Post on 06-Jul-2015
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De la escuela a casa: aportes para pensar el lugar de las tareas
domiciliarias en la evaluación de los estudiantes
Cecilia Emery1
Desde abril de 2013, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd) lleva a
cabo una investigación que indaga sobre las prácticas de evaluación de aprendizajes
en las aulas del último año de educación primaria y del primer año de educación media
en instituciones públicas y urbanas de Uruguay. Este estudio, que reúne la perspectiva
de docentes y estudiantes, se propone explorar el papel de la evaluación en un
momento clave de la escolaridad como es la transición entre ciclos educativos.
Con independencia de los hallazgos que el referido estudio pueda presentar en
adelante, se vierten en este artículo opiniones relevadas en las entrevistas con el fin
de reflexionar sobre la importancia que algunos docentes asignan a las tareas
domiciliarias, su incidencia en la construcción de la calificación y, considerando
especialmente la educación media, la preponderancia de los “deberes” frente a otros
aspectos del desempeño, en el marco de un reciente proceso de universalización de
este ciclo de enseñanza que incluye en el sistema numerosos estudiantes como
primera generación.2
Perspectivas docentes3
Los docentes manifiestan posturas diversas con relación al uso de las tareas
domiciliarias como dispositivo de evaluación de aprendizajes, pero quienes dicen
emplearlas para la evaluación de aprendizajes son amplia mayoría frente a los colegas
que no lo hacen. La mayor parte de los docentes que no las cuentan entre sus
prácticas más frecuentes expresa tener dificultades a la hora de establecer cuánto de
lo que el estudiante presenta como elaboración propia en una tarea domiciliaria le
corresponde efectivamente:
Lo que pasa con la tarea domiciliaria es que no sabés si lo hizo solo o
acompañado, entonces en realidad para mí no tiene el mismo rigor que el trabajo
de clase, más allá de que te das cuenta, ¿no?
Docente: [A] las tareas domiciliarias no les doy tanto valor, porque muchas veces
no están hechas por ellos.
1 Este trabajo toma insumos de la investigación “Evaluación y tránsito educativo. Estudio de propuestas
de evaluación en las aulas de educación primaria y media en Uruguay”, a cargo de un equipo técnico del INEEd integrado por: Silvina Larripa, Jennifer Viñas Forcade, Cecilia Emery, María Noé Seijas, Vanessa Anfitti y Fiorella Ferrando. 2 Se recomienda la lectura de Claudia Jacinto y Flavia Terigi, ¿Qué hacer ante las desigualdades en
educación secundaria? Aportes de la experiencia latinoamericana, Santillana, Buenos Aires, 2007. 3
Se han entrevistado maestros de 6° de primaria (25) y profesores de Ciencias físicas, Historia, Idioma español y Matemática de 1° de secundaria (46) y educación técnica (15). Este artículo vierte sus opiniones como colectivo docente, sin discriminar la disciplina o el nivel de enseñanza en que cada uno se desempeña.
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Entrevistador: ¿Los ayudan mucho en la casa?
Docente: Algunos, a algunos sí y otros no traen, entonces no…
Entrevistador: ¿No lo podés tomar del mismo modo?
Docente: No.
Otros docentes han abandonado el trabajo domiciliario porque la experiencia
acumulada les muestra que son muy pocos quienes responden las consignas:
“hacemos ejercicios en clase similares, hacemos varios, porque el tema de la práctica
es bastante importante y es casi el único elemento con el que contamos […] porque de
hecho no tenemos trabajo en casa, de hecho me rinde muchísimo trabajar en clase y
no mandar tareas domiciliarias porque es muy bajo el porcentaje de gente que la trae.”
En términos generales, los docentes que no encomiendan frecuentemente tareas a
realizar en casa han adoptado en cambio diversas estrategias para ejercitar
procedimientos o repasar conceptos del curso en el tiempo dispuesto para el trabajo
en el aula. Dicho de otro modo, mantienen en el aula las tareas que los estudiantes,
por diversas causas, no realizan fuera de ella.
Los docentes que sí dicen emplear este dispositivo para la evaluación de aprendizajes
asocian las tareas domiciliarias, en todos los casos, a la construcción de la calificación
(“notas”) de los estudiantes.
…yo lo que hago es: cada 15 días mando una tarea domiciliaria que pesa mucho
en el promedio.
Están las tareas domiciliarias, que corrijo una por una y ahí va a la libreta el que
la hizo, el que no la hizo, es obligatoria. […] pero claro, el que la deja pasar
también le queda la marquita en la libreta.
…yo les hago un escrito mensual pero, entre medio, tienen escritos domiciliarios
que les llamo yo ‘simulacros de escritos’, que son notas que uno tiene en cuenta
en el momento de evaluar al estudiante.
En algunos casos se tiene en cuenta la frecuencia y constancia en la entrega de
tareas domiciliarias como un aspecto preponderante del desempeño del estudiante,
incluso frente a logros obtenidos en otras evaluaciones:
Entrevistador: ¿O sea que la modalidad de evaluación que mayor influencia tiene
serían los deberes?
Docente: Los deberes y el trabajo en la clase individual.
Yo mando muchísimos deberes entonces ellos si no cumplen con las tareas y
tienen un escrito bajo, obviamente su promedio va a ser bajo. Si tienen un escrito
muy alto y no cumplen con las tareas su promedio también va a ser bajo.
Finalmente, son excepcionales los docentes que dicen orientar las propuestas de
trabajo domiciliario a los estudiantes a los que les va bien en el curso aunque, también
en estos casos, lo hacen como sustituto de otras modalidades de evaluación para la
calificación: “[a] los estudiantes que tienen nota de promoción, yo les mando un trabajo
domiciliario, no les hago hacer la prueba…”.
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¿Para qué evaluamos los docentes?4
Dado que la evaluación no constituye un fin en sí mismo, los docentes debemos
preguntarnos el para qué de la práctica evaluadora. Tal definición influirá en el tipo de
diseño que la evaluación adquiera, ya que los instrumentos también responden a la
naturaleza de lo que se pretende evaluar.
Cuando un docente evalúa a los estudiantes con el fin de obtener información acerca
de su aprendizaje, de comprender en qué etapa del proceso se encuentran respecto
de los fines que se ha trazado y abordar las dificultades que cada caso presenta,
decimos que la evaluación es formativa:
Normalmente se utiliza el término “evaluación formativa” para designar a las
evaluaciones cuyo propósito principal es servir de base para tomar decisiones y
emprender acciones de mejora de aquello que ha sido evaluado.5
Así, las evaluaciones de tipo formativo nos sirven para comprender, y eventualmente
repensar, el rumbo de los procesos de aprendizaje y sus posibilidades de mejora.
Pero la evaluación es también una práctica social por su función certificadora:
construye la identidad escolar de un estudiante dando cuenta de sus éxitos y fracasos,
de qué cosas fue capaz de aprender en un curso y cuáles no, a la vez que empodera a
los docentes por ser los competentes en materia de acreditación de saberes.
Al final de un grado o de un ciclo educativo, es necesario que las instituciones indiquen
qué estudiantes han logrado los conocimientos y competencias estipulados para ese
nivel ––lo cual además implica que se encuentran preparados para realizar los estudios
correspondientes al nivel siguiente––.6
Las evaluaciones aplicadas para construir calificaciones que establezcan el nivel de
suficiencia del desempeño de un estudiante, comúnmente llamadas evaluaciones
sumativas, son las que tienen consecuencias en las trayectorias educativas. De
manera que resulta particularmente relevante discernir cuáles son los instrumentos de
evaluación de los que disponemos a los efectos de calificar o certificar los
aprendizajes de nuestros estudiantes y cuáles son los más adecuados para
comprender y fortalecer el proceso de aprender.
De los entrevistados, son excepcionales los docentes que diferencian las funciones de
la evaluación a la hora de presentar las propuestas que han elaborado.7 No obstante,
a partir de los testimonios recogidos en las entrevistas sobre sus concepciones de la
evaluación, es posible inferir que en primaria predomina la práctica de evaluaciones
formativas mientras que en educación media evaluar es sinónimo de asignar una
calificación a diversos aspectos del desempeño de un estudiante (aprendizaje,
“actitud” en clase, asistencia, contar con materiales necesarios, trato con compañeros,
4 A partir de Pedro Ravela, Fichas didácticas para comprender las evaluaciones educativas,
Preal, Montevideo, 2006. 5 Ibídem, p. 24.
6 Ibídem, p. 22.
7 Parte de la pauta de entrevista abordaba las propuestas de evaluación que los docentes
facilitaron al equipo para su análisis.
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etc.) que, conjugados según el criterio del docente, constituyen la calificación de un
período y la final del curso.
Lo anteriormente señalado tiene por contexto en nuestro país, a partir de la Ley
general de educación vigente,8 la extensión de la obligatoriedad de la enseñanza
media básica a la media superior, que prescribe el derecho -y deber- a la educación de
todos los jóvenes uruguayos.
La inclusión en el sistema educativo de nuevos estudiantes, provenientes de los
estratos sociales con menores recursos, muchos de los cuales son los primeros de su
entorno familiar en asistir a un aula de media, plantea profundos desafíos en materia
de reestructura organizacional y pedagógica, también con relación a las prácticas de
evaluación en las aulas.
Y si, como hemos observado, las tareas domiciliarias aún son un aspecto
preponderante en la calificación de un estudiante, incluso siendo tareas a realizar
fuera del aula, que dependen en gran medida de los recursos propios del estudiante y
que no cuentan con el acompañamiento del docente, cabría preguntarse en adelante
si son un dispositivo de evaluación adecuado a los efectos de acreditar aprendizajes.
¿No sería más apropiado proponer consignas domiciliarias con fines formativos? ¿Y si
los desempeños considerados por el docente para acreditar suficiencia fueran
principalmente los relacionados con el aprendizaje en el ámbito del aula? ¿Por qué
priorizar una evaluación que tiene consecuencias en la trayectoria del estudiante pero
que apela a los recursos dispuestos fuera del centro educativo?
Sin desconocer los fundados motivos por los que los docentes recurren a las tareas
domiciliarias como dispositivo de evaluación ni desestimar su potencial catalizador de
los aprendizajes, consideramos oportuno ampliar la mirada hacia los procesos de
cambio que actualmente atraviesan los centros educativos, para poder revisar
nuestras prácticas docentes, también las de evaluación.
8 Ver MEC, Ley general de educación n°18.437, IMPO, Montevideo, 2008.