” (Génesis 22:18).
*Tenemos que decir que fue muy importante la tarea que todas estas
extraordinarias mujeres realizaron y aprendemos que a través de sus acciones,
siendo usadas por el Señor, influyeron en estos niños y estos también
influyeron a su vez, en la vida de muchas otras personas.
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando
en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando
te levantes”
(Deuteronomio 6:6-7.
¡Dios les bendiga!