ABECEDARIO

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Letras en la naturaleza

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Aw

H

1B

C

Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy Arte soy entre las artes,

En los montes, monte soy.

Yo he puesto la mano osada, de horror y júbilo yerta, sobre la estrella apagada

que cayó frente a mi puerta.

Luz del alma, luz divina, faro, antorcha, estrella, sol... Un hombre a tientas camina

lleva a la espalda un farol.

La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.

Si ves un monte de espumas, es mi verso lo que ves:

Mi verso es un monte, y es un abanico de plumas.

Yo quiero salir del mundo por la puerta natural:

En un carro de hojas verdes a morir me han de llevar.

Gocé una vez, de tal suerte que gocé cual nunca: cuando

la sentencia de mi muerte leyó el alcalde llorando.

Oculto en mi pecho bravo la pena que me lo hiere:

El hijo de un pueblo esclavo vive por él, calla y muere.

Oigo un suspiro, a través de las tierras y la mar, y no es un suspiro, - es

que mi hijo va a despertar.

Mi verso al valiente agrada: mi verso, breve y sincero,

es del vigor del acero con que se funde la espada.

Dulce fruto, compañera, dulce hijo, tierno amor,

¿Hace el barro esia labor, suave y fragante, de cera?

Un guiño, un parpadeo, un llanto en la oscuridad,

una lagrima perdida y un deseo por amar.

Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa dejadme subir al menos hasta las altas barandas.

Compadre quiero cambiar mi caballo por tu casa

mi montura por tu espejo mi cuchillo por tu manta.

Alas nacer vi en los hombros de las mujeres hermosas y salir de los escombros, volando las mariposas.

Con la sombra en la cintura ella sueña en la baranda verdes carne, pelo verde su cuerpo de fría plata.

Nada preguntemos, él nos da una pura alegría

y es bastante saber eso.

Yo sé los nombres extraños de las hierbas y las flores,

y de mortales engaños, y de sublimes dolores.

Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero

que me da su mano franca.

Rápida como un reflejo, dos veces vi el alma, dos

cuando murió el pobre viejo, cuando ella me dijo adiós.

En un suspiro fugaz la vida se va pasando

nuestro tiempo se evapora, los minutos van contando.

Mi verso es como un puñal, que por el puño echa flor:

mi verso es un surtidor que da un agua de coral.

Mi verso es de un verde claro y de un carmín encendido.

Mi verso es un ciervo herido que busca en el monte amparo.

La existencia es un instante un copo de nieve al sol,

una gota de rocío en el tallo de una flor.

No me pongan en lo oscuro a morir como un traidor:

¡Yo soy bueno, como bueno, moriré de cara al sol!

Eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo; sin pensar de dónde vengo, ni a dónde

mis pasos me llevarán.

Yo sé que el necio se entierra, con gran lujo y con gran llanto y que no hay fruta en la tierra,

como la del camposanto.

Sin tiempo para pensar el reloj sigue marcando

incansable su tic tac nuestra vida deshojando.

¿De una semilla grosera nace este bello rubor

de concha marina y flor de cielo de primavera?

Se escucha el ¡ay! de imprenta

que multiplica el verso por mil o cinco mil.

Blanco los caminos, blancos los tejados

la veleta blanca y blancos los campos.

Albores del día llegaron llamando, desde mi ventana se ve todo blanco.

Vino, primero, pura, vestida de inocencia.

Y la ame como un niño.

Ya vienen los soldados por la Quebrada

y los godos disparan como bandada.

Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado en una noche de fiesta.

Y se quitó la túnica, y apareció desnuda toda,

¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre!

¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos,

caballitos de madera!

Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy Arte soy entre las artes,

En los montes, monte soy.T8 JB