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8/12/2019 Igualdad de gnero en la economa
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Artculo extrado de la Revista: Amrica Latina en Movimiento, edicin#489
Igualdad de gnero en la economa:
Empleo, responsabilidadesfamiliares y obstculos
socio-culturales
Crisis econmica, globalizacin
y divisin sexual del trabajoSi bien existen muchos anlisis sobre la crisis
econmica mundial, hay muy pocos sobre los
impactos diferenciados segn los sexos, es de-
cir, distinguiendo las consecuencias de la crisis
para mujeres y hombres. Un anlisis global se
torna difcil por el impacto extremadamen-te
desigual de la crisis segn los pases que
constituyen el sistema econmico mundial. Sin
embargo, se puede decir que la crisis de los
mercados financieros, la crisis bancaria, lacrisis econmica propiamente dicha y la cri-sis
social redundaron en tendencias hacia la
precarizacin y el desempleo que afectaron
desigualmente la mano de obra masculina y
femenina.Las mujeres son mayoritarias en las situacio-nes
de desempleo, particularmente de desem-pleo
oculto. Y a la precarizacin del trabajo de las
mujeres se suma la precarizacin fami-liar:
ambas requieren ser analizadas conjun-tamente. A estos dos factores se suma la vul-
nerabilidad sexual: el ejemplo de las mujeres
sin techo de Tokio ilustra bien esa conjuncin.
El 8 de marzo de 2009, las mujeres sin techo
que estaban bajo cajas de cartn en el jardn
de Ueno fueron acosadas por hombres que pa-
saban y les decan: ah, Uds son mujeres? Y
porque no se prostituyen en vez de vivir bajo
cartones en el parque? Es ms fcil y mejor.A la violencia econmica se una la violencia
sexual hacia las mujeres, a lo que ellas res-pondieron creando la red de mujeres pobres
en Japn, que incluye no slo a las mujeres
Helena Hiratasin techo, sino tambin a las mujeres jefas
de familia.Por otro lado, el proceso de globalizacin, sibien cre ms empleos para las mujeres,tanto en los pases capitalistas desarrolladoscomo en los pases denominados en vas dedesarrollo, cre empleos vulnerables y pre-carios que acentuaron la divisin sexual deltrabajo y las desigualdades sociales, no slode gnero, sino tambin de clases y de razas.Las privatizaciones, la disminucin de la pro-
teccin social, la reduccin de todos los ser-vicios pblicos, que comenzaron con el ajusteestructural de los aos ochenta y son la ten-dencia actual, tanto en los pases del Nortecomo del Sur, tienen como consecuencias noslo la disminucin del trabajo decente paramujeres y hombres, sino tambin la explota-cin creciente del trabajo gratuito de las mu-jeres en la esfera domstica y familiar.Nuevas configuraciones de la
divisin sexual del trabajoEn lo referente a la divisin sexual del trabajoprofesional a nivel internacional, hay tres as-pectos relativamente recientes que son partede las nuevas configuraciones de la divisin 13
sexual del trabajo:-La bipolarizacin del empleo femenino-El cambio en los modelos de conciliacin
entre vida familiar y vida profesional
-La divisin sexual en el lugar de trabajo
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La bipolarizacin es resultado, en parte, delos
procesos que se desarrollan en la esfera
educacional. Las mujeres son ms instruidas y
ms diplomadas que los hombres prctica-
mente en todos los niveles de escolaridad y en
todos los pases: punto de convergencia en-trepases de capitalismo avanzado (Norte) y semi-
industrializados (Sur). Presenciamos el
desarrollo de un polo constituido por mujeres
ejecutivas y profesionales con diplomas de ni-
vel superior. Ese polo, que se constituy sobre
todo a partir de los aos noventa, represen-ta
an un porcentaje muy reducido, pero que va
en aumento. El otro polo es constituido por
mujeres asalariadas en sectores tradicio-
nalmente femeninos: empleadas domsticas y
jornaleras, sector de la salud (auxiliares y
tcnicas de enfermera), la educacin (princi-
palmente maestras de pre-kinder y de primer
grado), prestacin de servicios (por ejemplo,
profesionales del cuidado), comercio (vende-
doras, cajeras). La consecuencia poltica de
esta bipolarizacin es el aumento de las des-
igualdades sociales y del antagonismo en el
interior del grupo social de las mujeres.Modelos de conciliacin vida profesional vida familiar. Esta bipolarizacin es uno de
los factores del actual cambio en los modelosde conciliacin vida familiar-vida profesional:las mujeres ejecutivas con puestos derespon-sabilidad y con carrera slo puedentrabajar si otras mujeres aseguran las tareasdomsticas y de cuidados. De all laformidable fuerza poltica potencial de lasempleadas domsti-cas, jornaleras, nodrizasy cuidadoras/es de ancianos, de personas condeficiencia fsica o mentales, de enfermoscrnicos (las personas vulnerables).- El modelo tradicional: el hombre es provee-
14 dor y la mujer cuida la casa y los hijos.-El modelo de conciliacin: la mujer
trabaja fuera, pero concilia el trabajoprofesional con el trabajo domstico. Elhombre no concilia, no hay exigencias enese sentido por parte de las institucionesde la socie-dad o de las normas sociales.
-El modelo de asociacin: hombres y muje-
res comparten las tareas domsticas y decuidado de la familia. Pero la coparticipa-cin supone igualdad y ausencia derelacio-nes de dominacin. Se puededecir que esas condiciones existen?
-El modelo de la delegacin: la mujer delegaa otras mujeres el cuidado de la casa, la fa-
milia, los nios. Esta tendencia de recurrir a
la empleada domstica, tradicional en los
pases de Amrica Latina, es ms reciente en
Europa o en Estados Unidos, donde se
recurre cada vez ms a la migracin inter-
nacional de mujeres asiticas o latinoame-
ricanas. Los intensos flujos migratorios del
Sur hacia el Norte instauran una verdadera
globalizacin de la cadena de cuidados.
Desde fines de la dcada de los noventa, enlos pases del Norte, el nmero de mu-jeres
migrantes super el de los hombres
migrantes.
La divisin sexual del trabajo en
el lugar del trabajoEncontramos diversos fenmenosrelacionados con el lugar del trabajo:- La reproduccin de la divisin sexual del
trabajo en los cuidados: el 90% o ms de los
trabajadores del cuidado son mujeres, tanto
en los pases del Norte como del Sur.
- Existen cambios incipientes en la divisinsexual del trabajo en algunos sectores,como la construccin civil o los transpor-tes colectivos (conductoras de autobuses),donde el porcentaje de mujeres es anpoco significativo, pero con algunatenden-cia al crecimiento en pases tandistintos como Francia o Brasil.
- La masculinizacin de la profesin de en-fermera en hospitales como consecuenciade los cambios tecnolgicos y del uso deequipos computadorizados para cirugas,scanners, resonancia magntica, etc.
-La feminizacin de profesiones mdicas enreas como dermatologa, pediatra, etc.,donde las mujeres son asalariadas en clni-cas y hospitales y no profesionales libera-
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les con consultorio propio, como es elcaso de ciertos hombres mdicos. Lasmujeres ocupan campos de la medicinacon horarios que permiten conciliar vidafamiliar y vida profesional. Pocas estn en
el rea de urgencias o ciruga, profesinprestigiosa y con altos salarios.-Persistencia de las desigualdades: raras son
an las gerencias femeninas en la indus-tria,
donde ellas enfrentan dificultades con
subordinados del sexo masculino. Las mu-
jeres tambin siguen siendo poco favore-
cidas por las formaciones profesionales en
comparacin a los hombres. Se debe notar
la importancia de las polticas pblicas en
ese campo de la formacin y en el de la fe-
minizacin de profesiones tradicionalmen-temasculinas.
Obstculos socio-culturales para
una efectiva igualdad de gneroEl ejemplo del trabajo de cuidados es paradig-
mtico de los obstculos para una real partici-
pacin mixta e igualitaria de hombres y muje-
res en tareas que deben ser asumidas por toda
la sociedad, y no slo por las mujeres; pues
todos son vulnerables en algn momento delciclo de vida, contrariando el modelo centra-do
en el hombre blanco, calificado, en la flor de la
vida, saludable, etc.Los obstculos para una participacin igualita-
ria de hombres y mujeres en el trabajo doms-
tico y de cuidados son numerosos:-El no reconocimiento del trabajo de cuida-
do como trabajo. Bajo prestigio social de un
trabajo no reconocido socialmente. Mu-chascuidadoras, asimiladas a las emplea-das
domsticas, o con el estatus de stas, no
gozan de todos los derechos laborales. Hay
una necesidad de profesionalizacin de esa
actividad, y el ejemplo de pases que estn
profesionalizando esas activida-des con una
visin de creacin de nuevos empleos, como
Francia, muestra como esta
profesionalizacin es posible.
- El no reconocimiento salarial, monetario.octubre 2013
Los hombres dicen que siendo proveedores,
no pueden permanecer en un sector con sa-
larios tan bajos. Sostener la familia, poder
casarse, depende de ese reconocimiento
monetario. Las mujeres, jefas de familia y
tambin proveedoras en proporciones sig-nificativas en prcticamente todo el mun-
do, tambin necesitan de mejores salarios.-La imagen de la cuidadora como teniendo
vocacin para hacerlo sin contrapartida, elamor, la preocupacin, no corresponde ala imagen del hombre viril que no estdispuesto a realizar un trabajo emocional.
Rol de las polticas pblicas en laeconoma de los cuidadosNecesitamos pensar en una nueva ecuacinentre Estado, mercado y familia. Nuestrahiptesis es que existe una interdependenciaentre los actores citados. Lo ilustramos nue-vamente con el trabajo de cuidados a partirde una comparacin internacional Brasil-Fran-cia-Japn, que forma parte de una investiga-cin en curso sobre Teoras y prcticas delcuidado en una perspectiva comparativa.En el caso de Francia, vemos la implantacinde numerosas polticas pblicas que son si-multneamente polticas de empleo, con sub-sidios como la APA (subsidio personalizado deautonoma) para los ancianos y la reduccinde impuestos para quienes emplean trabaja-dores domsticos y de cuidados.En el caso de Japn, el gobierno paga un 90%del servicio efectuado en el cuidado de ancia-nos y el receptor del cuidado 10%. El mercadoparticipa en funcin de la autorizacin que elgobierno concede a las empresas privadas parael suministro de los servicios de cuidados.En Brasil, las polticas pblicas para los msnecesitados, que a travs del Programa de Sa-lud de la Familia crean nuevos oficios como losACS agentes comunitarios de saludo los APSagentes de proteccin social, proporcionancuidado a los nios y a los ancianos, como par-te de la prevencin en salud del conjunto de
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los miembros de la familia visitada. En la ciu-
dad de So Paulo, la Secretara Municipal de la
Salud cre un Programa de Acompaamiento de
Ancianos con 150 cuidadores remunerados por
el gobierno municipal. Tales programas
municipales existen en otros pases, como porejemplo en Argentina o Suecia.En los tres pases citados, el Estado se apoya en
los rganos municipales para ejecutar su
poltica; al nivel del mercado, las institucio-nes
de larga estada para los ancianos, de ca-rcter
privado, coexisten con agencias crea-das por
empresarios individuales y oferta de mano de
obra de empleadas domsticas que fungen de
cuidadoras de ancianos; tambin en los tres
pases, las ONGs tienen una actuacin
significativa en el terreno de los cuidados, as
como los voluntarios, que en Brasil, desde ins-
tituciones filantrpicas, aseguran una parte de
las tareas que esas instituciones no estn en
condiciones de mercantilizar.ConclusinAnhelamos cambios en la actual divisin se-xual
del trabajo, porque se trata de una di-visin
desigual que discrimina a las mujeres y est
lejos de configurar la igualdad de gnero que
queremos. Creemos que la divisin sexual del
trabajo profesional no puede cambiar, sin
modificar la divisin sexual del trabajo do-
mstico y la divisin sexual del poder y del
saber en la sociedad. Los obstculos para ese
cambio son numerosos. Ya nos hemos referido
a algunos de ellos a travs del anlisis del tra-
bajo del cuidado. Podemos decir que los pri-
vilegios de los que los hombres disfrutan hoy en
la divisin actual del trabajo domstico y
profesional, y que los hombres, en tanto grupo
social, quieren mantenerlos, son un obstculopoderoso. Muchas veces actan a favor del
grupo social de los hombres, los partidos, los
sindicatos, las instituciones como los medios de
difusin, la escuela, la empresa.Qu podemos hacer para cambiar esta situa-
cin? Podemos mencionar el ejemplo de cier-
tas polticas pblicas y sociales para alcanzar
una mayor igualdad de gnero, que estn in-
corporadas a la convencin de la OIT sobre el
trabajo domstico. Se debe siempre luchar y
es el papel de los movimientos sociales, como
de los movimientos feministas y el movimien-to
sindical para que las prcticas sociales co-
rrespondan plenamente a la legislacin. La
cantidad de empleadas domsticas embaraza-
das que son despedidas, a pesar de la ley que
garantiza el derecho al empleo de las mujeres
embarazadas, es un ejemplo de esa brecha
entre la legislacin vigente y las prcticas de
los actores. (Traduccin ALAI)
Helena Hirata, investigadora brasilea,Centro Nacional de Investigacin
Cientfica (CNRS), Francia. (Texto sobre eltema presentado en el 9 Encuentro de la
MMM. Una primera versin de este artculofue preparada para el Congreso de la
CEPAL, Brasilia, 2010
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