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La construcción del Estado liberal
12.5. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. Reinado de Alfonso XII: el sistema canovista y la
Constitución de 1876. La Restauración es el nombre que recibe una larga etapa de la historia de España,
derivado de la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII,
hijo de Isabel II. La primera etapa de la Restauración corresponde al reinado de
Alfonso XII (1875-1885).
La Restauración se inició con el pronunciamiento del general Martínez Campos
pero el artífice del sistema fue el abogado conservador, Cánovas del Castillo, que
consiguió la abdicación de Isabel II e hizo firmar a Alfonso XII el Manifiesto de
Sandhurst, pero no su nombramiento por las Cortes porque Martínez Campos se
adelantó.
El sistema canovista tenía como objetivo una
estabilidad política en base a un consenso entre las
dos grandes familias liberales, evitando revoluciones
que pusieran en peligro los intereses de las clases
altas.
Se asienta entre 3 bases:
La Constitución de 1876, vigente hasta 1923. Intenta armonizar las dos
posturas liberales. Es fundamentalmente moderada (inspirada en la de 1845):
soberanía compartida, amplios poderes de la Corona, carácter oficial de la
religión católica, centralismo administrativo, etc.; pero reconoce en teoría los
derechos y libertades individuales que serán regulados por leyes. El tipo de
sufragio no aparece en la Constitución sino en una Ley Electoral que establece
el censitario (1878) con Cánovas y el universal con Sagasta (1890).
El turno pacífico de 2 Partidos: alternancia en el poder del partido conservador de Cánovas y del liberal de
Sagasta, que se realizaba gracias a un pacto previo entre ambos y la manipulación electoral mediante el
“encasillado”.
El caciquismo era el instrumento de la manipulación electoral. Los caciques, personas ricas e influyentes de la
España rural utilizaban su poder económico para presionar a los electores o realizaban el fraude (pucherazo).
En esta primera etapa predominaron los gobiernos conservadores (Cánovas) con los que se asentó el sistema
gracias a la pacificación del país (fin de la guerra carlista y de Cuba), al agotamiento de la sociedad por la
inestabilidad anterior, a la coyuntura económica favorable y a la popularidad del rey.
12.6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN: La Regencia de Mª Cristina de Habsburgo y el turno de
partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.
La muerte prematura del rey colocó en la regencia a Mª Cristina de Habsburgo
(1875-1900), 2ª mujer de Alfonso XII, con poca experiencia por lo que los líderes
firmaron el Pacto del Pardo para fortalecer el sistema.
El “gobierno largo” de Sagasta (1885-1890) se
caracteriza por:
- Las reformas políticas que convierten a España en
una teórica democracia: libertad de prensa, de
imprenta y de cátedra, derecho de asociación, jurado y
sufragio universal.
- Iniciar la preocupación por “la cuestión social”
(condiciones de vida de la clase obrera)
- Una política económica proteccionista en una
situación de crisis económica.
La oposición al sistema es minoritaria. La forman:
- Los carlistas que renuncian a las armas y participan en las elecciones. Siguen teniendo cierto apoyo en el
norte. División entre moderados que aceptan el sistema e integristas.
- Los republicanos están muy divididos. Exigen mayor democratización y reformas sociales. Mantienen
cierto apoyo de las clases medias urbanas que les permitirá tener diputados en las Cortes desde 1890.
- Los socialistas. En 1879 se crea el PSOE de ideología marxista. Rechazan el capitalismo pero
participan en la lucha electoral –dejando la revolución socialista para el futuro- para conseguir mejorar
La construcción del Estado liberal
la condición de los obreros. El POSE crea la UGT. - El movimiento obrero está dividido desde 1872 (disputas entre Marx y Bakunin en la I Internacional):
o Anarquistas: rechazan el capitalismo y todo tipo de autoridad. Su objetivo inmediato es la
revolución inmediata y la creación de colectividades igualitarias. Es el grupo mayoritario
(Andalucía y Cataluña). Crearon sindicatos muy fuertes (FRE dentro de la I Internacional, FRT y
Solidaridad Obrera) pero la represión y sus divisiones internas les debilita cada cierto tiempo.
o Socialistas. La UGT utiliza tácticas moderadas (huelga, negociación, lucha política). Son
minoritarios (obreros del País Vasco y Madrid). Su crecimiento es lento pero continuado.
- La oposición intelectual.
- El regionalismo y el nacionalismo aparecen en las regiones con lengua propia, tradiciones foralistas y rasgos
peculiares (mayor industrialización) como rechazo al uniformismo liberal y por influencia del nacionalismo
europeo.
o El nacionalismo catalán es moderado: reclama el proteccionismo y la autonomía. En 1882 Valentí
Amirall creó el Centre Catalá; en 1891 Enric Prat de la Riba fundó la Unión Catalanista, que
elaboró las Bases de Manresa, primer programa catalanista. En 1901 se formó la Lliga de Francesc
Cambó, un gran partido conservador de la burguesía catalana.
o El nacionalismo vasco en su origen (PNV, de Sabino Arana) es radical, antiespañolista,
independentista, racista e integrista católico; pero pronto se divide entre un sector moderado y otro
radical. Se apoya en el campesinado. Hasta principios del S. XX carece de fuerza.
12.7. GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898
Las colonias americanas, Puerto Rico y sobretodo Cuba tienen un gran
interés económico para España. Su economía se basa en la agricultura
de plantación destinada a la exportación (caña de azúcar, tabaco y
algodón) con mano de obra esclavista. Los hacendados y la burguesía
catalana con un mercado exclusivo (protegido) para su industria son los
grandes beneficiados. El pueblo y los comerciantes criollos de las islas
salen perjudicados económicamente (su comercio con EEU podría ser
más beneficioso sin los fuertes aranceles proteccionistas), son
gobernados por un Capitán General y carecen de derechos políticos. La
influencia norteamericana es cada vez mayor en esta zona (grandes
propietarios).
- La 1ª guerra o “guerra larga” terminó con la Paz de Zanjón (1878) pero el descontento de los criollos se
mantiene. El proyecto de autonomía de Maura (1893) será rechazado por la oligarquía peninsular y los
hacendados españolistas.
- En 1895 se reanuda la insurrección en Cuba (Grito de Baire) dirigida por el poeta José Martí que murió ese
año; los capitanes Maceo y Máximo Gómez organizaron una implacable guerra de guerrillas. El gobierno de
Madrid utilizó varias tácticas: negociación, guerra (Martinez Campos) y dureza (Weyler) que fracasaron. La
destitución de Weyler (gobierno de Sagasta tras el asesinato de Cánovas) y la promesa de autonomía llegan
tarde.
- En Filipinas, estalló otra revuelta dirigida por Rizal y Bonifacio. La respuesta española fue primero militar
(ejecución de los dirigentes) pero después se llegó a un acuerdo.
- La ayuda americana a los rebeldes –con la intención imponer un imperialismo en zonas estratégicas- hizo
imposible la victoria española. La explosión del Maine llevó a la guerra con EEUU. Los españoles no son
conscientes de su inferioridad militar y se produce un desastre naval en Cuba y Filipinas.
En el Tratado de París, España cedió Filipinas y Puerto Rico a los EEUU y reconoció la independencia de Cuba
que quedó bajo la “protección americana”. Otras islas del Pacífico serían vendidas.
La pérdida de las colonias provocó una gran conmoción social y trajo importantes consecuencias:
- Demográficas: pérdida de 200.000 soldados, la mayoría de las clases inferiores; mutilados y enfermos que no
reciben ayuda. El antimilitarismo aumenta a nivel popular.
- Económicas: pérdida de mercados, repatriación de capitales y un mayor proteccionismo.
- Militares: conciencia de la existencia de un ejército anticuado, con exceso de mandos y una tropa mal
preparada; desprestigio del ejército que trata de paliar con la intervención en Marruecos.
- Políticas: surge una corriente crítica con el poder que se plantea la regeneración de España, representada por
Joaquín Costa. Los políticos del sistema se hacen eco de las críticas pero sus intentos de “renovación desde
arriba” fracasaran.
- Ideológicas: una fuerte crisis moral, de pesimismo y amargura invade al país (“España sin pulso). Este
sentimiento se refleja en la Generación del 98 que reflexiona sobre el ser de España.
La construcción del Estado liberal
12.5. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. REINADO DE ALFONSO XII: EL SISTEMA
CANOVISTA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1876.
Con este nombre, derivado de la restauración de la monarquía borbónica
en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II, se denomina a un sistema político
y a un periodo de la historia de la España contemporánea que abarca desde 1875
hasta 1923: del golpe de Estado del general Martínez Campos hasta el golpe de
Estado del general Primo de Rivera. La primera etapa de la Restauración
corresponde con el reinado de Alfonso XII.
La Restauración se inició con el pronunciamiento militar del general
Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto (Valencia). Pero el
verdadero artífice del nuevo sistema político fue el abogado conservador,
Antonio Cánovas del Castillo, que preparó la vuelta de Alfonso XII
aprovechando el descontento existente entre las clases acomodadas por las
reformas del Sexenio revolucionario. En primer lugar, logró la abdicación de
Isabel II en su hijo Alfonso; después le hizo firmar a éste el Manifiesto de
Sandhurst (nombre de la Academia Militar en la que estudiaba en el RU) en el
que anunciaba un programa político inspirado en las ideas canovístas y, en
último lugar sería designado rey por las Cortes, pero el general Martínez
Campos se adelantó a esto.
Cánovas era un político conservador, procedente de la Unión Liberal,
partidario de un sistema liberal autoritario pero a la vez era un político
pragmático que consideraba que había que renovar el viejo sistema.
Su principal objetivo era garantizar la estabilidad política evitando los pronunciamientos y revoluciones,
que habían caracterizado a la España del S. XIX, para que las clases altas no vieran amenazados sus intereses por
las aspiraciones de otros grupos sociales. Esto exigía un consenso sobre “principios básicos”: la monarquía, la
unidad de España, la libertad y la propiedad, mientras que sobre otros temas cabían discrepancias (sufragio,
ejercicio de las libertades, etc.). El consenso excluía a los partidos de izquierda (republicanos y socialistas) y a los
carlistas.
El sistema político canovista se asienta sobre tres bases: la Constitución de 1876, el turno de partidos y el
caciquismo.
La CONSTITUCIÓN de 1876
Siguiendo las ideas de Cánovas, se trata de una constitución liberal-doctrinaria inspirada en la moderada de
1845, pero más flexible, de forma que pueda ser aceptada por todas las tendencias liberales, y permita introducir
reformas sucesivas; por ello, muchos artículos se redactan con cierta ambigüedad o remiten a leyes posteriores
para su desarrollo (por ejemplo, el sufragio). Con ella se pretende dar estabilidad política al país ya que las dos
ramas del liberalismo pueden aplicar sus programas sin cambiar la constitución. Esta Constitución será la más
duradera de todas al estar en vigor hasta 1923 (Dictadura de Primo de Rivera), aunque con suspensiones.
En lo fundamental, recoge los principios del liberalismo doctrinario de la C. de 1845:
- Soberanía compartida (Rey con las Cortes) siguiendo el liberalismo doctrinario.
La construcción del Estado liberal
- Forma de Estado: monarquía hereditaria con amplios poderes: nombra al Jefe de Gobierno (poder
ejecutivo); tiene derecho de veto legislativo, convoca y disuelve las Cortes (poder moderador) y asume la
Jefatura del Ejército (que deja de intervenir en la vida política pero se convierte en una fuerza de apoyo
al régimen con una tendencia claramente conservadora).
- Cortes Bicamerales: Congreso elegido por los electores y Senado elegido en parte por el Rey y en parte
por sufragio censitario indirecto, lo que garantiza la presencia de las oligarquías. La Constitución no
especifica el tipo de sufragio para elegir al Congreso, remitiéndose a una Ley Electoral, que durante el
gobierno de Cánovas estableció sufragio censitario (1878) pero durante el de Sagasta estableció el
sufragio universal masculino (1890).
- Administración centralista del Estado. Los alcaldes de ciudades con más de 30.000 habitantes son
nombrados por el rey. Se estableció la unidad jurídica y se abolieron los fueros de las provincias vascas,
estableciendo el servicio militar y la igualdad fiscal para todos.
En lo secundario, recoge la herencia progresista de la C. de 1869:
- Una amplia declaración de derechos y libertades individuales, que reproducen los de 1869, aunque la
mayoría se remiten a leyes. En la práctica habrá leyes restrictivas que los limitan. Así, la ley de Imprenta
de 1879 considera delito todo ataque al sistema de la Restauración.
- En el terreno religioso se adopta una fórmula intermedia entre la libertad de cultos (1869) y la
confesionalidad del Estado (1845). La religión católica vuelve a ser declarada oficial pero se toleraban
otras religiones (sin derecho a culto o manifestaciones públicas).
El nuevo sistema representa una continuidad con la época moderada del reinado de Isabel II; aunque se
reconozcan algunas reivindicaciones revolucionarias del Sexenio (al menos en teoría).
El turno pacífico de 2 Partidos
Para dar estabilidad al sistema político, Cánovas ideó el “turnismo” que consistía en la alternancia en el poder
de dos grandes partidos liberales.
La idea se inspiraba en la política británica pero sólo formalmente ya que en la España de la Restauración el “turno
pacífico” no se basaba en el resultado electoral sino en un pacto previo entre dos que excluía a los demás partidos.
Se constituyeron dos partidos que recogían la herencia moderada y
progresista.
- El Partido Liberal-Conservador, creado por el propio Canovas, que
aglutinó a las fuerzas conservadoras (antiguos moderados, unionistas,
carlistas más moderados e incluso algunos progresistas). Representaba la
derecha del sistema. Se apoyaba en la oligarquía (terratenientes, alta
burguesía financiera, Iglesia y altos cargos del ejército). Primero lo dirigió
el propio Cánovas y, después de su asesinato (1897), Silvela.
- El Partido Liberal Fusionista, fue creado en 1880 por Sagasta, un antiguo
progresista que se atrajo a los
demócratas y progresistas que habían
gobernado en el Sexenio y aceptaron el
nuevo sistema e incluso llegó a atraerse
a algunos republicanos como Castelar.
Representaba a la izquierda liberal. Su
programa fundamental consistía en desarrollar los derechos de la C. de
1869, como el sufragio universal.
Estos dos partidos no eran partidos de masas como los actuales (con
afiliados, agrupaciones y sedes) sino de notables, es decir, líderes políticos que
encabezaban una facción con clientes o amigos. La cohesión del partido
dependía del líder principal que debía repartir los beneficios del poder
La construcción del Estado liberal
equilibradamente. La unidad dentro de dichos partidos se mantuvo mientras vivieron Cánovas y Sagasta pero a su
muerte se produjeron divisiones internas.
La alternancia en el poder de los dos partidos se producía gracias al pacto previo entre los dos jefes (Cánovas y
Sagasta) y al falseamiento o manipulación de las elecciones. El turno de partidos se realizaba de forma inversa a
una democracia real. En un sistema democrático, el partido que gana las elecciones forma el gobierno; por el
contrario, en el sistema de la Restauración, el rey nombraba al Jefe de Gobierno y le otorgaba el decreto de
disolución de las Cortes y, después, el nuevo gobierno convocaba elecciones para tener una mayoría parlamentaria
con la que gobernar. La obtención de mayorías se conseguía con la manipulación electoral. El Ministerio de la
Gobernación “fabricaba” los resultados mediante el encasillado 12
-asignación previa de los escaños en los que se
dejaba un número suficiente a la oposición. Al haber un pacto previo entre los dos partidos, cada uno esperaba su
turno y no se denunciaba el falseamiento electoral.
El “turnismo” era un sistema destinado a mantener apartados del poder a las demás fuerzas políticas
antimonárquicas (carlistas, republicanos, socialistas) y nacionalistas, y a las masas populares.
El caciquismo
El fraude electoral generalizado era posible en el contexto de un país agrario y atrasado gracias al caciquismo.
Los caciques13
eran las minorías dominantes en la España rural, personajes ricos e influyentes (terratenientes,
prestamistas, notarios, comerciantes...), que controlaban su distrito y, siguiendo las instrucciones del Gobernador
civil (autoridad provincial) amañaban las elecciones. Los gobernadores habían recibido a su vez instrucciones del
ministro de la Gobernación de los resultados que debían salir en sus provincias siguiendo en encasillado acordado
por las elites políticas.
Los caciques usaban su poder económico para condicionar el voto utilizando amenazas, coacciones o
favores (saldo de préstamos, agilizar expedientes, sorteo de quintos, rebajas de impuestos) o acudían simplemente
al fraude electoral (compra de votos, falseamiento de las listas o el famoso pucherazo14
). Esto contribuyó a que
gran parte de la población no participara en unas elecciones que consideraban una farsa.
El sistema político canovista funcionó con cierto éxito durante los últimos años del S. XIX: reinado de
Alfonso XII y Regencia de Mª Cristina: se produjo una alternancia pacífica y los militares dejaron de intervenir en
la vida política.
En la primera etapa (1875-1885), durante el reinado de Alfonso XII, predominaron los gobiernos
conservadores presididos por Cánovas con los que se asentó el sistema gracias:
- La pacificación del país. El general Martínez Campos puso fin a la guerra carlista al derrotar en febrero de
1876 al pretendiente D. Carlos que se marchó al exilio. Los fueros de las provincias vascas fueron abolidos
aunque se mantuvo la autonomía fiscal (conciertos económicos) lo que alentaría el nacionalismo. También se
acabó con la guerra de Cuba con la Paz de Zanjón en 1878, que no duraría mucho.
- El agotamiento de la sociedad por la agitación del Sexenio de forma que se aceptó un sistema que traía mayor
tranquilidad.
- La coyuntura económica favorable (“fiebre del oro”) basada en la exportación de minerales y vino, que
finalizó en 1886 (competencia de los Países Nuevos, aparición de la filoxera, guerra de Cuba...).
- La popularidad del rey que aumentó después de su matrimonio y su pronta viudedad.
12
Encasillado: acuerdo entre conservadores y liberales por el que se decidía antes de las elecciones los escaños y los cargos
que correspondían a cada partido. 13
Cacique: nombre que los indios de América daban a sus jefes. Por extensión, se llamaba cacique a toda persona de gran
poder económico que ejercía una influencia política excesiva en su comarca o provincia. 14
Pucherazo: forma de fraude electoral consistente en introducir en la urna más papeletas que votos emitidos. Por extensión,
se llama pucherazo a todo falseamiento electoral.
La construcción del Estado liberal
12.6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. LA REGENCIA DE Mª CRISTINA DE HABSBURGO Y
EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
1. La Regencia de Mª Cristina (1885-1902) y el turno de partidos.
La prematura muerte de Alfonso XII en 1885 convirtió a su segunda
esposa Mª Cristina, con escasa experiencia, en la nueva reina regente hasta la
mayoría de edad de Alfonso XIII.
Los dos líderes reafirmaron en el Pacto del Pardo el funcionamiento
del sistema de turno: Cánovas cedía a Sagasta la jefatura del gobierno para
consolidar así el sistema.
Durante el llamado “gobierno largo” de Sagasta (1885-1890) se
producen:
Reformas políticas al aplicar el programa del Partido Liberal que
defendía la implantación de los derechos reconocidos en la Constitución
de 1869:
- Libertad de prensa e imprenta, suprimiendo la censura, y libertad de
cátedra (1887)
- Derecho de asociación (1887) que permitió la aparición de sindicatos
como la UGT y de partidos (PSOE, partidos republicanos, etc)
- Ley del Jurado (1888)
- Sufragio universal masculino (1890) El sistema de turno siguió basándose en la manipulación electoral pero el sufragio universal permitió que los
republicanos obtuvieran algunos diputados en las ciudades donde no funcionaba el caciquismo.
Acercamiento a la “cuestión social” al crearse, por iniciativa de Segismundo Moret, la Comisión de
Reformas Sociales con el fin de estudiar la situación de las clases obreras que daría lugar al Instituto de
Reformas Sociales (1903).
La crisis económica a partir de 1886: competencia de los Países Nuevos, aparición de la filoxera, guerra de
Cuba, llevó a una política económica proteccionista. El arancel de 1891 protegía a la industria vasca y
catalana, a la minería asturiana y a los cereales castellanos, aunque perjudicó al consumidor.
2. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo
Al margen del sistema canovista estaban los grupos políticos de la oposición, que no entraban en el turno de
partidos. Eran minoritarios.
Los carlistas, a la derecha, habían decidido renunciar a las armas y participaban en las elecciones. Su fuerza
era cada vez menor, aunque conservaron cierto apoyo en el País Vasco, Navarra y entre sectores católicos muy
conservadores. En 1888 se dividieron en la Unión Católica, que se integró en partido conservador y el sector
integrista de Nocedal, que no aceptaba el sistema liberal, formó el Partido Tradicionalista. El Vaticano, con
el aperturista León XIII, dejó de apoyarles.
Los republicanos defendían la democratización del régimen y ciertas reformas sociales. El apoyo de las clases
medias urbanas disminuyó por los desórdenes del Sexenio y por su adaptación al sistema. Al volver a la
legalidad en 1881 gracias a la libertad de asociación, se fragmentaron en diversos grupos:
- Castelar fundó el Partido Posibilista, que aceptó el sistema de la Restauración con sufragio universal y
terminó integrándose en el Partido Liberal de Sagasta en 1890.
- Salmerón dirigía a los republicanos unitarios.
- Ruiz Zorrilla dirigía a los radicales y organizó pronunciamientos fracasados desde el exilio.
- Pi i Margall lideró la opción mayoritaria, el federalismo, defendiendo el reformismo social.
Tras el sufragio universal (1890) se reunificaron (salvo los posibilistas) en la Unión Republicana (1903), lo
que permitió que por primera vez hubiera en las Cortes una importante minoría republicana.
La construcción del Estado liberal
Los socialistas aparecen como grupo político al fundarse en Madrid, de forma
clandestina, el PSOE (1879), el primer partido obrero de inspiración
marxista15
. Sus orígenes se remontan a 1872, cuando un pequeño grupo de
obreros de Madrid, que había entrado en contacto con Paul Lafargue (yerno de
Marx) fuero n expulsados de la FRE y crearon el primer núcleo marxista
liderado por el tipógrafo madrileño Pablo Iglesias. Este grupo de unas 250
personas estaba formado por tipógrafos de la Asociación del Arte de Imprimir
(una sociedad de resistencia al pasar a la clandestinidad) e intelectuales. A
partir de este grupo surgiría el PSOE (1879) cuyo fundador fue Pablo Iglesias
y su ideólogo el médico Jaime Vera. En 1888 fundaron su propio sindicato, la
Unión General de Trabajadores (UGT). El PSOE publicó su propio periódico
desde 1888, El Socialista, y participó en la creación de la II Internacional,
organización de partidos y sindicatos obreros de ideología marxista. El
socialismo arraigó en Madrid y los núcleos mineros e industriales del norte y
creció mucho en la última década del siglo. Se oponían al radicalismo
revolucionario y al apoliticismo de los anarquistas y defendían la participación en la actividad política para ir
obteniendo poco a poco mejoras parciales.
Desde 1890, al reconocerse el sufragio universal, el PSOE se centró en la actividad electoral, rechazando
toda alianza con partidos burgueses hasta mucho más tarde (en 1910 se presentaría a las elecciones aliados con
los republicanos). Lograron ciertos éxitos en las elecciones municipales pero hasta 1910 no consiguieron un
diputado; en estos mismos años organizaban manifestaciones pacíficas el 1º de mayo para reivindicar
la jornada laboral de 8 horas.
El movimiento obrero formó parte también de la oposición al sistema. Se fue desarrollando a la vez que se
iniciaba la industrialización porque las condiciones de vida y trabajo en estos momentos eran muy duras ya
que, hasta finales del S. XIX, los gobiernos liberales se limitaron a reprimir las protestas sin preocuparse por la
cuestión social. Durante el Sexenio, al amparo de la libertad de asociación, se creó la sección española de la
AIT o 1ª Internacional16
gracias a la labor del anarquista Fanelli, partidario de Bakunin; también llegaría a
España el marxista Lafargue con menor éxito. Tras el golpe de Pavía (1874), la Internacional fue ilegalizada y
el movimiento obrero pasó a la clandestinidad hasta 1881. Las disputas entre Marx y Bakunin en el seno de la
AIT llevaron a la división del movimiento obrero en el Congreso de la Haya (1872). La AIT se terminó
disolviendo. En España, la ruptura se produce en el Congreso de Zaragoza de 1872. La división del
movimiento obrero fue una causa de su debilidad.
- Los anarquistas son el grupo mayoritario en España17
. Defendieron una ideología colectivista, libertaria,
apolítica, anticlerical y revolucionaria. Tenían su mayor fuerza entre los jornaleros andaluces y los obreros
industriales catalanes. En 1870 crearon la FRE (Federación Regional Española), sección de la AIT, que
15
El socialismo-marxista. Marx elabora una doctrina a la que llama “socialismo científico” aplicando la dialéctica del Hegel
al análisis de la historia y de la sociedad capitalista de su época. Afirma que la lucha de clases, que ha existido desde la
aparición de la propiedad privada, es el motor de la historia. En el capitalismo, la lucha de clases enfrenta a burgueses y
proletarios (obreros) y es inevitable que la clase obrera acabe con el capitalismo mediante la revolución socialista. La
revolución socialista destruirá la propiedad privada, socializará los medios de producción, e impondrá la dictadura del
proletariado. La dictadura del proletariado es una fase intermedia pero necesaria, para acabar con la resistencia y con la
ideología burguesa, que llevará hacia la sociedad sin clases o comunismo. También defiende la necesidad de crear partidos
obreros para dirigir la revolución y, hasta que ésta sea posible, participar en las elecciones de las democracias burguesas para
mejorar las condiciones de vida de los obreros. Los partidos obreros crearán sindicatos para defender los intereses concretos de
los trabajadores mediante la huelga y la negociación.
16
AIT o 1ª Internacional: es la primera organización obrera de carácter internacional formada por grupos de distinta ideología
socialista. En ella se produjo el enfrentamiento entre anarquistas y marxistas. Los anarquistas fueron expulsados. La AIT
terminó disolviéndose a consecuencia de la represión que siguió a la Comuna de París y de su propia división interna. A partir
de ese momento el movimiento obrero aparecerá dividido en anarquistas y socialistas. 17
El anarquismo. Sus ideólogos (Bakunin y Kroptkin) defienden la libertad del individuo y la igualdad social. Rechazan la
sociedad burguesa y todo tipo de autoridad, atacan a la Iglesia y al ejército como bases de la sociedad burguesa; propugnan la
destrucción del Estado y de la propiedad privada y la organización de la sociedad en comunas; valoran la educación y rechazan
toda participación en el juego político. La sociedad sin clases se conseguirá mediante la revolución espontánea de las masas. El
método de lucha era el sindicalismo aunque algunos practicaron el terrorismo
La construcción del Estado liberal
cuando fue ilegalizada contaba con 40.000 afiliados. Desde 1881, la Ley de Asociaciones del gobierno
liberal, permitió la creación de la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española) en la que
destacó Anselmo Lorenzo. La FTRE creció mucho hasta que se debilitó y se disolvió en 1888 debido la
represión del gobierno por las acciones violentas en Andalucía (Mano Negra) y a su división interna
(anarco-terroristas, anarco-sindicalistas). A partir de 1901 diversos grupos se organizaron en torno a la
publicación “Solidaridad Obrera” y en 1911 nació la CNT, el mayor sindicato español.
- Los socialistas son el grupo minoritario. En 1888, siguiendo las directrices que había marcado Marx, el
PSOE fundó su sindicato afín, la Unión General de Trabajadores (UGT), que se nutrió de obreros de las
sociedades de oficio madrileñas, de los obreros de la minería asturiana y de la metalurgia vasca. Los
objetivos de la UGT son sindicales: la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. Sus tácticas
eran mucho más moderadas que las de los anarquistas y no rechazaban la lucha política ni la negociación-.
La oposición intelectual estaba formada por pensadores, profesores universitarios, novelistas, etc. que eran
contrarios a un sistema que impedía la modernización del país y el acercamiento a la Europa más avanzada.
Los regionalismos y nacionalismos periféricos, que aparecieron a finales del S. XIX en Cataluña y el País
Vasco, fueron movimientos de oposición apoyados por las burguesías locales. El sistema canovista fue incapaz
de integrarlos.
3. Regionalismo y nacionalismo
El regionalismo y el nacionalismo son ideologías que surgieron en Europa en el S. XIX como consecuencia
del liberalismo (principios de la soberanía nacional) y el romanticismo (movimiento cultural que fomentó la
recuperación de las tradiciones). Se basan en el reconocimiento de la existencia de las “naciones” o realidades
diferenciadas por su lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres propias.
En España aparecieron, con cierto retraso respecto a Europa, en regiones con lengua propia y tradiciones
foralistas (Cataluña y el País Vasco) como rechazo al Estado centralizado que los gobiernos liberales fueron
reforzando al imponer leyes unificadoras. Además, la industrialización iniciada en Cataluña y el País Vasco
acentuó los rasgos peculiares de dichas regiones.
El regionalismo pretende la defensa de la región mediante la autonomía administrativa. El nacionalismo18
sostiene que cada pueblo o nación tiene derecho a ejercer la soberanía sobre su territorio, lo que significa que a
cada entidad cultural o nación debe corresponder un Estado independiente. En general, se trata de fases de un
mismo proceso que se inicia con la recuperación de la cultura propia, le sigue la reivindicación de la autonomía de
la región dentro del Estado y, si esto fracasa, se pasa a una fase nacionalista más radical que exige la
independencia.
a) El nacionalismo catalán
En la guerra de Sucesión, Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón, habían perdido sus leyes y
fueros particulares con los Decretos de Nueva Planta. En el siglo XIX, al desarrollarse el nacionalismo en
Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre una burguesía que estaba protagonizando la revolución
industrial como consecuencia de la confluencia de cuatro elementos:
18
El nacionalismo es un movimiento que surgió en Europa en el S. XIX como consecuencia del liberalismo, que
planteó el derecho de los pueblos a crear sus propios estados, y una corriente cultural -el romanticismo- por su interés por la
historia (especialmente la medieval), por el folclore popular y las lenguas propias. En todos los nacionalismos hay unos rasgos
comunes: una lengua propia distinta a la que existe en la mayoría del Estado; una figura intelectual, respetada por casi
todos, que crea discípulos y se convierte en una especie de "padre de la patria". También se da una evolución en tres fases:
inicial o culturalista en la que el "padre de la patria" y sus discípulos empiezan a difundir la cultura de ese pueblo. Cuando la
difusión cultural alcanza la suficiente importancia se da paso a otra etapa, en la que se mezcla el interés por lo cultural y lo
político, la fase regionalista, centrada en reivindicar autonomía dentro del Estado. Finalmente, si se fracasa en esas
reivindicaciones de autonomía, o por otras circunstancias, se pasa a la etapa estrictamente nacionalista más radical que la
anterior, puesto que normalmente lo que se pide es la independencia de esa región o comunidad.
La construcción del Estado liberal
- La Renaixença, un movimiento cultural ligado al romanticismo, surgido a mediados del siglo que buscaba
la recuperación de la lengua y las tradiciones culturales catalanas. El movimiento tuvo gran éxito. Se
crearon los Juegos Florales (1859) para potenciar la literatura catalana. Verdaguer, Rusiñol y otros la
elevaron una gran altura la cultura catalana.
- El federalismo, al defender la autonomía de las regiones también contribuyó al desarrollo del
nacionalismo.
- El tradicionalismo: movimiento conservador que se oponía al estado liberal por anular las antiguas
creencias y tradiciones (el carlismo) había tenido mucho peso entre los campesinos del interior de
Cataluña.
- La defensa del proteccionismo para la industria catalana contribuyó a la toma de conciencia nacional por
parte de la burguesía.
El iniciador del catalanismo fue Valentí Almirall, un ex republicano federal, que
creó en 18 82 el Centre Catalá, una entidad para defender los intereses económicas y
culturales del Cataluña. En 1885 redactó el Memorial de Greugues o agravios, que se
entregó a Alfonso XII, rechazando el librecambismo del gobierno y reivindicando el
uso de la lengua catalana y de su derecho civil tradicional. En 1886 publica el libro
Lo catalanismo (1886) en el que defendía la autonomía frente al centralismo.
En 1891 Enric Prat de la Riba fundó la Unión
Catalanista, con el fin de aglutinar a todas las tendencias
catalanistas, de ideología conservadora y católica, que
elaboró las Bases de Manresa (1892), el primer programa de catalanismo, en el se
reclama la autonomía y el restablecimiento de las instituciones tradicionales
(Corts y Generalitat). Es un proyecto conservador que defiende el sufragio
censitario y no recoge los derechos y libertades.
En 1901 nace el primer gran partido catalanista, la Lliga
Regionalista, con Francesc Cambó como principal
dirigente y Prat de la Riba como ideólogo. Es un partido
conservador, católico y burgués que defendió la autonomía
(no el independentismo) y los intereses económicos de los industriales catalanes y
criticó duramente el sistema de la Restauración. En el reinado de Alfonso XIII fue el
partido político más importante de Cataluña y llegó a participar en el gobierno de
Madrid. El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el campesinado,
mientras que la clase obrera abrazó mayoritariamente el anarquismo
b) El nacionalismo vasco
En el País Vasco, el renacimiento cultural y literario fue escaso debido a las dificultades de una lengua, el
euskera, difícil, arcaica, muy adaptada al mundo rural pero poco apta para el pensamiento literario; pero, en
cambio, había sido la zona de mayor arraigo del tradicionalismo católico (el carlismo) cuyas sucesivas derrotas
llevaron a la eliminación paulatina de los fueros hasta su liquidación en 1876.
El nacionalismo vasco surgió como rechazo al estado centralizador y al capitalismo y también por la influencia
del nacionalismo catalán que estaba adquiriendo mucha fuerza. La rápida
industrialización que provocó la llegada masiva de inmigrantes procedentes del resto de
España fue percibida por algunos políticos e intelectuales como una nueva amenaza para
sus tradiciones y costumbres.
En 1895 Sabino Arana, un integrista católico de ideas muy conservadoras, fundó el
PNV, diseñó la ikurriña (bandera nacionalista) y formuló los fundamentos ideológicos
del nacionalismo vasco:
- Creación de un estado independiente de la Nación Vasca, que incluiría siete
territorios: cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y tres
franceses.
- Radicalismo antiespañolista y antimonárquico para diferenciarse del
La construcción del Estado liberal
carlismo.
- Actitud racista: defendía la existencia de una raza vasca, única en el mundo, que debía mantenerse en su
pureza evitando la mezcla con otras. Esto implicaba el rechazo y desprecio hacia los inmigrantes
procedentes de otras zonas de España (maketos) que eran en su mayoría obreros industriales.
- Rechazo de la industrialización, que traía inmigrantes no vascos, e idealización del mundo rural.
- Integrismo religioso católico: subordinación de lo político a lo religioso. El lema del PNV era “Dios y
Leyes Viejas”. Arana llegó a insinuar que Euskadi (término inventado por los nacionalistas) debía estar
gobernado por la Iglesia. En este aspecto son continuadores del carlismo.
El PNV tuvo muchas dificultades desde sus comienzos y, en su seno, existieron siempre dos tendencias: una
radical independentista y otra moderada. Hasta 1918 no tuvo cierta importancia y nunca comparable a la de
Lliga en Cataluña; por lo que no consiguió ningún avance en sus aspiraciones. Su influencia fue mayor en las
zonas rurales o entre la pequeña burguesía de Vizcaya y Guipúzcoa. La gran burguesía no lo apoyaba y el
proletariado, procedente de otras regiones españolas, se inclinó por el socialismo.
c) El regionalismo gallego fue un fenómeno tardío y minoritario. En Galicia, hubo también un movimiento
cultural (Rexurdimento) de intelectuales que defendían la lengua y la cultura gallega, en el que destacaron
poetas como Rosalía de Castro que empezaron a escribir en gallego. El regionalismo político gallego
surgió como reacción contra el atraso económico de su región, que provocaba una fuerte emigración,
culpando al Estado español del abandono. Sus líderes, Alfredo Brañas, de ideología tradicionalista carlista,
y Martínez Munguía, esposo de Rosalía de Castro, de ideología liberal, crearon organizaciones que
reivindicaron la descentralización administrativa y el uso del gallego pero por sus diferencias ideológicas
no formaron un partido unificado.
d) Otras regiones hay regionalismos muy minoritarios. En Valencia, el regionalismo rechazó tanto el
centralismo del Estado como el nacionalismo catalán que consideraba a los valencianos como parte de la
misma comunidad. En Andalucía hubo un primer intento con Blas Infante que no se consolida y lo mismo
en Baleares y Aragón.
12.7. LA GUERRA COLONIAL Y LA CRISIS DEL 1898
1.- Los antecedentes
Tras la independencia de la mayor parte de las colonias a comienzos del siglo XIX (Ayacucho, 1824),
España conservaba restos de su imperio dispersos por el mundo: las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico,
Filipinas y otros archipiélagos del Pacífico y algunas posesiones en el continente africano.
La época de la Restauración coincide en la llamada “Era del Imperialism o” (1875-1914) en la que los países
más industrializados se reparten el mundo pero España, por su debilidad económica y militar, no sólo no podía
aspirar a participar en el reparto sino que tampoco va a poder defender su imperio.
Las colonias tenían gran interés económico para España: Cuba y Puerto Rico basaban su economía en una
agricultura de exportación (caña de azúcar, tabaco y café). Las grandes propiedades (plantaciones) en manos de
la oligarquía española o norteamericana estaban trabajadas por mano de obra negra esclava y proporcionaban
grandes beneficios. Sus relaciones comerciales con otros países estaban restringidas, eran gobernadas
despóticamente por un “Capitán General” y no estaban representadas en las Cortes españolas.
Cuba era la colonia más preciada por su desarrollo económico (primera productora mundial de azúcar) y
demográfico (2 millones de hab. en 1898). El proteccionismo impuesto desde Madrid reservaba este “mercado
cautivo” a la industria textil catalana y a los cerealistas castellanos. Los hacendados esclavistas y la burguesía
catalana eran los grandes beneficiados de la situación. La población de la isla y sus comerciantes criollos salían
muy perjudicados porque España no podía adquirir toda la producción de la isla ni podía abastecerla de todos los
bienes manufacturados viéndose obligados a comerciar con EEUU; pero el proteccionismo encarecía el comercio
con este país al que se exportaba el 90% de la producción.
El choque de intereses económicos dio lugar a enfrentamientos políticos. Los criollos ricos y las clases
medias urbanas apoyaban al Partido Liberal que defendía la autonomía frente a la oligarquía terrateniente
española, organizada en el Partido Unión Constitucional, que defendía el proteccionismo y rechazaba todo tipo de
autonomía por miedo a ver reducidos sus negocios.
La construcción del Estado liberal
Las islas Filipinas, también producían tabaco y azúcar pero los intereses económicos eran escasos, pero
era muy fuerte el poder de las órdenes religiosa. El dominio español se sustentaba en una pequeña presencia
militar.
2. La guerra de Cuba y Filipinas
En 1868, durante el Sexenio, estalló la 1ª sublevación en Cuba (Grito de Yara) exigiendo la independencia.
La Guerra Larga terminó con el Convenio de Zanjón (1878). Las promesas de autonomía no pudieron aplicarse
por la resistencia de los hacendados españoles que eran hostiles a toda concesión. El conflicto siguió latente.
Un movimiento similar –aplastado rápidamente- estalló en Puerto Rico, aunque en esta isla se abolió la
esclavitud y se le dio cierta autonomía. Una sublevación en Filipinas en 1872 fue sofocada con ejecuciones a
garrote vil.
Durante el gobierno liberal de Sagasta, el ministro de Ultramar -Antonio Maura- elaboró el proyecto de
autonomía para Cuba y Filipinas que fracasó por la resistencia de la oligarquía. Se vio obligado a dimitir.
En 1892 José Martí, exiliado en Estados Unidos, fundó el Partido Revolucionario Cubano, que pedía la
independencia y su influencia se extendió entre los criollos y las clases medias y populares de la isla.
En 1895 se inició, de nuevo, la guerra por la independencia con el Grito de Baire. Sus dirigentes, el poeta
José Martí –principal ideólogo- , que murió el mismo año en una emboscada, y los capitanes Maceo y Máximo
Gómez organizaron una implacable guerra de guerrillas. El gobierno conservador de Cánovas envió como capitán
general a Martínez Campos, con más de 200.000 soldados, que fracasó en todo intento de negociación y optó por
sofocar la revuelta por la fuerza pero no consiguió vencer a las guerrillas que contaban con el apoyo de la
población y la ayuda militar de EEUU; por su parte, los soldados españoles debían de soportar condiciones
difíciles y morían por enfermedades tropicales. Martínez Campos terminó dimitiendo.
Le sucedió el general Weyler, que se propuso vencer sin negociar, y actuó con gran dureza: los
campesinos fueron obligados a concentrarse en ciudades, para evitar su apoyo a la guerrilla, destruyó cosechas y
ganado y dividió el territorio con líneas fortificadas o trochas para impedir el movimiento de los guerrilleros. Su
actuación provocó una oleada de protestas internacionales, especialmente en EEUU donde la prensa
sensacionalista levantaba a la opinión pública contra España. Desde este momento, la intervención americana hizo
imposible la victoria española.
El gobierno americano había intentado primero la compra de la isla y ahora apoyaba a los rebeldes y
protestaba por los métodos de Weyler. En 1896, España rechazó su propuesta de mediación en el conflicto y
EEUU amenazó con la intervención militar sino se ponía fin a la guerra. El gobierno de Madrid se proponía
defender la isla toda costa reforzando el ejército. El asesinato de Cánovas (1897) llevó al poder a los liberales de
Sagasta que destituyeron a Weyler y concedieron a la isla una amplia autonomía pero ésta llega tarde ya que los
rebeldes sólo quieren la independencia.
En Filipinas, el fracaso de las reformas de Maura (autonomía e igualdad de derechos entre negros y blancos)
llevó a la formación de movimientos independentistas por parte de José Rizal y asociaciones secretas de carácter
semireligioso como la de Bonifacio. En 1896 estalló una rebelión y el gobierno español respondió militarmente:
fue enviado el general Polavieja que ejecutó a Rizal y Bonifacio pero la rebelión siguió. El nuevo Capitán General,
Fernando Primo de Rivera, en 1897 negoció una paz con el nuevo jefe de los rebeldes, Aguinaldo, que se rompió
al estallar la guerra con EEUU.
3. La guerra con EEUU y el Tratado de París
El enfrentamiento entre España y EEUU representa la pugna entre un imperialismo “moribundo” y otro
“naciente”. La ayuda norteamericana a los rebeldes de las colonias españolas respondía a un doble interés: el
económico y el geoestratégico (Filipinas es un punto clave para el dominio del Pacífico y el Caribe su back
courtyard o patio trasero).
El pretexto para declarar la guerra a España fue la explosión en el acorazado norteamericano Maine (febrero
del 98) que estaba en el puerto de La Habana de visita de “buena voluntad”. Las causas de la explosión aún se
desconocen aunque posiblemente se trató de un accidente que costó la vida de 260 marinos estadounidenses. El
hecho desencadenó una furibunda campaña periodística de las cadenas de Pulitzer y Hearst. El gobierno
norteamericano del presidente McKinley, alentado por una opinión pública cada vez más belicista, presentó a
España un ultimátum que, de hecho, equivalía a una declaración de guerra: en el plazo de tres días España debía
retirar sus tropas y renunciar a la soberanía de la isla.
La opinión pública española, animada por una prensa belicista, también deseaba la guerra sin ser consciente
de la desigualdad de fuerzas. Los militares y políticos sabían que les esperaba la derrota pero prefirieron resistir
La construcción del Estado liberal
porque pensaban que la retirada de la isla traería inevitablemente la caída de la monarquía. El gobierno buscó el
apoyo de algunos gobiernos europeos pero éstos se desentendieron del problema. Sólo los republicanos, socialistas
y anarquistas rechazaban la guerra.
El desastre naval fue completo para España. En Filipinas, la escuadra española mandada por el almirante
Montojo fue destruida en la bahía de Manila (batalla de Cavite). En las Antillas, la escuadra del almirante Cervera
quedó bloqueada en Santiago de Cuba por la flota americana. Mientras tanto los americanos desembarcan en
Guantánamo y Puerto Rico donde no había sublevación. El 3 de julio de 1898, el gobierno español ordenó a la
flota salir a romper el bloqueo y fue destrozada.
El gobierno español aceptó la mediación francesa y pidió la paz. En la Paz de París (diciembre del 98)
España cedió Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam a EEUU a cambio de 20 millones de dólares y reconoció
la independencia de Cuba pero bajo la “protección provisional” de EEUU. En 1902 la enmienda Platt a la nueva
constitución cubana concedía a los Estados Unidos el derecho a intervenir en los asuntos internos de la isla.
La sustitución del dominio español por el norteamericano provocó un profundo descontento en las antiguas
colonias. EE.UU. tuvo que hacer frente a una guerra en Filipinas (1898-1902) y en Cuba el sentimiento
antinorteamericano se extendió por amplias capas sociales.
España no podía sostener los restos de su imperio en el Pacífico y vendió a Alemania las Marianas, las
Carolinas y Palaos en 1899 por 20 millones de marcos.
4. El 98 y sus consecuencias
La pérdida de las colonias fue conocida como “el desastre del 98”. La derrota humillante ante EEUU
provocó una fuerte conmoción social. Sus consecuencias fueron:
Demográficas: 200.000 soldados murieron a consecuencia de las dos guerras, la mayoría reclutados por el
sistema de quintas y pertenecientes a clases humildes que no podían pagar la “redención” del servicio militar.
Otros muchos mutilados o enfermos a los que no se atendió ni pagó ninguna indemnización. Esto alentó el
antimilitarismo entre las clases populares.
Económicas: la pérdida de mercados perjudicó especialmente a la industria textil catalana pero la repatriación
de capitales benefició a la larga a la economía nacional.
Militares: se toma conciencia de la existencia de un ejército anticuado, con exceso de mandos y una tropa mal
preparada. El ejército tratará de paliar su desprestigio con la intervención en Marruecos.
Políticas. Hubo un fuerte debate sobre las responsabilidades políticas y militares que sacó a la luz los defectos
del régimen. Los militares y los políticos se culpaban mutuamente del desastre. El sistema de la Restauración
se mantuvo en pie pero entre los intelectuales y algunos políticos surgió un corriente crítica, el
“Regeneracionismo”, que defendía la necesidad de renovar la vida del país en todos sus aspectos. La corriente
“regeneracionista” encabezada por Joaquín Costa denuncia las lacras del sistema y propone una reforma
educativa y política para modernizar a España. Joaquín Costa en su obra Oligarquía y caciquismo critica
radicalmente al sistema caciquil que había impedido la implantación de una verdadera democracia basada en
las clases medias y la modernización económica y social del país. Los viejos partidos dinásticos también
recogieron este afán de renovación e intentaron con Silvela, Maura o Canalejas un revisionismo del sistema
“desde arriba” que terminaría fracasando. La oposición política al sistema se va a fortalecer.
Ideológicas. Se produjo una crisis moral, un sentimiento de impotencia y pesimismo que marcó a los
intelectuales de la llamada Generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu, etc.) que reflexionaron
críticamente sobre la derrota y el “ser de España”. Se empezó a hablar de “europeización”.