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El Festival de Cine de Guadalajara a treinta años de su nacimiento
Israel Tonatiuh Lay Arellano
La década de los ochenta del siglo pasado estuvo caracterizada por una crisis generalizada
en todos los aspectos de la vida nacional, donde la cultura y las artes, entre ellas el cine, no
estuvieron exentas. En 1979 ya había sido liquidado en Banco Nacional Cinematográfico,
como una muestra del paulatino pero irreversible retiro del apoyo estatal a la producción
fílmica, sin embargo, la crisis en este sector no se debió sólo a la opacidad gubernamental,
sino también por las acciones de los propios productores y directores, ya que debido a la
ambición de filmar más con invirtiendo menos, se mermó en la calidad en todos los
aspectos.
Si bien podemos constatar en las carteleras cinematográficas de la primera mitad de la
década de los 80’s, que las películas no iban a la baja, sino que incluso había un buen nivel
de producción, las historias apostaron al albur, al sexo y la violencia, con lo que nuevos
ídolos y personajes surgieron, pero también la producción se adaptó a los nuevos públicos,
a los nuevos modelos de distribución y a la propia crisis y en muy poco tiempo ello
tampoco pudo sostener a la otrora industria cinematográfica.
En medio de este contexto nace la Muestra de cine mexicano en Guadalajara, impulsada
por la Universidad de Guadalajara, con al menos dos objetivos fundamentales: El
reconocimiento y promoción del cine nacional de calidad dándole además un espacio de
proyección fuera de los circuitos comerciales, y el análisis y la discusión académica sobre
la industria cinematográfica y sobre la producción fílmica en sí.
La primera edición, realizada en marzo de 1986, se llevó a cabo en el Cine-Teatro Cabañas
y en la sala del Museo Regional de Guadalajara, En la primera se exhibieron 12
largometrajes, de los cuales 7 fueron de Jaime Humberto Hermosillo; y en el museo se
proyectaron 7 cortometrajes. La parte académica del evento incluyó una mesa redonda
sobre el guión cinematográfico, con la participación de Robin Wood, Elliot Stein, Diego
Galán, Manuel Pérez Estremera, y los locales Emilio García Riera, Eduardo de la Vega y
Leonardo García Tsao. Esta primera edición no sólo fundaría lo que hoy es el festival de
cine más importante de México, sino que en esos momentos fue parte de la justificación
para la creación del Centro de Investigación y Enseñanza Cinematográfica (CIEC) de la
Universidad de Guadalajara.
Para la segunda Muestra, se optó por cambiar la sala del Museo Regional por el
Cinematógrafo, ya que la primera se trataba de una sala de usos múltiples que aunque bien
podía proyectar películas, no estaba acondicionada para tal fin. De la segunda, cabría
resaltar que si bien era una sala de exhibición particular, su programación y circuito
pertenecía a lo que se le denomina cine de arte. En esta edición inició la sección
Retrospectiva, la cual fue dedicada a José Estrada, exhibiéndose 9 de sus 17 películas y en
total el programa incluyó 23 largometrajes y 10 cortometrajes.
En la tercera Muestra, en 1988, se exhibieron 22 largometrajes de los cuales 14 formaron
parte de la retrospectiva a Felipe Cazals. En esta edición se incorpora la recién estrenada
sala Cineforo de la Universidad de Guadalajara, y el programa académico fue más amplio,
al llevarse a cabo las Mesas redondas El cine independiente y La difícil relación cineasta-
crítico-público, así como la Conferencia El surgimiento del cine hispano en Estados
Unidos.
En la cuarta Muestra de las 15 películas exhibidas sólo 9 representaban la mejor producción
nacional de 1988, mientras que el resto eran parte de la retrospectiva sobre Arturo Ripstein.
Cabe mencionar que en esta edición sólo se proyectó en dos salas: el Cinematógrafo y el
Cineforo. Así mismo, por primera vez aparece un coordinador ex profeso para el evento:
Jaime Larios.
Al finalizar la década de los 80’s en Guadalajara existían 50 salas de cine. En este sentido,
las tres salas que habían sido sede de la Muestra en estos primeros años, sólo representaban
el 7 por ciento del potencial de exhibición. Para la quinta edición, en 1990, se incorporó
como sede la Sala Lux, cuya característica era que su programación alternaba cine de arte y
cine comercial. Otro cambio fue la Coordinación general del evento, la cual fue asumida
por Mario Aguiñaga Ortuño.
En esta edición se exhibieron 10 largometrajes y 11 cortometrajes, y se incorporó la sección
de películas invitadas, las cuales fueron: Barroco (Paul Leduc, 1989), Rompe el Alba (Isaac
Artenstein, 1988) y Santa Sangre (Alejandro Jodorowsky, 1989). La retrospectiva fue
dedicada a Paul Leduc, así mismo se llevó a cabo el ciclo Cine mexicano de los treinta. La
Mesa redonda versó sobre la Situación y Perspectiva del Cine Mexicano, donde
participaron Ariel Zúñiga, Alejandro Pelayo y Jorge Sánchez.
Para la sexta Muestra, en 1991, se proyectaron 11 largometrajes, de los cuales destacan
Cabeza de Vaca (Nicolás Echevarría, 1991), La Mujer de Benjamín (Carlos Carrera, 1991),
Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1990), y La Tarea (Jaime Humberto Hermosillo, 1991),
consideradas como pioneras del llamado Nuevo Cine Mexicano; 13 cortometrajes, y tres
filmes en la sección de Películas invitadas: el documental Crónica del descubrimiento del
viejo mundo por Kayúm Máax (Paz Bilbao, 1990), Díaz de humo (Antonio Eceiza, 1989) y
Sandino (Miguel Littin, 1990). La retrospectiva se dedicó a Alberto Isaac.
En 1992 se realizó la séptima Muestra, volviendo a incorporar al Cine-Teatro Cabañas,
aumentando así de tres a cuatro sala de exhibición. El programa constó de 12 largometrajes,
8 cortometrajes, una película invitada (Inmunidad diplomática, Peter Maris, 1991), y la
retrospectiva a Luis Alcoriza.
En el plano político, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, envía al Congreso la
iniciativa para reformar la Ley Federal de Cinematografía, la cual se encontraba vigente
desde 1952, sin embargo más que tener el objetivo de actualizar el marco normativo, la
propuesta tenía la meta de acoplar a la ya débil industria cinematográfica nacional a la
concepción de entretenimiento en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte. En su momento la iniciativa se aprobaría por unanimidad en el Senado
de la República en tan sólo 20 minutos.
En 1993, para la octava muestra, el Cinematógrafo no participa como foro y en su lugar se
incorporan la Sala Lux 1 y el Cine de la Casa de la Cultura. Se proyectan 10 largometrajes,
entre ellos Cronos, el primero de Guillermo del Toro; y 9 cortometrajes. Además, en esta
novena edición se inaugura la sección de Cine Ibérico y latinoamericano, con la
participación de cuatro películas: Alas de mariposa (Juanma Bajo, 1991), Alicia en el
pueblo de las maravillas (Daniel Díaz, 1991), El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992), y
Vacas (Julio Medem, 1992). En esta edición el homenaje cumple la función de la
retrospectiva, dedicándose este año a Gabriel Figueroa.
Para la novena edición, en 1994, por primera vez se incorpora un complejo de exhibición
comercial: los Multicinemas Tolsá, pertenecientes a Organización Ramírez, hoy Cinépolis,
llegando así a seis salas de proyección. Así mismo, las películas iberoamericanas casi se
duplican, con respecto a la Muestra de 1993, al pasar de cuatro a siete filmes a exhibirse,
mientras que las películas mexicanas serían 11 y en igual número los cortometrajes. El
homenajeado en esta edición fue Ismael Rodríguez.
En la siguiente Muestra, la décima, se incorporarían otras dos salas de múltiplex: La
Normal y Las Fuentes, para llegar así a 7 sedes. Se presentan 16 largometrajes y 11
cortometrajes, 10 películas en la sección Iberoamericano, y seis en una sección de cine
africano. El homenaje se dedica a Alejandro Galindo y paralelamente el evento académico
aborda el tema de Adela Sequeyro.
Para la onceava Muestra, en 1996, vuelve a haber una restructuración en la coordinación
del evento, quedando en manos de Bertha Navarro. Las salas de exhibición también
cambian, las sedes finales son el Cineforo, el Cinematógrafo I y II, las Salas Lux I y II, el
Cine-Teatro Cabañas y Cinépolis Gran Plaza. A partir de este año, sería una característica
del festival estar presente en la sala más reciente de estos múltiplex. Se exhiben 8
largometrajes, 15 cortos y seis en la sección de cine Iberoamericano. Las actividades
paralelas incluyen un homenaje a Silvia Pinal y una actividad sobre Salvador Toscano.
En la edición XII el Teatro Degollado surge como el espacio para inauguración, clausura,
funciones de gala y especiales, y se dedican dos salas del Cinépolis Gran Plaza para el
evento. Se proyectan 9 largos, 14 cortos, 10 Iberoamericanos y el homenaje es dedicado a
Ignacio López Tarso. Por primera vez se le denomina “director de la Muestra”, quien para
este año sería Leonardo García Tsao.
En la XIII Muestra, en 1998, se incorporan los complejos de Cinemark Plaza Milenium y
General Cinemas (que después pasarían a ser Cinemex Guadalajara). La exhibición consta
de 8 largos, 9 cortos. Se incluye una sección de cine brasileño, una retrospectiva de Pedro
Almodóvar y un homenaje a Marga López. Susana López Aranda se convierte en la
directora de esta emisión.
En diciembre de este año se volvería a reformar la Ley Federal de Cinematografía gracias a
un fuerte impuso emprendida desde la autodenominada Comunidad Social
Cinematográfica, integrada por escritores, cineastas, algunos productores, académicos y
estudiantes de cine, quienes exigían considerar al cine mexicano como un producto cultural,
y no como un mero instrumento para el entretenimiento.
Con argumentos y bajo esta presión se logró la reforma con tres logros importantes: la
prohibición al doblaje a películas no infantiles o documentales (aunque esto se declararía
inconstitucional en el año 2000), la reserva del tiempo en pantalla, aunque con el candado
de lo que dispongan los tratados internacionales firmados por México, y la creación del
Fondo de Inversión Cinematográfica (Fidecine) cuya vigencia y extensión se encuentra hoy
en discusión en una nueva iniciativa de reforma a la legislación.
En la Muestra XIV se presentan 11 largos, 14 cortos y 9 Iberoamericanos, repartidos en
entre las salas del Teatro Degollado, Cineforo, Cinépolis Tolsá y Gran Plaza, Gemelos
México, Cine-Teatro Cabañas, Centro Cultural el Refugio y el auditorio del Centro de
Estudios para Extranjeros, que se habilita para una sección de video. La retrospectiva es de
Atom Egoyan y la homenajeada Katy Jurado. El balance de salas de cine en esta década en
Guadalajara asciende a 11 salas de cine independientes en operación y a 11 complejos de
múltiplex.
En la edición XV, en el año 2000, se contrae el número de salas a cinco: El Teatro
Degollado, Cineforo, Cinépolis Centro Magno, Gran Plaza y Cine-Teatro Cabañas. Se
exhiben 10 largos, 15 cortos y 8 Iberoamericanos. La retrospectiva se dedica a Luis Buñuel
y se lleva a cabo el Primer Coloquio de Historia del Cine Regional en México. Guillermo
Vaidovits asume la dirección. La Muestra XVI suma a Cinépolis Pabellón y proyectan 10
largos, 17 cortos y 10 Iberoamericanos. La homenajeada es María Félix y la retrospectiva
para Fernando Trueba. Cabría mencionar que el Cinematógrafo I, que había sido sede de la
Muestra hasta la edición número XII, cerró y fue desocupado a principios de diciembre de
2001.
En la XVII, en 2002, las secciones de largometrajes y cortos se dividen en dos: nacionales e
iberoamericanos. Se pasan 11 largos, 22 cortos nacionales y 14 largos y 11 cortos iberos.
Como evento paralelo se realiza el Encuentro Mujeres y cine en América Latina. Kenya
Márquez asume la dirección. Para la XVIII se suma el Auditorio Salvador Allende del
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), que opera con el
proyector del Cine Charles Chaplin, cerrado en 2001, y el Cine del Bosque. La edición XIX
no se contemplan como sedes Cinépolis Gran Plaza ni el Cine-Teatro Cabañas, pero se
integra Cinépolis Galerías, disminuyendo así a 6 salas. Como actividad académica se lleva
a cabo el Seminario Un mundo de cine, la voz de los creadores.
En la edición XX, en 2005, la Muestra se transforma en el Festival Internacional de Cine en
Guadalajara (International Film Fest), y aunque parece que hay una cantidad mayor de
material de exhibición, las salas de exhibición se reducen a cuatro: Teatro Diana, Cine
Foro, Auditorio Salvador Allende y Cinépolis Centro Magno, donde se exhiben 10 largos y
34 cortos mexicanos, y los homenajeados son Jorge Fons e Idrissa Quedraogo.
El XXI Festival conserva las mismas cuatro salas de proyección, donde se proyectan 9
largos y 31 cortos mexicano, el homenaje es para Pedro Armendáriz y para Marisa Paredes,
y la retrospectiva es de John Sayles. Jorge Sánchez asume la dirección. Como nota,
destacamos el cierre del Cinematógrafo II, sede de la Muestra en sus emisiones XI y XII, en
este año de 2006. Para la edición XXII se duplica el número de salas: Teatro Diana
(adquirido por la Universidad de Guadalajara en 2002), Cineforo, Cinépolis Centro Magno,
Alameda, Galerías, Auditorio Salvador Allende, Cine del Bosque y Videosala Lola Álvarez
Bravo. En estas se reparte la exhibición de 12 largometrajes y 30 cortos mexicanos.
La edición XXIII, en 2008, salen las salas Cinépolis Galerías, Alameda, Cine del Bosque
(que cerraría en 2010) y la Videosala, y en su lugar se incorporan el Auditorio
Metropolitano Telmex, y la Sala Guillermo del Toro (antes Cine-Teatro Cabañas). Este año
se proyectan 12 largos y 22 cortos mexicanos. Los homenajes de este año serían para
Bertha Navarro, Fernando Solana, Lita Stantic y Germán Valdés Tin Tan.
Para la edición en 2009, cambia la nomenclatura de la numeración romana por el distintivo
FICG y la edición en números arábigos, en este caso FICG24. Sorprende que en este año no
participan las salas comerciales, por lo que 14 largos y 15 cortos nacionales se proyectan en
el Teatro Diana, Auditorio Telmex, Cineforo, Auditorio Salvador Allende y la Sala
Guillermo del Toro. Para finales de esta década sólo tres salas de cine independiente siguen
operando: el Cineforo, la Sala Guillermo del Toro y el Cine del Bosque.
Para el FICG25 se vuelve a sumar Cinépolis Centro Magno. Se exhiben 8 largos y 12
cortos del país, y el homenaje estaría dedicado a María Rojo y a Joaquín Pardavé. En el
FICG26, en 2011, no participa ningún múltiplex de Cinépolis aunque sí lo hace un
complejo de Cinemark y otro de Lumiere. Se incorpora además la Expo Guadalajara como
sede de las actividades del Festival. En todos estos sitios se proyectan 14 largos y 24 cortos
mexicanos. En este año toca el homenaje a Diana Bracho, Fernando Trueba y a Manuel
Esperón. Iván Trujillo asume la dirección.
En el FICG27 se exhiben 13 largos y 26 cortos nacionales, se agrega el premio Maguey y
se comienza a tener la sensación de un cambio, lo que ocurriría en la siguiente edición. Para
el FICG28, en 2013, regresan las proyecciones a Cinépolis y se suman el Museo de las
Artes, la Biblioteca Pública del Estado, el Museo de Artes de Zapopan (MAZ) y el
Laboratorio de Arte Variedades (Larva). A partir de esta edición el cine mexicano se
recluye a una sección: el Premio Mezcal, lo que muestra que el Festival privilegiará a partir
de este momento el cine Iberoamericano.
Bajo esta reestructuración sólo se presentaron dos largos nacionales y otros dos en
coproducción; tres documentales mexicanos y otro más en coproducción; y 17 cortos
nacionales y 1 en coproducción. El homenaje se rindió a Ernesto Gómez Cruz, Ángela
Molina y Jan Troell. Para la edición FICG29, participan en el Premio Mezcal 2 largos
nacionales y 2 en coproducción; tres documentales mexicanos y dos en coproducción; y 13
cortos nacionales y 2 coproducciones. En esta emisión se repiten las salas de la edición
2013, con la novedad de la incorporación de una sala VIP de Cinépolis.
A muy grandes rasgos esta ha sido la dinámica del FICG. A lo largo de 29 años la
exhibición ha sufrido altibajos. No se ha vuelto a repetir el número de largometrajes como
los que se vieron en la segunda edición de la Muestra ya que el número más cercano es de
16, en la emisión de 1995, esto es, hace veinte años. Contrariamente, las emisiones en
donde menos películas mexicanas ha habido son la XI, XIII y XXV, con 8 en cada una. Así
mismo, el número de salas ha variado en ocasiones lo hizo a la alza y otras a la baja. Las
ediciones con menos salas en los últimos 10 años fueron la XX y la XXI con 4, mientras
que las que han contado con más foros de exhibición han sido la XXVIII y la XXIX, con 10
y 11 espacios respectivamente.
De lo anterior cabría señalar que de ese número de espacios sólo dos son salas de cine, el
Cineforo y las de Cinépolis, lo cual podría llevar a un interesante debate sobre la
descontextualización del propio lugar, junto con la disminución de los espacios para la
exhibición de cine mexicano en un evento que nació para mostrar la producción nacional.
Entendemos que esta dinámica trata de ser “congruente” con una globalización que
irónicamente trata de quitarnos los aspectos como lo local, el nacionalismo y la identidad, y
que se justifica dando a cambio espacios para extender el Festival a Estados Unidos,
precisamente al corazón de la industria del entretenimiento, a través del llamado FICG in
LA.
Sin embargo, ese evento está alejado, asemejándose más a una franquicia en la que el
glamour y las celebridades se encuentran en una más de sus fiestas, y no en una película
que trata de reflejar los anhelos y la lucha de toda una sociedad en la vida cotidiana, tal y
como lo han reflejado aquellos clásicos a los que la Muestra de cine mexicano les dedicó
retrospectivas.