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FIABILISMO Y EPISTEMOLOGÍA DE LA VIRTUD
En este capítulo se ahondará, de manera bastante simplificada, en la idea de
fiabilismo, así como en la de “epistemología de la virtud”. Como definición
introductoria, podemos decir que el fiabilismo sostiene que si una creencia está
epistemológicamente justificada, es en función de ser el producto de un proceso
cognitivo fiable. Los epistemólogos de la virtud, por su parte, afirman que una creencia
goza de reconocimiento epistémico si es el producto de una verdad propia de la virtud
intelectual. Ambos términos, fiabilismo y epistemología de la virtud, mantienen que las
creencias poseen cualidades positivas epistémicas, como pueden ser la “justificación” o
la “aptitud”, en virtud de ser el producto “de una fuente conductivamente verdadera”,
bien sea este un proceso fiable o una virtud intelectual.
FIABILISMO
En el ensayo “¿Qué es una creencia justificada?”, publicado por Alvin Goldman
en 1979 se nos muestra una concepción temprana e importante del fiabilismo. Establece
una diferencia dentro de los procesos de creación de creencias falsas, entre los cuales
generalmente dan lugar a creencias injustificadas, y aquellos que generalmente
producen creencias justificadas. Siguiendo el razonamiento de Goldman, en los
procesos de creación de creencias falsas se incluyen elementos como razonamientos
confusos, pensamientos que rozan la utopía, buscar el apego emocional como
argumento, corazonadas, suposiciones, y generalizaciones gratuitas. En contraposición
encontramos los procesos encaminados a justificar las creencias incluyen procesos de
percepción estándar, recordatorios, buenos razonamientos e introspección. Goldman
percibe que los procesos defectuosos tienen algo en común: “Muestran la cualidad de
infiabilidad. Tienden a producir errores gran parte del tiempo”6. Sin embargo, los
procesos que aportan justificación a las creencias, aparecen para mostrar la fiabilidad,
siendo generalmente verdaderas las creencias que se producen. En torno a esta
problemática, Goldman sugiere que “una creencia está justificada en función de la
fiabilidad del proceso o procesos que la afirman, donde (como primera aproximación) la
6 Alvin I. Goldman, ‘‘What is Justified Belief?’’ Justification and Knowledge, ed. GeorgePappas (Dordrecht, Netherlands: D. Reidel, 1979), p. 9.
fiabilidad consiste en la mayor tendencia de un proceso a generar creencias verdaderas
que falsas”7.
Esta perspectiva es interesante por diversos motivos. En primer lugar, es
plausible pensar que la percepción, la memoria, la introspección y los buenos
razonamientos son fuente válida de justificación epistémica, mientras que los
pensamientos cuasiutópicos o las corazonadas no lo son. Pero supongamos que nos
preguntamos ¿Por qué es esto así? ¿Qué hace fuente válida de justificación a estas
diversas formas de crear creencias? El fiabilismo ofrece una atractiva y sencilla
respuesta: Son fuentes de justificación en virtud de su fiabilidad. Así el fiabilismo
proporciona una explicación unificada de por qué estos tipos de procesos de creación de
creencias son fuente de justificación. Coge la pluralidad de fuentes y explica por qué
son fuentes de justificación en términos de fiabilidad. En segundo lugar, parece que
existe cierta conexión entre que una creencia sea verdadera y que esté justificada. Pero,
¿cuál es exactamente esa conexión? El fiabilismo da cuenta directamente de esta
conexión. Nos dice que las creencias justificadas son aquellas producidas e impulsadas
por procesos fiables, los cuales generalmente producen creencias verdaderas. En efecto,
Goldman sugiere que una creencia estará más justificada que otra dependiendo del
grado de fiabilidad del proceso que la ha producido. En otras palabras, si A es un
proceso cognitivo más fiable que B, las creencias producidas por A (en igualdad de
condiciones) estarán más justificadas que aquellas producidas por B. Demos una vuelta
de tuerca más a este asunto.
De acuerdo con el fiabilismo, si una creencia esta justificada, lo estará en
función de la fiabilidad del proceso que la produce o la afirma. Es importante remarcar
que a fin de que la creencia de uno, B, esté justificada, no es necesario que uno conozca
o crea que B se ha producido de una manera fiable. Es suficiente que haya sido
producida de dicha forma. Es necesario que el sujeto no posea ninguna meta-creencia
acerca de la fiabilidad de su proceso cognitivo a fin de que dichos procesos generen
creencias justificadas. Goldman rechaza la posición que defiende que la justificación
requiere algo así como meta-creencias, desde el momento en que desposee a los niños y
animales de tener creencias justificadas y conocimiento. Serían excluidos de poseer
creencias justificadas y conocimiento debido a que, generalmente, no tienen creencias
acerca del origen o de la fiabilidad de las posibles formas en que crean sus creencias, y
comúnmente carecen de conceptos relevantes para tener meta-creencias. La fiabilidad
7 Ibid. P. 10
de los procesos cognitivos es cambiante. ¿En que medida ha de ser fiable un proceso a
fin de generar creencias justificadas? Goldman dice que nuestro concepto de
justificación es algo ambiguo en este aspecto, y por tanto no hay una respuesta precisa a
esta pregunta. De cualquier manera, niega que los procesos perfectamente fiables o
infalibles sean necesarios para una creencia justificada. Un proceso que no sea
perfectamente fiable también puede suponer una fuente de justificación. Las falsas
creencias producidas por dichos procesos podrían estar igualmente justificadas, pero
esto parece concordar con nuestra visión común y ordinaria de justificación.
Desarrollando su idea, Goldman distingue entre “procesos muestra” y “procesos
modelo”8. Un proceso modelo es un tipo de proceso del que puede haber muchas
muestras o manifestaciones. Por ejemplo, si pensamos en la percepción como modelo de
proceso cognitivo, encontramos numerosas muestras de dicho proceso. Cada acto
perceptivo individual es una muestra del proceso, del proceso modelo. Un proceso
muestra es un proceso particular que ocurre solo una vez. Cada acto perceptivo
individual, por ejemplo, es una muestra que ocurre exactamente una solo vez. Cuando el
confiabilismo habla de que la justificación de una creencia depende de la fiabilidad del
proceso que la genera, ¿se refiere al proceso modelo o al proceso muestra? Goldman
señala que sólo los procesos modelo son estadísticamente ciertos el 80 % de las veces.
Los procesos muestra no pueden aspirar a este porcentaje de fiabilidad en la medida en
sólo ocurren una vez. Por tanto, Goldman sugiere que cuando pensemos en la fiabilidad
de un proceso cognitivo, deberíamos pensar en la fiabilidad de los procesos modelo.
Goldman distingue también entre procesos dependientes de creencias y procesos
independientes de creencias. Un proceso dependiente de creencia es aquel que comienza
con algunas creencias y produce otras creencias. Sus “inputs” son creencias, y sus
“outputs” son otras creencias diferentes. El razonamiento es un ejemplo de procesos
dependientes de creencias. El razonamiento nos lleva desde creencias en varias premisas
hasta una creencia en la conclusión. La memoria también es un buen ejemplo de este
tipo de procesos. Cuando pienso en una creencia previamente formada, nos
encontramos ante un proceso dependiente de creencias. En contraposición, los inputs de
los procesos independientes de creencias no son creencias. Estos procesos pueden
incluir ciertos procesos perceptivos e introspectivos básicos. Mi creencia de tener 8 Es preciso ilustrar la diferencia general entre ambos procesos considerando los siguientes tres caracteres: a a A. Cada una de esos ejemplos son una muestra de una clase o modelo de letra, la letra A. Tenemos tres muestras de un modelo, la letra A. Por supuesto, un elemento particular puede ser muestra de diversos modelos. Nuestras tres letras, por ejemplo, son también muestras de otros modelos, como pueden ser letras escritas, vocales, etc.
miedo, o de que algo se está moviendo pueden constituir ejemplos de creencias
formadas en la base de estos procesos. Las creencias que tienen como origen estos
procesos independientes de creencias son creencias básicas justificadas, en la medida en
que poseen cierto grado de justificación independientemente de la coherencia aportada
por otras creencias.
El fiabilismo nos ofrece así otra forma de responder a la pregunta “¿Qué justifica
las creencias básicas?”. En el capítulo 3 examinamos un punto de vista fundamentista,
el cual sostiene que las creencias básicas son justificadas por nuestras experiencias no
doxásticas. Este tipo de teorías generalmente mantienen, por ejemplo, que mi creencia
de que tengo la experiencia de algo rojo está justificada en virtud del hecho de que
tengo una experiencia de algo rojo. Visiones fundamentistas de este tipo son
frecuentemente llamadas como “fundamentismo de lo dado”, o “fundamentismo dado”,
en la medida en que se basan en que una creencia básica puede ser justificada por lo
“dado” o lo “presente” en una experiencia no doxástica. En contraposición, los
fiabilistas mantienen que lo que justifica una creencia básica es el haber sido producida
por un proceso cognitivo fiable. Desde su punto de vista, lo que justifica mis creencias
sobre la experiencia no es, estrictamente hablando, mi experiencia doxástica, pero ha
sido producida por un proceso fiable, como la introspección.
Goldman introduce también la noción de proceso condicionalmente fiable. Un
proceso condicionalmente fiable es aquel que suele dar lugar a creencias verdaderas si
las creencias con las que comienza son verdaderas. Goldman propone pensar en la
memoria y en el razonamiento correcto (razonamiento acorde con los cánones lógicos
de la inducción y la deducción) como procesos condicionalmente fiables. En cuanto a
un razonamiento correcto hablamos de que es un proceso condicionalmente fiable en la
medida en que generalmente otorga creencias verdaderas cuando las premisas de las que
parte lo son. Ocurre algo similar con la memoria. Esta es un proceso condicionalmente
fiable en la medida en que el testimonio de la memoria es por regla general correcto
cuando las creencias que funcionan como “inputs” son verdaderas. No obstante, si las
creencias de las que se parte son en gran medida falsas, las creencias otorgadas por
dichos procesos serán también mayormente falsas. Si, por ejemplo, la mayoría de las
creencias que formamos y conocemos de memoria fuesen en su mayoría falsas, quizás
debido a un engaño de un demonio puramente Cartesiano, la mayoría de lo que la
memoria nos dice sería falso. De la misma manera, si la mayoría de las premisas de un
razonamiento son falsas, entonces difícilmente un buen razonamiento daría lugar a
creencias verdaderas.
Consideremos ahora la siguiente versión de teoría de la fiabilidad de la
justificación:
R1. S cree que p está justificado si y sólo si S cree que p es
producida por un proceso cognitivo fiable.
Goldman señala que esta muestra tan simple de fiabilismo es insatisfactoria.
Supongamos por ejemplo que Jones cree, partiendo de lo que su memoria le dice, que
cuando era joven tenía un pony. Supongamos también que su memoria es fiable. Pero
imaginemos ahora que, por otra parte, autoridades fidedignas le cuentan a Jones que la
mayor parte de sus recuerdos anteriores a los 7 años son falsos. Sus padres y el médico
le advierten de que sufre cierto desorden cerebral cuyo resultado es producirle amnesia
en relación a su infancia, para más tarde desarrollar ciertos pseudo-recuerdos relativos a
su infancia. Supongamos, no obstante, que Jones ignora el testimonio de sus padres y
del médico, e insiste en creer que tuvo un pony cuando era pequeño. En este caso, Jones
está ignorando pruebas y razones para pensar que su creencia no fue formada de una
manera fiable. Aunque su creencia de que tuvo un pony está producida por un proceso
cognitivo fiable, da la sensación de que su creencia no está justificada. Si es el caso, R1
ha de ser falsa.
Goldman reconoce que R1 es insatisfactoria. El problema, afirma, es que Jones
no tiene en cuenta pruebas contundentes en contra de su creencia. En el momento en
que Jones hiciese uso de dicha evidencia, dejaría de creer que tuvo un pony. De acuerdo
con Goldman el uso apropiado de evidencia es un proceso condicionalmente fiable. En
este caso, Jones “no hace uso de cierto proceso condicionalmente que podría y debería
haber usado”9. La conclusión que podemos extraer, sugiere Goldman, es que “el hecho
de que una creencia esté justificada no lo es sólo en función del proceso cognitivo que
de hecho la produce; también lo es en función del proceso que se pudo y se debío haber
usado”10. Por tanto, podemos reformular el fiabilismo como:
R2 S cree que p está justificado si y sólo si (i) S cree que p es
producida por un proceso cognitivo fiable, y (ii) no existe ningún proceso
fiable, o condicionalmente fiable disponible para S el cual, en caso de
9 Alvin Goldman, ‘‘What is Justified Belief?’’, p. 20.10 Ibid., p. 20
que S hubiese hecho uso de él además del proceso llevado a cabo, el
resultado hubiese sido que S no cree que p11.
La creencia de Jones de que tuvo un pony no satisface la segunda condición (ii),
pues existe un proceso condicionalmente fiable, “hacer un uso adecuado de las
evidencias”, el cual, en el caso de que Jones hubiera hecho uso de él, no hubiese creído
que tuvo un pony en su infancia. Al contrario que R1, R2 sí parece adecuarse mejor a
este caso.
De todas maneras, Goldman que existen algunos problemas con R2. Por
ejemplo, ¿qué significa que un proceso esté “disponible”? Consideremos el siguiente
ejemplo. Supongamos que yo creo que Brown vive en 123 Broad Street porque acabo
de mirar su dirección en la guía telefónica. En este caso, parece plausible afirmar que mi
creencia de que Brown vive en dicha calle esta justificada. Pero supongamos que hay
otro procedimiento fiable, que en caso de seguirlo no tuviese la anterior creencia.
Supongamos, por ejemplo, que a partir de otra fuente, el director del campus nos dice
que Brown está registrado en 123 Baker Street. Vamos a suponer que el director del
campus, autoridad fidedigna de verdad, se ha equivocado en la dirección de Brown.
Ahora, que yo haya consultado al director del campus puede desembocar en mi no
creencia acerca de que Brown viva en 123 Broad Street. Si consultar al director del
campus es un proceso fiable que está disponible para mi, entonces de acuerdo con R2
mi creencia sobre la residencia de Brown no está justificada. Ya parece existir un
problema. Incluso si declino hacer uso de este proceso adicional y disponible, parece
que estoy justificado a creer que Brown vive en Broad Street. ¿Esto muestra que R2 es
errónea? No necesariamente, en la medida en que no está claro cuando un proceso está o
es “disponible”. Quizás consultar al director del campus no es un proceso disponible.
De cualquier modo, este caso muestra la importancia de saber, cuando un proceso se
encuentra disponible a un sujeto. Como el mismo Goldman notifica, no hacer uso de un
proceso que uno pudo y debió haber usado es relevante para la justificación. En ciertos
casos, pensamos que no usar ciertos procesos fiables es relevante a la hora de la
justificación, y en otros no lo parece. Desafortunadamente, R2 no especifica cuando
importan. Quizás este problema con R2 puede ser solventado.
TRES OBJECIONES AL FIABILISMO
11 Cf, Ibid., p. 20
Muchos filósofos han sostenido que existen más problemas serios en cuanto a la
justificación a los que un fiabilista debe dar respuesta. Estos cortos problemas se han
discutido extensamente. Son (1) el problema del nuevo genio maligno, (2) el problema
de la fiabilidad desconocida, y (3) el problema de la generalidad. Consideremos cada
uno de ellos.
El problema del nuevo genio maligno.
Imaginemos un mundo posible en el que alguien es engañado por un demonio
Cartesiano. Este demonio hace que este sujeto perciba de una manera muy similar a la
nuestra. De hecho, supongamos que su experiencia perceptiva es fenomenológicamente
indistinguible de la nuestra. En la base de su experiencia perceptiva forma numerosas
creencias acerca de su entorno. Desgraciadamente, la mayoria de dichas creencias son
falsas. En este mundo posible, los procesos perceptivos de la víctima son altamente no
fiables, en la medida en que casi siempre le conducen a crear falsas creencias en cuanto
a su entorno. A pesar de esto de que sus procesos perceptivos son altamente no fiables y
sus creencias acerca de lo que le rodea están mayormente equivocadas, mucha gente
diría que sus creencias están, con todo, justificadas epistemológicamente. Pero si sus
creencias perceptivas están epistemológicamente justificadas, entonces, contrariamente
al fiabilismo, que estén producidas por un proceso fiable no es una condición necesaria
de una creencia epistemológicamente justificada12. La opción de que la víctima de este
engaño masivo es capaz de justificar sus creencias perceptivas parece bastante plausible.
Apoyando este punto de vista, tengamos en cuenta el siguiente caso de engaño de la alta
tecnología. Imaginemos dos seres, A y B. A es un ser humano común en condiciones
normales. Por su parte, B es un cerebro en una cubeta conectado a un ordenador muy
potente. El ordenador monitoriza los estados neuronales de B, sus inputs y outputs, y
simula en B como si tuviese ciertas experiencias perceptivas. Ahora supongamos que A
y B tienen las mismas experiencias perceptivas y las mismas creencias. Por ejemplo,
ambos A y B tienen la experiencia perceptiva de tener un cuerpo con brazos y piernas,
estando en clase con otra gente, y escuchando una lectura. Ambos se creen en clase,
despiertos, y sentados entre sus amigos. Sin embargo, las creencias de B sobre su
entorno son casi todas ellas falsas. No tiene brazos o piernas. No está sentado junto a
sus amigos. Está solo en una cubeta. Mucha gente diría que si las experiencias
12 Esta objeción la encontramos en Stewart Cohen in ‘‘Justification and Truth,’’ PhilosophicalStudies, 46, 279_95. También es localizable en Richard Foley, ‘‘What’s Wrong with Reliabilism,’’ The Monist, 68 (1985), 188_202.
perceptivas de B son exactamente como las de A, y las creencias de A están justificadas,
las de B también lo están. En otras palabras, si no existe diferencia alguna en sus
experiencias perceptivas y en sus creencias, y A está justificado en creer, por ejemplo,
que está en una sala con otra gente, entonces B también está justificado para creer que
está en una sala con otra gente. De nuevo, sin embargo, el fiabilismo implica que desde
que las creencias perceptivas de B no son producidas de una manera fiable, sus
creencias perceptivas no están justificadas. De acuerdo con muchos críticos del
fiabilismo, esto es falso, y por tanto, el fiabilismo, es un error.
El problema de la fiabilidad desconocida.
Supongamos que las creencia de un sujeto, B, se ha producido de una manera
fiable, pero no el sujeto es consciente de ese hecho. ¿Sería el hecho de que B haya sido
producida fiablemente suficiente para su justificación? Observemos el siguiente ejemplo
propuesto por Laurence BonJour.
Norman, en determinadas condiciones las cuales generalmente se dan, es
un clarividente completamente fiable con respecto a ciertas materias. El no tiene
ninguna prueba o razonamiento a favor o en contra de la posibilidad de tal poder
cognitivo ni de la tesis que posee. Un día Norman llega a creer que el presidente
se encuentra en Nueva York, a pesar de que no tenía ninguna prueba a favor o
en contra de esta creencia. De hecho la creencia resulta ser cierta, y es resultado
de su poder de clarividente bajo circunstancias en las cuales es completamente
fiable13.
Bonjour sostiene que la creencia de Norman no está justificada aunque procede
de un proceso fiable. De acuerdo con BounJour, Si Norman no posee pruebas a favor o
en contra de su creencia, y ninguna razón para creer que su creencia acerca de la
localización del presidente es producida de una manera fiable, entonces no es
espistemológicamente responsable de sostener dicha creencia, y por tanto esa creencia
no está espistémologicamente justificada. Por ello Bounjour concluye que haber sido
producida por un proceso fiable no es suficiente para la justificación de una creencia.
El problema de la generalidad.
13 Laurence BonJour, The Structure of Empirical Knowledge (Cambridge, MA: HarvardUniversity Press, 1985), p. 41.
Supongamos que una noche estoy mirando el brillo de la Luna a través de la
ventana. Tengo la creencia de que “ahí está la Luna”. Parece plausible pensar que mi
creencia está justificada. Ahora bien, el proceso particular que genera mi creencia es un
proceso muestra. Pero este proceso muestra ejemplifica una numerosa cantidad de
diferentes procesos modelo, como pueden ser (a) la percepción, (b) la percepción visual,
(c) la percepción visual nocturna, (d) la percepción visual de un objeto brillante por la
noche. Parece también plausible pensar que la fiabilidad es diferente según el proceso.
Por ejemplo, parece razonable creer que (d) es más fiable que (c). Pero, ¿Cuál de estos
procesos es relevante en la justificación de mi creencia? Si lo es (d), podríamos pensar
que mi creencia de que ahí está la Luna está correctamente justificada. En cambio, si es
(c) el proceso relevante para la justificación, podríamos pensar que la creencia no está
bien justificada, o al menos no del todo. Es un problema para el fiabilismo detectar qué
proceso interviene en la justificación. Goldman es consciente de esta dificultad. Sabe
que la teoría debe decirnos que proceso modelo es relevante en cuanto a la justificación,
pero no está claro el grado de generalidad que debe tener el proceso modelo.
Tratando de determinar que proceso modelo es relevante para la justificación,
tenemos los siguientes razonamientos. Por un lado, los procesos modelo pueden ser
descritos tan estrechamente que cualquier creencia verdadera puede ser el producto de
un modelo altamente fiable. Supongamos, por ejemplo, que Jones cree que p, a las
11:15 el 7 de Julio de 2006, sentado en su oficina. Supongamos que p es verdad. Ahora,
consideremos el siguiente proceso modelo. Este proceso modelo tan reducido solo tiene
una muestra, la cual ha producido una creencia verdadera. La fiabilidad de este proceso
modelo tan cerrado es del 100%. Pero seguro que Jones supone que p no está
epistemológicamente justificada. Por tanto necesitamos alguna norma que sirva de
restricción para estos procesos tan cerrados y reducidos. Por otro lado, tenemos un
problema también con aquellos procesos modelo que son demasiado generales.
Supongamos, por ejemplo, que uno decide que el proceso modelo relevante es algún
modelo general, T. La dificultad en este caso reside en que puede haber dos creencias,
ambas producidas por el modelo T, de tal manera que una esté justificada y la otra no lo
esté, o una esté más justificada que la otra. En este caso, no está claro que el fiabilismo
pueda explicar porqué creencias que parten del mismo proceso varían en su
justificación. Consideremos el proceso modelo general de la percepción visual.
Seguramente, algunas creencias formadas en la base de la percepción visual están más
justificadas que otras, las cuales difícilmente lo pueden estar. Por ejemplo,
consideremos las creencias visuales de (i) hay un barco, (ii) hay un velero, (iii) es un
queche. Para alguien inexperto en el ámbito náutico, las creencias perceptivas en (i) y
(ii) están altamente justificadas, pero su creencia sobre (iii) puede estar difícilmente
justificada o incluso injustificada. Surge el mismo problema con procesos modelo más
específicos que el anterior. Consideremos el proceso modelo más concreto de los vistos
al principio, el de la percepción visual de un objeto brillante durante la noche.
Supongamos que uno, una noche en el mar, ve una luz lejana. Uno crea las siguientes
creencias. (a) hay dos luces, (b) esta luz está más cerca que aquella, (c) Esta luz brilla
más que la otra. De nuevo es sencillo pensar que (a) está mucho mejor justificada tanto
que (b) como (c). El problema es que si uno admite procesos modelos muy concretos
para la justificación, prácticamente cualquier creencia se manifiesta verdadera. Si por el
contrario se admiten procesos modelo demasiado generales, uno se enfrenta a que “el
implausible fondo propio” implica que todas las creencias de dicho modelo están
justificadas.
Estos tres problemas planteados son retos importantes para cualquier tipo de
fiabilismo. El fiabilismo ha ofrecido distintas respuestas. Sería justo decir, aun con todo,
que dichas respuestas no son demasiado aceptadas, incluso para aquellos que simpatizan
con el fiabilismo. De todas formas, consideremos algunas de las más características.
Comencemos por el problema de la generalidad desconocida. Las respuestas al
caso de Norman que propone BonJour varían. Algunos filósofos sostienen que,
contrariamente al veredicto de BonJour, la creencia de Norman acerca de la localización
del presidente está justificada. Tratan de fundamentar este veredicto de diversas formas.
Frederick Schmitt, por ejemplo, nos pide que imaginemos una raza de alienígenas, los
Andromedanos, los cuales poseen desarrolladísimos poderes clarividentes14. En vez de
la percepción, los Andromedanos se hacen valer de este poder clarividente para conocer
su entorno. Supongamos que uno de los Andromedanos, Abnorman, adquiere poderes
de percepción fiables. Basándose en ellos, Abnorman comienza a desarrollar ciertas
creencias en cuanto a su entorno. Schmitt argumenta que si Norman no puede justificar
sus poderes clarividentes, Abnorman no puede justificar sus creencias perceptivas. Pero
Schmitt afirma que las creencias perceptivas de Abnorman no están injustificadas. Las
creencias perceptivas de Abnorman están justificadas. Por ello Schmitt argumenta, que
en la medida en que parece razonable pensar que las creencias perceptivas de Abnorman
14 Frederick Schmitt, Knowledge and Belief (London: Routledge, 1990), pp. 179_80.
están justificadas, es razonable creer que el poder clarividente de Norman no está
injustificado. Si es el caso, el veredicto de BonJour acerca de Norman es erróneo.
Schmitt defiende así el fiabilismo, basándose en que las creencias clarividentes
de Norman están justificadas. Pero no está claro que el fiabilista deba aceptar este
enfoque. Pensemos acerca de un ejemplo anterior, en el que Jones, a partir de la
fiabilidad de su mente, cree que tuvo un pony cuando era joven. En este caso, la
creencia de Jones está producida de una manera fiable, pero ignora el testimonio de sus
padres y de su médico, el cual dice que casi todos sus recuerdos de aquella época son
falsos. La creencia de Jones se produce de manera fiable, pero ignora evidencias
demoledoras. Como hemos visto, Goldman sostiene que en este caso la creencia de
Jones no está justificada. Goldman sostiene esto debido a que existía un proceso
adicional disponible para Jones, a saber, habiendo hecho un uso correcto de las pruebas,
el resultado hubiese sido la no creación de dicha creencia. Por ello Goldman sostiene
que la creencia de Jones no está justificada basándose en R2.
Quizás Goldman podría adoptar una posición semejante en el caso de Norman.
Supongamos que concebimos el ejemplo de Norman de la siguiente manera.
Supongamos que la creencia acerca de que el presidente se localiza en Nueva York
simplemente aparece en la cabeza de Norman. Supongamos, además, que Norman está
justificado a creer tanto que (i) su creencia simplemente aparece en su cabeza, como que
(ii) no tengo pruebas ni razonamientos para a creer que eso es verdadero. Uno podría
sostener que, en la medida en que está justificado a creer ambas (i) y (ii), Norman tiene
pruebas contundentes a favor de su creencia. En este aspecto, uno puede pensar que el
caso de Norman no es fundamentalmente distinto al de Jones. Podriamos sostener así
que existía un proceso adicional y disponibe para Norman, a saber, habiendo hecho un
uso correcto de las pruebas, el resultado hubiese sido la no creación de dicha creencia.
Por ello Goldman sostiene que la creencia de Norman no está justificada basándose en
R2.
Pasemos ahora al problema del nuevo genio maligno. Un enfoque para dicho
problema es el del “chovinismo de un mundo normal”15. Este enfoque sostiene, a
grossomodo, que una creencia está justificada solo en caso de que sea producida por un
proceso que es fiable en un mundo normal. De acuerdo con esta propuesta, la
justificación de una creencia no reside en si es producida de una manera fiable en el
15 Para una visión de este enfoque, ver Alvin Goldman, Epistemology and Cognition (Cambridge,MA: Harvard University Press, 1986), p. 107.
mundo en que sea formada. En lugar de ello,la justificación depende de si la creencia ha
sido formada por un proceso que es fiable en un mundo normal. Pero, ¿qué es un mundo
normal? Supongamos que decimos que un mundo, W, es normal solo en caso de que
nuestras creencias generales acerca del mundo actual son verdad en W. Ahora, en la
medida en que una de nuestras creencias generales acerca del mundo actual es que la
percepción es un proceso fiable, un mundo normal será aquel en que sea cierto que la
percepción es un proceso fiable. Un mundo en que la percepción no es un proceso
fiable, como puede ser un mundo dominado por el genio maligno, no es un mundo
normal.
¿Cómo nos ayuda esta propuesta con el problema del nuevo genio maligno? De
la siguiente manera. Partimos de que asumimos que (i) una creencia está justificada solo
en caso de que sea producida por un proceso fiable en un mundo normal, (ii) la
percepción es un proceso fiable en un mundo normal, de lo que se sigue que (iii) las
creencias perceptivas de las victimas del genio maligno están justificadas. Puntuando de
una manera ligeramente distinta, consideremos dos mundos, uno normal W, y uno
dominado por el genio maligno, W’. La percepción es un proceso fiable en W, pero no
en W’. Pero en la medida en que la percepción es un proceso fiable en un mundo normal
W, las creencias perceptivas formadas en W’ están también justificadas.
Desafortunadamente, esta respuesta no parece satisfactoria. Consideremos el
caso de la clarividencia. Una de nuestras creencias acerca del mundo actual es que la
clarividencia no es un proceso fiable. Por tanto, en un mundo no normal la clarividencia
es un proceso fiable. Pero ahora consideremos un mundo, W’, que contiene a los
Andromedanos de Schmitt los cuales poseen poderes clarividentes fiables. En la medida
en que la clarividencia no es un proceso fiable en un mundo normal, se sigue del
chovinismo de un mundo normal que la clarividencia no es una fuente de justificación
en W’. En ningún mundo podría una creencia basarse en la clarividencia. Pero esto
parece erróneo. Consideremos de nuevo los Andromedanos propuestos por Schmitt.
Parece bastante factible que en su mundo, W’, fuesen capaces de formar creencias
justificadas basándose en la clarividencia. De acuerdo con el chovinismo de un mundo
normal la única fuente de justificación son aquellos procesos que son fiables en mundos
normales. Pero no hay ninguna buena razón para pensar que esto es cierto.
Un enfoque alternativo al nuevo problema del genio maligno es presentado en el
artículo de Goldman de 1988, “Strong and Weak Justification”
16 En este ensayo, propone una distinción entre dos formas por las cuales una creencia
puede estar justificada. Una creencia está “fuertemente justificada” si y solo si es
producto de un proceso que es fiable o conductor de la verdad en el mundo en el que es
producida. En contraste, una creencia está “débilmente justificada” si y solo si es
inocente y es producto de un proceso poco fiable en el mundo en el que es producida.
Una creencia débilmente justificada es aquella que está mal formada pero que es
inocente o no culpable. Ya que una creencia fuertemente justificada es el producto de un
proceso fiable y una creencia débilmente justificada es el producto de un proceso poco
fiable, no hay casos particulares de creencias que puedan ser ambos, fuertemente y
débilmente justificadas.
Para ilustrar el concepto de creencia débilmente justificada, consideremos una
sociedad en la cual las predicciones basadas en la astrología son extensamente
aceptadas. Estas predicciones astrológicas no son formadas fiablemente. Las creencias
basadas en ellas no son fuertemente justificadas. Pero supongamos que algún miembro
ordinario de la sociedad cree en las predicciones basadas en lo que los expertos
astrológicos le dicen. Él es consciente de que algunas de las predicciones se han
producido exactamente. Sin embargo, cuando las predicciones son erróneas, “los
expertos astrológicos de la comunidad explican que las predicciones han sido basadas
en una aplicación errónea del método. Los expertos tienen técnicas para ‘proteger’ su
teoría de la falsificación fácil, y solamente las metodologías sofisticadas o las teorías
astrológicas demostrarían la indefensión de tales tácticas; pero estas no están
disponibles.”17 Bajo tales circunstancias deberíamos pensar que los miembros ordinarios
de la sociedad no podrían ser culpados por confiar en las predicciones astrológicas y
deberíamos pensar que sus creencias son inocentes aunque no formadas fiablemente.
Por tanto, sus creencias son débilmente justificadas.
Ahora consideremos a una víctima de un engaño demoniaco. Goldman sugiere
que las creencias de la víctima no son fuertemente justificadas, ya que en el ambiente
perceptual de la víctima no hay un modo fiable para formar creencias. Aún así, ya que la
víctima del engaño demoniaco no cree que la percepción sea poco fiable, Goldman
sugiere que las creencias de la víctima son inocentes. Goldman sostiene, por ello, que
las creencias de la víctima son débilmente justificadas ya que sus creencias, aunque mal
formadas, son inocentes. De esta forma, Goldman quiere acomodar la intuición
16 ? Alvin Goldman, “Strong and Weak Justification,”Phiosophical Perspectiver, 2, 51-69.17 Ibid., p. 57.
plausible de que la víctima del genio maligno está justificada, sin abandonar la esencia
de la posición del fiabilismo.
Muchos críticos del fiabilismo, sin embargo, no encuentran la distinción entre
justificación fuerte y débil como una respuesta satisfactoria. Una de las razones, de
acuerdo con algunos críticos, es que no hay nada débil en la justificación que disfruta la
victima del genio maligno. Insisten en que las creencias perceptivas de la victima son en
cada parte tan razonables y justificadas como nuestras creencias perceptivas corrientes.
Dado esto sus experiencias perceptivas son fenomenológicamente indistinguibles de las
nuestras y sus creencias disfrutan de tanta coherencia como las nuestras, muchos
críticos no ven razón para sostener que sus creencias estén menos justificadas que las
nuestras. Piensan que la justificación débil es simplemente una forma demasiado débil
de valoración epistemológica para capturar el estatus de las creencias de la víctima.
Quizás podemos ver porque algunos piensan que es demasiado débil, considerando las
creencias que uno no puede evitar tener, o las que uno simplemente no puede
abandonar. Deberíamos sostener que uno es inocente o no culpable de sostener una
creencia que no puede evitar tener o que no puede abandonar. Quizás, aunque, uno
pueda tener algunas creencias realmente locas, no pueda evitar tenerlas.
Uno puede tener creencias paranoicas o ilusiones que no puede abandonar. En
realidad, uno puede incluso reconocer que sus creencias ilusorias son disparatadas y en
un profundo conflicto con sus evidencias, y ser incapaz de abandonarlas. Tales
creencias pueden estar “mal formadas” y a pesar de todo ser inocentes o no culpables, y
por ello “débilmente justificadas” en el sentido de Goldman. Aún así, uno puede pensar
que las creencias inocentes de este tipo no alcanzan el estatus epistemológico positivo
disfrutado por las creencias de la víctima del genio maligno. Por lo menos, las creencias
de la víctima del genio maligno disfrutan un tipo de coherencia y soporte experimental
que las creencias inocentes o no culpables no necesitan tener.
EPISTEMOLOGÍA DE LA VIRTUD
Es justo decir que las respuestas fiabilistas que hemos considerado hasta ahora
siguen siendo conflictivas. En este punto, sin embargo, permítasenos volver a considerar
una forma de “epistemología de la virtud”. La epistemología de la virtud enfatiza el
papel de las virtudes intelectuales en el conocimiento y la justificación. Hay distintas
formas de epistemología de la virtud, pero deberíamos centrarnos en la forma
desarrollada por Ernest Sosa. Sosa introduce el concepto de virtud intelectual en la
epistemología contemporánea en una serie de desafiantes, pero sutiles ensayos. Mientras
el fiabilismo sostiene que las creencias disfrutan de un estado epistemológico positivo
en virtud de ser producto de un proceso cognitivo fiable, el enfoque de la virtud de Sosa
mantiene que las creencias disfrutan de un estatus epistemológico positivo en virtud de
ser producto de una virtud intelectual conductora de verdad.
Hay por lo menos dos razones para considerar la versión de Sosa de la
epistemología de la virtud. Primero, Sosa distingue entre dos tipos de estatus
epistemológico positivo, la aptitud de una creencia y su justificación. Una creencia es
apta en virtud de ser producto de una virtud intelectual conductora de verdad. Una
creencia está justificada en virtud de su coherencia. Aceptando ambas formas de merito
epistemológico, la visión de Sosa atenta a reconciliar elementos del fiabilismo y del
coherentismo, al mismo tiempo que hace justicia a las intuiciones que nos guían entre
ambas visiones. Segundo, la visión de Sosa ofrece una respuesta alternativa a las
objeciones que han sido relevantes contra el fiabilismo. Sus respuestas se merecen una
consideración cuidadosa.
Empezamos considerando brevemente el conjunto de virtudes intelectuales de
Sosa. En general, una virtud es una excelencia de algún tipo, una excelencia que es o
innata o adquirida. Es una disposición, una habilidad, o una competencia que hace que
uno sea bueno logrando algunas metas. Considerando la diferencia entre un disparo
afortunado en el tiro con arco y un habilidoso disparo. Ambos dan en el blanco, pero el
disparo habilidoso es exitoso por alguna virtud en el tiro con arco. El tiro con arco
habilidoso es una manifestación de su virtud o excelencia como arquero, una virtud que
lo hace exitoso en conseguir su meta de dar en el blanco. Por esa virtud tendrá casi
siempre éxito para dar en el blanco. El arquero habilidoso tiene alguna “naturaleza
interna” que le hace capaz de triunfar, la naturaleza que, en este caso, es típicamente
adquirida por muchas horas de práctica. Supongamos que la llamamos la naturaleza I.
Por supuesto, que tenga I no le hace capaz de triunfar en todos los ámbitos y en todas
las condiciones posibles. Por ejemplo, incluso teniendo I no sería capaz de dar en el
blanco durante un huracán. Similarmente, dada I, no sería capaz de dar en el blanco en
todas las distancias. Dada su naturaleza, no sería capaz de dar en el blanco si estuviese,
digamos, a una milla de distancia. Por lo tanto la naturaleza habilidosa del arquero, I, lo
capacita para triunfar solamente en relación con cierto grupo de condiciones y con
blancos a ciertas distancias.
Entonces, ¿qué es una virtud intelectual? Una virtud intelectual es una
competencia con la que uno puede casi siempre alcanzar el fin intelectual de creer la
verdad y evitar el error. Más precisamente Sosa dice, “Permítasenos definir una virtud o
facultad intelectual como una competencia en virtud de la cual uno puede casi siempre
alcanzar la verdad y evitar el error en ciertos campos de las proposiciones F, cuando
estamos en las condiciones C.”18 Tener una virtud intelectual es tener una naturaleza
interna, I, en virtud de la cual uno podría casi siempre alcanzar creencias verdaderas y
evitar el error en un cierto grupo de proposiciones en un determinado conjunto de
condiciones. Por tanto, consideremos la dotación visual de uno, una dotación que
incluye entre otras cosas los ojos, el cerebro, y el sistema nervioso. Tener ese sistema
visual es tener cierta naturaleza interna. Otra vez, llamemos a esa naturaleza interna, I.
Por I uno podría probablemente alcanzar la verdad y evitar el error en un cierto campo
de proposiciones bajo determinadas circunstancias. Así que, por ejemplo, en virtud de
tener I uno podría probablemente tener razón sobre un campo de proposiciones acerca
de las formas y los colores de un objeto visto a la distancia del brazo a plena luz del día.
Tal campo podría incluir, por ejemplo, proposiciones sobre si el objeto es rojo, verde, o
azul, o redondo, triangular, o cuadrado. La dotación visual de uno, I, hace a ese alguien
relativamente virtuoso para el campo de proposiciones y esas circunstancias (ser visto a
la distancia del brazo, a plena luz del día, etc.)
Por supuesto, tener I no hace necesariamente a uno virtuoso respecto a otros
campos o condiciones. Así que, por ejemplo, considerando proposiciones sobre si un
objeto percibido es un dodecágono o un quiliógono. Para la mayoría de nosotros, estas
proposiciones estarían fuera de nuestro campo de habilidad. No seriamos capaces de
juzgar correctamente si el objeto era un dodecágono o un quiliógono. Aún así, parece
bastante posible que alguien, Superman o los marcianos, tienen tal virtud o habilidad
con respecto a esas proposiciones. Superman, por ejemplo, podría ser capaz de ver
simplemente que algo es un quiliógono. De nuevo, la habilidad de uno para juzgar
correctamente con respecto a un campo de proposiciones es relativa a ciertas
condiciones. Incluso acerca de rojo o azul, redondo o cuadrado, uno no puede juzgar
correctamente en algunas condiciones. Relativo a la negrura de una mina de carbón o al
mundo del genio maligno I no nos proporciona ninguna virtud intelectual. Aunque, otra
18 Ernest Sosa, “Reliabilismo and Intellectual Virtue,” in Knowledge in Perspective (Cambridge: Cambridge University Press, 1991), p. 138.
vez, Superman podría tener una naturaleza diferente la cual sostiene sus habilidades
superiores. El podría ser capaz de ver cosas incluso en una mina de carbón.
Creer algo en las bases de una virtud es un proceso fiable para alcanzar la
verdad. Pero no todas las creencias se forman por procesos fiables es una cuestión de
creer algo en las bases de la virtud. Sosa nos ofrece el ejemplo de alguien que, cuando
sea que oye el cañoneo en la propuesta de Tchaikovsky de 1812, forma la creencia de
que ahí hay un gran objeto gris cerca. Ahora, supongamos que un día oye el cañoneo y
forma la creencia de que hay un gran objeto gris cerca. Su creencia es verdadera porque
cerca hay un elefante con una radio colgando de su cuello y la radio está puesta en la
emisora de música clásica y la propuesta del cañoneo resulta estar sonando.
Relativamente a estas altamente especificas circunstancias, su proceso doxastico es
altamente fiable. Pero ¿es su creencia de esta forma virtuosa? ¿Es esta una
manifestación de una virtud intelectual? “¿Ha ganado esta de este modo mucho crédito,
sin embargo, como facultad para desarrollar y admirar? Por supuesto que no, ya que las
circunstancias en cuestión son improbables de repetirse suficientemente a menudo en la
vida de alguien. Y si ocurriese que esto se repitiese a menudo para alguien, seria
simplemente un fantástico accidente que él podría no haber esperado con ninguna
garantía razonable, y que otros no pueden esperar para ellos.”19 Teniendo la disposición
de creer que hay algo grande y gris cerca cuando uno oye el cañoneo resulta ser fiable.
Aún así esa disposición no es una virtud ya que las circunstancias en las cuales la
disposición guía a uno a juzgar correctamente son improbables de ser repetidas
suficientemente en la vida de uno.
Sosa introduce una distinción entre aptitud y justificación. Él escribe:
La “justificación” de una creencia B requiere que B tenga sus bases en la
inferencia o las relaciones coherentes de otras creencias en la mente del que cree –
como en la “justificación” de una creencia derivada de principios más profundos, y así
“justificados,” o la justificación de una creencia adoptada a través del conocimiento de
ella con los principios del sujeto, incluyendo principios como que creencias son
permisibles en las circunstancias ya vistas por el sujeto.
La “aptitud” de una creencia B relativa a un ambiente E requiere que B derive
de lo que es relativo a E que es una virtud intelectual, es decir, una forma de llegar a la
19 Ernest Sosa, “Intellectual Virtue in Perspective,” in Knowledge in Perspective, p. 277.
creencia que produce un apropiado predominio de la verdad sobre el error (en el campo
de las proposiciones en cuestión, en el tipo de contexto involucrado).20
De acuerdo con Sosa, la justificación de una creencia es cuestión de su
coherencia con otras creencias, incluyendo la coherencia con los principios de cada uno
sobre lo que es razonable o permisible creer. En contraste, la aptitud de una creencia es
cuestión de la virtud intelectual que la produce. Las creencias aptas son creencias
fiablemente formadas. Para ilustrar esta distinción consideremos mi creencia perceptiva
de que hay una taza de café en la mesa. Mi creencia de que hay una taza de café en la
mesa es una creencia apta. Está formada en las bases de la percepción la cual,
relativamente al ambiente (buena iluminación, la superficie de la tierra, etc.), es una
virtud intelectual. Mi creencia de que hay una taza de café en la mesa es también una
creencia justificada ya que encaja coherentemente con mis otras creencias. Tiene
coherencia con mis creencias de que había una taza de café aquí hace un momento, que
frecuentemente tomo una taza de café a esta hora del día. Además, mi creencia de que
hay una taza de café en la mesa encaja con mi propia visión de lo que es razonable
creer. Creo, por ejemplo, que es una creencia perceptiva creada en condiciones
favorables y que las creencias perceptivas creadas en tales condiciones son
probablemente verdad.
Una creencia podría tener mucha justificación y aún así fallar en la aptitud.
Consideremos a la víctima del genio maligno cartesiano y sus creencias sobre sus
alrededores. Sus creencias disfrutan de una gran cantidad de coherencia y en
consecuencia tienen gran cantidad de justificación. Pero sus creencias fallan en la
aptitud relativa al ambiente del genio maligno. Por el mismo indicio, una creencia
podría ser apta sin tener mucha justificación. Las creencias perceptivas o de la memoria
de un niño o un animal pueden ser aptas, sin tener mucha justificación, ya que les falta
el tipo relevante de metacreencias sobre sus facultades y sus creencias. Les falta la
perspectiva intelectual apropiada.
Además de la distinción entre aptitud y justificación, Sosa introduce una
distinción entre conocimiento animal y conocimiento reflexivo. Él dice, “Para el
conocimiento animal uno solamente necesita una creencia que es apta y derivada de una
virtud o facultad intelectual. Por el contrario, el conocimiento reflexivo siempre
requiere una creencia que no es solamente apta sino que también tiene un tipo de
20 Ernest Sosa, “Reliabilismo and Intellectual Virtue,” in Knowledge in Perspective, p. 144.
justificación, ya que ésta debe ser una creencia que encaje coherentemente dentro de la
perspectiva epistemológica del creyente.”21 Para tener conocimiento animal todo lo que
uno necesita es una creencia verdadera que es apta, que deriva de la virtud intelectual.
Supongamos, por ejemplo, que un niño forma la creencia verdadera de que hay una taza
en la mesa. Supongamos que esta creencia es formada en las bases de la percepción y
que la creencia es apta. En este caso la creencia del niño es una instancia de
conocimiento animal. Pero ahora supongamos que el padre del niño también forma la
creencia verdadera de que hay una taza en la mesa. La creencia perceptiva del padre
también es apta, pero, además, su creencia es respaldada por su coherencia con sus otras
creencias. Él cree, por lo menos implícitamente, por ejemplo, que ve la taza, que su
visión está funcionando normalmente, que es un buen juez de la presencia de tazas en
condiciones como éstas. Cree que su creencia viene de una buena fuente y ha empleado
un ambiente favorable. El padre tiene un historial de creencias que ayudan a respaldar
su creencia sobre la presencia de la taza. Disfruta de una perspectiva coherente sobre su
propia capacidad cognitiva y su propia virtud intelectual.
Tener esa perspectiva es valioso ya que es útil para nosotros saber cómo
formamos nuestras creencias y bajo qué condiciones las creencias de esa clase son
probablemente verdaderas. Teniendo alguna idea sobre nuestras capacidades
intelectuales, su fiabilidad, y sus límites nos hace más capaces de emplearlas para
alcanzar nuestra meta de conseguir la verdad y evitar el error. Por otra parte, nosotros lo
encontramos útil para saber en qué fundamentos otros creen las cosas y esto nos hace
más capaces de asentar lo que nos dicen. Para una información compartiendo clases,
como las nuestras, sabiendo en que fundamentos otros forman sus creencias es una cosa
valiosa. Supongamos, por ejemplo, el padre dice que hay una taza en la mesa y nosotros
nos preguntamos ¿cómo sabe esto? Sería útil para nosotros si él pudiese mencionar sus
creencias de que él vio la taza y lo hizo con buena iluminación con una visión 20/20.
En nuestras discusiones del fundamentismo, el coherentismo, y el fiabilismo, nos
hemos centrado en el concepto de creencia justificada. Pero Sosa introduce, además del
concepto de creencia justificada, la noción de creencia apta. ¿Por qué necesitamos el
concepto de aptitud además del concepto de justificación? Primero, de acuerdo con
Sosa, ser apto es necesario para el conocimiento, sea animal o reflexivo. Consideremos
la víctima del genio maligno cartesiano. Imaginemos que la víctima formase creencias
sobre el mundo exterior sobre la base de la experiencia sensorial y supongamos aún
21 Ibid., p. 145.
más, que sus creencias son coherentes unas con otras y con sus creencias sobre sus
propias capacidades cognitivas. Supongamos que la víctima del genio maligno forma
sobre las bases de su experiencia sensorial la creencia de que hay una silla en la
habitación. Además, supongamos que en esta ocasión hay por pura casualidad una silla
en la habitación. ¿Sería esa una creencia verdadera contada como conocimiento?
Probablemente no, dice Sosa. Incluso aunque esa creencia es apoyada por la experiencia
y coherente con el resto de sus creencias, falla para ser conocimiento. Se queda corta, de
acuerdo con Sosa, porque la creencia de la víctima no es apta relativamente al ambiente
del genio maligno. Así que, Sosa concluye que ser apto es esencial para el
conocimiento.
Segundo, en el capítulo 3 hemos considerado el problema para la visión de que
nuestras experiencias no doxásticas sean fuentes de justificación. El problema es que
parece que algunas experiencias, pero no otras, proporcionan justificación para nuestras
creencias perceptivas. Por ejemplo, la experiencia perceptiva de un triángulo parece
proporcionar justificación prima facie para la creencia de que hay un triángulo enfrente
de mí. Por el contrario, la creencia de la experiencia perceptiva de un quiliógono, no
proporciona tal justificación prima facie. ¿Por qué se da esta diferencia? De acuerdo con
la visión de Sosa, las creencias perceptivas sobre los triángulos son aptas, y las
creencias perceptivas sobre quiliógonos no lo son. Uno es virtuoso con respecto a unas,
pero no las otras. Eso es por lo que aquel tiene mayor estatus epistemológico positivo
que el último. Por supuesto, para alguien con una virtud mayor, tal como Superman,
ambas creencias podrían ser aptas.
En resumen, la epistemología de la virtud de Sosa se diferencia de las formas
simples fiabilismo que consideramos anteriormente. Primero, el conocimiento no
solamente requiere cualquier mecanismo fiable de formación de creencias, requiere que
la creencia derive de una virtud intelectual. Segundo, distingue entre aptitud y
justificación. Una creencia apta es aquella que deriva de una virtud intelectual, mientras
que una creencia justificada es aquella que encaja coherentemente dentro de la
perspectiva del creyente. Tercero, distingue entre conocimiento animal y reflexivo. Para
el primero, una creencia apta y verdadera es suficiente. El conocimiento reflexivo no
solamente requiere una creencia que sea verdadera y apta, pero también una creencia
que esté justificada, que encaje coherentemente dentro de la perspectiva epistémica del
sujeto.
Volvamos al tercer problema del fiabilismo considerado anteriormente.
Empecemos considerando otra vez el nuevo problema del genio maligno. Imaginemos
que S es tu gemelo cognitivo. Las creencias y los estados fenomenológico de S son
simplemente como los tuyos, solamente que S está siendo engañada por el genio
maligno cartesiano. Ya que las creencias de S no son fiablemente producidas, el
fiabilismo aparentemente indica que las creencias de S no están justificadas. Para
muchos filósofos esto parece estar equivocado, y el fiabilismo es por ello erróneo.
¿Qué implica la epistemología de la virtud de Sosa sobre este caso? Primero, si
la justificación es, como Sosa sugiere, una cuestión de coherencia interna entonces las
creencias de S están justificadas. Más aún, no parecerían estar menos justificadas que
las nuestras. Aún así, relativamente a su ambiente del genio maligno, D, la coherencia
de la búsqueda del razonamiento de S no es una virtud, ya que cuanto más razona sobre
su mundo más falsas son las creencias que forma. Su búsqueda de coherencia le
conduce gravemente al error. Lo mismo es verdad para sus creencias perceptivas.
Relativo a D, las facultades perceptivas de S no son virtudes, porque le conducen
gravemente al error. Así que, en lo relativo a D ni la coherencia buscando el
razonamiento ni la percepción son virtudes intelectuales.
Sin embargo, relativo al mundo real, ambas la percepción y la coherencia son
virtudes. Relativo al mundo verdadero, A, las creencias de S son virtuosas. Más aún
relativo a A, las creencias de S son tan virtuosas como las nuestras. No necesitamos
decir, por ello, que las creencias de S están meramente débilmente justificadas,
simplemente son inocentes, pero mal formadas. De esta forma, la epistemología de la
virtud de Sosa trata de dar sentido a las fuertes intuiciones de que las creencias de S son
tan buenas epistemológicamente como las nuestras. Son tan buenas
epistemológicamente en la medida en que son, relativamente al mundo real, meramente
virtuosas.
Volviendo al problema de la fiabilidad desconocida o accidental, consideremos
otra vez a Norman el vidente. La creencia del Norman de que el presidente está en
Nueva York es formada por los fundamentos de una capacidad fiable de adivinación.
Pero Norman no tiene evidencias a favor o en contra de la existencia de tal capacidad y
tampoco evidencias a favor o en contra de que él tenga tal capacidad. Supongamos que
asumimos que desde la perspectiva de Norman, su creencia simplemente aparece de la
nada. Él no tiene ninguna creencia sobre porque él cree que el presidente está en Nueva
York. En la visión de Sosa, deberíamos decir que la creencia de Norman sobre el
presidente es apta, pero no justificada. No es justificada, ya que desde su perspectiva no
tiene ninguna razón para creer que sea verdadera. Quizás deberíamos concederle a
Norman un tipo de conocimiento animal sobre donde está el presidente, pero Norman
está falto de conocimiento reflexivo.
Finalmente, ¿cómo trata la virtud epistemológica de Sosa el problema de la
generalidad? Aquí la respuesta es menos clara y también está menos claro que la
respuesta sea satisfactoria. Como hemos visto, tener una virtud es tener una
competencia tal que uno podría probablemente llegar a la verdad y evitar el error en
cierto campo, F, de proposiciones, cuando hay ciertas condiciones, C. Sosa reconoce
que su visión afronta un problema parecido al problema de la generalidad del fiabilismo.
Supongamos que uno forma la creencia verdadera de que P. Supongamos que la
creencia de que P es simplemente una suposición hecha a las 11:15 de la mañana el 7 de
julio en la oficina. Ahora consideremos el siguiente par muy pequeño F/C, llamado
p/siendo formado a las 11:15 de la mañana el 7 de julio en la oficina. Dado ese pequeño
par, uno podría probablemente llegar a alcanzar la verdad con respecto de P en esas
circunstancias. Si nos permitimos ese estrecho campo, y esas reducidas circunstancias,
entonces nosotros tendremos la competencia con respecto a prácticamente cualquier
verdad y prácticamente cualquier creencia verdadera se convertirá en justificada. Por
otro lado, está el problema de si nuestros pares F/C son demasiado generales.
Consideremos la percepción de simples forma a plena luz del día. La mayoría de
nosotros somos jueces competentes de simples forman a plena luz del día. Así que
consideremos el par F/C: simples formas/vistas a plena luz del día. ¿Deberíamos decir,
entonces, que cualquier creencia perceptiva sobre simples formas vistas a plena luz del
día es producto de una virtud y por ello justificada? No, para esclarecerlo algunas
creencias perceptivas sobre simples formas hechas a plena luz del día no serían
aptamente formadas y no serían justificadas. Este sería el caso si la creencia es sobre un
objeto que está demasiado lejos, es demasiado pequeño, o si uno ha tomado cuatro
martinis. Si nuestros pares F/C son demasiado genéricos, entonces afrontamos el
problema de que el sujeto podría tener dos creencias de esa facultad o virtud donde una
está justificada o es apta y la otra no.
Claramente, dando cuenta de las virtudes y competencias necesitamos algunas
restricciones de campos y circunstancias. Sosa observa que no cualquier restricción
valdría.
Tales restricciones deben prestar atención a un doble objetivo: (a) que F y C, no
sean hechas tan específicas que uno este siempre perfectamente fiable y justificado
cuando sea que las creencias de uno sean verdaderas. Pero también (b) que no sean
hechas tan genéricas que uno no pueda explicar cómo el sujeto puede tener dos
creencias ambas derivadas de una facultad dada (por ejemplo de su vista, o más general
todavía, de su percepción sensorial), aunque uno esté justificado mientras que el otro
no.22
Pero ¿qué restricciones son apropiadas? Sosa hace una variedad de comentarios
en este punto en la dirección de la solución.
Solamente, cómo los campos son definidos es determinado por la disposición
interesante y generalizaciones esclarecedoras sobre la condición humana, la cual la
psicología y las ciencias cognitivas supuestamente desvelaran con el tiempo… Las
virtudes intelectuales humanas son habilidades para alcanzar logros cognitivos en los
campos naturales, el cual tendría su lugar en la utilidad, las generalizaciones
esclarecedoras sobre la cognición humana.23
Nos preocupamos por la justificación porque tiende a indicar un estado del
sujeto que es importante y de interés para su comunidad, un estado de gran interés e
importancia para las clases sociales de compartición de información. ¿Qué clase de
estado? Presumiblemente, el estado de ser una fiable fuente de información sobre
ciertos campos en ciertas circunstancias. En orden para que esta información sea
obtenible y sea utilizada posteriormente, sin embargo, la clase de campo F y la clase de
circunstancias deben ser proyectables, y deben tener algún mínimo objetivo con la
probabilidad de ser repetido en la carrera de un miembro normal de la comunidad
epistémica.24
Sosa sugiere que los campos y circunstancias deben ser seleccionados de tal
manera que (1) para proveer generalizaciones útiles a la comunidad epistémica y (2) se
de alguna probabilidad de que esas circunstancias se repitan en las vidas de los
miembros normales de la comunidad. En algunos aspectos, estos comentarios parecen
prometedores. Consideremos otra vez el estrecho par F/C que consiste simplemente en
22 Ibid., p. 284.23 Ernest Sosa, “Knowledge and Intellectual Virtue,” in Knowledge in Perspective, p. 236.24 Ernest Sosa, “Knowledge and Intellectual Virtue,” in Knowledge in Perspective, pp. 282 -83
p/siendo formada a las 11:15 de la mañana el 7 de julio en la oficina. Parece claro que
estas circunstancias no son probables de repetirse en las carreras de los miembros
normales de la comunidad epistémica y que no proveen las bases para generalizaciones
útiles sobre las capacidades cognitivas.
Está menos claro, sin embargo, como el comentario de Sosa nos ayuda con el
problema de los pares F/C que son demasiado generales. Consideremos otra vez el par
F/C simples formas/vistas a plena luz del día. Es imposible pensar que todas las
creencias sobre simples formas formadas a plena luz del día son aptamente formadas o
justificadas. Seguramente la habilidad de uno para diferenciar formas es afectada por
tales cosas como el tamaño del objeto, la distancia, y si uno ha tomado demasiado
alcohol. Quizá deberíamos optar entonces por un par F/C más determinado, y menos
general. Supongamos que optamos por el par reducido: simples formas/vistas a plena
luz del día a la distancia del brazo cuando el objeto es de tamaño medio y uno está
sobrio. Aún así, incluso aquí parece posible que dos creencias formadas sobre las
simples formas bajo estas circunstancias sean tales que una sea apta o justificada y la
otra no. Consideremos que el serio Jones quien a la luz del día mira fijamente una carta
blanca con un triángulo negro sujetada a la longitud del brazo. Ahora consideremos al
serio Smith quien solamente da una ojeada rápida a una carta similar que contiene un
hexágono rojo sobre un fondo naranja. Parece plausible pensar que la creencia de Jones
está más justificada que la de Smith. Otra vez, debemos pensar que algunas mayores
reducciones del campo y las condiciones nos ayudarían a resolver el problema. Pero
¿podemos estar seguros de que un problema similar no exigiría otra vez estrechar más el
par F/C? Quizás este problema pueda ser resuelto, pero no está claro cuál debería ser la
respuesta. En cualquier caso, es seguro decir que muchos filósofos consideran el
problema de la generalidad como uno que no ha tenido todavía una respuesta clara y
una solución ampliamente aceptada.