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HOJA LITÚRGICA DE LA UNIDAD PASTORAL
SAN MATÍAS-CRISTO SALVADOR DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO. AÑO 2018-2019. CICLO
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
1-RITOS INICIALES Canto de entrada: “Vamos a preparar” (180) “Se acerca el Reino de Dios” Monición ambiental: Queremos comunicaros la má-xima alegría en nuestra bienvenida a la Eucaristía de hoy. “Alegraos siempre en el Señor. El Señor está cerca”. Nos lo dice San Pablo en la segunda lectura
de hoy. Por tanto este tercer domingo de Adviento tiene un mandato muy cla-ro, desde el principio de la liturgia de hoy: que estemos alegres porque el Se-ñor se acerca. Hoy encendemos la vela roja para simbolizar nuestra alegría. Y la vamos a llamar “Alégrate”. Porque es un buen resumen, es una buena in-
dicación para nuestro comportamiento para los próximos días.
(Pausa mientras se enciende la vela) El tiempo de Navidad se acerca y hemos de estar preparados para ese mo-mento. La alegría es un gran ingrediente para nuestra espera de Adviento y
para toda nuestra vida. Saludo del sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hermanos, Dios quiere que seamos felices. Que su paz y su alegría esté siempre con todos vosotros. Y con tu espíritu. Rito penitencial: La alegría del Señor se vuelve tangible para nosotros cuando Dios nos reconcilia consigo mismo con el perdón que él siempre nos ofrece. En silencio nos acogemos a su misericordia. -Porque a veces nos falta la alegría y la esperanza. Señor, ten piedad.
-Porque no esperamos con alegría tu salvación. Cristo ten piedad.
-Porque no trabajamos en nuestra propia conversión. Señor, ten piedad Sacerdote: Oh Dios que vives en medio de nosotros, sana nuestros mie-dos causados por el pecado, otórganos la alegría de tu perdón y llévanos a la vida eterna. Amén Oración
2-LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a la primera lectura. (Sofonías
3,14-18a): En tiempos duros y difíciles, Sofo-nías supo decir una palabra de ánimo a la gente de su comunidad que se encontraba desanima-da y desmotivada. Dios, no está pendiente de nuestra vida para acusarnos sino para animar-nos y empujarnos a ser, como este profeta, por-
tadores de ánimo y alegría. Respuesta al salmo:
Monición a la segunda lectura. (Filipenses 4,4-7 ): Pablo, conocedor del estado anímico de sus comunidades, les quiere contagiar la alegría que brota de una convicción. Aunque todo se vuelva un poco oscuro, Dios siempre está cerca. No estamos solos en la vida. Eso provoca una paz interior y una ale-
gría que compensa otras sensaciones más pesimistas. Alleluia cantado Evangelio. (Lucas 3, 10-18)
Homilía Credo Oración de los fieles: Con la alegría de tu Espíritu Santo, te pedimos,
Señor, que vuelva la esperanza a nuestro mundo. Respondemos:
1-Por la Iglesia, para que sea una comunidad alegre y de alegrías, espacio de anuncios y propuestas ilusionantes
más que “profeta de calamidades”. Oremos. 2-Por el gobierno, para que, desde la construcción del bien común, promueva el compartir como un valor esen-cial, la justicia como el centro de la vida social y evite los
abusos de poder, para defender a los débiles. Oremos.
GRITAD JUBILOSOS: QUÉ GRANDE EN MEDIO DE TI EL SANTO DE ISRAEL
VEN, SEÑOR JESÚS
3-Por la sociedad, para que se convierta en una comunidad activa que sea “custodia de los corazones” frágiles, “hogar” para los que viven a la intempe-rie”, “hospital humano” para los heridos del alma y “escucha” para los que
necesitan ser oídos. Oremos 4-Por todos los “cristianos tristes” que no revelan la profunda Alegría que brota de la presencia de Cristo, para que sepamos acompañarlos y aprender
juntos el “fuego alegre” del Espíritu que vive en nosotros. Oremos 5-Para que todos nosotros seamos conscientes de nuestra profunda peque-ñez y reconozcamos nuestra fuerza que procede de la debilidad, del compro-
miso, del amor a los hermanos y hermanas. Oremos 6-Por nuestras dos comunidades parroquiales, para que sepan percibir el “fuego” que nos viene de lo Alto y seamos expresión de la Alegría profunda
que brota del compromiso. Oremos Sacerdote: Danos, Señor, la alegría verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
3-LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
Canto de ofrendas: “En este mundo” (84)
“Caminamos hacia el sol” (174) Santo cantado: Cordero de Dios cantado Canto de comunión: “Abre tu tienda al Señor” (174) “Un pueblo que camina por el mundo”
4.– RITOS DE DESPEDIDA
Oración de después de la Comunión Bendición del sacerdote Canto de despedida: “Quiero decir que
sí” (237) “Santa María de la Esperanza” Despedida del sacerdote
SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA
Me encanta este evangelio de Lucas porque
nos presenta a un Juan Bautista que no se queda
por las nubes hablando, sino que va a lo concreto, a
lo práctico. Muchas de nuestras respuestas al evan-
gelio son bellas aspiraciones, buenos deseos que formulamos con muy buena volun-
tad, pero que al final quedan sin concretar y por lo tanto, sin cumplir.
Por ejemplo, llega el Adviento o la Cuaresma o la Pascua, o unos Ejercicios
Espirituales y nos llenamos de buenos propósitos. “Tengo que ser más bueno, más
humilde, más cariñoso con mis hermanos”. Tengo que...tengo que… y al final, no
tenemos nada, porque no hemos concretado. Y así nos pasa ahora. Terminamos
el Adviento sin haber hecho nada, exactamente igual que cuando empezamos.
El Domingo pasado, Juan Bautista nos hablaba con un lenguaje un tanto abs-
tracto: “Preparad los caminos del Señor, allanad los senderos, enderezad los que
están torcidos….” Pero ¿cómo puedo realizar todo esto? Hoy, Juan Bautista va a lo
concreto: “El que tenga dos túnicas que reparta con el que no tiene y el que tenga
comida que haga los mismo”. “No exijáis más de lo establecido” “No os aprovechéis
de nadie. Conformaos con la paga”.
Concretar. Ese es el misterio. Pero ¿no es esto lo que nos falta a nosotros?
Nos llenamos de bellos propósitos, nos revestimos de ternura ante el nacimiento de
un Niño Dios. Pero después hacemos compatible la navidad, fiesta del amor, con el
despilfarro, con el odio hacia una persona con la que no me hablo hace treinta años
o con el olvido espiritual de un Dios en el que decimos que creemos, pero al que
desplazamos de nuestra vida, de nuestra familia y de nuestra sociedad.
Hoy, sumergidos en una oración sincera, deberíamos acercarnos a Juan Bau-
tista, como lo hicieron sus contemporáneos, para concretar nuestra conversión. Ten-
gamos el valor de preguntarle: “¿Y nosotros, qué hacemos?” Seguro que en el
fondo de nuestro corazón recibiremos la respuesta de nuestra conciencia señalando
qué es lo que debemos cambiar. Por señalar algunas cosas actuales, que hay que
cambiar en nuestra sociedad actual podríamos empezar por cambiar: la comodidad,
la desconfianza en los hermanos, nuestra autoestima exagerada, la crítica ne-
gativa, el olvido que tenemos de los pobres… “Cada uno sabe dónde le aprieta el
zapato”. Pero hagamos algo que nos llene de alegría en este Adviento.