Post on 15-Jan-2017
La Palabra traicionada en Getsemaní, levantada en el monte
Jerusalén está de fiesta ¡Es la Pascua!
Miles de peregrinos han venido de las aldeas para celebrar el paso liberador de Dios
En las calles hay un ambiente de alegría. La comida y la bebida abundan.
Parecen unos días luminosos, pero una oscuridad crece por momentos
Jesús de Nazaret, va a ser condenado. La luz va a ser expulsada.
Y el mundo se va a quedar a oscuras.
En un huerto de olivos Jesús está orando. ¡Abbá!, grita
¡Abba! ¡Padre!, tú lo puedes todo;
aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
Allí ha llevado a los suyos, pero éstos se duermen
La belleza del lugar hoy está oculta Hay llanto y tristeza.
Los olivos le regalan a Jesús el aceite para una unción de fortaleza
Judas y un beso, dan comienzo a la traición
Jesús, arrestado, por los guardias, comienza la vía dolorosa
Lo bajan hacia el torrente, lugar de tumbas. Jerusalén, al fondo, tiene colores tristes
De nuevo le brota el llanto por la ciudad, por su gente.
Definitivamente, no lo han recibido
Pasa cerca del templo, que él soñó como espacio de libertad
para el pueblo
Por su cerrazón, siguió siendo para él motivo de lamento
La puerta dorada del templo no se abrió para el Mesías.
Paso a paso, peldaño a peldaño, lo condujeron hasta el lugar del juicio.
Y un gallo cantó.
Y Jesús lo miró. Y Pedro
lloró
En la Fortaleza Antonia, en el Empedrado,
fue coronado de espinas y ultrajado por los soldados.
Y ahí ya, cargando con la cruz,
inicia la vía dolorosa hasta el Calvario
Recorre calles estrechas de Jerusalén, en medio del asombro
o la indiferencia de la gente.
En la vía crucis hubo caídas y encuentros.
Su madre lo miró con amor. Se cruzaron sus miradas.
La Verónica se abrió paso,
valiente.
Quiso tener una reliquia
del amor.
Las mujeres le lloraron…
Fue su forma de decirle
que estaban con él.
Un cierto Simón de Cirene, un anónimo campesino, le echó una mano
Fuera de los muros estaba el Calvario, una cantera donde las piedras parecían calaveras.
Allí clavaron a Jesús. Junto a él había dos ladrones.
Lo levantaron, a la vista de todos.
Su Palabra siguió diciéndose.
Su madre recogió
sus acentos.
“¡Tengo sed!”
“Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”
“Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”
“Mujer, ahí tienes a tu Hijo…
ahí tienes a tu Madre”
“Padre mío,
¿para qué me has abandonado?
“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
“Está cumplido”.
E inclinando la cabeza, entregó el Espíritu.
Todavía le abrieron el costado… para darlo todo.
Lo bajaron y lo colocaron en una losa,
la piedra de la unción, que hoy besan los peregrinos.
Y le pusieron en un sepulcro,
excavado en la roca, propiedad de
José de Arimatea.
Y ahí llegó la LUZ.
El Padre lo levantó de entre los muertos
y lo colocó para siempre como Kyrios.
Sobre el lugar se levanta hoy el Santo Sepulcro
o Basílica de la Resurrección.
Rodeado de mercados, negocios de recuerdos y minaretes.
Una complejidad arquitectónica,
humana, religiosa.
Los católicos, los ortodoxos, los armenios,
los etíopes se dividen
los espacios, no sin problemas.
Y la llave de la puerta, la única puerta, la tiene un musulmán.
En esta roca del Gólgota fue plantada la cruz de Jesús.
Una capilla en medio de la llamada Rotonda al frente del Coro de los Griegos, es conocida como la Anástasis.
Los fieles encienden candelas en el lugar llamado centro del mundo.
La Rotonda de la Anástasis cubre el Edículo, que contiene los restos de la tumba de Cristo.
“Ha resucitado. No está aquí”.
La historia ha dejado sus cicatrices, las masas de peregrinos que la recorren
no impiden que uno se arrodille y proclame su fe en Jesús.
Aquí ocurrió un acontecimiento de LUZ, un misterio de SALVACIÓN.
¡Gloria a ti, Señor Jesús! Tu vives para siempre. Amén.
CENTRO DE INICIATIVAS DE PASTORAL DE ESPIRITUALIDAD
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