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EL
JUEGO CERVANTINO
DE LOCURA-LUCIDEZ
Y
LA
VARIEDAD DE INTERPRETACIONES
DEL
QUIJOT
Lourdes
Sim Goberna
Cada
siglo,
cada
poca,
cada momento
de la sensibilidad humana han aportado
nuevos
puntos de
vista,
nuevas interpretaciones
sobre
la obra
maestra de
Cervan-
tes.
El
Quijote
como una mina inagotable, ha
suscitado
siempre nuevos descubri-
mientos.
Parece
como si estuviera compuesto de
una
multitud de capas super-
puestas que
se van
revelando unas
tras otras conforme la
sensibilidad
de los
lectores va buscando y encontrando nuevas significaciones. No vamos a
tratar
aqu
de la
multiplicidad
de estudios
que ha
generado la novela (sera
ardua tarea),
sino
que vamos a
tomar
una parcela
del
aserto anterior.
Tal
y
como afirmamos
en el ttulo
de
la presente comullcacin,
nuestra tesis
--que
desarrollaremos
a
lo
largo
de
las
pginas que
siguen- consiste en demos-
trar que es
precisamente la
locura del protagonista, Don
Quijote,
lo que ha
susci-
tado
y afortunadamente,
no ha
dejado
de
suscitar) un
gran abanico
crtico
en
torno al sentido ltimo de la novela. Es decir: posiblemente, slo detrs del juego
locura-cordura,
de ese
engao
a los ojos o de
esa
realidad oscilante de
que
habl don Amrico
residen
las distintas interpretaciones en profundidad del
Qui-
jote. Tal punto
de
partida no es
nuevo: Juan Valera, en 1864,
no acert
a ver en la
novela una
accin en el riguroso
sentido
de la palabra.
La
unidad que tiene el
libro, vino a decir, no est en la
accin,
sino en el pensamiento, y ese pensamien-
to es Don Quijote
y
Sancho
unidos
por la locura. Helmut Hatzfeld
afirm
que es
el
juego
de
locura
y
cordura lo que
posibilita
la
variedad de
interpretaciones
del
Quijote y recientemente, Edward C
Riley
recuperaba la
idea
con
las siguientes
palabras: la
locura de Don
Quijote
es
el
punto
de partida para todo
lo que suce-
de
en
el
libro
y
es
absolutamente fundamental
para
la comprensin de
ste.
En
efecto, el
gran
nmero de estudios aparecidos a
lo
largo
de
los aos lo demues-
tra.
2
Nuestra pretensin
se
resume, pues, en
sintetizar los distintos
puntos de vista
mostrados y
tambin
ofrecer el estado actual en
torno al
tema.
l. A.
Castro,
l pensamiento e Cervantes Barcelona, Noguer, 1980, 82 ss.
2. J. Valera,
Sobre
el Quijote y sobre las
diversas
maneras de comentarle 1864), en Obras Completas lIT
Barcelona,
Aguilar, 1947 , 1.065-1.086;
H. Hatzfeld,
El
Quijote
como
obra de
arte
del lenguaje, CSIC, Anejo
227
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wurdes Sm Goberna
IIl-CIAC 1990
Caracterizacin fsica de Don Quijote
Iniciamos la
investigacin
caracterizando
fsicamente a
Don
Quijote
segn
la teorias de los galenos de la poca_ El aspecto fsico del hidalgo
manchego
fue
tempranamente estudiado
por la critica
y todos coinciden
en afirmar
que ste
presenta
una complexin que el Examen de Ingenios de
Juan
Huarte de
San
Juan
(1575) califica propia del hombre colrico.
3
Las cualidades esenciales del
hombre que goza
de tal temperamento
pueden
resumirse del siguiente modo:
a Sequedad, que
Cervantes
cuida
de mantener en su
protagonista
a
lo
largo
de toda la
novela.
4
Deca
Huarte que
la vigilia de
todo
el
da deseca y endurece el
cerebro,
y
el
sueo lo humedece y
fortifica. A
nuestro
hidalgo ..
[ .. ] se le
pasaban
las noches leyendo de claro en claro, y los das de turoo en
turbio; y as, del poco dormir y del
mucho
leer
se
le sec el cerebro,
de manera
que
vino a perder el juicio
[1, 1,
p. 23].
Parece ser
que
Don
Quijote
sufre
una
lesin en la
Imaginativa, facultad que,
segn Luis Vives, sirve para relacionar los objetos que se ven con
su
impresin en
el cerebro.
5
De este
modo,
su
locura
consiste en un error de los sentidos: el
mo-
83
Revista de Filologa Hispnica, 1966', p. 18; E.e. Riley, Introduccin al Quijote, Crtica,
Barcelona,
1990,
64
ss.
Sobre el tema de la locura en el Quijote, debemos destacar los
siguientes
trabajos;
A
Navarro Gonzlez;
La
locura
quijotesca, Anales Cervantinos, 1 (1951), 273-294, donde se muestra
que
la
locura
es transflguradora
de la
realidad;
de J.B. Avalle Arce citamos dos estudios fundamentales en los que interpreta la novela por
medio
de la
locura
quijotesca; La locura de vivir, en El Quijote
como
forma de vida,
Madrid, Castalia/Fundacin
Juan
March,
1976, y Don Quijote o la
vida
como obra de arte, en Nuevos deslindes cervantinos,
Barcelona,
Ariel, 1975,
John
J. A1len explica
la
tcnica
narrativa
de
la obra
desde
el
de
locura
y
cordura;
Don
Quijote,
hero
A
study
il1
narrative
technique
(Parts J ami
2). University Press, Humanities
1919,IV,46,
1979.
El profesor Riley ofrece, en el volumen
citado,
una
amplia
y actnalizada bibliografa sobre el Quijote.
3.
Juan Huarte de San
Juan, Examen
de Ingenios para
l s ciencias (ed.
de Esteban
Torre),
Madrid. Editora
Nacional, 1977.
Sobre la cOInp]lexi:n qnijotesca y la influencia de Huarte de San Juan en CeIVank'S son clsicos los estn-
dios
de;
Rafael Un
gran
inspirador de Cervantes.
El Dr.
uan Huarte y su
Examen
de Ingenios para las
sciencias 1905; de Iriarte:
El
examen de ingenios y El
ingenioso
en El tU>ctor
Huar/e de San uan y
su
Examen de ingenios , contribucin a la historia de
l
psicologa
Madrid,
CSIC,
1948',
311-332;
Miguel
de Unamuno;
a vida
de
Don Quijote
y Sancho,
en
Obras Completas, vol. IV,
Barcelona, Vergara, 1958,65-386, quien asimila el temperamento quijotesco
al
de san Ignacio
de Loyola.
Ms
modemos son 1(> de Martine Bigeard a folie
dans Don
Quichone,
en
n folie et les fous littraires en
Espagne 1550-1650, 1972, 20, Y c B Johnson: Madness and Lust. A psychoanal.ytical aproach
to
Don
QuLwte,
ealfomia
University Press, 1983.
a
tesis
doctoral
indita
de Deborah Kong
aporta
nueva luz
al
temperamento qnijotesco: en efecto,
ste
es un colrico qne ha
devenido melanclico
ya que sus cualidades
pasan de ser clidas y secas a f.ras y
secas
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III-ClAC 1990
El juego
de
locura-lucidez
en
el
Quijote
rrin es celada; el rocn, caballo; las ventas, castillos; las busconas, doncellas y el
ventero, alcaide. Siguiendo el
mismo
proceso, los molinos de viento se transfor-
man
en gigantes, los
rebaos
de ovejas en ejrcitos y la baca de barbero en
yelmo
de
Mambrino.
Don
Quijote, tal como
demuestran
las teora,> de Huarte, de vuelta de sus
aventuras
slo
pide que
le
dejen dormir:
[ .. ] hicironIe a Don Quijote mil
preguntas,
y a
ninguna
quiso
responder
otra
cosa sino que le diesen de comer y le dejasen dormir, que era lo
que
ms le importa-
ba [1. 5, p. 109].6
[ .. ]
en
tanto que el ama y
sobrina de
Don Quijote le recibieron, y le
desnudaron,
y le tendieron en
su
antiguo
lecho [1 52, p. 603].
Antes de niciar
su
tercera salida, en la segunda parte del libro, Don Quijo-
te
se
encuentra
descansando
por un periodo de un
mes, en el cual parece recu-
perado:
[ .. ] y
habl Don
Quijote
con
tanta
discrecin
en todas
las
materias que se
toca-
ron,
que
los dos esaminadores [el cura y el barbero] creyeron ndubitadamente que
estaba del todo bueno yen
su
entero juicio [II, 1 p. 42].
A su vuelta, nuestro
personaje
recobra el juicio
despus de un
ataque
de
fiebre (ll, 74,
p.
586) efecto que, segn Huarte de San Juan, trasmuta el cerebro'?
b) Ingenio. El hidalgo manchego es calificado
por
su
creador
como
de
inge-
nioso, esto es, dotado
de
ingenio, trmino que encontramos definido
en
varios
autores
de la poca
como
maestra en cualquiera de
las artes, liberales o
mecni-
cas.
a
El ingenio
en s
mismo es sutil o boto:
de
esta ltima especie es el ingenio
de
memoria:
phantasia vero conjungit, et disjungit ea, quae singula et simplicia imaginatio acceperat (apud Juan
Luis
Vives: De anima et
vira, en Opera omnl red de
Gregorio Mayans
y
Sisear], 1782-1790. vol. III, cap. I 10.
pp. 326-327).
Alonso Lpez
Pinciano
se hizo eco de las pelturbaciones que
puede
ocasionar la
lectura
de libros de
caballetias. En la
Philosopha Antigua Potica se
refiere al
caso de su amigo
Valerio. quien
qued
sumido
en un
profundo desmayo tras leer el captulo de la supuesta muerte del hroe en el Amadl de Caula (Alonso
Lpez
Pinciano, Philosophia Antigua Potica red. de Alfredo Carballo Picaro]. vol. 1 Madrid, instituto Migue de Cer-
\'antes. 170-172).
6. Las citas del
Quijote proceden de la
edicin de LA. Murillo F::1
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de
a
Mancha,
2 vols., Madrid, Castalia, 1982).
7. Si e hombre cae
en
alguna enfermedad por la cual el
cerebro
de
repente
muda su temperatura, como
es
la mana,
melancola y
frenesa,
en un
momento
acontece perder,
si
es
prudente,
cuanto
sabe.
y dice
mil
disparates, y si es necio. adquiere ms y habilidad que anles tena (Hu arte, op.
cit
cap. IV, p. 107).
8. As
por
ejemplo, J.L. Vives lo
romo
UIversi vis
ments
nostrae (Mauricio
de
Iriarte, op.
cit.,
nota
3,
p. 192);
Huarte de San Juan
como
"lo
mismo
que
fecundidad de
la
intel igencia [ .. ]
capacidad
de
engendrar
conceptos
o figuras representativas de la naturalc7.a de las cosas.
con
carcter cientfico
(apud
lriarte,
op. cit.,
208-209); Herrera: aquella fuerza y potencia natural y
aprehensin
rncil y nativa
en
nosotros.
por
la
cual somos
dispuestos
a las operaciones
peregrinas y la
noticia
sutil
de las cosas
altas (apud
Cejador, a
lengua de Cervantes,
S.v. ingenio).
Por
ltimo, Sebastin de Covarrubias en su
Tesoro de la l ngua castellana
o
espaola
[ed.
de
M. de Riquer], Barcelona, Alta Fulla, 1987. 737 b, Biblioteca. Serie Lengua
y
Literatura, 3)
define
ingenio como
una fue
natural de
entendimiento, investigadora
de 1 que
IX)I razn y
discurso se
puede
alcan;ar en
todo gnero de
ciencias. disciplinas,
artes
liberales y mecnicas. sutilezas. invenciones y
engaos. Tambin define "ingenioso"
como
"el que tiene
sutil
y delgado ingenio" Ioc. cit. supru).
Sobre el ingenio quijotesco podemos destacar los estudios de Harald Weinrich: Das ingenium Don Quijo-
tes. Ein Beitrag 2MY lilerarischen ChamkterkuruJe, Munster, Aschendorff. 1956; Ols H. Green: El ingenioso
229
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Lnurdes Sim l;aberna
III-CIAC 1990
Sancho (cit.,
1
25).
Don Quijote es
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lIl-ClAC 1990
El juego
de
locura-lucidez en el Quijote
l
mism.o 1 0 rec.onoce
ante
el Caballero del Verde Gabn:
Quin
duda, seor
don Diego
de
Miranda,
que
vuestra
merced no me
tenga
en
su opinin por un hombre disparatado
y
loco? Y
no
sera mucho que as fuese,
porque mis
obras no pueden dar testimonio de
otra
cosa [n 17, p. 166].
Erasm.o
de
R.otterdam,
en su
Moria
.o
Elogio de
la
locura
tambin presenta
el
cas.o
de un argiv.o cuya locura se mezcla c.on la lucidez:
y tampoco result desagradable aquel varn de Argos, que estaba loco
hasta
l
punto
de consumir los das sentado en el teatro, riendo,
aplaudiendo y
divirtindose,
porque
crea que all se estaban
representando
maravillosas tragedias,
cuando en
rea-
lidad
nada se
representaba;
adems de
observar
una conducta adecuada
en las obli-
gaciones de
su
vida, se mostraba jovial
con
los amigos, afable hacia
su
esposa, capaz
de perdonar
a
sus
siervos
y no
se
enojaba porque
se le
destapara una
botella
[XXXVIn].
Siguiend.o la idea
erasmista
s.ol simplices ac veridici sun l.os l.oc.os S.on
quienes poseen
la
verdad)
Cervantes
cre
un
ampli.o abanic.o
de
locos literarios,
la
may.oria de
l.os cuales
aparecen en el Quijote: Cardeni.o, el loc.o que hinchaba
perros y el que l.os
aplastaba,
ellicenciad.o de Osuna .. Entre tod.os, destaca
el
que
da n.ombre a una Novela ejemplar, el licenciad.o Vidriera,
quien
enl.oquece tras
una terrible fiebre adquiriend.o a la vez grandsima
agudeza
de ingeni.o.1
2
El ingeni.o
de
l.os loc.os cervantin.os, en
especial
D.on Quij.ote, permite a
Cervantes
emitir juici.os critic.os s.obre vari.os
temas,
reflej.o
de su
ideari.o respect.o
al arte,
la
literatura,
la
m.oral y la vida. L.os critic.os defienden
la raigambre
humanista de tal
ideario,
aunque
existen
sect.ores que ab.ogan por el c.ontrarre-
f.ormism.o del aut.or.
13
Observam.os tpic.os renacentistas en el discurs.o de la
Edad
de
Oro
1,
11,
p.
155), en el
discurso de las
Armas y
las Letras
(1. 28,
pp. 468-47l)
d.onde el hidalg.o mancheg.o
defiende las
armas
-Cervantes
se
sen-
ta .orgull.oso de ser un s.oldado--, y en
l.os
c.onsej.os a Sanch.o para el g.obiern.o de
su nsula, en l.os que se refleja el ideal renacentista de g.obernante, t.omad.o del
ejemplo clsico (Iscrates).
2. D.on Quij.ote se mueve por un
afn
desmedid.o de impartir justicia. Es
1.0
que Riley ha dado en llamar la
cara
pblica de
su
l.ocura. En la
Segunda
Parte,
11. Neque perperam sensit Argivus ille, qui hactenus insaniebat, ut totos dies solus desideret in thealro
rdens, plaudens, gaudens, quod crederet ille miras agi tragoedias,
cum
nihil
omnino
ageretur,
cum
in caeteris
vitae officis
probe
sese gereret,
jucundus
amicis,
comis
in
uxorem,
posset
qui
ignaseere servs,
et
signo laesae
non insanire lagenas (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, Stultiae l.o.us, Erasmo, Barcelona, Bosch,
1976, XXXVIII, 190-192). El ejemplo procede de Horado, Epstolas, libro Il, cap, Il. w. 128-140.
12 Ellicenci.ado Vidriera, en NCNe1as ejemplares, vol. Ir, Madrid, Castalia, 1986', 117.
13.
Marcelino Menndez y Pelayo fue el primero en sealar el
humanismo
erasmista
de
Cervantes ("Cultu
ra literaria
de
Miguel de Cervantes y la elaboracin del Quiiote, en rudins y discursos de crtica histrica y
literaria, 2 vols., Santander, CSIC, 1941, vol. 1: 323-356). Amrico Castro (
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Lourdes
im
Gobema
IIICIAC 1990
tanto
por l mismo como por
boca
de Sancho se expresa su intencin
de
no
hacer mal
a nadie:
Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines,
que
son de
hacer
bien a
todos
y
mal a ninguno [
..
] [II, 32, p. 265].
[Habla Sancho]
[
..
] digo
que no
tiene
nada de
bellaco;
antes
tiene
una
alma
como un cntaro: no sabe
hacer
mal a nadie, sino
bien
a todos, no tiene malicia
alguna: un
nio
le
har entender que
es de noche en la
mitad
del da [ .. ] [I1, 13,
p. 131].
Su celo reformista le pone frecuentemente en conflicto con la sociedad y en
ocasiones lo
convierte
en una amenaza
pblica.
El
choque
ms
espectacular se
produce en el
episodio
en que liberta
a los galeotes
(1,
22, pp. 265 ss.).
La critica
romntica vio aqu un
Don
Quijote
paladn
de
la libertad y adversario de la tira-
na.
14
Unamuno
se
entusiasm ante su sentido de la
justicia.
1s
M.
de
Riquer,
sin
embargo,
opina
que no hay nada
de ello: Don Quijote,
en
su locura, yerra
en su
concepcin
de
lo
que
es
o
no
justO.
16
Amrica
Castro
matiza
el
alcance
de
este
episodio: el error fsico o
de
los sentidos es visible en
la
obra, pero el error
moral es escurridizo
y
en
ocasiones falsO.
17
o
cierto es que Don
Quijote siempre
sale malparado
cuando
intenta
ayudar
a los
menesterosos.
Algunos autores
han
querido ver aqu una muestra
de
la
irona
cervantina: slo
desde la
locura es
posible
mantener una
actitud
moral
inviable
en la sociedad espaola
del
XVII.
Don
Quijote
est defendiendo una cualidad innata
en el ser humano:
la
vo-
luntad,
concepto
cuya definicin moral
proporcion
Luis Vives
en
los siguientes
trminos:
Es
pues la voluntad
aquella facultad
o energa del
alma por
la cual deseamos lo
bueno
y
aborrecemos
lo
malo,
guiados
por
la
razn.
B
Entendiendo que la voluntad
pertenece
al orden del intelecto y que la razn
es una facultad
atribuida
al hombre por medio
de
la cual se ha distinguido de los
dems miembros de la serie animaL
Del episodio
al
que
nos
referimos podemos sacar diversas citas:
14. Entre la
multiplicidad
de
escritos al respecto,
destacan
los surgidos del
Romanticismo
alemn.
en
especial Schelling (J,J.A. Bertmnd:
Cervantes
el
le romantisme al1e.nzand.
Paris. Felix A1cam. 1914) e ingls. cuyo
ejemplo ms destacable
es
lord Byon (va.-;e Csar Real de la Riva: Historia de la critica e interpretaciones de
la obm de Cervantes, Revista de Filologa Espaola . 32 [1948J, 107-150).
15.
Citado por Miguel
de Unamuno,
op
cit.
nota. 3.
159167.
16.
Lo cierto
es que
Don Quijote revela
en
este episodio
un
desquiciamiento del concepto
de la
justicia,
pues defiende no causas justas sino las ms injustas
que
darse puedan,
como
es la libertad a seres socialmente
peligrosos. y que luego. al apedrear a Don Quijote y a Sancho, pondrn de manifiesto la vileza
de
su condicin.
La aventura de los galeotes constituye una de las mayores quijotadas de Don Quijote, dando a la
palabra
el
sentido que ha adquirido en espao' (M. de Riquer,
Aproximacin
al
Quijote
Barcelona, Salvat, 1970.
B7
RTVE .
17. Con ciertas reservas hay. pues, que hablar de error en este episodio. ya que lo err neo confina
con
lo
problemtico. Tiene
mzn la
justicia
al condenar
a los galeotes? La
tienen los guardas?
O los galeotes? O
Don Quijote mandndoles r con
sus
cadenas a los pies de Dulcinea? Yelmo? Bacla' Baciyelmo' La tcnica
es
la misma
(A. Castro.op. cit.. nota 1. 126).
lB
Est
igitur voluntas. Facultas seu vis animi, quae
bonum
expetimus, malum aversamur.
duce
ratione
(Luis Vives,
.De anima et
v1ta en
Opera
Onmia
op cit.
vol.
liT,
cap.
XJ.
382).
232
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ITI CIAC 1990
El juego
de
locura-lucidez en
el
Quijote
[ ..]
que
es libre nuestro albedrio, y no hay
yema n
encanto que le fuerce [p. 269].
[.
..] aunque os
han
castigado por
vuestras
culpas, las penas que vais a padecer no
os
dan
mucho gusto, y que vais a ellas
muy
de
mala
gana y muy contra vuestra
voluntad [ .. ]
porque me
parece
duro
caso
hacer
esclavos a quien Dios y naturaleza
mm
libres [p. 273].
El
sentido
quijotesco de la justicia es universal,
natural
y cristiano: Dios hizo a los
hombres
libres, por qu, pues, esclavizarlos? Sin embargo, la realidad es muy
otra, y el
pretendido libertador resulta
maltrecho.
Con
todo,
Don
Quijote
decidir ser quien
es
ya desde el
inicio
de la
novela.
En el
primer
captulo,
de las
tres opciones que
se
ofrecen al protagonista
ser
un
hidalgo de aldea, ser escritor o ser caballero
andante)
l escoge la ltima. Yo s
quin
soy
1,
5, p. 106),
proclama
Don Quijote.
Es
consciente
de su
condicin,
asumida desde la
fantasa,
de
caballero
andante:
Yo valgo por ciento [1, 15, p. 191].
[ .. ] de m s decir
que despus que
soy caballero
andante
soy valiente, medido,
liberal, biencriado, generoso, corts, atrevido, blando, paciente,
sunidor
de trabajos,
de prisiones, de
encantos
[1,50, p. 586].
Y
responde
a
l s
reprensiones del cannigo:
[ .. ] caballero soy y caballero
he
de
morir
si place al Altsimo [Il, 32, p. 283].
Escogiendo esta ltima
opcin, decide
imitar
los modelos literarios,
con
el
fin de
aproximar
su
vida lo
ms
posible a
una cota
elevada
de
perfeccin,
dentro
del
destino
optado.
Para
Avalle Arce, es entonces
cuando Don
Quijote
hace de su
vida
una obra de
arte.
19
3.
La locura de Don
Quijote
se
presenta como
una
evasin hacia
la
felicidad.
Es
otra
caracteristica
de
raigambre
erasmista
que cobra, tanto en la
Primera
como en
la Segunda Parte,
gran importancia.
Erasmo
hace exclamar
a
su
argivo
cuando
es
devuelto a
la cordura:
Por Plux,
que
me habis matado, amigos. No habis
hecho
un
bien
a una perso-
na a
la
que habis quitado as el placer arrebatndole por fuer7.a un gratsimo desva-
ro de
la
mente.
y
aade
Era..
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Lnurdes
Sim
Goberna
III-CIAC 1990
Un ejemplo similar aparece en el
xamen
de Ingenios de Huarte, repetido
a
su vez por Jernimo de Mondragn en su Censura de la locura humana i exrelen-
cias della
(1598). Ambos
cuentan el
caso
de un
paje
que se
volvi loco,
y al serle
retomada l cordura, se quejaba en los siguientes trminos:
Seor
Doctor,
yo
os beso
las
manos
por
tan grande merced como me
habis
hecho, en
haberme
vuelto
mi
juicio, pero yo
os
doy
mi
palabra, a fe de quien soy, que
en alguna
manera
me pesa
de haber
sanado,
porque estando
en
mi
locura, viva en
las ms altas consideraciones
de
mundo
y
me
finga
tan gran seor que no haba
rey
en la
tierra que no
fuese
mi feudatario. y
que fuese burla y
mentira,
qu
importaba,
pues gustaba tanto de ello como si fuera verdad? Harto peor
es
ahora, que me
hallo
de veras que
soy
un pobre paje, y que maana tengo de comenzar a servir a quien
estando en m enfermedad
no
le
recibiera
por
mi
lacayo.21
Tales exclamaciones resultan semejantes a las
de
Don Quijote
cuando
es rescata-
do de la cueva de
Montesinos
y despertado de su sueo:
Dios
os
lo
perdone
amigos;
que me
habis
quitado
la
ms
sabrosa
y
agradable
vida y vista
que
ningn
humano
ha visto
ni
pasado. En efecto:
ahora acabo
de cono-
cer
que todos
los contentos
desta
vida pasan como
sombra
y sueo, o se marchitan
como la
flor
del campo [11
22, p. 210].
Don
Quijote se evade
por medio de
la
literatura.
As
imitar
los modelos
novelescos (los libros
de
caballerias
en
este caso . Cervantes sigue
de
cerca la
esttica de
la
imitatio
renacentista.
Prueba
de ello, y rasgo primordial
para la
comprensin
de la
novela
es que
Don Quijote no existe
al
comenzar sta. Es
la
creacin de la
mente
calenturienta de un hidalgo manchego de nombre
y
pro-
cedencia indeterminados (Alonso
Quijada, Quesada, Quejana?
y que dejar
de
existir en cuanto
el,
en la Segunda Parte, llamado Alonso Quijano el Bueno reco-
bre
la
razn:
Yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui Don Quijote de La Mancha, y soy agora como he
dicho,
Alonso Quijano el
Bueno
[11 74, p. 590].
Don Quijote
es, pues, fluto de una
ilusin,
un personaje
que
se ir haciendo
a lo
largo
de
la novela, pues cuando sta
comienza,
no est determinado ni por
sus origenes ni por su apellido, al contrario de
otros gneros
en boga en
aquella
poca:
la
novela picaresca y los libros de caballerias.
La
ilusin se desvanecer
en
cuanto
ste
se vuelva
cuerdo,
pero la leccin de
ello
es que nuestro hidalgo
mori-
r irremisiblemente.
Cuando Don
Quijote
debe
abandonar
el
ejercicio caballeresco
por un
ao,
tras la
derrota infligida por
el Caballero
de
la Blanca Luna, decide evadirse hacia
otra
fantasa
novelesca, la pastoril:
Este
es e
prado
donde topamos
a
las
bizarras pastoras y gallardos
pastores que
en
l
querian renovar
e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento
tan
nuevo como
21. Hum"te, op. cit. cap. V 125: Mondragn, Censura
de
la locura humana i exceleru: s della Madrid,
Selecciones Biblifilas, 1949,
cap,
34,
pp.
70
abo
234
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IIl-CIAC 1990
El
juego
de locura-lucidez en
el
Quijote
discreto, a cuya imitacin, si es que a ti te parece bien, quema, oh, Sancho , que
nos
convirtisemos
en pastores,
siquiera
el tiempo que
tengo
de estar recogido [II, 67,
p. 548].
l igual que
en
su
momento adopt la actitud y el lenguaje empleado
en
los libros
de
caballerias,
se
recrea
en la
ficcin
de
las novelas pastoriles:
Yo
comprar
algunas ovejas, y todas las
dems
cosas
que al
pastoral ejercicio
sern necesarias, y llamndome yo el pastor Quijotiz y t el pastor Pancino,
nos
anda-
remos por los montes, por las selvas y por los prados,
cantando
aqu, endechando all,
bebiendo de
los lquidos cristales de las fuentes, o ya de los
limpios
arroyuelos, o de
los caudalosos ros. Drannos con abundantsima mano de su dulcsimo fruto las
encinas, asiento los troncos de los dursimos alcornoques, sombra los sauces, olor las
rosas, alfombras
de
mil colores matizadas los
estendidos
prados, aliento
el
aire claro
y
puro, luz
la
luna
y las estrellas, a pesar
de
la
escuridad
de la noche; gusto el
canto,
alegria
el
lloro, Apolo versos,
el
amor conceptos, con que podremos
hacernos
eternos
y famosos, no slo en los presentes, sino en los venideros siglos [II, 67, p. 548].
Serrano
Plaja y
Navarro
Gonzlez
no
creen
en
la locura
de
Don
Quijote e
interpretan su evasin literaria como
un
hecho consciente: Don Quijote se auto-
engaa a sabiendas de
que
as
huye
de la
vulgaridad
y
chatura
de la
vida
cotidia-
na: si no, por qu ese deseo
de
salir,
en
la Primera Parte, sin
ser
visto?22
Igual
tesis, pero
desde distinto
punto de vista,
mantienen
Vicente
Gaos
y
Gonzalo Torrente Ballester.
Ambos
consideran
que
la actitud
de
Don
Quijote ante
la
vida es
ldica. El
hidalgo cervantino
no ha perdido con la edad su capacidad
de
juego. Es,
al
parecer
de
Riley, la cara
privada
de su locura. En efecto, el
hidalgo cervantino presenta
con
frecuencia signos
de
encontrarse
en infantil esta-
do
mental.
23
Por
otro
lado, tal evasin,
aunque
querida
por
Don
Quijote
har
que
ste
tope
constantemente
con su entorno.
Es
decir,
la
FICCIN novelesca choca con la
REALIDAD. Buena parte de la comicidad de la obra surge de este hecho.
La risa
se
consider durante
mucho
tiempo como la
intencin
ltima de Cervantes al escri-
bir
su
novela. Algunos criticos contemporneos abogan por recuperar la idea,
restando trascendentalidad a la obra.
24
La
locura quijotesca
cambia los valores
que eran habituales en su
tiempo: a
la OPINlN,
tan
frecuente
en la Espaa de la
Contrarreforma,
se opone la REALIDAD
MULTIFORME Y
en ltima
instancia, la REAUDAD VOLUNTARIA que
se
ha forjado Don
Quijote en su mente.
Aqu
entraramos
en la discusin,
magnficamente propuesta
por
Amrico
Castro,
sobre
la
relatividad del
entorno.
La
realidad,
en
efecto,
no
es
absoluta:
22. A SelTIlno Plaja, La Primera Parte
de
Don Quijote, en Realismo mgico en Cervantes, Madrid, Gre-
das. 1967,
ll
ss,;
A.
Navarro Gonzlez, arto cit., supra, p 281.
23, G. Torrente Ballester,
El
Quijote como juego, Barcelona, Destino, 1984;
V.
('",os, Claves e literatura
vol. 1 Madrid. Guadarrama, 1974,213,
Peter
E.
RusseH, .Don Quijote o la risa a carcajadas,
en
Temas e
w
Celestina, Barcelona, Anel,
1978, 409-440; H. Ziomek,
1 0
grotesco en el Quijote, en Estudios literarios [ , j dedicados a He/mut Hat l/eld
con motivo de
su 8
aniversario,
Barcelona,
Hispam, 1974, 239-247.
235
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Lourdes
Sm
Goherna
III-ClAC 1990
[ ... ] eso que a t i te
parece baca
de barbero
me
parece
a
m
el yelmo de
Mambri-
no, y a otro
le
parecer otra cosa
[1,
25, pp. 306-307].
Tanto
lo
que
es percibido
por
los
sentidos
como
los juicios
de
valor
son
relativos. Cervantes se
hace
eco
de
una
idea platnica que
desarroll
la
filosofa
del
Renacimiento
y
que
tambin
tuvo
sus
repercusiones
en
la
literatura
de
la
poca,25
Diferencias enlre la Primera y
Segunda
Parte segn el sentido
de
la novela
Existen ciertas
diferencias,
como se ha apuntado,
que
han permitido hablar
de
un
Don Quijote renacentista en la Primera Parte y un
Don
Quijote
barroco
en
la Segunda. El
ingenioso hidalgo, al igual
que
Cervantes,
no
es
el
mismo.
Aunque
para
el personaje ha
transcurrido
un
mes.
para
su
creador han sido diez
aos.
Existe bibliografa
abundante con
respecto a
estas
diferencias.
26
Primera Parte
1.
Don
Quijote
se presenta
entero,
de una
pieza.
l
es
quien
hace de
la
realidad
ficcin.
Al margen
de
ese error
fsico, de los
sentidos ( y como
a
nuestro
aventurero todo cuanto pensaba.
vea o
imaginaba
le
pareca ser
hecho
y pasar
al
modo
de lo
que haba
ledo;
1,
2, p. 82),
siempre est presente en la Primera
Parte de
la novela
el
engao a
los
ojos,
provocado
por la
imaginacin
de
nues-
tro
hidalgo.
Slo una
vez
los dems transforman
la
realidad al margen de
la
voluntad
de
Don
Quijote
(1, 29-30.
episodio
de
la infanta
Micorrlicona).
25.
Amrico
Castro
(op. cit.,
nota
1,
82-90
Y notas)
cita
varios
autores
en
cuyas obras
se
refleja este
pensamiento que
tambin aparece
en
(;en,antes: Pietro Bembo, Gli Asolani (Castro se sirve de una traduccin
annima editada en
Salamanca, 1555, Los Asolanas,
Madrid. Biblioteca Nacional,
R 15.039:
los fragmentos
que
cita se encuentran al comienzo del libro III);
Erasmo de
Rotterdam. del que cita pasajes del Elogio de
l
locura,
del
Coloquio
de los
religiosos apud Menndez
Pelayo. Origenes de
la Novela,
IV, 18la) y
de
Los
Silenos de
Akibu1es (Adagiorum Collectanea,
Amberes, 1530, fol.
304v);
Baltasar de Castiglione: El
Cortesano,
en la traduc-
cin de
Juan
Boscn. (Se sirve
de
una edicin
de
Libros
de
Antao, p. 50, aunque nosotros podemos aducir
una edicin de
Valladolid de 294 fols ..
realizada en
la
imprenta de
Francisco
Fernndez
de
Crdova
en 1569.)
26.
Son partidarios de considerar la novela y su personaje principal como renacentistas M. BataiUon,
Amrico Castro y A. VUanova. que enfocan el erasmismo de autor y personaje.
El renacentismo
literario lo pone de manifiesto
Rafael (
7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf
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IlI-CIAC 1990
El juego de locura-lucidez en
el
Quijote
Don
Quijote, como afirma Arturo
Serrano
Plaja,27 no se muestra tranquilo
hasta
que
los que le
rodean no entran en
su
juego:
El
lenguaje, no
entendido
de las seoras y el
mal
talle de nuestro
caballero
acrecentaba en ellos
la
risa
y en l el enojo, y pasara muy
adelante
si a aquel punto
no saliera el ventero, hombre que, por
ser
muy gordo, era muy pacfico, el cual,
viendo aquella figura
contrahecha
armada de armas tan desiguales
como
eran la
brida lanza, adarga y coselete,
no
estuvo en nada en acompaar a las doncellas en
las muestras de su contento. Mas,
en
efecto,
temiendo la
mquina de
tantos
pertre-
chos determin de hablarle comedidamente [
..
] [1. 2, pp. 83-84].
Y as,
las
mozas de partido
le dan
de
comer
el ventero lo
arma
caballero:
El ventero que, como est dicho, era un poco socarrn y ya tenia algunos ba-
rruntos
de la
falta de
juicio de
su husped [...] por
tener que
rer aquella
noche
determin seguirle el humor [1, 3, p. 88].
Incluso Sancho en su primera aventura
con Don
Quijote, sale con l en la clan-
destinidad:
[ .. ]
sin despedirse
Panza
de
sus hijos y mujer
ni Don
Quijote
de
su ama y
sobrina
una
noche salieron del lugar sin que
persona
los viese; en
la
cual caminaron
tanto
que
al
amanecer
se tuvieron por seguros de que
no
los
hallarian
aunque los
buscasen
[ l
7, pp. 126-127].
2.
Don
Quijote,
pese
a considerarse un caballero andante al estilo de los que
recorrian
la
Europa
medieval,
est
dotado de
todas
las virtudes con que
Erasmo
adornaba el caballero cristiano
en
su
Enehiridion. Tales virtudes no pueden des-
prenderse
de
la fama
de
hombre
bueno de
la que goza nuestro
hidalgo en
la
Segunda Parte
(vase loe cit supra n 13, p. DI
Y n
32, p. 265).
El profesor
A.
Vilanova
ha demostrado que son
tres
los puntos de unin entre el Manual
erasmiano y
los rasgos
que concurren en Don
Quijote:
a Su condicin paradjica de loco-cuerdo y de necio-sabio.
b Su afn
de hacer el bien.
e) Su fracaso
en
este afn justiciero.
28
3. Don Quijote, en fin es en esta Primera Parte
un
hombre lleno de entu-
siasmo.
Se auto
ustifica
cuando
los
dems
le
quieren hacer
ver
que se
ha equivo-
cado
1, 19, p. 233, episodio del Cuerpo Muerto):
No todas las cosas [ ... ]
suceden
de
un
mismo mcxlo. El dao estuvo, seor bachi-
ller Alonso Lpez.
en
venir,
como
veniades.
de
noche, vestidos
con
aquellas sobrepelli-
27 Op. cit 122
28. En
la
ponencia presentada al ID Coloquio Internacional
de
la Asociacin de Cervantistas, el profesor
Vilanova profundi za en el tema
7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf
12/16
Lnurdes
Sim
obema
III-ClAC 1990
ces, con las hachas encendidas, rezando, cubiertos de luto, que propiamente semej-
bades cosa
mala
y del otro mundo; y as, yo no
pude
dejar de cumplir con mi obliga-
cin
acometindoos.
y os acometiera aunque verdaderamente supiera
que
rades los
mesmos
satanases
del infierno, que por tales os
juzgu
y tuve siempre.
Segunda Parte
1. Don Quijote se presenta como un personaje ms rico en matices y variado
en sus reacciones y comportamientos, hasta llegar a su muerte, cuando
recobra
la
razn. Destacan
tres
elementos
en su personalidad:
a
La realidad propiamente
dicha
se opone
a
la
profesin caballeresca, f ruto
de su locura.
El punto
de vista es distinto al de la Primera
Parte ya
que
son
los
dems quienes
transfonnan
la realidad al margen
de
la voluntad
de
Don
Quijote:
n
10, pp. 108-113. Sancho
quiere hacer creer
a Don Quijote que tres
rsticas labradoras son
Dulcinea y
sus dos
doncellas:
A
esta sazn
ya
se
haba puesto
Don
Quijote
de
hinojos
junto
a
Sancho,
y
miraba
con ojos
desencajados
y vista turbada a la que
Sancho llamaba reina
y
seora,
y
como
no
descubra
en
ella sino una
moza
aldeana, y
no
de muy
buen
rostro, porque
era carirredonda y
chata, estaba
suspenso y admirado, sin
osar
despegar los labios.
ll, 14-15. pp. 134 ss. Encuentro con el Caballero del Bosque.
n 31, p. 276. En
casa
de los duques:
Con estos razonamientos, gustosos a todos sino a
Don
Quijote, llegaron a lo alto,
y
entraron
a Don Quijote
en
una
sala
adornada
de
telas
riqusimas de oro
y de
brocado; seis doncellas le desannaron y sinrieron de pajes,
toda
industriadas yadver-
tidas del duque y de la duquesa de
lo
que haban de hacer, y de cmo baban de
tratar
a
Don
Quijote
para que
imaginase
y viese
que
le
trataban como
caballero
an-
dante.
Las ventas son ventas ll,
24;
59) Y los rebaos,
rebaos
ll,
59). En
la Prime-
ra Parte, al
confundir Don
Quijote
dos rebaos de
ovejas
con dos
ejrcitos,
San-
cho observa:
No oigo
otra cosa
[ ..]
sino muchos
balidos
de
ovejas y carneros
[1,
18, p. 223].
En
esta Segunda Parte, cuando Sancho le dice que viene Dulcinea con sus
doncellas,
responde
Don Quijote:
Yo no veo,
Sancho
[
..
], sino a tr s
labradoras
sobre tres borricos
[TI,
lO, p. 109].
b
Las
dudas
ntimas
de
su
idoneidad
para
tal
quehacer.
Convenciendo a los
dems se convence
a
s mismo. Observamos
que,
en esta Segunda
Parte,
Don
Quijote va
perdiendo la seguridad de manera
progresiva. Ello
es
debido,
como
apunta Salvador de
Madariaga,29 a que los
dems
le
siguen la comente
(Sancho,
los
duques,
los caballeros barceloneses ..
.
El clrigo de
la
casa
de
los
duques,
29. Salvador
de
Madariaga, Gua del lector del Quijo/e, Madtid, Espasa-Calpe, 1978 , Austral, 105-111.
238
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III-CIAC 1990
El juego
de
locura-lucidez
en
el
uijote
dudando de
l,
le devuelve el fervor y le
da
la posibilidad de
autoconvencerse en
un apasionado
parlamento
(II, 32, pp. 282-283).
e a
constatacin final
de
su propia locura. Cuando se vuelve cuerdo obser-
vamos que entonces es Sancho quien quiere
hacerle
recuperar
la ilusin perdida:
[Habla
Don Quijote.]
-Perdname,
amigo, la
ocasin
que te he dado
de
parecer loco como yo, hacin-
dote
caer en el error en que yo he cado, de que hubo y hay caballeros andantes en el
mundo.
-Ay -respondi Sancho,
llorando--.
No se muera vuestra
merced
seor mo,
sino tome mi consejo, y viva muchos aos; porque la mayor locura que puede hacer
un hombre
en esta vida es
dejarse
morir, sin
ms
ni
ms, sin que
nadie le
mate,
ni
otras manos le acaben que las de la melancola. Mire
no sea
perezoso, sino levntese
desa
cama
y vmonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: qui-
z
tras
de
alguna
mata
hallaremos
a
la
seora Dulcinea desencantada, que no haya
ms
que ver
[H, 74, pp. 589-590].
2.
Es un
Quijote
barroco,
que
ve
cmo su
mundo se
va
desintegrando
cada
ve-z ms. En efecto, ya
cuando
Sancho le presenta a
la
"Dulcinea
encantada,
dice:
Sancho,
qu
te parece cun mal quisto soy de encantadores? Y mira hasta dn-
de se estiende su malicia y
la
ojeriza que me tienen, pues me han querido pn-IIar del
contento
que pudiera darme
ver
en su ser a mi seora. En efecto, yo nac para ejem-
plo de desdichados, y
para
ser
blanco
y terrero donde tomen
la
mira y asiesten las
flechas de la
mala
fortuna [I1, lO, pp. 111-112].
Don Quijote
ha
empezado, con
este
lamento, a reconocer que no
puede
do-
minar el mundo que le rodea, y de aqu a la desintegracin del mismo slo hay
un paso. Riley
afirma
la progresiva decepcin de Don Quijote:
[ .. ] puede incluso describirse como un lento proceso de autoeducacin que, si-
guiendo
el
curso
evolutivo de las ideas del siglo xvr termina con
la
austera leccin del
desengao.
3o
Resulta clave, para comparar el Don Quijote
de
la
Primera
Parte con
el de
la
Segunda
el episodio de las Cortes de
la
Muerte (II, 11) frente el del Cuerpo
Muer-
to 1, 19), ya comentado. En efecto,
observamos
en el
primero
una leccin
de
desengao:
Por
la fe
de caballero andante [
..
] que as como vi este carro imagin que
alguna
grande aventura se
me
ofreca; y
ahora digo
que es menester
tocar
las
apariencias
con
la
mano
para
dar lugar al
desengao
[JI 11 p. 117].
Este esencial rasgo barroco resulta
cada
vez
mayor
a medida que avanza esta
Segunda
Parte:
Basta [ .. ] Aqu ser predicar en desierto querer reducir a
esta
canalla a
que
por
ruegos haga virtud alguna. Y en
esta aventura se deben
de haber encontrado
dos
30. E.C. Riley, Teorl
e
la novela n Cervantes Madrid,
Taurus,
1971. 259.
239
7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf
14/16
lourdes
im
obema
III-ClAC 1990
valientes
encantadores, y el uno estorba lo que el
otro
intenta: el uno
me deparo
el
barco, y el
otro
dio conmigo al travs, Dios lo
remedie;
que
todo este mundo
es
mquinas
y trazas,
contrarias unas de
otras. Yo no
puedo
ms [H, 58, p. 267, Aventu-
ra
del barco encantado].
Ellos
conquistaron
el cielo a fuerza
de brazos
[se
refiere
a las
imgenes de los
retablos]
y
yo
hasta
agora no
s
lo
que
conquisto
a
fuerza
de
mis trabajos
[Il, 58,
p. 473, Aventura
de
las Imgenes].
Culmina
cuando
es
apresado por el
bandolero Roque
Guinart:
No es mi tris'teza [ .. ] haber
cado
en tu poder [ .. ] sino por haber sido tal mi
descuido,
que me hayan
cogido
tus soldados sin el freno, estando yo obligado, segn
la orden de la andante caballera, que profeso, a vivir contino alerta, siendo a
todas
horas
centinela de m mismo [H, 60, p. 495].
A partir
de
este captulo,
Don
Quijote
se
convierte en
mero
espectador.
Frente
a
las
autnticas
aventuras del bandolero cataln, la caballera quijotesca es literaria.
Se
aproxima
el fin de Don Quijote.
3. Por ltimo, pierde
gradualmente
el entusiasmo.
La
evolucin de
su locura
marca
la
evolucin del personaje.
Salvador de Madariaga llama
a este
proceso
sanchificacin
de Don
Quijote.
aunque
nosotros
no
lo
consideremos
exacta-
mente as.
En
efecto. el
comportamiento
del
Don
Quijote de la Segunda Parte
difiere del de la Primera, como apunta el autor citado:
a
Pacta con
exigencias materiales: viaja
con dinero
y provisiones.
Paga
los
gastos en las ventas
como
una persona
corriente
y, lo que
es
ms, reconoce y
compensa los desperfectos que causa.
Por
ejemplo en
n
7, p. 91:
En resolucin, en aquellos tres
da Don
Quijote
y
Sancho
se
acomodaron
de
lo
que
les
pareci
convenirles; [ .. ]
sin
que
nadie
lo viese
sino
el bachiller,
que
quiso
acompaarles media
legua del lugar.
se pusieron
en camino del Toboso, Don Quijote
sobre
su buen Rocinante,
y Sancho
sobre su
antiguo rucio,
provedas las alforjas
de
cosas tocantes a la buclica, y la bolsa
de
dineros
que
le dio Don Quijote
para
lo
que
se ofreciese.
Incluso cuando se refugia
en
la novela pastoril, el
Don
Quijote de la Segunda
Parte
ya no piensa en transformar la realidad
y fabricarse l
mismo
los
instru-
mentos
necesarios, como
hace
en la Primera Parte, donde convierte el morrin en
celada
y el
rocn en
caballo, sino que
piensa
en
comprarlos, tal
y
como se
ve
en
n
47, p. 548: yo comprar algunas ovejas,
y
todas las
dems
cosas
que
al pasto-
r l
ejercicio
son
necesarias.
b
No concede excesiva
importancia
a las leyes de caballeria, algo impensa-
ble en el Quijote de
la Primera
Parte.
Madariaga pone
el ejemplo
de la loanza
de
la bella Quiteria, en las bodas
de
Camacho:
Oyendo lo cual Don Quijote, dijo entre s:
Bien parece que
stos
no
han
visto
a
mi
Dulcinea
del
Toboso;
que
si
la
hubie-
ran visto, ellos
se fueran
a
la mano
en
las alabanzas desta
su Quiteria [ll, 20, p. 189].
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lIl-CIAC 1990
El juego de locura-lucidezen
l
Quijote
En
la
Primera Parte
Don
Quijote se hubiera enfurecido,
como
en
la
Aventura
de
la
infanta Micomicona,
cuando
Sancho
afinna que
sta es ms bella que Dul-
cinea
1,30, p. 377).
e
Obra con
ms
cautela
antes
de
emprender
una aventura. Por ejemplo,
antes
de
su tercera
y
ltima salida pide consejo al bachiller Sansn Carrasco
y
ste lo anima
a
seguir
adelante:
[ .. ]
Don
Quijote [ ... ]
determin de hacer de
all a
tres
o
cuatro das otra
salida; y
declarando su intento al bachiller, le pidi
consejo
por qu
p rte
comenzara su jor-
nada; el cual [ .. ] alable ser honradsima y valentsima su determinacin [Il, 4, pp.
69-70].
Poco
a poco, y
Cervantes parece recrearse
en
la progresiva
desintegracin
del
personaje, Don Quijote ve desmoronarse todo aquello
en
lo que haba credo.
Su
actitud es cada vez ms de una pasividad absoluta. Acepta
las
circunstancias,
pues se siente impotente para
reordenar el mundo.
Ese sentimiento de impoten-
cia llevar al
caballero a una desilusin que, como se ha dicho ms arriba,
lo
matar, no sin
antes
haber hecho
una
renuncia fonnal en
los siguientes tnninos:
[ ..]
ya yo
no soy Don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a
quien
mis
costumbres
me
dieron
renombre
de Bueno
[Il, 74, p. 588].
El profesor
Avalle Arce matiza
el
alcance
de
tales
palabras:
Al
deponer su nombre, Don Quijote ha renunciado a su voluntad,31
Conclusiones
No
discutiremos
aqu qu
pretenda Cervantes al escribir
su obra maestra, el
Quijote.
Parece comnmente aceptado que la intencin
era
parodiar
los
libros
de
caballeras.
En
la
actualidad intenta
tomarse
este aserto
en toda
su extensin y
se defiende
la
risa a
carcajadas
como
clave de la
obra,
tal como s e supone--
la
entendieron los contemporneos de Cervantes.
Sin embargo, otros sectores consideran
que
el autor va ms all, en ocasio-
nes intencionadamente, otras
sin
querer .
Algunos
crticos han querido ver
en
la
obra
cervantina rasgos propios
del
erasmismo
Vilanova, Castro),
otros interpre-
tan las peripecias del personaje
principal
a la
luz
de
la fina irona de
su creador
(Madariaga,
Avalle Arce).
Porque
la novela
no es
slo
una parodia. Contiene
de-
masiados elementos, que no escaparon antes ni escapan hoy
al pblico
lector.
Desde
la
locura pueden
defenderse
puntos de vista
impensables
en
la Espaa
de
la
Contrarrefonna, tales como
la
justicia,
la
libertad,
la
voluntad. Tambin
un
loco puede dar su opinin sobre cualquier tema, gozando
de
una peculiar
lucidez.
Los
discursos
y
parlamentos
de
Don Quijote
a lo
largo
de
la
obra reflejan,
al
menos parcialmente, el
ideario cervantino
sobre la vida,
l arte
Y la literatura. La
locura, adems, proporciona ilusin al individuo y
lo
hace
feliz.
De igual manera,
31. J B Avalle
An::e
.Don Quijote o
la
vida
como obra
de arte, en Nuevos deslindes cervantinos op. it .
nota 2, 375.
241
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wurdes
im
oberna
IIlCIAC 1990
slo la falta de juicio
puede
posibilitar el desarrollo
de
un pensamiento sobre la
relatividad
de las
cosas y la
ausencia de
valores absolutos
tanto
reales
como
fmgidos.
Pero
Don
Quijote no poda vivir
eternamente
y es en la Segunda
Parte donde
empezamos
a ver una leccin
de
desengao. Sigue la ideologa
anterior pero
falta
el entusiasmo desfallece el
protagonista
se desengaa su
creador.
Don Quijote
debe morir al
igual
que un ao
despus
lo har Cervantes; debe morir porque ha
perdido la ilusin al
recuperar
la cordura. l
entusiasmo
del Renacimiento sucede
el desencanto barroco. Don
Quijote
ya
no se muestra activo no muere se deja
morir
como bien
dice
Sancho
entre
sollozos. Pero
incluso
aqu Cervantes hace
que su
criatura deponga
su nombre. Quien
muere
es Alonso Quijano el Bueno no
Don
Quijote
de
la Mancha en una sabia leccin
no
exenta de melancola
de que
la
fantasa no
muere nunca
y Don Quijote pervivir --como lo
ha hecho-- en
las
mentes de
los
lectores a lo largo de los
tiempos.
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