El centro de nuestra profesion: exigencia

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En el centro de nuestra profesión: la exigencia.

En la práctica del día a día nos preguntamos si es el

alumno o el saber que esta en el <<centro del

sistema>>.

Enseñáis lo mejor posible, es decir, os esforzáis por transmitir a los alumnos conocimientos establecidos

por los programas, tal como son.

Sería un error quedarse con una fórmula –el alumno el centro del sistema- de la ley de orientación de 1989 pero que ya había sido enunciada, alrededor de 1900 por Édouard Claparède en el momento de la fundación del Institut Jean Jackes Rousseau en Ginebra.

Se trataba entonces de recordar que es el alumno y sólo él, quien aprende, y que, por lo tanto, todos los esfuerzos de la escuela deben converger hacia sus aprendizajes.

“No cabe duda de que hoy en día esto suena a perogrullada” Philippe Meirieu

El alumno en el centro del sistemaEs un principio que demuestra sentido común en una sociedad laica y democrática que desea trasmitir a todos sus hijos los fundamentos de la ciudadanía.

<<¿A caso no deben converger todos los esfuerzos hacia el alumno, el centro común?>>.

De hecho, ¿quién podría afirmar lo contrario?...

“Cuando se conoce el empeño de la mayoría de

profesores por transmitir un conocimiento y las

dificultades que encuentran en la práctica de esta tarea, denunciar los ‹‹espejismos de la juventud›› o hacer un regreso a la transmisión de los conocimientos, la clave

de las reformas futuras pudo parecer fuera de contexto;

la señal de que nos estábamos negando atacar el problema concreto del

¿cómo hacer?…”Bruno Descroix

Luc Ferry:La oposición entra la motivación y el trabajo

Podríamos motivar a un niño con el juego, pero poco a poco, nos iríamos encontrando con “una

parte incomprensible de aprendizaje libresco” en la cual la motivación no entraría en juego.

Cualquier profesor sabe que debe

conjugar al mismo tiempo la motivación y

el trabajo, sin que uno anteceda al otro, y

sin convertir uno de los dos

elementos en condición para

acontecer al otro.

No podemos hacer trabajar al alumno por sumisión , servidumbre o miedo al castigo. Todo

nuestro trabajo consiste en hacer sumergir la motivación en el propio movimiento del trabajo.

Se verá como un profesor de lengua y literatura consigue apartar sus alumnos de la fascinación de la tele realidad para llevarlos a

abordar un autor de literatura clásica sin la menor concesión.