Post on 22-Jan-2016
El arte clásico abarca las diversas manifestaciones urbanísticas, arquitectónicas y plásticas producidas en el mundo griego y romano.
De estos pueblos hemos aprendido a configurar nuestras ciudades de forma coherente, a elevar monumentos bellos y útiles, sagrados y profanos, y a confeccionar esculturas, pinturas, mosaicos y cerámicas.
Grecia sobresale por la belleza armónica, equilibrada y perfecta, de sus esculturas y por el carácter religioso de sus construcciones.
Roma, por el contrario, dio mayor importancia a la utilidad práctica de sus obras dentro del ámbito civil;
y, así, construyó una amplia red de comunicaciones, gracias a la cual fue posible el intercambio comercial y los desplazamientos humanos civiles y militares entre las distintas partes del Imperio.
Asimismo, la incorporación de nuevas técnicas, tales como el arco y la bóveda, permitieron a los romanos levantar altísimos edificios dotados de un aspecto más ligero que los conocidos hasta entonces.
El templo, el teatro y el estadio fueron las construcciones griegas que sirvieron de modelo a los romanos para su arquitectura.
A ellas añadieron otras muchas, como las termas, los arcos, los acueductos o los viaductos, ejemplos de su genio constructivo.