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PAUL D E SA IXT-VICTOR .
Comenzaba nues tro d iv ino o toño . Los rayos de un so l ,
menos ardiente ya, iban a dorar los campos y á p l atear e l
mar . La es tac ión pon í a en las cosas e l se l lo de s u madu
r ez. Hab ía en e l sue lo m uchas hojas desprend idas de los
á rbo l es,cruj i entes bajo los p i es l igeros de la joven ,
vestida
d e azul, que esa tard e cruzaba la comarca
,y en
'
todo lo
que la ci rcundaba , la quietud suprema de quien prepara
su reposo después de una l arga y productiva labor .
No sop laba e l menor vien to, y en s u ausencia las hojas
SCONOC IDA
En e l m u nd o de l a poes í a como en el
m u nd o rea l , h ay cria t u ras nacidas b aj o b eneri ca es tre l la . Apenas parecen , s u rg e d e l am u l ti t u d u n g r i to d e amor :
“ Di os t e sa lve,
l len a d e g racias Ya l as t en é i s apod er ánd os e d e t od os l os co r azon es, fas c i nand o t oda s l as in t e l i g en cias , ad oradas por tod o u np u eb l o d e a lmas …
8 EL MANANTI AL
caidas,de un co lor amari l l en to
,no j ugaban
,no bai l aban
n i revo loteaban como locas : p ermanecían muy quietas V
muy j uiciosas,asen tadas sobre la hierba de un verde bri
l lan te todavia .
Venia aquel l a j oven de la próxima esta01on del ferro
carri l,al Sur de la provi ncia de Buenos A ires
,donde ha
j ara,habien do preferido a la an cha carretera
,e l s endero
agreste l l eno de a l tas p l an tas sa lvaj es que l e l l egaban
hasta la cin tura y por el cual avanzaba,cortando fl ores y
ramas,saturán dose con l os fuertes aromas despedidos
por l os árbo l es , ági l , so l a ; l ibre como en el desierto . De
pronto,en un recodo del camino que l a ob l igaba a dob lar
,
como un semb lante huraño y taciturno , bruscamen te , s e
l e apareció un vi l l orrio .
Descub r íase és te al l á en e l bajo,si n un ár bol n i una
p l anta para ve lar con sus hoj as s u fea ldad é i n digen cia .
Un montón de casuchas s i n b lan quear,sa lp icadas sobre
un suelo seco y duro,cubierto
,el trechos
, por un musgo
roj izo ; matas de abroj o y ortigas ; p l antas de cardo copo
sas como arb ustos : no disti nguieron más sus oj os . Y cuan
do hubo penetrado a l cen tro de aque l l ugar i n cu l to,la i n
grata impresión se con virtió en di sgusto ; todo l e pareció
áspero , agres ivo y poco amab l e . Los escasos habi tan tes ,
sucios , serios v descon fiados,con testaban en tre dientes
,
EL MANANTIAL 9
s in mirarla,s us pal abras afab l es o s u sa l udo ; y no l e fué
dado sorprender una son risa,n i aun s iquiera en l os l abios
de los n iños,que
,aris cos
,huían de sus cari cias . Era aquél
,
el rei no del ocio ; de ese ocio manso y pací fico , causa de
tan tos males y atrasos en n uestro paí s tan rico .
La t ierra al l i n o con servaba un so lo surco,una sol a de
la s cicatrices que dej a e l arado en el l a a l herirl a para fe
cundar la ; huel l a sagrada de l a l abor del hombre .
Con e l corazón angust iado cruzó la j oven,apresuran do
e l paso,deseosa de sa l ir
,cuan to antes
,de ese rincón b u
l len te de miseria y de ignoran cia . Cuan do se al ej aba ya,
acertó a pasar un paisano,t irando del cabes tro a su ca
ba l lo : s e l l ama esta aldea ? —pr egun tó le l a n iña
Los Cardos — le con testó e l paisano— y s iguió de
largo .
E l l a también prosiguió su camino,in vadida por algo
parecido a l desa l ien to,a una tri s teza . Asi abatida caminó
un momen to,e i n sen sib l emente trepó una l oma
,que l e
i n tercep taba el paso . Ya en l a a l tura,un espectácu lo muy
diferen te la l l enó de asombro . ¡Y ,s i n embargo
,qué s im
ple , qué i nmen samente s impl e er a l o que dis tinguía ! Á un
lado e l mar,a l o tro l a pampa . El horizon te : una l í n ea
recta,n eta
,como trazada por una mano i nvis ib l e en la
plan ísima s uperficie . Pa r eció le en tonces que todo se ach i
10 EL MANANTIAL
caba a su al rededor, y al mismo tiempo su sen tido artis
ti co le decia,que un árbo l en l a tierra
,una ola en el mar,
una n ube en el cie lo,la menor cosa que hubiera i n te
r r umpido aquel l a soberbia monoton ía,habrí a roto el
en canto .
Pasado e l primer momento de i n esp erada conmoción
como un rayo de so l la sonrisa i l uminó su boca,s us oj os
bri l l aron, jun tár on se sus manos en un ademán de reve
ren cia,y ah i s e quedó extasiada contempl ando
,admiran
do,dej an do a su esp íritu exa ltarse an te aque l l as bel l ezas
natura l es .
Examin emos nosotros,mien tras tan to
,esa el egan te
figura de muj er en i gmática y p ura,de p ie en la verde
loma,que ha l l egado hasta al l í s i n can san cio y que
,como
vei s,ti en e una gran sol tura en s u cuerpo
,una t ernura pr o
funda en los oj os,una p l en i tud dul ce de v ida fuerte en
todo su ser . Examinémosla con una deten ción curiosa .
A l go me dice que vi en e de muy l ej os para permanecer
con vosotros l argo tiempo,y l l ega en busca de pequeñas
almas para ej ercer sobre el l as su i rres istib l e i nfl uencia,su
suave seducción,su virtud s ecreta … Que es el amor su v i
tal el emento y trae,para ofrecer os como un dulce l i cor de
vida , todo su amor… Que V i en e a ej ercer también , sobre
l os desheredados,un aposto lado de p iedad .
EL MANANTIAL 1 1
No la tema15 : m i r ad la con con fianza . Os la darán sus
grandes oj os claros, que s e . fij an en vosotros fran camen te ,
s i n que cambie su co l or e l miedo de ser descifrados . Mi
r ad la a l os oj os,mis queridos n iños : después
,no podrí ai s
poner en duda su l ea l tad,n i la rectitud de sus ideas y de
sus in tencion es .
Dejad la ,pues
,que os abra el pecho y se apodere de
vuestros corazon es para plasmar los en el mol de de su
prop io corazón . Y dejaos conducir por el la , seguid la , que
e l l a hará para vosotros menos ásper o el ej ercicio de la
vida ; el la os en señará,os i n struirá
,os educará , abrirá
v ues tras ven tanas sobre e l mundo ; cul t ivará vuestras in
te l igencias , formará vues tro carácter , os forj ará una vo
l un tad , para después l anzaros audazmente á l a l ucha .
Ten ed con fianza ; amad la,seguid la , dejad la hacer ; pues
para el lo pondrá todo e l ardor de su natura l eza apasio
nada y enérgica,toda la fuerza impul s i va de su a lma
, que
va, natura lmen te , a l o mej or y á lo más be l lo .
MARTHA CUMMINS
Soy Martha Cummin s,la el egida por usted
,s eñor
,
para dirigir la Es cuela decía una hora más tarde la jo
ven desconocida,presen tándose así á un cabal l ero al to ,
de presen cia y man eras di stinguidas,como de sesen ta y
cinco años,á cuya puerta acababa de l l egar
,después de
atravesar un l in do pueb lo cruzado por aven idas ar bo la
das , pob l ado por gente sana , l aboriosa , decen temente ves
t ida,que en traba y sal ía de confortab l es y al egres hab i
tacion es .
Arturo Marn er tien e el p l acer de dar a la señorita
Cummin s la bi enven ida,tomándose al mismo tiempo la
l ibertad de r epr ender la por no haberl e preven ido de su
l l egada,impidién do l e cump l ir con el deber de mandar su
carruaj e a buscarla á la es tación resp ondió el cabal l ero,
i n cl i n án dose galantemente an te l a recién ven ida . Luego ,
sonr i én dole,agregó Ha querido usted conquistarnos
EL MANANTIAL 13
po r sorpresa , señorita Martha Vamos á ver : ¿ dónde ha
dejado su equipaj e “?
—Nada he tra ído todavia— rep l icó e l l a— porque no
estaba b ien segura de quedarme aqu í . He deseado cono
cer,an tes de decidirme á aceptar s u proposi ción
,muy
ven taj osa y honorí fica,por ci erto
,para m i
,e l l ugar y el
ambien te en que deberí a v iv ir ; l as personas á quien es
deberí a tratar s i aqu í v i n iera . He deseado,sobre todo
,ser
conocida por aque l que me l l ama y me in vita a colaborar
en una obra tan hermosa,pero que traerí a sobre m i tan
tas respon sabi l idades .
E l cabal l ero as i n tió,l e i n dicó un s i l lón
,ocupando é l
la s i l l a giratoria de su mesa de trabaj o,col ocada en tre l as
dos ven tanas del sa l ó n que le serv ía de escri torio,donde
s e hal l aban,y con e l gesto más amab lemente a l en tador la
an imó á exp l icarse . Si n l a menor vaci lación ó cortedad,
con una voz cri s ta l i na y en un tono reposado,comenzó
e l la a con tar
— Nosotros,señor
,somos muy pobres . Para tomar la
dirección de su Col egio tendrí a que renun ciar á una ca te
tedra con seguida en Buenos A ires,gracias a i n n umerabl es
empeños y recomendacion es . Pero hay tres razones po r
l a s cual es me i n cl i no a preferir s u propuesta : la atracción
que ej erce sobre m i e l campo,a l que adoro , porque en é l
14 EL MANANTIAL
he nacido,he crecido
,he s ido amada y fel iz ; l a n ecesidad
de ej ercer facul tades y obedecer i ncl i nacio nes que s i en to
dentro de m i y que vería malogrars e fata lmen te s i n es ta
ú n ica ocasión presen tada po r e l azar ; la impres ión pr o
ducida en mi esp í r i tu por sus cartas , la s cua l es me han
dado la confianza de que vin ien do a estab l ecerme cerca
de usted,yo tan ais l ada en la v ida
,me pondr ia baj o la
protección de un homb re fuerte y bueno , que uti l izarí a en
mi favor toda su autoridad y pres tigio .
El cabal l ero,s erio esta vez
,i n cl i nóse moviendo la cá
beza,como si
,con s ci en te de s u prop io va l or
,se con side
rase con el derecho de aceptar y de afirmar lo que la jo
ven decía .
Usted y yo somos de la misma raza,s eñor Marn er
prosiguió el l a,
mas no ten emos una misma patria : us
t ed es inglés ; yo soy argentin a , hij a de argen ti nos . Mi vida
es clara y s imp le : la de una n ina que ha vivido dieciocho
años s in separars e un so lo d ía del l ado de sus padres,cria
turas s uperiores que l a modelaban con todo su amor ; do
lor osa también,porque los he perdido … Mi abuelo paterno
,
hij o segundo de un lord ingl és,de carácter enérgico
,em
prendedor y dom in an te,s e vi no á trabaj ar a la Argen tina
,
cuando á l a muerte de su padre todos los b ienes de fami
l ia, según la lev ingl esa , pasaron a poder de l mayorazgo .
EL MANANTIAL 15
Estab lec ióse e n l a provi ncia de San ta Fe , fundando una
co l on ia,á la que d ió e l nombre de su madre
,Martha , la
cua l l l egó á ser una de las más florecien tes de la Rep ub l i
ca . Mi padre nació a l l í y a l l í n acieron sus h ermanos . Muy
j oven todav ía,papá casó con una señorita vecina
,hij a de
franceses,quien es
,como mi abuel o
,hab ían ven ido a h á
cer fortuna en Hubiera usted querido mucho a
mamá,mi buen señor . ¡ Todos l a querian tan to ! Me pa
rece es tarl a vi endo con su vest ido b lan co,s en tada a l p ia
Porque e r a tambi én una exquisi ta artis ta . He oido
p ian is tas famosos después : n inguno de e l los con segu ía
sacar d e s u teclado l os son idos que del s uyo hacían bro
tar l os dedos de mi madre . Fi na,pál ida
,del icada
,s edu
cía s in pr e tende r lo por e l so lo hecho de se r cua l er a ; mi
gran abue lo,soberb io y brusco , confesábase el primer es
cl avo de su en can to …
In ter r umpióse un mi n u to l a narradora ; e l tiempo ne
cesario para que l a p equeña angustia producida po r tan
tierno recuerdo se dis ipa ra .
Según cuen ta n las crón icas— prosiguió en tono a l e
gre mi nacimiento fue e l más grande acon tecimien to de
que se tuvie r a memoria en la colon ia . L l egaba a l mundo
en d ías de prosperidad para mi casa y para toda aquel la
vecindad , l igadas por i n tereses comunes . En medio de l
16 EL MANANTIAL
p úb l ico regocij o,l levóme mi abu elo en sus prop ios b r a
zos,atravesando toda l a v i l l a
,hasta la fuente bauti smal .
Se me in scrib ió como hij a de la Igl esia Cató l i ca,la de mi
madre,dándoseme e l nombre de mi b i sabuel a v de mi
pueb lo : Fué en aquel pedazo florido de mi l i nda
provin cia san tafecina dónde crecí,mezcl ada á l o s h ij os de
nuestros co lonos, jugando con e l l os entre sus trigal es , más
al tos que nosotros,los que al menor v ien to mov íanse en
o l eadas . A l l í fue dónde s e desarro l ló y forta l eció mi cuer
po , y mi i n te l igen cia se abrió á la vida .
Años más tarde,mi abue lo
,comenzando á s en tir e l
deseo de vi s itar s u i s l a,preparó rápidamente un viaj e y
nos l l evó con é l . Tres anos habiamos permanecido en
Ingl aterra cuando manifes tó nuevamente la reso l ución de
regresar a la Argentina . Para aque l fuerte varón hab i
tuado a l trabajo,a l a dirección
,a l dominio
,er a impos i
b l e resignarse á la exi sten cia tran qui la de l os que l iquidan
su fortuna para v ivir de sus rentas . Mas la muerte,s i n
p ermitirl e vo lver a ve r su segunda patria,nos l o arrebató .
No morí an con é l tan só lo el esposo,el padre bien ama
dos , sino también e l j efe que ordenaba , resol via , marchaba
l l evando á su fami l ia tra s si y de la cual er a el brazo y el
Desde Europa hab í a emprendido nuevas espe
culaciones, puesto en movimien to grandes i n iciat ivas , for
EL MANANTIAL 17
mando empresas v s indicatos . Con é l a l fren te hubiera
s ido aque l l o l a fortun a i n ca l cu lab l e,s i n é l era la ruina .
Papá , de carácter y tenden cias diferentes , hab íase de
d icado con ardor a l estudio y á l a s i n ves tigacion es cien t í
ficas , y no estaba preparado para los n egocios . Mi tío,
hombre singu l ar,esp ecie de apóstol
,á quien únos t ien en
po r sabio v o tros po r l oco , recorrí a paises l ej anos y exó ti
cos , centros de s u predicación ; y mi t ía , casada con un
ingl és sórdido y egoí sta,ob l igada por é l
,empeoró la s i
tuación con sus exigen cias . Abandonóse la administració n
y l iquidación de l os b ien es dej ados po r mi abuel o á l o s
socios y á los miembros de l as nuevas empresas ; a l cabo
de dos años se n os comunicaba que l a s deudas ban caria s
de la testamentarí a hab í anse l l evado todo lo nuestro . A la
viuda quedábale apenas una casa en l a Colon i a Martha .
Dej amos inmediatamente nuestra hermosa residen cia po r
otra modest ísima en el campo y a l l í nos fuimos á vivir,
mi abuela,mis padres y yo que ten ía catorce años . Papá
,
gracia s a su saber,con siguió ser admitido en el cuerpo de
profesores de l a Un iversidad de Oxford,cerca de la cua l
estaba si tuada n uestra casa .
En tonces fué cuando se operó un cambio tota l en m i,
provocado po r e l más suave y s i l en cioso de los ej emp los .
Siempre hab ía s ido favori ta de mis abuel os,soberana en
18 EL MANANTIAL
mi casa,y,aunque me gustaba saber , descuidaba los es
tud ios . As í,pues
, er a una ignoran te comparada con otras
n iñas de mi edad b ien preparadas y estudiosas . A l poco
t iempo de nuestra i n stal ación en aquel p un to,nos comu
n icamos con mi abuel a l a extrañeza,causada en ambas ,
por l as l argas ausen cias de mamá,quien pasaba
,cas i dia
r iamen te,muchas horas fuera de la casa . ¿ Dónde podrí a
ir e l l a que an te s sal i era raras veces y s iempre acompa
ñada por mi padre Justamente e stábamos en e l i nv ier
no,hacia un frío g lacia l y el campo aparec ía b lan co de
n ieve en Inglaterra . E l miedo a los males que hubiera
podido producir en s u natura l eza déb i l e l rigor de l a es
tación,me dió el coraj e de i n terrogarla . Me contes tó eva
si vamen te,dando como pretexto á sus sal idas e l deseo de
distraerse y las vi s itas de vecindad . Yo la miré ; el l a se
sonrojó . No sab ía mentir,no hab ía men tido n unca
,y no
supo engañarme . No me atrev í,s i n embargo
,a in terro
garla una segunda vez,pero el frío contin uaba v e l l a es
taba mas Un día impu lsada por mis temores,
me armé de valor y le dij e : Mamá,l l évame con tigo .
”
Er a
esto p edirl e de nuevo la verdad,y esta vez me la d ijo toda
en tera . Se hab ía contratado con una señora riquí sima
para tocar e l p iano en s u casa duran te l a tarde . ¡ Deseaba
tan to ayud ar a s u marido ! Y,sabiendo que el no l o hu
EL MANANTIAL 19
biera permit ido j amás,ocul taba su be l l a acción como
una fa l ta , l a adorab l e criatura ! …
Martha apretó sus manos v enmudeció,vencida por
las propias emocion es . Luego con la voz a l terada v l o s
oj os l uci en tes exclamó :
Perdone usted,s eñor . ¡Memorias tan í n timas , r ecuer
dos tan san tos remueven e l a lma hasta l o más profundo '
E l cabal l ero hab í a seguido con e l más v ivo in terés,no
e l re lato ún icamen te,s ino también l o que su semblan te
,
cri s ta l tor so de un espej o,refl ejaba . Cuando el l a l e dij o
Perdon e usted,s eñor ”
,tan sól o p udo e
'
l mover suave“
men te la b lanca cabeza y
— Me he dejado arrastrar po r e l deseo in s ti n ti vo de
acercarnos a l o que nos es caro,y ahora debo i r hasta e l
fi n—con tinuó e l la .
—Mamá ocu l taba e l dinero de su trabaj o
para en tr egár selo á s u companero só l o a l terminar el
año . De otra man era no l e hubi era con sen tido é l con t i
Conocimos,a l fi n
,sus sufrimientos . E l l a
,la mima
da,l a adorada
,la respetada como nues tra suave div in idad ,
hab iase v i sto ob l igada á soportar las malas crianzas e im
per t inencias de una muj er van idosa y estr afalar ia ; las hu
m i l lacion es de las esperas en l a s an tesa l as y de la s con
testaciones i rrespetuosas de los criados ; la amargura de
horas y horas de un con tin uo gol pear en l a s tecl as de un
20 EL MANANTIAL
piano,cuyo sonido s e oye con en tusiasmo ó se desoye con
i ndefer en cia,segú n e l capricho ó el humor de quien lo pá
ga . Aquel d ía v i correr las l ágrimas de mi padre : l ágrimas
de do lor,de indignación
,de i r a e impoten cia ; l ágrimas
también de gratitud y amor … ¡ Ah , mal a gen te ri ca , si su
pier ais ! S i supierais todo lo odiosa y crimina l que es v ues
tr a i n cons ci en cia ! S i,señor Már ner ; creer que el mal rico
ignora las torturas que causa,en casos como e l de mi ma
dre,es buscar el pretexto para p erdon arlo
L loré yo también,amargamen te
,de p ena y de ver
guenza . Compar ábame san a,vigorosa
,despreocupada y
perezosa,en tregada a mis l ibros favoritos y a mis paseos
y cabalgatas al aire l ibre,con mamá del icada y enfermiza
sacrificada a l trabaj o y al sufrimiento para dar a l os suyos ,
no ya l o impresci ndib l e, s i no una mayor suma de b ien
estar . Con una impaciencia febri l me dediqué a l es tudio
desde en ton ces,tomando mi carácter esa r econcen tr ación
y seriedad propias de quien con sagra todos los momentos
de su exi sten cia a una so l a i dea y á un so lo fi n . E studié ,
es tudié y apr end í , en la mitad de l tiempo requerido , todas
l as materias n ecesarias para obten er e l dip loma de l pro
feso r ado .
'
¡He l l egado ! , me dij e . Y la sati sfacción í n t ima ,
el con ten to in terior,que trae con sigo el cump l imien to del
deber, ni e devo l vieron la alegría , perdida el d ia aque l en
EL MANANTIAL 21
que me avergon cé de mi Duró poco mi a l egría .
Con d iferen cia de pocos meses,perdi amis padres . Papá
desapareció en pocas horas a causa de un ataque vio l en to
a l corazón ; mamá , rama de l mismo tronco , p ereció con
N i mi s vein te años,n i los halagos y distraccion es brin
dados por el mundo a la j uven tud,han podido con so
larme de s u eterna
¡ Pobre n iña ! , exclamó e l anciano .
— Cómo no com
prender que as í haya s ido , cuando en mi vida de hombre
l l eno de años y de hij os,de cargas y preocupacion es
,de
muchas satisfaccion es también,no se pon e e l so l un so l o
d ía s in que recuerde con l ágrimas a mis padres , que duer
men,hace cuarenta años
,en un rin cón de mi viej a Iugla
terra ! … Amor fi l ia l : prin cip io,l l ama
,hogar de todos l os
amores ! Y dul cificando aún más la voz , pregun tó : ¿Que
dó usted comp l etamente so la,señorita Martha “?
Por fortuna no,señor . Quedábame mi abuela
,la ma
dre de papá,muj er de una virtud y de una bondad per
fectas,con quien vivo y de quien no me he separado desde
que nací … A l poco t iempo de mi desgracia apareció en
nuestra casa,un buen d ía
,s in an unciarse
,mi t io . Er a el
hermano de mi padre y eso hubiera s ido lo bas tan te para
quererl e . Mas,persona l idad demasiado prepoten te
,s e hace
amar po r su propia virtud y arras tra en pos de si a
22 EL MANANTI AL
los que l o compren den . Otro d ía l e haré conocer su vida
y sus obras,señor Marn er . Es l a persona que ha ej ercido
mayor i nfl uen cia sobre mi s ideas,mis sen timien tos
,m i
manera de en carar la vida . Baj o l a presión de tan poder o
so predominio,mi individual idad mora l evol ucionó dóci l
mente y tomó forma y rumbo diferen tes . Hasta en ton ces
hab ía sido la n ieta de mi gran abue lo ; desde en ton ces fui
l a hij a espiri tual de aquel t ío singu lar,de aquel l a a lma pu
r i fi cada hasta l o
Viaj amos con él algún tiempo . Conocí toda la Europa,
a lgo de Oriente y la América del Norte . Mi t ío s e marchó
á Austra l ia poco t iempo después y nosotros nos v in imos
á l a Argen ti na … No encon trarí a pa labras que expresaran
l a sen sación de gozo que nos l l en a el alma a l vo lver á ver
la patri a . ¡ Ah ! l a impres ión sen tida ante n uestro i nmen so
r io ! Mis oj os se nub lar on y de el los cayeron pequeñas
gotas de emoción, que fueron a confundirse con l as aguas
de aque l mar dul ce ¿, Y las dár senasº
? ¿, Y
aquel l a primera aparición de la ciudad,medio ocu l ta
,que
l a mirada del extranj ero escudriña curiosa como para
sorprenderl e su grandeza ? … E l amor á la t ierra : también
amor fi l ia l .
Cómo me gusta o írla hab l ar as í,mi querida n iña , dij o
i n terrumpiéndo la,el señor Marn er
,pon iéndose de pie y
24 EL MANANTIAL
con una expres ión de con tento que lo rej uven ecía . Se
trata,como ya l e han exp l icado mis cartas , de dar im
pul so a la educación y á l a i n strucció n en el partido . Me
causaba una pena tan grande ver tal cauda l de i n tel igen
cia n atural p erdida,el cual servirí a ún icamente para ha
cer más temib l e la vagan cia,que durante varios años h e
costeado premios para l os muchachos que as isti eran y s e
distinguieran en las cl ases . De el los muchos saben l eer,
algunos han l l egado hasta el cuarto grado ; pero n adie s e
ha ocupado de educarl os,es decir
,de en señarl es a dis ti n
guir el mal del bien y de formarl es una moral …
No ocul to que soy dueño de una gran fortuna,l ograda
por el trabaj o i ncesan te de cuaren ta anos . Cuando vin e a
Buenos A ires er a pobre como su abuel o de usted ; como él ,
emprendedor,t en az v resuel to , y como él supe sacar de las
entrañas de es ta t ierra esp l éndida,l as riquezas que j amás
n iega á quien se l e demuestra p erseverante y fiel . Fundó
este pueb lo,sobre el mar At l án tico
,a ci en l eguas a l Sur ,
en la provin cia de Buenos Ai res,exactamente como fundó
su abue lo la col oni a de Santa Fe ; después y hasta hoy, todo
ha s ido aqu í prosperidad . Ya que el Señor ha querido
con servarme la existen cia,des eo dejar al go estab l e que
diga,úti lmente
,á l os que vengan después de m i : por aqu í
pasó un i nglés agradecido a l paí s donde en con tró l a di
EL MANANTIAL 25
cha . Sobre todo me impul sa á real izarl o la i nmen sa lás
tima que me in sp iran los n iños , que marchan por e l ca
mino de la
Mi mujer , dueña de uno de esos gran des corazones
americanos , es tab l eció , en conmemoració n de nuestras
bodas , un as i lo para los huérfanos y una casa de reposo
para nuestros v iej os obreros y cul tivadores,gastados en
e l trabaj o . ¡ Exi sten , si n embargo , tan tos hij os con padres ,
más huérfanos aún que los ó t r os ! Es á e l l os a quien es me
propongo , no só lo i n s truir, s ino también moral izar y edu
car . Para e l l os h e hecho con struir un estab l ecimien to,de
cuya dirección deberá en cargarse una muj er capaz de
comprender todo e l a l cance de una idea, que es una idea
de E l d ía de la terminació n de l edificio, yo ,
l ord Marner,hice mi testamento
,dej ando asegurada la
vida de mi propósi to . En é l exis te una cl áusul a por l a
cua l exi j o se con serve a l l ugar una gran ciudad con e l
t iempo— su viej o nombre de E l Manan tia l . ¿Hay otro más
s imból ico,más sonoro
,más sugeren te ó más bel l o ? Ma
nan t ia l quiere decir en todas l as l enguas : causa , prin ci
pio ,origen ; agua vi va que mana de la t ierra .
As í sea el n uestro causa,prin cip io
,origen de una
obra que será con tinuada por mis h ij o s , y de la cua l ma
nar á el agua viva de l Amor, la Fratern idad y e l
26 EL MA NANTIAL
Una gran obra,s in duda
,pero s i n alma todav ía
,Martha
Cummin s .
Aqu í se detuvo el cabal l ero,y si l en cioso miró fij a
mente á l a j oven, que s e manten í a de p ie . E l l a compren
dió . Sin esperar una palabra más,puso su mano fina en la
mano grande y expres iva de quien l e hacía tan irresi s tib l e
l lamado,y dij o s imp l emente :
Martha Cummin s será el alma de E l Manan tial,no
b le señor .
LAS DOS ALMAS
La maestra en tró en e l sal ón con su paso l igero y ca
dencioso ; sub ió tres gradas y ocupó su puesto sobre la
ampl ia tarima de rob l e,detrás de una mesa sobre la cua l
hab í a l ibros y fl ores . Los d iscíp ulo s, que l o l l enaban en
gran parte, pusiér onse de p ie , recibien do sobre sus cabe
zas é l bautismo de su primera mirada .
Ten ía,an te sus oj os
,á todos reunidos en la gran sa la
del es tab l ecimien to,desde l os p equeñitos del Jardí n de
Infan tes hasta los grandes de l cuarto grado,a fi n de cono
cer los á un mismo tiempo,según su deseo .
Eran muchos,aun que conociendo la in scrip c i ón
, po
d ia comprobar la ausen cia de un gran n úmero . No l e extra
ñaba aquel l o : hab ía previ sto e l terror a la es cuela,cun
diendo por Los Cardos y otros puebl i tos semejan tes de la
vecindad ; hab í a ten ido la vi s ió n clara de los muchachos
28 EL MANANTIAL
más gra ndes huyen do haci a e l mon te ó la p l aya como de
un pel igro,y también la de l os p adres despreocupados é
i ndol entes fingiendo reconocer las ventaja s de la educa
ción,predi cadas por su ben efactor , para reirse después a
sus espal das,hosti l es a todo trabaj o
,progreso é in s
trucción .
Martha sen t ia su corazón crecer para dar cabida á
aquel los tiernos seres que s e le en tregaban , recl aman do
de el l a e l a l imen to esp iri tual . Y al recibir a su vez,el
du l ce cal or de sus oj os tuvo una a larma : Sabré n utrir
l os ” ? se preguntó .
— Eu e l acto la tranqui l izó la con
cien cia de s u propia fuerza y de su p ropia vo l un tad .
E l lo s alarmá r onse también . Temieron un momen to
una decep ción . ¡ Hab ían pen sado tan to en e l la! ¿ L l ega
remos á quer er laº
? pr egun tár o rise como la j oven . Pero
la ten ían a su fren te,son r iéndo les del iciosamen te
,bri
l lándo le en l a cara aque l l os ojos cl aros que se fij aban
francamente si n que cambiara su co lor el miedo de ser
descifrados,y recobraron l a confianza . Sin tieron que la
querian va , y hubiera sido ya un do lor perderl a, com
prendiendo a l mi smo ti empo la razón de ese nuevo sen tí
miento . Querían á Martha Cummin s porque er a una cria
tura de bondad,de seren idad y de armon ía
,en quien no
hab ía agi tacion es n i i n quietudes turbadoras . Quer ían la
EL MANANTIAL 29
también porque era bel l a ; de una bel l eza i n destructib l e , a
l a que s us oj os i n fan ti l es iban á buscar más a l l á de su no
b le frente,perdida en tre la gran masa de cabel los casta
ños,más a l l á de su p ie l d e raso y de su boca de gracia
,
como e l res u l tado de un conj un to de v irtudes prop ias,y
de todas l as a leg r í as y dolores , impresiones y sen sacion es
que iba e l l a recogiendo por la vida , para devo l verlos
l uego en su en señanza y en su expresión .
Y en tonces,s egura de su propio amor
,el a lma blanca
d e la escuela vol ó a confundirse con el a lma generosa de
l a maestra .
I V
G RATITUD
A una i ndicación de la maes tra sen tár onse l os a l um
nos. Una an siedad curiosa r eco r r ía todo aque l mundo
chico . Por fi n,e l l a les dij o graciosamente
An te todo,voy a hacerl es mi presentación : Yo soy
la maestra . Maestra quiere decir mayor,más grande . Es
eso lo que yo soy y deseo ser en tre ustedes : l a m ayor , la
más grande,la que nació primero ; l a que ha v ivido más
y tiene más experien cia y,por lo tanto más autoridad . N i
más,n i men os .
Los n iños m i r ár on se unos á otros,comunicán dose sus
impres ion es de sorpresa y de conformidad . ¡ Qué verdad
s e l es decía ! Aquel l a muchacha de traj e claro,de cabe l los
dorados y p equeñitos dien tes que mostraba a l reir,n o
er a s ino l a más grande,y apenas parecí a mayor que Nora
Days,la primera a l umna del col egio .
Martha dej ó pasar otro momento p ara darl es el t i em
32 EL MANANTIAL
j ov en miran do con mal icia y ternura á los más ch iquitos .
¡ Qué l indo !
el los sus manitas,como si entraran en un del icioso sueño .
y a esta propia exclamación j untaron
La expresión de Martha h ízose más grave,l o s al umnos
tomaron una actitud correcta y aguardaron si l en ciosos .
E l l a les hab ló así :
Lo primero que quis iera yo ensenar os serí a una
acción de gracias,mis queridos n iños . En tre l as cosas her
mosas p rometidas está,rara y bel l í s ima
,la gratitud que
se a lberga ú n icamen te en las almas nob l es p or si mismas
o en nob l ecidas por l a cu l tura .
Cuando l en tamente,paso á paso
,ustedes recorran
conmigo el p asado,y vayan encontran do en e l camino
figuras desconocidas,grandes ó conmovedoras
,compren
deran enton ces,que qu ien se preocupa de formar sus cora
zones antes que sus in tel igencias,desee i nculcar les ese
sentimiento de la gratitud hacia muchas de aquel l as figu
ras que tan to han hecho por nosotros .
Pero,para conocerl as y amarlas
,n eces itarán saber
primero que el mun do an tes de nosotros ha s ido dife
ren te ; que lo er a también an tes de nuestros padres v de
los padres de n uestros padres .
Me doy exacta cuenta del asombro que deberán sentir
ustedes más tarde,pequeñas criaturas que corren en l iber
EL )IANANTIAL 33
tad por los campos v l a s p l ayas si n una a larma , si n un
temor,ó v iven en l uj osos pal acios unas , ó tr as en modes
tas casas confortabl es,s in ver j amás con trariada s u vo
l un tad,a l o í rme describir un ti empo
,en el cual era ma
yo r e l n úmero de los escl avos que e l de los hombres
l ibres . E l es cl avo er a un pobre ser condenado desde antes
de nacer a l i nfortun io . Como una cosa cua lquiera perte
necia á su dueño,quien ten í a e l derecho de castigarl o
,de
azo tar lo,rega larlo
,venderl o
,matarlo ; separarl o de los
suyos,esclavos también el l os . E l esc l avo nada pose í a : su
trabaj o,s u fami l ia
,sus días v sus noches eran del amo .
ustedes la diferen cia “
? Hov va no hay amos n i
escl avos . Ningún hombre tien e derecho sobre otro hom
b r e . Todos l os hombres son igua l es an te la ley y duenos
abso l utos de su prop ia vida,de s us bien es
,del fruto de su
trabaj o . En n uestro pueb l o ten emos e l ej emp lo : el obrero
del señor Marner goza de los mismos derechos que el se
nor Már n er ; e l obrero traba ja para é l , pero él paga por el
trabajo de su obrero un precio estipulado de an temano .
S i el primero tien e e l derecho de exigir de su operario l as
horas y la perfección del t rabajo conven idos,y e l de des
p edirlo de sus usin as s i n o cump l iera esas ob l igacion es,
e l segundo tien e también e l de no sobrepasarlas y e l de
renunciar á su emp leo s i as í l e convin iera . Igual cosa su
34 EL MANANTIAL
cede con el agricu l tor, el artesano , el p equeno propieta
rio . Y hoy ese Operario,es e artesano ó es e agricu l tor po
dria l l egar á ser l o que se pr opusier a ,º bastándole para el l o
el estudio,la pers everancia y la vo lu n tad .
Martha cal l ó para recorrer con lavista toda la sa l a .
Con ten ta de encon trar aque l l os oj os asomb rados que avi
damen te la escuchaban,prosiguió
Esa an tig í i edad que i gnoraba la l ibertad , i gnoraba las
virtudes pacíficas que se p ractican y fomentan en n ues
tros días . No sab ía tampoco compadecer,redimir
,n i con
so l ar . Cris to l l egó,y en aque l l as horas b enditas en qu e
Juan y Simón Pedro seguían sus pasos a ori l las del Ge
n ezar eth,i ba esparciendo la s emi l la de su doctrin a admi
rab l e,cuya p iedra angular es e l Amor . Con é l nació la
divi na Piedad . E l i nfundió al hombre e l sen timien to de
una abso luta igua ldad moral,que er a darl e la conciencia
de la prop ia dign idad .
Muchos años y siglos todaví a s ubs is tieron la esclav i
tud,la crue ldad
,l a opresión ; pero ó t r os que vin ieron
después de é l,su s discíp ulos
,prosiguieron con ardor la
marcha tenaz por el b ien de l hombre .
Felices,pues
,l o s que hemos nacido cuando ya l a civi
l ización ha suavizado las costumbres v ha en señado l a to
ler ancia .
EL MANANTIAL 35
Aunque amemos la paz,aunque yo l a pred ique en mi
escuela como un apósto l fervien te,deberé señal ar
,reve
ren te , los guerreros v pen sadores que han combatido po r
l a i ndependencia de su patria y de patrias hermanas . En
tre e l l os s e ha l lan n uestros próceres . Por el lo s el pa í s en
que hemos nacido es grande ; soberb iamente grande en la
a l tivez de su abso l uta l ib ertad .
“ Nuestro viaj e quedarí a trunco s i pasa r amos de l argo
delan te de una nobl e l egión : la de los hombres de ci en cia .
De tengámonos á mirarl os trabaj ar s in ruido en e l s i l en cio
de sus l aboratorios,para darnos maravi l l as que nuestros
antepasados h ubieran ten ido por mi lagros : el vapor ap l i
cado como fuerza motriz,del que n ace e l ferrocarri l
,e l
buque de vapor,l as máquinas térmicas
,que acortan las dis
tancias,faci l i tan los tran sportes
,abren n uevos horizontes al
comercio y á la i ndustria,reemp lazan las fuerzas del hom
b r e y de los animal es domés ticos por una fuerza diez ve
ces mayor,ciega é i n can sab l e ; la quím ica orgánica que
l lega hasta reproducir los cuerpos orgánicos ta l es cual es
exi sten en la natural eza ; la el ectricidad , creadora del tel é
grafo y el te l éfono ; l o s rayos Y cuán tas,cuántas
más,imposib l es de enumerar y hacerl as compren s ib l es
al raciocin io de ustedes,ap enas en treab ierto
,mis tiernos
amigos !
36 EL MANANTIAL
Mucho bien nos han hecho también l os combatien tes
contra la i gnorancia,y con e l los los hombres de gobierno
que ap l icaron el prin cipio de la i n strucción gratuita ob l i
gato r ia . La primera nación que san cionó tan sabia l ey fué
l a A l eman ia .
Hov ,las escue las gratu itas del Estado
,en l os paí ses
adel antados,s e extienden desde la capita l hasta la más
pobre al dea,impon iéndose l a instrucción como . un deber
cí v ico . En la escuel a todos los n iños son i gual es . Los hij os
de famil ia humilde reciben l a misma educación v l a mis
ma cul tura que l os h ij os de las famil ias pudien tes . Las
b ib l iotecas p úb l i cas se han mul tip l i cado . Los edificios des
t inados á la ins trucción reunen todas las con dicion es r é
queridas de estética y comodidad ; los l ibros para ser acep
tados como texto neces itan estar p erfectamente impresos é
il ustrados,procurando que lo s oj os de l estudian te n o su
fran,y vea é l en sus l áminas
,al mismo tiempo , l o que lee
ó se l e exp l ica,haciendo por ese medio más fáci l y agra
dab l e su compren sión ; antes de adop tar una forma defin i
t iva para sus asien tos,personas competen tes han estudiado
y experimen tado diversos modelos,hasta en con trar uno
que ofreciese mayores ven taj as y comodidad .
Nuestro estab l ecimien to,magnifica donación de l s eñor
Marn er,es una evidencia . Abarquemos con los oj os esta
EL MANANTIAL 37
sal a . Seis an chas ven tanas permiten a la l uz, que es l a a le
gria,p enetrar a torrentes para r egocijar nos ; áb r ense l as
seis sobre un gran parque,por cuyas aven idas
,cuidadas
como un sal ón de bai l e,p ueden correr ustedes l ibremen te .
Los árbol es , l as p lan tas y las flores están ah í no más para
darl es s u sombra,sus co lores y perfumes
,y servirles de
observación y estudio . Desde aqu í distingo los arcos,l as
argol l as,l os trapecios
,l as raquetas v pelotas
,aparatos to
dos de gimnasia v de deporte , desti nados a dar fl exib i l idad
y vigor a sus múscu l os,preparándo los avencer ob stácul os
y fa tigas . Y en el fondo e l mar,en cuva con temp lación las
ideas se en sanchan,los p ensamien tos ger m inan y nacen
fáci lmente,l a men te habi tuase á la refl exión
,se nos l lena
e l corazón de impul sos arriesgados y an imosos,e l esp í ri tu
de curios idades profundas,y nos domina e l deseo de an
dar,de proseguir, de adel an tar, l uchar e
'
i n vestigar ; e l de
seo imperioso de traspasar el horizon te , que se n os antoj a
un t el ón azu l tra tando de ocu l tarn os grandes escenas de l
mundo y de la vida .
“Vol vamos á l a sa l a . Sus paredes es tán cubierta s de
cuadros exp l icativos,en col ores
,de l os tres rei nos de la
n atural eza,comp letados po r s us frisos , en los cua l es figu
ran de rel i eve,con la animación de l a vida
,an ima l es en
graciosas actitudes,flores de formas y tin tas maravi l losas
38 EL MANANTIAL
v pi edras tan admirabl emente copiadas que a cada mo
mento se querrí a arrancarl as de su si tio .
Levan temos lo oj os . E l techo es de cri stal ; en é l mués
t r asenos una muj er bel l í s ima . Sus p ies desnudos asoman
po r debaj o de su tún ica b l anca , l e oprime los cabel l os una
diadema de estre l l as resp l andecientes,y hay en toda e l la
una i rres i stib l e maj estad . E stá de pie en e l cen tro de un
espacio azu l que es el firmamento . Esparcidos a l l í,obe
dien tes a l a l ev que los rige,aparecen todos los mundos
,
todos los astros y el gran círcu lo de l a esfera,divididos en
doce signos . Esa muj er que parece una diosa,representa
la astronomía . La vo l veremos a en con trar muy pron to,y
nos guiará enton ces en n uevas excurs ion es que haremos
por e l ciel o
Martha i n terrump i ó s u l ecc i ón un in stan te . Los n iños
miraban hacia arriba fij amente,descubriendo cosas no
vi stas aún y que l es parecian misteriosas ; demasiado difí
ci l es de descifrar .
S í — con ti nuó l a j oven—viaj aremos por e l espacio
azu l,
“
por ese firmamento que l es parece á ustedes ahora
impenetrab l e . Apren derán,primero
,la exi sten cia de i n s
t r umen tos del icad ísimos i n ventados para estudiarlo , cuya
i nvención y ap l icación ha costado muchos años de l abor
y en sayos á personas eminen tes . Otras,de esta s mismas ,
40 EL MANANTIAL
deb ía preservar más tarde á mi l lares de seres de la v i r ue
la ; la s de Pasteur, ven ido mucho después , por qui en va
no es horrib l emente morta l la rabia tran smiti da por los
p erros enfermos de l mismo ma l y á quien s e debe e l ver
abierto el horizonte á muchos otros descubrimientos de
igua l val í a . No necesitarí an v ia jar en el pasado para co
nocer á s u con ti nuador,Roux
, que ha hecho fáci lmente
curab l e la difteria,amenaza y azote de los hogares . Roux
v ive aún,y debemos esperar mucho de é l todav í a .
Es para todos esos hombres, que v ienen con sagr án
dose a l s ervicio de l a fel i cidad humana y á su desen vo l vi
miento,para quienes exij o la grati tud de uste des . Dén sela
amigos míos,por entero
,con gen eros idad
,si n economía ;
ábran l es camino an cho en sus corazones ; dej en entrar
por é l a los más grandes y á los menos grandes y será
j usti cia . Aunque ahora nos p arezcan humi ldes y fáci l es
muchas cosas,no lo eran an tes de exi s tir . Y el primero que
usó un hacha de p iedra p ara derribar un árbo l , fué un ser
de tanto in gen io como aquel que desp ués , y con muchos
el ementos,ideó la si erra conti nua que corta , con rap idez
incal cul ab l e,la madera .
Para rea l izar e l cambio mora l y materia l , tan s en ci l la
y fáci lmente contado por m i,s e ha n eces i tado e l sacrificio
de muchas vidas ; que corriera mucha san gre v pasaran
EL MANANTIAL 41
generaciones y generacion es de predicadores,combat ien
te s,sabios
,arti s tas
,i n vestigadores y estud io sos ; que deja
ran de lat ir grandes corazones y nacieran muchos otros
que se apagaran grandes i n te l igencia s y ó t r as s e encendie
r an continuamen te , con tin uamen te , s ig los y sigl os , has ta
conquis tar para e l h ermano de l a época actual la l ibertad,
la igual dad,y una porción mayor de conocimien tos
,bien
es tar y dicha .
'
As í se desen vue l ven con e l t iempo y en todas las re
giones e l p rovecho y e l con suelo que vertieron los gran
des i ngen ios con sagrados a las i n vestigacion es de las l e
yes de l a natural eza , fuente de perfección y de vida .
“Vamos heredando esos esfuerzos en todo género de
actividades,y estamos en e l deber de en grandecer la he
rencia que forma e l capital para la fel icidad humana .
E l que no trabaj a es semejante a l soldado que aban
dona las fi l as de su ej érci to : comete una gran fa lta,es u n
desertor .
Es tudiar es trabaj ar . E l n iño trabaj a para aprender ; el
hombre trabaj a ap l icando l o que ha aprendido . No obs
tan te,la i n strucción
,la educación
,no termin an en la es
cue la,pri ncip ian en e l la para con tinuar y durar lo que
la vida .
“Y tengan por cierto,mis nuevos discíp ul os
,an tes de
42 EL MANANTIAL
preguntarl es s i estudian,l es pregun taré s iempre : ¿ Aman
el estudio ? … Piensen un momen to cada d ia en las cosas
que les i ré reve lan do . Refl exionar,observar
,preguntar
,es
es tudiar . Yo quisiera que cada uno de ustedes p udiera , en
concien cia,responder den tro de un tiempo
,á quien l es
p idiera una exp l icación de lo que enti enden por saber :
Sab er,es una gran curios idad satisfecha
“E l ci e lo,el mar
,la p l aya, e l bosque , la p lan ta más hu
m i l de,el i n secto más pequeño
,el guij arro que p isa n ues
tro pie y apenas parece a ustedes digno“
de l anzar lo l ej os
con sus hondas,obedecen á una l ey propia y misteriosa
,
que la cien cia moderna comienza a descubrir . Nosotros
también ten emos nuestra l ey, que es el trabajo .
“He terminado mi conferen cia : la en tenderán ún ica
mente aquel los más gran des y más ade lantados de en tre
ustedes . No importa— agregó riendo—queda para l osotros
,en el fondo de mi saco
,un cuen to . Escúchen l o to
dos : será un comp l eme nto y una afirmación de cuan to
he dicho .
”
AY ER Y H OY
AYER
( C u en t o)
A l Oeste de la provin cia de Buenos Aires,distan te unas
cuaren ta y cin co l eguas de la capita l,existí a ya en 1856 , es
decir,hace más de cin cuen ta años
,la estan cia Las Mer ce
des . Habia perten ecido desde que se pob lara,á una misma
famil ia,cuyo j efe enton ces
,e l caba l l ero Manuel Quin teros ,
acostumbraba á pasar en e l la los meses de verano con l a
s uya .
Compon íase ésta de su señora , Mar ía Jul ia Montero ,
l i nda j oven bondadosísima,v de sus ci n co hijos : Manuel ,
Pepito,Merceditas
,Rafael y Luisito
,de n ueve
,s iete
,seis ,
cuatro y un anos respectivamente .
So l ían acompañarlos en su estadía al l í l a madre de
María Jul ia con su hij a so l tera,Lola
,y l a madre de Quin
ter os .
No podía dars e p ersonas más fel ices que aqué l las cuan
44 EL MANANTIAL
do s e encontraban reun idas : ten ian la sa l ud,el b ien estar
y esa paz i n tima que só l o s e en cuentra en l os hogares don
de l a armon ía rei nan te en e l los no resu l ta ú n icamente de
l a prudencia y de la buen a educación,s in o an te todo de l
cariño recíproco,profun do
,de los seres que lo forman .
Como todos l os años,á fin es de octubre
,s e preci só la
partida, y después de l argos preparati vos y n umerosas
compras,una madrugada subieron todos a l gran carruaj e
tirado por cuatro caba l los,crio l l os
,hermosos v fuertes
,de
l a marca de l patrón ”,que los esperaba a la puerta
,anch a y
maciza como la puerta de un convento,de su casa de la ca l l e
Defensa,empren dien do la marcha . Tres d ías antes hab í alos
preced ido la tropa de carretas,con duciendo el equipaj e al
tardo paso de sus bueyes .
En gran an imación,aumentada aún por l a al egrí a es
par cida por l os n iños á s u a lrededor , y á un andar mode
rado,cruzaron la ciudad ; más ráp idam en te los puebl i tos
veci nos y las chacras l l enas de árbo l es fruta le s , verduras
y animal es domésticos,hasta entrar en campo abierto ,
donde el cochero dej ó a l os caba l l os dar á su galop e toda
s u fuerza .
De pronto e l carruaj e dió una sacudida,haciendo en
mudecer á l os ch icos y gritar a l os grandes .
hay,José
º?—preguntó e l padre siempre vigi l ante .
EL MANANTIAL 45
Nada,señor : es un rie l cruzado en e l camino—repu
so con calma el con ductor .
Ya era medio d ía cuandol l egaron a l a primera posta
donde comieron con gran apetito l as prov is ion es tra ídas por
e l l os , en contrando al l í l a di l igen cia-correo , en la cua l v iaja
ba mucha gen te,estan cieros en su mayor parte . E l ri co a l
muer zo,todas aquel las p ersonas des conocidas que hab la
ban fuerte v an imadamen te,e l cambio de cabal los
,l o
n uevo y l o ya vi s to,fué para la famil ia Quinteros una di
vers ión . La di l igen cia partió apresurada a l ruido de sus
cascabe l es y el l os,una hora más tarde
,con tinuaron el viaj e .
E l carruaj e desl izábase sobre una a lfombra verde, pa
rej a,igual
,como de terciopelo
, par eci éndo les al princip io
del icioso aquel l o ; pero a l cabo de un l argo tiempo de ese
andar monótono se anun ció e l can san cio y esa laxi tud
prin cipio del aburrimien to . Los mur os re ían menos,los
demás bos tezaban que er a un con ten to,y cuando l l egó e l
anochecer comieron en e l mismo coche,durmié
'
ndose des
pués en el acto,profundamente , para abri r los oj os á l a l uz
del a lba y con ven cerse que con tinuaban la marcha sobre
la a l fombra verde,la l lan ura si n f m.
Dos días duró aque l l a traves ía en la p lan icie implaca
b le,rodeados de sol edad y si l en cio
,s i n otra dis tracción
que l a de ver cruzar algú n paisano a caba l l o ó a lguna tro
46 EL MANANTIAL
p i l la de an imales,l l en ándo los de po l vo hasta l os oj os
,y
la de baj arse de tiempo en tiempo de l carruaj e ob l igados
por ma los pasos y pan tanos .
Den tro de hora y media es taremos en la estan cia
oyeron decir por fi n al cochero,qui en al m ismo tiempo
an imaba a s us cabal l os a entrar en las aguas tran sparentes
y correntosas de un r io angosto,co n e l con ten to de l o s n i
ños y la a larma infal ib l e de las ab uel as .
De repen te , un avestruz sal ió corri endo de un pastiza l
y los ch icos at r onar on l o s aires con sus gritos . E l p apá dij o
Es de la estan cia . Dentro de un momento divisare
mos una tranquera y en traremos en campo nuestro .
¡ Qué dicha ! No podíamos más — rep l icaron,enton
ces,aquel las viaj eras del 56 ,
en cuyas caras aparecí an las
señal es del can san cio .
Quin teros sonrió a l o í rl as,y dij o n uevamente
¿Recuerdan ustedes , aque l rie l con que tropezaron
ayer las ruedas del carruaj e “? E r a uno de l o s riel esdel pri
m er ferrocarri l en con strucció n de l a Repúb l ica . E l d ía qu e
se hayan exten dido por toda esa l l anura desesperante,sobre
la cual camin amos desde hace dos d ías,nuestro v iaj e a la
estancia durará ocho horas v será un paseo . No habrá
pan tanos i n terceptando e l paso,l a mamá no se sentirá
rendida , ver ánse l as abuelas l ibres de s us j aquecas ; la t ia
48 EL'
MANANTIAL
á la lev de una bendita calma . Los árbol es crecían á s u
antojo,los páj aros v iví an l ibremen te en tre sus ramas v al
menor ruido pob laban e l aire por centenas .
Nada hab ía cambiado desde muchos años . A l ver las
alamedas pro longarse,y el gran pozo desaparecer baj o el
man to mul ti co l or de sus campanu l as ; el galpón de l os
p eones y el corral ; las ovejas y el perro guardián tan
cerca del arroyo,dóci l y comp lacien te
,s igui en do siempre
sin murmurar su curso ; los petizos de l os ch icos y las va
cas paciendo en los potreros ; l os potros chúca r os reto
zando en l ibertad,y la verde i nmen sidad como r etemplada
po r el sol , s e hub iera j urado que apenas er a aver cuando
los abuel os,su s creadores
,se hab ían a l ej ado . Y e l descen
diente que al l í l l egaba,sen t íase poseído po r esa alma
viej a que no er a la suya y atado a su terruño po r nume
rosas y fuertes l igaduras,semejan tes á las raí ces de una
en cin a .
¡ Qué conmovedoras er an aquel las man sion es recata
das de antiguos señores donde s e suced ían l os h 1j os á l os
padres , herederos de l os mismos deberes y trabajos , que
pasaban v moraban en el las s in renovar un tapiz , mover
un mueb le de su sitio,n i al terar una costumbre ! Mansio
n es muy raras , hoy , son éstas . Los hábitos de Sen ci l l ez
han muerto hace ya tiempo,y nuestras tradiciones des
EL MANANTIAL 49
aparecen , como un páj aro rezagado perseguido por un
ave de presa .
¡ Ah ! qué cómodo en contraron la s señoras que aca
b aban de l l egar,e l b l ando sofá de crin
,hondo como
su carruaj e,que podí a hosp edar una fami l i a en tera !
¡ Cuántas otras señoras de antaño hab ian se al l egado a é l
en busca de reposo,después de un viaj e igua l !
Los n iños corrieron en todas direccion es o l vidados de l
can san cio,y los padres ocuparon sus s i l lon es en el s i l en
cioso corredor,hasta donde l l egaba e l o lor fresco de l os
campos v mi l murmul los de l os habitan tes de los árbo l es,
sorprendidos por aque l l a in vas ión . E stoy segura que es
tá n todos en sus n idos y apen as s e an iman á'
murmur ar
los pob r eci tos, t emiendo que l es robemos sus hij os . Es
preciso proh ib ir,Manue l
,a los nuestros s u p ers ecución ”
,
dij o María Jul ia á s u marido señalándo le el ramaj e .
Son r iér onse l os dos esposos con tern ura,preparándose
á pasar a l l í l argos meses de una del iciosa monoton ía .
De los primeros en venir á sal udarlos fué un pai sano,
de figura arrogan te y cara hermosísima,embel l ecido aún
por su traj e ; e l traj e de nuestros gauchos .
Cuán to gusto tengo en verte,José María
,
— dij o Quin
ter os,es trechando la mano , tostada v áspera por el so l y
e l trabaj o,de aquel j oven
,hij o de l hombre que hab ía
50 EL MANANTIAL
acompañ ado á s u padre duran te la mitad de su vida y
heredero de su va lor y de s u l ea l tad .
José Marí a, ¿ reconoces á este personaj e
“?pr egun
to l e,en s eguida
,María Jul ia sonrien do é i n dicándo l e á su
hij o Rafael .
¡Mi amigo ! — exclamó e l paisan o conmovido de
lante de aque l n iño,l l evado con tinuamen te en sus brazos
dos años antes,y quien ahora
,bien p l an tado y firme en
sus p i ernas,con su t r ajeci to de hombre, m i r ábalo muy
s erio . Venga,amigo
,vamos á recorrer la es tan cia mon
tados en el alazán .
El niño,a es ta i n vitación
,vaci l ó un momento ; l uego ,
conquistado por los oj os,dulces y rasgados como los de
una muj er,de aquel hombre tan viri l , exten dió le los bra
zos y se fué con é l .
Desde en ton ces fueron in separab l es .
Hab ían pasado cuatro meses . Nadie querí a oí r hab lar
siquiera de regresar á la ciudad, v Manuel amen azába los
,
de cuando en cuando,para reir del efecto que su broma
causaba , con deberes urgen tes que l o l lamaban a l a cap i
ta l . “Apure,s eñora
,apure sus dul ces
,pues e l ti empo apre
EL MANANTIAL 51
mia sol í a decir,para a larmar á su suegra
,con sagrada
po r comp l eto a la fabricación de dul ces y con servas de
frutas v l egumbres,desti nados a la provi s ió n de in vierno
de toda l a famil ia .
Los n iños eran los más afl igidos y l l oraban pen sando en
l a p roximidad del d í a de la parti da . ¡Abandonar lospel izos
el arroyo,l os cor der i tos, e l l in do sol y l a ado r ada l iber tad !
Una tarde n ublada,t ib ia v rumorosa bajo los árbol es
,
María Ju l ia,s en tada sobre e l césped
,miraba j ugar a s u
hij o menor,s i n ti endo palp i tar su orgul l o matern o an te la
hermosura de aque l l a criatura,retozando al l í
,medio des
nuda,como un an imal ito sa l vaj e . A ratos l evan taba los
oj os para deten erlo s con tern ura en sus otros h ij os que
j ugaban a cierta distan cia,o vo lv í a la cabeza para fijarl os
en es ta otra escena : su madre,sen tada baj o e l ombu
,re
vo lvia si n cesar con una pal a de higuera,sus eternos dul
ces,conversando al mismo tiempo con laotra abuel a , muy
dedicada el la también a l trasp l an te de mati tas de alba
baca y p lantas de clave ! ; Lo la , s u hermana , a pocos pa
sos,hamacábase l en tamente en una mecedora
,extrana a
todo l o que pasaba a su a lrededor,devorando una nove la
que hacía correr su s l ágrimas . En el fondo,baj o su a l ero
protector,en su modestia s eñori l
, permanecía s iempre
tranqui l a la viej a casa .
52 EL MANANTIAL
Los ojos de la dul ce madre contemp laban ese cuadro :
l uego su imaginació n seguia á su marido,tan bueno v tan
amante,recorriendo en es e momento e l campo
,acompa
ñado de su capataz,y decíase mentalmen te : “
La dicha en
e l mundo no es s i empre un a i l us ión
¡ Oh , misterio de las cosas ! En ese mismo i n stan te v i
n ierou a i n terrump ir sus gratas refl exiones gri tos de alarma
que la Los gritos r epi tiér on se más cerca ,
y l a j oven,l evantando en sus brazos a su más pequeño
,
pú sose de pie y miró hacia donde sus otros hij os se en
con t r aban . Lo que v ió la l l enó de espan to y la clavó en su
si tio : por la aven ida de á lamos , que ten í a al fren te , ven ía
uno de l o s p erros guardianes de la es tan cia , y detrás , algo
dis tan tes,corrí an varias muj eres y muchachos sacudiendo
in úti lmen te gruesas ramas cortadas á su paso de l os á r bo
les . En aquel an imal descub r í an se todos l os s í n tomas de
la
Con esa rap idez s i n igua l del pensamiento,l a madre
afl igida cal cu ló el pel igro : l as muj eres,s in arma a lguna
,
no se atreverí an n un ca á aproximarse a l an imal,t emero
sas de sus mordeduras ; éste debería pasar, pues no se l e
ofrecí a otro camino, por el s it io descubierto donde j uga
ban sus h ij os,exist ien do igual es probabil idades que aque l
p erro Convertido en fiera,s iguiera de largo siempre en
EL MANANTIAL 53
l í n ea recta,rozándo los apenas
,ó que al en con trarse en el
c laro se desviara un poq¿bito de l cam ino , yendo a caer en
medio de el l os .
Su primer impul so fué e l de vo lar a reun irse con sus
criaturas despreven idas é indefen sas,pero n eces itaba an
tes poner en sal vo a l a que ten ía en brazos . En tre tan to,las
abuelas y Lo la,apercibidas también de un p el igro anun
ciado por l os gritos de las muj eres,apr oximá r on se á la
j oven,en con trándo la frí a v temblorosa
,con su hij o en los
brazos,s in saber qué hacer
,pues ahora comprend ía que
la sa l vación de aquel los i nocen tes estaba en no gri tar,en
no moverse,en dej ar que e l an imal pros igu iera s u ca
mino . ¿Pero cómo advertirl es desde tan l ej os ? … De pronto
los v ió correr despavoridos,y,con una admirab l e previ
s ió n in s ti n ti va,dirigirse hacia donde e l l a se en con traba
,
no por e l cami n o s ino po r entre un macizo de árbo l es y
p lan tas que los ocul taba a l os oj os del anima l . Una al egrí a
inmensa experimen taron aque l l as pobres muj eres,y da
ban ya g r acias aDios por habé r se los sal vado , cuando , con
dolor mayor,v ieron que l legaban tan só lo tres : fa l taba
Rafael,el más chiqui to v e l más déb i l …
E l pobrecito hab ía o ído también los gri tos y v i endo
correr a sus hermanos,todo azorado
,corrió tras el los .
Mas aquel la carrera era demasiado veloz para sus p ier
54 EL MANANTIAL
nas,v al l l egar á l a s matas de dal ias roj as v amari l las , só
bre l as cua l es acababan de sa l tar lo s fugiti vos,éstos esta
b an ya muy l ej os . Rafae l s e ha l laba en esa edad en que
só l o s e obedece a l i n sti n to ó a la imitación,y no se le ocu
r r ió hacer lo que en s u caso hubiera hecho un con ej o : es
cur r i r se po r en tre las … r amas de las p l antas,pasando así a l
o tro lado . Quiso sal tar también é l y no pudo : las da lias
eran muy al tas . En tonces,i gnorando cuá l er a el pel igro a l
que l o s otros escapaban , t uvo miedo de ese pel igro que
ignoraba,y al l í
,so l i to
,des tacándose en su traj e b lan co de
todo aquel verde que lo rodeaba, quedóse i nmóvi l v s e
echó a
La madre sin t io en e l alma todas l as angusti as de l a
muerte,y , s i n razonar más , arroj ó en los brazos de
las abuelas a l que ten ia en los suyos , y se abalanzó
haci a su desamparado,tomando el camino ocu lto que ha
b ían tra í do los mayores .
En tretan to,el perro l l egaba con su trote in con fundib l e
d e bes tia h idrófoba á l a a l tura donde l loraba el n iño,
quien,al verl o y reconocer a l manso compañero de sus
j uegos,su perro favorito
,sonrió
,l lamándolo por su nom
bre . Cacique l e dij o — y a l mismo tiempo , con e l
gesto que l e e r a habitual,extendió le los No
pudo decir n i pen sar más,s in ti éndose l anzado al aire
,más
56 EL MANANTIAL
de u n c írculo azul,es taban apenas entreabiertos ; no l e
sonrió , s egún s u costumbre , y cuand o respondió , con es
fuerzo , á s u sal udo mati nal , la voceci ta de cris tal estaba
enronquecida . Le pareció otro n iño,tanto er a su abati
mien to . A larmada,l l amó al padre
,quien ha l l ó en su s ma
n eci tas Hojas , desfiguradas , como tod a su fi sonomía , ras
tros de fiebre . As í permaneció todo ese d ia,as is t ido por
s us padres v sus abue las,que segu ían ó no , s egún e l caso ,
l os con sej os del boticario de l pueb lo vecino,ún ico auxi l i o
a que podía aspi r ar se en aquel las a l turas .
En la zozob r a y l a duda de l o que e l n iño pudiera ten er,
en la vaci l ación de l l evarl o á la ciudad en busca de m édi
cos y recursos,ó esp erar a l l í p ara no exponerlo á los tres
d ías de fatigan te traves ía,que e l l os conocí an demasiado
,
pasaron muchas horas . Y esa mañana hab í a desp ertado
con el nombre de José Ma r ía'
en los labios,i ndiferen te á
toda otra cosa,aún á las caricias de sus padres y á l a s vo
ces de sus hermanos .
Desde la primera vez que aque l serafí n en fermo mani
festa r a s u deseo,buscóse a l j oven por toda la es tan cia i n
úti lmen te . Se l e buscó también en l os puestos v es tab l eci
mien tos vecinos,s in mavor éxito . No se l e hab ía vuel to a
ver después de la tarde nefas ta . Nadie extrañaba aquel l o,
pues se estaba habituado a s us l argas ausencias,s iendo
,
EL MANANTIAL 57
como e r a,muv buscado para arrear hacienda á l a capi ta l
y a otras provin cias .
A l cabo de unas horas e l n iño empeoró y no se pen só
ya s ino en a l ivia r lo,quedando o l vidado Jos é María po r e l
momen to .
E l boticario,hombre bueno y de experien cia
,s in tió
correr sus l ágrimas antes de reso l verse á tran smitir a l padre
desol ado su convicci ón : l a en fermedad de l n iño er a la
difteria,causada tal vez po r la conmoción recib ida , y n o
quedaba otro remedio que una operación para sa lvarl o
quizás,ó,en todo caso
,para a l iv ia r lo . E l p adre reso lvió
en ton ces l l evar á su hij o a Buenos A i res .
Aque l v iaj e fué un martirio,n unca o l vidado después
por la Para qué describir l as angustias de la
t raves ía,a l trote l en to de los caba l los
,cruzando arroyos
,
ríos y pan tanos ; recibiendo el cal or y e l pol vo , mien tras el
n iño adorado se ab ogaba entre los brazos de la mad r e º
¡ Ah si corriera va e l ferrocarri l , mi hij o tal vez se sa l va
r ía ! oían exclamar de t iempo en tiempo,a l padre
,sus
compañeros de viaj e . Y las abuela s,en vej ecidas en l a ex
per iencia y que habí an vi s to morir tan tas criaturas de esa
misma en fermedad,movían la cabeza y se comunicaban
en voz baj a : No ; nada lo sa l varí a va hoy . Apenas s i al
gunas veces v muy a l princip io,puede ser eso posib l e ;
58 EL MANANTIAL
p ero,cuando menos
,el ferrocarri l nos evi tarí a este sup l i
cio,y la Operación l e permi ti r ía, siquiera , resp irar .
Po r fi n,estuvieron en su casa . A el l a acudieron l os mé
dicos más emin en tes,l o s ciruj anos más famosos . Oper óse
al n iño,s e l e a l iv ió
,mas para sal varlo— l a tan difí ci l sa l
vación de la dift eri a en ton ces er a ya tarde .
La madre,dulce y compasiva hasta en su do lor
,tuvo
una divi n a i n vocación vi éndolo morir : ¡ Señor , Senor ,
exclamó—manda pron to á la t ierra el hombre destin ado a
i n ventar el san to preservativo contra el ma l que me arre
bata á mi h ij o,para preservar también á muchas otras
madres de sufrir lo que yo sufro !”
Corramos nosotros l as cortin as b lan cas del l echo de
Rafael,y dej emos que los ángel es s e lo l l even fu r t i vamen
t e a l ci el o .
A pesar de su pena,aquel las buenas a lmas en cuanto
p asaron l os primeros momen tos de loco do lor,recordaron
a l ami go de su hij i to,á su sal vador, y extrañando su si l en
cio,más raro aún en momen tos semej antes
,en cargaron á
la es tan ci a que se l e b uscara n uevamente hasta en con trar
lo . Todo fué en vano : Jos é Marí a no hab í a vuel to á parecer .
En la i n certidumbre de su paradero pasaron muchos
EL MANANTIAL 59
d ías,hasta que una noche
,ya cumpl ido el mes de la
muerte del n iño de l icioso,Marí a Jul ia
,que cos í a en e l co
medor r opi tas para otros n iños pobres , vió entrar a l señor
cura de la al dea vecina de la estancia,é inmediatamen te
tuvo la impresión que les tra í a noticias , y tris tes noticias
de Jos é Marí a .
No se enganaha : venia a abrir de nuevo l a fuen te de
sus l ágrimas,y á aumentar hasta l o i n fini to su adnu r acfón .
E l j oven paisano—r efi r ió les el sacerdote—hal lán dose
escondido en e l rancho de un amigo,cua l un crimina l que
huve de la j usticia,l o hab ía hecho l l amar para encomen
darl e una misión cerca de sus patrones . Ingenua y sen
ci l lamen te,como quien cuenta uno de tanto s acciden tes
in sign ificantes que nos trae diariamente l a vida,hab ía
le con tado e l drama de aquel l a tarde,s u arroj o
,y un de
tal l e só lo conocido po r el dueño del rancho : e l p erro ha
b íale mordido,enton ces
,en la p iern a izquierda . En cuan to
sin ti era á sus dientes clavados en su carne,con side r óse
perdido,i rremed iab l emente perdido
,y,con e l fatal ismo
res ignado de l hombre de campo,buscó aquel l a cueva para
morir,l ej os de toda asisten cia i n útil
,de toda compasión
,
de todo ruido . S u amigo,cump l iendo s u pa labra
,guardaba
Pero amedida que los d ías terrib l es s e acerca
ban , no pudiendo o l v idar a l n iño bien amado , fa ltó le el
60 EL MANANTIAL
v al or de cal l ar hasta e l fi n y qui so mandarl e una palabra
de desp edida,la cua l recogerí a
,cuando fuera hombre
,de
labios de s us padres,á quien es el señor cura , una vez que
todo hubiera concluido,deberia transmitirl a . E l sacerdote
as í s e l o hab í a prometido,en e l deseo de con ser var le la
i l usión de que su p equeño Rafae l aun exist ía .
después é l v e l amigo hab ían cerrado sus h ermosos oj os .
El sacerdote,una vez terminada la trágica y conmove
dora na r r ac1on,anad ió :
—Jos é Marí a murió s i n haber escuchado de mis l ab ios
una so la pa labra,tan siquiera
,de la admiración que rebo
saba en mi corazón,desde que é l me diera á conocer su
acción : heroica,en ofrecer su propia carn e a l o s di en tes de
un an imal rab ioso,para cuvas mordeduras sabia é l que no
hab ía remedio,por sal var á s u amigo de cuatro años ; di
vina,en su empeño pudoroso de ocu l tarl a y ocul tar sus
horrib l es sufrimientos ; divi na también , en aque l p erdón
pedido á sus patron es,por no haberse presen tado cuando
l o buscaban,l o que só lo en aque l momento acababa de
¡ Perdón para quien les en tregaba la vida , resigna
do v s i l en cioso ! … ¿ Podía haberl e dicho algo , digno de ser
escuchado por sus o ídos “? No turbé,pues
,con palabras
i núti l es su a lma ingenua y viri l,su a lma también de n iño
,
y lo dej é todo en las manos de Dios .
EL MANANTIAL 61
Duran te un l argo rato s e oyeron en e l comedor los so
l lozos de la madre,en cuyo corazón aumentaba y se reno
vaha e l do lor ; s e v i eron correr por las mej i l l as del padre
l as l ágrimas gruesas y pesadas del hombre que sufre , y
ó tr as muy finas y muy l igeras po r las mej i l l as de las abue
l as,como las despiden los ojos que han l l orado mucho .
Una vez ca lmada la primera sacudida de la pena,l a
admiració n y el reconocimiento,la madre exclamó
,dul ce
siempre
—¡ Qué cosas tan raras d ispon e Dios ! José Maria sa l
vándomelo,para morir por é l
,ignorando su muerte .
Una de l as ab uel as al zó la mirada,un poco en turbiada
por l os años,y rep l i có
,son riendo á una v isión ser áfi ca :
—Ya s e la habrá comunicado é l mismo,a l l á en e l cielo .
INTERRUPC ION
Una vis ita i n esperada hab íales es torbado aquel l a tar
de la reunión . Con motivo de la i n auguració n de una de
las seccion es de l p uerto en con strucc ión,de la Sociedad
“Má r ner y Compañí a ”,l a casa del bondadoso señor veía
se rep l eta de huéspedes ; y habiendo és tos man ifestado e l
deseo de conocer e l Co legio,resol v ieron vi s itarl o en co
m i t iva,precisamente e l j ueves
,d ía impacien temente es
per ado por los al umnos durante una s emana .
Aunque e r a una divers ió n la v is ta de tantas s eñoras v
cabal l eros el egantes,y la presen cia de la fami l ia Marner
producía s iempre una impres ión amab l e,cuando
,des
p ués de admirar e l esp l éndido estab lecimiento y haber
l l enado á la maestra de cal urosa s im pa tí a,s e ret iraron
los n iños susp iraron fuertemente y s i n tieron un al i vio .
Durante todo el ti empo de la i n tempesti va in spección
sus ojos no se hab ían apartado del gran reloj que mar
A Y E R Y H O Y
HOY
( C u en t o)
A fin es de 1904,la magn ífica estan cia Las Mercedes
prop iedad si empre de la fami l ia Quin teros,estaba de fies
ta . Cómo no estarl o s i er a Nav idad,el d ía de los n iños º
¡ Y hab ía tanto s en aque l l a casa ! ¡ Y qué gran casa aque
l la ! Un pa l acio l l en o de comodidades y l uj o,donde no
quedaba un solo rastro de la viej a man sión , modesta y
rústi ca .
No er a preci samente el gran día : era la v í spera de l
gran día , y , por lo tan to , hab ían comenzado recien temente
los preparat ivo s de l festi va l .
Toda la casa tomaba parte en aquel l a sol emnidad,
pues er a muy so l emnemen te cómo aquel lo s pequeñuelos
ayudaban a l os mayores a no o lvidar un so lo deta l l e del
adorno .
EL MANANTIAL 65
Pr eocupában se an te todo de ocul tar l as sorp r esas ; y
más aún que á l os o tros , á l a b isabuel a , l i nda v iejeci ta ,cuya
cabeza guardaba,baj o la n ieve deposi tada en e l l a por l os
años,una memoria in tacta v una perfecta l ucidez . Mucho
l es daba que pen sar también el estar prontos para cuan
do l l egara e l tren conduciendo desde Buenos A i res á l os
i n vi tados .
En tiempo de las abuelas no hubieran s ido posib l es esas
corta s v is i tas de los amigos,pen saban el l os . Tantas veces
nar r ában les los l argos via jes de en ton ces á Las Merce
des”
,en coche ó en di l igen cia
, que duraban dos dí as , l l e
nos de in comodidades v can san cio ! Y ahora e l ferrocarri l
los conducía,apenas en cuatro horas
,hasta a l l í v l os de
positaba en l a es tación José María,fren te á la casa . ¡ Qué
diferen cia ! ¡ Qué gran ven taj a la suya haber n acido des
pués !
Les gustaba enormemen te,y más que los cuen tos y
más que l as fábu las,l a his toria d el nombre de l a estación
vecina .
.losé María hab í a sido un joven paisano cuyo arroj o
sa l vara,en aque l l a misma estan cia
,mucho an tes de echar
abaj o l a casa vieja,a Rafael
,un hermani to de su ab ue lo
paterno— h ij os los dos de s u bisabuel a María Jul ia,l a l i n
da v iejeci ta—de l as mordeduras de un perro rabioso , reci
66 EL MANANTIAL
b iéndo las é l en cambio para ir después a morir escondi
do . Fuera de la bisabuel a,nadie recordaba ya tal hecho ,
l l amado por sus padres y sus t íos “ rasgo hero ico”,n i s i
quiera la pasada existen cia de quien l o hab ía ej ecutado,y
que según l os mi smos deberí a servir de ej emp lo po r su
va lor,abnegación v fidel idad
,s i no s e hubi ese pues to su
nombre a ese l ugar .
“Es un deber perpetuar en cual quie r
forma actos semej an tes ”,so l ían r epeti r les, en lo que te
n ian mucha razón,seguramen te .
Pero lo difí ci l de comprender era cómo no hab ían sal
vado del mal de l a rab ia á un hombre tan b ueno . ¡ Ten í an
e l los tan presen te a l h ij o del puester o ,mordido po r un
perro enorme e l año anterior,á quien hab ían conducido
inmediatamen te en e l tren á Buenos Ai res,de donde ha
b ía vuel to sano y sa l vo !
E l doctor Dave ! hab íalo curado fáci lmen te,gracias a
la operación ”,cuyos deta l l es exactos conocían p or e l
mismo muchacho . Operación l l amaban el los á la ap l ica
ción del suero anti r r áb ico por medio de i nyecciones hi
podérm icas .
Muchas veces había sido n ecesario exp l icarl es l a ab so
l uta imposibi l idad en que se es taba,cin cuenta años atrás
de curar a ta l es desgraciados,quien es sab ían se condena
dos a m or i r entre horrib l es sufrimientos,porque Pasteur
,
EL MANANTIAL 67
hombre de ciencia,de nacion al idad fran cesa
,apenas en
1880 había empezado el estudio de la terrib l e enfermedad
y a lgún tiempo desp ués en con trado el remedio .
No l es preocupaba ún icamen te e l estar prontos á la
l l egada de sus huéspedes . ¡ Cuán to ten ía n que hacer hasta
en ton ces ! A lmorzar,pres en ciar l a col ocación en un sitio
reservado,só lo por e l los conocido
,del gran misterio
,el
cual descub r i r íase preci samen te á media noche ;mirar cómo
l os hermanos mayores y los jóvenes tios susp endían de los
árbol es los farol i l l o s y g lobos de col ores,los cual es
,colga
dos al l í en tre el fo l laj e,parecerí an a más de uno
,fruto de
l a misma p lan ta ; cal cular de dónde ven í a el vien to,pues
l l egado e l momen to,deberí an vel ar por la con servación
de cosas muy preciosas,
—
y med i r con exactitud la a l tura
en que sus hermanas co locaban ó t r as no menos seducto
ras,que infa l ib lemen te hab ían de estar a l
'
a lcance de sus
manos . Correr,después
,a i nvi tar á los pobres chicos de
los pues tos vecinos,para quien es nunca habí a fi estas
, _
l le
vándoles den tro del carruaj e,envuel tos en paquetes co
que tamen te a tados con cintas rosadas,b lancas y cel es tes
,
los ves tidos n uevos,los zapatos
,l as med ieci tas y l as go
rras, que estrenarí an aquel m i smo d ía ; ir , vo l ver , l l egar a
t i empo de asi stir a l en sayo de l a gra n campana, que en
medio de un gran si l en cio anunciarí a la hor a,y de la cor
68 EL MANANTIAL
t i n a de col or del cielo dest i nada a cubrir y á des cubr i r
l o que só lo e l los sabían,a l primer aviso de la media noche
Y luego,y como deber in el udib le
,r estába les esp iar en
l a coci na,abriendo bien sus impertin en tes narici l l as
,el
enorme pavo que s e asaba en el horno,gordo
,j ugoso
,
con su p ie l dorada a fuego para r ech ina r más tarde en tre
l os dien tes,si n o lvidar l as man tecosas y du lces tortas
, que
en e l mismo horno der r et ianse á s u lado . Y a l cabo de
todo esto ¿,dónde col ocar la si esta“? No podían descuidarla ;
necesi taban de el l a para recuperar las fuerzas p erdidas
en tan ardua tarea y resi sti r s i n dormirse hasta e l fina l
de la En tonces,dej ando todo po r hacer , s e fueron
á dormir .
La pesada campana,semej ante aun gran p én du lo mo
vmse en e l aire v l an zó l uego su primera nota , sonora y
n í tida,como si hubi era sido unacampana de oro .
Los p equeños Quin teros y sus amigos , l l egados esa
tarde en gran n úmero de la capita l ; l os n iños pobres de la
vecindad reun idos a e l los,con sus t r ajeci tos de fiesta , sá
b ían de antemano que aquel l a voz de meta l ven í a a dar
les la buen a n ueva . Y también , que su escala musica l
EL MANANTIAL 69
ten ía doce notas, que las can tarí a todas , un a á una
,cla
ras , j ustas , l en tas , y cal l aria enton ces , para después de
muchos meses vo l verl es a anunciar que e l N iño Divi n o
hab í a nacido .
A pesar de estar seguros que só lo son arí a doce veces,
el los , muv s erios,con una i nmensa emoción agolpada á
l os oj os,en un vago temor de que s e equivocara , contaban
mentalmen te : sic
doce . Resp iraron,y
cuando,conj untamente con s u ú l tima nota
,s e l evan tó e l
tel ón,una exclamación igual brotó de los l abios de los es
pectado r es .
¡ No hab ía duda , e r a muy h ermoso aquel l o ! En e l cen
t r o de uno de l os ampl ios macizos de l parque,despoj ado
de toda otra p lan ta,de toda otra flor
,con s ervando apenas
l a a l fombra verde de su musgo,se erguía un gran árbol
,
sos ten iendo,soberbio y cas i con s cien te de su mis ión
,la
pesada cúpu la de s u fol laj e .
Era un nobl e ancian o de l a fami l ia de los con ífer os
que l os n iños amaban,j ugando á su sombra
,y á su som
bra durmiendo los días de ca lor . E l l os l o miraban como
un amigo cargado de años y s iempre j oven,des tinado á
v ivi r todav ía largo tiempo,a quien s e hab ía dado la mi
s ión de hacerl os anua lmen te fel i ces a lgunas horas,orgu
70 EL MANANTIAL
110 50 de albergar las l u ces y l os fl ecos de p lata y oro q ue
en l a Noche Buen a l o hacian tan resp landecien te .
A l rededor de s u tron co,sobre una tab la circu lar agu
j er eada en e l medio,imitando una mesa forrada en te l a
p l ateada muy bri l l an te,osten tábase la i rresi s tib l e ten ta
ción dé los du l ces y de los j uguetes .
Primero,fué aque l l o una verdadera ceremon ia en la
cual l os ch icos cre í an n ecesario estar muy serios,miran
do tan grandioso esp ectácu l o como á p ieza de teatro ; pero
cuando vieron a María Jul ia,La Nena
,su hermana ma
yo r— bel l í s ima criatura de diecis iete años— ade lantarse
v con gran calma,la muy confiada
,robarl e a l árbo l un
bombón y comér se lo al l í mi smo con todo desparpaj o,
cesó todo j uicio y empezó la fiesta . Cada uno querí a, y
a l mismo tiempo,algo y de l o mejor para si
,sus ami
gui tos v sus protegidos,y aquel l o hub iér ase convertido
en un campo de bata l l a s i Carlos,el hermano grande
,es
tud ian te de medicin a (10 cua l l e daba mayor autoridad),
no se hubiera i n terpuesto en tre Gui l ler m i to y Lui s,que
combat ían defendiendo l a l egí tima poses ión de una [ in
t erna .
Una vez pacificados,h í zose el reparto equitat ivo de
aquel l as riquezas tan el ocuentemente codiciadas . Todos
l os presen tes tuvi eron su obsequio : desde l a bi sabuela de
72 EL MANANTIAL
quien ayudado por é l,previa comprobac i ón de ser aqué l
u n caso fulminante de difteria,apl icóle i nmediatamente
el suero Roux,sal vándol a como sal varan de la rabi a a l
muchacho del puester o .
Por eso los oj os de los que la amaban fijábanse en e l l a
con tal i n ten sidad ; pues al verl a a l l í , protegida por l os
brazos de l gigan te,con su vest ido b lanco y la rosa en los
cabel l os,i l uminada por l as mi l l uces de co lores
,cr eyé
r on la rea lmen te un s er que vol v í a de muy l ej os .
Y,dignos h ij os de sus mayores
,dej aron brotar de sus
corazones la i nmensa gratitud que en el los se arraigaba
para el sabio que se la devo lv ía .
Los n iños , como si con eso quis ieran rendirl e ho
:nnnuúe tand ién,
1nnnwn ur ában para sí rxd ab r as ( ndas
muchas veces a su bi sabuela,la siempre dul ce María
Jul ia :
Si Pasteur y Roux hub ieran n acido muchos años an
tes, José María no habrí a muerto á con secuen cia de las
mordeduras de l p erro rabioso,n i hubiera muerto mi hi
j ito ahogado ,por la s membranas de la difteria . Los pue
bl os son ingratos ; a no serlo , en cada uno de e l l os existi
rí a ya un monumen to , grande ó p equeño , costeado , sobre
todo,por las madres
,en reconocimien to á hombres seme
j an tes ” .
EL MANANTIAL 73
Luego,queriendo poner e l l os al go de su parte
,ana
dieron
También debe ten erse -eu cuen ta e l gran auxi l io de l
te l égrafo,e l te l éfono y e l ferrocarri l en la curación de La
Nena … S i,s i
,no hay duda : ¡ es una gran ven taj a para nos
otros haber nacido más Eviden temente,son gran
des hombres los i n ven tores . ¿, Por qué no s erlo tambi én
Lo Hoy es tamos de fies ta ; va
mos a j ugar .
”
V I
ANOTA C IONES DE MARTHA
Martha hab í a notado en tre sus d iscíp ul os,a lgunos en
quien es s e revel aba un carácter prop io que los dis ti nguí a
de l o s demás . Dos meses hacía apenas que l l evaba en tre
el l os,y los conocí a ya hasta el punto de poder decir
,s i n
equivocarse,l o que hubiera p en sado
,dicho o hecho cada
cual en idén tico caso . No cursaban todos el m ismo grado
y sus edades eran diferen tes ; l o eran también sus tipos ,
posición,educación
,fortuna
,pero todos el l os estaban
m ar cados,desde tan temprano
,con el se l l o i n confundibl e
de l a in d ividua l idad .
So l ía acompañar las cartas que escrib í a muv a menudo
a su t io,con apun tes anotados con l áp iz en el margen de
a lgún cuaderno,l o s cual es conservaban la frescura de
una primera impresión . Luego h ízose para el l a una cos
tumb r e escribirlos d iariamente . Entre e l los hab ía peque
ños retratos y escenas como éstos,tomados con la rap idez
de una i n stantánea :
Lorenzo Igl es ias,á quien sus compañeros l l aman
EL MANANTIAL 75
“
El Co r tao s i n duda por l a cicatriz que l e atraviesa
transversa lmen te l a fren te . Es a cicatriz deb e d e tener su
h is toria ; des earía conocerla . E l t ipo más i n teresan te y ex
t r año de la escue la . Trece años ; la expresión más acen
tuada de desprecio a la v ida que haya vis to yo j amás ; e l
bri l lo de una soberbia provocati va en los oj os ; bel l í s imo
en su tipo genuin amente crio l l o . Con un gesto , que l e es
fami l iar,mueve frecuen temente la cabeza para echar ha
c ia a t rás los cabel l os,que l os t ien e es pesos y muy n egros ;
es to le descubre l a frente en l a cual aparece,en e l acto
aquel l a ci catriz roj a,como un hi lo de sangre sobre e l cuti s
moreno . Ese sol o movimien to l e da todo e l a ire de un ré
belde . Es de los más pobres en e l vesti r . Hijo de una
viuda i ndigen te,l l ena de hi jos , vi ven en el an tiguo pues to
de una es tancia de l os a l rededores ; vien e á pie desde muv
l ej os . Nunca ha con sen tido en subir a l ómnibus que va en
busca de l os n iños que habitan a grandes dis tan cias . Aun
que e l carruaj e conduzca a sus h erman i tos muchas veces
é l s igue a
Los primeros dia s r esist iase a en trar en l a escuela p ero ,
cuando la madre l e advirtió,afl igida
,que su resisten cia l a
expon ía á se r despedida de la casa,ced ida para el l a por
s u dueño,el s ecretario de l a comis ión de propaganda de
la educación,se resignó y es in fa l tab l e desde en tonces .
76 EL MANANTIAL
Indol ente,haragán , desap l i cado y quisqui l l oso ; de una fa
ci l idad asombrosa de comprens ión . La escuel a debe de pa
r ecer le todav ía una pris ión , y fuera debe de ser de una au
dacia é i n trepidez s in l ími tes . Los otros muchachos l e si
guen y le t emen . Indiferen te a todo l o que n o sea su madre,
ci ertos a n imal es v la l ibertad ; pero la l ib ertad a l aire l i
bre . E s s iempre e l ú l timo en en trar á la cl ase y perman ece
en e l ú l timo asi en to,cerca de l a puerta de en trada
,como
s i quis iera es tar pronto para escapar . Nun ca sabe sus l ee
cion es . La maestra de su grado— é l primero— quej ase con
t i nuamen te ; nunca l e r epr endo . An tes de en señarl e hay
que domesticar le . E s l a criatura de campo raso,que duer
me mejor á l a i ntemperie que en su cama . Los j ueves de
muestra un i n terés si l en cioso por lo que digo . Me mira
fij amen te ; s us ojos bri l l an , como s i s e en cendiera de re
p ente una l uz en s u fondo , cuando me oye referir alguna
acción heroica,y toda su cara pa l idece
,hasta l os l abios
,s i
es a lgo conmovedor lo que
Yo,s in ser n otada
,l e observo y voy l eyendo
,como en
mis l ibros,l as imp resion es de su a lma in dómita . Y m e in
teresa hasta lo i n decib l e esa criatura del i ciosamente sal
vaj e ; y me sorp rendo i nventando una h is toria emocio
nan te para él s o l o,y prolongo la nota , por el p lacer de
sen tirl o v ibrar cual una caj a armónica . No ha hab lado
EL MANANTIAL 77
s in o t res veces de lan te de m i,desde s u entrada en l a
cla se : un d ia,escuchándome narrar e l epi sodio de un so l
dado desertor que castigaba á un n iño,s in poderse con
t en er,exclamó : ¡ Canal l a , l a s dos veces ! otra tarde
,
mien tras referí a la es cena en que Jos é Marí a sa l va a l pé
queño Rafae l de los dientes del perro , l e o í decir tranqui
lamente,a lzando los hombros
,no s in tiendo e l mismo ho
r r or de sus compañeros : “ Qué menos hab ía de hacer ” …
y ayer,a l p in tarl es vo una caza de l eones en la India
,
ve ía le i n corporarse,crispar l as manos , abrir las ven tan i
l l as de s u nariz,morderse l os l ab ios . Me pareció un fé
l i no … He aquí úno ,que malo ó bueno
,será seguramente
un hombre . Hay que hacerlo bueno y lo conseguiré .
Rubia,precio sa
,de una b lancura tran sparen te
,es
Gracia nombre bien i ngl és,y e l de s u t í a— l a n ieta ma
vo r de l s eñor Marner . Todo en e l l a es bri l l an te . Su tez,
s us oj os,su boca
,dentro de la cual bri l lan los di entes
,la
exposición que hace de l o que ha es tudiado , l o que ej ecuta
en e l piano,s u traj e y hasta s u risa y su andar
,t ien en en
e l la bri l l o . Quin ce años,mi estatura
,es cas i una muj er y
sabe que es l in da . Sabe también que es rica y de fami l i a
nobl e ; mira y trata a l os demás con ese a ire amab l e q ue
parece bajar desde arriba y debe de hacer tan to mal á quien
l o recibe . Está muy adela ntada en sus estudios ; su i n sti
78 EL MANANTIAL
tutriz inglesa la ha sabido in struir,y su abue lo
,hombre
i lus trado,mucho más . As iste a l co l egio por su vo l un tad .
Dice venir por m i ; es fran ca y demasiado orgu l losa para
menti r : l a creo . Ha s ido n ecesario que yo diera una clas e
especia l para el la,y algunas ó t r as de las más grandes
,dos
veces por s emana . Recibo po r tan agradab l e trabaj o un
sob r es ueldo : l o cuen to como el auxi l iar de una idea que
me prometo rea l izar . Martha podrá pron to decir también
mi obra ” … Gracia es en cantadora,pero está muy l ej o s
de la perfección .
Su hermana E l en a ha cump l ido los trece años ; cabe
l los cas taños,dulces oj os pardos
,t ímida y modesta
,tan to
como Rosi ta la h ija del carpin tero . Todo la sonroj a ; cuando
la i n terrogo en la clase no l a miro y ñnjo no verl a : baj a los
oj os y sonrí e turbada,respondiendo con dificu l tad a mis
preguntas . Es,s in embargo
,más in te l igen te que l a mayo r y
sabe mucho más . Pinta l i nd ísimas acuarel as . Ha copiado
nuestro ma r y la parte de bosque que divisamos desde
aquí,y hace ahora mi retrato . Preferida de la
Una p lan ta del i cada que crece hacia arriba si n extenders e .
Es hoy, Ped r í n ,n iño contrahecho
,l a a l egrí a de la
Escuela desp ués de haber s ido l a b urla . Su padre,un he
r r er o brutal que bebe y l o cas tiga . A tal punto es honda
doso e l pobreci to, que só lo n eces ita que l o miren bien
80 EL MANANTIAL
Pedri n es al egre como un cascabe l y tan i n te l igente
que es e l primero de su grado . Ha cumpl ido n ueve años y
e stá va en tercero . Y es servi cia l,dóci l y gracioso . Nadie
recuerda aqu í ya que no son igual es su s E l día
en que mucha gen te se dé cuen ta de que una deformidad
fí s i ca n o es depresi va,habrá desaparecido para siempre
una preocupación inj ustificada y dolorosa .
Otro que ya no s ufre : Pierna de Palo . Aquí todos
los much achos tien en sobrenombre . Clemente Rubio,l l á
mase . Bueno ; i n te l i gen cia desigua l como su andar ; t i en e
una gran l en titud de compren sión,pero comprende y re
fl exiona . Fálta le una pierna ; es de l os pobres .
Otro varón,que será varón de provecho : Carl os
Kramer . Hij o de a l eman es ; de una tenacidad in creí b le
para desarrol lar un prob l ema . Para é l no será ciertamente
un prob l ema la vida . Carácter acompasado y frío ; econó
mico . Es todo vo lun tad . La edad de Lorenzo,y va ayuda
á su padre , dibuj an te en los escritorios de la Compañía .
Margari ta Nardi,i ta l iana
,hij a de obreros honesto s v
acomodados de E l Manan tia l . Inte l igencia mediana,pero
un buen sen tido , un j uicio v una posesión tan comp l eta de
si misma , que me encuen tro fren te auna n iña de diez años
con e l carácter reposado que podría ten er s u madre . No
neces ita dirección : basta mostrarl e e l camino .
EL MANANTIAL 81
Marian i to Vé l ez,uno de l os más ch iquitos . Cin co
años,feo
,s impático
,esp l éndidos ojos ; de un desp ej o ex
tr ao r d inar io ; hab l a con l a claridad de un n iño de diez años ,
v acostumbra andar con las manos en los bo l si l l os como
los hombres . Un rasgo : ayer,en e l r ecreo
,uno de los ma
yores,j ustamen te e l h ij o del farmacéutico
,completamen te
en tregado al en car n izam ien to de una partida de foot-bal l ,
tropezó con é l,espectador pacífi co
,haciéndol o caer . E l
grande,con trariado
,pronun ció palabras bruscas y con
brusquedad lo l evan tó de l suelo ; el pequeño , muy serio ,
plán tase le delan te v le dice , con e l ap lomo de un viej o :
Tu papá no l e dirí a as í á mi papá .
— El i ngen io está en
que su padre es n uestro médico .
Pocas veces he presen ciado escena más cómica v
graciosa . Acababa de i n sta larme en mi puesto é iba a em
peza r l a l ección de mora l que acostumbro dar los j ueves ;
de repente veo producirs e entre los a lumnos cierta agita
ción,oi go esta l l ar sus ri sa s y diviso una señora baj ita y
fl aca,de cabel l os canos y cara muy fina que ven ía hacia
donde yo me encon traba,por el pasadizo de l medio de la
sa la,conduciendo de la orej a a un ch ico de diez años ,
todo desarrapado,quien en sus esfuerzos para l ibertarse
bacia la andar de p ri sa y en ziszás. La señora vest ía de
l uto : pol l era redonda de merino,pañuel o de la misma tel a
82 EL MANANTIA'L
y una gorrita muy chata , la cual , á cada movimien to de l
muchacho,i ncl inábase hacia atrás
Era tan cómico,repi to
,todo aque l lo
,que vo misma no
pude con ten er la risa,y en tonces los n iños
,descubrien do
mis esfuerzos para conten erl a,prorrumpieron en una enor
me carcaj ada,y senalándome a l prision ero
,quien
,s in
duda deb ía de ser muy pop ular en la v i l la,me lo an un cia
ron con este nombre est r afala r io : Señorita,es Ch ib i r in .
Entretan to l a señora,que no se re í a
,acer cábase á m i sofo
cadi sima v ,con unos oj os bri l l an tes y un a voz al terada
por la sofocación y l a có lera , d ij ome,s in so l tar la orej a
de l muchacho z—Señorita maestra,aquí l e traigo este cá
chafaz . Figú r ese usted que el muy p í caro nos hacía creer
a m i y á mi hij a Mar í a,que asi s t ía á la escuel a
,y en l u
gar de eso s e iba á j ugar á los cobres con otros pe r dula
rios . ¡ De rabona corrida e l gran Has ta ayer no he
tenido noticia de su i nfamia ; hov l o espi é , en con trándol o
tan compl etamente entregado á s u vicio predi l ecto ¡ e l te
r r ib le j uego ! que n i s iqui era me s in t ió l legar . Se hal laba
en cucl i l l as y en compañ ía de otros cabal ler i tos de su ca
laña , haciendo rodar y sonar cobre y más ¿, Y sabe
usted de dónde los saca ¡ Son mis vuel tos, s eñorita ! … Se
gún é l , los pierde s iempre … Inmediatamente de ha l larl o
a l l í , l e orden é que me siguiera , as í l o h izo si n rezongar ,
EL MANANTIAL 83
pero cuando l l egamos a la puerta de esta casa trató de es
capa r se , no consiguiéndolo gracias a l portero que pudo
Aqui se l o traigo,señorita ; pen i téncie lo .
Todo esto me lo con tó la señora de un so lo al ien to
presa de una exa l tación que pro longaba mis deseos de
reir y me afl igía a l m ismo tiempo . Lo primero que atin é
a deci rl e , en cuan to u na palabra m ía pudo co locarse entre
e l torbel l ino de l as s uvas,fué : —Señora , cá lmese usted , ya
arreglaremos eso—ofreciéndo l e un asien to . Chib i r ín,l ibre
de aquel l a man ita delgada y n erviosa, que no debió pesar
mucho en su oreja,mas si apretar como tenazas
,miraba
a l os otros n iños,haci éndol es gestos y muecas creyendo
que vo no l o veí a,a medida que los iba r econocien
do …
“
Desde ese d ía vien e a l a escuela con cierta puntual idad ,
muy l ej os de haber perdido el hábito de l a s rabonas . Se
l e peni ten cia pri vando le de l os j uegos ; é l , de un gen io in
a l terab l e,mira á l os ó tr os tran qui lamen te haciendo v isa
jes . Me demuestra cariño y tien e aten cion es del i cadas que
ej ecuta en secreto . Suelo en con trar sobre mi mesa mano
j os de vio l etas—e l bosque aqui está pob l ado de e l las,he
chas p lan tar po r e l s eñor Marner—y s é que es é l quien
las col oca al l í . La maestra de su grado me cuen ta que l o
mismo hace con e l la … De una har aganer ia para el estudio
84 EL MANANTIAL
sól o comparab l e á la de Lorenzo . No se con s igue aún sá
carlos de l ab ecedario .
Nora Days,quince años : la edad de Gracia . S i una
palabra pudiera retratar á una persona escr ib 1r 1a : l imp i
dez . Una perfecta l impidez de a lma,de mirada
,de men te ;
eso es el la . Modesta v acti va,i n tel igen temente estudiosa
,
de una compren sión rápida s in a t r opel lam ien to . Hace va
rios anos perd ió a la madre ; desde en ton ces es la compa
ñer a de su padre,emp leado pobre
,y la madre de sus cin
co hermanos menores . La fami l ia se aumentó hace poco
con tres huérfanos que dej ó su hermana viuda,a l morir .
E l l a cuida de todos y sostien e e l án imo de s u padre tan
abatido . Su figura parece más al ta,s us cabe l lo s más dora
dos y su cuti s más pál ido y más b lan co con sus vest idos de
l uto . Causa enternecimiento verl a en trar diariamen te guian
do á s us ocho criaturas . No bien aparece en la p uerta,todos
v ue l ven la cabeza,la nombran y l e son rí en . Es el buen
gen io del Juicio de sus condisc íp u los : el j ueves
pasado se me ocurrió pregun tarl es á quién el egirí an e l los
para substi tuirme en caso de ausen cia,y aunque en e l sa lón
s e en contraban l os h ij os de la gente rica e i n fl uyen te del
l ugar,s in vaci la r
,levan tá r on se todos ala vez , y senalándo la
gritaron,en el tono de una profunda conv icción — Á Nora
Days Mi j uicio : Nora esta muy cerca de la p erfección .
L A C I T A
Por el s endero ta l l ado en l a pendien te gri tando , riendo
y can tando,un gran n úmero de n iños de la escuela baj a
ban a'
la p laya .
Dos días antes la maestra hab ía les advertido : E l jue
ves nos reun iremos en la ori l l a de l mar,el igiendo aque l l a
parte l ej ana de l os muel l es,cerca del viej o p ino .
Bien l o conocían el l os a l árbo l cen tenario,i n cl i n ado
hacia abajo para mirar e l mar,nacido con trabaj o
,no en
la cres ta,en e l fl an co del peñasco
,cuyo tron co vo lun ta
r ioso agar r ábase con todas s us fuerzas a l a roca , afa
nándose en prolongar su v ida en tre dos p iedras áridas
enormes .
¡Con cuán to apresuramien to acud ían á la cita y con
cuán ta al egría ! ! n icamen te Piern a de Pa lo los hab ía pr e
ced ido,desconfiando
,s in duda
,de su len to andar
,y desde
86 EL MANANTIAL
a l l í l o d ivisaban descan san do,sen tado sobre la arena
,con
la muleta a l lado,agitando en el aire s u sombrero para
sa l udarlo s .
No hab ía ven ido ella todavía,cosa rara en quien er a
tan pun tual . Pero en e l mismo momento de comunicarse
e sta extrañeza,e l rel oj de l a fábrica sonó la media
,para
n otificarl es que e l l os eran quienes s e an ticipaban en l le
gar an tes de l a hora fij ada .
Decid ieron enton ces aprovechar el ti empo en correr
t repar por las rocas , hacer edificios de arena y j un tar esas
con chas nacaradas y finas,j oyas preciosas de las p l ayas .
Otros n iños l l egaban,s e mul tip l icaban
,l l egaban siem
pre si n cesar ; a l ertas , en tonados y conten tos por el aire
v iv ificante del mar, que hace a l os hombres más fuertes .
La v i l l a con s us usi nas,s u puerto en marcha y sus mo
l i n os,s u actividad de pequeña ciudad que progresa que
d abal ej os , y desde abajo , desde las riberas de ese At lán
t i co fuen te de s u riqueza,apenas s i di stinguían su campa
nario y l as chimen eas de sus n umerosas fábricas
Ya estaba al l í Carlos Kramer,repasando una leccw n
e n l ugar de correr y j ugar como el los . Mas, ¿, con quién
habí a de jugar quien no pose í a un sol o am igo ? Se hab ía
sentado en la arena,s i n o l vidar l a precaución de extender
sobre el la su pañuel o,grande como los de su padre
,de
88 EL MANANTIAL
hombros al jor obad i to ,quien
,muy con ten to
,agitaba su
gorrita,gastada por e l uso
,para sa ludar á l os amigos . Pe
drin,asi
,l es pareció un t i t i
,con s u carita de risa y sus
gran des oj os oj erosos que l e ocupaban toda la cara . ¡ Ah '
¡ e l tan querido , e l tan in dispen sabl e Pedrin !
Muy s erios quedá r onse todos , hacién dose guiñadas , a l
arribo de las mel l izas,grandes y go r dotas Arminda y
Adalgisa,hij as del mol in ero Pesca r do
,el r icachón . Cami
naban las dos haciendo sonar mucho sus enaguas de seda
fr u,fr u
,fr u
,fr u ; sus pul s eras y cadenas de o r o ,
ti c,t ic
,t ic
,
t ic ; sus tacos a l tos sobre las p iedras , tac, tac , tac , tac ; acom
pañadas po r su hermano Cl el io , muv juicioso y perip uesto .
Las muy ton tas despreciaban á su s compan eros de escuel a
y buscaban a todo tran ce la rel ación de l os Marner,quie
n es n i l as miraban s iquiera,y todos se reían de el l as … Jus
tamente a l l í estaban Gracia y E l ena,tan sen ci l l as en su
l uj o,tan afab l es
,a pesar de ser Gracia un poquito orgu
l l o sa . Segu ían las su s primos y s us hermanos , en montón .
Y contin uaban l l egan do los compañeros . Aque l movi
mien to de con cen tración era i n cesan te , v e l l os in cesan te
men te los nombraban,dando a sus voces entonaciones
diferen tes,segú n la simpat ía que los recién l l egados l es
m sp1r aban . De pron to,al ver aparecer una j oven de l uto
á quien niños,también de l uto
,rodeaban
,las voces an un
EL MANANTIAL 89
claron : Nora Days v sal iero n en gran n úmero á reci
No fa l taba va ninguno ; Ramón , Sebast ián y su primo
Rufino aparecí an á l o l ej os y eran el l os los primeros en
aque l l ugar,al cua l p erten ecían por compl eto
,puesto que
eran Como ten í an clavados l os ojos en l os
muchachos , que ven ían desca lzos y s in sombrero , cami
nando muy cerca de la ori l l a,p ud ieron . notar que se aga
chaban para examinar algo,en con trado i ndudab lemen te
,
sobre la arena,vien do l uego a Ramón tomarl o entre sus
man os y echar a correr h acia don de el l os se en con traban,
con la i n ten ción ev iden te de most r á r selo . Adelan tár on se
todos á su en cuentro é i nmediatamente r odeár on lo,dedi
cándose á examinar deten idamente aquel l a cosa extraña,
si ; pequeña masa b landa diáfan a é ¿, Qué po
d ía ser aque l loº?
… Y en un gran s i l en cio prosiguieron su
examen
V I I I
L A P L A Y A
Es una medusa— dij o de pron to una voz a sus es
pa ldas, cuyo timbre , a l s er reconocido , hizo vol v er á to
dos,sorprendidos
,la cabeza . ¡ No l a hab ían sen tido ven ir
y estaba en tre el l os !
Incl i n ada,con l os oj os muy abiertos para curiosear
también,miraba lo que e l los miraban y vo l vió a decirl es :
S i,es una medusa . Y ciertamen te que esta especie
de gel at i na di l uida en el agua n o se asemej a mucho que
digamos á un animal .
¿, Un an imalº?—murmuraron l os chicos en un tono
i n terr ogativo y asombrado .
—Ni más n i m enos : un an imal que s e a l imen ta demol uscos y de gusanos . Y no debé extrañarl es verme ocu
pada,ante todo
,de su a l imen tación . ¡ E s tan glotona la
pobrecita ! A l gunas lo son tan to,que sus bocas se mu lti
EL MANANTIAL 91
pl ican y tragan , tragan s in cesar— explicó les Martha , e in
sistió l uego,leyéndoles el pensamien to :
—No hay que dudar,
mis n iños,es ta vez de lo que escuch an , porque tendrían
que dudar más tard e mucho más . Estamos n o más en la
p laya : ¿, qué será en ton ces cuando entremos en el mar“?
Tan extraordinario an ima l no tien e nada de extr ao r di
nario,es muy vul gar ; después de l refl uj o del mar , l as o l as ,
al reti rarse,dej an monton es der r i ti éndose en la arena .
Cuando sal en del agua,la substan cia de que están formadas
se disue l ve y e l p rimer rayo de so l la descompon e . E sta ,presen tada a n uestra observación po r Ramón , tan opo r tu
namen te,es de las más chicas ; l as hay gr and ísimas
,l l e
gando algunas á pesar muchos ! i los . Vistas en el mar ,
v ivas,en numerosos grupos , con sus co lores y matices res
plandecien tes, parecen grandes ópalos flotando sobre las
aguas . La tempestad y las ondas las disp ersan s in matar
No só lo t ien en muchas bocas S ino también muchos
nombres . Se l es l l ama pulmones de ma r,porque para mar
char necesi tan di latar y con traer su cuerpo s i n cesar,
exactamente como se con traen y di l atan nuestros pu lmo
nes para respirar . Otro de sus nombres n o n ecesi ta serl e
exp l icado á Ramón seguramente . Dime,Ramón : ¿, cuá l será
la causa por qué suel e l l amarse á la medusa también
or t iga?
92 EL MANANTIAL
E l n i no de las p layas con testó muy l igero , moviendo
mal i ciosamente la cabeza,como quien sabe un secreto
Porque pin cha y quema .
Martha no pudo contener su ri sa de la nte de aquel l a
fi sonom ía,tan p erfecta refl ectora de l o que e l muchacho
recordaba,y rep l icó
Te compadezco,hij o mío
,pues tu ca r ucha me dice
que has ten ido que ver más de una vez con estas señor i
tas . ¿ Sabes l o que te ha causado esa s en sación,nunca o l
v idada,de ardor in soportab l e ? Su Tengan us
tedes,mis otros n iños
,mucho cuidado cuando se bañen
en e l mar,s i l l egan a divi sar sobre las aguas un a bonita
sombri l l a que s e ba lan cea,e legantemen te fes ton eada
,de
la cual cuel ga un l argo fl eco . A l éj ense en e l acto : es la
medusa ó la or t iga y el fleco son sus cabel los . Huirá de
ustedes,mas desconfí en
,porque s e desprenderá a l mismo
tiempo de esa diáfan a cabel l era,la cual
,al rozar la piel
,
arroj a una sub stan cia cáustica,produci endo esos terrib l es
ardores que Ramón conoce tanto .
Adela Montes,una de las al umnas más es tudiosas v
adelan tadas,pregun tó á su maestra :
Esta medusa es diferen te de esa otra del mar de las
Anti l la s l l amada Cabeza de Medusa : no es verdad,s eno
rita Martha “?
EL MANANTIAL 93
Muv diferen te y mucho más rara . Se l a ha encon tra
do ún icamente en el mar que tú has nombrado . Lláma
s e l e también Pa lmer a Ma r ina y ti ene l a forma de una
fl or . Yo la he visto disecada en losmuseos de h istoria natura l : es En tre los in numerab l es an imal es ma
r inos arroj ados a l as p layas por la s o las,en cuén tr anse
algunos más preciosos aun . Las aster ias ó estr el las de
ma r son de las más l i ndas . Podrían tomarse por figuras
geométricas,y es tán formadas exactamen te como una es
trel la,de los co lores más variados : gri s
,vio l eta
,granate
,
anaranj ado . T ie nen además la rarí s ima facul tad de des
t r ui r se á s i mismas por pequeñas partes . A l gunas veces
mátanse en deta l l e,desprendién dose de sus brazos pri
mero,l uego div idiéndose en p edazos . Más tarde ; con faci
l idad asombrosa,reproducen í n tegramente l as partes des
fru ídas de s u cuerpo .
—¡Miren , mi r en el cangrej o que trae Sebastián — grita
r on al gunos de los oyen tes señalando a otro de l o s mucha
chos de l os p ies descalzos,quien
,an imado por el ej emp lo
de su compañero , tra í a en tre sus manos un cangrej o .
¡ Y es enorme ! gri taron los demás .
¡ Cómo se mueve ! observaron l os más ch icos apro
ximándose i n s ti n ti vamente á los grandes,asustados s i n
duda de aquel lo que l es parecí a u n monstruo .
94 EL MANANTIAL
Martha acer cóse v e loz al muchacho , y señal an do el
crustáceo, p r esen tóselos as í :
— Hé aqui e l más astuto combatien te de l as costas . Te
conocemos,cap itán
, y'
para conven certe de e l l o,escucha
lo que sabemos de t i . Pero an tes quiero hacerte notar que
s i fueras más grande s erías temib l e . E l hombre,los an i
ma les más fuertes que e l hombre,s erían impotentes ant e
t i . ¿ Cuá l hub iera s ido e l co lmi l l o ó el arma capaz de atra
vesar tu coraza ? Cuál nos hubiera defendido de las tu
vas ? Pinzas , dardos , l an zas , tenazas , nada te fal ta . Tan
pronto como naces,i ngrato
,abandonas á tu madre y te
atreves a s er,duran te un corto tiempo , un in truso en a lta
mar ; pero á los trein ta d ías, fal tándote ya l o s órganos
para la natación,las o las te arroj an sobre la aren a
,y ca
minando ob l icuamen te,en verdad como el cangrejo
,vas
á ocupar los mismos l ugares que tus padres habi taron .
Eres un gr an'
estr atégico y un gran combatien te ; apel as
á todos l os recursos de l a guerra , hasta a l ruido enso r de
cedor para hacer cundir en tre t us en emigos el temor . Vas
al combate erguido,resuel to y amenazador
,l l evando le
van tadas t us tenazas como las espadas . A l m ismo tiempo
eres pruden te y huyes,batiéndote en retirada . Eres terri
b l e para tus enemigos,hasta que l l ega la época en que
t us ene in igos se rí en de ti,viéndote impoten te
,dolorido
,
96 EL MANANTIAL
es ta p laya : sobre la arena,debaj o de el l a ; sobre l as rocas ,
entre las p iedras,v ive—n su ob scura vida mi les de seres
,
cuyos ojos me parece sentir,ahora mi smo
,clavados en
nosotros . Lo mismo pasa en nuestra casa,en el bosque
,en
e l Ya i remos estudiando los más i n teresantes ,
como hemos estudiado la medusa y el cangrej o ; como
estudiaremos las fl ores y l as estre l las .
E l cí rcul o formado al rededor de la maestra se deshizo
y al gunos de los ch icos sa l i eron a l en cuentro de tres hom
bres que ven ían en dirección a don de el l os se encontra
ban,sonrien do al grupo de los co l egia les
,en tre lo s cual es
estaban sus h ij os . Cargaban pesados canastos,los cua l es
depos itaron en e l suel o cuando estuvieron cerca de Martha,
á quien en tregaron una carta del s eñor Marn er .
— Siempre
tan bueno—murmuró l a j oven y l eyó en voz al ta aquel l a
carta , por la cua l e l nob l e an ciano ofr ecía le para sus d iscí
pu los a lgunas gol osinas ”,s egún é l decía .
Ab r ié r onsé l os canastos y de s us profundidades naeie
ron los pan queques,l os sandw ichs las tortas con miel
,l as
frutas y los E l grito de Viva el s eñor Marner ! ”
at r onó l o s aires,y quienes lo hab ían l anzado con toda la
fuerza de su s p ulmones,comenzaron á devorar todo aque
l l o,repartido equitativamen te por los grandes .
EL MANANTIAL 97
Hay aqu í provis iones para un ej érci to— observó
Martha una vez que vió a cada uno de e l l os dueño de una
cant idad que hubiera bastado para a l imen tar toda una
casa, v con su s bol s i l l o s b ien rep l etos . Esperen : vamos a
p lagiar a l querido donante .
En un segundo escrib ió dos l í n eas con l áp iz,en una
hoja arrancada de su cartera,y como hab ía hecho con la
carta l es leyó en voz al ta :º
Los es tudiantes externos de la Escue la,comparten
con sus companeros,l os estudian tes i n tern os del As i l o
,
sus go los inas .
E l s i l en cio h echo a l l i para o írl a l eer se pro longaba
porque todos aquel los pequeñuelos es taban en tregados á
l a n ueva tarea de pen sar cosa que l es sucedí a raras ve
ces y desde hacía poco tiempo . Pen saban en la palabra
estud ian tes repetida po r su maestra en aquel simpl e b i l l ete ,
y comprendían que , usada por e l la en esa circun stan cia,
para nombrar de l mismo modo a l os que la orfandad
marcaba con su sel lo de l uto y ap r isionaba en una habita
ción común,y a el l os
,l ibres y fel i ces en sus propios ho
gares,ten í a una dobl e sign ificación . Adivi naron que el l a
l a emp leaba,en es te caso
,para igualar los, y que l as o tra s
dos pal abras,i n ternos v externos
,en vez de d istanciar los
los un ía también,haciendo de l A s i l o y de la Escuel a dos
98 EL MANANTIAL
estab l ecimien to s del mismo género . Al mismo tiempo,una
emoción extraña s e apoderó de el l o s y experimentaron á un
se n tim ien to n uevo p enetrarlo s,pen etrarl os l en to y si l en
cioso,e l cua l iba seguro á tocar sus corazon es por pri
mera vez .
Martha,dirigién dose á l os portadores de los canastos
,
pidió les dul cemente , l l amándol es por sus n ombres
An ton io,Leonardo
,Jos é
, ¿ querrí an ustedes tomars e
e l trabaj o de alargar un poquito su camino y dejar en el
As i l o aquel canasto que aun no se ha abierto ? Son los n i
ños quién es l o mandan .
Aquel l os tres hombres,tres operarios rudos y fuertes
un o hol andés,españo l é i ta l iano los otros dos
,hab ian ex
per imen tado impres ión igua l a la sen tida por lo s n iños .
Cuando oyeron la voz argen tina que guiaba á s us h ij os
p edirl es como un favor que fueran los portadores de un
poco de al egrí a,para aque l l os otros hij os s in padre de al l á
l ej os,sus ojos s e Con un movimien to igual sa
cár onse sus gorras de trabaj o y uno de e l los,e l ho landés
,
respondió por los tres
Señorita Martha,es usted una bendic ión que ha ca i
do sobre nuestro pueb lo .
IX
E L M A R
Nuevamente corrían en bandadas por la p l aya los dis
c ípulos de Martha , y el l a corría también para cal en tarse l os
p ies,pues l a frescura de l a ire hacíase sentir en ese mes de
Mayo . Era en ton ces la más gran de,la mayor
,n i más n i
menos Y los n iños,s in tiéndol o asi
,no se en con traban
cohibidos por s u presen cia .
Mas n o descuidaba sus po l luelos y observaba los gru
pos . Nada más origi na l que uno de e l l o s : Luis,César y
Horacio Bel en a tres hermanos,h ij os del propietario de
uno de los más grandes estab l ecimien tos rural es de l par
t ido— ha l lábanse de pie muy derechos , compl etamente
absorb idos por una l arga conversación,cuyo tema desen
vol v ía con una gravedad de v iej o fi l ósofo Pierna de Palo,
sentado sobre l as p iedras . Ramón,Sebastián y Rufino
, pa
rados muy abaj o,donde ya las aguas l amen los pies
,es
per aban su turn o , y también Marian ito , de p ie más arri
100 EL MANANTIAL
ba n i en de cuando en cuando metí a en l a d i scus10 n su
pal abra de niño precoz . Sobre una roca que en traba en e l
mar,no puntiaguda s i no chata
,Lorenzo
,echado de bruces
,
miraba el horizon te con s us o jos dorados , en l o s que h á
b ía s i empre una an s iedad y se en tornaban para mirar .
Unos momen tos si lbaba en tre dien tes,distraí do
,o tros
escuchaba la palabra de sus compañeros,con los ojos
s iempre cl avados en e l gran espacio,ún ica cosa que pa
recia i n teresarl e en este mundo .
—Yo seré marino dij o Luis,el mavor de l os Be l ena
una vez t erminado e l discurso del coj i to .
Mamá no lo querrá n unca,n i tampoco Pepa
,nues
tra t ia observó Horacio,e l menor de e l los .
César,esbe l to y moreno
,con unos admirab l es Oj os ,
cuyas p estañas ca í an como negros fl ecos (tan esp esas v ta n
largas que muchos s e preguntaban s i no l e impedirí an
ver), i ndependien te é in trépido como ninguno , acarician
do á Charl es,su perro
,que l e besaba la mano
,rep l i có :
¿, Qué importa la opin ión de l as muj eres ? . Mamá v
Pepa se opondrán,pero papá dará su con sen timiento . Si
Lu is : t ú debes ser marino .
¿, Y nos qué ser ás ? — pr egun tó le Ramón .
Veterinario — con testó muy l igero César,que ado
raba l os an imal es . Curaré l os cabal l os de carrera de
EL MANANTIAL 101
papá , su s toros finos y sus carn eros . Después tendré un
hosp ita l y as istiré grati s a los an imal es pobres .
La i dea de un hospi ta l de ese gén ero hi zo reir á l o s
muchachos,menos á Pierna de Palo
,cuya opi n ión apro
bato r ia man ifestábase po r rep etidos movimien tos de ca
beza . Lorenzo se incorporó con la rap idez de u n gato,v
por vez primera miró hacia abajo y abrió los l abios para
decir :
Un hospi ta l para l os an imales enfermos es l o mej or
que deb ían hacer aqu í . Mucho mejor que escue las . Yo sé
curar l os p erros sin n eces idad de es tudiar . Para qué es
tud iarº?,añadió
,al zan do los hombros y vol vi en do a su
cómoda posi ción .
Nosotros seremos pescadores no más . ¿ No te pare
ce,Ramón ? — preguntó Sebastián a s u hermano .
S i— le con testó . Aprenderemos á l eer y á escrib i r
y á l a mar . Pescadores como nuestro abuelo,
pescadores como nues tro padre .
Horacio rep l i có muy serio
—Luisito debefá es tudiar enton ces más que ustedes .
Los mari nos n ecesitan saber l a geografí a .
Si no fuera más que eso s en ten ció Pierna de Palo .
Tendrán que es tudiar mucho , muchí s imo , y aprender a
pel ear con los en emigos y con las o las .
102 EL MANANTIAL
Lorenzo á es tas palabras vol v i ó s úb itamen te l a cabeza
para mirar a Luis,dicién dol e
,con l a cara i lumin ada por
una idea :
Si quer és, yo te en señaré á nadar .
En eso vieron a otro muchacho que ven í a hacia el l os .
Acer cábase con s us “
ur uguavas” en la mano
,sa l ta ndo de
p iedra en piedra con cuidado,t emeroso de sus p ies
,y mi
raba sigi l osamente á todos l ados para cerciorarse de s i al
guien más,que no fuera de los de l grupo
,notaba el ciga
r r i l lo que l l evaba en los lab ios,el cua l sal í a tran sformado
en humo por su boca y sus narices . En cuan to se en con
t r o en tre el los,s eguro va de estar bien cubierto por la
roca,sen tóse á reposar, y Horacio en e l acto , s in dej arl e
respirar,l o p uso en an tecedentes del asun to que trataban
diciéndo l e
—Mira,Chi b i r ín : César será veterinario ; Lui s i to v yo
marinos ; Piern a de Palo escribano ; Ramón y sus herma
nos pescadores ; Marian ito médico , y Lorenzo
n o ha querido responder . Y tú, ¿, qué ser ás º
— Yo,nada— contes tó el cachafaz tranqui lamen te
,y
ah i no más con vidó a Sebastián á “ una partida de cobres
substituyéndol os po r
S in dejar de j ugar,dij o de pron to
A fi n de mes nos vamos á vi vir a Buenos A i res .
EL MANANTIAL
Lenta,con esa maj estad el egan te que toman las cos as
que s e des l izan sobre el mar,avanzaba como conduci da
por l as vel as l atin as,grandes alas b l an ca s extendidas en
sus másti l es .
Los n iños mi r ában la avanzar s i l en ciosos y r econcen
t r ados hasta esta l l ar en una exp losión de entusiasmo,y
hacer de aquel l a hora la más animada y bu l l iciosa de l a
tarde . Sal udaban las n iñas á l a que se acercaba — ¡ qué
cerca estaba ya !— con reverencias de min ué y besos a l
aire ; l os varones pretendí an hacer l l egar sus voces hasta
e l la,gritando en tre sus manos
,colocadas en sus l ab ios en
forma de bocina .
Cuando sea mayor,haré
,como mamá
,con struir un
gran asi lo— dij o l a voz de Gracia Marn er,semej ante a l son i
do de un metal muy puro,en medio de l s i l en cio hecho por
l os ó tr os para escucharla . Pero el mío estará excl us iva
mente destinado á l o s huérfanos de los He estado
siempre cerca del mar desde que nací . ¿,Y tú , Nora“?
¡ Oh ! Yo no lo podré hacer ciertamente , respondió
la n iña,quien se en con traba detrás , parada sobre una pie
dra,con su pobre vestido de l uto y ten iendo en brazos a l
más pequeño de sus h erman itos para que viera mejor e l
barco que se acercaba . Los dos a l l í aparecían como un
grupo escul tórico sobre su p edesta l .
EL MANANTIAL 105
La voz de l a maes tra dominó las o tras .
Los que , como ustedes , han nacido ó crecido aori l l as
de l mar,no pueden sosp echar la impres ión profunda que
recibe quien lo ve por primera vez . De todo lo creado,
es l o que da a l hombre mavor idea de l o infin ito .
“
D i r íase que po r s u profundidad , su inmensidad v su
misma grandeza deberí a l l enar a l a lma de agi taciones v
temor . En vez de es to,e l a lma se sosiega y an te é l o l vida
los pel igros , dej ándose i n undar por una seren idad divina .
Seguramente que á los primeros hombres que v ieron esa
col osa l masa de agua l es pareció imposib l e conquistarl a .
Pero después vin ieron ó t r os más fuertes,más hábi les v
más audaces que i n ven taron la navegación .
E l an ti guo poeta l ati n o Vi rgi l io,en una de sus magn i
ficas y s erenas odas , dij o : Forrado en trip l e b r once *
ten
dria e l pecho e l primero que en débi l esquife con fió su
suerte a l as o l as amargas
ustedes toda l a distan cia recorrida desde el
tron co ahuecado de l árbo l del sa l vaj e hasta n uestros aco
r azados ó uno de l os barcos de l a Mal a Real “?
La navegación es la hermana de la civi l izac ión y no se
concibe ya pueb l o ci vi l izado s in marina .
“E l fondo de l mar es un inmenso depósi to en el cua l se
depone todo lo que en él perece . todo l o que l e l l evan lo s
106 EL MANANTIAL
rios y las o las : ti en e val l es , se l vas y mon tañas ; t i en e tam
b i én su fauna y su fl ora .
Su es tudio es una cien cia moderna l l amada Oceano
g r afía .
”
Martha detúv ose de rep en te y p en só un momento para
después decir
-Voy á hacerl es conocer una n iñi ta que sabe mucho
más que yo de l as cosas del mar y conoce su fondo como
nadie . Vamos a e l la… Se l l ama Neneta y es angel ical .
Sen tóse sobre una piedra , an cha como un taburete ; los
niños sen tár onse tambi én , rodeándo l a , sobre l a arena , y
hecho el mayor si l encio empezó a con tar .
108 EL MANANTIAL
repetidas veces,para cerciorarse de que el del i cioso euer
peci to no guardaba huel l a n i nguna de su corto pasado ,
como buenas b r etonas rel igiosas decidi eron bautizarl a,
comi sionando á la esposa del pescador en cuyos brazos
l l egara,para representar á todas el l as otras tan tas ma
drinas en la p i l a bauti smal .
Pusiér on le por nombre un nombre bien bretón , Ivona ,
pero adoptaron uno más acari ciador y más genti l, que
e l l a misma repetí a,á cada in stante : el de Neneta .
De la misma man era que'
á las muj eres,con quistó l a
n iña a los hombres de aquel l ugar pobre y sombrío,l l e
gando pron to a ser e l ravo de sol,l a riqueza de esos seres
primit ivos,taciturnos
,resi s ten tes y supersti ciosos
,y su
bel l eza,su orgul l o .
Mucho de supers ticioso habia ciertamente en aquel l a
idolatr ía . E l t ema de las conversacion es te nidas de noche
cerca de la l umbre,rondaba s iempre en derredor del mis
terio que envol v ía á quien l l amaban l a“ aparecida poco
a poco fué penetr ándoles la idea de que tal criatura era
una enviada y como coin cidiera su aparició n con la de
l a sardina y e l baca lao— pasando en enormes ban cos cua l
rara vez los vieran se afirmó en el l os esa idea , con s ide
r ándola en ade lan te como un precioso tal ismán .
Aun si n esa supers ti ció n hubieran adorado á Neneta ,
EL MANANTIAL 109
s imp lemente porque er a adorab l e . Pasaba el l a los días en
l a p laya con l o s p ies descalzos,l o s brazos y el cuel l o des
nudos,l o s rubios cabel los a l
i
v ien to,l os oj os de l col or de
las ondas ; sal tando de roca en roca , corriendo con los
otros ch icuel os d e la a l dea,ó en las barcas pescadoras de
sus ci en padri nos,cantando a la par de el los l as can cio
n es p l añid eras y monótonas de Bretaña,animosa aún
en medio de la borrasca .
Pero hab ía otro momen to en el cual er a más seductora
todav ía : cuando sentada en la aren a conversaba con l as
o la s . Les hab laba,l es i n terrogaba sobre l as escenas que
pasaban en e l mar y los secretos de su fondo .
Las o las,sus amigas
,le respondían con sus voces mur
mur an tes, v el la comprendía muy bien lo que l e con taban
besándo l e los p ies .
Esa hij a de las p l aya s si n haberl o aprendido,adivi naba
muchos de los arcanos en cerrados en el i nmenso cofre l i
quido , profundo ; su imagin ación los veía de m i l formas y
colores,aunque ignoraba que todas l as cien cias han con tri
huido a l conocimien to,muy imperfecto en verdad todavia
,
del mundo mari no,y que se tien e una i dea de la composi
ción de sus aguas por la Química ; por la A stronomia y la Fí
s ica de su circu lación y movimien to,y por ó tr as reun idas de
los seres in n umerabl es que pueb lan ese mundo de misterio .
1 10 EL MANANT IAL
Pedía e locuen temente a esas amigas la devo luc ion de
los pobres pescadores que par tían á las l argas distan cias,
á l as grandes p escas pel igrosas de las region es frias,donde
los i n viernos no tien en d ia v l os veranos no tien en
noche .
Neneta hab í a cump l ido l os seis anos y pose ía una imagi
nación l l en a de l uz y de s ueños,y un alma muy amp l ia
h echa para sen tir in ten samente . Cada año,á fines del in
vierno,as ist í a á l a p artida de los rudos hombres que la
amaban,mirándolos con ojos agran dados por la compa
sión,la ternura y e l temor
,como si quisi eran adivi nar
cuál es de e l los regresarí an con pan para sus h ij os,cuál es
n o deberían vo l ver j amás . Y pensan do siempre lo mismo,
con su val ien te corazoncito acongoj ado,segu ía anualmen
te la l enta proces ión, que en pos de l a. imagen de Maria
,
pasaba an te las barcas pes cadoras pron tas a partir y á las
cua l es e l sacerdote b endecía .
Concluida la ceremon ia,todos aquel l os marinos abra
zaban á sus madres,s us muj eres y sus h ij os , y luego le
van tában la en sus brazos,uno á uno
,para b esarla como á
una cosa in comparab l e que perteneciera á todos en común .
Los que quedaban permanecían en el mismo sitio mi
r ándolos al ej arse hasta perderlos de vis ta . Neneta perma
necia al l í mucho más tiempo,p idiendo a l mar que s e l os
112 EL MANANTIAL
b erl o o ido al capitán de un buque,que ese movimien to
ag itador de todos los mares y de los grandes l agos es de
b ido á l a i nfl uen cia de los astros .
A pesar de eso un d ia s e durm i ó en la arena,y fué su
sueño tan profundo que l a marea la sorpren dió al l í . Las
o las parecieron deten erse ante la n iña dormida más del
t i empo acostumbrado é indecisas ir y ven ir,acariciarl a
,
co n sul tarse y murmurar en tre si como no at r ev i éndose á
robarla n i á dej arl a,hasta que una de el las
,la más b lan ca
,
espumosa y resue l ta fa l evan tó b landamente v s e la l l evó
con s igo .
Neneta abr io l os oj os y preguntó a l a onda sin temerla
¿.A dón de me l levas º
A mi patria ; á la i nmen sa patria m ia—con testó le su
amiga de l a voz flu ida y cri stal i na .
La n iña refl exion ó un in s tante,miró después a l o l ejos ,
y al n o ver s i no agua y ci e lo,cie lo y agua
,s in tió apr en
s ión y al arma y pidió conmovida :
Devúelveme á la m ia,que es mi a ldea .
La onda ha s ido si empre pérfida v esta vez l o fué tam
b ien ; para con so lar aNen eta mintió
S i,si
,te l l evaré a t us p l ayas
,pero a la hora j usta de
la marea próxima . Entretan to aprovechemos el tiempo en
recorrer una parte de la superficie de mi reino , cuyo tr o
EL MANANTIAL 113
no está en las profundidades . Será apenas una parte m í
n ima de mi el emento,e l cual exi stia ya mil es de años an
tes que la tierra que t ú habi tas .
Ven con nosotras,ton tuela d ijér on la otras ol as
que la rodeaban —Nuestro rei no es e l padre de los pri
meros s eres dotados de v ida que apareci eron en el globo .
Nuestra patri a es e l mar,que con tien e en su seno rique
zas natural es cual n inguna otra región .
La que l a robara en la p laya,para evi tar le pensar , p ú
sola un momento,j uguetona
,sobre el l omo de un de lfí n
curioso y retozón,quien de tres sal tos l a l levó muy l ej os .
La n iña,muy divertida
,golp eaba con su p equeño p ie des
nudo e l l omo del delfi n,rep i ti endo “
¡up , como hacia
con los burritos en la p laya . Otra o la l a arrebató de su ca
balgadur a , navegó con el la,s iempre acompañada por las
otras,v de pron to an tes de darl e tiempo de recordar nue
vamen te,le s eña lo una especie de montaña obscur a ymo
v ib le,sobresal i en te del O céano
, que arrojaba dos hi los
de agua largos y finos,y le exp l icó :
Mira,Nene ta ; tú que posees tan tas madres , t ien es al
frente úna ej emp lar . Aquel enorme promontorio es una
s eñora bal l ena . Cuida e l l a a sus h ij i tos has ta los cuatro
años,los precede en la marcha
,l es abre camino po r en tre
nosotra s cuando estamos agitadas y co l éri cas,l es da va lor
,
114 EL MANANTIAL
les en seña , l os abraza tiernamen te , y los defiende de l os
ataques de l os hombres hasta morir por el l os .
Nen eta s e sen tó de pron to,muy derecha , sobre las es
paldas de la o la que la conducía ; las demás s e l e apr oxi
maron,y púsose a con tarl es , con gran an imación , que e l l a
también sab ía muchas cosas de tal señora referidas por
l os p escadores,y en tre ó tr as
,que cuando se aproximaban
á una bal l ena madre és ta co r r ía a i n terponers e en tre e l l o s
y s u h ij i to para ayudarlo a huir,y s i no lo con segu ía le
van tábalo con s us alones,tratando de sa l var lo huyen do
j un tos,y n i aun herida morta lmen te la pobrecita lo aban
donaba, pr efi r iendo perecer con él . Por eso l e e r a tan s im
pa tico ese an imal . Y a esta man ifestación añadió un beso,
haciéndo lo l l egar hasta e l i nmenso cetáceo por medio de
sus cinco deditos rosados .
Dime,mi nen a— pr eguntó le s uavemente y en voz
baj a y seductora una onda más j oven v más pequeña
no quieresdescender a l fondo del mar º
Y luego subes v retorn as á tu casa—r epi t1er on le la s
más v iej as y expertas para an imarla .
La n iña,aunque va l erosa
,tuvo miedo y no aceptó
p idiendo an s iosamente vo l ver porque venia l a n oche . En
tonces , celosas , l as ondas la mecieron , la ar r ul la r on y con
el op io de sus voces y murmul los la adormecieron .
116 EL MANANTIAL
Aquel l os o_¡ os l ánguidos de hombre muy v ivido perte
necían á un anciano de larga barba en trecana v cara abu
r r ida,que permanecía en una especie de gruta
,grande
como un sa lón,recostado á l a moda orien tal sobre un di
ván con st r u ido con per las,nácar y coral .
Delante de esa figura en tristecida,Neneta perd io su
miedo,y con e l ap lomo con que acostumbraba hab lar a
l os hombres de la a ldea,l e dij o
,emp l eando su du lce tono
imperati vo
Viej eci to,quiero i rme a mi casa .
Sin esperar respuesta,v iendo un enorme triden te de
oro caído a su s p ies trató de l evan tarl o,y al convencerse
que no le a lcanzaban las fuerzas,sacudió en e l aire sus
manitas doloridas y excl amó :
¡ Pesa mucho , caramba ! Para qué usas , d i , seme
j an te ten edor ?
E l hombre de la barba cana l anzó tan sonora carcajada
que se estremeció el Océano ; s e in corporó , y extendi en do
su mano de g igan te,con un so lo dedo atr ájola a si
,l evan
tándo le los cabel los de la frente para con templarl a . En
un segundo t r ansfi gur óse su rostro fatigado , y la n iña , por
un in sti n to misericordioso laten te en el la,s i n t ió po r él ,
s in saber po r qué , una i nmen sa l ástima . Suavemente pú
sol e á s u vez la mano sobre la frente .
EL MANANTIAL 117
Es te tenedor es mi cetro … ¿, Sabes quién soy“? pre
gun tó le a l rato e l anciano , mirándola fij amente para ver
e l efecto causado por s us palabras .
No contestó e l la senci l l am ente .
Soy e l r ey.
¿, Y vives s iempre aqu í ? , dij o l a n iña s in i nmutar
s e ante el t í tu lo del poder supremo .
Siempre .
La compasmn se refl ej o de n uevo en los ojos verdosos
de Neneta y movien do la cabeza , exc lamó :
¡ Pobre viej o ! no tien es la l uz del ¿, Cómo te
l lamas “?
Nep tuno .
¿ Neptunoº?, v a este nombre de viej o dios tan temi
do, que l e pareció muy feo ,
l a n iña so l tó también su car
cajada in fanti l .
E l r ey le hab ló de nuevo para preguntarl e e l suvo .
Me l l amo Ivona,pero soy Neneta .
Y asi conversaron un largo rato,con tándol e el l a cosas
de s u corta vida de Bretaña,y é l al gunas de la s uya pasada
bajo las aguas ; y en tre o tras que su mujer, l l amada Anfi
tri te,abandonaba por las fies tas del O l impo á su patria
,e l
mar,donde se aburrí a soberanamen te .
— T ien e razón,con tes tó muy l igero la n iña
,agregan
118 EL MANANTIAL
do de5pués : Yo tamb i én me aburro mucho v quiero irme
a mi tierra .
Hab ían tran scurrido muchos días y Nen eta,s iempre
p ri s ion era de Neptuno,aun que en pri s ión s i n rej as n i ba
r r otes,se desesperaba protestando por aque l abuso que s e
cometí a a l l í con el la ; y como una prueba de fidel i dad hacia
quien es ciertamente la l l oraban arriba, permanecí a con
los ojos cerrados para no ver l os tesoros que poseí a ese
imperio l evan tado en los abismos .
Por primera vez era vi ct ima de su propio en can to . Una
s educción si ngul ar hab ía ej ercido sobre e l v iej o soberano
para quien la exi sten cia no ten ía ya ninguna , en con trando ,
en fi n,en esa frági l criatura con suelos y dis tracciones á su
morta l aburrimien to . Pero la al egre Neneta hab ia enmu
decido ; sus'
ojazos no se abrí an ya s ino para dej ar correr
muchas l ágrimas,gruesas y redondas como las perlas del
col l ar que é l l e diera para sus j uegos .
No era malo el v iej o rey,y sent ía
,por l o tan to
,una
gran pena v iéndo la s ufrir,y al mismo tiempo no te n ía el
valor de darl e la l ibertad,fal tándo l e el de separarse de
e l la,por quien sent í a un car ino patern al i n ten so
,n acido
en su corazón desde e l primer momento en que la viera ;
120 EL MANANTIAL
L l orará todas sus l ágrimas por los que ha dej ado,porque
es amante y fiel . Preferirá á l o s honores de pri n cesa rea l,
que tien es la i n ten ción de darl e,l a s caricias de l os p esca
dores de Bretaña y el devoto amor de su aldea . S i n o la
devuel ves á la t i erra,perecerá .
E l monarca r et i r óse abatido,esp eró el alba
, que es
p lateada en sus dominios,y fué á golp ear a una gru
ta de cris ta l . La voz fresca de una ondina,que con so
l aba y acon sej aba al r ey en las horas difí ci l es , d ijo le
desde aden tro :
¡Rey grande y desgraciado á quien e l ú n ico afecto sen
tido desde que exi stes s e t e escapa !,quiero darte e l secreto
para que nazca uno igua l en la n iña que vaga s i n a lma por
tu imperio . Toma tu carro y l l éval a a viaj ar por tus mag
n í fi cos dominios . Hazl e ver el n egro vacio de tu corazón y
e l l a que es compasiva te amará . Mas, par a
»
que es te sen ti
mien to fi l ia l p ueda desarrol l arse tranqui l amen te en e l su
yo ,es necesario que o l v ide su v ida anterior desde el mo
mento que s u pi ececi to desnudo p ise la a lfombra de tu
carro . O lvidará por mi mandato,ten l o por ci erto , pero so
l amente hasta e l d í a que su mano l l egue a tocar á uno de
sus s emejantes .
—Eso n o será j amás,dij o v ivamente e l r ey.
—Ta l — rep l icó de nuevo la ondina,v su voz pu
EL MANANTIAL 121
r isima se perdió como un eco en l os ámbitos de su gruta
tran sparen te .
E l r ey-dios sub ió a s u carro tirado por cien del fines ,
y esperó un momento recostado sobre los bl andos a lmo
li adones . A l breve rato l a ondina,muj er bel l i s ima
,con l o s
cabel l os s uel tos,por l os cua les rodaban gotas de agua bri
l lan te , en vue l ta en ampl io man to hecho de espuma , l l egó
veloz,trayendo en sus brazos aNen eta que l loraba deses
per adamen te,casi desvanecida por tan tos d ías de dolor .
La ondina l a b esó en l a fren te : Ámalo y o l vida le orde
nó,señalándo le a l r ev abatido , y l a co locó en e l i nmenso
carro que cruzaba los mares v también algunas vece s é l
espacio,cuando se cel ebraba reun ión de dioses en e l
No bien los piececitosde la desconso lada tocar on el carro ,
e l r ey, que l a espiaba , v ió animarse s u del i cado rostro,
abrirse sus labios para sonreír,v bri l lar sus ojos . Y luego
,
con inmen so gozo,v ió también que la n iña vo lv íase hacia
é l para decirl e,acariciándo l e la barba con su mano tibia
v suave como el p echo de un pájaro : “ Papá—rey,cuánto te
quiero ! ” Un rugido de p lacer l anzó e l pecho hasta en ton
ces vacio de aque l dios y temiendo que aque l l o,tan pare
cido á un sueño,se desvaneciera
,h izo un gesto y en e l
122 EL MANANTIAL
i n stan te,con extraordinaria ve locidad
, púsose el carro en
movimien to .
E l monarca hab ía manifestado la vo lun tad de hacerse
i nvi sib l e para evi tar á su h ij a adop tiva las i n comodidades
de la etiqueta y poderl e mostrar sus súbditos tal es comoeran y no baj o la máscara del cortesano
,y ordenado a l
mismo tiempo que l as aguas se hicieran para el la tran s
paren tes .
Neneta , que desde que perdiera l a memoria n o s e sen
t ia turbada por l os recuerdos n i dol orida po r l a nosta lgia)
y que por la v irtud del mismo encantamiento se habituaba
á l os domin ios de su nuevo padre,oyó de repente un grito
dulce,parecido a las voces de una fl auta
,apercib iendo
an te su vi sta enormes témpanos de hiel o . Su compañer o
l evan tó la mano para i n dicarl e la i nmen sidad helada que
se exten día á su al rededor,y l e hab ló de esta man era
— En tramos en l os mares glacial es,que deseaba cono
cier as,hij a querida
,an tes que toda otra región . Esas voces
do l ien tes y suaves per ten ecen ,á las focas que hab lan entre
si . Míra las al l á sobre aque l témpano . Son muy in tel igentes,
de natura l dul ce y sociab l e ; fáci l es de domesticarse y edu
carse . Los hombres abusan de su doci l idad y exhiben en
sus circos a estos anfibios mal a l imentados y enfermizos
ob l igándolos á estr afa la r ios con ciertos,pruebas y p iruetas .
124 EL MANANTIAL
batien tes des l izándose por debaj o,con siguen muchas veces
vo l earl as . E stos an imal es van si empre dirigidos po r un
j efe : una morsa de mavor tamaño y de una impetuosidad
y ardor en la pel ea extraor dinarios . Cuando un o de esos
j efes es vencido por l os p escadores , s us companeros aban
donan la l ucha,corren á socorrerl o y lo arrastran con sigo
l e jos del campo del combate . Mi carro está fabricado con
el marfi l de s us co lmi l l o s .
E l carro del dios s iguió ráp idamente su Una
gran mancha obscura se di sti nguió á l o l ej os , i nmóvi l .
Pasaron cerca de e l l a,y Nep tuno exp l icó que er a un audaz
buque de tantos como se dejan apris ionar po r los h ielos ,
para avanzar en e l verano siguiente en busca de l eje de la
ti erra .
E l hombre es u n curioso i n saciab l e,prosiguió
,y
nada podrá escapar a su afán in trépido de investigación .
Neneta pudo ver cómo muchos de sus semejan tes , r ó
deaban e l barco,ocupados en di sti ntos trabaj os y s eguidos
de perros l anudos y obedientes que más bi en los acompa
ñaban que seguían . E l dios temeroso,á pesar de l as
seguridades de la ondina,de provocar al gún recuerdo en
la n iña , no qui so con ti nuar en s us exp l icaciones sobre la
audacia de ciertos habitan tes de l a t ierra,que pob l aban de
cadáveres el camino de los hielos s i n ar r ed r ar se j amás .
EL MANANTIAL' 125
Y todo y únicamente por un afán cien tífico y de gloria en
la i n úti l con quista de la regió n hel ada .
Neneta,connatur a l izadá ya , no sent ía el frío , pero pasó
s in embargo,con fruición su mano po r l o s tib ios a lmoha
dones forrados de una materia sedosa,b lan ca
,p lateada y
bri l l an te,parecida al raso .
¿, Qué tel a es és ta , papa-r eyº
?— pregun tó á Nep tuno .
No es una tel a,mi amor
,son p l umas de m i s aves
,
hoy tuyas,l a s aves marinas . Hemos sal ido de la región
polar y voy a hacerme visib l e para que las veas revol otear
á tu a l rededor y te s ien tas acariciada por sus a l as .
No bien hab ía acabado de decirlo,una mul ti tud de aves
de todas las formas y tamaños los rodeó,desp l egando su
vuelo en toda s u ampl itud para osten tarse en toda su
bel l eza .
¡ Qué l i ndas ! ¡ Qué her mosu r a l,gritó la niña gol
peando sus manos , que parecían fabricadas con nácar por
algún gen io artis ta d el rei no de su padre. E ste,encantado
y fel iz con su alegr í a , mandó á la s aves que l os si guieran ,
y anduvieron largo rato es col tados por el l as . Una,en tre
l as demás,l lamó l a aten ción de Neneta . Er a l arga de un
metro,ten í a la cabeza y e l cuel lo n egros
,refl ej os verdes
en todo s u cuerpo,un co l lar b l an co y alas muy cortas .
Era e l col imbo g lacia l de los mares árticos que prevé y
126 EL MANANT IAL
an uncia la tempestad . Quedában se retrasados los pingú inos
que vuel an sin remon tarse,rozando e l agua , ade lan tándose
mucho,en cambio
,e l pel ícano corpulen to , de fuertes al as ,
cuel l o de cisn e y an cho pi co . Otro,e l cormor án cuyo des
ti no,narrado por Nep tuno
,hizo á Neneta mucha gracia .
Le contó que eran escl avos y aprendían de los chinos el
oficio de p escador,co locándo les
,aqué l l os
,un ani l l o en e l
cue l l o que l es impedía tragar,y as í pescaban
,hasta que el
amo ,compadecido
, qui tábales e l an i l l o obstructor dejando
los pescar para si mismos . Sob r epasando a todas l as ó t r as ,
dist inguian se las aves de las tempestades : l o s a lba tr os
g igan tes, los a lcion es y la fr aga ta ; an imal es crue l es y car
n í vo r os, l l amados también bui tres y águi las de mar .
Más tarde h ízose Nep tuno vis ib l e también p ara los pé
ces,l os cual es mansamente
,como las aves
,s e l es acercaron
y esco l taron . Seguían los, dóci les , el terrib l e t ibur ón de
cuerpo largo y boca formidab l e,con la múltip l e s ierra de
s us dien tes,terror del marino que lo ve seguir
,pacien te
,
su barco para tragar todo lo que de é l cae,y su saté l ite e l
p iloto habituado a marchar siempre detrás de él ; el gran
per eg r ino, e l pez sier r a,e l pez ma r t i l lo y el ángel de ma r
,
que debe su nombre al desarro l l o de sus alas . ¡ Qué extra
ordinarios parecieron á Nen eta el pegaso dr agón ,el caba llo
mar ino y el ter og volador !
128 EL MANANTIAL
mares tropica l es,y m ás ráp idamen te aún pasaron por sus
val l es,en los cual es Neneta
,con asombro
,conoció unos
seres chatos v!
gruesos movién dose a l l i con cierta l en titud,
los cua les poseí an , s in embargo , una prodigiosa in tel igen
cia que apar ecía en sus oj os cl arí simos v en una especi e
de i n terna mov ibi l idad de s us ñsonom ías tran sparen tes .
La man ita de la n iña los señaló a su compañero cuando
el l os se agruparon es tudiándo l a con v iva curios idad,al
mismo ti empo que sa l udaban si n humi l lación a l vi ej o
rey .
E stos—dij o — son los i gual es,l os equival en tes a l
hombre que domina en la t ierra . Como él no p ueden re
mon tarse,porque n eces itan l a den sidad de estas aguas
profundas ; pero como él han tran sformado , v aun t ras
tornado lo que avasa l lan . Se han dado l eyes y se han di
v id ido en region es enemigas ; l uchan con armas de s u
inven ción ; se comunican y se tras l adan in stantán eamen te
á través de grandes di stan cias . Son temidos de todos l os
seres que l es son in feriores,no en fuerza s ino en in tel i
gencia . Se sub l evan con tra todos los poderes y no acatan ,
s i no que uti l izan las l eyes eternas . Pretenden someter to
do a su i nvestigación y á su an á li s is,que todo l o exp l ican
,
y todo lo destruyen al mismo tiempo con imp lacab l e
crueldad . Agrandan cada d ía s u i n quietud y su i nfel ici
EL MANANTIAL 129
Con cluiré por abandonarlos , can sado de sus ambi
ciones irrespetuosas é i n saciab l es .
Y con cierto desdén abandonó e l d ios esa r egi ó n que
d isputaba su poder con vanas teorí as .
Mas los conductores de s u carro imperia l n otaron que
habia fruncido e l ceño,v esto bastó para que
,en el afán
de adelan tarse a s u deseo de a le jarse , dieran dob l e impu l
so á su andar , sa l tando de l Ma r de l os Tróp icos al Atlán
ti co,a l Oeste de Gibral tar .
A l l í Nen e ta,v mien tras s u padre le mostraba i s las y
arrecifes de formas caprichosas, que sub ían á la superficie
desde l o más hondo de los mares , const r u idos por e l i n
ca l cul ab l e n úmero de animal i tos que los p ueb l an,de fé
cund idad prodigiosa é in can sab l e acti vidad , descubrió
al go que l e produ jo la impres ión más fuerte é i n ten sa
en tre todas l as experimen tadas hasta enton ces durante s u
viaj e . Eran hermosas ci udades que recorrieron y en las
que hab ía esp léndidas casas y pa lacios . Las agua s,inmó
vi l es en ese p un to,parecian sos tener los gran des edificios
de torres esbe l tas y cúpulas sa l i en tes .
Los oj os de la niña in terrogaban .
Es to es— di jo pacien te y suave e l anciano— l o que
los hombres l laman l a At l án tida,subs tra ída hace muchos
sig los a l domin io de la t ierra . ¡ Oh ! eran hermosos pa í ses
130 5_EL MANANTIAL
ésos,pob l ados po r gente buena y sab ia que hab ía real i za
do enormes progresos . As í quedó ais l ada la gran exten
sió n de América,en muchas de cuyas comarcas , hoy flo
recientes,cruzaron mis ondas y n adaron mis p eces , a l l á
en la época en que las pampas argen tin as eran todav ía
e l mar .
Neneta navegó además por e l Mar de Cora l , s i tuado a l
Noroeste de la Nueva Ho l anda,e l cua l toma su nombre
de las prodigiosas cantidades de coral es que se hal l an en
él,encon trando al l í i nmen sas i s l as de los mismos (algu
nas de 439 l eguas de lar go _por 145 de an cho , l as cua l es
forman el archip ié lago Pel igroso), y supo que aque l l o er a
el soporte cal cáreo de an imal i l los de diversos órdenes
l lamados zoófztos, y serví a para fabricar j oyas y obj etos
preciosos . Y cuando ya el carro de Neptuno se dirigí a po r
su orden a l os grandes pal acios imperial es (de l os que
huver a perseguido p o r e l t edio,yen do á refugiarse á la
gruta sombría donde conoció á Neneta), és ta tuvo una ex
plosión de p lacer , manifes tada en risas armon iosas y gri
t itos de páj aro con tento,a l p ercibir
,fl otando en las aguas
,
enormes masas de vegeta les .
Neptuno tomó sus manitas para acariciarl as,y no que
riendo impacien tar su curiosidad,l e dij o s in hacerse és
p erar, s eñalando aquel lo que tanta al egrí a l e causaba
132 EL MANANTIAL
E l mar estaba de fiesta . Los vasal l os de Neptuno,v is
t iendo s us mejores galas,d i r igíanse á una misma hora
hacia las i nmen sas l l an uras de l o s tróp icos donde se en
con tr aba formado su ejército ,para rendirl e los honores
deb idos á su rango de dios—rey . Reun ialos a l l í aque l d ía
para presen tarles á su hij a adop tiva,la n iña bretona
,la
prin cesa rea l .
Cuando la i nfan ta aparec i ó de la mano de s u padre,
vestida con su eterna t ún ica de hi l o,b lan ca como las ni e
ves del pol o,su vista produj o en l os mi l lones d e seres
que l a esperaban igua l des l umbramiento a l que el la s in
tiera an te lo que veí a . En aquel val l e s in l ím i tes s e abrí an
los jardin es maravi l l osos de l palacio imperia l compuestos
de an ima l es-p l antas,de fl ores v ivien tes
,al l ado de cuyos
esp l endores pa l idecí a hasta l a vegetación exuberante y
enfermiza de los tróp icos terrenal es . Algas gigantes del
verde más bri l lan te ó de los co lores azul turqui,rojo ó
marrón,parecidas á l as palmas
,con hojas l argas de diez
metros,levan tábanse hasta una a l tura de trescien tos , for
mando a l o l ej os se l vas esp esas ; á sus pies se retorcían
l os largos troncos de m i l brazos de la madr e'
por a . Con los
v erdes y amari l l os más variados,se extend ía
, ya más
cerca,e l tierno musgo de l os l íquen es, y sobre é l toda la
gama del ro jo , de l grana y del azul , desde el zafiro hasta
EL MANANTIAL 133
e l ce l es te,de otras fl ores de mi l variedades y nombres
,y
de trecho en trecho abrí an sus cá l ices l a s esp lan a r ias de
o r o, de l a forma el egan te de una copa de champagn e .
Otros cál ices sonrosados,morados
,rojos
,suaves y afel pa
dos como el terciopelo,m ezclábanse en una armoniosa
confusión,v semejan te a perlas nacaradas enredaban en
el las sus co l l ares l as r etepor as. Sin atrevers e á abandonar
las ondas,l as gorg on as l i l as y amari l l as , l uciendo sus p l u
machos sedosos en todo su esp lendor,dejában se mecer
po r el las . En l a arena florecían l os er izos,l as medusas y
las estr el las de ma r ; t r epábanse ó tr as , po r mi l lares , á l as
enormes ramas del cora l,y,sobresal iendo sobre todas
aque l l as maravi l l as— como sobresa le la rosa en los j ardi
n es terres tres er gu íase resp l andeciente la an émon a ma
r ina,parecida á l a s flores del cactu s de la s a l tas monta
ñas . Y para animar aún tanta vida rad ian te mov íanse en tre
l os coral es,graciosos
,ráp idos
,ve loces
,l igeros como aéreos
p icafl ores,i n cal cu lab les pececi l los de un bri l lo metál i co ,
bermej os,verdes
,tur qu inos, dorados y p lateados .
Una vez que e l soberano hubo ocupado su trono de
marfi l y perl as , y la i nfan ta o tro igua l y más pequeno a su
lado,voces sol emnes
,semejan tes á l as del órgano
,en to
naron e l h imno n eptún ico,v el la supo que eran las voces
de l coro pal ati no formado por el pe: músico, habi tan te de
134 EL MANANTIAL
los mares de l a Nueva Gran ada quien só lo ven í a á l a corte
para las gran des so l emnidades . Y en e l momento mismo
en que e l r ey la presen taba con palabras de amor y rego
eij o como á su hij a augusta,oyér on se otros can tos diver
sos de voces admirab l es y muy dul ces,y v ió la n ina grupos
de muj eres de una be l l eza in comparab l e dirigirse hacia
e l l a trayéndol e presen tes : las o ndinas ofr eciér on le un ves
t ido semej an te al usado por el las mismas,tej ido con hi los
de una espuma el egida en las más t iernas ondas ; las ná
yades d iér on le l ind ísimos col l ares,formados con gotas de
agua cristal izada enfi l adas en hebras de sus cab el los de
o r o . Y después acer cár on se,s in i n terrumpir s u div ino
can to,en largas fi l as
,las s irenas
,cuyo cuerpo terminaba
en el egante col a de pescado,depon iendo á sus p ies las so
ber bias perl as que hab ían ido á buscar a l o más hondo de
los mares de Oriente .
La i nfan ta,sonre í a suavemente
,embe lesada si n enor
gul lecer se ; miraba á su p adre , tan fel iz , s in tién do la rena
cer á la al egria y trataba de manten er la corrección exi
gida por su n uevo ran go . Mas esto duró poco , pues de
repen te dió un sal to,abandonó su trono y corrió a l en
cuen tr o de un mon tón de pequeños seres , quien es se apro
xim aban moviéndose cadenciosamen te,can tando también
e l l os con voces aflautadas y l l evando en sus manos gui r nal
136 EL MANANTIAL
Y el océano al l í s e i l umin ó todo v bri l l ó refulgente,en
v iando á l as más remotas aguas su resp landor .
Un d ía Neneta j ugando con sus damas de honor las
pequeñas ondinas,s irenas y n infas a lejóse con e l las de
los j ardin es de su padre y atravesaron l a se l va tup ida de
las al gas,para irse corri endo hasta un ban co de av iculas
per ler as ; esas gruesas conchas de hermosí simo n ácar que
contienen l as p erl as preciosas,l a s cuales n o son s i no las
s ecreciones globulosas del mol usco de quien la con cha es
morada . En lo mejor de sus j uegos,l os n iños del mar vie
ron baj ar de s u superficie,muy próximo á e l los
,un cuerpo
extraño que se puso á imi tarlos,arran cando las v ivien das
de los moluscos que estaban á su al cance y metiéndo las
precip itadamente en una r ed que suj etaba con el p ie iz-r
quier do . E l b u l to desl izábase por una cuerda de cuya
punta pendía,amarrada
,una pi edra . L l evaba un casco de
cobre estañado con cuatro anteojos de cristal,y estas ven
tan i l las estaban cubiertas por enrej ados de al ambre .
Los pequeñuelos m i r ában lo s i l en ciosos y con v iv i sima
curiosidad si n atreverse á acer cár se le ; pero Neneta , más
audaz,y bien segura de que todos los habitan tes del agua
EL MANANTIAL 137
la amaban v obedecía n , y creyéndo lo ta l se aproximó ré
suel tamen te,v como coin cidiera que en ese mismo in stan
te e l cuerpo aque l se izara en e l aire para subir de n uevo,
queriendo sati sfacer su curios idad,es tiró el brazo y al can
zó á tocarl o . No bien lo habí a hecho,la i nfanta se es treme
ció convu lsivamen te,gritó : Es un hombre y cayó al
suel o como fulminada .
E l cuerpo extraño hab ía s ido e l de un buzo pescado r
de perl as .
No hab ía remedio p ara Neneta,quien desde e l momen
to en que su mano rozara a uno de sus semej antes,y roto
por esa causa el en can to de la ondina,sin t ióse i n vadida
po r e l recuerdo y l a nosta l gia . E l rev mor íase con e l la,
par eciéndo le que l e arran caban las en trañas a l contem
plar la exánime , pá l ida y helada , y viendo su pech i to de
pa loma herida l evan tarse y baj arse apresurado , semej ante
a l de sus peces cuando los cruel es hombres los sacan fuera
de s u el emento : el agua . Y se j uzgó a si mismo m i l veces
aún más crue l que aqué l l os, por dej ar morir a ese ser tan
frági l y tan bel l o l ej os del suyo : l a tierra .
Todos los habi tantes del mar sufrían igualmente,l a
men tándose por las angustias de la n iña,cuya bondad lo s
hab í a conquis tado como conquistara á los pescadores de
138 EL MANANTIAL
Bretaña ; y , reun idos , cl amaron v rogaron a l soberano que
la devol viera á su a l dea para sal varl e la vida .
Una calma aterradora hab ía en las aguas,mientras
tanto ; calma que asustaba y sorpren día á l o s habitantes
de la t ierra,si n supon er s iquiera que refl ej aba l a indecí
s ión,la paral ización de la vo l untad del d ios de esas re
giones .
Po r fi n,t iró éste l ej os su tridente de oro
,y se hizo su
figura,de súb ito
,i nvi s ib l e . Sus cortesanos traduj eron su
gesto : po r él con sen tia en dej ar ir á la n iña , pero al ejan
dose mucho an tes para no verl a partir . Iba a en cerrarse el
desgraciado en su gruta somb r í a ; la gruta de l os l argos
años de hast í o y de mel an co l ía .
Dos olas que hab ían sido madres tomaron a la i nfan ta
moribunda, ya cas i i n sen sib l e , y , col ocándol a blandamen
te en su matern a l regazo,subieron con e l l a a la superfici e
de las aguas que se manten ían ca l l adas y entri stecidas .
Mirándola partir,l o s pequeños gen ios l loraban en l os jar
din es imperial es ; las fl ores v ivi en tes , l as p l antas-an imales
perdí an su an imación y sus co lores . Las s irenas,l as e ndi
nas,l os p eces escol tában la s i l en ciosos y r ecogidos; l as aves
s eguian tras e l l a aban icándola,como en d ías más fe l ices
,
con sus a las ; y e l l eón marino , l as morsas y las focas per
man ecían i nmóvi l es,p etrificados en los t émpanos del pol o .
140 EL MANANTIAL
n iños terminaban as í sus oracion es de la noch e : Señor
María,devuélvenosla
Una noche,varios pescadores que se r etiraban á su casa
divisaron á l o l ej os una gran luz reful gen te,par eciéndo les
una l l ama que marchara hacia donde el l os se en con traban .
Para an un ciar aque l l o,muy semejan te a mi lagro
,l l ama
r on á voces a l os compañeros,quien es
,á medio vestir
,sa
l i erou de sus casas .
Entretan to,l a mi steriosa l uz segu ía caminando
,acer
cándose más v más , hasta que l es fué ya posib l e dist in guir
la forma de una niña vestida de b lan co y en vuel ta en r es
plando r es, que dejaba a su paso un reguero de su propia
l uz . An tes de reconocerl a l a adivinaron,gritando á un
tiempo todos : ¡Neneta , Neneta bendita n uestra !” Corri e
r on,l ocos de j úb i l o
,á s u en cuen tro y al abrazarla sin tieron
que les comun icaba algo de s u resp landor .
Y enton ces,á esos ignoran tes
,pero no en l as cosas de
mar,no les quedó ya duda de que su ángel l es l l egaba por
ese camino l í quido,reconocien do en las l uces adheridas
a su cuerpo las fosforescen cias de las aguas , proven ientes
de los mi l lon es de an ima l i l lós que suben a la sup erfici e ,
le comunican su prop iedad l uminosa,y dan al océano
!
ese
aspecto magn ífico y radian te de i l uminación y de i n cendio .
EL MANANTIAL 141
La niña con só lo p isar el suel o s e hab ía curado por
comp leto . Fal taban en l a a ldea muchos de sus padres,pues
se estaba en la época de las gran des p es cas y hab ían el los
i do a hacerl a á la l ej ana Is l andia . Pero l os que quedaran
sen t íanse fel ices con ten erl a,y pasaban largas horas oyen
do l as narracion es de su s v iaj es por l os reinos de Neptu
no . ¡ Cuán to aprendieron aque l l os hombres de esa boca
i nfan ti l !
Entretan to,a l poco tiempo l a al dea comenzó á alar
marse por las con tin uas borrascas y tormentas que azota
ban la p l aya . La mar rugia como s i en cerrara l eones en
fur ecidos,es tremeciendo á aquel l os hombres aguerridos
y más a las muj eres, que temblaban por l a suerte de l os
que estaban l ej os .
Pasaban las s emanas y las borrascas eran más fuer
tes,l a mar más brava …
Muchos buques s e es trel l aron con tra las costas ; mu
chos sal vamentos hubieron de hacer aquel los
Los furores de l a natural eza iban si endo cada d ía ma
yores , y mayor el terror de aquel la gen te …
L l egó, por fi n ,
e l momen to de l regreso de l os pescado
142 EL MANANTIAL
r es,de Is landia . Vo lvi eron e l lo s p ero sombríos y desal en-r
tados,porque ese año
,suceso j amás vis to
,no habian apa—r
recido los bancos de p escado que anualmente iban á
buscar hasta esas lej an ias . Er a esto e l an uncio de la mi-r
s eria . Y la miseria l l egó espan tab le .
Aquel las criaturas no sab ían ni podían hacer otra cosa
que la pesca . Su aldea ha l lábase ai s lada de todo cen tro,
rodeada po r otras a l deas más pobres todavia, y por lo
tan to n i ngú n auxi l io pod ía l legar les . Como ún ico recurso
quedában les l as p erlas de Neneta . Desgraciadamente,du
rante la traves í a la n iña había dejado caer a l fondo su
col lar de un precio i n cal cul ab l e,v las madres de la t ierra
encontraron,a l pein arl a
,só l o dos
,enredadas en tre sus
cabel los . Sólo dos eran,pero que vendidas á un usurero
de paso por l a al dea,con su precio p udo mantenerse é l
pueb lo en tero durante mucho t iempo .
E l mar no se ca lmaba ; la t empestad devastaba las
pob l acion es de la ribera y l os hombres no podían partir
hacíase imposib l e navegar y e l pescado fal taba . Desde e l
regreso de Neneta n o se hab ía visto el so l,n i hab ía son
reído la calma un so lo d ía,y el aspecto que presen taba
aquel la a ldea er a el más descon so lador : l os hombres ,.
sombríos y maci l en tos,enfl aquecidos por l as privaciones
permanecían sentados,s i l en ciosos
,á l as p uertas de sus
144 EL MANANTIAL
Desp ués de esta advertencia,l a t ierna Neneta refl exionó
largamen te por primera vez , y si n tió que e r a necesario
e l sacrificio de su vida . Tristemente con temp l aba á sus
madres l l orosas flacas v cal l adas como sombras,afl i gidas
por la miseria , mayor cada día . Aquel lo ven ció toda su
r esis ten cia á abandonar la ti erra .
Una tarde s e dirigió á la p laya y l l oró a sol as durante
m ucho tiempo . Luego enj ugó sus lágrimas,l l amó a la on
dina,la buena con sej era del dios
,y,l l é vame con tigo l e
d i jo simp l emente , ech ándose en sus brazos .
Duraban todav ía l as sun tuosas fiestas ordenadas por
Neptuno para cel ebrar e l regreso de s u hij a bien amada,
y los regocij os que s u v i sta provocaba en tre los s eres ma
r inos,y ya
,y a pesar de sus esfuerzos
,la tez de la n iña
v o l ví a a pa l idecer,v su rubia cabeza a i n cl i narse cua l una
flor que comenzara a marchi tarse . Su padre tuvo en tonces
el presentimiento de que pod ía morir s i no pon ía él el
remedio,v fué de nuevo á pedir con sej o y al ien to a l a
-ondina de la gruta de cri sta l . Recl amó el l a algún tiempo
para reflexionar, v después de muchos d ías de meditación
a pareció á la cabecera del soberano v le dij o
EL MANANTIAL 145
Neneta t ien e alma e i n tel igen cia,y por eso te ama v
te comprende . Sufre tus mismas cav i laciones, v eso l a
mata . Propón l e,pues
,div idir su existen cia en tre e l mar v
l a tierra v acep tará si n duda a lguna . Haz el sacrificio de
separarte de el la sei s meses anualmente ; s i n o , de otra
manera,las Parcas te separarán de el l a para s iempre .
An te ta l amenaza,el r ey no vaci l ó , manifes tando á l a
n iña su reso lución de repartir su amor y su presen cia con
l os padres de la aldea . Y una tarde,l a i nfan ta fue despe
dida en l os jardin es imperial es,no ya con pena sino con
a l egría,porque se estaba seguro
,esta vez
,de su regreso .
Con j úbi l o igua l fué recib ida en su pueb lo,adonde
l l egaba en l a época fij ada de an temano po r e l protoco lo
n ep tun iano : e l i n vierno,cuando los hombres vo l ví an de
l as grandes p escas en l o s paí ses fríos .
¡ Cuál no s erí a l a dicha de la amante criatura al en con
trar su a ldea tran sformada ! Habí a desaparecido de e l l a la
miseria ; pues , durante su ausen cia , l o s ban cos de sardin a
bacalao y atún,hab ían vuel to en can tidad . Y comprendió
,
conmovida, que todo er a obra de su padre , quien en cam
b io de s u sacrificio daba á l os que el l a amaba la ab un
dancia .
Ahora,los pescadores , abrigados y bien vestidos , r efu
giábanse en sus casas , rodeados de sus muj eres é hij os ,
146 EL MANANTIAL
descansando de sus fatigas,y desde al l í v e ían si n al arma
al mar entristecerse desencadenar se l as borrascas y rugir
las aguas . Sin al arma,si
,pues bi en sab ían que er a todo
aquel lo el refl ej o de l o que el dios sufrí a a l sen tirs e nue
vamente so l i tario,y que con la primavera , cuando la n iña
l e fuera devue l ta,cump l iendo e l pacto
,retornaría la calma
y en el océano r esur gi r ía la v ida .
Po r eso,cuando l l egó la hora de la partida de la bien
amada,nadie tampoco se en tris teció en la a ldea . Y en los
años suces ivos v ióse desarro l l ar en la p l aya una escen a
si empre igua l y s iempre tierna : después de bendecidas
como de costumbre las barcas p escadoras,l o s hombres
tomaban su rumbo en busca del pescado que er a su ri
queza,y alejában se cantando sus himnos a María , a l mis
mo tiempo que Neneta dejábase conducir dóci lmen te po r
l a s ondas matern al es a l rei no de su padre,donde v ivirí a
dichosa has ta el nuevo otoño .
Y mientras s e al ej aba l l egaban á l os o ídos de aquel ser
be l l í s imo,en una fusión de l iciosa , desde las grandes dis
tan cias,l as voces de l os p escadores de Bretaña en el Ave
Mar is Stel la,y desde el fondo de l mar
,desde l o más pr o
fundo y en cantos de b ien ven ida,las dul ces voces de las
sirenas del dios-rey,el cua l impacien temente la esp eraba .
148 EL MANANTIAL
er a más fuerte . Nubes en j iron es flotaban en e l ci elo y el
al ien to de l mar hacíase más frío … Apuren el paso,com
pañer os, nos hemos retardado mucho ; e l d ía s e va v esta
mos aún muy lej os d íjoles Martha .
La obscuridad En e l cie lo no hab ía ya n ubes ;
estaba un iformemen te gri s p lomizo y l as aguas,ennegr e
cidas . Levan tábanse en al tas cres tas las ondas,dej ando
en tre e l las profundos huecos .
No pen saban los n iños ya en Nen eta . Pensaban en e l
por qué de aque l repen tino cambio,de aquel l a agitación
que tan súbitamente reemp lazara á l a ca lma del momento
anterior . O lvidados del mar azul,del mar amigo
,del cie lo
l ímp ido,de la barca s erena
,y aunque el la estaba al l í
,
t uvieron miedo v corrieron tomados de la mano,huyendo
de aquel l a mar que para e l los no er a ya s ino la s in ies tra
devoradora de hombres fuertes ; la t umba de l os padres de
esos huérfanos que más tarde hospedaría en s u asi l o
Gracia Marn er .
¡Ya estaban contentos ! O lvidaban , como por en canto ,
el mar somb r ío para recordar de nuevo la p laya , la me
dusa,el cangrej o
,á Chi b i r í n y Neneta
,todo en una del iciosa
confusión .
EL MANANTIAL 149
Caminaban despacio ahora,después de tan l arga carrera
y l l egaban al l ímite de l a cal l e de árbo l es ab ierta en la
barranca,divisando desde a l l í l as primeras l uces encen
didas en s u vi l l a,que er a para el los
,has ta enton ces
,todo
s u mundo . Un pesado edifi cio l l eno de ventanas les cerraba
e l paso : l a es tación fl amante del ferrocarri l . Martha golpeó
las manos v la Es cuela se detuvo ; un tren se acercaba
Era el tren que pasaba para Buenos A i res y deb í a cru
zar se con el ó tr o que de a l l í ven ía . Los n iños con los oj os
fij os m i r ában lo Un s i lb ido mucho“
E l Manantial,E l Manan tia l a nunciado á voces
por l os emp leados,y e l convoy se detuvo . Nadie baj ó
,y
las p ersonas que esp eraban apr esur á r onse a sub ir . En tre
e l l as hal lábase un joven,cas i un n iño
,que iba á A l eman ia
,
su patria,a cump l ir e l s ervicio mi l itar . La madre
,v iuda
,
l loraba descon so ladamente prendida de su cuel l o,y s us
hermanas l loraban también esperando su turno para abra
zar lo . Fué preciso separars e ; el tren part ía .
Un toque de un y los n iños v ie
ron muy l ej os ya el pan uel o b lanco de l j oven con scripto
agitándose en el aire,diciendo adiós
,adiós
,á l o s suyos
que s e quedaban desol ados en el andén .
E l otro tren en traba ya como un mon struo j adean te,
si lbando y aul lando . E l monstruo se estremeció y quedó
1 50 EL MANANTIAL
q uieto ; E l E l Man antia l gri taron de nuevo
los guardas , abriéndose con fuerza las portezuel as . De un
c oche de segunda baj ó una muj er joven todav í a,l l evando
de la mano á sus dos hij i tos ; ó tr o mayor, como de nueve
anos,la seguía . La muj er miró al andén y l anzó un grito
cayendo con su s h ij os en los brazos de un hombre que los
hab ía reconocido y se abal anzaba hacia el l os . Er a un
hombre vigoroso,venido cuatro años antes de su pais
,
Ita l ia,en cal idad de inmigrante , que hab ía trabajado tres ,
c omo col ono de l cuñado de Marn er,y ahora
,dueño de un
pedazo de buena tierra trabaj aba en l o propio . ¡Con cuán ta
conmoción y con cuán ta ternura abrazaba aquel hombre
a la compañera de su vida , dej ada en su paí s y en la miseria
c on sus criaturas que eran en ton ces tan chicas !
La maestra señal ó á s us d iscíp ul os l a famil ia del co lono
q ue , después de haber sufrido tanto , s e reun ía para ser fel iz
e'
iba a l l enar una casa hasta en tonces vacía ; después , á la
ó tr a tan fel iz hasta en ton ces, que s e al ejaba de la estación
_
l lorando,t emerosa de l l egar á l a suya donde dej aba un
n egro hueco el p rimogén ito que se ausen taba , y dij o :
La vida tien e cambios bruscos como los que hemos
presen ciado en e l mar . De escenas semej an tes á estas dos,
sorpren didas tamb ién por nosotros,s e compone la v ida
S i aquel l a madre,entri stecida
,del hij o que se va
,lo pen
F IESTA PATRIA
Al estruendo de las bombas v al rep ique de las cam
panas,echadas a vuel o sal udando e l a lba del 25 de Mayo
,
hab ian despertado los n iños esa mañana,y horas más
tarde,de dos en dos y en l arga fi l a
,atravesaban las ca
l l es de E l Manan tia l por debajo de al tos arcos de fol laj e ,
l os cua l es ostentaban alegor ías y l eyendas .
Delan te de cada uno de el los se deten í an,y el a l umno
i ndicado por las maestras l eía esas leyendas en al ta voz .
As í sucesi vamen te iban tran smitiendo á sus compañeros
y a l p úbl ico l o que esos arcos n arraban
“E l 22 de Mayo de 1810 t ien e l ugar el Pronun ciamiento
de Buenos Ai res . La Asambl ea popul ar convocada el d ía
anterior recl ama un gobierno propio,que surj a de l p ue
EL MANANTIAL 153
b lo,quien reasume desde ese momento su soberan ía y
exige l a depos ició n del virrey Cisneros .
“ E l 23 de Mavo de 1810,en l a ú ltima hora de la tarde
,
una compañí a de Patricios,a l mando de Díaz Vél ez
,anun
cia á son de caj as que el poder del virrey hab í a caducado
y que e l Cabi ldo asumía e l mando supremo del v irrein ato
de l Río de la Plata .
”
E l 24 de Mayo de 1810 e l pueb lo rechaza la Jun ta
p rovis iona l que hab ía sido designada,porque no in ter
pr etaba sus asp i raciones , y obl iga l a renun cia de Cisn e
r os, que la pres id ía , y de l os demás miembros .
“E l 25 de Mayo de 1810 e l pueb lo estimul a v en cauza
la revol ución y exige e l nombramien to de una Jun ta que
lo represen te . Es ta Jun ta i n terpreta el esp iri tu de la r e
vo lución y marcha a l cumpl imien to de sus designios co n
imp lacab l e energía .
“Después d e la Semana de Mayo, la Jun ta , que hab í a
ten ido origen en la soberan ía popu lar,dió enérgicamente
los rumbos á la revol ución emancipadora argentina,que
no fué j amás abatida .
154 EL MANANTIAL
A l en trar en la p laza en con t r ár on la i n vadida por l a
mu ltitud, que les abría paso y los dej aba l l egar fácilmente
hasta una figura de la Repúb l ica l evantada en e l centro,
an te la cual los niños se descubrían y las niñas depon ían
ramos de flores .
Una hermosí sima corona de rosas y v io l etas b lancas
mezcladas al ce l es te miosót i s,y grandes cin tas con los
co lores ingleses,ofrenda de la fami li a Marner
,yací a al
pie , y otra i nmen sa , de hoj as de omb u cortadas de los ar
bol es del bosque veci no,y lazos con los co lores n aciona
l es,hab ía s ido depositada a l l í también por l os emp l eados
y obreros de las fábricas .
En medio de l si l en cio y el recog im ien to más comp leto,
comenzó la Escuel a á can tar :
Oí d, mor tales, el gr ito sagrado
¡Lib er tad , l ib er t ad , l ib er tad ! ”
Oí d e l r u i do de r ot as cadenas,Ved en tr ono á la nob le Igua l dad .
A estas palabras de l Himno Nacional,escrito por don
Vi cen te López y Plan es,miembro de la Asamb lea Con s
t i tuvente , y aprobado por ésta el 11 de Mayo de 1813,vi
b r a r on todos aquel l os corazones . Y e l coro hab ía crecido
enormemen te en sonoridad , porque e l pueb lo hab ía uni“
do su voz viri l á las voces i nfanti l es,cuando se en ton ó :
156 EL MANANTIAL
l o que debes ser, v s i n o no serás n ada . Y como el busto
del prócer quedara demasiado e l evado para al canzarl o
con sus brazos,Mar gar itaNar d i y Manuel a Á l varez l evan
taron á Li l i ta Val dés , preciosa criatura de sei s a nos , para
que colocara en s u soporte la genti l ofrenda .
E l p úb l ico, que hab ía i n vadido los j ardines y desde
al l í p resen ciaba lo que pasaba en el sal ón,an imaba la
escen a con sus ap l ausos y aclamaciones,los cual es s e aca
l iaron como por en can to para oi r l o que la maestra iba á
decir á sus dis cíp ul os,quien es ten í an ya fij os los oj os en
su rostro fino y elocuen te
Niños m íos,amen la patria y el patriot ismo . La u na
es la madre ; e l ó tr o ,es e l amor con que s e la rodea
,s e l a
defiende,s e la s irve
,se la ven era . Ambos son san to s .
Si para defenders e de una mala ten tación se t ien e
como escudo l a prop ia dign idad,tengan también la d ign i
dad de que os i n vi ste vuestro carácter de argen ti nos . Y esta
dign idad asume la soberan ía en l os momentos en que se
ej ercita excl usivamente ese carácter : en l a guerra como
soldados,en la paz como ciudadanos . T odo e l valor de
ustedes,mis tiernos compatriotas
,s e reclamará en e l pri
mer caso ; toda vues tra honradez y probidad , toda la con
sagr ación tranqui la de la obra diaria , de la i n iciativa úti l v
progres iva,en el s egundo .
EL MANANTIAL 157
“En nuestros grandes hombres ten emos dos tipos mar
cados de patrioti smo diferen te , igualmen te admirab l es
San Mart í n, que escapa un tanto a la ciudadan ía para ser
e l hombre-misión,y cump l e su dest ino grandioso en me
dio contin ente ; Belgrano , e l exponen te más el evado de l a
virtud cí vica,en quien l as g lorias mi l i tares t ien en siempre
la aureola de l ciudadano . El úno parece -imponer su fe
patriótica,el ó tr o en señarla . Son dos puntos l uminosos de
la historia y perman ecen en e l l a a manera de faros : San
Martí n nos i lumi n a e l camino de la Independen cia,Bel
grano el de l os sentimien tos que la en nob l ecen .
“Amen también,queridos m íos
,el Valor
,la Igualdad y
la Vol un tad .
El Valor es la reun ion de muchas energías qué ar r os
tran sin temblar los p el igros y la muerte : es una fuerza
mora l y una virtud : Virtud que s e debe enal tecer y cul t i
var,pues vigoriza todas nuestras empresas y nos hace
ap tos para los grandes servicios que puede reclamam os
en un momento dado,el paí s donde hemos n acido .
El Valor va un ido a l a Igua ldad,porque n ivel a y hace
igual es á los hombres . ¿ Quién en el momento del peli gro
toma en cuen ta l as diferencias de cuna,de posición ó de
fortun a “?“E l gaucho
,el hombre fuerte de n uestras campañas er a
158 EL MANANTIAL
bravo,por eso ha sido gra nde en su misión de auxi l iar in
di spen sab l e del progreso a l que ha dado l a v ida de su raza .
E l mismo,con su esfuerzo y va len tí a
,con su amor impe
tuoso por su tierra,ha desen vuel to el estado superior de
cu l tura,causa de su desaparición . Como ciertos i n sectos
,
ha preparado en una exi sten cia rudimentaria,una tumba
de la cual debería sal ir tran sformado en otro ser más con
forme con la época actua l .'
Y no crean ustedes que lo em
pequeñezco con tal comparación . En el en caden amiento
formidab l e y preci so d e las cosas de la n atural eza,todos
los seres deben ten er un valor abso l uto,semej an te por su
ind i spen sab i l idad , para su eterna armon ía .
“ Independientemen te de ese va lor primordia l v ien e el
val or rel ativo,que es y puede ser al t í s imo
,como corres
ponde á la escal a superior in te l igen te que se ha otorgado
á los humanos,i gual es siempre an te la inmutab l e j usticia
de Dios .
“A medida que nos acercamos á la i nfan cia , es decir, a l
punto de partida,la desigualdad que separa á l o s hom
bres d ismi n uye y debe di sminuir . Los n iños son los futu
r os so ldados de la paz y de la guerra , que se adiestran
para las luchas que deben sobrel l evar en cump l imiento
de sus desti n os,y por eso s e les debe dar armas igua l es .
Más tarde,ya en e l esfuerzo
,unos p ermanecerán s imp l es
1 60 EL MANANTIAL
c lando en s u entusi asmo , á l os nombres gloriosos l os de la
maestra v de l ord Marn er que l es enseñaban á vener ar los .
Pen etrados de l as palabras que aqué l l a pronun ciara
o rgan izaron todos sus j uegos,adaptándo los a i deas de ar
diente patriotismo ; y a l cabo de un rato— y después que
regresara de la cal l e,á donde hab ía sa l i do un momento
a ntes César Bel ena,trayendo un paquete que hab ía ido a
buscar l as gal erías del co l egio,que daban sobre e l par
q ue,v i ér onse convertidas en la Recova Viej a . En e l l a apa
r ecia una ti en da aten dida por varias n iñas , á la cual p e
n et r ó Fr en ch,en carnado en Joaqu í n Pizarro
,y p idió cin
t as blan cas y celestes,co l ores que l l evaran l os patricios en
sus un iformes desde l as i n vasion es in gl esas,tomó un
montó n de piezas v sal ió con el las para repartirl as como
divi sas de partido .
Jul io Marn er quiso hacerse conocer y gritó : “Yo soy
B er uti”
,co locando antes que todos el disti ntivo patrióti co
e n su sombrero,é imitándo lo hicieron otro tanto lo s Re
l ena,Kramer y otros muchachos de l os mayores
,que se
a presuraban a represen tar a todos l os hombres de la Jun ta :
Corn el io Saavedra,Juan José Castel l i
,Manue l Belgrano
,
M iguel Azcuenaga,Manue l A lberti
,Domingo Math eu
,Juan
Larrea , Juan José Paso y Mariano Moreno . Y entre e l l os,
r epresen tando a un veterano in vá l ido,Pierna de palo
,
EL MANANTIAL 161
s iempre so l emne v acompa sado,narraba las hazañas de
l os h ij os de Buenos A i res para rechazar las i n vasion es
inglesas,y la pér d ida de s u p ierna , que tuvo , s egún é l ,
l ugar en ton ces .
Mientras tan to,Fr en ch organ izaba la r eun i ó n del pue
b lo que iba in vadiendo e l j ard í n p laza de l a Victoria
a l que repartía aquel las ci n tas,y a l mismo tiempo apos
taba eu la esquin a grupos armados de t ij eras,con l as cua
—l es cortaban igual es di stin tivos,que eran en tregados a l os
patriotas,únicas personas á qui en es permi tí an penetrar
en aque l s it io ; otros grupos de n iñas ayudában los en l a
tarea y adornaban con esos disti nt ivos sus cabezas . Y así,
i n stan tán eamente se vió toda la reun ión popular con ci n
tas cel es tes v b lancas pendientes de l pecho odel sombrero_
Nora Days se sub ió a l rato en uno de l os ban cos de l
j ard ín,y por s i al guno no hubiera comprendido el sign i
ficado de aque l j uego sugeren te,a lta
,esbel ta
,s erena como
la musa de la Patria,exp l icó :
Una escen a semej an te á la que reproducimos en
es te momen to ten ía l ugar en es ta mi sma fecha en la p laza
de l a Victoria de l a ciudad de Buenos A ires el año 1810.
E l la dió origen a l os co lores de n uestra ban dera : l a Ban
dera Argen ti na que más tarde Belgrano enarboló e l pri
mero . Y ahora,compañeros , el señor Marn er
,nuestro
162 EL MANANTIAL
amigo,va a hacer desfi l ar ante nuestros ojos
,mediante
l as pel í cu l as de s u cin ematógrafo,epi sodios y figuras de
la época gl oriosa de la eman cipación .
Todos quedár onse aten tos é i nmóvi l es hasta ver apa
r ecer,moverse
,hab lar
,accionar
,desaparecer v vo l ver á
en trar á muchos de l o s personaj es del drama r evoluc10
nario y desarro l l ars e escen as del mismo drama con toda
l a vivacidad de la vida misma .
E l terrib l e cuadro de la ej ecuc i ón de Li n i ers,Con cha
v sus companeros en Cabeza del T igre .
E l ardien te Moreno,el ún ico que desde e l comienzo
diera todo su a l can ce á la revo l ución,y cuya muerte pre
matura en el mar fué la más grande pérdida de aquel los
t i empos .
La escen a en que Belgrano decide e l entusi asmo de los
patriotas j urando por su espada la deposi ción de Cisn eros.
La sesión en que los represen tan tes del pueb lo exigen
el nombramien to de la Junta .
Una reun ión de damas pá tr ici as para con venir en l os
medios con que auxi l iarían á l a Revo l ución .
Y de repen te,l os co l egial es,que
'
pr esenciában enaj enados
desde hacia l argo rato aquel glorioso desfi l e , si ntieron una
honda conmoción a l v er aparecer l a'
fi g ii r a venerada y fá
mi l iar de San Martí n conversando cº n un n iño como el los .
164 EL MANANTIAL
l e r ever decían e l alma,y con una sonrisa p r egun tó le otra
vez
¿, Y sus padres , qué dicen
Só lo tengo madre ; pero aprueba mi conducta aun
cuando no ha ten ido e l valor de ven ir á ofrecerme el l a
misma .
¿, Qué edad ti en e usted
Catorce años .
San Martí n l l amó .
Que i ncorporen á este bravo— expresó pon ien do
sobre el hombro del muchacho su fuerte y larga mano
al Regimien to de Granaderos .
“
El n iño s e al ej ó detrás del ayudan te,con l as mej i l l as
en cendidas de p lacer , prometiendo an tes a San Martí n
traerl e el con sen timi en to es crito de su madre .
“Poco tiempo después se abrí a l a marcha estratégica
que permitió atravesar los Andes , desorien tando y aba
t i endo a l enemigo,y San Marti n reun ía s us tropas en la
cuesta de Chacabuco para in ici arse con un triu nfo digno
del gen io mi li tar de l gran guerrero .
“A l l i,cuando Necochea
,l l evan do la necesidad de la v ie
toria,que acababa de exponer O'
Higgin s con su arroj o
temerario y ren coroso,cargaba denodadamen te
,s e v ió en
uno de los primeros escuadrones la figura i nfan ti l del
EL MANANTIAL 165
n iño (León Gal í ndez se l lamaba), cuya fi sonomía expresa
ba su animoso entusiasmo,su i n domab le val en t ía .
Su voz t imbrada er a lamás al ta para e l gri to de guerrade en tonces en nuestras cabal ler ías
,cuando hacían tem
blar el sue lo con l os cascos de l os corce les y lo ar r o l laban
todo
¡ Viva la Patria !
¡ Viva la Patria !
Hubo un momento de confusmn . La carga,el ch o
que con el enemigo desorgan izaron l as fi las . Necochea
hacía o í r s u voz como un cl arín y enroj ecí a su sab l e en e l
combate . León procuraba acer cár sele atraí do por ese va
l or domin ador v bri l l an te ; quería estar á su lado , cae r
con él,sa l varlo s i podía .
Y esto ú l timo sucedió . La lanza de un españo l iba a
atravesarlo cuando sé vo lv ia para mirar de fren te la v1c
toria . E l n iño paró e l go l pe,pero no pudo resisti r al vete
rano enemigo que se lan zó contra é l .
“A l gunas horas después del triunfo,y tomadas las dis
posiciones necesarias para hacerl o del todo fruct ífero,San
Martí n v is itaba á l o s heridos que hab ían sido recogidos .
“
166 EL MANANTIAL
Entre el los r econocw a l n iño que l e hab ía s ido tan
s impático,y,conmovido
,puso su mano f irme en su
fren te cal en turi en ta . E l ti erno herido son rió melancó
l icamen te .
“En ese momento aparecía Necocheaque vis i taba tam
bién á los heridos de su regimien to . No l e hab ían pasado
desapercibidos e l val or,la heroica actitud de León duran
t e e l combate ; mas sus deber es y responsabi l idades de jefe
le impidieron socorrerl o .
Señor Gen eral,á este j oven debo l a v ida dij o con
su franca impetuosidad , v contó ráp idamente l a escena .
“
San Martin lo acarició en tern ecido
Me hab ía hecho,desde que lo vi
,la impr esión de un
val ien te . Su mal n o será grave — repuso,procurando im
_ponerse de su verdadero es tado . .
“E l s emb lan te p ál ido y demacrado del n iño se an imó ,
r espondiendo con una voz desvanecida
No,Gen eral ; voy amorir . Morirí a conten to por la
patria que sonrí e s i no t uviera madre . No la o l viden ;
no o l viden que e l l a me donó a v no ten ía otra
.cosa .
No pudo con tinuar . Hizo ademán de extender sus dos
m anos á l os j efes y cayó sobre la tosca mochi l a que le ser“
v ía de almohada .
ANOTAC IONES DE MARTH A
En la Es cuel a se recordaba aver que se han cumpl i
do los tres meses de la partida de laspa tr on a s de Chibi r in ;
asi l l aman los a lumnos a m i s ia Rosario Ramirez y á su
hij a María . ¿, Quién hubiera previsto aquel l a tarde que co
nocí á esa señora,debati én dose con e l buen diab lo popu
l ar cuya orej a atenazaban s us dedos , hasta dónde sen ti rí a
yo su ausen cia y tomaria parte en sus penas ? … Debemos
convencernos : el corazón es e l gran conquistador, y misi a
Rosario— un a pó lvor a como se cal ifica asi misma— es todo
corazón . Hab iase hecho ú l t imamen te amiga indispen sabl e
de mi abuel a,a quien su reumatismo crón ico impide cá
minar . Hac ía le compan ia , con ver sába le con su graciosa
verbos idad,la ayudaba en
'
sus eternos tej idos que desde
tiempo inmemorial regal a e l l a a los pobres .
—¡ Cuán tos pun tos sen ci l los ó compl icados , al tr icot ó
EL MANANTIAL 169
a l cr ochet,en seda , en lana , en h i lo ó algodón , v en l o s
cua les se combina toda la esca la de col ores , conoce , tej e
é i n venta mi adorab l e abuela! ¡ Parece in cre íb l e que ese
movimien to débi l e'
igual de s us manos enfermas haya
fabricado cientos de esas pequeñas y boni tas cosas b lan
cas,cel estes o co lor de rosa , bl andas v tibias , que han dado
ca lor á tan tos recién nacidos ! Las madres pobres apenas
s i tien en e l t iempo de amamantar á sus h ij i tos , y yo en
cuen tr o que , en es tas buenas obras , tan ta importancia tien e
e l don en s i mismo , cuan to su co lor, cuan to l a punti l l a
v l a ci nta con que se l es adorna ; pues debe ser un gran
p l acer para una de esas madres,vestir con coqueteríaa l
t iern o ser que en tra a l a vida . Misia Rosario só l o se en
tendía en los p un tos más sen ci l los , pero iba l igero que
er a un primor
Maria me es cara po r su sufrimien to resignado y si
lencioso,s u dulzura angel ica l
,s u mistici smo si ncero que
cualquiera tomaría po r una preparación á l a muerte ; j us
tamen te l as mismas cosas por que la quiere Chib i r in . Su
madre ignora que está irremediabl emen te perdida ; cree
una anemia grave,susceptib l e de curar
,lo que es
,i ndu
dab lemen te,una tuberculosis en e l período ál gido . La en
ferma no se engaña,e l la
,no : va decayendo le n tamente y
conoce su Habían ven ido,madre é hij a
,á El
170 EL MANANTIAL
Manan tia l a pasar una temporada con un primo mil itar :
éste acaba de irse a San Luis por ob l igacion es de l servicio .
A Marí a l e eran contrarias l as proximidades del mar,y
han dej ado el las tamb ién la vi l l a . Son muv pobres,pero
muy del icadas ; s erí a difí ci l ir en su auxi l io ; poseen por
todo bien,una cas ita en Buenos Ai res po r l os barrios del
Sud que l es pertenece a medias , pesando sobre el la una
hipoteca mal s ervida . Se sostien en con los dul ces exqui
s i tos fabricados por misia Rosario . E sta sufre i nmen sa
mente,al verse impotente para dar á su hij a las comodi
dades n ecesarias,y sobre todo para l l evarl a a cl imas
Yo las acompañé á la estación,y María
,desde
e l coch e y ya con el tren en movimiento,enteramente
arropada en un paño lón tej ido por mi abuela , con una
sonrisa y una mirada de una profunda mel anco l ia,sacó
fuera su mano diáfana,pál ida como de cera
,y apretó la
¡ Oh ! ¡ Aquel mudo adiós , aquel l a mirada an siosa de
unos oj os que no vo l veré á
¡ Qué gran p lacer he ten ido hov ! Nos hemos recon
ci l iado con Gracia Már ner . Hal l ábame esta
mañana en el parque de la escuela so l itaria— hov es
fiesta—y de pron to s ien to que alguien está detrás de m i .
Me vuel vo y me encuentro fren te á frente con s u figura
e l egante . Hace frio,y Gracia l l eva su pal etó de p ie les ; su
172 EL MANANTIAL
para aproximarse más á m i,pregúntame de n uevo : yo
º
Usted no,Gracia . Yo formo
,educo
, gu io a E l en a , á Nora
y a esas tan tas otras ; l es tran smito mis ideas , mis senti
mientos,mi moral toda en tera . E l l as me escuchan
,me
aman y me s iguen,reconocen en m i una autoridad
,son
mis discípu las porque soy su maestra . En cambio,para
usted soy la profesora que in struye y tran smite l o que sab e
no l o que sien te y p ien sa . Fuera de l momen to de la l ección
cesan toda mi autoridad e'
i nfl uencia cerca de usted,y con
t inuamos s ien do dos señoritas perfectamen te igual es .
A medida que hab lo e l l a pal idece,pestañea muy
l igero,muér dese l os labios : es el combate que
S úbitamen te,y cuando creia que el mal estaba vencido
pues s u vo l untad se in cl in a al b ien,s in duda al guna
,esa
vo lun tad aban dona e l campo,y el la me pregun ta de nuevo
rechazando el tema que la en tern ecia : Qué l eí a A m i
vez repito mi respuesta — Un l ibro fáci l de en tender hasta
por los m ás simp l es de la escuel a y que usted , tan i n te
l igen te , no entendería sin embargo— En el acto toma e l
ai r eci to impertin ente,adop tado por el l a cuando se si en te
tocada y dice E l otro d ía eran … sus di scípu los
qui énes no eran capaces de entender lo que vo en tien do ;
ahora soy yo quién no entiendo lo que sus
discíp ulos . Tran qui l amente r epl ico z— El otro día
,dice
EL MANANTIAL 173
usted,Gracia . ¿, Sabe que desde aquel d ía han pasado ya
tres meses“? E l tiempo es muy veloz aunque no traiga cam
bios en nosotros
—En cuan to a mi l ibro,no puede ser comprendido por
quien es como usted só l o se sien ten conmovidos po r l as
grandes cosas h ermosas,bri l l an tes
,heroicas de l a vida ;
jamás por sus m iserias,sus humi l laciones
,sus dolores
ocul tos s in con suelo . En mi l ibro figura sól o pobre gente
de l a raza de Ch ib i r ín,Loren zo
,Piern a de palo … Dos de
s us escenas pasan en la helada Siberia ; la patria de esos
ciudadanos que asoman sus finas cabecitas cerca de su
¿ Se da cuen ta , Gracia , de todo lo que cuesta n la s
p iel es que l l eva usted en cima ? — Ingenuamente me con
tes ta muy l igero : — Son un rega lo de gross-mamá ( el l as
nombran en ingl és á sus abue los): E l ena las t iene igual es
y cuestan fran cos Yo l e digo dul cemen te :—Mucho
más cuestan,Gracia . Cuestan las vigi l ias
,la sal ud
,los d ías
y las noches y hasta la m isma'
v ida de muchos hombres .
No b ien digo esto,tengo l a dicha de ver que 3sus ojos se
abren mucho,cua l s i por el los en traran
,ago lpadas
,ideas
n uevas que nacieran en su mente por vez primera,y de
o írl e decir con su frase entrecortada,como cuando se va
pensando a medida que se hab laz si …
l a v ida de los hombres que las van á cazar á las gran
174 EL MANANTIAL
des entre los las la obs
Los p escadores de Is l andia de la tierra firme .
Y al deci r esto, por una asociación de ideas , l levase
l a mano a s u orej a derecha,toma la pe r l a que bri l l a a l l í
,
semejan te a una gota de rocío congelado en un péta l o de
fl or,y quédase inmóvi l mirándome . Yo me sonrí o
,muevo
la cabeza acompasadamente para an imarla á contin uar
p en sando, v al rato , y en el mismo tono conti n úa , ten ien do
siempre tomada en tre sus dedos la per la z— Esto tien e
también e l va lor de las vidas que la vida de los
pobres buzos que la van á buscar hasta l as profundidades
donde vive —Yo quiero atrapar e l buen momento
para guiar la po r el camino ún ico que n eces i ta an dar para
su perfeccionamien to,el de las p ena l idades
,e l de la amar
gura y e l s ufrimiento,e l de los esfuerzos de una humani
dad que aun e l la ignora,pongo ante sus oj os e l Dolor
des nudo . Luego emp i ezo á mostrarl e los mi l es de criaturas
que fabrican su luj o …
—Umgran s i l en cio nos rodea,só lo i nterrumpido por el
ronquido de la mar dormida, que nos l l ega desde l ej os o
el estr emecim iento de a lguna rama si n hojas . Nuestros
corazones l aten apresurados ; mis ojos deben de estar bri
l lan tes y húmedos como los suyos . Es una escen a decis iva
cuvo desen lace espero con Al cabo de un largo
1 76 EL MANANTIAL
Nl i obra está fundada . La Escuela la comprende la
a coge y la ¡Anda , marcha ; marcha l en tamente
pero segura a tu fi n, pequeña gran obra de amor y de so l i
da r idad ! Son l os n iños quien es te conducen con toda l a
candidez de su propósito . Es Martha quien l os empu ja
para poner en práctica sus l ecciones . Una especi e de aso
ciació n de ayuda mutua,sos tenida por nuestro so l o esfuer
zo,de ayuda mora l y material
,eso es el l a . Como bas e de
s ocorro,mis suel dos de la clase esp ecia l de las grandes ” .
Cada cual desp ués con tribuirá con l o que pueda ; cada
cual conso lará un do lor,socorrerá una miseria
,a l iviará un
¡ Todos j untos y un idos con la ayuda de Dios !
X I I I
INTERMED IO
Una tarde muy l inda de un domingo de j u l io,Martha
con Gracia y E l ena su prima Sarah,s u hermano Jul io y
Marian i to,bien abrigados
,pues hacía frío
,hal lábanse
sen tados descan san do después de una l arga cam inata,en
l a grada de l adri l l os que sosten í a e l viej o brocal de un
viej o pozo e l cua l hab ía,s eguramen te
,provis to de agua en
remotos tiempos a los primeros pob ladores de aquel l u
gar,y concl u ía
,ai s lado
,su vida en un rincón del agreste
sendero de Los Cardos,abrazado por una yedra que se
compadecía de tan to o l vido .
Dónde fij a Mar tha tan pers is ten temen te su mirada“?
pr egun tó le Sarah , l l amándo la sen ci l l amente por su nom
b r e de pi la .
Otro tan to hací an todos en s u casa donde la j oven
178 EL MANANTIAL
maes tra er a tratada como un miembro muy querido de la
fami l ia,y de quien decía el s eñor Marn er
,su admirador :
Martha es mi hija menor y mi vi ej o amigo
Miro aquel l a habitación abandonada—respond i ó i n
dicando un ran cho en ruinas . Nada más s ugerente , s iem
pre,que la contemp lación de una casa desmantel ada y cc
r r ada . Sin embargo,en otra parte
,una habi tación as í no
in sp ira ideas tan tristes como en nuestro pa í s . En los demás,
se ve s imp lemente la acción del tiempo que ha modificado ,
más ó menos suavemente,la s ituación de la fami l ia ó de
las personas que la habitan . Entre nosotros el abandono
de un rancho,ta l vez por lo mismo que no es tá hecho
para sopor tar l argos años,da en el acto una idea de do lor»
de amargura,de desamparo
,de p ersecución y de tragedia .
La voz taper a ,que no se en cuen tra en el diccionario de l a
lengua,sign ifica algo más que choza ó casa en abandono
y ruina . Es una amp l ia palabra do l ien te,que s e l amenta v
tien e una gran melan co l ía .
Quedár on se todos pensativos , sorprendidos por aque
l la Interrumpió el s i l en cio la voz de E l en a
anunciando º
— A l l í vi en e Nora ; y la hij a del l ord mi l lonario , l a
amiga í n tima de la h ij a de l más pobre de l os emp leados
de su padre,corrió a al ca nzarl a…
180 EL MANANTIAL
Y Martha pregun tó vi vamente,l evan tándose y no pen
sando sino en ir en su ayuda :
¿, Queda muy lej os s u habitación
Nadie lo sab ia,mas uno de l os muchachos grandes de
Los Cardos,muy paquete v muy civi l izado ya , que acertó
a pasar,los tran qui l izó . Efecti vamen te
,l a madre de Lo
renzo hab ía sufrido la r eagr avación de una antigua enfer
medad al corazón,aun que por fortuna en con tr ábase me
jor y l evantada desde la v í sp era . En vi sta de ta l n oticia
Martha desistió de su empeño,dej ando para otro d ía y
otras horas más tempranas su vis ita,ten iendo en cuen ta la
dis tan cia,que
,segú n e l muchacho
,era de vein ticin co cua
dras po r l o menos .
La al egría,espantada por la mala nueva , vo l vió a rei
nar en tre e l los reanudándose la
Mientras Ju l io ten í a la pa labra al rededor siempre de l
tema de actual idad,la obra de la Escuela y la próxima
fiesta en preparación,se oyó in esperadamente , una voz
que l es produj o una l eve conmoción,o l vidados como es
taban en ese momento del s it io en que se en contraban .
Martha,riendo
,l es dij o
Es e l pozo quien nos
Y al darse v uel ta todos para mirar a ese viej o impor
tuno,percibieron una can tidad de cabezas de n iños con
EL MANANTIAL 181“
l os dien tes descubiertos por la risa,apareciendo por el
l ado opuesto,y cuyos cuerpos quedaban tapados po r e l
broca l en e l cua l pr end íanse sus manos . Aquel l os pi l lue
los hab ían real izado la i n vasión si n ser s en tidos . An tes de
dar tiempo á l os chasqueados tan s iquiera de una exc la
mación , la figuri ta retorcida y grotesca de l gracioso Pedrin
sa l tó sobre é l haciendo mo r isquetas y visaj es .
¡ Ah , buen diab lo ! cuándo no hab ías de ser t ú e l ca
pi tanejo de toda Bájate de ahí que te puedes
caer o r denó le Gracia con afectuosa autoridad,y sm es
perar obedien cia acercó el l a también su l inda cara a l pozo
y gr i tó le en l a boca , la cua l l e env ió su hel ado a l ien to .
— Se diría que aqu í hay más de una me responde
dos veces,dij o la n iña sorprendida . Miró un segundo á
Martha para con su ltarla,y l uego r epi ti ó su grito . Su h erma
na l a imitó,también la imitaron Dora y Jul io
,Sarah y Ma
r ian i to . Y un idos a los primeros invasores,formaron si n
pen sarl o una rueda v ivien te a l rededor de l viej o ahando
nado,que debió de sen tirse sofocado por aquel l a mul
ti lud de voces adol escentes e i nfan ti l es .
Martha apartó á Jul io y ocupó su puesto ; l o s demás ,
obedien tes a ese resp eto sen tido por la j oven , que era ya
en e l l os un in sti n to,l evantaron su fren te y esperaron con
interés e l son ido de su voz repercutiendo a l lá den tro . .
1 82 EL MANANTIAL
A … E … O . . U … pronunc i o e l l a — y las cin co voca
l es brotaron de su gargan ta,melodiosas como la escal a
musi ca l ; puras , n í tidas como el son ido de una copa de
crista l . N í t idas,puras
,cristal inas
,s e las devo l v ió súb ita
mente é l eco .
Han de saber ustedes que e l son ido se refl ej a como
l a l uz dij o la j oven,que nunca dej aba si n exp l icar á sus
n iños cuánto p udiera in struirlos ó i n teresarl es ; el eco
e s e l son ido que , cuando en cuentra obstácu los , vuel ve a l
o ído,l l egando hasta é l s egún la distan cia a que aqué l s e
en cuen tra . Hay ecos que repiten no ya dos sí labas,como
este pobre decrépi to,s i no hasta quince . Muchas veces su
cede que un obstácu lo desp ierta otros ecos en otros ob s
táculos . Y muchas veces dos torres,dos p icos de montaña
s ituados fren te á frente,devuélvense contin uamente la
misma sí laba,cual una l uz peren n e que se refl ej ara en un
c rista l . Esos ecos suenan más preciosos cuando son las
vel as de un buque en al ta mar las que devue lven los son i
d os que l l egan hasta e l l as …
¡ A cuán tas l eyendas ha dado vida ta l fenómeno , que
los i gnorantes atribuyen a causas sobrenatura l es ! En tre
otras,los griegos ten ían la siguien te
,art í sti ca y original
como todo lo que ese pueb lo refinado v l l eno de imagina
c ión i nventaba : Una n infa deidad fabulosa de las aguas,
X IV
L A O B R A
Hac1a l argo tiempo que Martha l es hab laba . Y el los,
l os n iños los miembros novel es de la Asociación nacida
apenas,con una gravedad de neófi tos v de con ven cidos ,
sorprendidos un poco de represen tar un papel tan impor
tan te,escuchaban la dul ce voz conductora .
Hab íales reve lado va s u p rograma de fiesta á beneficio
de la Caj a común,cuando en tró Carl os Kr ámer
,hombr e
s erio a quien poco importaban esas cosas . L l egaba muy
retardado,y con su aire correcto v frío fué á ocupar su
si t io acostumbrado ; pero habiendo notado que ten ía
po r vecinos á algunos n iños del As i l o , m i r ó los primero
con cierto menosprecio,r et i r óse después un poco para no
rozarlos,y más tarde
,s in ti éndose ta l vez in comodado po r
esa veci ndad,r eso lv ióse á cambiar de as ien to
,e l igiendo
EL MANANTIAL 185
uno entre las mel l izas Arminda y Adal gisa y e l h ermano
de éstas,s u ún ico amigo .
Martha,á quien no habian escapado la acti tud del mu
chacho v e l signo de aprobación de las mel l izas,prosiguió
as í su l ecció n : “Nuestra obra,pues
,t iene un grande ob
j e to,ampl io
,úti l
,generoso : aprender a practicar e l b ien
sin esfuerzo v como una necesidad . Practicar también l a
sol idaridad,l a un ión
,el amor recí proco .
“
Los huérfanos de l As i l o con ti nuó,dando á su pal a
bra una i n ten ción especia l y marcada — formarán parte
de nuestra asociación,pues su cal idad de asi lados no l es
qui ta derechos ; varían simp lemente l as ci rcun stan cias d e
su v ida . En n ingún caso deben sen tirse deprimidos n i
avergon zados porque pese sobre e l l os la más gran de de
l as desgracias : l a aus encia de sus padres en la vida , ya
sea por l a muerte,ya po r el abandono .
” A l l l egar aquí,y
clavando sobre el grupo de Kramer y ' l as mel l izas una
mirada acerada que los n iños n o conocían de su s oj os ,
dando á s u tono una indignación que rara vez usaba,aña
d ió : Só lo un ser perverso puede demostrar hosti l idades ,
avers ión ó menosprecio por un n iño huérfano,que quiere
decir desamparado, que quiere decir no haber sen tido y
estar condenado a no sen ti r j amás l as,caricias de l a ma
d r e, l os cuidados de l padre … Cosas só l o po r l a s cua l es
186 EL MANANTIAL
merecería la pena de haber La orfandad es s iem
pre una desven tura,n iños m íos ; j amás una deshonra . Y
recuerden estas palabras conmovidas de su maestra,crean
ci egamen te en el l as : nadie tien e el derecho de con denar á
quien es l e han dado e l s er n i en el p resen te n i en e l pa
sado . Dígan se s iempre conmigo,que una madre que priva
a s u h ij o de si misma,es pocas veces cu lpab l e para con é l
y es siempre desgraci ada . Po r otra parte,un hombre val e
v debe val er po r si mismo y no es respon sab l e sin o de
sus prop ios actos . ¡ Pobres huérfanos ! E l l os no tien en ca
r icias no ti enen fami li a , no ti en en hogar .
Amparemos,acariciemos
,protej amos
,defendamos á
los n uestros . Que el los encuentren en nosotros la fami l ia
que l es fal ta,su hogar en nuestro hogar . Inspi r émonos
para e l l o en la divin a Piedad .
La ayuda mutua es un deber ; un hermoso deber en no
b lecedo r . Nosotros vamos á ej ercitarl a , no ahacer dádivas
n i a recibirlas . Para real izar l a empresa , cada uno contri
huirá con l o que pueda , que será de igual valor . E l din ero
de l os unos será reemp lazado de un modo equival en te
con la di l igencia de l os ó tr os . Y los mismos favorecidos
habrán con tr ibu ido á su prop io bien estar .
Así,por ej emp lo : s i Gracia Marner
,l a n iña rica
,da su
o r o,Nora Days
,la n iña pobre
,dará su en señanza á l os
188 EL MANANTIAL
debe dign ificars e,l l eván do lo desde el aseo fí s ico hasta el
aseo mora l .
Mi deber es acon sej arl es la economía,el ahorro . ¡ Pe
ro,por Dios
,n iños mios
,que no salgan nunca ustedes
s ino escol tados por la gen erosidad ! La economía,el aho
rro,que tien en po r fi n el orden , po r base l a previs ión ,
s ean en buen a hora con ustedes . Mas,cuando no tien en
otro obj eto y otro fmque guardar,encerrar
,acumular
,l o
rechazo de ustedes con repul sión,como un repti l r epug
nan te y pel igroso,al que ,
“
s i tuviera forma,ap lastarí a ba
j o mi pie .
'
La gen erosidad es una virtud exquisita ; n o se es gen e
roso con un a lma mezquina . Sean,pues
,ustedes genero
sos,no s e priven del i nmen so p l acer de dar . Den
,den
,n i
ños s iempre : e l du l ce,e l j uguete
,la sonri sa , e l tiempo .
Y sean amab les dando : séan lo s iempre , séan lo con to
dos igua lmen te .
“
No puedo o l vidar el efecto que me han hecho siempre
ciertas personas,que dicen muy tranqui lamente : “Yo sov
tan seca si éndo lo realmen te de una manera i n to l erab l e ,
pero so lamente hasta e l momento en que ven entrar á al
guien que ocup e una alta posición . En ton ces no l o son ,y
só lo entonces recuerdan que la sequedad es fa l ta de corte
s ia,de educación y muchas veces de bondad . ¡ Y hay nada
EL MANANTIAL 189
más humi l lante que ese cambio de fi sonomía y de acti tud
para quien l o e jecuta !
Extendamos nuestra protecc ion hasta los an ima les
esos seres sen sib l es como nosotros,aun cuando lo s ean
menos . Todo lo que á nosotros n os agi ta,ag i talos también
á e l l os . Les escapan ún icamen te las ideas abs tractas ; ta l
vez por eso no progresan po r sí mismos . Su i n te l igen cia
debe de ser , me parece , de l mismo género que l a nuestra ,
con menores medios para desarrol lars e . Me imagino,pen
sando en el lo s,una l uz den tro de una sub stan cia opaca .
I l uminará ap enas,no es verdad ? Pongamos l a misma l uz
en una en vol tura tran sparente y bri l l ará desde l ej os . Esa
es,a mi j u icio
,l a d iferen cia en tre su i n tel igen cia y la
nuestra .
“Nuestro amor,n uestra protección
,deben ir tamb ien
hasta l as p lan tas y los árbo l es , que son también seres sen
s ib les,á quien es ahora l l ega a r econocér seles i n te l igen cia
y vol un tad . E l amor a los árbo les es un indicio de cu l tura
de esp í ri tu y de e l evación moral .“ Seguramente que son aún más benéfi cos de lo que s e
les supone,a pesar de conocerse ya su in fl uen cia sobre la
frecuencia de las l l uvias,l o s v ien tos
,e l c l ima
,la higien e
atmosférica .
“Un árbo l es un compañero para quien sabe_sen t i r y
190 EL MANANTIAL
p en sar,un gran amigo . Debe existir
,en el Monasterio de
San Carlos de San ta Fe e l pi n o á cuva sombra s e sen tó
San Martí n después del combate de San Lorenzo ¡ Cuán
tos pensami en tos l o agitarían en esas horas de grato des
canso bien ganado !“
Seamos pruden tes en n uestra acei on . Pero tengamos
en cuen ta que l a pruden cia no debe ser una cal idad s iem
pre al erta para acon sej am os la i n acción,y á veces la fuga .
E l l a ha s ido creada p ara evitar temeridades in úti l es , co
sas arriesgadas sin obj eto,indiscr ecion es
,j uicios i n segu
ros ó precipitados . Si la prudencia fuera l o que se cree
genera lmente,confundiéndo la con la t imidez
,no estarí a
descubierta la América,no se conocerían nunca las regio
nes heladas del Po lo,no se hubiera navegado
,no s e do
minarí a va e l espacio con los aparatos de aer ostación y
de aviación que se en sayan .
La prudencia es una guía,no un impedimento
,para
marchar y conducirse en la v ida .
Tampoco la discreción es la cal idad que hace cal lar
cuando se debe hab lar,para evitar un error ó un j uicio
temerario,n i es la reserva . Muchas veces l a dis creción
está en hab lar . Una palabra á t i empo sal va de muchas
cosas ; un si l en cio i n tempestivo , ese s i l en cio que se guar
da po r el temor de comprometers e”
,es p el igroso
,odioso
192 EL MANANTIAL
¿,Y no creen ustedes que el los muy bien podrían d iscul
parse,y con mucha más razón que nosotros
,con un vo
sov asi cuando se l es castiga porque han mordido ?
“ Las maestras de grado,que tan to nos ayudan
,y tan
con tra ídas son,ten drán en n uestra empresa la participa
ción que l e s corresponde , y á que t ienen derecho , v incu
l adas cua l están a todos n uestros esfuerzos y anhe l os . Son
también como yo las más grandes,y han obten i do igua l
cariño con s u competencia y con sagración .
Mucho rato después,de habers e retirado los al umnos
,
sal ió Martha á la gal erí a exterior que comunicaba con s u
casa .
Buenas tardes,s eñorita Martha d i jo le desd e l ej os ,
Anton io,e l j ardin ero
,á quien e l l a quer í a y estimaba v
con sideraba un arti s ta en su género .
Cómo le va,viej o —con testó le cordialmen te , dando
unos pasos para ap r oximá r se le y descubrir l a p lanta que
deb ía haber,seguramente
,baj o l a campana de crista l
,y en
la maceta de barro que l l evaba en sus manos .
Es una desconocida para m i,aunque de la clase de
los cactos,señorita
,r espond ió le el j ardinero una vez que
l e hubo mostrado la p l an ta,carnosa
,cubierta de espi nas
EL MANANTIAL 193
como un erizo . He vi sto su fl or que es esp l éndida . Blanca ,
l u strosa,parece he cha de nácar
,y de su cen tro cuelga como
una borla de o r o .
¿.No será la fl or de l bai l e ” ? A s í l l aman vu lgarmen te
á un ca c to,cuva fl or sól o dura una noche .
Ta l vez— con tes tó e l viej o : me la traj o uno de los
muchachos de l col egio,Lorenzo Igl esia s
, que sue l e ob
sequia r me con ej emp lares raros de p l an tas si l vestres .
Planta si l vestre es el también . E l pobre debe de es tar deses
per ado ,en estos momentos
,l l orando á su madre . …
¿, Cómo ? exclamó Martha in te r r ump iéndo le .
¿,NO lo sabí a usted , s eñori ta ? La madre , tan pobre ,
tan l l en a de h ij os pequeños,ha muerto ayer rep enti na
men te . Yo acabo de saberl o po r el cartero .
Ylar tha enmudeció y quedó pen sativa,y e l j ardinero
pudo ver cómo camb iaba su fisonomía,desapareciendo de
el la su de l i ciosa expresión de serenidad,cómo brotaban
lágrimas de sus oj os,v se fij aba en el laotra expresión de
pena y descon ten to .
¡ Pobres criaturas desamparadas ! ¿, Y vo , yo ,su ma
d r e espiri tual he podido no acudir en s u auxil io , deten ida
por el obstácu lo de vein tici nco cuadras ? … ¿,Yo ,conoci en do
su s itua c ión,he podido dejar para más tarde mi v isi ta
,he
privado á esa muj er de l supremo con suel o de o í rme p r o
194 EL MANANTIAL
meterl e amparar á sus h ij o s ? murmuró para si misma ;
desp ués,l evan tando la cabeza
,dij o al j ardin ero en tono
breve : Don An ton io,hágame el favor de ped i r en la
car r ocer ía de A l ej o,el br eac! más Y usted ar r ó
pes e b ien que es tarde , hace frío v vamos l ej os .
196 EL MANANTIAL
De pronto,y va muy cerca
,oyó decir á su compañero
con la voz ron ca y tembl orosa po r l os anos :“A l l á van ; ya
s e l a l l evan ”
,vi éndo lo a l mismo tiempo descubrirs e
,cru
zar las manos sob r e …su go r r a y cerrar los oj os como cuan
do se reza . Só lo en ton ces divisó e l la e l t r istisimo,afl i
gen te con voy de aquel la madre que s e i ba a l Campo San to
dej ando desva l idas á las criaturas de sus entrañas .
Inmóvi l p resen ciaba Martha desde l ej os la proces i ón
que se a lejaba en tre las n ieb las de esa tarde . No es taba
muy concurrido aquel en tierro de una muj er que só lo co
noció e l do lor ; que só lo do lor dejaba . E l carro desvenci
j ado de un vecino,t irado por un cabal lo
,con ése andar
p ecu l iar de l os an imal es man cos,conducía
,barquinazo
aqu í,barquinazo al l á
,el ataúd de pino
,forrado precipita
damente en coco negro para vestirl o de l uto . E l dueño del
veh í cu lo,si n duda por respeto á la muerte
,i ba a p ie á su
l ado,l l evando a l cabal lo del cabestro . Detrás caminaban
l os acompañan tes : Lorenzo,arrastrando incon s cien te
mente una rama desnuda,y s u perro Pampa . E l ci e l o l lo
raba sobre e l drama desgarrador ; dejaba caer todas s us
l ágrimas,que se fi l traban en la t ierra é iban a ferti l izar las
raí ces . Y asi anduvieron hasta desaparecer detrás de los
esquel etos de los árbol es .
“Descan sa en.
paz , desgraciada muj er . Nuestra Obra
EL MANANTIAL 197”
adopta á tus hij os , quien es desde hoy en tran en el la como
en una gran fami l ia ”
,dij o menta lmente en ese i n s tan te la
j oven,despidiendo á aque l la desaparecida cuya en vo l tura
morta l n o conociera .
Con mano segura abr io la puerta de la hab i tacmn y en
e l d in tel esperó un momen to a que sus ojos se acostum
b r a r an á l a obscuridad que la en vo l ví a . Su mirada si n tió
se atra ída po r la l uz amari l l en ta de una vela de sebo que
se con sum ía a l umbrando una estampa pol icroma del Sa l
vador . Luego,poco a poco
,fueron descubriendo la cama
donde hab ía reposado cuaren ta años l a muerta que aca
baba de dejarla,una mesa muy vi ej a
,tres ban cos
,utensi
l io s rotos y despar ejos de mesa y de cocin a y dos cam i tas
toscas,fabri cadas por Loren zo con tab l as viejas y troncos
de álamos .
En una de el las descubrió a un chiqui to de dos años,
durmiendo con esa cel estia l tranqui l idad que conservan
l os n iños en e l sueño , en s u ignorancia de la vida v de la
muerte,y a otros dos, de cuatro y seis , en un rincón , acu
r r ucados,pues sen t ían frío . Sus caritas parecía n petrifica
das por e l asombro de l o que hab ía pasado an te sus oj os,
y por la sen sación de abandono que sent ían , s i n darse b ien
cuenta del po r qué . La mavor,n iña ya de n ueve años , .
sen tada en un banqui to,l l oraba si l enciosamente .
EL MANANTIAL
Martha fué a e l la antes que á los demás ; fué á la que
n ecesitaba ser con solada,porque comprend ía . Y fué á e l la
c on l os labios l l enos de pal abras dul ces,l l en os de prome
sas reconfortan tes . D esp ués acari ció á l os ó tr os,abrigando
sus cue r peci tos con su propia m anta,mien tras An ton io
en cendía la l umbre de l hogar .
Entre el l o s,como una hermana mayor que l es l l egara
de muy l ej os,para acompañarlos en las horas amargas ;
e n l as horas difi ci les,esperó largo ti empo el regreso de
!
Lorenzo … Mas tran scurrieron muchas horas s in que e l
n iño apareci era .
habrá sucedido a l pobre chico dij o en voz
a l ta,aun que p ara si
,mirando en su rel oj marcadas l as
d iez . La más grande la oyó y dij o simp l emen t e , como
qui en advierte al go muy natural,y con su voz herida por
la pena : Loren zo s e ha de hab er quedado a l l á con el la .
Un rato más tarde,conven cida de que e l n iño no vol
verí a esa noche,Martha cargó en sus brazos a l más pe
q ueno , tomó de l a mano á uno de l os otros , y precedida
de la n iña que guiaba a l tercer hermanito,sal ió d i r igién
dose hacia d onde e l carruaj e se en con traba .
Anton io apagó la l umbre,cerrando l a puerta con l l ave
la que entregó a l a j oven . Ya no l l ov í a ; un fr ío tran qui l o
p enetraba los cuerpos v hel aba l os campos . La l una mi
X VI
LA F IESTA
E l festival s e desenvol via en un ambien te de a l egría y
entus iasmo desbordan tes,pues todos l l evaban en e l cora
zón l a a l ta idea que l o provocaba .
Además de los atractivo s extraordinarios del programa
de la sati sfacció n de s entirs e un idos en la gran obra común ,
hab ía otra razón poderosa para estar conten tos : el s eñor
Marner cump l í a ese d ía s eten ta años .
Nadie que l o hubiera vi sto pres idiendo la reun ion, jo
vial,sonrien te
,al egre como los n iños , con los oj os bri l l an
tes,l os dien tes sanos
,la figura erguida
,la fren te n obi l í s ima
,
la voz vibran te,magn ifico ej emp lar de una raza fuerte v
viri l,y del hombre de bien que recoge en s u ocaso la cose
cha de l o que ha s embrado , l e h abría dado más de sesen ta .
La fies ta ten í a l ugar en e l parque de l col egio,en una
tarde admirab l e,bajo un cie l o cl aro y un so l radian te .
EL MANANTIAL 201
En l a gal ería hab iase improvisado un escenario en e l
cual r epr esen tá r onse comedias , r eci tár onse fábulas , se ex
pusieron cuadros p l ást icos,s e pronun ciaron di scursos .
Joaqu í n Pizarro d istinguióse por su e locuencia , Pedrin por
su gracia l l ena de candorosa picardía y,cosa rara
,la hij a
de un agricul tor, modesta criatura crecida en e l campo y
en e l ai s lamien to,se revel ó una arti s ta sorprenden te en la
comedia compuesta por Martha para la circun stan cia . Cle
mencia Montes l lamábase la muchacha á quien se colmó
de ap lausos y ovaciones .
Una vez terminado e l espectácul o,e l numer osí simo
p úbl ico en con tró n uevas d ivers iones v atracti vos en e l
mismo parque .
Sarah,con otras compañeras , atendía una mercerí a im
pr ovisada ,donde se vendían m i l obras de mano hechas
por l as n i nas en la escuela : vest idos,delan ta l es
,b lusas
,
carpetas y otros obj etos ú ti l es y boni tos cuyo precio m í n i
mo permit ía adquirirlos á las obreras y o tras muj eres d e
pocos medios,del veci ndario . En l ugar preferen te
,atra í a la
aten ción e l esp léndido l ote de tej idos enviado por l a abue
la de Martha .
Más l ej os un gran paraguas defendía de l so l las l i ndas
acuarelas de E l ena Má r ner : cartu l in as,postal es
,cuadri tos
,
que los obreros se disputaban para adornar sus casas . 30
202 EL MANANTIAL
centavos la más cara avi saba un cartel col gado del para
guas,obra preciosa que compró e l abue lo .
A l frente,ab r íase otra t ienda y a el l a acud ía e l públ ico
menudo,como abejas a l azúcar
,permaneciendo a l l í mu
cho rato . E r a ésta una gran jugueter ia vigi l ada por Nora
y cuatro de l as a l umnas más grandes,las que hací an
funcionar an te los ojazos des lumbrados , l os teatros , co
ches,ferrocarri l es
,automóvi les y todo j uguete que tuviera
cuerda ; y l lorar á los bebés y hab lar á las muñecas y só
nar á l os ¡ Ah ! cómo sab ía Nora manej ar aquel l as
cosas y embel esar á los ch icos !
En una carp in terí a,a cuyo frente se en con traba Pierna
de pa lo y e l hij o de Nardi,podia proveerse quien qui siera
de todo lo necesario en ese ramo,fabricado por l os mis
mos muchachos : mesas,bancos
,armarios pequeños
,rep i
sas,cunas
, ¡ Y cuán tas cosas más !
Los Be len a y el Vasco figuraban ser l os empresarios
de u n circo,en e l cual s e exhib ían ej ercicios variados
,ej e
cutados por los a l umnos más adelan tados de la cl ase de
gimnasia,y animales adiestrados . El perro de César hacía
maravi l las,s in que por eso desmer ecier an e l canario de
Horacio , l a tortuga de Rufino n i el ratón b lanco de Maria
n ito .
¿, Y qué habría al l i , entre u n bosqueci l l o de arbustos de
204 EL MANANTIAL
t ía . E l dosel amari l l o y b l an co techaba n ada menos que un
r estaur an t servido por Sarah ,Margarita v otras compañeras
de col egio,en tre las cual es figuraba Amal ia
,la maestra de
losmás ch iquitos , l l amada por Martha , fresca rosa . Vestían
todas el l as,según la l i n da costumbre ingl esa
,traj e b lan co
,
desde el bot ín hasta la diminuta cofia semejan te á una ma
riposa asen tada sobre sus cabel los . E l fondo ab ierto de la
e l egan te techumbre p ermit í a ver una cocin a a l aire l ibre ,
l l en a de cacerolas re l ucien tes donde herv í an,á la vi sta de
l os con sumidores,manj ares exquisi tos ; esos p l atos a la
m inuta preferidos si empre por e l púb l ico . A l l í s e moví a
Martha,vestida también de b lan co
,con enorme delanta l v
un gorro de marmitó n i ncl i nado con gracia in im itab le sobre
la orej a derecha,en medio de un ej ército de ayudan tes ex
per imen tados en sei s meses de en señanza práctica . Pr e
cio fijo : 20 cen tavos e l p l ato l efase en un carte l cl avado
en e l árbol más próximo .
Pron to l a concurrencia i n vadió e l l ocal,renovándose
cont inuamente en aquel estab l ecimien to modelo y econó
mico,hasta el pun to de necesi tarse aumen tar el personal
p ues el existen te,á pesar de sus esfuerzos , no daba abasto .
La an imación de la fiesta er a indescriptib l e ; la dicha
de los padres,el j úbi l o de l os h ij os no ten ian l ímite . ¡ Y
qué corto l es pareció el d ía !
EL MANANTIAL 205
A l o scurecer,s e i l uminó el j ardí n como por en can to ,
y el señor Marn er dió la s eñal de la partida . Apenas
a cababa de ofrecer el brazo á su esposa y caminado
dos pasos en dirección á la puerta de sal ida,escucha
ron se voces l ej anas . A l oi r las, la con curren cia se de
tuvo al p un to para mirar con ojos en can tados la escena
de cuento de hadas que á l o l ej os apar ecía : una l arga
proces ión de niños pr o longábase en l a amp l ia aven ida
cen tral,y se aproximaba cantando . Las niñas ten í an en sus
manos una guirnalda que un ía á la Es cuela en una cadena
de fl ores ; de flores de l bosque p l an tado por el l ord en su
j uven tud,sobre e l p lan te l de an tiguos árbo l es que en ese
paraj e en con trara . Los varones l evantaban en las suyas an
torchas en cendidas,y a l frente iba l a maestra . Avanzando
un ida,con paso cadencioso y siempre cantando , la Escue la
detúvose ante e l anciano , i n cl i n ándos e en una reveren cia .
Quiso e l generoso señor hab l ar y no pudo ; le abogaba
l a emoción . Pero su pueb l o que lo rodeaba , el pueb lo de
sus obreros agradecidos,por él formados , comprendió
l o que l es decía si n pal abras , y espon táneamente , no
necesi tando con ven irl o de an temano,formo se tambi én
en orden y marchó detrá s de sus hij os , quien es con
s us flores,sus cantos y sus antorchas iban á acompañarl o
hasta l as puertas de su hogar .
XV I I
I N T E R M E D I O
Un j ueves,los al umnos
,reun idos como de costumbre
en la sal a de las estre l l as,esperaban á la maestra
,admira
dos de su tardanza .
Todos guardaban compostura,mas no s i l en cio ; mira
ban el techo de crista l en el cua l parecía n bri l l ar l os as
tros,cambiando
,a l mismo tiempo
,j u icios y Opiniones
en tre si,ó respondiendo a l as pregun tas i nocentes de los
p equeños de l os grados inferiores .
—Uno de los mayores,sobre todo de l os más adel an ta
dos,bien podría darnos una l ección de astronomía mien
tras no vien e la señori ta Martha,
— propuso Pedri n,e l per
sonaje de todas las travesura s v todas l as in iciativas .
T iene razón Pedrin ; de esa manera no nos abu r r i r e
mos, respondieron l os demás m i ran do a Nora .
E sta movió la cabeza en seña l de asen timien to,y en e l
208 EL MANANTIAL
l a famil ia Pescar do,s eguramente
,i n s i
n uar on al gunos mal i ciosamente .
A pesar de l t iroteo que con tin uaba cruzán dose de un
ban co á ó tr o,Kramer
,impertérrito
,prosegu í a su s exp l i ca
c iones,muv bien dadas por o tra parte , s in que un múscu lo
d e s u cara se contraj ese . Y á su al rededor l as voces cr e
c í an,subí an
,la agitación se hacía mayor
,y el barul lo se
a grandaba hasta en sordecer,por el ruido pro ducido por
los menores con p ies y manos,ún ico medio de que dispo
n ian para hacerse oir . Aunque todo ese estrép ito confun
día las voces,Pedrin gritó tanfuerte que la s uya sobre
pasó a todas,con siguiendo hacer atender esta obser
v ación .
— Hemos pedido un compañero y Kramer no lo será
n un ca de nosotros .
¡ Es demasiado importante ! , rep l icó Gracia , ha
c i endo un moh í n que remedaba perfectamente a l mu
chacho detestado .
La carcaj ada que provocó su ocurren cia fué el go lpe
mortal para e l a l umno ton to á quien no se l e ocurrí a
a prender,j un to con l a geografí a y la gramática , que en la
vida no basta ser in str u ido,y que para hacer eficaz e l sá
b er se deb ía ser como Joaqu ín Pizarro , igualmen te ade
lan tado en su s es tudios v no obstante modesto , comedido ,
EL MANANTIAL 209
expan s ivo,gen eroso
,val ien te ; ú n ica manera de hacer to
l erab l e la superioridad .
Puesto á votación el caso,l a asamb l ea d ispon íase , uná
n imemen te,a nombrar por aclamación á Joaquí n
,cuando
fueron sorprendidos por Gracia,l a cual
,ade lan tán dose
con aire v maneras de extraord inaria humi ldad á los han
cos de l os e l ectores,comenzó á mendigar votos en s u fá
vo r,s egún creí a haber o ído decir que lo hacen a lgunas
ladys en Inglaterra . ¿, Fué su encan to irres is tib l e , su be
l leza bri l l an te,s u expresión pi caresca y d ivertida ? … Todo
eso fué, s in duda , l o que sedu jo a l o s n iños á dar encan ta
dos sus sufragios á la menos popu lar de sus con disci
p ulas .
S ó lo a l verse Gracia en aquel la s a l turas,dom inando
la asambl ea,comprendió toda la importancia que esos
actos tien en,en la emoción que la para l izaba un poco— ¡ á
el la que nada la impon í a ! Y para en trar en posesión de
si misma necesi tó mirar aNora y á su hermana . Sus son
ri sas le i n sp iraron con fianza,reso lv iéndose en ton ces á de
cir a lgo de l o que á el l a l e hab ían en señado .
Duraba hac ía muy poco ti empo su discurso y ya deb io
l a n iña i n terrumpirse : Martha l legaba . A su vis ta,las risas
iban de n uevo a es ta l lar, las manos y los ojos seña lában le
ya a l a Mas esas expans iones se con tuvieron que
210 EL MANANTIAL
dándose todos sobrecogidos,tal er a la tris teza de su ex
presión,ta l l a evidencia de que hab í a den tro de el la un
gran pesar . Y en medio de un si l en cio imponen te,Gracia
bajó,s i l en ciosa y ser ía también
,las gradas de la tribun a
de la maestra,dej ándo l e s u puesto .
Los discíp ul os,que al verla entrar se hab ían l evantado
sen tár on se de nuevo,maquinalmen te
,por la fuerza de la
costumbre ; un largo rato p ermaneció el la si n pronunciar
palabra . Después l es dij o con voz entristecida,tan to como
su fi sonomía :
Niños,póngan se de pie : ha muerto Chib i r in .
¡Ha muerto Chibirí n ! , exclamaron los que la escu
chaban,en un a exp losión de profunda pena .
Y al punto su imaginación infanti l l es mostró a l n iño
pál ido,r ígido y frío .
E l l a vo l vi ó á decir
Hemos conocido á un Ch ib i r ín en quien hasta s us
propios defectos n os parecían una gracia ; l e hemos que
rido,disculpado
,s en tido
,extrañado ; ha estudiado , j ugado
con nosotros ; ha mezclado su v ida con la nuestra . Sin
embargo,no hemos s ido capaces de adivinar
,n inguno
, que
é l er a en tre todos e l más grande . Que en ese cuerpecito feo
y mal hecho moraba un alma tan admirab l e y tan vasta
que en tre mi l l ones de a lmas no se encontrarí a otra seme
XVI I I
C H I B I R I N
Ch ibi r in no conoció a sus padres . La señora de Ram í
rez misia Rosario,l o encon tró vagando , hambrien to , por
los a l rededores del Mercado Viej o , y compadecida , lo
l l evó á su casa con la i n tención de en tregarl o a la po l ic ía
á fi n de que ésta averiguara su procedencia,y si eso no
daba resu l tado fuera co locado en un asi l o de beneficen cia …
Pero su hi ja Mar ía se empeñó en manten erlo cerca de
e l las,una vez que las pesquisas
,avisos y demás di l igen cias.
hechas con el obj eto de conocer el p aradero de sus mayo
r es,no dieron resu l tado .
E l n iño ten í a cuatro años,poco más ó menos
,un tipo
gracioso y una v ivacidad extraordinaria,aunque er a s i l en
cioso y reservado . Cuando se l e pregun tó su nombre di jo
l lamarse Chib i r in .
EL MANANTIAL 213
Misia Rosario,v iuda de un emp leado muerto muy jo
ven,se sosten ía el la y su hij a con su sol o trabajo
,pues
ésta se hal laba ob l igada po r su en fermedad á la in acción .
Desde que pudo en tender e l s en tido de l as palabras
comprendió Chib i r in toda la pena con ten ida en l as de la
madre,á quien o ía murmurar con tinuamente en la cocina
,.
donde la hij a no l a o ía y m ien tras preparaba l as substan
cias para forta l ecerl a ó los dul ces que fabricaba para la
ven ta . Pen sar que tan tas personas van y v ien en , pasean ,
cambian de paí ses con la faci l idad con que yo voy á la
ig les ia,y que
,si n embargo
,á m i es imposib l e l l evar á m i
hij a á respirar á la montaña para sa l varl e la vida !
En es ta idea Chibi r in creció . A pesar de su i nd i fer encia
aparen te y de l as j ustas rab ietas de misia Rosario,l levaba
laten te en su i n terior,al l í donde e l ojo no l l ega s iempre
para con aque l las dos muj eres que lo hab í an amparado ,
una grati tud i nmensa .
La l ucha por la vida se impon ía á l a señora de un.
modo cruel . Sus dulces v su s costuras n o al canzaban á
mantenerlas y pagar l os tón icos,remedios
,médicos que
e l estado de l a enferma reclamaban,la que se extingu í a
l en tamente con sumida por una ti s i s pu lmonar .
Todos los esfuerzos eran pocos ; l os recursos comenza
ban a fal tar en aquel l a casa azo tada po r la desgracia .
2 14 EL MANANTIAL
Una noche Marí a tuvo un vómito de sangre y desde
entonces no pudo l evantarse . No obstan te,al entaba á su
madre,
ocu l tándo le sus sufrimientos . Só lo Ch ibi r i n,
s iempre mudo . er a e l con fiden te de sus do lores,de la
horrib l e con goj a que la oprim ía pen sando en el dolor
supremo que fatalmen te deb ía dar al ser que más
quer ía en este mundo con su muerte,que todo su amor no
podría evitar . Y se la recomendaba , y le daba con sej os é
i n struccion es,los cua les aquel n iño de expresión ind i fe
rente parecía desatender .
Chi bi r in no l l egó un dí a á l a hora acostumbrada y mi
sia Rosario esper ábalo impacien te é i ndignada , pues e l
dinero que hab í a ido á cobrar por remuneración de las
costuras,se n ecesi taba para comprar á la en ferma cosas
urgen tes . Por fi n,pasadas las ocho de la noche
,en medio
de una l l uvia torren cial,se apareció el muchacho todo
empapado con un diario baj o el brazo y ese aire de nada
me importa”,que tanto exasper aba á la senora , la cua l s i n
esperar exp l icación,le t iró de l as orej as , cosa que no lo
sorprenderí a ciertamente . Chib i r in la dejó hacer,v si n
despegar los l abios l e en tregó e l dinero v se fué á dormir .
E l chiqui l i n roncaba hacía tiempo,cuando si n tió nue
vamente la mano b landa de su señora posar se sobre é l
para despertarl o,oyéndola deci r
216 EL MANANTIAL
Misia Rosario miró en adelante al diabl i l lo como á uno
de esos personaj es importan tes de la s casas á quien es s e
con su l ta y con quien es s e l l ega á tener in timas con fi den
cias : l e comunicaba sus angustias y zozobras,su s esp eran
zas é i l us ion es ; que también las ten ia esa madre dolorosa
l os d ías de menor fatiga O mejor co lor de su ido l atrada
hij a .
Mar ía tamb i én camb io de maneras con e l n iño conver
tido en sos tén de un hogar que iba cayén dose en ruinas,
concl uyéndose con e l l a . An teriormente,hab ía usado para
con él u n tono protector,ahora par ecía más bien buscar
ayuda protectora en é l,y l e man ifes taba
,como a un ma
yor , mi l pequenos deseos con ten idos hasta enton ces , dada
la imposib i l idad en que se ha l l aba su madre de sati sfacer
los : Chibi r in,quis iera unos dul ces ; Ch ib i r i n ,
me gustan
l as flores ; Chib i r in ,desearía subscr ibi rme á l a bib l ioteca Ri
vadav ia la subs cripción men sua l cues ta al l í só lo cin cuenta
cen tavos . Y Chib i r in,s in deponer su ca lma
,t r a ía le a l
vo l ver los dul ces,l as fl ores
,e l l ibro … De esta sol i citud
cal l ada y con stante nació en la enferma l a idea de l l a
marl o,riendo
,
“padre Idea tierna,digna del a lma del i
cada de aquel la criatura,que moría dej ando en pos de si
só lo dulzura .
Otra gran preocupac i ón aumen taba los desvelos de
EL MANANTIAL 217
misia Rosario,preocupac ion refl ej ada en el n iño a quien
el l a se la comuni caba : l a hipoteca de su casi ta,húmeda
,
fea,obscura
,pero a l fi n suya . E l h ipotecan te e r a uno de
esos hombres,tan abundantes por desgracia , cuyo corazón
s e empedern ece a l con tacto del d in ero,y á quien n i la s
s úp l icas de l a señora,n i e l conocimien to de su si tuación
v del estado de su hij a hab ían con seguido ap lacar . La pro
pietar ia , imposib i l i tada de pagar las amortizaciones—sobre
las cuales acumulában se l o s in tereses,estaba amenazada
de s er expu l s ada de aque l la casa,ú nico techo baj o e l cua l
no se hub ieran en con trado el l as en tre extraños . ¡ Ah ! con
qué terror esperaba e l d ía de l desal oj o l a pobre senora ,
viéndose ya con s u hij a moribunda yendo a ocupar un
cuarto en algún inqui l ina to, del que ta l vez serí a rechaza
da,dada la cl ase de enfermedad de la j oven !
Poco tiempo después de haber Ch ib i r in tomado su
oficio,hab í a en contrado
,a l regresar á su casa á la ancia
na l lorando desconso ladamente en la cocin a y sen t ídose
sobrecogido como nunca an te ese cuadro de do lor . No
obstan te,cal l ado
,oyó todo lo que le con tó , y cal lado se h i
zo cargo de la del icada comis ión que l e en comendaba .
La pobre madre,notificada nuevamen te por el h ipote
cante,neces i taba en tregarl e an tes de l fi n de mes tr escien
tos pesos,s in l os cua l es deberí a n abandonar la habitación .
218 EL MANANTIAL
Casi de rodi l l as l e hab í a sup l icado,pero in úti lmente ; e l
usurero querí a aprovechar la ocasión de vender la casi ta
a un buen comprador que se l e ofrecía .
Todo esto con tóselo so l lozando,a l mismo tiempo que
l e en tregaba unas cuantas a lhaj as,rel i quia s que con serva
r a como recuerdo de fami l ia primero,después con la va
ga esperanza de servirse de el las para l l evar á Maria a l
campo en l a primavera : el rel oj de su marido , un meda
l lón donde en cerraba s u retrato y sus cabel l os,el vas ito
de p lata usado en su infan cia por su niña,un braza l ete de
su madre,su ani l lo de —con e l en cargo de l le
varl as á otro usurero c on quien hab ían dej ado el trato a
medio cerrar esa misma tarde .
Seguido por las recomendaciones de no perder e l di
n ero que deb ía el hombre en tregarl e en pago,repetidas
po r la señora desde su cama , sal ió Chib i r i n á l a cal l e en
l a madrugada de l d ía s igui en te .
Durante el largo trayecto,desde su casa de la cal l e
de Ch i l e hasta La Pren sa ” donde se dirigía para pro
veerse de sus diarios,en aquel ser reservado v s ingular
,en
lugar de desvanecerse,s e iba grabando
,como en una p la
ca fotográfica expuesta a los rayos de l so l , la escena tristi
s ima de la noche an terior . No pod ía quitar de sus ojos un
in stan te a misia Rosario tal como la en con trara , s entada
220 EL MANANTIAL
El Otro lo m iró fij amente para conocer sus i n ten cion es
y una vez s eguro de su candor,sonrió con risa cí n ica
,i n
compren sib l e para quien esperaba su respuesta,y le expl i
có la existen cia de gran des agencias donde se faci l i tan
unos pape les que aseguran una can tidad fuerte de din ero
mediante una mín ima suma en caso de sob r even i r á quien
los adquiere al gún acciden te que lo imposib i l i te para el
trabajo . Ch ib ir in,n iño a l fi n y cua l e l los impres ionab l e
,
só lo v ió en lo que s e l e con taba un medio de adquirir los
fondos apetecidos,y como cOn nadie lo con su l tara , n adie
pudo ev i tar le caer en la trampa que dos miserab l es l e
tendían .
E l l os le en tregaron un pape l impreso,con muchos se
l l os y muchas rúbricas,asegurándol e que l e otorgaban un
documento que sat i sfacía sus deseos . E l p obre n iño guar
dó cu idadosamente e l papel con que s e le es tafaba .
En esas combinaciones habia pasado para Chibi r in el
t iempo si n regresar á su casa duran te dos d ías , y mien
tras tanto Mar í a,a quien sobrevin iera un nuevo vómito de
sangre,moria suavemente
,dej ando s in do lores l a vida en
la cual hab ía sufrido,pronunciando para su madre estas
pa labras :
Adorada madre m ía,no t e a l l á resp iraré
mejor . No te abandono ; s iempre estaré en esp í ritu contigo .
EL MANANTIAL 221
Acércate a Martha No condenes á Chibi r in
po r no haber vuel to Pron to l o hará,es toy segura
,v en
ton ces te lo exp l icará todo … No l o dudes,mamá ; Ch ib i r in
no es capaz de una i nfidel idad para con nosotros . Por al
go l o he l l amado padre a lguna vez .
Chib i r in adquirió l a fal sa pó l iza con esta idea que ha
b ía madurado en s u cerebro : º S i yo me romp iera una
pierna ó las dos p iernas,mien tras estuviera ej ecutando al
gún trabajo,en el que cosas semej an tes pueden acon tecer,
en e l acto se me pagaría e l din ero á que tendría derecho
en ta l caso . Y con una prontitud propia de sus diez años
la adoptó,reso l viendo real izarla .
S in embargo,l e costaba decidirse . No vol ver a correr
p en saba . No vo l ver nun ca después a vagabundear con
los compañeros,n i a sal tar sobre las rocas en la p laya , n i
á treparse á los ár bo les en el Tampoco ir á la
montaña,ahora que podrá hacerlo la n iña Maria… Es te
recuerdo de la j oven enferma,como si lo impul sara á un
deber sagrado que l o ob l igara a l sacrificio de su prop io
ser, abo l ió en su alma todo aque l lo que é l no fuera , y de
s u memoria toda otra cosa extraña a quien es lo motivaban .
Quiso primero en trar de fogonero en e l ferrocarri l
as í l l amaba á los chicos en cargados de a lcanzar e l carbón
á los verdaderos foguistas v en el acto se dirigió a la es
222 EL MANANTIAL
tación del Retiro,donde pres en c i ó la en trada v sal ida con
t inuada de los l argos con voyes de tren es,l as maniobras
de l as máquinas , l a ida y ven ida de l os pasaj eros , l as ó r
denes de los empl eados,la corrida de los cargadores .
Pero e l p en samien to a que obedecía vi n iendo hasta a l lí»
que e r a el de poner su pierna sobre el rie l para que la l o
comoto r a l a destrozara,una vez admitido como emp l eado
para poderlo comprobar más tarde, lo A l
v er avan zar e l monstruo aquel l leno de fuego,tuvo miedo
el pobre n iño ; se dij o que el dol or que produ jeran sus
rueda s d ebia ser atroz,irresis tib l e
,y huyó lej os .
Empezó en tonces para él el período de l as vaci l acion es
esas horas de horrib l e angustia que preceden al sacrificio
s in las cual es és te ten drí a menos valor y po r l as cua les
pasó también e l Cristo . Largo tiempo l uchó con su prop ia
repu l s ión . Po r fi n,s e ofreció como peón ayudan te para
una obra en construcción en la Aven ida de Mayo,donde
po r recien tes huel gas se car ecía del suficien te personal .
E l capataz,viéndo lo tan despej ado y serio
,inmed ia
tamente lo tomó . Todav ía l uchó ; l uchó muchas horas
todavía , en ese su muti smo tan caracterí s ti co . ¡ Le parecí a
tan grande la al tura mirada desde arriba ! Y se apoderó de
é l n uevamente un terror que no podí a vencer, po r e l
momento en que se est r el lar ía con tra l as p iedras . No pen
224 EL MANANTIAL
su ciencia y sus esfuerzos para con servar esa preciosa v ida .
Todo fué en vano,Chib i r in estaba h erido en la médul a
esp ina l ; nadie podí a sa l varlo .
Mas se con siguió suprim ir su s dol ores . Por el s en ti
mien to de admiració n miseri cordiosa que i n sp iraba á
quien es lo rodeaban,se convino en engañarl o
,conven
ciéndolo de que el din ero gan ado tan heroicamente b al lá
base va en poder de su señora . Y aquel l as horas de su
exi stencia,que no sospechab a serí an las ú l timas
,fueron
para él las más a l egres,las más p l ácidas
,las más fel ices .
Las vecinas de misiaRosario con gran asombro,v ie
r on la sa l ir de su casa una mañana,á los pocos dí as de la
muerte de su hij a,vestida
,no cOn su traj e de l uto recien te ,
s ino con l os vestidos que acostumbraba l l evar an tes de su
desgracia,acompañada de un j oven
,con quien subió á un
carruaj e que arrancó á una orden dada por éste .
E l carruaj e atravesó,ve loz
,las cal l es populosas v fué
á detenerse delante de la puerta del hosp ita l Raw son . A l l í
baj ó l a señora, por quien parecí an haber pasado muchos
años , que demostraba en ese i n stan te además de dolor,
agitació n é impacien cia,y guiada por el j oven
,a través de
corredores y patios , l l egó á la sal a n úmero 4 , donde ambos
en traron .
EL MANANTIAL 225
¡ Hijo de mi a lma ! — exclamó en un grito arran cado
de l as en trañas , l a señora , desde la p uerta , extendiendo sus
brazos temb lo r osos hacia e l lecho del sub l ime n iño , e l que
desde l ej os le son rió,l evantando un poco la cabeza para
verl a l l egar,y que a e l la pareció tran sfigurado . Caminó
hasta é l,se l e acercó como a una cosa san ta y besó su mano
con devoción . Luego empezó á mentirl e :
S i v iera s qué mejor es tá María ! Ya s e l evanta v creo
que hasta ha aumentado en peso . Era lo que necesitaba la
pobrecita,buenos médicos y verme tranqui l a . Ahora
,todo
l o ten emos gracias a ti,su padre según e l la te l l ama
,mi
hij o querido . ¡ Si supieras cuán to te extrañábamos ! Sab ía
mos que só lo algo extraordinario podí a habert e a l ej ado de
nosotros ; jamás hemos dudado de ti , Ch i b i r in de mi cora
zón . S i ; só lo algo muy extraordinario pod ía al ej arte de tu
viej a amiga rep itió la señora en quien e l l lan to desbo r
daba .
A estas úl timas pal abras,prueba para é l i rrefutab l e de
que el las,l o ún ico que ten ía en e l mundo
,no hab ían du
dado de é l,y que parecí an responder á la pregun ta que se
h iciera a si mismo una infinidad de veces desde que no
vol v iera á la casa ; pal abras que di sipaban el temor de que ,
aunque más no fuera que po r un minuto , l o hubieran te
nido por l adrón,la cara de l enfermo se i l uminó como s i
to
n
o03
EL MANANTIAL
detrás de sus ojos hubiera es tado escondida una l l ama ex
tendió después s u mano con un gesto de supremo descan so
dej ándola caer en tre las manos de su señora .
Muy largo rato con tin uaron en esa actitud ; divi na comu
nion de sus almas senci l l as . Los demás,á la di stan cia
,
guardando s i len cio,miraban la es cen a l l enos de respeto .
Misia Rosario dij o de n uevo,con servando la mano de l
niño entre las s uyas
No podí a haber duda ; só lo una razón semejan te , ra
zón que pensando en e l l a creemos soñar , podía , hij o m ío
pri varnos de tu presencia . Pero ya es tamos reunidos , y»en cuan to te l o p ermi tanl os médicos
,te l l evaré en carruaj e
á nues tra cas ita,l ibertada por t i de l poder del mal hombre .
Iremos más tarde a l campo ; cuando l l egue la buen a esta
ción tib ia,que tanto ayudará á tu con val ecen cia y á la
de Maria . Del campo pasaremos á la montaña . Verás qué
fel ices vamos á s er ahora,l ibres de preocupacion es .
E l enfermo se sonrió con beati tud y man ifestó en l a in
ten sidad de su expres ió n un deseo : p erdía fuerzas y costa
bale hab lar . La señora,ven ciendo su congoj a en una adi
v inación de lo que Ch ibi r i n pensaba,r epi tióle como si lo
a r r ul lar a :
S i, hij o de mi a lma
,i remos
'
los tres a l campo …
Enton ces é l,al obten er l a con firmación de esa promesa ,
X IX
ANOTAC IONES DE MARTHA
No está a l egre E l Manan tial,y menos Martha toda
v ía . No ; mi corazón matern o está angustiado ; desde hace
poco tiempo hay en é l dos huecos hondos . Es que le fa i
tan dos de sus n iños … Más lás tima me i n spira Lorenzo
que Chib i r in . E ste n o y duerme . En cambio,LO
renzo,e l extraño hij o de la natural eza
,vaga erran te y des
amparado . Juzgase dispen sado de asi sti r á la escuela . ¿,Pá
r a qué ? Ya no está su madre á quien comp lacer . Esto
deberá p en sar,s in duda
,e l que ignora los ben eficios de
l a in strucción,y que los l ibros son gu ía en la j uventud , v
en l a vej ez un ¿ Dónde estará Lorenzo ? Todos
l o ignoramos . Sin embargo,al guien debe saberl o : su ami
go César . ¡Estoy tan segura de e l lo ! A pesar de esto , no
p ien so in terrogarlo . No quiero ob l igarle á engañarme para
EL MANANTIAL 229
no delatar á quien s e l e confí a . Debo respetar la reserva
del n iño Pero no puedo estar tranqui l a ad i
v inando a l ó tr o,pose ído por su gran dol or taci turno
,hu
yendo l ej os para no ser con sol ado . ¿, Sabrá que sus her
man itos están con nosotros He pedido a l s eñor Marn er
que se abstenga de buscarl o . No debemos apresar,s ino
conqui star,al pobre n iño huraño .
— Dentro de pocos dias cúmplen se l os s ei s meses de
mi l l egada a El Manantial . ¡ Cuán ta l abor fecunda cabe en
medio año ! La escuel a me enorgul l ece . Baj o una d iscipl i
na mi l i tar,cada cua l guarda aquí su i ndependencia : nadie
comprime las expan sion es in comparab l es de la adoles
cen cia y de la i nfan cia . Los grandes me con sul tan ; yo los
es t ímulo a tener un j uicio propio sobre las cosas,desp ués
de haberl as Á Marian ito no he neces itado
an imarlo mucho . E l o tro d ía,mientras en un grupo de l os
mayores se discut í a sobre n uestros próceres, par ándoseles
delante les notificó con su aire circun sp ecto : “Yo quiero
más á
—Las maestras de grado me ayudan con toda su preciosa
vol un tad . Si n e l las la Es cuela marcharía muy l en tamente .
Saben hacerse resp etar y querer . ¡ Cuán to bien hacen ! La
del segundo,unajoven viuda si n hij os , es tá l lena de un ción
para la en señanza ; debe de ser para su corazón sin i n ti
230 EL MANANTIAL
mos afectos una especi e de Amal ia,la di
rectora de l Jar d ín de Infan tes,es un encan to . Ti en e vei n te
años,v s e asemeja á una rosa ; de el la se desprende el per
fume suave y p eren ne de s u bondad y pacien cia . Quien
quiera ver algo del i cioso venga á E l Manantial,á la hora
de la clase de l os bebés,mien tras é s tos escuchan aten tos
,
con los oj os redondos v l as bocas en treabiertas,la l ección
sobre obj etos que el l a les da,ó bien cuando corren y j ue
gan unidos po r l as aven idas de l j ardin .
A l fi n,está con nosotros misi a Rosario . Asi s e cumpl e
el úl timo anhel o de su Maria v nuestro deseo . Vivirá sus
ú l timos años á n uestro lado . Será ahora,si
,la compañera
i n separab l e de mi abuel a . Y esos años postreros de su
exi sten cia p enosa y trabaj ada,avanzarán en e l camino
s iempre tristes,mas nun ca sol i tarios . Repartiré en tre am
bas mis cuidados . Ayer,al regresar del col egio
,me en
ter neció el cuadro p lácido que percib í desde la puerta
de nuestro salon ci to : las dos ancianas,i n cl in adas sobre
sus l abores,con sus ropas n egras y sus cabel los b lancos
conversaban serenamente de cosas ya fuera de la vida .
Era esa hora en que no ha terminado todaví a e l d ía y to
davia no ha empezado la n oche,tan l len a de melan col ía .
La l uz de una lámpara caía sobre sus cabezas y e l ramo
de crisan temos frescos que diariamente pone en nuestra
lº 00
lº EL MANANTIAL
muy enferma de fiebre v Clel io es la causa . Desde hace
mucho tiempo vien e esparciendo la voz de que el padre
de la ch ica es un l adrón . ¡Men tira ! , exclamaron los tres
Pescar do,oyéndose al mismo tiempo muchos murmul l os
que aseguraban : LO que dice Margarita Nardi es una
verdad
Impuse s i l en cio y orden é á la niña que acl arara tan
del icada cuestión . Margarita con tin uó diciendo : Hace mu
cho ti empo que mi amiga Vicen ta veíase perseguida por
esos ch ismes y ca lumnias de parte de aque l a quien he
l lamado y l lamo mal muchacho . A causa de esto,a lgunos
al umnos la miraban mal,hasta e l p un to de no atrevers e
e l la ú l timamente a as is tir á clase,fingién dose enferma y
ocul tan do hasta a su madre la verdadera causa de s u in
asi sten cia . Pero resul tó que esas maldades la enfermaron
realmen te,pon iendo en p el igro su vida . Su padre nada
sab e,mas si s u madre
,que se l o ha o ído gritar en s u de
l irio . Es el la quien me ha encargado tran smitirl o anues tra
maestra .
Cle l io entonces,animado por sus hermanas y por
Kr ámer,levan tóse de su asien to , y en tono poco s eguro
man ifes tó que,dada la pr ovocacmn
,aseguraba ante todos
que e l padre de Vicen ta habí a sido expul sado del mol i no
de su padre donde trabajaba,por su mala conducta y su
EL MANANTIAL 233
fa l ta de honradez . A l oi rl o Arturo Marn er, dirigiéndose
á m i,dij o s in sa l irs e de su modo fi no v suave que tan to lo
asemej a a su abuelo : — Señorita,puedo deci r a usted l o
que hay de cierto en es te asun to, ya que Cl el io ti ene l a
audacia de asegurar lo fal so . Casualmen te,papá fué quien
ca lmó al padre de Vicenta,que trataba de agredir a Pes
cardo, po r e l que habia sido i n su l tado al ser l l amado á
cuen tas,pues según pruebas ci ertas
,és te l e adeudaba desde
Ital ia una suma de din ero . Después de arreglado e l asunto,
papá l l evó á Blanco á sus ta l l eres,con s iderándolo un hom
b r e y un obrero excel en te .
Yo r efl exionó un momento antes de castigar . Luego
resue l ta,dij e : En una col ect ividad puede to l erarse a l cu
r ioso,a l burlón
,a l t ravieso
,aun a l vicioso ; j amás al ca
lumniado r . Los ó tr os se hacen mal a si mismos ; és te ,
como un repti l venenoso,es un pel igro para los demás .
Yo no puedo,pues , consen ti r lo en tre ustedes , n iños míos :
Clel io Pescar do,queda usted expul sado de la Escuela .
XX
L O R E N ! O
Hacia vario s d ías que rugia e l huracán en l as costas de
E l Manantial,y aunque parecíahaber ap lacado su furor el
ti empo se man ten í a amenazador y el mar agitado .
Las l l uvias y e l pampero hab í an anunciado á Santa
Rosa con mucha anticip ación esta vez,cesando l uego . Su
d ia,e l 30 de agosto
,a las diez de la mañana , Martha , acom
pañada por Pedrin (quien parecía dar le exp l icacion es im
portan tes con pa labra muy ráp ida), caminaba de pri sa
po r l a aven ida que des cendía hasta la p l aya . La j oven es
taba pál ida y tos ía,pero su andar era siempre l igero y
armón ico .
Con ese paso anduvo muchas cuadras,mas cuando
baj ó la cuesta el mar la he ló con su respiración húmeda
y frí a : i n s tin tivamen te tomó en tre las suyas la mano de
s u diminuto compañero,echando un idos á correr por l a
arena mojada de la ribera .
236 EL MANANTIAL
gran apego por aque l s er singul ar de p ura sangre ameri
cana,e l cua l l e par ecía un miembro o l vidado de una no
b le fami l ia desaparecida . Deciase que este raro ej emp lar
de n uestras vi ej as razas,resto de una clase que se ext in
gue,debia de en con trarse
,fatalmen te en tre extraños y
ser le difí ci l mezclars e con los otros n inos,ti ernos repre
sen tan tes de la n ueva raza en formación .
Tan bien lo comprendía,tan segura estaba que as í de
b ía ser, que de esa con vicción n ací a el s en timiento que l e
remov ía piadosamente e l corazó n . Y ese s en timien to tier
namen te protector hab iase acen tuado,con toda l a fuerza
de un deber que s e impone,en aquel l a criatura de deber
,
cuando é l perdiera á la madre,cuando hubo o ído a l a
hermani ta mayor estas s impl es palabras : Mamá nos de
cí a s iempre : el d ía qne yo l es fal te , váyan se todos á
pedir amparo á la señorita Martha .
Era todo eso lo que la empuj aba hacia la p laya en un
d ía de tormenta .
Durante l as p rimeras semanas que siguieron a l a muer
te de la buena muj er,no se hab í a ten ido noticias de Loren
zo : supose después que an daba por las chacras vecin as ,
trabajando un d ía en cambio de l al imento y rondando
ó tr os, s iempre alarmado de que se l e pudiera apresar como
á los vagos del l ugar . Y esa mañana,habiéndo lo vis to Pe
EL MANANTIAL 237
d r ín desde l as barrancas,en momentos en que s e pose
sionaba de s u s i tio hab i tua l,an imado sin duda po r l a se
guridad de en con trar la playa so l itaria , había corrido
aqué l á preven irla . Inmediatamente y si n vaci lar acud ía
e l la á su conquis ta . La t empestad,la borrasca
,que para
la persp icaci a de Lorenzo estaban próximas,ó uno de
esos secretos impul sos escondidos que determinan tantas
veces de nuestra vida , hab ían lo atra ído hacia l a playa , de
seando dis traer sus p en samien tos con el soberb io espec
i aculo del mar embravecido .
A l l í di s ti nguió una barca pequeña que,con la vela me
dio recogida,er a empuj ada por e l viento y sal taba sobre
las aguas,perdiéndose de vista cada vez que una gran
o la dej aba tras si un profundo hueco . No a lcanzando a
ver quié n es la trip ulaban,se ten dió sobre la roca para
evitar e l vi en to,y sus oj os
,habituados a apreciar la s distan
cias,fijár onse tenaces en el bar quichuelo . Este s e acercaba
veloz,y,s i n gobierno
,ven ía á es tre l larse contra e l p eñas
co . Un momento más y descubría que Rufino y sus her
manos,los hij os de l pescador
,eran los tripu lan tes . Acu
r r ucados en el fondo del bote,no in ten taban n i pod ían
i n ten tar nada para guiarlo a l si t io habitual de desembarco .
E staban perdidos,i rremi sib l emente p erdidos . A s í lo sen
tian el l os,y mudos
,hel ados
,esperaban e l terrib l e trance
238 EL MANANTIAL
en que serian arrastrados por el mon struo que se agitaba
á su a l rededor, pensando los pob r eci tos que sól o su pa
dre hubiera sido capaz de exponer la vida por sa l varlos .
¡ Y se ha l laba éste tan l ej os ! … Mas cuando estuvi eron a
trei n ta metros,Lorenzo se i n corporó
, púsose de pie y
avanzó hasta l as extremidades de la peña .
L l egaba Martha, que todo lo ve ía , que s e daba confu
samen te cuen ta del pel igro y cuvo corazón acababa de
advertirl e de las in ten cion es de aque l a quien ven ia á bus
car . En ese mismo in stan te una o la al canzó á la barca,la
alzó poderosamen te,y a l es tre l l arse v vol ver furiosa la
vol có,l anzando á los n iños a l ab ismo . La joven dió un grito
de espan to y se tapó l os oj os con ambas manos . Pasó aque l
segundo de cobardía,y al descubrir su rostro desen caj ado
por el terror,a l canzó a ver á Lorenzo arroj ándose al mar
desde su roca .
Como s i la natural eza tuviera tamb i én momentos de
compasión,e l agua y e l vien to parecieron calmarse . E l
mayor de aquel los n áufragos esfo r zábase por trepar á ti erra
y también otro de sus hermanos ; Lorenzo , ten iendo al ter
cero asido por las ropas,aparecí a y desaparecía en tre e l
turb io o l eaj e . Martha,vuel ta á s u en ergía
,dió una orden
rápida á Pedrin y,muy es tremecida
,s e in cl i nó sobre una
pequeña roca para a l en tarl os con toda su angustia .
X X I
ANS IEDAD
La angustia cer n íase sobre E l Manan tia l . La Es cuel a
á la espectativa,en el es tupor
,y las maestras de grado ,
presas también de igua l zozobra,con sen t ían á l os n iños la
tris teza y la i n acción .
Nada se es tudiaba en e l co l egio,nadie j ugaba a l l í
,fuera
de l os muy chiquitos,en la fel iz in con sci en cia de l a pri
mera edad,y cuando se retiraban á sus casas
,después de
las horas acostumbradas de las clas es,er a para un ir á l as
de sus padres sus a larmas .
Martha estaba amenazada de Martha,si : Mar
tha Cummins,la maestra
,la más grande
,la mayor
,aque
l la que l os formaba sonri endo v cuya voz s eguían ; la cria
tura del i ciosa,en fi n
,que el los amaban tanto .
Iba á morir , tal vez , por uno de el los ; por su Sol ici tud
EL MANANTIAL 241
vigi lan te v s iempre al erta . Bien sab ían que ese movimien to
gen eroso de su alma que la arras trara á la pl ava er a la
causa po r l a cuál se desp lomaba s u j uven tud fres ca como
la misma primavera . Y sab ían algo más y más conmove
dor : que l o que hab ía h echo po r Lorenzo estaba dispues ta
a hecer lo por cada uno de el l os,grandes ó chicos
,pobres
ó ri cos,buenos ó ma los .
Á fuerza de hacerse repeti r el proceso de s u enferme
dad— la neumon ía—que la a l ejaba de el los v le Oprim ía el
pecho,conocían todos sus detal l es
,todas s us
Si n embargo,querían saber más
,más todavía , y por eso
corrían á rodear a Gracia en cuanto la ve ían aparecer,to
da agitada,por la puerta de comunicación de la casa de la
en ferma con el es tab l ecimien to,ó a Nora pá l ida pero
tranqui l a . Les gustaba escuchar á Piern a de palo , quien
ten í a tris te experi encia en su fami l ia,y miraban con una
con s ideración muy esp ecia l a Marian ito,el hij o del buen
doctor que l a asis tí a .
A l cuarto día de ta l si tuac i ón,comenzaron a correr
voces d e un empeoramiento de la enferma , sabiéndose a l
mismo tiempo la partida de l h ij o de l s eñor Marner , e l pá
d r e de Arturo,para Buenos A i res
,en tren expreso , en bus
ca de otros médicos . Con es to,la a larma l legó a s u co lmo
y también la i ndignación en aque l l os ch iqui l los á quien es
242 EL MANANTIAL
la causan te de tan tos des velos hab ía enseñado a raciocinar .
Su indignación nací a del ocu l tamien to ten ido con el los del
verdadero estado de su Siempre l o mismo ;
s iempre l o mismo . No decí a otra cosa el bo let í n co locado
dos veces a l d ía en sus ventanas . Para info rmar los no se
l es decí a ¿,Por qué? ¿Po r qué eran chicos , s in duda? …
No obs tan te,nadie ten í a más derecho que el los a saber toda
la verdad .
A l cabo de mucho del ib erar reso l vieron esa tarde ob l i
gar con sus s úp l icas v sus exigen cias á que se l es tuviera
al corrien te,como á miembros de su fami l ia
,del curso v
a l ternativas de la enfermedad,y con stituirs e en grupos de
a tres para hacerl e guardia po r turno , noch e y d ia ,perma
meciendo constan temen te a su servicio mientras durara su
gravedad .
Horas más tarde,un numer osísimo grupo de n iños , va
rones y n iñas,s e estacionaba frente a la casa ocupada
por Martha y su abuela,con tigua a l co l egio . Er a la Es cue
la que ven ía á informars e del verdadero estado de su maes
t r a . L l oví a,l l ov ía contin uamente desde hacia ocho dí as
,y
l a l en ta y fina l luvia pon ía an te los ojos una cortina gri s .
Apesar de eso,del frio y del vien to que sacud ía los árbo les
n in guno se acobardaba y a l l í permanecí an,esp erando pa
cien tes bajo sus paraguas . Aguardaban,aguardaban en un
244 EL MANANTIAL
Queremos ver á Nora pedían en é l . Y Nora,la her
mosa adol es cen te e l egida por Martha para s ustitu irl a,apa
r eció en el din tel . E l l a no n eces i tó ser i n terrogada ; el l os
l eyeron en sus ojos,esos oj os que só l o l l oraban con razón ,
cosas t r ist isimas .
La n iña predi l ecta pasó la mano por su fren te,como
s i quisiera despej arl a antes de hablar, y
'
después Ies Cl l ,
en el tono de con sej o sen ten cioso que tomaba para el l os
en la escuela :
Compañeros,he aquí toda la tris te verdad
,que l os
o tros les ocul tan por no aumen tar les la pena : muy pocas
esperanzas quedan de Pero está rodeada de me
dicos y de cuidados ; su n atural eza es vigorosa , sana ; sobre
todo exi s te un Dios que debe de amarla como nosotros la
amamos . No desesp eremos pues … Ahora,ret í rens e ustedes
á s us casas,dóci l es
,obedien tes
,res ign ados
,tal como e ll a
l o querria .
Dóci l,obedien te
,mas no resign ada
,la Es cuela púsose
en movimien to y echó á an dar desal en tada .
Y un extranj ero,l l egado por acaso esa manana á E l
Mananti al , detúvose a mirar con asombro v el corazón en
ter necido,esa l arga fi l a de n iños tris tes , que, con las ca
EL MANANTIAL 245
bezas bajas v s i l en ciosos,cob ijándose de la l l uvia bajo sus
paraguas,l l evaban á s us hogares la ansiedad .
La casa de Martha p ermanecí a cerrada en esa noche
frí a y tormentos a . Er a ta—r de y los que no vel aban retirá
ban s e ya . A esas horas una sombra s e extendió en el um
bral de s u puerta . Lorenzo, que rondab a durante e l d ía por
la veci ndad,ven ía á pasar la noche l o más cerca de el la
,
hasta el amanecer.
XX I I
P R I M AVE R A L
La Escuel a i ba a l bosque . Marchaba como un pequeño
ej ército victorioso : Martha hab ía triunfado de la muerte v
marchaba con sus discíp ulos .
Y ese cuadro de un j úb i lo y de un orgul l o radiantes
de graciosa forma y vida exuberan te,tomaba sus co lores
de la primavera que l l egaba fl ori da v enga lan ada como
nun ca .
Ya hab ían pasado los v ien tos las l l uv ias,el gran izo
,el
frí o en la t ierra ; las agi tacion es, n ieb l as y borrascas en e l
mar . Agosto estaba l ej os y octubre,s ereno é in dulgen te
,
dejábala avanzar esparciendo á s u antoj o sus caprichos .
La natural eza despertaba después de su l etargo anua l
en que todo reposa , y Martha demostraba en su semblante
que vo lvía el l a tamb ién a la exi sten cia sana y fuerte .
Como todo conval eciente,deseaba resp irar á p l enos
248 EL MANANTIAL
dos por el la , s in tieron una i nmensa tern ura por esa vida
un iversal,de quien nace lo mismo el manoj o de h ierba
que la humanidad . Miraban con in terés hasta la más hu
milde man ifestación de esa fuerza creadora,pues l es ha
b ía en señado desde hacia tiempo,que en e l orden esta
b lecido de las cosas cada s er tien e s u importan cia .
Querían sobre todo á los árbo l es y no l es causab a ex
t r añeza oir con tar que e l gran rey de Persia,Jer jes,
'
hab ía
colocado un d ía un brazal ete de o r o,en senal de al ianza ,
al rededor del tron co de un árbo l favorito .
¡Y en los árbo l es esa tarde , cuánto piar ! ¡ Cuán to mur
mul lo in quieto en tre l as ramas ! Los i n vasores del bosque
l evan taban los oj os para acarici ar las pequeñas criaturas
que fabricaban al l á arriba sus n idos,y son r iéndo les t ier
namen te pasaban sin per tur bar los . No mar ti r izaban tam
poco á los i n sectos,esos precursores del hombre
,á los
que con sideraban como úti l es é industriosos : ¿, no es una
oruga la que hace la seda , y la cochini l l a el carm ín ?
Jamás les había parecido más diáfano e l aire,e l cie l o
más azul … ¡ Cuán manso y amigo s e l es mostraba el mar !
¡ Cuánto vue lo de golondrinas en el espacio ! Y todo lo ba
ñaba e l sol, que es l uz , sa l ud , co lor v vida .
No nos gusta el i nv ierno,tOdo está muerto decían
á la maestra á l o que e l la respondía :
EL MANANTIAL 249
E l . i nvier no es como la noche de la natural eza : todo
descan sa . La vida no se suprime s in o que se hace l en ta,
i n sen sib l e casi,como duran te e l sueño . En l a primavera
todo despierta con e l brío que trae el reposo prolongado .
Y oyendo decir á alguno que fulano y zutano trataban
mal a sus cabal los,pros iguió :
Es eso muy raro . En n ues tro paí s,no s e n eces i ta en
s enar a querer a l cabal l o ; e l lo s e hace por herencia . Los
pueblos tien en sus pr edi lecciones por aque l l os seres que
les son más ú ti l es . S i aquí al gui en trata ma l a l hermoso
cuadrúpedo,no será por fal ta de cariño s ino por fal ta de
educación . ¿,NO han notado ustedes , que e l perro encuen
t r a cariño en todas partes ? Su l eal tad l o ha impues to en
todas las regiones y á todos los caracteres . Es realmen te
e l compañero del hombre á quien ayuda en sus l uchas
con e l t igre en el África abrasada y con tra e l oso blan co
en l os témpanos po lares . Ya que hab lamos de animales
fiel es é intel igen tes,quiero contarl es la breve historia de
una l i nda perra de Terranova,his toria de cuya autentici
dad puedo dar fe,puesto que he conocido a la heroína .
En l a co lon ia de San ta Fe,fundada por mi abuel o ,
cuando e r a yo aún muy chica , veí a s al ir de la casa veci na
a la nuestra y á horas fij as,tres veces al d ía á la esp l éndida
bestia,á la cua l yo acari ciaba
,i n variab l emen te , y regalaba
250 EL MANANTIAL
con dul ces . L l egué á quererl a hasta e l extr emo de e5pe
r ar la cada vez , y el l a , hab i tuándose á mis r ega lon er ías,
deten íase delante de mi puerta , recib í a con sus dien tes la
golosi na y con tinuaba tranqui l amente,como una persona
de j uicio,su camino . ¿A dónde se imaginan ustedes que
i ba el la con esa puntual idad dign a de un ingl és ? ¿, Cuá l
creen ustedes que pod í a ser e l oficio de esa amiga de mi
i nfancia ? Mi amiga er a nodriza, v cada vez que sal ia de
s u casa er a para ir a amamantar un montón de perritos
huérfanos,de casta muy fina . Pero lo que en nob lece la
v ida de ese ser está en que,perteneciendo á una s enora
s i n apoyo,pobre v cargada de hij os
,l l en aba su mis ión n u
t r i tiva en cambio de un buen s ueldo,pagado men sual
m en te'
por l os dueños de los p erritos finos . Y como las
eximias condicion es y el perfecto comportamien to de
Juno el nombre de la soberb ia diosa esposa de Júp iter,
l l evaba la perra — se esparcieran por la co lon ia , donde
hab í a muchos ingl eses amantes de l os an imales,y muchos
cazadores , durante años ayudó a l sosten imiento de aquel l a
casa pobre,y gracias á s u fidel idad e i n tel igencia
,los chi
cos, sus companeros de j uegos , no careci eron de nada .
¡ Qué cosa tan l i nda ! , excl amaron los oyentes , una vez
cal lada Martha,asombrados de esa maravi l l a
,que no po
dian pon er en duda puesto que el l a l o hab ía presen ciado .
252 EL MANANTIAL
vol cado el l a toda su al can cia, que ven ía l l en an do desde
muy chiquita .
La maestra ca l l ó para dejar expandirse e l sonoro mur
mul lo de aquel l os corazon es conmovidos,a l conocer l a
gen erosa y de l icada acción de la n iña traviesa,burl on a é
impopular hasta enton ces .
La puerta será disti n ta ; la proyectamos de hierro v
en e l la Lu i s . otro arti s ta y futuro marino,grabará una pa
l abra ; una palabra so l a , pero que l uego rev esti remos de
o r o puro . E sta pa l abra será : Inten ción .
¿ Inten ción ? excl amaron el los sorprendidos .
Nora,que en tendió
,dij o :
S i,Inten ción .
Nosotros compren demos,y tamb i én l a de la maestra
pr o r umpier on un idos Gracia , E l ena , Joaqu ín , Sarah
Piern a de pal o,y hasta el frio Kramer .
E l en a,con siguiendo vencer su suave timidez
,exp l icó á
los demá s :
Ch ibi r in perd io la v ida sin conseguir que María an
tes de morir conociera la montaña,que é l creía que s ería
su remedio i nfal ib l e .
— Ni tampoco consiguió que mis ia Rosario sa l vara su
casa del i nfame acreedor,exclamó Margari ta
,quien an te
u na mala acción perd ía su calma .
EL MANANTIAL 253
No cobró tampoco la pól iza, que i gnoraba fuera fa l sa .
Esta fué l a observación de Kramer,el eterno cal cu l is ta .
Gracia,con su voz cál ida y su tono resuel to
,puso punto
a estas refl exion es,dici en do : sobre todo
,e l pobrecito se
mató cuando só l o creí a Daría,l o j urarí a
,
todo l o que tengo,y hasta mi j uven tud que comienza
por ver una vez más á Chib i r in con el cigarro en la boca
sal tando de peña en peña en n uestra p l aya,ta l cual lo v í
la v í spera de su
Un si l encio p rofundo suced io á l as palabras vibran tes
de la afortunada ; todos p en saron l o mismo que el la , to
dos sin tieron l a misma cosa,y cuando Martha l es hab ló
de n uevo,miraron á la bel la criatura
,sintiér onse orgul l o
sos de que fuera su compañera , comprendieron que er a
muy buena y extrañaron quererla tan to .
—De todas esas cosas mal en tendidas v mal ca l cul adas
por su men te de n ueve años,resu l ta esa sub l ime In tención
que grabaremos en su tumba—repuso Martha . E l l a nos
recordará , al mismo tiempo , que en l as accion es humanas
hav que tener en cuen ta,antes de todo
,la i n tención . Sa
bemos pues ya , que muy cerca de nosotros , arru l lado por
los can tos de l mar,dormirá nuestro pequeño héroe . Mas
queda otro de l os n uestros,no de menos precio por haber
escapado milagrosamen te de perecer también
254 EL MANANTIAL
S i,s i ; ¡ hav que premiar á Lorenzo Igl es ias !—deere
tó la Escue la con el ardor y e l en tusiasmo que l e in spi
raba ahora ese nombre .
Para ci ertos actos no hay premio proporcional ,
respondió la maestra tan j usta y tan s erena . E l p rem i o
en esos casos es tá en e l hecho mismo y nada más . Serí a
absurdo preten der premiar e l sal vamento de Lorenzo,de
igual manera que las l eccion es bien aprendidas de Joa
quin Pizarro,de Nora
,E l en a ó Pierna de pa lo
¡ Oh ! cómo podría s er eso ? , murmuraron los que
o ían,impresionados por la evidencia de la observación .
La en cantadora maestra prosiguió,acarician do un r o
b l e con s u mano b lan ca hasta la tran sparen cia :
— Si se practi can en el tron co de un árbol v ivo inci
s iones bastan te profundas c omo para penetrar la corteza
y l l egar hasta la madera,esas inci sion es duran l o que du
r a e l árbol . E l tej ido vegeta l crece á s u al rededor v el l as
v ien en,a l cabo de cierto n úmero de años
,á s er in cl u ida s
en su seno . La corteza se renueva,p ero aquel las i n ci sio
nes p ermanecen claras y precisas a l l í dentro,como en un
pecho fie l un secreto . Un ej emp lo : al hendir con e l ha
cha , en Hanover,e l tron co de un a hava se encontraron
entre la corteza y la madera,ta l cual acabo de exp l icar—l es»
varios caracteres romanos . E sos caracteres habrían sido
XX I I I
EL MANANTIAL
Martha oyó de pronto sonar una voz entre l os árbo l es
q ue l e decia :
Señorita,venga
,voy á mostrarl e una cosa que acabo
de descubrir .
E s Lorenzo,gritaron los chi cos corriendo al en
cuen t r o de aque l cuyo nombre,s in que él l o sosp echase ,
hab ían res uel to,tan origi nalmen te
,glorificar . Al mismo
tiempo , la i n s piradora de ese mundo minú scu lo s e vol vió ,
en contrando e l ros tro moreno de expres ión in ten sa del
muchacho de las i ntemperies,que sab ía ahora sonreir .
Leyendo l a pregun ta en l os oj os de la j o ven,s i n esperar
r espuesta,in si stió é l :
E s muy cerca,s eñori ta ; s ígame .
Sin esperar tampoco asentimi en to,el muchacho se
EL MANANTIAL
echó a andar seguido por e l la v el montón de ch icos a lbo
rotados por aquel l a curiosidad nueva,puesta a su al can ce .
Lorenzo,con ági l paso con ducí a en s i l en cio l a com i ti
va,negándose á responder á las pregun tas impacien tes de
sus compañeros . Había tomado e l rumbo hacia el mar .
Las deducciones,las opin ion es y pareceres sobre cuá l se
r ia e l descubrimiento,ocupaban la s con versacion es
, que
se exa ltaban á medida que crecí a la dis tan cia .
Es toy cier ta que es una flo r rara,decía una n iña .
Debe de ser un gran n ido,rep l icaba un chiqui l in .
Una p l anta n unca v ista,más ! “ e n
,pronosti caban
ó t r os .
Hasta que Pedrin as eguró ser una ba l l ena , provocando
e l grito unán ime :
¡ Una ba l l ena , una bal l en a ti en e que ser !
E l gu ía,mien tras tanto
,proseguía su camino s in i nquie
tarse por ese impacien te bu l l icio . Su afecto profundo , su
grat itud , pon ían lea l tad empeñosa en s u deseo de que fue
r a e l la,
— é l primer s er después de s u madre que l o adivi
nara en sus viri l es vi rtudes secretas— la primera , la ú n ica
dueña de s u hal lazgo . Quería pr esen tá r se lo como una
ofrenda . Caminó otro trecho,rodeando un exten so médano
de arenas firmes q ue formaba una cortina verdosa , y en t r ó
por en tre unas rocas que dominaban la p laya .
258 EL MANANTIAL
Con sus brazos sue l tos , fuertes cua l los de un hombre
separó las ramas de los arbustos s i l ves tres,penetran do en
un s itio an gos to a l l í es condido,sombrío v húmedo
,en e l
que crecí an l os frescos hel echos de agradab l e verdor ; v se
ña lando con s u mano un grueso hi lo de agua que des een
d ía en cascada s in murmurar,dij o á l a maestra
,en e l tono
de quien da un mavor al can ce a l o que dice
ElEl la abrió mucho sus oj os claros con una expr e51on de
asombro y comp lacen cia ; recordó en el acto,rep itiendo
selas menta lmente,la s pal abras con que l a recibiera e l
lord : * Manantia l quiere decir en todas las l enguas,causa
prin cipio,origen ; agua viva que m ana de la tierra .
” Lanzó
una exclamació n de j úbi lo que estremeció á l o s n iños v
s e acercó a l a fuente .
Un rato permanecieron embelesados todos,mirando
aquel la agua tran sparen te que parecí a brotar para e l los .
Después,recib iéndol a en el recip ien te vivo d e sus manos ,
como poseídos por una sed devoradora,beb ieron de e l la
áv idamen te .
Martha,dirigién dose a algunos de los más andariegos
,
conocedores de todos los s itios,l es preguntó :
¿, A lguno de ustedes conocía la existen cia de esta
fuen te ?
260 EL MANANTIAL
capaz de arrostrar l a m uerte por sal var la vida de un her
mano,no se cegará mien tras exista en esta tierra a lgui en
que l l eve mi nombre . Todos cuidaremos,adornaremos
,
amaremos n uestra clara fuente ; al l i será n uestro s itio de
recreo y de Que l as horas del descan so b ien
ganado tran scurran cerca de el la,donde la natural eza la
ha co locado como un don de sa l ud y de vida .
T u r í n,ag os to-o c t u b re de 1907.