Hace muchos años cuando las minas aún eran explotadas en Lota muchos padres y madres eran obligados por necesidad y tradición a mandar a sus hijos a las minas para ganar su alimento. Ésta es la historia de Pablo; un niño de 8 años obligado a trabajar en las minas…

¡No padre, no quiero!

¡Pablo, tú vendrás

conmigo! ¡hijo por favor!

¿Cómo estará Pablito?

No sé, ojalá que bien, mi hijo empezó

igual antes de morir.

Señor, aquí le traigo al

chico ¿Este es hijo tuyo?

Sí, en mi casa hay seis personas y

uno solo es el que trabaja

¡Vamos Pablo, este es tu trabajo!

¡Todo lo que tienes que hacer es empujar esta compuerta ! ¡Tengo

miedo, aquí

murió un niño!

¡Empuja Pablo!, ¡Tú

puedes!

¡Quédate aquí Pablo!

¡Tengo miedo!

¡Papá, no te vayas, por favor.

Tengo miedo!

¡Pobre Pablo, no sabe el dolor

que siento! ¿Se lo imaginará?

¡Debo trabajar más duro, para no tener a Pablo solo ahí adentro!

La mina explotaba sin remedio por el grisú, pero gracias a Dios a Pablo no le pasó nada en la mina... pero nunca se sabría hasta cuando…

Su padre fue despedido al poco tiempo, por no dar la cuota de carbón que debía.