Post on 25-Jul-2022
HISTORIA REGIONAL
ENSAYOS
HOLGUINEROS
Compiladores
Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández
Adrían Arévalo Sánchez
Introducción
LOS ABORÍGENES DE CUBA EN LA FORMACIÓN ETNOHISTÓRICA DE HOLGUÍN:
SIGLOS XVIII Y XIX. . José Vega Suñol
EL CRIOLLO EN LA FUNDACIÓN DE HOLGUÍN. Carlos A. Córdova Martínez y
Laureano Calzadilla Anido
ETNODEMOGRAFÍA COLONIAL DE HOLGUÍN: ACERCAMIENTO A LOS
ORÍGENES. José Vega Suñol
NOTAS SOBRE EL BAGUANO COLONIAL 1514 – 1867.José F. Novoa Betancourt.
EL CUERPO DE VOLUNTARIOS EN HOLGUÍN DURANTE LAS GUERRAS DE
INDEPENDENCIA. Zaili y Alexander
EL AYUNTAMIENTO HOLGUINERO, COMO INSTITUCIÓN JURÍDICO-
ADMINISTRATIVA ENTRE 1878 Y 1898.Adrian Arévalo Salazar.
LAS AVENIDAS DEL AZÚCAR Y SUS ESPACIOS DE ARRAIGO Y CONTENCIÓN
EN LA REGIÓN HOLGUINERA, 1899-1920. Rafael Ángel Cárdenas Tauler
PARTICULARIDADES DE LA LUCHA PARTIDISTA EN EL TERMINO MUNICIPAL DE
HOLGUÍN ENTRE 1899-1920.Celia del Carmen Hernández Arias y Armando Cuba
LAS ADMINISTRACIONES LOCALES EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA
REVOLUCIÓN EN HOLGUÍN. Annia Duharte García y Olga Armas Blanco
EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA Y LAS SOCIEDADES DE NEGROS Y
MULATOS EN HOLGUÍN. Yoel Rodríguez Ochoa.
HOLGUÍN EN LA ALFABETIZACIÓN. Olga M. Armas Blanco, Dayenni B. Díaz
Sánchez y Annia Duharte García
EL INTERNACIONALISMO HOLGUINERO. Victor Aguilera Nonel.
APROXIMACIÓN HISTÓRICO-CULTURAL A LA ARQUITECTURA HOLGUINERA DE
LOS SIGLOS XIV AL XIX. José Luis Reyes González.
ASENTAMIENTO PROTESTANTE Y REGIÓN: UN ACERCAMIENTO AL CASO
HOLGUINERO (1900-1960). Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández
LAS CREENCIAS HETERODEOXAS EN HOLGUÍN. Carlos A. Córdova Martínez y
Juan Carlos Rodríguez Cruz
REFLEXIONES SOBRE LAS PERSPECTIVAS DE LA HISTORIA SOCIAL DESDE LA
HISTORIA REGIONAL HOLGUINERA. Samuel Oliveros Calderón
ESTUDIOS SOBRE RELIGIÓN EN EL NORTE ORIENTAL DE CUBA. Alejandro
Torres Gómez de Cádiz Hernández
LA MUSEOLOGÍA HOLGUINERA. David Julián Gómez Iglesias.
Prólogo de Olga Potuondo
LOS ABORÍGENES DE CUBA EN LA FORMACIÓN ETNOHISTÓRICA DE HOLGUÍN: SIGLOS XVIII
Y XIX.
José Vega Suñol *
La presunta extinción de los primeros pobladores de la isla de Cuba1 al terminar el siglo XVI, es hoy
por hoy ya una tesis difícil de sostener. Múltiples evidencias documentales han permitido dejar atrás
este supuesto debido a valiosas comprobaciones que demuestran la prolongación vital de la presencia
humana y cultural de estas poblaciones todavía hacia los siglos XVII y XVIII; y, como se pretende
argumentar en este trabajo, hasta el mismo siglo XIX, particularmente, allí donde su presencia
demográfica y patrimonial fue abundante y visible. Sirvan estas páginas para ilustrar el singular
proceso que se operó en la germinal región de Holguín durante los siglos mencionados, en lo atinente
a la gradual integración de los residuos de aquellas poblaciones indígenas a la génesis formativa de un
nuevo conglomerado étnico que pasaría a la historia como pueblo cubano.
Aunque existen distintos documentos que prueban la continuidad de su existencia más allá del período
contemplado como prehistoria de Cuba, solo se abordarán en este texto aquellas aportaciones e
interpretaciones que emanan de las escrituras eclesiásticas de los archivos parroquiales de la ciudad
de Holguín, al consultarse los libros de bautismos de las iglesias de San Isidoro (1713) y San José
(1819)2; en tanto el territorio nororiental fue profuso en asentamientos aborígenes y el primigenio en
quedar registrado en el Diario de Navegación de Cristóbal Colón, al referirse a esta Isla y sus primeros
habitantes.
El control demográfico de mayor antigüedad efectuado por la iglesia católica en Cuba se remite al año
1544, cuando el obispo Sarmiento ofreciera su informe del estado y la composición de la población en
su visita pastoral por las villas e iglesias recién fundadas. Para el caso de la villa de Bayamo, de donde
luego se desprendería la jurisdicción de Holguín, el obispo reporta un total de 30 vecinos casados o
por casar, 200 negros y 400 indios naborías3 Es de suponer que dicho conteo se limitara a la población
localizada en el área urbana de dicha villa y dejara fuera a aquellos otros conjuntos demográficos que
estaban dispersos o a una distancia de dichos centros que imposibilitaba un control exhaustivo sobre
los mismos. Ya que el conocido informe se realizó en una fecha en que todavía se mantenía el sistema
de encomiendas es de inferir que una parte de los núcleos humanos existentes en estas células
económicas no estuvieran contemplados en dicha enumeración. Al menos en lo concerniente a
población aborigen. Se sabe que la encomienda se organizaba como respuesta a determinadas
exigencias de interés económico y se ubicaba allí donde hubiera requerimientos para el empleo de la
fuerza de trabajo indígena; por tanto, su localización dependía del lugar donde se encontraran los
lavaderos de oro o las primeras distribuciones de tierras a los encomenderos. Es permitido deducir que
1 Reconocidos tanto en la literatura científica como en la nomenclatura terminológica internacional bajo la
denominación de indios, aborígenes o naturales del país.
2 Existen otras fuentes del siglo XVIII sobre Holguín que también permiten constatar la presencia aborigen para
esa fecha. Al respecto véase: Poseedores, hatos, corrales, estancias, sitios, ingenios y trapiches, censos y
arrendamientos en la jurisdicción de Holguín entre 1764 y 1777. Compilador: M Sc. José Novoa Betancourt.
Véase: ANC. GG. Legajo 490. No. 25132.
3 Véase: Hortensia Pichardo. Documentos para la Historia de Cuba I. Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
1984. Cuarta edición, p. 99.
sitios distantes de la villa de Bayamo, como el localizado en El Yayal, en las cercanías de la actual
ciudad de Holguín, o el de Chorro de Maíta, en el actual municipio Banes, quedaran fuera de esos
registros. Mientras, por otro lado, tales asentamientos pudieran considerarse escenarios epilogales del
ramificado sistema de encomiendas en estado de disolución, aunque todavía activos como núcleos
económico-sociales; y, en consecuencia, espacios de contacto cultural y mestizaje biológico. Sean
pues considerados estos sitios, junto a otros donde quedaron evidencias de tales intercambios, como
la cuna donde comenzó a mecerse el embrión de la transculturación que daría forma y consistencia al
surgimiento de una nueva comunidad humana en el nordeste de Cuba4.
Hubo un cambio operativo en la orientación de la conquista de América que paralizó y debilitó el
sistema de encomiendas en Cuba, si nos atenemos a que el mantenimiento de esta primera célula de
la economía colonial era la única que justificaba la existencia de diferentes sitios de transculturación
indohispánica en la región. Pero después de 1520 tuvo lugar una declinación demográfica en la Isla,
en tanto la conquista de México, iniciada en 1519 por Hernán Cortés, absorbiera una parte importante
de las huestes españolas establecidas sobre todo en la parte oriental. Esta expedición, al igual que las
subsiguientes, se nutrió de los aborígenes cubanos como apoyo logístico5 El sistema encomendero
sufrió una profunda depresión demográfica a partir de entonces, lo que permite inferir que el auge de
esta organización económica debió tener lugar en un período anterior a la mencionada fecha, y se
mantuvo durante un tiempo más ante la necesidad de avituallamiento de casabe a las expediciones a
tierra firme lo que debió haber impulsado más la encomienda en función agrícola,6 con una mayor
participación de los remanentes de las comunidades agricultoras aborígenes en este desempeño,
requerido de especialización en el cultivo de la yuca.
Por tanto, la declinación demográfica de las poblaciones indígenas en la naciente historia social de
Cuba se explica no solo por el exterminio bélico, el duro trabajo en las encomiendas, los lavaderos de
oro y la invasión biótica, como la gripe, que devastó una parte sensible de esta comunidad humana;
sino también por la participación de cientos de aborígenes en numerosas expediciones a tierra firme,
quienes iban en condición de sirvientes, cargadores, escuderos y hasta de soldados acompañantes de
los españoles en la conquista de América. La expedición de Francisco Hernández de Córdoba a
México en 1517, la de Juan de Grijalba con el mismo destino en 1518, la de Hernán Cortés en 1519,
la de Pánfilo de Narváez -en 1520 a México y en 1528 a la Florida-, la de Hernando de Soto a este
último destino en 1539, la de Francisco Montejo en 1546 para terminar la conquista de Yucatán y la de
Pedro Menéndez de Avilés, también a la Florida, entre 1566 y 15687 pesaron sobre la espalda de esta
4 Véase: José Manuel Guarch Del Monte: Estructura para las comunidades aborígenes de Cuba, Ediciones
Holguín, Holguín, 1990; Roberto Valcárcel Rojas: Banes precolombino. La ocupación agricultora. Ediciones
Holguín, Holguín, 2002.
5 Ver: Oswaldo Morales Patiño. La rebeldía de los indocubanos. Revista Bimestre Cubana, septiembre-octubre,
1945, Volumen LVI, no.2; p. 97-134.
6 Véase: Julio Le Riverend Brusone: Problemas de la formación agraria de Cuba. siglos XVI y XVII. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1992; Estrella E. Rey Betancourt: Algunos aspectos socioeconómicos de Cuba
colonial temprana (1512-1555). Catauro. Revista cubana de antropología. Año 5, no. 8, 2003;p. 75-90.
7 Véase: Oswaldo Morales Patiño. Ob. Cit., pp. 133-134.
masa indígena, a la cual le tocó la peor parte del trabajo. Los pobladores aborígenes de la región
oriental aportaron el mayor volumen presencial en estos eventos y en su mayoría no regresaron, de
ahí que estas expediciones contribuyeran a desangrar y mermar a esta población. Las recogidas y
concentraciones de indígenas con tales fines aceleraron el vaciamiento de la membresía masculina, en
detrimento del equilibrio interno de esas comunidades.
Un hecho compulsivo de movilidad histórica irrumpió casi un siglo después, con la fundación de los
llamados pueblos de indios, recomendados por la propia corona española para concentrar a aquella
población de naturales de la Isla que se encontraban dispersos en distintos puntos de la geografía
insular; especialmente, en el este del país8 se destacaron los poblados de Jiguaní y El Caney, hacia
los cuales se trasladó y reinstaló una parte de la masa aborigen sobreviviente, cuyos miembros, ya
modificados por el contacto étnico y cultural, representaban el último capítulo de esta comunidad en el
oriente cubano. No obstante, es dudoso aceptar que todos los indios dispersos en tan vasto territorio
se ubicaran exclusivamente en estos poblados tras los favores emanados de disposiciones reales a
partir de la reclamación de sus derechos a la tierra. Hay constancias de que avanzado el siglo XVIII
había indios dueños de sitios y estancias en el nororiente de Cuba9 y era obvio que aquellos al frente
de alguna propiedad agrícola no necesitaran trasladarse a un poblado, al resultarles más conveniente
quedarse donde tenían una pequeña estancia para la subsistencia. Además, la creación de los
pueblos de indios fue una medida que comenzó a implementarse en un momento posterior al inicio de
la distribución de tierras para el fomento de haciendas ganaderas en el oriente cubano. Y tales
haciendas requerían de mano de obra. La creciente descendencia, tanto de españoles como de
aborígenes, era un hecho inobjetable para entonces; por otra parte, una masa de trabajadores libres
podía ocuparse de las tareas en dichas haciendas, vegas de tabaco y sitios de labor colaterales al
fomento ganadero; se sabe que la ganadería y el tabaco no despertaron el interés por la adquisición
de esclavos africanos; el ganado, el tabaco y la sitiería eran actividades económicas perfectamente
atendidas por campesinos libres y peones; estos últimos, presumiblemente, pudieron ser aquellos
descendientes de indios que procedían directamente de las copulaciones que tuvieron lugar en los
primeros intercambios con los propios españoles y entre los mismos indios que quedaron y que entran
a clasificarse como criollos por haber nacido del mestizaje en curso. Parte de la fuerza laboral que
atendía los rebaños en las haciendas o el cultivo del tabaco en los vegueríos procedía de los
descendientes de aborígenes que ahora habían asumido nombres como José, Francisco o María,
hablaban no en lengua arahuaca sino en la fecunda variante del castellano insular, aprendido
empíricamente, permeado de voces aborígenes y expresado con las dificultades propias del sujeto
iletrado.
La repartición profusa de hatos por el cabildo bayamés desde mediados del siglo XVII jugó un papel
vital en el progresivo poblamiento de las tierras altas de Maniabón, donde surgiría en el siglo XVIII la
jurisdicción de Holguín; hecho que tendría lugar en el mismo espacio territorial de ubicación de
aquellas comunidades aborígenes y de las primeras encomiendas en el territorio; por tanto, la
economía promovida por la hacienda ganadera quedó superpuesta en el mismo espacio físico
8 Véase: Francisco Pérez de la Riva: Origen y régimen de la propiedad territorial en Cuba. Imprenta El siglo XX,
La Habana, 1946.
9 Ver Padrón de Fincas de 1775, en: Poseedores, hatos….(Ob. Cit).
ocupado históricamente por dichas comunidades. Luego, los primeros ganaderos, vegueros y sitieros
tuvieron que encontrarse inexorablemente con los últimos aborígenes en el territorio o sus
descendientes.
La dimensión múltiple de su presencia cultural indica que la remisión hacia el presente de la herencia
indígena solo pudo ser obra de un encuentro de larga duración gracias a la convergencia de varias
generaciones en constante estado de intercambio con ese acervo, lo que permitió el traspaso de
experiencias y conocimientos, así como la fijación de pautas culturales compartidas, hecho que
justifica que llegaran hasta pleno siglo XX prácticas como el cultivo de la yuca, la fabricación y el
consumo del casabe, la explotación agrícola del tabaco, las construcciones domésticas y el ajuar,
cientos de voces lingüísticas en la toponimia, la flora y la fauna, legados a través de sus
descendientes, fueran estos la resultante de españoles, indios o africanos. Sería esta emergente
comunidad criolla la encargada de conservar esos aportes desde muy temprano, lo que indica que uno
de los cometidos trascendentales que cumplió la cultura criolla fuera incorporar a su favor parte de lo
mejor del patrimonio de los naturales de Cuba.
La evidencia documental más consistente en el reconocimiento de la sobrevivencia aborigen en
Holguín en pleno siglo XVIII procede de los libros parroquiales. Si no hubieran quedado indios al
fundarse la iglesia de San Isidoro en 1713, en el lugar donde hoy se encuentra, no habría razones
para que los archivos parroquiales identificaran y diferenciaran los libros de bautismos de blancos de
los libros de bautismos de Indios, pardos y morenos. Este archivo alberga los manuscritos más
antiguos de la ciudad y de toda la región nororiental de Cuba. Por su importancia capital para este
análisis es necesario acercarse a la información contenida en tales documentos.10
10 El primer acercamiento al tema de los aborígenes en los archivos parroquiales se encuentra en: José Vega
Suñol, René Navarro y Joaquín Ferreiro: Presencia aborigen en los archivos parroquiales de Holguín. Revista de
Historia, no. 4, Holguín, 1987. En el mencionado ensayo se arriba a conclusiones muy parciales, además
aparecen algunas erratas estadísticas que se rectifican en el presente texto.
Se aprovecha la ocasión para hacer un breve pero necesario acercamiento a las revelaciones contenidas en el
Padrón de Fincas de 1775 en Holguín; este empadronamiento local arroja resultados de sumo valor. El mismo
comprende los distintos tipos de matrimonios vigentes hasta 1775. El autor constató la existencia de seis
variantes matrimoniales, de tipo intraracial, interacial, intraétnico e interétnico, liderado por la comunidad de
matrimonios entre blancos, con 184 enlaces de este tipo; le continúan, precisamente, matrimonios entre
blancos e indios, 11 en total, de los cuales 9 son matrimonios de hombres blancos con indias, consignadas así
en ese conteo, y 2 de indios con mujeres blancas. En el caso de las 9 indígenas casadas con blancos predomina
la tendencia de ser más jóvenes que sus esposos y en los dos casos de indios matrimoniados con mujeres de la
raza blanca se trata de dueños de algún tipo de propiedad que los ubica en un estatus social más solvente.
También aparecen registrados 11 matrimonios entre indios lo cual supone la conservación de una endogamia
entre miembros del mismo origen étnico. Le continúan 10 matrimonios entre pardos, 3 entre blancos y pardos,
específicamente de mujeres blancas con negros, así como 3 matrimonios entre indios y pardos. El referido
Padrón consigna 222 matrimonios en el año 1775 en Holguín, de los cuales los reconocidos como blancos
participan en 184 de tipo intra-racial y 14 de blancos con otras razas presentes ( 11 y 3), lo que supone que
este grupo racial determina la prevalencia de una población de tipo caucásica como hegemónica quien a la vez
lidera también la tendencia a la mestización biológica con indios y negros. Pero es interesante que el segundo
grupo humano más participativo en las relaciones matrimoniales es el de los descendientes de aborígenes, con
11 matrimonios entre ellos mismos, otros 11 matrimonios con blancos y 3 matrimonios con negros, para un
Entre 1713 y 1819 la parroquia de San Isidoro registra en las actas de bautismos un total de 274
bautizos cuyo padre, madre o ambos, se declaran y reconocen como indios. El hecho de notificar este
dato en el libro parroquial supone, por una parte, la conformidad de los progenitores de identificarse
como tales, y por otra, la determinación del cura párroco que hacía la inscripción de ubicarlo en este
grupo humano, sea por la declaración expresa de los padres o dejándose llevar por la propia
observación del escribano respecto de la filiación antropológica de los progenitores.
Al respecto, es necesario mostrar al menos cuatro actas de bautismos con estas características:
Bautismo Indio. 1787. No. 896. 7 de marzo
José Isidoro hijo legítimo de Santiago Escalona indio y Manuela del
Castillo, parda libre de esta ciudad de Holguín. Manuel Calderín.
Veintidos de enero de 1792. 562.
María Micaela de 9 días de nacida hija natural de
María Guadalupe Sánchez india del Caney. Francisco Rodríguez.
243. Domingo 9 de junio de 1805.
José Fernando de 8 días de nacido hijo de Lucía
Crespo india natural de Baracoa.
Padre Juan Calderín.
507. Mayo 6 de 1812.
total de 25 enlaces de este tipo. En una frase, los descendientes de aborígenes, clasificados por sus rasgos
externos como indios en el siglo XVIII, van en segundo lugar en la consumación matrimonial, después de los
blancos descendientes de españoles. Otro tanto lo brinda el desmontaje de las ocupaciones laborales. De esta
comunidad de descendientes de aborígenes ya en franca desintegración hay 7 recogidos bajo la condición de
“agregados” en tierras del Egido, 4 mayorales, 10 propietarios de tierras en el Egido de la ciudad y Aguarás, así
como 1 arrendatario. Significa que hubo al menos una minoría de miembros de esa comunidad que alcanzó
determinado rango; en cambio, los negros clasifican en su mayoría como esclavos, excepto 7 que alcanzaron la
condición de dueños, 2 que llegaron a mayorales y 2 a agregados. En esta elemental distribución de
ocupaciones, los reconocidos como indios se encontraban en ventaja respecto de la población de origen
africano y sus descendientes. Véase también: ANC. Gobierno General. Padrón General de los Habitantes
Rurales de Holguín en 1775. Legajo 490. No. 25132.
Juana Teresa de Jesús hija legítima de León
Mendoza y Micaela Medina indios naturales de Jiguaní. 11
En el primer caso se trata de un matrimonio de indio con parda libre, enlace común entre sujetos
situados dentro de la red social marginal y proveedora de una descendencia criolla mestiza. Las dos
partidas bautismales que siguen notifican solo el origen de las madres, una india del Caney y otra
natural de Baracoa, lo cual significa que la no presencia o invisibilidad del padre pueda estar dada por
su rechazo al reconocimiento del hijo debido a ser el resultado de relaciones ilegítimas o por ocultar
una filiación social no conveniente a los efectos de ser registrada en un documento. Puede
conjeturarse que tales alumbramientos procedían de relaciones consensuales ausentes de los
registros legales, o consecuencia de un intercambio furtivo entre géneros diferenciados socialmente y
que por su naturaleza también generaban una cuota importante de población natural mestiza.
La última de las cuatro partidas de bautismos seleccionada, cuyo registro data del año 1812, muestra
un caso cuyos padres se declaran ambos indios naturales de Jiguaní. Es la constatación de un
ejercicio endogámico practicado entre los miembros de esta comunidad hasta sus descendientes en el
siglo XIX. Aunque habría que descartar la posibilidad de estar ante indios en el sentido estricto del
término. A la altura del siglo XVIII y mucho más en el XIX esta clasificación no pasa de ser un registro
epidérmico y convencional a partir de la deducción visual del cura párroco que simplifica tal afiliación
sin contemplar las múltiples mutaciones que para entonces ya han tenido lugar tanto en el orden de la
integración interétnica como cultural en esta comunidad humana en proceso de disolución y la
inserción de sus descendientes en otra entidad étnica en proceso de formación. También, tal afiliación
puede proceder de la declaración emitida por los mismos padres, quienes al llamarse a si mismos
indios, se afirman socialmente en el reconocimiento de esta condición ya que presupone auto-
clasificarse en una categoría social que los diferencia de pardos y morenos, situados estos últimos en
la parte inferior de la escala social. Ser indio o declararse como tal sin serlo en realidad, debido al
avanzado estado de transculturación, era un modo de mitigar su condición enajenada y explotada, al
menos formalmente, mediante la validación y defensa de sus derechos como naturales de la tierra,
categoría que los ubica en un lugar más prominente dentro del tejido social de la época.
Otra lectura brindada por los libros parroquiales lo aporta la procedencia o el origen territorial de los
padres tomadas en las actas de bautismo. Entre 1713 y 1774 el 100% de los casos de bautismos
recogidos coincide que ambos padres proceden de Holguín12; lo que significa que su presencia como
naturales de esta zona se constata en esa fuente; entre 1778 y 1799 alcanzan el 96, 96%, al proceder
de Holguín 64 de los 66 registros bautismales de indios encontrados en este segundo libro; los otros
dos proceden del Caney y Bayamo. Entre 1799 y 1803, según el contenido del tercer libro, de un total
de 42 bautismos de indios, 41 corresponden a padres o madres indios que declaran proceder de
11 José Vega Suñol. Ob. Cit. p. 58.
12 El primer libro de bautismos de indios, pardos y morenos en la parroquia de San Isidoro declara abarcar el
período 1713-1774, pero las actas comienzan a partir de 1773 y 1774; ello supone que en los años anteriores la
cifra pudo haber sido mucho mayor.
Holguín y solo 1 de Jiguaní. Entre 1803 y 1819 los bautismos de indios realizados en la iglesia de San
Isidoro llegan a 157; de ellos 149 reportan ser padres o madres indios naturales de Holguín y solo 1 de
Jiguaní. En los cuatro libros de bautismos de indios, pardos y morenos, comprendidos entre 1713 y
1819, de las 274 actas bautismales de indios registradas, 263 corresponden a ascendientes que
declaran ser naturales de Holguín, 8 de Jiguaní y 1 de Baracoa, Bayamo y el Caney, respectivamente.
Tal como se comprueba en los documentos citados, el padre o la madre o ambos, proceden de
localidades reconocidas por su ancestro aborigen o de aquellos pueblos de indios en estado de
desintegración.
Es llamativa la presencia de indios de otras partes de la región oriental que vienen a bautizar a sus
hijos en la iglesia de San Isidoro de Holguín. Están presentes padres y madres indios de Jiguaní,
Bayamo, Baracoa y el Caney. Aunque en su inmensa mayoría declaran ser oriundos de Holguín. Es
necesaria una meditación al respecto. Las jurisdicciones eclesiásticas podían diferir de las
jurisdicciones político-administrativas. Se sabe que la jurisdicción eclesiástica correspondiente a la
iglesia de San Isidoro abarcaba otros territorios no contemplados en la jurisdicción holguinera13;
existía el camino de Holguín a Santiago de Cuba que no pasaba por Bayamo y que de cierto modo
acercaba por dentro al viejo poblado de indios de Jiguaní con esta ciudad a través de esa vía. Pero no
se justifica que haya reportes de padres o madres indios que procedan de Bayamo, Baracoa o El
Caney, porque estos lugares estaban más distantes y contaban con parroquias para este tipo de
inscripciones. Los datos están indicando otra cosa. A finales del XVIII y principios del XIX había
ocurrido un desplazamiento de este tipo de población, sean naturales o descendientes, hacia el
territorio de Holguín, en la medida que comenzaba a compulsarse la economía regional, requerida de
mano de obra. No había vuelto a fomentarse ninguna otra región en todo el oriente cubano desde la
fundación de las primeras villas. Holguín, en la segunda mitad del XVIII, proporcionaba un potencial
de crecimiento capaz de alentar el movimiento interno de la población hacia allí; además, si procedían
de antiguos pueblos de indios entonces habría que preguntarse también qué pasó en dichas
poblaciones que los llevó a dispersarse y buscar otras opciones de vida en comarcas como Holguín.
Dicho asunto no es objeto para abordar ahora pero a finales del siglo XVIII los pueblos de indios,
sencillamente, habían pasado a la historia.
En la tabla 1 se resume el contenido estadístico de los datos analizados14:
Tabla 1. Resumen estadístico de los bautizos de indios de la Iglesia de San Isidoro de Holguín entre
1713 y 1819.
13 Información oral aportada al autor por el Vicario de la iglesia de San Isidoro, padre Aldama, en conversación
personal con el autor. Holguín, año 1985.
14 Aunque el libro 1 de bautismos de indios, pardos y morenos declara corresponderse a los años
comprendidos entre 1713 y 1774 lo cierto es que dichos bautismos comienzan solo a aparecer a
partir del año 1773.
Libro Años Varones % Hembras % Cantidad Origen % Total
1 1713-
1774
1 16,6 8 80,4 9 Holguín 100 9
2 1778-
1799
32 48,48 34 51,1 64
1
1
Holguín
Caney
Bayamo
96,9
1,5
1,5
66
3 1799-
1803
13 29 41
1
Holguín
Jiguaní
97,6
2, 3
42
4 1803-
1819
85 72 149
7
1
Holguín
Jiguaní
Baracoa
94,9
4,4
0,6
157
1,2,3
y 4
1713-
1819
131 143
263
8
1
1
1
Holguín
Jiguaní
Baracoa
Bayamo
Caney
95,9
2,9
0,3
0,3
0,3
274
Fuente: Archivo Parroquial de San Isidoro de Holguín
Libros de Indios, pardos y morenos 1713-1819
Cuadro elaborado por el autor.
Por su interés para este examen se inserta la tabla 2, referida a la filiación étnica de los padres,
tomadas de las actas bautismales de indios entre 1713 y 1819, para hacer notar las principales
tendencias etnomatrimoniales que se operan en este período, gestadas por la población aborigen y su
descendencia. Lo primero a destacar es el alto grado de endogamia intra-aborigen pues de 274
bautizos realizados a nacidos bajo la categoría de indios, en 162 casos ambos padres declaran ser
indios, para un 59,1% del total; no menos importante es el reporte de 11 nacidos de padre y madre
indios naturales. A tenor de la experiencia para este caso el término natural indica que se trata todavía
de los naturales de la tierra, o sea, indios en el sentido estricto de su calificativo y filiación étnica,
mientras aquellos 162 padres que se declaran indios en ambos géneros, supuestamente deben ser
descendientes. En uno y otro caso, se perpetúa la orientación endogámica, lo que sugiere una línea de
población biológica y culturalmente mestiza a través de la reproducción de los ascendientes y
descendientes de aborígenes entre fines del siglo XVIII y principios del XIX en Holguín. Le continúa la
madre india solamente y la madre india natural, quienes en ambos casos no declaran la filiación étnica
del padre, para un total de 79 madres indias y 17 madres indias naturales, quienes suman un total de
96 bautismos, recogidos a partir del acto presencial de las madres, al no reportarse la procedencia
étnica del padre. Se supone que la segunda tendencia, después de la probada endogamia en este
grupo humano, es la relación matrimonial ilegítima o consensual demostrada por la ausencia del padre
en la declaración del bautizo, una señal de inconveniencia si quedara registrado, debido a supuestas
relaciones indebidas, principalmente dadas por concubinato en el que debe haber una alta
participación de miembros de la filiación epitelial blanca, quienes no están interesados en formalizar
ante la iglesia la paternidad obtenida por lazos ilegales o consensuales. En los bautismos están
presentes relaciones matrimoniales entre madre india y pardo libre (1 caso) y entre padres indios con
pardas libres (2 casos), así como dos bautismos representados por padres indios que no declaran el
origen de la madre, esta última ausente de la inscripción bautismal, tal vez a consecuencia de su
fallecimiento durante el parto. Aunque el peso estadístico de estos últimos ejemplos es poco
significativo, no obstante, prueba la existencia de una corriente subterránea de relaciones entre los
descendientes de aborígenes con miembros de afiliaciones de origen africano, también impulsora de
mestizaje, aunque en una proporción menos significativa.
Tabla 2. Filiación étnica de los padres recogidos en los libros de bautismos de indios de la iglesia de
San Isidoro de Holguín entre 1713-1819.
Libro Años Bautismos
De indios
1 2 3 4 5 6 7
1 * 1713-
1774
9 8 1
2 1778-
1799
66 43 1 19 2 1
3 1799-
1803
42 18 6 10 6 1 1
4 1803-
1819
157 93 4 49 9 2 *
Total 1713-
1819
274 162 11 79 17 1 2 2
Leyenda: 1. Madre y padre indios; 2. Madre y padre indios naturales; 3. Madre india; 4. Madre india
natural; 5. Madre india y padre pardo libre; 6. Padre indio y madre parda libre; 7. Padre indio* (No
especifica filiación de la madre). Fuente: Ibídem. Cuadro elaborado por el autor.
La información ofrecida por estos libros parroquiales da fe del lugar de los descendientes de
aborígenes en el marco de las relaciones étnicas y sociales que se operan en el territorio durante los
siglos XVIII y XIX, en las que su participación evidencia un grado de marginalidad pero no de
exclusión en los distintos tipos de intercambios que tuvieron lugar entre las comunidades étnicas
participantes en la gestación del pueblo cubano y de la población colonial de Holguín en particular.
Queda la constancia de que en la constitución de dicho pueblo intervinieron de entonces acá lazos
visibles y subterráneos entre los géneros, etnias y razas en contacto, entre matrimonios tanto legítimos
como consensuales, así como mediante la presencia de matrimonios interétnicos e interraciales, en los
que el indio, fuera mujer u hombre, participó como un activo vaso comunicante con otros conjuntos
humanos allí presentes.
La incorporación de los datos parroquiales de la iglesia auxiliar de San José permite abundar en otras
aristas del asunto, como la extensión en tiempo de los bautismos de indios y la constatación de la
amplitud espacial de su presencia en el territorio, pues esta iglesia tendría a su cargo la recogida de
bautismos, matrimonios y entierros en la franja norte de la región, lo que prueba la presencia de
descendientes de aborígenes prácticamente en todo el entramado jurisdiccional hasta mediados del
siglo XIX. Las siguientes inscripciones de bautismos de indios tomados de los registros parroquiales de
la iglesia auxiliar de San José hasta el año 1856 requieren una meditación especial. A continuación se
transcriben algunas de las referidas actas bautismales:
Año del señor 1849. Treinta de junio. Yo. D. Antonio García Ibarra, cura de la iglesia auxiliar San
José de esta ciudad de Holguín bauticé a María Luisa de un mes de nacida hija legítima de Diego
Macho y María Bramas, indios del Caney.
Año 1852. No. 1 Octubre 3. Julia Pérez, bautizada en Holguín a los 8 días de
nacida, hija de Lorenzo Pérez Diego e Irenes Hernández, indios.
Libro 3 de Bautismos de color. 1852-1861.
Año 1852. No. 10. Octubre 19. Josefina Avila, hija de Juana Avila padrinos Artemio y María Josefa
indios.Libro 3 de Bautismos de color (1852-1861).
Año 1852. No. 42. Diciembre 20. Manuel Collazo nació en la ciudad de Holguín, hijo de María esclava
india.
Padre Ignacio. Libro 3 de Bautismos de color.
1856. No.321. Septiembre 10. José de Jesús de la Caridad, hijo de Francisco Martí y Rafaela (india),
padrino Juan .( ilegible) y Argentina de la
Torre. Libro 3 de Bautismos de color.
Estos bautismos revelan el nacimiento de indios, cuyos padres así lo afirman, hasta la medianía del
siglo XIX15; se trata de la supervivencia trasmutada de sus más legítimos herederos situados como
miembros presentes en la demografía colonial tardía. En la relación hay un caso de interés en la cuarta
inscripción, correspondiente al año 1852: “María, esclava india”. Sería mejor pensar que se trata de
una esclava resultante del mestizaje indo-africano o incluso entre indio y negro o negra criolla con
somato tipo más identificado por rasgos indígenas ya que no sería lógico entenderlo o interpretarlo
como un caso de esclavitud del indio, quien había sido protegido, al menos formalmente, contra esta
práctica, desde los inicios de la colonia.
A continuación se expone un resumen de las actas bautismales de la iglesia San José de Holguín
donde aparecen datos acerca de esta presencia en pleno siglo XIX.
Tabla 3. Resumen estadístico de los bautizos de indios en la Iglesia San José entre 1838 y 1860
Libro Años Varones % Hembras % Cantidad Origen % Total
2 1838-
1849
3
33,3
6 64,4 7
1
1
Holguín
Caney
Desconoc
77,7
11,1
11,1
9
3 1853-
1860
4 27,5 10 71,4 14 Holguín 100 14
2 y 3 1838-
1860
7 30,4 16 69,7 21
1
1
Holguín
Caney
Desconoc.
91,3
0,43
0,43
23
Fuente: Archivo Parroquial de la iglesia auxiliar San José de la ciudad de Holguín. Libros de bautismos
de color. Cuadro elaborado por el autor.
15 De seguro que no se trataba ya de los naturales de la Isla tal como existían en el siglo XVI sino de sus
descendientes, totalmente transformados por el mestizaje biológico y cultural.
Al reunirse las estadísticas de las dos parroquias, entre 1713 y 1860 se alcanza un total de 297
bautismos con la denominación de alguno de los progenitores con el calificativo étnico de indio, de
ellos 274 en San Isidoro y 23 en San José, información que se resume en la tabla 4:
Tabla 4. Resumen estadístico de los bautizos de indios de las iglesias San Isidoro y San José en
Holguín entre 1713 y 1860
Libros Años Varones % Hembras % Origen % Total
6 1713-
1860
138 28,1 159 71,9 Holguín
Jiguaní
Caney
Baracoa
Bayamo
Desconoc.
95,2
2,7
0,7
0,4
0,4
0,4
297
Fuente: Archivos parroquiales de Holguín. Cuadro elaborado por el autor.
Por si fuera poco, la huella aborigen en la historia moderna de Cuba alcanza hasta las mismas
guerras de independencia. En el oriente cubano, figuras como el general Jesús Rabí, uno de los
líderes del movimiento separatista, era descendiente de aborígenes16; por otra parte, el historiador
local José A. García Castañeda dejó una nota de la participación de indios en las gestas mambisas en
el territorio holguinero17; una constancia más de su participación en los procesos de formación e
integración étnica del pueblo cubano, el cual ha llevado dentro de sí, en estos cinco siglos de recorrido
histórico, tanto los genes como el patrimonio secular de los primeros habitantes de Cuba.
* Datos del autor:
16 Jesús Rabí había nacido en Jiguaní, antiguo poblado de indios, en 1845 y era tenido por indio entre quienes lo
conocieron. Véase: Oswaldo Morales Patiño. Ob. Cit. pp. 127-128.
17 El manuscrito del conocido historiador local dice así: “En el primer combate en Holguín en esa guerra lo fue
el 16 de octubre de 1868 entre Julio Grave de Peralta y el jefe Eugenio Cruz Méndez, en “Los Cayos del
Papayal”, haciendo los españoles a prisioneros, uno de ellos de acuerdo con el parte, era una persona honrada
y los restantes mulatos-indios de las costas del Cauto”. Véase: Archivo Museo Provincial de Holguín. Fondo José
A. García Castañeda, doc. 479.
José Vega Suñol. Doctor en Ciencias Históricas. Profesor Titular del Centro de Estudios sobre Cultura
e Identidad (CECI) de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Holguín. Miembro
Correspondiente de la Academia de la Historia, miembro de la UNEAC y la UNHIC.
EL CRIOLLO EN LA FUNDACIÓN DE HOLGUÍN
Carlos A. Córdova Martínez
Laureano Calzadilla Anido
Uno de los fenómenos históricos más trascendentales, ocurrido en las colonias de España y Portugal
en América a partir del siglo XVI, lo constituye el surgimiento del criollo. El criollo en Cuba es producto
del sincretismo cultural, que tuvo como base la transculturación de las diversas nacionalidades
españolas, etnias africanas y remanentes indígenas, bajo el dominio castellano; que impuso el idioma,
la legislación y la Iglesia. El criollo fue un nuevo ente etno-cultural, que se situó por encima de las
castas sustentadas en el color de la piel y las clases sociales.
En el artículo se demuestra que Holguín fue una fundación fundamentalmente criolla, que las
evidencias indican que no debió existir un poblamiento permanente de españoles y sus descendientes,
al norte del río Cauto, hasta, por lo menos, fines del siglo XVI y que el inicio de la colonización del
territorio se produjo hacia la segunda mitad del siglo XVII, proceso que se acelera paulatinamente y
origina la fundación del pueblo de San Isidoro de Holguín en 1720 y la creación de la jurisdicción el
1752
El territorio, posteriormente holguinero, se encontraba en los primeros siglos coloniales dentro de la
jurisdicción de la villa de Bayamo. Se desconoce la fecha del inicio de su poblamiento permanente por
colonos españoles y criollos. Los sitios de convivencia indo hispánicos de los primeros años coloniales,
constituidos por encomiendas dedicadas al laboreo del oro, fueron abandonados paulatinamente por
tres razones fundamentales: la escasez del metal, la disminución de la población hispana y las
rebeliones de indios; lo que no precisamente significa que no continuaran subsistiendo algunos
asentamientos de indígenas parcialmente hispanizados.
La escasa población de la villa madre de Bayamo en el siglo XVI hace improbable un establecimiento
permanente de colonos en este siglo al norte del río Cauto, a pesar de lo que afirma la tradición y es
defendido por varios historiadores regionales. Según el informe del obispo Fray Diego Sarmiento, en
1544 existían en Bayamo 30 vecinos (alrededor de 150 personas), 235 indios, 160 negros e indios de
Yucatán esclavos. En 1570, 26 años después, el obispo Juan de Castillo reporta la existencia de 70
vecinos y 80 indios casados18.
En las primeras décadas del siglo XVII se ha producido un ligero aumento de la población. El obispo
Fray Alonso Enríquez de Armendáriz en su informe al Rey en 1620 señala, que en Bayamo vivían
unas 1500.almas, integradas por españoles, indios y mulatos, pues al estar todos mezclado no se
podían contar con más distinción, a la vez que destacaba que no se enumeraban los que vivían
dispersos por el campo19. Lo anterior permite inferir el predominio criollo en su población y la
posibilidad del establecimiento de estos en las Tierras Altas de Maniabón, donde según varias fuentes
vivían dispersos algunos indios.
Recordar que el factor demográfico ocupó un papel determinante en el proceso de poblamiento, de lo
que Pérez de la Riva llamó ocupación de los espacios vacíos, y en el desarrollo de la sociedad criolla
durante los tres primeros siglos coloniales. La formación de una cultura criolla estuvo estrechamente
18 Olga Portuondo Zúñiga. El Departamento Oriental en Documentos, Santiago de Cuba, 2012, pp. 73-74
19 Ibídem, pp. 137-152
relacionada con el proceso demográfico. Datos de Pérez de la Riva refieren que Cuba cerró el siglo
XVI con alrededor de 10 000 habitantes, el XVII con unos 50 000 y en 1795 ya contaba con 360 000. 20
Durante el proceso de recomposición de la tierra, a mediados del siglo XVIII, se declaran los límites
del hato de Holguín, destacándose que los mismo fueron fijados en el año 1600, cuando el supuesto
enorme hato de García Holguín fue dividido entre sus tres nietas. Aunque no existe testimonio
documental, es posible que en esta fecha se produjera el inicio de la colonización de las Tierras Altas
de Maniabón.
No obstante, como testifican las fuentes documentales, la verdadera colonización de la relativamente
amplia jurisdicción holguinera se realizó desde mediado del siglo XVII y se fue fortaleciendo según
avanzaba el siglo XVIII, con predominio de la inmigración criolla; a la vez que se inicia la inmigración
hispánica, dominantemente canaria, en ascenso paulatino, engrosada, en menor grado, por la
inmigración forzada africana.
Los vecinos de Bayamo tuvieron un rol protagónico en dicho proceso; no obstante, con el paso del
tiempo, la nueva aristocracia hatera afincada en el norte bayamés empezó a desarrollar intereses
propios. El informe de la visita eclesiástica, realizada por el obispo Morell de Santa Cruz, confirma lo
antes expuesto: “(...) siete de junio (1756) despues de caminadas sesenta y quatro leguas arrivé a la
Ciudad de Holguín. Esta debe sus principios a algunos Vezinos del Bayamo, que tenian sus Haziendas
en aquel Partido (...)” (sic).21
El proceso de fundación de hatos, en un territorio alejado de Bayamo y separado del mismo por la
barrera del río Cauto, condujo a la fundación del pueblo de San Isidoro de Holguín en 1720 con
apenas unas 400 personas, pronto estallaron las diferencias con Bayamo, favorecida por los intereses
de la Corona, representada por el gobernador del Departamento Oriental de debilitar el levantisco
cabildo bayamés. Este proceso culminó en 1752, cuando Holguín obtiene la condición de ciudad y
cabeza de una jurisdicción que se extendía al norte del río Cauto desde la rivera oriental de la bahía de
Manatí a la occidental de la de Nipe. En 1756, según Morell de Santa Cruz la jurisdicción tenía 1751
habitantes, que se incrementan paulatinamente según se desarrolla la economía y se va poblando el
territorio; así, el censo de 1774 le otorga la cifra de 2446 y según los datos del censo de 1792 ya tenía
5837. ¿Quiénes eran estos primeros holguineros?
Los documentos del siglo XVIII, clasifican los habitantes de la Isla en blancos españoles, libres de
color, esclavos y extranjeros. Esta situación presente en los censos de la época impide conocer el por
ciento de criollos, pues se encuentran confundidos entre las cifras de blancos españoles, libres de
color y esclavos.
En búsqueda de una solución al complicado problema del origen étnico de la población holguinera en
el siglo XVIII, se procedió a analizar los testamentos, porque señalan el lugar de nacimiento del
testador, e incluso de sus padres. Como es lógico, los testadores eran propietarios, pertenecientes en
su mayoría a la población blanca; esto obligó a encontrar otras soluciones para los clasificados como
“de color”. Los propios testamentos, que recogían a los esclavos entre los bienes del testador y
20 Juan Pérez de la Riva: La conquista del espacio cubano, La Habana, 2004, pp. 87-101.
21 César García del Pino: Pedro Agustín Morell de Santa Cruz: Visita eclesiástica, La Habana, 1985,
p. 85.
señalaban casi siempre si eran criollos o africanos, también muchas veces la etnia del africano,
contribuyeron a la solución del problema.
Otra vía fueron las ventas de esclavos, que contemplaban con frecuencia si el vendido era criollo o
africano; de ser criollo, si era mulato o negro, y en el caso de los africanos, muchas veces, el origen
étnico. La posibilidad de conocer la composición étnica de los libres “de color” fue menor. Solo se
contó con una vía: las cartas de horros o cartas de libertad, que indican el porcentaje de criollos que
obtenían la libertad.
Un estudio abarcador de los testamentos conservados en la notaría holguinera entre 1746 y 1800,
permitió determinar la supremacía criolla en la población, en particular entre los blancos. Se hace
imprescindible un profundo análisis cuantitativo para demostrar tal afirmación. Del total de los
testadores, 301 (40,03%) habían nacido en la jurisdicción holguinera; lo que evidencia un proceso
formativo en el que los nacidos en Holguín aún no superan el 50% de la población. Se destacan los
criollos inmigrantes de las jurisdicciones vecinas, integrados en primer lugar, por los bayameses, 270
(35,90%); en segundo lugar santiagueros, 78 (10,37%) y por último, los originarios de Puerto Príncipe,
60 (7,98%). Otras regiones y jurisdicciones están menos representadas.
Este proceso colonizador interior fue un fenómeno esencialmente criollo y se realizó con emigrantes
procedentes en su mayoría de Bayamo, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. No de Jamaica como
afirman los historiadores José R. de Ávila y Juan Pérez de la Riva al expresar el primero: “La población
de Holguín es toda blanca (...).Es la descendencia de la colonia de Jamaica(...)” ;22 y afirma Pérez de
la Riva: ”Holguín es un asentamiento de colonos de Jamaica (...)”.23 Aseveración retomada por Joel
James al plantear: “Holguín, cuyo enclave primero se crea de manera voluntariosa e interesada, a
finales del siglo XVII, con los inmigrantes provenientes de Jamaica (…)”(sic).24
No se descarta la entrada de jamaicanos en Holguín, pero fue muy limitada en el período comprendido
entre 1746-1800. En los protocolos notariales aparece registrado un solo caso y está relacionado con
el proceso investigativo realizado a Pedro Jorge Moreno, quien acompañado de cinco negros esclavos
había llegado a esta ciudad procedente de Jamaica el 8 de marzo de 1756. Al ser interrogado por las
autoridades del cabildo sobre las causa de su arribo, alegó lo siguiente: “(...) para los efectos que
puedan combenírme que el presente esno me de testimonio autentico (...) sobre la exportación que hize
de la Isla de Jamaíca a esta con Cinco negros de mí propiedad en solícitud de la religión
Christiana(...)”(sic). 25
Al ser interpelados sus esclavos, todos coincidieron en afirmar que el verdadero motivo del traslado de
su amo era la profesión del catolicismo y ser contrarios a las costumbres anglicanas.
22José Rosalía de Ávila y González de Ribera, padre del historiador Diego de Avila y del Monte, autor
de una de las primeras obras sobre los orígenes de la jurisdicción holguinera; solo se conservan 32
cuartillas del texto publicado. La obra se titula Memorias para la Historia de Holguín en la Isla de
Cuba: En Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana, La Habana, 1856, p. 9.
23 Juan Pérez de la Riva: La conquista del espacio cubano, La Habana, 2004, pp. 124.
24 Joel James: Alcance de la cubanía, Santiago de Cuba, 2001, pp. 31-32.
25 Archivo Histórico Provincial de Holguín, (AHPH): Protocolos notariales, 1756, escribanía de Lorenzo
Castellano, p. 15.
Al continuar con la clasificación étnica de los testadores, se constató que el 86,25% eran criollos
blancos y el 0,69% criollos “de color”, para una representatividad del 86.94%. El 11,0 % eran
españoles; de ellos, un 7,56% peninsulares y el 3,44% canarios.
Las etnias españolas más representativas en los años estudiados de la segunda mitad del siglo XVIII,
son en primer lugar, los canarios con 12 individuos; los castellanos, 10; los mallorquines, 7; los
andaluces 5 y para el resto, las cifras oscilan entre 1 y 3. Se infiere que los canarios eran los más
numerosos, pero se encontraban bastante cerca de los castellanos y mallorquines; esta última etnia
pobremente representada en el resto de la Isla.
Conforme a estos documentos, la mayoría de los testadores contaban con más de 50 años, por lo que
debieron nacer en las primeras décadas del siglo XVIII e incluso algunos, a fines del siglo XVII. A
juzgar por estos datos, los progenitores de los testadores nacieron, en su mayoría en el siglo XVII y la
casi totalidad era natural de la región oriental.
Entre las madres de los testadores solo tres no nacieron en Cuba, una originaria de la capitanía
general de Venezuela y dos de España. Esta exigua cifra testifica el indiscutible papel desempeñado
por las progenitoras criollas en la conformación de la sociedad holguinera.
De acuerdo con la naturaleza regional de los padres de los testadores, se evidencia que la costa norte
del cabildo bayamés fue sometida a un proceso de colonización reiniciado en el siglo XVII; que se
hace más notable a principio del XVIII y se intensifica a lo largo de este último siglo. Según los datos
proporcionados por los testamentos se deduce que la mayoría de las familias acomodadas se
asentaron en la región, antes de mediados del siglo XVIII, así se constituyó la aristocracia que apoyó
la separación de Bayamo y que controló el Cabildo holguinero en la segunda mitad de este siglo.
La economía hatero-hacendaria de los primeros siglos coloniales, mantenida en algunas regiones del
país, especialmente en el oriente, hasta el fin del régimen colonial, facilitó la transculturación del
africano. El carácter patriarcal de la esclavitud, su naturaleza relativamente “benigna”, motivada por la
economía hacendaria, posibilitó la relación estrecha del esclavo con la familia del amo, su participación
en las mismas labores agrícolas; y de hecho, la convivencia en el mismo medio cultural “criollizó” al
negro. Este tipo de esclavitud abarcó todo el país hasta bien avanzado el siglo XVIII, y por tanto, es
consustancial a la formación del criollo. El poema Espejo de paciencia es claro reflejo de esta
situación, al exaltar las virtudes del criollo negro; y Arrate deja explícito las cualidades de los pardos y
negros, a quienes cataloga de aptos y suficientes, al expresar:
“(...) se extiende con regular proporción a los pardos y negros nacidos en ella, pues a más
de ser bien dispuestos en lo corporal, son muy aptos y suficientes para los oficios (...)
descubriéndose en ellos ingenio para más grandes cosas, y unos espíritus más a propósito
para la guerra, lo que han comprobado en las expediciones que se han ofrecido, con
crédito de la nación y de la Patria (...)”.26
Las antiguas Leyes de Indias asignaban un valor de venta fijo al esclavo, lo que no favorecía el cambio
de amo, pues no era el mismo valor real de un bozal recién traído a la Isla, que el que adquiría una vez
dominara los rudimentos del español, adaptado al medio y a las labores que se le asignaban. La
convivencia en el mismo contexto favorecía el proceso de transculturación. Al respecto el historiador
Ramiro Guerra expone:
26 José Martín Félix de Arrate: Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales. La
Habana descripta: noticias de su fundación, aumentos y Estados, La Habana, 1964. p. 96-97.
La ley prohibía, asimismo, que en los traspasos sucesivos el esclavo pudiera ser vendido a un
precio más alto. En la práctica, la más importante consecuencia de la disposición había sido el
asegurar la permanencia del siervo en manos del primer comprador por largo tiempo. Una vez
que el esclavo se había aclimatado y familiarizado con los diversos trabajos del país, no era
negocio venderlo por el precio primitivo: un “bozal” recién desembarcado rendía siempre un
trabajo menor. La venta de esclavos ya adiestrados, como especulación, no existía, de hecho,
en Cuba. En poder de un mismo dueño durante años, como propiedad no destinada a la
enajenación sino en caso de gran necesidad, el esclavo acababa por llegar a ser casi un
miembro de la familia (...)”.27
El carácter patriarcal de la esclavitud posibilitó que algunos esclavos o sus descendientes, lograran su
libertad y escalaran posiciones acomodadas. Ejemplos fehacientes es haber encontrado entre los
testadores a la morena libre María Chavarría, la que declaraba tener entre sus propiedades un trapiche
y seis esclavos criollos. La negrita criolla Manuela, hija de Domingo “calesero” y de Josepha esclavos
de la familia de Silvestre de la Torre, fue vendida a Juan Jesús de Arribas a la edad de 15 años, por la
suma de 225 pesos de plata castellana. En 1764 se casó con Joseph Gutiérrez, quien testó sus bienes
a su favor, así heredó todas sus finanzas, una tienda y un negocio en Puerto Príncipe. 28
La servidumbre doméstica, en la que el esclavo estaba obligado a adaptarse a los gustos y exigencias
del amo, constituyó otra causa importante en el proceso de integración del africano y sus
descendientes.
No solo las estadísticas relacionadas con la población blanca permiten confirmar el predominio criollo
en la jurisdicción holguinera, sino que a estas se unen los datos ofrecidos por los documentos
testamentarios respecto de los habitantes “de color”. La población esclava en 1752 representaba el
9,47% de la población holguinera, según informes suministrados por el historiador Diego de Ávila y
Delmonte, al indicar que de un total de 1426 personas, 135 eran esclavos.29
Los protocolos notariales permiten conocer el origen étnico de la población esclava; una fuente es el
análisis de las ventas de esclavos. De 1746 a 1800 se tuvo conocimiento de 519 ventas; 333
corresponden a criollos, 64,04%; los africanos fueron sólo 187, 35,96%. Un numeroso grupo de los
esclavos criollos vendidos: 114 eran denominados mulatos, el 21,92% de la población esclava y el
34,23% de los esclavos criollos.
Entre los mulatos existía el subgrupo especial de los “chinos” o cuarterones, hijos de mulatas esclavas
con blancos. Se detectaron 9 ventas de dichos “chinos”, individuos casi blancos, que representaban el
2,70% entre los esclavos criollos. Estas cifras permiten aseverar que la mayoría de los esclavos
holguineros en el siglo XVIII eran criollos. Se considera necesario aclarar que el término mulato no
procede de mulo, como tradicionalmente se acepta; si no que ambos tienen sus raíces en el vocablo
de origen árabe, muladí, que en la lengua original significa adoptado y con el cual se designaba a los
cristianos convertidos al Islam en Al Andaluz. Dicho vocablo adquiere la connotación de mestizo o
híbrido y esta es la acepción de mulato.
Hasta alrededor de 1780 la documentación precisaba en buena medida, la procedencia étnica de los
27 Ramiro Guerra: Manual de Historia de Cuba, La Habana, 1971, p. 186.
28 AHPH: Protocolos notariales, 1756, escribanía de Lorenzo Castellano, p. 35 – 37.
29 Diego de Ávila y del Monte: Memorias del hato de San Isidoro de Holguín, Holguín, 1926, p. 34.
esclavos africanos, pero luego de estos años aparece cada vez más el término genérico de bozal; en
la década de los 90 se hace prácticamente general, problemática correspondida con el incremento de
esclavos en la postrimería del siglo XVIII.
De 187 africanos vendidos como esclavos, solo en 96 casos aparecen señalados los pueblos de
procedencia. Entre ellos el grupo más numeroso es el de los congos con 52 (54.16%), seguido de los
carabalíes con 24(25%), y por último, con cifras, oscilantes entre 1 y 5 se encuentran las etnias bibí,
mandinga, mina, arará, lucumí, biafía y gangá. Se deduce que el mayor aporte africano en la
jurisdicción holguinera estuvo dado por los congos y los carabalíes. El legado de las restantes etnias
es prácticamente insignificante. El porcentaje hace que para Holguín se cumpla, por lo menos entre la
población que presenta rasgos somáticos africanos o algún nivel de mestizaje, el refrán: “El que no
tiene de congo tiene de carabalí”.
El análisis de una muestra de 36 testamentos, que dan fe de la presencia de esclavos como parte de
las propiedades, a lo largo de un período que transita de 1746 a 1800, no solo reiteró lo ya revelado
respecto del predominio criollo entre los esclavos, sino que muestra un mayor porcentaje de naturales
del país y de mulatos entre los esclavos.
En estos documentos, la cifra de africanos es de 27 (18,12%), de un total de 149 esclavos. La cifra de
los criollos, de 122, (81,88%). Otro dato significativo es que el 50,82% de los criollos es clasificado de
mulato. Los testamentos reflejan que las casas patriarcales holguineras eran verdaderas “fábricas de
mulatos”: De 44 menores esclavizados, aludidos en los documentos, 33 son mulatos, el 75% del total.
La diferencia entre la presencia de los criollos y en particular referente a los mulatos entre documentos
de venta y testamentaria, debe ser por el carácter patriarcal de la esclavitud. Los esclavos “nacidos en
casa” eran considerados como “miembros secundarios” de la familia y, aún más, los mulatos, de los
que podía haber sospecha sobre la existencia de vínculos de consanguinidad. De esta forma las
familias patriarcales solo vendían criollos en circunstancias muy especiales.
Otro elemento valioso es el por ciento de masculinidad entre la población esclava. Según los
testamentos, la carencia de mujeres esclavas no afectaba a la jurisdicción holguinera, aspecto que
confirma el carácter patriarcal de su economía. De un total de 149 esclavos incluidos en los 36
testamentos, 77 corresponden al sexo femenino, 51,68%.
En cuanto al resumen de las ventas, de un monto de 519 esclavos, 224 pertenecían al denominado
sexo “débil”, 43,15%, cifra indicadora de la tendencia a vender menos los esclavos domésticos, de los
cuales las mujeres formaban el grupo mayoritario. De todas formas, el índice de masculinidad entre los
esclavos criollos era de 54,65% y entre los africanos de 60,96%.
En el caso particular de Holguín, el problema de la falta de mujeres entre los esclavos se debía, no a
una desproporción significativa entre los sexos, sino a que los blancos y hasta los individuos “de color”
libres, arrebataban las mujeres a los esclavos; o estas, por razones de fuerza o conveniencia,
preferían a los blancos. De otra forma no se podría explicar el predominio de mulatos entre los
infantes.
La afirmación anterior se sustenta en el análisis de las cartas de horros, donde padres morenos y
pardos, libres, compran sus hijos; y muchos blancos, sospechosamente le dan la libertad, por el
“mucho amor que les tienen” a los mulaticos nacidos en sus casas, quienes bien podían ser hijos o
nietos suyos.
Las ideas precedentes permiten comprender el predominio de los blancos en la población criolla
holguinera, pues todos los vientres de las blancas eran “llenados” por blancos, mientras gran parte de
las negras y mulatas eran controladas por el mismo grupo, dando lugar al denominado “adelanto de
razas”, que conduce al surgimiento de los chinos o cuarterones.
El párroco Cristóbal Rodríguez, en 1758 y 1761 concede la libertad a dos mulaticos nacidos en su
casa, hijos de su esclava Margarita. En ambos documentos se señala: “(...) por el mucho amor que le
tengo desde su nacimiento y por lo mucho que le plugue a Dios ver libre a los pobres esclavos (...)”.30
En este caso los documentos llevan a pensar que los infantes fueran hijos del presbítero, de origen
santiaguero, que unía a su labor religiosa la de propietario de tierras y ganado, condueño del hato del
Cauto. De todas formas, se resalta que dicho personaje es uno de los que más cartas de horros
concedió, pues para cumplir el testamento de su madre tuvo que localizar y comprar, para darles la
libertad, hijos de antiguas esclavas de su progenitora que habían pasado a otros propietarios.
El estudio de las cartas de horros, 91 en total, correspondientes a los años de 1746 a 1800, permitió
determinar que el 56% de los beneficiados pertenecían al sexo femenino, por lo que la dimensión de
libertos favorecía a las mujeres. Al abordar la relación africano-criollo se deduce que, a los primeros
les correspondía el 19,78%; y a los demás, el 80,22%. La proporción de libertos entre negros y
mulatos criollos debió ser semejante.
Alrededor del 32% de la población holguinera en el siglo XVIII estaba conformada por negros y
mulatos. La esclavitud patriarcal y el alto número de mestizos condujeron a que los aportes culturales
africanos no fueran numerosos.
Las formas de obtener la condición de horros o libertos eran muy variadas:
En primer lugar, la que se producía cuando el individuo entregaba al amo el dinero del valor en que
estaba tasado; esto se corresponde con el 39,09% de los casos estudiados. Generalmente, los
liberados eran personas que habían reunido el dinero durante varios años, e incluso haciendo entregas
parciales al amo; en este caso recibían el nombre de coartados.
La segunda manera de obtener la libertad era por donación. Los documentos de donación aclaran los
motivos por los que se otorga la libertad, entre ellos se encuentran la crianza en la casa del amo y el
amor profesado hacia ellos hasta considerarlos como hijos y los buenos servicios prestados:
“Sepase p. estta carta como Yo Dn Franco Moreno Presbitero Vicc. Juez en estte Pueblo de
Holguín y su Juridicción y Domisiliario destte Obispado, Otorgo que quanto tengo una Esclava
nombrada Rosaría de treinta a mas o menos, que me pertenese, (...) y assi mismo un negricco
nombrado Rudesindo mi Esclavo de Dies a de edad hijo dela otra negra Rossaria y Q. Causas
Justtas que me movieron a ello le he prometido Librar de la sujecion y Cauttiberio en que estta
(...) el mucho q. le tengo (...) y al otro su hijo (...) el partticular amor q. le tengo de haverse
Criado en Casa (...) Testtifico y firmo (...) en dose de Noviembre de mill Setescento quarenta y
Siete años // (...)”.(sic) 31
Referente al buen servicio prestado, este tipo de libertad es común en algunos documentos. El
testamento del castellano Manuel González Ramos lo ejemplifica:
“(...) de mi servidumbre (...) un negro (...) Pedro Ladino que por sus servicios y fidelidad con que
me ha servido es mi voluntad que después de mi fallecimiento quede enteramente libre pa que la
gose su libertad (...)”(sic)32
30 AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Lorenzo Castellano, 1758 – 1761.
31 AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Rodrigo González de Rivera, 1747.
32 AHPH, *Protocolos notariales*, escribanía de Lorenzo Castellano, 1755.
También podía darse en vida del donante, como lo revela el documento expuesto a continuación:
“Sepase por esta Carta de (...), y livertad como yo Dn José Antonio Saco Abogado de la Ra Auda
del districto Cura (...) Beneficiado por S.M. dela Iga Parroq. De esta Cid de San Isidoro de
Holguin digo que quanto e mi los bienes que poseo tengo por mi esclava, una mulata nombrada
Antonia Ramos natural del Pueblo de Santiago del Prado Ra de Minas del Cobre como de edad
de treinta y ocho (...), y en atencion a que por los buenos Servicios y Fidelidad con que hasta
ahora se ha portado la expresada mulata, le tengo ofresido la carta desu livertad, para que no
este sugeta al pesado Yugo del Cautiverio; (...)”.(sic) 33
Este párroco parece ser el tío del prócer José Antonio Saco, dada la costumbre de la época de asignar
a los infantes el nombre del tío sacerdote y la prosapia santiaguera del apellido.
Es significativo destacar cómo en varios documentos relacionados con cartas de libertad se encuentra
la frase “(...) para que no este sugeto (a) al pesado yugo del cautiverio (...)”. Esta expresión denota el
carácter “benigno” de la esclavitud de servicio, si se compara con la posición adoptada por la
sacarocracia del XIX, que se debatía en la interrogante de si el esclavo era un ser humano o no.
Otro proceder para obtener la libertad era la compra del esclavo por persona interesada en él,
generalmente el padre o la madre de un infante, que en ocasiones lo hacían antes de nacer el niño. Un
ejemplo es el siguiente:
“Sépase como yo Dn Juan Igno Aguilera vecino de esta ciudad de Holgn que doy livertad, (...),
aun mulatico, mi Esclavo nombrado Pedro hijo (...) Anta mi Esclava por haver recibido e Fraco
Paula Herrera marido e esta y Padre e aquel la cantidad e sesenta pesos en que fue apreciado
cuyo mulatico es libre (...)”.(sic) 34
Una forma más de adquirir la libertad era por arrendamiento:
“En la ciudad de San Isisdoro de Holguìn en doce de Dic.e demil ocho cientos años ante mi el
Escro Publico y Testigos parecio la morena libre Juana Teodora Espinosa vecina de ella a quien
doy fee que conosco y dijo que D. Toribio Fernández tambien vecino le ha prestado la cantidad
de ciento ocho ps para que libertase a su hijo Miguel con la condición de satisfacerle con el
trabajo del citado Negrito dondoselo en arrendamiento (...) que ha de dar en cada un año dos
mudas de ropa y en el primero año que es la entrada de una novilla (... )” (sic). 35
Por último, aunque se ha hecho referencia a remanentes indígenas en la población de Holguín, su
número era poco significativo según, se desprende de los archivos parroquiales; sin embargo, el
territorio sustentaba a principios del siglo XVI, en el momento de la conquista, una de las más
numerosas y densas poblaciones aborígenes de Cuba. La pregunta es evidente: ¿Qué ocurrió a estos
indígenas?
La respuesta es clásica. Una gran parte se extinguió durante el proceso de conquista y colonización
por efecto de la guerra, las epidemias trasmitidas por los europeos, el trabajo forzado acompañado de
una deficiente alimentación y como corolario, un descenso de la natalidad unido a la elevación de la
mortalidad, en especial la infantil. A ello se debe agregar el traslado forzado de grupos de
encomendados a otros territorios, en particular hacia Bayamo.
33 AHPH, *Protocolos notariales*, escribanía de Lorenzo Castellano, 1755.
34 Ibídem, 1755
35 AHPH: Protocolos notariales, escribanía de Jesús de Fuentes, 1800.
No obstante, la suerte del remanente indígena en Holguín es aún desconocida, debió mestizarse y
desaparecer como etnia. La condición de indio en el siglo XVIII era una ficción jurídica, pues la
mayoría eran mestizos y todos estaban completamente transculturizados. Así Morell de Santa Cruz al
visitar Jiguaní en 1756, solo encontró una familia que mantenía las características de la raza aruaca.
Al continuarse valorando la incógnita de la desaparición de los indígenas en Holguín, se podría
plantear su traslado hacia Jiguaní, al fundarse este pueblo en 1700; sin embargo, muchas personas
calificadas como indios seguían residiendo en Holguín, lo que está avalado por las actas bautismales
de la parroquia de San Isidoro, donde a lo largo del siglo XVIII y parte del XIX aparecen registrados
numerosos bautismos de infantes catalogados como indios. 36
Se enfatiza que en el siglo XVIII los indios no constituían un grupo étnico. Desde el punto de vista
cultural eran criollos; la condición de indios era más bien jurídica, elemento que los beneficiaba. Así lo
demuestra una Real Cédula del 6 de agosto de 1770 dirigida a Dn Juan Antonio Ayanz de Ureta,
gobernador de Cuba:
“(...) no aveis de obligar a os Yndios á que os den Bartimentos, ni bagages, porque esto ha ser
voluntario en ellos, y pagándoles, lo que justamente se les debiere dar, según el común precio, y
estimación de las cosas qe necesitareis, sin hacerles perjuicio, ni velación alguna, por lo mucho
que importa atender á su conservación (...)”.(sic) 37
Por último, la población de la actual provincia de Granma es en gran parte mestiza y en la base de
ese mestizaje se refleja la raza indígena. ¿Por qué no ocurre de igual manera en Holguín? En Holguín
la herencia somática indígena se convierte en imperceptible, no así su herencia cultural, que es un
componente importante de la identidad holguinera.
Conclusiones
La jurisdicción de Holguín constituye un clásico testimonio de la supremacía criolla en el siglo XVIII,
predominio que en la región oriental era claramente ostensible desde, por lo menos, la segunda mitad
del siglo XVII. Esta última afirmación ha sido corroborada al analizar el origen de los padres de los
testadores, dichos progenitores debieron haber nacido a fines del siglo XVII.
La presencia española entre la población blanca en el siglo XVIII holguinero era poco significativa. Un
fenómeno similar ocurrió respecto a los africanos entre la población calificada como “de color”. Esta
situación no fue modificada ni por la progresiva introducción de africanos producida en Cuba desde
1780.
Con tales antecedentes se asume como característica identitaria de la sociedad holguinera que esta
nació siendo criolla. Los datos aportados demuestran que la jurisdicción, creada en el siglo XVIII,
estaba fundamentalmente poblada por criollos.
Bibliografía:
ARCHIVO DE HISTORIA PROVINCIAL DE HOLGUIN: *Protocolos notariales*, escribanía de
Lorenzo Castellano, 1755.
ARCHIVO DE HISTORIA PROVINCIAL DE HOLGUIN: Protocolos notariales, escribanía de Jesús
36 Archivo de la iglesia de San Isidoro. *Libros de Bautizos, Matrimonios, Confirmaciones y
Defunciones*.
37 Archivo Nacional de Cuba, (ANC): Fondo Reales Cédulas y órdenes, Legajo 7 N0 4 6
de Fuentes, 1800.
ARCHIVO DE HISTORIA PROVINCIAL DE HOLGUIN: Protocolos notariales, escribanía de
Rodrigo González de Rivera, 1747.
ARCHIVO DE LA IGLESIA DE SAN ISIDORO. *Libros de Bautizos, Matrimonios, Confirmaciones y
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ETNODEMOGRAFÍA COLONIAL DE HOLGUÍN: ACERCAMIENTO A LOS ORÍGENES.
José Vega Suñol
Algunas consideraciones preliminares sobre los estudios regionales en Cuba.
Los estudios regionales en Cuba han sido impulsados, favorablemente, gracias a la tradición
alcanzada al respecto por las ciencias geográficas y las ciencias históricas; y más recientemente, por
las investigaciones socioculturales, en su mayoría de contenido etnológico-antropológico, como el
Atlas Etnográfico de Cuba, entre otros acercamientos a lo regional. Pero la tradición ha marcado el
énfasis en el binomio geográfico-histórico, dos variables que han mantenido su vigencia y hasta cierto
punto han contribuido a modelar diversas operaciones científicas en torno a lo regional.
Específicamente, el concepto de región histórica38 ha encontrado bastante aceptación, ejerciendo una
rectoría entre las distintas nomenclaturas empleadas para acercarse a este objeto de estudio. La
región histórica, según sostiene Venegas Delgado, compone una fenomenología holística en la cual
se agrupan distintas variables. Estas permiten definir a un marco regional cruzado por la transversal
histórica. Según este modelo de representación de lo regional, las variables que constituyen a una
región histórica son: el medio geográfico, el tipo de economía, la estructura de clases, las migraciones,
el factor étnico y la división político-administrativa, considerados estos como fundamentales; mientras
el urbanismo y la arquitectura, el nivel de cultura y educación, la religión y las sociedades fraternales,
se ubican en una posición subalterna respecto de las primeras variables.39 Una interpretación si se
quiere amplia y flexible de esta representación supone que la llamada región histórica requiere de e
incorpora algunos fundamentos propios de la estructura y el análisis cultural, solo que al estar este
último situado en un lugar secundario no permite reconocer a este enfoque como declaradamente
histórico-cultural sino exclusivamente histórico.
Una apertura interpretativa de lo regional supone reconocer que los niveles estructurales y
superestructurales de cualquier campo de desarrollo regional tienen lugar simultáneamente en el
tiempo, tornándose éste no solo un acontecimiento condicionado por lo histórico sino por el contenido
mismo de la historia que entraña la sociedad y su cultura. De ahí que la fundación de una escuela o de
una iglesia, como hechos de superestructura, pueden tener tanta implicación y relevancia local o
regional que una forma estructural. Ambos niveles son compulsivos del cambio y el crecimiento. Por
supuesto, primero se definen los recursos de subsistencia y luego aparecen los niveles de
conservación de la sobrevivencia, función que corresponde al patrimonio cultural de una determinada
identidad local o regional. Pero no hay que esperar que se consume uno para que surja el otro, la
sincronía de ambos permite sustentar que la acción superestructural, como lo es toda acción de
contenido cultural-espiritual, es también un contribuyente inseparable al servicio de la sedimentación
estructural de una localidad o región.
La propuesta no es otra que aspirar a un tránsito interpretativo en la gestación de los componentes
locales y regionales en el que las estructuras económico-sociales y las superestructuras culturales-
espirituales tengan el mismo nivel de valencia para comprender en toda su dimensión y amplitud el
cuerpo regional de un país. Si se admite esta tesis entonces estaríamos entrando en un nuevo
enfoque de los estudios regionales, esto es, el enfoque histórico-cultural: la región como construcción
multipolar, se hace y crece mediante la combinación de las distintas fuerzas que la constituyen y no
de algunas en exclusivo. Si el análisis estructural es tan necesario para comprender el espacio-tiempo
regional también lo es el análisis superestructural, pero no visto como recurso de complementariedad
sino como axioma de obligatoria inclusión para comprender el fenómeno regional desde la totalidad. Si
la parte es fragmento del todo entonces el detenimiento en cualquiera de esos fragmentos permite
adentrarse en la posibilidad de visualizar el todo desde el ángulo seleccionado.
38 Véase: Hernán M. Venegas Delgado: La región en Cuba. Provincias, regiones, localidades, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2007.
39 Ibídem; p. 36-51.
Si fuera posible comparar un cuadro pictórico con una región histórico-cultural habría que admitir que
la visualización de ambos permite entrar a sus respectivos campos de análisis por distintos caminos.
Igual que en las matemáticas, el orden factorial no altera el resultado final siempre que se haga bajo el
principio del respeto al campo en cuestión. Un experto en pintura no se interesaría tanto en determinar
por dónde el pintor inició su obra, tal vez mediante un brochazo suelto e inconsciente, sino por la
resultante de la obra, su expresividad y significado. En cambio, el historiador social, sustentador de los
principios interdisciplinarios histórico-culturales tendría en cuenta el orden histórico de los
acontecimientos por lo que estaría más obligado a respetar la secuencialidad de los hechos que aquel
otro; pero como esa secuencialidad es resultante de la materia social en movimiento hecha historia se
tropieza con la simultaneidad en la propia secuencia la cual conduce a reconocer que los hechos
histórico-sociales no se dan aislados unos de otros ni mucho menos tienen que venir unos primeros y
otros después; todo lo contrario, interactúan recíprocamente tanto en el nivel intra-estructural e intra-
superestructural como en la interpenetración de ambos hemisferios.
De este modo quisiera demostrar que una variable estructural, como la de reconocer que Holguín
nació regida por una economía hacendaria ganadera, es tan importante como aceptar la variable
superestructural de su patrimonio etnodemográfico para determinar sus cualidades identitarias como
región histórico-cultural de Cuba. Viéndolo a la inversa, variables como la demografía, la etnicidad o
la racialidad son parámetros tan importantes para el análisis y comprensión de una región como el que
se propone desde el puro enfoque estructural.
Invalida el enfoque histórico-cultural regional el sentido de parcialización o compromiso ciego con
parámetros exclusivamente estructurales o únicamente superestructurales. La ejemplar combinación
de estos dos niveles o grados de comportamiento del desarrollo social conllevaría al logro de mejores
aciertos en la comprensión del desarrollo tanto de las regiones y localidades como de la nación misma.
La génesis de Holguín: ¿formación temprana o formación tardía?.
Al intentar definir la génesis de Holguín la historiografía regional no ha resuelto qué posición asumir
frente a las dos tesis fundamentales acerca de si fue éste un centro de formación temprana, ubicado
su nacimiento en el siglo XVI, o de aparición tardía, cuya arrancada histórica tuvo lugar en el siglo
XVIII. Es necesario darle tratamiento al asunto y hacerlo avanzar aunque sea un tramo si esto fuera
posible. Mas, debido a las distintas interpretaciones que se encuentran en debate al menos cabe
relanzar viejas teorías y a la vez hacer uso de nuevas ideas que permitan arribar a respuestas más
convincentes sobre el tema en un futuro.
La primera tesis arranca de Diego de Ávila y del Monte (1865) 40 y se reafirma en La municipalidad
holguinera; desde sus orígenes hasta 1799 (1949) de José A. García Castañeda, quien la acoge y
sigue los derroteros trazados por Ávila; la paradoja consiste en que ambos contienen también la
segunda tesis, ya que estos historiadores reconocen una institucionalidad local en el siglo XVIII con la
fundación oficial del pueblo de San Isidoro de Holguín el 4 de abril de 1720, al amparo previo de la
primera parroquia y los ulteriores otorgamientos de los títulos de Jurisdicción, Tenencia de Gobierno y
40 Véase: Diego de Ávila y del Monte. Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín, Holguín,
1865.
de Ciudad, en 1752; tesis que ubica a Holguín como una fundación tardía en el espectro histórico y
social de Cuba.
El esclarecimiento del dilema pudiera depender de las relaciones de continuidad que es preciso
encontrar entre estos dos momentos, distantes entre sí por más de doscientos años; de aceptarse
1545 como fecha fundacional del hato por García Holguín y 1752 como fecha oficial de reconocimiento
de la jurisdicción y ciudad de Holguín se abre la suposición de que la primera fue compulsión prístina
mientras la segunda sería consolidación histórica y confirmación de la existencia de una nueva región
en Cuba, corolario de aquel núcleo tempranero.
Una tesis a favor del surgimiento de Holguín en el siglo XVI la aporta Julio Le Riverend en su clásica
obra Historia económica de Cuba, al situarlo entre las locaciones de formación temprana, junto a
Guane, en Pinar del Río41. Le Riverend sugiere que el despegue holguinero en el XVIII se debe a un
lento crecimiento que viene en camino a partir del elemento demográfico primitivo, sin la intervención
de migraciones externas, esto es, solo dado por el aumento natural de la población en dos siglos; lo
que supone que la composición etnodemográfica que exhibirá Holguín en el siglo XVIII remonta sus
orígenes al antecedente que se remite al siglo XVI y no tanto a la colonización tardía venida desde
Bayamo a partir de la mercedación de hatos hacia la segunda mitad del siglo XVII.
Bien pudiera suponerse que el orgullo local haya sido un actor a favor de legitimar la antigüedad de
Holguín, al situar su origen histórico junto a las primeras localidades de Cuba como Bayamo, Baracoa
o Santiago, ya que un enfoque así estaría dirigido a defender dicha antigüedad para convertir a
Holguín en objeto histórico-social del más remoto pasado, al ubicarlo como uno de los centros
fundacionales de la Cuba profunda en el espacio y el tiempo. Sin embargo, la segunda tesis, que sitúa
los orígenes de Holguín en el siglo XVIII, tiene a su favor una verdad tan diáfana como el aire: no
quedan claras las constancias de la existencia de un siglo XVI holguinero, excepto aquellas que nos
legaron los historiadores mencionados, en su mayoría sin asidero documental. Por su parte, Ávila y
Delmonte aporta una genealogía que establece la red de parentesco entre el siglo XVI y el siglo XIX,
centrada en las familias principales, según él herederas directas de García Holguín. Este dato pudiera
admitirse como una prueba de las conexiones entre el Holguín de la primera colonización y el Holguín
tardío del XVIII y el XIX. Solo que no hay posibilidad de probar su veracidad cuando se remite al siglo
XVI y XVII, debido, como ya dijimos, a la ausencia de documentos que lo confirmen. Sin embargo, si
se aceptara este hilo de continuidad por la vía del matrimonio y la descendencia familiar, al margen de
documentos eclesiásticos que no han tenido la posibilidad de ser confirmados por haber desaparecido,
quedaría la mencionada obra como prueba exclusiva de esta relación entre el pasado dieciochesco de
Holguín y el cinquecento de la conquista/colonización de Cuba.
A favor de la tesis de la formación tardía de Holguín en el siglo XVIII es posible argumentar que los
núcleos demográficos del XVI y el XVII existieron en un estado de aislamiento total, ya que no
alcanzaron durante mucho tiempo rango demográfico alguno y estuvieron subordinados siempre a la
jurisdicción y villa de Bayamo; por tanto, no lograron durante esos dos siglos una influencia relevante
en la comarca nororiental a no ser su reconocimiento como poblamiento aislado de un extenso
Bayamo rural. Situar el punto de partida holguinero en el s. XVIII es una tesis favorecida y
41 Julio Le Riverend. Historia económica de Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1971.
comprobada por el creciente proceso de distribución de hatos otorgados por el cabildo bayamés,
hecho que despierta una dinámica en la colonización del territorio. Esta circunstancia estimuló el
aumento de la masa ganadera, favoreció el incremento demográfico y con ello el interés de fundar
iglesia y pueblo para luego aspirar a jurisdicción y ciudad.
La fundación de un caserío con condiciones para constituir luego un pueblo que se ocupó con el correr
de los años por tener una iglesia debió partir de un grupo humano situado en el medio de una
hacienda donde se concentraban los corrales para el ganado y se levantaron las viviendas para los
arrieros y agricultores; dicho lugar era conocido en la terminología hacendaria como el bramadero. El
antecedente de Holguín como pueblo fue, primeramente, un punto de concentración del ganado,
requerido de fuentes cercanas de abasto de agua como pudieron ser los ríos Jigüe y Marañón y su
localización histórica debe remitirnos a la segunda mitad del XVII, pues para que el pueblo en 1719
contara ya con habitantes y viviendas registradas era necesario una antesala de varias décadas de
existencia debido al lento crecimiento demográfico.
Existe otra diferencia entre el Holguín del XVI y el del XVIII; el primero, como ya se apuntó, no está
confirmado en la documentación encontrada hasta ahora; a no ser que se respeten las fuentes
históricas que hacen mención a los orígenes del hato asociado a García Holguín. Un texto más
reciente, aportado por Novoa Betancourt, tiene a su favor una profundización en torno a esta
enigmática figura, pero no revela datos confirmatorios del supuesto regreso de éste desde México para
fundar el hato homónimo en 154542. En cambio, si existe un Holguín del siglo XVIII documentado por
la historia, siglo de los primeros censos interesados en la descripción de la población, del desarrollo de
la cartografía, de los primeros registros parroquiales locales, de las primeras actas del cabildo y siglo
de los primeros ilustrados insulares, uno de los cuales visitara a Holguín en 1756.
Un puente que favorece la conexión entre el Holguín del XVI y el del XVIII es la secuencialidad de la
misma denominación, sin cambio alguno. Se trata del único hato, pueblo, jurisdicción, ciudad,
municipio y provincia que se denominó con el mismo nombre desde el principio hasta la actualidad.
Era el nombre de un hombre de la conquista, no de un santo católico ni de un cacicazgo o de las
innumerables voces aborígenes que abundan en la toponimia del territorio. Quienes decidieron
denominar al pueblo que se fundaría en 1720 con el nombre de Holguín estaban reconociendo la
existencia de un legado que venía de la tradición de sus precursores. La autoridad y credibilidad de la
memoria oral en el siglo XVIII tenía mucho peso si se entiende que era una fuente básica de
conservación del legado tradicional en la cultura popular; si la tradición oral reconocía e identificaba a
Holguín como fundador también con ello legitimaba el reconocimiento de la existencia de la primera
comunidad colonial en el territorio en el siglo XVI como raíz fundadora. Sin embargo, entre el siglo XVI
y el siglo XVIII se abre un abismo temporal inconmensurable, del cual se tienen escasas noticias y
muy poca documentación. Este largo período de silencio continúa siendo un misterio a desentrañar,
puesto que es aquí donde se encuentran los enlaces entre esos dos momentos trascendentales en la
historia social del territorio.
Todo indica que el cabildo bayamés mantuvo el interés en poblar su extensa jurisdicción como era de
exigir por la propia corona, y cumplir con la política trazada en tanto colonizar es poblar. La constancia
42 Véase: José Novoa Betancourt. García Holguín. Nueva Visión, Ediciones Holguín, 2010.
de los diferentes hatos y haciendas que comienzan a otorgarse a lo largo del siglo XVII es una de las
conexiones a tomar en cuenta. El otorgamiento de este tipo de propiedad llevaba de hecho a un
incremento gradual de población pues la hacienda hatera fue promotora de núcleos demográficos en
pequeña escala al exigir la presencia de trabajadores libres con sus respectivas familias. Las
haciendas, así como los sitios, estancias y vegas formaban un complejo agrícola-ganadero que podía
estar en manos del mismo dueño o de varios pero en todos los casos eran habitados y atendidos
laboralmente. Este tipo de propiedades no parece haber generado a propietarios absentistas, por
cuanto la hacienda, el sitio de labor y la vega de tabaco requerían de su presencia permanente; en
este sentido, la oligarquía hatero-hacendaria fue conviviente con las minúsculas masas de
trabajadores rurales integradas por campesinos libres. La distancia entre una hacienda y otra podía
comprender varias leguas, de manera que el dueño de la hacienda era de facto una figura equivalente
al hidalgo de los reinos españoles o al cacique de las comunidades aborígenes, moléculas históricas
del caudillo americano, a quien se le debía respeto y de donde procedían las órdenes. El hacendado
era la máxima autoridad de la hacienda y una figura del poder local con representación política en el
cabildo.
La propuesta de admitir a un Holguín temprano y tardío a la vez cobra fuerza entre los historiadores
locales43. Un primer Holguín en los albores de la colonia que quedó enquistado por su incapacidad de
autodesarrollo, cuya célula embrionaria se mantuvo vegetativa, con un lentísimo crecimiento debido al
estado de aislamiento total hasta llegar a resurgir en el XVIII por las condiciones propicias que
generaron una dinámica de crecimiento interno que lo condujo a alcanzar el rango de jurisdicción y
ciudad en las medianías de ese siglo, es quizá la tesis más sensata de todas, ya que en vez de
desvincular a estos dos momentos entre sí, los incluye en una línea de relaciones.
Un testigo histórico ocular del XVIII en Holguín fue el obispo Morell de Santa Cruz. Durante su visita a
la ciudad en 1756, el obispo aporta algunos datos que vale considerar para este y otros análisis sobre
la génesis local. Hace Morell tres observaciones interesantes, entre muchas otras que no es menester
explicar aquí. La primera tiene que ver con los orígenes de la ciudad y dada su importancia es
necesario citar in extenso:
Esta debe sus principios a algunos Vezinos del Bayamo, que tenían
sus Haziendas en aquel Partido. En la perteneciente a María de
Leita avia una Hermita, donde los comarcanos se congregaban
anualmente a celebrar en su día a Nra Señora del Rosario, que era
la Titular. Para el efecto tenían el trabajo de conducir un
Sacerdote de aquella Villa, distante veinte y dos leguas del
mencionado sitio. Pasabanse el resto del año sin oir Missa, y para
43 Puntos de vista expuestos por los historiadores José Novoa Betancourt y Armando Rodríguez Gómez, en
panel efectuado el 15 de julio de 2011 en la sede provincial de la UNEAC en Holguín durante el Taller de la
Cátedra de Antropología Cultural Fernando Ortiz de la Universidad de Holguín.
tener este consuelo espiritual acudieron al Rvo. Obpo Dn Geronimo
Valdes en solicitud de Cura. 44
El obispo reconoce la participación de los vecinos de Bayamo, propietarios de haciendas en el
entonces partido de Holguín, como los iniciadores del destello dieciochesco; ello concuerda con la
posterior información brindada por Diego de Ávila acerca de la distribución de hatos y haciendas desde
el XVII por el cabildo de Bayamo. Si los comarcanos se congregaban al menos una vez al año a recibir
misa y ésta era atendida por un cura procedente de Bayamo, significa que su número debía haber
sido relativamente importante para la iglesia, razón que obligaba a no desatenderlos en los oficios
espirituales; si pensamos en una modesta congregación hacia 1712, es probable que un primer
asiento demográfico estable hubiera estado desde décadas atrás. En cambio, Morell no menciona el
hato del siglo XVI ni a García Holguín ya que se refiere exclusivamente a la fundación del pueblo y la
ciudad.
La segunda observación tiene que ver con la ubicación geográfica: “ Contribuye tambien para la
pobreza el hallarse la población extraviada del Camino Real de los demas Lugares, y sin comercio
alguno con ellos(…) ; pero al mismo tiempo muy contentos con sus desdichas, porque gozan de una
tranquilidad inexplicable, y digna de envidiarse” 45Este distanciamiento de la vía principal de acceso
por tierra separa a la población del resto del país, es decir, la incomunica y le cierra las posibilidades
al intercambio económico y social; pero, según Morell, los comarcanos compensaban las desventajas
de la lejanía con las ventajas, al propiciarles una tranquilidad que el mismo obispo pudo observar.
Esta se traduce en ciertas prerrogativas de autodeterminación al encontrarse lejos del alcance de los
distintos poderes, como el departamental o el de los capitanes generales; que propiciaba a pensar con
cabeza propia y a no favorecer las intrusiones de otros.
La tercera observación tiene que ver con las relaciones entre el campo y la “ciudad”; de acuerdo a la
movilidad de los moradores “ los mas avitan quasi todo el año en sus Haziendas. Vaxan por pocos dias
al Lugar y este regularmte se mantiene con muy contadas familias” 46quiere decir que las haciendas
estaban pobladas y que existía ya una demografía rural y otra urbana, nítidamente diferenciadas.
Desestimar la fecha del siglo XVI sería una falta de la misma manera que escoger solo la del XVIII
resultaría por lo menos inexacta debido a que todo conduce a pensar que la existencia del hato
original tuvo que ver con la ulterior consolidación de Holguín como centro local y regional. Sin
embargo, aquel primer Holguín del XVI no logró la suficiente fuerza interna para alcanzar la
aceleración histórica que se evidencia en el XVIII, por lo que fue necesaria la suma de fuerzas
económicas y sociales emergentes que actuaron solo desde la segunda mitad del XVII y permitieron la
creación de un nuevo foco local y regional de importancia en Cuba en la primera mitad del XVIII. El
mismo fue la resultante de dos sucesos concatenados en el tiempo que felizmente se reunieron para
44 Véase: Pedro Agustín Morell de Santa Cruz. Visita Eclesiástica, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985;
p. 85.
45 Ibídem
46 Ibídem
lograr esta última ecuación. La semilla fundacional que se paralizó debido a la incapacidad de alcanzar
desarrollo propio logró una aceleración emergente en el XVIII bajo el impulso de la expansión
ganadera de Bayamo junto a las motivaciones legales que trasmitieron las primeras leyes borbónicas
en curso a partir de Felipe V, destinadas a la creación de nuevos centros de poder político-
administrativos para un mejor control del territorio colonizado, circunstancia que fue aprovechada para
golpear al poder que hasta entonces había alcanzado el cabildo bayamés, el más rebelde y levantisco
de Cuba frente a los mandatos centrales y metropolitanos.
Perspectiva etnodemográfica de la región de Holguín entre 1752 y 1899.
Es válido acercarse a la composición etno-demográfica de Holguín en el período comprendido entre
1752 y 1899 a partir de los datos que revelan los diferentes padrones y censos locales o generales que
se realizaron durante la época colonial, mediante la correspondiente aplicación tanto del análisis
puramente etnográfico como del demográfico-estadístico; para esto ha sido necesario trabajar tanto la
dimensión cualitativa como la cuantitativa, complementarias en el tratamiento que exige el tema.
Además, se impuso seguir una línea analítica que respetara la secuencia de tales padrones y censos
según su realización longitudinal en el tiempo histórico referido, razón por la que era imprescindible
acogerse a un análisis diacrónico a modo de configurar las tendencias y dinámicas etnodemográficas
en el marco regional, así como determinar convergencias y diferencias con otras regiones de Cuba
en la colonia.
Existen distintos padrones y censos de los siglos XVIII y XIX, así como numerosos registros sobre las
poblaciones locales que sirven de fuentes para realizar un balance general de la misma durante este
largo período histórico. Como resultaría embarazoso y hasta innecesario detenerse en cada uno de
estos registros se seleccionaron aquellos considerados imprescindibles por ser los más completos y
confiables; a partir de ellos se elaboraron tablas que condensan los principales parámetros que se
estiman obligatorios para este tipo de análisis, con el fin de mostrar regularidades, particularidades,
crecimientos y decrecimientos, índices de pertenencia étnica y racial según las mediciones empleadas
en la época de su realización; y también se abordan otros elementos imprescindibles referidos al tema
etnodemográfico.
La primera variable seleccionada para ilustrar el balance de la población de Holguín colonial
registrado por los controles demográficos de la colonia es la tasa de crecimiento intercensal. Para
lograr este objetivo se trabajaron las cifras absolutas reportadas en los registros seleccionados, sin
entrar en consideraciones de otra índole como la problemática racial, que trataremos más abajo. Por
razones de simplificación operativa la medición del crecimiento demográfico comprenderá dos bloques
históricos; el primero, referido a las revelaciones de los padrones y primeros censos del siglo XVIII; y el
segundo, a los principales censos del XIX.
Los primeros conteos de población aplicados en Holguín se remontan a un período anterior a la
creación jurisdiccional, siendo parte todavía de Bayamo; entre 1719 y 1752 tuvieron lugar varios
registros internos de este tipo, evidentemente relacionados con la relativa importancia que para esos
años había alcanzado el territorio que daría lugar a la creación del pueblo de Holguín en 1720. La
información demográfica se detiene exclusivamente a contabilizar los residentes en este pueblo y no
va más allá de las orillas del mismo, por lo que de admitir la existencia de una población rural
dispersa ésta no quedaría contemplada en estos reportes; a no ser que se incluyera en las cifras
totales, fundiendo la población “urbana” con aquella otra dispersa en los campos. Diego de Ávila, en su
obra de 1865, sostiene que en 1719 el pueblo de Holguín contaba con 450 habitantes; en tanto José
Novoa Betancourt aporta una tabla demográfica del pueblo entre los referidos años que prueban la
existencia de cifras continuas en el control de la población, de lo que se infiere la fiabilidad que éstas
puedan brindar debido al interés de las autoridades coloniales por reconocer la existencia de un núcleo
social que ha comenzado a hacerse notar, aunque todavía imperceptiblemente, en la historia insular47.
En 1752, una vez creada la jurisdicción, volvió a realizarse un control demográfico interno, aunque
exclusivamente de la ciudad, con la finalidad de conocer el número y la composición de los habitantes
de la cabecera de la recién constituida región político-administrativa, la cuarta de su tipo en todo el
oriente de Cuba; precedida solo por Baracoa, Bayamo y Santiago de Cuba. Las estadísticas que
aporta el siglo XVIII hacia su segunda mitad, en medio de la aplicación de los métodos modernos de la
Ilustración en cuanto al uso de la cartografía y la demografía, permiten un seguimiento progresivo y
continuo del desarrollo de la población de Cuba y en particular de sus diferentes regiones.
Si se toma como núcleo demográfico regional primigenio de Holguín el reporte de 1752 se deduce que
debido a la cifra de habitantes en esta jurisdicción, unos 1 426 como totalidad en ese año, en relación
con la extensión del territorio, se está en presencia de un área geográfica prácticamente despoblada y
por tanto, requerida de colonización; esta exigua cifra de presencia humana indica la probabilidad de
que dichos habitantes procedieran o fueran la resultante de un proceso demográfico originado en el
siglo XVI, tras la fundación del hato hacia 1545,48 pues sugiere una cierta lentitud flemática en dicho
crecimiento, entre una y otra fecha, indicativo de que el proceso de colonización- que lo fue
principalmente en términos demográficos- gestado desde entonces, debió sufrir un letargo ya que de
no haber sido así Holguín hubiera tenido un rango poblacional por encima de las cifras que exhibe; o
de lo contrario, este primer núcleo demográfico en los inicios de la formación jurisdiccional se asocia
más con las mercedes de tierras y la distribución de hatos y corrales autorizadas por el cabildo de
Bayamo a partir del siglo XVII, al que se suma el remanente demográfico fundador en el siglo XVI que
al entroncarse con este segundo momento, define la arrancada de Holguín como una región de Cuba.
Esta duda queda trunca y está aún por resolver. Pero si manejamos la probabilidad de un continum
entre un Holguín temprano y otro tardío es obvio que el primer núcleo demográfico procede de ambos.
En 1761, nueve años después de la creación jurisdiccional, Holguín contaba con una población
distribuida en 395 familias integradas por 1845 blancos y 230 esclavos49. Tenía un total de 2 075
habitantes por lo que se le habían sumado desde 1752 unos 649 habitantes, un 45, 5 % de crecimiento
47 Véase: José Novoa Betancourt: Historia colonial de Holguín. El pueblo (1720-1752). Ediciones Holguín,
Holguín, 1999; p.37.
48 La existencia histórica del hato de Holguín en el siglo XVI es sostenida por Diego de Ávila y Delmonte en el
siglo XIX y por José Agustín García Castañeda en el XX, aunque los referidos historiadores no ofrecen las fuentes
primarias que consultaron para verificar lo relacionado con este dato.
49 Para 1761 los esclavos aparecen registrados como “sirvientes” mientras que el resto de la población,
supuestamente blanca, aparece consignada con el término “Almas”; es decir, Holguín tenía entonces 1845
almas y 230 sirvientes. Véase: Los Censos de población y viviendas en Cuba. Anexo III. Algunos ejemplos de
padrones locales, de vecinos o de ciudades; p. 25.
en nueve años. El Departamento Oriental en 1761 andaba por los 37 946 habitantes, en su mayoría
ubicados en la jurisdicción de Cuba (13 337) -que para entonces incluía también los partidos de Mayarí
y Sagua, estos últimos con 60 y 26 familias respectivamente-, y la jurisdicción de Bayamo, ésta con
una población de 12 421 habitantes. Ante estas cifras Holguín ocupaba una posición subalterna en el
espectro oriental, al alcanzar solo un 5,4% del total de dicho Departamento.
Trece años después, en 1774, la jurisdicción mostraba una tasa de crecimiento poblacional del 17,6 %
en comparación con 1761, al reportarse la cifra de 2 440 habitantes, el 6,7 % de la población del
Departamento Oriental. Las jurisdicciones de Cuba y Bayamo mantenían la primacía demográfica con
19 374 y 12 250 habitantes, respectivamente. Para esa fecha la población de la jurisdicción de Holguín
superaba a la de Baracoa, que se había desplazado al cuarto puesto, con 2 222 habitantes.
Dada la relevancia que tiene para el análisis etnodemográfico de Holguín en la segunda mitad del siglo
XVIII es obligatorio detenerse en el Padrón de 1775 50 La población rural de la región ascendía a 1 830
habitantes, de ellos 1 435 ( el 78,4 % ) aparecen contemplados como blancos –823 varones y 612
hembras-; los indios alcanzaban la cifra de 137 -80 varones y 57 hembras; mientras la población liberta
de pardos y morenos era de 116, de ellos 88 hombres y 28 mujeres; en tanto la población esclava de
pardos y morenos era de 142, 102 varones y 40 hembras. Es de notar el predominio de la
masculinidad en todas las clasificaciones raciales con un total de 1 081 varones frente a 749 mujeres,
una relación correspondiente al 59 % y al 41 % respectivamente; se trataba de una comunidad
transversalmente marcada por la prevalencia masculina, cuestión que tendrá otras lecturas en la
historia social vista desde la perspectiva de género, pues las estadísticas revelan la hegemonía
demográfica del llamado género fuerte desde muy temprano.
Otro indicador importante es la composición etárea de esta población; de los 1 830 habitantes
registrados en 1775, 815 se encontraban entre uno y quince años, significando el 44,54% del total;
897 tenían entre quince y cincuenta años, para un 49,02%; y 118 oscilaban entre cincuenta y cien
años, un 6,45%; se trataba de una comunidad joven, con un 93,56% de la población menor de
cincuenta años y una reconocida longevidad para entonces. En los tres grupos etáreos predominaba la
población blanca, tanto masculina como femenina, con 671 de 1-15 años, 684 de 15-50 y 80 de 50-
100; asimismo esta composición por edades denota, por inferencia, un alto índice de nacidos en Cuba,
entre el 85% y el 90% de la población total, indicador de que para 1775 se había formado ya una
comunidad definidamente criolla dada la supremacía de los nacidos en la Isla, proto-célula étnica de la
cubanidad, al superar con creces a los nacidos fuera de Cuba, dígase aquellos procedentes de
España, África y otras regiones del mundo. En este colectivo humano se encarnaba ya un nuevo ser
étnico tanto en el orden biológico como cultural; protagonista de una comunidad con rasgos proto-
nacionales.
Tabla 1.
50 Este Padrón, junto a un voluminoso fardo documental sobre el siglo XVIII en Holguín, fue localizado por el
historiador José Novoa Betancourt en el Archivo Nacional de Cuba y puesto a la disposición de los
investigadores.
Primeras estadísticas de demografía racial de la región de Holguín en el siglo XVIII.
• Año Población. % Blancos
• 1752 1 426 91,2
• 1774 2 440 65,8
• 1778 3 017 63,9
• 1792 5 837 69,0
_________________________________________________________
Fuente: Padrones y Censos del siglo XVIII. Tabla elaborada por el autor.
Cuatro años después se realizó el Padrón General de 177851 en el que la jurisdicción de Holguín
reporta 3 017 habitantes; su población creció un 23, 6 % en los cuatro años transcurridos desde 1774,
con una composición de 1 613 hombres y 1 404 mujeres, incluidos todos los grupos raciales
presentes. En aquel año, la población total de Cuba era de 179 484 habitantes, por lo que Holguín
contenía solo el 1,7% del total de habitantes de la Isla. Como datos adicionales revelados por este
empadronamiento se registran algunas cifras curiosas: Holguín poseía entonces 631 casas de las 27
239 existentes en toda Cuba, solo contaba con una iglesia de 108 distribuidas ya en diferentes sitios
del archipiélago y no tenía monasterios cuando ya en la Isla había 22 instituciones de este tipo; sin
embargo, tenía 111 hatos de los 933 distribuidos en toda Cuba, y 110 corrales de un total de 68952 en
la Isla; o sea, mientras mostraba un evidente rezago y pobreza cultural en cambio despuntaba como
región hatero-corralera, segundona legítima de Bayamo. La profusión de hatos y corrales en el
territorio, en pos de la afirmación ganadera, explica la lentitud observada en la dinámica demográfica
durante ese tiempo, pues las haciendas de ganado mayor y menor no estimulaban por sí mismas el
crecimiento demográfico debido a que no demandaban de una abundante fuerza de trabajo53.
El siglo XVIII cierra con otro censo, el de 1792, que reportaba 5 836 habitantes en esta jurisdicción,
cifra que se acerca casi al doble de la población que había en 1778, al alcanzar un 93, 4% de
crecimiento en catorce años.
El próximo reporte demográfico se realizó un cuarto de siglo después del ejecutado en 1792, ya
entrado el siglo XIX; se trata del censo de 1817, en el que se aprecia un sensible cambio en la
población regional al arribar a la cifra de 15 396 habitantes, 9 559 más que en 1792; un 163,8% de
crecimiento en estos veinticinco años. Aquí se nota ya un salto demográfico muy sensible, a diferencia
de la tendencia registrada en el siglo XVIII de reproducción lenta y vegetativa de la población. Entre
1792 y 1817 la demografía regional casi se triplicó debido al crecimiento natural y al aumento de la
51 Véase: Juan Pérez de la Riva, “Presentación de un censo ignorado: El Padrón General de 1778”. Revista de la
Biblioteca Nacional José Martí, año 68, septiembre-diciembre, 1977. no. 3; p. 17.
52 Ibídem.
53 En el caso de Holguín se cumple una de las tesis de Juan Pérez de la Riva, quien afirmaba que el ciclo
económico del ganado tuvo un papel limitado en la conquista del espacio cubano al ser un movilizador
demográfico de baja intensidad . Véase: Juan Pérez de la Riva. La conquista del espacio cubano, Fundación
Fernando Ortiz, colección La Fuente Viva, no. 20, La Habana, 2004.
masa de esclavos, propio de una economía y sociedad que comenzaba a exigir una mayor presencia
de mano de obra para acometer labores agrícolas y domésticas. Diez años después, en 1827, se
realizó uno de los censos más completos del período colonial, en el que aparecen registrados 17 729
habitantes en toda la jurisdicción de Holguín, de ellos 2 333 eran nuevos residentes, equivalente a un
15,1% de crecimiento respecto de 1817.
Una de las características que mostraban los censos realizados por España en Cuba, desde el de
1774 hasta el de 1887, fue, salvo excepciones, integrar tanto a los nacidos en España como a los
blancos nacidos en la Isla en condición de iguales; por tratarse de un territorio colonial todos eran
considerados “hijos de la madre patria” y por tanto, no resulta clara la determinación de cifras
demográficas que especifiquen y diferencien a los nacidos en España de los nacidos en Cuba.
Formaba parte de la estrategia metropolitana la unificación de ambos en la categoría de españoles y
blancos. Salvo el censo de 1862, así como las diferenciaciones establecidas para ambas poblaciones
en la obra de Jacobo de la Pezuela, no vuelven a encontrarse estadísticas demográficas confiables
para establecer distinciones entre unos y otros. Esto hace difícil poder cuantificar tanto la presencia
hispánica a nivel jurisdiccional como la de blancos nacidos en Cuba, ya que todos se juntan en una
categoría estrictamente epitelial a pesar de las diferencias existentes por el lugar de nacimiento y el
origen étnico.
Sin embargo, la tradición demográfica de la jurisdicción de Holguín, a partir de los primeros registros
en el siglo XVIII, así como lo prueban las constancias historiográficas posteriores, muestra la
tendencia al predominio de los nacidos en Cuba como una línea etnohistórica invariable a pesar del
aumento de ingresos de españoles en el siglo XIX. Debido a que la propia fundación del pueblo de
Holguín y la ulterior creación jurisdiccional se apoyan en la gestión activa de pobladores naturales de
Bayamo, es obvio que estos criollos blancos, descendientes de españoles, fueran los fundadores del
Holguín dieciochesco, por lo que es posible afirmar que esta población y región nacieron siendo parte
de la emergente sociedad de los hijos de la tierra que comenzaba a abrirse paso en los diferentes
escenarios de la Isla. Esta afirmación permite descartar la hipótesis de Holguín con una predominancia
de pura cepa hispánica, para constatar a un Holguín como una región histórico-cultural de Cuba,
fertilizada por la presencia demográfica criolla como mayoría absoluta frente a otras presencias
étnicas.
En consecuencia, Holguín fue una región donde desde el siglo XVIII predominaron los nacidos en
Cuba, principalmente aquellos que tuvieron su alumbramiento en el mismo territorio regional y
enriquecida por un movimiento de población interna procedente de demarcaciones vecinas como
Bayamo, Santiago de Cuba y Camaguey, que aportaron un valioso contingente humano que ingresó a
la jurisdicción y se sumó a la comunidad local, sobretodo mediante relaciones matrimoniales. El
ascenso de esa población natural estuvo dado entonces no solo por la reproducción interna sino por la
suma aportada por las mencionadas regiones que contribuyeron al crecimiento demográfico de la
comunidad local y conllevo a trazar una endogamia cerrada, resuelta entre holguineros y holguineras o
entre estos con miembros de regiones cercanas.
La controversia acerca de la blanquitud de Holguín tiene sus orígenes en los siglos XVIII y XIX.
El balance demográfico desde la perspectiva que ofrece el análisis de la composición racial en la
región de Holguín en el momento en que comienza a registrarse esta información hasta finalizar el
siglo XIX permite acercarse a uno de los problemas más relevantes gestados durante la colonia por
cuanto la cuestión racial no solo estableció rígidas fronteras en las relaciones económicas y sociales
de la época, sino que en esencia, llegó a ser determinante como fijador de diferenciación
sociodemográfica al incidir en los procesos de integración y participación social. Ser blanco, ser negro
o mulato no era lo mismo; la pertenencia a uno u otro color establecía abismos prácticamente
insalvables, al marcar también diferencias sociales sustantivas; el color de la piel permitía definir el
lugar a ocupar en el entramado social, hasta la ubicación de unos y otros en las relaciones de
propiedad, sus derechos o falta de derechos, y establecía además, posiciones bien diferenciadas en
la escala de valores individuales y colectivos.
Dicho balance es posible sostenerlo sobre la base estadística legada por los padrones y censos; por
tanto, el asunto debe asumirse primeramente en su dimensión factual y empírico-cuantitativa para
luego pasar a las interpretaciones que pudieran desprenderse de este balance.
Según indican las cifras, la población clasificada como blanca domina mayoritariamente el espectro
demográfico relacionado con los orígenes de Holguín. En 1752, al crearse la jurisdicción, la población
clasificada como tal representaba el 91,2% de los habitantes de la ciudad; la abrumadora mayoría de
aquellos que tuvieron que ver con la fundación de este nuevo espacio regional se incluían en este
grupo racial. El dato es importante por las valoraciones que se desprenden del mismo. Coincide con
las referencias históricas que dan cuenta de una reducida masa de criollos procedentes de Bayamo
que tendría a su cargo la ocupación y distribución de tierras, hecho que estimularía la decisión de
organizar los primeros asentamientos humanos. Peninsulares de una u otra parte de España y criollos
blancos descendientes de aquellos formarían un puño cerrado, unitario y coordinado entre sí a través
del único órgano de poder local establecido entonces, el Cabildo, primero de Bayamo, y luego el de
Holguín. Este reducido conjunto de familias, dueño de todas las formas de propiedad territorial
existentes- dígase hatos, corrales, haciendas, vegas, sitios y estancias de labor, así como los demás
bienes inmobiliarios y mobiliarios urbanos y rurales-, tuvo a su cargo la apropiación gradual del espacio
físico regional y su progresiva conversión en espacio económico; pero también se encargarían de
establecer los primeros patrones sociales y culturales y de levantar los primeros cimientos de la
tradición. Ese embrión comunitario se identificaría entre sí mediante el cordón umbilical de la posesión
de la tierra, lo que justificaría el nacimiento del sentido de arraigo como manifestación consciente de
pertenencia por cuanto reconocerse propietarios o herederos despierta el interés y el estímulo por la
vida estable y genera un sentido de fijación por el lugar tomado como asiento; una manera natural y
hasta primitiva de comenzar a defender lo que se siente como propio cuando median intereses
establecidos, asociados a la propiedad y la herencia. Todo aquel interesado en defender o proteger
bienes adquiridos -de los que depende su vida, su familia y su futuro- ni busca ni tiene la intención de
abandonar esos bienes, máxime si se trata de recursos inmobiliarios como la tierra, en una sociedad
de cultura rural con una herencia feudal venida a galope desde España. Por el contrario, quien se
siente propietario y heredero de bienes se afinca y hecha raíz. La pequeña comunidad fundadora de la
región desarrolló una actitud defensiva cuando se apegó a la tierra como manera de defender el
derecho de tenencia otorgado por un órgano legal. El sentido de pertenencia no se alcanzó por el
altruismo de los interesados sino por una motivación más tangible expresada en el dominio de
posesiones de las cuales se sentían dueños.
El otro hilo que contribuyó a tejer el círculo de esa identidad en gestación fue la manera de
representación social de ese grupo respecto de sí mismo. Existía un facilitador visible, mediante el
cual fluía la comunicación interpersonal y social: saberse y verse como miembros de una misma cepa
etnosocial. La comunidad en ciernes se auto-reconocía en su mayoría como nacidos en la tierra, algo
distantes ya de la madre patria, que los agolpaba en la categoría “españoles de ultramar”. El color
blanco funcionó como una señal de comunión en este primer grupo de poder regional. Sus miembros
se reconocían como iguales entre sí por su pertenencia a una comunidad definida epitelialmente como
caucásica54. La existencia de otros colectivos étnicos que laten en la orilla social, -los aborígenes y sus
descendientes, africanos de diverso origen y sus descendientes-, notables en el siglo XVIII, se
encuentran marginados y subordinados y existen en función de aquellos por los servicios y utilidades
que les brindan.
Precisamente, la coexistencia racial, en un medio social marcado por el blanco como el color del
poder, no hizo más que acentuar la diferenciación social, establecida también según el color de la piel.
El blanco –portador de las relaciones de poder- solo reconocía como tal a sus iguales portadores de
dicho color; el indio, el negro, el mulato, el mestizo, quedaban al margen de la posibilidad de integrarse
eficientemente a esta comunidad histórica. Si para ser reconocido hijo legítimo de Holguín había que
ser identificado como blanco, en los orígenes de esta condición subyacía una profunda obcecación
racial que ha sido arrastrada por esta comunidad y mantenida como prejuicio hasta el día de hoy; pues
el holguinero “de cepa” legó la norma cultural de auto-reconocerse como “blanco”. Esta perspectiva se
acentuó y consolidó con la expansión y el crecimiento de la esclavitud en el siglo XIX. El racismo se
entronizó entonces como discriminación para quienes no exhibían este indicador, básico para lograr su
integración y reconocimiento cabal en su comunidad. Su práctica se articuló en el sistema de las
relaciones sociales como modo de diferenciación cualitativa en medio de un escenario cada vez más
colmado por la presencia multiracial, en el que se hacía necesario establecer y definir fronteras. Lo
más concluyente del caso es que esta mentalidad operó primero en el plano de la psicología común,
se insertó como norma en esa comunidad y se transmitió socialmente de generación en generación.
Dicho patrón psicosocial y cultural ejerce todavía un peso normativo en el sistema de valores sociales
y humanos en el Holguín del siglo XXI. Quiere decir que la formación conductual y las evaluaciones
psicosociales, una vez establecidas, cuando entran en la cremallera de la historia social se sedimentan
y sobreviven decenios y siglos, a pesar de que las condiciones que le dieron origen hayan sido
superadas por la propia historia social. La comunidad fundadora estableció sus pautas y la siguiente
las hizo suyas, una prueba de la conservación de las normas identitarias frente al cambio generado por
el proceso histórico.
Pese a las transformaciones que se operarían casi de inmediato en la composición racial de esta
primera comunidad regional ya había comenzado a fraguar este modelo de representación social que
privilegiaba al color blanco como marca de legitimidad comunitaria. Pero en el censo de 1774 la
población de la jurisdicción había llegado a los 2 440 habitantes, de los cuales el 65,8% se reportaban
como blancos y el 34,2% se contemplaban ya en la categoría de negros y mulatos. O sea, se disparó 54 Las investigaciones biogenéticas y antropológicas más recientes estiman que las diferencias mostradas por
las agrupaciones clasificadas bajo el término razas humanas son mínimas, al corresponder un 99 % en su
composición biogenética; se trata de diferencias esencialmente aparenciales, estructurales y externas, tales
como el color de la piel, la configuración craneal y otros rasgos físico-corporales.
el número de negros y mulatos esclavos o libres, respecto del 8,8% de 1752 (véase tabla no. ). 1 036
hombres y 570 mujeres reconocidos como blancos constituían en 1774 el núcleo demográfico
fundamental, con una marcada descompensación numérica entre ellos, lo cual debe relacionarse con
el incremento de la presencia masculina procedente de la migración hispánica, donde la proporción
femenina históricamente se mantuvo por debajo de la masculina. Si se compara en 1774 la población
total de la jurisdicción de Bayamo -12 250- con la de Holguín -2 440- se nota, por contraste, la
diferencia en el desarrollo demográfico entre una y otra; sin embargo, la población reconocida como
blanca en Bayamo alcanzaba la cifra de 5 995, el 48,9% de su total, por lo que aún siendo Holguín
una jurisdicción acabada de nacer y de contar con una baja densidad demográfica ya tenía un
porcentaje mayor de blancos frente al total de sus habitantes aunque Bayamo la superara en cifras
absolutas. El censo de 1774 es oportuno para este balance porque fue el que marcó, a lo largo de
toda la colonia, el porcentaje más alto de población clasificada como negra y mulata, tanto libre como
esclava, en Holguín55 frente al total de población de entonces. En 22 años, a partir de 1752, se operó
un ascenso vertiginoso de la llamada “población de color” como consecuencia del aumento de la
esclavitud doméstico-patriarcal, nutrida de los arribos de esclavos provenientes de África y de la
reproducción biológica de esta concurrencia meta-étnica de africanos en la región, dando origen a los
criollos de origen africano, tanto esclavos como libres. Para continuar con esta línea comparativa, la
población denominada blanca en la jurisdicción de Santiago de Cuba en 1774, solo alcanzaba la cifra
de 6 525 frente a un total de 19 374 habitantes en esa región, el 33,6%. Santiago de Cuba figuraba
como región de predominio afro desde antes del arribo de la migración francohaitiana a fines del XVIII
y principios del XIX. De las cuatro jurisdicciones de la macro-región oriental, Holguín era la menos
poblada por haber sido la última en fomentarse, pero tenía ya proporcionalmente el mayor volumen de
población blanca frente al total jurisdiccional. En tanto Bayamo se orientaba más hacia el mestizaje y
Santiago afirmaba un predominio de la población negra y mulata; mientras Baracoa mostraba lentitud
en el crecimiento demográfico debido al aislamiento geográfico, a la vez que se mestizaba.
La lectura e interpretación del Cuadro Estadístico de la siempre fiel Isla de Cuba de 1846, realizado en
un período bien avanzado el proyecto colonial-esclavista, sitúa a Holguín como el tercer concentrado
demográfico oriental, al contar con 21 681 habitantes, después de la jurisdicción de Santiago de Cuba
(81 194 habitantes) y Bayamo (25 244); sin embargo, también muestra la segunda concentración de
población clasificada como blanca de todo el territorio del Departamento Oriental, con 16 257,
superada solo por los 21 357 de la jurisdicción de Santiago de Cuba definidos en esta categoría racial.
De los 66 704 habitantes de ese departamento reportados como blancos, los 16 257 de Holguín
representan el 24,3 % de toda la región oriental; la población blanca de Holguín superaba a los 12 525
de Bayamo, los 6 574 de Jiguaní, los 5 582 residentes en la jurisdicción de Manzanillo, así como los 3
250 de Baracoa y los 1 159 ubicados en Saltadero de Guantánamo. Holguín continuaba destacándose
en todo el Departamento Oriental como una región de dominio demográfico de blancos; se acentuaba
así el esquema de la configuración racial como un rasero de diferenciación identitaria en relación con
el resto de las jurisdicciones del oriente del país.
55 Nos referimos a % no a cifras absolutas, pues el arribo de esclavos africanos a la región de Holguín continuó y
creció considerablemente durante toda la primera mitad del siglo XIX; sin embargo, su número nunca volvería a
alcanzar el 34,2% de la población total, como sucedió en el conteo de población de 1774.
El Censo de 1861 confirma la prolongación de esta tendencia y la acentúa al ubicarse la jurisdicción
de Holguín como la más blanqueada de todo el oriente cubano, al ascender a la cifra de 40 852
blancos de un total de 52 123 habitantes en esta jurisdicción, o sea, el 79% de la población. El dato
anterior se reafirma en las Noticias Estadísticas de la Isla de Cuba de 1862, publicadas por Armildez
de Toledo, donde se constata la existencia de 793 484 blancos en toda la Isla, de los cuales 126 339
estaban en el Departamento Oriental, de ellos 41 392 en Holguín, para un 32,7% del total de este
Departamento y el 5,2 % de los reconocidos como blancos en todo el país56.
En la jurisdicción de Holguín se confirma, al cerrar la primera mitad del siglo XIX, la tendencia al
predominio de población blanca, línea visiblemente definida desde el siglo XVIII; la jurisdicción
despuntaba como uno de los bolsones raciales de la blanquitud, lo que corrobora la apreciación
establecida en el imaginario popular y en la mentalidad psicosocial comunitaria desde mucho antes.
Téngase en cuenta que en 1862 Holguín había dejado atrás en población blanca a Santiago de Cuba,
que solo reportaba 27 743 habitantes portadores de esta condición racial y a Bayamo, con solo 17 046;
el resto de las jurisdicciones orientales quedaban también a la zaga de Holguín en este indicador
demográfico.
En el último cuarto del siglo XIX tuvo lugar la primera segregación territorial de la jurisdicción de
Holguín, lo que significó para ésta un corte demográfico con la correspondiente pérdida de población,
al crearse la jurisdicción de Gibara, separación que se consumó tras cumplirse los procedimientos
legislativos y ejecutivos correspondientes para la aprobación de dicho cambio político-administrativo,
entre 1873 y 1875. Esta incisión condujo a interpretaciones y análisis erráticos al quedar restada y
por ende disminuida la población de Holguín para los censos de 1877, 1887 y 1899. Se pudiera
sobreentender un derrumbe demográfico en Holguín cuando en realidad se trataba de una
transferencia y redistribución de su población, ahora compartida con Gibara. En 1899 el municipio
Holguín exhibe un 79,5% de población clasificada como blanca y una supuesta pérdida de población
reconocida censalmente como negra (5,1%) mientras el resto se diluye entre mestizos (15,2%) y
chinos (0,1%). Lo cierto es que han ocurrido modificaciones importantes tanto en la clasificación
técnica del censo de 1899, pues este último recoge a un alto número de mulatos ahora clasificados
como mestizos, así como en la ubicación territorial de la población negra de Holguín, ya que una parte
importante de la misma se encontraba en los partidos que pasarían a Gibara, por lo que no pocos de
los habitantes negros de Holguín habría que encontrarlos en los registros demográficos de Gibara. Fue
allí donde creció más la masa esclava relacionada con la incipiente industria azucarera, al convertirse
esta jurisdicción en un bolsón oriental de la llamada Cuba A o Cuba plantacionista.
Tabla2
Resumen de la composición racial en la región de Holguín en el siglo XIX.
Año Total Blancos Esclavos Libres
• 1827 17 729 12 182 2 585 2 962
• 1841 23 635 16 786 4 189 2 660
56 En la categoría de la raza blanca el Cuadro Estadístico de 1862 ubica también a los yucatecos y asiáticos,
quienes para el caso de Holguín eran 8 y 100 respectivamente, una cifra bastante exigua. Véase: Armildez de
Toledo. Noticias estadísticas de la Isla de Cuba, 1862, p. 1
• 1861 52 123 40 852 4 226 7 045
• 1887 32 238 28 766 3 472 negros libres.
• 1899 34 506 30 291 962 negros, 5 chinos y 3 248 mestizos.
Fuente: Censos del siglo XIX en Cuba. Tabla elaborada por el autor.
Sin embargo, es insostenible que la región de Holguín haya quedado al margen de la presencia
africana y a la incubación del componente negro en su seno; se acepta que el peso de la población
blanca haya pretendido subsumir el legado africano y negro-criollo en Holguín hasta límites que
denotan el interés consciente de su invisibilidad, tal vez con la intención de hacerlo ver intrascendente,
una señal propia de autenticación del ideario racista de entonces. Sin embargo, al hacer uso de la
metodología comparativa que exige la etnografía racial, se observa que la masa de negros y mulatos
en Holguín, fueran estos libres o esclavos, aparece casi siempre en minoría cuando se contrasta con
el total de la población, inclusive en aquellos períodos en que tanto los esclavos como los libertos
crecieron considerablemente; sin embargo, esto no justifica la ausencia del reconocimiento de su
importancia en el escenario regional; tampoco ha sido común el establecimiento de comparaciones
entre la demografía racial de Holguín con la de otras regiones de la Isla marcadas en profundidad por
la esclavitud; resultaría curioso comparar el comportamiento demográfico del negro en Holguín con
otras regiones como Bayamo y Santiago de Cuba; por su cercanía geográfica e histórica a Holguín, en
el caso de la primera y por haber sido un nicho esclavista en el escenario insular de los siglos XVIII y
XIX, para el caso de la segunda.
Sería justo y lógico iniciar esta comparación entre las jurisdicciones de Bayamo y Holguín haciendo
uso de las estadísticas demográficas del Censo de 1774, por lo que este contiene. En ese año censal,
Bayamo contaba con 2 232 esclavos y 4 023 mulatos y negros libres; la suma de ambos alcanzaba
la cifra de 6 255, un 50% de la población jurisdiccional; en cambio, Holguín tenía solo 297 esclavos y
547 mulatos y negros libres, para un total de 844, cifra que significaba el 34,6 % de su población; de
esta diferencia es posible hacer algunas inferencias; primero, en Bayamo se había acentuado la
esclavitud doméstico-patriarcal y su corolario de población liberta hasta el grado de rebasar algo más
de la mitad de sus habitantes; mientras Holguín, veintidós años después de su segregación de
Bayamo, tenía relativamente una baja densidad de masa esclava y libre, un indicio probatorio de que
los hatos y haciendas mercedados hasta entonces apenas habían constituido un estímulo para el
crecimiento de esta clase productiva; en segundo lugar, en relación con Bayamo, Holguín era una
periferia despoblada, un territorio en el umbral primario de su crecimiento. Tal desbalance permite
consentir que Holguín haya sido un desprendimiento territorial de una de las porciones más
arrinconadas de Bayamo. Se destaca Bayamo como uno de los epicentros de población liberta en la
región oriental debido a las posibilidades que brindaba la esclavitud doméstica y patriarcal para la
obtención de libertades, uno de los motores compulsivos del incremento de población criolla y
mestiza.
En cambio, cuando se compara la población esclava y liberta de la jurisdicción de Holguín con la de
Santiago de Cuba el desbalance se acentúa mucho más, en detrimento de Holguín, lo que indicaba
que esta última no tenía ningún rango importante dentro de los espacios regionales marcados y
reconocidos por esta impronta. Santiago si lo era, pues de 19 374 habitantes en 1774 tenía una
población esclava de 5 765 más 6 084 libertos, para un total de 11 849, el 61,1% de la población total
de esa jurisdicción. Si Bayamo y Santiago figuraban en el último cuarto del siglo XVIII como regiones
con una visible presencia de esclavos y libertos, Holguín se quedaba por detrás aunque no eximida de
esta presencia. Por ello se sobreentiende que la participación sociocultural y el lugar del negro y el
mulato en la composición demográfica ocupara una posición subalterna en Holguín desde entonces,
no tan destacada como en los casos de estas dos jurisdicciones de la comarca oriental. Si Santiago de
Cuba y Bayamo despedían el siglo XVIII con la mitad o más de su población considerada negra y
mulata, Holguín hacía lo contrario, tras convertirse en el principal centro demográfico de población
blanca del Departamento Oriental de acuerdo al total de sus habitantes.
Los datos que vienen confirman la estabilidad de esta tendencia a lo largo del siglo XIX la cual se
mantiene sin grandes variaciones a pesar del ingreso de nuevos contingentes de esclavos
procedentes de África, del creciente número de nacimientos naturales de esclavos y del incremento de
la población liberta. En términos cuantitativos, no de porcentajes frente al total demográfico, hubo en
Holguín un ascenso de la presencia negra y mulata, fueran esclavos o libres, durante las seis primeras
décadas de ese siglo, entre 1800 y 1868. Es pertinente fijarse en las deducciones que se derivan de la
información brindada por los censos de este período. En 1827 la jurisdicción de Holguín reportaba un
total de 17 729 habitantes, de los cuales 12 182 se reconocían como blancos (68,7%) mientras los
esclavos ascendían a la cifra de 2 585 y los libertos a 2 962; para el año 1841 la jurisdicción llegaba a
los 23 635 habitantes, de ellos 16 786 eran blancos mientras los esclavos reportados eran 4 189 y los
libertos 2 66057, quienes en conjunto sumaban un total de 6 849; en 1861, los esclavos en Holguín
alcanzaban su punto más alto en la historia regional: 4 226, acompañados también de la más alta cifra
de libertos que tuvo esta jurisdicción: 7 045. Pero, aún así la población esclava y liberta de conjunto
llegaría solo al 21% del total de los habitantes en el referido año. En consecuencia, Holguín mantuvo
una línea de desarrollo demográfico definido por una supremacía cuantitativa estable de población
blanca como núcleo estadístico básico a lo largo del siglo XIX, confirmado por los restantes censos de
1877, 1887 y 1899. Así lo confirma esta tabla resumen:
Tabla 3.
Composición racial de la región de Holguín entre 1752 y 1899.
• Año % blancos negros mestizos chinos.
• 1752 91, 2 8, 8 ---
57 Las cifras de esclavos y libertos en los censos de este período estaban expuestas a un amplio margen de
error así como a imprecisiones cuantitativas, debido a múltiples factores, tanto de tipo técnico como legal; los
dueños de esclavos muchas veces reportaban cifras alteradas según sus conveniencias, cuestión que introduce
inexactitudes en este tipo de control demográfico. Como se observa, el reporte de la cantidad de libertos en
1841 en Holguín era inferior a lo que declaraba el censo de 1827, cuando debía ser todo lo contrario; ello debe
estar dado por un error en la toma estadística pero también pudo ocurrir una disminución de estos libertos por
las posibilidades de movilidad que le fueron permitidas una vez obtenida la libertad; el traslado a otras
regiones en busca de mejores condiciones de vida fue una opción al alcance de sus posibilidades de modo que
la disminución de los libertos en Holguín por esta razón es una probabilidad, aunque esta supuesta disminución
se desmiente en el Censo de 1861 al alcanzar el número más alto en toda la historia colonial de Holguín.
• 1774 65, 8 34,2
• 1792 69, 0 31,0
• 1827 68, 7 31,3
• 1861 79, 0 21,0
• 1899 79, 5 5,1 15,2 0,1
Fuente: Padrones y Censos de los siglos XVIII y XIX en Cuba.
Tabla elaborada por el autor.
Un balance sumario de la composición étnica y racial en el Holguín colonial sitúa a esta región en el
hervidero de una cubanidad todavía en ciernes; con predominio de una población blanca nacida en el
territorio frente a otros grupos de población sesgados de ésta por el color de la piel, señal que explica
en parte la vigencia, tanto de actitudes racistas como de prejuicios raciales; estos últimos
subyacentes en la mentalidad local y regional, al privilegiar una ontogénesis y filogénesis inclinada a
legitimar la identidad del sujeto holguinero reduciéndolo a una representación maniquea del sujeto real.
Dejar fuera la participación multirracial como eje dinámico prevaleciente tanto en el curso de los
procesos demográficos como en las diferentes tendencias de desarrollo de los grupos humanos
participantes en la constitución social y cultural de Holguín y su población sería una concesión
reduccionista que debíamos evitar, cuyo postulado principal ha mostrado históricamente un interés por
dispensarle al núcleo de población reconocida como blanca el sello certificante de la holguineridad.
Rémora que se arrastra hasta el momento en que se escriben estas páginas, destinadas a demostrar
el papel que desempeñan los estudios etnodemográficos en el intento por esclarecer, comprender e
interpretar al ser local/regional y de cómo el pasado y la tradición siguen siendo fuentes inagotables
para explicar nuestro presente como región histórico-cultural de Cuba.
NOTAS SOBRE EL BAGUANO COLONIAL 1514 – 1867
Autor: MSc. José F. Novoa Betancourt.
Al actual Municipio Báguano, nacido en 1976 y con una extensión territorial de 805,9 Km2, se acordó
asignarle el nombre de una de sus poblaciones urbanas, desde entonces su cabecera y que naciera
antes, en 1918, al calor del fomento de un Central Azucarero. La empresa se edificó dentro de la
hacienda denominada Báguanos, que incluía los terrenos de una de las antiguas posesiones
desplegadas en el lugar durante el siglo XVIII por la familia terrateniente holguinera Ávila Bermúdez de
Castro.
No obstante la historia atesorada en ese espacio territorial contemporáneo es muy anterior al siglo
XVIII y se sumerge en la etapa precolombina de nuestra región. Báguano es una de las pocas
comarcas de la actual Provincia de Holguín que puede resaltar tal riqueza de continuidad histórica
desde la conquista hasta la actualidad.
Es nuestro objetivo brindar, lógica e históricamente, la mayor parte de la información que hemos
localizado sobre el territorio en varias fuentes, primordialmente de Archivos, muchas de ellas inéditas,
para facilitar futuros trabajos de investigación sobre el mismo.
En el plano cronológico estimamos que la historia de la zona se puede clasificar en tres etapas: 1514 –
1553: Encomienda, 1553 – 1653: sociedad campesina dispersa y 1653 – 1867: sociedad terrateniente.
Entre 1653 y 1867, la colonización ganadera y agrícola centró la vida de la zona y esta larga fase de
existencia pudiera definirse en dos etapas cualitativas diferentes: a) 1653 – 1812: etapa de la
formación de los hatos y corrales; b) 1812 – 1867: etapa de la estructuración y perfeccionamiento de la
estructura administrativa colonial zonal.
Es necesario aclarar, desde el inicio, que las denominaciones político administrativas territoriales
cambiaron algunas veces en la etapa a estudiar y que ello, junto a la falta de la localización y
sistematización de los documentos originales, dificulta mucho el establecimiento de series estadísticas
y la visión científica del todo. Todavía la historia colonial del Municipio Báguano en mucho, es la
historia de algunos lugares y de algunas personalidades. Quizás este esfuerzo motive a otros más
capaces a la búsqueda, la reflexión y la escritura.
LA ENCOMIENDA DE ALCALA (1514 – 1553).
La primera presencia española en el territorio baguanense pudo ocurrir entre 1512 y 1513. Por la zona
tal vez pasó desde Barajagua hacia Bani, la expedición punitiva enviada por Diego Velásquez en
¿1512? que bajo la guía de Francisco de Morales tenía la misión de conquistar las regiones indias de
Barajagua, Bani y Maniabón, tarea cumplida por el brutal conquistador con saña y crueldad.58 A su
vez, cuando el 4 de octubre de 1513 Velásquez partió desde Baracoa para fundar las restantes villas le
narró al Rey como llegó ¨ a las provincias de Bany, y Bacaxagua, donde estuve 4 – 5 días, ¨59 siendo
también probable su visita.
La explotación colonial de la zona se inició muy tempranamente, posiblemente alrededor de 1514,
cuando Diego Velásquez ¨ señaló a cada cristiano un pueblo de indios, conforme a la calidad de las
personas, ¨60 según informara al Rey describiendo las acciones que ya había adoptado en la región
oriental de Cuba.
Fue Alcalá según ha probado la arqueología uno de aquellos sitios donde se repartió la tierra y se
crearon Encomiendas en beneficio del enriquecimiento de los conquistadores. Alcalá logró ser una de
las primeras toponimias de nombre castellano en la región y pudo inspirarse en el monje sevillano San
Diego de Alcalá (1400 – 1463), santo patrón que enmarca la efeméride de su culto el día 12 de
noviembre de cada año. Tampoco se puede desechar en el campo hipotético que el primer propietario
se apellidara Alcalá.
En ese lugar se mantuvo ininterrumpidamente una comunidad humana desde los finales del siglo XV
hasta los finales del siglo XVII,61 depositaria de las experiencias vividas desde las crueles
Encomiendas hasta el posterior desarrollo de una economía hacendaría ganadera. Se integró en el
área un grupo humano donde, en el proceso transculturador, se efectuaron seguramente importantes
58 Portuondo, Fernando. Historia de Cuba 1492 – 1898. Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
1975. Ver mapa, p. 61.
59 Portuondo, Fernando. Tres temas en torno a la conquista de Cuba, p. 19.
60 Venegas, Carlos. Colonización y expansión urbana. Primera etapa 1510 – 1658, p. 113.
61 Valcárcel, Roberto. Introducción a la arqueología del contacto indohispánico en la provincia de
Holguín, Cuba, p. 69.
transformaciones en las conciencias y en las costumbres, fundiendo las costumbres aborígenes con
las castellanas.
En Alcalá pudo existir una o varias estancias, administradas por algún estanciero o bajo la dirección de
un capataz, poseída por alguno de los importantes personajes de la elite conquistadora residentes
entonces en Santiago de Cuba o Bayamo. Su objetivo pudo ser producir casabe y carnes de cerdo
para las minas de oro en la región de Santiago de Cuba.62
Para 1539 la Encomienda de Alcalá era posesión del tesorero del cabildo de Santiago de Cuba,
conquistador apellidado López Hurtado, aspecto que no debe extrañar porque aquel territorio era
demarcación entre los territorios de Bayamo y Santiago de Cuba, límites entonces flexibles y que
mucho más tarde sí se aclararían hacia la boca de la bahía de Nipe y el río Aguas Verdes.63
En Alcalá, en 1538, dentro de la gran insurrección aborigen iniciada en 1520 y pronta a fenecer en
1540,64 había indios encomendados ¨ que disfrazándose y pintándose caras y cuerpos, se disimularon
cimarrones, ¨65 provocando incendios y la muerte de estancieros.
Las Encomiendas desaparecieron finalmente en 1553 por orden del gobernador Gonzalo Pérez de
Angulo que, luego de una larga oposición de los Encomenderos, hizo al fin cumplir las Leyes Nuevas
de 1542 donde se decretara su abolición.
Producto a la crisis de la economía minera aurífera y a la despoblación de la colonia, la actividad
pecuaria y agrícola fue ocupando el centro de la vida económica cubana desde la década de 1540,
multiplicándose desde 1550 la aparición de hatos (ganado mayor) y corrales (ganado menor).66
Desaparecida la Encomiende de Alcalá, la población sobreviviente del lugar entre los años 1553 y
1653 estimamos derivó hacia un campesinado autosuficiente y disperso, conectada ocasionalmente
por imperativos económicos o culturales a otras comunidades semejantes próximas, como las
presentes en las zonas de Banes, Barajagua y Holguín. Dentro de esa pequeña comunidad humana
debió efectuarse un intenso proceso de transculturación desde lo aborigen y lo hispano, conformando
una nueva agrupación sintetizadora de formas culturales de ambas, sobre el tronco cultural hispano
dominante.
Entonces la zona de Alcalá y sus territorios aledaños pertenecía al partido de Holguín, uno de los
territorios bajo la administración del cabildo de Bayamo, partido que había tenido su origen colonial
62 Riverend, Julio Le. Problemas de la formación agraria de Cuba. Siglos XVI – XVII, pp. 25, 26 y 31.
63 Portuondo, Olga. Trayectoria histórica de Santiago de Cuba, p. 17. Señala la Dra. Portuondo que se
hacía entonces imposible deslindar el territorio rural de Santiago, Bayamo y Baracoa porque los
estancieros tenían tierras en cualquiera de esas demarcaciones.
64 Ibarra, Jorge. Las grandes sublevaciones indias desde 1520 hasta 1540, y la abolición de las
Encomiendas, p. 24.
65 Venegas, Carlos. Ob. Cit, p. 116.
66 Instituto de Historia de Cuba. La Colonia, p. 117.
más cercano al inaugurarse según la tradición, por el capitán extremeño García Holguín, el hato de
San Isidoro, en cayo Llano, el 4 de abril de 1545.
ETAPA DE LA FORMACIÓN DE LOS HATOS Y CORRALES 1653 – 1812.
El pequeño núcleo poblacional de Alcalá, la existencia de una amplia faja de tierras realengas y su
relativa cercanía a la bahía de Nipe, puerto siempre proclive al comercio de rescate, despertaban en la
segunda mitad del siglo XVII, el interés expansionista de los terratenientes de Bayamo.
Realmente la expansión hacia la costa norte había arrancado lenta y lejanamente en el último tercio
del siglo XVI al mercedarse las sabanas de los Saos y Cacocum en las riberas del Cauto y,
particularmente en 1599, al precisarse el hato de Cacocum, hecho que obligó a las nietas de García
Holguín, esparcidas libremente entorno al viejo asiento, a amojonar y expandir el hato originario,
multiplicándolo legalmente en el año 1600 en tres: Holguín, Uñas y Las Cuevas.
La nueva fase colonizadora arrancó después de una pausa de medio siglo. El 10 de julio de 1653 el
Alférez Melchor Gama, solicitó al cabildo de Bayamo que se le mercedaran las tierras de Alcalá, en la
banda norte de la Jurisdicción, para fomentar un corral.67 La adjudicación legal parece demoró algo,
porque la toma de posesión por Gama no se efectuó hasta el año siguiente de 1654,68 asumiendo la
propiedad finalmente la denominación de hato y corral de San Diego de Alcalá, en acto de continuidad
con la toponimia ya establecida en el siglo XVI.
El hato recién fundado, algunos años más tarde, debió organizarse bajo la forma de una Hacienda
Comunera, forma de estructuración de la posesión ganadera surgida hacia 1650, aunque ahora
desconocemos el valor domínico que inicialmente se le asignó en los denominados pesos de posesión
o pesos de tierra.69
Entre 1654 y el año 1700 el Corral se mantuvo dentro del patrimonio de los descendientes de Gama.
Estos, en el 1700, lo traspasaron a Luis de la Torre Leyte Rodríguez,70 hijo del inmigrante jamaicano
alférez Juan Manuel de la Torre y Fuentes y de la bayamesa María de las Nieves Leyte Rodríguez
(1638 - 1741).
El clan terrateniente de la familia Torre Leyte Rodríguez, ya cimentado en el hato de las Cuevas y
profusamente emparentada con las restantes familias hateras de Holguín, parece estaba intensamente
interesada en el domino de la banda noreste de la Jurisdicción bayamesa hacia Nipe, porque casi
seguidamente, el 22 de octubre de 1703, el cabildo bayamés le autorizó al propio alférez Juan Manuel,
mediante un amparo, la apertura en realengos de aquella área de un sitio de crianza de mulas, en el
67 Ávila y Delmonte, Diego de. Memoria histórica del hato de San Isidoro de Holguín, p. 93.
68 Ídem.
69 Para más información sobre la hacienda Comunera consúltese de Benito Celorio ¨ La hacienda
Comunera ¨ de 1919.
70 Ávila y Delmonte, Diego de., p. 93.
paraje denominado del Sao de Hernando y luego San Fernando, origen del hato de San Fernando, un
punto más de expansión en aquel territorio.71
El corral de Alcalá, Luis lo ocupó por diez años, traspasándolo en 1710 a su cuñado Diego de Ávila
Batista, esposo de su hermana Salvadora de la Torre (1667 – 1743) 72 y este lo vendió, más adelante,
a su hijo Diego de Ávila y de la Torre (1703 – 1773)73 en el año 172474 aunque la operación de
compraventa, entonces no se protocolarizó.
La unión matrimonial consumada alrededor de 1682, entre Diego de Ávila Batista, hijo de Rodrigo Ávila
López, descendiente de García Holguín y uno de los poseedores principales del Hato de Holguín y de
Salvadora de la Torre, una de las herederas del clan familiar de los Torre Leyte Rodríguez, emparentó
en estrecho lazo a dos de las principales familias terratenientes de la región. Sus sucesores, en
especial Diego de Ávila y de la Torre, hicieron mucho para continuar consolidando política y
territorialmente el poder de los mencionados clanes familiares.
Diego de Ávila y de la Torre estaba casado con la santiaguera Juana González Norate,75 matrimonio
realizado hacía 1730 y entre sus hijos, en 1748 le nacería Diego Ramón, su futuro principal heredero.76
Entre 1724 y 1737 Diego de Ávila y de la Torre, en fecha ahora no conocida, denunció e inauguró el
Hato de San Juan de la Puerca y adquirió por compra o herencia a San Fernando. En 1737, ya
probablemente fallecido su padre, protocolarizó legalmente el 28 de julio77 su anterior compra del
Corral de San Diego de Alcalá y, el 4 de octubre de 1738, solicitó al Teniente a Justicia y Guerra del
Partido, capitán Diego de la Torre y Hechavarría, se le amojonaran sus linderos, porque según el
historiador don Diego de Ávila y Delmonte era esa una ¨ época de experimentar muchos daños y
perjuicios de los mayorales de las haciendas de los colindantes,¨78declaración muy importante que
apunta hacia la intensa actividad de explotación ganadera de la zona y a los conflictos entre los
poseedores.
En 1745 a Diego de Ávila y de la Torre ya no le bastaban sus posesiones de la Puerca, San Fernando
y Alcalá y denunció los realengos de Tacajó y Bijarú, los que se le reconocieron en 1746,
71 Ibídem, p. 108.
72 Archivo Catedral de San Isidoro de Holguín (ACSIH). Defunciones de Blancos. Año 1743, escritura
196.
73 ACSIH. Defunciones de Blancos. Año 1773, escritura 619.
74 Ávila y Delmonte, Diego de., Ob. Cit., p. 93.
75 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Lorenzo Castellanos. Año 1763. Folio 69v. Testamento
de Juan González Norate.
76 ACSIH. Bautizos. Año 1748. Escritura 331.
77 Ávila y Delmonte, Diego de., Ob. Cit., 94
78 Ibídem.
inaugurándose el hato y corral de Tacajó y Bijarú.79 La toponimia ¨ Tacajó ¨ pudo nacer del nombre del
río de igual denominación que cruza la zona y ¨ Bijarú,¨ similarmente, adoptando el nombre del río
homónimo que es afluente del Tacajó y nace en la falda meridional del Pilón de Rancho Nuevo.80
Hacia 1750 el clan familiar de los Ávila, cerrando sus dominios sobre el área, ubicó al santiaguero Juan
Bermúdez de Castro Suárez de Alcantar matrimoniado con María Lorenza de Ávila Batista de Acosta,81
familiar cercana de Diego, en el realengo de Báguano, estableciendo el Corral de Báguano.
El 18 de enero de 1752 cuando nació la Jurisdicción de Holguín, la zona de Alcalá y Báguano se
mantuvo como sus límites orientales con la Jurisdicción de Cuba. Describiendo estos límites poco
después se hablará entre ellos ¨ del monte de Báguano. ¨82
Dentro de la flamante Jurisdicción el área correspondiente al actual Municipio quedó primeramente
desde alrededor de 1760, dentro del Partido pedáneo de Almirante, ubicación política administrativa
que compartirá hasta 1804.83
En el primer Cabildo de Holguín, Diego de Ávila y de la Torre ocupó el cargo de Regidor Alcalde Mayor
de la Santa Hermandad84 y Juan Bermúdez de Castro alcanzó uno de los dos cargos de Alcaldes
Ordinarios para ese año. Sobre la gestión de este Alcalde un anónimo historiador valoró mordazmente
en 1914 que ¨ o hizo bien poco o no hizo nada, cuando de su paso por la alcaldía no ha quedado más
noticia que su nombramiento. ¨85
Para el 29 de marzo de 1754 el gobernador Alonso de Arcos y Moreno adjudicó los realengos de San
Fernando, Dajaos y Limones al hatero José de Leyva y Castro Ruiz de la Ruelda matrimoniado con
Rosa de Ávila y de la Torre (1683 – 1770)86 el que, ni corto ni perezoso, rápidamente en 1756 los
transfirió a su cuñado Diego de Ávila y de la Torre,87 operación que parece responder a un acuerdo
previo entre ellos. Pero la entrega de las mencionadas tierras realengas no pasó en paz pues, al
79 Ibídem., p. 95.
80 Pezuela, Jacobo de la. Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba. Tomo I, p.
186
81 García Castañeda, José A. La Municipalidad holguinera, pp. 71 y 72. Su testamento en AHPH.
Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Año 1758. Folio 11. Para más información ver:
AMHP. Fondo García Castañeda. Documento 355.
82 AHPH. Tenencia. Legajo 63. Legajo 63. Expediente 1920. Folio 10 – 10v.
83 ANC. Gobierno General. Legajo 490. Número 25132. En 1775 la zona se ubica dentro de eses
Partido, uno de los cuatro, junto a Cacocum, Uñas y Aguarás de la jurisdicción..
84 García Castañeda, José A. Ob. Cit., p. 71.
85 ¨ Cosas viejas de Holguín ¨. En: Revista Municipal y de intereses económicos. Tomo IX. Número1.
La Habana, 1 de enero de 1914.
86 ACSIH. Año 1770. Escritura 354.
87 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Año 1756. Folio 4.
parecer, quedaron fragmentos no adjudicados. Entre 1766 y 1768 hubo litigios sobre ellos entre Diego
de Ávila y Esteban Infante, debatiéndose uno y otro por su posesión plena.88
Para la tranquilidad de los principales terratenientes de la nueva Jurisdicción de Holguín respecto a su
real posesión de las tierras, en particular las ocupadas posteriormente a 1729, fecha de prohibición
de las mercedes de tierras por los cabildos, el 25 de diciembre de 1756 el Rey declaró las poseídas
por Diego de Ávila y de la Torre, en calidad de tierras ¨ agraciadas, ¨ fijándoseles una ilimitada
posesión.89
Báguano vivió su primer cambio en 1758 cuando su poseedor Juan Bermúdez de Castro le arrendó la
mitad del mencionado corral a Francisco del Castillo. En la mitad restante, Juan tenía 32 reses y de
mayoral a Francisco de Molina, que cultivaba una rosa de tierra con 2000 matas de yuca y 200 cepas
de plátano para el autoconsumo, explotándose a cuatro esclavos.90
Un censo ganadero de 1764 reportó que Diego Ramón de Ávila González poseía en el hato de Alcalá
40 cerdos y en San Fernando 130 reses, y su hermano Eusebio 30 reses en Tacajó, mientras su primo
Blas de Ávila Marrero91 declaró dos reses y 60 cerdos en Bijarú. En Báguano, José Bermúdez de Ávila,
hijo del poseedor del Corral tenía junto a su madre, 60 reses y 30 cerdos.92 En 1765, para el impuesto
de la alcabala se realizó una nueva declaración jurada de las posesiones y Diego Ramón de Ávila,
declaró que la hacienda de Alcalá y San Fernando le rendían una ganancia anual de 100 pesos.93
Las cifras ganaderas declaradas por los poseedores, sin obviar la clásica costumbre de rebajar las
cantidades reales para reducir el impacto de los impuestos, apuntan hacia una crisis de la ganadería
extensiva y a un quebranto económico de la familia Ávila en la zona. Esta situación permitiría explicar
por qué en los años de 1772 y 1773, Diego Ramón de Ávila y su hermano Blas vendieron la mayor
parte de sus posesiones de Alcalá, la Puerca, San Fernando y Bijarú al bayamés Manuel Santiesteban
Muñoz y Brisuelas, por valor de 5 432 pesos, manteniendo Diego Ramón para sí 500 pesos de
posesión en Alcalá94 y conservando intactas sus posesiones en Limones.
En 1772, ya iniciado el proceso de la venta de las haciendas, Diego Ramón de Ávila le vendió 100
pesos de posesión con un valor de 280 pesos a su hijo Diego de Ávila González de Rivera,95 una
forma de mantener sus intereses en la zona. Otros miembros de la familia mantuvieron determinadas
88 ANC. Relengos. Legajo 97. Número 167. Folios 6 y 6v.
89 Ávila Delmonte, Diego. Ob. Cit., p. 95 y José a. García Castañeda. Ob. Cit., p. 147 y 148.
90 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Año 1758. Folio 11.
91 ACSIH. Matrimonios. Año 1745. Escritura 113.
92 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales. Legajo 17. Número 7
93 Ibídem. Intendencia General de Hacienda. Legajo 388. Número 41.
94 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Años 1772, Folio 6 y 29 y en 1773, Folios
2v y 37.
95 Ibídem. Años 1772, Folio 29.
posesiones de tierras y animales de cría tanto en Alcalá como en Bijarú. Por cierto, en Bijarú ya
existía en 1773, un Ingenio de azúcar.96
Para 1775 existe un Padrón de las fincas rurales de la Jurisdicción de Holguín que facilita apreciar la
organización de las posesiones agro ganaderas.
En Bijarú y la Puerca el poseedor lo era Manuel Santiesteban Muñoz (residía en la ciudad de Holguín);
ambos sitios bajo la responsabilidad del Mayoral José Báez (1747 -?) y explotándose en el primero un
esclavo y en el segundo cinco. En Tacajó, Diego Ramón de Ávila González (residía en la ciudad de
Holguín) utilizaba al mayoral Cosme Rodríguez (1750 - ?), matrimoniado con Gregoria Ravelí, pardos
libres, dirigiendo a los peones Luis Rodríguez (1760 - ?) y Antonio Pérez (1756 -?) y a dos esclavos.
Tacajó mostraba también la presencia de otra posesión, en manos de José Ochoa (residía en la
ciudad de Holguín), trabajada por el mayoral Alonso Rodríguez, viudo, con dos hijas de 12 y 16 años
respectivamente, dirigiendo al peón Francisco Antonio Almaguer (1749 - ?) y a dos esclavos.97
José Ochoa Aispurua, de origen vasco, era desde febrero de 1751 el esposo de Rosalía de Ávila
González98 hermana de Diego Ramón y además de Tacajó poseía tierras en el realengo de Dajaos,
Dijacas y el Mijial y es probable las hubiera recibido por herencia o por donación de la familia. También
se destacaba en el negocio tabacalero dentro del cual por largos años, desde 1778 y hasta inicios del
siglo XIX, actuaría como el representante en la Jurisdicción de la Real Factoría de Tabacos de la
Habana.99
El padrón de 1775 muestra una muy baja ocupación física del espacio geográfico rural en el territorio,
en un índice de la baja productividad provocado por la ganadería extensiva y la pobreza general de
los cultivos en boga, todos ellos indicadores del panorama económico reflejado en el predominio del
autoconsumo en la Jurisdicción, todavía lejos de los impactos de una economía mercantil.
Para 1780 ya había muerto Manuel Santiesteban Muñoz y su viuda, Leonor Muñoz, le vendió las
haciendas de San Fernando, Alcalá, la Puerca y Bijarú a José de Peña en más de 1000 pesos.
Entonces el conjunto de sitios de Alcalá, San Fernando y la Puerca los denominó la hacienda de San
Juan Nepomuceno,100 denominación confusa y extraña porque una era la hacienda de San Juan de la
Puerca y la otra el corral de Alcalá.
El 15 de marzo de 1800 un estudio sobre los realengos en la Jurisdicción de Holguín informaba que en
las haciendas de Limones y Dajaos, San Diego de Alcalá y Báguano existían 1 685, 925 caballerías de
tierra.101 Esas cifras de tierras realengas eran una muestra de las gigantescas potencialidades
96 Ibídem. Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Año 1773. Folio 2v.
97 ANC. Gobierno General. Legajo 490. Número 25132.
98 ACSIH. Matrimonios. Año 1751, Escritura 173.
99 ANC. Gobierno General. Legajo 544. Número 27102. Carta del 23 de Noviembre de 1778 y AHPH.
Protocolos Notariales. Año 1808. Folio 54v.
100 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Castellanos. Año 1780. Folio 32v y 146.
101 ANC. Gobierno Superior Civil. Legajo 630. Número 19886. Folio 21.
agrícolas no explotadas del territorio en ese tiempo. Estos estudio sobre realengos a inicios del siglo
XIX respondía al interés de la corono española que valoraba la realización de proyectos colonizadores
para fomentar la población blanca y la creación de riquezas en la Colonia.
Otro de los planes colonizadores correspondía al fomento de asentamientos en los territorios entorno a
la bahía de Nipe. En tal sentido el 11 de noviembre de 1802 el funcionario Francisco Joseph Griñán le
comunicó al Gobernador oriental Sebastián Kindelán sobre la disposición de cursar cartas informativas
sobre dichos proyectos a los poseedores de las haciendas del área de Nipe, refiriéndose a los dueños
de las tierras de Arroyo Blanco, Mayarí, Juliana, Sabana Yegua, Tacajó, Bijarú, Cortaderas, Ramón y
Entrecascos,102 en las Jurisdicciones de Holguín y de Santiago de Cuba.
En 1804 la Tenencia de Gobierno de Holguín reestructuró las viejas capitanías de partido y creó para
todo el territorio de la costa norte el Partido de Bariay,103 extendido desde el área de Gibara hasta la de
Nipe y desde esta, hasta la zona de Báguano, limítrofe con el Partido de Cacocum.
En 1804 Diego Pérez Cabrera declaraba poseer en San Fernando de la Puerca 200 pesos de
posesión,104 y en 1807 le compraba allí mismo a Manuel de Jesús de Peña, descendiente de José de
Peña, otros 200 pesos de posesión.105. Por esa apoca ya se había iniciado la historia del sitio La Güira,
al declarar en su testamento Bernardo Reynaldo Peña, poseer en el lugar 100 pesos de posesión.106
Entre 1805 y 1806 se produjo una reclamación ante el Gobierno por los poseedores Miguel Bermúdez
de Castro y Francisco García Ibarra sobre sus derechos respectivos a la explotación del realengo de
Báguano.107 Desconocemos los resultados; pero es interesante el hecho de que luego de esa fecha
desaparece el apellido Bermúdez de Castro de la documentación asociada a esa toponimia, vínculo
iniciado hacia 1750 y con una sostenida presencia física y un amplio basamento legal para aquel
tiempo.
Para 1810 ya existe la posesión de Los Haticos. Ese año Manuel González le vendió en ese lugar 100
pesos de posesión a Luis de G. Pupo.108
102 Íbídem. Gobierno general. Legajo 460. Número 22639.
103 Rodríguez, Armando. Administración colonial en Holguín. Primera mitad del siglo XIX, pp. 26 – 31.
Mantenemos esta información que el Lic. Armando Rodríguez tomó de Diego de Ávila, entre otras
fuentes; pero tenemos dudas de sí el alcance de Bariay fue entonces toda esa extensión hasta Nipe.
104 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Salvador de Fuentes Año 1804, f. 58v.
105 Ibídem. Escribanía de Fuentes. Año 1807. Folio 59v.
106 Ibídem. Escribanía de Salvador de Fuentes Año 1807, folio 66
107 ANC. Realengos. Legajo 97. Número 167. Folio 9.
108 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de Salvador de Fuentes Año 1810, f. 110v.
ETAPA DE LA ESTRUCTURACIÓN Y PERFECCIONAMIENTO DE LA ESTRUCTURA
ADMINISTRATIVA COLONIAL ZONAL (1812 – 1867).
Entre 1812 y 1867, el territorio alcanzó un mayor reconocimiento histórico al vivir la conformación
directa en sus tierras del orden político administrativo colonial, no ya desde otras haciendas, sino
desde dentro de la propia sociedad local.
En el marco de una nueva reestructuración del territorio jurisdiccional realizada hacia 1812, se precisó
entre otros el demasiado extenso partido de Bariay,109 surgiendo nuevos como el de Tacajó y
Tacámara. En el área de Tacajó se hallarán los cuartones de Alcalá, Bijarú y Tacajó, mientras en el de
Tacámara se hallarán algunas áreas de Alcalá y la zona de Báguano.110
Un censo de 1817 informó que en el Partido de Tacajó existían 286 habitantes, divididos en 209
blancos, 39 libertos y 38 esclavos.111
En julio de 1819 la vieja legislación feudalizante española que no permitía la condición de propietario
real del poseedor y la libre compra venta de la tierra fue abolida, creándose una ley atemperada a las
necesidades del desarrollo del capitalismo, estableciendo la demolición de las viejas haciendas
comuneras y convocándose a la mercantiliza de la agricultura. No obstante en la región oriental
cubana, la falta de capitales y la vieja estructura ganadera de la economía no repercutieron
plenamente en una transformación revolucionaria de la propiedad y de la explotación del suelo sobre
todo en las zonas como las de Báguano alejadas de la costa y los focos de la agricultura comercial.112
Más adelante, entre las décadas de 1830 y 1840, se realizó la demolición de los Hatos de Báguano, el
de San Fernando, Alcalá y el del Purial – desconocemos cuando se formó este último -- y en sus áreas
se desarrolló la acción de las nuevas propiedades. No hemos visto la fecha de los actos demolitorios;
pero se les referirá ya como plenamente ejecutados para mediados del siglo XIX.113
Hacia 1819 comenzó a parecer en la documentación histórica, dentro de la hacienda de Báguano la
denominación de un nuevo sitio, Camazán, que en su desarrollo dio origen a una nueva hacienda y
fue muestra de un cierto ímpetu en la colonización hacia en ese tiempo. A la historia de este lugar se
vincularían José García Ibarra y María Josefa Pupo en 1819,114 Manuel de Aguilera declarará tener allí
109 El nuevo Partido de Bariay se extendía desde el surgidero de Pesquero Nuevo hasta la Bahía de
Samá. Ver: AHPH. Tenencia. Legajo 3434ª. Folio 3 y 6.
110 ANC. Miscelánea de Expedientes. Legajo 4073 Al. Documento de 1817 que recoge 17 Partidos.
Véase además los límites de Tacajó y Tacámara en: AHPH. Tenencia. Legajo 96. Expediente 3560.
Folio 1 y 3.
111 Ibídem.
112 Riverend, Julio Le. Historia económica de Cuba, p. 152.
113 AHP. Tenencia. Legajo 96. Expediente 3563. Folios 4 y 6.
114 Ibídem. Protocolos Notariales. Escribanía de Salvador de Fuentes Año1819. Folio 16.
250 pesos de posesión y un trapiche en 1828,115 Ramón y Juan B. Pérez en 1831,116 Andrés Antonio
Peña y Miguel Gómez117 y María C. Aguilar y Juan Batista Pérez118 en 1843.
La toponimia ¨ Camazán ¨ pudo nacer de la traslación del nombre del riachuelo de igual denominación,
nacido en la falda meridional de la Loma Muerta que corría al suroeste por las tierras de esa nueva
hacienda.119 Otra muestra de ese cierto impulso colonizador fue en 1840 la aparición del sitio La Vega
dentro del propio Camazán.
En 1827 comenzó en Bijarú la primera escuela de la capitanía de Tacajó, con 22 niños bajo la guía del
maestro Manuel Morillo; pero un año y medio después sólo le quedaban por efectos de la deserción
sólo seis alumnos.120
La naturaleza montuosa de la zona y sus colinas cubiertas por un espeso monte eran un habitad
perfecto para los cimarrones y otros fugitivos. Periódicamente el capitán de partido informaba a los
superiores en la Tenencia de la búsqueda de negros cimarrones o sobre la presencia de otros
delincuentes o soldados fugados que intentaran ocultarse y salvarse de la búsqueda en la
demarcación de su territorio.
Sobre la búsqueda de negros fugitivos se pueden citar de muestras los siguientes hechos. En abril de
1849 se capturó al esclavo cimarrón Pablo, perteneciente a la dotación de Rafael Lucas Sánchez,
proveniente de la hacienda de Guajabaney y en el mes de Julio se capturó en el cuartón de Bijarú al
negro esclavo cimarrón Apolonio, fugado de su propietario Manuel Marrero y llegado desde Puerto
Príncipe121. En agosto de 1850 se capturaron los cimarrones José Antonio y José Tanislao.122
El censo poblacional de 1841 informó que los habitantes del partido habían ascendido a 700, divididos
en 544 blancos, 70 libertos y 38 esclavos123. Respecto a 1817, la población había crecido en un ritmo
promedio de 17,25 por año, destacándose el predominio de los blancos y de los criollos en general.
Algunos meses más tarde, según un padrón sobre las fincas rurales de julio de 1842 en la capitanía
existían en total 64 propietarios, explotándose ya una cifra de 53 esclavos. Los animales poseídos por
115 Ibídem. Escribanía de Manuel León Rodríguez. Año 1828. Folio 15v.
116 AHPH. Protocolos Notariales. Escribanía de J. J. Almaguer Año 1831. Folio 116v.
117 Ibídem. Escribanía de Miguel de Aguilera. Año 1843. Folio 105v.
118 Ibídem. Escribanía de Fuentes. Año 1843. Folio9
119Pezuela, Jacobo de la. Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba. Tomo I.
Pág. 263.
120 AHPH. Tenencia. Legajo 15. Expediente 339, f. 5.
121 Ibídem. Expediente 345, f. 21.
122 Ibídem. Legajo 15. Expediente 350. Folio 1.
123 Resumen del censo de población de la Isla de Cuba a fines del año 1841. Imprenta del Gobierno.
La Habana, 1842.
estos ascendían a 533 reses, 1038 cerdos y 190 caballos.124 La carne de cerdo y sus derivados eran
uno de los principales productos que salían del territorio.
Los entonces propietarios más importantes de esclavos y en cantidad de animales lo denotan
Francisco Feria en el cuartón de Tacajó, Juan Ochoa en el de Alcalá y Juan Ramírez y Manuel
Almaguer en el de Bijarú, dueños en conjunto del 52,8% de los esclavos, de una sexta parte de los
vacunos, un tercio de los cerdos y un cuarto de los caballos.
En 1843, dentro del conjunto de propiedades existentes en el espacio del ya demolido hato de
Báguano, en el Partido de Tacámara, se destacaban en su área las nuevas toponimias de ¨ los
Torres ¨ con ocho sitios de crianza y labor, mientras en el ¨ Hato Viejo ¨ estaban nueve sitios y un
ingenio. El mayor sitio en la zona de Báguano se llamaba El Rosario, propiedad de Manuel Aguilera,
que explotaba dos esclavos y 11 caballerías de tierra.
En el demolido Hato de El Purial se encontraban 13 sitios, algunos de ellos en el lugar Los Haticos y
un ingenio. Precisamente en 1843, Antonio Rojas le vendió a Manuel Santos Peña, en los Haticos del
Purial, 10 pesos de posesión tasados en 100 pesos.125
En el demolido Hato de San Fernando existían 9 sitios y un ingenio, destacándose las nuevas
toponimias de La Entrada de San Juan, Hato Viejo, Guayabal, Limones y El Chorrerón de Limones.126
Para entonces en el espacio del Partido de Tacámara, contentivo de los cuartones de Tacámara,
Camazán, San Fernando y La Cuaba se habían demolido cinco viejas haciendas.127
El tabaco era uno de los productos mercantiles más importantes de la zona, en particular para Tacajó
y Bijarú, sembrado por muchos. En octubre de 1850 se esperaban obtener 827 quintales de tabaco,128
mientras en marzo de 1851 se informaba sobre la situación del cultivo que: ¨ se hayan ocupados los
vecinos en las cosechas de tabacos, las lluvias no son abundantes pero suficientes para mantener en
buen estado las plantas. ¨129 Para el cultivo de 1851 se sembraron 200 mil plantas.130
Después de 1854 una nueva división reestructuró las Capitanías Pedáneas. El partido de Bariay se
extendió de nuevo hasta Nipe, ajustándose también los cuartones, ahora reducidos en el caso que nos
ocupa a los de Bijarú y Tacajó.
124 AHPH. Tenencia. Legajo 15. Expediente 340.Año 1842. Folio 4.
125 Ibídem. Protocolos Notariales. Escribanía de Miguel de Aguilera. Año 1843. Folio 168v.
126 Ibídem. Tenencia. Legajo 96. Expediente 5363. Folio 6.
127 Ibídem. Expediente 3562. Folio 2.
128 Ibídem. Legajo 15. Expediente 350.Año 1851. Folio 21.
129 Ibídem. Expediente 351.Año 1851. Folio 24.
130 Ibídem. Legajo 15. Expediente 346.Año 1849. Folio 25.
En 1857 los ingenios y trapiches principales en la zona de Bijarúy Tacajó eran tres: Santa Rosa de
Francisco de Feria, El Socorro de Antonio Ríos y Los Haticos de José Antonio Pupo131.
En el padrón de fincas de 1866 se numeraron siete ingenios y trapiches, dos en Bijarú, tres en Tacajó
y dos en Alcalá, poseídos respectivamente por Juan Ríos, Martín Díaz, D. Aguilera, Agustina
Rodríguez viuda de Feria (según el historiador Jacobo de la Pezuela este Ingenio llamado Santa Rosa
producía 150 cajas de azúcar y era el único destacable en la zona132), María Garayalde, Nicanor
Ochoa y Crecencio Nápoles.133 Los caseríos en el territorio eran unas muy pobres comunidades
habitacionales en esa fecha. El caserío de Bijarú tenía entonces sólo 11 viviendas de embarrado y
guano, una taberna y 51 habitantes, de ellos 10 esclavos.134
Al estallido revolucionario del 10 de octubre de 1867, los cuartones que hoy ocupan el espacio
ocupado por el municipio eran mayormente boscosos. Esa cualidad natural y la presencia de familias
independentistas como los Feria Garayalde, contribuyeron a convertir a Báguano en un territorio
importante en el enfrentamiento patriótico al poder colonial de España.
131 ANC. Gobierno General. Legajo 263. Número 13466
132Pezuela, Jacobo de la. Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba. Tomo I.
Pág. 136.
133 ANC. Gobierno General. Legajo 266. Número 13258.
134 Pezuela, Jacobo de la. Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba. Tomo I,
p. 186.
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El Ayuntamiento holguinero, como institución Jurídico-Administrativa entre 1878 y 1898.
Autor: MSc. Adrian Arévalo Salazar.
Durante los últimos años hemos percibido un florecimiento del tratamiento a nivel nacional de la
historia local y en la actualidad existen trabajos notables que permiten augurar un prolifero futuro para
la misma. Sin embargo aun existen zonas desconocidas para la historiográfica local y por qué no,
nacional. Los añejos y nuevos investigadores se han lanzado con bríos hacia el esclarecimiento y la
revelación de nuevas aristas de la historia local. El estudio del funcionamiento del aparato gubernativo
y su dialéctica con su entorno espacial y económico, durante la etapa final del coloniaje español en
Holguín, constituye otra manera de dilucidamiento de nuestro pasado, máxime si la investigación se
centra en el período de 1895 a 1898, en plena contienda independentista.
Se considera que prácticamente no existe un tratamiento desde la perspectiva política, administrativa y
económica de la municipalidad holguinera, ni de la interrelacionalidad desde la arista gubernamental
con el entorno geográfico-económico del Ayuntamiento local, además existe una fragmentación
cosmovisiba que se ha intentado concatenar en un todo globalizante, con las expresa intencionalidad
de poder esclarecer desde todas las visualizaciones posibles el fenómeno histórico anteriormente
referido.
El Ayuntamiento holguinero.
La culminación momentánea de la gesta independentista abría nuevos derroteros para la sociedad
civil cubana; a decir de Maria del Carmen Barcia: ¨ A partir de 1878, la sociedad civil cubana varió de
manera significativa. Diez años de dura guerra contribuyeron a que se instituyesen cambios políticos
que facilitaron el reagrupamiento de la sociedad ¨135
135 Maria del Carmen Barcia Zequeira: La Historia profunda: la sociedad civil del 98. En: Temas No 12-13, 1998.
p. 28
A esta aseveración se añade que los cambios políticos fueron complementados para su validación,
con la puesta en vigor de una instrumentación jurídica, existente en la península y variada en su
implementación insular, sin atender los verdaderos requerimientos de la siempre fiel Isla de Cuba.
Más no podía exigirse de una constitución conservadora como la española de 1876 y su aparente
democracia.
A tenor de esta, surgieron los partidos que, rápidamente ocuparían los espacios políticos permisibles
durante el transcurso de la Tregua Fecunda, y se permitió la organización de otras asociaciones:
Liceos y Sociedades Gremiales. Por primera vez la opinión pública pudo expresarse, si no con entera
libertad, al menos con indulgencia por parte de las autoridades coloniales136.
Los cuerpos legales ordinarios fueron transformados o establecidos otros nuevos, a medida que la
modernidad y las fuerzas productivas peninsulares se desarrollaban. Por Real Decreto de 23 de mayo
de 1879 se hizo extensivo a Cuba, el Código Penal español, reformado luego en 1890. El 1 de enero
de 1889 comenzó a regir también la Ley de Enjuiciamiento Criminal promulgada en España en 1882 y
considerada un adelanto de la legislación penal, hasta entonces vigente, e hija directa del pensamiento
liberal burgués hispano iniciado en Cádiz en 1812.137
El 5 de noviembre de 1889 comienza a regir en Cuba el Código Civil, refrendado y puesto en vigor en
España el 24 de julio de 1889. Otras legislaciones puestas en práctica fueron la Ley de Enjuiciamiento
Civil y el no menos importante Código de Comercio, ambas en enero de 1886.138
En 1878 la Isla de Cuba por Real Decreto fue dividida en 6 provincias: Pinar del Rio, Habana,
Matanzas, Santa Clara, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba. Al mismo tiempo por otro Real Decreto
de junio de 1878 fue promulgada la Ley Orgánica Provincial y Municipal.139
Esta Ley Municipal sería la que sin cambios rectoraría los ayuntamientos cubanos, inclusive tiempo
después de concluida la dominación colonial y bien entrada la República.
Por tanto es oportuno analizar algunos de sus aspectos fundamentales. Esta ley constaba de más de
200 artículos distribuidos en Vll Títulos, donde se regulaba y establecía la jurisdiccionalidad de los
miembros del consistorio y de estos con su entorno territorial, amén de los impuestos municipales y
sus características.
En sus artículos 11 y 12 se establecía la división de los habitantes de los términos en vecinos o
domiciliados. En su artículo 30 se establecía la composición del consistorio en alcaldes, tenientes de
alcaldes, regidores, concejales y los distritos y colegios electorales según el número de habitantes de
los municipios. En el caso de Holguín la composición era de un alcalde, 5 tenientes de alcalde, 19
regidores, 26 concejales y 5 distritos y 6 colegios. Los presupuestos municipales y su aprobación
136 Idem.
137 Julio A Carrera : Historia del estado y el derecho en Cuba, p.132
138 Ibidem. pp. 134 y 135
139 Ibidem. p. 136
correspondían a las Juntas Municipales, además del establecimiento de los arbitrios permitidos por la
ley (artículo 31).
Estas Juntas estaban compuestas por todos los miembros del Ayuntamiento y de un número de
vocales asociados igual al de concejales (artículo 32). En cada barrio del término existía un alcalde,
nombrado por el alcalde municipal de entre los electores de la localidad (artículo 36).
Los Ayuntamientos se renovaban cada dos años, cuando la mitad de sus concejales eran removidos
(artículo 45). Ahora bien, el alcalde municipal era nombrado por el Capitán General de entre los
concejales de los Ayuntamientos, con la potestad de deponerlo cuando así lo entendiera oportuno y
nombrar como alcalde a cualquier persona, aun cuando esta no residiera en el municipio (artículo 49).
Los tenientes de alcaldes también eran nombrados de igual manera, excepto que obligatoriamente
tenían que ser concejales, y el Capitán General podía a su vez removerlos (artículo 50).
Inmediato a la toma de posesión del nuevo consistorio se elegía, mediante votación secreta, uno o
dos Procuradores Síndicos que eran los representantes directos de la comunidad y sus intereses ante
el Ayuntamiento (artículo 53).
Anualmente los Ayuntamientos formaban un presupuesto con los ingresos y gastos según sus
posibilidades (Artículo 129), estos ingresos serían por conceptos de impuestos sobre artículos de
comer, beber, arder y por rentas y productos de vienes, derechos o capitales pertenecientes al
municipio (artículo 132), además de arbitrios que se autorizaran sobre licencias para construir edificios
y mataderos, sobre alquiler de pesas, medidas, enterramientos en cementerios, ventas de víveres,
por establecer fondas, casas de baño, espectáculos públicos y sobre los derechos de matadero y
consumo de ganado sin exceder estos últimos, juntos, el 25% (artículo 133). El presupuesto a su vez
era sometido a la aprobación del Capitán General (artículo 150)140.
No es muy difícil percibir al vuelo la verdadera intencionalidad antidemocrática implícita en el
articulado de la legislación municipal de 1878. Bastaban dos artículos (artículos 49 y 50) para
mantener el sosiego de las autoridades coloniales en lo referente a las manos en que cayeran los
municipios. Estos dos artículos unidos al 150 constituían permanentes armas de presión sobre las
localidades, y encaminados a torcer al redil el rumbo de las mismas en caso de ¨incomprenciones y
desobediencias ¨ con la ¨madre patria ¨.
No son extrañas entonces las palabras de un contemporáneo, Rafael Cabrera, que refiriéndose a la
Ley Municipal se lamentaba: ¨ Triste alucinaciones de la esperanza, la nueva ley (…) traía consigo el
mismo mal, igual germen, idéntica causa eficiente de desmoralización (…) siempre quedaban la
centralización, la tutela y la fiscalización de un gobernante casi absoluto para segar la iniciativa local
¨141.
El término municipal holguinero se componía de 33 barrios entre los que sobresalían por su
importancia económica los de San Agustín, San Andrés, Martillo, La Yaya, Cacocum, Cabezuela,
140 Francisco Carrera Justiz : Introducción a la historia de las instituciones locales, pp. 153-172
141 Rafael Cabrera : Cuba y sus Jueces, p.185
Samá, Trajera, Calderón, Tacajó, Los Alfonso y Banes. El territorio antes de culminar la guerra de los
diez años había sufrido varias importantes modificaciones que determinarían mucho sobre su
capacidad económica el resto del siglo XlX, de él habían sido escindidos durante la década de 1870 y
hasta 1879, las localidades de Puerto Padre, Gibara y Mayarí, quedándose entonces sin puertos
naturales y sin la importante región tabacalera de Mayarí, convertidos todos en municipios a partir de
entonces.
A esto hay que añadir la lastimosa condición paupérrima a que fue relegado, causa directa de la
guerra de los diez años, que tuvo entre sus escenarios no solo al término circundante de la ciudad de
Holguín, sino hasta la propia ciudad.
La década del 1880 holguinero con un municipio en condiciones de franca debilidad económica, lo
que por supuesto se vería reflejado en la capacidad funcional del Ayuntamiento y en la efectividad con
que este enfrentaría sus deberes gubernativos. Si a esta situación añadimos la incomprensión del
gobierno colonial, encontramos entonces un verdadero estado calamitoso dentro del término.
La culminación de la guerra que había arrasado con 331 ingenios, 3 003 potreros, 17 074 estancias y
sitios de labor y 7 039 vegas de tabaco a lo largo de todo el país, en su mayor parte de las provincias
del centro y oriente, representaba no pocos retos a las autoridades coloniales. Aunque la principal
industria insular, el azúcar se recuperó rápidamente y amplió su capacidad productiva, la acrecentada
deuda pública de la isla debido en gran medida a la desorganización fiscal y a la corrupción imperante
además; de las necesidad lógica de toda metrópolis de apretar las tuercas de los dividendos (máxime
si es su colonia más importante y la metrópolis una de las más retrasadas dentro del corifeo capitalista
mundial) determinó por parte de esta última. La puesta en marcha de una política fiscal agobiante
rayando la asfixia de las fuerzas productivas donde los eslabones más débiles de la cadena, los
pequeños propietarios de fincas rústicas fueron los mayores perdedores. El carácter homogéneo con
que la misma se llevó a cabo a lo largo de toda la ínsula sin atender a diferenciaciones lógicas,
acrecentadas por la referida destrucción provocada por la guerra, se dilucida claramente a través del
muro de negativas levantado contra toda solicitud racional de distender un poco las imposiciones
fiscales.
El Ayuntamiento holguinero se vio precisado, presionado por los propietarios de fincas rústicas, a
elevar en el año económico de 1883-1884 la solicitud de rebaja en los impuestos, que fue denegada
por las autoridades provinciales. En mayo de 1885 nuevamente se sometió la misma cuestión al
gobierno provincial, recibiéndose la misma respuesta142.
Estas negativas del gobierno provincial y central aumentaron el malestar de los propietarios locales. En
el propio 1885 los vecinos de la Alcaldía de Barrio de San Agustín de Aguarrás, elevaron una instancia
al Gobierno Provincial de Santiago de Cuba solicitándole que se pidiera al Ayuntamiento de Holguín
una rebaja de las cuotas de cobro. Esto causó desavenencias entre los propietarios locales y el
consistorio holguinero que consideraba ultrajada su autoridad local por la iniciativa particular de estos
vecinos. El aire se tornó aun más caldeado cuando los encargados de las recaudaciones se vieron
enfrentados a ellos, dispuestos a no transigir en pago alguno, situación reflejada en un informe del
142 AHPH. Fondo Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898). Legajo 4. Expediente 118
Síndico José Dominicis donde argumenta que hay una: ¨ mala atmósfera creada por motivos de las
exigencias, las negativas, los choques continuos entre comisionados para el cobro y los contribuyentes
¨.143
El asunto se convirtió en un polvorín dispuesto a estallar, al punto que el propio alcalde municipal
asediado de continuo por los propietarios, tuvo que realizar un minucioso recorrido por todo el término
para calmar los ánimos exaltados de sus habitantes y prometer una decidida intervención del
consistorio.
No es casual entonces que para el año económico de 1883-1884 los impagos al Ayuntamiento
rondaran la cifra de los $ 16 618.56, el 30,7 % del total, nada despreciable si tenemos en cuenta las
características del territorio144. A la situación antes descrita hay que agregar la caducidad de los
registros de la riqueza rústica, pecuaria y urbana mediante los cuales se establecían la cuantía de los
pagos al Ayuntamiento; otra de las exigencias era la realización de un nuevo padrón que pudiera
demostrar la realidad económica del mismo.145 La realidad demostrable es que a las autoridades
provinciales no les interesaba la situación vivida y atravesada por la municipalidad, sólo para solicitar
el cumplimiento por parte de esta de sus responsabilidades fiscales.
Es en su desenvolvimiento financiero donde podemos aparecen pruebas fehacientes de la decrepitud,
fragilidad e ineptitud fiscal del Ayuntamiento de Holguín a lo largo de la etapa.
En un documento fechado en 1887 referente a la localidad, se precisaba que existía para ese año una
sumatoria de $ 54 129.33 por conceptos de créditos activos, arrastrada desde el año 1868. Estos
impagos se concentraban en: pagos por censos $ 1 870.81, por réditos del ejido $ 4 547.93, por fincas
urbanas $ 4 788.57, reintegros por gastos de presos $ 4 836.43, por concepto de industria y comercio
$ 10 969 y por fincas rústicas $ 14 469.05146. Las mayores cifras se concentran en impagos por
conceptos de Industria y Comercio y por fincas rústicas, representando en conjunto el 47 % del total.
La cifra representada por la industria y comercio ofrecen nuevas perspectivas de análisis, pues se
puede a simple vista, considerarlos naturales si se tiene en cuenta el bajo desarrollo de la actividad
monetario mercantil en el territorio y en específico en la cabecera municipal, ¿Sería realmente así?,
interrogante que está dada por el hecho de la presencia, dentro del consistorio de varios de los
representantes de la burguesía comercial urbana. Hasta qué punto esta burguesía conciente de su
fuerza y debilidad utilizó el ejercicio del poder en su beneficio en los duros años anteriores a la guerra
constituye una especulación no desligada de la realidad.
143 ídem
144 Ibidem. Legajo 62. Expediente 1818
145 Ídem
146 Ibidem. Legajo 73. Expediente 2240
Para colmo de males y reafirmándose en su política expoliadora, el gobierno colonial en febrero de
1887 aumentó los recargos por contribuciones territoriales e industriales en un 63 % y un 83 %
respectivamente.147
Los créditos activos en 1892 habían aumentado notablemente. Por concepto de fincas urbanas la cifra
llegaba a $ 7 742.68, por fincas rústicas $ 27 817.56 y por comercio e industria $ 23 457.11,
aumentando en 5 años un 62 %, un 92 % y un 113 % respectivamente. En total el 31 de diciembre de
1892 se contabilizaban
$ 60 179.70.148
La ley de presupuestos de 1891-1892 estableció para ese año un impuesto a la propiedad rústica de
un 2 % si era propietario, si por el contrario era arrendatario debía abonar 2 % por la propiedad y 2 %
por la renta.149 Esta medida aumentó las erogaciones de los pequeños agricultores, agravando aún
más la penosa situación de estos.
A pesar que desde 1890 el consistorio contó con mayores sumas de dinero, a causa de que el
gobierno central había cedido a estos varias de sus prerrogativas fiscales, en especial, el referente a la
totalidad del impuesto sobre consumo de ganado, propio mercado y matadero, y que la cabaña
ganadera, el más importante renglón económico de la región, había aumentado; sus finanzas no
mejoraban. Los déficit continuaban, como el del año económico de 1891-1892 que sumó $ 5 846.40,
no todo lo achacaremos a la impuntualidad de los contribuyentes, sino a la existencia de una mala
administración del Ayuntamiento, como lo refiere el concejal Jose A García, uno de los miembros del
selecto grupo de poder local, quien delante del propio Capitán General Callejas expresaría que ¨ (…)
la verdadera causa del mal estado de los servicios no era otra que la mala administración (…) ¨150
Viniendo de tal personaje esta confesión constituye una rareza dentro del mare mágnum colonial
holguinero finisecular.
El proceso de amortización de la deuda con el Ayuntamiento por parte de los deudores era
extremadamente precario. Al analizar los datos recopilados durante el proceso investigativo se pudo
constatar. La siguiente tabla refleja las cantidades satisfechas por años fiscales entre 1887 y 1893.
Año económico 1887 1893 Disminución
1881-1882 $ 2 049.83 $ 1 976.52 $ 73.31
1882-1883 $ 3 045.63 $ 2 252.51 $ 793.12
147 Ibidem. Legajo 4. Expediente 127
148 Ibidem. Legajos 62 y 72. Expedientes 1818 y 2740
149 Julio Le Riverend : Historia económica de Cuba, p.529
150 AHPH. Fondo Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898). Actas del Cabildo 4 de mayo de 1894. Legajo 6.
Expediente 221
1883-1884 $ 17 306.65 $ 16 616.56 $ 690.90
1884-1885 $ 1 622.46 $ 950.87 $ 671.59
1885-1886 $ 2 202.19 $ 827.52 $ 1374.67
1886-1887 $ 6 934.36 $ 6 270 $ 664.34
Subtotal de deuda $ 33 151.12 $ 28 893.98 $ 5 078.12
Total de deuda $ 54 129.33 $ 60 179.70 ------------
Tabla 1.1 Pagos de créditos activos al Ayuntamiento
Fuente: AHPH. Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898) Leg. 62 y 72 Exp. 2240 y 1818.
Como se aprecia las sumas amortizadas al Ayuntamiento en el lapso de 6 años, apenas representan el
15,3 % de la deuda existente en 1887.
Otro análisis hilvanado al precedente refiere que hacia 1887 la suma total de la deuda era de $ 54
129.33, esta se venía arrastrando desde 1868.En 1893 la deuda se había estacionado en $ 60 179.70,
a simple vista parece que en 6 años sólo se había incrementado en $ 6 050.37, realmente no es así.
Observemos la siguiente tabla, en ella se consignan los créditos activos del Ayuntamiento desde 1887
a 1893
Año económico Cobros Pendiente
1887-1888 $ 804.89
1888-1889 $ 15 568.32
1889-1890 $ 880.24
1890-1891 $ 961.71
1891-1892 $ 5 846.40
1892-1893 $ 1 361
Subtotal de deuda $ 25 422
Total de deuda $ 60 179
Tabla 1. 2 Pagos de créditos activos al Ayuntamiento
Fuente: AHPH. Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898)
Leg. 62 y 72 Exp. 2240 y 1818
Entre las fechas referidas la deuda de los contribuyentes se incremento en $25 422, pero los deudores
continuaron realizando los pagos dentro de sus posibilidades. Entonces si le restamos a $ 25 422 que
fue el crecimiento de la deuda, $ 6 050.37 que es el real ocurrido entre 1887 y 1893 obtenemos $ 19
372 que seria la cifra saldada por los contribuyentes en 6 años y que representaría el 32 % del total de
la misma.
Se puede apreciar que los holguineros de fines del siglo XlX tenían serios problemas financieros,
culpabilidad recaída en un estado opresor sin verdaderos intereses fomentadores de su colonia
cubana.
No en balde el Sindico José Dominicis en un informe de 1889 expresaba. ¨ Respecto a los créditos
activos puede decirse que por su naturaleza y época a que corresponden, son casi en su totalidad
incobrables o de dudoso cobro ¨.151No obstante hay implícita una doble interpretación de esta
afirmación, pues no hay muchas evidencias de que el Ayuntamiento fuera suficientemente fuerte en
sus posiciones gubernativas de cobro y hasta es sospechosa la respuesta que el propio Dominicis da
en otro informe ante el apremio del Gobierno Civil de la Provincia para el cobro de las cantidades
pendientes, correspondientes al año fiscal de 1883-1884, cuando expresa que: ¨ Sería tan difícil, como
poco humanitario (…) el cobro de sus montos a los contribuyentes pobres ¨152Nuestra sospecha estriba
en que nunca fue para el Ayuntamiento holguinero ni en la Colonia ni en la República, una prioridad ¨
los contribuyentes pobres ¨.
Como es lógico, si no cobras o puedes cobrar, tampoco puedes pagar o cumplir con tus obligaciones
como Ayuntamiento.
Hacia 1889 los créditos pasivos alcanzaban la astronómica cantidad, para la región de $ 136
552.99.153Estos en su mayoría corresponden a sueldos de maestros, materiales para escuelas y
sueldos de empleados del Ayuntamiento en general.
La educación era la más sacrificada en bien público, pues a la hora de eliminar alguna partida
presupuestaria era la más perjudicada. En 1893 existían en el término municipal 9 escuelas de niños y
niñas, dos de primer ascenso, 6 incompletas en los barrios de Velasco, Uñas, Yareyal y Cuaba,
además de una de entrada en la propia ciudad de Holguín, atendidas todas por un personal docente
de 10 directores y maestros de escuela. Para entonces el director de la escuela de primer ascenso
ganaba el insignificante sueldo de $ 58.26 mensuales, el director de la escuela de entrada $ 50 y los
ayudantes de las escuelas incompletas $ 30 mensuales.154
Durante el ejercicio fiscal de 1887 las obligaciones con la Instrucción Pública sumaban $ 4 143.79, de
esta fueron satisfechas solamente el monto de $ 121.65 para un 3 % del total, debiéndosele al
personal de las escuelas
151 Ibidem. Legajo 46. Expediente 1289
152 Ibídem. Legajo 62. Expediente 1818
153 Ibídem. Legajo 46. Expediente 1289
154 Ibídem. Legajo 76. Expediente 2331
$ 2 760.62 por sueldos y $ 555 por materiales necesarios para reponer por roturas o caducidad.155
Para el mismo año, regionalmente la Provincia de Oriente ostentaba la mayor proporción de habitantes
por número de escuelas a razón de 2 546 habitantes por cada una, el número total se contaban en 107
para la provincia con un costo total de $ 77 593.30 y una cuota de 28 centavos por habitante, algo
realmente execrable, aún para una colonia. Tal era el deplorable estado de la educación en la región.
El término de Holguín no constituía una excepción a la regla como hemos podido corroborar. 156
En junio de 1887 el Gobierno Civil Provincial envía un comunicado suplicatorio al Ayuntamiento
Holguinero para que este le enviara la mayor cantidad de dinero posible para poder enfrentar la
situación general de la educación.157
La situación de los maestros y sus familias como es comprensible, era muy difícil dada las
circunstancias generales del municipio. Algunos de ellos se acercaron al Ayuntamiento solicitando le
fueran pagos sus sueldos atrasados, pues apenas tenían recursos para enfrentar el hambre y las
necesidades más perentorias. Así es como la viuda del catedrático del Instituto de Segunda
Enseñanza de Holguín, Rodrigo Rodríguez exige el pago de las sumas atrasadas a su difunto esposo
por concepto de sueldos, ascendentes a $ 169.30 por ¨(…) estar ella en la miseria con tres hijos ¨.158
A medida que la situación lo permitía y la voluntad política de los concejales afloraba se realizaban los
pagos de los sueldos atrasados a los maestros, la mayoría de las veces los atrasos duraban años y en
el mejor de los casos meses. En el año fiscal de 1888-1889 se destinó $ 1 239 al pago de atrasos por
sueldos,
$ 879.21 por sueldos atrasados del año fiscal de 1883-1884, y $ 360 a Teresa de Urgellés maestra
que fue de la escuela de niños de Gibara por sueldos un poquito atrasados, nada más y nada menos
que del año económico de 1868-1869.159
Por la misma época de 1889 el alcalde del Barrio de San Andrés solicitaba, se abriera en la localidad
una escuela, pues en ella existían 626 niños en edad de recibir instrucción que no la recibían, la
reiterativa solicitud terminó por decidir al Ayuntamiento a realizar la apertura de dos escuelas
incompletas. Los demás barrios que no poseían escuelas tenían que conformarse con un elevado
porcentaje de analfabetos, e inclusive los que tenían el privilegio de contar con una; la extrema
precariedad de los materiales, los sueldos no devengados por los maestros que continuamente se
marchaban por esta causa unido a la política irresponsable del gobierno colonial impedían un buen
funcionamiento de las mismas.160
155 Ibídem. Legajo 73. Expediente 2240
156 Comité Estatal de Estadísticas: Los censos de población y vivienda en Cuba., Tomo l, Volumen ll , p.304
157 AHPH Fondo Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898) Legajo 9. Expediente 127
158 Ibídem. Legajo 4. Expediente 127
159 Ibídem. Legajo 75. Expediente 2289
160 Ibídem. Legajo 135. Expediente 4553
El 14 de febrero de 1894, en cabildo celebrado, el Ayuntamiento toma en cuenta, una orden emitida
por el Gobierno Provincial, donde se disponía que en el presupuesto de 1894-1895 se consignase
una anualidad corriente a efecto de ir eliminando la deuda municipal con los maestros de instrucción
primaria, el consistorio tras realizar unas justificativas cuentas sobre su situación financiera,
argumentaba no poder obedecer porque ¨(…) resulta que este Ayuntamiento no se encuentra en
iguales circunstancias que los demás ¨. 161 Decididamente la educación no entraba dentro de las
primacías de los ilustres concejales.
Los pobres del término eran los grandes perdedores en el juego macabro de la supervivencia colonial.
En el municipio existía una Junta de Beneficencia a la cual se encontraba adscrita la llamada Casa de
Beneficencia, encargada de atender las necesidades de los más pobres y menesterosos o al menos
esto era en teoría. En el referido presupuesto de 1887-1888 se destinaba a la compra de medicinas
para los pobres $ 37.20, compradas a los farmacéuticos locales y entregada al Hospital Civil, no sólo la
cuantía era risible sino que, de la misma, sólo fueron saldados $ 6.55, lo que evidencia la falta de una
política local dirigida a paliar la situación de los más necesitados. Aunque es real la condición
escabrosa de la economía regional, también es una realidad palpable la falta, por parte de los órganos
municipales, de poder de determinación ante sus deberes comunitarios. Si lo usual se presentaba de
esta manera, ni que decir de los presos pobres, relegados al último escalafón social. Según nos consta
por el mismo presupuesto, estaba dispuesto $ 1 947.65 para su manutención y alimentación en
general, de ellos fueron satisfechos $ 930.70, el 47% de lo previsto.
Para los años económicos de 1891-1892 y 1892-1893 cuando el municipio mejoraba; en gran medida
debido a las mencionadas disposiciones de 1890, las condiciones de los pobres y la atención que
estos provocaban en el Ayuntamiento se mantenían inalterables, de $ 100 destinados en 1892 para
medicinas a enfermos necesitados, se gastó $ 12.40.162
Durante años, la falta de estrategias decisivas para la eliminación de la deuda social, la inalterable
política fiscal colonial, la lenta recuperación económica territorial, unido a los eventos climatológicos
como las sequías constantes, ampliaron la dependencia de muchos con los órganos locales de
beneficencia pública que no pudieron afrontar las mínimas necesidades de estos.
El Período surgido a partir de 1890, de supuesta bonanza para el municipio, no repercutió en lo más
mínimo, en beneficio efectivo del mismo. Los grandes cúmulos monetarios por concepto de créditos
pasivos no sólo eran locales. En el año económico de 1891-1892 se destinaron al pago de la
Diputación Provincial
$ 2 200 de ellos $ 1 000 por débitos con la misma. Durante 1892-1893 fueron erogados a la
Diputación Provincial $ 7 872, de ellos $ 1 938 por deudas arrastradas. Los compromisos con la
provincia también presentaban otras aristas; en mayo de 1894 se debía $ 2 009 de dietas carcelarias
para presos.163
161 Ibídem. Legajo 7. Expediente 221
162 Ibídem. Legajo 76. Expediente 2332
163 Ibídem. Legajos 62,76 y 93. Expedientes 1795,2332,3028
Estas sumas representaban una sangría continua sobre las arcas de la municipalidad, una verdadera
fuga de numerarios necesarios. Esto entra dentro de la lógica colonial de la unidireccionalidad
ascendente, donde la máquina gubernamental funciona a modo de gran succionadora de todas las
potencialidades que presentan los escalones intermedios, y estos a su vez actúan de la misma manera
con los inferiores, llegando hasta los grandes perjudicados de todo el andamiaje: los municipios.
Una de las características de la municipalidad holguinera en la etapa es el descontrol sobre su
espacialidad económica y territorial. El estado lamentable de los caminos existentes y la propia
insuficiencia de estos, uncido a la falta de una conectividad verdaderamente fiscalizadora sobre las
alcaldías de barrio, permitía la proliferación de las ilegalidades y los defraudes al fisco. El gobernador
provincial, el 28 de abril de 1892 le solicita al alcalde de Holguín, José González que realizara las
averiguaciones pertinentes acerca de la construcción en Samá de un muelle perteneciente a la
sociedad mercantil Bonell & Ruiz, resultando ser que dicho muelle existía desde 1890 y que contaba
con un almacén, destinado a guardar los bananos exportados por el lugar hacia los Estados Unidos,
sin que esto lo supiera el Ayuntamiento de Holguín. El descrédito sobrevino en aumento al decidir el
alcalde González suspender la actividad mercantil de dichos señores e imponerle una multa de $ 500
por carecer de permisos. No pudiéndose cumplir la disposición porque en carta remitida el 8 de julio
de 1892 el alcalde de barrio de Samá José Fernández le decía que los señores ¨(…) no se encuentran
en esta localidad, sin haber dejado representante alguno(…)¨.164Desconfiamos por completo de las
justificaciones alegadas por José Fernández.
A la vez se expresa la incapacidad consistorial para potenciar el desarrollo económico territorial,
utilizando como punto de partida el ascenso de algunos polos económicos en las regiones de Samá y
Banes, prácticamente fuera del alcance efectivo del municipio.
La realidad del Holguín de 1878 hasta la culminación de la dominación española se dilucida a través
de su actividad como institución jurídico-administrativa. La Colonia se abre paso con todas sus
dicotomías, disyuntivas y contradicciones en el accionar holguinero finisecular. No hay visión más
esclarecedora del mundo opresivo colonial que la encontrada tras los ventanales del Ayuntamiento de
Holguín hacia la época estudiada, especialmente si tenemos en cuenta que la perspectiva de una
Cuba A y una Cuba B a su vez se bifurca hacia una regionalidad cargada de diferenciaciones
económicas, políticas y demográficas dentro de la propia Cuba B.
La funcionalidad del Ayuntamiento obedecía constantemente a las estrechas concepciones coloniales
españolas. Su labor adolecía de una coherente planificación encaminada a transformar dentro de sus
angostas posibilidades su entorno económico-social. A pesar de la crítica situación económica y la
política parasitaria colonial, no hay una intencionalidad negociadora genuina con las autoridades
superiores ni una posición decidida que contribuyera a estos objetivos, por la simple razón de que
nunca fueron objetivos del Ayuntamiento de Holguín.
Muchas veces los números son hacedores de respuestas. Nos mueve al comentario algunas
interrogantes. ¿Cuáles fueron las causas por las cuales si había que retrasar o eliminar
momentáneamente algunos pagos básicos del Ayuntamiento, los grandes perdedores fueron los
164Ibídem. Legajo 30. Expediente 835
servicios sociales? .Los sueldos devengados por los empleados más cercanos del Ayuntamiento y
entiéndase como estos a los alcaldes, concejales, secretarios y demás personal, en contadas
ocasiones eran afectados. Si no cómo entender que en 30 años los alcaldes de Holguín dejaran de
recibir solamente $ 5 790.68, de un monto de más de $ 130 000 por créditos pasivos. La cuantía por
sueldos de estos empleados públicos siempre representó una suma relevante dentro de los
presupuestos municipales y sus gastos funcionales fueron objeto más de una vez de fuertes críticas y
rectificaciones, inclusive por el gobierno de la provincia, tal es el caso ocurrido en 1880 cuando el
Secretario de la Diputación Provincial, José Planas Tur recomendara al ilustre consistorio holguinero
que rebajara la suma consignada en el presupuesto de ese año de $ 1 419 por concepto de gastos de
escritorio e impresión, por considerarla demasiado elevada.165
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Publicaciones Periódicas
Temas (Revista). La Habana, No 12-13, 1998
Fuentes documentales
Archivo Histórico Provincial de Holguín
Fondo: Alcaldía y Ayuntamiento (1878-1898)
165Ibídem. Legajos 1,78 y 93. Expedientes 20,2343,3027 y 3028
Legajos: 1, 4, 7, 30, 46, 62, 75,6, 78, 93, 135.
Expedientes:
9,17,20,25,117,118,121,122,124,125,127,159,170,180,185,193,196,203,206,235,236,138,239,244,254
,260,272,273,287,313,318,393,402,415,425,430,440,660,664,814,822,827,835,869,878,882,885,888,8
99,904,908,913,1286,1289,1292,1298,1302,1306,1311,1313,1315,1317,1320,1333,1334,1340,1346,1
348,1354,1355,1359,1363,1366,1383,1384,1387,1392,1404,1407,1480,1483,1513,1766,1792,
LAS AVENIDAS DEL AZÚCAR Y SUS ESPACIOS DE ARRAIGO Y CONTENCIÓN EN LA REGIÓN
HOLGUINERA, 1899-1920
Autor: Rafael Ángel Cárdenas Tauler, Doctor en Ciencias Históricas y profesor titular
Para un observador poco perspicaz, sería difícil concebir un escenario menos propicio para la
difusión del modo de producción capitalista que la región holguinera en 1898: la economía
agropecuaria se había esfumado; el comercio, más allá de los confines de la Villa de Gibara y la
ciudad de Holguín, era una ficción; y las viejas comunidades rurales, cuando la tea incendiaria las
había respetado, no eran más que pueblos fantasmas.
Empero, un examen inquisitivo bajo la epidermis de este drama reconocería en él potencialidades
insospechadas antes de 1895, para la modernización de la sociedad holguinera: la ruina de los
hacendados ganaderos, clase que tradicionalmente se había erigido en valladar frente a la necesidad
de una reforma burguesa de las relaciones de propiedad agrarias precapitalistas; la depauperación
hasta extremos inverosímiles del campesinado, convertido ahora en un ejército de desocupados de
reserva; la concentración de la riqueza residual de la región en manos del capital doméstico radicado
en la Villa de Gibara y la ciudad de Holguín, clase hegemónica objetivamente interesada en la
transformación capitalista de la estructura económica de su hábitat; y la transición de Cuba desde su
status de colonia de una potencia europea retrógrada a la de protectorado de Estados Unidos de
América, nación capitalista joven y pujante, cuyo stablishment, guiado por su enfoque pragmático de la
política y la economía, promovería la mercantilización del cuerpo social de la Isla hasta el punto que lo
requiriera y admitiera la Norteamérica corporativa.
La construcción del espacio económico azucarero de la región holguinera procedió en dos impulsos
sucesivos. El primero, protagonizado por The Cuban American Sugar Company, la United Fruit
Company y la Santa Lucía Company, se inició en 1899-1901 y se extendió a lo largo del eje Puerto
Padre-Gibara-Banes. El segundo impulso del proceso de industrialización azucarera regional,
sobrevino en el transcurso del auge de este renglón económico asociado a la Primera Guerra Mundial,
más concretamente entre 1915 y 1919, y fue escenificado en la franja meridional y el Este de la
localidad de Holguín por dos compañías azucareras financiadas con capital estadounidense (centrales
Cupey y Canarias), tres con capital comercial hispano-gibareño (centrales Rey, Cacocum y Báguanos)
y una con capital hispano-cubano-estadounidense (central Tacajó).
La historiografía cubana ha desarrollado una vasta epistemología sobre los centrales azucareros
propiedad del capital financiero estadounidense en la Isla, y en su abordaje del tópico el tratamiento de
aquellas unidades agroindustriales situadas en su región nororiental ocupan un lugar preferencial166.
No es por tanto el objetivo de este texto enfocarse en su análisis. Baste señalar aquí que los referidos
estudios concuerdan en identificar como sus regularidades que: a) la emergencia de estos emporios
fue posible por la devastación de la base económica causada por la guerra de independencia de 1895-
1898, la proletarización de la masa campesina, el apoyo económico y político proporcionado por los
gobiernos estadounidense y cubano, la debilidad institucional de la República incipiente, y la
ambigüedad jurídica del régimen de tierras heredado de la época colonial; b) estas compañías
azucareras desplegaron estrategias corporativas similares en su esencia, que previeron y lograron la
expansión incesante, la tecnificación intensiva y el control indisputable de las fuerzas productivas y la
infraestructura de transporte y comunicaciones terrestre y marítima implicadas en las fases agrícola,
industrial y mercantil de la producción azucarera; c) esta experiencia acarreó, asimismo, la modelación
del entorno geográfico, socioeconómico y político-administrativo de sus unidades agroindustriales, y de
ese ejercicio monopólico se derivaron relaciones de sometimiento de los campesinos, jornaleros,
colonos, comerciantes, políticos, la sociedad civil y los órganos locales de gobierno situados en la
esfera de influencia de los centrales, respecto a los intereses de estos últimos.
Sin embargo, pese al enorme potencial económico, político y axiológico subyacente en el juego de
poder de estas empresas, el estudio minucioso de la documentación archivística patentiza que el
166 Podrían citarse como ejemplos clásicos de los estudios nacionales sobre el latifundio azucarero en general las obras de Ramiro Guerra Azúcar y población en las Antillas y La industria azucarera de
Cuba. Estudio descriptivo. En lo que respecta a la literatura historiográfica vernácula que ha enfatizado en el ángulo estadounidense del fenómeno, véanse de Ariel James Figarola Banes. Imperialismo y nación en una plantación azucarera, de Oscar Pino-Santos El asalto a Cuba por la oligarquía financiera yanqui y Cuba. Historia y economía, y de Oscar Zanetti Lecuona, Alejandro García et al United Fruit Company: un caso del dominio imperialista en Cuba. Entre las obras de autores foráneos y particularmente relevantes, tenemos a Nuestra colonia de Cuba de Leland Jenks y Azúcar amargo. Un estudio de la economía cubana de Byron White.
alcance real de este fenómeno de opresión distaba de la omnipotencia. Esta aseveración está
concebida como el primer aporte de este escrito.
La expansión geofágica de The Chaparra Sugar Company en el occidente de la localidad
holguinera, se encontró obstaculizada por las propiedades de Wenceslao Infante Bidopia, el principal
terrateniente ganadero de la región, consistentes en un compacto latifundio distribuido en sucesivas
fincas que se extendían a través de los terrenos de San Agustín de Aguarás, San Andrés,
Guaramanao, Manantiales, Magibacoa y Las Coloradas, y que se prolongaba, separado del cuerpo
principal por Máguanos y El Canal, en Cauto del Cristo (brecha que quedaría cubierta en 1913, cuando
Infante tomó en arriendo terrenos para potreros en San Lorenzo, Máguanos y Manantiales, del
abogado norteamericano W. Blackburn Wilson). Infante era dueño también de más del 30 % del
ganado asentado y de más del 50 % del comercializado en el Término Municipal de Holguín, socio
comanditario de las sociedades Infante y Tamayo e Infante y Compañía, accionista de la Compañía de
Fomento de Holguín S. A. (la mayor empresa constructora de esa zona), de la Sociedad Copropietaria
de la Mina Santiago S. A. en Guajabales (la mina aurífera más productiva de la región) y de la sucursal
del Banco Español, arrendador de tierras en Las Coloradas y Barajagua para plantaciones cañeras y
en Guajabales para la explotación de la mina Nuevo Potosí, así como refaccionista de colonos en
Banes167. Por tanto, Infante no requería incorporarse al monocultivo cañero en las condiciones de
colono de The Chaparra Sugar Company, ni mostraría interés en venderle su patrimonio.
La estrategia expansiva de la Santa Lucía Company se proyectaría hacia la ramificación de sus
latifundios desde su enclave histórico conformado por los barrios rurales Bariay, Fray Benito y Santa
Lucía, en las direcciones de la hacienda comunera Almirante al Suroeste y la zona de Banes al Este.
Esta empresa, en su avance sobre la primera hacienda, se internó en un escenario caracterizado por
la venta de sus fincas por parte de la antigua clase terrateniente y sus sucesores a los comerciantes y
hacendados hispano-cubanos de Holguín y Gibara, quienes anhelaban ese espacio por su ubicación
entre las ciudades homónimas y en las inmediaciones de los yacimientos auríferos de Guajabales y las
vías del Ferrocarril de Gibara-Holguín-Chaparra168. La marcha de la Santa Lucía Company hacia el
interior de la zona de Banes correría una suerte similar, pues resultó contenida por un movimiento
análogo de la United Fruit Company en la línea perfilada de Norte a Sur por las haciendas comuneras
en proceso de deslinde o ya deslindadas Yaguajay-El Retrete-Tacajó y Bijarú, donde la segunda
disfrutaba de la primacía. En la primera hacienda mencionada, esta última empresa controlaba los
accesos al embarcadero de Samá; en la segunda, la propiedad de la Santa Lucía Company quedó
circundada en todas las direcciones por los latifundios de su rival, lo que le otorgaría a éste la
prerrogativa sobre los pasos hacia su ferrocarril entre Banes y Nipe y la salida al mar; y en la tercera,
la concurrencia de los centrales Tacajó, Boston y Báguanos y los intereses de The Cuba Railroad
Company en torno a la Bahía de Nipe pusieron coto a su avance169. Por esos motivos, el progreso de
la Santa Lucía Company en el hinterland entre 1899 y 1917, se vería limitado a la adquisición de 132,8
167 Archivo Histórico Provincial de Holguín (A. H. P. H.), Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de Holguín, 1902-1920, legajos 13-234; Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, 1899-1920; Fondo Registros de Sociedades Mercantiles del Partido Judicial de Holguín, libros 1-13; y Registros de la Propiedad Pecuaria del Término Municipal de Holguín, libros 1-5, F. C. 168 A. H. P. H., Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, 1899-1920.
169 Ibíd.
caballerías y 198,79 pesos de posesión de tierra en las haciendas Almirante y Tacajó y Bijarú, situadas
en la línea divisoria de las zonas de Gibara y Holguín la primera, y en la de Banes y Holguín la
segunda170.
Tampoco puede calificarse de fructífera la incursión de la United Fruit Company en el hinterland
holguinero. Su subsidiaria The Nipe Bay Company se apoderó de 76 caballerías en la hacienda
Cacocum (el 6,7 % del total) en el transcurso de su deslinde, pero 29 terratenientes locales ocuparon
simultáneamente el 56,4 % de la tierra171 y con ello dominaron los accesos al Cauto, las vías del
Ferrocarril Central y los principales caminos. Por último, el central Cacocum comenzaría sus
operaciones en dicha hacienda y las colindantes a partir de 1918172. Otra dirección del avance de los
latifundios azucareros de esta Compañía en el hinterland fue Tacajó y Bijarú, donde llegó a adquirir
propiedades que totalizarían 1 225 caballerías hacia 1915173. Paralelamente, entre 1902 y 1916 la
Tacajó Sugar Corporation expandió sus latifundios y colonias en esa misma área y su adyacente
Alcalá. Colindante con la primera al Suroeste y con la segunda al Sur, se extendía su análoga
Báguanos y en ella, en el último año mencionado, se fundó el central de ese nombre y sus tierras bajo
cultivo se ramificaron hacia el Sureste a través de las ex─haciendas comuneras San José de los
Haticos, Tacámara y Güiral y Barajagua174. Estas circunstancias, a las que se añadían los intereses de
The Cuba Railroad Company en el Este, impusieron un freno al movimiento expansivo de la United
Fruit Company en la vecindad de Antilla y hacia el hinterland holguinero.
Es notorio que las unidades agroindustriales desplegadas tardíamente (1915-1920) en el área
meridional de la localidad de Holguín, no han recibido la misma atención historiográfica que sus
homólogas estadounidenses del litoral (tal vez porque se asumió otrora que estas últimas los
constituían paradigmas más acabados de la explotación imperialista norteña), y que inclusive se ponga
en duda la veracidad de la existencia de una de ellas (el central Rey) pese a la evidencia archivística
que la respalda. Es precisamente esta brecha epistemológica la que ha pretendido sellar esta
investigación.
La ubicación de esos centrales en la franja meridional y el Este de la zona holguinera les
proporcionaba acceso a la llanura aluvial del Cauto (343 kms. de longitud, una cuenca de 8 969 kms².,
32 afluentes y un recorrido con numerosos meandros), favorables condiciones climáticas para el
rendimiento agrícola e industrial de la caña, las vías del Ferrocarril Central y los puertos de Nipe y
Santiago de Cuba. La población rural en esas áreas totalizaba 16 035 habitantes en 1915 y 23 961 en
1919175, lo que significa un veloz incremento de más del 49 % en un territorio señalado por la elevada
concentración de la propiedad rústica —diez haciendas comuneras deslindadas o en proceso de
estarlo con una capacidad superficial total de 35 285 caballerías, de las cuales el 56,1 % pertenecía a 170 Ibíd. 171 A. H. P. H., Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de Holguín, 1902-1920, legajos 13-234. 172 A. H. P. H., Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín (1899-1920); y Jiménez
Soler, Guillermo: Las empresas de Cuba, 1958, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2004. 173 A. H. P. H., Libros de Actas de Sesiones y Acuerdos del Ayuntamiento de Holguín, sesión del 23
de agosto de 1915. 174 A. H. P. H., Fondo Registros de Sociedades Mercantiles, libros 1-13; Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín (1899-1920), Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción (1902-1920); y Jiménez Soler, Guillermo: Las empresas de Cuba, 1958, Op. cit.
175 Padrón Vecinal del Término Municipal de Holguín, publicado en el periódico El Liberal, no. 411, del 15 de abril de 1915, Biblioteca del Museo Histórico Provincial de Holguín (B.M.H.P.H.) y el Censo de la República de Cuba de 1919, Op. cit.
146 terratenientes176—. Esta conjunción de factores implicaba, a la vez, una amplia disponibilidad de
fuerza de trabajo susceptible de explotación mediante el salario y la complejización de los
procedimientos de acceso a la tierra.
El hecho de que el capital comercial y ganadero y la alta clase media urbana ocuparan
tempranamente la mayor parte de la tierra útil del hinterland y los accesos a las vías férreas, los
caminos principales y la ciudad de Holguín, y contuvieran en el perímetro de su zona los movimientos
de las compañías azucareras norteamericanas desde el litoral, impidió que estas se hicieran fuertes en
la misma y entorpecieran la fundación tardía de centrales por aquellos.
La implantación de la monoproducción azucarera en la zona de Holguín debió aguardar más de tres
lustros por la acumulación del capital necesario por parte de sus clases hegemónicas, la consumación
del deslinde de las haciendas comuneras, la construcción del sistema del Ferrocarril Central y del
puerto de Antilla, y la coyuntura de auge azucarero asociada a la Primera Guerra Mundial. Esta
circunstancia forzó a las compañías azucareras fundadas en la zona de Holguín con capital hispano-
cubano-estadounidense, a compartir sus ganancias con los grandes propietarios asentados en sus
áreas de operaciones, que les asegurarían el acceso a la tierra; la banca extranjera, que constituiría su
fuente de capitales suplementarios; y The Cuba Railroad Company, que garantizaría el flujo de las
producciones, exportaciones e insumos de sus centrales. La complejidad de estas relaciones se
patentiza en las experiencias empresariales de dichas compañías177.
En 1918, la Compañía Azucarera Central Rey S. A., nucleada en torno a los comerciantes hispano-
gibareños José Rey García y Antonio Bermúdez Otero, dio inicio a su aventura con una emisión de 1
500 bonos de 500 pesos cada uno, con un interés del 6 % anual y por un término de diez años. Los
tenedores de los mismos acordaron nombrar como su agente fiduciario al Banco Nacional de Cuba
(aún cuando, en su trayectoria, la Compañía Azucarera Central Rey S. A. contaría también con el
crédito y sus grandes colonos con la refacción del Banco Español). La Compañía estableció asimismo
un convenio con la Sociedad Cuervo y Pagliery de La Habana178, mediante el cual esta última se
obligaba a construir el batey y la casa de maquinarias del central en los terrenos de la Compañía,
consistentes en 215 caballerías de tierra aportadas por sus fundadores en la hacienda Sabanilla del
Contramaestre. Según su concepción original, la fábrica de azúcar sería capaz de moler 80 000 @ de
caña diariamente.
Al año siguiente, falleció José Rey García y su coterráneo Juan Rimblas Cusachs, uno de los
pilares del comercio gibareño y holguinero, adquirió de la Sucesión de aquel y de Mariano Faget
176 A. H. P. H., Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, 1899-1920, y Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de Holguín, 1902-1920, expedientes de deslinde de haciendas comuneras, legajos 13-234. 177 El análisis del proceso formativo del complejo económico-social del azúcar en la zona holguinera entre 1915 y 1920, está respaldado por la triangulación de los datos contenidos en: A. H. P. H., Fondo Registros de Sociedades Mercantiles del Partido Judicial de Holguín, libros 8, 11, 12 y 13; Jiménez Soler, Guillermo, Los propietarios de Cuba, 1958, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2008, pp. 46-47, 89, y 468-469; del mismo autor: Las empresas de Cuba, 1958, Op. cit., pp. 38 y 89; A. H. P. H., Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, 1899-1920. Para el seguimiento de la trayectoria empresarial de la Compañía Azucarera Central Rey, se recurrió asimismo a: A. H. P. H., Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de Holguín, 1902-1920, legajo 241, expediente 3 271, y legajo 290, expediente 3 280. 178 A. H. P. H., Fondo Registros de Sociedades Mercantiles del Partido Judicial de Holguín, libro 1.
Torres 36 acciones preferenciales y 180 comunes de la Compañía con un valor total de 36 000 pesos y
15 000 dólares, acto que lo convirtió en detentador de su paquete accionario.
No obstante, los accionistas no disponían de los recursos financieros necesarios para las
operaciones del central y la Sociedad Cuervo y Pagliery se vio obligada a asumir su administración, y
con las ganancias obtenidas con la venta de la zafra de 1918-1919 pagó los jornales, refaccionó a los
colonos, y costeó el corte, alza y tiro de la caña. Posteriormente, se ocupó asimismo del
perfeccionamiento del capital fijo de la fábrica, la extensión de las obras del batey, la adquisición de
locomotoras, material rodante, combustible y otros insumos y del tendido de ramales de vía ancha
hacia las colonias, utilizando para ello las garantías colectiva e individuales de sus asociados. En
1919, la finca azucarera Central Rey ya disponía de seis lotes con un total de 302 caballerías situados
en las haciendas Sabanilla del Contramaestre y San Francisco. Hacia 1920, la deuda de la compañía
azucarera con la Sociedad Cuervo y Pagliery ya ascendía a 639 008,60 pesos, una cuantía muy
superior a la estipulada en el contrato original.
Paralelamente, la Compañía adquiriría otras obligaciones igualmente onerosas, atribuibles a su
escasa liquidez y al problemático acceso a la tierra a lo largo del trayecto del Ferrocarril Central, y que
le negarían aún más recursos para la reproducción ampliada de sus operaciones. En 1918, el colono
Manuel Sánchez Sera concedió a la Compañía Azucarera Central Rey un crédito de 4 500 pesos con
interés del 7 % para la construcción de un chucho en las proximidades de la estación ferroviaria de
Cacocum, contrayendo ésta una hipoteca sobre dicha instalación y la obligación de cancelar el
préstamo con las utilidades del azúcar. En 1920, el hacendado norteamericano John Goodwin Althorne
entregó en arriendo al central Rey 140 caballerías por 14 años en la hacienda Sabanilla del
Contramaestre, por una renta de 5 000 pesos anuales pagadera con el importe de media arroba de
azúcar por cada 100 de caña. No fue hasta ese año que se construyó el ramal ferroviario de esta
unidad agro-industrial, el cual se conectaba con el Ferrocarril Central en las cercanías del poblado de
San Germán y contaba con una estación propiedad de la Compañía. Dicha vía fue tendida a través de
la hacienda de uno de sus colonos, el terrateniente norteamericano Albert Penn Kerr, el cual accedió a
cambio de que se le permitiese usar su chucho para transportar, sin pagar cargos, sus productos
agrícolas hasta las vías del Ferrocarril Central.
El mayor potencial de la fase agrícola del central Rey, radicaba en sus grandes colonos. En la zafra
de 1918-1919, esta unidad agro-industrial produjo 660 218 @ de azúcar, y para ello debió moler 530
000 @ de caña procedentes de terrenos propios y más de 11 veces esa cantidad suministrada por sus
colonias179. En 1920, el central Rey agregó a sus cuatro contratos de suministro de caña originales
―Juan Rimblas Cusachs, Mariano Faget y Torres, Juan Ambrosio Aguilera Zayas y la sociedad de
José Rey García (hijo) y José Rey Llisny― otros siete adquiridos del central Cacocum y uno del
Canarias, quienes tenían bajo cultivo un total de 427 caballerías en las haciendas Sabanilla del
Contramaestre, Cacocum y Guanaiba.
En el último año mencionado, la Sociedad Cuervo y Pagliery presentó una demanda ante el
Juzgado de Primera Instancia de Holguín contra la Compañía Azucarera Central Rey, por el cobro de
los 639 008,60 pesos que ésta aún le adeudaba. El litigio se zanjó provisionalmente cuando la
179Archivo Nacional de la República de Cuba (A.N.R.C.), Fondo Secretaría de la Presidencia, “Resultados de los centrales del Término Municipal de Holguín, en la zafra de 1918-1919”, legajo 48, no. 6.
Compañía aceptó un paquete de compromisos que la ponían prácticamente en manos de la parte
demandante: la liquidación íntegra de la deuda en un plan de plazos que se prolongaría hasta 1932,
pagando un interés del 6 % anual (todos los pagos se efectuarían en pesos cubanos o dólares) y
reconociendo una segunda hipoteca sobre la finca; el pago de la deuda de 100 000 pesos contraídos
por la Sociedad Cuervo y Pagliery con sus acreedores para invertir en las mejoras de la finca, en tres
plazos anuales entre 1920 y 1922; el mantenimiento en condiciones operativas de la instalaciones y
equipos del central y la preservación de los contratos en vigor; la siembra de caña en tierras del central
y sus colonias hasta totalizar 10 000 000 @ de la gramínea en cada zafra, siguiendo una estrategia
para reducir progresivamente la dependencia de la Compañía respecto de sus colonias con el fin de
incrementar su cuota de ganancia; y la obligación de asegurar las instalaciones del ingenio en no
menos de 1 000 000 de pesos, bajo pena de que la Sociedad acreedora se hiciera cargo del trámite
cobrando para ello el principal y los intereses adeudados y vencidos de la Compañía.
En junio de 1921, ésta aún no había logrado cumplir la última parte de su compromiso, lo que le
valió una nueva admonición de la Sociedad acreedora, y su deuda con los tenedores de bonos cuyo
fideicomiso corría por cuenta del Banco Nacional de Cuba todavía ascendía a 39 008,80 pesos. El 21
de septiembre de 1921, la Compañía Azucarera Central Rey emitió cinco bonos por valor de 100 000
pesos cada uno con un interés del 10 % anual y término en 1923, constituyendo para ello una tercera
hipoteca sobre sus propiedades. El corolario de su calvario fue el embargo de las instalaciones de su
finca el 8 de octubre del mes siguiente y su remate en pública subasta el 23 de diciembre del mismo
año, operación en la que, tras resultar valorizadas en 700 000 pesos, serían transferidas a la
propiedad de la Sociedad Cuervo y Pagliery.
Peor fue la suerte corrida por la empresa estadounidense Coloradas Sugar Company en su
aventura azucarera. En 1915, esta Compañía, aspirando a erigir un central con sus anexidades en la
hacienda Las Coloradas, negoció a través del terrateniente Luis Masferrer Grave de Peralta contratos
con un grupo de propietarios de la misma, según los cuales la Compañía los refaccionaría e instalaría
chuchos ferroviarios en sus fincas que serían costeados por los propios colonos. En el curso de esta
operación, la Compañía se endeudó con la Fidelity Trust Company. En 1916, el terrateniente
norteamericano Walter S. Thompson le vendió 36 caballerías a la Compañía, que las adquirió con
créditos suministrados por The Guaranty Trust Company, hipotecando nuevamente sus propiedades y
rentas en Las Coloradas; de manera que en ese año fue el propio Masferrer quien se ocupó de
proporcionarle refacción a los colonos, comprar su zafra y moler las cañas en el central Cacocum.
Tres años más tarde, el hacendado ganadero Wenceslao Infante le arrendó más de 110 caballerías a
la Compañía en la misma hacienda y ésta subarrendó parte de ellas al médico Rodolfo Socarrás y al
farmacéutico Ricardo Sirvén, bajo condiciones que patentizaban la débil capacidad negociadora de
aquella: ellos suministrarían caña, no pagarían arriendo, podrían fomentar potreros, y estarían
facultados para reorientar su caña hacia otros destinos si el central Coloradas no estaba construido
con vistas a la zafra de 1920-1921; la Compañía, por su parte, se comprometía a instalar las vías
férreas y los chuchos. En 1920, finalmente, la Coloradas Sugar Company se vio precisada a ceder a la
Coloradas Cane Corporation su concesión ferroviaria y demás privilegios en sus terrenos, y se limitaría
en lo sucesivo a gestionar contratos de colonato para el central Cupey.
En 1916, José Picaso Calvet vendió 5 736 caballerías a la Compañía Azucarera Central Canarias
en la hacienda Sabanilla del Contramaestre, a condición de que se hiciera cargo asimismo de la
hipoteca mantenida sobre esa propiedad por el Banco Territorial. Posteriormente, la Sucesión Picaso
Collier transfirió a la Compañía otras 379 caballerías, y ésta quedó endeudada y su finca hipotecada
tras recibir un crédito de 2 300 pesos con un interés del 15 % del colono norteamericano James
Waterman Watson. En las operaciones de la Compañía Azucarera Central Canarias, además del
Banco Territorial, también intervinieron mediante la concesión de créditos a la misma y de refacción a
sus colonos, The Royal Bank of Canada y el Banco Nacional de Cuba.
La Cupey Sugar Company era propiedad de la West Indies Sugar Finance Corporation,
perteneciente a la National Sugar Refining Company, controlada a su vez por el grupo financiero
norteamericano Howell. Esa compañía azucarera refaccionaba a la Sociedad Wakefield and Carleton
(estadounidense), la Sabanazo Sugar Company Limited y The Cuban Plantation Limited (británicas) y
a terratenientes estadounidenses, para asegurarse el acceso, a través de ellos, a las tierras y chuchos
colindantes con las vías del Ferrocarril Central (Sabanazo, Mir, Maceo y Amigos) que se extendían a lo
largo de las haciendas deslindadas Las Coloradas, Máguanos, El Canal y Arroyo Blanco del Sur. A
partir de esos puntos de apoyo, dicha Compañía irradiaría su influencia hacia los propietarios
autóctonos asentados en la periferia de esos intereses. Las condiciones impuestas por The Cupey
Sugar Company a sus colonos, tal vez fueron las más ásperas en el escenario azucarero holguinero
del período: se atribuía el derecho de supervisión e intervención en el proceso productivo, retenía entre
el 25 y el 30 % de las utilidades brutas del azúcar hasta la liquidación de la refacción y prohibía la
actividad mercantil colateral.
No obstante, también The Cupey Sugar Company carecería de autoridad para doblegar a su arbitrio
a sus colonos: en 1920, uno de ellos, el norteamericano David D'Arcy Pascoe, le concedió el derecho a
construir su ferrocarril por sus tierras en la hacienda El Canal a cambio de que dicha empresa le
pagara por esa servidumbre 500 pesos anuales por 99 años; y en ese mismo año, otro colono suyo, el
también estadounidense Basil Hone, permitió al comerciante Julio Yeste Muñoz desarrollar "negocios
mercantiles" en sus terrenos, obligándose éste a pagarle una renta de 100 pesos mensuales y a
mantener los precios vigentes en los mercados circundantes de Sabanazo, Mir y Omaja.
Los hermanos Martín y Melchor Palomo Beceña, comerciantes hispano-gibareños, asociados con
otros cuatro hacendados y comerciantes cubanos, fundaron en 1918 el central Cacocum y en 1919 el
Báguanos. Simultáneamente, ambos Beceña, incitados por el auge azucarero, se empeñaron en una
estrategia de diversificación de inversiones que se tradujo en la fundación en 1918 de una colonia
cañera que suministraría la materia prima al central Rey, la constitución de dos sociedades mercantiles
en el giro de tienda mixta en Holguín y Puerto Padre en 1919180, la instalación de un gran aserrío para
procesar los 4 000 000 de pies de madera que aportaría el despeje de los terrenos para cultivar caña
en su latifundio de la hacienda Cacocum, dotado de un ramal conectado con las vías del Ferrocarril
Central, en ese mismo año181, y la construcción de otra colonia azucarera en Mayarí en conjunción con
su hermano Gaspar entre 1919 y 1920. Esta práctica sustrajo importantes recursos a la reproducción
ampliada de los centrales mencionados y los privó de reservas para enfrentar la crisis que se
avecinaba.
Para la zafra de 1918-1919, el central Báguanos disponía de 42 caballerías de caña, 15 de pastos,
44 en proceso de sembrar y 349 de montes. En el transcurso de la misma, fue capaz de producir 1 801
180 A. H. P. H., Fondo Registros de Sociedades Mercantiles, libro 11.
181 Periódico El Eco de Holguín, número del 27 de septiembre de 1919, B. M. H. P. H.
880 @ de azúcar y para ello tuvo que moler 11 484 648 @ de caña, el 78 % de las cuales procedía de
sus colonias182.
En 1920, la Compañía Azucarera Central Báguanos había contraído una deuda con The Royal
Bank of Canada ascendente a 1 200 000 pesos (otro acreedor suyo fue el Banco Español), viéndose
obligada a hipotecar sus propiedades183, en tanto que la Compañía Azucarera Central Cacocum había
adquirido otra con el Banco Nacional de Cuba por un total de 1 750 000 pesos. En ese mismo año, en
medio ya de la crisis bancaria, el central Báguanos fue transferido a la propiedad de la estadounidense
Punta Alegre Sugar Company y el Cacocum fue retenido a duras penas por los hermanos Beceña con
una pérdida de 1 478 000 pesos.
La fundación del central Tacajó o San Jerónimo en 1917 fue un producto de la fusión, en los
marcos de la Tacajó Sugar Corporation, del capital financiero hispano-norteamericano representado
por Bernardo Braga Rionda (sobrino de Manuel Rionda Polledo y miembro de Czarnikow Rionda
Company), Donald Dodge, R. B. Crispell y Rafael Yevallas; del comercial hispano-gibareño identificado
con las figuras de José, Antonio y Pablo Beola Valenzuela; y de la propiedad terrateniente de Banes y
Mayarí personificada por la Sucesión Dumois.
El central Tacajó llegó a disponer, a fines del período aquí estudiado, de 1 242,7 caballerías en la
hacienda deslindada Tacajó y Bijarú (42,7 % de la capacidad superficial de la misma) pertenecientes a
la familia Dumois (89,5 % del total), José H. Beola (5,7 %) y la Tacajó Sugar Corporation (4,8 %). Su
conexión con el ramal Antilla-Alto Cedro del Ferrocarril Central le permitiría exportar sus producciones
e importar sus insumos por el puerto del primer nombre, circunstancia que fijaría su dependencia de
los intereses de The Cuba Railroad Company.
Las condiciones especiales en que se configuró el espacio económico azucarero en la zona de
Holguín, generaron un sistema de colonato con rasgos peculiares: los grandes propietarios podían
contratarse como colonos con varios centrales simultáneamente; los contratos de colonato podían
asumir la función de medio de capitalización de la reproducción ampliada del monocultivo azucarero; y
las utilidades generadas en una colonia contratada con una unidad agro-industrial determinada, podían
estar en función de la reproducción ampliada de otra.
El fenómeno hasta aquí expuesto, implicaría la desigual capacidad de réplica de las unidades agro-
industriales del hinterland y sus análogas del litoral frente a la demanda del mercado de niveles de
producción y productividad cada vez mayores. En la zafra de 1918, los centrales azucareros de la zona
de Holguín contaban con 129 colonias cañeras, dato que representa menos de la décima parte de las
colonias desarrolladas en torno a los centrales Chaparra y Delicias184. Dos años más tarde, el conjunto
de la propiedad latifundiaria de los seis centrales erigidos en la zona holguinera entre 1915 y 1919
equivalía al 13,43 % de las tierras en poder de los centrales Chaparra, Delicias, Boston, Preston y
Santa Lucía185. En la zafra de 1922, los centrales Rey, Canarias, Cupey y Cacocum agrupaban a 196
182 Ibíd.
183 A. N. R. C., Fondo Donativo y Remisiones, "Endeudamiento de la Compañía Azucarera Central Báguanos con The Royal Bank of Canada", legajo 629, no. 60.
184A. H. P. H., Fondo Ayuntamiento Neocolonia, “Fincas dedicadas a plantaciones cañeras en Holguín en 1918 y 1922”, legajo 132, expediente 6 811; y edición extraordinaria de la revista "Agricultura y Zootecnia" de 1924 dedicada a los centrales Chaparra y Delicias. 185 Cálculo realizado a partir de la triangulación de los datos contenidos en: revista "Agricultura y Zootecnia", número extraordinario, Op. cit.; Pino Santos, Oscar, El asalto a Cuba por la oligarquía
colonos y molieron 9 990 288 arrobas de caña, lo que equivalía a la quinta y la décima partes de los
indicadores respectivos del central Delicias en ese mismo año186.
Pero el desgranamiento de los avatares experimentados por la aventura azucarera que tuvo lugar
en la zona de Holguín a partir de 1915, resultaría incompleto sino se agregara esta otra reflexión: el
auge azucarero de 1914-1919, que actuó como detonante de aquella, también contenía los elementos
potenciales de su condena. Las experiencias empresariales de los inversionistas empeñados en el
fomento de centrales, databan de la economía mercantil de la Gibara decimonónica y de la economía
hatera ancestral del hinterland. Los primeros habían prosperado a expensas de la protección
dispensada por la metrópoli a sus actividades económicas y de la incapacidad estructural del
hinterland para promover su propio proyecto modernizador, en tanto que los segundos eran legatarios
de una tradición de ganadería extensiva y el fomento de cultivos comerciales sin elaboración industrial.
Por ende, aquellos y estos carecían de experiencia para entender que, para prevalecer en un contexto
de concurrencia mercantil exacerbada, la creciente acumulación de capital en aras de una
intensificación cada vez mayor de la producción debía convertirse en búsqueda obsesiva.
El corolario de esta simbiosis de limitaciones fue que las elevadas utilidades del azúcar se
encauzaron, con harta frecuencia, hacia el derroche en objetos suntuarios, la ostentación y los
placeres mundanos. Obsérvese el testimonio de un contemporáneo de aquellos eventos, el propietario,
político e historiador local Juan Albanés: “Eran los tiempos arcádicos…, en que se encendían tabacos
con billetes de cinco dólares, de los grandes espectáculos escénicos en Holguín con la Rousskaya, la
ópera de Enrico Odierne, Hipólito Lázaro, Serrador-Mari, los Martínez Casado, Esperanza Iris con su
“Viuda Alegre”, y las presentaciones galanas de Don Arturo Arbés. Época en que los guajiros
(entiéndase propietarios rurales medianos y ricos — R. A. C. T.) arrojaban sus matas de plátanos y de
mangos al camino para sembrar caña…y de Roberto Nomer con sus relojes de oro Waltham en venta,
y los perfumes parisienses de la Casa Betancourt”187.
De manera que la crisis económica de 1920-1921 no hizo más que retirar la banqueta sobre la que
se sostenía precariamente el capital azucarero hispano-cubano de Holguín, el cual, a espaldas de las
leyes económicas que rigen la sociedad capitalista, se había ajustado al cuello alegremente el dogal
de la imprevisión.
Bibliografía
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p. 185.
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Revista "Agricultura y Zootecnia", número extraordinario de 1924.
Particularidades de la lucha partidista en el TMH entre 1899-1920.
Por: Celia del Carmen Hernández Arias y Armando Cuba
Llegado el año de 1902 y con él la primera magistratura del país que la ocupó Tomás Estrada Palma
comenzó un nuevo proceso de formación de partidos políticos, los cuales estuvieron vinculados con las
aspiraciones de sus respectivos caudillos políticos. De esta manera en Holguín se proclama el propio
20 de mayo de 1902 la República en la Casa Consistorial (La Periquera) así como nació “la entidad
nacional cubana, que consagró legal y definitivamente el nombre con que se conoce y reconoce a este
país en todo el mundo, y había tenido antecedente paradigmáticos en Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú
y La Yaya.”188
Es importante destacar que desde el surgimiento mismo de estas agrupaciones partidistas van a ver en
las coaliciones electorales la vía para devastar a otros partidos o la vía para detener el demasiado
poderío o la fuerza imperante. Así lo afirma Juan Gualberto Gómez en el Diario de sesiones de la
Convención Constituyente de la Isla de Cuba de 1900-1901 alegando:
Las coaliciones electorales que muchos juzgan inmorales lo son en puridad cuando las pactan
partidos extremos para únicamente destruir o demoler; pero hay otras coaliciones que son
morales, los que pactan los partidos para detener las demasías del poder o de la fuerza que
impere en un país cualquiera, ocupe o no ocupe la esfera oficial. Y esas coaliciones son
legítimas y altamente morales.189
Estas coaliciones o alianzas serían temporales y supuestamente debían sostener visiones políticas
diferentes y simbolizar intereses económicos opuestos. Este proceso de alianzas entre partidos llegó a
188 Armando Cuba de la Cruz, Ob.cit. p. 63
189 Diario de Sesiones de la Convención Constituyente de la Isla de Cuba. 1900-1901. P.34, en, Joel
James Figarola: Cuba 1900-1928: La República dividida contra si misma. P.95.
constituir un elemento característico en la política burguesa cubana con un carácter cada vez más
significativo.
Cabe destacar que de estas primeras agrupaciones que surgen durante la primera intervención
norteamericana darán al traste con un proceso en el cual se comenzarán a formar los verdaderos
partidos que regirán la vida política en el país, aclarando que todos desde sus orígenes recurrirán a los
diversos mecanismos, como lo fueron los fraudes y los copos electorales190 a través de los cuales
veían su arribo al poder.
Este proceso de unificación entre las primeras agrupaciones induce a la aparición de los primeros
partidos con carácter puramente nacional fundamentalmente a partir del año 1903 donde el estilo de
hacer política comenzará a tomar otro rumbo. Así lo afirma el M. Sc. José Ángel Borja cuando comenta
que: “Estos partidos se identificaban por no tener un carácter nacional, aun cuando, trataron de
vincularse con agrupaciones de otros lugares con características similares. El número de partidos
locales, regionales o provinciales, estuvo condicionada por la situación específica de cada territorio.”191
Al cesar la dominación española asume la Alcaldía de Holguín el general Manuel Rodríguez Fuentes,
aunque no fue hasta 1900 cuando se celebran las primeras elecciones que es elegido como Alcalde el
Licenciado Francisco Fernández Rondán quien en 1905 renuncia y
…es sustituido por Pepe Torres, que a su vez la desempeña hasta su fallecimiento ocurrido el
dos de enero de 1908, en cuya fecha se hizo cargo de la alcaldía de Holguín, don Manuel Grave
de Peralta Sayas habiéndola desempeñado también interinamente, don Modesto Fornaris
Ochoa, don Justo Milá, don Benjamín Santiesteban, don Ángel Rodríguez Fuentes y el general
Luis de Feria.192
En el TMH personalidades de la índole de Rafael Manduley, Pepe Torres, Armando de Feria entre
otros llegaron a convertirse en grandes caciques. Sin embargo ha resultado difícil descubrir “…el
enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos o administrativos”193, que como ellos estuvieron en
representación de la región holguinera.
Lo anterior refiere que el liderazgo que expresa el caciquismo no es sólo el resultado de la acumulación
de riquezas, aunque esta es un factor importante en la conformación del cacique. De acuerdo con
Jorge Ibarra en su obra Cuba 1898-1921. Partidos políticos y clases sociales, en Cuba la figura política
del cacique se conformó a partir de la fórmula del General–Alcalde–terrateniente; es decir la
combinación del prestigio alcanzado durante la guerra con la elección a los cargos públicos y la riqueza
alcanzada en unos casos por vías lícitas, como el pago de los salarios a los miembros del Ejército
Libertador adoptado por acuerdo del primer Consejo de Gobierno el 14 de septiembre de 1896; o
ilícitas en otros. La existencia del capital burocrático, eufemismo tras el que se oculta el robo del tesoro
190 Copo. Vocablo utilizado en la época para designar el monopolio del poder por un solo partido, lo
cual es contrario al pensamiento liberal y a las libertades liberales burguesas.
191 José Ángel Borjas Martínez: El Partido Conservador Nacional cubano (1907-1921), p.17
192 José García y Castañeda: La Municipalidad Holguinera. Comentario Histórico 1898-1955, p.8
193 Armando Cuba de la Cruz: Holguín: de la Colonia a la República. Tesis presentada en opción al
Título Académico de Máster en Historia y Cultura en Cuba, Holguín, 2004, p.90
público, ofrecía la posibilidad de establecer relaciones clientelares, pero no parece haber sido la más
socorrida en la etapa estudiada. Este es un problema que requiere un estudio más detenido.
Por su parte Carlos del Toro en su obra La alta burguesía cubana. 1920–1958, enfatiza en la relación
existente entre los caudillos militares de la guerra y los caciques políticos de la república, al sostener
que en la guerra comenzó la construcción del liderazgo de las personalidades que ejercieron el poder
político durante la primera república. En esa línea ya Joel James había demostrado, el monopolio
político del mambisado en la república en su Cuba 1900-1928. La república dividida contra sí misma.
De igual forma Francisco Pérez Guzmán aborda el problema del ascenso en la escala militar de los
miembros del Ejército Libertador, concediéndole prioridades a los niveles de influencia, instrucción y
riqueza como factores que facilitaban la promoción. Los mismos que abrían las puertas a los cargos
públicos en la República, ahora con la gloria añadida de ser oficiales Veteranos de la Independencia.
Desde las luchas independentistas muchos insurgentes y veteranos se hicieron de un grado militar el
cual no se adecuaba con su preparación militar para desempeñar la jefatura de un batallón o de un
regimiento. A partir de aquí comienzan a aparecer los caciques y a su vez establecer su liderazgo. Se
otorgaron grados por influencia social y apreciación, tal fue el caso de Rafael Manduley quien no
estuvo en guerras de independencia sin embargo tenía título de abogado. Cabe destacar que parte de
los coroneles, generales y comandantes etc, que provenían de las guerras eran oficiales que habían
cursado o cursaban estudios universitarios, cuando se incorporaron al Ejército Libertador, de los cuales
casi todos procedían de familias adineradas, inversiones en tierras, ingenios, y otros negocios,
destacándose los médicos y abogados, por lo que la presencia de los sectores humildes no resultó
predominante en el cuerpo de generales, coroneles etc.
Ante estas circunstancias tenemos que a la par de enriquecimientos ilícitos por parte de los caciques
existió enriquecimiento lícito, pues aquellos que habían permanecido durante años en el mambisado y
terminaron la guerra con altos grados militares, pudieron disponer de un modesto capital que para
algunos después de pagar deudas, aún les dejaba suficiente dinero para invertir en negocios de
diferentes niveles económicos. Este pago recibido les permitió el enriquecimiento en todos los sentidos.
A partir del prestigio alcanzado durante la guerra facilitó que estos caciques emprendieran el camino
de la política con vistas a ocupar cargos municipales, provinciales y nacionales.194
La tendencia liberal predominó en esta región oriental, pues consta en los documentos consultados
fundamentalmente en el bisemanario del territorio El Eco de Holguín que en todos los barrios
holguineros se celebraron reuniones donde dejaron establecidos el Comité del PL. Así en la campaña
electoral de 1905 en Holguín se celebraron 31 Asambleas liberales para apoyar, sostener y defender la
proclamación de José Miguel Gómez, y ya para 1907 se habla de apoyar la candidatura histórica,
asegurando que los liberales holguineros no se dividirían en zayistas y miguelistas, por lo que se
deduce que ya se está haciendo referencia al Partido Liberal Histórico (PLH) que tendría su aparición
oficial un año después, lo cual refuerza la idea del proceso del PL.
La búsqueda de la diversidad de opiniones y el derecho a la disensión, el respeto a la oposición y a las
minorías es típico del pensamiento liberal predominante en la época.
Con la segunda intervención, la llegada del PCN y la división interna del PL el camino se les
estrechaba a los liberales quienes desde la creación del PM sabían de las pugnas que vendrían en el
camino.
194 Francisco Pérez Guzmán: Radiografía del Ejército Libertador 1895-1898, p.69-99
El Gobierno provisional aprobó la formación del nuevo partido, pues lo vieron como la vía para
contrarrestar a los liberales y que de esta manera no llegaran a convertirse en una fuerza insuperable.
Sin embargo para los planes norteamericanos la presencia de otro partido les fue muy favorable pues
vieron la posibilidad de que liberales y conservadores se alternaran en el poder y así garantizaban el
juego político propio que caracteriza el estilo de hacer política en su país.
Ya estaban estructurados los dos partidos que regirían las luchas políticas del país, ambos conducidos
por caudillos provenientes del Ejército Libertador quienes contaban con una clientela política las cuales
se movían junto a ellos.
El PCN afilió las figuras más distinguidas de la intelectualidad y un gran número de destacados
veteranos de las guerras de independencia donde figuró el Mayor General Mario García Menocal,
principal figura dentro del PCN y desde su ingreso el caudillo indiscutido del partido y al igual que el PL,
la opinión pública asoció el PCN con su figura Enrique José Varona quien fuera su presidente.
El PL por su parte seguía la estrategia de ganar adeptos para las elecciones que se avecinaban. El
bisemanario del territorio hizo público un comunicado de la Convención Nacional del Partido Liberal
donde acordaban celebrar la fecha gloriosa del 10 de octubre y según ellos manifestaron sería sin
colorido político alguno, incitaron a todo el pueblo a trasladarse hacia la capital donde tendría lugar el
meeting y serían invitados todos los veteranos de las luchas independentistas y demostrar de esa
manera el sentimiento de solidaridad cubano195.
Por otro lado mientras se organizaba el PIC en 1908 se preparaban las elecciones generales que
tendrían lugar, además estaban las intenciones por parte de los organizadores del PIC en presionar
sobre los partidos en pugna para que tuvieran en cuenta los intereses de su organización recién creada
y abrir una posibilidad de tener su cuota de poder en alguna transacción con el PCN o el PL. Pero el
PIC no estaba en condiciones de cambiar las reglas del juego y que como bien se apunta fue
combatido por todos: por liberales y por conservadores.
En vistas de los comicios de 1908
Los dirigentes cubanos, en aras de ganar votos, realizaban giras, mítines y fiestas. La respuesta
del adversario casi siempre fue con una actividad similar o superior. En el caso de las fiestas el
evento consistía en organizar un almuerzo o una cena en los alrededores del lugar donde sus
antagonistas harían la actividad político-recreativa, costeándolas con fondos provenientes,
generalmente, de una colecta. 196
Todo esto con vistas a incrementar en sus filas miembros que discreparan con el partido de oposición
ya fuera el PL o el PCN.
Vale la pena destacar que el voto es acceso al poder y este es un problema fundamental en cualquier
sociedad erigida como estado nacional y del sistema político establecido en Cuba. Martí señalaba en
La Revista Universal de México que las Cámaras (se refiere al Parlamento), la prensa y las elecciones
eran las armas de los pueblos democráticos, y en Estados Unidos apuntó que en los países
democráticos un ciudadano que no vota es como en un ejército un soldado que deserta. Eso es
liberalismo puro, pero en aquellas sociedades el voto era esencial y la única forma de llegar al poder
eran esa o por la vía armada violentando las leyes; de ahí la búsqueda del voto a toda costa.
195“Solemne Aniversario” en El Eco de Holguín, miércoles 25 de septiembre de 1907, p.2
196 José Ángel Borjas Martínez. Ob.cit., p.29
Con el PCN dentro de las luchas partidistas ya para los comicios de 1908 preparaban su candidatura
que sería Menocal - Rafael Montoro, el antiguo autonomista, mientras que el PL contó con la
candidatura Gómez – Zayas quienes formaron una coalición para estas elecciones donde el primero
debía asegurar que el segundo fuera elegido presidente en las próximas votaciones. El Eco de Holguín
hizo público en un anuncio del 15 de julio de 1908 la candidatura del PL, la cual incluyó el logotipo que
identificaba dicho partido. La candidatura quedó compuesta por un presidente, un vicepresidente, un
gobernador civil, un alcalde municipal, 8 consejeros provinciales y 21 concejales.
El 14 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones y no hizo falta esperar resultados para saber el
triunfo liberal quien arrasó a los conservadores. Para estos comicios ya los liberales se dividen en
miguelistas y zayistas mientras que el conservadurismo se presentó unido con Mario García Menocal.
El 28 de enero de 1909 tomaba posesión el gobierno de José Miguel Gómez quien inauguró el primer
gobierno emanado del PL en Cuba. El nuevo mandatario debía garantizar la puesta en marcha del
sistema político y mantener el nivel de soberanía alcanzado con el peligro siempre latente de una
nueva intervención.
“Para las elecciones de 1908 a los que practicaban cualquier oficio que fuesen buscando trabajo en los
centrales en su fase terminal le compraban el voto (…) si no echaban el voto por delante no había
puesto…197”
Las elecciones de 1908 la ganan los liberales por tres razones fundamentales: dinero, fusión y pactos
entre Zayas y José Miguel Gómez, además de la frustración que existía por la independencia
inalcanzada, y el liberalismo fue la vía por la cual se pensó que resolvería los problemas del momento.
“Los matones de José Miguel comían en el mismo plato que los conservadores. Las elecciones se
hicieron en plena borrachera…Los liberales sabían que iban a ganar y estaban celebrándolo
desde dos días antes. Los conservadores sabían que iban a perder y querían ripiarse la plata que
les había tocado en el reparto y congraciarse con los liberales, para cambiar de casaca y seguir
chupando.198”
Se iniciaba así una etapa llena de negocios sucios conocidos como “chivos”. El Estado Cubano
comenzaba a convertirse en corrupto y corruptor, legalizando juegos como el JAI ALAI y aprobando la
ley de la lotería nacional. En julio de 1909 fue aprobada la ley que autorizaba la lidia de gallos de ahí
que en el antiguo territorio holguinero se publicó un comunicado donde se daba a conocer que:
En Holguín se ha dado el caso de que zayistas y conservadores se sintieran miguelistas y
celebraran juntos el triunfo de José Miguel Gómez; pero entiéndase bien del famoso gallo que
desde la campaña electoral pasada lleva el nombre del Presidente de la República.
El gallo ya referido pertenece a un conservador, amigo nuestro muy estimado, quien conociendo
la calidad de su renombrado campeón, no titubeó en entregárselo a otro también famoso y
aportándole a él algunos centenares de pesos.
La pelea se celebró en la valla de esta ciudad, el domingo último y José Miguel venció a su
contrario en los primero revuelos. 199
197 Reynaldo González: (ob.cit.). Pág. 65.
198 Ibídem. Pág. 67
199 “Conservadores y Zayistas” en El Eco de Holguín, miércoles 15 de diciembre de 1909, p. 2
A la par de esto los liberales históricos de Holguín se llevaron el premio en las elecciones de 1908
donde José A García Leyva quedó como Alcalde. A estas elecciones se presentaron el Liberal
Histórico, el Liberal y el Conservador. El primero logró 14 votos, mientras que el segundo obtuvo 2 y el
tercero solo 5.
El 16 de agosto de 1909 en el Senado se llevó a cabo una reunión en la cual se fusionaron los liberales
siendo presidida por el doctor Alfredo Zayas. En dicha reunión se llevaron varias propuestas las cuales
fueron aprobadas, entre ellas se resaltó que dadas las circunstancias del momento se hacía necesaria
la unidad en la dirección del PL y en la labor legislativa y administrativa del país.
Es por ello que ya para las elecciones de 1910 los liberales entonces fusionados lograron 6 escaños y
los conservadores 4. Una vez fusionados los liberales en el TMH continuaron desprendimientos de
corte liberal tal fue el caso del Partido Liberal Independiente (PLI) el cual se presenta a elecciones en
1910 llevando consigo a 10 candidatos como propuesta para concejales sin obtener ningún escaño.
Una vez en el poder el liberalismo, su máxima figura José Miguel Gómez aseguró su propósito de ir
en contra de la reelección aún si fueran sus propios partidarios quienes lo llevaran. Sin embargo esto
no fue un bombillo rojo que alarmara pues en los inicios de 1912 varios liberales ya tenían en mente la
reelección del caudillo liberal. Para algunos resultó ser muy apresurado iniciar una campaña, para otros
la fundación de un desconocido partido lograría el triunfo reeleccionista y otros en cambio proponían
una división dentro del liberalismo holguinero el cual ya estaba en crisis, pues el entonces Gobernador
Civil Rafael Manduley del Río no supo sostener la unidad del PL y por tal razón sus días estaban
contados.
Los liberales fusionados holguineros con José A García Leyva a la cabeza se pronunciaron a favor de
la reelección. Sin embargo el Alcalde holguinero no aceptó su propia reelección.
Los ánimos reeleccionistas estaban exaltados en el Oriente del país pues se disputaba “entre la
reelección de Manduley y la postulación de Manuel Estrada frente al candidato conservador Manuel
Rodríguez Fuentes.”200
A pesar de esto el PCN enfatizará su camino por dos rutas fundamentales, primero fue trabajar con
cuidado pues era sabido que el caudillo liberal José Miguel Gómez no era de la simpatía de los
norteamericanos aunque hubiesen aceptado la formación del partido y segundo ser el rival mayor del
liberalismo, haciéndole el mayor daño posible, para ganar adeptos en las próximas elecciones, donde
el conservadurismo se llevaría el premio gordo de dirigir el país y de esta manera satisfacer sus propias
necesidades y sacar a flote sus verdaderos intereses, pues estos a diferencia de los liberales
simpatizaban con el gobierno norteamericano.
Reynaldo González en su libro La fiesta de los tiburones a través de un poema de la época (2-agosto-
1912) trasluce lo que significaría la reelección de José Miguel Gómez, la cual fue catalogada en aquel
momento como el hundimiento de la patria y una posible intervención. Cuando el conservadurismo
sobrepasó los límites del ya decaído liberalismo, en el antiguo territorio holguinero aún primaba esta
tendencia lo cual se comprobó en las elecciones de 1912 donde triunfa el liberal Miguel Ignacio
Aguilera de Feria y en 1916 es reelecto frente a Armando de Feria Guerrero (los cuales eran primos)
quien fue llevado por el PCN, el PLP, la Agrupación Liberal Independiente (ALI) y la Agrupación
Federal Obrera (AFO), sin obtener victoria alguna.
200 Armando Cuba de la Cruz. Ob.cit. p. 136
No sería hasta 1917 donde los conservadores se adueñan de la alcaldía holguinera y hasta 1920 se
mantienen en ella.
La raíz reaccionaria y la política del primer gobierno liberal quedaron plasmadas en su represión a toda
actividad o acción de los obreros independientes y en el despiadado exterminio del movimiento armado
de protesta que dirigió en 1912 el Partido de los Independientes de Color el cual
-además de aspirar a un conjunto de medidas sociales y de reivindicaciones raciales que
atenuaran la fuerte discriminación racial existente- fue el único movimiento no proletario del
período que aspiró a transformaciones que, aunque no rebasaban el marco de las relaciones
capitalistas de producción, hubieran afectado el intocado régimen de propiedad latifundiaria
sobre la tierra. 201
Para agosto de 1912 se llevó a cabo la unificación liberal otorgándole al General Eusebio Hernández la
candidatura a la Vicepresidencia de la República y se reanudaron las negociaciones para que Asbert
llegara a un acuerdo con el Dr. Zayas y se llevara a cabo la unión de todos los liberales.
Mientras esto ocurría a nivel nacional, en el municipio holguinero que también se preparaba para
elecciones en ese mismo año se disputaban la gobernación de Oriente Manduley y el General Manuel
Rodríguez Fuentes, la prensa de la región así lo hizo saber, incrementando además en el anuncio la
gran apuesta de mil pesos oro a que triunfaba la candidatura de Rodríguez Fuentes, haciendo saber a
todos los lectores que aquellas personas que aceptasen el reto se dirigieran al señor director del
bisemanario para formalizar la apuesta y realizar el depósito del dinero en un banco de la ciudad.
Quienes apostaron por Manduley se llevaron el gran chasquido, pues como dijimos en el capítulo
anterior la gobernación de Oriente pasa a manos de Manuel Rodríguez Fuentes.
Así terminaba el primer período de mandato liberal
pues para los comicios de 1912 vendría un cambio de administración con el triunfo conservador, debido
fundamentalmente a la enorme división entre los liberales quienes a pesar de querer unirse lo que
consiguieron fue separarse, surgiendo varios grupos políticos que respondieron al interés personalista
de sus respectivos caudillos tal fue el caso del Partido Hernandista, el Asbertista y el Zayista, los cuales
más que partidos representaban una tendencia del liberalismo.
A partir de 1912 Cuba pasaba del liberalismo al conservadurismo y la población debía mostrar
resistencia al cambio.
Era evidente que la candidatura Zayas-Manduley había fracasado y más cuando José Miguel no
cumplió lo pactado de apoyarla, pues si hubo algo que caracterizó a los caudillos de la época fue la
reducción del número de jefes. Según un artículo publicado en El Eco de Holguín los zayistas exigieron
a Manduley la renuncia a la vicepresidencia a lo cual se resistió, sin embargo Machado vendrá a
ocupar su lugar. Los partidarios del General Asbert rompieron relaciones con los liberales zayistas y
emprendieron una campaña contra su candidatura pues según ellos “carecía del suficiente prestigio y
arrastre para sacar triunfante al Gran Partido Liberal en las próximas elecciones.”202. Con la salida de
Asbert se formaba una coalición conservadora-liberal nacional Asbertista o lo que se dio en llamar la
Conjunción Patriótica Nacional pero por otra parte aún existía el liberalismo de Zayas. Ante esta
disyuntiva se lanzó una campaña contra los zayistas en la cual los de la Conjunción a través de la
prensa manifestaron que era en ella donde estaba el porvenir de la República y que los liberales que
201 Ramiro Guerra. Ob.cit. p. 77
202 “Noticias de última hora” en El Eco de Holguín, sábado 27 de abril de 1912, p.1
habían votado por Menocal la sostendrían, así mismo lo reflejó El Eco de Holguín en un anuncio
titulado “Liberales, no; “zayistas” La Conjunción Patriótica Nacional estuvo compuesta por 1
Presidente, 1 Vicepresidente, 1 Gobernador Provincial, 2 Senadores, 10 Representantes, 5 Consejeros
Provinciales, 1 Alcalde Municipal (Floridano Feria Sivori), 11 Concejales y 9 miembros para la Junta de
Educación los cuales estaban divididos entre Propietarios y Suplentes
La candidatura Menocal-Varona salía triunfante, se reorganizó el cuadro político del partido y se ratifica
a Varona como presidente del mismo.
Para estas elecciones se llevaron a cabo maniobras electoralistas, el fraude y los ataques
personalistas, así como difamaciones en el peor sentido. Históricamente no se había visto disputa
electoral tan atroz como esta de 1912, donde la política se vio envuelta en una ola de deshonra moral
para los políticos. La política de Menocal no fue ni menos ni más que la de José Miguel Gómez. Su
política quedó asociada a la corrupción pero de mano dura de ahí el calificativo de “Káiser de Cuba”, es
por ello que se le hizo una conga que lo identificaba a él y al su respectivo PCN:
Tumba la caña,
Anda ligero
Mira que ahí viene el Mayoral
Sonando el cuero203
La administración conservadora cumplió su función en apoyo a la política de Estados Unidos en la
coyuntura de la guerra
Durante el mandato conservador y a pesar de que esta tendencia era la que primaba, en el antiguo
municipio de Holguín el aire liberal se respiraba por encima del conservador tal fue así que para 1914
con la fundación del PLP quedaba esclarecido el verdadero bando de los holguineros quienes
adoptaban posiciones realmente liberales.
En ese mismo año se llevó a cabo el sufragio parcial en el territorio el 1 de noviembre, El Eco de
Holguín publicó un día antes un comunicado a todo el pueblo holguinero en el cual transmitía que ese
día de elecciones sería el estupendo para que aquellos a quienes habían designado sus
correligionarios representaran al pueblo y de esa manera desarrollasen el programa del nuevo PLP,
un programa que según afirmaba el rotativo sería de libertad, paz y trabajo. Un alentador comunicado
para todo un pueblo que espontáneamente había hecho surgir dicho partido. “Partido que conservará el
Arca santa de la Alianza del pueblo cubano con los sagrados fueros de Libertad, Igualdad y Justicia de
la República”204.
El PLP estuvo compuesto por 12 miembros como representantes, 4 consejeros provinciales, 10
concejales, 4 miembros de la junta de Educación y propietarios y 8 suplentes. A estos comicios se
presentaron además el PCN, el PL y la Concentración Popular205. El PLP por su parte llevó consigo 10
propuestas como concejales entre estos sobresale José A García Leyva quien obtuvo 1684 votos,
203 Francisca López Civeira. Ob.cit. p.44
204 “A nuestros electores” en El Eco de Holguín, sábado 31 de octubre de 1914, p1
205 Concentración Popular: Pequeño partido de carácter municipal que no llegó a ejercer el poder, ni
tuvo mayor trascendencia.
pero sin embargo no quedó dentro de los concejales, pues entre el PL y el PCN se llevaron la mayor
cantidad de votos.
Para 1916 los aires se avivaron pues se postula la reelección de Menocal como Presidente mientras
que en Holguín es reelegido Miguel I Aguilera como Alcalde, todo daba muestras de que el territorio era
excepcionalmente liberal.
Menocal va a la reelección usando mecanismos ilícitos a la Brava. Los liberales ganan los votos en 5
provincias de 6, pero Menocal manda a cambiar todo eso y los votos de los liberales pasan a ser de los
conservadores, se había consumado el cambiazo lo cual fue un gran fraude. A consecuencia de esto
los liberales se alzan en 1917 conocido como el alzamiento de La Chambelona al cual se sumó el
alcalde holguinero y por tal motivo es destituido de su cargo. Por esta razón a partir de este momento
la fuerza conservadora toma el poder de la alcaldía holguinera.
Para el fraudulento proceso eleccionario de 1918 en Holguín se presentó la llamada Columna en
Blanco, la cual fue insertada en los comicios para que los electores tuvieran la posibilidad de proponer
aquellos candidatos que no estuvieran dentro de las boletas, solo fueron propuestos 5 personas como
concejales y de ellos 4 fueron electos. En estas elecciones existen también los partidos Liberal
Provincial y el Progresista que nada más se hace constar que no obtuvieron votos sin hacer constar los
nombres de los candidatos.
Así tenemos que durante los años que corren de 1899-1920 y según la búsqueda minuciosa en el
Archivo de Historia Provincial, se constató que durante 1908-1920 en el municipio holguinero se
llevaron a cabo 7 procesos electorales (1908, 1910, 1912, 1914, 1916, 1918 y 1920), de ellos 4
pertenecieron a elecciones generales (1908, 1912, 1916 y 1920), 3 fueron parciales (1910, 1914 y
1918) y uno municipal (1908). Señalando que dentro de los documentos que se utilizaron no aparecen
los años que corren desde 1900-1907, sin embargo conocemos la celebración de 1 Asamblea
Constituyente (1900), así como por las investigaciones realizadas en la prensa de la época y a través
de fuentes primarias, que en los años de 1900-1901 se celebraron también elecciones municipales y
que en 1901 y 1905 aparecen reflejadas elecciones generales y correspondiente al año 1900 se
evidencian las elecciones parciales para un total de alrededor 15 procesos electorales durante el
período investigado.
El municipio de Holguín se había insertado al igual que el resto del país en la creación de los partidos
políticos. Joel James Figarola establece una composición detallada de los partidos que existieron en
Cuba adjuntándoles las respectivas coaliciones para elecciones presidenciales y el desprendimiento o
las alianzas de estos partidos, además de las figuras representativas. El TMH contó con la gran
mayoría de los partidos que se establecieron nacionalmente existiendo alrededor de 16 partidos y
agrupaciones en el período que conforma esta investigación Holguín se destacó en un inicio por la
disciplina y el respeto con que asistían a las urnas y los procesos eleccionarios, además de su
diversidad en los partidos políticos pero a medida que la corrupción se apoderó de la Isla también se
apoderó del territorio holguinero, el fraude y las acusaciones personalistas cuando de alcanzar el poder
se trató.
El surgimiento de estos partidos con carácter realmente nacional se caracterizó por la creciente
subordinación de elementos nacionalistas de la burguesía cubana a la hegemonía política de la gran
burguesía antinacional.206
206 Ramiro Guerra: Ob.cit. p.67.
A partir del inicio de la República Neocolonial el poder político fue algo que pasó del liderazgo de los
caciques hacia los partidos, pues para nadie es un secreto que en un principio los líderes políticos que
provenían de guerras independentistas, eran quienes tomaban u ocupaban los principales puestos
públicos dentro de la política de su territorio, existieron líderes para tomar el poder, existieron partidos
para tomar el poder y existieron procesos eleccionarios para que estos líderes de partidos tomaran el
poder. Es así que todos los caminos en este período condujeron a la lucha por el poder.
La dinámica del poder legislativo en el Ayuntamiento holguinero refleja no sólo el monopolio del
mambisado sobre el poder ejecutivo ejercido en la alcaldía, sino el dominio del liberalismo en toda la
línea, lo que se refleja en los resultados de las elecciones para Concejales.
Durante las primeras décadas de régimen republicano las actitudes políticas no guardaban a veces
relación con una disciplina partidista como apunta Charles Magoon en un Informe rendido en 1908
Los lazos de los partidos no ligan mucho a los individuos en Cuba. Pocas son las bases, si es
que hay algunas, que envuelven puntos esenciales de la política nacional o verdaderas
diferencias de principios políticos. El elector individual ofrece su fidelidad al partido que en aquel
momento satisface sus inclinaciones, y fácilmente se pasa de un partido a otro; un individuo
puede ser liberal un mes y moderado al siguiente, o viceversa, guiándose por la personalidad del
candidato o por los jefes locales que defienden una candidatura207.
La actitud de los representantes de los partidos desde la Asamblea Constituyente de 1901 parece
corroborar la tesis de que en esta etapa de predominio del pensamiento político liberal y del caciquismo
las relaciones de los elegidos por el pueblo eran más acusadas con sus representados que con las
dirigencias políticas nacionales. De esta forma los constituyentes como Manduley, elegido junto a Juan
Gualberto Gómez por el Partido Federalista Democrático de Santiago de Cuba actuaron con una gran
independencia de la dirigencia partidista como se observa en los debates de la Constituyente. Los
Nacionales de Bayamo fueron contra la candidatura de su partido y votaron por Bartolomé Masó en las
elecciones generales de 1901. La subordinación de las dirigencias regionales a los grandes partidos se
hace sentir a partir de la estructuración de los Partidos Liberal y Conservador, pero no alcanza su
plenitud hasta pasado el período que abarca este estudio. No obstante en las complejas redes de
relaciones del poder legislativo y los partidos locales en el municipio se produjo un perceptible giro con
la entrada en el Ayuntamiento de miembros de las familias Menchero e Infante, fenómeno que, de
paso, inició el proceso de entrelazamiento del poder económico con el político, lo que no ocurre hasta
1920. Los debates de la Cámara municipal estaban centrados en aquellos primeros años de poder
republicano en la solución de los acuciantes problemas heredados de la colonia y los desastres
provocados por la guerra. Un vistazo a los asuntos abordados entonces demuestra que eran
privilegiados los temas relacionados con la riqueza agrícola, las vías de comunicación, la organización
del municipio, y por encima de todos ellos flotaba el presupuesto y sus ajustes constantes de gastos e
ingresos que absorbía la labor del Ayuntamiento y los Concejales. No eran las luchas de partidos lo
que primaba hacia el interior del Consistorio. Un estudio del funcionamiento del Ayuntamiento Municipal
207 Charles E. Magoon. Informe de la Administración Provisional desde el 13 de octubre de 1906 hasta
1 de diciembre de 1908. La Habana. 1908. En Hortensia Pichardo. Documentos para la Historia de
Cuba. Tomo II p. 299 y 55.
desde dentro de esta entidad deberá ser emprendido para complementar junto con la Alcaldía los
componentes del sistema político en Holguín.
Es natural que el ayuntamiento se pronunciara sobre determinados temas circunstanciales como la
ocupación norteamericana, rechazada por los concejales unánimemente, incluido un acuerdo de
rechazo a la Enmienda Platt; los independientes de Color, cuya legalización fue objetada por la
Cámara, lo mismo que los asesinatos cometidos por la Guardia Rural en San Andrés, desautorizados
por los ediles; o los debates en torno al servicio Militar Obligatorio de 1918 que generó intensos
debates, pero no desde los partidos, sino por encima de los partidos.
Durante el pesquisaje desarrollado en los fondos del Archivo Histórico Provincial de Holguín se obtuvo
información acerca de las elecciones a partir de 1908. En esos doce años hubo 7 elecciones. En seis
de ellas a partir de 1910 el Ayuntamiento se elegía por mitades, sólo en la de 1908 el pueblo eligió al
100% de los Concejales. El predominio liberal es evidente en toda la etapa, excepto en 1918 cuando el
fraude generalizado y las secuelas de la derrota político militar liberal en La Chambelona dieron el
triunfo a los conservadores.
Una mirada a las estadísticas en este punto refiere que en el Municipio de Holguín los liberales
alcanzaron entre el 45 y el 73% de los escaños en la Cámara Municipal en seis campañas sin alianzas
políticas. El liberalismo holguinero se mostraba así como la principal fuerza política y prevaleció sobre
las demás en la etapa estudiada.
Mientras los liberales se consolidaron como la principal fuerza política en el Municipio, los
conservadores se mantuvieron siempre en la segunda posición excepto en 1918 cuando luego de La
Chambelona el PCN emergió como principal fuerza. Sin embargo la Columna en Blanco que
expresaba en las boletas la candidatura espontánea o de última hora se equiparó al PCN. Un vistazo a
los candidatos de última hora indica la elección de algunos liberales ocultos en ella, a contrapelo
incluso de los pactos entre partidos.
Llegado el año 1920 donde los liberales no salieron por la puerta ancha como pensaron ya la antigua
localidad de Holguín en término municipal había contado con 9 Alcaldes donde la gran mayoría
defendió los intereses liberales que de no haber sido por las divisiones internas hubiese llegado hasta
1920 con el poder y el conservadurismo habría sido derrotado totalmente.
Tal hegemonía ejercida en más de las cuatro quintas partes de la etapa es razón suficiente para
conceptuar a Holguín como un término eminentemente liberal. La influencia del partido del gallo y el
arado en la jurisdicción era el saldo de pactos, fusiones y maniobras políticas, pero también del
monopolio del mambisado más radical en la municipalidad, cuya estructura había nacido con una
propuesta nacionalista más acusada que sus adversarios políticos, mediante el rechazo a la Enmienda
Platt y a la sombra de los consejos de Máximo Gómez quien recomendó la fundación de un Partido
Liberal que agrupara a los luchadores independentistas teniendo frente a sí a los antiguos
autonomistas y otros grupos conservadores, lo que garantizaba los derechos de las minorías como
reflejo de la más pura tradición liberal.
Las administraciones locales en los primeros años de la Revolución en Holguín.
Autora: Msc. Annia Duharte García
Msc. Olga Armas Blanco
La toma del poder revolucionario significó una nueva responsabilidad para quienes lo ejercían. Dentro
de la estrategia de la liberación nacional planteada a los cubanos, en los distintos documentos
programáticos, estuvo presente la integración de un Gobierno Provisional que ordenase al país y
convocara a elecciones libres de politiquería y manejos turbios.
Ante las expectativas que abrían las transformaciones en curso, fue imprescindible pensar en una
forma de gobierno que lejos de frenarlas les abrirá a ese cauce. Distintas experiencias existían en el
plano internacional, pero las peculiaridades propias de procesos en ascenso aconsejaron a evadir el
apresuramiento y experimentaran las más convenientes en medio de una aguda lucha de clases en el
plano interno y externo. Fue esta la causa que prolongó la existencia de una forma de gobierno
provisional desde 1959-1976.
En el plano nacional las funciones legislativas y ejecutivas se concentraron en un Consejo de Ministro
liderado por un Primer Ministro y un Presidente de la República. En el orden funcional y estructural se
mantuvo prácticamente inalterable. Sin embargo, en las instancias de la base los cambios sucedieron
con mayor dinamismo. El eslabón transitorio de las estructuras de gobierno fueron los Comisionados,
vigentes hasta el año ´61. Se inspiraron en las experiencias que el II Frente Oriental desarrolló en las
zonas liberadas por el Ejército Rebelde, tratando de restablecer un orden en la vida civil de los
poblados. Existieron comisiones de trabajo en la educación, salud, agricultura, planificación, economía,
finanzas, construcción, entre otros departamentos.
Estas comisiones fueron retomadas en diferentes esferas de la vida o ramas de la producción con el
objetivo de lograr una mejor distribución en los primeros meses de la Revolución, en cuanto a los
productos y artículos hacia la base. Se aplicaron las directivas, resoluciones, decretos, leyes tomadas
por los diferentes ministerios. Para su funcionamiento, se utilizó la división política administrativa
heredada por el triunfo de la Revolución en la que el país estuvo dividido en 6 provincias y 126
términos municipales. En estas dos últimas instancias correspondió actuar a la nueva forma de poder
revolucionario.
Antecedentes de las Administraciones Locales:
El 28 de Octubre /58 se promulgó la Ley Orgánica del II Frente “Frank País”, donde quedó
estructurada la vida económica y social de las zonas liberada por departamentos: Guerra, Justicia,
Sanidad, Propaganda, Educación, Finanzas Construcciones y Comunicaciones. Así mismo, se crearon
los buroes Agrario y el Obrero, y Direcciones de: Personal, Inspección e Interdepartamental. Cada
departamento tenía sus leyes y reglamentos208. El reglamento para la administración municipal tenía
como objetivo evitar la anarquía en los municipios, zonas y barrios y unificar el régimen de
administración. Para viabilizar estos objetivos se nombraron tres vecinos de cada localidad, llamados
comisionados, que asumieron las funciones de gobierno y administración en los territorios liberados.
Con la Reforma Constitucional del 20 de enero de 1959, se estableció la organización inicial en las
provincias y los municipios. El Consejo de Ministro fue facultado para determinar los órganos y
autoridades en esas provincias sus municipios, mediante las leyes No.36 y No. 37, primero, y luego,
106 y 121 de ese año con objetivos similares.
Como resultado de estas disposiciones legales el Gobierno Revolucionario dictó la Resolución No.
121, del 3 de marzo de 1959 que dispuso el régimen económico y político de la provincia de Oriente.
El nombramiento de los Comisionados Municipales de Holguín fueron: Manuel Hechevarría Martínez,
Ramón Camayd Logbe, Jesús Díaz Fernández y como Contador Interventor a Alexis Chacón
Concepción.
Funciones de los Comisionados.
Manuel Hechevarría Martínez: Ejecutivas como legislativa que le correspondían a los antiguos
Alcaldes y Concejales; tramitación general de los asuntos administrativos y la designación del
personal de los distintos departamentos y dependencias. Veló por el normal desenvolvimiento
de la Hacienda Municipal.
Jesús Díaz Fernández: Se encargó de trasladarse a los distintos barrios rurales para controlar
e informar de aquellas personas responsables que luego ocuparon las alcaldías de barrio del
término como subcomisionados, comprobándose las necesidades perentorias de cada zona,
supervisó la función de cada uno de los subcomisionados periódicamente rindiendo las
informaciones necesarias.
Ramón Camayd Logbe: Se encargó de organizar la contribución que había de funcionar en el
municipio. Atendió a la población en beneficio de la comunidad, asignó medidas para mejorar
los servicios públicos y supervisó la labor correspondiente a la administración municipal, de
llevar a cabo un catastro urbano y rústico en la municipalidad como vía de obtener mayores
fuentes de ingreso en impuesto territorial.
Este gobierno colegiado solo duró 25 días, pues la Ley No. 106 modificó las funciones delegándola a
un solo comisionado para regir en cada municipio de la República. Para este cargo se designó, en el
caso de Holguín, a Ramón Ricardo Rodríguez.
Junto con el Comisionado funcionaron 4 comisiones que fueron ocupadas por un secretario, un
tesorero, un responsable de bolsa de trabajo y un contador interventor. Para mejorar la organización
de los municipios fueron nombrados por el M-26-7 los subcomisionados de barrios. Estos
sustituyeron a los alcaldes de barrios. En la gaceta Oficial de Cuba del 21 de marzo de 1961 se
determinaron las Administraciones Regionales del sector Público contando con la división
208Olga Fernández Ríos: El Ejército Rebelde y la dictadura democrática revolucionaria de las masas populares
de en la revista cubana de las Ciencias Sociales No. 7, 1985. La autora realiza una descripción detallada de esta
forma experimental de gobierno en los territorios liberados del II Frente en la Sierra Maestra en cuanto a su
estructura y funcionamiento, que luego se aplica en el período revolucionario en los dos primeros años.
administrativa regional del territorio de la República y con ella, el correspondiente a la provincia
Oriente, numerada Región O-19 radicada en Santiago de Cuba. En el caso de Holguín radicó la
Región O-20.
Los gobiernos municipales tuvieron gran independencia con respecto a los gobiernos provinciales. Sin
embargo, las direcciones de ambas instancias radicaron en el Ministro de Gobernación que podía
nombrar o sustituir a los representantes de los Comisionados; así como, anular, modificar o adoptar
disposiciones complementarias a las leyes mencionadas.
Los campos de acción comenzaron a chocar entre sí produciéndose roces, órdenes, contraórdenes,
diferentes interpretaciones de las leyes que dificultó el cumplimiento de la dirección del Gobierno
Revolucionario y de su Consejo de Ministros. Este último trazó tareas cuya solución sólo era viable con
la participación directa de las masas populares. No obstante, durante su funcionamiento se puso en
evidencia que tales indicaciones no siempre llegaron a la base o se deformaron en el transcurso con
las acciones del trabajo de las comisiones debido a que muchos dirigentes no tuvieron las
experiencias en el ejercicio del poder político, mientras que otros, tuvieron diferentes puntos de vistas
(nacional-burgués, radicales, anexionistas) que pugnaron por prevalecer para el establecimiento del
nuevo gobierno.
Además, la imposibilidad de prever la homogenización territorial de las inversiones, las demoras en la
realización de los planes, las dificultades de coordinaciones administrativas y económicas, la carencia
o insuficiencia de las labores de control y de contabilidad, es decir, la inexistencia de una estructura
administrativa territorial operante llevó a la necesidad un Organismo Provincial Estatal que pusiera a
fin esta situación.
El 4 de julio de 1961 en la Universidad Popular, el Comandante Raúl Castro Ruz, presidente de la
Junta General de Planificación informó sobre la constitución de la JUCEI Provincial. Así comenzó a
darse los primeros pasos para la integración en la base. Como una particularidad la JUCEI en Oriente
se constituyó el 18 de marzo de 1961 como necesidad del propio desarrollo de la Revolución. De esta
manera, se creo en Oriente primero con carácter experimental. Luego, por los resultados alcanzados
se generalizó a las otras provincias.
La organización de las Juntas se extendió por todo el país incrementando los poderes de las
provincias con respecto a los municipios. Aumentó el papel en la planificación y utilización de los
recursos como eslabón inferior en lo administrativo. Se convirtieron en el primer peldaño en las formas
de gobiernos locales para tratar de garantizar el ejercicio del poder por las masas populares desde
abajo. Surgieron con los objetivos de aunar y coordinar e inspeccionar la ejecución de los planes de
cada rama del Estado.
Las JUCEI (Junta de Coordinación, Ejecución e Inspección) según lo estipulado debieron prestaron
ayuda a todos los organismos nacionales sin interferir ni suplantar la autoridad de ningún Ministerio. En
la práctica estos objetivos no fueran viables por el roll desempeñado. Los Ministerios subordinaron a
las provincias a sus intereses. Por otro lado, no contaron con el respaldo de presupuesto para
emprender necesidades locales.
Las JUCEI estuvieron estructuradas en juntas, compuestas por las organizaciones sociales y de
masas y por un Comité Permanente bajo la dirección de un presidente, un vicepresidente, un
secretario. También, se organizaron distintos departamentos con enlaces entre las JUCEI y el grupo
de organismos más o menos afines para analizar los problemas en esta instancia. Existieron otros
enlaces con el Presidente y el secretario, o con el Comité Permanente. Al respecto el Comandante
Raúl Castro en el momento fundacional de esta organización señaló:
“…hay que tener en cuenta y nunca perder esa perspectiva que la experiencia del órgano de poder
provincial o local está renovándose constantemente. Se basará lógicamente en la experiencia práctica,
con la participación del pueblo, los organismos estatales y organismos de masas, en la perfección
futura de un tipo definitivo de órgano de poder local…”209
La necesidad de estructurar un gobierno local que respondiera a los intereses de la clase obrera y
consolidar la revolución socialista naciente llevó a transitar a estos órganos de poderes desde 1961
hasta 1976 en dos formas respecto a su estructura: las JUCEI, durante los años de 1961-1965; y
luego, el Poder Local en el período de 1966-1976.
Las funciones210 fundamentales de las JUCEI fueron:
Coordinar las actividades de todos los organismos y organizaciones para que las tareas se cumplan;
ejecutar y aplicar las leyes y orientaciones de la Revolución; llevar adelante la producción y la
construcción; fortalecer la defensa y la seguridad; promover la cultura entre el pueblo y estimular la
campaña por contra el analfabetismo; resolver los conflictos que se presentan en la comunidad,
ordenar y resolver los problemas del gobierno local y provincial y establecer una relación más estrecha
, orgánica y diaria entre el pueblo y el poder.
La junta no suplantó ninguna autoridad sino que debía ser el elemento mediador que las uniera
mediante la coordinación de las tareas. La Junta permitió conocer los recursos con lo que contó la
provincia y la región, por tanto, ofreció la oportunidad de usar y aprovechar los recursos materiales y
humanos con la mayor eficacia para los fines de cumplir los objetivos y propósitos de la Revolución.
Con su labor de inspección, coordinación y sus recomendaciones debía ayudar a los Ministerios y
otras instituciones de jurisdicción o carácter nacional, a cumplir con la mayor eficacia posible sus
obligaciones.
Prevenir o evitar la actuación por la libre, a capricho de cada uno y fuera de todo control y
comprobación. Escuchaba o formulaba críticas para los organismos que solicitaban ayuda y consejos.
La Junta debía descubrir los retrasos, las faltas, las deficiencias y los errores en el trabajo y adoptar
medidas y recomendaciones para el trabajo.
Resolver los conflictos entre instituciones y autoridades y adopta normas para la solución de
determinados problemas y ayuda, en todos los casos, para que se aplicaran y observaran las reglas
dictadas por la Revolución.
209 Raúl Castro Ruz. Discurso en la creación de la Juntas de Coordinación, Ejecución e Inspección
(JUCEI), en Documentos de la Revolución, 1961, editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2008.
210Arnaldo Milian Castro: Métodos de trabajo de las JUCEI en Las Villas en revista Cuba Socialista No.19,
1961.
Ayudar a coordinar mejor – y coordinar al nivel de su jurisdicción – las labores de construcción,
producción y distribución. Ayudar en el aprovechamiento racional los medios de transporte, evitar la
duplicación de esfuerzo distribuyendo las tareas para que dos organismos o instituciones coincidan
con una actividad, evitar conflictos y contradicciones en las toma de decisiones. Fiscalizar de las
fuerzas de trabajo disponible.
Divulgar en las provincias o en la localidad los planes generales y controlar su cumplimiento.
Controlar los egresos del presupuesto de la nación por año
Tales objetivos no se lograron automáticamente con la sola constitución de las JUCEI. De los cuatro
niveles en que estuvieron estructuradas solo funcionaron las superiores: la nación y provincia. Los
niveles inferiores, es decir, en los términos municipales y barrios fueron totalmente inoperantes.
Las dificultades se agrandaron al bajar al nivel municipal porque no existían coincidencias de intereses
en los municipios. La división de sus términos en zonas provocaba que algunas de ellas fueran
compartidas con municipios vecinos. Por lo que desde el punto de vista político estas zonas serían
controladas por los gobiernos colindantes, así como el trabajo de las ORI (Organizaciones
Revolucionarias Integradas) imponiendo esta un nuevo esquema cuando se encargaron de revisar la
estructura territorial que existía.
Con la implementación de la región los problemas de las administraciones locales se agravaron. Los
municipios perdieron la independencia que tuvieron durante los Comisionados. La mayoría pasaron a
subordinarse a la instancia regional. Sus funciones quedaron reducidas a la ejecución de algunos
servicios de la localidad. En cambio, las provincias dedicaron su trabajo a realizar actividades de
control de planes en su nivel y administrar algunas empresas interprovincial. Ejemplo de ellas,
tenemos el transporte. Dentro de las seis provincias se definieron 52 Distritos.211 En el caso de
Oriente quedaron 13 distritos ubicados inicialmente en el municipio de Santiago.
La JUCEI representó la personalidad jurídica del municipio de Holguín. Ejerció las funciones activas
expidiendo al efecto órdenes, dictado de órdenes, reglamentos y orientando la política y la economía
para un mejor funcionamiento del municipio. Ordenó el pago las obligaciones, nombró los
subcomisionados de barrios y discutía a probaba los presupuestos y programas. Expidió y recibió las
correspondencias de las distintas estancias. Controló los problemas administrativos del Estado. Estuvo
integrada por departamentos con funciones específicas.
En cuanto al departamento de Secretaría controló los proyectos que fueron ejecutados por otras áreas;
llevó el control del personal en el municipio; atendió los registros de entrada y salida de las
correspondencias; expidió certificaciones de documentos de archivos; nombró el personal que fue a
realizar las intervenciones por la aplicación de las leyes nacionalizadoras. El departamento de
Ciudadanía y Migración estuvo bajo su responsabilidad tramitar pasaportes para la salida del país y la
entrega de nacionalidad a extranjeros.
Por su parte, el departamento de Tesorería controló el tesoro municipal. Fue el encargado de la
Hacienda Municipal; puso en tiempo y forma los impuestos por distintos conceptos; mantuvo el control
de apremio y convenio; realizó los convenios de pago con los contribuyentes morosos; expidió
211 René Saladrigas: Criterios para una reestructuración político administrativa de Cuba en la revista
Cuba Socialista No. 17 de 1963 .
certificaciones de amillaramiento y llevó el depósito de cajas. El departamento de Contaduría hizo la
ejecución del presupuesto; controló los bienes de muebles e inmuebles del Municipio; informó sobre
cualquier documento de gastos y archivó los documentos relativos a las operaciones financieras.
Por otro lado, el departamento de Salud Pública con la promulgación de las leyes revolucionarias
implementó la gratuidad a los servicios de la salud. Preparó personal para prestar primeros auxilios en
distintos centros asistenciales, asilos de ancianos, casas de socorros, así como, los equipos de rayos x
en los hospitales. También el Departamento de Educación le dio un carácter gratuito a la enseñanza;
desarrolló cursos para distintos oficios; preparó el personal para la Campaña de Alfabetización y los
cursos emergentes y la cultura adquirió un carácter social. Se crearon las escuelas de música, de
ballet y el club de ajedrez.
El Departamento de Bienestar Social tuvo como función atender todas las necesidades de los pobres
de solemnidad, así como atender los servicios funerales de los mismos. Además, tuvo a su cargo el
cuidado de los cementerios y su atención.
Por último, los departamentos de Obras Públicas, Reforma Urbana y Bolsa de Trabajo llevaron a cabo
la ejecución y construcción de las distintas obras del municipio y aprobó los proyectos de construcción;
las características de las distintas viviendas para efectuar el pago de alquiler y entrega de los
inmuebles; y tramitación de los expedientes laborales y de los distintos puestos de trabajo,
respectivamente. Esta compleja estructura llevó a obstáculos difíciles de vencer y a errores en el
funcionamiento de la misma. Entre ellos tenemos:
En el municipio de Holguín los cuadros administrativos no contaron con experiencias en dirección ni
competentes para sumir las tareas.
Las indisciplinas, irresponsabilidad y una mentalidad anárquica prevaleció entre los dirigentes de las
organizaciones y organismos.
Se fomentó el trabajo por la libre. Hubo dualidad y a veces, multiplicidad de organismos que hicieron el
mismo trabajo en un lugar determinado. Se actuó de forma universal y arbitraria.
La JUCEI municipal no contó con un presupuesto asignado, ni apareció en los presupuestos de los
distintos departamentos de Estado. Dependía de lo asignado a las obras nacionales o con
participación de terceros. No se contempló en los planes y presupuestos de los Ministerios las
necesidades de las pequeñas obras de los municipios.
La JUCEI municipal tuvo en su territorio instituciones, centros de trabajos pertenecientes a otras
sedes municipales, regionales o provinciales, o viceversa. Cada organismo hizo una división
administrativa diferente a las JUCEI. Existieron estructuras territoriales (cañera y las granjas del
pueblo) que se entrecruzaron y nunca se integraron.
La comercialización de los productos agropecuarios extraídos de su área se realizaron en su mayoría
fuera de su jurisdicción, hacia las regionales o la provincia. Se complicó extremadamente las
relaciones entre los organismos de producción, comercialización y transporte.
Los centros de producción dentro del municipio no fueron estimulados cuando los resultados fueron
positivos, ni aun con los productos elaborados en la localidad.
Se dificultó la posibilidad de actuación del organismo político en los frentes económicos. La
concepción centralizadora en la administración llevaron a la falta de desarrollo de las instituciones de
las organizaciones políticas y de masas, y de la creatividad en la forma local.
Al respecto señaló el Comandante Fidel Castro en las conclusiones sobre la creación del Poder Local:
“… ciertas ideas de carácter centralizantes llegaron adquirir un gran auge. La copia mecánica de una
serie de métodos o sistemas de organización de otros países, el asesoramiento de múltiples
procedencias, la multiplicidad de ideas que presidieron la tarea de organización nacional, la
característica especiales de nuestro país, que es un país subdesarrollado; el desconocimiento de las
realidades; el intentar de una manera idealista aplicar formas de organización que tal vez
correspondido a un país mucho más industrializado y mucho más desarrollado que el nuestro: todas
esas cosas de las cuales no se pueden culpar absolutamente a nadie, sino exclusivamente a la
inexperiencia de todos los revolucionarios, se han estado haciendo evidentes en estos años…”212
La JUCEI no estuvo en condiciones de neutralizar una serie de fenómenos negativos que frenaron la
participación de las masas populares en las actividades de dirección y el desarrollo de la vida local.
Sin embargo, constituyó el primer intento de hacer viable el funcionamiento de los diferentes niveles
de la división político-administrativa del país. Era necesario continuar perfeccionando las formas de
poder en la base.
Las JUCEI abrieron el camino para el surgimiento de formas superiores de administración. No fueron
una obra perfecta, pero incrementaron las atribuciones de las instancias provinciales respecto a las
municipales, convirtiéndose en una vía para vincularlos a la administración del Estado. Las provincias
adquirieron entonces un trascendental papel en la planificación y de la dirección de las actividades del
eslabón inferior en la Administración Central.
En el análisis efectuado el 30 de septiembre y el 1ro de octubre de 1965 con la participación de
representantes provinciales y regionales de las JUCEI y del Partido, el Comandante en Jefe Fidel
Castro destacó la necesidad de flexibilizar más las administraciones locales para que fueran capaces
de resolver los problemas más necesarios de la base.
En la búsqueda del perfeccionamiento de los órganos estatales, Fidel Castro Ruz planteó la necesidad
de constituir el Poder Local, estructura que sería capaz de resolver diversos problemas utilizando
soluciones locales, representando una importante fuente de abastecimiento para asumir los planes
nacionales y el aporte de soluciones de problemas económicos y sociales del país. Al respecto
precisó:
“Las antiguas JUCEI, se llamarán administración Provincial o administración regional o administración
municipal (...) El Partido en representación de los trabajadores de la municipalidad(…) elegirá al
Presidente de la administración municipal, lo presentará a la masa de trabajadores y la administración
municipal tendrá la obligación de rendir cuentas cada seis meses a los trabajadores de la localidad”.213
De esta manera quedó establecida la nueva forma de poder político. La estructura del Poder Local fue
212 Ver en Cuba Socialista No.51/1965 las intervenciones de Fidel Castro en las reuniones
celebradas en los días del 30 y 1ro de octubre en la fundación del Partido Comunista de Cuba.
213 Ídem
variando en la medida que se tomó experiencia en el ejercicio del poder. El regional Holguín–Gibara
constó con 10 municipales, eliminando a Melones como municipio independiente. Quedó comprendido
por Holguín y Manuel Morales (Gibara) como los municipios cabeceras. El resto lo integraron: José
Ávila (Velasco), Rafael Freyre (Santa Lucía), Urbano Noris (San Germán), López Peña (Báguano),
Cristino Naranjo, Antonio Maceo, Calixto García (Mir-Buenaventura) y William Aguilera (San
Andrés)214. Enmarcó su territorio en el área que ocupaban los antiguos municipios de Holguín y de
Gibara, situados al Norte de la provincia de Oriente. Limitó en esta dirección con las aguas del Océano
Atlántico; al sur, con el regional Bayamo-Jiguaní; al este, con los regionales Banes-Antilla y Mayarí-
Sagua-Moa; y al oeste, con el regional de Victoria de Las Tunas-Puerto Padre.
La población del regional fue aproximadamente de 379 747 habitantes. De ella: 146 064 vivían en el
sector urbano. En cuanto al término municipal de Holguín contó con 132 567 habitantes,
perteneciendo a la parte urbana 105 000.
En 1966 la estructura regional estuvo compuesta por un Presidente (Carlos Galván Vila), un Comité
Ejecutivo con la subordinación de las secretarías de economía, organización y finanzas; los
presidentes municipales; un director de Empresa (Pedro González Vera) y las secretarías de trabajo
de construcción, producción, comunales, recursos humanos, cuadro, abastecimiento, comercio y
gastronomía.
En cuanto al municipal Holguín se estructuró a través de un presidente de administración (Alfredo
Quintian Pavón), un comité ejecutivo, la secretaría organizadora, un secretario de trabajo, y delegados
elegidos en Asamblea (trabajadores, campesinos, pueblo).
La estructura asumida fue mediante 7 Distritos: Vista Alegre, Sur, Pueblo Nuevo, Alex Urquiola, Lenin,
Norte y Alcides Pino. Existieron en esa época 186 delegaciones en 25 comisiones: 9 especiales con un
presidente, un secretario de administración y 46 delegados; y 16 zonales divididas en 10 urbanas y 6
rurales con 140 delegados como rasgo distintivo. A esta estructura hay que sumarle los 27 ejecutivos
municipales.
En enero del ´66 se reunió el ejecutivo de la Administración Regional para precisar acerca del
funcionamiento de la en la base teniendo en cuenta las experiencias de las propuestas de los
municipios para establecer las modificaciones. En cuanto a la rendición de cuentas de los Delegados
accionaron como portadores de los problemas de zona, los ciclos de reuniones deberían quedar
establecidos por el regional, necesidad de una base operativa para las comisiones y los conocimientos
de sus funciones y los problemas deberían resolverse en tres variantes: recursos propios, regionales y
los problemas a coordinar en la región.
A partir de esta reunión se trazó como estrategia de trabajo que los encuentros se realizarían de la
siguiente manera: el ejecutivo municipal, cada 15 días; con los delegados, trimestralmente; la reunión
ordinaria del ejecutivo Regional de 30-45 días y reuniones extraordinarias para el regional, siempre
que fueran necesarias.
Además, se aprobó que los problemas debían canalizarse a través de los presidentes de comisiones,
incrementar el control de los presupuestos asignados, tener en cuenta en el plan de inversiones el
214 A.P.H.H. Fondo Administración Regional (1966-1976) Caracterización del Regional Holguín- Gibara
al cierre del diciembre 1965. Expediente: 45, Legajo: 3 II, folios: 1-51.
orden de prioridad por el municipio, independientemente a la prevista por la Junta Central de
Planificación (JUCEPLAN).
En el último trimestre del año 1967, la Coordinación Nacional de los Poderes Locales formuló un
reordenamiento en la estructura215 con el objetivo de lograr un perfeccionamiento en el sistema de
trabajo, quedando conformado por el presidente administrativo regional; el vicepresidente
administrativo regional, las secretarías de economía, producción, servicios y comunales; un presidente
administrativo municipal; un vicepresidente administrativo municipal; un coordinador regional de los
CDR; un director de empresa, y como invitados permanentes representantes de las organizaciones
ANAP, FMC, CTC. El reordenamiento también se extendió a las formas adoptadas por las rendiciones
de cuentas y cantidad en el año. La primera en el mes de enero, ante los delegados y dirigentes de las
organizaciones de masas y administrativas; y en julio, ante el pueblo.
La Empresa se convirtió en un elemento clave para el funcionamiento del Poder Local. Estuvo
integrada por la fusión de la antigua Minorista Mixta y varias empresas de las JUCEI, las unidades de
las panaderías y dulcerías. En el caso de Holguín 66 unidades se unificaron el mes de octubre de ese
año y en los primeros meses del siguiente año se integraron 67 las tiendas de acopio y granjas. Otras
empresas que se agruparon por sectores fueron: industrial (46), servicios (43), comercio rural (154),
productos de alimentos (105), productos industriales (151), gestión (51), y construcciones (2).
El papel de las Empresas se sobredimensionó. Abarcaron grandes cantidades de sectores y unidades
que se incorporaron al Estado. En el momento de llevar a cabo la medida nacionalizadora de los
pequeños propietarios de los sectores del comercio y los servicios había alcanzado la macrocifra de
101 giros dentro del regional Holguín-Gibara. La Empresa pasó a ser un gran coloso difícil de dirigir,
controlar y hacerlo funcionar, si tenemos presente el nivel limitado que en la jerarquía de los
ministerios funcionaban los Poderes Locales.
Nuevas modificaciones fueron introducidas en la estructura de las administraciones locales a partir de
la Ofensiva Revolucionaria realizada del 14 al 17 de marzo dentro del regional Holguín-Gibara. 216 En
esta modalidad el presidente pasó a ser un cuadro profesional del Partido atendiendo al Poder Local y
no un cuadro regional. Dentro de sus nuevas funciones atendería a la administración con un criterio
desde el punto de vista político con el objetivo de lograr el perfeccionamiento del Poder Local.
Además, presidiría los Consejos de Dirección, el Comité Regional y tendría un despacho mensual con
cada secretario junto al vicepresidente. Fue el encargado de controlar y chequear todo el trabajo.
215 A.P.H.H. Fondo Administración Local, legajo: 1, expediente: 3; legajo 3 expediente: 37; legajo 3II
expediente: 35. Estos cambios aparecen además, en la prensa local Ahora donde dio a conocer al detalle a la
población de cada Asamblea que se realizaba, los cambios estructurales, las funciones de las administraciones
locales por municipios y el regional; así como, los logros y deficiencias hasta el año 1971.
216 La Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968 revolucionó los métodos de trabajo de las
administraciones locales. Tuvo que asumir pequeñas unidades del comercio y los servicios para las cuales no
estaban preparadas ni institucionalmente ni con suministros suplieran las pequeñas industrias del sector
cuentapropista en los municipios. Llegó a formarse cuellos de botellas en las administraciones locales, excesos
de dinero concentrado en manos de los municipios sin llegar al banco inicialmente, transformaciones en la vida
de un parte de la población desde su estructura socioclasista hasta en las tradiciones socioeconómicas y
culturales de las poblaciones, entre otras.
En la práctica esta forma de gobierno solo funcionó hasta el año 1971, o por lo menos, su
documentación está archivada hasta ese año. De manera general podemos plantear que las
deficiencias y dificultades del Poder Local radicaron en:
Inoperantes los Delegados Rurales por la lejanía de las zonas. No pudieron asistir
sistemáticamente a las reuniones. Falta de control a los delegados.
Pobre coordinación con los organismos en la ejecución de los planes. Los gobiernos municipales
tuvieron poca responsabilidad con la ejecución de las obras. No existieron correspondencia de
algunos proyectos de obras con relación al presupuesto.
Delegaron el cumplimiento de tareas una vez culminada las zafras azucareras.
Pobre participación de las masas en los planes de trabajo. Existió el error de concepción de trabajo
con las masas, solamente quedó adscrito al trabajo voluntario.
Exceso de burocratismo en los municipales.
Incumplimiento en las orientaciones realizadas por la Coordinación Nacional de los Poderes
Locales.
Exceso de centralización del poder en el presidente de la Administración Regional,
fundamentalmente en las empresas.
Forma de organización de las estructuras deficientes desde la nacional hasta la base. Constantes
cambios de las formas de trabajo en la base y sin correspondencia con la división político
administrativa existente, entre otras.
Las formas adoptadas de las administraciones locales en Cuba desde 1959 hasta 1976 constituyeron
la génesis del Poder Popular en Cuba. Sus métodos de consultas con las masas, la participación en
actividades cotidianas de los municipios y territorios trajo resultados positivos dentro de las
localidades cabeceras en las construcciones de obras en beneficio popular como: presas, escuelas,
círculos sociales, hospitales, reparación caminos vecinales fueron productos de la existencia de las
administraciones locales.
Bibliografía
1. Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado por el XII aniversario del asalto al Cuartel Moncada.
2. Castro Ruz, Raúl: Discurso en la Constitución de la JUCEI en La Habana, Imprenta Nacional
de Cuba. La Habana, 1961.
3. Constitución de la República de Cuba Cultural S.A, LA Habana, 1940.
4. Fernández Ríos, Olga: Formación y desarrollo del Estado Socialista en Cuba, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1988.
5. García Cárdenas, Domingo: La organización estatal en Cuba. Editora Política, Ciudad de La
Habana, 1981.
6. Núñez Jiménez, Antonio: En Marcha con Fidel. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1987.
7. San Miguel Aguilar, Mayra: 30 Años del Poder del Pueblo en Holguín. Ediciones Holguín,
Holguín,2008
Archivo Provincial de Historia de Holguín:
- Fondo Gobierno Revolucionario JUCEI.
- Fondo Poder Local (1966-1976).
Revistas:
- Revista Cubana de Ciencias Sociales No.7 1985.
- Revista Cuba Socialista: No. 3/1961, No.7/1962, No.17/1965, No.18/1965
El Triunfo de la Revolución Cubana y las sociedades de negros y mulatos en Holguín.
Autor: Msc. Yoel Rodríguez Ochoa.
El período de la historia de Cuba iniciado tras el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 resultó,
como todos sabemos, muy convulso. Este acontecimiento provocó una oposición creciente en la
sociedad civil cubana, cuyos ejemplos más fehacientes resultaron los asaltos a los Cuarteles Moncada
en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953 y el
desembarco de los 82 expedicionarios del Yate Granma, el 2 de diciembre de 1956, acontecimientos
que iniciaron la última etapa de las guerras de liberación nacional dirigida por Fidel Castro Ruz.
Además el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj el 13 de marzo de 1957 y el
alzamiento de Cienfuegos el 5 de septiembre de 1957, fueron otros acontecimientos que, sin dudas,
ocuparon la atención de la ciudadanía cubana.
La situación del negro, incluida la discriminación, pareció desaparecer, sobre todo en las primeras
semanas del ascenso del gobierno revolucionario. El nuevo poder que había asumido a principios de
1959 se identificó casi de manera inmediata con el problema racial del país.
Los integrantes del Partido Comunista, que regresaban a la vida pública tras varios años en la
clandestinidad, reanudaron la necesidad de implementar una legislación que condenara la
discriminación sufrida por la población negra cubana.
Casi a diario, los miembros del Ejército Rebelde, enfrentaron situaciones en disímiles lugares públicos;
entiéndase playas, hoteles, parques, etc. en que el color de la piel de los participantes salía a relucir217.
Permanecía así en el imaginario social el desafortunado estereotipo negativo sobre los negros y
mulatos.
No obstante, de acuerdo con lo planteado por el investigador Fernández Robaina: “(…) el 15 de
febrero de 1959, Juan René Betancourt publicó un artículo en el cual, después de expresar su
satisfacción por la caída de Batista y por las esperanzadoras promesas de la evolución para iniciar el
desarrollo económico, social y educacional y cultural del país, manifestó que le parecía conveniente
que el gobierno revolucionario se pronunciara, diera a conocer cuál iba a ser su política en lo
concerniente a la lucha contra la discriminación racial (…”)218.
Después del discurso pronunciado por el líder de la Revolución, el 22 de marzo de 1959, donde él
realiza un llamado a la comunidad cubana de intelectuales para lograr plenamente la integración racial
dentro de Cuba, se produjeron una serie de respuestas a la proposición del Comandante en Jefe,
encaminadas fundamentalmente al establecimiento de posibilidades equitativas en lo laboral y
educacional. La idea en sí era alcanzar una proporción más cerca entre blancos y negros en cada
entidad comercial, industrial o educacional del país.
El propio Juan René Betancourt219 consideraba prudente la utilización de la denominada Federación
Cubana de Sociales de Color como una alternativa para apoyar a la naciente Revolución y propiciar la
217 Alejandro de la Fuente: Un debate necesario: raza y cubanidad. En La Gaceta de Cuba, No.1,
Enero-febrero/2005, pág.62
218 Tomás Fernández Robaina: Identidad afrocubana, cultura y nacionalidad, p.10.
219 Juan René Betancourt. Periodista fundador de la Organización Nacional de Recuperación
Económica, resultando un camino para lograr el avance social y económico del negro cubano.
lucha contra el racismo de manera bien organizada. Sin embargo, esta propuesta no coincidía con la
visión que el poder revolucionario tenía de la problemática racial.
Mientras la generalidad de las organizaciones de la sociedad cubana se reorganizaban para integrarse
con mayor coherencia al proceso revolucionario, y aparecían agrupaciones como los Comités de
Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Unión de Pioneros de
Cuba (UPC), devenida luego Organización de Pioneros José Martí, entre otras, la asociación rectora
de la lucha social del negro cubano, la Federación de Sociedades de Color, desapareció.
La atención de la Revolución cubana, en aquellos primeros momentos, se concentró en la defensa de
la misma y en los planes que indicaban el interés del gobierno por satisfacer las necesidades
materiales y espirituales de la población, a partir de una concepción que trató de resolver
fundamentalmente los problemas colectivos, los de las grandes mayorías sociales. Al propio tiempo
procuró llevar una política de igualdad social justa, pero en la cual las acciones creativas individuales
estaban subordinadas y limitadas por las políticas colectivas y la desatención de todo intento individual
que no estuviera en función de la colectividad.
Toda expresión de la problemática racial individual, conjuntamente con algunos otros temas, no
fueron considerados relevantes, ante la creencia general de que esas problemáticas estaban ya
superadas. Recuérdese la negación que se hacía de la existencia creciente de la prostitución, entre
otros fenómenos sociales, que indicaban claramente trastornos sociales serios, que aunque
minoritarios, merecieron ser analizados para hallar una solución justa.
Gracias al advenimiento de la Revolución, no era necesaria la continuidad de sociedades integradas
únicamente por negros y mulatos, debido a que todas las asociaciones de instrucción y recreo se
encontraban al alcance de toda la población, sin distinción de raza o procedencia social.
En la ciudad de Holguín, después del triunfo revolucionario de enero de 1959, las sociedades de
negros y mulatos, también mostraron grandes esperanzas en la nueva dirección del país para
solucionar los problemas discriminatorios existentes hacia el negro y el mulato.
El 8 de abril de 1959, el periódico Norte, reproduce una entrevista que el periodista de este diario,
Rafael Pupo Mendoza, le realizara al último Presidente de la Unión Holguinera, Segundo Inza
Ricardo, publicada bajo el título: “El negro siempre ha dado gran aporte a la causa libertaria cubana”.
En esta entrevista, Inza Ricardo, enfatiza en la fraternidad y el civismo que siempre ha estado presente
en el negro cubano dentro de la sociedad en Cuba.
Sobre esto, Inza expresó: “En el orden de la fraternidad humana, el problema de la integración y la
solución del mismo, es de lo más justo y humano que pueda realizarse en un pueblo. Hay
antecedentes históricos de orden moral que marchan de espaldas a esa gran realidad, constituye una
infamia nacional, la no solución del mismo, pues de todos es conocido el gran aporte del negro en
todas nuestras luchas libertarias, primero, frente al coloniaje español y luego frente a los gobiernos
tiránicos como el que acaba de ser derrocado”. 220
220 Periódico Norte , 8 de abril de 1959, p.7
Estas palabras del presidente de Unión Holguinera, expresan el papel desempeñado por importantes
sectores negros y/o mulatos destinados al logro de un reconocimiento de éstos en el proceso de
integración nacional en la República cubana. Ello no resultó suficiente. Tras la instauración de la
República en 1902, no pocos pensaron que la mayoría de los problemas sociales, incluido el racial, se
solucionarían rápidamente. Desafortunadamente, el legado martiano que estimulaba la igualdad de
derechos para los negros –el que expresaba que si se acusaba de racista a un negro por defender sus
intereses, bienvenido era ese calificativo, porque era un racismo del bueno- no alcanzó la popularidad
y difusión requeridas.
En la citada entrevista concedida por Seguno Inza al periodista de Norte, el Presidente de la sociedad
de negros más importante de Holguín, también dijo: “Nuestra institución social (...) está en el ineludible
deber de respaldar la política integracionista de Fidel Castro, porque es justa y patriótica y además
porque esta medida destruirá, posibles conflictos que podría surgir en el futuro, porque las clases
desposeídas de todos los pueblos, se han unido para reclamar sus derechos y enfrentarse a aquellos
que deseen negárselos (…)221.
Por último, Inza, ofrece sus esperanzas en la nueva generación de cubanos que a partir de ese
momento, lucharía con voluntad política para resolver totalmente el flagelo del racismo y la
discriminación racial en el país: “Te puedo decir que como perteneciente a la generación frustrada que
sufrió el triste desencanto de tantas decepciones que se habían hecho perder la fe en los destinos de
mi patria, quiero felicitar a esta juventud radiosa y sana, que tanto los que cayeron en la demanda
como los que viven, deben sentirse orgullosos de no ser frustrados en sus anhelos y vaya hasta ellos,
los parabienes de este modesto cubano (…)222.
Durante los dos primeros años de Revolución cubana en el poder, las sociedades El Alba, Unión
Holguinera, además de otras no menos importantes como Pueblo Nuevo Club, Club Progresista y
Club Juvenil, continuaron desarrollando actividades instructivas y de recreo, aunque respondiendo a
intereses del nuevo poder político: lograr incorporar a toda la población cubana a las actividades
artísticas y culturales en sentido general, sin distinción de ningún tipo.
Los edificios que ocuparon El Alba y Unión Holguinera, pasaron progresivamente a instancias de la
administración local revolucionaria y sus espaciosos locales serían asumidos, entre los años 1961 y
1962, por el Departamento de Cultura de la Administración Municipal. Ya desde 1960, se oficializaba
por las nuevas autoridades políticas de la municipalidad, el posible destino que tendría el inmueble que
ocupaba El Alba. (Ver: Anexo).
Desparecían así, las sociedades de negros y mulatos holguineros, que a pesar de su carácter
segregacionista, representaron el civismo de esta población, y desempeñaron un papel destacado en
la promoción de valores patrios en la cultura e identidad cubanas.
221 Idem
222 Idem
ANEXO:
Contrato de arrendamiento entre la Sociedad El Alba y la Administración Municipal de Holguín en
1960.
“Contrato privado de arrendamiento.
En la ciudad de Holguín a los dieciocho días del mes de Julio del año mil novecientos sesenta.
COMPARECEN:
De una parte: El señor Renán Ricardo Rodríguez, cubano, mayor de edad, natural de Holguín, casado
y vecino de esta ciudad; el cual comparece en nombre y representación de la Administración
Municipal, en su calidad de COMISIONADO MUNICIPAL designado por la Revolución, con plenas
atribuciones legales para este acto.
Y de otra parte: El doctor Eduardo Rodríguez Pedrero, cubano, médico, casado, mayor de edad y
natural de Camagüey, vecino de esta ciudad, el cual comparece en este acto como representante por
ser su Presidente y constar así en los Reglamentos de la Sociedad El ALBA, con plenas atribuciones
para este otorgamiento.
Ambos comparecientes exponemos en este momento que nos encontramos en el pleno ejercicio de
nuestros derechos civiles y con la capacidad legal necesaria para este otorgamiento.
Dice el doctor EDUARDO RODRÍGUEZ PEDRERO:
PRIMERO: Que la Sociedad EL ALBA a la cual representa es dueña de un local anexo al edificio social
de la misma que da por frente a la calle de Mártires por una puerta y estando formado dicho local por
un pasillo, corredores y patio.
SEGUNDO: Que en este momento cede en Contrato de Arrendamiento Privado el anterior inmueble
descrito a la Administración Municipal de Holguín por el término de UN AÑO a partir del primero de
Julio pasado en que comenzó a usarse por la Administración-, siendo prorrogable este CONTRATO
automáticamente, por un término igual, si la Administración Municipal no lo renunciara a su
vencimiento, empleándose igual procedimiento en los sucesivos vencimientos.
TERCERO: El precio del arrendamiento será de CINCUENTA PESOS ($50.00) Mensuales, pagaderos
a su vencimiento el día último de cada mes.
Dice el señor RENAN RICARDO RODRÍGUEZ, Comisionado Municipal.
CUARTO: Que en nombre de la Administración Municipal y en su carácter de Comisionado, acepta
este Contrato de Arrendamiento en la forma expresada en los párrafos anteriores, comprometiéndose
a su más estricto cumplimiento.
Dicen ambos comparecientes:
QUINTO: Leído el anterior Contrato es ratificado en todas sus partes por nosotros los comparecientes,
procediéndose su firmante el Secretario de la Administración Municipal.
Y para la debida constancia, se extiende el presente Contrato por cuadriplicado, en el despacho de la
Alcaldía Municipal, en la calle de Frexes No. 80 y 82 Altos, de la ciudad de Holguín, siendo las diez de
la mañana del día diecieocho de Julio de mil novecientos sesenta, que firma el doctor EDUARDO
RODRÍGUEZ PEDRERO y RENÁN RICARDO RODRÍGUEZ, Comisionado Municipal, por ante mí el
Secretario de la Administración Municipal, que Certifico:
Renán Ricardo Rodríguez Dr. Eduardo Rodríguez Pedrero
COMISIONADO MUNICIPAL ARRENDADOR
Fernando Pérez Zorrilla
SECRETARIO DE LA ADMÓN. MUNICIPAL.
(Fuente: AHPH- Fondo: Gobierno Revolucionario. Comisionado JUCEI. Leg. 26, Exp. 1180, folio 1-1v)
Bibliografía consultada:
1. Betancourt, Juan René: El negro, ciudadano del futuro, Cárdenas y Cía., La Habana, 1959.
2. Fernández Robaina, Tomás: Cuba, personalidades en el debate racial, La Habana, Editorial de
Ciencias Sociales, 2007.
3._______________________: La identidad del afrocubano y el movimiento hip hop en el proceso de
la cultura y la nacionalidad cubana (libro digital).
4. López Capablanca, Vicente: La familia Avilés, Holguín, 1962.
5. Montejo Arrechea, Carmen: Sociedades negras en Cuba 1878-1960, La Habana, Editorial Ciencias
Sociales, 2004.
6. Morales Domínguez, Esteban: Desafíos de la problemática racial en Cuba, La Habana, Fundación
Fernando Ortiz, Colección La Fuente Viva, 2007.
7. Morales Fundora, Sandra: El negro y su representación social, La Habana, Editorial de Ciencias
Sociales, 2001.
Publicaciones de archivo:
1. Archivo Histórico Provincial de Holguín (AHPH) Fondo: Gobierno Revolucionario. Comisionado
JUCEI.
Publicaciones Seriadas:
Periódicos:
1. Norte, Holguín, 1952-1960
2. Surco, Holguín, 1961
3. Gaceta de Cuba, 2005
Holguín en la Alfabetización.
Autoras:
• MSc. Olga M. Armas Blanco
• Lic. Dayenni B. Díaz Sánchez
• MSc. Annia Duharte García
Introducción
En 1959 la Revolución Cubana arriba a su triunfo heredando males que se lastraban desde la colonia;
la educación era uno de ellos. Por lo que en marzo de este mismo año se creó la Comisión Nacional
de Alfabetización y Educación Fundamental y el 22 de abril de 1960 el Comandante en Jefe Fidel
Castro Ruz, realiza un llamado a los estudiantes para crear el Contingente de Maestros Voluntarios
que preparados en Minas de Frío, Sierra Maestra, enseñarían en las aulas creadas por la Revolución.
El 26 de septiembre de 1960 en la Asamblea General de las Naciones Unidas Fidel plantea: “Cuba
será el primer país de América que a la vuelta de unos meses pueda decir que no tiene un solo
analfabeto…”
La Campaña Nacional de Alfabetización en Cuba, con carácter masivo, fue impulsada en 1961, en
medio de la primera movilización popular en defensa del pueblo, mientras la prensa estadounidense
realiza una campaña desenfrenada con el fin de tratar de justificar una intervención armada a Cuba.
Brigadas de voluntarios que sumaban aproximadamente, 178 000 alfabetizadores populares, 30 000
brigadistas obreros y 100 000 brigadistas Conrado Benítez, se desplazaron por el país y el 22 de
diciembre, Cuba se proclama Territorio Libre de Analfabetismo.
Dentro de la historiografía cubana la Campaña de Alfabetización ha sido tratada por varios autores,
ejemplos: De Conrado a Manuel de Olga Montalván, Cuba Territorio Libre de Analfabetismo de Olga
Montalván y Cuba: Educación Popular y Preparación de los Cuadros Nacionales de 1959-1982, de
Nikolái Kolésnikov. Todos analizan el fenómeno a nivel nacional, sus antecedentes y desarrollo de
forma cronológica al igual que su significación para la naciente Revolución.
A nivel local se encuentra la Tesis de Diploma de Yanet Fernández Batista sobre La Educación
Primaria en Holguín durante los primeros años de la Revolución que trata en un epígrafe la Campaña
de Alfabetización. Realiza un estudio acerca del total de analfabetos que existía en aquella época, se
refiere a la primera sede de maestros en la calle Maceo y a la organización de la campaña en el sector
urbano dividido por diferentes zonas de los barrios Norte y Sur. La tesis de Maestría de Luisa Iglesias
Pasarín; Evolución histórica de la educación de adultos en la provincia de Holguín en la etapa
comprendida entre 1959 y 1962, aborda brevemente en su fundamentación teórica la campaña en
Holguín, las estructuras adoptadas y el papel de las organizaciones de masas y políticas sin detenerse
en su desarrollo e impacto, siendo este un aspecto que merece un estudio a profundidad en la historia
regional.
El Museo Histórico La Periquera atesora una importante documentación en las publicaciones
periódicas de la etapa, además las fuentes testimoniales aún existentes que propician información
inédita sobre este hecho que contribuyó de forma capital en la transformación de la sociedad, lo que
reafirma las perspectivas del presente trabajo, para el fueron utilizadas fuentes primarias y secundarias
entre las que se pueden citar el Fondo Juan Albanés en la Oficina de Fondos Raros y Valiosos de la
Biblioteca Alex Urquiola Marrero en Holguín. Se consultaron los fondos de la Biblioteca del Museo
Provincial de Holguín “La Periquera” donde se trabajó con la prensa periódica como fueron el
periódico Norte y Surco en los años comprendidos de 1959 a 1961, estos ofrecieron información y
datos referentes a la realización de la Campaña de Alfabetización en el Término Municipal de Holguín.
También las revistas Somos Jóvenes y Bohemia aportan información sobre el desarrollo y evolución
de la Campaña de Alfabetización en Cuba.
Fueron consultadas obras de Historia Local y Regional como son: La Municipalidad Holguinera
Comentario Histórico de 1898-1955 de José Agustín García Castañeda, que refiere la cantidad de
escuelas en el Sector Rural. Otro ejemplo es Síntesis Histórica Municipal de Holguín, comenta de las
trasformaciones sociales hasta 1961, además de los centros que apoyaron a la alfabetización y hace
mención de los primeros barrios que fueron alfabetizados y libres de analfabetismo.
A partir del análisis de todas las fuentes, en las que se incluye la valiosa información testimonial de
protagonistas de este evento, se presenta este trabajo, que recoge el impacto de la Campaña de
Alfabetización en el Término Municipal de Holguín.
Desarrollo
Desarrollo y evolución de la Campaña de Alfabetización en el Término Municipal Holguín.
El Término Municipal de Holguín con una superficie de 2 874 km2 y una población de 226 779
habitantes, de acuerdo al censo de 1953, estaba situado en el tercer lugar respecto al país. El mismo
estaba dividido en 43 barrios, 41 rurales y dos urbanos en la cabecera - Sur y Norte -. Su cabecera
municipal, con 57 573 habitantes, era la más densamente poblada en Oriente, después de Santiago de
Cuba y Guantánamo.
La actividad económica fundamental del Término era la agricultura diversificada incluyendo la
ganadería. Solo la pequeña propiedad industrial fue sólida, a excepción de la industria azucarera. La
industria manufacturera tuvo un peso importante y no menor que la agricultura. Las formas de
explotación de la tierra sumían a los precaristas y arrendatarios en relaciones feudalizantes con
respecto al propietario. La producción agrícola era realizada fundamentalmente a través de la compra
de fuerza de trabajo a la gran masa de la población que residía en el campo (144 859 en 1953; el
municipio de mayor población rural de Cuba).
La distribución de la población de 14 años y más por los diversos sectores, según el censo de 1953,
indica la existencia de una población dedicada en mayoría a labores como la agricultura y la ganadería
y la propia manufactura, cuyo desempeño no requiere necesariamente de mucha capacitación.
Dadas estas características, no sorprende que la población analfabeta ascendiera a la alarmante cifra
de 55 549 personas, lo que representaba el 35% de analfabetismo del país y para el Término
Municipal representaba el 24.49%
Cuando en enero de 1959 se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental,
en Holguín maestros y pueblo en general se alista rápidamente para emprender la misma y la prensa
apoya solidariamente la tarea revolucionaria. El Periódico Norte lanza consignas tales como: No
olvides lector que esta Campaña es para todos. Usted tiene un deber con el país. ¡Cúmplala! ¡Haga
Revolución Constructiva! ¡Cuba se lo agradecerá!
Las profesoras Ana Margarita Aguilera, Enriqueta Mulet e Inés Domínguez asesoraron la campaña
producida por el Bloque Cubano de Prensa y con ayuda de los maestros de la Escuela de Reclutas y
el Centro Tecnológico publicó la sección “Enséñale a leer”. La Academia Regil integró a sus
estudiantes a la alfabetización.
El director del Departamento de Cultura del Municipio, Doctor Silvio Grave de Peralta, invita a una
Comisión del Ministerio de Educación para dar un cursillo en la ciudad para los maestros de toda la
zona Norte de Oriente. Dicho curso dio inicio el 25 de abril, en la Escuela Politécnica, sesionando de
8:30 am a 12:00 pm y de 2:00 pm a 5:00 pm, al mismo asistieron novecientos maestros y estuvo
dirigido por el Decano del Colegio de Maestros René Ricardo y la Directora de la Escuela “Ciro
Redondo” Dolores Alkázar. En julio de 1959 cerró el cursillo con un acto que declaró el inicio de la
Campaña de Alfabetización en Holguín reflejado por el Periódico Norte .
En septiembre de este mismo año, Francisco Sanz González recibe la preparación en La Habana a
través de la Comisión Nacional y por Raúl Ferrer, creador y técnico de la Campaña y de la Cartilla
Venceremos y se le designa enlace de la Comisión Nacional de Alfabetización y los municipios de
Holguín y Victoria de la Tunas. Seguidamente se constituyó la Comisión de Alfabetización de Holguín.
(Anexo 1).
El 24 de febrero de 1960 el Regimiento se convierte en el Centro Escolar Oscar Lucero Moya; cuarta
instalación militar del país que sufre esta transformación. Este amparó a dos mil quinientos niños
pobres, incluyendo huérfanos, tanto de la ciudad como de zonas rurales. Ese mismo día se fundaron
otras quince escuelas y ya al final de ese año se hizo general el lema: ¡Cultos sí, Analfabetos no!
Más de 200 holguineros, en calidad de maestros voluntarios, tomaron el curso en la Sierra Maestra de
mayo a agosto, a la vez que se adaptaban al medio rural, como parte de la preparación para la
alfabetización.
Es significativo destacar que el Departamento Educacional del Ejército Rebelde de Holguín con la
cooperación del Movimiento Veintiséis de Julio realizaron un curso de alfabetización a reclusos en la
prisión. El mismo estuvo bajo la dirección de Arturo Torres, presidente de la Asociación Libre José
Martí de la Cárcel, Norkis Pupo del Departamento de Instrucción, Radamés de los Reyes, Lady
Montaña y Ricardo Zaldívar del Movimiento Veintiséis de Julio .
La Federación de Mujeres Cubanas también se sumó a la Campaña de Alfabetización. La Doctora
Ofelia Isla, del Departamento de Educación y miembro de la Comisión Técnica del Consejo Municipal
de Alfabetización junto a la Dra. Matilde Ansau y la educadora Ángeles Portuondo, realizó un llamado
“a todas las mujeres que aman a Cuba y se sienten revolucionarias para que cooperen en la
Campaña” .
En medio de las maniobras de la contrarrevolución para evitar que la alfabetización se desarrollara
eficazmente, se generaliza la consigna: “Pésele a quien le pese, duélale a quien le duela la
Alfabetización va” y en el Teatro Infante de la ciudad los maestros recibieron instrucción acerca del
manejo oficial de la cartilla y el material para la enseñanza y también incluyó a los alfabetizadores
populares.
Cultos sí, analfabetos no, es la consigna que reúne a los holguineros en noviembre de 1960 ante el
llamado del Consejo Municipal de Educación en la sala del Teatro. Ante el llamado del Doctor Silvio
Grave de Peralta, distintos estudiantes se ofrecieron como voluntarios para la tarea de erradicar el
analfabetismo de la nación.
Durante los días 11 al 18 de diciembre, al igual que en toda la República, se realizó un grandioso
maratón de alfabetización consistente en la recogida por las calles de Holguín de donaciones de toda
clase de materiales para la Campaña de Alfabetización. De estos donativos, cuando no se trataba de
materiales útiles para las labores docentes eran subastados públicamente y el producto invertido en
materiales escolares. El Consejo Municipal acordó que el local de la Sociedad Liceo (actual Biblioteca
Alex Urquiola), fuera escogido como Oficina Nacional del Maratón .
Ya finalizando diciembre de 1960 se realiza un acto patriótico donde los Obreros Bancarios donaron a
la Comisión Municipal de Alfabetización una gran cantidad de libretas, lápices, tizas y borradores. Con
la entrega del material escolar hizo uso de la palabra el Señor Torres Miranda, representante de la
Comisión Alfabetizadora instando a los obreros que se inscribieran como alfabetizadores.
El 5 de enero de 1961 con el asesinato de Conrado Benítez en la Sierra del Escambray, Fidel
señalaba: “… ese maestro, que murió cruelmente asesinado, no será como una luz que se apague,
será como una llama de patriotismo que se enciende. ¡Ese maestro después de muerto seguirá siendo
maestro!...”
En el Término Municipal se multiplicaron las actividades en aras de cumplir con la erradicación del
analfabetismo. El 16 de enero de 1961 inicia el censo de analfabetos en todo el país. Era ésta una
labor gigantesca en Holguín, debido a la gran extensión superficial del Término Municipal y para
impulsar las tareas de la alfabetización el Consejo Municipal de Alfabetización acordó celebrar la
jornada por el Natalicio de José Martí rindiendo homenaje a sus ideas.
El 17 de enero de 1961, Año de la Educación, César Torrens Artigas publica:
¿Qué es un analfabeto? Un analfabeto es simplemente un ser humano como otro cualquiera, que no
tuvo la oportunidad de asistir a la escuela… .
Constituye éste un llamado a la conciencia para acelerar la Campaña de Alfabetización, ya que por el
temor o pena de los analfabetos muchas veces preferían no aprender a leer y escribir antes de
informarlo.
Se realiza otro acto con los maestros holguineros en el Teatro Infante; allí la Doctora Ofelia Isla explicó
el uso de la cartilla e hizo referencia a la semana martiana que culminaría con el Aniversario del
Natalicio de nuestro apóstol. También se manifestó la solidaridad de los campesinos con los maestros,
revelado por Luis Velásquez, Responsable de la Asociación Campesina Frank País en la costa norte,
quien además señaló que cada Asociación Campesina sería un Centro de Alfabetización.
Por el Consejo Nacional de Alfabetización, Francisco Sanz expresó que el maestro fue preparado por
una sociedad distinta y tiene que prepararse para la nueva Cuba, añadiendo que el maestro de hoy no
podía traicionar los ideales de Rubén Bravo y Frank País.
Numerosas instituciones fraternales, sociales, de recreo, los Sindicatos Obreros, la Terminal de
Ómnibus, brindaron sus locales al Consejo Municipal de Alfabetización con el propósito de cumplir con
esta tarea en 1961. El local social de los periodistas holguineros, sito en Agramonte entre Máximo
Gómez y Pepe Torres, también fue cedido para que funcione allí una Escuela de Alfabetización a
cargo de la profesora Inés Domínguez. La Escuela llevó el nombre de Julio Antonio Mella.
El 3 de febrero de 1961 el Periódico Norte informaba de la inspección realizada por el Responsable
Nacional de la Campaña de Alfabetización, compañero Raúl Ferrer, quien felicitó al Consejo Municipal
de Educación por el buen cumplimiento de las tareas de la alfabetización.
Las cuatro emisoras de Holguín se unieron en un programa radial denominado “La Alfabetización en
marcha”, que se trasmitió de lunes a miércoles por las 4 emisoras holguineras de 7:30 a 7:40 de la
noche, destinado a ofrecer información a toda la ciudadanía referente a la Campaña.
Los jóvenes estudiantes rebeldes, estudiantes de la Escuela de Comercio, y los maestros holguineros
respondían al llamado de Fidel: Este año liquidaremos el analfabetismo, no importa los sacrificios, ni
las horas de trabajo…
En el sector urbano, el trabajo de alfabetización funcionaba dividido en distintas zonas integradas por
los barrios norte y sur, constituyéndose zonas, además en los barrios de Pueblo Nuevo, Vista Alegre y
Alcides Pino (La Chomba), Reparto Harlem en fin en todas las barriadas. Los barrios rurales se dividen
igualmente por zonas, con sus correspondientes maestros asesores técnicos, encargados de orientar y
dirigir a los alfabetizadores voluntarios. El número de zonas está determinado por el número de
colegios existentes en el barrio y por el número de analfabetos.
En los diferentes barrios fueron múltiples y variadas las actividades realizadas para dar impulso final a
la campaña. Ejemplo de ello los bailes con orquestas populares, verbenas, actos culturales, veladas
artísticas, funciones cinematográficas, reuniones con los campesinos de la zona y los brigadistas
Conrado Benítez, escribirles a los padres de los alfabetizadores para informales de la patriótica labor
que se realizaba. En la ciudad de Holguín, el 23 de febrero en la noche se efectuó un gran desfile con
las lámparas para la Alfabetización que fueron enviadas por la República Popular China para los
alfabetizadores de las zonas rurales. La peregrinación partió de las Oficinas del Consejo Municipal de
Educación, con faroles encendidos a las siete de la noche y cientos de participantes, entonando las
consignas de la Revolución y cantando el himno nacional y el del 26 de Julio. Recorrieron la calle
Libertad hasta el parque infantil Rubén Bravo regresando por la calle Maceo hasta el parque Calixto
García donde se efectuó el acto.
El Centro de Alfabetización de la Cárcel de Holguín dirigido por el maestro de ese penal, José Feliú
López, con 12 alfabetizadores, que con un nivel de 4to a 6to grado, atendía en abril a 48 de 84
analfabetos censados y el 20 de mayo graduaban a los primeros alfabetizados .
En el local de la Casa del 26 de Julio, se reunieron todas las dependencias estatales, sindicatos
obreros, empresas nacionalizadas y colegios profesionales para discutir el plan de apadrinamiento de
todos los barrios de Holguín , elemento crucial en el desarrollo y culminación de la Campaña; alojaban
a los brigadistas, celebraban en el cuartón el cumpleaños de analfabetos y brigadistas, los domingos
realizaban fiestas para confraternizar con los campesinos y que estos se sintieran bien. Además eran
los responsables de la alimentación y de la salud de los brigadistas.
En abril y mayo los alfabetizadores recibieron un seminario en el Campamento Nacional de Superación
de la Campaña de Alfabetización radicado en la Playa de Varadero durante quince días. Allí les
entregaron uniformes, boina, un carné de brigadista, un farol chino, manual y una cartilla para la
preparación de la Campaña de Alfabetización. Los entrevistados recuerdan con emoción esa
experiencia: el viaje en tren, el saludo entusiasta en cada pueblo que atravesaban, la emoción por la
misión que cumplirían, la disposición para coger las armas, si hubiera sido necesario, cuando el
ataque de Playa Girón. En la escuela Oscar Lucero se les atendió y desde allí se enviaban a los
barrios del Término y a otros municipios de Oriente.
De abril a junio de 1961, la Campaña cobró un impulso notable. Según el periódico Surco el 15 de
julio, de 46 508 analfabetos, 38 770 se encontraban alfabetizándose lo que representa el 83.36 % y 2
293 habían sido alfabetizados para un 4.9 %. Los barrios de Calderón, San Agustín, San Lorenzo y
Tasajeras habían alfabetizado al 100% de sus analfabetos para tan temprana fecha.
La Nacionalización de la Enseñanza proporcionó que los alumnos de las Escuelas del Hogar, Normal
de Kindergarten y de Maestros se integraran a las nuevas aulas, incorporando nuevas fuerzas al
proceso educacional.
El 1ro de agosto se inició un programa radial para la alfabetización desde el Centro Cultural Alex
Urquiola. Funcionó bajo el título de ¡Estamos venciendo en la Campaña!, para informar de los avances
de la Campaña de Alfabetización.
Según lograban la victoria sobre el analfabetismo, los barrios entraban en caravanas a la cuidad. Las
mismas eran organizadas por el Instituto Nacional de Deportes y Recreación y los Comités de Defensa
de la Revolución. Generalmente se culminaba con un acto masivo en el Parque Calixto García.
Finalmente, el 15 de diciembre de 1961, Holguín fue declarado Territorio Libre de Analfabetismo.
Impacto de la Campaña de Alfabetización en el Término Municipal de Holguín.
La Campaña de Alfabetización dejó una profunda huella por el alcance que tuvo. Estas personas que
se alfabetizaron ya podían participar en las diferentes esferas de la sociedad . Muchos continuaron, se
prepararon y lograron graduarse en diferentes especialidades.
Contribuyó significativamente a que la juventud y el pueblo holguinero definieran su posición al lado de
la Revolución y que acciones contrarrevolucionarias tales como la quema de escuelas en algunos
barrios como Tacámara Cuatro y Yareyal, no pudieran impedir el avance de la obra.
La quema de caña era otra de las actividades practicadas por la contrarrevolución junto a
amenazantes mensajes contra la Campaña. Los jóvenes alfabetizadores pese al temor que sentían no
dejaron de realizar sus actividades día y noche. Clotilde Castro Leandro, con apenas 15 años,
alfabetizaba a tres vendedores de agua en La Cuchilla de San Germán durante la tarde, por la mañana
visitaba los campos y por la noche trabajaba en las oficinas de la alfabetización. Como era una
jovencita su tío la acompañaba.
Vencer la resistencia de quienes por ignorancia, timidez, o la influencia de la campaña difamatoria en
contra de la revolución, se oponían a la alfabetización, fue también un éxito de los alfabetizadores. Así
lo confirma el testimonio de Rosa Guadalupe Pupo Ros, brigadista Conrado Benítez: En nuestra zona,
El Yayal, existía un latifundio al cual pertenecían nuestros analfabetos, por lo que tuvimos que trabajar
mucho ideológicamente para explicarles los proyectos y el programa de la Revolución naciente, pero
eso no fue obstáculo para nuestro triunfo pues bajo la orientación de nuestra Asesora Técnica en esa
zona llamada Regina de la Caridad, trabajamos con gran formalidad y fuimos capaces de alfabetizar y
de unir a todos en defensa de la Patria y la Revolución. Nuestros campesinos se constituyeron en una
cooperativa y lo que era de un latifundista fue para todos.
Un nexo profundo creció entre los campesinos y las gentes de las ciudades que iban a compartir con
ellos. Generalmente los alfabetizadores compartían las labores del campo con los campesinos o las
labores de la casa en el caso de las muchachas. Según César Augusto Santiago Almazón que
alfabetizó en el barrio la Cuaba, aparte de enseñar, trabajaba con los campesinos por la mañana en
una finca sembrando plátano y Sonia Mariño Chacón que alfabetizó en la zona de Mateo, Mallorquín,
Velasco cooperó en todos los quehaceres de la casa como un miembro más de la familia campesina
que le correspondió. Allí aprendieron de la pobreza y la desigualdad heredadas de los gobiernos
anteriores, conocieron del sudor del trabajo bajo el sol y del aire libre del campo, aprendieron a ahorrar
prestándose los faroles y a caminar sobre la tierra recién arada.
El accionar de los alfabetizadores se extendió a otras esferas como refiere Rosa Guadalupe Pupo Ros,
Brigadista Conrado Benítez en El Yayal en Holguín:
Además impartimos preparación política-ideológica a los vecinos de esta zona para que conocieran los
objetivos y proyectos de la Revolución acabada de triunfar, así como los objetivos de nuestra
Campaña de Alfabetización con el postulado martiano “Ser culto para ser libre”.
El papel desempeñado por las organizaciones de masas y políticas fue decisivo porque a través de
ellas se promovió la Campaña de Alfabetización. Estas organizaciones llevaban los alfabetizadores a
las casas de los campesinos para que no les sucediera nada. Ayudaban además con los materiales
que tenían a su alcance, orientaban, conversaban con los campesinos y las amas de casas sobre la
importancia que tenía la campaña. La Federación de Mujeres Cubanas se encargaba de lavar, cocinar
y acondicionar las aulas y los Comités de Defensa de la Revolución su papel era ubicar a los
compañeros alfabetizadores, cuidarlos y atenderlos .
En el acto en La Habana cuando Fidel declara a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo, todos los
brigadistas le dijeron a Fidel “Dinos que otra cosa debemos hacer”. Muchos continuaron la obra
educacional; ejemplo de ello Loida Esther Guerra Matos, técnica asesora en el Cuartón San Lorenzo
en Buenaventura, refiere que ella siguió con el Plan de Seguimiento para trabajadores y obreros que
no tuvieron la oportunidad de alfabetizarse cuando se estaba desarrollando la campaña y los ayudó
hasta alfabetizarlos.
Para Regina de la Caridad García Hernández, técnica asesora en el Yayal, Mayabe, la Campaña de
Alfabetización representó para Holguín sacar de la ignorancia a miles de jóvenes y adultos que al estar
mejor preparados tenían más posibilidades en cuanto ser empleados en trabajos mejor remunerados y
podrían integrarse de forma más activa a su comunidad.
La prensa, al divulgar las tareas de la Campaña contribuyó a valorar la obra en que trabajaba la
revolución: la lucha por elevar el nivel cultural del pueblo. Los brigadistas también participaron en el
cambio de moneda.
La Doctora Ritaly Agüero Feria, asesora técnica en el Reparto Libertad, resalta la prostitución como
mal arraigado en la sociedad. La Campaña contribuyó a la preparación de aquellas mujeres “mal
miradas por la sociedad” y a su incorporación a la vida útil de la nueva Cuba que surgía. Ritaly
recuerda como Eufrasia, dueña de una casa de “mala vida”, que así eran llamados los prostíbulos, por
el actual barrio de Alcides Pino, donó la casa al Estado para que fuera empleada en los trabajos de la
Campaña.
Se llevó a cabo la operación “Espejuelos” en la que los optometristas cumplieron su función
revolucionaria llevando a los más apartados rincones este servicio. Joaquín Gonzáles Álvarez fue uno
de los optometristas durante la Alfabetización en Holguín, junto con Armando Calla, el primero era el
coordinador para el norte de la Provincia Oriental por la antigua división política administrativa que
existió en 1961, en su equipo trabajaron también: Seferino Ramírez en Banes, Eduardo Betancourt en
Aguas Claras y otro compañero radicado en Las Tunas.
De acuerdo a los datos que aportan los documentos de la JUCEI para el 30 de septiembre habían sido
tabulados 55 789 analfabetos, de los que podían ser alfabetizados 48 172. De los posibles a
alfabetizar ya lo habían sido 15 772, lo que representaba el 32.7 % y 32 400 estaban siendo
alfabetizados . El 16 de diciembre el periódico Surco publica que se habían alfabetizado 37 038
analfabetos, lo que representaba el 73.04% de los censados .
Evidentemente existe una contradicción entre ambas fuentes, no obstante de lo que no queda duda es
que alrededor de 40 000 holguineros fueron alfabetizados y que finalmente, el 15 de diciembre de
1961, en un acto solemne efectuado en el parque Calixto García con la presencia de cientos de
participantes es declarado Holguín, territorio libre de analfabetismo.
La declaración ocurría cinco días más tarde de la meta propuesta. Es importante tener presente que
este Término Municipal era el tercero en mayor población del país y el mayor en cuanto a población
rural, por lo que la culminación de la Campaña resultó un éxito sin precedentes, teniendo en cuenta los
obstáculos que presentaban tanto la topografía del terreno como las condiciones de un municipio que
en un tiempo corto, tenía que enfrentarse a la tarea de alfabetizar a alrededor de 40 000 analfabetos.
El pueblo holguinero tuvo un doble motivo para celebrar esta victoria alcanzada, primero porque se
han liberado del analfabetismo y segundo han demostrado la capacidad que tiene para hacerle frente a
las grandes tareas en la construcción de sociedad socialista. Junto a la población también participaron
las organizaciones políticas y de masas. Liquidar el analfabetismo fue un avance hacia el progreso que
pudo dar Holguín y lo logró gracias al apoyo de todas las organizaciones de masas y el pueblo en
general.
Conclusiones:
La Campaña de Alfabetización abrió paso a un sinnúmero de transformaciones en el orden económico,
social y político en el país. El Término Municipal de Holguín, con sus peculiaridades constituye un
ejemplo de ello ya que desde 1959 los holguineros se sumaron al llamado de la revolución para llevar
a cabo la misma realizando cursos de preparación, alfabetizando en la prisión, en locales donados por
instituciones y en las casas.
La realización de grandes maratones con el aporte del pueblo con donativos para la Campaña unido a
la variedad y originalidad de las actividades desarrolladas en los diferentes barrios del Término fue una
demostración del respaldo a la tarea a la que se sumaron diversas instituciones. El Teatro Infante,
actual Eddy Suñol, fue testigo de múltiples actividades de propaganda, preparación y respaldo a la
obra educacional que a la vez fueron perfilando las posiciones de clases y las definiciones políticas de
los diversos sectores de la población. La prensa, representada por los periódicos Norte y Surco, se
sumó a la Campaña desde el inicio, dejando un testimonio invaluable de las actividades desplegadas
por las organizaciones políticas, de masas y el pueblo en general.
Muchos de los jóvenes alfabetizadores se incorporaron a la obra educacional y abrazaron esta
profesión, una vez culminada la Campaña. De igual manera que la coexistencia con las familias
campesinas y el compartir sus labores abrieron nuevas expectativas y rompieron muchos estereotipos.
La familia holguinera en sentido general apoyó el desarrollo de la Campaña y finalmente el territorio
fue declarado libre de analfabetismo el 15 de diciembre de 1961.
Referencias:
1. Olga M. Armas Blanco. Holguín 1944-1952 Economía y Sociedad. En Revista de Historia de
Holguín con el RNPS no. 2145 – folio 115 – tomo III. P.3
2. Norte, Periódico, Martes, 31 de Marzo de 1959, pág.7.
3. Sus fundadores Renán Ricardo, maestro agrícola y Gilberto García. Comenzó la enseñanza
elemental más tarde aumentó su materia de estudio y en especial el repaso de las matemáticas. Este
colegio sirvió como centro de reunión de varios maestros para conversar de la situación del país,
algunos alumnos fueron Alcides Pinos y Jorge Ruiz Rodríguez.
4. Norte, Periódico, Domingo, 26 de Julio de 1959, pág.7
5. Norte, Periódico, Jueves, 2 de Junio de 1960, pág.2.
6. Surco, Periódico, Viernes, 4 de noviembre de 1960, pág.9-4.
7. Surco, Periódico, Lunes, 7 de noviembre de 1960, pág.1-5.
8. Surco, Periódico, Martes, 6 de diciembre de 1960, pág.7.
9. Surco, Periódico, Viernes, 23 de diciembre de 1960, pág.1-4.
10. Periódico Revolución, La Habana, 24 de enero de 1961, p. 16, col. 8.
11. Surco, Periódico, Martes, 17 de enero de 1961, pág.2.
12. Surco, Periódico, Lunes, 23 de enero de 1961, pág.4-8.
13. Surco, Periódico, Sábado, 4 de febrero de 1961. Pág. 1 - 7.
14. Surco, Periódico, Sábado, 4 de febrero de 1961. Pág. 1 - 7.
15. Surco, Periódico, Viernes, 14 de abril de 1961. Pág.3
16. Norte, Periódico, Martes, 11 de marzo de 1961, pág.8
17. Testimonio de Loida Esther Guerra Matos. Brigadista Conrado Benítez que alfabetizó en el
Cuartón de San Lorenzo, Buenaventura.
18. Testimonio de Celia Portelles Gómez. Asesora Técnica de catorce Brigadistas Conrado
Benítez y alfabetizadora de cuatros campesinos en el barrio La Rioja.
19. Testimonio de César Augusto Santiago Almazón. Brigadista Conrado Benítez que alfabetizó
en La Cuaba.
20. Testimonio de María Julia Guerra Ávila. Alfabetizadora Popular en el Reparto Harlem.
21. Testimonio de Warner Ferras Díaz. Brigadista Conrado Benítez que alfabetizó en el Cuartón
Realengo 2, Velasco.
22. Fondo Comisionado JUCEI. Expediente 58 relacionado con correspondencia enviada al
presidente de la JUCEI. Folio 1 al 7 Fondo 3 Legajo 2.
23. Periódico, Surco, Sábado, 16 de diciembre de 1961. Pág. 7.
24. Surco, Periódico, Viernes, 15 de diciembre de 1961. Pág.1.
Bibliografía:
• Armas Blanco, Olga M. La Campaña de Alfabetización y su influencia en la Universalización de
la Enseñanza. Boletín Electrónico Entre Líneas. SOCIT. Holguín, 2006. www.socit.holguin.cu.
• __________________. Holguín 1944-1952 Economía y Sociedad. Holguín, 2012.
• Alfabetización en Cuba. Historia y Testimonios. Momentos Cumbres de la Revolución Cubana.
Editorial Política. La Habana, 2000.
• Censo de Población de 1953.
• Colectivos de Autores: Síntesis Histórica Municipal de Holguín. La Habana, 2010, Ediciones:
Holguín.
• Cronología 25 Años de Revolución. Editora Política. La Habana, 1987.
• Fernández Batista, Yanet: Historia de la educación primaria en Holguín de 1959 a 1976. Tesis
de Diploma .Santiago de Cuba, Junio del 2009.
• Kolésnikov, Nikolái: Cuba: Educación Popular y Preparación de los Cuadros Nacionales de
1959-1982. Moscú, Editorial Progreso, 1983.
• Lamas Montalván, Olga: Cuba Territorio Libre de Analfabetismo. Edición Homenaje al 50
Aniversario de la Campaña de Alfabetización. La Habana, 2011. Editorial de Ciencias Sociales.
• ___________________: De Conrado a Manuel. Edición: Ediciones Unión 1994.
• La Alfabetización en Holguín (Cuba 1961) .
http://www.monografias.com/trabajos45/alfabetizacion-holguin/alfabetizacion-holguin.shtml.
• Pasarín Iglesia, Luisa: Evolución Histórica de la Educación de Adultos en la Provincia de
Holguín en la etapa de 1959 al 1962. Tesis Presentada en opción al título académico de Master en
Ciencias de la Educación. ISPH José de la Luz y Caballero. Holguín, 2009.
• Peña Herrera, Liudmila: 50 Aniversario de la Campaña de Alfabetización: Algo más que soñar.
Del blog Isla de la poesía. 22 diciembre 2011.
• Relys Díaz, Leonela: Una experiencia de alfabetización aplicable en América Latina y el
Caribe.
Fuentes Documentales:
1-Archivo Histórico Provincial de Holguín (A.H.P.H).
• Carta a Héctor Gómez a la Secretaria de la J.U.C.E.I. Expediente: 1192. Legajo: 26. Folio: 2
Número de Inventario: 1. Número de Fondo: 3.
• Colección de documentos sobre División Política Administrativa (DPA).Información de las
enseñanzas. Departamento de estadista. Expediente: 16. Fondo: 1-7.
• Fondo Comisionado JUCEI. Relacionado con correspondencia enviada al presidente de la
JUCEI. Expediente: 58. Legajo: 2. Folio: 1al 7. Número de Fondo: 3.
• Inventario del Fondo del Gobierno Revolucionario. Comisionado de la Junta Central de
Coordinación de Ejecución e Inspección (JUCEI). Expediente que trata de la Campaña de
Alfabetización. Censo, Estadística de analfabetos. Del 16 de abril al 4 de octubre de 1961. Expediente:
1192. Legajo: 26. Folio: 2-3-7. Número de Inventario: 1. Número de Fondo: 3
2-Biblioteca del Museo Provincial de Historia La Periquera (A.M.P.H).
• Publicaciones periódicas:
• Granma, 1977, 30. IX, pág. 2
• Norte (1959-1961)
• Surco (1960-1961)
3-Biblioteca Pública Alex Urquiola. Fondo Raro y Valioso.
• Libro Alfabeticemos. Año de la Educación.
4-Revistas:
• Bohemia.30 de diciembre del 2011. Año 103. Número 26. 1961-2011 Alfabetización 50 años.
La Habana, Cuba.
• Somos Jóvenes. Revista Mensual de la Casa Editora de Abril. Ciudad de La Habana.
Diciembre del 2005.
5-Entrevistas:
1- Ada Iris Espinosa Alba.
2- Ana María Sánchez Dotres.
3- Celia Portellez Gómez.
4- César Augusto Santiago Almazón.
5- Clotilde Castro Leandro.
6- Dania de las Mercedes Zayas Aldaya.
7- Enrique Domínguez Gálvez.
8- Félix Manuel Hidalgo Pimentel.
9- Francisco Sanz Gonzales.
10- Georgelina Miranda Pelae.
11- Gladis Rojas Sánchez.
12- Loida Esther Guerra Matos.
13- María Julia Guerra Ávila.
14- Regina de la Caridad García Hernández.
15- Reina González de Rianchón Pupo.
16- Ritaly Agüero Feria.
17- Rosa Guadalupe Pupo Ros.
18- Sonia Mariño Chacón.
19- Warner Ferrás Díaz.
6-Webgrafía:
• www.cubadebate.cu (25/ 5/ 2013)
• http://www.bohemia.cu (25/5 /2013)
• http://www.bohemia.cubasi.cu ( 27/5/2013)
• http://www.ecured.cu/index.php/Campa%C3%B1a_de_Alfabetizaci%C3%B3n. (27/5/2013)
Anexo 1
La Comisión de Alfabetización de Holguín quedó constituida en 1961 de la siguiente manera:
• Edilio Torres Miranda: Responsable del Consejo Municipal de Educación.
• Evilio Leal Arcanaga: Coordinador.
• Oscar Sientes: Responsable de la Comisión Técnica.
• Nelson Cruz Tejas: Responsable de información.
• Dra. Ofelia Isla Vinagre: Integrante de la Comisión Técnica.
• Luis Rodríguez Ochoa: Integrante de la Comisión Técnica.
• Matilde Auseau: Integrante de la Comisión Técnica.
• Francisco Aguilera: Responsable de Propaganda.
• Carlos Castellanos: Responsable de Propaganda.
• Francisco Sanz González: Enlace Nacional de Holguín y Las Tunas.
• Luis Pérez: Por la Asociación de Jóvenes Rebeldes.
• Isaac Muñiz: Coordinador.
• Enrique Mir: Propaganda.
• Alicia Pinos: Finanzas.
• Angélica Rosell, Regla Santa Cruz, Francisco de Paz y Berta Pérez del Villar: Comisión
Técnica.
• Tomás Muñiz: Por la Asociación de Jóvenes Rebeldes.
• Irma Velásquez: Por la Federación de Mujeres Cubanas.
• René Pérez: Por el Movimiento 26 de Julio.
• Vilma Chacón: Enlace entre este subconsejo y el consejo municipal de alfabetización.
Fuente: Evolución Histórica de la Educación de Adultos en la Provincia de Holguín en la etapa
comprendida de 1959.Tesis de Maestría de Pasarín Iglesia Luisa. Holguín, 2009.
El internacionalismo holguinero
M.Sc. Victor Aguilera Nonel.
Con el triunfo de la Revolución cubana la política exterior del Estado sufrió cambios radicales. El
Ministerio de Relaciones Exteriores que reemplazó al Ministerio de Estado en 1959, fue el órgano
responsable de ejecutar la política internacional del gobierno revolucionario y encargado de
incrementar el desarrollo de las relaciones diplomáticas, culturales y de cooperación con los demás
países. Todo ello sobre la base del principio de coexistencia pacífica entre los Estados, cualquiera
fuese el carácter de su régimen social, el respeto recíproco a la autodeterminación, a la igualdad
soberana y a la independencia de todas las naciones. La solidaridad y el internacionalismo han
marcado desde entonces las relaciones del país con el resto del mundo.
La nueva sociedad nació en un clima hostil bajo la sombra de la Guerra Fría desarrollada entre los
sistemas capitalista y socialista desde 1947. Tal política estuvo encaminada a detener la influencia
soviética en el resto del mundo y establecer la hegemonía internacional del imperialismo
norteamericano a través del militarismo, desarrollando el rearme a gran escala, la conformación de un
sistema global de alianzas militares en los escenarios de valor estratégico, la recuperación del
capitalismo eurooccidental, el chantaje desde posiciones de fuerza sobre el campo socialista y los
nuevos países independientes, el derrocamiento de gobiernos populares, las intervenciones militares
regionales o locales y la incorporación de América Latina a su diseño imperial.
Ante el aumento de la política intervencionista de Occidente en los territorios posteriormente conocidos
como Tercer Mundo y particularmente contra Cuba, la revolución naciente se convirtió en referente
para los procesos independentistas que comenzaron a gestarse, a los cuales se les brindó desde fecha
muy temprana una valiosa colaboración en los campos civil y militar. La verdadera vocación
internacionalista de los dirigentes cubanos, partiendo del criterio de que la solidaridad contribuye a la
propia defensa en la medida en que, con el avance revolucionario se disgregan las fuerzas enemigas,
condujeron a que la mayor isla del Caribe iniciara un movimiento de apoyo internacionalista a diversos
países de América Latina y África.
La política internacionalista de la Revolución se inició con una vasta ofensiva diplomática realizada por
las principales figuras del gobierno, la cual dio a conocer el verdadero objetivo del proceso
revolucionario. Conjuntamente desde 1959 se inició la ayuda a los movimientos de liberación nacional.
Desde los momentos iniciales, un importante número de combatientes procedentes del territorio
holguinero se incorporaron a dicho accionar, dígase en la expedición a Santo Domingo para derrotar la
dictadura de Rafael Leónides Trujillo, el apoyo a las guerrillas de Venezuela, Guatemala, Nicaragua, el
Congo y Bolivia donde varios jóvenes ofrendaron sus vidas. Posteriormente a inicios de la década del
70 del siglo pasado, ante el bombardeo masivo realizado por las fuerzas norteamericanas sobre Viet
Nam del Norte otros combatientes brindaron su apoyo internacionalista al país asiático.
La ayuda a los procesos independentistas africanos extinguida casi por completo en 1967 con la salida
del Congo de Jorge Risquet y las fuerzas del Batallón Patricio Lumumba, es retomada a mediados del
año 1975 con el objetivo de apoyar al Movimiento Popular de Liberación de Angola en su afán por
alcanzar la independencia y proclamar la República Popular de Angola. El 21 de agosto de 1975, con la
llegada de un reducido grupo de asesores militares al país africano se creó la Misión Militar Cubana y
con ella se amplió el proceso de colaboración multifacético que se extendió por casi 16 años tomando
como nombre Operación Carlota.
La masiva participación de combatientes cubanos en el conflicto angolano a partir del mes de octubre
de 1975, en ocasiones superando los 30 000 efectivos, requirió llevar a cabo a lo largo y ancho de todo
el territorio nacional cubano un amplio proceso de reclutamiento. En Holguín al igual que en el resto del
país los oficiales de los Comité Militares jugaron un papel decisivo en la selección del personal
adecuado para cumplir dicha misión internacionalista. Intensas jornadas de entrevistas personales,
verificaciones, completamiento de plantillas y otros menesteres matizaron a lo largo de estos años el
trabajo de hombres y mujeres.
Para comprender a cabalidad la magnitud de la colaboración prestada por la naciente provincia de
Holguín (aunque la colaboración comienza algunos meses antes de la proclamación de la nueva
división político-administrativa) a la gesta africana, es necesario partir de la cifra de combatientes que
cumplieron misión. Según información ofrecida por la Asociación de Combatientes de la Revolución
Cubana en la provincia, aproximadamente 35 000 holguineros salieron para el continente africano entre
1975 y 1991.223 En sus dos primeras etapas, dígase de octubre de 1975 a marzo de 1976 y de abril de
1976 a 1981 el mayor número de combatientes escogidos pertenecían a la reserva de diversas
unidades militares, los cuales habían cumplido el Servicio Militar Obligatoria por espacio de tres años,
un pequeño grupo eran oficiales activos y una veintena de hombres eran estudiantes universitarios de
la Filial de Ciencias Médicas, los cuales le correspondió la misión de fungir como sanitarios. Es
incalculable la cifra real de jóvenes que dieron su disposición a participar en dicha epopeya.
A partir del año 1981 y hasta mayo de 1991 al contingente internacionalista se sumaron soldados del
servicio militar, oficiales de diversas especialidades que no tuvieron participación en los primeros
momentos, y colaboradores civiles de los sectores de la educación, la salud pública, la construcción y
el arte, los cuales también jugaron un rol de gran importancia.
Como se ha explicado con anterioridad, la Operación Carlota en todas sus etapas contó con la
significativa representación de holguineros, destacándose en los combates de Quifangondo (1975),
Cabinda (1975), las ofensivas hacia los frentes norte, este y sur (1975-1976), la defensa de Cassinga
(1978), Cangamba (1983), Sumbe (1984), la protección de las fronteras, del Camino de Hierro de
Benguela y en la batalla de Cuito Cuanavale (1987-1988), donde un número considerable perdió la
vida. Al ser imposible abordar en breves cuartillas cada uno de estos acontecimientos, el presente
trabajo se centrará únicamente en el análisis de las memorias de los soldados que el 4 de mayo de
1978 defendieron la aldea de refugiados namibios en Cassinga ante el ataque y la masacre perpetrada
por fuerzas especiales sudafricanas. Posiblemente esta sea la acción donde se concentró el mayor
número de holguineros en toda la contienda.
Cassinga es un poblado minero perteneciente al municipio Jamba, en la provincia de Huila. Su principal
actividad económica hasta finales de 1975 fue la extracción de hierro en las minas de Tchamutete
ubicadas al sur del poblado, la cual se vio afectada por la salida de los funcionarios y operarios
portugueses ante la cercanía de la proclamación de la República Popular de Angola. El abandonado
complejo habitacional de la Compañía Minera de Lobito 224 en Tchamutete,225 en 1976, comenzó a ser
223 El dato oficial sobre el número de combatientes holguineros que cumplieron misiones internacionalistas en
África no se puede ofrecer por la inaccesibilidad a las fuentes documentales correspondientes.
224 La Compañía Minera de Lobito administraba el proceso de extracción de hierro en la Minas de Tchamutete.
ocupado por guerrilleros miembros de la SWAPO, sus familiares y refugiados namibios en sentido
general. La mayoría de los nuevos pobladores eran mujeres y niños. Por su parte las instalaciones
industriales y administrativas de la propia compañía fueron ocupadas por las tropas cubano-FAPLA que
conformaban el Grupo Táctico N0 2 de la V Región Militar, encargado de defender la región ante una
posible invasión sudafricana.
El Grupo Táctico situado en los poblados de Tchamutete y La Vila estaba compuesto por el Estado
Mayor, un grupo de defensa antiaérea conformado por tres baterías,226 un grupo de cañones de 85mm,
una compañía de infantería y una compañía de tanques T-34. En cada una de estas unidades había
representación holguinera, alcanzando la cifra total de 117 combatientes del la provincia nororiental.
Las condiciones de vida de todos los integrantes del Grupo Táctico hasta el 4 de mayo de 1978 se
pueden catalogar de muy buenas. Residían en sólidas construcciones de mampostería, can abasto de
agua potable, electricidad, mantenían relaciones camaraderiles con los guerrilleros SWAPO asentados
en Cassinga y con algunos nativos residentes en quimbos cercanos, sostenían comunicación por
correo postal con los familiares en Cuba de forma regular y la alimentación era buena, manteniendo el
suministro estable de diversos productos. La vida diaria transcurría sin alteraciones matizadas por
guardias combativas, matutinos, reuniones informativas, clases de diversas especialidades militares,
trabajos de conservación y mantenimiento del armamento y la técnica, prácticas deportivas y
actividades político-culturales y festivas en conmemoración a fechas importantes de Cuba y Angola, así
como los esperados cumpleaños colectivos.
El jueves 4 de mayo de 1978 fue la fecha escogida por el ejército sudafricano para llevar a cabo la
operación especial “Reeinder” (Operación Reno), la cual tuvo por objetivo fundamental el asalto
aerotransportado contra la aldea de Cassinga, la cual según las informaciones ofrecidas por el servicio
de inteligencia del régimen del apartheid, era la base principal y el puesto de mando de la SWAPO en
Angola. Desde marzo de 1976 y hasta la fecha los sudafricanos se habían limitado a operar
únicamente en el territorio fronterizo, con incursiones armadas en una profundidad de hasta 10 Km,
aunque mantenían el dominio del espacio aéreo de las provincias sureñas a partir del mayor desarrollo
de su Fuerza Aérea y la basificación de sus naves en aeródromos ubicados al norte de Namibia a poca
distancia de la frontera internacional.
A las 07:05h del día señalado dio inicio una de las operaciones más arriesgadas que ha tenido lugar
desde finalizada la II Guerra Mundial con el empleo de paracaidistas. Con la utilización de cuatro
aviones bombarderos Camberra y cinco Bucaneers cargados cada uno con 300 bombas “Golf”
antipersonales, siete bombas de 450 Kg y cohetes SNEB, una cifra de aviones caza bombarderos
Mirage III que difiere según las fuentes consultadas entre 4 y 11, artillados con misiles AAM Kukri y
cañones de 30 mm, un DC-4 EW/ELINT, un Atlas Kudu (algunas fuentes se refieren a un Cessna 185),
225 Tchamutete, territorio ubicado al sur de Cassinga a una distancia de 9 Km en línea recta y a 16 Km por
carretera. Sitio donde se encontraban parte de las instalaciones administrativas del Complejo minero. 226 La Primera Batería estaba conformada de forma íntegra por combatientes del municipio holguinero de Urbano Noris.
cuatro naves de transporte Hércules C-130s y cinco Transall C-160, trece helicópteros Puma y seis
Super Frelons,227 las fuerzas racistas defensoras del apartheid pusieron en práctica el plan inicial.
El mismo comenzó con un fuerte bombardeo sobre la aldea donde residían 3 068 personas,
extendiéndose en diversos sectores por espacio de dos horas, arrojando un saldo de 1 200 bombas
antipersonales lanzadas, además de 20 000 libras de material de alto poder explosivo228 y un
devastador ametrallamiento con proyectiles de 30 mm, sembrando la muerte, destrucción y terror entre
los pobladores. Seguidamente se procedió al lanzamiento de un batallón de paracaidistas compuesto
por más de 250 reservistas miembros de las fuerzas de infantería, los cuales en tierra cumplieron
diversas funciones, unos aniquilaron los sectores de fuego defendidos por guerrilleros SWAPO y por
pobladores civiles, tomaron las diversas instalaciones que componían la aldea, dígase la escuela, las
viviendas albergues, el parqueo, un pequeño cuartel de la organización, un almacén de alimentos y el
hospital, los otros protagonizaron una amplia cacería humana dejando un elevado saldo de muertos y
heridos, acción que en toda su magnitud nunca ha sido reconocida por el ejército sudafricano, pero que
se cuenta con amplio material fotográfico tomado dos días después del hecho por el periodista
Gaetano Pagano y el cineasta sueco Sven Asberg, el cual ha sido expuesto desde entonces en
diversos foros internacionales y muestra de forma irrefutable la masacre perpetrada por las fuerzas de
asalto. El saldo final del genocidio fue de 298 niños muertos, 167 mujeres y 159 hombres de diversas
edades, para una cifra total de 624 fallecidos y 350 heridos graves.229
Ante el sorpresivo ataque, los miembros del Grupo Táctico N0 2 tomaron las posiciones defensivas
preparados para repeler cualquier intento de ataque contra las diversas instalaciones que defendían.
Sobre las 09:00 h se recibió la orden emitida por el Estado Mayor del Grupo Táctico de trasladar el
primer pelotón de la Batería 1 de la defensa antiaérea, compuesto por tres piezas 14,5 mm, hacia la
pista aérea de La Vila, con el fin de proteger esa posición estratégica, única vía de acceso segura a la
región.
Posteriormente, a las 10:00 h todas las unidades del Grupo Táctico recibieron la orden de trasladarse
hacia el poblado de La Vila, donde se conformó una columna para proceder a la defensa de la aldea de
Cassinga. Los jefes fueron informados de los pormenores de la acción y se puntualizaron los últimos
detalles para el desplazamiento. La marcha en columna se realizó en el orden siguiente: la Escuadra
de Mando de la Primera Batería de la Defensa Antiaérea y el según pelotón de dicha unidad,230
conformaron la extrema vanguardia, le siguieron la compañía de infantería, una compañía de tanques
227 Raúl Menéndez Tomassevich y José Ángel Gárciga Blanco: Patria africana. Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 2006, p. 100; Piero Gleijeses: Misiones en conflicto. La Habana, Washington y África 1959-1976.
Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2002, p. XXXVIII; Humberto Trujillo Hernández: Audacia y coraje. Proezas
de la aviación cubana en Angola. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2012, pp. 202-203;
flecha.co.uk/CASSINGA.htm/; http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/...tic02.htm/ 228 flecha.co.uk/CASSINGA.htm/ 229 Prensa Latina, La Habana, 4 de mayo de 2004, p.1 y entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al
médico del Grupo Antiaéreo perteneciente al Grupo Táctico, Dr. Rolando Mora González, Holguín, 13 de
septiembre de 2012.
230 Los combatientes que integraban la Escuadra de Mando y el segundo pelotón de la Primera Batería de la
Defensa Antiaérea 14.5 mm eran casi en su totalidad del municipio Urbano Noris.
T-34, el grupo de cañones de 85 mm, un pelotón de morteros de 120 mm, un pelotón de
comunicaciones y otro de reparaciones. La Segunda Batería de la Defensa Antiaérea 14.5 mm fue
intercalada a lo largo de la caravana para ofrecer protección. En cada una de las unidades
participantes existió la presencia de combatientes holguineros. Como se puede observar en la
distribución del orden combativo de las unidades se cometieron algunos errores que ocasionaron
contratiempos en el traslado.
Desde el inicio del traslado, las fuerzas cubanas fueron monitoreadas por un avión de reconocimiento
sudafricano que operó como puesto de mando aéreo de la operación, lo cual les permitió a los
atacantes conocer con antelación la estructura del grupo que marchaba a su encuentro, poner sobre
aviso a las tropas que operaban dentro de Cassinga y preparar la retirada en tiempo.
Pasadas las doce del mediodía cuando las fuerzas cubanas se encontraban cercanas al objetivo
atacado, comenzaron a recibir el embate de la aviación sudafricana, la cual recibió la misión de
obstaculizar el avance. En lo adelante por espacio de seis horas la intensidad del combate fue muy
alta, provocando interrupciones constantes en la marcha, la pérdida total de las comunicaciones, de
algunos medios de transporte, piezas antiaéreas y tanques, los que fueron alcanzados por los rokets, la
metralla y las minas colocadas a la entrada de Cassinga. Con el paso de las horas también aumentó de
forma vertiginosa el número de muertos y heridos cubanos.
Las reducidas posibilidades de repliegue de las tropas fuera del terraplén por la existencia de un suelo
arenoso poco firme, y la inaccesibilidad de una tupida maleza, unido a las ínfimas posibilidades de salir
victorioso en un duelo entre piezas antiaéreas 14.5 mm, fabricadas en los albores de la II Guerra
Mundial contra modernos aviones Mirage de última generación, conducidos por experimentados pilotos,
fogueados en diversas contiendas bélicas, nos revelan la dramática situación enfrentada por los
jóvenes internacionalistas. La valerosa y temeraria actuación realizada por espacio de más de seis
horas por los integrantes del Grupo Táctico N0 2, obligó a las fuerzas sudafricanas a abortar la
Operación Reeinder sin lograr todos los objetivos previstos. Una desorganizada retirada de los
paracaidistas en helicópteros hacia bases en Namibia, resguardó la vida de más de mil pobladores de
Cassinga quienes pudieron escapar.
En horas de la tarde-noche del propio día, las fuerzas cubanas penetraron y liberaron el campamento
de refugiados. El costo humano de la osadía fue de 16 muertos (entre ellos dos holguineros, el
sangermanense Alfredo Barea Franco, liniero de la escuadra de mando de la Primera Batería de la
Defensa Antiaérea y el cuetense Modesto Fernández Peña, miembro de una dotación de los tanques
T-34), otros 76 resultaron heridos, varios de gravedad.231 Papel importante en la atención a los heridos
cubanos y namibianos jugó entre otros, el médico holguinero Rolando Mora González quien
permaneció en Angola por espacio de tres años.
La participación cubana en la acción posibilitó detener la masacre que se llevaba a cabo con toda
impunidad, salvar la vida de civiles namibianos de diversas edades que pudieron escapar del
bombardeo y la matanza ocurrida en tierra, demostró la capacidad combativa de las fuerzas
231 Entrevista al Dr. Rolando Mora González, Holguín, 13 de septiembre de 2012.
internacionalistas cubanas y la disposición de luchar hasta las últimas consecuencias y ayudó en la
toma de nuevas decisiones para enfrentar la defensa del territorio sur del país.
Cassinga es solo uno de los tantos hechos que reflejan la participación holguinera en la guerra de
Angola por espacio de 16 años. Siendo una de las acciones menos analizada por la historiografía
nacional puede haber sido la acción combativa que a lo largo de toda la contienda, mayor número de
combatientes nororientales reuniera y con mayor protagonismo.
Bibliografía:
Gleijeses, Piero: Misiones en conflicto. La Habana, Washington y África 1959-1976. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2002.
Menéndez Tomassevich, Raúl y José Ángel Gárciga Blanco: Patria africana. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
Trujillo Hernández, Humberto: Audacia y coraje. Proezas de la aviación cubana en Angola.
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2012.
flecha.co.uk/CASSINGA.htm/
http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/...tic02.htm/
Prensa Latina, La Habana, 4 de mayo de 2004.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al médico del Grupo Antiaéreo
perteneciente al Grupo Táctico, Dr. Rolando Mora González, Holguín, 13 de septiembre de
2012.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al combatiente Jesús Acosta Lanchazo,
San Germán. 23 de enero de 2008.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al combatiente Alexis Calaña Cortina, San
Germán. 30 de junio de 2007.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al combatiente Manuel Cruz Nieves, San
Germán. 2 de marzo de 2007.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera a la madre del combatiente caído María
Franco Cartaya, San Germán. 9 de febrero de 2007.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al Ayudante del Jefe de la Misión Militar de
Cuba en Angola José Ángel Gárciga Blanco, La Habana. 10 de diciembre de 2008.
Entrevista realizada por el investigador Victor Aguilera al combatiente Dionisio Rafael Millán
González, San Germán. 23 de marzo de 2007.
Aproximación histórico-cultural a la arquitectura holguinera de los siglos XIV al XIX.
Autor: José Luis Reyes González.
En el territorio nororiental de Cuba algunos grupos aborígenes, pertenecientes a los cacicazgos de
Baní, Barajagua y Maniabón, habitaron en cuevas o abrigos rocosos. Otros –según testimonio de los
propios colonizadores232- optaron por construir sus viviendas con materiales que podían encontrarse
en la naturaleza circundante, como las ramas de los árboles y la yagua y el guano procedente de la
palma real.
De los cuatro tipos constructivos asumidos por los pobladores autóctonos de la isla233, los más
frecuentes en los asentamientos indígenas del área fueron el bohío y el caney. Ambas edificaciones
presentaron rasgos comunes, entre los que sobresalen: la utilización de tierra apisonada en los pisos,
el empleo de la madera en forma de troncos para conformar las estructuras –lo que brindó solidez a
las mismas a pesar del carácter endeble con que se construyeron las paredes y techumbres234-, las
232 Véase, Bartolomé de las Casas: «El descubrimiento de Cuba. Relación del primer viaje de
Cristóbal Colón», en Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba, tomo 1.
233 Los investigadores cubanos han reconocido cuatro tipos fundamentales de construcciones
aborígenes: el bohío, el caney, la barbacoa y la vara en tierra. Véase, Francisco Pérez de la Riva: “La
habitación rural en Cuba”, en revista Antropología, No. 26, La Habana, pp. 48-50.
234 Para levantar las paredes, los aborígenes utilizaron un entrelazado de cujes cubierto con la yagua
de la palma real. En la conformación de los techos, que podían ser a dos o cuatro aguas, el
entrelazado de varas se cubrió con guano. Véase, Joaquín E. Weiss: La arquitectura colonial
cubana (siglos XVI-XVII), p. 6.
dimensiones235 y la ausencia de vanos en las paredes externas y de divisiones internas, al funcionar
ambos únicamente como dormitorios para un número significativo de aborígenes236. No obstante estas
semejanzas, ambas construcciones se diferenciaron en la forma de la planta. En el caso de los bohíos,
ésta asumió una forma rectangular, mientras que la de los caneyes fue circular.
Los sitios aborígenes237 de la región nororiental presentaron, por lo general, el mismo modelo de
distribución: entre diez y veinte viviendas colectivas, emplazadas en un terreno llano denominado
batey. Uno de los más importantes de la zona fue El Yayal238. El arqueólogo José Manuel Guarch
Delmonte, a partir de excavaciones realizadas en este residuario, puntualizó que en un terreno llano,
cuyo perímetro alcanzaba los 200 metros, sobresalían 20 montículos entre grandes y pequeños, todo
lo cual indica que ese pudo haber sido el batey. Su colega Lourdes Domínguez González describió el
patrón habitacional de este sitio en los siguientes términos: “se presenta con las mismas variantes de
los grupos aborígenes agricultores-ceramistas de esta amplia zona norte de las [actuales] provincias
orientales. Caseríos de aproximadamente una docena de viviendas comunales, con una plaza
central”239.
Estos tipos de construcciones aborígenes fueron asumidas por los conquistadores españoles durante
los primeros años del proceso de conquista y colonización en Cuba. La asimilación de esta tipología
constructiva se debió a dos razones fundamentales: primero, a la creación de asentamientos
provisionales240 en los territorios de la Isla donde se podía obtener riquezas con relativa facilidad, y
segundo, a la imposibilidad de edificar con materiales más resistentes, ya empleados en España. Al
respecto, el investigador José Vega Suñol apunta que los representantes de la corona española no
235 Las dimensiones tanto los bohíos como los caneyes, por lo general, oscilaron entre los cinco y seis
metros de ancho y los ocho y nueve metros de largo.
236 En los documentos escritos por los españoles durante el proceso de conquista y colonización
frecuentemente se describieron el bohío, el caney y la barbacoa. También hicieron referencia al
número de aborígenes que dormían en cada una de estas construcciones: entre 15 y 20., p. 9.
237 En las tierras altas del Maniabón, conocidas también como la “costa norte del Bayamo”,
sobresalieron cinco sitios aborígenes: el de la loma de Bayatiquirí, el de la loma de Ochile, los de los
potreros El Porvenir y El Pesquero y el de El Yayal. Véase, Lourdes Domínguez: Arqueología
colonial cubana, pp. 29-79; José A. García Castañeda: “Asiento Yayal”, en Revista de Arqueología,
no. 1, agosto de 1938; “Asiento Ochile”, en Revista de Arqueología, no. 3, febrero de 1939; y
“Asiento Pesquero”, en Revista de Arqueología, no. 4, mayo de 1940.
238 El Yayal ha originado discrepancia de criterios entre los arqueólogos extranjeros y cubanos que lo
han estudiado. Primero, en lo referido a la posibilidad de que fuera éste el asentamiento aborigen
visitado en noviembre de 1492 por Rodrigo de Jerez y Luis de Torres, los enviados de Cristóbal
Colón. Luego, a la posibilidad de que se tratara de un sitio de indios, debido al hallazgo de objetos
empleados por los colonizadores españoles como las herraduras de talla grande y clavos, las
cadenas de estribos y arreos, las hojas de cuchillos, las tijeras, algunas piezas de mayólica española
y monedas de los monarcas ibéricos, fechadas en 1580. Véase, Lourdes Domínguez: Op. Cit., pp. 70-
71.
239 Ibid, p. 42.
240 El carácter temporal de estos sitios determinó que se emplearan en las construcciones materiales
poco duraderos y de fácil obtención en la naturaleza circundante, y técnicas que no demandaran gran
especialización.
podían “reproducir, por el momento, la arquitectura de la península. La mampostería, el ladrillo y la teja
quedaban fuera de su alcance y posibilidades y, en consecuencia, no tenía[n] otra alternativa que
asimilar la habitación de los aborígenes”241.
De este modo el uso de de la yagua, el guano y la madera en forma de troncos marcó la actividad
constructiva de los españoles en las primeras villas fundadas en el territorio oriental: Nuestra Señora
de la Asunción de Baracoa (1511), San Salvador de Bayamo (1513) y Santiago de Cuba (1515). En el
caso de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, durante este primer período, fue descrita como
“un simple caserío de guano, encabezado por su iglesia parroquial, también un bohío”242.
No obstante, resulta importante destacar que los peninsulares introdujeron modificaciones
significativas en las edificaciones, relacionadas con la estructura interna y las dimensiones. En tal
sentido apunta el investigador Jesús Guanche:
La arquitectura de los conquistadores españoles asimiló en su construcción algunos
materiales empleados por los aborígenes agroalfareros; es decir, el tronco y las hojas de
la palma real (…) pero remodeló las proporciones y la distribución del espacio en función
de la composición familiar.243
Las transformaciones se manifestaron, sobre todo, en el repertorio doméstico. El primer cambio
significativo fue ubicar la cocina en una construcción independiente, por lo general cercana a la
construcción principal. Al mismo tiempo disminuyeron las dimensiones de los bohíos244 y se añadieron
las ventanas, que contribuyeron con la ventilación y la iluminación de las viviendas. Asimismo,
aparecieron las divisiones internas –muchas veces en forma de tabiques- a través de las cuales se
delimitaron las nuevas dependencias: sala, comedor y dormitorios.
La delimitación de estas dependencias estuvo relacionada directamente con las múltiples funciones
sociales que los colonizadores españoles realizarían en el interior de la vivienda y con la composición
del núcleo familiar que la habitaría. Por lo general, se delimitaron la sala-comedor y los dormitorios,
asumiendo dos combinaciones principales:
241 José Vega Suñol: «Holguín: configuración urbana de la ciudad colonial», en Región e identidad,
p. 33.
242 Joaquín E. Weiss: Op. Cit., p. 10.
243 Jesús Guanche: “Vivienda campesina tradicional e identidad cultural”, en revista Temas No. 5,
1985, p. 89.
244 El ingeniero José A. Buch, a partir de un estudio realizado, puntualizó que las dimensiones más
usuales de los bohíos cubanos fueron las siguientes: 3.5 metros de ancho y 5 metros de largo, en el
caso de las viviendas; mientras que las cocinas alcanzaron los 2.5 metros de ancho y los 3.5 metros
de largo. El puntal, en ambos casos, alcanzó los 3 metros para la solera y los 6.4 metros para la
cumbrera. Buch también apuntó que la construcción de los bohíos se realizaba en unas 300
horas/hombre, de ellas unas 200 horas eran consumidas por el dueño para cortar los palos, el guano
y armar la estructura; las restantes 100 horas se empleaban en el techado, realizado por un promedio
de 10 vecinos de forma colegiada. Véase, José A. Buch: “De la casa campesina cubana y de su
posible mejoramiento”, en Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros. vol. XXXIV, La Habana,
Cuba, junio de 1940, pp. 12-14.
1. L
os dormitorios se ubicaron a ambos lados de la sala-comedor, lo que determinó que en la
planta de la construcción predominara el ancho sobre la profundidad, conocido también como
forma apaisada.
2. L
a sala-comedor se ubicó de un lado y del otro las habitaciones, en este caso la planta fue más
larga que ancha.
En la medida en que avanzó el siglo XVI y se afianzaron los conquistadores españoles en la Isla, se
introdujeron otras modificaciones en el repertorio arquitectónico doméstico. La apariencia del bohío
cambió, primero, por la sustitución de las yaguas empleadas en las paredes por las tablas –a veces
mal aserradas-, el embarrado245, la piedra o el ladrillo. Las techumbres también sufrieron reformas
significativas, a partir de la sustitución del guano por las tejas para las cubiertas246. No obstante, el
bohío se mantuvo como alternativa constructiva. Al respecto, los investigadores Roberto Segre, Eliana
Cárdenas y Lohania Aruca señalan que
El condicionamiento tecnológico estará caracterizado por el uso de técnicas variadas,
mezclándose las europeas y de tradición constructiva morisca, con las de origen
autóctono y su aplicación será en función de la importancia y ubicación de la obra y de la
mano de obra que se emplee.247
Con el empleo de materiales más sólidos para la ejecución de los muros la madera se utilizó,
fundamentalmente, en la conformación de los techos, las galerías, los balcones y las puertas, ventanas
y rejas de estas construcciones. Este hecho propició el perfeccionamiento de las habilidades de los
carpinteros cubanos248.
En la costa norte del Bayamo, por su parte, el proceso de colonización se desarrolló con relativa
debilidad. A pesar de la confluencia de muchas de las premisas esenciales –numerosa población
aborigen, la localización de puertos, minerales y abundantes bosques- demandadas por el colonizador
español para el establecimiento de pequeños núcleos poblacionales, no se fundó ninguna villa en el
territorio nororiental. Apenas se repartió una porción de estas tierras con la finalidad de fomentar en
ellas grandes hatos de crianza; mientras que los indios de la zona fueron distribuidos, primero, por don
245 Para levantar los muros de embarrado se procedía a extraer la tierra, se ponía a podrir y luego se
mezclaba con espartillo –conocido también como pelo de burro-. Con esta mezcla se formaban
mojones los cuales se colocaban en un entretejido de cujes y se aplastaban con la mano. Una vez
concluido este proceso, se aplicaba una capa de tierra y una de cal. Véase, Ángela Peña Obregón:
Holguín en dos siglos de arquitectura, p. 55.
246 Este tipo de techumbres se conoció con el término de alfarje, de fuerte influencia mudéjar. Véase,
Roberto Segre, Eliana Cárdenas y Lohania Aruca: Historia de la arquitectura y el urbanismo:
América Latina y Cuba, p. 76.
247Ibid, p. 61.
248 Los carpinteros cubanos se especializaron en la elaboración de techos, puertas, ventanas y rejas.
No obstante, también fue reconocida la calidad de los muebles y los buques fabricados por ellos,
sobre todo en La Habana. Véase, Fernando Sánchez y Hugo Ramírez: Construcciones de madera,
p. 4.
Diego Velázquez de Cuéllar en 1513 y, luego, por don Gonzalo de Guzmán, en 1526, con el objetivo
de vincularlos al trabajo en los lavaderos de oro o en las haciendas y hatos de crianza.
En estos primeros asentamientos establecidos por los conquistadores en la región nororiental –dentro
de los que merecen destacarse las encomiendas de San Diego de Alcalá249 y Barajagua250 y los hatos
de El Yayal y Managuacos- el intercambio cultural entre los conquistadores españoles y los aborígenes
cubanos, relativo a aspectos como la alimentación, el vestuario, los instrumentos de trabajo, el
lenguaje, la religión y el hábitat, fue fluido. El investigador José Vega Suñol opina que estos sitios de
contacto
(…) facilitaron la realización de importantes ajustes en las formas de vida y permitieron
las primeras transferencias en técnicas constructivas. La encomienda debe haberse
organizado a manera de un pequeño poblado donde co-habitaban dos modelos culturales
enclavados a prudente distancia entre sí, pero lo suficientemente cercas como para
mantener la cohesión social y el control sobre la misma, requerimiento indispensable para
cumplimentar las funciones inherentes a esta forma socio-productiva.251
Ello explica que en las encomiendas252 co-existieran dos tendencias constructivas: la desarrollada por
los españoles, caracterizada por la introducción de modificaciones en la planta de las construcciones, y
la desarrollada por los aborígenes encomendados, cuyos bohíos y caneyes permanecieron intactos.
Este hecho determinó la definición de las modalidades y espacios arquitectónicos coloniales, entre lo
oficial y lo popular de un lado y lo urbano y lo rural del otro.
No obstante, en los hatos y haciendas establecidos en la costa norte del Bayamo253 durante los siglos
XVI y XVII no se produjo esta diferenciación. Incluso, después de fundado el pueblo en Cayo Llano en
249 Alcalá es uno de los sitios de mayor importancia dentro de los procesos de transculturación en el
territorio nororiental. Allí se creó una encomienda a principios del siglo XVI; para 1539 ésta era
posesión del tesorero del cabildo de Santiago de Cuba, López Hurtado, quien se quejó de
levantamientos anticolonialistas de los indios encomendados. Al desaparecer la encomienda en 1553,
la población que permaneció en el lugar derivó hacia un campesinado autosuficiente hasta 1653,
fecha en que se mercedó el hato San Diego de Alcalá. Véase, José Novoa Betancourt: Diccionario
histórico propiedad agro-ganadera. Jurisdicción de Holguín. 1545-1840, p. 149.
250 En el importante asentamiento aborigen de Barajagua se estableció una encomienda, otorgada a
los primeros colonizadores. Posteriormente fue traspasada a Luís Bazán y María Tovar y más tarde al
capitán Andrés Estrada, residente en Santiago de Cuba. A finales del siglo XVI o principios del XVII
se demarcó un hato para la tenencia de ganado mayor. Véase, José Novoa Betancourt: Op. Cit., pp.
27-28.
251 José Vega Suñol: Op. Cit., p. 33.
252 En 1553 desapareció en la Isla el sistema de encomienda por orden del gobernador Gonzalo
Pérez de Angulo; sin embargo, en estos lugares permaneció asentada en bohíos de yagua y guano
una población que derivó hacia un campesinado autosuficiente, conectada por imperativos
económico-culturales a otros asentamientos semejantes.
253 Uno de los primeros asentamientos establecidos en las tierras altas de Maniabón fue el hato de El
Yayal, fomentado en 1513 por Bartolomé de Bastidia quien lo traspasó, mediante la venta, a García
Holguín. Éste lo trasladó en 1545 a Cayo Llano y sus nietas –Elvira del Rosario, Ana María y Juana
Antonia- solicitaron al cabildo de Bayamo en 1600 el deslinde de los hatos de Holguín, Uñas y Las
1720 –por sugerencia del Gobernador bayamés, don Bartolomé Luis de Silva y Tamayo254- las
edificaciones emplazadas en torno a las dos principales plazas del asentamiento seguían siendo de
madera, yagua y guano, lo que reforzó el aspecto rural del poblado.
En el pueblo los bohíos se dispusieron de manera espontánea, a razón de cuatro o cinco inmuebles en
las retículas más céntricas255, sobre todo las que rodeaban la Plaza de la Parroquial. Llama la atención
el número significativo de viviendas de culata redonda edificadas en este asentamiento. Este tipo
constructivo fue descrito por la historiadora Ángela Peña Obregón en los siguientes términos:
Este tipo de vivienda presenta la planta ochavada; su diseño responde a una derivación
del caney aborigen circular, caracterizada además por poseer las más antiguas solo tres
vanos –la puerta principal, la opuesta a esta y que se comunicaba con la cocina y la
“puerta esquina”, diseñada en una de las culatas laterales; mientras que la del aborigen
solo tenía dos.256
Los restantes bohíos del pueblo presentaron planta compacta de forma rectangular, con mayor
extensión hacia el frente. El espacio interior se dividió por tabiques para delimitar las dependencias
destinadas a la sala, el comedor, los dormitorios y, en algunos casos, una accesoria o zaguán en
forma de pasillo, ubicado en uno de los laterales. La cocina –en forma de atarazana, o sea, a dos
vertientes- y el excusado se ubicaron en el patio de la vivienda.
También en la primera mitad del siglo XVIII se edificaron las primeras viviendas con paredes de
embarrado y techos de alfarje con tejas en la cubierta –de fuerte influencia mudéjar-, del poblado. Una
de estas construcciones domésticas de tipo señorial fue la ocupada por el Teniente Gobernador, luego
de que el 18 de enero de 1752 fuera reconocido San Isidoro de Holguín de modo oficial, mediante Real
Cédula del Gobernador de Cuba don Alonso de Arcos y Moreno.
Para 1756, fecha en que el obispo José Agustín Morell de Santa Cruz visitó San Isidoro de Holguín,
éste seguía teniendo el aspecto de un pequeño poblado rural –a pesar de haberse constituido cuatro
años antes en Tenencia de Gobierno con jurisdicción propia-, dado por el significativo número de
bohíos de yagua y guano. De hecho, de las 238 casas existentes 231 eran construcciones de paja,
solo las siete restantes presentaron techos de tejas257.
Cuevas. Véase, Diego Ávila y Delmonte: Memorias sobre el origen y fundación del hato de San
Isidoro de Holguín, pp. 7-17.
254 A principios del siglo XVIII el Gobernador de Bayamo don Bartolomé Luis de Silva y Tamayo
propuso a los vecinos de Cayo Llano el fomento de un pueblo. En el año 1720 –después de concluida
la construcción de la iglesia, trasladada desde el hato de Managuaco, y algunos bohíos ubicados en
torno a ella-, se oficializó la primera misa con lo cual quedó establecido el poblado. Véase, Diego
Ávila Delmonte: Memorias sobre el origen y fundación del hato de San Isidoro de Holguín, pp.
15-16; José A. García Castañeda: La Municipalidad Holguinera. Su creación y su
desenvolvimiento hasta 1799, pp. 28-29.
255 Véase, Ángela Pena Obregón: Op. Cit., p. 53.
256 Ibid., p. 52.
257 Pedro A. Morell de Santa Cruz. La visita eclesiástica, p. 87.
La apertura de los primeros tejares en San Isidoro de Holguín258 –hecho que condicionó la fabricación
inicialmente de tejas y más tarde de ladrillos- posibilitó incrementar el número de edificaciones de
mampostería en la ciudad; de este modo su aspecto rural comenzó a transformarse paulatinamente.
Otro elemento que incidió de manera favorable en la diferenciación entre lo urbano y lo rural fue el
nombramiento de don Francisco Zayas y Armijo, Teniente retirado e ingeniero voluntario, al frente de la
Tenencia de Gobierno en 1816. A partir de este año la ciudad recibió un nuevo impulso constructivo
mediante el cual se concluyeron varias edificaciones de mampostería como la Real Cárcel y Casa
Cabildo, el nuevo edificio de la Iglesia Parroquial de San Isidoro y la iglesia auxiliar de San José. Por
esta fecha se concluyeron, además, importantes construcciones domésticas entre las que merece
destacarse la vivienda de María Josefa Cardet, esposa de Zayas y Armijo (La Moda Cubana en la
actualidad) y la casa-quinta de Domingo Calcagno.
Pero, sin lugar a dudas, el hecho de mayor significación para la arquitectura holguinera del siglo XIX
estuvo relacionado con la introducción de los cánones del Neoclasicismo en el repertorio doméstico
edificado a partir de 1840 en la ciudad por encargo de las familias más ricas. De ello dan fe dos de las
viviendas de mayor prestancia de la ciudad: la del Licenciado en Medicina Juan Buch (actual sede
provincial de la UNEAC), ubicada en la antigua calle San Isidoro (actual Libertad), y la casa-quinta de
don Francisco Roldán (en la actualidad Museo Provincial La Periquera) –quien fuera alcalde de la
ciudad y Jefe del cuerpo de Voluntarios-, emplazada en la entonces calle Rosario (actual Frexes).
Lo anterior no quiere decir que a partir de la fecha se eliminaran por completo las construcciones de
madera y paja en la ciudad; por el contrario, ésta siguió siendo la principal alternativa utilizada por los
nuevos vecinos asentados en las áreas de crecimiento urbano de San Isidoro de Holguín. En varios de
los bandos aprobados por el Cabildo holguinero –fundamentalmente los de los años 1827 y 1836- se
insistió en la prohibición de construir casas de madera y paja259 en la zona norte del asentamiento; de
incumplirse esta orientación el maestro carpintero que trabajara en la edificación podría ser multado. El
censo de 1861 también revela el significativo número de bohíos existentes en la ciudad. Para ese año
la villa contaba con un patrimonio arquitectónico compuesto por 855 viviendas, de ellas 424 se habían
levantado con paredes de tablas, 281 presentaban muros de mampostería y las restantes 150 se
habían edificado mediante la técnica del embarrado.
Este impulso constructivo que experimentaba la ciudad desde principios del siglo XIX, se vio tronchado
de pronto por el desarrollo del conflicto bélico que estalló en 1868 y que tuvo como escenario principal
la región oriental de Cuba. A finales de octubre de ese propio año las tropas mambisas, dirigidas por
los generales Julio Grave de Peralta y Luis Marcano, sitiaron San Isidoro de Holguín por varias
semanas. Esta acción causó afectaciones severas en el repertorio arquitectónico.
La riqueza urbana de esta ciudad ha disminuido considerablemente por el incendio que
ha sufrido en una gran parte de sus mejores casas, la destrucción o desmejora
ocasionada en otras por las fuerzas insurrectas, y la notable baja que ha tenido la renta
de las que han quedado buenas.260
258 Para 1795 existían en San Isidoro de Holguín 5 tejares. Véase, Archivo Museo Provincial de
Holguín. Fondo José A. García Castañeda. Documento 625.
259 Véase, Archivo Museo Provincial La Periquera. Fondo 1700-1867. Documento 100.
260 Véase AMPH. Fondo 1868-1878. Documento 193.
El restablecimiento de los daños causados por las huestes del Ejército Libertador en la ciudad demoró
muchos años. Sobre todo, porque varias de las familias acaudaladas se trasladaron a la cercana villa
gibareña, descuidando sus posiciones holguineras. Además, se priorizó la construcción de un sistema
defensivo –integrado por torres, casas fortificadas y fortines- para proteger la ciudad.
Por otra parte, resulta importante aclarar que la madera, la yagua, el embarrado y el guano también
marcó la actividad constructiva desarrollada en los caseríos y pueblos que surgieron durante el siglo
XIX en la región nororiental, algunos de ellos como resultado de la evolución de los asentamientos
poblacionales de los antiguos hatos y haciendas del territorio. Debe reconocerse, no obstante, la
incorporación paulatina de materiales más resistentes como el ladrillo y la teja.
En Gibara, por ejemplo, la primera capilla que existió –bajo la advocación de San Fulgencio, se
concluyó en el año 1820- se construyó con paredes de madera y techo de tejas; las viviendas, por su
parte, se edificaron de embarrado y guano. Para 1827 el número de construcciones domésticas
prácticamente se había triplicado –debido, en gran medida, a la actividad comercial desplegada a
través de su puerto, que había recibido la categoría de tercera clase en 1821 mediante una Ordenanza
Real de Fernando VII-, sin embargo solo una sexta parte se construyó en mampostería. Para 1862 el
número de casas de mampostería se había incrementado hasta 86; no obstante, persistía la tendencia
de construir con materiales y técnicas más modestos como la tabla, el embarrado, la teja y el guano, y
embarrado y guano, si se tiene en cuenta que la cifra de viviendas edificadas con estos materiales
seguía siendo muy superior a la de las casas de calicanto.
El hecho de que San Isidoro de Holguín sirviera de escenario para el desarrollo de algunos episodios
de la Guerra de los Diez Años261 contribuyó al incremento de la población en Gibara.
Consecuentemente, se incrementó de manera considerable el número de viviendas hasta la cifra de
772 en el año 1875. De este conjunto de inmuebles señoriales sobresalió el construido por don
Atanasio Calderón, convertido en la actualidad en Museo de Arte.
Para la construcción de las edificaciones del batey del ingenio Santa Lucía –fundado en 1857 por don
Rafael Lucas Sánchez en un terreno perteneciente al Partido Pedáneo de Bariay Abajo- se emplearon
fundamentalmente la madera, la yagua y guano. Estos mismos materiales se utilizaron en las paredes
y techos de las 12 viviendas y la parroquia –fundada en 1857 bajo la advocación de San Miguel
Arcángel- que conformaban el caserío de Manatí Viejo, conocido también por el nombre de San Miguel
de Manatí. Éste quedó establecido en un terreno llano y húmedo cercano a los dos muelles mediante
los cuales su gente comerciaba tabaco, maderas, cueros y miel262.
El poblado de San Gregorio de Mayarí263, considerado el tercer asentamiento poblacional de
importancia de la jurisdicción de Holguín por el número de viviendas, predominaban las construcciones
261 Además de las acciones antes referidas, llevadas a cabo por los generales Julio Grave de Peralta
y Luis Marcano en 1868, la ciudad fue nuevamente atacada, esta vez por los Mayores Generales
Calixto García y Máximo Gómez en el año 1872.
262 En un terreno cercano se estableció en 1912 el central Manatí. Los habitantes del caserío, en su
mayoría, se trasladaron al nuevo batey establecido por la Manati Sugar Company.
263 El poblado de San Gregorio de Mayarí –integrado al Partido Pedáneo de Mayarí, sumado a la
jurisdicción de Holguín en 1860- tuvo su génesis en el asentamiento poblacional fundado en las
postrimerías del siglo XVIII por José Leyte Vidal y Rafael de Soria en un viejo caserío aborigen
de embarrado. Para 1862 el asentamiento contaba con 122 inmuebles, de los cuales uno solo era de
mampostería, 98 eran de embarrado y tejas y 23 eran de tabla y tejas. En esta misma fecha en Puerto
Padre –embarcadero del Partido Pedáneo de Maniabón- solo existían 2 edificios, uno de mampostería
y otro de tabla y tejas, utilizados como almacenes de las fincas San Marcos y Santa Bárbara. En 1876
ya se había conformado un pueblo con comandancia militar, iglesia, fuertes, batería, plaza y cerca de
300 casas de las cuales 10 eran de mampostería y “las restantes de guano, yarey y madera”264.
En Banes, asentamiento poblacional que evolucionó considerablemente durante el último tercio del
siglo XIX, prevalecieron también los bohíos. En la zona donde se ubicó más tarde la ciudad existía en
1870 solo un caserío –incorporado a la jurisdicción de Gibara- de yagua y guano, rodeado de montes
donde se desarrollaba la ganadería. El establecimiento de una plantación bananera265 en el año 1887
en este territorio condicionó las primeras transformaciones en las esferas económica y social.
La plantación bananera creció rápidamente y logró cada vez mayores índices de
producción. La Banes Fruit Company llegó a constituir una de las más importantes
compañías del país y en poco tiempo, Banes alcanzó un nivel de desarrollo sorprendente,
a la vez que se hacían más fuertes sus vínculos con el mercado norteamericano.266
A partir de esta fecha, en los alrededores del almacén Dumois comenzó a fomentarse una pequeña
villa, compuesta por unas 80 casas de madera y zinc, ocupadas por el personal que laboraba en la
compañía, y unos 300 bohíos de yagua y guano267. Alfred M. Dumois describió el poblado de Banes
durante el período 1887-1896 en los siguientes términos:
El pueblo consistía en una calle larga sin pavimentar con callejuelas cada 750 pies que se
convertían en pantanos cuando llovía. Las casas para directivos y empleados principales
de la compañía eran estructuras de madera con techos de hierro corrugado galvanizado,
comúnmente llamados techos de zinc, y pisos de madera. Casi todas contaban con el
tradicional patio al fondo fuera de la casa (...). El resto de las casas eran en su mayoría
de techo de paja (...). Este tipo de casa es llamado bohío, y aún hoy es usado en los
campos cubanos.268
existente en la zona. En 1814 fue trasladado para el lugar que ocupa en la actualidad, construyendo
allí la iglesia de San Gregorio. Véase, José Vega Suñol: Op. Cit., p. 67.
264 Archivo del Museo Provincial de Holguín. Fondo 1868-1878. Documento 566.
265 El territorio conocido como la hacienda La Ensenada estaba repartido en acciones pertenecientes
a las familias de Domingo Maronje, Delfín Pupo y Antonio Ramayo. En 1887 el primero vendió sus
tierras a los hermanos Hipólito y Alfredo Dumois Gessé, quienes fomentaron en ellas una gran
plantación bananera. La empresa de los Dumois, ampliada luego mediante la adquisición de terrenos
alrededor de las bahías de Nipe y Levisa, fue controlada por tres compañías independientes: The
Banes Fruit Company, The Samá Fruit Company y The Dumois Fruit Company. Véase, Diana Cruz
Hernández: Op. Cit., p. 40.
266 Diana Cruz Hernández: Op. Cit., p. 40.
267 Véase, Ricardo Varona Pupo: Banes (Crónicas), p. 52.
268 Alfred M. Dumois: A Name, a Family and a Town, p. 43-44. Traducido del original:
Un incendio acaecido en Banes en el año 1896 redujo a cenizas buena parte del patrimonio
arquitectónico del pueblo. Sin embargo, a partir de 1899 este asentamiento poblacional recibiría un
nuevo impulso constructivo, condicionado esta vez por la irrupción de la United Fruit Company en la
zona oriental del país.
También en las postrimerías del siglo XIX, la arquitectura de Holguín experimentó un nuevo momento
de esplendor motivado, en gran medida, por la construcción del ferrocarril que unió esta ciudad
nororiental con la cercana villa gibareña. De hecho, la estación de ferrocarril –un hermoso inmueble
de fachada neoclásica emplazado en los terrenos de la ciudad holguinera- constituyó una de las
edificaciones de mayor trascendencia de este período.
Afortunadamente, la actividad constructiva en esta ciudad nororiental se retomaría en los primeros
años del siglo XX: se reconstruyeron las antiguas viviendas deterioradas durante la segunda mitad de
la centuria anterior, modificándose sus fachadas y dependencias interiores; y, más importante aún, se
emprendió la edificación de nuevos inmuebles, asimilándose los estilos arquitectónicos internacionales
más novedosos, como el Eclecticismo y el Art Decó.
The town consisted of one long unpaved street, with alleys more or less every 750 feet that turned into
a quagmire when it rained. Homes for management and key employees of the company were wood-
frame structures with corrugated galvanized – iron roofs, commonly called tin roofs, and wood floors.
For the most part, the homes were equiped with the traditional backyard outhouse (…). The majority of
the other homes had the typical thatched – roof construction (…). This type of house is called “bohío”,
and is commonly used even today in the cuban countryside.
Asentamiento protestante y región: Un acercamiento al caso holguinero (1900-1960)
Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández
La religión como fenómeno social es un hecho multicondicionado, estructurado y estructurante de la
realidad. La complejidad del mundo contemporáneo y sus diversos discursos ideológicos y científicos
han ubicado, de una forma u otra, al hecho religioso en un importante espacio de discusión.
Los estudios sobre religión en Cuba han logrado, en la última década, una saludable apertura que
permite un acercamiento diverso y desprejuiciado a tan importante factor de la cultura nacional. Sin
embargo, la gran mayoría de los estudios sobre religión en Cuba tienen una perspectiva nacional y
toman, fundamentalmente, como unidad de análisis a la zona occidental.
La riqueza de las expresiones religiosas de nuestro país es parte de nuestra cultura nacional; sin
embargo, el grado de representatividad está marcado por factores de conformación étnica y territorial,
de la profunda movilidad espacial269 - tanto interna como externa- que genera el país en la etapa
colonial y neocolonial. Solo la Iglesia Católica tuvo un carácter generalizado en toda la Isla, con una
vertebración regular - dado en su estructura centralizada y su unicidad discursiva- además de funcionar
como soporte ideocultural de la metrópoli durante siglos. Las demás expresiones religiosas,
afrocubanas, franco-haitianas o el espiritismo tienen, irregularmente, zonas de mayor o menor grado de
representatividad por toda la Isla.
El protestantismo en particular, por su amplia variedad de instituciones, presenta una propagación de
asentamiento en Cuba que responde precisamente a características económicas y sociales de
determinadas regiones.El investigador David Stoll, en su importante obra sobre el crecimiento
protestante en América Latina, afirma: “donde quiera que esto ocurra, el crecimiento evangél ico varía
de acuerdo a los factores rurales/urbanos, regionales, étnicos y de clases...” (Stoll/1998:3)
Los estudios regionales que se vienen realizando en el plano socio religioso han demostrado la riqueza
y particularidades que adquieren determinados fenómenos en áreas especificas, como son las
269 Término utilizado por Eduardo Bericat en su obra referenciada.
indagaciones sobre el Vodú, en el sur oriental, realizados por Joel James270 o la investigación sobre el
Espiritismo de Cordón, en el área norte oriental, de Carlos Córdova y Oscar Barzaga271.
Intentaremos, desde esta perspectiva, realizar una análisis del proceso de asentamiento de las
diversas denominaciones protestantes – 1900-1960 - en la región que hoy ocupa la provincia de
Holguín a partir de las peculiaridades económica-sociales y étnicas.
Breve caracterización de la región de Holguín.
El Holguín actual enmarca diversas subregiones o zonas históricas y excluye barrios que pertenecieron
a su jurisdicción. El hato de Holguín nace como producto de la mercedación inicial, hecha por parte del
Adelantado Diego Velásquez en el siglo XVI, en la parte norte del Cabildo Bayames.
El territorio es, sin embargo, una zona de colonización tardía, que se mantuvo casi despoblada hasta el
siglo XVIII, momento en que se logra un lento pero sostenido poblamiento, relacionado con la creación
del poblado de Holguín (1719–20), que obtiene el título de ciudad y pasa a ser el centro de una extensa
jurisdicción en 1752. Los actores socio-étnicos de este proceso fueron, fundamentalmente, criollos
procedentes de Bayamo, Santiago de Cuba y Puerto Príncipe. Dicha jurisdicción es creada como
desprendimiento de su homóloga bayamesa y tuvo como límite norte el espacio geográfico situado
entre las bahías de Banes y Puerto Padre mientras por el sur la línea demarcatoria constituida por el
río Cauto.
Durante la Guerra Grande (1868-1878) se produce la primera subdivisión dentro de la jurisdicción
(1875) con la separación de Gibara, considerado municipio a partir de 1881. Respecto a los territorios
situados al Oriente de la actual provincia de Holguín, la administración colonial llevó como política
estratégica ante el empuje de las fuerzas mambisas, la creación de la jurisdicción de Mayarí, que hasta
ese momento había pertenecido a Santiago de Cuba. En 1881, como desprendimiento de
Guantánamo aparece el municipio de Sagua de Tánamo.
No es hasta la intervención norteamericana en 1899 que se operan nuevos cambios en la región; estos
consistieron en la separación de los barrios de Auras y Sao Arriba del municipio Gibara, agregados al
término de Holguín. De igual modo, mediado por intereses particulares, se sumó a Banes al territorio
de Gibara y se creó el municipio de Puerto Padre.
Desde el punto de vista económico, el área inaugura el siglo XX sumido en un profundo estancamiento
económico producto de la guerra anterior que provoca una serie de secuelas negativas para su
autorrecuperación pero favorables para la inversión extranjera.
La inversión norteamericana encontró espacios ideales formados por extensas zonas semivírgenes,
donde era muy escasa la presencia del capital hispanocubano y la baja existencia de sectores sociales
sólidos que hicieran resistencia a la geofagia norteña, como fueron los casos de los territorios de Banes
– Antilla al este, Puerto Padre al oeste y el valle del Cauto al sur.
270 Este investigador presenta una profusa obra además de dirigir investigaciones en la Casa de Caribe. Es de
resaltar su texto El vodú en Cuba.
271 El Espiritismo de Cordón. Vea en bibliografía
Esta situación estuvo calzada por circunstancias que favorecían el proceso inversionista como la Orden
Militar No. 62 – sobre el deslinde de haciendas comuneras – y la llegada del ferrocarril central ( The
Cuban Company ) que atravesó la franja centro – norte del área.
En el período colonial la economía era básicamente agropecuaria (agricultura de subsistencia) con
algunas áreas dedicadas al cultivo del tabaco y ganadería extensiva afincada en la pequeña y mediana
propiedad. La esclavitud fue esencialmente patriarcal, si descontamos las dotaciones de los ingenios
gibareños, los esclavistas poseían pequeños grupos de esclavos. En 1859 la población del territorio era
predominantemente criolla blanca (76.86%). En la zona de Gibara abundaban los agricultores
canarios. La población de Color como se puede deducir era minoritaria y los esclavos solo alcanzaban
el 5.13% (Novoa/2001). Como hecho curioso, hoy podemos conocer los descendientes de las
dotaciones de los ingenios gibareños, por los apellidos de los antiguos amos: Chapman, Driggs y Noris.
Desde este período, las zonas orientales holguineras presentan mayor índice de mestizaje, por la
menor influencia hispánica y producto de la emigración interna, fundamentalmente de Santiago de
Cuba y Guantánamo, hecho verificable en la actualidad en la esfera fenotípica y lingüística.
Los fuertes procesos migratorios de principios del siglo XX estuvieron marcados por el predominio de
etnias hispánicas (Gallegos, Asturianos, Canarios) que se convirtieron esencialmente en pequeños
campesinos, arrendatarios o comerciantes urbanos; los que se asentaron, con mayor regularidad, en la
zona norte, alrededor de los núcleos urbanos o rurales históricos (Gibara, Velasco, Auras, Santa Lucía,
Holguín y San Andrés). El sur de la región, estaba más despoblado y la presencia de grupos
hispánicos fue minoritaria.
Por otro lado, el desarrollo agrícola azucarero que generó la inversión norteamericana en la región
favoreció la entrada significativa de braceros antillanos y de otras nacionalidades, dada la escasez de
mano de obra estable en las zonas poco pobladas. Solo Banes en 1911, recién creado como término
municipal, tenía un 17.76% de población extranjera de más 10 naciones (Vega/2002).
En 1913 se autorizó oficialmente la primera entrada de antillanos en esta región. Este tipo de
emigración se mantuvo hasta finales de la tercera década de siglo XX, cuando la crisis económica
detuvo el auge de la industria azucarera. Los principales asentamientos se produjeron en los centrales
azucareros y la zonas rurales, donde se encontraban las colonias.
En cuanto a los asentamientos de norteamericanos – estudiados a profundidad en la obra de José
Vega(1999) - tuvieron una marcada regularidad por los niveles de inversión del capital en la región,
aunque apenas dejaron huellas en la composición étnica de la población.
Con el triunfo de la Revolución, en el territorio que hoy integra la provincia de Holguín, se crearon tres
regionales: Holguín-Gibara, Banes-Antilla y Mayarí-Sagua-Moa. Dichas regionales estaban integradas
por numerosos municipios; uno de ellos fue el de Moa, desprendido del término de Baracoa para
asegurar la integridad administrativa de la zona niquelífera.
La nueva división política administrativa (1976) crea la actual provincia de Holguín cohesionando bajo
intereses económicos sociales de desarrollo a varias subregiones históricas de génesis diferentes; de
los seis antiguos municipios surgen catorce.
Asentamiento protestante y región.
El proceso de asentamiento de las diferentes denominaciones en la región responde a la lógica
seguida, como regla, a escala nacional. Como ya se ha explicado, estaba mediada por circunstancias
económicas y sociales muy particulares.
Aun cuando las denominaciones tradicionales fueron las primeras en establecerse en la región, la
posterior configuración respondió a elementos, no de índole cronológico estructural, sino a una
peculiaridad básica; la relación denominación - tipo con su respectiva base social, entendida esta
última como producto de la génesis etnohistórica de la región. De esta manera deformado proceso de
desarrollo económico del área se reflejó en la compleja configuración del campo religioso evangélico.
El asentamiento de denominaciones tradicionales de mayor influencia, se operó en las dos primeras
décadas del siglo XX. Anteriormente no existió ningún elemento que permita conjeturar la presencia
pre – misionera en el área. En la región predominó durante la colonia la Iglesia Católica, con fuerte
alianza con la administración colonial y con una base social sostenida en la burguesía comercial de
origen hispano.
Las denominaciones evangélicas tenían ante sí un panorama complejo cuyas limitantes estaban en
actuar en una región poco poblada – de escasa urbanización- cuyos núcleos citadinos poseían
tradición católica y herencia hispánica y el hecho de no existir una base social, conformada por clases y
sectores afines a los esquemas que trasplantaron dichas denominaciones. No obstante, algunas
denominaciones encontraron un canal idóneo para su asentamiento a partir del inicio de siglo, producto
de una serie de transformaciones importantes que se producen en el territorio:
- La presencia y propagación de la inversión del capital norteamericano que convirtió a la región en una
de las plazas más importantes para los Estados Unidos.
- El consiguiente proceso de urbanización (crecimiento y surgimiento de nuevos núcleos) se operó
hacia zonas de escasa presencia católica.
- Las olas de inmigrantes norteamericanos, antillanos y jamaicanos de orientación evangélica.
- La situación crítica de la Iglesia Católica en las primeras décadas republicanas.
- La poca presencia de denominaciones evangélicas que provocaran rivalidades
interdenominacionales.
Como se ha señalado anteriormente, una de las limitaciones del evangelismo tradicional es haber
transplantado estructuras simbólicas y funcionales a una cultura que estaba lejos de poseer los actores
sociales que le correspondían en los Estados Unidos.
En la región de estudio no existía la base social que requerían denominaciones como la Iglesia
Episcopal o el presbiterianismo . Por tanto la emergente burguesía local – urbano y rural- se afiliaba
más en Iglesias que se orientaron sobre el aporte de las clases más bajas de la burguesía de
Norteamérica.
Por otra parte estas Iglesias de marcado status funcional urbano tuvieron que enfrentarse a una Iglesia
Católica predominante, pero sumida en una profunda crisis institucional.
Como se ha planteado, la Iglesia Católica en franco proceso de reorientación, sufría los recelos y la
indiferencia de los sectores nacionales. Su estrategia social se encontraba estancada a pesar de los
favorecimientos del gobierno interventor.
En el área, la gradual decadencia del eje Holguín –Auras - Gibara impactó negativamente la zona más
importante de su proyección histórica. A pesar de la inmigración de origen hispana, no es hasta la
década del veinte que comienza a recuperar terreno. Una muestra importante es el hecho de que en
Mayarí – en 1901 -, con un templo católico centenario y un núcleo poblacional de más de diecisiete
mil habitantes, su templo parroquial estaba destruido y sin utilizar. De este estado da fe una carta del
Sr O. Mastrapa, alcalde de Mayarí, al gobernador eclesiástico, en la que afirma:
“... la Iglesia está hace dos años abandonada, en estado ruinoso y que poco ha vino (sic)
al suelo una parte del techado, que sus paredes están abiertas amenazando caerse, con
peligro de vidas de los que por su lado pasan, siendo imprescindible su demolición o
reedificación”
( APSC. Iglesias. Legajo 770# 7)
A esto se le suma el conflicto clásico entre las nuevos grupos evangélicas y el celo católico, que tuvo
su repercusión en el área como reflejo de una contradictoria pero evidente realidad. Uno de los casos
que mejor demuestran este fenómeno es el litigio que en 1910 conmocionó la gobernatura provincial
acaecido entre un pastor metodista y el párroco de la Iglesia Católica en Sagua de Tánamo;
relacionado con los permisos de culto. (A.P.S.C. Juzgado. Legajos 428)
Quizás el hecho sea fiel reflejo de lo que se oculta tras el presunto conflicto entre iglesias. La
politización del litigio evidencia que las denominaciones evangélicas representaron para los sectores
más liberales un canal de apertura modernizante que estaba más cerca de Estados Unidos que de
Dios.( Mansferrer/2002) Fue el capital norteamericano quien promocionó la entrada de la primera
denominación. Lorenzo Baker, representante de la entonces emergente United Fruit Co. propuso en
varias ocasiones a Z. L. Martin la posibilidad de comenzar una obra de los Cuáqueros en su área de
inversión. Paradójicamente la decisión de la Junta de Richmond y del propio Martin fue comenzar la
evangelización por Gibara.
Lo común entre la decisión del superintendente cuáquero y las denominaciones restantes que inician
su asentamiento en este período (Metodistas Episcopales del Sur, Bautistas Orientales) estaba,
primero, en su fuerte sentido de orientación socio clasista con carácter urbano y segundo en
comprometer lo menos posible a la institución con el capital norteño, como expresara Martin: “No ser
parte de una Compañía sin alma”(Santos/1986). Pero además, aplacar la propaganda católica que los
acusaba de agentes del imperialismo.
Si embargo, la U.F.Co sí estaba interesada en crear una infraestructura que le permitiera legitimar su
poder en la región y dedicó una parte importante de sus ingresos al fomento de templos y colegios en
sus áreas de inversión; en 1902 la UFCo. destinó 2 mil dólares como donativo al templo cuáquero de
Banes y la posibilidad no lograda de abrir la obra en la Bahía de Tánamo, limes de sus tierras
(Hilty/1977). De igual modo arrendó – a un precio nominal- el terreno de dicha Iglesia en Banes. No
significa que las Iglesias mencionadas tuvieran como parte de su proyecto evangelizador aliarse al
capital y funcionar como enclaves ideológicos. Este criterio no se funda en los hechos posteriores.
Si estudiamos con detenimiento el crecimiento de las denominaciones en el área, nos percatamos que
la UFCo. Trató de utilizarlas como parte de su concepción de dominación. No sólo favoreció a la
Sociedad Los Amigos, también financió la construcción de templos metodistas en Macabí(Boston) y
Guatemala(Preston), de un templo católico en el mismo lugar y concedió facilidades al Ejército de
Salvación para asentarse en Banes. A pesar de ello no invirtió un centavo en la propagación de la obra
en el eje Holguín-Auras-Gibara.
En 1904 la Junta de Iowa (Iglesia Los Amigos) logró el dinero suficiente para un terreno en Holguín,
pero la falta de presupuesto impidió la construcción del templo ese año. La Iglesia Bautista Oriental no
recibió los favores del capital norteamericano por su ubicación fuera del área de inversiones. La Iglesia
Metodista se asienta en Holguín en 1905, y por falta de recursos, no es hasta 1907 que puede adquirir
su primer templo, cito en Libertad esquina Luz y Caballero.
Otro ejemplo representativo es el hecho de que la UFCo. mantuvo, hasta su intervención, el
financiamiento del Colegio Los Amigos de Banes mientras que el de Gibara y Holguín se sustentaba
con sus ingresos y donativos.
El asentamiento inicial de estas denominaciones fue estrictamente urbano: Los Amigos entraron en
1900 por Gibara y hasta 1904 sólo trabajaban en Holguín, Banes, Gibara y Puerto Padre. La Iglesia
Metodista Episcopal del Sur en 1905 abre su obra y en 1907 sólo se encuentra en Holguín y Sagua de
Tánamo.
Dentro del Metodismo existía tradición cubana, y aunque fueran desplazados de los cargos superiores,
los servicios de estos ministros le granjearon un excelente franqueo de fronteras. En Holguín en 1905
el presbítero era el norteamericano B. W. Carter pero quien implementó el trabajo pastoral fue el
conocido capitán del Ejercito Libertador cubano, Joaquín W. Boudet.
Como se ha señalado uno de los grandes retos del evangelismo tradicional en el área fue adaptarse y
asimilar una base social para la cual no estaba diseñada su estructura de funcionamiento. Pero
indiscutiblemente se presentaron como opciones religiosas a sectores sociales existentes que
canalizaron a través de estas su espíritu capitalista.
Sin embargo, la incorporación de miembros efectivos fue lenta y creció en la misma medida que se
operaba la reconstrucción social de la región. No fueron estas Iglesias de una membresía
representativa, la fuerte indiferencia religiosa y la tradición católica atentaban contra la incorporación de
feligreses. Entre 1905 y 1906 la Iglesia de Los Amigos no sobrepasaba los 125 miembros y la
Metodista - entre Holguín y Sagua de Tánamo – no excedía los 65 feligreses (A.P.S.C Iglesias.
Legajos 4281-82).
El crecimiento de la membresía no se comportó en ambas de igual manera: la Iglesia de Los Amigos no
fue capaz, a pesar de la buena intención de sus misioneros, de orientar su trabajo evangelizador hacia
la readaptación del culto y la liturgia a las circunstancias propias que le rodeaban. Por un problema de
concepción de la labor misionera los cuáqueros no aceptaban el proselitismo y esto limitó
considerablemente ganar en miembros. Entre 1934 y 1935, cuando ya el Colegio Los Amigos era de
alto reconocimiento y la Congregación se autodirigía, la membresía no sobrepasaba las 174 personas
(Informe Anual –1936. Registro de Asociaciones.MINJUS). Con las caracteristicas que la mayoría de
sus feligreses se encontraban en Banes, donde radicaba una gran parte de la emigración
norteamericana. La Iglesia Metodista, por su parte poseía una concepción misionera afincada en el
proselitismo emotivo, que le permitió ganar en fieles; en esta misma fecha( 1934) los metodistas
contaban, sólo en el término municipal de Holguín, con 289 prosélitos.(Documento Histórico. Iglesia
Metodista de Holguín).
El metodismo poseía experiencia en la orientación hacia sectores sociales bajos como obreros,
desempleados, marginados, al mismo tiempo que conservaba sectores medios. Además se
desplazaron hacia zonas suburbanas donde predominaban estos sectores en una región donde el
crecimiento demográfico posibilitaba el surgimiento de nuevas áreas periféricas.
Su desarrollo espacial se opera hacia el sur y el este donde se comienza a producir una fuerte
proletarización de las zonas agrícolas lo que le permite desarrollar su estrategia evangelizadora .
En 1935 los metodistas laboran en el municipio de Holguin solo en Guirabo, Caridad del Sitio,
Miramonte ,Macagua, Pedernales y san Vicente, Cacocum , Omaja, Pueblo Nuevo, Altamisa con un
total de 289 miembros efectivos -el doble de toda la obra Cuáquera - sin tomar en cuenta la obra de
Mayarí. (APSC. Iglesias. Legajo 769).
En 1937 esta Iglesia demostró su poder movilizativo al celebrar en Holguín un programa por el día de
la Paz Mundial. En este acto - que duró tres horas y fue trasmitido por C .M .K. F a todo Oriente - logró
reunir 300 personas en su templo (calle Cables) con una representación de 46 instancias oficiales. En
1938 la Iglesia Metodista tiene en este distrito 37 templos y capillas y 22 casas arrendadas, muestra de
un asentamiento sólido.(A.P.S.C.Juzgado: Legajo 428)
Junto a la Iglesia Metodista Episcopal del Sur existían congregaciones de inmigrantes de origen
jamaicano presentes en Preston y Omaja. Ambas tuvieron inicialmente una línea independiente por
razones lingüísticas pero posteriormente fueron absorbidas.
Los Bautistas Orientales, aún cuando se habían asentado como misión en Gibara en 1905, su
establecimiento siguió desde el Sur, dado que el centro de la convención radicaba en Santiago de
Cuba. De ahí el alto número de asentamientos baustista en Mayarí y Moa. Ocuparon las áreas rurales
que poseían escasa presencia metodista. En la zona de Mayarí existía un pastorado en Barajagua
desde la década de 1910 y en 1920 fue organizada la Iglesia de Cueto por el insigne cubano Joaquín
Antunez Benitez, que rápidamente activo misiones en Tacamara, Birán, Alto Cedro, Nipe y Guaro. (
Biografía del Rev. Joaquín Antunez. Documento del CBORC)
No fue hasta 1931 que el Rev. J. Antunez Benitez realiza un esfuerzo sobrehumano y decide abrir una
obra en Holguín. Esto se debe a que el término municipal, en este período, está copado por metodistas
y cuáqueros y resulta difícil reunir una membresía considerable.
Es de destacar que, al igual que el metodismo, los bautistas tuvieron iglesias de inmigración. El 20 de
Agosto de 1916 con apoyo de la UFCo. y por gestiones del Rev. George Henderson, representante de
la Sociedad Misionera Bautista de Jamaica, se organizó una Iglesia bautista en la zona de la Guira,
Banes que ofrecía servicios a los inmigrantes antillanos, preferentemente jamaicanos. (MMB.Alcaldía
Municipal.)
En 1920 los antillanos que trabajaban como braceros en la naciente industria azucarera y tabacalera en
Sagua de Tánamo fundaron la Iglesia Ortodoxa Católica Africana. (APSC.Religiones.Legajo 2333)
En 1932 comienzan a predicar en las zonas de Gibara misioneras norteamericanas de La Iglesia de
Dios (Anderson), denominación de Santidad a la que se afilió posteriormente el predicador Faustino
Ramos.
En 1933 se organiza en Banes, con apoyo financiero de la UFCo., el Ejército de Salvación por
gestiones del capitán Pablovitch. Esta denominación con características de una secta urbana orientó su
trabajo hacia las zonas urbanas con un escaso crecimiento.
Además del cuerpo de Banes se abrió otro en Holguín que logró mayores resultados en su labor social,
con la creación del Hogar Social “Anna Walker” que prestó ayuda a niños de bajos ingresos o
desposeídas (APSC.Hospitales y Salud.Legajo.2746). A pesar de su escasa proyección rural se
destacó en el Centro de Labor creado en el batey de Tacajó.
En 1937 comienza la obra de la primera denominación no tradicional en el área: Adventistas del 7mo
Día. Aunque a principios del siglo existió en Omaja una comunidad de inmigrantes norteamericanos
que organizaron una congregación adventista ,esta tuvo carácter interno y no realizó trabajo misionero.
El adventismo tuvo inicialmente un carácter fuertemente urbano y una membresía reducida. No es
hasta la década del cuarenta que comienza a estabilizar una proyección evangelical, al lograr una
orientación espacial que se opera hacia zonas rurales donde se produce una explosión demográfica y
no abundan otras denominaciones no tradicionales: ejemplo en Velasco, Palmarito (centro de fuerte
desarrollo) Arroyo Blanco, San Rafael, Cacocum, Cauto Cristo, San Andrés, San Germán y las Parras.
Es la década del cincuenta su etapa de mayor crecimiento, en la que emiten un programa radial en
C.M.K.O que permite propagar sus concepciones logrando aumentar su membresía. (Datos ofrecido
por Rodolfo Sánchez. Historiador de esta denominación y quien fuera locutor de este espacio radial)
La primera denominación pentecostal que penetró en el área fue de Inmigración. En la década del
cuarenta se estableció un pequeño grupo de jamaicanos en Banes que se reunían bajo el nombre de
Santa Iglesia “ Monte Sinaí” de corte pentecostal, cuya membresía fue nutrida dentro del grupo étnico
(Registro de Asociaciones. Expediente “Monte Sinaí”. MINJUS). El resto de la penetración pentecostal
se operó de forma sistemática a partir de 1950.
Como se ha explicado anteriormente, la década del 50 se inauguró con un revivalismo pentecostal a
escala nacional. La dura crisis económica se hizo más patente en las zonas rurales, creando una
situación critica en el campesinado en cuanto a salud, educación y servicios sociales, lo que favoreció
un sujeto social ideal para asimilar el pentecostalismo. En el área se operó un fenómeno parecido, pero
con las peculiaridades típicas de la ordenación territorial y la estructura socio – clasista impactadas por
la crisis.
En la década del cincuenta, la región había crecido considerablemente en cuanto a su densidad
demográfica (55.6 h/ km2) pero de ella más del 70 % estaban en zonas rurales con economía
preferentemente cañera. De las 20136.3 caballerías de tierra que se usaban en este tipo de
producción 18237 eran propiedad o estaban arrendadas por extranjeros; el resto pertenecía a colonos,
de los cuales (1642 colonos) 1413 tenían menos de dos caballerías de tierra y solo 70 colonos poseían
30 o más caballerías. La producción agrícola extrazucarera y ganadera marcó un notable descenso a
partir de 1952.(Ochoa/2000).
La política económica del gobierno de Batista creó en la región una tendencia a elevar los índices de
crecimiento en las esferas improductivas, contribuyendo a la empleomanía en los centros urbanos y a
una marcada diferenciación en las zonas rurales. Las restricciones de la producción azucarera
afectaron, principalmente a los obreros agrícolas de las zonas sur y oeste ya que los terratenientes que
poseían colonias lograron obtener mejores participaciones en la entrega de caña a los Centrales y
desplazaron al máximo la restricción hacia los campesinos.
Esta cruda situación originó serias dificultades en las áreas rurales que afectaron la calidad de vida de
sus pobladores. En la zona oeste y norte predominaba el terrateniente y el campesino medio
(propietario) afincado en la producción agrícola extrazucarera o ganadera, por lo que la situación no fue
tan crítica como en el centro este de la región, incluyendo buena parte de Banes.
Esto explica la orientación que tomaron los asentamiento evangélicos en el área durante la década del
cincuenta. En la zona Norte–Oeste se asentaron predominantemente denominaciones tradicionales, de
santidad y algunas escatológicas y hacia este – predominaron los pentecostales.
De igual modo se operaron asentamientos pentecostales en Holguín, pero con un carácter
estrictamente urbano. Uno de los grandes obstáculos al crecimiento pentecostal lo fue el espiritismo en
la región. La deprimida situación en las zonas rurales implicó una tendencia hacia los sistemas
religiosos de teología poco abstracta simbólicamente y preferentemente extáticas; estos sistemas
simbólicos establecen estados anímicos y motivaciones en los grupos sociales empobrecidos, formulan
concepciones de un orden general de existencia con una efectividad tal, que estos estados anímicos y
motivaciones suplantan la realidad existencial. El Espiritismo de Cordón logró expandirse en este
periodo en las zonas rurales del Norte de la región.
Precisamente por ser este campesinado la base social ideal al pentecostalismo no se fundan en los
campos de Holguín, Gibara o Banes ninguna Iglesia Pentecostal durante la década del 50, por existir
una preferencia al espiritismo de cordón y a sectas escatológicas que comienzan a cobrar fuerza
preferentemente en Banes, Gibara y Mayarí como los Testigos de Jehová o el Bando Evangélico de
Gedeón. Aun cuando los Testigos de Jehová llegaron como una secta urbana de clase media
importada desde los EEUU, al ser introducida en esta región de Cuba, se expande por las zonas
rurales, principalmente en la década del 50 en Banes y Mayarí, donde la base social la conformaban
campesinos en una situación deprimida.
En 1950 comienzan a operar en la ciudad de Holguín Los Hermanos Libres, denominación de
orientación Bautista, dirigidos por misioneros norteamericanos y canadienses, en el particular Vernon
Markes que trazó una estrategia llamada “salas evangélicas” de discretos resultados.
En esta región se asientan (1954) la Misión Bereana, en Floro Pérez, como misión de extranjeros ( 5
familias, C. Hanhan, G. Sandall, E. Sandorf, R. Miller y J. Lou Thiesen) los que formaron un seminario
Bíblico. Esta denominación, de teología tradicional y concepciones salvacionistas, aún cuando accionó
en los Haticos, Las Vegas, Pedregoso y Holguín solo llegó a tener como máximo 56 miembros, de ellos
10 misioneros y un obrero nativo (Información ofrecida por Manuel Hernández, quien conserva parte de
la documentación inédita de esta denominación). Los Pinos Nuevos se asentaron en este mismo barrio
a la altura de 1958 con un reducido grupo de personas, en su mayoría procedentes de Las Tunas
(Zulueta/1978)
En la década del cincuenta se asienta en Holguín la Asamblea de Dios de manos del Pastor Einer G,
Pattason que logra una gran acogida por sus campañas de sanidad, celebradas en los parques
públicos las que lograban reunir miles de personas, en lo que es hoy el parque Rubén Bravo (AMPH.
Fondo J.A. Castañeda. Religiones).
La Asamblea de Dios cuyo templo se construyó en la calle Cuba, se convirtió en uno de los más
importantes del área, solo tenía una acción ceñidamente urbana, pero una membresía proveniente de
zonas periféricas a la que acudían personas de Banes, Antilla y Gibara.
Pero es en la zona este donde se opera el mayor asentamiento pentecostal, porque, como ya se ha
explicado, es donde se palpa con mayor énfasis la crisis en el campo y donde es casi inexistente el
espiritismo de cordón. Entre 1952 y 1955 comienza a funcionar en Cueto la Iglesia Santa Pentecostés
que es compatible con la Iglesia Congregacional Pentecostal que abrió en 1955 una misión en Holguín
bajo la dirección de Huhh B. Skelton, logró un amplio campo de acción entre Cueto y Holguín
(APSC.Iglesias.Legajo 4282)
En este período el pastor L. M. Ortiz fundó una denominación separada de la Asamblea de Dios, La
Iglesia Cristiana Pentecostal de Cuba de carácter autóctono y que se asentó hacia el este de la región (
Alto Cedro, Nicaro, Sagua de Tánamo) donde formó disímiles congregaciones dirigidas por ministros
locales (APSC.Iglesias.Legajo 4282).
La última denominación Pentecostal asentada en la región, en este periodo, fue la Iglesia de
Dios(Cleveland) con carácter misionada -la dirigía Holey Cases- en la zona de Barajagua. La misma se
convirtió por sus actividades en una de las más importantes de la región (APSC. Iglesias. Legajo 4282).
A modo de conclusiones.
El Protestantismo penetró en al región holguinera a partir de la presencia norteamericana , pero el
apoyo del capital norteamericano solo se produjo en aquellas denominaciones que obraban en su área
de inversión , por lo que fuero utilizadas indistintamente como estrategia de denominación y creación
de una infraestructura social de actores comprometidos.
Los ejes de ordenación territorial , de factores étnicos – heredados o asimilados- y socio clasista de la
región a partir del siglo XX, en relación con un crecimiento demográfico y al creación de nuevos
núcleos urbanos condicionó una escasa presencia de denominaciones tradicionales, que se vieron
obligadas a rediseñar sus estrategias sociales, a través de centros educacionales y sociedades en un
marco urbano, donde jugaron un importante desempeño.
Por otra parte, un asentamiento rural- preferentemente de denominaciones no tradicionales- orientadas
hacia las zonas nor este y sur , donde predominaba el capital norteamericano y por ende grandes
masas de obreros agrarios e industriales azucareros y una fuerte inmigración antillana.
El asentamiento estuvo condicionada en le área por una irregular crisis económica que marcó la
diferencia socio clasista en las zonas rurales, mayoritarias en la población del área.
Los derroteros siguieron una orientación urbana en Holguín , Gibara y Banes por la presencia de
denominaciones escatológicas y el espiritismo de cordón que llenaban las demandas particulares . Una
alta presencia en la zona nor este por el impacto negativo de la crisis y la política económica con las
zonas rurales, que al no contar con una tradición espirita, se sumaron a las alternativas que ofrecía la
liturgia pentecostal.
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DOCUMENTOS DE ARCHIVO.
Archivo Provincial de Santiago de Cuba ( APSC)
- Iglesias. Legajos 769 – 770
- Iglesias. Legajos 4281 – 82
- Centros de Segunda Enseñanza. Legajos 324 – 325
- Inmigración. Legajos 785 al 790
- Instrucción Publica. Legajos 871 al 874
- Religiones. Legajos 2333
- Juzgado. Legajos 428 ½
- Hospitales y Salud. Legajos 2746 al 2756
- Sociedades Religiosas. Legajos 2746 al 2756
- Compañías. Legajos 338 – 339
- Fundación de Poblaciones. Legajos 659
- Sociedades Culturales. Legajos 2450 – 2452
Archivo Provincial de Holguín ( APH)
- Ayuntamiento Neocolonia. Protocolo. Educacion
- Ayuntamiento Neocolonia. Expediente de obras urbanas
- Ayuntamiento Neocolonia. Censo de propiedad urbana
Archivo del Museo Municipal de Banes (MMB)
- Alcaldía Municipal. Resumen de los cubanos y extranjeros residentes en este termino. 27 de mayo
de 1911
- Escuela “ Los Amigos”. Expedientes Académicos.
Archivo Museo Histórico Provincial de Holguín. (AMPH)
- Fondo José A. García Catañeda.
Registro de Asociaciones Provincial ( MINJUS)
- Expediente Iglesia “ Los Amigos”
- Expediente Iglesia “ Adventista del 7mo Dia”
- Expediente Iglesia “ Monte Sinaí”
- Expediente Iglesia “ Ejercito de Salvación”
Archivo de Iglesias Evangélicas.
- Libro de Actas . Iglesia “ Los Amigos”
- Archivo Documental. Rodolfo Sánchez. “ Adventista del 7mo Día”
- Documentación. Iglesia Metodista.
- Documentos Históricos. Convención Bautista Oriental. Santiago de Cuba
Reflexiones sobre las perspectivas de la historia social desde la historia regional holguinera
Samuel Oliveros Calderón
Las presentes reflexiones sobre las perspectivas de la historia social desde la producción histórica regional
están realizadas con el ánimo de continuar aportando a las posiciones académicas concernientes al impacto
de este enfoque en la construcción de la historia. Por tanto, no existe el propósito de realizar un balance del
estado de la historia social en la historiografía nacional o regional. El artículo en cuestión se encamina hacia la
presentación de algunas aproximaciones en torno a las variantes y los usos, desde diferentes referentes
historiográficos, del tratamiento de la historia social y un somero examen sobre la problemática, teniendo en
cuenta la experiencia de los estudios regionales y sus posibles impactos en la construcción de la historia en
este ámbito.
El debate sobre el estado de la historia tiene una larga duración. En medio de esa discusión emergió, como
una cuestión esencial, el problema del enfoque de la historia social por la historiografía en el tratamiento de los
diversos procesos históricos, en una época proteica en acontecimientos relacionados con los destinos de la
humanidad272. Este objetivo no se ha podido alcanzar plenamente debido a dos razones fundamentales. La
primera es que desde mediados del siglo pasado se hizo evidente que la historia debía establecer la conexión
necesaria con el resto de las disciplinas que conforman el vasto campo de las ciencias sociales e inclusive,
cuando se hace necesario, con las exactas y naturales en el proceso de construcción del conocimiento273,
tanto en la elaboración teórica como en los presupuestos metodológicos empleados por ellas. Sin embargo
esta condición está todavía pendiente en los resultados de la investigación histórica en general, a pesar del
empleo de métodos y procedimientos provenientes de esas ciencias. La segunda razón está determinada por
la lentitud en el tratamiento de nuevos temas y problemas que han enriquecido el campo temático y
epistemológico de hacer la historia. Frente a ello, los paradigmas historiográficos ―provenientes del siglo XX―
se reacomodaron tratando de modelar las principales tendencias del desarrollo social de la nueva época de
acuerdo con sus visiones modélicas o proponiendo “nuevos giros” en la construcción de la historia.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo intelectual, académico e inclusive financiero realizado como nunca antes en
la historia de la humanidad en las visiones y construcción del conocimiento histórico, desde las coordenadas
modélicas proclamadas desde la segunda mitad del siglo XX, los resultados no han justificado tal esfuerzo. La
práctica social se ha erigido en un componente esencial en la elaboración del conocimiento histórico, junto a 272 Ver definición de lo entendido por historia social, diversas variantes y concepciones, principales
exponentes y estado del debate sobre la misma en la actualidad en María del C. Barcia. “Origen y
despliegue de nuevas formas de construir la historia”, en, Espacio Laical, No. 4, 2011.
273 Ver: Inmanuel Wallerstein: Abrir las Ciencias Sociales. El mundo del siglo XXI, Informe de la Comisión
Gulbenkian para la estructuración de las Ciencias Sociales, Siglo XXI editores, México, 1999.
otros de carácter metodológico y epistemológico; no es posible dejar de reconocer el hecho según el cual es
inviable escribir la historia del pensamiento, de las ideas, de la cultura y de la mentalidad, sin la debida
interrelación económico–social y cultural; es decir, desde los diversos referentes antropogeográficos,
económicos, sociales, culturales, identitarios y políticos en los que se desenvuelve la humanidad.
La problemática examinada en el párrafo anterior se ha instituido en una de las exigencias historiográficas que
hay que resolver en el presente siglo para la construcción de una nueva historia, si se es consecuente con la
aspiración de consolidar a la ciencia histórica.
Hay una serie de eventos y situaciones que han dejado su impronta en la explosión temática acaecida tanto
para las ciencias sociales en general como para la historia en particular, desde aproximadamente mediados
del siglo pasado hasta la contemporaneidad: los resultados de la Segunda Guerra Mundial; el proceso de
descolonización mundial y el surgimiento de un gran número de países independientes en la vida política de
Asia y África, de los cuales algunos se incorporaron a los países del sistema socialista; la Revolución del 68 y
sus efectos psicosociales, especialmente en Europa; la guerra de Vietnam, la lucha por la paz y el auge de los
movimientos sociales; la globalización neoliberal y los problemas medioambientales, además de la conversión
del conocimiento científico y la tecnología ―como nunca antes en la historia de la humanidad― en elementos
claves del desarrollo social. Todos ellos tuvieron marcada incidencia en la historia de la humanidad. Así,
nuevas propuestas temáticas irrumpen en la reflexión historiográfica a partir de esos procesos: mentalidad,
sujeto, imaginario e identidad, familia, mujer y sexo, entre otros; junto a la necesidad del enfoque
interdisciplinario en la construcción de la historia.274
Un breve balance del camino recorrido demuestra que independientemente de la proliferación de obras sobre
esos ejes temáticos, insuficientemente valorados en la producción historiográfica, el problema consiste en la
conversión de esta problemática en una de las aristas de la reflexión historiográfica, como forma de establecer
el grado de desenvolvimiento del tratamiento del enfoque de la historia social, tanto en la vertiente académica
como en la investigación histórica.
El esclarecimiento de estos aspectos podría ofrecer un aire renovador en el impulso de estudios desde el
punto de vista de la construcción de una nueva historia social, reveladora para la humanidad de las
posibilidades que ofrece la historia para ejercer la crítica social con mayor efectividad.
Sin embargo, considerar que la problemática referida a los nuevos ejes temáticos en la construcción de la
historia no tiene el tratamiento debido en la producción antropológica, del pensamiento, histórica, social e
inclusive cultural, no constituye una valoración objetiva del problema; pero suponer que es una cuestión
resuelta no es realista. Como se conoce, los ejes temáticos de economía, historia política, lucha por la
liberación ―tanto de la etapa colonial como de la republicana― concentran el mayor esfuerzo en la
producción histórica, problema comprensible dadas las características de la formación del Estado nacional
cubano. 274 Ver: Ana Vera Estrada (comp.): La familia y las ciencias sociales. Biblioteca Básica de Historia y Cultura
de la Familia en Cuba, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La
Habana, 2003.
En América Latina y Cuba275 es notable en la producción histórica actual la superación de los tradicionales
enfoques historiográficos de diversas escuelas, mediante la promoción de análisis integrales y globalizadores,
superando las descripciones de los acontecimientos. Se ha llegado a la valoración de temas cada vez con
más presencia en la producción historiográfica, como los de la cultura, la mujer, las mentalidades, etcétera,
que superan los enfoques de la historiografía liberal positivista y nacionalista de fuerte arraigo en la región en
etapas anteriores.276
“En Latinoamérica, donde las modas suelen llegar con cierta demora ―acota O. Zanetti― y sufrir pintorescas
adaptaciones… el movimiento historiográfico latinoamericano en algunas de sus manifestaciones más vitales y
avanzadas, enrumbó hacia ese territorio de inciertos limites que se ha dado en llamar historia social”277 y como
resultado de la participación en ese movimiento de autores animados de diversos intereses se han acumulado
resultados en el campo de la historia social de una calidad muy desigual.
Zanetti considera que “Cuba no resulta una excepción en este contexto, pues las luchas por la independencia
y el enfrentamiento al dominio norteamericano… hicieron del problema nacional el verdadero eje de la
historiografía cubana, de un modo probablemente más acentuado que en otros países de Latinoamérica”278.
Sin embargo, no deja de reconocer que en el amplio espectro temático de la llamada historia social se
insertan, en medida creciente, muchos de los más recientes trabajos de la historiografía cubana referidos a la
historia urbana; movimientos y conflictos sociales, las mentalidades colectivas o de género, confluyen con
líneas ya establecidas como la cuestión étnica y las estructuras sociales, en una dinámica que va
acrecentando paulatinamente el campo de la investigación279.
Ya desde los años cuarenta del siglo pasado se consideraba que el campo de la historia social es muy vasto,
pues abarca las relaciones humanas y económicas de las clases sociales, el carácter de la familia y de la vida
hogareña, las condiciones de trabajo y del ocio, la actitud del hombre respecto a la naturaleza, la cultura de
cada edad, y las formas (en cambio perpetuo) de la religión, la literatura y la música, el saber y la ciencia, la
manera de pensar y de sentir. Subraya Ramiro Guerra: “La historia social no se ajusta a las divisiones de la
historia política, sus hechos se producen en una marcha lenta, sin soluciones de continuidad. Fluyen sin
275 Ver los aportes al debate del estado de la construcción de la historia de la época posrevolucionaria
publicado en la revista de la UNEAC, La Gaceta de Cuba, año 2009, en los números 1, 2, 3, 4 y 5. Sobre la
problemática historiografía en Cuba. Otras publicaciones como Temas, Santiago, Debates Americanos y
Contracorriente, sentaron las bases para un fructífero análisis del estado de la construcción de la historia en
nuestro país.
276 Ver: Sergio Guerra Vilaboy: Cinco siglos de historiografía latinoamericana, pp., 48-51.
277 Oscar Zanetti Lecuona: “Realidades y urgencias de la historiografía social en Cuba”, en, Temas, No. 1,
enero-marzo, 1995, p. 119.
278 Ídem
279 Oscar Zanetti Lecuona. “Trayectoria de la historiografía cubana en el siglo XX”, en, Debates Americanos,
No. 10, julio-diciembre, 2000, p. 23.
interrupción, con raras catástrofes, por un cauce que trazan condiciones que no son exactamente las mismas
de los hechos políticos”280. Las divisiones de la historia económica no coinciden con la política. En la historia
económica se facilitan las comparaciones y las generalizaciones. Esa peculiaridad permite establecer leyes
generales, hecho que demuestra una efectiva aplicación del método científico en la historia económica, puesto
que “con ello los historiadores de la economía ayudan grandemente a aplicar a la historia social y a la historia
política el mismo método.”281
Sobre el estado de los estudios históricos, desde mediados del siglo XX, con enfoque de historia social, J.
Ibarra reflexionaba que “no se ha considerado que lo social pudiera constituir un terreno intermedio, una
argamasa en la cual se fundieran o integraran lo económico y lo político, o bien que pudiera articular un campo
de determinaciones históricas propias”. “Se ha obviado también con demasiada frecuencia ―reafirma―, el
hecho de que lo social conforma un campo privilegiado donde toman forma las actitudes de clases y grupos,
así como sus estados de ánimo.”282
Una propuesta metodológica de la forma de abordar este problema lo hace la profesora María del C. Barcia, al
conectar las historias de las personas comunes, tanto de mujeres y hombres, con el desenvolvimiento
sociohistórico, cultural y mental de la etapa estudiada; en el que el cuadro trazado mediante esas visiones,
nos permite tener una visión cercana a la totalidad sin considerarlo agotado.283 Un análisis económico de la
riqueza histórica del siglo XX no es posible realizarlo sólo desde el punto de vista económico social, pues “…
se evidenció la necesidad de profundizar en otros motivos y de estudiar ángulos relacionados con el sujeto,
que la historia tradicional había marginado. Emergieron entonces los estudios de género, que fueron copados
por los feministas; los raciales y étnicos, sobre todo en lo relacionado con los negros y mestizos; la vida
cotidiana del hombre común; y el imaginario de diferentes épocas”284.
En la construcción de la historia, en los últimos veinte años, como exponente de la nueva generación de
historiadores que ha incursionado en campos poco explorados en la historiografía nacional, con un nuevo
enfoque de historia social, resultan los trabajos de R. Segreo Ricardo (Velasco 1951-Holguín 2012); en los que
ha contribuido a develar ángulos poco trabajados y a esclarecer otros sobre la criollidad e iglesia, en relación
280 Ramiro Guerra: “Orientaciones recientes sobre la teoría histórica”, en, Cuadernos de la Universidad del
Aire, No. 3, Ideas y problemas de nuestro tiempo, 1er curso de 1949, p. 16.
281 Idem..
282 Jorge Ibarra: “Historiografía y Revolución”, en, Sin urna de cristal. Pensamiento y cultura en Cuba
contemporánea, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana,
2003.
283 Ver: María del Carmen Barcía: La otra familia y Capas populares y modernidad en Cuba (1878-1930),
[smd].
284 Ver María del Carmen Barcia Zequeira: “La familia: historia de su historia”, en Ana Vera Estrada (comp),
La familia y las ciencias sociales, p. 25, Biblioteca Básica de Historia y Cultura de la familia en Cuba, Centro
de investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2003.
con la formación tanto de la nacionalidad, como del Estado nacional cubano. Sus aportes permiten hacer más
comprensible el papel de la iglesia en el proceso de formación de la nación cubana y la historia de esta
institución en ese marco; profundizando en la vinculación cultura sociedad285.
En cuanto a la época de la República neocolonial, R. Segreo se detuvo en importantes reflexiones del
pensamiento cubano de esta etapa, en especial en figuras y problemáticas relacionadas con el debate de las
perspectivas y concreción del proyecto de Estado nación y las diversas posiciones sostenidas con respecto a
este fenómeno desde la cultura, en las condiciones de la sociedad neocolonial cubana de esa época286. Partía
de concebir el pensamiento en su naturaleza heterogénea y compleja, cuyas diversas manifestaciones se
vertebran en una lógica épocal, condicionada por las relaciones estructurales y que se expresan; tanto en las
diversas formas de la conciencia social, como en los elementos identitarios de la sociedad.
En sus conclusiones sobre el pensamiento social de la República neocolonial, la reflexión histórica e
historiográfica, constituyen piezas claves de sus valoraciones teóricas al abordar su concreción idenditaria en
una etapa histórica determinada, a través de las diversas corrientes del pensamiento social y sus
representantes. Segreo consideraba que desde el pensamiento social se puede ejercer la defensa no sólo de
la soberanía sino también de la identidad; sin embargo, razonaba que estas funciones del pensamiento social
estaban lastradas por visiones esquemáticas, suplantación del pensamiento por concepciones filosóficas y
posiciones conservadoras que atan el normal desenvolmiento y papel que debe jugar el pensamiento social en
nuestra sociedad287.
La ausencia de un debate organizado dentro del marco historiográfico en el ámbito regional no significa que no
goce de atención a este nivel. La producción histórica se ha ido desplazando desde lo político, lo militar y los
acontecimientos hasta lo sociocultural. Si bien en relación con los resultados logrados en la construcción de la
historia en lo regional se han dado saltos cuantitativos y cualitativos, no es abundante la reflexión
historiográfica sobre la producción histórica; independientemente de que los investigadores la ejerzan con no
pocos éxitos en la sustentación de sus resultados.
285 Ver: Rigoberto Segreo Ricardo: Conventos y secularización en el siglo XIX cubano, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1998; Ídem: De Compostela a Espada. Vicisitudes de la Iglesia Católica en Cuba,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2000; Ídem: Iglesia y nación en Cuba (1868-1898), Editorial
Oriente, Santiago de Cuba, 2010.
286 Ver: Rigoberto Segreo y Margarita Segura: Más allá del mito. Jorge Mañach y la Revolución Cubana,
Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2012; y Rigoberto Segreo: “Vanguardismo y antivanguardismo en Jorge
Mañach”, en, Temas, No. 70, julio-diciembre, 2011. (Premio de Ensayo, 2011).
287 Algunos de los trabajos de Rigoberto Segreo Ricardo en proceso editorial reflejan esta problemática: El
reino del criollo, la iglesia en la formación de la cultura cubana y La virtud doméstica. El sueño imposible de
las clases medias cubanas. También un importante número de tesis de maestría defendidas en la Maestría
de Historia y Cultura en Cuba, auspiciada por el Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad de la
Universidad de Holguín, contienen esta línea metodológica de pensamiento social en Cuba en la primera
mitad del siglo XX.
En la construcción de la historia social en la parcela regional puede constatarse de forma general que existen
dos direcciones: la producción de los investigadores profesionales de diferentes instituciones y la que se
auspicia desde lo académico a través del posgrado y los proyectos de investigación. Diversos trabajos
publicados, resultantes de investigación, permiten tomar el pulso a estas tendencias; mientras que en la
formación del profesional se destacan las defensas de tesis de maestría y doctorales288, incluyendo las de
Ciencias Pedagógicas289 y la Maestría de Historia y Cultura en Cuba290, con una variada propuesta de temas
de investigación con enfoque de historia social, en un extenso campo que abarca desde los referentes
etnodemográficos, identitarios, la antropología cultural, lo económico-social y sociopolítico, hasta el
pensamiento social, lo que se concreta en las siguientes líneas y objetos de investigación, entre otros:
inmigración, régimen demográfico, clases y grupos sociales, esclavitud, cultura, fiestas populares
tradicionales, religiosidad popular, familia y género, vida cotidiana, sociedades y clubes, mentalidad e
imaginario, administración y urbanismo.
En la producción histórica regional cabe destacar que las aportaciones logradas por los investigadores sientan
las bases teóricas sobre cómo enfocar de una forma científica y objetiva las más relevantes manifestaciones
sobre esa producción, mediante un acercamiento a la historia social, a través de una visión integradora de la
historia regional; con ello se revelan los vínculos entre esta y la historia cultural, socioeconómica y política; y al
mismo tiempo iluminan zonas sombrías de nuestra historia, aportando miradas nuevas que amplían los
horizontes histórico-culturales291.
En este sentido tenemos el intento realizado por J. Vega Suñol en el trabajo Región e Identidad, donde analiza
la formación histórica de la región, la conecta con los referentes etnodemográficos e identitarios en la
formación y composición de la población: costumbres e imaginario, arquitectura del núcleo poblacional y
popular, desarrollo cultural, ritmos de crecimiento poblacional y urbano. Los esfuerzos en esta línea han
continuado, pero desde aristas específicas de la historia regional. Vega Suñol es partidario de que existe una
ligazón entre lo nacional y lo regional; de ahí que exprese que las temáticas que él evalúa “giran alrededor de
la historia social de Holguín como parte constitutiva de la nación cubana”292.
288 Ver: Laureano Calzadilla Anido: Espacio y criollismo: la sociedad holguinera en el siglo XVIII, tesis defendida en la Universidad de la Habana, 2009; la tesis incursiona en el proceso de la conformación del holguinero dentro del contexto nacional dieciochesco a partir de las singularidades geográficas, la relación hombre espacio, el papel del criollo como principal protagonista en la configuración de la sociedad holguinera. Valora el período histórico que media entre los siglos XVI al XVIII como el de mayor profundidad e integralidad en el proceso de gestación del criollo, como una etapa fecunda, desde una óptica cultural-identitaria.
289 Ver: Adalis Palomo Alemán: Didáctica para favorecer el aprendizaje de la Historia Nacional y el vínculo
del alumno con el contexto social a través de la historia del hombre común, Tesis doctoral, 2001.
290 De la 1ra y 2da versión de esta maestría se han defendido más de 30 tesis hasta el momento de la
redacción del artículo, de las cuales 21(63 %) están comprendidas en el enfoque de historia social.
291 Ver: José Novoa Betancourt: Historia colonial de Holguín, Ediciones Holguín, Holguín, 1997.
292 José Vega Suñol: Región e identidad, Ediciones Holguín, Holguín, 2012, p. 7.
En lo concerniente a la valoración de aspectos poco explorados de las luchas por la independencia con un
enfoque desde la historia social, se destacan los trabajos del investigador J. Abréu Cardet, el cual, al
profundizar sobre importantes procesos de la lucha de liberación nacional, ha puesto de relieve la conexión de
la familia, en especial el papel de la mujer, no sólo como participante sino también en su condición de madre y
compañera de lucha de los combatientes independentistas, así como la historia de niños y de familias en el
contexto de la lucha por la independencia293.
En los trabajos realizados por Abreu Cardet se ha resaltado el papel del regionalismo, el caudillismo y las
familias criollas en el proceso de la conspiración y alzamiento durante los inicios de las luchas por la
independencia. Se puede considerar como una nueva visión en la historiografía, a partir de la valoración que
hace el historiador del impacto del complejo regionalismo-caudillismo-familia criolla en el estallido y desarrollo
de la luchas por la independencia; que lo ha llevado a superar el enfoque político militar tradicional de nuestra
historiografía, empleando presupuestos de otras ciencias sociales en la construcción del conocimiento, con lo
que se ha acercado a la perspectiva de la historia social. Para lograr esta visión el autor examinó una
abundante información proveniente de gran número de documentos de archivos, tanto del nacional como del
regional y el municipal, e incluso provenientes de archivos extranjeros.
En otros estudios realizados por este investigador ―en el campo del integrismo en el marco de la lucha por la
independencia―, hace una propuesta de enfoque de este fenómeno de forma novedosa para nuestra
historiografía, considerando su esencia más profunda. Para ello penetra en la mentalidad de este periodo
crucial de la formación de la nación y destaca las razones del odio de los contendientes; su actuación tanto en
la parte occidental como su actividad en la oriental, enfilada contra las fuerzas independentistas; la ferocidad
del integrismo, capaz no sólo de lograr el apoyo sino también de imponerse al gobierno colonial294.
La categoría vida cotidiana de las fuerzas independentistas en la región holguinera, analizada por la profesora
Y. Frías Jiménez, aporta una sustanciosa valoración para el conocimiento de la sociedad holguinera en esta
etapa crucial, de trascendencia nacional por las conclusiones desarrolladas en su trabajo, al considerar el
marco regional como el idóneo para el abordaje de la cotidianidad. El estudio de la vida cotidiana es una
premisa de la comprensión de la pertenencia a un pueblo y de conservación de la identidad. De esta manera
la autora devela la importancia de esta categoría sociológica para los estudios históricos295; reconoce que se
ha aludido al devenir y quehacer del soldado en las investigaciones realizadas, pero “…no se ha prestado
293 Ver: José Abreu Cardet: Los motivos de la emboscada: regionalismo y democracia en la guerra del 68,
Ediciones Holguín, Holguín, 2007; Ídem, Los senderos de la pasión. Otra mirada al 68, Ediciones Holguín,
Holguín, 2010. (Premio de la Ciudad, Historia, 2010).
294 Ídem: El integrismo en Holguín, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011.
295 Ver: Yolanda Frías Jiménez: Vida cotidiana en el campo mambi holguinero (1895-1898), Ediciones
Holguín, Holguín, 2005, pp., 9 y 10.
suficiente atención a la vida de la población civil que también formaba parte del campo mambí, porque vivía en
él y constituía su retaguardia”296.
Sobre estudios demográficos contextualizados en tiempo y espacio, A. Cuba de la Cruz realizó un encomiable
esfuerzo al vincularlo con la problemática socioeconómica, emigracional, cultural y política. La intencionalidad
de esta pesquisa, subraya el investigador, “…es un estudio del problema demográfico regional holguinero en
su entramado nacional y continental. No existe sociedad, historia, ni cultura alguna apunta ―el autor― al
margen de la población y de las características disímiles de los variados grupos de descendencia. Un
problema como la evolución demográfica, no puede desligarse de las corrientes de pensamiento presentes en
su época, del entorno político en que se mueven, ni de los grandes procesos internacionales y nacionales. La
composición demográfica es una variable dentro de la identidad nacional, contentiva a su vez, de otras como
las de sexo, edad, grupo de descendencia ―etnia o raza―, nacionalidad, ciudadanía e institución, entre
otras”297. De acuerdo con su parecer la relación inmigración, economía y política esta sólidamente
fundamentada. Al caracterizar el aumento de la población en las primeras décadas del siglo XX en la región
oriental deja sentado que “ello demuestra un violento crecimiento de la población en el nororiente holguinero,
reflejo de un intenso proceso de recuperación económica, expansión capitalista y relativa estabilidad política si
se compara con el período finisecular decimonónico” y como resultado está la consolidación de la
“…existencia de dos polos de población en la provincia de Oriente: Holguín al norte y Santiago de Cuba al
sur”298, aunque aclara que “estos incrementos --refiriéndose a la población de los municipios del norte oriental
holguinero– estuvieron más relacionados con el proceso de expansión azucarera que con el de
recuperación”299.
Desde el espacio académico, una parte de las inmersiones investigativas actuales sobre religión en Holguín
están asociadas a las gestiones y labor de C. Córdova Martínez ―especializado en estudios religiosos―, el
cual organizó una línea de investigación sobre religión con resultados representativos tanto para el país como
para la localidad; y ha encaminado un conjunto de investigaciones dirigidas hacia lagunas de la historiografía
sobre religión en los contextos nacional y regional. Sus aportes personales están contenidos en estudios, tesis
de maestría, doctorados y en la formación del profesional300. Un resultado significativo fue la defensa de la
tesis doctoral “La conciencia religiosa del espiritismo de cordón en Holguín: sistema de creencias, culto y
ritual”301, que contiene un análisis profundo sobre el origen y características filosóficas del espiritismo
296 Ídem, p. 10.
297 Armando Cuba de la Cruz: Política demográfica en Holguín 1898-1920, Ediciones Holguín, Holguín, 2012,
pp. 7-8.
298 Ídem, p. 30.
299 Ídem, p. 32.
300 Ver: Carlos Córdova y O. Barzaga: El espiritismo de cordón, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2000.
301 Oscar Barzaga Sablón. La conciencia religiosa del espiritismo de cordón en Holguín: sistema de
creencias, culto y ritual, Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Filosóficas, Universidad de
la Habana, 1999.
moderno, su vertebración en Cuba y las peculiaridades de sus variantes, esencialmente la cordonera en esta
región; obtenidas mediante la utilización del método comparativo con otras regiones del país, y sustentado en
un profundo trabajo de campo302.
Otros trabajos en la historiografía regional, sobre la religiosidad holguinera con enfoque de historia social, son
las investigaciones realizadas por A. Torres Gómez de Cádiz Hernández y Ángela Peña Obregón303. El
primero304 investigó sobre el proceso de asentamiento e institucionalización de las denominaciones
protestantes en la actual provincia de Holguín. Con una perspectiva socioantropológica explica la interrelación
de fenómenos étnicos y migratorios con la evolución económica social de la región, a partir de la llegada de
las diferentes denominaciones. No es una historia acabada del protestantismo en la región, subraya A. Torres
Gómez de Cádiz, pero se apeló a las fuentes primarias, tanto documentales como orales, sobre la base de
que existe una gran cantidad de fuentes e información dispersas, sin consultar, que aportarían mucho a este
intento305.
En la problemática referida a la esclavitud ―la historia de la gente sin historia, declara J. Novoa Betancourt―,
se examina su impacto en la región, desde el comportamiento de la trata y su conexión con la problemática
económico-social, hasta el papel del esclavo en la sociedad colonial holguinera, la evolución de la esclavitud
paralela al proceso de conformación tanto del poblado como de la región, así como la incidencia en ella de la
evolución de la economía plantacionista del occidente y de las regiones vecinas de Guantánamo y Santiago
de Cuba, cuyos impactos no podían dejar de incidir en el estado de la esclavitud en Holguín. El investigador
llega a la conclusión de que, independientemente del crecimiento del número de esclavos, la columna
vertebral de la economía holguinera no se transformó en otra basada en el trabajo esclavo; en ese contexto
“…la trata actuó entre 1720 y 1867 como un complemento del mercado de la fuerza de trabajo libre”306.
La labor investigativa realizada por J. Novoa se concentró, en otra parte de su trabajo, en los orígenes de los
esclavos introducidos en la etapa objeto de análisis, en particular en el componente étnico, puesto que
“posiblemente en el campo de la esclavitud no haya un tema tan arduo como el de la denominación
etnocultural de los esclavos arribados a América”307. La utilización de fuentes de archivo notarial y parroquial
302 Ver: Alejandro Gómez de Cádiz Hernández: Estudios sobre religión en Holguín: aproximaciones a una
historia descriptiva. Inédito.
303 Ángela Peña Obregón, Roberto Valcárcel Rojas y Miguel Ángel Urbina Herrán: La Virgen de la Caridad
del Cobre en Nipe y Barajagua, Editorial La Mezquita, Holguín, 2011.
304 Ver: Alejandro Gómez de Cádiz Hernández: Protestantismo y sociedad en el Holguín republicano,
Ediciones Holguín, Holguín, 2008.
305 Ver Alejandro Gómez de Cádiz Hernández: Estudios sobre religión en Holguín: aproximaciones a una
historiografía descriptiva. Inédito.
306 Ver: José Novoa Betancourt: Los esclavos en Holguín (1720.1867). Estudio sociodemográfico, Ediciones
Holguín, Holguín, 1998. pp. 14-17.
307 Ídem, p. 26.
le permitió establecer 22 denominaciones étnicas de procedencia de los africanos introducidos entre 1778 y
1822, las que agrupó en 5 etnias, 4 de ellas definidas (las tres más numerosas: carabalí, bantú y mandinga,
las que en su conjunto constituían cerca del 95% de los bozales introducidos en la región) y una sin definición.
El resultado constató, por primera vez, la composición etnocultural de la población local de esclavos bozales,
aspecto de gran interés para futuros estudios etnoculturales y para nuevas interrogantes en relación con las
expresiones culturales de esa masa esclava, bajo la opresión cultural e ideológica colonial existente en Cuba
en esos momentos, y sus aportes a la formación de la psicología social en la zona308.
Otra problemática valorada desde un enfoque de historia social es la referida al régimen demográfico de la
esclavitud: tipo de vivienda, trato del esclavo, formación y reconocimiento de la familia entre los esclavos,
fomento de la natalidad y obtención de la libertad, presentadas por el autor en relación con el fenómeno
abordado309.
Hay también estudios histórico-políticos relacionados con expresiones particulares en lo regional, que sientan
las bases para, desde la historia social, profundizar en el conocimiento histórico. Entre ellos están los de H.
Pérez Concepción, no solo por la conexión con sujetos concretos del conocimiento del proceso histórico
social, sino también por las propuestas de estudios de la actuación de personalidades y grupos, atendiendo a
sus tradiciones y motivaciones. Sus esfuerzos investigativos, desde un enfoque nuevo para la historia política,
permiten cubrir vacíos historiográficos y crear nuevas expectativas investigativas sobre el período republicano,
en particular sobre el funcionamiento de la democracia burguesa, los partidos políticos y las instituciones
democráticas de la República Neocolonial.
Establecer en qué medida la actividad de los partidos políticos en los marcos del estado republicano
neocolonial constituye un legado de cultura política y se erige en un requerimiento historiográfico y
epistemológico para los estudiosos e investigadores de la historia sociopolítica de Cuba. Los resultados de
Pérez Concepción se inscriben en este encomiable esfuerzo, al deslindar las particularidades de la
construcción y actuación del autenticismo y de la ortodoxia en Holguín, a través de la valoración de las
condiciones históricas de la etapa estudiada, sus expresiones en la localidad y el camino seguido por los
diversos niveles de estas organizaciones políticas en Holguín entre 1936 y 1958310.
Sus aportes permiten apreciar la necesidad de la continuidad de la investigación del sistema político en Cuba
durante la etapa neocolonial, el funcionamiento de las instituciones democráticas y la actividad de los partidos,
como parte de las instituciones, en particular para esclarecer las acciones y conductas asumidas en el estado
neocolonial por las diferentes fuerzas políticas en los marcos del funcionamiento de esa democracia burguesa,
e incluso el estudio de personalidades representantes de la lucha política durante el contexto de la república,
308 Ídem, p. 31.
309 Ídem, pp. 40-41.
310 Ver: Hernel Pérez Concepción: Las luchas políticas en el Holguín republicano 1944-1948, Ediciones
Holguín, Holguín, 2007; Ídem: El movimiento guiterista holguinero, Ediciones Holguín, Holguín, 1999.
tanto por su actuación progresista o negativa. El marco regional es un laboratorio fundamental para su
abordaje.
Los problemas de los efectos del urbanismo y la modernidad tanto en la ciudad, como en las zonas rurales
más cercanas, su conexión épocal y sociocultural, son tratados por los investigadores Mayra San Miguel y
Hernel Pérez mediante una prudente integralidad de diversos factores, que han conformado el espacio físico
de la ciudad erigida por diversas generaciones de holguineros; lo que refleja sus intereses, necesidades y
motivaciones en cada una de las etapas de su evolución. El estudio propuesto contiene los rasgos que
caracterizan al holguinero y que fueron conformando su identidad; además de la atención al régimen
demográfico de la ciudad en la etapa considerada311.
Son evidentes, como se puede observar, los numerosos puntos de contacto entre las diversas expresiones de
historia social en la región y también otros enfoques que se separan un poco de ella, fenómeno que viene
dado en su gran mayoría por la fortaleza de la historia política, militar y de acontecimientos, también
denominada tradicional; aunque nos encontramos en la transición hacia la construcción de una historia con
visión integradora que necesariamente tiene que pasar por lo entendido por historia social.
La reflexión historiográfica sobre la producción histórica desde lo regional permite realizar una contribución
importante en el desempeño de la historia del país y en el contexto de las ciencias sociales en general. Por
otro lado también facilita el acercamiento al intento de una historia total que obviamente no puede soslayar el
papel de la producción regional. La sociedad exige la solución de esta problemática para una mayor
profundidad en los estudios etnodemográficos, socioculturales y del pensamiento.
Es una necesidad indispensable para los estudios realizados desde la región, replantearse la revisión de los
resultados logrados, como forma de superar enfoques o planteamientos anteriores que nuevos métodos,
procedimientos, técnicas y perspectivas historiográficas permiten enriquecer, dado que la reflexión sobre la
producción histórica ―especialmente en el marco regional―, facilita introducir correcciones en los resultados,
auspiciar nuevos temas, objetos de estudio, y ejercer la necesaria vigilancia epistémica en la producción del
conocimiento histórico regional.
Bibliografía
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Almodóvar, Carmen. Antología crítica de la historiografía (Periodo neocolonial), Editorial Félix Varela, La
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311 Ver: Mayra San Miguel Aguilar y Hernel Pérez Concepción: Urbanización y modernidad. Las políticas
públicas en la ciudad de Holguín 1898-1958, Ediciones Holguín, Holguín, 2010.
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Venegas Delgado, Hernán M. La región en Cuba. Provincias, Regiones y localidades, Editorial Félix Varela,
La Habana, 2009.
ESTUDIOS SOBRE RELIGIÓN EN EL NORTE ORIENTAL DE CUBA
Autor: Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández
INTRODUCCIÓN
La historiografía cumple un rol clave en las ciencias sociales. Dentro de sus múltiples funciones resalta su
capacidad de funcionar como auto-dialogo crítico de la producción intelectual con ella misma, es decir, una
especie de autocrítica necesaria, del mismo modo que permite construir un cartograma de las principales
tendencias epistemológicas, áreas del conocimiento, espacios - tiempos y posicionamientos ideológicos que
han matizado esa producción en un período de tiempo determinado. Es una herramienta que puede ajustar los
rumbos cuando se empeña en ser crítica y fiel a la producción científica.
Además de ese diálogo auto crítico que significa la historiografía, es un excelente recurso metodológico para
los investigadores en la búsqueda de bibliografía y el análisis hermenéutico de fuentes documentales. Los
estudios bibliográficos son de igual manera imprescindible en el quehacer historiográfico, como los
demuestran algunos trabajos de T. Fernández (2011) y E. Acosta (2010).
Aun cuando exista cierta inconformidad por la agudeza crítica de nuestra historiografía más reciente, resultan
nada desdeñables los intentos de realizar balances antológicos. Los más jóvenes, como la compilación de M.
de la Torre (2008) reúnen una elogiable muestra de nuestra producción nacional.
Sin embargo, estos estudios padecen, de forma general, de obviar las producciones de investigadores del
interior del país. Los mitos sobre la falta de publicaciones, socializaciones o el estigma de “localistas” amparan
olvidos y desconocimientos innecesarios.
De igual modo, existen lagunas historiográficas sobre determinados temas, que tabuizados conciente o
inconcientemente dan la fatal imagen de que no se reflexiona sobre ciertas áreas, cuando la realidad es que
sus resultados presentan poca socialización o solo circulan en formatos informales, digitales o a nivel de
eventos.
Entre estas lagunas historiográficas, se encuentran los estudios sobre el campo religioso cubano. Solo los
artículos compilados por R. Hernández (2003) intentan dar una coherencia historiográfica a estos aspectos de
la producción antropológica, histórica y social de la religión en nuestro contexto.
La religión, como hecho social y cultural, es una gran albacea donde se explica y describe buena parte de la
realidad. Mas allá de la fuerte secularización moderna y la desacralización de la realidad que ha consolidado
el pensamiento contemporáneo, el fenómeno religioso sigue ocupando un espacio primordial para entender al
ser humano y su comportamiento colectivo.
América Latina es un ejemplo clásico. En esta parte de la humanidad, el factor religioso posee una vitalidad de
gradaciones diversas. Desde prácticas originarias hasta complejos modernos y nuevos movimientos
religiosos, todos eclécticos u ortodoxos de nutrientes etnoculturales variados. Estos, junto a una religiosidad
popular y sentido hierofánico de la vida, que dialogan con la modernidad y el pensamiento tecnocrático
convertidos en verdaderos laboratorios socio antropológicos.
Cuba es parte inherente de esa realidad. Desde muchas ópticas sobre lo definitorio en la religión, la nación
cubana conserva su espíritu de pueblo religioso, expresado en universos simbólicos y praxis asistemáticas y
difusas, poco institucionales y heterodoxas pero como parte indiscutible de su herencia social e identidad
cultural.
El hecho de que la religión sea un fenómeno ontológico, existencial, simbólico y sobre todo social, lo hace
vulnerable a los estudios científicos. Cuba posee pautas importantes en sus estudios sobre religión, los cuales
varían su intensidad y dirección en diferentes épocas históricas.
Existe toda una tradición de estudios antropológicos iniciados por Fernando Ortiz. A partir de Ortiz se creo una
pauta importante para revelar el cosmos diverso de la religiosidad del cubano. Lo que predominó, durante la
primera mitad del siglo XX, fueron abordajes marcados por el modelo orticiano con la influencia decisiva de un
enfoque positivista por un lado y por otro el folklorismo antropológico anglosajón. Los estudios sobre
instituciones cristianas en Cuba eran mínimos, resaltando la obra de Martín Leiseca (1938), I.M.Egaña (1904)
y del norteamericano M. Davis (1941).
Sin embargo, los estudios sobre el pensamiento religioso cubano, fueron notables en la República,
principalmente alrededor de polémicas sobre Varela, Luz y Martí. Los estudios de E. Roig, J. Méndez, J.
Mañach, E. Agramonte, F. Lizaso y otros merecen una relectura crítica.
Este predominio de estudios folklóricos, dio origen al triunfo de la Revolución a la legitimación de instituciones
de estudios que, ya registrados y apoyados por el Estado generaron una nueva generación de investigadores.
El reconocimiento oficial como línea partidista y luego constitucional del ateismo, mutó y tabuizó los estudios
religiosos de corte sociológico o antropológico. Se impuso un perfil marcadamente político en la interpretación
del hecho religioso, dirigido a “combatir” estas ideas como parte de la lucha ideológica. El Departamento de
Orientación Revolucionaria del CC del PCC (1976) concentró las publicaciones sobre esta temática y con este
fin:
“con el triunfo de la Revolución…y la construcción acelerada del socialismo, en nuestro país se han
destruido, en lo fundamental, las raíces sociales que generan…la creencia en lo sobrenatural y en
las ideas religiosas…Es un deber del Partido enseñar a toda la población la concepción científica
del mundo y sostener, en ese camino, una lucha ideológica contra las ideas religiosas y
oscurantistas”(pp.4-5)
Este posicionamiento ideológico y político se conjugó con una recepción ortodoxa de la escuela rusa de
ateismo científico y sus modelos epistémicos, donde se excluía del concierto científico a ciencias como la
sociología y la antropología, que hasta ese momento habían sido el sostén disciplinar de nuestros estudios
sobre religión, más si se da por sentado que la generación polémica de los años 50 ya no estaba y los nuevos
“filósofos” se empeñaban en no tratar la religiosidad de nuestros pensadores más raigales.
No es hasta la segunda mitad de la década del 80 que se vislumbra un periodo donde se manifiestan un
cúmulo de hechos que demuestran la apertura de un lento pero evidente diálogo, por lo menos en la alta
dirección de la Revolución.
Los estudios generales más abarcadores en este periodo fueron realizados en la Isla por teólogos
protestantes o sacerdotes católicos y se concentran en las obras de Rafael Cepeda (1986), Sergio Arce
(1978), Oden Marichal, Adolfo Ham e Israel Batista (1986) y textos imprescindibles de C. M de Céspedes y
García Menocal (González Rodríguez, 1999).
Importantes textos se publicaron en el exterior, como el del cubano Marcos Antonio Ramos. De factura
extranjera es la obra del sueco Teo Tschuy312, cuyos artículos ofrecen una dinámica institucional de alto valor
metodológico y la poco conocida de H. Hilty (1977). Sobre la Iglesia Católica son claves los estudios de
M.Maza y R. Gómez Treto (CEHILA, 1995)
La política de rectificación de errores y tendencias negativas, estuvo acompañada de una flexibilización de la
política hacia el sector religioso que culminó con hechos transcendentales para el dialogo.
Pero el renacimiento de los estudios sobre religión tienen en este periodo la conjugación de factores claves a
saber, la crisis económica - social en la que se sumerge el país y el consiguiente reavivamiento religioso que
se opera a lo largo de la Isla, donde no solo se retoman las tradiciones ya instituidas sino que se dilata un
amplio y complejo diapasón de manifestaciones religiosas que ganan importancia y protagonismo en esferas
vitales de la vida del país.
Segundo, una relectura crítica de las ciencias sociales que devuelven el valor a los estudios sociológicos,
antropológicos, lingüísticos y de otro tipo, a través de Centros de Estudios, maestrías y licenciaturas
reabiertas.
La creación del Departamento de Estudios Socioreligiosos del CIPS313, la instauración de la Fundación
Fernando Ortiz y la revitalización del Instituto Cubano de Antropología en la capital, impulsaron a lo largo de
la Isla el interés sobre estos temas.
Un balance historiográfico inicial de esta apertura estuvo marcado por la tendencia habano centrista. La
pretendida centralización de estos estudios generó acercamientos, que independientemente de su validez y
profundidad, no mostraban la realidad nacional, pues sus unidades de análisis eran básicamente en el
occidente del país, lo que al tener un privilegio de visualización en publicaciones mostraban una visión
incompleta y a veces falseada de esa realidad.
La riqueza de las expresiones religiosas de nuestro país es parte de nuestra cultura nacional; sin embargo, el
grado de representatividad está marcado por factores de conformación étnica y territorial, de la profunda
movilidad espacial que genera el país en la etapa colonial y neocolonial. Solo la Iglesia Católica tuvo un
carácter generalizado en toda la Isla, con una vertebración regular, dado en su estructura centralizada y su
unicidad discursiva, además de funcionar como soporte ideocultural de la metrópoli durante siglos. Las demás
expresiones religiosas, afrocubanas, franco-haitianas o el espiritismo, incluyendo los protestantismos, tienen
irregularmente, zonas de mayor o menor grado de representatividad por toda la Isla.
312 Se encuentra en (CEHILA, 1995, p.78)
313 Existen autores de la capital que se han especializado sobre estudios de instituciones cristianas en Cuba como es el
caso de J. Berges, R. Cárdenas, Y. Hernández, M. Trujillo, A. Alonso, P. Bonome, O. Pérez. Otros en abordajes
filosóficos sobre la religión como J.L. Acanda y V. Sabater
Otro factor, ya mencionado, es que estos estudios obvian los resultados de esta parte de la Isla. Salvo el texto
de E. Torres Cueva sobre la Iglesia Católica, los demás estudios sobre la Iglesia Católica hacen mutis de
textos orientales.
En esta coyuntura, comenzaron a legitimarse los estudios en el Oriente del país, encabezado por las líneas de
investigación de la Casa de Caribe y la Universidad de Oriente, incorporándose posteriormente los estudios
realizados en Holguín.
En este contexto, se operan cambios significativos en los planes de estudios de las carreras humanísticas
junto a la aparición de nuevos programas. Reaparece la licenciatura en Sociología, la cual abrió un campo de
reflexiones y un mejoramiento significativo del capital humano que enfrentaría, con herramientas más
operativas, las complejas inquietudes y fenómenos sociales que irían brotando aparejados a la crisis de los 90.
Años más tarde de abre la Licenciatura en Estudios Socioculturales, para crear especialistas e investigadores
que solidificarán los estudios y las intervenciones socio-comunitarias en diversas regiones del país, donde no
existían este tipo de carreras, dentro del Ministerio de Educación Superior.
Estas licenciaturas han creado, en su continuidad de estudios, programas de maestrías y doctorados que han
incidido positivamente en la intervención sobre zonas de silencio o tabuizadas anteriormente.
La presencia de asignaturas de base antropológica y especialmente la de estudios sobre Religión, han
despertado un interés por acercamientos diversos sobre este fenómeno en nuestro contexto, el cual tiene
todavía un amplio camino por andar.
El objetivo de este análisis historiográfico, se basa en la necesidad de revelar el estado actual de estos
estudios sobre Religión, con énfasis en los logros que se han alcanzado en el norte oriental de nuestra Isla.
Y es aquí donde pretendemos hacer justicia, un acercamiento descriptivo que revele, al menos, los intentos
directos o indirectos de investigadores nororientales sobre religión. Este balance padece de todo, primero de
fuentes obviadas por desconocimiento propio, ya que la producción sobre este tema se ha ampliado tanto que
no podría, como Delmote, hacer una lista cronológica de los libros inéditos e impresos314. Segundo, por que el
espacio solicitado no permite más que hacer una exploración descriptiva y que la sola mención sea un impulso
a la crítica y el reconocimiento.
DESARROLLO
En la historiografía norteoriental, anterior a la Revolución, no existen textos que hayan tenido como objetivo
centrarse en determinada manifestación religiosa o aspecto similares en la región. Algunos pasajes pioneros
de los conquistadores y cronistas hacen referencias a estas tierras, principalmente la creación de una capilla
en la actual capital tunera. El texto de Morell y Santa Cruz (1985), es la primera referencia a aspectos de la
314 Todos los libros y tesis que aquí se analizarán, se encuentran en el gabinete de trabajo del Centro de Estudios sobre
Cultura e Identidad de la Facultad de Humanidades, en la Universidad de Holguín.
vida religiosa en esta región, centrados en la situación caótica de los servicios religiosos de la Iglesia Católica
en la zona y en una herodotiana descripción del contexto social que vio.
Posteriormente, en la obra de García Castañeda (1949), se describe la presencia de algunas denominaciones
protestantes y referencias epidérmicas a prácticas espiritistas y de sistemas religiosos de origen africano.
Castañeda muestra algunas festividades religiosas que formaban parte de la tradición cristiana con cierto
carácter anecdótico y de precomposición factual. Este recurso es muy utilizado en los escritos de Oscar
Albanés315, aun cuando poseen una intencionalidad periodística de crónica, este autor muestra detalles de
importantes fiestas religiosas o profanas, vinculadas a la tradición católica de la región.
Los estudios académicos en Ciencias Sociales y Humanísticas en el norte oriental son recientes, si
comparamos con provincias como Santiago de Cuba o Villa Clara. La institución universitaria que inició y
mostró los primeros resultados tangibles en esta área fue el Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y
Caballero” que asumió las formación de los recursos humanos del norte oriental y Granma, ya que la
Universidad de Holguín no tuvo facultad de Humanidades hasta el año 2001 y los centros universitarios
tuneros comenzaron a desprenderse como instituciones independientes.
Los estudios sobre religión en esta región han tenido dos núcleos institucionales, los Centros Universitarios y
las Instituciones culturales. Por razones conocidas, solo un grupo reducido de estas investigaciones llegan a
ser publicadas, lo que todo balance historiográfico debe recurrir a resultados publicados y otros que han sido
socializados por vías informales pero que tienen un peso importante en esta producción intelectual. De igual
modo, estos estudios en la actual provincia de Las Tunas no han tenido el desarrollo esperado, aun cuando
existen textos claves que valoraremos.
El despertar sobre los estudios socio religiosos, en esta área, coincide a nivel nacional con las regularidades
que explicábamos anteriormente, y no es hasta la década del 90 que aparecen trabajos con grados de
elaboración más acabado y enfoques desde la historia, la antropología, la sociología y otros.
En este período, salen a la luz dos textos del investigador Jorge González Aguilera, que si bien no están
dirigidos a los estudios sobre religión poseen una información sustancial sobre los aspectos tradicionales
religiosos de la ciudad.
El fondo cultural holguinero, es un texto pionero e imprescindible. Independientemente de lo disperso y
aparentemente incoherente que pueda resultar su edición, recoge un conjunto de conclusiones vertebrales
sobre la religiosidad popular en esta región, el trasfondo de cuestiones tradicionales como el predominio del
espiritismo, la oralidad y el escepticismo religioso que predominaba aun a finales de los 80 y principios de los
90.
Su intento de explicar el fondo cultural holguinero desde la configuración étnica y la necesidad de no obviar
este proceso para entender la herencia cultural, son clave en sus textos. Un ejemplo es su persistencia ante
el pseudo folklorismo africanista de aquellos años y que hoy se insiste, a lo cual este autor señala “…en el
315 Ver en: (De la Peña, A y H. Toirac, 2011)
actual fondo cultural holguinero no se registra la huella africana. No hay memoria histórica de esta
ascendencia, por tanto el sujeto no se identifica en ellas como sucede en otras zonas del país…” (González
Aguilera,1989, p.23)
Fiestas Tradicionales, recoge información sobre celebraciones como Fiestas Nuestra Señora del Rosario,
Fiesta de San Isidoro, El Santo Mambí, Romerías y Altares de Cruz, Bando, San Juan, Santiago, Carnaval,
Noche Buena, Cabildo Congo. Sin bien está exento de análisis crítico, su objetivo es mostrar las fuentes
primarias de archivos que contienen la memoria histórica de dichas festividades como evidencias
documentales.
En 1999, este autor y E. Marrón dieron a luz el texto que recogía una sustancial entrevista a Monseñor C. M.
de Céspedes sobre importantes temas de la religiosidad y la cultura cubanas, acompañada por artículos y
conferencias antológicas de esta personalidad cubana.
Desde las instituciones culturales aparecen dos textos en esta década: El pájaro que habla. Espíritus, ochas y
brujos en Holguín, de Zunilda Cuenca y Felipe Abella y Altares de Cruz de Haydeé Toirac.
El pájaro que habla, tuvo la intencionalidad expresa de mostrar una descripción de las prácticas del cosmos
religioso de la Regla de Osha Ifá, el Palo Monte y elementos espiritistas a partir del universo de religiosos
locales. Se inserta dentro de una posición más didáctica cultural que explícitamente académica, forma parte
de una tendencia típica de los años 90 de intentar legitimar culturalmente un conjunto de prácticas religiosas y
sus actores, ante el cúmulo de prejuicios y silencios que habían sufrido en décadas anteriores, priorizando
métodos etnográficos como los testimonios y la reconstrucción oral desde el sujeto. Los autores aclaran que:
“Al escribir el libro desdeñamos a priori todo exceso de exposición erudita que, mas que informar hubiera
fatigado”. (1994,p.5)
El texto de Haydeé Toirac (1994) está incrusto en el megaproyecto del Atlas etnológico de Cuba. Esta
investigadora formó parte del equipo nacional y tuvo a su cargo el trabajo de campo en nuestra región,
producto del cual logró recoger un estimable conjunto de información etnográfica, que infelizmente yace sin
revisión crítica y publicación. De este esfuerzo es producto Altares de Cruz, que bajo la metodología
etnográfica nos muestra esta tradición reconstruida por sus propios portadores (más de 25 informantes).
Según la misma autora es una de las más antiguas fiestas de gran parte de los pueblos de la provincia, que
pierde su vigencia ceñidamente rural, por sufrir un interesante proceso de urbanización en aspectos tales
como la ornamentación y la música. Importantes aportes revela su tesis de maestría, en la cual se apela a la
influencia caribeña en esta región, un tema muchas veces apartado por prejuicios, desconocimientos o
simples intentos de “diferenciación” con la región sur de oriente.
Un texto que se convirtió en boom editorial fue Panteón Yoruba. Conversación con un santero, dirigido por
Lourdes González (1993). Este texto testimonial nos muestra, desde la voz de un santero holguinero (Argelio
Frutos) una pauta de esa rica tradición en mezcla de símbolos, dioses, ritos, alimentos, colores y atributos.
Dentro de estos estudios, pero dirigidos hacia el catolicismo, las investigadoras Ángela de la Peña y Haydeé
Toirac (2011) publicaron un interesante texto dedicado a Oscar Albanés. Como bien explican las autoras, la
intención del libro se mueve mas hacia “…el interés de rendirle homenaje a uno de los holguineros que más
trabajó por el desarrollo cultural de su ciudad…” (2011,p.20)
Sin embargo, revela desde los escritos del mismo Albanés, datos y hechos sobre aspectos de la vida religiosa
de la ciudad, mezcladas con tradiciones, festividades y elementos arquitectónicos. Las referencias sobre la
Asociación de Caballeros de San Isidoro o las romerías de mayo lo convierten en texto de referencia para
estos estudiosos.
Bajo el reciente sello La Mezquita, se publicó un texto revelador de la autoría de Angela de la Peña,
Roberto Valcárcel y Miguel A. Urbina (2012). La virgen cubana en Nipe y Barajagua, es un resultado de
múltiples implicaciones. Si bien sus autores no pretendieron hacer un libro de carga teórica con aportes
conceptuales su grandísimo mérito radica en mostrarnos una reconstrucción multidisciplinaría de un
fenómeno complejo, que como bien dice el Dr. Vega en su prólogo:
“No es posible acometer trabajos de tal envergadura sin emplear un enfoque
interdisciplinario que en este caso desborda a la ciencia histórica para invocar a otros
saberes como el que viene de la geografía, la arqueología, la etnología y la antropología
cultural…”(2012,p.4)
Un rara avis, sin dudas, resulta el texto Diez aproximaciones a la fe desde una antropología filosófica de
Manuel González Santos (2010). Mezcla de cierta ingenuidad filosófica, este atrevido libro aborda elementos
metafísicos y reflexiones sociales, más enmarcadas en opiniones eclécticas y a veces incongruentes que en
una intención de plantar tesis de rigor. A pesar de estos elementos y algunas posturas a revisar sobre la
cultura y realidad cubanas, se debe aplaudir la motivación del autor de ofrecernos sus ideas sobre el tema.
Desde el ámbito académico, la historiografía holguinera tiene el privilegio de contar con los estudios del
arqueólogo y antropólogo José Manuel Guarch. Este privilegio radica, entre muchos otros, en su producción
sobre el cosmos religioso de nuestros pueblos originarios. La profunda obra de Guarch sobre el Taíno,
avalado por sus descubrimientos arqueológicos, también abarcó un intento legítimo de reconstruir los sistemas
de creencias, prácticas y mitología aborigen.
La investigadora Daisy Fariñas (1995), en el análisis crítico de fuentes para su tesis doctoral, explica que aun
cuando la obra de Guarch no intentó centrarse en el tema religioso es una clave referencial para cualquier
estudio posterior, por la sabia combinación de elementos arqueológicos y antropológicos.
El taíno en Cuba y otros textos posteriores, marcan los aportes de Guarch, pero de valor incalculable resulta
Mitología Aborigen de Cuba, escrito en compañía de Alejandro Querejeta. Una de las tesis mas controvertidas
del Dr. Guarch fue considerar que el ritual cordonero de la variante espirita más practicada en esta región,
provenía como supervivencia de la huella cultural de las danzas taínas como el Areíto. Esta tesis ha sido
defendida y argumentada por especialistas como Daisy Fariñas y Carlos Yoga y rebatidas por autores locales,
que analizaremos posteriormente, como Carlos Córdova y Oscar Barzaga.
Sus concepciones sobre enterramientos y ritos funerarios se han profundizado con los aportes recientes del
arqueólogo holguinero Roberto Valcárcel (2012), cuya obra abre un polémico camino de rupturas
interpretativas sobre la sincretización religiosa originaria en nuestro territorio.
Aun cuando no desarrollara su obra en Holguín y no tengamos espacio suficiente en estas líneas apretadas,
en este aspecto tenemos que recordar la prístina obra de J.J . Arrom. Este holguinero está considerado uno
de los hispanistas más importantes de América, esencialmente su obra Mitología y artes prehispánicas en las
Antillas. Independientemente de que su producción se formará fuera de Cuba, sus textos autobiográficos
sobre Mayarí, el contexto y tradiciones religiosas, unido a su tesis sobre la Virgen de la Caridad del Cobre
merecen ser mencionadas.
Desde los espacios académicos, los estudios sobre religión en Holguín están asociados a las gestiones y
labor del Dr. Carlos Córdova Martínez quien fundó una línea de investigación sobre religión, con frutos
representativos a nivel nacional y local que analizaremos a continuación.
Especializado en estudios religiosos, C. Córdova ha encaminado un conjunto de investigaciones dirigidas
hacia las lagunas más importantes que había dejado la historiografía sobre religión a nivel nacional y luego
desde el Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad ha intentado cubrir estos estudios a nivel regional.
Sus aporte personales se encuentra disuelto en muchos estudios y en su docencia, pero estigmatizado quizás
por la ausencia de textos publicados. En el año 2000 aparece el libro El espiritismo de Cordón, publicado en la
colección Fuente Viva. Este era el producto de la tesis doctoral del coautor Oscar Barzaga Sablón. Según los
autores:
“El análisis de información y elaboración al respecto fue un proceso complicado y lento, dado que
este culto popular, a pesar de presentar un núcleo de ideas kardecianas, es muy contradictorio, pues
incluye creencias católicas, heterodoxas y africanas, algunas de las cuales se oponen o se excluyen
entre sí, además de ser aceptadas e interpretadas de muy diversa manera por los distintos centros o
grupos de creyentes. Como consecuencia de lo anterior, en el trabajo existe un equilibrio entre lo
descriptivo y lo teórico, al adentrarse en la búsqueda de las esencias y presentar una visión
integradora del fenómeno “.(2000,p.4)
Este texto recoge un análisis profundo sobre el origen y características filosóficas del espiritismo moderno, su
vertebración en Cuba y las peculiaridades de sus variantes, esencialmente la cordonera en esta región,
incluyendo el método comparativo con otras regiones. Es de destacar la calidad y profundidad del trabajo de
campo realizado para este resultado.
Sin embargo, el tema más desarrollado por C. Córdova se ha centrado en el cosmos de creencias
heterodoxas que forma parte de la identidad local.
Los resultados publicados de mayor alcance nacional, sobre estudios religiosos en nuestro contexto local, se
encuentran en la obra de R. Segreo. En el año 1994, defendía su tesis en ciencias históricas dirigida por C.
Córdova. Centrado en el devenir de la Iglesia Católica en nuestro país la obra de Segreo logró un
desplazamiento lógico temporal de los procesos sustantivos asociados a la gestación y consolidación del
proceso nacional.
Estos procesos sustantivos los presentó en tres momentos claves. El primero ocurre en los tres primeros
siglos coloniales, la sociedad colonial temprana y lo resume como:
“Se trata de su vertebración a una realidad insular en la cual el sujeto demográfico, económico y
cultural dominante era el criollo; eso modificó su ubicación estructural en el juego de fuerzas de la
sociedad colonial y rediseñó sus funciones sociales a favor de los criollos” (2009, p.48)
Este primer momento lo subdividió en dos etapas claves. Entre 1510 y 1680, es decir desde la conquista hasta
la celebración del Sínodo Diocesano. La segunda etapa se extiende entre 1680 y 1790, desde el Sínodo hasta
el boom azucarero.
Desde el punto de vista de la socialización historiográfica la primera etapa no aparee como un nódulo fuerte
en las publicaciones de Segreo, de sus tres libros publicados sobre la Iglesia, ninguno se centra en este lapso
y solo la referencia como antecedente sustancial. Sin embargo, investigativamente acumuló tesis interesantes
sobre este periodo que incluían no solo el papel de la Iglesia en ese proceso de criollización, sino elementos
claves como la obra musical, apreciaciones sobre el barroco eclesiástico y de forma especial el ciclo mariano
de las vírgenes criollas.
Su libro De Compostela a Espada. Vicisitud de la Iglesia Católica en Cuba explica la concatenación entre el
inicio de los cambios profundos que generan las reformas del Obispo Compostela, atravesando el boom
azucarero hasta el periodo del Obispo Espada. Segreo cargó con especial fuerza el análisis sobre la batalla de
los diezmos, ya que consideraba que esta era el contenido fundamental de lo que pudiéramos asumir como la
segunda etapa del conflicto entre superestructura feudal religiosa y economía de plantaciones (2009, p.49)
Aun cuando cronológicamente se editó anteriormente, su libro Convento y secularización en el siglo XIX
cubano, aborda la etapa posterior. En el texto se nota un cúmulo de información de archivo sobre las Órdenes
Religiosas del clero regular en Cuba, producto de su investigación para el doctorado. Este aparente
predominio de datos no disminuye la clave comprensiva de lo que quería demostrar, primero que este es un
proceso inverso al anterior, de ruptura y la transformación de la Iglesia en una institución al servicio d e la
dominación española (2009, p.48). Su conclusión básica es que:
“La reforma eclesiástica cerró el ciclo de transformación de una Iglesia criolla en una Iglesia
peninsular. Su contenido básico fue la creación de una superestructura religiosa dominada por un
clero de origen español, desvinculado de los intereses de la Isla y dependiente del Estado, que
sustituyó la desaparecida Iglesia criolla” (1998, p.66).
Aun cuando no estuvo dentro de su investigación primaria, en el 2010, aparece el texto Iglesia y nación en
Cuba (1868-1898) que cubre sus tesis sobre el rol de la Iglesia Católica en Cuba entre el inicio de las guerras
independentista hasta la intervención norteamericana.
La combinación de fenómenos externos como el contrapunteo conservadurismo liberalismo en España, los
importantísimos cambios de la Iglesia Católica con el papado de León XIII imbricados con el complejo
proceso al interior de la Isla nos muestra su tesis fundamental de una Iglesia ultra conservadora que marca su
espaldarazo al proceso nacional cubano.
Es de resaltar en este texto sus conjeturas sobre el entramado a lo que llamó inicialmente proceso de
romanización al producirse la intervención norteamericana. Este final lo resumió así:
“La Iglesia entró a la República con todo el lastre conservador que le impuso el último medio siglo
de dominación colonial; su incapacidad institucional para encarnar los más altos intereses de la
nación cubana y la carencia de verdadero arraigo popular la hicieron muy vulnerable a la
manipulación desde los intereses pontificios y norteamericanos” (2009, p.69)
Empeñado en su otra pasión sobre el pensamiento cubano en el periodo republicano y la cuestión nacional,
no prosiguió sus estudios de la Iglesia en la República, la cual sigue siendo una zona de silencio
historiográfica a nivel nacional.
Otro investigador holguinero que ha trabajado el tema religioso es el profesor J. Vega. Aun cuando sus
pesquisas han estado centradas en un objeto etnológico, sus estudios sobre los norteamericanos han
aportado importantes conclusiones sobre el protestantismo.
Las valoraciones de J. Vega sobre el protestantismo en la región permiten adentrarse en pautas culturales
dejadas por los misioneros norteamericanos en la arquitectura, la educación y las asociaciones cívicas, lo cual
revela un perfil antropológico de gran valía. Dirigida por este investigador, existe un interesante estudio sobre
la escultura en la ciudad de Holguín en el siglo XX de la profesora S. Salazar. Esta investigación, marcada
por su originalidad y rigor, revela una caracterización de la escultura religiosa en la ciudad teniendo en cuenta
los aspectos históricos, formales y conceptuales de las mismas.
En esta línea, se encuentra el estudio realizado por el tunero José Guillermo Montero Quesada (2010). Aun
cuando su objeto global es sobre la presencia anglosajona en las Tunas, posee un valioso análisis sobre la
herencia protestante en la región, el asentamiento y vertebración institucional dentro de la cultura local. En
artículos divulgados ha profundizado sobre el rol de los colegios y el impacto en la vida cotidiana de los
tuneros.
De esta provincia es la tesis Sanidad Divina y cultura popular (2008) de Enrique Lalana Torres, la cual revela
desde fuentes orales primarias una caracterización de la práctica de la Sanidad Divina pentecostal como
oferta y consumo de sentido dentro de la cultura popular tunera.
En este campo también se han publicado dos textos sobre el protestantismo por el autor de estas páginas. El
primero (2007) recoge un estudio sobre el proceso de asentamiento e institucionalización de las
denominaciones protestantes en la actual provincia de Holguín. Con una perspectiva socio antropológica,
intenta explicar la interrelación de fenómenos étnicos, migratorios con la evolución económica social de la
región a partir de la llegada de las diferentes denominaciones. No es una historia acabada del protestantismo
en la región, pero se apeló a las fuentes primarias, tanto documentales como orales, concientes de que existe
una gran cantidad de fuentes e información dispersa sin consultar que aportarían mucho a este intento.
Protestantismo en Contextos, publicado en España por este mismo autor, tomó como eje articulador a la
institución religiosa y su interrelación dialéctica con elementos socio clasistas, étnicos y culturales, realizando
un estudio de caso en la región norte oriental de Cuba para revelar las causantes implícitas y explícitas del
tipo de expansión de este sistema religioso y su impacto socio cultural en la década del 90 del siglo XX en
Holguín.
Este autor dirigió el Proyecto Multimedia del Campo Religioso holguinero, el cual compendia un conjunto de
información sobre la estructura de manifestaciones religiosas en Holguín con algún grado de institucionalidad,
apelando a indicadores como el proceso de asentamiento, tipologías, festividades, apoyado de un valioso
conjunto de fotos y videos que ilustran ese fenómeno en nuestra provincia.
Existe un cúmulo importante de investigaciones que por varios motivos no han salido a la luz. Una parte
importante de ellas han sido tesis de diploma en Estudios Sociculturales e Historia, dirigido por los
especialistas antes mencionados.
Otros aportes inéditos se conservan en tesis doctorales defendidas que encierran valiosa información sobre
los estudios religiosos en nuestro territorio. El texto de A. Guzmán(2001), encaminado por C. Córdova, es el
resultado de una investigación histórico pedagógica, dirigida a profundizar en la historia de la educación en el
territorio norte oriental, particularmente en los colegios católicos, como componentes de la escuela cubana en
la etapa que se investigó. En dicho trabajo se realiza una valoración crítica de cómo se desarrolló el proceso
pedagógico en estos colegios. Se presenta un panorama del decursar de la educación en la zona nororiental,
además se enfatiza en el proceso de establecimiento y en las principales características que tuvieron los
colegios estudiados.
Dirigido también por C. Córdova se defendió en el 2009 la investigación doctoral de L. Calzadilla, que aun
cuando su objeto no descansa en las estructuras religiosas, si revela importantes fenómenos sobre este
asunto en los orígenes de la sociedad criolla. Aun cuando es declarada la dificultad para recomponer el mundo
espiritual de una sociedad del siglo XVIII, como la holguinera, el autor expone valiosas conclusiones producto
del trabajo con fuentes documentales, incluyendo el interesante tema del cosmo mariano:
“Las imágenes religiosas se encontraban en casi todas las casas. Las reiteradas alusiones en
variados documentos del siglo XVIII, fundamentalmente en los testamentos, a la Virgen María en sus
múltiples advocaciones como Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre,
Nuestra Señora de La Candelaria, etcétera, evidencian a un holguinero cuya devoción religiosa se
inclinaba hacia el culto mariano. En el caso de Holguín prevalecía la adoración de la Virgen del
Rosario seguida de la Caridad del Cobre”(2009, p.78)
Otros estudios defendidos como tesis de maestrías y que continúan su labor con el objetivo de defender el
grado de doctor abordan la temática religiosa. Vale destacar entre ellas, la investigación sobre las pautas
culturales haitianas, que incluye un abordaje del fenómeno religioso del vodú, de la profesora B. J. Noris
(2009).
Es de destacar las tesis defendidas en la Maestría de Historia y Cultura en Cuba, como parte de la línea de
investigación de antropología e identidad, que incluye los estudios sobre religión. Ente ellas se han
presentado magníficos estudios como los del investigador P. J. Calzadilla (2012).
La tesis del profesor A. Arévalo (2011) sobre las estructuras económicas de la Iglesia Católica en la en los
inicios de la sociedad colonial es un abordaje novedoso que permite un acercamiento a la Iglesia diferente a
los estudios sobre pensamiento o factológicos, este tema promete revelar importantes aspectos sobre esta
etapa de la historia de Iglesia Católica en Cuba.
La investigación desarrollada por A. Graña (2011), defendida como maestría sobre el movimiento de
renovación carismática en Holguín, nos acerca desde la misma visión de los sujetos implicados, como se ha
operado al interior de la Iglesia Católica holguinera un auge del carismatismo, fundamentado por sus
miembros desde posiciones teológicas y sociales.
En el plano ceñidamente filosófico, los acercamientos a la religión han sido pobre en el territorio. En este
aspecto es de resaltar la tesis “José Martí y la Religión” de los autores A. Zaldívar y A. Torres (2004), cuyos
derivaciones se han publicado en artículos. Este tema que fue pionero en la región, es hoy una derivación
sólida en los resultados de la tesis de grado (ya defendida como maestría) del profesor Ariel Zaldívar, con
aportes epistémicos a la hermenéutica filosófica sobre Martí. Es importante mencionar, los acercamientos
realizados a esta temática por prestigiosos investigadores martianos de la provincia como C. Gutiérrez, R.
Pavón y H. Rivas.
CONCLUSIONES
Resumiendo este balance, podemos afirmar que la región norte oriental se ha convertido gradualmente
en un centro importante sobre estudios religiosos, manifestado en el alcance y socialización de sus
resultados. Sin embargo, todo balance tiene el deber de mostrar las zonas de silencio o lagunas que
suponemos dejadas y que precisan de ser abordadas por las ciencias sociales.
En orden lógico, este autor considera lo siguiente:
1 No se han realizado estudios sistemáticos que revelen desde una perspectiva multidisplinaria el
rico cosmo religioso- mitológico y las pautas en nuestra cultura actual de los primeros habitantes
de la región, a pesar de los abordajes arqueológicos profundos antes mencionados.
2 La historia de la Iglesia Católica en nuestra región está por escribir, independientemente que ha
sido tratada en estudios sobre la sociedad y la economía, por su incidencia social merece un
estudio en profundidad. Dentro de la Iglesia Católica, su vertebración durante la República en la
región sigue siendo una laguna. La creación y evolución de la Diócesis, así como su diálogo con
la cultura local a través de sus parroquias e instituciones laicales es terreno virgen en nuestros
estudios sociales.
3 Aun cuando se han realizado estudios sobre los protestantismos en forma global en nuestro
territorio, existe un cúmulo importante de denominaciones, que por si solas jugaron un rol
importante en nuestra sociedad y merecen ser estudiadas. El surgimiento y vertebración de
movimientos religiosos de origen protestantes o no (Carismáticos, neo pentecostales,
orientalistas, apostólicos y otros) en los últimos 15 años y su incidencia movilizativa a nivel social
está por abordar.
4 Los estudios sobre la relación campo religioso Revolución en la región son escasos y contienen
polémicas y hechos culturales sociales que precisan ser rescatado bajo la mirada crítica del
investigador.
5 La llamada religiosidad popular, sus orígenes etnoculturales y dinámica funcional dentro de la
tradición como referentes de comportamientos y expresión colectiva, así como los imaginarios y
los ethos siguen siendo fuente de polémicas sin consenso.
6 Las manifestaciones artísticas como arquitectura, plástica, música y otras de marcado carácter
religioso en nuestro territorio son una laguna interpretativa, solo revelada por estudios muy
parciales ya analizados.
7 El rol de las instituciones religiosas en el concierto de la sociedad civil, sus trasfondos jurídicos y
su impacto en el devenir social y político es un área de extrema valía para comprender de forma
integrada la sociedad local, sin embargo, prejuicios, tabúes y otros atavismos siguen siendo un
lastre para el abordaje sereno y riguroso.
8 El casi nulo dialogo interinstitucional y académico entre asociaciones, centros de formación
laical, iglesias y otros espacios de reflexión teológica con el mundo académico y cultural no
permite los enfoques más multidisciplinarios ni los consensos científicos sobre muchos
fenómenos del campo religioso.
9 Las asignaturas de corte antropológico y sobre religión de nuestras carreras humanísticas y de
ciencias sociales no aprovechan el cúmulo de libros, tesis y artículos que revelan importantes
aspectos sobre esta temática en nuestro territorio.
Es preciso, para el abordaje académico del fenómeno religioso, librarse ante todo de prejuicios políticos y
reduccionismos científicos, que en muchas ocasiones han limitados cuantiosos estudios. Solo una mirada
serena, rigurosa que integre perspectivas diversas y actuales nos llevará a revelar ese rico entramado
socio antropológico, cultural, político, jurídico, ético y estético que es el campo religioso.
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MMMaaarrrttt ííí ... HHHooolllggguuuííínnn::: AAAnnnuuuaaarrr iiiooo PPPrrrooovvviiinnnccciiiaaalll ...
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Universidad de Holguín
La Museología holguinera
Por: David Julián Gómez Iglesias.
El museo es una institución cultural que posee una historia de larga duración. Los estudiosos del tema
aceptan que la primera colección documentada data del siglo VI ane y perteneció a la princesa Bel-
Chanti-Nannar, hija del último rey de Babilonia. Los documentos que la acreditan fueron descubiertos por
Leonard Wooley . No obstante, el término que se utilizó para nombrarlo: museo, pertenece a la Grecia
antigua y tiene su origen en el mouseion, lugar de las musas donde se atesoraban los conocimientos
acumulados hasta ese momento ---siglo III ane---, en un conjunto de edificios mandados a construir por
Ptolomeo en Alejandría .
Desde aquellos tiempos y hasta el siglo XVIII, el museo tuvo un carácter particular, de ostentación de
poder y riquezas de sus poseedores. A partir de 1793, tras la revolución francesa y con la apertura al
público del Louvre, se inició el período del museo moderno y su proceso de democratización, que
continúa hoy día. Federica Palomero, estudiosa argentina sobre temas de cultura, afirma: “/…/ en el
Louvre es donde se cristalizan los dos pilares de la institución museo: la necesidad de conservar y el
deseo de compartir. El museo es una institución moderna en el sentido de que nace de una conciencia
histórica y de un espíritu democrático.”
Ahora bien, la Museología como ciencia posee una vida mucho más corta. José Linares, en su libro
Museo, Museografía, Arquitectura, asegura que la definición del concepto de Museología la hizo por
primera vez el estudios Jiri Neustupny en 1950, cuando caracterizó a la museología general y la
especializada. Sin embargo, Juan Carlos Linarez nos informa que el origen del término se ubica en la
segunda mitad del siglo XIX, cuando P. L. Martin lo utiliza en su obra Praxis der Naturgeschichte,
publicada en 1869, para referirse a “las actividades de exhibición y preservación de las colecciones
relacionadas con el mundo natural.”
Este último autor cita a Peter Van Mensch , quien plantea que la Museología como ciencia ha tenido dos
períodos de desarrollo, que han supuesto cambios sustanciales en los museos, así como en el
pensamiento museológico. Sitúa el primero de 1880 a 1920, cuando estas instituciones experimentaron
una modernización y adquirieron una orientación educativa ; mientras que el segundo lo ubica entre 1960
y 1980, acompañado de la revolución científica y el surgimiento de la denominada Nueva Museología,
que pone énfasis en la función socioeducativa del museo.
Entonces podríamos preguntarnos ¿qué se entiende por Museología? El texto “Conceptos fundamentales
de la Museología, puesto a nuestra disposición por el ICOFOM , incluye cinco acepciones. No es
propósito listar aquí estas y otras definiciones cuyo valor radica en que son aproximaciones muy valiosas
al concepto y que tienen coincidencias y desacuerdos. Prefiero, por tanto, no acogerme a ninguna y
formular una tomando de muchas, y la expreso del siguiente modo: ciencia social que estudia la relación
del hombre con la realidad expresada por medio del objeto, en el escenario del museo, ubicado en un
contexto, la comunidad. Stransky (1980) en su definición habla “del hombre ubicado en el seno de la
sociedad” . Como este es un concepto muy amplio, utilizo el de comunidad que es donde se produce el
contacto directo.
Hechas las valoraciones históricas y conceptuales anteriores, acerquémonos a la comarca que es objeto
de nuestra atención. El fomento de la Museología en Holguín, después del triunfo de la revolución, tiene
un vínculo directo con la creación de diversos tipos de museos; de hecho, esas entidades constituyen la
base institucional en la que debe asentarse la aplicación de la ciencia. Pero no es una condición “sine qua
non” la existencia de aquellos para el fortalecimiento de esta; antes bien, debe haber un trabajo práctico
que implemente los conceptos museológicos, además de la necesidad de técnicos y especialistas que, no
solo ejecuten tareas, si no que tengan una conciencia de esa aplicación, de modo que genere nuevas
concepciones teóricas, o sea, un pensamiento museológico que contribuya a enriquecer a la Museología.
Un criterio que guarda correspondencia con los planteos anteriores es el que sustenta el especialista
venezolano Juan Carlos Linarez; él asegura que hay una relación entre el desarrollo de la Museología
como ciencia y la necesidad de profesionalización de la actividad museística . Esto es, para que se
produzcan avances científicos en esta, como en otras ramas de la ciencia, tiene que haber un cuerpo de
especialistas que trabajen a tiempo completo en esta actividad y amen la labor que desempeñan.
El coleccionismo es el soporte donde descansa la formación de la disciplina museológica. La primera
referencia de esa labor en territorio holguinero se remonta al siglo XIX, cuando los españoles,
triunfadores del ataque mambí a la ciudad y posterior sitio del edificio de La Periquera ---octubre-
diciembre de 1868---, acordaron en reunión del Cabildo, efectuada en febrero de 1869, recolectar piezas
vinculadas a aquel suceso, con el “/…/ fin de perpetuar de una manera digna la inmarcesible gloria
ganada por la Ciudad de Holguín en la heroica defensa hecha contra los revolucionarios, /…/” . No queda
constancia documental del resultado final de aquel acuerdo; pero una conclusión podemos sacar:
aquellas personas conocían la función propagandística que podía alcanzarse con una exposición de esas
piezas y la repercusión ideológica que tendría en quienes la visitaran. Ello se deduce del fragmento citado
y de la lectura del acta.
Lo narrado anteriormente no tiene una conexión directa con lo ocurrido en el siglo XX. El coleccionismo
de esta etapa creó una tradición que perdura hasta hoy. El primero en iniciar esa labor en nuestra región
fue Eduardo García Feria, quien comenzó sus colectas por los objetos arqueológicos a instancias de su
amigo, el maestro Francisco García Grave de Peralta, residente en Puerto Padre . Luego las continuó con
objetos históricos y especímenes de la naturaleza. Su hijo, José A. García Castañeda, siguió sus pasos y
amplió sus horizontes de colecta hacia la Numismática, Vitolfilia y Filatelia, en la que logró alcanzar
premios nacionales e internacionales. Ambos ---padre e hijo--- llegaron a poseer una de las colecciones
de arqueología y de moluscos más importantes del país.
Pero no fueron los únicos. El interés coleccionista extendió su contagio hacia lugares como Gibara,
Banes, Antilla, Báguanos, San Germán, Mayarí y otros poblados de la actual provincia, y esas personas
lograron reunir piezas de las materias antes mencionadas. Se podría realizar una larga lista de nombres;
pero de entre ellos, algunos muy destacados, sobresalen dos: Joaquín Fernández de la Vara, con una
valiosa colección de historia natural, en Gibara, y Orencio Miguel Alonso, poseedor de una formidable
colección arqueológica, en Banes. Un elemento que caracterizó a la mayoría de los coleccionistas de esta
zona fue su interés por mostrar el fruto de sus esfuerzos a los residentes de las localidades donde ellos
vivían, cosa que hicieron en vidrieras de tiendas o vitrinas que mandaron a construir al efecto; además,
ejecutaron acciones de documentación y de conservación de sus piezas. En esas tareas, muchas de ellas
espontáneas o sugeridas por algún especialista en las materias específicas, estaba el germen de la
disciplina museológica. Esos dos coleccionistas mencionados lograron ver cumplidos sus sueños, tras
producirse el triunfo de la revolución.
El caso del dúo García Feria-García Castañeda, merece volver sobre él para valorarlo más amplia y
detenidamente, porque es en ese par donde se encuentran los antecedentes fundamentales de la
Museología en Holguín.
Eduardo García Feria era maestro de profesión, documentó su colección arqueológica con tanta
precisión, que le permitió a la investigadora Silvia T. Hernández afirmar: “La colección García Feria fue
ordenada científicamente, con sus números de catalogación, área de procedencia, descripción de las
piezas atesoradas. Es decir que cumplía con todos los requisitos para denominarla como parte de un
coleccionismo enciclopédico.” Como la colección de la que se exponen esos criterios estaba formada en
1922, ello nos permite asegurar que García Feria es el precursor de la Museología holguinera y suponer
que es uno de los que la promovieron a nivel de país.
Pero no fue solo esa labor. El maestro buscó una vía que les permitiera a sus alumnos y otros
interesados relacionarse con los objetos que él atesoraba, y fundó un museo en su propia casa. Todo
parece indicar que esto sucedió en 1930, en ocasión de ocurrir la Primera Exposición Agrícola, Industrial
y Arqueológica de Holguín, en la que García Feria exhibió un grupo de objetos bajo el título de Museo
Siboney . Esta suposición se sustenta en la carta que el científico Carlos Guillermo Aguayo le envió,
donde le plantea su intención de “/…/ contribuir con un grano de arena al incremento de su admirable
museo” . Este gesto también valdría para considerarlo un precursor junto a Emilio Bacardí y Oscar María
de Rojas; pero a esa actuación tendríamos que añadirle que ofreció visitas dirigidas a estudiantes de las
escuelas locales que allí acudían; una alumna del colegio Montesinos dejó constancia de la realizada el
27 de marzo de 1941: “Después de toda la explicación del señor Eduardo García Feria explicándonos
objeto por objeto y su significación, hizo uso de la palabra el profesor de Historia de nuestro colegio quien
empezó dando las gracias al señor Feria por la bondad de mostrarnos su museo /…/” . Esto quiere decir
que convirtió a su museo en un centro eficaz en función de la enseñanza, a la que sirvió de complemento,
pero utilizando las herramientas museológicas.
Mas, sus aportes a esta ciencia desde Holguín no se detuvieron en las visitas guiadas. García Feria, con
la colaboración de su hijo José Agustín, publicó los resultados de las investigaciones acometidas por su
museo, de los hallazgos y de piezas arqueológicas contenidas en su colección. Esta labor la ejecutó
desde los años 30 del siglo XX, ello significa que en fecha tan temprana desplegó una actividad que
varios lustros más tarde se conoció como comunicación museal .
No obstante lo dicho, es en las concepciones de José A. García Castañeda, donde se encuentran
fundamentos más profundos del pensamiento museológico holguinero posterior. Nacido el 22 de
septiembre de 1922, bajo el signo de la república, creció rodeado de objetos arqueológicos que su padre
clasificaba y catalogaba con interés científico. El proceso de formación y maduración de quien desde niño
sus familiares y amigos comenzaron a llamar Pepito, tuvo ese incentivo que lo inclinará inicialmente hacia
el coleccionismo del patrimonio natural, por lo cual en 1927 se plantea el propósito de fomentar un museo
de historia natural . Antes, en 1926, había participado en su primera excavación de un sitio aborigen, en el
Cerro de Yaguajay, y a partir de 1927 se dedica al trabajo de campo para que su padre realice el de
mesa.
La participación de García Castañeda en la actividad museológica, vinculado a su padre, tiene su punto
de partida con la muestra de piezas aborígenes en el denominado Museo Siboney, en abril de 1930. Es
de suponer que la experiencia adquirida durante años de trabajo con la colección y museo García Feria,
le posibilitó estructurar sus concepciones museológicas, las que dejó plasmadas en el folleto “Cómo
lograr la efectividad de la labor educativa encomendada a los museos” . Claro está que la sola práctica
cotidiana en el seno de una institución museal no puede ser suficiente para conformar una teoría. A
nuestro modo de ver hay varios factores que debieron estar presentes y se le añaden al anterior: las
visitas que hizo a diferentes coleccionistas y museos cubanos; los contactos que él sostuvo con
coleccionistas extranjeros, principalmente norteamericanos, algunos de los cuales laboraban en museos;
además, en la segunda y tercera década de ese siglo se publicaron en Cuba tres textos que hablaban
sobre las posibilidades de los objetos museables en la enseñanza de la historia; aunque ninguno propuso
una metodología coherente en ese sentido, alguno de esos libros pudo llegar a las manos de José
Agustín, sobre todo el que escribió su amigo, el coleccionista pinareño Pedro García Valdés .
Ahora bien, se debe agregar que García Castañeda tiene una formación universitaria. Se graduó de
Abogado y Notario en 1923, en la Universidad de La Habana; investigó la historia holguinera y cubana,
cuyos resultados dejó plasmados en varios libros; en ellos algunos estudiosos locales ven la influencia del
positivismo, en virtud de que su obra es básicamente descriptiva. No obstante, cuando se leen
detenidamente sus escritos, se puede apreciar cierta inclinación sociológica, en el sentido de tratar de
entender el ser holguinero. Ello podría explicarse porque el positivismo en sus orígenes “/…/ se va a
empeñar en comprobar y fijar leyes, aún en los conocimientos sobre el hombre, y funda una nueva
ciencia, la sociología, /…/ , cuyo propósito era el de reformar la sociedad; y, evidentemente, para
transformarla hay que conocerla y, aún más, hay que entenderla.
Precisamente, el museo moderno nace con esa vocación transformadora a través de la transmisión de
información y conocimiento, producto de una conciencia educativa. Y, como se ha expresado al inicio de
este trabajo, los dos momentos más importantes en la formación y consolidación de esta ciencia tienen
como objeto la función educadora de esta institución.
De tal suerte, el doctor García Castañeda se percata de esta proyección del museo y deja constancia de
ello en el folleto recién aludido. Allí afirma: “Siendo su finalidad, un método efectivo y práctico de
enseñanza popular, es necesario, /…/ transformarlos de almacenes de antigüedades en centros de
enseñanza popular, lo que se obtendría al unir ambos conceptos, exhibición de ejemplares, estudio de los
mismos /…/ Es válido destacar el hincapié que hace en la “enseñanza popular”, porque es precisamente
en el pueblo donde radica la tarea transformadora de este centro cultural. Y esta idea la concluye
magistralmente al expresar: “/…/ los museos constituyen uno de los más poderosos medios de que
pueden valerse los gobiernos para la enseñanza popular /…/”
Esta función educativa tiene su complemento en el especialista. El profesor José Agustín logra entender
que es en este trabajador donde radica la esencia de esa labor; es por ello que le dedica un fragmento de
su escrito para caracterizar a esta persona: “Los conservadores de Museos /hoy en Cuba los nombramos
museólogos/ deben ser no sólo capacitados sino entusiastas de la labor cultural a ellos encomendada;
deben conocer perfectamente los objetos exhibidos y poder informar, en todo momento sobre los mismos,
a más de la cultura general que se supone debe poseer, deber saber seleccionar la forma de exhibición
de ejemplares y de que estos produzcan, tanto de la vista del ejemplar como del estudio de su etiqueta,
una labor efectiva en los conocimientos del mismo; /…/ . Solo es preciso subrayar la visión de perfil
amplio que le otorga a este técnico, el que debía estar preparado en todas las tareas que se ejecutan en
estas instituciones, incluyendo conocimientos de museografía. Estas son exigencias que deben cumplir
en la actualidad nuestros museólogos.
García Castañeda escribió sobre otros temas relativos a la Museología y en sus observaciones pudo
darse cuenta de la responsabilidad que tienen los gobiernos en la manutención de los museos, en virtud
de ello critica que en la Cuba republicana estas instituciones no se atiendan como es debido. Pero va aún
más lejos al señalar que los gobiernos de turno “/…/ no procuran sostener los ya creados /…/,
/considerándolos/ como dependencias políticas, designando a sus conservadores y empleados de
acuerdo con sus intereses políticos /…/”
No obstante, quizás el planteamiento más revolucionario que hace este promotor cultural está en la
siguiente idea: “Es necesario que cada municipalidad tenga su museo, el que debe ser regional antes que
general, y en los que se exhibirán no solo los ejemplares zoológicos de la región, como es costumbre,
sino sus productos agrícolas e industriales, sus minerales y rocas, su desenvolvimiento histórico,
recuerdos de sus benefactores, etc., de manera que ellos en si abarquen el más completo estudio de la
región. /…/ .
A ningún conocedor de estos temas se le escapará la similitud de estos planteos con lo recogido en la
Ley No. 23 que aprobó, en 1979, la creación de los museos municipales a lo largo de todo el país . Lo
que si le asombrará que lo propuesto por este profesor esté publicado en 1945, o sea, 34 años antes de
aprobarse la Ley, la que solo pudo convertirse en realidad porque la revolución había triunfado en 1959.
Si aceptamos que el desarrollo de la ciencia museológica se produjo en los dos períodos propuestos por
Van Mensch presentados al inicio de este trabajo, podríamos afirmar sin temor a exagerar que el
pensamiento de García Castañeda se ubica en un momento de tránsito y, aunque desconocido, es un
antecedente de la Nueva Museología.
Lo valorado anteriormente lo podemos catalogar como los antecedentes de la Museología holguinera. El
triunfo de la revolución significó un cambio sustancial en todas las esferas de nuestra sociedad. En virtud
de ello, una cosa queda clara cuando se estudia la formación de las instituciones museales en Holguín: el
museo es un fenómeno de la revolución. Este tiene su sustento en la Campaña de Alfabetización y las
posibilidades educacionales, culturales y científicas que ella abrió. Todas, en un proceso recíproco, sirven
de sustento para el avance económico y este impulsa el desarrollo de aquellas.
En el caso que nos ocupa, la base institucional comenzó a fraguarse desde la década del 60; de ahí que
el auge de la museología holguinera pueda dividirse en dos períodos: 1964- 1983 y 1983 a la actualidad.
Partamos, pues, de la evaluación de aquellos sucesos. En el período inicial se fundaron en el territorio
holguinero varios museos. El primeo de ellos ocurrió en la ciudad de Holguín ---22 de julio de 1964---, y
estuvo protagonizado por un grupo que se autodenominaba Jóvenes arqueólogos, liderado por Milton
Pino. En esa asociación coincidieron personas que los unía el interés coleccionista en torno a la
Arqueología y las Ciencias Naturales; dos de ellos ---Milton y Nilecta Castellanos--- llegaron a ser
destacados arqueólogos y un tercer miembro ---Pedro Pérez--- fue director del Museo de Historia Natural
y un activo participante de la Sociedad Espeleológica de Cuba. Los tres fueron integrantes sobresalientes
de ese equipo.
El museo Guamá, que así se denominó, comenzó exhibiendo objetos arqueológicos y de historia natural,
pero muy pronto se vio obligado a mostrar piezas históricas, merced a la urgencia que tenía la sociedad
holguinera de ampliar su cultura, pues ya poseía una biblioteca pública, se había alfabetizado durante la
campaña nacional y el cuartel de la tiranía se había convertido en escuela.
Del esfuerzo desplegado para abrir el museo arqueológico Baní ---28 de noviembre de 1965--- en Banes,
se podría relatar una historia semejante; solo se diferencia en que en este caso es un hombre solo, que
no es joven de edad, pues había nacido en 1911, por lo que en la fecha de la apertura tenía 54 años,
aunque si es joven de espíritu. Orencio Miguel Alonso, relojero de profesión y coleccionista por vocación,
es este hombre que pone su colección al servicio público y su propósito tomó cauce por el interés del
gobierno revolucionario de crear museos arqueológicos, expresado a través de Celia Sánchez, quien
encargó a Antonio Núñez Jiménez y José guarch del Monte para dar cumplimiento a aquella tarea; todo
esto estuvo apoyado por las autoridades de Banes.
El museo de Historia Natural de Gibara, abierto al público el 30 de diciembre de 1966, tuvo parecida
gestación; su principal promotor, Joaquín Fernández de la Vara, había comenzado una colección de esta
especialidad en 1932, tras su regreso de Estados Unidos a donde había ido a estudiar y prolongó su
estancia alrededor de 15 años. Su objetivo de fundar un museo con aquella colección resultó infructuoso
durante la república burguesa, pero logró alcanzarlo solo después del triunfo de la revolución. Entonces
coincidieron los intereses culturales y científicos de Fernández de la Vara, la voluntad política de los
gobernantes de aquella ciudad y las ansias culturales de los gibareños, cuyo resultado fue un montaje de
especies de la fauna en sus medios naturales.
Casi dos años y medio más tarde ---31 de mayo de 1969---, abría sus puertas el museo de Historia
Natural de Holguín, en el edificio ecléctico que había servido de sede a la Colonia española. Para lograrlo
muchas voluntades se habían juntado: el grupo científico García Feria, formado por jóvenes aficionados a
la arqueología y liderados por Hiram Pérez Concepción, el importante coleccionista José A. García
Castañeda, así como personalidades políticas y del gobierno en el territorio: Gaspar Carballido, secretario
del Partido y Alfonso Quintián, Presidente del Poder Local. Para el montaje de la exposición utilizaron
vitrinas de las tiendas intervenidas durante la Ofensiva Revolucionara; con ello demostraron que era
posible adaptar la muestra a las características de las vitrinas.
La idea de crear un museo de arte en el edificio donde residió la familia Beola fue de Rigoberto Torres
Torres, que había sido coordinador del cultura en Gibara en el año 1963. Nueve años tuvieron que
esperar los gibareños para ver materializado este sueño el 25 de julio de 1972. Para su realización
juntaron sus voluntades Antonio Lemus Nicolau, principal protagonista y Francisco Míguez Chávez,
director de cultura en esa época; tuvieron el apoyo de las autoridades locales y de la antigua región e,
incluso de la provincia de Oriente, al enviar al especialista Dr. Francisco Prat Puig.
La apertura de los museos Provincial ---1976---, del Deporte y Casa Natal ---1979---, se debió a la
conjunción de esfuerzos de personas, voluntades políticas y condiciones socioeconómicas propicias. Con
el montaje del museo provincial colaboró el entonces Centro Nacional de Patrimonio, que encargó al
arquitecto José Linares para que realizara el proyecto museográfico de la exposición, sobre la base de un
guión preparado espontáneamente, sin ninguna experiencia en esas lides por parte de los técnicos
Rigoberto González, Andrés Ramírez y el autor de este artículo
El Casa Natal recibió el respaldo, para el diseño museográfico de la Oficina que dirigía Arturo Duque de
Estrada en Santiago de Cuba; el guión había sido elaborado por técnicos holguineros. En el caso del
museo del Deporte, los guiones museológico y museográfico fueron concebidos por trabajadores del
museo provincial.
El surgimiento de los museos municipales se puede considerar, para el caso holguinero, ubicado en lo
que Lenin definió como la “divisoria” de épocas históricas . La creación de estas instituciones, que duró
poco más de un año ---finales de 1981 a principios de 1983---, cerró el ciclo de fundación de museos
sobre bases empíricas e inició la etapa en que comenzaron a aplicarse las herramientas teóricas y
prácticas que ofrecía la recién abierta Escuela Nacional de Museología. En esta tarea se ejercitaron los
conocimientos sobre guión museológico, aplicados en la preparación de este documento para los 13
museos municipales que abrieron sus puertas en ese lapso de tiempo; sin embargo, la información
museográfica era mucho más elemental, de tal suerte, lo empírico y lo experimental, lo intuitivo y lo
espontáneo primaron en el diseño de los soportes de la exposición y en el despliegue museográfico.
En el segundo período ---comienza precisamente con la creación de los museos municipales---, aunque
se fundaron algunas instituciones museales, lo que se destaca son los estudios de corte teórico
abordados por algunos especialistas, los que devinieron en propuestas metodológicas para las
investigaciones de colecciones, modificaciones conceptuales en la elaboración de los guiones
museológicos, una constante participación en eventos especializados para presentar sus resultados y una
importante labor docente con el fin de elevar el nivel científico de los técnicos y especialistas. Merced a la
labor de sus museólogos, la Museología holguinera es considerada como una de las que ha hecho
aportes sustanciales a esta ciencia social en Cuba.