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5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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C e n t r o d e P u b l i c a c i o n e s / U n i v e r s i d a d N a c i o n a l d e l L i t o r a l
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El junco y la corriente
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Esta edicin electrnica reproduce por escaneo la parte correspondiente a este poemario
de la monumental edicin de las Obras C ompletas realizada por el Departamento de
P ublicaciones de la Universidad N acional del Litoral hoy lamentablemente muy difcil
sino impos ible de hallar. S e ha dejado el nmero de pgina original para referencia
en citas.
P ues to que la seccin de notas es t al final de la poesa editada y antes de la indita
y la prosa no sigue la secuencia de nmeros de pgina.
Los poemas de J uane le exigen una cuidadosa dispos icin en la pgina tipografa
interlineados a veces s angrado s cues tiones en la que el autor era minucioso y
exigente; vaya por tanto todo el mrito que corresponde a esa gran obra que fue
la edicin de la UNL.
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ndi e
(se indica e l nmero de pg ina del papel ,
seguido del nmero de pg ina en el pdf)
Luna de Pek n 553 (5)
Cua ndo d igo China. . . 557 (9)
En e l mu seo Lou -Sing 559 (11)
En la galera de Bel las Artes
d e la p r o v i n c ia d e Ya n Su n z 5 6 0 ( 1 2 )
En Chu n-K in g 561 (13)
El gran pue nte del Yan-T s 563 (15)
En las garg anta s del Yan -Ts 565 (17)
En e l Yan -Ts 566 (18)
En e l recue rdo 568 (20)
Fue en la ori l la del Chia -l ing.. . 571 (23)
Fue en la l luvia de Hu san 573 (25)
To da la dulzura del mu ndo . . . 575 (27)
Lening rado 577 (29)
Entre Ros 578 (30)
A l Paran 598 (50)
La poes a de Jos Ped roni 605 (57)
Sa ludo 608 (60)
Para la gu itarra de
Ma r a Lu isa Anid o 612 (64)
El doc tor Larcho 614 (66)
A la Arge nt ina 616 (68)
A l V i l laguay 621 (73)
La paz 626 (78)
Vida l ita de la paz 629 (81)
Y el c ielo ser ms que
nunc a azul y b lanco. . . 631 (83)
A Juan Jos Saer 633 (85)
Letra 636 (88)
En e l nac imiento de
Claudia S i lv ia Gola 637 (89)
Junto a la tum ba de Reynaldo Ros 640 (92)
A Hug o Gola 641 (93)
Mar io 649 (101)
Vi l laguay 650 (102)
Luego de las poes as se encuentran las notas de la edic in
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Enelaura l isauce
El junco y la
corriente
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Luna de Pekn
Sube la luna,
sube
en el filo del silencio...
Loto del silencio
de Octubre?
Y algunas espum as de los siglos, lejos,
nievan unas orillas
que ahondan ms y ms, en una suerte de ceniza,
Sube la luna,
sube
con toda la palidez de Octubre, sobre el sueo
y frente a las montaas del Oeste...
Y yo
tambin sobre la ciudad, pero flotando
hacia un medioda que fue
de ptalos de cielo, ya, para el regreso de ellos...
unos pliegues
defollajes...
10
para las miradas de ellos...
Verdad
que hasta pisasteis, distradamente,
20
un m edioda
de jacarandaes?
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Juan L. Ortiz
Y para los amigos qu e m iraron, tal vez, desde las dos orillas
de la brisa,
qu flores las del cnit?
Pero a vosotros, ay, los latidos mos que dej,
qu os enviara
desde esta agona de la una...
(en el suspenso, es cierto, hacia las profundidades,
del dragn,
cuando all, desde los cauces, otro pez,
vuela a su transfiguracin,
arriba)
qu o s enviara que no fues e ese suspiro que o s doli
con la corola de ayer?
Y al cario de L uis, de Ral, de Hu go, Paco, M ario...
Jos Luis...
qu presente?
Esta lun a, acaso?...
esta hostia de las edades
con la harina de Li-Tai-P
tal como a su doble
en lo hondo,
dicen,
la eternida d lo igualara?...
La mismahoja,al fin,
hoy,
en las manos del agua,
para el domingo de los millones y millones de la participacin
con el confn sobre s
o bajo l a sonrisa que danza"...
Obra Completa
554
30
40
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En el aura l isauce
El junco y lacorriente
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y las "su-nas" que une n, nu evam ente, la colina y el azul,
pero desde la raz del ciruelo...
Mas, qu pod eres los de un hilo
para administrar la poesa,
as,
y a manera de gentileza,
y en un o como vaco
del tiempo,
aunq ue en la punta del da... 60
y an
en una lmina de Li-Tai-P?...
O todava en una oblea de Emi-Siao
con las lneas de la golondrina,
a veces,
y de la hoz,
naturalmente,
a veces?...
Sube la luna de Pekn,
sube 70
por el escalofro...
a travs de su pensamiento
sube...
Y al caer del otr o lado del otoo ,
el viento d e su s alas,
ser se, se, que atizar sobre el anochecer
el lucerillo de ah
oh, mis sentimientos...
y que de shojar , esta vez, tal el destino, no?
el otro cielo 80
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta
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de los jazmines
ah...
Sube la lima de Pekn,
sube
por el abismo del "tao"...
Sube la lima hacia su "i"...
ella,
igualmente...
hasta la libertad, por un m inuto, de su abismo,
una con el abismo, 90
sube...
Sube la luna de Pekn...
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En elaura
l i
sauce El junco y lacorriente
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Cuand o digo C hina...
(Sanghai)
Cuando digo C hina,
es una ramita lo que atraviesa, olivamente, el aire,
en la punta de un vuelo de nieve,
hacia el viento d el da...
Salud, brazos de ba mb , salud...
Salud, brazos que alzan, desde la piedra y las espigas y las ram as,
un porv enir co mo de "Kuan-yins"...
Salud, dedos de brisa sobre los pliegues de la tierra,
y sob re el marfil,
y revelar las lneas de la dicha que ganaron a la profundidad
y a su palidez misma...
Salud, sonrisa de arroz, y salud, equilibrio
de junco,
con un mundo sobre s, un m undo,
un m undo en qu e no ha de concluir nunca, nunca, de abrirse
para levan tar el otro velo de la novia
10
un espacio de mariposas...
Salud, estrella de crisantemo, llamando
a toda s las flores,
para hacer el cielo, aqu, tambin, sobre la soledad
y el fro...
20
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Juan L. Ortiz
Obra Completa
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Salud, alas de China,
latiendo hacia ese celeste qu e respira igual a un nio,
y que ha de apagar, asimismo, lo que
fosforesca
todava,
all y aqu,
de las lgrimas...
Salud
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En el aura l isauce
El junco y lacorriente 559
En el m use o Lou-Sing
(Sanghai)
Perdona, mi querido Lou-Sing, que solamente os deje
mi silencio, puesto de rodillas,
unas florecillas del otoo de aqu,
desdobladas, hoy, entre el arroz, de sus espejitos de las diez...
Oh, si ellas te dieran,
vuelto a t mism o Lou-Sing, all,
en el cielo de la revolucin
si ellas te dier an,
con su b reve alma, blanca y lila,
la otra alma que te doblaba como un mim bre de lstima, 10
bajo la "tempestad de una taza de t"...
sa qu e hoy ha "destruido la casa de hierro", para la eternidad,
sa que h oy tiene el cambiante de los paisajes, en com n,
y el honorya,Lou-Sing,
tras el viento que humillara, hasta su lmite, la noche...
el honor
de las caas que m ecen, tambin juntas, el am anecer...
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Juan L. Ortiz
Obra Completa 56
En la galera d e B ellas A rtes d e la
provincia de Yan S unz
Una rama de ese m irto que se inclina en mi pas,
estrellando, menudamente, la lluvia-
una ram a para las mano s y el pincel
de la China profun da
que "entr por las calles de la historia" y entre u na doble fila
de cenizas en llagas...
y la guardia d e un m ar de palm as que apenas, apenas se le abra, penetrndola...
h meda, an, ella, de las heridas en la raz
que en tr aquel da que daba en nacer, de nuevo, nicamente,
de las blusas... 10
que entr
con las armas de las flores...
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 561
En Chun-King
Oh, la ciudad que sub e y sube y sube
como una nia gris
de siempre,
y repentinamente amarilla,
entr e enca jes de cultivos y con cabellera d e follajes,
para mirar, acaso, suspendida, ya, en las nubes,
la seda prof unda del Yan Ts
cosida de zampanes y pespunteada de juncos
en un deslizamiento de cnifes...
mi entra s una fiebre de azul, 10
plida, an, por ah,
le late las venas, oh, s, con la circulacin del po rvenir...
Pas, es cierto, Tou-Fou, a travs de estas piedras,
por los grillos de Octubre,
esperando que la "luna de enfrente", desde las mon taas que iba a envejecer
ms todava,
le hiriera un ro entre bam bes
para su sed de perlas?
Ah, pero me dijeron que aqu, tambin, bajo la noche de "Chiang",
no dejaron de velar los tejedores del mom ento, 20
y que parte de ellos, por causa,
precisamente, de una redada,
hubo de ser una g ran m ancha de sangre, ay, sobre los mismos pies del alba
que desm ayaba en una pared...
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Juan L. Ortiz
Obra Completa
562
Yme dijeron, asimismo,
que algunos de los que hoy exhalan estas nieblas
en una sola alma de verdn, casi,
amaneciendo...
amanecen, tambin, d e la pesadilla:
oh cuenca que se estara cavando, desde entonces, detrs an de las miradas, 30
que, muy dulcsonamente,
despiertan a sus velos, o al de los m on te s-
Salud, pues, hermano mo,
Oh, Quo-ing...
herm ano en el sauce que para todos cantar,
y en la "Kuan-yin" que para todo s, asimism o, hab lar...
y para que la rueda del Yin y del 'Yan" no deje nunca de girar
en una estrella de comunin,
y en un a estrella sobre los m ares de ms atrs de las pupilas todava,
y su mal de mem orias: 40
nuestr as vidas, oh, herman o m o, nuestra s vidas, ciertamente,
ciertamente ya se botaran
bajo el mismo v ien to-
Salud, pues, hermano mo... salud
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 563
El gran puente del "Yan-Ts"
Quin dijo que no se iba a vencer al "ro largo"?
He aqu a toda C hina
dndose a travs de seiscientas veintisiete lunas para que Chen-cow
y Joain y Husan
se abrazaran sobre el "torbellino"
y el encaje de hierro se tendi serenam ente
para el amor ese
y para qu e tod as las orillas, luego, del pas,
dejaran de mirarse, desde lejos, sobre los abanicos de la luz,
y de ser, por la noche, unos lmites de noche, 10
solamente,
sobre los rocos que se deshacen...
Qu diran de l los de la "Casa de la garza amarilla"
si aparecieran sobre esa punta, de dnde?
e hiciesen, de nuevo, all,
aquel pu ente d e m anos y de slabas, bajo, naturalm ente, el ngel de la vid?
Qu diran de l Tou-Fou y Li-Tai-P?
No es un lazo, tambin, ste, aunque, es cierto, de metal,
por encima de la melancola,
o del tiempo, si se quiere , de la soledad 20
y de la
fuga
hacia el m ar...
pero un lazo que une, adem s, los pasos de otro tiempo
hacia el encuentro de todos
en la escritura de una s perlas que ya nunca ms han de llorar,
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JuanL.Ortiz Obra Completa 564
oh Tou-Fou,
unos sec retos de sangre?...
Y qu diran, ellos, de su s hroe s?
De Li-Pin, por ejemplo,
ponindole siete llaves a su solo de 'Tsen",
porque tramaba, con sus herm anos, sobre los "Kiries" del Yan Ts, 30
la primera gran armona,
des de la "Colina de la Tortu ga" ha sta la "Colina de la Serpiente"?
Honor a vosotros, oh sudores como de ramas,
que d ais pilotes a los das, y les calis, an, unas cortinillas de p retil...
Honor a vosotros,
que los uns, aceradam ente, sobre las huidas y los lmites...
Vosotros, que asimismo, dais el "tao"
una m anera d e vuelo en cruz, no es cierto? sobre unos bosquecillos
que andan, secamente,
entre las mejillas del aire, 40
y los "ah... yo... ah... yo... a h... yo"... "de arrib a"...
una m anera de vuelo en cruz, con los signos
del ave sin som bra
y de la ramita sin invierno...
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Enelaura
l i
sauce
El junco y lacorriente 565
En las garga ntas del Yan-Ts
Qu oy Tou-Fou, qu oy
en estos silencios que no dejan de subir y a la vez de caer,
fluidos de iris,
as,
a pesar de su esp anto sin tiempo?
Sinti, solame nte, com o Li-Tai-P, que se pre ndan uno s gritos por ah?
Y
el vrtigo d e la piedra,
y el vrtice de la angustia
que no admite, de improviso, ni siquiera su agona,
de paja, 10
aleteando, invisiblemente, casi,
en un junco...
que no adm ite ni eso para perderse, p ara perderse, en seguida, en un sin lmite
de congoja... o de niebla?
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JuanL.Ortiz
Obra Completa 566
En el Yan-Ts
Oh, las figuras del cario, dnde,
dnde ellas?
Llueve en mi corazn y llueve sob re el Yan-Ts...
Pero por qu no estis aqu,
vidas, oh dulces vidas, a las que yo no saba en otro espacio, tambin,
que el de mi corazn...?
Llueve en mi corazn y llueve sobr e el Yan-Ts...
Por qu no estis aqu
enjugando conmigo o tratando de enjugar
el gris de Octu bre? 10
O no seramos, ya, junto con el ro de la media-tarde,
m s que unos hilos, unos hilos
para una suerte de trama qu e la melancola misma est perdiendo,
perdiendo?
Llueve en mi corazn y llueve sob re el Yan-Ts...
De lgrimas O ctubre, aqu, y acaso,
all...
Pero all ser de alas, alas hasta en los pies, y an en medio, no?
de una s cortinas de nupcias,
y con man dolinas todava por ah... por las her idas 20
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En elaura l isauce
El junco y lacorriente
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de lospajarillos,no?
que corridas las cortinas, han de abrirle repentinamente, no?
las fugas de los confin es-
Volar y bailar, no? de jacaran daes...
Mas estis aqu?
Os m iro a mi lado, los ojos en los mos...
De qu ines o de quin las estrellitas que m ojan el minuto?
Unas pestaas, entonces, de nadie?
Y me doblo como un sauce...
Y sigue lloviendo en mi co razn y sig ue lloviendo, lloviendo, lloviendo...
lloviendo sobre el Yan-Ts...
30
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Juan L. Ortiz
Obra Completa 568
En el recuerd o
Un abrazo, un silencio y una sonrisa vuelta abrazo
Fue en Sanghai
Ese am igo nos decan tiene la piel de marquetera,
tal un embutido
que la "marcha" le fuera taraceando desde el principio al fin...
Su cara m isma
con las caladu ras, as...
Y su voz, an, con la herrum bre de los miles de rocos
bajo los miles de lu nas...
Qu m isterio, despus, ya nosotros en el estribo,
tambin, de la noche,
lo empe ara en no querer desceir su despedida de m? 10
Qu puen te podra ser un "suspiro"
por Dios,
para el abrazo que, tal vez, se empecinara en trasmitir,
por encima del otoo,
a la
fe
que, probablemente, vera
bajo las escamas de una brisa
alzndose de las arenas y a travs de las piedras y a travs de la misma
"cruz del sur",
la "cruz", sangrienta me nte, del sur?
Qu materia la ma 20
para imprimir el m ensaje de los hro es a los mrtires de aqu? :
Si l la creyera de laca,
oh, los "fnix" de los jard ines p ara lo s ptalos del "am bar", all,
el hombre co-vigilaba
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Enelauradel sauce
El junco y lacorriente 569
todo s los destino s y "rveries" del "hada'
en un sueo de pilas
y de cabellos de cob re y de cobijas de nqueles,
e l l a - ,
oh, esos "fnix",
no parecen, no, a veces, distinguir...
30
O era que l
de la trasp arenc ia de s, o de la intem perie, casi, de s,
decida apr etar "el aire"
a fin de aguzar el silencio de la caa
hasta hace rlo igual a una hoja
que debera, luego, al refluir, estallar su brevedad o una brevedad,
siquiera, de azul,
sobre la penumbra de las "guerrillas"?
desd e los m ilenios de la lnea entre lo s ciruelos y el cielo,
se im aginaba un "ti-chi"
que al otro lado del viento, a pesar de todo, la hallara,
para velar sobre los "maquis"
del Plata...
y apuraba, paradjicamente, lo imposible, exprimindolo en m,
hacia el hilo del amanecer?
O era que ansiaba reten er, de ese modo, no saba
qu de "familia", o amarillo
Retenerlo de los azares, asimismo, del espacio, o mejor, quizs, del giro
de l Yan y del "Yin"...
retenerlo
en la profund idad de su sentimien to o en la profundida d de su "vaco"?
O m s lejos de s,
acaso,
40
de meloda...
50
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Juan L. Ortiz Obra Completa 57
Fue en Sanghai...
Ah, si pudiese
lo que de "esto", de alguna manera, temblase, an, por ah...
si pudiera llevar consigo
al "celeste" sin celeste, y consecuentemente, sin visos,
un viso, 60
o menos, si se quiere, que un viso,
de la marea de ese corazn, que m e rodea, todava,
y me moja, an, oprimindolo,
y confundindolo,
el sueo...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 571
Fue en la orilla del Chia-ling...
No requera Quo-ing para llegar a m, evidentemente,
sino su silencio-
Una sombra, l, de fiebre...
con el nimbo de u n ro, o, lo que es lo mismo, ese vaco de seda
que envejece en los lavis", ya,
acogidos a las vitrinas-
Una sombra de fiebre
para que la rama de su despedida, luego,
diera en esa ave
que dira, m ejor que todo, al hilar, apenas, el atarde cer, 10
su sentimiento de la nube
que deshojaba
el abismo...
Una sombra, l, de fiebre... y de lo que menos podra, entonces,
tener una sombra...
por la orilla del Chia-ling...
una sombra
que no necesitaba para el adis, en aquella penumbra del Chia-ling,
sino que descendiera del lila
el airecillo de ese espritu que habra de enhe brar le 20
su duelo por esos ptalos
bajo el tiempo...
Una sombra, Quo-ing, que re husaba los oficios del m omento
o los prstamo s de la entre luz
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta
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que la hubiera dorado, aunque muy ligeramente, en las laminillas del "valor"
para el cambio conmigo o con eso
que su tristeza vea caer, irremisiblemente caer,
deba jo mismo d e lo que se iba, y se iba, y se iba, para siempre,
por la fatalidad del Chia-ling...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 573
Fu e en la lluvia de H usan
Se me p erdi s u son risa, ay, por el medio de la lluvia,
y por la rueda, luego,
de la gentileza
que daba, por aadidura, a un celeste y a un azul, finamente agrisndose
en un lago y en un as islas,
y palideciendo, todava, en el mariposeo
de unas mem orias de linos...
Cmo, del capullo de la gara, cmo esas alitas
por olvidarse, casi?
Y de qu llovizna, de cul, ese sauce y ese puentecillo 10
de Ma-Yuan?
Se me perdi su sonrisa...
Pero en el anochecer, y uno s minutos antes de que el tren
se desgarrase y nos desgarrase:
todos, s, todos, por nuestra melancola a la deriva,
todos,
muselinas de la estacin:
ella corri hacia m,
quemndose, quemndose, en una manera de agona poco menos que al blanco-
quemndose 20
sobre unos brazos que cerraban
unos arc os de acero para ceirm e en vilo
por encima del humo
y de la seal que lo seguira,
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta
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hasta, quizs, una lluvia que nunca oscureciese, nunca,
tras uno s cristales que miraran
a Tou-Fou mismo, a Li-Tai-P mismo, a Su Tong Po mismo, a Wang Wei mismo,
tal como en ellos mismos, al fin,
los perlara la eternidad...
Ydesde los duendes, naturalmente, nosotros, esos duendes, 30
sos que les hacan
perder, a menudo, su sombra
bajo la luna...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Enelaura
l i
sauce
El junco y lacorriente 575
tt
To da la dulzura del m undo ...
Oyendo una cancin pastoril, as titulada,
sin autor y sin fecha precisa, compuesta,
segn se dice, en el valle delRoA marillo,
casi en seguida de una gran inundacin y
frente, ya, a los carros de la gu erra.
Toda la dulzura del m undo...
Por qu esa m eloda acariciando as las brum as
que oscurece, ya, el fro?
Toda la dulzura del m undo...
La
voz,
entonce s, un junco, ba jo el viento sin nadie...
y ama a la sombra, an?
Yhacia quin el suspiro por encima de la colina que ha perdido,
misteriosam ente, la esquila?
Olvid, acaso, l,
que en el pas no se coma y estaba, ahora, de 'luto",
de "luto", en seg uida,
casi en seguida, ay, de que lo despidiera como un limo el Amarillo?
O se dirige, tal vez,
a lo que, naturalmente, no sabe todava,
en el extre m o d e s, o en el lugar, quizs, del ala y del escalofro,
o en ese azul que resiste
y que no sabe, tampoco, q u es lo que lo sube, qu...
olvid,
1
pero siente
hast a tanto no destila 20
una gotita sobre la nieve?
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta
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Toda la dulzura del mundo... toda la dulzura...
o toda la dulzura del roco que no llora, tmidamente, an,
en un silencio de jade, arriba?
Toda la dulzura del mundo...
O son, acaso, el aire y el agua, los que, crepuscularmente, se m odulan
y se libran en ese hlito
para redimirse, en un minuto, de los
filos
y de las avenidas,
y dar a respirar y a beber, as,
has ta a la asfixia y a la sed de la eternidad mism a, 30
toda la dulzura del mundo?
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Enelaura
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sauce
El junco y lacorriente 577
Leningrado
Ante un sobreviviente del "Aurora", acorazado que
dispar el primer caonazo de la marina
sublevada, en 1917.
Cuarenta aos sobre las neblinas del Neva,
y corriendo, tambin, sobre su rostro, las estras de la luz...
Por qu iba a
sufrir,
l, all, una esc ritura d e hu mo ,
a pesar del hielo de los cabellos?
Su voz, con la profun didad, an, d e aquella voz
que estallara sobre la insurreccin o la abrira en una estrella...
Oh, l supo, a la sazn, que los siglos iban a fundir se
sobre los pies, por fin,
y sus treinta aos mismos fueron los que apuraron, alegremente, la mech a
para el tru eno del ro... 10
Pero no sospech, quizs, en la "gran conspiracin"
contra el ser que se iba encontrando, a s mismo, debajo de las llagas...
Y
pudo imaginar la ronda qu e desp us ritmara los pases,
hasta dar vuelta a los aires, casi,
en el crculo primero de las manos alrededor del m undo,
el primer crculo de las manos abrindose, todava, sobre las orillas del ter,
hacia las asambleas del ter?
La pudo imaginar, l, entonces, l, de pie sobre el relmpago?
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta 578
Entre Ros
Cmo podra decirte, oh t, el que no puede decirse
alma, ahora, del sauce:
el sauce que Michaux hub o de compren der, al parecer,
recin en Pekn?
Si el sauce eterna men te se va,
hojeando su s pececillos, siemp re, en una cita de ros
que no pueden verse...
se va para la red q ue no sigue
la fuga de las escamas...
qu mallas, ento nces, para lo que slo se adivinara 10
de e ste viaje?
Podramos asir
el recuerdo de su humildad sobre la punta de los aires
y de ese sosiego
de las titilaciones mismas
que no dejaba de afinarnos, parecidamente, tambin,
tal a un arpa q ue deba reprimir
todos los das,
luego
una necesid ad de lgrimas?... 20
Pero es mi "pas" nicamente, el sauce
que sob renadara, hoy, sobre las direcciones de un limbo?
No es, asimismo,
el "lad" de lneas d e ave
y de lneas que apenas se miran:
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 579
el Uruguay "de plumas" y el Paran "de mar",
en la revelacin del indio?:
el 'lad" qu e sob rellevara, l, hasta el fin de sus costillas,
toda una "trovera"
que martillase en su concavidad como des de la silla, 30
ya, del "bronce"?:
un 'lad", cuando ms, as,
de reg reso a las analogas y por la eternidad de los m rtires?
Eternidad en que estaran,
consiguientemente,
la "confederacin" de esos iris de lo desconocido
que se deshace en el "monte",
sangr ando de la s "rimas", an, has ta las go titas del "cachilo"...
Y
la "repblica" de las "caas",
gimiend o, todava, de la acom etida de las "dcimas" 40
de cu ando el asalto a la "flor"
y a la mariposilla que la sellaba de cereza
desde la sonrisa de la diadema...
Yla familia de la "selva" con un llanto, an, de resina s
bajo las redondillas
que adhirieran a la beatera...
Yla "comunidad" de las "cuchillas" que no termina n d e m ellarse
contra el "estilo" de los finales...
Y
la "patria" que re spirar a casi el guaran,
expirando "suplementariamente" 50
en una "vena de viento" sobre el vaco de los dom ingos,
y con flebitis, por aadidura
de dactilicos...
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Juan L. Ortiz
Yla "comarca" fu era de s
con el extraamiento del "romance", ay, por un atardecer sin fin
de perseguid ores de endecaslabos...
Yla "rinconada" de la m atrera, ella misma, con los grillos de los "pies",
en los saltos del siem pre
por la denuncia de los desmelenam ientos de la levita
en el "mal" de las efem rides...
Y con ella,
la "heredad " del coraje o la her eda d del "ichu", toda dividindose,
dividindose sin cesar,
bajo esa "valenta" de las velad as
que desapareca, asimismo, con el humo de las slabas...
M as no es m i "pas",
adems,
el
jardn del Continente"... y "el del mundo", todava:
eljardn" que Don Tom s mismo,
al bautizarlo, ci era,
en la efusin que lo dice, femeninamente, sobre el tiempo,
flotndolo sobre el tiempo...
Y "el jardn" que Don Domingo, despu s
desde el 'Tempe",
cediera al porvenir de u nas H esprides sin cifra,
y naturalmente, sin defensiva,
con una luz de q uintas, slo, para apoy ar el azul,
y entre u nos hlitos de pesebre?...
ObraCompleta
58
60
O primeram ente el jardn
con los tapices del tercer da de una isla,
80
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Enelauradelsauce
que hu med eca los pasos y hum edeca las pupilas
de los h ijos de la niebla?
0 el de la Mesopotam ia, tamb in, en se, ya, de la Utopa,
y en una a manera de viscera,
justamente a la izquierda
del sueo,
para la circulacin d e los sentim ientos d el cielo,
y por cuyas ram as habran de latir
los galopes de la p rofundidad o del confn,
o las tens ione s del litoral?...
Ay, el jardn
en un a pena de n ima, igualm ente, en "el all"...
mi entra s el casi "all" del H uarpe
que pareca slo, slo, para las imaginaciones del Imbria,
entre asfdelos de nitro
es ahora la cornucopia, la cornucopia que se vierte en el "aqu".
Pero fuero n las hija s de Atlas,
las que, en funcion es de tro, verdader amen te prefirieran
a la madurez qu e se ofreca
la madurez de la libra
que les impona, en cambio, aquellas maldiciones de salitre
de que redimiran las acequias...
con un perfume , an, que de ningn modo trascend a
a las m ejillas del esto...
y todava junto al herrn
de lo s "sacrificios"
que nada tampoco, nada, tena de la vendimia?
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Juan L. Ortiz Obra Completa 582
O fueron los "dragones"
que proporcionalmente las iban asumiendo,
y de "ro a ro", 110
segn corresponda,
y de "millones de cabezas", exactamente, entre los ros,
hasta ser uno con ellas,
y aunque reducindose a uno solo, ellos, por ltimo,
con un infinito de m ugidos
y la investidura de las tasajeras
sobre los gules de unos cuellos que le hilaran, ya, el dominio:
fueron ellos, ms bien, los que decidieran en seguida
ese amarillo,
y los que adivinaran en seguida 120
la alquimia
que iba a asegurar, inm ediatamente, tam bin,
a sus "capitales",
otra inmortalidad de sal,
asimismo sin orillas, sta, o aproximadamente sin orillas,
con la primicia, encima,
de la orden de la "playa" o la marism a
en unos "lises"
de saladera?
Ma s de dnde , por otro lado, la apelacin a esa s "nias", 130
si primitivamente el "Edn"
invitase a un as cepas
que deb an alzarlo, con su espritu, a lo annimo de l espritu,
en un a modo de brindis,
tal la espiguilla que sube por lo que no sabe, acaso, si es msica
o si es silencio,
en una fiesta sin nadie?...
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 583
nima, entonces, el jardn, nima el jardn
para las llamas de su cadver
y los negr eros del principio 140
que se "doraban", ya, al calor que en la trasmutacin les devolva
el "sur" de la "comandita",
cuando el do blem ente "adelantado" se adelantaba, tambin, a advertir
de los crculos de ruinas
que ello abra,
sin olvidar, l, a los condenad os de los desm ontes mism os
que haban de avenirse
a esos Junios de ram illas
que la complicidad o la lstima del anochecer,
ocasionalm ente, les permita... 150
Anima el jardn, entonces, pe ro con las cicatrices
o las heridas o las mem orias
de ese ir
que com pona sobre las piedrecillas
las variaciones de la soledad a travs de los miles de afluentes de la luz
o de la penumbra,
o bajo la "celistia" de las enredaderas o el andut de los mimbres...
Anima de la sequa
o poco menos,
lo que fuer a el roco, acaso, de las ham adrad es, 160
y de las ninfas,
y de los gnomos,
que respondan diversamente, ya, a los pfanos
de an tes del tup,
bajo las dulzuras, o los m iedos, o los escalofros...
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Juan L. Ortiz Obra Completa
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nima de una ausencia, casi,
asimism o de arenilla, que pa lidece y crece, bajo la lividez, an,
de es e "ttulo" de las gram illas,
en un flujo que anticipa
con otro "tempo" que el de las avenidas, 170
la misma, es cierto, vuelta a los orgenes,
en el olvido, aqu tambin, por el apresuramiento y la vista
de las misma s uas...
nima, s,
ms, paradjicamente, sobreviviendo todava
por algunos mantillos
que lograran por poco su spende r sus pro fundidad es de "bassins",
o sus profun didades de cestas,
o sus inscripciones en el me diod a-
pero en las "telas", ellos, de las tejed oras de las "unities", 180
o en las galaxias para la sed
y la carencia
no solamente de los sudo res qu e les evocaran la delicia
sa, que no deban ni acariciar
an cuando, en la dehiscencia, y toda labios, se les tendiera en el camino:
no solamente de esos sudores,
sino, adem s, de las de todo el "pas",
y todava, las del pas
que lo com prenda...
para las cuales, ellos, nicam ente, bastaran... 190
Espritu del sauce, oh t,
mi "E ntre Ros"...
que ha de r eaparecer, probablemente, en otro fluir
sobre los vrtices de lo invisible...:
millones y millones de "golondrinas para hacer" de nuevo el trigo
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 585
de la eucarista...
y dejar all los remo s de papel
que no supieran del vrtigo ni supieran de las lejanas,
ni menos pudieran redimir
el grito de los abismo s... 200
mas que quisieron cabalgar los fosos de las sangras
sobre el levadizo " slo
de aqu el "lad", o m s apro piadam ente, de su "lira"...
Yesa "lira", an,
que podra haber respondido slo mticamente
al descendimiento de una "suites",
quer ra vivirse, de veras, en el que h abra de "elegirse",
vivirse, de una vez,
por el "ser" de la celebracin
o des de el ter de la m ader a o del aliento... 210
y erigir, efectivamente,
"templos, templos, en los odos de las fieras",
pero de todas las fieras...
y con una meloda, continuamente, continuam ente, en devenir
o que nunca se volvera,
reteniendo as los velos de la Eurdice
en el rescate de las colinas...
mas stas hacia el oro que ligeramente encenderan
sus frutos de nubes
para la totalidad de la donacin 220
en ese movimiento de su destino
que bajara hasta el hu mu s y subira hasta el efluvio,
a travs de las alitas
de los durazneros,
y de las alitas de los ciruelos,
y de los plumones mism os de ese ensimismam iento que las obseda
y que despeg a en el aromito, tambin...
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Juan L. Ortiz
Obra Completa
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Oh s, las colina s
seran rescatadas,
rescatadas a despec ho de esas geh enas y a despecho de esos seoros, 230
y a despecho de las "Compaas"
y a despecho de las "telaraas"...
rescatadas pa ra la gentileza ahora de apie"
y que pierde pie en el azar,
aunque debajo de una sonrisa...
o para la "com paa" con "races" pero con los "bienes" a los vientos...
y...por q u, no?
para los "hilos de la virgen"
que, a fue r de tales, acaso ya no viajaran
sino el celeste qu e nace... 240
Oh s, las colinas
seran rescatadas
por eso que piden, a veces, por el entrecijo sin sitio
de la anoche cida... o de la siesta...
o desde u nos silbidos que tampoco se ubican
en ningn lugar de la luna,
o del llanto,
o de esas luces que flotan y se hu nden
en unas agu as que no existen:
por eso que piden 250
unas arterias sin secarse, stas, por ah...
sin secarse, an,
de las "cirugas", aqullas, en "cruz"...
y, ay, despus todava
que por su hemo rragia de poco me nos de tres siglos,
fluyeran su negativa
a dejar d e latir, con los otro s vasos de los "montes",
la distribucin que deban
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 587
a lo que era ms, oh, muchsimo ms,
que sus propias ramificaciones 260
de sombra:
el "delta" de las deidad es perp etuam ente en viaje
hacia no se saba nunca
qu bifurcacin de piel, o qu de escama, o qu de pluma,
en una divinidad que hua,
hua, an...
Y su negativa, a la
vez,
a "reducirse" o desecarse "blancamente"
la primera entonces
a la somb ra del "madero" o a la sombra de su "milicia",
o de su empe o de "consagrar" 270
con ellas tambin,
sobre la exasperacin de ese "vino" que les tocaba, adems, abrir,
y que incensaba toda s las misas:
los maitines de la ganadera...
Ah, lo que pide esa agona, apretndose, as, secularmente, el suspiro,
con la lanza que lo buscara...
o esa raz de noche que se nos invierte,
a nosotros mismos,
en un ro que no sabemos,
hacia una orilla de esencia o una patria de esencia que perdi ram os, 280
que perdiram os antes de nacer...
la raz cuya le che
no "sirviese", no, para fundar el alba, ciertamente,
el alba de la bov inera...
y menos p ara es as "horas" que canonizaban el dom inio
despus de todo,
de las criatu ras "sin alma",
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Juan L Ortiz
y su despacho para "la nada", tras la estacin, con ellas mismas,
en un "franciscanismo" de brete...
Oh s, las colinas
seran rescatadas
por lo que "comisiona", desde el "rocn" contra el amanecer,
el "providencial" de la "Rinconada"
que vena d e la levitacin de Sevilla en el cnit de Jovellanos
y en el cnit de Olavide,
m s que de su Caracas de nadir,
a "adelantar", de sde la orilla del ro del corazn,
los relojes d el "sol"
con la primavera de unas agujas de justicia y de piedad
para los hijo s sin culpa
del "crimen" mismo,
y para las vctimas que les sobrevivan,
al margen, u nos y otros, por la lujuria de las tierras,
o perseguidos, m s bien, por ella,
hasta la patria del aire...
y para los dom adores sin m ontura...
y para los con "papeles", slo, por u nos m ese s de "estacada"...
y para los huertos,
que apenas si podan ellos nacer, literalmente,
sobre la cintura de las villas...
y para ellas, en fin, las colinas d e la participacin
que hubiera querido besar
brizna por brizna, y abrazar otra vez,
apendose de la "recorrida",
con unos brazos que le dolan pero que fluidamente lo excedan,
desde el roco de las pupilas...
l, y la caballera, ento nces, del otro lado de la n oche
de tanto hbito,
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Enelaura
l i
sauce
El junco y lacorriente
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y de tanto asteroide en relacin con una siega de "primitivos"
y de tanto "hum o del oeste", 320
adelante, naturalmente, d e la mare a de las astas...:
ms all de esa noche... s,
mas sin descuidar su amenaza de precipitar,
definitivamente, en la nada,
eso que daba a los "informes" suyos, por lo comn,
las medid as del canto...
Oh s, las colinas
seran rescatadas
bajo la caucin de aqul que pasara, por cuarta vez,
y sin ruido 330
el ro que, desd e luego, no podra ser el mismo,
ni en ese "puma" que se dice...
para traerles, sencillamente, o tra llama del 'Pilar",
pero del mismo olvido, quizs,
o de la mism a exclusin o del mismo privilegio...
para tr aerl es esa llama, y su adhesin al "hogar" del 25, an,
por elfroque mira, an...
y es pera el "crculo", an...
l, "la lanza" que no e sper ara de la tibieza, ya,
o irrumpiese con sus "sombras" 340
hasta fu era del techo,
tal un viento de aparecidos que se doblase por la cal
para crecer ms y ms
con la alarma m isma de la chim enea...
y que le enh estara a esa tibieza, a lavez,los comprom isos del fuego
con los banderin es del smbolo...
l, que saltase a las seales de Mayo, en seguida,
con las centellas del este...
y pusiera, en seguida, en movimiento el "Palmar"
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Juan L. Ortiz Obra Completa 59
y los trasfond os de Montiel, 350
y artillara de pe chos, luego, la s orillas del "Ur",
frente al acecho de las guilas
que n o "podan" ver, pareca, los que deban "dirigir" y "m edir"
las "unidades" del "duende"
o las fantas as de las "salamandras"...
l, el de mb ar; y l, el de fiel; y l, el de vista, y de doble vista, an,
segn el mom ento de la "relacin"
que l estirase, po r otro lado, hacia sus fuentes,
con las curvas de unas frases
que remo ntaran desde el boyero hasta el sabi... 360
y l, en lo s latidos, y llevando, en tre las m anos,
desde los ptalos a las praderas,
todo, todo , el pas...
y l, el muy alto; l, recin el muy alto, sobre las diez plagas de lo s bpedos...
Oh s, las colinas
seran rescatadas
por la fidelidad de se que flua, que nevadam ente flua,
las barb as de la misma
raz,
y en larfaga,tambin, de la bandera del to, 370
con llamas que la repetan,
y que co ntinuaban , por su parte, lo s filos de la rfaga,
hasta una sola divisa
que se quem ase toda, toda, al blanco...
Y era la divisa qu e vena, sin duda, d esde aquella iniciativa
del Bartolom de 'la Villa"
que no esperara, tampoco, la "bondad" de los "aires"
para esa sorpr esa de las picas
y de las boleadoras
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente
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que le dieran el ondeamiento, arriba, sob re los siete me ses de lajunta, 380
los relmpagos del rescate...
Y era la del que sera
el "padre"
que ardiese al blanco, tambin, todas las almas de esa "Villa"
y la de Castares, su amigo,
nimbndole al plegarse, anoch ecidamente, igual a un junco
que vertieran contra un a tapia...
Y era la de los que arrasaran ya, asimismo, las colinas,
para irnos extraos, as, del vaco,
pero que les vivaquearan, en un infinito de madreselvas, 390
la noch e del "armisticio"...
y la de los nicos, tambin, q ue apretaran el 25, hacia la lnea del m ar,
y a fu erza de palos y lazos
contra "el enemigo",
los paso s que le ritmaba, de otro lado, el "azul"
de las dems "municiones"...
Y era la de los del "Bellaco"
sobre los nadadores, sos, que extraan de entre los dientes
los sables del abordaje
para reabrir uno de los ros... 400
Y era la del "rayo de Ituzaing", al frente del infortunio o del mism o cele ste,
de esa su electricidad,
en un ngulo hasta el "Guaz"...
Yla del "Manco", aqu, en la "memoria" de un da,
pero al tope de su destino...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Juan L Ortiz
Y era la del de Niza, por qu no, tambin?
que no se percibiera, mas que le envolva, s, a manera de una vela,
su convalescencia de mstil...
y en disposicin, siempre, de restallar contra el mstil "en prisin",
o husp ed d e la "rosa"
o hu sp ed d el "jacinto"...
de restallar con una nada de aviso,
para florecer, casi inmediatamente, en el centro de la rfaga,
y ser, an, el parche de la rfaga...
La del de Niza o la del berg antn
que deshojara, poco men os, que to das las playas del "atardecer"
preguntndoles el secreto
de esa su amada: la "Indivisible" en los dos mundos
de los cetros y de las m itras...:
o la del "andante" de ella,
en aprendiz de "caballero", recin, sobre la siesta que ya arda
hacia los brazos del m onte,
y que le llevaba, plidamente, a los intercambios de la meloda
con el connacional del alero,
y del mate,
y del obsequio de la despedida en la melancola de salir
al abra de la "tardecita"...
Y era la de las "americanas"
y de los "acquets" mismos,
con su compaa de campanillas recogindose a saltitos,
y su descend encia de blusillas,
abandonando los techos que aqullos, especialmente, no podan,
no podan, no, admitir,
bajo la zarpa con insignia que en esa estancia alternaba, slo,
la yugular y lo s bolsillos,
con un terror m s que de diezmos,
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En el aura l isauce
para reembolsar, as, pero con otros "hijos",
su "entrerrianismo" o su "confederalismo", todos de potoses
que, por otra parte, deberan d e gem ir...:
era la de la s familias
que abrazaban la "causa de los montes", as,
del brazo, podra decirse, de los
vagos
y de los "mal-entretenidos",
y de los "ubicuos" de los "rincones"
"al escondite" con las levas y las cacera s de las "partidas":
del brazo con todos ellos
en la comunidad de la repulsa y en la comunidad del "vicio"
de los confines...:
fuera de esa "dulzura", por lo dems,
slo de "palo a piqu e"...:
era la de la familia de ' la s luces"
pero con una luz que denun ciaba, como desd e las profecas,
las mezq uinera s de la "plaza",
la maldicin, casi, de la ciudad q ue pareca, ya, de sal,
y que ola, tambin, a sal...:
tal la luz del evangelio mismo, negndose
a la "diversin del esp ritu"
sobre los senderillos, alfin,de la "organizacin, del pode r o de la riqueza",
y m s cuand o la "organizacin"
era la del miedo
y "el poder", el que con ceda, nicam ente, el poder de la plata
de unos pua les de "yaguar"...:
la luz que recordaba, increblemente, aquella luz
que llevara a los bosques d e Oriente
o a las soledades de W alden,
con el presentimiento, aqu, de lo que la selva era para todos:
una de brazo s que izaban
sobre la incertidumbre de la iniciacin,
toda, toda la criatura:
El junco y lacorriente 593
440
450
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta 594
con su instrume nto y su sonido
y con una ligereza de misterio que no alcanzaron, no, los "linces", 470
y es un no se sabe qu, an,
ante los resto s, por ah, de ese viga de los principios...
Y sera hoy esa divisa
la de todos los hijos de las colinas decididamente d e pie
para reintegrar se en ellas,
reivindicndolas, lo repetimos, por aquellos surtidores
que le irritaron sus ros, as,
en un crepsculo de siglos que no quera m orir frente a la noche,
con toda su "cruz del sur",
y que deba ahogarse, al fin, 480
con la piedra de Campuzano y las palpitaciones que le sobrevinieron,
sobre las puntas del Gualeguay,
sin que los cuarenta mil tallos hayan dejado de latir
muy misteriosamente,
la deuda de las races...:
reivindicndolas por el Adelantado, de bruces, siempre,
sobre el crecimiento de su danza...:
reivindicndolas po r los otro s "adelantados" de la inspiracin y la osada y las ofrendas ,
los Bartolom y los Cast ares...:
reivindicndolas por el "bamb" que le cruzara 490
a la "soberana" del P lata,
sobre otro mar,
y por tres veces
la epifana mis ma del Plata, con el Cristo del E ste,
o la aparicin, sobre los tapices,
de las caas que se atrevieran, imposiblemente, a desarrugar y a reasum ir
ese "sol" de las sed as...:
reivindicndolas por esos "oscuros" que sacasen, como de s mismos,
las llaves de casi el da ...:
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Enelauraeleisauce El junco y lacorriente
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reivindicndolas por las "sombra s" de Don Juan y Don Jos Mara 500
que las quisieron en el hono r...:
reivindicndolas por la otra "sombra" de las travesas
que atravesara tambin aqu
la mancilla de la "espiga" que ella reivindicaba, p recisam ente
con las gu edej as de la "unidad"...
reivindicndolas por e sa huelga de la pureza
que se desvistiese para Mo ntiel...:
y por los "pecadores" que se acogieran, sin saberlo,
al sagrado de la intem perie,
en un movim iento que "resistiera", ya, "pasivam ente"...: 510
reivindicndolas, en fin, por las reclamaciones que siguiesen
levantndose de sus pliegues
a travs de todas las voces, y de todas las m udeces, y de todo s los ojos, y de todo s los signos,
y de to das las vibraciones,
de todos, de todos su s reinos,
pasando por esa s ramitas que flotan, postum amente, casi
el poniente que abre el ciervo
por los canales del crimen...
y pasando por ese vaco que e ntre las hojillas tiembla, an,
la persecucin del "guasuncho"...: 520
hasta llegar a las ma nos de ellas, a la
frente
de ellas, a los sueo s de ellas,
y a lafey a los ngeles m ismos
de ellas...
Pero no e s mi pas
ante todo, y despu s de todo, el sauce por fluir
nuevamente
sobre las juntas de los hlitos?
O las colinas, en todo caso,
que vendimiaran su perfeccin en el atardecer de unas gasas
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Juan L. Ortiz Obra Completa
596
que las continuaran 530
aunque destacndose , m sticamente, casi?...
Y este tiempo para d ecir lo que huira asimismo
hasta el recuerdo de eso
que le llagara tanto esquem a:
y que huira, an m s, la enfatizacin de su destino
de elegido de las semillas...
y la exhibicin de sus "sables" para sentarse algn da
a la m esa de los linajes:
l que ha ten ido a la "historia" sobre lo s extre mo s de s y ms all, si cabe, de s,
mien tras las visceras le pendan? 540
Pero l, que no supiese, ciertamen te, de la culpa del agua
en los abusos de la acuarela...
l, que es, en el fondo, la sencillez que querra
escond erse de s us colinas...
o ser, cuand o m s, esa melancola de espinillos
que la s vela has ta el cielo...
l, la pied ad,
Sin la pesadilla de la gloriola y la persec ucin del "bastoncillo",
y del otro lado, asimismo,
has ta de la sonris a a costa de ellos... 550
l, que es com o un ndice, espectralmente, en cruz
sobre los anocheceres,
encima de tanto "sacrificio" que nadie, es cierto, nadie respirara,
sino hundindose, hundindose,
m s all, oh, much o m s all, ms all de las races,
en un agua com o en pena...
l, que e s el olvido, por poco, el vuelo, por in stantes,
bajo los pasos m ismos...:
l, l, ha de perdo narm e, consecue ntemen te, a m,
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente 597
si excedindome, an, 560
le recordase, poco men os que en secreto,
que l, l, el del "entre", no podra liberarse de los dems hilos que lo inscriben,
sino incorporndo selos d esde todos, todos los niveles...
y que, probablem ente, slo as,
las colinas dispondran
de las especies de la comunin o de la dulzura de adentro, recin,
para subir, luego , a la nubecilla del "fin"
y bajar hasta la sed...
o transfigurarse, ms puram ente, en ese sauce qu e deca,
sobre la convergencia misma, ya, 570
de la contradiccin...
pronto, a la
vez,
para absorbe r y sobrepasar las que vendran,
y donde ellas y sus pas os
se miraran, acaso, por ltimo:
la lira misma y el lad mismo que nunca se volvieran
ni en la conversacin con las sombras,
integrados en l
bajo el sueo que llevara a todos a unir, desde el interior de la duracin,
la aleta de las profundida des
y el abanico que les va ganan do, siempr e, a las florecillas de los minu tos... 580
Yperdn, otra vez,
oh t, el que no puede d eci rse -
perdn, por haber querido decirte,
gravitando tan largamente, tan largam ente, sobre tu silencio de espera,
cuando slo, en verdad, caba,
evocarte a travs de tu mismo silencio,
haciendo or tu silencio...
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JuanL.Ortiz
Obra Completa
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Al Paran
Yo no s nad a de ti...
Yo no s nada de los dioses o del dios de que naciste
ni de los anhelos q ue repitieras
antes, an de los Aax y los Tupac h asta la misma
azucena de la armona
nevndote, otoalmente, la despedida
a la are nilla-
No s nada...
ni siquiera del punto en que, por otro lado, caeras
No s nada...
O s, apenas, que el guaran te asimil
al mar de su maravilla...
y que ese puma de tu piel que te devuelve, intermitentemente, el da
lo tomas en un rodeo, no?
de tu destino....
del vrtigo de la piedra
bajo los rayos...
1
No s nada...
Aunque m e he oscurecido, en ocasiones, al sentirte, arriba,
entre un miedo de basalto,
buscndote,
100
buscndote,
sin el ngel del sabi,
an...
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Enelauradelsauce
El junco y lacorriente 599
Yme he recobrado, luego, contigo, en la Anaconda que decan...
y hasta cuando denunciabas
sobre ti
a los mu seres de las Compaas...
es de tu eternidad
de Palmas...
y por el salmn o por el rosa de Ibicuy
y por las lunas de Zrate
y por la lnea de tu agona en el estuario, finalmente
del alba...
M as ste sera
tu sentimiento,
y ste, acaso, el misterio que p areces bajar desde los m ismos
No s n ada d e ti... nada d e ti...
Es, acaso, decirte enteramente, decir tus avenidas, slo,
al fin,
de silencios sin orillas,
que podran ser, e s verdad, derivaciones de gracia corriendo a redimir
oh Canals,
la palidez del Norte?
No s nada...
Aunq ue te conoc, ha mu cho, all, all don de mi ro 30
torbellinos del crculo?
40
Es, por ventura, presentirte, siquiera,
el acceder nicamente a las escam as de tus m inutos,
bajo lo invisible, an,
50
que pasa...
o a las miradas de tu s lminas
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Juan L. Ortiz
Obra Completa 6
o de tus abismos,
en los vacos o en las profundid ades de la luz,
de tu luz?
Y se podra hablar de ti,
intimando, an por aos, con las figuraciones que reviste, dirase,
aqu y all, la corri ente
de tu ser?
Oh, no... 60
no se podra, me parece,
tocarte todava
as...
Cmo,
entonces, cmo,
asumir tu duracin sin probabilidad de disminuir
tu tiempo, tal vez, de dios?
Y en el tiempo de un dios, qu de los que vinieron a apagar
las hogue ras qu e te amanecan...?
y qu de los mono slabos que presumiblem ente respondan a las gam as 70
de tus espes uras de flautas
y que se desconocan entre s,
al llegar a interponerles, t, las seis o siete leguas
que entonces te abran...?
Y qu de los due os que arriaban, de arriba, todo un ro de m ugidos
hacia los potrero s q ue fluan, aqu,
y que slo detena tu herm ano con esa vena del naciente o ese azul
del surt idor de las avecillas...?
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En el aura
l i
sauce
El junco y lacorriente
6 1
Y qu de aqul d e la "Rinconada" enfren tndo los, el nico,
m s "adelante" que el siglo 80
y junto a la aorta del "pas"?
Yqu del otro que te cruzara por tr es veces
para salvar a Mayo
de los cuern os de la derecha y de los cuern os del sur...?
Qu, pu es, todo ello y lo dems,
si t no sabes y no po dras saber, por otra parte, de las milicias de la ceniza,
ni de una sociedad de slabas
ni de un a codicia de m illas...
ni menos de los intercesores de los ltimos,
como tampoco de la caballera que se atreviera a rescatar 90
el sol... de las n eblinas,
para el "interior" al "exterior" no? por ah: del azar o del olvido:
qu...?
"Maya", entonces, asimismo,
para ti...
"Maya" las llamas y el vocalero que se entenda...
"Maya" la cuaresm a
sobre las lenguas de tus orillas...
"Maya" el despojo y la lujuria de p raderas...
y la vista en alto, y la orde n de las caas, triplem ente vadend ote, 100
por los derechos del da...?
"Maya", con ms motivo, esos celestes de tus pupilas,
o de concentracin,
en que, msticamente, desapareceras, o poco m enos, con tu tarde, s,
en la palidez del uno,
all,
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Juan L. Ortiz
Obra Completa
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a no ser una s pesta as empeq ueecindose en un cielo
o en un infinito de islas...?
Y "Maya", as,
sa, si se quiere , sensibilizacin de la ausencia, sa en que t libras 110
o recreas,
con unos signos que huyen,
el rostro mism o dirase,
del ter...?
Pero no s nada de ti.
Nada. Nada.
Y
hace, sin em bargo, diecinueve setiem bres que te m iro y te miro.
Mas, es cierto, te miro
con los ojos de aqul a cuyo borde abr los mos...
No podra hace rlo sino as. 120
He de llevarlo, bien n timam ente, y a la izquierda, claro, del latido,
y es l, sin duda, el que me h ara preferir
tu enajenam iento en el cielo
a esa piel que hubiste, muy significativamente, de investir
por ah...
y que asorda los momentos en que debes de sentirte
ms leoninamente contigo...
Pero por veces, es verdad, sin una pluma que lo explique
desde el secreto, an, del aire,
flotas por el atarde cer no se sabe qu alma 130
que susp endiese com o el fluido
de una inmanencia de cis ne -
M as
ve,
ve:
sigo mirndote, mirndote, con las nias del origen...
Y todava de aqu,
de aqu,
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En el aura l isauce El junco y la
corriente
6 3
en qu e por ceir, o poco menos, a la ciudad a la que hubiste,
sacramentalmente, de "alzar"
una "debilidad" ms que de padrino, no podras, no, naturalmente, reprimir...
Y es as 140
que aun en la tem pestad que te estira hasta el confn, dirase,
en una unidad de siena
que quemase el caos... el caos...
parece s desp legarte lo mismo que una "cinta" para ella
detrs de los vidrios
y sobre la barranca que le cincelaran todava...
Pero perdnam e que insista
e insista:
no s nada de ti. Nada, en realidad, de ti.Yno podr decirte jams...
No es una "madera" 150
sino un "metal", o los metales, mejor, o ms de acuerdo, an,
las rfagas de unas tuberas,
o las ondas de unos hechiceros,
lo que requerira eso que recelas
bajo lo femenino qu e te prestan las veleidades de las hora s
en complicidad con las estaciones
y con tu infidelidad misma
al que nombras
y con la visin, de un mediterrneo, que vela
el idilio, ay, 160
de un os sau ces en ojiva
sobre el sueo de unas muselinas que espectralmente despabila
el despus, slo,
del cachilito,
plegndolas en seguida, y envejecindolas al punto, en un final
de escalofros
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Juan L. Ortiz ObraCompleta 6 4
que m archita hasta las cejas, hasta las cejas, ah,
del anoche cer-
No s n ada d e ti...
Y no podr decirte nunca, probablemente... 170
nunca...
Pero deja que, al menos, te despida uno s ptalos
de ese ng elus de mis gramillas
que desciende casi hasta el agua
cuando sta
pierde sus ojeras
y da en hilar, fne brem ente, con la primicia que desle
el duelo de arriba,
la raz
de la lgrim a... 180
No s nada de ti...
Nada...
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 6 5
La poesa de Jos Pedroni
en sus 30 aos
Y ella estaba e n el sue o d el aire. Ella.
Dulce perla por nacer.Yellafuegota.
Ella
fue
gota para la sed que se desconoca
de las flores perdidas y de los sentim ientos olvidados.
Fue lluvia. Lluvia de gracia. Oh, h ada que bailaba
sobre el esto herido, amarillo...
Fue la gracia de la sombrabajolas alas del cielo.
Y
fue
la penum bra ntima con la mesa y el cristal.
Yfuela lucecilla a la altura del pec ho pa ra las lunas del ser...
Oh, la ternu ra de puntillas por las nueve lunas del misterio... 10
Y ella abri ojos azules sobre los trigos de la epopeya,
blanca y rubia, ella, como los hr oes del surco,
ligera, ella, al lado del momento oro y celeste...
Y en el filo del viento, nia libre o liblula,
los mism os ojos plidos sob re el sueo del nativo cam po libre y su figura altiva...
los mism os ojos plidos sobre las mu jeres que vuelan...
Y ellafuehu mu s leve para las cenizas dulces:
de aquellos hro es oscuros y de los carios vecinos,
y de la sencillez filial que se durmiera con su cuchara de albail...
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JuanL.Ortiz
ObraCompleta
6 6
Y ella acord como nadie su voz para la misa de los bienes: 20
los tesoros que hay que cuidar y que ella "guarda a veces, con cierta ansia,
tal como se esco nde una lucirnaga en el hueco de la palma"...
Y ellafuepura en el culto como nadie,
y la luz invisible y las memorias se hicieron nueve lmparas...
Y ellafuegrave, delicadamente grave, en la siembra del pan,
y ella puso algunos tiles y herram ientas en su humilde escudo de armas...
y mir a las mquinas, ella, como a otras criaturas...
Y en la "puerta d e la tierra", ella, alz la llama celebra nte
para el sudor largo que la hizo azul y blanca
y la cuadr de tapice s casi brev es entr e las lneas de los parasos... 30
Mas no en vano creciera, ella, cerca del fuego artfice,
y viera all las aves listas del acer o
y las violaciones de su dulce hermanita, hija de las nubes...
No en vano viera all, varias veces, q ue las fb ricas no tienen corazn,
mientras salan arados y arados, de rojo, para los otros cielos,
y eran dados de baja los viejos padres de todo...
Ah, la nia, vena del agua m nima, y haba querido siempre darse,
y haba sido ya, "la poverella", de los llam ados m s im posibles,
y haba ceido ya con tra s los latidos m s dbiles...
Y ellaviolas espaldas innumerables sobre las que se alzara el edificio,
y ella sinti el per fum e de s angre d e las frgiles flores...
Y ella se sinti debida a una pena secular...
100
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En el aura l isauce
El junco y lacorriente
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Y ella tendi las ma nos a las m anos inmem oriales
que lo haban he cho todo, y estaban, sin embargo, vacas...
que la seguan sosteniendo a ella misma en la red oscura de los das...
Y ella se puso al lado del gran cuerpo amasado en el dolor
y salud el destino que tienen al nacer, con su sangre y el aire,
ochocientos millones de almas, all, en el honor del da...
Y salud a la vez la nueva conciencia ganada en un a victoria m s dura
que las logradas sobre la tierra, las aguas y los cielos... 50
Y ella salud el bosque d e brazos que ha de apoyar el azul en todo el mundo...
Y
ella dio como nadie, aqu, la eucarista nu eva,
en la mesa tendida para la buenafede todos...
Y ellafuela palomita de la virgen a las orillas del Salado
llamando asimismo a los aromo s contra el rayo...
Y ella mir haci a el sur con los ojos mis mo s de la Patria,
y asumi el nom bre de su pu eblo con los leves pies en los caminos...
Y as cumple aos, ella, como una espiga al amanecer
mad urando dulcem ente sob re los pasos unidos que van hacia el amor
y que vienen tam bin desd e el fondo de Mayo bajo un vuelo de cielitos... 60
Yas cumple aos, ella, asida de las manos nudosas,
sencillamente asida de las m anos nud osas y de las otras manos,
para la ciudad del hom bre, al fin, en el Dom ingo que ser...
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta 6 8
Saludo
Porque ellafuela gota hasta la mar,
hasta la mar del hombre:
salud.
Porque ellafuepara la sed un ro,
y para la esp era y el olvido
de lo que no ten a luz hasta ella,
un ngel,
un ngel ntimo y agreste,
un ngel:
salud. 10
Porque ellafuedel ave y de la besti a
y del aire,
y de las ramas,
y de los pastos,
su melod a y su silencio,
y su paz,
y su claridad,
y su hlito,
y su escalofro:
salud. 20
Porque ella tiene de su suelo el aura,
y la lnea y los das,
y el andar
y la luz an no nacida;
y encontr las rimas
entre sus hierbas,
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En el aura l isauce
y sus espigas,
y sus ladrillos,
y sus martillos,
vestida slo de aire,
con, algunas veces,
el lirio natu ral
en los cabellos d e lino:
salud.
Porque fiel a su sa ngre, ella
fue
fiel
a las armas
de la nueva nobleza,
y unida
fue
como la som bra
a los carios del lugar,
e hizo de sus carios
figuras de la gracia:
salud.
Porque fiel a s misma, nia, anduvo,
igual que nia,
en una fbula de fuego,
y tom el color de esos arados
cuand o all vio el dolor:
salud.
Porque ellafuedel pan el oro m ismo
multiplicando al infinito
para la comunin infinita
bajo el vuelo de la palom a
blanca:
salud.
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30
40
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Juan L. Ortiz
Porque alz la paloma contra el crimen
sobre el mar de los trigos,
y quiso aligerarse an m s
(ella, la del roco,
ella, la de la so mb ra
del ala,
ella, la de la vigilia
de seda
junto a la cintura que creca,
ella, la de la nu be
sobre el da cereal),
aligerarse an ms
para sum arse a los que van
en el viento del alba,
bajo la bandera del alba,
hacia el pas del alba:
salud.
Porque pura de cal toda ella ahora,
como en una luna
heredada,
con el nivel filial
y su gota de aire,
alegremente
se une a los albailes
de la casa com n
por levantar
para la aven tura sin fin:
salud.
Obra Completa
61
60
70
Porque en la calle va ahora del brazo
de la blusa plida,
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En
el
aura
l i
sauce
y la nom bra la gente
del polvo
tras de los alambrados,
y los viejos hro es del taller
la buscan
para alzar jun tos el vaso,
y porque habla por ellos
con su medida natural,
y su fineza natural,
y su fantasa natural,
bblicos:
salud.
Yporque llega aho ra a los treinta aos,
as, toda de pueblo,
sabia como la semilla
en la sencillez del don
para el rbol del canto que vendr:
salud, a ella, en el m irto
y en la paloma blanca de su jardn...
salud, a ella, en el m ar,
en el mar del hombre,
por la nube y la lluvia que ven drn...
salud...
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90
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Juan L. Ortiz
Obra Completa 612
Para la guitarra de M ara Luisa Anido
Quin canta en la noche
con esa voz tan pu ra de mujer?
Es su propio encantam iento
el que canta,
olvidada en el bosque de las almas?
O es la ms suave y honda
meloda de los siglos
la que en su voz gotea o suspira o abre
como una azucena imposible
con el sueo y la luz antigua 10
de la tierra?
Oh, la sangre, tambin, profunda,
en la estrella del ritmo,
y la fe vieja que late
igual que un vuelo en el pecho
o un ro que quisiera danzar e ir
al asalto del cielo...
Quin canta en la noche
con esa voz tan pura de mujer?
Son los dedo s de la propia brisa oscura 20
los que la hacen cantar,
o es la rama del alma,
dulcemen te a merced de los nmero s infinitos,
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 613
la que, bajo los astros, tiembla en ella con esas flores sbitas,
de goijeos areos, de murmurios soados?
Quin canta en la noche
con esa voz tan pura de m ujer
que es el mismo silencio el evocado
y puesto luego, enajenado, de rodillas,
en el bosq ue de las almas? 30
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JuanL.Ortiz
Obra Completa
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El doctor Larcho
Vi en mi niez un santo?
En las calles de acceso al pueblo, azules an
en la hum edad estival, un break
por un criollo conducido o por l mismo?
El traa lafea la maana ause nte de algunas pobres almas.
La
fe,
y las rosas de la salud, ah,
brotaban de su s miradas y de sus m anos
y de ese sentido suyo, tan sutil, para los secretos de la sangre...
En la siesta blanca, tam bin, su volantita,
llena, llena de polvo, pero con el agua de la vida para la agona seca... 10
Lo vi una vez en el almacn de Clemens, cerca, antes del almuerzo.
Bajaba, y no aceptaba la cerveza con una sonrisa aconsejadora,
mas entr en la penum bra agradecida y rendida para beber, alegre.
Oh, sus manos huesudas yfinasy su voz dulce.
Eran sarmientos de milagro sus manos
y era de gracia su voz para el
fro
y las sombras?
Y
vino a casa para salvar a mi madre
con su sabidura de sal contra uno de los caminos de la m uerte,
y vi su figura evanglica inclinada sobre los latidos
en una luz de nimb o que no vena, no, de esa ventana... 20
Y supe de su s travesas por todos los pases de la noche:
en el monte ciego, con el canto slo de ese pjaro que nadie haba visto,
sobre el barro imposible, y entre las ramas celosas del camino a Villaguay,
bajo los ltigos del
fro
y de la lluvia en las ma drug adas ateridas,
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 615
en el hlito de una tierra o scura q ue le traa vagas flores,
recordab a la som bra ilusionada de su Abril yalejano,all?
en la asfixia med rosa que se am asaba al lado de las huellas,
en los pe rfum es ltimos del pasto y de los espinillos y del agua adivinados...
para gana r criaturas a la "intrusa" pobre con casi las pura s arm as de un ngel.
Y supe del dolor que iba a Dom nguez como a otra Yanaia Poliana, 30
en peregrinacin num erosa, bajo todos los soles y las nube s.
Ysupe, al fin, ay, que su enemiga de todas las horas le venciera,
y l se tendiera sencillamente, bajo el corazn todo de Montiel,
deshojado com o nunca, igual que sus jardines, sobre el infinito cor az n-
Mi niez, amigos, pas alguna s veces, junto a un santo...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Juan L. Ortiz
ObraCompleta 616
A la A rgentina
Oh, t, la del nom bre que sonara casi como la mism a luz,
pues tu plata fuera su epifana,
tu poniente las vias que le sobreviviran,
y tus pie s fues en los de la nieve y tu cabellera sera la del sol...
Oh, t, la de la rosa en lo s ptalos del clima,
o la de los ptalos del porvenir
des de la raz al arco-iris,
y esa unidad de la penu mb ra de una lmpara todava...:
desde la raz de los bienes
que curvaran sus auras, y sptimamente, al ascender por la ceniza, 10
hasta ser el principio y el fin
antes de la sombra m isma...
Oh t, la del litoral que abre esa rosa
y saluda, el primero, las golondrinas...
y la del litoral que distribuy e, com o ningun o, el azul,
en la Mesopotamia de las H esprides...
y de la Utopa...
Oh t , la de las colinas de la Yatay y de la Pind,
entre los ros del la d"...
desd e las slabas del boye ro hast a las slabas del sabi... 20
Oh t, la de los bosques,
y la de los ros de obsidiana en su siempre de ofidios
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Enelaura l isauce
El junco y lacorriente 617
o su desperezo del tercer da...
y la de los arroyos que no querran decir,
decir a nadie,
lo que ung e esas um bras que apen as si les fosforecen
con las lentejuelas del medioda...
Oh t, la de eso s bosques, asimismo,
de salamandras de pesadilla sobre la palidez sin lmites,
pero que envainan y ofre cen el alivio, a la vez... 30
Oh t, la de la hon dura de los paisajes entre los m inutos del vrtigo,
o de la piedra de los mo ars,
o de esos suspiros que la despiden, an,
cuando en los vallecitos pestaea, ya, la noche...
Oh t, la de las higueras y sus encajes de "maleficio"
y sus pendien tes de miel,
sobr e el jueg o "al escond ite" de las callecitas que siguen
fantaseando por los caseros...
Oh t, la del abanico del m ineral y de la arcilla y de la agita y los cultivos,
que despliega en un mariposeo, dirase, 40
toda, toda la gama...
Oh t, la de los llanos que te duelen, todava,
mientras las salitreras de la luna,
y las geh ena s de las profundidades,
se trasmutaran , por la alquimia de los sudores, unindose,
en los tapices para los viajes
o los bordad os, en todo caso, del "otro"...
5/21/2018 13 - Juanele Ortiz - El Junco y La Corriente
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Juan L. Ortiz
Oh t, la de los rboles entre dos infinitos de celeste
o una sola mirada de lago...
Oh t, la de las costas recogindo se ante elfroy el mar
en las dun as de la soledad...
Oh t, la que une por el hielo las eternidades de la sal...
Oh t, la de la arena qu e blande, por aadidura, negaciones de slice
hasta cegar la ausencia...
Oh t, la de las citas de las semillas
por las travesas mismas de la "maldicin"...
Oh t, la del ascetismo
o la de las palmas qu e abrieras largamente, muy largamente,
para leer, acaso, tu cielo...
y que cerra ses hacia tu pecho, al fin,
en la necesidad de respirar sobr e los lindes
y curarte, tal vez, del desierto,
o del espejismo,
o del vaco...
Oh t, la de los bron ces que cabalgan, muy ejemp larmente,
lo sfollajesde los municipios
y la de los anales que se recitan:
me perm itiras que, acogindome a ese grito que m artillara triplemente
el imperativo de tus albricias,
alzase en una m anera d e custodia que argentinam ente estallara,
aquello que excediera, an, la fe?:
el nume n d e "La Gaceta" y su continuacin en las lneas
que abre la "doctrina", an...
Obra Completa
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50
60
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En el auradel sauce
y en la pluma d e Don Juan M ara con que te aligeras, an,
y que m oja tus arabescos, an...
y en ese Martn de Don Jos que sigue meditndote, meditndote,
cuand o el "misterio" inclina las hierbas, por ah...
Pues t qu e vienes de la insercin que se sabe
en las ramas en qu e suban, naturalmente, los suelos:
t, hubiste de torcer, tambin, d esde casi los orgenes,
las "vas" de tu destino
en las paralelas de las "vas" que te apuraban hacia el mar,
dejando , precisam ente, a tus propios hijos, todava ms, "en las vas".
Oh, las sangre s luego, del riego,
no compensaban, no, el que recibieras de tu roco
de c ielitos y vidalitas,
y de los duen des en qu e nacas, probablemente, a tu estilo...
y eso sin negarte, de ningn modo,
a los cambios que maduraban...
Yfueas como la densidad de tus cabellos son, despus, a hueco...
y tu sol, ay, a libra...
Ytu dulzurafuede cicuta, o cuanto m s, de q uena,
en las tibias de los caminos...
Y
tus madera s se convirtieron en maderos...
Ytu vino,
en el espritu, solam ente, d e las acequias... s...
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Juan L. Ortiz
Obra Completa 62
Ytu litoral de agu as, en el juicio del agua, en tanto q ue la sed
hum eaba, aproxim adamente, el confn
en el final de tu frente...
Ytu delta de "canastilla" 100
en el otro "cuerno" en que se miraran u nas velas
con unos brazos d e araa...
Y
tus cereales en oro, en oro, pero para esas "telas"...
Y el "leo" de l as d isputas,
en la esgrim a, al fin, de los "bastones" con las m galas...
Yla criatura a que te debas
y que te aup ara en un mo mento pisndose, mu chas veces, "el hilo",
en un "extran jero" o una "caza",
entre la avenida de los m ugidos, sin fin,
y los "estados" de las "Cas"... 110
Mas desd e lo hond o de ti,
de ti, la del nom bre que sonara com o la flauta del fat
se levanta, asimismo, la levadura del tiempo
para "la flor de la h arina "
o la flor de la participacin, y de la m ultiplicacin, y de la integracin, p or ltimo,
en es e per fum e de la "liga"
con que un irs al mun do, en la ronda del mundo, o de los mundos, an,
tus races d e plata
y tu reverberacin y trascendencia, aunque invisiblemente, as,
de plata, 120
en el ngel, ya, de la plata...
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En
el
aura l isauce
El junco y lacorriente 621
Al Villaguay
Qu tiempo e s el que celas o qu tiempo es el que das
brevem ente, es cierto, en abrir,
con aspiraciones de cielo:
oh,
t,
secreto, en todo caso, del monte
o enigm a de las trepadoras, y d e los juncos, y de los mim bres...?
Oh, t,
entre junquillos, an,
que inciden, por E nero, en un os escalofros de aguaciles
o de espritus en mordor... 10
y ello en m edio de un abatimiento de gu edejas que les confun de los orgenes,
al entreabrir y plegar la cada que m oja
el tapiz de la orilla,
la brisa que l es,
y que apenum bra, as,
en aleteo de helech o de las profundidades,
la siesta que derrite y derrite,
arriba,
todo el ail...
Oh, t, 20
fantasa de los laberintos, an:
qu a man eceres, sueas, di, bajo las destilaciones, todava,
de jardn...
qu amaneceres
a travs de los hilos
en qu e tu s avecillas, infinitamente, te dividen, hasta la palidez
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y ese minuto
que enjuga el celeste...:
en que te dividen
esas sangras de tu silencio 30
de que suele, por otra parte, emerg er el crispn
y el uruta mismo...
o al deshacerte ellas, an, desde el estremecimiento por diluir
su mate en los sauces,
las gamas de ese desconocido que envejece
de cabellos para decirse
y que despide, es cierto, ms de u nas hebrillas a las guas
que se afinan,
digitalmente, para rozarlo...
que se desnuda y salta sobre s en el mom ento 40
de exceder,
igual, entonces, a un volatn
de la sabidura en camino...
de excede r eso s cantos que atraviesan su destino, y que no deja,
consecuentem ente, de pulir,
para convertirlos, justo, en los pies
de su propio canto,
aunque no demora, e s cierto, en perderlos por ah
o por los agujerillos
de unas caas de aparecidos, 50
y eso al ceir a las islitas o a las hijas
de sus rodeos...
pero sob re todo en esas rfag as que rizan y desrizan,
y ovillan y desovillan,
poco men os que en lo ubicuo,
no se sabe, no, qu neblinas de esos pfanos
que se creyese
contra sus races...
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En elaura l isauce El junco y lacorriente 623
ni tampoco qu lloviznas de las arpas, aqullas, que se hacan
restituidas 60
al seno del llanto...
ni a la vez qu huid as
de una m elancola en otro modo, al fin,
del siempre,
entre las burbujillas de lo ido y las crestillas que ya miran
al porvenir...
Yen la media tarde, qu adivinas,
di, adem s, di
por lo s o, o, o, sin sitio
ni en las reverberaciones de las gramillas, 70
y cuando una de vrgenes, precisam ente, se sita por el fluido
que trasluce a los cspedes,
segn la ordenacin de las ceras que deben asumir
sobre el anochecer
a las nimas
de los aza hare s del vaco,
antes de que stas, en falenas que suben, terminen
en volar al sacrificio,
todava,
de esas lamparillas del ter 80
con que invitan, hasta desde all, las enred adera s de setiembre
a enrama das, tambin, de nupcias?
Y qu ecos, entonces, llegas a extraviar, y por dnde,
de esas punzadas de la luz
que, intermitentemente, se descubre
y se abisma...
o de las punzadas de una torcacita...
pero de aqu...?
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Juan L. Ortiz
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o de debajo de ellas, mejor, de los espacios, todava
que pausan esos latidos 90
para la esperanza que les responder desde los otros, en la rima
sa de la herida
que a pesa r de los espinillos, o por ellos, tal vez,
no parece tocar fondo?
O buscaras, igualmente, alcanzarte no slo en lo que en ti, tambin,
te opaca lafuga,
sino, adems, en el otro o los otros
que te instrumentaran los aires,
y que, por aadidura te llueven en otra resolucin, acaso, de tus propios
hlitos y sentimien tos, 100
y en el enhebramiento de las estaciones,
los orientes que, m uchas veces, ahogas...?
Y as los sirires desangrndolo, invisiblemente, hacia el sur,
te escribiran y ocarinaran el abril
de tus salidas del monte m ismo
o de la oscuridad de e sos sollozos que nadie, presumiblemente, ha de or,
como que los desgarrase, asimismo,
el mal del ncar:
salidas que, con su noche ya en la punta de las splicas, queran
rendir la otra noche , tamb in, 110
en sus reductos de lluvia...
Y as los chororoes, gotendo los, te n otasen
y esquilasen,
casi sin percibirse,
sobre el
pajizo,
an, de la brisa:
el viento y la luna que t hab ras d e seguir de cinc en cinc,
por los humo res de junio
o esos ram eados de pesadilla
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Enelaura l isauce El junco y lacorriente
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que en otro crepsculo, es cierto, hubieron d e tramar en lividez
sobre un ruborizamiento en pena, 120
el olvido
de un kakemono, all...
bien q ue en som bra y en oro, aqullos, de un a vez,
y arriba,
donde se desvaneciese la seda,
le tejieran caracteres en vuelo
de campanillas y campanillas
a enloquecer el roco de las rimas, al fin,
slo en ama rillo-
sobre el mism o pudor, se que detrs y debajo, an, del arabesco que le afina 130
orientalmente, elfro,
no hubiera tardado, segn corresponda,
en am oratar la deriva
de todo, en el gris...
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Juan L. Ortiz Obra Completa
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La paz
Para el hom bre que m ira el rio,
cuyo anhelo es el mismo
del agua y de las ram as,
la paz.
Para el joven que cie
la cintura de sauce,
y siente que el destino
de los dos, se pierde,
como el primer camino
o el ltimo camin o 10
del da,
en el fueg o del cielo,
la paz.
Para que la madre pueda
sonrer al azul,
con su fruto ms tierno
en los amantes brazos,
la paz.
Para que los nios cierren
los ojos lasos sobre la visin 20
de un campo todo alado de flores y de aros,
la paz.
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Enelaura
l i
sauce
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Para que las ma nos sean
y continen siendo
las dulces desveladas
que dan fo rma a la dicha
y crean otro cielo
con estrellas distintas,
y es un nuevo amor, por ellas
el que aparece com o un alba
la paz.
Para la m esa simple
con la gracia de los m eses
y la alegra de todos
del color de la s vias,
la paz.
Para que el corazn
en la red infinita
palpite, y esta red
tiemble en la sangre una,
y todo sea lazos
e hilos delgadsimos
ganado s a la sombra,
la paz.
La paz para que el sueo
de la tierra y el nu estro
eleven gen tilmente
su azucena y sus ramos,
el reflejo sin fin
de las mieses com unes
sobre la danza de
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