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25 25 “La sangre está
En
Mis venas”
25
Por:
Chavo Guetta
Segunda Edición
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas
en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización
escrita de los titulares del Copyright la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informativo así
como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamos públicos.
Chavo Ghetta
AGRADECIMIENTO
Primeramente, agradezco a Dios Todopoderoso
por darme la capacidad y la sabiduría para hacer este pro-
yecto una realidad y cumplir uno de mis sueños. Gracias
por hacerme entender lo maravillosa que es la vida.
Agradezco a mi esposa, Lourdes Quintana Cruz,
por cada día luchar como una buena guerrera. Por poner
su mirada y capacidad en este proyecto. Gracias por decir
presente cuando te necesito.
Agradezco también a los que no creyeron en mí.
Que, con sus miradas y comentarios, pensaban que esto
era tan solo una imaginación imposible de alcanzar. Así
que, gracias por sus acciones porque me ayudaron a abrir
una puerta oculta en mi vida con un camino lleno de
bendiciones y cosas maravillosas.
Gracias…
CAP 8
Acercándose al casino de Bimbo, se detiene para dar las
órdenes a sus hombres. Les notifica: −Quiero que estén bien pendientes a esto que les
voy a decir. Tú vas a entrar por al frente y te vas a
estacionar. Al pasar veinte minutos, voy a estar afuera.
Ya tú sabes que esa es la señal. Si alguno de ustedes se
queda adentro, voló en cantos, ¿estamos? Otra cosa, tú
vas a estar bien pendiente a la entrada. Uno de los
muchachos va a salir y entonces vas a contar veinte
minutos. Eso es para que me dé tiempo, ¿ok? Que no se
hable más del tema. Vamos a trabajar.
Montándose en las guaguas, siguen su misión. Estando
adentro del casino se dirige hacia donde Bimbo. Ambos
se saludan con un abrazo. Bimbo contento le presenta a
Manny a sus amigos y a su queridísima esposa, haciendo
que esto lo perturbe, pero el demonio que Manny tiene
adentro le recuerda del pacto que hizo con él. Bimbo, al
ver que Manny se quedó en un viaje, le pregunta: −¿Qué
te sucede?
−No sé, me sentí un poco mareado, pero ya pasó.
La esposa de Bimbo le dice:
−Toma asiento.
−No, no. No te preocupes que estoy bien.
−Eso es falta de un buen trago. −dijo Bimbo.
−Eso puede ser cierto. −contestó Manny.
−Oye, le estuve hablando a mi esposa de ti y no sé
qué rayos tienes, pero todavía no te conocía y ya le
habías caído bien. Decidimos que cuando el bebé nazca,
fueras el padrino. No sé, eso es si tú quieres.
−Wow, será un placer para mí ya que tú sabes que
no tengo hijos.
−Perfecto, desde hoy eres su padrino.
Echándole el brazo, le da un beso en el cachete. Manny
se ríe y le dice:
−Pues yo quiero que tú también seas el padrino de
los míos cuando los tenga.
−De corazón, puedes contar con eso.
−¿Qué se siente ser padre?
−Wow, no hay nada que se compare a ese regalo
tan grande que Dios nos da.
−¡Ah sí, pues mira qué bonito es Dios! Te va a
decir, eres el hombre más afortunado de este siglo porque
lo tienes de frente y voy a acabar con todos los cerdos
que caminan torcidos y viven en secreto, pero tú sabes
que nada es oculto para el Dios Manny.
Diciendo esto, Bimbo se queda atónito, pero, borracho
como un perro, se ríe junto con Manny. Le dice:
−Trae a tus hombres, que estoy de buen humor,
para que se tomen unos tragos del whiskey más caro que
pueda existir en todos los Estados Unidos.
−Mis hombres no beben cuando el jefe está traba-
jando. −y se ríen todos en la mesa.
−Disculpen, voy al baño.
En ese transcurso, le da la orden a su hombre para que
salga afuera y comience el conteo…
Seis horas más tarde, Manny va de camino hacia
México a cobrar un asunto pendiente. Llegando a su
mansión, llama a Gordo para notificarle que traiga sufici-
ente gente para darle una visita a Pepe Frontera. Estando
de frente le dice:
−Ya veo que eres firme, que tus palabras no dan
vuelta atrás. ¡Eso me gusta!”
−Ahí tienes a mi sangre. Me parece que por el
momento no tenemos nada de qué hablar. Ahora, quiero
que te marches con tu gente.
−Ok, nada más vine a ver la sabandija de tu
hermano.
−Te voy a aclarar algo, cuando estés en mi casa,
mando yo. Así que estás en territorio ajeno. Cuida tus
palabras. Mi hermano se siente muy solo en el piso.
Tienes cinco minutos para que te largues.”
Manny se ríe y sigue su camino.
Al salir afuera de los portones, se detiene molesto
por las palabras de Pepe Frontera y le pregunta a Gordo:
−¿Hay suficiente hombres en estas siete guaguas?”
−Están repletas, Manny. Todos con armas largas.
Tres de las guaguas tienen las miniguns y además, traje
tres bazucas.
−Muy bien. Vamos a demostrarle quién tiene el
poder, que nadie le habla así al dios Manny.
−Manny, esto que quieres hacer no nos conviene.
Estamos con poca gente y Pepe Frontera tiene un ejército
allá dentro. Más arriba tiene el resto de su gente. Debe-
rías pensar por un momento para que veas que tengo la
razón.
−Puede ser que la tengas.
Quedándose pensativo, le dice:
−Mejor vámonos, no vaya a ser que aquí sea
nuestro fin.
−Hubieses visto a ese infeliz muerto como un
perro.
−Ese hombre tiene un corazón bien frío. Matar a su
propio hermano no es fácil.
−Así mismito es. Le dio un tiro en la frente. −y se
ríe mientras que el celular comienza a sonar.
−Mientras más tú rechaces a las mujeres, ellas se
pegan más y ahí están como locas llamándome toda la
semana. Oye Gordo, en lo que estuve afuera, ¿no surgió
nada importante?
−No, todo estuvo bien. El que vino por ahí fue
Tommy el Duro.
−¿Para qué?
−Me dijo que tenía que hablar contigo algo muy
importante.
−¿Qué tú crees, pasamos por la casa del puerco
ese, o no? Mejor llévame a casa y consígueme cuatro
mujeres que estén bien duras. Que el feo ese espere hasta
mañana…
Al otro día, se encuentra en el balcón de su cuarto
hablando con Génesis. A eso de las diez de la mañana,
afuera en los portones, se encuentra Tommy el Duro. El
guardia le comunica por radio que lo procuran. Manny le
deja saber que éstas no son horas de visita, pero ya que
está ahí, que lo dejaran pasar a él solo y que lo llevaran a
la piscina que bajaba en un momento.
−Ey, ey, ey. Tommy, Tommy, el muerto vivo. To-
mmy, estrechando su mano, le dice:
−Tú mismo lo has dicho. El que bajó al sepulcro y
de ahí me enviaron al infierno.
Se ríe y continúa:
−Por ser un hombre bueno, pero el diablo me dijo:
todavía no puedes quedarte con mi reino, así que muéve-
te del medio y vete a conquistar lo que es tuyo.
Ambos se ríen y Manny le pregunta:
−¿A qué se debe tu visita?
−Necesito volver al juego. Las cosas no me están
yendo muy bien. Luego dije entre mí: ¡la solución mía es
Manny! Así que, ¿por qué no hablar con él? Manny,
tengo una conexión bastante buena.
−¿Ah sí? ¿Qué tan buena y de dónde viene?
−De Colombia.
Manny se ríe y le dice:
−Esa gente no son de confianza, no aguantan pre-
sión. Ésos te hunden para salvarse el culo ellos.
−De ese lado, sé lo que me hablas, pero no puedo
dejar pasar por alto esa oportunidad.
−¿Por qué mejor no bregas con tu tío?
−Tío no quiere saber de nadie. Te puedes imaginar
que mató a su propio hermano. Ya sabes cómo tiene que
estar de aborrecido. Además de eso, tío Pepe no le gusta
bregar con esa gente.
Caminando, Manny le dice:
−Ok, te voy a dar la oportunidad para que vuelvas
al juego. Voy a hacer algo contigo. ¿Tienes suficiente
gente?
−Sí.
−Bien. Escucha lo que vas a hacer. Tú debes saber
la guerra que tengo con Golota y su gente y con Orta.
Ahora bien, te voy a dar medio millón si me traes a
Golota vivo.
−Ok, ¿qué vamos a hacer con la conexión?
−Plancha todo para esta semana y llévate a uno de
mis probadores, que él sabe la droga que me gusta que
corra en mis puntos. Él te dirá si la droga está buena o
mala. Si te dice que está mala, no la compres. No te
vayas por encima del porque justamente dónde estás
parado, va a haber una bala que con muchas ansias te va
a estar esperando. ¿Entendiste, verdad?
−Completamente.
Al Tommy irse, Manny se quedó en la piscina ejercién-
dose. Ya a eso del mediodía, sale del agua y envía a uno
de sus trabajadores para que llamen a Gordo. El hombre
le comenta:
−Jefe, él se encuentra aquí.
−Ok, pásame el tabaco. ¡Muévete a buscarlo!
−Sí, jefe, como ordene.
Al pasar los minutos, se quedó pensando lo que iba a
hacer durante el día. Al Gordo estar frente a Manny, le
pregunta:
−¿Para qué soy bueno?
Se ríe y le contesta:
−Tú eres bueno para salir del país y hacerme una
vuelta sencilla que yo no puedo hacer ahora.
−Pues, suéltala que soy completo oído.
−Envía a que chequeen el avión y te dirijas a Mi-
nnesota, que yo cuadro la vuelta de aquí, ¿estamos? Dile
a J23 que me envíe lo mismo por la misma ruta.
−A la verdad que tú no tienes fuerza en esa cara.
−¿Cuál es el problema?
−Pero ven acá, tiempo atrás esa porquería de avión
se le explotó un motor en el aire. O sea, que tú pretendes
que yo me estrelle.
−Ahora sí que me salvé contigo. ¿Qué, tienes
miedo a la muerte? Yo creo que tú eres el próximo que
te me vas a torcer.
−No papi, conmigo estás equivocado. Si yo muero,
que sea en la calle guerreando, no en un avión.
−¿Qué tú almorzaste que te tiene bravito?
−Papi, lo que almorcé es mucho para ti. No inven-
tes, que no te la voy a presentar.
Manny se ríe y le pregunta:
−¿Cómo no se la vas a presentar a tu jefe? Un
hombre que siempre te tiene activo, con dinero, carro,
yate; ya horita un avión, una mansión. Usted lo que es, es
un malagradecido.
−Dame un break, que me está llamando ahora.
Manny se ríe mientras Gordo coquetea por su celular. Y
le grita:
−En lo que estás haciéndome la vuelta, yo prendo
el radar y me la llevo…
Horas más tarde, Manny se encuentra en su recá-
mara descansando y hablando por teléfono con Génesis.
A lo lejos, escucha un ruido de un avión. Se levanta de
su cama y se para en el balcón de su recámara mientras
continúa hablando con Génesis. Le dice que lo siente
mucho, pero tenía que engancharle. Coge el radio y se
comunica a la torre. Le pregunta de quién es ese avión.
El hombre de la torre le dice que supuestamente es
Goico.
−Cuando aterrice, tráiganlo para acá.
Diez minutos después, Goico entra por las puertas.
Manny, sonriendo, le da un abrazo y le entrega un trago
en sus manos.
−Manny, tengo prisa.
−Eso no es nada nuevo en ti.
Goico se ríe y le pregunta:
−¿Podemos hablar aquí?
−Sí, con toda confianza.
−Ok, siéntate. Tengo tres razones que darte y no
son muy buenas. La primera, a ti y a Pepe Frontera se les
cayó un cargamento, ¿estoy correcto?
−Sí, ¿por qué?
−Supuestamente fue Alonso Frontera el que
explotó ese cargamento, pero aparte de él, hay dos
personas más.
−¿Quiénes son?
−Uno de ellos es el guardia que te metió preso.
−¡Ese cabrón todavía no se ha muerto!
−Y, el otro, es tu mano derecha.
Manny se levanta y restrilla el vaso.
−¡No puede ser! Tienes que estar mal informado.
−Oye, esa droga supuestamente venía de África.
Pepe te mintió. Esa droga realmente venía de Venezuela.
−¿Cómo tú lo sabes?
−Pues chico, si yo brego con ellos y no venía el de
ustedes nada más. Había dos cargamentos más grande
que el de ustedes.
Manny quedó asombrado por la mala noticia. Goico le
continúa diciendo:
−¿Y Gordo?
−Está haciéndome una vuelta.
−¿Qué vas a hacer con él?
−Se murió. De esta no lo salva ni Dios. ¿Cuál es la
otra?
−Ah sí, ya se me había olvidado. La familia quiere
hablar contigo esta noche en casa de Buzo.
Manny se ríe y enciende un tabaco.
−Yo creo que me queda poco tiempo de vida, pero
nada. Nadie, absolutamente nadie, puede con el dios
Manny.
−La tercera te va a encantar. Pero, antes que te la
diga, pásame el tabaco, o si no, no hay noticia. Ahora sí
te la puedo decir relajado. Hace unas horas, murió Orta.
−¿Cómo fue que murió el puerco ese? El que lo
hizo, coronó mejor que yo.
−Algo sencillo, ya tú sabes. La familia lo descartó.
Supuestamente debía unos par de millones largos y se
cansaron de su jueguito de mentiras. Saliendo de una
reunión, se fue a montar en su jet y explotó en cantos.
Ahora te dejo porque estoy tarde.
Dándose un abrazo, Goico le dice:
−Cuídate y no te me dañes.
Volviéndose a sentar, tomó su celular y llama a J23.
−Dímelo, Manny.
−¿Ya llegó Gordo?
−Bueno, dentro de quince minutos ya tiene que
estar aterrizando. ¿Por qué, hay problema?
−Sí, hay un pequeño muerto que ya empezó a
hablar. La peste se le salió por la boca.
−Ahí acabó de llegar el hombre.
−Necesito que lo eches a dormir. Te quedas con el
dinero.
−Y, ¿los otros tres hombres que andan con él?
−También.
−Ok, enseguida te hago la vuelta. ¿No se te ofrece
nada más?
−Sí, pónmelo al teléfono.
Gordo contesta y Manny le dice:
−Oye Gordo, ¿llegaste bien?
−Sí, todo está bajo control.
−Nunca digas eso porque en el mundo donde vivi-
mos, siempre hay sorpresa. Uno no sabe el destino de la
vida. Solamente lo sabe el dios Manny. −y se ríe. Pero a
todas estas, Gordo no le hace caso al sarcasmo de
Manny.
−Esta noche te vas a quedar por allá. J23 tiene una
vuelta que hacerme. Quiero que tú le des la mano.
−Está hablado.
−Ponme a J23.
−Dime.
−Le dije que tú me vas a hacer una vuelta.
−Y, ¿cómo quieres que se haga?
−Ya tú sabes, al estilo de Manny. Pícale los dedos
y usa un poco de ácido a ver si suelta algo primero. Pero,
como quiera, lo matas. No me falles esa vuelta.
−Está hablado. Te estaré llamando.
Cayó la noche y Manny se encuentra en casa de
Buzo reunido para discutir unos asuntos muy importantes
para la familia. Se discutieron muchos temas impor-
tantes que ponían a Manny incómodo. Para completar las
ansias de Manny, por las puertas entra el gobernador con
una sonrisa no muy agradable. Poniendo el maletín
encima de la mesa, manda un saludo a cada mafioso que
está sentado. Se dirige con unos pésames a los allegados
de Orta diciéndoles:
−Lamento mucho lo que le sucedió a nuestro ami-
go Orta. Quiero que sepan que la familia no se va a que-
dar con los brazos cruzados. Por su esfuerzo y por ser un
buen guerrero, vamos a vengar la muerte de nuestro
hermano Orta. Ahora, no quiero quitarle más tiempo, si
no que vamos a lo que vinimos. Mi presencia es para una
sola persona. Una persona que trató de sobrepasarme.
Como muchos saben quién soy, los que no sepan, ahora
sabrán. Soy el que tiene el poder en mi cuidad, en mis
calles y en la vida de cada guerrero que pueda existir en
esta puta nación. Por lo tanto, mi presencia es para
Manny.
−Pues dale que soy todo oídos. −dijo riéndose.
−Te lo dije, conmigo no se juega. Te pedí un
cargamento puro, y nunca lo enviaste. La vez pasada que
hablé contigo, estabas que te comías a cualquiera por el
teléfono.
−¿Quién no? Me estabas pidiendo una fortuna de
droga. ¿Cómo quieres que esté, riéndome? O haciendo
una fiesta porque el señor aquí presente me pide unas par
de toneladas gratis. Como si eso fuera par de toneladas de
harina blanca. Lamentablemente, íbamos bien hasta que
te pusiste medio ambicioso. Todo por querer tener una
historia en la vida cuando te retires. Si los primeros
puercos que te van a traicionar son los de tu gabinete.
−Puede ser que tengas razón, pero ese no es el
asunto. El asunto es que tomamos medidas contigo.
Hablé con el grande de tu familia y, lamentablemente,
¿sabes qué me dijo? Que tienes que hacer lo que yo te
proponga. Pensé bien el asunto. Después se lo dejé saber
a tu jefe y acuérdate, Manny, nadie va a perder dinero por
ti.
−Ok, ok, ok. Está bien con tu filosofía pendeja.
Ahora dime, ¿cuál fue tu maravilloso plan?
−Tu jefecito determinó causa a nombre tuyo. Por
lo tanto, te voy a dar un mes en la calle. Cuando se te
acabe el tiempo, te vas a entregar a las autoridades. Pero,
no te preocupes, tu familia se encargará de ti.
Manny, parándose, aplaude y le pregunta:
−¿Tú piensas que la cárcel me va a destruir mi
imperio?
−¡No! Qué va, si un ex convicto como tú, la cárcel
no le hace ni cosquillas. Por eso no tienes que preocu-
parte. Simplemente, toma esto como unas vacaciones. Te
recuerda que ésas fueron las palabras que utilicé cuando
era tu defensor.
−¡Seguro que me acuerdo! Como también me voy
a recordar de este día. Eso lo puedes escribir en tu
agenda. Caminando hacia la puerta, se voltea y le dice:
−La vida es como una burbuja de agua. Cuando se
infla mucho, los rayos del sol la traspasan. Como a su
amiga la espuma, se desaparecen sin dejar memoria y
ninguna huella. Si me disculpan, ya me tengo que retirar.
Siguiendo su camino, se dirige a su casa un poco
frustrado por la situación que se movió en la reunión. En
el camino, llama a su piloto para decirle que tenga el
avión listo para cuando llegue.
Minutos más tarde, recibe una llamada de Belinda.
Manny, mirando el número, dice entre él:
−¿Qué querrá esta perra ahora?
Después de varios timbrazos, decide contestar el celular.
−Dime.
Belinda se ríe y le comenta:
−Sé que no me quieres ver ni en pintura, pero
tengo que hablar contigo.
−Pues dime y que sea rápido porque me das ganas
de vomitar canto de puta.
−Lo que tengo que decirte no puede ser de esta
manera. Así que estoy esperándote en el primer collar de
tu terreno.
−¡Sabes que estás en la boca del león!
−Puede ser, pero sé que quieres escuchar una noti-
cia buena.
−Ok, dentro de muy poco, estaré allí.
Llama al encargado del primer collar. El hombre le anun-
cia:
−Sí jefe, dígame.
−¿Cuántas escoltas trajo Belinda?
−Yo tengo de frente a dos guaguas y la de ella, son
tres. ¿Quieres que los llene de agujeros?
−No, ya estoy llegando. Bájalos de las guaguas y a
Belinda también; quítale las armas. Que hoy me huele a
plomo.
El hombre se ríe. Quince minutos más tarde, Manny
llega, se estaciona y con uno de sus hombres, manda a
que le traigan a Belinda. Ella, montándose en la guagua,
le pregunta a Manny:
−¿Por qué enviaste a tus hombres para que nos
quitaran las armas?
−Déjate de baboserías y acuérdate que más te vale
que tu noticia sea de mi agrado.
En esos momentos, Manny la agarra por el pelo y
continúa diciendo.
−Porque de esta no te salva tu maridito.
Belinda le grita:
−¡Suéltame! ¿Quién te crees que eres para venir a
ponerme un dedo encima?
Manny la vuelve a agarrar por el pelo y la saca de la
guagua poniéndole una navaja en la cara. En el trans-
curso, ella se suelta y se corta la cara. Intentando correr
saca su 45 y le dispara en la pierna derecha. Belinda,
cayendo al suelo, le suplica llorando:
−¡No me mates! Perderás la oportunidad de tu
vida.
−¿Tú piensas que con tu buena noticia me conven-
cerás de que tú y yo seamos amigos de nuevo? O, ¿que
no te mataré?
−No, no, no, no, Manny. Por favor, escúchame.
No vengo en busca de eso, vengo a entregarte a Golota.
−Mira perra, voy a darte la oportunidad de que tú
misma salves tu vida. Todo está en tus manos. No lo
eches a perder que el dios Manny no es misericordioso,
así que esto no se da todos los días.
Agarrándola por el pelo nuevamente, la lleva hacia la
guagua.
−Dime todo lo que sabes.
−Ok, ok, pero suéltame.
−Está bien, ya estás suelta. Ahora, dime.
−Golota no se encuentra aquí en México.
−Eso lo sé yo, perra. ¿Dónde está?
−En Venezuela.
−¿Tiene a mucha gente con él?
−Como a doce hombres.
−Y, ¿dónde está, en la ciudad o en el campo?
−En un campo en las montañas.
−Muy bien, muy bien. Ya tienes un porciento más
de que vivas. Ahora, para que puedas satisfacer el otro
lado del dios Manny, y puedas salvar la otra parte de tu
vida, esa vuelta te toca a ti y quiero que me lo traigas
vivo, ¿ok?
Montándose en la guagua, sigue su camino y llama a
Tommy el Duro. Tommy le contesta y Manny le anuncia:
−Tengo una mala noticia. Ya perdiste medio
millón.
−Imposible, si ya sé dónde está ese pájaro.
−Te llamo para eso mismito. Para que suspendas la
cacería. ¿Estamos?
Tommy, molesto, le dice:
−Tú sabes que ese puerco era mío.
−Pues ya ves, que el que se duerme se le adelantan
y lo madrugan con plomo. Pero, no te molestes porque
vienen cosas buenas para ti. Vas a ganar mucho dinero
siempre y cuando no te dispares tú mismo.
−No te preocupes porque sé cómo se mueve. Oye,
mañana a primera hora, llega el barco cargado.
−Yo espero que esa droga esté buena porque no
estoy para bajar de puesto.
−Tranquilo, que lo que viene es sólido.
Manny le responde:
−Bueno, si tú lo dices.
−Tú verás. Deja que eso esté en las calles, por si
sola hablará.
−Ok, pues ya sabes. Te dejo para que sigas
trabajando.
Al día siguiente se encuentra en la casa de J23 con
Goico hablando de la situación que le habían planteado.
−Esto yo no me lo esperaba. Quiero que sepas
algo, no me voy a entregar. No pienso vivir ese maldito
infierno en la cárcel.
−¡Son nada más dos años, Manny!
−¿Qué sabes tú si son dos años? Tú mejor que
nadie sabes cómo funciona la familia.
−No te queda más remedio. Tienes que bregar con
la que te sembraron. Si no te entregas para esa fecha, la
familia te va a cazar y no te van a perdonar.
−Bueno, en ese caso Manny, si tú siempre le has
sido fiel a la familia, no tienes que estar preocupado.
Acuérdate, el que no debe nada, no tiene por qué temer.
Deja que el tiempo haga lo que tiene que hacer. Ahora, si
en ese tiempo ellos no cumplen, acudes al plan B. Ya
sabes, hacer el tiempo que te den. Si vives, problema
resuelto, saliste y ya. Ahí nosotros de damos protección.
−dijo J23.
−Sí J, pero ese no es el problema. Es que si me
entrego, pierdo demasiado. Si la familia no cumple, no sé
cuánto me den. Por ejemplo, si me dan 99, dile adiós al
Manny. Tú sabes, eso es lo que estoy evitando.
−Pero Manny, si te dan 99 te fugas. Nosotros
arreglamos todo. Sabes que J y yo no te vamos a dejar
atrás. Para lo que sea, estaremos ahí. −dijo Goico.
−¿Ah sí? Pues vamos a hacer algo. Saqué casi
todo mi dinero. J, te propongo un trato. Dame tu avión y
te quedas con el mío. Además de eso, te doy cinco
millones, ¿qué dices?
J23, riéndose, le contesta:
−Mira Manny, yo a la verdad que estoy bien
agradecido de ti. Nada más eso es suficiente. No me
tienes que dar dinero. El cambio se hace pelo a pelo,
¿estamos? Manny, dándole un abrazo, le dice:
−Sabía que de alguna forma, me ibas a ayudar.
Eso siempre lo tomaré en cuenta donde sea que esté.
−¿A dónde piensas ir? −preguntó Goico.
−¡Wow! ¿Sabes que no tengo idea? Lo único que
sé es que me voy lejos.
−Otra cosa, debes entender este punto, que ya no
puedes bregar con droga por lo que te queda de vida.
−Eso lo estuve pensando, créeme. Creo que con
todo el dinero que tengo, me da para comprar una maldita
ciudad. Pero sabes que una de las cosas que admiro de ti
perro, es que has sabido jugar la carta adecuada. Eso
siempre lo pongo en práctica. −le dijo a Goico.
−Siempre Manny, hay que saber jugar la carta. El
que no la sabe jugar, se ahorca él mismo. −y se ríe
mientras continúa:
–Por eso siempre tengo una carta de sorpresa.
Pero nada, cuando llegues a tu destino, explota ese avión
y no te quedes en un solo lugar. −dijo J23.
−De ese lado, ya puedes darlo por hecho.
−Manny, ¿qué se hizo el hombre ese que era un
brujo? −preguntó Goico.
−Ese hombre, desde que le di la oportunidad de
estar a mi lado, siempre me fue fiel. Hombres como ese,
son pocos.
−¿Dónde se encuentra?
−¿Por qué, te quieres quedar con él?
−Bueno, si es bueno como dices, sí me interesa.
−Es todo tuyo. No hay problema con eso. Lo único
que vas a tener que hacer, es resucitarlo. −dijo dejando
una risa en el aire.
J23 le comenta:
−Ese tipo bregaba con el diablo. La ves que me lo
presentaste, se le podía ver en la cara lo sicópata que era.
Con esos collares que tenía dejaba todo claro.
−Bueno, de eso no puedo hablarte porque nunca lo
vi. Sí te puedo hablar de que el tipo me dejó ver la
realidad tal y como es. Ustedes deberían tener esta marca
porque será su salvación.
−Perdóname por lo que te voy a decir. No seré un
santo y no creeré que haya un Dios, pero sí creo que el
día que me toque, voy para el cielo porque así debe ser.
No tengo que hacerme esa porquería de estrella para ser
salvo. −le continúa diciendo:
−Mejor dime cómo murió ese loco y no vengas a
decir que se desapareció.
−Miren, aquí lo único que importa es que adentro
de la casa hay unas nenas bien chulas que nos están
esperando. Así que, ¿por qué mejor no entramos de una
vez y nos disfrutamos esta noche y dejamos al brujo
tranquilo para que se queme en el infierno o pelee con los
ángeles en el cielo? No sé, que se pudra el cabrón ese me
da lo mismo. −dijo J23 riéndose.
−Goico, tu hijo tiene razón. No vaya a ser que
salga el brujo y conquiste tu alma y cuando te mires la
mano, tengas una estrella idéntica a esta.
−Sí mejor vayamos con las perras estas.
Al otro día por la noche, Manny recibe una
llamada de Buzo. Manny contesta y Buzo le comenta
burlándose:
−Manny, Manny, Manny. ¿Cómo se encuentra ese
hombre tan poderoso?
−Mi queridísimo Buzo. ¿Qué te puedo decir?
Estoy muy bien, diría yo mejor que nunca. Pensando en
este momento, cómo exterminar a las ratas, a los puercos
que desean verme preso o mejor muerto. Pero sabrás que
el destino es maravilloso. Los hombres como yo, no
necesitamos ser magos. Con tan solo poder tener un buen
olfato, puedo oler la peste que llevan por dentro. Me
parece que es suficiente para que esas personas puedan
entender que en la vida existe un exterminador y ese soy
yo.
−¿Sabes algo? Siempre te dije que no te cruzaras
en mi camino, y ahora, tu imperio se está derrumbando
en tus propias manos. Sinceramente, eso llora ante los
ojos de Buzo. Si no hubieses sido tan ambicioso, hoy día
las cosas hubieran sido diferentes. Pero nada, te llamaba
para que pudieras entender quién es el que tiene el
control en este mundo. Ah, y otra cosa. Mi familia te
envía saludos. −concluyó Buzo riéndose.
Terminando la llamada, Manny baja de la habitación y se
dirige al comedor, donde se encuentran El Pinto, Lan-
gosta, Franco, J23 y Goico. Tomando asiento, El Pinto le
dice a Manny:
−¡Estaba loco por verte! Quería darte las gracias.
El trabajo quedó excelente. No tan solo terminaste con
Bimbo, sino también con sombras ocultas que juraban
guardar mi espalda y comían de mis manos. Eso se
agradece. Gracias a ti, hoy puedo ver con claridad. Ya
son menos los envidiosos que quedan en el juego.
−Eso no es nada. En la vida hay que saber jugar la
carta correcta, ¿no es así J?
J23, levantando la cabeza, se queda mirando a Manny
bien serio. Mientras Manny continúa hablando:
−Eso fue lo que hice.
Goico le dice a El Pinto:
−¿Te acuerdas el cargamento que se nos cayó?
−Sí, ¿ya saben quiénes son los que están envuel-
tos?
−Hay dos muertos, falta uno pero sabemos que va
a morder el anzuelo.
−¿Quiénes son?
−¡Alonso Frontera, Gordo y el guardia que metió a
Manny preso! Ése es el que falta.
−Pero Manny, no te preocupes por ese puerco que
nosotros te lo vamos a entregar en las manos. −dijo
Langosta.
J23 añade:
−Ese hombre ya está como este pescado, frito,
frito, frito.
−Bueno, la conversación está interesante, pero ten-
go que retirarme. Tengo un compromiso en el club y no
puedo fallar. −dijo Langosta.
Levantándose, El Pinto se le queda mirando bien serio a
los ojos mientras en la mesa continúan comiendo el
delicioso pescado.
−Espero que mi dinero esté para mañana. −le dijo
el Pinto a Langosta.
−Señor, su dinero está seguro. Por eso no tiene que
preocuparse.
−Dinero es dinero y familia es otra cosa.
Dando una palmeada en la mesa, coge un cuchillo y le
señala con él diciéndole:
−Las dos cosas no se mezclan. Todos los presentes
deben tenerlo en cuenta.
Después de los comentarios que tiró El Pinto, se levantó
y se fue. Franco le comenta a Goico:
−¿Tú sabes cuánto dinero le debe al Pinto?
−No tengo idea.
−Por la mirada del Pinto y su actitud, se ve que es
bastante. −añade Manny.
J23 replica:
−Lo único que sé, que ustedes mismos me
enseñaron, es que el que se tuerce, se rellena de plomo…