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FICHA BIBLIOGRAFICA; Sennett, Richard. (2012) Juntos. Rituales, placeres y políticas de
cooperación. Editorial Anagrama, Barcelona.
Richard Sennett, uno de los pensadores contemporáneos más importantes, desde las herra-
mientas analíticas que le ofrecen campos como la antropología, la política, la sociología y la
historia, se propuso desarrollar un ambicioso proyecto que se materializaría en una trilogía
de libros. La pregunta general del proyecto es alrededor de las “habilidades necesarias para
llevar una vida cotidiana satisfactoria” (Sennett, 2012: p. 9). El primer volumen, al que llamó
El artesano (2009), gira en torno a las relaciones entre la cabeza y la mano, y cómo tales rela-
JUNTOS.
RITUALES, PLACERES Y
POLÍTICA DE COOPERACIÓN
RICHARD SENNETT
David Andrés Rubio Gaviria
darubiog@fundacionconvivencia.org
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ciones desarrollan técnicas que hacen
posible el progreso de un sujeto. En el
vínculo entre la cabeza y la mano, queda
expresada la relación entre el desarrollo
de la subjetividad y las características
culturales, políticas, sociales y económi-
cas de la vida en comunidad. Así mismo,
en el progreso subjetivo que acaece en
el desarrollo de estas relaciones, aparece
la cooperación como un atributo que es
fundamental tanto para la manufactura,
como para el desarrollo mental; es en
este hallazgo que Sennett se propuso la
escritura del segundo libro de su trilo-
gía: Juntos. Rituales, placeres y política
de cooperación, editado en español por
Anagrama en noviembre de 2012. Es de
este volumen del que nos ocuparemos
aquí, en tanto el tercer libro, que se con-
centrará en las huellas que hay de los
sujetos en el desarrollo de los espacios
urbanos, aún no sale a las manos de los
lectores.
La idea del hombre como producto de
sí mismo, aquella materializada en la
antigua noción del homo faber, resulta
central para la exposición que realiza
Sennett a lo largo de Juntos (2012). La
exploración que realiza el autor a lo
largo de su trabajo con el archivo, se
concentra en “relacionar la formación del
esfuerzo personal, los vínculos sociales
y el medio físico” (p. 11); la cooperación,
como principio natural de la especie, se
hace posible gracias a principios dia-
lógicos que nos permiten participar en
situaciones de la comunicación, para los
que no es tan importante hacer ver a los
demás que sentimos como ellos sienten,
sino que desde las relaciones de cercanía
y lejanía que propicia el lenguaje, somos
capaces de entender las maneras de sen-
tir de los otros gracias a una desarrollada
capacidad para escuchar, lo que es propio
de una relación dialógica con el mundo,
antes que dialéctica; las relaciones entre
los hombres resultan ser más producti-
vas para el desarrollo de la subjetivación,
cuando se propician desde la empatía.
La primera parte del libro se ocupa de
examinar la emergencia de los procesos
cooperativos en la política contemporá-
nea; Sennett cuestiona la manera en que
el ejercicio político de hoy se ha tejido
alrededor de la ecuación “nosotros-con-
tra-ellos” (p. 52), interrogando así mismo,
sobre una posible política de coopera-
ción que haga resistencia a tal fórmula.
En la segunda parte del libro, el autor se
detiene a analizar las complejas relacio-
nes entre la competencia, en perspectiva
de la economía, y los principios de la
cooperación. Propone la unidad de sen-
tido que ha mantenido el “capitalismo
salvaje” en el último siglo, en tanto sus
modos de elaboración de tejido social se
mantienen; se incrementan las brechas
entre las clases altas y las clases medias,
y se acentúan las crisis en las sociedades
con economías débiles. Observa el caso
de China contemporánea que, al ser un
ejemplo mundial del capitalismo feroz,
manifiesta una sólida y sostenible econo-
mía gracias a las relaciones cooperativas
que mantienen sus ciudadanos que se
organizan en “redes”: redes para realizar
préstamos de dinero entre personas que
se fundamentan en principios como la
palabra y el honor, o redes para desa-
rrollar actitudes de solidaridad con los
otros.
Para Sennett, la infancia es un momento
de la humanidad en el que la coopera-
ción resulta ser genuina y necesaria para
el vínculo afectivo con los otros. Esta ten-
dencia a cooperar parece resquebrajarse
en la escuela y “las capacidades [para la
cooperación] pueden quedar súbitamen-
te paralizadas” (p. 195). La desigualdad
se constituye en un factor determinante
para explicar tal resquebrajamiento e,
incluso, para identificar los modos de
constitución de las sociedades de hoy. La
desigualdad es una condición que no es
natural entre los niños y tiene origen en
las formas de distribución de la riqueza
en las sociedades; sin embargo, no es
clara la relación entre mejores condicio-
nes para el desarrollo infantil y el PIB
per cápita en los países, de acuerdo a
algunos estudios citados por el autor. Es
así como revela que “en las sociedades
capitalistas con fuerte cohesión familiar,
así como en las escuelas que ponen el
énfasis en el valor de estudiar seriamen-
te con los otros, es posible neutralizar las
consecuencias sociales de la desigualdad
económica” (pp. 199 – 200).
Este último enunciado constituye uno de
los aportes más relevantes del riguroso
estudio que nos ofrece Richard Sennett
en su libro, pues aparece como una
importante revelación que conviene ana-
lizar con detenimiento. La escuela no es
por definición un espacio que promueva
RESEÑA
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principios relacionados con la igualdad;
sin embargo, sí constituye una posibili-
dad de promoción de la cooperación a
través del trabajo en equipo, que puede
coadyuvar en la disminución de las con-
secuencias de la desigualdad económica,
en palabras del propio Sennett.
Antes de generar valoraciones tendencio-
sas sobre la escuela, en tanto institución
social de paso obligado para estudios
de esta naturaleza, es prudente reubicar
las grillas para generar los análisis y las
valoraciones. En principio, podemos creer
que la escuela de modo imperativo tiene
como función la de generar procesos de
autonomía y de igualdad entre los suje-
tos; sin embargo, tras la lectura del texto
de Sennett, es posible hacer un cambio
de lentes para observar que tanto la
igualdad como la autonomía son lugares
que conviene interrogar, precisamente
por su carácter ambivalente en las socie-
dades irremediablemente capitalistas de
hoy. Si bien podemos aceptar, como lo
insinúa Sennett, que la escuela es una
institución que pone en crisis la natural
tendencia infantil a la cooperación (y
esto por su tradición de segmentar, de
agrupar de acuerdo a capacidades, o en
otras palabras de excluir), es plausible
aquella hipótesis que nos indica que es
precisamente la escuela, aquel lugar en
el que pueden promoverse actividades
que favorezcan los principios coopera-
tivos, con el objetivo de disminuir las
desigualdades en esferas sociales aún
más amplias.
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