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MOMENTO II
TEORIAS DE ENTRADA
1. SISTEMA TEÓRICO REFERENCIAL
En lo referente al acervo teórico o teorías de entrada las cuales
constituyen el constructo, se realizó una revisión bibliográfica que tiene en
cuenta los aspectos centrales del presente estudio como son: Gestión del
capital intelectual, Transferencia cognitiva, Evaluación, análisis de resultados,
Gerencia y políticas públicas para el mejoramiento de la calidad educativa,
así como sus contenidos sucedáneos, los cuales procuraremos desarrollar
en el presente acápite. Veamos:
2. DEFINICION DE CATEGORIAS CENTRALES
2.1 GESTIÓN DEL CAPITAL INTELECTUAL.
2.1.1. Conceptos de Capital Intelectual.
Atendiendo al interés que las organizaciones han mostrado en los
últimos tiempo en el tópico Capital Intelectual, es mucha la literatura
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originada desde todas las latitudes alrededor del mismo, especialmente
cuando el centro de la actividad de tales organizaciones es la innovación y la
producción de conocimiento, como se presume se debe predicar de las
organizaciones educativas a las cuales está dirigido el presente estudio.
Es así como encontramos a Bontis, N (1988), un canadiense
relativamente joven dedicado al estudio de este tema, quien afirma que el
Capital Intelectual ha sido considerado por muchos, definido por algunos,
entendido por pocos y formalmente valorado por prácticamente nadie, lo cual
supone un desafío para los directivos, así como para los académicos del
presente, también del futuro; no obstante, es necesario discrepar un poco de
esta afirmación si nos atenemos a lo siguiente:
La importancia del Conocimiento y del Capital Intelectual como recurso
estratégico se conoce desde la antigüedad, donde civilizaciones como la
egipcia o la griega presentan evidencias de codificación del conocimiento. El
estudio del Capital Intelectual es un área de conocimiento que cuenta con
poco más de una década de estudio formal, prácticamente desde la última
década del siglo XX. Sin embargo, su existencia se remonta años atrás como
un factor de sentido común, frecuentemente subestimado, en el valor en
libros contables de las empresas.
La conceptualización del término Capital Intelectual es muy
heterogénea, lo cual indica el estado aun emergente, aunque novedoso del
mismo. Esto implica que hay una necesidad de seguir investigando sobre el
tema hasta conseguir una aceptación conceptual generalizada entre la
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comunidad científica y la profesional. Veamos a grandes rasgos cómo ha
evolucionado el concepto desde su génesis hasta los años precedentes a
esta investigación.
Basándonos en Kendrick (1961), se puede estudiar el concepto de
Capital Intelectual, el cual fue introducido por primera vez en el siglo XIX por
el economista alemán F. List (1.841), avanzándose conceptos sobre el
mismo desde esa época, por otros economistas; tal es el caso de Senior
(1831), de Sidgwick(1883), de J. Bentham (1.789) y J.S. Mill (1848). También
en esta génesis, no podemos dejar de mencionar al sociólogo francés A.
Comte162 (1848), además de Alfred Marshall (1890). Bueno (2003)
considera fue Marshall el que inicio la actual economía del conocimiento.
De acuerdo a esto, en la literatura más reciente se considera, es de
común aceptación, que el origen del Capital Intelectual se sitúa en el primer
lustro de la década de los noventa del siglo XX, disputándose su autoría
economistas, columnistas de revistas, periódicos de Estados Unidos, Suecia,
caso entre otros de Stewart(1.996), Edvinsson y Malone (1.996).
En esas fechas el concepto de Capital Intelectual se utilizaba para
explicar el valor en los mercados financieros de las empresas más intensivas
en Investigación y Desarrollo o en inversiones de esta naturaleza, intangibles
propios de la actividad científica-tecnológica, o, en otras palabras, empresas
basadas en el conocimiento.
Abordemos ahora algunas definiciones que nos ayudaran a encauzar el
discurso hasta hacerlo confluir con la Gestión del capital intelectual, una de
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las variables de estudio en la presente investigación. Capital Intelectual es la
denominación genérica, comúnmente aceptada, para designar el valor del
conjunto de activos intangibles poseídos por una organización.
Algunos autores consideran que para comprender el Capital Intelectual
es preciso remontarse al concepto macroeconómico de Capital Humano.
Entre ellos el más significativo es Schultz (1.979), el cual considera a este
capital como un acervo de conocimientos, habilidades y valores de una
colectividad, junto con otros factores pueden llegar a determinar la ventaja
competitiva de una organización.
De acuerdo con Schultz, desde una perspectiva macroeconómica,
también compartida por Galbraith (1.964), la diferencia entre Capital
Intelectual y Capital Humano radica en que el Capital Humano se dirige a
poblaciones completas, mientras Capital Intelectual se refiere o centra en el
individuo. No obstante, como se desprende del análisis de esta literatura más
reciente sobre el tema del Capital Intelectual, el Capital Humano es un
componente más del Capital Intelectual.
Después de comparar la organización con un árbol, donde el elemento
intangible son las raíces por permanecer casi siempre ocultas lo cual no las
hace menos importantes, Edvinson y Malone (1999) definen Capital
Intelectual como la posesión de conocimientos, experiencia aplicada,
tecnología organizacional, relaciones con los clientes, destrezas
profesionales los cuales dan a la organización una ventaja competitiva en el
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mercado. Su valor radica en que estos activos intangibles se puedan
convertir en rendimientos financieros para la compañía.
En una línea parecida, Bradley (1.997) menciona al Capital Intelectual
es, o consiste en, la habilidad para transformar el conocimiento y los activos
intangibles en recursos, los cuales crean riqueza, tanto en empresas como
en países. Stewart (1.991) señala al Capital Intelectual como todo aquello
que no se queda pero, puede hacer ganar dinero a la empresa; más tarde
Stewart (1.998) lo define como la suma de todos los conocimientos que
poseen los empleados y otorgan a la empresa ventaja competitiva.
En esta misma línea, Lev (2001) considera los recursos intangibles
como aquellos que pueden generar valor en el futuro, sin embargo, no tienen
cuerpo físico o financiero, considera el Capital Intelectual como representante
de las relaciones principales, generadoras de activos intangibles, entre
innovación, practicas organizativas y recursos humanos.
Para Stewart (1998), el Capital Intelectual es material intelectual,
conocimiento, información, propiedad intelectual, experiencia que se puede
aprovechar para crear riqueza. Es fuerza cerebral colectiva. Es difícil de
identificar aún más de distribuir eficazmente pero quien lo encuentra lo
explota, por ende triunfa.
Para él, en la nueva era, la fortuna es producto del conocimiento. El
conocimiento, así como la información, la ciencia sumada a las noticias, la
asesoría, el espectáculo, las comunicaciones, los servicios, se han
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convertido en las materias primas fundamentales de la economía y sus
productos más importantes.
En definitiva, para él, el Capital intelectual es la nueva riqueza de las
organizaciones. Brooking (1.997) señala al Capital Intelectual como la
combinación de activos inmateriales que permiten hacer funcionar a la
empresa, siendo esta a su vez, el resultado de la combinación de los activos
materiales más el Capital Intelectual.
En esta misma línea Nevado Peña y López Ruiz (2.002) consideran es
el conjunto de activos de la empresa, los cuales aunque no estén reflejados
en los estados contables, generan o generaran valor para la misma en el
futuro, como consecuencia de aspectos relacionados con el Capital Humano,
también con otros estructurales como, la capacidad de innovación, las
relaciones con los clientes, la calidad de los procesos, productos, servicios, el
capital cultural y comunicacional, permitiendo a una empresa aprovechar
mejor las oportunidades que otras, dando lugar a la generación de beneficios
futuros.
Por su parte para Wiig (1997) de forma similar a los anteriores lo define
como aquellos recursos creados a partir de actividades intelectuales, las
cuales van desde la adquisición de nuevo conocimiento o los inventos, a las
relaciones con los clientes. Bontis (1998), de acuerdo con la corriente,
considero que, conforme avance el tiempo, la competencia efectiva estará
menos basada en estrategias sobre recursos financieros, físicos, sino más en
estrategias de administración del conocimiento; donde una de sus partes es
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el capital intelectual. Considera entonces este capital está formado por
capital humano, capital estructural y capital cliente, definiéndolo como
relación de causalidad entre Capital Humano, Capital Relacional y
Organizativo.
Para Sveiby (1997), el Capital Intelectual ayuda a explicar la diferencia
entre el valor de mercado y el valor en libros de la empresa, porque el Capital
Intelectual no se incluye en las cuentas financieras. Considera que las
organizaciones dirigen sus esfuerzos en dos direcciones: hacia dentro de la
compañía construyendo la estructura interna, lo otras forma es hacia fuera
trabajando con los clientes.
En este sentido, el valor total de mercado de la empresa está formado
por el patrimonio visible tangible más tres tipos de activos intangibles: la
estructura interna (la organización), la estructura externa (los clientes), las
capacidades (las personas), de modo que el valor de mercado de la empresa
se puede interpretar como un reflejo directo del Balance Invisible.
Para su estudio, la clasificación de activos intangibles puede
considerarse dentro de una familia de tres: competencias de empleados,
estructura interna así como la estructura externa. Considera al Capital
Intelectual como la combinación de activos intangibles los cuales generan
crecimiento, renovación, eficiencia, y estabilidad a la organización.
En este orden de ideas, Roos, J; Roos G; Edvinson, L y Dragonnetti, N.
(2001) sugieren como Capital Intelectual de una organización la suma del
conocimiento de sus miembros, además de la interpretación práctica del
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mismo. Para ellos, este es cualquier cosa que pueda crear valor pero no
pueda tocarse con las manos (naturaleza intangible del Capital Intelectual).
Entre otras consideraciones más cercanas sobre el concepto de Capital
Intelectual, podemos citar la de Euroforum (1.998), el cual define al Capital
Intelectual como el conjunto de activos intangibles de una sociedad que,
pese a no estar reflejados en los estados contables tradicionales, generan o
generaran valor para las empresas en el futuro.
Así además, Bueno (2.005), partiendo de lo que él considera los
aspectos y caracteres principales del concepto, hace la siguiente propuesta
integradora del mismo: acumulación de conocimiento eel cual crea valor o
riqueza cognitiva poseída por una organización, compuesta por un conjunto
de activos intangibles (intelectuales) o recursos, además de capacidades
basados en conocimiento, los cuales cuando se ponen en acción, según
determinada estrategia, en combinación con el capital físico o tangible, es
capaz de producir bienes, servicios y de generar ventajas competitivas o
competencias esenciales en el mercado para la organización.
A modo de síntesis se presenta una definición integradora de Capital
Intelectual recogiendo los aspectos más importantes aportados por los
distintos autores; esto sin detrimento de lo que muchas organizaciones como
la OCDE, la IFAC, la IASB, otras han conceptuado al respecto donde el
común denominador es qué son activos intangibles como fijos no-financieros
lo cuales no tienen sustancia física pero son identificables y controlables por
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la entidad a través de la custodia o los derechos legales. He aquí la síntesis
anunciada.
Por lo anterior, el capital Intelectual es la combinación de activos
inmateriales o intangibles, algunos de ellos inagotables, incluyéndose el
conocimiento del personal, la capacidad para aprender, la capacidad para
adaptarse al entorno, las relaciones con los clientes, proveedores,
administraciones, las patentes, las marcas, los nombres de los productos, la
reputación de la empresa, los procesos internos y la capacidad de
Investigación, Desarrollo e Innovación, de una organización que no estando
reflejados, algunos de ellos, en los estados contables tradicionales, son
generadores actuales, futuros de valor, así como ventaja competitiva
sostenible.
2.1.1.1. Componentes y dimensiones del Capital Intelectual.
Al pretender establecer una clasificación de los distintos elementos que
componen el Capital Intelectual, se observa, una diversidad de elementos
considerados por los distintos autores. Esto se debe, fundamentalmente, a la
diversidad de contribuciones y a las múltiples aportaciones hechas, tanto
desde el ámbito académico como desde el ámbito profesional, por los
distintos científicos y profesionales interesados por el Capital Intelectual.
Como afirma, Bueno (2005), a pesar de haber transcurrido tiempo
desde la aparición del concepto, aún es pronto para aceptar que el mismo
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sea un constructo generalmente aceptado por la comunidad científica y
profesional. La evolución continua, el desarrollo del concepto, así como los
modelos explicativos de Capital Intelectual, donde se van integrando,
desarrollando nuevos componentes, será el camino para conseguir una
construcción exitosa de este sugerente, además de necesario nuevo termino
económico, característico de la actual Sociedad y economía del
conocimiento.
2.1.1.2. Modelos básicos de medición y gestión del capital intelectual.
En los últimos años se han realizado numerosos esfuerzos en la
búsqueda de metodologías, así como de modelos los cuales contribuyan a
mejorar la capacidad de gestión del Capital Intelectual. Esto no ha sido del
todo fructífera, debido a la propia naturaleza intangible de estos activos,
porque cada negocio tiene su particular combinación de conocimientos clave,
en función de los objetivos a conseguir, de la situación del mercado. Además,
según Sveiby (1997), existen ciertos motivos por los que la valoración de los
activos intangibles no está más difundida:
No existe un modelo teórico riguroso para estas evaluaciones, lo que
dificulta y encarece el desarrollo de indicadores clave. Muchos gestores
creen que estos datos carecen totalmente de interés, mientras algunos
analistas financieros ni siquiera saben interpretar esta información. En otros
casos, hay temor a que estas valoraciones puedan decir demasiado sobre la
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empresa: opinión de los clientes acerca de la empresa, cuáles son sus
competidores, imagen interna y externa, ventajas competitivas, etc. A pesar
de todo, se han desarrollado numerosos modelos. Los más notables se
presentan a continuación:
a. Cuadro de mando integral o Balanced Business Scorecard.
El Cuadro de Mando Integral pretende representar adecuadamente la
estrategia definitiva de la organización, después conseguir integrarla en el
sistema de gestión de forma equilibrada. Los elementos o factores que
debemos integrar son los financieros, el mercado, los clientes, los procesos
de la organización, la mejora, el aprendizaje. Kaplan y Norton (1992)
plantean este modelo desde el punto de vista estratégico de la organización
sintetizado en la siguiente figura:
Figura 5
Balance del Negocio
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Balanced business scorecard (Kaplan y Norton, 1992).
El modelo de Kaplan y Norton (1992, 2000) clasifica los activos relativos
al aprendizaje y mejora en:
Capacidad y competencia de las personas (gestión de los empleados).
Incluye indicadores de satisfacción de los empleados, productividad,
necesidad de formación, entre otros.
Sistemas de Información (sistemas que proveen información útil para el
trabajo). Incluye indicadores como bases de datos estratégicos, software
propio, patentes, copyrights, etc.
Cultura-clima-motivación para el aprendizaje y la acción. Incluye
indicadores como iniciativa de las personas o equipos, la capacidad de
trabajar en equipo, el alineamiento con la visión de la empresa, entre
otros.
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b. Modelo de la Universidad West Ontario.
El profesor Nick Bontis (1996) añade una relación de causalidad entre
los elementos del Capital Intelectual, siendo el Capital Humano el origen del
desarrollo del Capital Relacional y Estructural, e influyendo éstos a su vez, en
los resultados empresariales, tal como observamos en la figura siguiente:
Figura 6
Modelo de la Universidad West Ontario.
c. Modelo Canadian Imperial Bank.
Es un modelo de carácter práctico (Saint-Onge, 1996) el cual ha sido
implantado en dicho banco, estudia la relación entre el Aprendizaje
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Organizacional y la creación de Capital Intelectual. Según el autor, partiendo
de la base del aprendizaje individual se llega hasta el aprendizaje de los
clientes; por otro lado, mediante el desarrollo del Capital Humano se alcanza
el Capital Financiero. De esta forma, el individuo se consolida como base de
la empresa.
Figura 7
Modelo Canadian Imperial Bank
Saint-Onge (1996)
d. Modelo Intellectual Assets Monitor
Sveiby (1997) proporciona el primer balance de activos intangibles en el
cual encontramos clara diferencia entre el Capital Humano y el Estructura. En
la figura que vemos a continuación, se distinguen las siguientes categorías
de activos intangibles:
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Figura 8
Modelo Intellectual Assets Monitor
Competencia de las personas. Mide la capacidad de los empleados de
actuar en una gran variedad de situaciones, así como de crear tanto activos
materiales como inmateriales. Sveiby considera a las personas como el único
agente verdadero en las organizaciones, encargadas de crear las otras dos
categorías de activos intangibles: estructura interna y externa.
Estructura interna (organización). Se refiere a patentes, ideas,
estructuras de funcionamiento, organización administrativa e informática, así
como a la cultura de la empresa y al ambiente que se respira dentro de la
misma, dentro de ella se consideran elementos como el talento humano, el
clima organizacional, la cultura organizacional, otros.
Estructura externa (imagen). Comprende las relaciones con clientes y
proveedores, las marcas comerciales, así como la imagen de la empresa.
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Además se proponen tres tipos de indicadores dentro de cada una de las
categorías:
• Indicadores de crecimiento e innovación: potencial futuro de la empresa.
• Indicadores de eficiencia: hasta qué punto los intangibles son productivos.
• Indicadores de estabilidad: grado de permanencia de estos activos en la
empresa.
e. Modelo navegador de Skandia
Este modelo (Edvinsson y Malone, 1997) es muy importante, además
de su implantación real, porque ha servido como base para el primer modelo
de medición del Capital Intelectual de escala macroeconómica, en Suecia.
Basado en los dos anteriores, aporta algunas innovaciones interesantes,
como la explicitación de la dimensión temporal. En este enfoque, los autores
parten de que el valor de mercado de la empresa está integrado por el
Capital Financiero y el Capital Intelectual, a su vez se descompone en los
dos siguientes bloques, tal como vemos sintetizado en la figura siguiente:
Figura 9 Modelo navegador de Skandia
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Para una mejor comprensión del modelo de Edvinson y Malone,
veamos gráficamente su estructura:
Figura 10
Edvinsson y Malone (1997)
El enfoque de Skandia, donde el pasado de la organización está
representado en el triángulo superior, el presente está formado por los
procesos de negocio y las relaciones con los clientes, el futuro está
garantizado gracias a la capacidad de innovación, adaptación; siendo el
centro del modelo el corazón de la empresa, el Enfoque Humano.
f. Modelo Technology Broker
Según, Brooking (1997) parte del mismo concepto del modelo de
Skandia: el valor de mercado de las empresas es la suma de los activos
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tangibles y el Capital Intelectual. El modelo no llega a la definición de
indicadores cuantitativos, sino que se basa en la revisión de un listado de
cuestiones cualitativas, entre ellas la Propiedad Intelectual. Brooking (1997)
insiste en la necesidad del desarrollo de una metodología para auditar la
información relacionada con el Capital Intelectual. Clasifica los activos
intangibles en cuatro bloques tal y como podemos ver en la figura que
mostramos a continuación:
Figura 11 Modelo Technology Broker
Se observa que aparecen los siguientes bloques de activos intangibles:
Activos de Mercado, activos de Propiedad Intelectual, activos Humanos,
activos de Infraestructuras, Donde los dos primeros bloques corresponden al
Capital Relacional de otros modelos, los otros dos corresponden al Capital
Humano y Estructural, respectivamente.
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g. Modelo de Drogonetti & Roos
Este modelo se basa en el libro publicado en 1997 por estos autores,
tiene como objetivo su implementación en un programa gubernamental
australiano The Business Network Programme. Se consideran dos categorías
generales dentro del Capital Intelectual, cada una con tres subdivisiones, tal
y como observamos en la figura que aparece a continuación:
Figura 12
Modelo de Drogonetti & Roos
No obstante, su principal aportación ha sido la introducción del
concepto flujo de Capital Intelectual para una gestión más adecuada de los
recursos intangibles. Una de las principales características de estos flujos es
que su suma no tiene por qué dar cero, así el conocimiento produce
rendimientos crecientes, no sigue la ley de los rendimientos decrecientes de
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los recursos tradicionales como la tierra, el trabajo y el capital; Además,
Drogonetti y Roos plantean un índice de medición del Capital Intelectual
integra a los diferentes indicadores en una única medida, y consideran al
propio sistema de Capital Intelectual como un recurso intangible de la
organización.
h. Modelo Nova
Desarrollado desde la Universidad Jaume I de Castellón por los
profesores Camisón, Palacios y Devece (Camisón y otros, 2000), se
considera el capital intelectual está formado por el conjunto de activos
intangibles que generan o generarán valor en un futuro. La gestión de este
capital intangible en la organización, hace referencia al conjunto de procesos
los cuales permiten al capital intelectual de la empresa crezca. El modelo
divide al Capital Intelectual en cuatro bloques básicos: 1. Capital Humano, 2.
Capital Organizativo, 3. Capital Social, 4. Capital de Innovación y de
Aprendizaje, éstos a su vez se dividen en diferentes grupos dependiendo de
la naturaleza de los activos intangibles.
Incluye como novedad respecto a los modelos anteriores el hecho de
permitir calcular no sólo la variación de cada bloque de Capital Intelectual
entre dos instantes de tiempo, sino también la contribución de cada bloque
en el incremento o disminución de los otros, siendo ésta una extensión al
concepto de flujo introducido en el modelo de Drogonetti y Roos (1998).
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i. Modelo Intelect
En un intento por acercar el valor explicitado de la empresa a su valor
de mercado y de informar sobre la capacidad de la organización de generar
resultados sostenibles, mejoras constantes y crecimiento a largo plazo. El
Instituto Universitario Euroforum Escorial bajo la dirección del profesor
Eduardo Bueno, llevó a cabo uno de los proyectos más importantes
realizados en España (Euroforum, 1998) para la medición del capital
intelectual.
Figura 12
Modelo Intelect
En la gráfica se puede evidenciar este modelo dividiendo los activos
intangibles en tres bloques, considerados como agrupación de activos
intangibles en función de su naturaleza. Se consideran fundamentales:
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Capital Humano, Capital Estructural y Capital Relacional, a su vez están
conformados por elementos, cada uno de los activos intangibles que se
consideran dentro de un bloque. En función de la estrategia, así como de los
factores críticos de éxito de cada empresa, ésta elegirá unos elementos
concretos medidos por indicadores. El modelo desarrollado incorpora las
siguientes dimensiones:
Presente/Futuro: Se miden los activos intangibles en el momento actual y
se plantea una previsión del futuro de la empresa en función de los
esfuerzos que se realicen en el desarrollo de dichos activos.
Interno/Externo: Se consideran tanto los intangibles desarrollados
internamente en la empresa, como los que surgen de la interrelación con
el entorno.
Flujo/Stock: Debido al carácter dinámico del modelo, además del stock
de capital intelectual, también se consideran los procesos de conversión
entre los diferentes bloques.
Explícito/Tácito: Se consideran tanto los conocimientos fácilmente
transmisibles (explícitos), como los más personales, subjetivos y difíciles
de compartir (tácitos)
j. Modelo de Dirección estratégica por competencias
Basándose en estudios anteriores, Sveiby, 1997; Drogonetti y Roos,
1997; Euroforum, 1998, el profesor Bueno (1998), profundiza en el concepto
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de Capital Intelectual, mediante la creación del modelo de dirección
estratégica por competencias. Si relacionamos el Capital Intelectual con las
competencias dentro de la organización, encontramos un nuevo paradigma
que nos lleva a los activos intangibles constituyen un valor crítico estratégico
en la competencia empresarial (Bueno, 1998). Todo esto conlleva a la
formulación de la Dirección Estratégica por Competencias, este viene
emergiendo en la década actual para orientar mejor la eficiencia y eficacia de
la empresa en la sociedad del conocimiento.
Para Bueno y Morcillo (1997) la competencia esencial está compuesta
por tres elementos o componentes básicos distintivos: unos de origen
tecnológico en sentido amplio: saber, así como experiencia acumulados por
la empresa; otros de origen organizativo, procesos de acción de la
organización; otros de carácter personal, actitudes, aptitudes y habilidades
de los miembros de la organización. De la combinación de estas
competencias básicas distintivas se obtiene la competencia esencial.
El objeto de la Dirección Estratégica por Competencias es buscar la
competencia esencial como combinación de las competencias básicas
distintivas, es decir, ella es la encargada de analizar la creación y
sostenimiento de la ventaja competitiva. Siendo ésta la resultante de dichas
competencias distintivas, es decir, de lo que quiere ser, lo que hace o sabe, y
lo que es capaz de ser, así como de hacer la empresa, en otras palabras, la
expresión de sus actitudes o valores, de sus conocimientos.
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Figura 13 Modelo de Dirección estratégica por competencias
Para, Bueno (1998) este modelo permitirá orientar estratégicamente la
gestión de los activos intangibles de la empresa, como forma dinámica de
crear nuevos conocimientos que posibiliten mejorar la posición competitiva
de la empresa. El modelo ofrece las pautas o guías de actuación siguientes:
Cómo crear, cómo innovar, y cómo difundir el conocimiento.
Cómo identificar el papel estratégico de cada competencia básica
distintiva y de cada uno de sus componentes.
Cómo conocer los valores que las personas incorporan a la organización.
Cómo saber o cómo crear conocimiento a partir de los conocimientos
explícitos y tácitos existentes en la empresa.
Cómo saber hacer o cómo lograr el desarrollo de capacidades que
facilitan la sostenibilidad de la ventaja competitiva.
Cómo trabajar y compartir experiencias en el seno de la organización.
Cómo comunicar e integrar ideas, valores y resultados.
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Cómo comprender colectivamente y cómo liberar los flujos de
conocimientos por la estructura organizativa o como proceso que lleve a
la empresa a la consideración de organización inteligente.
k. Modelo Intellectus.
El Modelo Intellectus está siendo desarrollado en el seno del Centro de
Investigación sobre la Sociedad del Conocimiento (CIC) en el Parque
Científico de Madrid por un equipo de investigación liderado por el profesor
Eduardo Bueno. El modelo es una evolución de la propuesta desarrollada por
el mismo equipo y comentada en acápites anteriores. El modelo se estructura
de la forma gráfica como sigue:
Figura 14 Modelo Intellectus.
El modelo parte de la propuesta del modelo Intelect (Euroforum, 1998) y
divide al Capital Intelectual en tres componentes básicos: Capital Humano,
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Estructural y Relacional. La evolución de la investigación permite considerar
otras divisiones más específicas (CIC, 2002):
Por un lado, el Capital Estructural se divide en Capital Organizativo y
Capital Tecnológico como ámbitos diferenciados de conocimiento y
gestión.
Por otro lado, el Capital Relacional presenta una novedad, basada en
una reciente tendencia en el campo de estudio del Capital Intelectual, al
resaltar la posible consideración de un nuevo componente: el Capital
Social. Este nuevo ámbito centraría su atención en las relaciones con los
aspectos relativos al medioambiente, desarrollo regional, compromiso
social, la ética, el buen gobierno corporativo, etc.
Todos los componentes citados, entre los que existen interacciones e
influencias, vienen relacionados por dos planos enriquecedores para la
gestión: las perspectivas endógena, exógena, por un multiplicador o
componente dinamizador. Con relación a las citadas perspectivas, cabe
destacar la endógena se centra, como es lógico, en determinados
componentes más o menos relacionados con personas y organización;
focalizándose la exógena en la relación con los agentes del entorno.
En su interrelación aparece la función tecnológica permite la conexión
entre ambas, facilitando la transmisión de intangibles entre una y otra (García
y Martín, 2001). Esta doble óptica es básica ya que ambas perspectivas
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presentan consideraciones distintas a la hora de orientar la gestión de sus
elementos (CIC, 2002).
De acuerdo a esto, en lo que al multiplicador o componente
dinamizador se refiere, es interesante considerar en el ámbito de la gestión y
la mejora continua, el interés fundamental no se centra únicamente en la
medición de los indicadores los cuales se estimen para cada capital (como
foto fija de la situación del Capital Intelectual) sino también son
especialmente en las acciones para su creación y desarrollo, es decir, en las
actividades intangibles se multiplican de forma exponencial el valor creado y
actúan como dinamizadores con objeto de alcanzar un valor futuro superior al
valor presente, en tanto expresión de la citada mejora continua.
En este sentido, esta idea es secundada por los diferentes autores
internacionales que tratan el tema (Edvinson y Malone, 1997; Brooking, 1996;
Sveiby, 1997; Drogonetti y Roos, 1998; Camisón y otros, 2000; García y
Martín, 2001). Resumiendo, el modelo se presenta bajo tres dimensiones
conceptuales: La primera se centra en la estructura de sus componentes; la
segunda aporta la consideración de las perspectivas endógena, exógena y la
tercera desarrolla el factor temporal, su dinamización a través del concepto
de multiplicador o expresión de la existencia de componentes dinamizadores.
El planteamiento del Modelo Intellectus se basa en una metodología
simple la cual pretende aportar un marco en el que se clarifiquen las
interrelaciones entre los diferentes componentes, así como los niveles
integradores de su estructura. De esta forma cada uno de los componentes
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básicos del modelo (Capital Humano, Tecnológico, Organizativo y
Relacional) constará de una serie de elementos, los cuales se identificarán
con sus correspondientes variables, teniendo unos indicadores que
permitirán conocer el estado y la evolución de las variables representativas.
El Modelo Intellectus presenta un conjunto de rasgos distintivos que lo
diferencian claramente de otros modelos conocidos y utilizados en las
mejores prácticas observadas. En concreto, el modelo se caracteriza por ser:
Innovador, ya que ofrece por vez primera una manera integrada ideas,
planteamientos nuevos, de reciente debate en las comunidades científica
y profesional, tanto en su estructura, como en la naturaleza de sus
componentes.
Dinámico - evolutivo, es decir, pretende superar la percepción estática
del concepto de Capital Intelectual, introduciendo el concepto de
multiplicador o del componente dinamizador que genera actividades
intangibles posibilitando el valor futuro de dicho capital sea superior al
valor presente. Además el Modelo muestra una estructura de naturaleza
evolutiva o creadora de nuevos componentes según las necesidades y
desarrollo de la organización, caso del Capital Organizativo y
Tecnológico en estos momentos, así como del Capital Social
próximamente.
Analítico, ya que presenta una determinada lógica arborescente,
profundiza en las relaciones individuales entre elementos, variables e
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indicadores, los cuales, a su vez, son definidos para alcanzar un lenguaje
común y una determinada semántica universalizable.
Modulable, es decir, facilita procesos diferentes de análisis, más o
menos agregados, a partir de la configuración de la lógica de familias con
que se ha diseñado, buscando una modulación acorde a las necesidades
cognitivas de cada organización.
Operativo, ya que se acompaña con una descripción funcional de los
indicadores, de sus distintos niveles, de unas guías o directrices para el
usuario, con el fin de facilitar las formas de aplicación a tenor de las
necesidades y características específicas de cada organización.
Flexible-adaptativo, es decir, tanto por las distintas categorías, elementos
y variables, más o menos agregados, por los diferentes niveles de
indicadores, además por las citadas perspectivas, como por la estructura
modular del mismo.
El Modelo Intellectus, tal como se apunta anteriormente, pretende ser
un modelo abierto, flexible, dinámico, capaz de adaptarse a las
peculiaridades de las diferentes realidades organizativas tanto las ya
precedidas como las que han de surgir habida cuenta el Capital Intelectual o
activo intangible es un tema del cual habremos de seguir estudiando por la
importancia adquirida para cualquier tipo de organización, especialmente las
objeto del presente estudio, las Instituciones educativas del sector oficial de
Colombia.
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2.2. Transferencia Cognitiva
La transferencia se produce cuando una persona aplica experiencias
y conocimientos previos, al aprendizaje o a la resolución de problemas en
una situación nueva, Mayer (2008) o, en la opinión de Bymes (1996) se
puede definir como la habilidad de aplicar lo que ha sido aprendido en un
determinado contexto a nuevos contextos.
Grafiquemos estos dos conceptos con dos situaciones prácticas las
cuales ayuden a comprenderlos mejor; uno dentro del currículo formal, el otro
desde el currículo hacia un contexto fuera de la escuela, veamos: cuando un
alumno aprende un concepto en clase de lengua y literatura, por ejemplo,
qué es una metáfora y tipos de metáforas, puede aplicarlo en clase de
Plástica a través de una panorámica de imágenes, está ejerciendo una
transferencia del aprendizaje dentro del currículo.
Por otro lado, si desde mismo aprendizaje de lo que es una metáfora y
de sus diferentes tipos, el alumno es capaz viendo un anuncio de televisión
de señalar el tipo de metáfora empleada en el mismo, aquí hay una
transferencia desde el currículo formal a otro contexto. En ambos tipos de
situaciones, se ha producido un verdadero aprendizaje competencial; el
primero dentro del currículo formal, de un contenido a otro; el segundo,
desde el currículo hacia el contexto inmediato de la vida del alumno
interiorizando ese aprendizaje.
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Comprender qué significa transferencia, nos debe llevar a saber
diferenciar qué tipos de transferencia existen. Esto no es tan evidente en la
formación que se imparte, sin embargo, es central en su aplicación en el
trabajo de aula. Podemos utilizar varias posibilidades, su elección es una
apuesta metodológica la cual necesita ser consciente. No es lo mismo la
tipología de Gagné, Perkins y Salomon, o Glaskell; hay un pluralismo, por
ello es necesario conocer para no caer en la tentación del reduccionismo
salvador que tanto prolifera.
Asimismo, Gagné en su libro The Conditions of Learning
(1965) diferencia transferencia lateral y transferencia vertical. En la primera,
se producen entre dos problemas o tareas con similar naturaleza o dificultad,
por ejemplo, un alumno sabe la tabla de multiplicar, entonces puede resolver
una operación con la tabla del 9; en la segunda, cuando podemos ser
conscientes de tareas o problemas de diferente complejidad que el
aprendizaje previo desde el iniciamos ese proceso: un alumno de primaria
sabe las operaciones básicas sumar, restar, multiplicar, dividir, entonces
puede afrontar problemas matemáticos de una operación desde ese
conocimiento previo.
Otros autores como Perkins y Salomon (1992) diferencian entre
transferencia de orden inferior y transferencia de orden superior. En la
primera, se produce una transferencia de forma automática, a menudo,
inconscientemente; hemos aprendido a montar en bicicleta, paseamos con
ella una tarde cualquiera; en la segunda, se necesita reflexión, abstrayendo
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un principio o regla del aprendizaje previo, aplicándolo a un problema
diferente y novedoso que se produce en otro contexto.
Siguiendo a estos dos últimos autores, digamos que La transferencia
se produce cuando el aprendizaje adquirido en un contexto o con un conjunto
de materiales produce impactos en otro contexto o con otro relacionado. Por
ejemplo, aprender a conducir un automóvil ayuda a una persona después a
aprender más rápido a conducir un camión; el aprendizaje de las
matemáticas prepara a los estudiantes al estudio de la física, mientras este
puede aprender a llevarse bien con uno de los hermanos puede prepararlo
para llevarse mejor con los demás, la experiencia de jugar al ajedrez podría
incluso hacerlo un mejor pensador estratégico en la política o los negocios.
Ellos mismos hacen a su vez una diferencia muy interesante en la
transferencia de orden superior; la transferencia hacia adelante donde el
alumno aplica el concepto de metáfora a diferentes géneros, asi como obras
en el futuro, o sea, a nuevas situaciones donde puede transferir y aplicar lo
aprendido, la transferencia hacia atrás donde el alumno reconoce en su
pasado experiencias, ejemplos metafóricos, para resolver un nuevo problema
de aplicación respecto a la metáfora, siguiendo el ejemplo inicial de Bymes y
Mayer.
Resultará interesante observar cómo se produce esta transferencia
cognitiva en las organizaciones educativas públicas objeto de esta
investigación, así como la incidencia que este teniendo este proceso en los
resultados adversos observados y de los cuales seguiremos haciendo
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referencia como puesto se constituyen en el elemento central del presente
estudio.
2.3. Evaluación y Análisis de resultados
Si bien en América Latina las evaluaciones del rendimiento educativo se
iniciaron generalmente a partir de la necesidad de informar a los tomadores
de decisiones, teniendo a ello como su principal propósito, el contexto de
resurgimiento democrático de la época y la idea de rendición de cuentas que
empezaba a instalarse en el discurso político también hacía necesario
satisfacer los derechos de los ciudadanos así como de algunas audiencias
clave de conocer la situación, más aun las tendencias de los resultados
educativos.
Los resultados han provisto de evidencia dura sobre los logros
insuficientes tanto como desiguales, han estimulado una preocupación
pública sobre el problema, reorientado el foco de la demanda social hacia
una distribución más equitativa de oportunidades de aprendizaje. Aun así, en
la mayoría de casos, la prensa recogió sólo los resultados más llamativos
sobre el bajo nivel de logro general, en el caso de las pruebas
internacionales, sobre los bajos puntajes obtenidos por los participantes
latinoamericanos. A menudo se puso más énfasis en las grandes diferencias
entre las escuelas privadas y las públicas, mucho menos en aquéllas entre
las poblaciones urbana, rural o entre niñas y niño
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Es por estos que, rara vez se mencionaron las diferentes características
socioeconómicas y culturales de las poblaciones atendidas por escuelas
privadas o públicas, pues los informes oficiales no incluían esa información.
Por otro lado, al menos al inicio, los funcionarios públicos rara vez estaban
disponibles para analizar los resultados de manera de promover un diálogo
capaz de orientar a la opinión pública a partir de las evaluaciones.
2.4. Gerencia y políticas públicas para el mejoramiento de la
calidad educativa.
La política social colombiana durante la década de 1980 se vio afectada
por el proceso de transición permanente y por los ajustes macroeconómicos.
En este contexto, Ramírez (1995, p.304), realizó una revisión de la gestión
social colombiana en la década de 1980, donde identificó además se analizó
las orientaciones públicas que, durante este período, siguieron los diferentes
sectores sociales.
Este estudio llegó a determinar las políticas del sector educativo las
cuales no alcanzaron el impacto esperado debido a su falta de continuidad
así como a la reducción de la participación del gasto social en el gasto
público, esto no permitió avanzar en logros de cobertura y calidad, pues
aunque estas variables mostraron comportamientos positivos, no alcanzaron
las dimensiones de décadas anteriores.
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Desde una perspectiva institucional, Wiesner (1997), analizó la
efectividad de las políticas públicas en Colombia, destacando en materia de
educación el papel de los factores institucionales en el suministro de la
educación primaria y secundaria a partir de la descentralización en la
prestación del servicio en el país. Este análisis mostró cómo el marco legal
que conduce al servicio de educación se caracteriza por su rigidez.
Así, existe un problema de concepción y diseño, pues se confundió la
provisión pública de la educación con su financiamiento público. A partir de
este diagnóstico, se propuso un cambio estructural en las condiciones
globales dentro de las cuales se efectuaba el gasto social para que fuera
más eficiente, con un mayor efecto distributivo por medio de cinco etapas
interdependientes correspondiente a las prioridades, la reestructuración
institucional, legal, la reestructuración financiera, la concertación institucional,
la evaluación y corrección.
Por otra parte, el trabajo de Corredor (2002), identifica las
particularidades de las políticas públicas en materia de educación, sus
modos de financiación, por medio de un análisis de acuerdo con las
estadísticas existentes y a la normativa vigente. En esta revisión, la autora
concluye que el sector presenta una situación precaria en términos de
cobertura así como de calidad, con un alto nivel de exclusión determinado
principalmente por un gasto público deficitario, así plantea la necesidad de
una reestructuración, obedeciendo ésta al financiamiento de la oferta como la
vía de mayor efectividad en materia de cobertura, eficiencia y equidad.
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Dentro del pacto de los países latinoamericanos con el desarrollo
humano, ratificado tanto en la declaración de los ODM como en el Programa
de Educación Para Todos y la Cumbre de las Américas de 1998, la CEPAL
(2004) evaluó las necesidades financieras de los países en materia educativa
a partir del análisis en el marco de los compromisos asumidos con la
educación, como eje principal del desarrollo, por los gobiernos de América
Latina y el Caribe.
Este informe mostró la necesidad de la modernización de la gestión, el
mejoramiento en la asignación del gasto público asi como de los recursos de
cooperación internacional además de la redefinición del uso de los recursos,
pues la inversión en sí misma no garantiza avanzar hacia un sistema que
ofrezca equidad, eficiencia y calidad.
De acuerdo con estos planteamientos, el Plan de Desarrollo Educativo
2002 – 2006, afirma que el desarrollo económico y social está directamente
asociado al aumento de la productividad este a su vez depende del
crecimiento de la educación así como de las habilidades de la fuerza laboral.
Así, desde la perspectiva de cobertura y calidad de la educación como
factores determinantes de la competitividad de un país, el trabajo de Botero
(2004), presentó la propuesta a nivel gubernamental, esta buscaba
transformar el sistema educativo colombiano mejorando la calidad de vida de
la población.
Partiendo del diagnóstico del sector durante la década de 1990 por
medio de estadísticas, el plan pone en evidencia el modesto avance del
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sistema educativo tanto en cobertura como en eficiencia y calidad. En el caso
particular de la educación primaria, Botero (2004), afirma, sin descuidar la
atención que demanda la cobertura de la básica primaria, los niveles exigen
especial consideración son los de preescolar, secundaria, media, en
particular en las zonas rurales.
Tal afirmación la hace a partir de la comparación de las tasas de
cobertura bruta y de cobertura neta para cada nivel de educación,
demuestran que la educación primaria tiene niveles de cobertura casi
universales, mientras en los demás niveles las tasas de cobertura no
alcanzan el 80%. De este modo, el Plan de Desarrollo Educativo propuesto
por el Gobierno Nacional centró su atención en tres políticas básicas: ampliar
la cobertura, mejorar la calidad y mejorar la eficiencia para todos los niveles
de educación, garantizando, al mismo tiempo, mayor equidad.