Post on 24-Mar-2020
Los Cuadernos de Música
EL NUEVO POP
UN COMPROMISO
VOLUNTARIO
J. M. Costa
e orno toda ola, la nueva ola del pop· español está compuesta por miles de gotitas, granitos de arena, pedacillos de brea y algún que otro cangrejo. Sólo
que vista de lejos parece algo homogéneo, algo concreto sobre lo que se puede (y debe) hablar, filosofar, investigar y despotricar. Es, por así decirlo, un fantástico tema de conversación, que únicamente nuestros políticos no han sabido explotar llevándolo al parlamento, con lo que todos nos habríamos divertido la mar. Pero es que ya se sabe: los políticos le tienen miedo a todo lo que se mueve así que nunca sabrán hablar de la nueva ola. Ni de la vieja.
Verán ustedes. Todo comenzó en Inglaterra y en América, que es donde suelen comenzar las cosas que pasan en España. La década de los setenta había estado marcada por algunos hechos: la definitiva institucionalización del porrito, la de-
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cadencia de la contracultura que ya previera Fernández de la Mora, la sofisticación de los jóvenes beatlemaníacos y el convencimiento por parte de las multinacionales del disco de que todo el monte es orgasmo y de que más vale marketing en mano que creatividad volando. Resultado: algo de muy buena música (King Crimson, Weather Report, Roxy Music, Allman Brothers ... ) y un amogollonamiento de productos torpes, romos, frígidos y absurdos que como en el caso de Fleetwood Mac, Supertramp o Electric Light Orchestra, hacían pasar por música lo que era autocomplacencia y abulía vestida de elegancia y sonido brillante. Algo, en lo que picó mucha gente, dicho sea de paso.
Bueno, pues los jóvenes se aburrían y salieron los Sex Pistols que hacían canciones de tres minutos y eran extremadamente desagradables. En América estaban los Ramones y en España Kaka de Luxe y ahí está la clave.
Kaka de Luxe sacaron un single de lo más fértil e imaginativo, que regado con el éxito comercial de Tequila (un grupo que no es nada más que ellos y buen rockanroll) dio lugar a un cierto movimiento. Las gentes que no eran músicos, que para eso hay que estudiar (dicen), empezaron a pensar que los Brincos lo habían hecho muy bien y que ellos mismos podían montarse un grupete haciendo música sencilla, la más adecuada para sus
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conocimientos. Que tocar una guitarra va desde las virguerías John Me Laughlin hasta los tres acordes, depende de lo que se quiera hacer. Y fueron para delante. A todo esto, en la capital del Reino había unas emisoras de FM (sobre todo una, Onda 2, pero también alguna más) cuyos disc-jockeys aceptaban encantados las cintas de los grupos y que programándolas ya se veían como Johnes Peeles o Charlies Guillettes redivivos y mesetarios (estos dos hombrecillos son de lo poco que merece la pena en la escena crítica y radiofónica inglesa). Esas emisiones radiofónicas suplen en cierta forma lo que no hay: actuaciones. Los grupos son nuevos!, en algunos casos apenas llevan más de dos meses unidos y no ven cómo salir de su cutre local de ensayos (cuando ese local existe). A todo esto, las casas discográficas empiezan a pensar que eso es pop y que el pop vende, de tal manera que fichan a conjuntos con apenas siete actuaciones sobre sus espaldas y una muy ligera idea de que es lo que verdaderamente quieren hacer. Es así como el nuevo pop llega a los oídos de los consumidores, envuelto muchas veces en el celofán de una publicidad confusa que le atribuye valores musicales y extramusicales difíciles de encontrar por parte del no iniciado. Y es que, para entender este pop hay que entender también lo que es el compromiso con algo,
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con una música. Frente a los productos ingleses o americanos que nos llegan con la vitola del nombre y de la calidad, lo que se da alrededor del nuevo pop reviste todo el carácter de una apuesta y una esperanza. Ya sabemos que van a salir grabaciones malísimas (los discos se graban demasiado pronto en la vida de un grupo), que los grupos casi no saben tocar, etcétera, etcétera ... Pero resulta más estimulante seguir la carrera, los progresos y los fracasos de una gente a la que puedes ver y con la que puedes hablar, una gente que vive en tu mismo entorno y se refiere (no tan estúpidamente como se pretende) a las mismas cosas que uno conoce, que recibir por ejemplo las última gran parida de Yes. Sobre todo, porque de Yes y de su desarrollo, nadie en España es protagonista, mientras el nuevo pop depende por completo de nosotros, de que lo comprendamos, de que, en fin, nos comprometamos. Pero ¿por qué comprometerse e identificarse con algo que a uno no le interesa? Ese es el punto, oiga. Nadie va a obligar a nadie y si usted pasa de todo esto, hará tan bien como si no pasa. Eso sí, deje a quienes se ilusionan con su ilusión: lo peor que se puede ser en esta vida es chafón o, Jo que viene a ser lo mismo: criticar, descalificar y desbaratar unas alegres expectativas " que usted no entiende. Resígnese a no entender algo. No es pecado.