Cynthia la EsfingeSon solo retazos de su sombra los que puedo contar, que es donde ella siempre se coloca,delante de su sombra. Y los retazos vendran a ser las palabras con las que ella dibuja la alegrademmirndola,comosi los ojos alcanzaran a orlamejor. Latentacin,alinicio de todo,fueponerla al trasluz, como si fuera una radiografa. Pero la ilumin la sombra,as qued tatuada enla piel de mis manosa!ora no puedo abjurar de su nombre, de la prosa de sus gestos bruscos,de lo estentreo terco de su voz igual de acariciable.La conoc distanteseria en el pasillo de un micro. Le !abl" poqusimas veces #siempremeinteresmuc!omsescuc!arla$. %ablabadeltarot, del zodaco,de laquiromancia, delasmujeres que am. &espu"s de ese viaje, no la volv a ver sino en otro viaje en el que todo fue igual.Luego pens" en escribirle. Le en su muro una puertame convenc de que esa mujer eraun mundo # tambi"n su jeroglfico$. 'uando le dije que quera leer en sus labios esas !istorias quecontaba, me apunt con otro cuento indescifrablemente bello. Poco a poco fui descubriendo queesa mujer era la S!erezada de mis noc!es as como de mis das #aunque si ella callaba, el quemora era o$.'on sus cuentos, poco a poco, fui aprendiendo a vivir. Sus ideas lo impregnaban todo. Suslibros. Los ttulos de todos los libros que estaba escribiendo desde siempre, danoc!e,circunroda por sue(os!orarios detrs de puertas que ignoro. &a a da fui sucumbiendo ante laterrible imposicin de imaginar a esa mujer real, de tratar de so(arla o de leer de su opacidad elcontorno claro, la caligrafa de su rostro de ojos mate, las entrelneas !ondas de su se)o*