Post on 10-Mar-2016
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Hay una geografía de la mente.
Hay paisajes nocturnos, igual que territorios En donde un sol dichoso se eterniza.
Carlos Marzal
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EN LA PIEL DEL DÍA
1. AMANECER
Nada irrumpe la mutación del gesto.
En el humo del sueño, un hondo silencio
destapa el árido paisaje con la luz primera
bajo los dientes últimos del alba.
El sol prende con su dedos el rocío,
y apenas alargando su suave tacto,
asciende entre las lomas
como un diamante cedido por la aurora.
Por el lecho desnudo y sin celaje
la sombra refleja el rostro de la bruma,
el rizo de las dunas muta su tejido
hacia el punto de mira del incendio,
adquieren su significado, se reflejan
aceptando posturas, perfiles, crestas definidas
que guardan con sorpresa sus misterios.
Las horas borbotean la nervadura del tiempo,
resplandecen las promesas fugitivas
sobre la arena recogida en el aire.
El cielo contenido es una sola planicie,
una imagen destilada en la alta niebla
traspasando el eco que transforma los olvidos,
hundiendo un beso imaginario en la espesura.
La luz está alerta; es un hilo candente,
láminas de cristal púrpura
derramándose en múltiples espejos infinitos,
que apenas se cegaran las voces.
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2. MEDIODÍA
Los labios del día no prolongan el vacío
en la cuenca invisible del espacio sonoro.
En la geométrica pureza del paisaje,
el sol danza sobre nubes oscilantes
con su redondo remolino sinuoso y sosegado,
las sombras pasan entre ojos consumidos
como náufragos de la luz y de la nada.
A la altura del aire, las huellas de la escarcha
se agrietan, se hunden a través de las estrías,
las yemas de las ramas giran con su filo
y miran cómo se esconde la esfera
para vencer con quietud la masa oscura.
Dulce la mañana, sobre un río de espigas,
anuncia la prisión que el tiempo ofrece.
En el zaguán de falsas oquedades
creció el desasosiego, el rumor del agua
confluyó con su eco a cada instante
recorriendo la piel rugosa de la tierra.
El viento eleva las espumas dormidas
con el vibrante murmullo del círculo cerrado.
Hay una trama de azules transparentes
que el silencio reverbera entre halos grises,
En el constante laberinto de la vida,
también hay una súplica en su mitad hendida
y cumple con su asedio a grupas con la muerte,
como criatura perenne en singular regazo.
Levántese la mano hacia la cielo herido.
Ábrase sin recato la opacidad del labio.
Un brillo tatuado acecha y precipita su reflejo
en el frágil rastro donde la luz gravita.
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3. ATARDECER
Desnudo está el camino de las sombras
para tu pies nocturnos. En tus brazos
desciende presurosa la luz amortecida
hasta aquel lugar recóndito y secreto.
El día se confunde con su ropaje maduro,
se acerca al umbral intransigente,
aceptando su fracaso tras su blanda derrota.
Hay un sudor de sangre en el límite indeciso
desgastándose por la grieta oculta.
En el otro extremo, la oscuridad se abre,
palpa el horizonte con dedos temblorosos,
rasga los confines difusos de la tarde,
ignora la fría herida
de la visible divisa de la noche.
A la espera de la aurora el rumbo se establece
y así nace otro continente labrado en el exilio.
La luz cegadora, como llama enredada,
decae en su destino
asediada por fuerzas creadoras,
se entrega a esa inmensa roca plagada de pupilas,
para que otros ojos la vean.
Atardecer de plenitud. Atardecer del ocaso.
Borde anguloso en las esquinas del día.
Espacio, cuerpo que desborda la belleza
sin lágrimas en su peregrinaje.
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4. ANOCHECER
Las alas del crepúsculo han caído en la penumbra,
como un oscuro velo que invade su principio.
La sombra, en vigilia, cobijada entre el paisaje
por los brazos de la noche,
regresa de su mundo interior y oculto.
Un vano rumor se encalla en el umbral,
mientras la luna rueda su sólida sonrisa
tras el páramo extendido al infinito.
Vencida soledad en la hondura del tiempo.
¿Qué rayo atravesó el universo contenido
en un punto definido del espacio?
¿Qué viento arrastró tu intensa vida
o la memoria de tu rostro nunca extinto?
Antes, hubo huellas, rastros, sonidos, ecos,
rumores que ahora ya no existen,
relámpagos que ardieron solitarios
tras un vuelo quimérico y lejano.
La noche espera a que alguien deposite
en las cenizas de la hoguera
la ofrenda inevitable de tácita simetría,
y recree la constancia del silencio transformado
con los matices que el día no concede.
La noche, interpreta a la bestia desconocida,
comunica lo real de lo imaginario
en un mundo vacío de respuestas,
es el arquitecto sinuoso de la tragedia inacabada,
donde no hay mínimos espacios que renueven
el remoto sentido de los signos en el sueño.
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5. NOCHE CERRADA
Alguien ablanda las esquinas
cuando la noche se cierra
y el frío metal de los silencios
se funde en el vacío del tiempo.
Es la hora de abrir los secretos
de la soledad turbada en la negrura
más allá de la luz entrecortada
por las farolas de las calles.
Un río lunar mana lentamente
entre los vértices de la ciudad dormida
y encadena su sombra y su penumbra
a la simétrica ondulación de las esquinas.
Noche de labios cerrados,
de silencios sajados por cuchillos,
de oscuros brazos que se adentran
en los sueños de frágiles lecturas.
Noche escondida en un hábil maquillaje,
muestra tus ocultos misterios,
alza tus símbolos de muerte desatada,
descifra tu secretos al final del laberinto
y enlaza los recónditos umbrales
que conducen al final del laberinto.
Noche de escenario vivo. Algo sucede.
El telón se levanta perezoso.
Sobre el tejado el viento tiene una cita.
Entre el círculo del sueño
la vida anunciada al fin comienza
(la noche la protege).
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AGUA VIVA
El dibujo en el agua es la memoria
y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.
Felipe Benítez Reyes
(meditación mientras cae la lluvia)
Como ángeles perfilando batallas con saetas,
un fino hilo de agua cae, en su origen,
desde una llave imperfecta
y termina en una gota sonora
después de su lento peregrinaje.
Un cielo gris se quita la venda de los ojos
y compadece, con su abstracto entramado
en una línea ondulada que se ciñe a su diseño
mientras sigue su trayecto estable
al cercar la distancia con estricta disciplina.
No hay tregua en el tiempo. La noche
ahora rueda por los poros de la tierra
en un descenso inevitable. Me ignoro.
No sé qué soy; quién es ella
con su líquida mano abrazándome,
dando color a mi pálida piel.
Su cuerpo es la sangre de los labios abiertos
que se derrama llorando,
mordiendo la roca como filigrana de plata.
Su materia es una idea posesiva
grabada en el aire bajo el cielo gris,
una pincelada abreviada en el espacio
para una arquitectura descompuesta.
El alma de la lluvia es el aliento de la naturaleza
dejando ver su cara en los espejos,
y su amplia huella se extiende transfigurada
en el corazón de la niebla, en siluetas desguazadas,
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en voces que se filtran por las rendijas
porque la tierra la llama en su camino,
y con su espuma da fin al cataclismo
que inicia el remolino hiriente,
el trueno y el relámpago en el relieve,
el aguacero blanco al atardecer que se estira
lámina a lámina como una cortina maleable.
(la respuesta del agua bajo la tierra)
Mi vida no acaba bajo la tierra
como si fuera un cautivo desarmado
Mis firmes partículas,
apelmazadas notas de una melodía,
hacen que la savia fructifique
con mis dedos templados compartiendo las caricias.
Las semillas conocen mi beso maduro
cuando anidan en mi seno sosegadas,
y al transformarse en flores y frutos,
no olvidan que yo les di la vida.
Mi corriente, para que todo permanezca constante,
se regocija entre raíces trepadoras
a la sombra de los tallos crecidos al rigor del viento.
Las alabanzas del hombre, milagro de mi esencia,
las recojo sin lágrimas corruptas,
con un eco suave en sus mejillas.
Pero el fruto no sabe nada de mí,
sólo espera mi agua dulce, embriagadora,
que se fragua golpeándose en la arcilla,
para que la sed no mate su piel sedienta.
Aquel que me bebe comulga mi existencia,
y con su esperanza renovada de permanente crisálida,
abriré los cauces de la flor ausente,
dando a los árboles alas en su cúspide
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sobre un suelo tapizado de húmedas sábanas,
donde vierta sin descanso el manantial de vida.
(la respuesta del agua sobre la tierra)
“El agua se quiebra en su volumen,
toma siempre la forma de los vasos que la contienen”.
Eso dice la ciencia de mi peculiar naturaleza.
Debo resignarme en este estado,
pues a cada instante mi forma se aniquila,
desaparece, cambia de postura y contenido.
Si ayer fui agua mansa, sosegada,
y apenas me mostraba cilíndrico en las ánforas,
hoy puedo ser un torrente impetuoso, inquieto,
con la fuerza motriz iniciando mi caída.
Y así, mi ser, que en su origen primigenio
fue un líquido elemento puro y cristalino,
hoy será la imagen de un estado multiforme:
nieve cayendo silenciosa, enigmática y sola;
hielo que cristaliza mis ritmos ondulantes
bajo esa blanca sábana siempre fría;
corriente que escarba los ramajes del santuario
y corre con la voluntad de un rumbo fijado;
granizo de insensato rebote con su blanco ópalo,
diáfano y geométrico esmalte tan fino y suave;
vapor en el alma que traspira lágrimas de lluvia;
rocío en la sonrisa del agua transfigurada;
bruma en el ensueño que se esfuma
con leve empeño a través de su velo fantasmal.
Cuando soy sólo una única gota,
anhelo la grandeza de ser un torrente
que brota de las entrañas de la roca,
una plácida cortina cayendo de una boca que bosteza
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con dientes de afilados cuchillos,
una cascada pintando los colores del arco iris
con la fuerza de cien caballos desbocados,
una fuente de espumas de cristal
siempre dócil al rumor del estanque,
un río que cumple con la angostura de sus brazos
los designios que le fija su desembocadura,
un lago manso, como un vaso esférico e inmóvil,
revertido en el marco fecundo del paisaje,
el mar sin el mítico reproche de faunos y sirenas
encadenados a impávidos corales,
el océano sumido en la noche oscura
con la plácida luna rayando sus costuras.
Y cuando estoy dormido sueño con cielos azules,
arroyos surcando montes y veredas,
olas inmensas sacudidas en abismos de soledad,
el fragor de la tormenta cuando el trueno estalla
y el relámpago tiembla.
Todo lo soy. Soy la eternidad transitoria
que rueda y vuela con la vida,
y a todo me pliego en cuanto cabe en mí.
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EL RIO DE LA VIDA
Hacia la dulce llamada de la luz
abro mis ojos con ternura. Soy, un deseo,
un río recién nacido que extiende su brazos,
un líquido sendero dibujando la tierra,
un rostro movido por el metal de los reflejos,
un manantial de fluidos transparentes
mecidos por el viento y la nieve más temprana,
una tupida pincelada azul verdosa,
abreviada en el recóndito paisaje
para una estructura recompuesta.
A veces, soy tierno y bondadoso,
me deslizo sin premura, suavemente,
por arroyos, donde la sombra se desnuda,
recorro amplios y fértiles valles,
mientras a mi alrededor crecen
los árboles sombreados por la lluvia;
otras, bajo bravo, alocado y vigoroso,
en atropelladas y ágiles cascadas,
con la furia y el rencor de la violencia,
con mi fuerza expresiva y placentera.
Los niños se me acercan y oigo
sus risas inocentes junto a mis riberas;
a ellos les cuento el rumor del agua cristalina.
En la noche, los jóvenes amantes,
apoyan sus ojos en los míos, me quiebran
con el tacto de sus dedos, funden sus abrazos
en la oscura piel de mis brillos fantasmales,
mientras la luna refleja en la distancia
la pétrea silueta del arco de los puentes.
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Soy un río que recibe mil nombres:
Júcar, Segura, Turia, Ebro, Duero, Tajo,
Guadalquivir, Guadiana…,Puedo ser
cualquiera de ellos. Todos tenemos un nombre distinto,
pero un mismo nacimiento. La naturaleza,
nos dio la existencia de un hilo manso
surgido de las húmedas cisuras de la tierra,
un diseño ceñido, aferrado, a su abstracto entramado
y a la voluntad de un rumbo fijado,
en un descenso inevitable
hacia el final de la desembocadura.
El tiempo es una bandada de gaviotas
dirigiéndose a la línea final del horizonte
en nocturnos de melancólicos silencios.
En mi lento peregrinaje mi corriente
se regocija entre tallos crecidos y raíces trepadoras,
incisivas, desnudando a las sierras
de sus viejas y aciagas vestiduras; me vuelvo árbol,
pradera, bosque, vergel, glaciar, laguna, delta,
estuario.., desciendo por contornos imprecisos,
me silencio en las hondas quebradas,
callo como el granito sin espinas,
recorro pueblos distantes y olvidados,
y voy tallando un surco curvilíneo
hacia la ciudad anochecida con su luz artificial,
con mi corazón de pájaro y mi cuerpo de serpiente.
Cuando estoy casi dormido siento en mi rostro
la brisa cercana y sueño con nubes vaporosas.
Y esos sueños son lo que antes fui
en el marco profundo de mis dominios terrenales:
un frugal nacimiento en el venero,
un cuerpo que se acrecienta en la vereda
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y choca al final de su trayecto
contra olas sacudidas por abismos de soledad.
Y escucho el fragor de la lejana tormenta,
y con el temblor del relámpago en el aire
soy un niño que se estremece y se transforma.
Y así, en el destino geométrico,
íntimo y fugaz, que me tienen prometido,
derramaré mi sangre espesa sin descanso
hasta agotar mis fuerzas. Día a día,
en el transcurso de las estaciones,
en la inmensidad de apagadas neblinas,
estaré resignado a analizarme en cada paso,
como en una anunciada despedida,
sin respetar la vida más preciada
o acariciando el costado de la muerte.
En la orilla de otros húmedos ojos
el caudal de la espuma arrebatará un nombre,
una idea, una voluntad, un pensamiento,
y se adentrará en la espesura del laberinto.
Llegará la hora de calladas renuncias,
de reinventar el fondo de la memoria,
en que tendré que desembarcar en los océanos,
mezclar mis aguas limpias y dulces
con otras turbias y saladas, consumirme,
acallar mi rumor alegre con furiosos estallidos,
cesar el movimiento de mi uniforme corriente
antes de que mi lecho se desangre,
clarear mis ojos con la luz de los espejos
en la lámina inmensa de amplio contenido.
Y todo se disolverá en una llanura de agua.
Seré como un náufrago viviente
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perdido en la llamada de las islas sombrías.
Y no veré más mis fértiles campos,
mis árboles verdes , mi cálido viento,
mi cielo claro, mi lago oscuro,
mi sol refulgente, mis nubes blanquecinas,
mis ondulados valles…;no seré nada,
tan sólo un hueco, donde la vida emerge
y toda la hermosura se detiene.
Leo mi suerte en esa nebulosa
que pasa rápida entre las estrellas,
y siento que aquí, en angostos pasadizos,
en abruptos acantilados, convergerán otros ríos
de lugares diferentes, hasta fundirse
en una nueva agua luminosa y transparente,
con la esperanza de quedar vivo un día más,
en lo alto, en otra dimensión,
con el vapor que transpira lágrimas de lluvia.
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DENIA A LA LUZ DEL TIEMPO
Ansí tu mudo pueblo esté seguro
(...) honrando largos mares
Francisco de Quevedo
1. INVOCACIÓN A DENIA
Aquí el aire es luz y sal,
verde inmensidad convulsionada,
aroma de todo lo posible y lo imposible,
si dejas crecer intacto
el concepto de lo eterno, inmortal e intransferible.
Aquí la tierra es sangre que atrapa
el estallido del mar sobre la roca
como si los corazones de sus gentes
hubieran abierto sus heridas,
levantando cenizas en la costa.
Aquí el rumor del viento tañe a rebato,
convierte en espada enfurecida
la blancura hiriente de las olas,
crece en espacios de fingida orilla
buscando ansioso el perfil de la aurora.
Escucharé tu voz en el filo del agua
sobre labios abiertos en sacudida perpetua.
Si el llanto de tus ojos me ciega,
avanzaré con el golpe crecido a tu costado
bañado con tu sabor a lágrimas.
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2. DENIA LE HABLA AL MEDITERRÁNEO
Mar nuestro. Estoy unido a tu pasado
rindiendo pleitesía a los dones de tu vientre,
pidiéndote un pletórico baile de sirenas.
Pero antes, hazme ilusorio marinero,
navegante del recuerdo de tu halo
de Tiro a Dianium, de Cyrena a Thasos,
de Masilia a Cartago. Déjame que no olvide
tu aroma salado y el velamen henchido
al rigor de los vientos. Déjame invocar
tu mensaje en mi breve memoria,
perderme entre la bruma vaporosa
de tus márgenes precisos,
cuando viene a revelarse tu hermosura.
Mar nuestro, mar viejo y mar joven.
Quiero ser latido asido a tu melena azul,
batallar con tu cuerpo por el vasto dominio
sobre refugios de nubes compartidas
que yacen bajo tu voz grave.
Quiero ser tu cómplice
para agitar los dominios interiores,
anclarte en mi reino libre de cadenas
para que encalles con tus ojos sonámbulos
y la tormenta alejes.
Yo soy tu conclusión:
criatura de nácar, pétalos de coral rojo
con los que escribir mi autobiografía.
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3.SOBRE EL ACANTILADO
En la oscura línea te arrojas
rasgando tus vestiduras
sobre el rostro sonriente
que en secreto dibujas.
¡Qué lejos queda la soledad,
si en el breve fragmento
de los gestos puros
estalla malherida la materia!
Cuando ciñes la red a la muralla,
fluye la espuma plena de latidos,
y la vida,
con su frágil cadencia,
acude a buscar otros anclajes
en plenitud de su poder.
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4.MEDITACION DEL VIAJERO
Cubierto de blancas cicatrices,
podría levar anclas sin esperar la marea,
recortar los límites del marco,
deslizarme suavemente por tu lienzo
rozando la espesura de las aguas
con el frágil aleteo de pájaros errantes;
podría arañar el vientre de la playa
en un vínculo que todo lo predice,
apoderarme del cuerpo de la arena
en un continuo avance y retroceso
del color la materia y su volumen;
podría, sí, podría amarte
escondido en treguas infinitas,
reclinando mi cabeza entre las dunas.
Y tú sabrías arroparme
con la brisa cálida del primer verano.
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5. AMANECER EN LES DEVESES
En un extraño equilibrio
que lacera mis ojos fatigados
hay sombras escogidas
que guardan el velamen
en un lecho fundido de cristales rotos.
Eres velo de plata
donde los rizos del mar
mutan levemente sus costuras
en una danza de ritmos elegidos.
Cuando el tiempo fracasa en su olvido,
dibujas una sólida imagen,
derramas singular pureza
sobre el sonido desigual
que la luz no cede.
¡Contémplame, contémplate
con el leve gesto renovado
que sin prisa se derrama!
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6. AMANECER EN EL MONTGÓ
En lo alto del Montgó, todo es silencio
en los extremos de su cima;
hay destellos que parten
hacia auroras sigilosas en la línea del mar:
una lágrima se desliza
para saciar la sed sus laderas
y en los brazos del viajero
se estrecha la pendiente de la sombra amanecida.
Líneas de la mano. Líneas de la tierra.
Líneas crepusculares. Líneas que sangran.
Luz desplazándose, emergiendo en lontananza
como un jinete oculto,
golpeando sus pezuñas en el agua.
La distancia se extiende a sus pies
hasta alcanzar la playa y los muros del malecón..
El viento, con su monótono murmullo,
agita su compás de espera
con la invisible orquesta que presta su cadencia.
Las estrellas, despiertas en el sueño,
derraman espejos infinitos,
y el brillo tatuado precipita su reflejo
sobre el rostro de la noche con premura.
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7. COSTA DE MAR
En tu costa de perfil maduro
aprendí las palabras que el labio oculta.
Si Denia se esconde en tus cabellos,
haré una declaración de amor
hasta que me rodee, invada mi recinto,
resbale sobre mi pecho desnudo
y deje su impronta marcada
sobre un lecho de rocas
o de fondos marinos.
Fuiste tú quien sostuvo en el aire
la ráfaga que moldeó la espuma
en aquella noche inmóvil sin refugio;
te alejaste por aquel paraje oscuro
ocultando tu huella, tu rumbo,
para que nadie pudiera alcanzarte.
En las luces del faro busqué tu estela.
En las olas dormidas grité tu nombre.
Con la luna sedienta recorrí tus fronteras.
Percibo tu proximidad y tu lejanía,
La duda íntegra que el espacio nos separa.
Y así las horas quebraron
la nervadura del tiempo
con el frágil poder de la distancia.
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8. DESCUBRIMIENTO
Ante tus ojos
gime el aire clausurado
con su fuerza nunca contenida
e inicia el sosiego de velas y resaca
con acróbata de un sueño
en nebulosa locura.
Tu cuerpo
es mi campo de batalla
pero inútil resulta mi conquista.
Eres paraíso clausurado
con esbozos de bruma impenetrable,
que no oculta la materia que te forma.
Eres espacio revestido
con tu seno recortado entre mis márgenes,
con tu mejilla ladeada mansamente,
y los pinares blandiendo su tributo
a un abrazo contagioso,
incorruptible y grácil.
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9. POSESIÓN
Mis brazos quieren abarcar
tu ofrenda inevitable de tácita asimetría
sin emblemas que renueven
el remoto sentido de los signos.
Tu presencia me posee,
me desdobla,
me hunde en la fina arena de Les Marines
mientras mi cintura encalla
en el terco entramado, que señala
el armazón de tu túnica ondulada.
En la atalaya de la punta del diamante,
me entrego sumiso
a tu sabor de metales fundidos;
un sonido confuso,
en melodía incompleta,
arrastra a bocajarro la creta de las olas.
El tiempo es un ciego remolino
que extiende sus pies descalzos,
y en su extenso recorrido
reconstruye las puntas, que señalan
el enigma de la rosa de los vientos.
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10. HORIZONTE FINAL
Engarzado a tu espiral,
voy llegando fiel a tu ofrenda
con reflejos de fuegos tardíos
ungidos por tus huellas.
Tu horizonte
quiere cerrarse y no puede.
El mío apenas tiene trayectoria,
cuando exploro los rincones
de tus simas más profundas.
Tú, siempre renovada, antigua,
y, aunque empezándose,
conclusa.
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PAISAJES CON EL PINCEL DE LA PLUMA
1. LA VISION DEL COLOR
Para ti he movido los pinceles:
blanco, negro, azul, rojo y verde,
colores del arco iris
que modelo con mis dedos.
Sólo luce en el paisaje
los costales del romero,
las espigas de la aurora
teñidas con el recuerdo,
el fragor de la tierra agreste,
en cuya alba despierto.
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2. MURCIA: MAR MENOR
¿Qué mar es éste que callado fluye?
¿Acaso marcha herido y sin aliento
que no puede elevarse con el viento?
¿Hacia qué cálidos parajes huye
si se aleja seguro, si construye
en su exterior un muro, y en él siento
que está para forzar con su cimiento
a otro mar que le cerca y le rehuye?
Lejos de olas furiosas e irritadas
en sus repliegues tiene otras orillas
tras la red que le tiende el horizonte.
Y todos se reúnen: agua, monte,
tierra frágil vestida con semillas
sobre un fondo de arenas reposadas.
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3. EN LA FRONTERA DEL AGUA
A la playa de arenas prematuras
regresa con el brillo de la llama,
con néctar que en la frente se derrama
sin rasgar tus cerradas vestiduras.
Libra mi frágil cuerpo de ataduras,
de la aciaga belleza cuando exclama,
de esa espuma batida que reclama
un lugar predilecto en las alturas.
Si las olas se rompen con urgencia
en tu cresta de roca vulnerada
silencio y soledad tienen presencia.
Viento que, sacudido en piel rizada,
invisible materia inoportuna,
confunde el litoral con luz de luna.
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4. LITORAL: CABO DE PALOS
Busco lienzos de costas plañideras,
catedrales de rocas sumergidas,
un azul envolvente sin medidas,
el beso que me arrastre en mil maneras.
Quiero sueños de estelas placenteras,
horizontes de teas encendidas,
melodías de espumas redimidas
en refugios de brisas marineras.
Persigo ese silencio que se asoma
entre dos mares, donde eres la lanza
que atraviesa montañas coralinas.
Y ahora que la noche no te alcanza,
el mar te roba y prende en el aroma
que se expande en la luz que subordinas.
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5. CUADERNO DE BITÁCORA
En la cisura formada bajo ópalos de fuego
está la vana huella de la memoria extinta,
la semilla insatisfecha a golpes de ola
que acaricia la presencia sonora de las agua,
la nítida ruta que alejan del puerto a las barcazas.
Andar a ciegas por brumosas superficies,
bordeando el silencioso ocaso de la tarde,
acumula errores en mi cuaderno de bitácora,
desnuda tu enigmático rostro
en una extraña conjunción hacia tu centro.
El horizonte ya no tiene fronteras,
es un mudo cristal en la arruga del tiempo,
y en su orden caótico construye emociones,
materia suficiente para cubrir las hendiduras
de la tierra sujetas a una piel evanescente.
El viajero medita en su soledad
si algún objeto animado penetra en la invisible
red que la espuma, en su recorrido, le alcanza;
sus ojos se sumergen en la bruma
buscando los restos del naufragio.
Con brújulas y astrolabios, crótalos y sextantes,
el destino mide las distancias en un mar tedioso,
los astros tambalean en sus órbitas elípticas,
mientras la luna observa con su cara de plata
y se mira en el retrato dentro de su marco.
Soy habitante de ese mar que aprisiona mis pasos.
¿Qué rumbo seguiré? La rosa de los vientos
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asciende clavando sus espinas puntiagudas
en mi espalda, me ahoga, mi mano dirige,
alcanza mi quimera en blando movimiento.
Estoy perdido, abandonado a mi suerte.
Escribo vagas notas por si alguien se interesa
por mi cuerpo y me arropa con oscuros silencios,
quietos silencios, inexplorados silencios,
inevitables silencios, insonoros silencios…
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6. PRISIONERO DEL MAR
Soy prisionero del remanso de las aguas,
la firmeza del viento, la pereza del timón,
el ancla dormida, las mareas nocturnas,
el ondulado silencio disfrazado de bruma.
Todas las constelaciones se reúnen en un punto,
pero Orión, Pegaso, Casiopea y Andrómeda
quieren ocupar las llanuras abisales.
Llueve soledad en la torpeza del sueño.
Sólo escucho un móvil oleaje,
el agua altiva sobre un trono de tierra,
las velas mecidas en un jardín de algas.
Esta noche arderá la luz cobarde de mis ojos,
mientras un eclipse de luna
me atrapará como a un pájaro en la red,
y recorrerá un cielo estrellado,
golpeando el horizonte en su cenit.
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7. PUNTOS CARDINALES
De Norte a Sur, paloma viajera,
¿has medido las distancias
con el equinoccio de las laderas?
¿Olvidaste el verde de tus valles,
la hondura en las quebradas,
la ascensión sin par de las alturas,
la claridad del agua en el venero,
el cuerpo rasgado de la playa,
el sol brillante en primavera?
De Este a Oeste, otra vez en camino.
Pero antes de alimentar con el rocío
tus alas sigilosas, dirige atrás la mirada,
fija en tu retina, como en una quemadura,
aquellos que encienden tus latidos;
escucha el eco de la voz ajena
antes de pronunciar, de gritar en lo alto,
que amas, que regresas sin mentiras,
que nunca recorrerás los campos del olvido.
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8. CREPÚSCULO EN EL GROVE
Vacío. Soledad. A veces, silencio.
El sol, se doblega, grita, se desploma,
desparrama amarillos y rojos escarlatas,
es fuego al contacto con el agua.
La luz, acuchilla el rostro del océano,
rezuma hilos de oro en busca de la nada,
se borra tras la cortina de la tarde.
El viento, se descubre entre la aurora,
disuelve los aromas de las algas,
busca refugio en el acantilado.
El agua, se disipa en la corriente,
es un ser voluptuoso sin muros ni fronteras,
acoge en sus entrañas a viejos marineros.
La costa, es un cúmulo de espumas,
una esfinge dibujada,
que se peina los cabellos con las rocas.
La tierra, asombro de la naturaleza,
es un lecho verde de eucaliptos,
robustos haces de mástiles visibles.
Vacío. Soledad. A veces, silencio.
36
9. OJOS DE PRIMAVERA
En la tarde de abril estalla el azahar,
y su aroma se vacía en el paisaje.
Hay un aleteo de blancas cenizas
dispersas por el aire tornadizo,
avanzando lentamente hacia la niebla.
El cielo, tan vivo como un códice miniado,
traspasa los gruesos cortinajes
de soledad, de humedad y de penumbra
hasta alcanzar la sombra del jardín.
Aves y sal,
morada del agua o de las flores,
casi llegando al alma de las cosas
que doman los sentidos, o que abren
a la casa escondida de los sueños,
puerta grande sin cerradura,
silencio que germina en el atardecer
los cálidos temblores del arrullo,
mar lamido por el viento
con lengua voraz en el sol del crepúsculo,
pasos perdidos en la arena de la playa
que fueron antes el clandestino cobijo
del primer amor adolescente.
Al fondo, siempre azul, el mar,
con su densa lámina de silencio y luna,
con su piel suave cegando el horizonte,
y su cuerpo sin lindes que la cerquen.
Yo, que nací de la herida de la tierra,
me volví cicatriz, y siento, en carne viva,
el trazado de los surcos, el rumor expandido
de las alas, el hechizo cercano de la vida,
el misterioso vagabundeo del viento
resonando en cada nota un tono adormecido.
37
Y restauro el rubor, la adivinanza,
la anticipación a todos mis deseos,
porque este mar de aguas cristalinas,
esta tierra amante de sus hijos,
rebosa por mis poros en fértil aluvión
llenando los huecos de mi piel intacta.
Quisiera madurarte entre mis brazos
sobre el huerto cubierto de amapolas y violetas,
protegerte de todas las incógnitas,
despertarte a las caricias nuevas
en un amanecer que te lleve la luz del mundo.
Quisiera tener un tacto ilimitado,
sin esperas
para el sabor protegido de los frutos,
sin cegueras
a la flor inmensa de tu carne,
sin asombro
al aroma expandido en la distancia.
Y así, en los marcados contornos del silencio,
palpitará la luz entre las sombras más difusas
dejando la vida como señales del camino.
38
10. EL CLAMOR DEL AIRE
Aire limpio para alas tenues,
cortadas por el viento,
atadas con hechos y secuencias
o quizás transportadas hacia un cielo
que se mueve lento
para traspasar las nubes sigilosas.
Viento, aire, más viento,
bocanadas de aire ocupando con sus dedos
superficies extensas, inabarcables,
adentrándose en una inmensa boca
que perdura en la búsqueda soñada
de un espacio que duerme
bajo hojas secas del otoño
Hay un soplo inaccesible
que abre puertas y ventanas,
labios de cuchillos afilados,
ojos de miradas brillantes, iluminadas,
espíritus invisibles que rozan la piel
despertando la sutileza del tacto.
La física del tiempo
se deshace en la atmósfera,
He notado mi sombra en el aire
como un astro extraño.
He sentido un suspiro en el pecho,
una respiración entrecortada,
inhalando el intenso aroma
que desprende la tierra y su mensaje
Aire de silencio, rumor del viento
39
que no reclama nada.
Tú llegaste desde el fondo,
sin ninguna prisa,
obediente a los designios de las estaciones,
llenando el vacío de espesos territorios,
dando un soplo de vida a la naturaleza.
Calló en viento y empezó la palabra.
40
EVOCACIÓN MELILLENSE
1
Al fondo, azul, el mar, Melilla altiva,
seductora, mil veces invocada,
surgida de la tierra iluminada,
misteriosa, tenaz, nunca cautiva;
generosa, gallarda, distintiva;
de entre todas, ciudad bella y soñada,
surgida entre la plácida mirada,
testigo de esperanza siempre viva.
Ciudad mediterránea, sentida,
donde el tiempo no puede detenerse
sin arañar la tierra en sus cimientos.
Ciudad aventajada, donde anida
la cultura y la fe para valerse
de un corazón de puros sentimientos.
41
2
¿Cuáles son tus secretos encerrados?
¿Quién eligió un lugar tan distintivo
que el tiempo con holgura ha recorrido
buscando tus contornos modulados?
En este mar de vientos rezagados
tienes tanta verdad, tanto sentido,
que nadie ha de dudar de que has nacido
con la pasión de dos enamorados.
¿Qué eres sino una luz que reverbera
con la fuerza elementos ancestrales
en tierras española y africana?
¿Qué eres sino una eterna prisionera
con vestiduras de ámbar, de corales,
en un tiempo de ayer y de mañana?
42
3
Brotan de ti esos muros de artesano
como del campo brota la semilla,
de esa forma tan simple y tan sencilla
se escapan los recuerdos de tu mano.
Bastiones con almenas sin guarida,
murallas con oscuros pasadizos,
panoramas de vientos voladizos
acunando a la tierra prometida.
Pasa el tiempo. La vida se remueve
junto a la Plaza de Armas, y se pierde
en los ecos ruidosos de la tarde.
Con la caricia, suave brisa leve,
hace que en la mañana te recuerde
con fiero corazón que en la lucha arde.
43
4
Palpo, piso tu sólida armadura:
la puerta de Santiago, la Marina;
traspaso la Asamblea diamantina
de moderna y de sólida estructura.
En tierra das el pulso y la figura,
En el cielo la luz se coordina
con el mar, y atraviesa la retina
dibujando la faz de tu hermosura.
De corazón humano, de entalladas
rocas que ornan tu cuerpos de gigantes
donde el viento, callado, se te enreda.
Despiertas con espumas coronadas,
atisbos con miradas expectantes
del viajero rondando la alameda.
44
5
Plaza de España, Parque de Lobera,
La Ciudad Vieja, Túnel de Victoria,
El Real Hospital. Allí la historia
se escribe sin esquivo y sin quimera.
Parque de Hernández, siempre primavera.
Tierra y mar sin la línea divisoria
que marca en la distancia la memoria
de aquel que te abrazó por vez primera.
Laberinto de formas incompletas.
Llenas huellas con armas incompletas
dejando en soledad vacíos huecos.
En perfecto equilibrio, ardientes ecos,
el paisaje se torna invulnerable
bajo un cielo de azul impenetrable.
45
EN UN TIEMPO, EN ESTE LUGAR
1
Hoy juego a contar realidades
sin esperar que me atrape con sus garras
la ruta tenue de las horas.
Hoy escribo para dejar testimonio
de una tierra que no guarda sus secretos,
de un destino que nos lleva por su senda,
de unos hombres sin temor a cataclismos,
de un tiempo que se desgrana día a día,
de ese instante que se aferra a su pasado
rescatando la ofensa del olvido,
de un paisaje que perdura en la distancia,
de un sueño donde es fuego la ceniza,
de una lucha por ser un espíritu valiente,
de una fe ciega en el valor de la vida,
del viento que escucha la sangre de las venas.
46
2
Hoy quisiera explicar tantas cosas
que me inundan mis principios
destapando mi máscara maléfica.
La verdad es que no sé lo que quiero;
mis ideas saltan en la búsqueda del tiempo
como caballos desbocados,
mi voz se desespera y se suicida
en la extensa llanura de la tierra prometida,
y, para empezar, arranco hoja a hoja
el libro abierto de mi actos,
y cedo el pulso lento a mi memoria,
y siento que el corazón se me agita
como un vendaval de cosas inconcretas,
y el viento se enreda entre mis dedos
buscando la primera caricia en la mañana.
47
3
Mi alma no lucha, al fin
está abierta a todas las fragancias,
a todas las sensaciones placenteras,
a todos los encuentros declarados y furtivos,
al certero argumento que se forma
al unir el eco a la palabra.
Sé que mi vida apenas interesa a nadie;
sin embargo, para que quede escrito,
aquí diré que tengo un nombre,
una historia, para que todos lo sepan,
que mi origen está en la Mancha,
y que la tierra de donde uno procede,
me convierte en parte de su todo,
en la rueda que gira incansable
con la fuerza de cometas y de estrellas
y la esencia más sublime de mi ser.
48
4
Por mi sangre crecen densos soles
que iluminan mis ávidos sentidos
con el urgente vigor adolescente.
He pisado los más variados escenarios
que me han revelado sus secretos.
Muchos mundos me han visto;
pero éste me subyuga, me posee
con su cósmica atracción irreversible.
Me atrae la expresión llana y sencilla
de sus gentes, su austera presencia,
el anhelo resulto del abrazo,
el remanso del verso en la palabra,
la hondura de la soledad no deseada
sin duda por las raíces trepadoras
que llevan prendida en las entrañas.
49
5
Ser de un lugar concreto,
fundirse en el relieve de su mundo
con indomable arrojo,
es descubrir un tesoro escondido,
iluminar la señal jubilosa del sendero
que señala encrucijadas lejanas,
ahondar en caminos de límite estrecho,
cruzar laberintos de formas tortuosas;
es llenarse a cada hora bebiendo
sorbo a sorbo el agua viva
que brota de ocultos manantiales
donde todo parece posible;
es desnudar los ojos de su ceguera
y mostrar la luz suspendida al atardecer
en una imagen pura e incandescente.
50
6
A los hombres y mujeres de este pueblo,
os invoco sin recelo
con sincero manifiesto,
manchegos de noble alcurnia,
pasajeros del aire en su ternura,
donde el transcurrir del tiempo se retrasa,
burdos, serios, veraces hijos de la tierra,
de la espera de nubes con la lluvia, la nieve,
y el viento favorables al pámpano y al trigo,
a la quimera del que se desayuna con besanas
y se duerme soñando sementeras
con los surcos abiertos al sol por el arado,
al que puede transformar altares sensoriales
y que despliega el canto físico
de sus manos y sus labios.
51
7
Y para todos aquellos,
veraces hijos de llanuras,
de trojes, trigales y bodegas,
que marcaron rumbos diferentes
por caminos del arte o de la ciencia,
que levantasteis el ave humilde
de la grandeza más pequeña
elevando el amor entre millares de cuerpos;
para vosotros entrelazo rosas
y levanto castillos con almenas;
a vosotros que acudisteis a la cita
de quien no lo merece y lo precisa,
os entrego mi alma diáfana,
mi pensamiento sutil y nuevo
surgido en los pliegues de la memoria.
52
8
Y es que mi cuerpo es un arca de Noé
que acumula el polvo en los rincones,
pero conserva en su interior
un átomo de amor de cada especie,
una lágrima lenta de nostalgia,
un ansia ardiente por amar,
una máscara siempre transparente,
cúpulas de cristal en la azotea,
dorados mosaicos en los muros,
el perfume de los días pasados,
el presagio del brillo de otros ojos,
la voluntad de propagar el arcoíris,
la soledad, tal vez, innecesaria,
una esquirla de este horizonte claro
que perfila por siglos la entereza.
53
9
Hoy mi tiempo se extiende ante mí
en forma de un cálido recuerdo.
Cierro mis ojos y me llegan puntuales,
rodando en la distancia sin el menor extravío,
la nebulosa imagen de mi infancia,
la insolencia jovial de una sonrisa,
las tardes olorosas de aquel otoño
cuajado de fragancias y sabores
con el dulzor de la uva recién cortada,
la casa suspendida en la colina
como una estela blanca desterrada,
la cruz del campanario en las alturas
como vigía en soledad pactada,
las calles escondidas en penumbra
con un mismo destino y una sola cadencia.
54
10
Y regreso sin reclamar nada,
adentrándome en la espesura de los campos
por caminos que serpentean los trigales
y que los carros marcaron con sus huellas.
Busco una mirada en la espesura
para calmar el asombro de unos párpados
que se abren en el momento justo.
Acaricio sonrisas con la áspera mano
de un centinela en la puerta de la casa.
Allí todo ha quedado quieto
conservando sus perfumes,
acariciando los colores sin obstáculo alguno,
escuchando el sonido y su eco distintivo
como si fueran voces de lejanos susurros.
55
11
El latido del corazón sube hasta mis sienes
con sentimientos puros y entrega generosa.
Ha sido demasiada la ausencia para borrar
la inmensa luna sobre nubes fugitivas.
Y qué me queda ahora
cuando reconozco que un labio,
que una boca no es una fuente,
es una sed inextinguible entre cañadas
que rompen la distancia
como cabellos rizados al fondo del abismo.
Los espejos cotidianos han ido envejeciendo.
De aquellos días, lejanos días añorados,
me quedó el deseo de vivir ,
de buscar la necesidad de esa luz
que me arrastró a la ciudad que el invierno somete.
56
12
Quisiera tener, el pulso diáfano, cristalino,
el vuelo nupcial de la cigüeña,
difuminar tu perfil rizado
con transitadas espigas en parcelas infinitas,
el alma constructor de profundos cimientos,
el ingenio que proyecte pasos de gigante,
la sangre que recorre las venas de la tierra
en un vértigo fugaz de insaciable fuerza,
el fuego que alimente la esperanza
con una inmensa hoguera de pavesas,
el rubor que deshace la piedra más dura,
la anticipación a todo los deseos
que me arrastren a tu piel libre de escamas,
el fértil aluvión que rebosa por los poros
llenando los huecos de tu piel intacta.
57
13
Despierto, sí, pero me resisto,
persigo todavía borrosas imágenes,
camino sobre la rugosa alfombra
de una casa que es la ruina de si misma;
irremediablemente nazco
con las voces infantiles camino del colegio,
el tañido de la campana en la vieja iglesia
que me evoca otro ayer.
Todo sigue en su sitio.
Nada ha cambiado, pero algo aparece de nuevo
Hoy, es ya el resbaladizo futuro
sin dame apenas cuenta , paso a paso,
callado. Y en esta mañana primaveral
llego al oscuro linde
donde alguna vez me adormecí.
58
14
Quiero ser el inmenso abrazo que abarque
la superficie ondulada de las aguas interiores,
el vaivén acompasado de las hojas en otoño,
la exacta geometría que abarque tu silueta,
la cálida bocanada del más dulce recuerdo,
la puerta más grande sin cerradura
que deje entrar la memoria olvidada,
el arañazo de la rosa blanca de tu mano,
el murmullo hecho silencio,
el cielo que te cubre como un códice miniado
en los planos imprevistos del paisaje,
el crepúsculo extendiendo su alfombra azul
sobre la belleza roturada en los bancales,
el despertar del beso de los enamorados
frustrado por la luz repentina del alba.
59
15
Quiero madurarte en mi regazo
tras la monótona lluvia en los cristales,
protegerte de todas las incógnitas
con el indomable arrojo guerrero,
despertarte a las caricias nuevas
en un amanecer que me lleve sin complejos
a la luz velada de tu mundo.
Para un sueño sin sueños quiero para ti,
tierra de ventana siempre abierta,
un horizonte erizado sin hastíos.
Así quiero sentir el peso del destino
en la flor inmensa de tu carne
para que se me llenen las venas dulcemente
de todas las memorias y de todos los acentos.
¡Hoy juego a contar realidades!
60
LORCA : EL TIEMPO DETENIDO
En los relojes el tiempo se ha detenido:
dieciocho horas y cuarenta y siete minutos,
once de mayo, atardecer de primavera.
La tierra se estremece con ondas espirales.
El suelo se contrae como armazones blandos.
Las paredes ladean las estancias saqueadas
mientras las grietas avanzan con curvas cicatrices.
Los pilares se derriban como tendones rotos.
Llueven cascotes asesinos sobre las aceras.
Un sordo rumor rompe los silencios.
El destino se cierra con puñales afilados
rasgando la materia en sus cimientos.
Lorca, ¿quién puede mudar tu piel
sino tú misma, y renacer de las cenizas
para ser más fuerte que el tenso arco de las sombras?
Ciudad del sol, de los cien escudos, luz en trance
capaz de borrar las fugaces heridas de tu vientre.
Ahora se abre la esperanza sobre el vacío incierto
para crear un escenario sin lágrimas amargas,
para ser la flor más codiciada del jardín del Edén.
Tú, Lorca dichosa, iluminada y viva,
tú, ciudad nunca derrotada.
61
INDICE
EN LA PIEL DEL DIA
1. AMANECER
2. MEDIODIA
3. ATARDECER
4. ANOCHECER
5. NOCHE CERRADA
AGUA VIVA
EL RÍO DE LA VIDA
DENIA A LA LUZ DEL TIEMPO
1. INVOCACIÓN A DENIA
2. DENIA LE HABLA AL MEDITERRÁNEO
3. SOBRE EL ACANTILADO
4. MEDITACIÓN DEL VIAJERO
5. AMANECER EN LES DEVESES
6. AMANECER EÑ EL MONTGÓ
7. COSTA DE MAR
8. DESCUBRIMIENTO
9. POSESION
10. HORIZONTE FINAL
PAISAJES CON EL PINCEL DE LA PLUMA
1. LA VISIÓN DEL COLOR
2. MURCIA: MAR MENOR
3. EN LA FRONTERA DEL AGUA
4. LITORAL: CABO DE PALOS
5. CUADERNO DE BITÁCORA
6. PRISIONERO DEL MAR
7. PUNTOS CARDINALES
8. CREPÚSCULO EN EL GROVE
9. OJOS DE PRIMAVERA
10. EL CLAMOR DEL AIRE