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EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL DISCURSO POLÍTICO
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Con la aparición del hombre sobre la faz de la tierra, nace también la
comunicación. Desde entonces el acto de comunicar es inherente y de vital
importancia para los seres humanos. El hombre primitivo fue evolucionando y con
él la trasmisión de conocimientos, ideas y sentimientos. La humanidad ha tenido
que pasar por miles de años para construir un sistema interpretado , hablado y
con significado, que más tarde hemos conocido como el lenguaje.
No obstante, las culturas de oriente tenían sus propios medios de
comunicación a través de signos. Estos permanecieron sin descifrar, hasta el siglo
XVIII, cuando el francés Champollion halló la clave para entender los jeroglíficos
egipcios (Tuxtla Gutiérrez, 1996). Los Griegos representados por
Pericles ,Demóstenes ,Plutarco y Aristóteles , con su obra “política” . Fueron, en
cambio, los Romanos, con Marco Tulio Cicerón, los que entendieron , que la
transmisión de la información era importante para el poder, desarrollando un
fino y agudo gusto por el arte de la retórica política.
Aparece una versión periódica escrita ,en época de Julio César , en el 59
A.c., llamada “Acta diurna populi Romaní” o “Acta diuna Vrbi”. Era redactada por
los diurnali, que vendrían siendo, los periodistas de hoy día. Informaban sobre
bodas, muertes ,hasta venta de lotes de esclavos. Para evitar su falsificación lo
escribían sobre piedras o metales. No se conservan lamentablemente ejemplares,
pero existen copias en papiro, que fueron escritos por escribas.
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En sus inicios sólo se publicaban en Roma , pero después se fueron
haciendo copias en serie y se distribuyeron por todas las provincias, naciendo así
un gran negocio ,que se propagó por todo el imperio.
Existían los “Praecos” que eran pregoneros que divulgaban oralmente los
mensajes recorriendo las ciudades, también los “Strillioni” que comunicaban
informaciones y publicidad comercial y los “Subrostani”, que vendían las
informaciones que poseían , como las agencias noticiosas que hoy tenemos. Todo
sin embargo, estaba sujeto al control del estado, ya que en la Roma de aquella
época, estaba prohibida la libertad de información y todos los medios de
comunicación en manos del poder.
Cicerón, gran instigador de la época se rodea de múltiples informantes ,
consciente de este nuevo instrumento de poder, convirtiéndose así en el
comunicador más conspicuo y propagandístico del propio poder.
Durante el imperio romano y mucho después de su decadencia, los medios
comunicación eran orales y através de signos, porque sus habitantes eran en su
mayoría analfabetos, puesto que el discurso político oral, se encontraba en su
máxima expresión . Además las artes, especialmente la pintura y la escultura
tendrían una función pedagógica y comunicativa de primer orden.
Podemos afirmar entonces, que la relación entre los medios de
comunicación y el discurso político, ha sido una relación muy compleja através del
tiempo. En el pasado, ese discurso iba cargado de ideas filosóficas, con un fuerte
peso retórico, que llegaba a personas, en las cuales, un poder determinado
imponía sus criterios.
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En adición, en aquella época, los monumentos más importantes que se
construyeron , como forma de dejar un legado histórico, denostaban , a través de
él , un discurso político de poder.
Es el caso de el arco de “TITO”, el arco de “CONSTANTINO”, ambos erectos
en los foros imperiales, en el centro histórico más importante de la Roma eterna,
que constituye en sí, hoy día, el discurso político más visible y sonoro de aquel
gran imperio.
Esta forma de comunicación se propagó por el mundo conocido. Luego,
pasados muchos años durante la edad media, se pasaban avisos en hojas sueltas
donde se informaba sólo con el nombre de la ciudad y la fecha, teniendo más
importancia los anuncios comerciales y religiosos . Y lo más resonante de aquella
época, las obras de teatro cargadas con mensajes moralistas, épicos, sátiros y
amorosos.
Petrarca, Bocaccio, Dante ,para solo mencionar algunos de inicios del siglo
XIV, sin dejar pasar la “Divina Comedia”, como un primer gran discurso político,
histórico y ético, inspirado en un conocido tema medieval, “transito de las almas”
después de la muerte (Weisse, 2003).
En el discurso posterior a aquella época , a través de la Iglesia Católica ,
como medio de comunicación más importante, se coloca la presencia omnipotente
de Dios , en todas las manifestaciones del arte . Botticelli, Perugino, Rafael, Miguel
Ángel, se encargarán de presentarlo en su máxima expresión artística ,
especialmente en el Vaticano , donde aún hoy , podemos contemplar el esplendor
creativo de esos genios del arte renacentista italiano.
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Y para cerrar con broche de oro ese ciclo fúlgido, Nicolás Maquiavelo
escribe sus “Discursos “ y su obra cumbre “El Príncipe “, que se ha convertido en
uno de los clásicos obligados, más importantes e indispensables, par entender el
discurso político, desde el estado o para acceder a él, así como los medios para
controlar, neutralizar y mantenerse en el poder.
Tiempo después, nace la imprenta en la segunda mitad el siglo XV, dando
lugar a la prensa escrita. Surgen constantes y periódicas publicaciones. Las
diferentes corrientes del pensamiento plasman sus ideas. El discurso “
racionalista” de Descartes, Espinosa, con el “Empirismo” de Locke, Hume y
Berkeley (Ciudad política, 2010) que germina el renacimiento, acaba con un
ilustrado discurso político , que nace en Francia y se extiende por toda Europa.
Con todas estas expresiones del pensamiento, ahora patentes de forma
lineal, comienza una guerra discursiva y literaria, que defienden y definen el
derecho natural del hombre a la vida, la libertad y la propiedad ,de mano de
Montesquieu, Voltaire, Rousseau y desemboca, en el acontecimiento más relevante
del siglo XVIII , la Revolución Francesa , que perfila una serie de cambios políticos
y sociales, que a la postre, contienen la esencia fundamental de los derechos del
hombre a la libertad e igualdad.
Ya, con la aparición del telégrafo y las primeras formas discursivas a modo
de propaganda, como medios eficaces para poder cambiar o por lo menos
persuadir a una población pacifista , a una población bélica, histérica y
antialemana, el presidente Woodrow Wilson , usa hábilmente estos medios y
decide entrar en una de las peores catástrofes de inicio de siglo XX, la primera
Guerra Mundial (Noam Chomsky,02).
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Más tarde, aparecen los medios de comunicación de masas, con la aparición
de la TV y la radio, fundamentalmente después del final de una época, en la cual un
extraordinario tribuno, armado con las ideologías radicales, más
ultranacionalistas, se alza con el poder en Alemania e impone un poderoso
discurso, que provoca la mayor tragedia ,que ha vivido la humanidad, la segunda
Guerra Mundial.
Es imperante a este punto, definir en el contexto posterior a la segunda
Guerra Mundial, qué es la comunicación y qué es el discurso político, ya que se
crean grandes compañías nacionales y multinacionales y para ello nos sumamos a
lo que expresa Gustavo Martínez Pandiani en su obra (MARKETING
POLITICO,2004) “complejo intercambio de estímulos y señales que dos o más
sujetos, realizan mediante diferentes sistemas de codificación y decodificación de
mensajes”.
En el campo de la comunicación política, donde el papel de emisor es
ocupado por el candidato y el receptor por el electorado, los medios masivos de
comunicación cumplen precisamente la función de medios. Y el discurso político es
el envase semiológico mediante el cual los candidatos hacen llegar el contenido de
sus propuestas políticas a los votantes, sin que este concepto signifique una
limitación tradicional en la practica de hablar , sino que se extiende a diversas
alternativas del cómo decir.
Es a partir de la segunda Guerra Mundial cuando estos medios de
comunicación se integran e influyen de manera sistemática y real en el poder
político , económico y social, al punto que se han considerado como controladores
del poder.
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Thomas Jefferson dijo en una ocasión: “dado que nuestra nación esta basada
en la opinión publica, puesto a elegir entre gobierno sin periódicos y periódicos sin
gobierno, me quedo con esto ultimo”.(Comunicación politica en el sistema
democrático. Jesús Pérez Varela.1996.) . Estas afirmaciones lo catapultaron como
el padre defensor de la prensa escrita.
Otros como Thomas Babington Macaulay reconocía “la galería del
Parlamento en que se sientan los periodistas se ha convertido en el cuarto poder
del reino”. Es en definitiva, un paso del secreto, a la transparencia y en
consecuencia se desarrollan estructuras especializadas mediaticamente para
imponer sus discursos y generar opinión pública.
Esto es, el discurso político llega a los ciudadanos por los medios de
comunicación, osea en el espacio que representan, ahí su relación y poder.
Es por tanto que Javier de Rey Morato en su obra “COMUNICACÍON” dice:
”entendemos que la política que se hace en cada momento histórico es subsidiaria
de los recursos técnicos para su comunicación, y en nuestro tiempo y en nuestras
sociedades de la opulencia comunicacional el discurso de la política dispone de
ilimitadas posibilidades para implicar en el flujo de mensajes, que son información
y expresión, pero también simulación y ocultamiento.
Los partidos políticos y sus líderes consideran que los medios de
comunicación son las armas indispensables, para asegurarse el éxito en las batallas
electorales ,resultando pues, uno de los pilares fundamentales, donde descansan
las campañas políticas.
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Según Graber (Comunicación política y Campañas electorales, Virginia
García y otros, 2007) existen cuatro consecuencias principales en la era de la
mediatización de la política. La primera es la declinación de la influencia partidaria
en el proceso electoral: las campañas se centran más en los candidatos que en los
partidos y la afiliación partidaria se vuelve más irrelevante. La segunda es que
quienes trabajan en los medios de comunicación se convierten en poderosos
árbitros políticos. La tercera es el cambio en el tipo de candidatos con
probabilidades de éxito. La cuarta es la cobertura mediática ,el eje sobre el cual
gira la campaña electoral.
Por lo tanto, toda acción en el ejercicio de la política es un discurso que se
coloca en el campo de batalla mediático en la lucha competitiva por el poder. De
ahí que los medios tengan un lugar de primerísimo orden en la agenda diaria de la
opinión pública, que se puede entender, como una perdida de control, por los
partidos políticos.
De esta manera se crean controversias sobre el papel de los medios a lo que
Graber a denominado críticamente hacedor de reyes (kingmakers) o
positivamente como “perro guardián” (watchdog) cumpliendo funciones de
vigilancia y control de los resortes del poder.
Los medios de comunicación, son por tanto como dice Luis Arroyo en su
obra (LOS CIEN ERRORES DE LA COMUNICACIÓN,2008) “un poderoso
instrumento para la influencia de la opinión publica”. Es sencillamente
imprescindible la relación armoniosa con los medios ,ya que lo que no esta en
ellos , simplemente, no existe.
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Hemos asistido en las ultimas décadas a una transformación tecnológica de
los medios de comunicación, basada en la digitalización de la comunicación, la
interconexión de ordenadores, el software avanzado y la omnipresente
comunicación local-global por redes inalámbricas, de manera creciente con acceso
a Internet ,como dice Manuel Castells (Comunicación y Poder, 2009), todo esto al
servicio de los partidos políticos ,para la colocación de sus discursos, en aras de
posicionarse en las mentes de los ciudadanos.
A la luz de los acontecimientos de la comercialización y globalización de los
medios de comunicación, que se han convertido en grandes redes de empresas ,
lejos de ser el cuarto poder del estado, como opinan algunos pensadores y
analistas, son en realidad el primer poder del estado . Hasta el momento existen
muy pocas regulaciones desreguladas o mejor dicho no se sabe a ciencia cierta
cuáles son las fronteras de estos grandes conglomerados mediáticos ,sin caer en la
censura o coartación de la libertad de expresión.
Medir el poder que estos ejercen en el discurso político, es una compleja y
delicada tarea . Es palpable que colocar un mensaje político y el resultado de éste
en los medios, no es una tarea fácil, si tomamos en cuenta los intereses que
acompañan y están detrás de dichos mensajes. Vemos como en el proceso
comunicativo mediático, prevalece lo que dichas empresas imponen, con los
grupos políticos que ostentan el poder o con aquellos, que desde la oposición
pretenden conquistarlo.
Nunca como ahora, había sido tan costoso en términos económicos para los
partidos colocar un discurso político en los medios. Como dice Sartori “la
telecracia, refiriéndose a la televisión, que condiciona fuertemente el proceso
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electoral, ya sea en la elección, bien en su modo de plantear la batalla electoral o en
la forma de ayudar a vencer al vencedor” (María Holgado 2003). Los candidatos Se
gastan miles de millones de dólares y/o euros en la cobertura mediática de un
determinado discurso. Por si fuera poco, el discurso oral en sí mismo, ha ido
perdiendo sentido y por el contrario están siendo adornados con una carga visual
importante, como forma de llegar a los ciudadanos ,que cada día se inclinan más
hacia aquello que le inspira un sentido de espectáculo, que la televisión le
proporciona.
Es por tanto que ,cada día se hace mas compleja la relación entre el discurso
y los medios de comunicación, como dice Maarek (Marketing político y
comunicación 2009) “los medios están dominados por la omnipotencia de lo
audiovisual y terminan convirtiéndose en un estorbo, donde la propensión de
apoderarse de la política y a inflingirle una reverberación escasamente controlada,
viene aún más a complicar la ya agitada comunicación política”.
Podemos concluir entonces, que en ocasiones como también expresa
Philippe Mareek (Marketing Político y comunicación, 2009) que “entre los medios
de comunicación y el discurso político hay una extraña relación “ de pareja de
matrimonio sin divorcio.
Lo realmente preocupante de esta extraña relación de poder es cuando se
intenta identificar las fronteras de cada uno, especialmente la que tiene que ver
con la de los medios, cuando fuerzas oscuras imponen su sello para debilitar el
sistema de derecho de un país, usándolo como punta de lanza de un proceso de
transculturación mediática(Rodrigo Arsina,1999), como también el hecho de que
personas puedan servirse de ellos para alcanzar el poder o peor aún ,cuando se
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atropella o se difama para cambiar la imagen o la percepción de una realidad
determinada.
Para no aludir un caso en concreto, sólo nos queda albergar la esperanza de
que podamos ponerle coto a este poder de poderes, asumiendo con
responsabilidad el rol de comunicar la verdad por encima de todas las cosas e
impedir que discursos y proyectos políticos se alcen o se sirvan del poder de los
medios de comunicación para imponer intereses particulares en detrimento de la
mayoría.
Tener la inteligencia y la valentía de regular sin coartar, será uno de los
desafíos más difíciles que enfrentarán las futuras generaciones. Promover la libre y
exquisita competencia retórica para dar vida a las ideas, que la única expresión de
poder resida en la fuerza creativa del hombre por defender los valores y principios
morales, que perfilan el contorno y sustentan nuestra fe. Que no escape jamás el
inquebrantable sentimiento del hombre a defender vivir en libertad, que la
indiferencia ante la desigualdad y la pobreza y el rechazo total a cualquier forma
de opresión, sea el principal mensaje que contengan los discursos políticos, que
con todo el poder llegue a todos los seres humanos, a través de los medios de
comunicación.
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