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7/25/2019 A Razo de Sade (Blanchot) - Excerto Em Espanhol
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En 1797 apareci en HolandaLa nueva Justine o las desgracias de la virtud seguida
de la historia de Juliette, su hermana.Esta obra monumental, de cerca de 4.000
pginas, que su autor haba preparado a tra!s de arias redacciones que aumentan a"n
ms su e#tensin, traba$o casi sin %in, de inmediato espant al mundo. &i ha' un in%ierno
en las bibliotecas, es para seme$ante libro. Hemos de admitir que en ninguna literatura
de ninguna !poca ha habido una obra tan escandalosa, que como ninguna otra ha'a
herido ms pro%undamente los sentimientos ' los pensamientos de los hombres. ()ui!n,
actualmente, se atreera a riali*ar en licencia con &ade+ &, podemos pretenderlo
tenemos all la obra ms escandalosa $ams escrita. (-o es un motio para
preocuparnos+ enemos la suerte de conocer una obra ms all de la cual ning"n otro
escritor, en ning"n momento, ha logrado aenturarse. (enemos, pues, de alguna
manera en la mano, en este mundo tan relatio de la literatura un erdadero absoluto, '
no intentamos interrogarlo+ (-o pensamos en preguntarle por qu! no se le puede
superar, lo que ha' en el e#cesio, eternamente demasiado %uerte para el hombre+
E#tra/a negligencia. ero, (tal e* ser tan puro el escndalo a causa de esta
negligencia+ uando emos las precauciones que ha tomado la historia para hacer de
&ade un enigma prodigioso, cuando pensamos en esos 27 a/os de prisin, en esa
e#istencia con%inada ' prohibida, cuando ese secuestro atenta no slo contra la ida de
un hombre, sino contra su superiencia, al punto de que poner en secreto su obra
parece condenarlo, a"n io, a una prisin eterna, llegamos a preguntarnos si los
censores ' los $ueces que pretenden encerrar a &ade no estn al sericio del mismo
&ade, no reali*an los otos ms ios de su libertina$e, el que siempre aspir a la
soledad de las entra/as de la tierra, al misterio de una e#istencia subterrnea ' reclusa.
&ade, de die* maneras, %ormul esa idea, la de que los ms grandes e#cesos del hombre
e#igan el secreto, la oscuridad del abismo, la soledad iniolable de una celda. 3hora
bien, cosa e#tra/a, son los guardianes de la moral quienes, al condenarlo al secreto, sehan hecho $unto con !l los cmplices de la ms ba$a inmoralidad. Es su suegra, la
puritana adame de ontreuil, la que, al hacer de su ida una prisin, hace de esa ida
la obra maestra de la in%amia ' del desen%reno. E igualmente, si despu!s de tantos
a/osJustine et Juliette continua pareci!ndonos el libro ms escandaloso que pueda
leerse, es porque el libro casi no es posible, es porque, por el autor, por los editores, con
la a'uda de la moral uniersal, se tomaron todas las medidas para que el libro
conserara un secreto, sea una obra per%ectamente ilegible, ilegible tanto por sue#tensin, su composicin, sus repeticiones, como por el igor de sus descripciones ' la
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indecencia de su %erocidad, que no podan sino precipitarla en el in%ierno. 5ibro
escandaloso, pues a ese libro no podemos casi apro#imarnos ' nadie puede olerlo
p"blico. ero libro que muestra tambi!n que no ha' escndalo all donde no ha' respeto,
' que donde el escndalo es e#traordinario, el respeto es e#tremo. ()ui!n es ms
respetado que &ade+ uchos, todaa ho', creen que les bastara tener un momento
entre las manos esta obra maldita para que se eri%ique la orgullosa %rase de 6ousseau
(toda $oen que lea una sola pgina de ese libro, estar perdida+ &eme$ante respeto es
ciertamente un tesoro para una literatura ' una ciili*acin. 3s, a todos sus editores '
comentaristas presentes ' por enir, no podemos de$ar de decirles discretamente este
oto 83h, en &ade, por lo menos, respetad el escndalo
or %ortuna, &ade se de%iende bien. -o slo su obra, sino su pensamiento siguen
siendo impenetrables, ' ello aunque los desarrollos tericos sean en ella numerosos,
aunque los repita con una paciencia desconcertante ' aunque ra*one de la manera ms
clara ' con lgica ms que su%iciente. El gusto e incluso la pasin de los sistemas lo
animan. &e e#plica, a%irma, prueba regresa 100 eces sobre el mismo problema :' 100
eces es poco decir;, lo mira en todos los aspectos, e#amina todas las ob$eciones,
responde a ellas, encuentra otras a las cuales responde tambi!n. < como lo que !l dice es
generalmente bastante sencillo, como su lengua$e es abundante pero preciso ' %irme,
parece que no debera haber nada ms %cil de comprender que la ideologa que, en !l,
no se separa de las pasiones. < sin embargo, (ul es el %ondo del pensamiento de
&ade+ ()u! di$o, en realidad+ (=nde est el orden de su sistema, dnde comien*a,
donde termina+ (Ha' incluso ms de una sombra de sistema en las etapas de este
pensamiento tan obsesionado por las ra*ones+ (< por qu! tantos principios tan bien
coordinados no consiguen %ormar el con$unto per%ectamente slido que deberan
constituir, que incluso en apariencia componen+ Eso no aparece, tampoco, con ma'or
claridad. al es la primera singularidad de &ade. onsiste en que esos pensamientostericos liberan a cada instante unos poderes irracionales con los cuales estn ligados
esos poderes a la e* los animan ' los de%orman con un empu$e tal que los pensamientos
resisten ' ceden, intentan dominarlo, pero no lo consiguen sino liberando otras %uer*as
oscuras, las cuales a su e* los arrastran, los desan ' los perierten. =e ello resulta
que todo lo dicho est claro, pero parece a merced de algo que todaa no est dicho,
que aparece un poco ms tarde lo que no se habra dicho, ' es retomado por la lgica,
que a su e* obedece al moimiento de una %uer*a todaa escondida ' que al %inal, alponerse las cosas en claro, todo llega a e#presarse, pero todo igualmente uele a
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hundirse en la oscuridad de los pensamientos irre%le#ios ' de los momentos que no
pueden %ormularse.
El malestar del lector %rente a este pensamiento que no se aclara sino ante la
aparicin de otro pensamiento, que a su e*, en ese instante no puede aclararse, es a
menudo mu' grande. 5o es, tanto ms en la medida en que las declaraciones de
principio de &ade, lo que podemos llamar su %iloso%a de base, parecen ser la sencille*
misma. Esta %iloso%a es la del inter!s, seguido por el egosmo integral. ada quien debe
hacer lo que le pla*ca, nadie tiene otra le' que su placer. Esta moral est %undada sobre
el hecho primero de la soledad absoluta. &ade lo ha dicho ' repetido en todas las
%ormas la naturale*a nos hace nacer solos, no e#iste ninguna especie de relacin entre
un hombre ' otro. 5a "nica regla de conducta es, pues, que 'o pre%iera todo lo que me
a%ecte %eli*mente, sin tener en cuenta las consecuencias que esta decisin podra
acarrear al pr$imo. El ma'or dolor de los dems cuenta siempre menos que mi placer.
)u! importa, si 'o debo comprar el ms d!bil regoci$o a cambio de un con$unto de
desastres, pues el goce me halaga, est en m, pero el e%ecto del crimen no me alcan*a,
esta %uera de m.
Estos principios son claros. 5os olemos a encontrar desarrollados de mil maneras
en 20 ol"menes. &ade no se cansa de ello. 5o que le gusta in%initamente es ponerlos en
relacin con las teoras de moda, las de la igualdad de los indiiduos en%rente de la
naturale*a ' en%rente de la le'. ropone entonces dos ra*onamientos de este g!nero
siendo id!nticos todos los seres a los o$os de la naturale*a, esta identidad me concede el
derecho de no sacri%icarme a la conseracin de los dems, cu'a ruina es indispensable
para mi %elicidad. > bien, %ormula una especie de =eclaracin de =erechos del
Erotismo, teniendo por principio %undamental esta m#ima, lida tanto para las
mu$eres como para los hombres darse a todos aquellos que lo desean, tomar a todos
aquellos a quien deseamos. ()u! mal hago, que o%ensa cometo, diciendo a una bellacriatura, cuando la encuentro pr!stame la parte de tu cuerpo que puede satis%acerme un
instante ' go*a, si eso te place, de aquella del mo que puede serte agradable+
&eme$antes proposiciones le parecen irre%utables a &ade. En el curso de largas pginas,
inoca la igualdad de los indiiduos, la reciprocidad de derechos, sin percatarse que sus
ra*onamientos, le$os de a%irmarse, se uelen insensatos ?ams un acto de posesin
puede e$ercerse sobre un ser libre, dice. ero (qu! conclu'e de esto+ -o que est!
prohibido hacer iolencia a cualquier ser ' go*arlo en contra de su oluntad, sino quenadie, para negarse a ello, pueda prete#tar unas relaciones e#clusias, un derecho
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anterior de posesin. 5a igualdad de los seres es el derecho de disponer igualmente de
todos los seres@ la libertad es el poder de someter a cualquiera a sus deseos.
3l obserar el encadenamiento de seme$antes %rmulas, nos preguntamos si ha' una
laguna en la ra*n de &ade, una ausencia, una locura. enemos la sensacin de un
pensamiento pro%undamente perturbado, suspendido sobre el aco. ero, de repente, la
lgica triun%a, las ob$eciones aparecen ' el sistema se %orma poco a poco. ?ustine, que
como sabemos, representa en este mundo la irtud tena*, humilde, siempre oprimida '
desgraciada, pero $ams conencida de sus errores, declara intempestiamente de una
manera mu' ra*onable Auestros principios suponen el poder@ si mi %elicidad consiste
en nunca tener en cuenta el inter!s de los dems, en hacerles mal en ocasiones, llegar
necesariamente un da en que el inter!s de los dems consistir en hacerme mal@ (en
nombre de qu! protestara 'o+ (El indiiduo que se asla puede luchar contra todos+
>b$ecin clsica, como emos. El hombre de &ade responde a ello implcita '
e#plcitamente de arias maneras que nos arrastran poco a poco al cora*n de ese
unierso que es el su'o. &, dice de entrada, mi derecho es el del poder. < en e%ecto, la
humanidad de &ade est compuesta esencialmente de un peque/o n"mero de hombres
todopoderosos, que han tenido la energa de elearse por encima de los pre$uicios, que
se sienten dignos de la naturale*a por has di%erencias que ha puesto en ellos, ' que
buscan la satis%accin por todos los medios. Esos hombres e#traordinarios pertenecen
generalmente a una clase priilegiada son duques, re'es, el papa, que tambi!n ha
surgido de la noble*a@ se bene%ician con has enta$as de su rango, de la %ortuna, de la
impunidad que les asegura su posicin. =eben a su nacimiento los priilegios de la
desigualdad, que se contentan con per%eccionar por un implacable despotismo. &on los
ms %uertes, porque %orman parte de una clase %uerte. 5lamo pueblo, dice uno de ellos,
a esa clase il ' despreciable que no puede iir sino a %uer*a de penas ' de sudores@
todo lo que respira debe ligarse contra esta clase ab'ecta.&in embargo, no es posible dudar, si lo ms a menudo esos soberanos del libertina$e
concentran en ellos, para su enta$a, toda la desigualdad de las clases, ello no es sino
una circunstancia histrica, la que &ade no toma en cuenta en sus $uicios aloratios. Ha
discernido per%ectamente que en la !poca en la cual escribe, el podero es una categora
social@ que est inscrito en la organi*acin de la sociedad, tal como se consera antes '
despu!s de la reolucin, pero cree tambi!n que el poder :al igual que la soledad; no es
solamente un estado, sino una decisin ' una conquista, que slo es poderoso quienpuede lograrlo por medio de su energa. En realidad, sus h!roes se reclutan en dos
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medios opuestos en lo ms alto ' en lo ms ba$o, en la clase ms %aorecida ' en la
clase ms des%aorecida, entre los grandes de este mundo ' en la cloaca de los ba$os
%ondos. Bnos ' otros encuentran en su punto de partida algo e#tremoso que los
%aorece el e#tremo de la miseria es un acicate tan igoroso como el !rtigo de la
%ortuna. uando se es un =ubois o un =urand, uno se sublea contra las le'es porque se
est demasiado aba$o de ellas para poderse con%ormar sin perecer. < cuando uno es un
&aintCDond o el duque de langis, se est demasiado encima de las le'es para someterse
a ellas sin decaer. or ello, en las obras de &ade la apologa del crimen se sustenta en
principios contradictorios para unos, la desigualdad es un hecho de la naturale*a@ no
tienen ning"n derecho, no son nada, contra ellos todo est permitido. =e ah esos
elogios desmedidos a la tirana, esas constituciones polticas destinadas a hacer
imposible el desquite del d!bil ' el enriquecimiento del pobre. Estable*camos, dice
Aerneuil, que ha' necesariamente en las intenciones de la naturale*a una clase de
indiiduos esencialmente sometidos a otros por su debilidad ' su nacimiento. -o para
el pueblo se ha hecho la le'... 5o esencial, en todo gobierno prudente, es que el pueblo
no inada la autoridad de los grandes. < &aintCDond El pueblo estar sometido a una
esclaitud que lo pondr en situacin de no atentar $ams contra la dominacin o la
degradacin de las propiedades de los ricos. > a"n odo lo que se denomina crimen
de libertina$e no ser castigado sino en las castas de esclaos.
Henos aqu, parece, en presencia de la teora ms loca del despotismo ms absoluto.
ero, bruscamente, la perspectia cambia. ()u! dice la =ubois+ 5a naturale*a nos ha
hecho nacer a todos iguales@ si la suerte se complace en desarreglar ese primer plan de
las le'es generales, nos corresponde corregir sus caprichos ' reparar con nuestra
habilidad las usurpaciones de los ms %uertes... anto que nuestra buena %e como nuestra
paciencia no serir sino para re%or*ar nuestras cadenas, nuestros crmenes sern
irtudes ' estaramos bien enga/ados al recha*arlos para disminuir un poco el 'ugo conel cual se nos carga. < agrega a los pobres, slo el crimen les abre las puertas de la
ida@ la maldad es la compensacin de la in$usticia, al igual que el robo es el desquite
del desposedo. 3s, lo distinguimos claramente igualdad, desigualdad, libertad de la
opresin, reuelta contra los opresores no son sino argumentos proisionales a tra!s de
los cuales se a%irma, seg"n la di%erencia de relaciones sociales, el derecho del hombre de
&ade al poder. ronto, por lo dems, se borra la distincin entre aquellos que tienen
necesidad del crimen para subsistir ' aquellos que no go*an de la e#istencia sino en elcrimen. 5a =ubois se conierte en baronesa. 5a =urand, enenenadora de ba$a
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e#tradicin, se elea por encima de las princesas que ?uliette no acila en sacri%icarle.
5os condes se hacen $e%es de banda, asaltantes :como enFaxelange; o incluso hoteleros
para me$or despo$ar ' asesinar a los bobos. 3l contrario, la ma'or parte de las ctimas
del libertina$e son escogidos en la aristocracia, es preciso que sean nobles por
nacimiento ' es a la condesa, su madre, a quien el marqu!s de ressac declara con un
soberbio desprecio us das me pertenecen ' los mos son sagrados.
3hora, (qu! pasa+ 3lgunos se han uelto poderosos. Bnos lo eran por su origen, pero
han demostrado que merecan ese poder por la manera en que lo han acrecentado ' en
que disponen de !l. >tros se han conertido, ' la se/al de su !#ito es que despu!s de
haber tenido que recurrir al crimen para adquirir el poder, se siren de ese poder para
adquirir la libertad de todos los crmenes. 3s es el mundo algunos seres que se han
eleado a lo ms alto ' alrededor de ellos, in%initamente, una polareda sin nombre ' sin
n"mero de indiiduos que no tienen ni derecho ni poder. Aeamos en qu! se conierte la
regla del egosmo absoluto.
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que &ade acepta %bulas, que se remite demasiado a una roidencia negra, encargada
de conducir a lo me$or a aquellos que han escogido lo peor. ero en laNouvelle
Justine' enJuliette, todo cambia. Es cierto que &ade posee esta pro%unda coniccin la
de que el hombre del egosmo absoluto no puede $ams caer en la desgracia@ a"n ms,
ser %eli* al m#imo ' lo ser siempre, sin e#cepcin. (ensamiento demente+ uede
ser. ero este pensamiento est unido en !l a potencias tan iolentas, que !stas terminan
por oler irre%utables, a sus o$os, las ideas que sostienen. En realidad, la traduccin
terica de esta certe*a no se logra sin tropie*os. 6ecurre a arias soluciones, las ensa'a
sin tregua, aunque ninguna pueda satis%acerlo. 5a primera es puramente erbal consiste
en negar el pacto social, que seg"n !l, es la salaguardia de los d!biles ' constitu'e para
el %uerte una grae amena*a terica. En e%ecto, prcticamente el poderoso se sabe serir
mu' bien de la le' para consolidar sus arbitrariedades, pero entonces no es %uerte sino
por la le' ' es la le' la que tericamente encarna el poder. En tanto que no reina la
anarqua o el estado de guerra, el soberano no es sino el soberano, pues incluso si la le'
lo a'uda a aplastar a los d!biles es, en suma, por una autoridad creada en nombre de los
d!biles ' que sustitu'e la %uer*a del hombre slo por el %also nculo de un pacto, del
cual se uele el amo. 5as pasiones de mi ecino son in%initamente menos temibles
que la in$usticia de la le', pues las pasiones de ese ecino estn contenidas por las mas
' en cambio nada detiene, nadie se en%renta a las in$usticias de la le'. -ada detiene la
le' porque no ha' nada encima de ella ' porque est por lo mismo siempre encima de
m. Es por lo que, incluso siri!ndome, me oprime. ambi!n por ello &ade, si pudo
reconocerse en la reolucin, es en la medida en que, como trnsito de una le' a otra, ha
reprensado la posibilidad de un r!gimen sin le', como !l lo ha e#presado en estas
curiosas a%irmaciones El reino de las le'es es in%erior al de la anarqua la prueba ms
grande de lo que digo est en la obligacin en que se encuentra todo gobierno de
hundirse a s mismo en la anarqua, cuando quiere rehacer la constitucin. ara abrogarlas antiguas le'es, est obligado a establecer un r!gimen reolucionario en el cual no
ha' le' de ese r!gimen nacen %inalmente nueas le'es, pero ese segundo estado es
necesariamente menos puro que el primero, puesto que de !ste deria...
=e hecho, el oder se acomoda a cualquier r!gimen. 3 todos niega la autoridad ' en
el seno de un mundo desnaturali*ado por la le', crea un enclae donde la le' se calla, un
lugar cerrado en el cual la soberana legal es ignorada ms bien que combatida. En los
estatutos de la &ociedad de los 3migos del rimen %igura un artculo que prohbe todaactiidad poltica.
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5a sociedad respeta el gobierno ba$o el cual ie, ' si ella se pone encima de
las le'es, es porque est en sus principios que el hombre no tiene poder de hacer
le'es que contraren las de la naturale*a, pero los desrdenes de sus miembros,
siempre internos, no deben $ams escandali*ar ni a los gobernantes ni a los
gobernados.
< si llega a suceder en la obra de &ade que el oder realice una tarea poltica ' se
me*cle en la reolucin, como es el caso de orchamps que se entiende con la 5ogia
del -orte para derrocar a la monarqua sueca, los motios que lo inspiran no tienen nada
que er con la oluntad de emancipar la le'. (ules son los motios que os hacen
detestar el despotismo sueco+, le pregunta a uno de los conspiradores. 5os celos, la
ambicin, el orgullo, la desesperacin de ser dominado, el deseo de tirani*ar 'o mismo
a los otros G(el bienestar de los pueblos entra de alguna manera en uestras as+G.
-o quiero sino el mo propio.
En rigor, el oder puede siempre sostener que no tiene nada que temer de los
hombres comunes que son d!biles ' nada de la le', cu'a legitimidad no reconoce. El
erdadero problema es el de las relaciones del oder con el poder. Esos hombres %uera
de serie, que ienen de mu' arriba o de mu' aba$o, se encuentran necesariamente sus
gustos parecidos los apro#iman@ el hecho de que lean la e#cepcin, al ponerlos aparte,
los apro#ima. ero (cul puede ser la relacin de la e#cepcin con la e#cepcin+ Esta
cuestin ha ciertamente preocupado mucho a &ade. omo siempre, a de una solucin a
otra, para %inalmente, al t!rmino de su lgica, de$ar que se transparente de este enigma,
la "nica palabra que le importa. uando inenta una sociedad secreta, reglamentada por
conenciones rigurosas, destinadas a atemperar en ella los e#cesos, tiene la e#cusa de
moda, pues ha iido en un tiempo en el cual la %rancmasonera del libertina$e, ' la
%rancmasonera a secas hacia surgir, en el seno de una sociedad en ruinas, un gran
numero de peque/as sociedades, de colegios secretos, %undados sobre la complicidad delas pasiones ' el mutuo respeto de las ideas peligrosas. 5a &ociedad de los 3migos del
rimen es un ensa'o de este g!nero. &us estatutos, ampliamente anali*ados '
estudiados, prohben a los miembros de la sociedad el abandonarse entre ellos a las
pasiones %eroces, las cuales no pueden satis%acerse sino en dos serrallos, a los cuales las
clases irtuosas aseguran la poblacin. Entre ellos, deben los miembros prestarse a
todas las %antasas ' a hacer todo, ero, agrega &ade, no debe haber pasiones crueles.
Aemos claramente por qu! es que se trata a cualquier precio de impedir el encuentro, en
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el terreno en que el mal se conertira en su desgracia, de quienes no deben esperar sino
el placer. 5os libertinos superiores se alan, pero no se encuentran.
al compromiso no puede satis%acer a &ade. ambi!n es preciso se/alar que, aunque
los h!roes de sus libros se asocian constantemente por conenios que determinan los
lmites de su poder ' sobreponen el orden al desorden, la posibilidad de la traicin
permanece entera entre los cmplices la traicin no cesa de agrandarse, al punto que al
%in se sienten menos ligados por el $uramento que los une que por la necesidad recproca
de %altar a ese $uramento. Esta situacin uele e#tremadamente dramtica la "ltima
parte deJuliette. Fsta tiene principios. iene respeto al libertina$e ' cuando se encuentra
a un malado per%ecto, la per%eccin del crimen del cual es responsable, el poder de
destruccin que representa, no slo la llean a asociarse con !l, sino, incluso, cuando
esta asociacin se uele peligrosa para ella la conducen a salarlo si puede. 3s,
aunque en peligro de ser muerta por el monstruo insi, se niega a hacerle asesinar.
Este hombre es demasiado per$udicial para la humanidad, para que 'o prie de !l al
Bnierso. < alg"n otro persona$e que inenta obras maestras de lubricidad, s, al %in
ella lo inmola, pero porque se ha dado cuenta de que al salir de sus orgas sangrientas,
aqu!l tena el hbito de ir a una capilla a puri%icarse el alma. (El per%ecto criminal estar
pues al abrigo de las pasiones a las cuales se libra+ (&ubsistira un principio, un "ltimo
principio, seg"n el cual el libertino no puede ser nunca ob$eto ni ctima de su propio
libertina$e+ e has dicho 100 eces, dice a ?uliette me. de =onis, que los taimados
no se hieren entre ellos (desmentirs esta m#ima+ 5a respuesta es clara@ la
desmiente@ me. de =onis es sacri%icada, ' poco a poco los cmplices ms queridos,
los compa/eros de perdicin ms respetables perecen ctimas sea de su %idelidad, sea
de su per$urio, sea de su cansancio, sea del ardor de sus sentimientos. -ada puede
salarlos, nada los e#cusa. 3penas ha precipitado ?uliette a la muerte a sus me$ores
amigos cuando 'a se uele hacia otros nueos aliados e intercambia con ellos$uramentos de eterna con%ian*a. ?uramentos de los cuales se ren ellos mismos, pues
bien saben que no asignan lmites a sus e#cesos, sino para tener el placer de rebasar esos
lmites.
5a conersacin siguiente, entre algunos se/ores del crimen, resume bastante bien la
situacin. Bno de ellos, Iermand, dice de su primo ressac irad, !l hereda de m@
pues bien, 'o apuesto que mi ida no lo impacienta tengo los mismos gustos, la misma
manera de pensar, !l est seguro de encontrar un amigo en m. iertamente, diceressac, 'o nunca os har! el menor da/o. &in embargo, el mismo ressac obsera que
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otro de sus parientes, dJEsteral, que se especiali*a en degollar transe"ntes, ha estado a
punto de asesinarlo. &, dice dJEsteral, como pariente, $ams como compa/ero de
orgas. ero ressac permanece esc!ptico ' todos quedan, en e%ecto, de acuerdo en que
esta consideracin ha estado a punto de no retener a =oroth!e, la mu$er de dJEsteral.
3hora bien, (qu! responde esta =oroth!e+ Auestro elogio est en uestra sentencia. El
terrible hbito que tengo de inmolar a los hombres que me placen, escriba uestra
sentencia a un lado de mi declaracin de amor. He aqu algo claro. ero, en esas
condiciones, (en qu! se conierte esa certidumbre del hombre siempre %eli* si tiene
todos los icios, necesariamente in%ortunado si posee una sola irtud+ En la realidad, su
obra est sembrada de caderes de libertinos, que ca'eron en la cumbre de su gloria.
-o es slo a ?ustine a quien el dolor sigue, sino tambi!n a la soberbia lairKill, la
herona ms %uerte, la ms en!rgica de &ade, al igual que a &aintCDond, asesinado por
-oirceuil, a la licenciosa orghese arro$ada al %ondo de un olcn, a cientos de
criminales per%ectos. 86aros desenlaces, singulares triun%os de esos seres perersos
(mo la loca ra*n de &ade pudo cegarse %rente a estos ments que ella misma se da+
ero sucede precisamente que esos ments son pruebas ' he aqu por qu!
uando leemos distradamenteJustine, nos de$amos enga/ar por una historia
bastante grosera. Aemos a esa $oen irtuosa iolada sin cesar, golpeada, torturada,
ctima de un destino resuelto a perderla@ ' cuando leemosJulietteemos a una $oen
iciosa que uela de placer en placer. &eme$ante intriga no acaba de conencernos. ero
es que no hemos puesto atencin a su aspecto ms importante atentos "nicamente a la
triste*a de una de ellas ' a la satis%accin de la otra, se nos olida que en el %ondo la
historia de las dos hermanas es id!ntica, que todo lo que pasaba a ?ustine le suceda a
?uliette@ que la una ' la otra pasan por los mismos acontecimientos, su%ren las mismas
pruebas. ?uliette es tambi!n eniada a prisin, golpeada, amena*ada de suplicio,
torturada sin %in. &u e#istencia es horrible, pero mirad esos males le proporcionanplacer, esas torturas le encantan. &on deliciosos los hierros del crimen que amamos. h ?uliette, en erdad son deliciosos los placeres de la imaginacin. oda la
tierra nos pertenece en esos momentos deliciosos@ ni una sola criatura se nos
resiste, deastamos el mundo, lo repoblamos de nueos ob$etos que tambi!n
inmolamos@ tenemos el medio de todos los crmenes, usamos de todos,
centuplicamos el horror.
En su recopilacin de estudios, donde no slo los pensamientos ms %uertes son
e#presados sobre &ade, sino tambi!n sobre todos los problemas que la e#istencia de
&ade puede esclarecer, ierre SlossoKsi e#plica el carcter tan comple$o de las
relaciones que establece la conciencia sdica con =ios ' con el pr$imoL2M.uestra que
sus relaciones son negatias, pero que, por lo mismo que la negacin es real,
reintroduce las nociones que suprime la nocin de =ios ' la nocin del pr$imo, dice,
son indispensables para la conciencia del libertino. =e ello podemos discutir
in%initamente, porque la obra de &ade es un caos de ideas claras en la cual todo est
dicho, pero tambi!n todo disimulado. &in embargo, la originalidad de &ade nos pareceque est en la pretensin e#tremadamente %irme de %undar la soberana del hombre sobre
un poder trascendente de negacin, poder que no depende en nada de los ob$etos que
destru'e@ que al destruirlos, no presupone siquiera su e#istencia anterior, pues 'a desde
antes son considerados nulos. 3hora bien, esta dial!ctica encuentra a la e* su me$or
e$emplo ' posiblemente su $usti%icacin en la manera en que el >mnipotente de &ade se
a%irma en relacin a la >mnipotencia diina.
aurice HeineLTMha hecho resaltar la %irme*a e#cepcional del atesmo de &ade.ero, como ierre SlossoKsi tiene mucha ra*n en recordar, ese atesmo no es de
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sangre %ra. =esde que en el desarrollo ms tranquilo aparece el nombre de =ios,
inmediatamente el lengua$e se enciende, el tono se elea, el moimiento del odio
arrastra las palabras, las trastorna. -o es ciertamente en las escenas de lu$uria en las
cuales &ade da pruebas de su pasin, sino que la iolencia ' el desprecio ' el calor del
orgullo ' el !rtigo del poder ' del deseo se despiertan inmediatamente cada e* que el
Qnico percibe en su camino algunos estigios de =ios. 5a idea de =ios es, de alguna
manera, la %alta ine#piable del hombre, su pecado original, la prueba de su nada, lo que
$usti%ica ' autori*a el crimen, pues contra un ser que ha aceptado anularse en%rente de
=ios, no podramos recurrir a medios demasiado en!rgicos de aniquilamiento. &ade
escribe 5a idea de =ios es el "nico mal que no puedo perdonar al hombre. alabra
decisia ' una de las claes de su sistema. 5a creencia en un =ios todopoderoso que no
de$a al hombre sino la realidad de un hato de pa$a, de un tomo de nada, impone al
hombre integral el deber de recuperar ere poder soberano, al recuperar para s mismo en
nombre de los hombres ' sobre los hombres, el derecho soberano que !stos han
reconocido en =ios. El criminal, cuando mata, es =ios sobre la tierra, porque reali*a
entre !l ' su ctima las relaciones de subordinacin en la que !sta e las relaciones de
la de%inicin de la soberana diina.
=esde que un erdadero libertino discierne, as sea en el espritu del degenerado ms
corrompido, la menor huella de %e religiosa, inmediatamente le decreta la muerte
porque ese ser descarriado se ha destruido a s mismo, habiendo abdicado entre las
manos de =ios@ sucede que !l se considera nada, de manera que aquel que lo mata no
hace sino regulari*ar una situacin que las apariencias apenas elan.
El hombre de &ade niega a los hombres ' esta negacin se reali*a por intermedio de
la nocin de =ios. omentneamente, !l se hace =ios, para que en%rente de !l los
hombres se aniquilen ' ean cul es la nada de un ser en%rente de =ios. (Aos no amis
a los hombres, erdad prncipe+, pregunta ?uliette. 5os aborre*co. -o ha' un soloinstante en que no tenga deseos ehementes de da/arlos. -o ha', en e%ecto, una ra*a
ms espantosa... 8)u! ba$e*a, qu! il, qu! repulsio ero os, interrumpe ?uliette,
(cre!is realmente que os %ormis parte de los hombres+ >h, no, no, cuando se les
domina con tanta energa es imposible ser de su ra*a. Ella tiene ra*n, dice &aintC
Dond, s, nosotros somos dioses.
&in embargo, el moimiento de la dial!ctica contin"a el hombre de &ade que ha
tomado por su cuenta el poder de estar por encima de los hombres, concedido locamentepor !stos a =ios, no olida un instante que ese poder es todo negacin ser =ios no
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puede tener sino un sentido, aplastar a los hombres, aniquilar la creacin. )uisiera ser
la ca$a de andora, dice tambi!n &aintCDond, para que todos los males surgidos de mi
seno destru'an a todos los seres indiidualmente. < Aerneuil &i %uera erdad que
e#iste un =ios, (no seramos nosotros sus riales, al destruir as lo que !l hubiera
%ormado+ =e esta manera se elabora poco a poco una concepcin ambigua de la
>mnipotencia, en el "ltimo sentido de la cual no pueden e#istir dudas. . SlossoKsi
insiste en las teoras de ese &aintCDond del cual acabamos de transcribir los
pensamientos ' que, entre todos los h!roes de &ade, presenta esa singularidad de creer
en el &er &upremo@ slo que el =ios en el cual cree no es mu' bueno, sino mu'
engatio, mu' brbaro, mu' malo, mu' cruel@ es el &er &upremo en maldad, el =ios
de las %echoras. &ade ha sacado de esta idea toda clase de desarrollos brillantes.
Pmagina un $uicio %inal que describe con sus recursos del humor %ero* que le es propio.
Escucha en !l a =ios, rega/ando a los buenos en estos t!rminos
&i hab!is isto que todo era icioso ' criminal sobre la tierra, (por qu! os
hab!is perdido en el camino de la irtud+ 5as desgracias perpetuas con las cuales
cubr el Bnierso, (no deban conenceros de que no amo ms que el desorden '
que era necesario irritarme para complacerme+ (-o os daba 'o cada da el
e$emplo de la destruccin+ (or qu! no destruais osotros+ 8Pmb!cil (or qu!
no me imitabas+
ero recordado esto, es eidente que tal concepcin de un =ios in%ernal no es sino un
momento de la dial!ctica por la cual el superhombre de &ade, despu!s de haber negado
al hombre ba$o el nombre de =ios, a al encuentro con =ios ' a a negarlo a su e* en
nombre de la naturale*a, para %inalmente negar la naturale*a identi%icndola con el
espritu de negacin. En el =ios malado, la negacin que acaba de e#terminar la
nocin de orden reposa, por decirlo as, unos momentos antes de tomarse ella misma por
ob$eto. &aintCDond, al conertirse en =ios, obliga por lo mismo a =ios a conertirse en&aintCDond, ' el &er &upremo, entre las manos del cual el d!bil haba abdicado para
empu$ar al %uerte a la abdicacin, se a%irma slo como la gigantesca coercin de una
transcendencia de bronce que aplasta a cada uno en proporcin a su debilidad. Es el
odio hipostasiado a los hombres, lleado a su t!rmino ms alto. ero apenas llegado a la
e#istencia absoluta, el espritu de negacin, habiendo tomado conciencia de s mismo
como in%inito, no puede sino reolerse contra la a%irmacin de esta e#istencia absoluta,
"nico ob$eto que est ahora a la medida de una negacin que se ha uelto in%inita. Es elodio de los hombres que se haba encarnado en =ios. 3hora es el odio de =ios, que
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libera de s mismo el propio odio. >dio tan igoroso que parece a cada instante
pro'ectar la realidad de lo que niega para a%irmarse me$or ' $usti%icarse. &i esta
e#istencia Gla de =iosG %uera erdadera, con%ieso, dice la =ubois, que el solo placer
de irritar perpetuamente a aquel que estara reestido de ella se olera el ms preciso
resarcimiento de la necesidad en la cual me encontrara de aceptar cualquier creencia en
!l. ero un odio tan deorador, (da testimonio como parece creerlo SlossoKsi, de una
%e que hubiera olidado su nombre ' recurriera a la blas%emia para obligar a =ios a salir
del silencio+ -o nos parece. odo indica, por el contrario, que este odio tan poderoso no
est inculado a =ios con esa predileccin sino porque ha encontrado en !l un prete#to
' un alimento priilegiado. =ios, para &ade, no es mani%iestamente sino el soporte de su
odio. &u odio es demasiado grande para que le importe alg"n ob$eto como es in%inito,
como supera todos los lmites, le sucede que se complace en s mismo ' se e#tasa de
esta in%initud a la cual da el nombre de =ios :u sistema, dice lairKill a &aintCDond,
no encuentra sus orgenes sino en el pro%undo horror que t" tienes a =ios;. ero es slo
el odio lo que es real ' al %in, se lan*ar contra la naturale*a con tanta intrepide* como
contra el =ios ine#istente que aborrece.
En realidad, si las cosas religiosas, si el nombre de =ios, si esos hacedores de =ios
que son los curas desencadenan las pasiones ms tormentosas de &ade, es porque las
palabras de =ios ' de religin son propias para encarnar en !l todas las %ormas de su
odio. En =ios, !l odia la nada del hombre, que se ha dado seme$ante amo, ' el
pensamiento de esa nada lo irrita ' lo in%lama a tal punto que no puede sino cooperar
con =ios, para sancionar esa nada. 3dems, en =ios, !l odia la omnipotencia de =ios,
en la cual reconoce la su'a propia, ' =ios se conierte en la %igura, en el cuerpo de su
odio in%inito. Dinalmente, !l odia en =ios la miseria de =ios, la nulidad de una
e#istencia que, en tanto que se a%irma como e#istencia ' creacin, no es nada, pues lo
que es grande, lo que es todo, es el espritu de destruccin.Ese espritu de destruccin se identi%ica, en el sistema de &ade, con la naturale*a.
&obre ese punto, su pensamiento ha andado mucho a tientas, le ha sido necesario
deshacerse de las %iloso%as ateas de moda hacia las cuales no puede sentir sino simpata
' en las cuales su ra*n, ida de argumentos, encontraba recursos ine#tinguibles. ero
en la medida en la cual !l ha sabido superar la ideologa naturalista, la cual no lo ha
enga/ado con analogas e#ternas, nos o%rece la prueba de que en !l la lgica ha ido
hasta el e#tremo ' no se ha eadido %rente a las %ormas oscuras que la sostenan. 5anaturale*a es una de esas palabras que, como tantos escritores de su tiempo, &ade usaba
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gustosamente. En nombre de la naturale*a ha conducido su lucha contra =ios ' contra
todo lo que =ios representa, en particular la moral. -o insistamos, la abundancia de
&ade sobre este tema es ertiginosa. Esta naturale*a es en principio para !l la ida
uniersal ', durante centenares de pginas, toda su %iloso%a consiste en repetir que los
instintos inmorales son buenos, puesto que son hechos naturales ' que la primera ' la
"ltima instancia, es la naturale*a. =icho de otra manera, no ha' moral, es el reino del
hecho. ero en seguida, molesto por el alor igual que se e conducido a acordar a los
instintos irtuosos ' a los impulsos malados, intenta establecer una nuea escala de
alores, en la cumbre de la cual estar el crimen. &u principal argumento es oler a
decir que el crimen est ms de acuerdo con el espritu de la naturale*a, porque es
moimiento, es decir, ida@ la naturale*a que quiere crear, dice, tiene necesidad del
crimen que destru'e todo esto establecido de una manera sumamente minuciosa, con
duraciones in%initas ' algunas eces con pruebas bastante llamatias. &in embargo, a
%uer*a de hablar de la naturale*a, de encontrar %rente a !l esta re%erencia indispensable '
soberana, el hombre de &ade se irrita poco a poco, ' su odio se le uele pronto tan
insoportable, que lo cubre de anatemas ' de negaciones. &i, amigo mo, aborre*co a la
naturale*a. Esta rebelin posee dos pro%undos motios. or una parte, en la medida en
que !l mismo %orma parte de la naturale*a, siente que la naturale*a escapa de su
negacin ' que cuanto ms la ultra$e ' me$or la sira, ms la destru'e ' ms su%re su
'ugo. =e ah ienen los gritos de odio ' una reuelta erdaderamente demente.
8>h t", %uer*a ciega e imb!cil, cuando 'o ha'a e#terminado sobre la tierra a
todas las criaturas que la cubran, 'o estar! bien le$os de mi ob$etio, puesto que
'o te habr! serido, madrastra, ' porque 'o no aspiro sino a engarme de tu
idiote* o de la maldad que haces probar a los hombres, al no proporcionarles
$ams los medios de librarse de las horribles inclinaciones que t" les inspiras.
E#iste all la e#presin de un sentimiento primordial ' elemental ultra$ar a la naturale*aes la ms pro%unda e#igencia del hombre, esa necesidad en !l es mil eces ms %uerte
que la de o%ender a =ios.
-o ha' en todo lo que hacemos sino los dolos que %abricamos ' criaturas
o%endidas, pero la naturale*a no lo es, ' es a ella a quien quisiera ultra$ar,
quisiera estorbar sus planes, detener su marcha, parar la rueda de los astros,
trastornar los globos que %lotan en el espacio, destruir aquello que la sire,
proteger lo que la per$udica, insultarla, en una palabra, en sus obras ' no hepodido lograrlo.
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< aun en este pasa$e &ade se da la %acilidad de con%undir la naturale*a con sus
grandes le'es, lo que le permite so/ar con un cataclismo que podra destruirlas, pero su
lgica recha*a ese compromiso ' cuando, por otra parte, imagina un mecnico
inentando una mquina para puleri*ar el unierso, debe hacer esta con%esin nadie
habr merecido ms de la naturale*a que el autor. &ade siente per%ectamente que
aniquilar todas las cosas no es aniquilar el mundo, pues el mundo no es slo una
a%irmacin uniersal, sino una uniersal destruccin, de manera que la totalidad del ser
' la totalidad de la nada lo representan de la misma manera. En ello la lucha contra la
naturale*a encarna en la historia del hombre una etapa dial!ctica mu' superior a la lucha
contra =ios. odemos decir, sin moderni*ar su pensamiento, que &ade es uno de los
primeros en haber reconocido en la idea de mundo los rasgos propios de la
trascendencia, puesto que la idea de nada, al %ormar parte del mundo, no podemos
pensarla sino desde el interior de un todo que es siempre el mundo.
&i el crimen es el espritu de la naturale*a, no ha' crimen contra natura ' en
consecuencia, no ha' crimen posible. &ade lo a%irma a eces con la ma'or satis%accin,
a eces con la rabia ms ia. Es que negar la posibilidad del crimen le permite negar la
moral, =ios ' todos lo alores humanos, pero negar el crimen es tambi!n renunciar al
espritu de negacin, admitir que !ste podra suprimirse a s mismo. onclusin contra
la cual se leanta con energa ' que lo conduce poco a poco a retirarle toda su realidad a
la naturale*a. En los "ltimos ol"menes de laNouvelle Justine:particularmente en los
ol"menes APPP ' PU;, ?uliette denuncia todas sus precedentes concepciones ' se corrige
en los siguientes t!rminos )u! imb!cil era 'o antes de separarnos, 'o crea a"n en la
-aturale*a, ' los nueos sistemas adoptados por m desde ese tiempo, me apartan de
ella... 5a naturale*a, dice, no tiene ms de erdad, de realidad o de sentido que =ios
mismo 83h puta osiblemente me enga/as como lo %ui antes por la in%ame quimera
de =ios al cual te decan sometida@ no dependemos ms de ti que de !l@ las causas sonposiblemente in"tiles para los e%ectos... 3s desaparece la naturale*a, aunque el %ilso%o
ha'a puesto en ella todas sus complacencias ' que le ha'a sido mu' agradable hacer de
la ida uniersal una %ormidable mquina de muerte. ero la simple nada no es su
ob$etio. 5o que ha perseguido es la soberana a tra!s del espritu de negacin lleado
a su punto e#tremo. Esta negacin, poco a poco, la ha lleado a los hombres, a =ios, a
la naturale*a para comprobarla. Hombres, =ios, naturale*a, cada una de esas nociones
en el momento en que la negacin la atraiesa, parece recibir un cierto alor, pero sitomamos la e#periencia en su con$unto, esos momentos no tienen la menor realidad,
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pues lo propio de la e#periencia consiste e#actamente en arruinarlos, en anular los unos
por los otros. ()u! son los hombres si no son nada en%rente de =ios+ ()u! es la
naturale*a obligada a desaparecer en%rente del hombre que llea en s la necesidad de
ultra$arla+ < es as como se cierra el crculo. Habiendo partido del hombre, henos aqu
ueltos al hombre. &lo que !ste llea ahora un nueo hombre se llama el Qnico, el
hombre "nico en su g!nero.
&ade, habiendo descubierto que en el hombre la negacin era poder, ha pretendido
%undar el porenir del hombre sobre la negacin lleada hasta su e#tremo. ara llegar a
ello ha imaginado, tomndolo del ocabulario de su tiempo, un principio que por su
ambigOedad, representa una decisin mu' ingeniosa. Este principio es la energa. 5a
energa es, en e%ecto, una nocin mu' equoca. Es a la e* resera ' gasto de %uer*a,
a%irmacin, que no se reali*a sino a tra!s de la negacin, %uer*a que es destruccin.
3dems, es hecho ' le', dato ' alor. Es asombroso que, en este unierso de la
e%erescencia ' de la pasin, &ade, le$os de poner en el primer plano el deseo, lo ha'a
subordinado ' $u*gado sospechoso. Es que el deseo niega la soledad ' conduce a un
peligroso reconocimiento del mundo a$eno. ero, cuando &aintCDond declara is
pasiones, concentradas sobre un punto "nico, se parecen a los ra'os del astro reunidos
por un idrio ardiente queman inmediatamente el ob$eto que se encuentra sobre el
hogar, emos claramente cmo la destruccin puede parecer sinnimo de poder, sin
que el ob$eto destruido saque de esta operacin el mnimo alor. >tra enta$a de este
principio asigna al hombre un porenir, sin imponerle el reconocimiento de ninguna
nocin ideal. He aqu uno de los ma'ores m!ritos de &ade. retende poner en tierra la
moral del bien pero, a pesar de algunas a%irmaciones proocadoras, tuo gran cuidado
de no rempla*arlo por un Eangelio del mal. uando escribe odo es bueno cuando es
e#cesio, podemos reprocharle la incertidumbre de su principio, pero no podemos
reprocharle el querer %undar la soberana del hombre sobre la soberana de nociones quele seran superiores. -inguna conducta sale priilegiada de esto podemos escoger hacer
lo que sea@ lo que importa es que al hacerlo seamos capaces de hacer coincidir la ma'or
destruccin con la ma'or a%irmacin. rcticamente, en las noelas de &ade, es de esa
manera como suceden las cosas. -o es de acuerdo con la ma'or o menor irtud o icio
como los seres son desgraciados o %elices, sino de acuerdo con la energa de la cual dan
prueba@ pues, como !l escribe, la %elicidad depende de la energa de principios, no
podra e#istir para quien %lota incesantemente. ?uliette, a quien &aintCDond propone unplan para deastar por hambre las dos terceras partes de Drancia, duda ' se en%urece
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inmediatamente, es amena*ada. (or qu!+ orque ella ha dado pruebas de debilidad, el
tono de su alma ha ba$ado, ' la energa ma'or de &aintCDond se prepara a conertirla en
su presa. Esto es a"n ms claro en el caso de la =urand, que es, una enenenadora
incapa* de la irtud@ su corrupcin es completa. ero un da el gobierno de Aenecia le
pide esparcir la peste. Este pro'ecto la aterrori*a, no a causa de su carcter inmoral, sino
porque teme los peligros que ella misma podra correr. Pnmediatamente, es condenada.
5a energa le ha %allado, ha encontrado su amo, ' su amo es la muerte. En una ida
peligrosa, dice &ade, lo importante es nunca carecer de la %uer*a necesaria para
%ranquear los "ltimos lmites. odemos decir que este mundo e#tra/o no est
compuesto por indiiduos, sino por sistemas de %uer*as en tensin ms o menos
eleada. 3ll donde se produce una ba$a de tensin, la catstro%e se uele ineitable.
3dems, no ha' por qu! hacer di%erencia entre la energa de la naturale*a ' la del
hombre la lu$uria es una de especie de ra'o, como el ra'o es la lubricidad de la
naturale*a@ el d!bil ser ctima del uno ' de la otra ' el %uerte saldr triun%ante. ?ustine
es %ulminada, ?uliette no lo es ning"n arreglo proidencial en este desenlace. 5a
debilidad de ?ustine llama al ra'o que arro$a sobre ella la energa de ?uliette. Pgualmente
todo lo que le sucede a ?ustine la uele desgraciada, porque todo lo que la a%ecta la
disminu'e@ de ella nos dice que sus inclinaciones eran virtuosos !ero bajas' esto debe
entenderse en sentido literal. 3l contrario, todo lo que alcan*a a ?uliette le reela su
poder, ' ella lo aproecha, para acrecentarse a s misma. or ello, morir ' su muerte,
haci!ndola sentir la destruccin total como el gasto total de su inmensa energa, la, har
llegar a los lmites del poder ' de la e#altacin.
&ade ha comprendido per%ectamente que la soberana del hombre en!rgico, tal '
como !ste la conquista identi%icndose con el espritu de negacin, es un estado
parad$ico. El hombre integral, que se a%irma completamente, es insensible. Ha
comen*ado por destruirse !l mismo, en tanto que hombre, despu!s en tanto que =ios,despu!s en tanto que naturale*a, ' as se ha conertido en el "nico. 3hora todo lo puede,
pues la negacin en !l ha acabado con todo. ara dar cuenta de su %ormacin, &ade
recurre a una concepcin mu' coherente a la cual da el nombre clsico de apata. 5a
apata es el espritu de negacin aplicado al hombre que ha decidido ser soberano. Es,
de alguna manera, la causa o el principio de la energa. &ade, aparentemente, ra*ona
ms o menos de esta manera el indiiduo actual representa una cierta cantidad de
%uer*a@ la ma'or parte del tiempo dispersa sus %uer*as alienndolas en bene%icio de lossimulacros que se llaman los otros, =ios, el ideal@ por esta dispersin, comete el error de
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agotar sus posibilidades desperdicindolas, pero a"n ms de %undar su conducta sobre la
debilidad, pues si se gasta por los dems, es porque cree en la necesidad de apo'arse
sobre ellos. =es%allecimiento %atal se debilita gastando sus %uer*as anamente ' !l gasta
sus %uer*as porque se cree d!bil. ero el hombre erdadero sabe que est solo ' lo
acepta@ todo lo que en !l, herencia de 17 siglos de cobarda, se relaciona con otros, lo
niega@ por e$emplo, la piedad, la gratitud, el amor, son sentimientos que !l se propone
destruir@ al destruirlos, recupera toda la %uer*a que le hubiera sido necesario consagrar a
esos impulsos debilitantes ', lo que es ms importante, saca de ese traba$o de
destruccin el comien*o de una erdadera energa.
Es necesario entender, en e%ecto, que la apata no consiste slo en arruinar las
pasiones parasitarias, sino tambi!n en oponerse a la espontaneidad de cualquier
pasin. El icioso que se abandona inmediatamente a su icio, no es sino un aborto que
se perder. Pncluso los perertidos con genio, per%ectamente dotados para llegar a ser
monstruos, si se contentan con seguir sus inclinaciones, estn destinados a la catstro%e.
&ade lo e#ige para que la pasin se conierta en energa, es necesario que est!
comprimida, es necesario que se mediatice pasando por un momento necesario de
insensibilidad@ entonces, tendr la ma'or grande*a posible. En los primeros tiempos de
su carrera, ?uliette no cesa de orse reprochar por lairKill ella no comete el crimen
sino en el entusiasmo, no alumbra la antorcha del crimen sino con la antorcha de las
pasiones, pone la lu$uria, la e%erescencia del placer encima de todo. Dacilidades
peligrosas. El crimen es ms importante que la lu$uria@ el crimen de sangre %ra es ms
grande que el crimen e$ecutado en el ardor de los sentimientos@ pero el crimen
cometido con el endurecimiento de la parte sensitia, crimen sombro ' secreto,
importa ms que todo, porque es el acto de un alma que, habiendo destruido todo en
ella, ha acumulado una inmensa %uer*a, la cual ser identi%icada con el moimiento total
de destruccin que prepara. odos esos grandes libertinos, que no ien sino para elplacer, no son grandes sino porque han aniquilado en ellos toda capacidad de placer. or
ello llegan a espantosas anomalas, pues la mediocridad de las oluptuosidades les
bastara. ero se han uelto insensibles pretenden go*ar de su insensibilidad, de esa
insensibilidad negada ' se uelen %eroces. 5a crueldad no es sino la negacin de s
mismo, lleada tan le$os que se trans%orma en una e#plosin destructora@ la
insensibilidad se uele estremecimiento de todo el ser, dice &ade@ el alma pasa a una
especie de apata, que pronto se metamor%osea en placeres mil eces ms diinos queaquellos que le procuraran sus debilidades.
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omprendemos que en este mundo los principios desempe/an un gran papel. El
libertino es pensatio, concentrado en s mismo, incapa* de conmoerse por cualquier
cosa que pueda suceder. Es solitario, no soporta el ruido ni la risa@ nada debe distraerlo@
la apata, la tranquilidad, el estoicismo, la soledad de s mismo, he aqu el tono en que
le es necesario preparar su alma. &eme$ante trans%ormacin, seme$ante destruccin de
s mismo no se reali*a sin e#tremas di%icultades.Juliette es una especie
de"ildunsgrosman, un libro de aprendi*a$e donde aprendemos a reconocer la lenta
%ormacin de un alma en!rgica. En apariencia, ?uliette es, desde el principio,
enteramente depraada. ero, en realidad, no tiene a"n sino ciertas inclinaciones ' su
cabe*a est intacta@ le queda por reali*ar un es%uer*o gigantesco pues, como lo dice
al*ac, no est destruido lo #ue desea. &ade se/ala que ha' en ese traba$o de la apata
momentos mu' peligrosos. &ucede por e$emplo, que la insensibilidad coloca al libertino
en tal estado de aniquilamiento que puede en ese instante regresar a la moral se cree
endurecido, no es sino debilidad, presa per%ectamente preparada para todos los
remordimientos@ ahora bien, un solo moimiento de irtud, al realorar el Bnierso del
hombre ' de =ios, basta para arruinar todo su poder@ por mu' alto que est!, se
derrumba, ' generalmente, esta cada es su muerte. or el contrario, si en ese estado de
aniquilamiento en el cual no siente hacia los peores e#cesos sino una repugnancia sin
gusto, encuentra un "ltimo e#cedente de %uer*a para aumentar esta insensibilidad
inentando nueos e#cesos que le repugnan a"n ms, entonces pasar del
aniquilamiento a la omnipotencia, del endurecimiento a la oluntad ms e#trema '
agitado por todas partes, go*ar soberanamente de s mismo ms all de todos los
lmites.
Bno de los aspectos sorprendentes de &ade ' de su destino es que, aunque el
escndalo no tenga me$or smbolo que !l, todo lo que ha' de audacia escandalosa en su
pensamiento ha'a permanecido desconocido tanto tiempo. -o es necesario sacar lacuenta de los temas que ha descubierto ' que los espritus ms osados de los siglos por
enir an a poner toda su audacia en rea%irmar los hemos reconocido en el trnsito '
aun nos hemos limitado a oler a encontrar el moimiento de este pensamiento, al
considerar en !l "nicamente los puntos esenciales. Hubi!ramos podido igualmente
disertar sobre su concepcin del sue/o, donde e el traba$o del espritu conertido en
instinto ' escapando de la moral del da, en la cual se dan re%le#iones por las que se
adelanta a Dreud, como por e$emplo !sta Es en el seno de la madre donde se %abricanlos rganos que deben olernos susceptibles de tal o cual %antasa@ los primeros ob$etos
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presentados, los primeros discursos escuchados acaban por determinar el impulso por
mucho que haga la educacin, no cambiar nada. E#iste en &ade un moralista de pura
tradicin ' sera %cil reunir una coleccin de m#imas, %rente a las cuales las de 5a
6oche%oucauld parecern d!biles e inciertas. &e le reprocha el escribir mal ', en e%ecto,
escribe a menudo con apresuramiento ' con una proli$idad que cansa, pero es tambi!n
capa* de un humor e#tra/o, su estilo alcan*a una $oialidad helada, una especie de %ra
inocencia en los e#cesos, que podemos pre%erir a toda la irona de Aoltaire ' que no
encontramos en ning"n otro escritor %ranc!s. odos esos m!ritos son e#cepcionales,
pero han sido en ano hasta el da en que 3pollinaire, aurice Heine o 3ndre reton,
con su sentido para adiinar las potencias escondidas de la historia, nos han abierto el
camino hacia !l, e incluso despu!s, hasta los "ltimos estudios de Ieorges ataille, de
?ean aulhan ' de . SlossoKsi, &ade, se/or de los grandes temas del pensamiento '
de la sensibilidad modernas, contin"a brillando como un nombre aco. (or qu!+ Es
que este pensamiento es obra de una locura ' ha tenido por molde una depraacin ante
la cual el mundo ha retrocedido. 3dems, se presenta como la teora de esa inclinacin,
es su calca ' pretende trasponer en una isin completa del mundo la anomala ms
repugnante. or primera e*, la %iloso%a est concebida en pleno da como el producto
de una en%ermedadL4M' ha a%irmado descaradamente como pensamiento lgico
uniersal un sistema cu'a sola caucin es la pre%erencia de un indiiduo aberrante.
Es este otro de los rasgos %uertes de &ade. odemos decir que ha reali*ado su propia
e#plicacin escribiendo un te#to en el cual consigna todo lo que se relaciona a lo que lo
obsesiona ' en el cual busca cierta coherencia, ' cul es la lgica de sus obseraciones
obsesias. ero, por otra parte, es el primero que ha probado orgullosamente que de
cierta manera personal e incluso monstruosa de conducirse poda e#traerse, con pleno
derecho, una isin del mundo bastante signi%icatia para que grandes espritus,
e#clusiamente preocupados en buscar el sentido de la condicin humana, no ha'anhecho otra cosa que rea%irmar las principales perspectias ' apo'ar su alide*. &ade
tuo la audacia de a%irmar que al aceptar intr!pidamente los gustos singulares que tena
' al tomarlos como punto de partida ' principio de toda ra*n, daba a la %iloso%a el
%undamento ms slido que hubiese podido encontrar ' se pona en posicin de
interpretar de una manera pro%unda la especie humana en su con$unto. &eme$ante
pretensin 'a no est hecha seguramente para espantarnos, pero recono*cmoslo,
empe*amos slo ahora a tomarla en serio, ' durante mucho tiempo bast para ale$ar delpensamiento de &ade incluso a aquellos que se interesaban en &ade.
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()u! %ue !l, en principio+ Bna e#cepcin monstruosa, completamente %uera de la
humanidad. 5a singularidad de &ade, deca -odier, est en haber cometido un delito
tan monstruoso que no se le poda caracteri*ar sin peligro. :5o cual ha sido de una
cierta manera, en e%ecto, una de las ambiciones de &ade ser inocente a %uer*a de
culpabilidad@ romper para siempre, por sus e#cesos, la norma, la le' que hubiera podido
$u*garlo.; >tro contemporneo, itou, escribe tambi!n de una manera espantosa 5a
$usticia lo haba relegado a un rincn de la prisin, dndoles a todos los detenidos el
permiso de deshacerse de ese %ardo. uando, en seguida, reconocemos en !l una
anomala propia de algunos, nos hemos apresurado a encerrarlo en esa aberracin
innombrable a la cual no poda conenir sino ese nombre "nico. Pncluso ms tarde,
cuando de esta anomala de &ade se ha hecho un m!rito, cuando se ha isto en !l un
hombre lo bastante libre para haber inentado un saber nueo ', de todas maneras, un
hombre e#cepcional tanto por su destino como por sus preocupaciones, cuando
%inalmente hemos isto en el sadismo una posibilidad que concierne a toda la
humanidad, continuamos descuidando el pensamiento propio de &ade, como si
estui!ramos ms seguros de que haba ma'or originalidad ' autenticidad en el
sadismo, que en la manera en la cual el mismo &ade hubiera podido interpretarlo. 3hora
bien, si miramos eso con ma'or atencin, encontramos que este pensamiento es esencial
' que en medio de las contradicciones entre las cuales se muee, nos aporta, sobre el
problema que ilustra el nombre de &ade, unas isiones ms signi%icatias que todas
aquellas que la re%le#in ms e$ercitada ' me$or esclarecida nos hubiera permitido
concebir hasta ahora. -o digamos que este pensamiento sea iable. ero nos muestra
que entre el hombre normal que encierra al hombre sdico en un calle$n sin salida ' el
sdico que hace de este atolladero una salida, es !ste el que sabe ms sobre la erdad '
la lgica de su situacin ' el que tiene la inteligencia ms pro%unda de ello, al punto de
poder a'udar a que el hombre normal se comprenda a s mismo, a'udndole a modi%icarlas condiciones de cualquier comprehensin.
L1M&ade,Les in$ortunes de la vertu, Pntroduccin de ?ean aulhan.
L2Mierre SlossoKsi, %ade, mm !rochain.
LTM&ade,&ialogue entre un !r'tre et un moribond, con un prlogo de aurice Heine.
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L4M&ade no siente ning"n pesar para reconocerlo El hombre, dotado de gustos
singulares, es un en%ermo.
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